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DOCUMENTO Nº 55

Título: El fascismo está contra los intereses de la República Argentina


Anónimo
Publicación: Editorial de L´Italia del Popolo del 22 de marzo de 1923 (En italiano
en el original. Traducción: Juan Cruz López Vara y Andrés Bisso).
Es el momento de preocuparse un poco de la propaganda que se hace del
fascismo en el extranjero. Es el momento de preocuparse no solamente de parte de los
italianos, sino también de parte de los argentinos.
No podemos aprobar la facilidad con la que ciertas personalidades argentinas y
la prensa que a ellas responde, elogian el fascismo y lo fomentan, como si fuese un
movimiento plausible en este país.
Recordamos a propósito los artículos de los grandes diarios editados el mismo
día en el cual el profesor Octavio Dinale hizo aquella especie de programa que apareció
en la “Patria degli Italiani” y en el “Giornale d´Italia”. Se admitía que el movimiento
fascista pudiera favorecerse en esta República.
Creemos que estos diarios están en un gravísimo error. Y nos sentimos en el
deber de reclamar la atención de todos los argentinos honestos sobre un estado de las
cosas que será indudablemente perjudicial a los intereses de este país hospitalario.
No nos referimos al carácter subversivo del fascismo. Si no son deseables los
denominados “ácratas”, si no se admite en esta República a los agitadores
pertenecientes al partido contrario al orden y a la disciplina social, no se explica cómo
se admite con tanta facilidad a los fascistas que pertenecen a un partido que se llama y
se jacta de ser “revolucionario” y que ha logrado la conquista de sus ideales, por medio
de una larguísima serie de delitos comunes que son mil veces peores que el llamado
delito “de la Rinconada”.
No nos referimos a ese carácter del fascismo, porque, después de todo, los
sistemas abiertamente bandolerescos se han colocado de parte del fascismo. Aquel ha
encontrado la forma de legalizar sus abusos, de darles la apariencia de la legalidad, por
medio del poder que el fascismo detenta. Por tanto, hablando sinceramente, la
revolución fascista, como tal, ha sido revolución, sí…pero de Pinocho.
Hablamos de otra cosa. Hablamos de las buenas relaciones que debe haber entre
los italianos y los argentinos, no desde el punto de vista diplomático, sino respecto de la
relación entre ciudadanos y habitantes.
La República Argentina en su Constitución ha consagrado la facilidad de admitir
a los emigrantes con el objetivo evidente de aumentar la población del país, asimilando
a los extranjeros, aclimatándolos, conquistándolos con el arma pacífica de la civilidad y
formando la llamada nacionalidad argentina.
Este trabajo de asimilación se cumple, evidentemente, como reconocen todos los
estudiosos de la sociología, con aquella comunidad de vida y costumbres que
espontáneamente, naturalmente, nacen entre extranjeros y argentinos. En nuestro caso,
entre italianos y argentinos.
De aquí, la probada ley de la ciudadanía adquirida por el medio de la llamada
naturalización, que todos sienten hoy la necesidad de facilitar, como demuestra la
propaganda, diremos casi el apostolado, del doctor Garay. A causa de este asunto de la
ciudadanía adquirida, de este asunto de la naturalización, proviene una participación,
incluso en la vida administrativa y política del país en el cual vivimos.
Aquellos que son inteligentes y que tienen buena fe reconocen la necesidad de
participar de esta forma en la vida argentina. Ha pasado aquel triste período que puede
llamarse “campanilístico” y chovinista en el que las acciones de los verdaderos
italianos, aquí, parecía debieran constar en crear disidencias, competiciones, rivalidad
entre nuestro país y aquel que habitamos. Hoy ha desaparecido este prejuicio en la
mente de la mayoría.
Existe sin embargo, siempre en la mentalidad del fascismo. Podemos
demostrarlo con el hecho palpitante que incluso el “Giornale”, que en Buenos Aires ha
permanecido en lengua italiana favorable al fascismo, se está afanando, por estos días,
en alimentar con diabólica mentalidad estas disidencias. Y sea por el caso notorio de
San Juan, sea con aquello de la constitución de una sociedad argentina para el transporte
de los emigrantes italianos, se utiliza a todo hombre para crear discordia y rivalidad,
denigrando vergonzosamente a la Argentina como si fuese contraria a los intereses de
los italianos en el terreno económico y en el de la administración de la justicia.
Nosotros debemos deplorar esta costumbre del “Giornale d´Italia” y a propósito
del caso de San Juan, especialmente, nos permitimos invocar la alta autoridad del
Ministro de Italia señor Colli di Felizzano, porque encontró el modo de hacer terminar,
por parte del “Giornale” que se jacta de ser patriota y constitucional, una campaña anti-
argentina que ha asumido todos los rasgos de la indecencia. No es lícito que un diario
con evidentes fines de interés material, porque es ayudado por el señor Graffigna –rival
del Doctor Cantoni en la candidatura a la gobernación de San Juan- descargue su cólera
contra un país que es ejemplo de civilidad y que en la misma cuestión surgida a
propósito del llamado delito “de la Rinconada” se ha portado correctamente ante la
Legación italiana.
Y volvemos al fascismo. El fascismo es contrario al espíritu de comunidad y de
afectuosidad que debe existir entre los italianos y el país que los hospeda. Y lo
probamos. Hemos recibido el “Piccolo” de San Pablo, en donde se trabaja por la
institución y constitución de un “fascio”. San Pablo de Brasil está bajo la jurisdicción
del señor Profesor Dinale, porque este es el delegado por América del Sur.
En el “Piccolo”, pues, encontramos una comunicación, de la cual reportamos
literalmente la parte principal:

“El Comité provisorio para la constitución de la Sección del Partido Nacional


Fascista en San Pablo reunido por órdenes del Delegado del Partido, examinada la
situación, ha deliberado abrir la inscripción para la formación de la Sección Paulista.
Uno de los postulados de los ‘Fasci’ italianos en el extranjero es aquel de no
ingerir de ningún modo en la política de los países que los hospedan y que el fascista
que participare –incluso indirectamente- en las luchas políticas locales sería
inmediatamente expulsado por indisciplina.
El Comité sigue considerando por ahora superfluo comunicar nuevamente el
programa de los “Fasci” italianos en el extranjero porque ya dio cuenta del
representante del Partido por medio de los diarios.
El Comité
Avv. Emidio
Rocchetti
Cap. Giovanni
Ronchi
Rag. Emilio Santi
Antonio Milani”

No hemos visto, hasta hoy, ningún comunicado similar para la República


Argentina. Eso, sin embargo, no significa nada porque el fascismo es uno en todo el
mundo. Si la política separatista, si el antagonismo en la vida de los países que
hospedan a los italianos, está vigente en Brasil, debe estarlo también aquí. Esto, más
bien, está dicho claramente en la generalidad de la afirmación que se hace en el referido
comunicado.
Y ahora, razonamos un poco. Si el programa de los italianos en el extranjero,
según el fascismo es el de “no ingerir de ningún modo en la política de los países que
los hospedan”, si los italianos en el extranjero “no deben participar ni directa ni
indirectamente en las luchas políticas locales”, ¿adónde va aquella la comunidad,
aquella intimidad, aquella misma razonable absorción que los países hospitalarios deben
ejercitar con los extranjeros y que es el fin último de sus constituciones?
¿Adónde va la teoría de la naturalización y de la práctica relativa? … Todo se
subvierte y se destruye con la teoría fascista. Los italianos se convierten, según ella, en
misántropos que viven por su cuenta, que lucran cuanto pueden en este o en aquel país,
que les crean estorbos más o menos diplomáticos, y después…después: ¡Viva el
fascismo!
Este no es el camino. Nosotros denunciamos este procedimiento fascista frente a
las autoridades, a los legisladores de la Argentina. Ellos deben preocuparse por esta
corriente que viene a perturbar la tradicional relación entre nativos y extranjeros en esta
República.
Lo que se debe hacer es predicar la necesidad de vivir también la vida política de
este país. La “Patria degli Italiani” lo ha visto, y puesto que dispone de espacio,
sabiamente ha dedicado una parte considerable del diario a la “Política Argentina”.
¿Que vienen a decir los fascistas?... Aquí se debe propagar la idea de la
naturalización y de su utilidad y debemos hacer lo posible para que en el Parlamento, en
las comunas y en los empleos públicos, haya italianos, no por espíritu de hegemonía
nacionalista sino por espíritu de solidaridad y de amistad internacional.
Sabemos que algunos naturalizados argentinos forman parte del Fascismo. Pues
bien, se debería ponerlos frente al dilema: o dejar de ser ciudadanos argentinos o deben
salir de las filas del fascismo. La razón es clara. Si el fascismo prohíbe, como hemos
visto, cada participación en la vida política de los países que hospedan a italianos,
quiere decir que arranca a los ciudadanos y naturalizados de los que hablamos, del
ejercicio de sus deberes. Y no es admisible que las autoridades de la República
Argentina permitan el crecimiento y desarrollo de una institución que viene a dañar, de
esta manera, la República misma en uno de sus principales recursos, como lo es el de la
naturalización.
Hemos mostrado una marioneta un poco escabrosa. Que no se diga. Insistiremos
en este punto. El fascismo es contrario a los intereses de Italia. Esto es lo que pensamos
y retenemos en la consciencia. Pero no podemos permitir que se engañe y se abuse
incluso de la bondad de las autoridades argentinas con imposiciones que atentan a la
base del bienestar argentino. Nosotros decimos esto porque amamos, en verdad con
sincero afecto, el país donde trabajamos y encontramos aquel pan que la madre patria no
ha sido capaz de darnos.
Provideant consules…

Nº 85 ¡Mane, Tesel, Phares!


por Enrique Dickmann

Siento, desde mi infancia una íntima y profunda simpatía por el fecundo,


laborioso y sufrido pueblo de Italia. Con el correr de los años, esta simpatía se ha
ahondado y robustecido. Admiro su milenario y glorioso pasado; sufro acongojado su
presente incierto, y confío, en absoluto, en su indiscutible porvenir. Todo lo que digo no
amengua, pues, mi simpatía por el pueblo italiano, subyugado por una abominable
tiranía, sino que se dirige a su decadente clase gobernante, a su casta plutocrática, que
para salvar una difícil situación, no quiso ni supo engendrar nada mejor que al fascismo
y a Mussolini, que avergüenzan a Italia, madre del derecho, y son repudiados por la
conciencia libre de los pueblos más cultos y vigorosos de la tierra.
El crimen, en general, es una cosa abominable, y mucho más si el crimen es
político. Sin embargo, ningún crimen político, en ningún tiempo ni país, ha provocado
una indignación más unánime y una condenación más universal, que el vil asesinato del
diputado socialista Matteoti. ¿Por qué? Porque los crímenes políticos en general se
realizan por individuos apasionados y solitarios, que se erigen en jueces y verdugos, y
generalmente no rehuyen su propia responsabilidad, afrontando y soportando serena y
estoicamente la pena de muerte que les espera, lo que transforma a estos hombres, a los
ojos del pueblo, en verdaderos mártires. Así Bruto mató a Julio César, Bresci a
Humberto I, Angiolillo a Cánovas del Castillo, Santos Caserio a Sadi Carnot, y en la
Rusia zarista, una legión de hombres y mujeres, anónimos en gran parte, ejecutaron a
muchos tiranos y verdugos del pueblo.
Antes, como después de la guerra, las fuerzas reaccionarias, impotentes y
exasperadas, recurrieron al crimen político. Así fueron asesinados Jaurés, Carlos
Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Kurt Eisner, Haase, Ratenau y otros. Estos crímenes
políticos fueron condenados por la conciencia democrática y libre del mundo; pero no
adquirieron la extensión, vigor y rapidez de la condena universal del nefando crimen
fascista perpetrado en la persona del socialista Matteotti. ¿Por qué? Porque todos los
crímenes anteriores fueron inspirados y ejecutados por individuos solitarios o por
grupos aislados; y el crimen fascista fue premeditado, organizado y ejecutado por el
gobierno, que tiene en sus manos la ley y la fuerza, al juez y al gendarme, y que goza de
la más absoluta impunidad.
Lo monstruoso del asesinato de Matteotti es que fue ejecutado por el gobierno
fascista, gobierno surgido de la violencia, sostenido por la violencia y que será devorado
por la violencia; cumpliéndose así la sentencia popular: quien a hierro mata a hierro
muere.
La burguesía italiana perdió los estribos después de la guerra. No supo evitar ni
calmar a tiempo algunas impaciencias populares justificadas, engendradas por la guerra,
que pudieron ser calmadas por el ejercicio tranquilo de la autoridad y la serena
aplicación de la ley. Tuvo miedo. Y el miedo la condujo a la locura. Y así surgió el
fascismo alimentado con el dinero de los plutócratas y terratenientes y tolerado –si no
apoyado– por la autoridad legal. Y como todas las clases en decadencia, la burguesía
italiana, ni siquiera tuvo su propio hombre para tan abominable tarea. Recurrió a un
plebeyo renegado, a un traidor del socialismo, a un saltimbanqui político, a un vulgar
ambicioso de poder, de riqueza y de gloria, a Mussolini; endiosándolo y entregándole la
suma del poder político para que con odio, rencor y venganza lo ejerciera contra el
pueblo indefenso.
Los crímenes del fascismo, en su corta y trágica carrera, son incontables, y han
llenado y desbordado el cáliz de la amargura del pueblo italiano con el más horrendo
crimen, con el asesinato de Matteotti.
Cuenta la leyenda bíblica que en la antigua Babilonia, cimentada sobre la
violencia y el crimen, el tirano Baltasar daba un festín a sus cortesanos y cortesanas que
obedecían a sus órdenes y ejecutaban sus siniestros designios. Ebrios de vino y de
sangre, Baltasar y sus cortesanos desafiaban al mundo. Ante la sorpresa primero, y ante
el terror después, una mano misteriosa escribió, en letras de fuego, en la pared de la sala
del festín, las siguientes palabras: Mane, Tesel, Phares. Aterrorizado Baltasar mandó
llamar a los sabios, magos y brujos de su reino para que descifraran el significado
misterioso de estas palabras. No lo supieron sabios, magos, ni brujos. Entonces se llamó
a un profeta, que por haber denunciado los crímenes e injusticias de Baltasar estaba
encerrado en una cisterna del palacio. El profeta desafió las palabras, y las dijo ante los
cortesanos aterrorizados. Mane: tus iniquidades están pesadas. Tesel: tus crímenes están
medidos. Phares: tu imperio está condenado.
Aquella misma noche el tirano Baltasar fue asesinado por sus propios
cortesanos, y el conquistador persa Ciro penetraba por todas las puertas de Babilonia.
La conciencia libre del mundo acaba de escribir en las paredes del festín del
tirano Mussolini las fatídicas palabras de la Biblia. Sus iniquidades están pesadas, sus
crímenes están medidos y su imperio dictatorial está condenado. Podrán sus sicarios
mantenerlo aún algún tiempo en el poder. Pero el pueblo italiano; alentado y estimulado
por la conciencia ciudadana universal, acabará pronto con tan abominable tiranía.
Comprendo que un hombre del pueblo, agobiado y perseguido por la ley, se
rebele contra la ley y se haga anarquista. Comprendo que algunos hombres ilusos e
impacientes no crean más en los métodos normales de la democracia y se hagan
bolcheviques. Pero tales hombres no son temibles ni peligrosos para los gobiernos. Y el
hecho de que el fascismo no hizo peligrar ni un solo pelo de la hermosa barba del
comunista Bombacci y haya elegido su víctima entre los socialistas, es de una
elocuencia abrumadora. El grande y temible enemigo del fascismo es el socialismo
italiano, y los sicarios del “condottiere” fueron desatados contra los ¡execrados
reformistas!
Los autores materiales del asesinato no son los más responsables del nefando
crimen. Los verdaderos responsables de él son el gobierno y su jefe Mussolini. Aun
admitiendo que él no lo haya ordenado directamente, son sus métodos, sus
procedimientos, sus hombres de confianza y sus sicarios quienes lo han preparado y
ejecutado. Y la conciencia universal de todos los hombres libres indica al único culpable
del monstruoso crimen, a Mussolini.
Cuando la violencia organizada llevó al poder a Mussolini, éste dijo con
jactancia e insolencia, que había pasado por encima del cadáver putrefacto de la
Libertad, creyendo haber descubierto un dogma nuevo, cuando en realidad repetía la
abominable frase de todos los tiranos que odian a muerte a la Libertad. Han pasado
apenas pocos años y la libertad ya está preparando la fosa donde será sepultado el
cadáver putrefacto del fascismo y de su jefe.
Porque el fascismo no cabe más en Italia ni en Europa. El mundo retorna a la
sensatez, al juicio sereno y a los procedimientos normales y constitucionales. Vuelven a
imperar en los países más cultos la democracia y el sufragio universal. El ejemplo de
Inglaterra laborista, de Francia socialista y radical, de Dinamarca socialista; de la misma
Rusia que consolida y democratiza a su revolución y de los otros pueblos cultos y
progresistas de la tierra, es alentador y optimista.
Quedan manchas negras en Europa: las dictaduras de Italia, España y Hungría.
Pero es seguro que pronto desaparecerán.
La pesadilla fascista pasará en Italia y en el mundo, y sobre sus escombros se
levantará vigoroso el libre pueblo italiano que ha dado al mundo a Giordano Bruno, a
Galileo, a Mazzini y a Garibaldi; que ha acabado con el poder temporal de los Papas,
que ha hecho la unidad italiana, que ha poblado el nuevo mundo con sus hijos
laboriosos y fecundos, y que hará pronto la república democrática y social en Italia,
siguiendo el ritmo de los pueblos más cultos y vigorosos de la tierra.
Italia, madre del derecho, no puede ni debe ser foco de reacción conservadora,
sino faro luminoso de libertad. La sangre generosa de Matteoti será fecunda en
consecuencias auspiciosas para el momentáneamente oprimido y vejado pueblo italiano.
Así lo deseo y lo espero.

[Matteoti. Nummero unico commemorativo del secondo aniversario


1924-Giugno-1926, 1926, s/n.]

DOCUMENTO Nº 31
Título: “El peligro y las particularidades del fascismo en la Argentina”, “El
fascismo criollo es Fresco”, “Ortiz no es el fascismo, es expresión de la tendencia
democrática moderada” y “Ortiz y Fresco” en: La salvación de la democracia.
Informe del delegado Luis V. Sommi al IX Congreso del Partido Comunista.
Autor: Luis V. Sommi.
Publicación: Orientación, 10 de febrero de 1938, pp. 10 y 11.

El peligro y las particularidades del fascismo en la Argentina

En este ambiente de reacción, de subversión, de liquidación de las más caras


conquistas por las cuales lucharon y dieron su vida los mejores hijos de nuestro pueblo
es que brota el germen del fascismo en nuestro suelo.
El fascismo surge en nuestro país como movimiento y tendencia política de
manera más o menos definida, recién en las condiciones de la profunda crisis económica
y política que tuvo lugar en 1930. El golpe setembrino, aunque confuso y heterogéneo,
pero reaccionario en su conjunto, llevaba en su seno los gérmenes del fascismo. Eso es
lo que representaba el uriburismo: la tendencia hacia el fascismo. Precisamente lo nuevo
que se opera en el proceso reaccionario de nuestro país, es la aparición y el desarrollo
del fascismo. Proceso y desarrollo que se acentúa con el advenimiento del régimen
fascista en Alemania y con el levantamiento y la intervención nazi en España, hechos
éstos que alientan a las fuerzas de la contrarrevolución en la Argentina. El peligro
fascista crece particularmente en relación con la inusitada preparación de la guerra
mundial.
El peligro fascista no es una invención nuestra. Nace de la realidad político-
social y militar en que vive el mundo y a la que no escapa la Argentina.
“El fascismo en el poder es la dictadura terrorista de los elementos más
reaccionarios, más chauvinistas y más imperialistas del capital financiero”. De esta
definición exacta hay personas, dentro y fuera de nuestras filas, que sacan la conclusión
siguiente: Que como país dependiente -especie de “colonia comercial y económica” del
capital extranjero- aquí no puede desarrollarse el movimiento fascista y no es posible un
régimen de esa naturaleza. Un régimen fascista -piensan- es posible únicamente en los
países avanzados desde el punto de vista capitalista, pero aquí no. Otros, en fin, opinan
que dadas nuestras tradiciones liberales este no es campo propicio para que fructifique
el fascismo, teniendo en cuenta, además, que somos un país joven que vivimos en el
“continente de la paz”, donde este peligro no es serio como en los países del viejo
mundo, minado por contradicciones, odios y rivalidades.
Es claro, compañeros, que América no es Europa y que Argentina no es
Alemania. De lo que deducir, en todo caso, que el fascismo aquí no puede desarrollarse
como movimiento de masa y como un serio peligro tanto para su existencia nacional
como para la paz interior, es incurrir en un grave error que puede costar muy caro al
proletariado y a la democracia, puesto que cierra los ojos a la realidad e inmoviliza al
pueblo frente a la amenaza que les acecha.
En nuestro país el capital nacional no es un capital imperialista, aún no ha
alcanzado esa fase de su desarrollo, pero aquí actúa y predomina en la vida económica
el capital financiero extranjero que incuba en gran medida el fascismo. Además las
posibilidades del desarrollo del fascismo son particularmente serias en nuestro país
porque hay poderosas fuerzas extranjeras que lo propulsan. Esas poderosas fuerzas
extranjeras son las que constituyen el eje Roma-Berlín-Tokio, especialmente Italia y
Alemania. En la infiltración, en la actividad y en el apoyo de estos países de la piratería
fascista es donde se halla una de las fuerzas fundamentales del desarrollo y del creciente
peligro fascista en nuestra patria.
Lo que pasa es que el fascismo “criollo” tiene sus propias modalidades, pero al
igual que el fascismo en todos los rincones del mundo, representa la feroz ofensiva de
las fuerzas más reaccionarias; es el peor enemigo de la clase obrera, de los campesinos,
de la gente modesta y de la democracia en general.
El camarada Van-Min refiriéndose al fascismo en los países coloniales y
dependientes, dijo en el VII Congreso de la I. C.: “las condiciones económicas, políticas
e históricas de los países coloniales y dependientes, son distintas de las condiciones de
Alemania, Italia, etc., etc. En relación con todas estas circunstancias es evidente que en
los países coloniales y dependientes, los movimientos fascistas no pueden desarrollarse
del mismo modo, en las mismas formas, y con las mismas fuerzas que en Alemania e
Italia”.
Las particularidades del fascismo “criollo” están dadas por las condiciones
económicas, sociales e históricas de la Argentina.
Aquí, el fascismo se desarrolla en las condiciones particulares de un país
débilmente desarrollado, de un país dependiente y donde la evolución democrática no se
ha completado.
Aquí, el fascismo es un movimiento venal, es un instrumento de la esclavitud
imperialista de nuestro pueblo, es particularmente un agencia del imperialismo fascista
alemán e italiano.
El fascismo es, “la bandera de moda” que enarbolan los elementos
ultrareaccionarios de los latifundistas y la burguesía argentina para organizar la
contrarevolución.

EL FASCISMO CRIOLLO ES FRESCO

El fascismo se incrementa en nuestro suelo, no sólo por la influencia que ejerce


su desarrollo en algunos países europeos y americanos y por la actividad que despliegan
aquí los agentes del fascismo italiano y alemán . El peligro fascista se manifiesta,
también, por el miedo y la debilidad de nuestras clases dominantes ante el impulso que
toma el movimiento democrático en todo el mundo y nacionalmente.
Los agentes del capitalismo extranjero y los sectores más reaccionarios de la
oligarquía criolla quieren curarse en salud, quieren anticiparse al veredicto de la
historia. Por eso se precipitan en brazos del fascismo. Amedrentado por el desarrollo
impetuoso de las fuerzas de la democracia y el progreso en todo el mundo, sobre todo
por los acontecimientos españoles, esa minoría anti-nacional, ultrarrevolucionaria, de
las clases dominantes busca amparo en el fascismo, y los aventureros de la política
explotan su miedo para formar y desarrollar el movimiento fascista y encaramarse de
este modo en el aparato del Estado.
El descubrimiento y el proceso de la organización de los “encapuchados” revela
los métodos de chantage, de venalidad y corrupción, los atentados y crímenes fraguados
o provocados directamente por esos agentes del oro nazi y de los propios vende-patria,
para crear un ambiente de inquietud y de zozobra que desemboque en la guerra civil
contra los trabajadores y el pueblo antifascista de Francia.
Eso es lo que quiere y organiza Fresco en la Argentina. A ese plan
universalizado por el fascismo Italiano y Alemán, responden no sólo las leyes y decretos
anti-democráticos sancionados en la provincia de Bs. Aires, sino también los atentados
terroristas perpetrados por matones y legionarios al servicio de Fresco, la incitación al
incendio, al “progrom” contra los judíos, al asesinato, que se acompaña de una gran
propaganda en favor del fascismo, pagada por las embajadas fascistas y algunas
empresas extranjeras. En esta tarea, Fresco y los incendiarios de la guerra civil en la
Argentina, cuentan con el aporte de la parte más reaccionaria de la Iglesia Oficial, de
esos altos funcionarios extranjeros del clero que, obedeciendo instrucciones del
Vaticano, trabajan activamente para mover la influencia de la Iglesia en favor del
fascismo. La implantación de la enseñanza religiosa católica en las escuelas primarias,
la equiparación de los institutos incorporados a los colegios nacionales, la persecución a
los profesores y alumnos laicos, son algunas de las concesiones que Fresco hace a la
Iglesia para ganar su apoyo en esta cruzada contra la democracia y la paz.
El fresquismo, como particularidad argentina del fascismo, es el peor enemigo
del proletariado, de la causa de la democracia y de la liberación económica de nuestra
patria. Es el principal instrumento de nuestro sojuzgamiento y esclavización por el
imperialismo fascista. Es la expresión más declarada de la traición nacional, porque
como ideología y como método “su” fascismo es un producto importado,
eminentemente extranjero al servicio del eje Berlín-Roma- Tokio.
Debajo de la etiqueta “nacionalista” con que rotula ese producto, tras su
fraseología “anti-capitalista” y “anti-imperialista” dirigida exclusivamente contra
Inglaterra y los EE. UU., circula el oro nazi e italiano y por más demagogia obrerista
que haga, es la expresión política de los grupos más reaccionarios de la oligarquía
latifundista y del capitalismo extranjero.
Así como ha negado a los sindicatos obreros y a la masa de los agricultores para
pasar por “amigo” suyo, en su afán de construirse una base de masa no trepidará en
ocultar y negar si fuese necesario el carácter fascista del movimiento que encabeza. Pero
el contenido venal, extranjerizante y contrarrevolucionario de su política no puede
disfrazarse ni con los Códigos de Trabajo, ni con los Institutos Autárquicos de
Colonización, ni con la contratación a su servicio de renegados del movimiento obrero y
popular.
Fresco es el exponente, hoy por hoy, del fascismo “Criollo” y ni la farsa ni la
mistificación podrán impedir que el pueblo argentino reconozca en él al peor enemigo
de la democracia argentina.
El peligro fascista se ha agravado en el país, desde su advenimiento a la
Gobernación de Bs. Aires, la primera y más importante provincia argentina, que poco a
poco se convierte en la plaza de armas donde se gesta el movimiento hacia una
dictadura fascista.
Si bien es cierto que en la provincia de Buenos Aires no tenemos todavía un
régimen ni una dictadura de tipo fascista, no menos cierto también que la hegemonía en
el gobierno la tienen los elementos fascistas, que su gobernador es un fascista y es el
gestor del fascismo en el orden nacional. Y si no tenemos todavía una dictadura fascista
en la provincia de Bs. Aires, no es porque le falten ganas a Fresco, sino porque tanto en
el orden nacional como provincial no cuenta con suficientes fuerzas.
Pero Fresco aprovecha sus posiciones en el Gobierno para promover y organizar
el movimiento fascista en su provincia, para crearse una base de masas y prepararse la
hegemonía en el Partido Demócrata Nacional, cuya dirección aún se conserva en manos
de los elementos conservadores liberales no fascistas.
Fresco es, en proyecto, el nuevo Rosas de nuestra historia. Es la fuerza de
choque de todos los grupos reaccionarios y aventureros que intentan liquidar los últimos
vestigios de nuestra democracia, que quiere suprimir los partidos de oposición y las
organizaciones obreras, que sueñan con implantar un régimen totalitario en la
Argentina.
El fascismo quiere anular las conquistas sociales del proletariado argentino,
disminuir la ración de pan de los hogares humildes y reducir, en general, el standard de
vida de nuestro pueblo.
El fascismo “criollo”, Fresco, quiere implantar una dictadura de tipo fascista
para facilitar la colonización del país por el imperialismo extranjero y, particularmente,
para transformarlo en una especie de colonia del fascismo ítalo-germano, a cuyo carro
lo pueden atar en la próxima guerra mundial.
Para eso, los aventureros al servicio de Hitler y Mussolini promueven en nuestra
patria la implantación del fascismo.
Contra ellos, contra su cabecilla Fresco, debe concentrarse el fuego principal de
la acción del proletariado y de todas las fuerzas democráticas y progresistas.

ORTIZ NO ES EL FASCISMO, ES EXPRESION DE LA TENDENCIA


DEMOCRATICA MODERADA

La tendencia no fascista en la Concordancia, la encabeza el futuro mandatario.


El Dr. Roberto Ortiz está vinculado a los ferrocarriles británicos y su elección ha
despertado enorme satisfacción en los círculos financieros de Londres, lo cual le
asegurará el apoyo de la influencia inglesa en nuestro país. Ortiz reflejará de una
manera más inmediata los intereses de los ganaderos y terratenientes ligados a
Inglaterra. Pero Ortiz, también tratará de encontrar un mayor acercamiento con EE. UU.
Desde el punto de vista política, es bueno tener en cuenta que Ortiz se formó en la U. C.
R. y es sostenido, en la Concordancia, principalmente por el radicalismo
antipersonalista -partido que piensa desarrollarlo como una gran fuerza nacional- y
también por los conservadores liberales del tipo de Roca, Cárcano, Saavedra Lamas.
La candidatura de Ortiz ha sido prohijada por el general Justo, es verdad. Pero
Ortiz es la expresión de la tendencia no fascista, democrática moderada, que procura
con más firmeza y amplitud que lo ha hecho Justo en el pasado, un entendimiento con la
oposición democrática, especialmente con la U. C. R.
El Dr. Ortiz, comprende que en las condiciones que se realizaron las elecciones
presidenciales, condiciones que se agravarán con la próxima crisis económica, será
imposible tranquilizar al país y hacer un gobierno estable sin la colaboración
democrática. Por eso es posible que Ortiz trate de resistir con más empeño las
exigencias de la derecha reaccionaria que pretende impedir que haga un gobierno de
conciliación con la oposición democrática,
Si bien es cierto que Ortiz será Presidente gracias al apoyo que le han brindado
el capital extranjero y las fuerzas más reaccionarias y fascistas del país, que ha ganado
la elección gracias al fraude organizad o desde la Casa Rosada y desde las
gobernaciones de las provincias, en manos de elementos de extrema derecha, Ortiz no
es fascista, no se propone establecer el régimen fascista, y todos los hechos nos
permiten adelantar, que por el contrario tratará de dificultar el desarrollo del fascismo, e
intentará hacer un gobierno democrático moderado, lo cual en las condiciones
argentinas sería un hecho positivo, en relación a las existentes.

ORTIZ Y FRESCO

Sólo este momento basta para comprender la profunda diferencia entre Ortiz y
Fresco.
Esta es la situación real, y en medio de esta pugna, asumirá el mando Ortiz. Hay
quienes afirman, en el campo de la oposición, que lo mismo da Ortiz que Fresco, que
ambos son iguales. Es un juicio ligero que puede costar muchos errores a las fuerzas
obreras y democráticas. Fresco es el fascismo; Ortiz por ahora, no. Fresco quiere
liquidar todo vestigio de régimen y de gobierno democrático para reemplazarlo por un
régimen totalitario, por una dictadura fascista. Ortiz no quiere un régimen fascista y
desea una democracia moderada, con exclusión de los “extremismos”. Fresco quiere la
destrucción de todos los partidos de oposición democrática, en cambio Ortiz quiere la
conciliación con dichos partidos.
Sin embargo, no olvidemos que Ortiz “tiene compromisos con el fascismo”,
compromisos que la prensa de Roma ha tenido buen cuidado de recordárselos. El
fascismo y las fuerzas conservadoras de derecha lo han apoyado y lo sostendrán en el
futuro, en tanto sirva de obstáculo al restablecimiento pleno de las libertades y
conquistas democráticas, en tanto impida la incorporación del radicalismo a las
funciones de gobierno y dé al mismo tiempo la más amplia libertad y posibilidad de
acción a los aventureros fascistas. De lo contrario, conspirarán y lucharán contra él,
como lo hicieron con el general Justo cada vez que éste intentó un compromiso con los
radicales. Los elementos más reaccionarios y fascistas harán cuanto esté a su alcance
para crear a Ortiz situaciones de hecho que lo obliguen a mantenerse en la órbita de sus
intereses e influencia. Las elecciones mendocinas, las más escandalosas que registra la
historia de los últimos años, son un índice elocuente de la manera como procede y
procederá en el futuro la extrema derecha para alejar al nuevo Presidente de la oposición
democrática.
Estas circunstancias son dignas de tenerse en cuenta, sobre todo para saber
apreciar debidamente la política de vacilaciones y zig-zags que asumirá Ortiz en sus
tentativas de realizar un gobierno de coalición con la oposición democrática.
Los comunistas, la clase obrera, los partidos de oposición no deben cerrar los
ojos a esta realidad concreta, no deben ni pueden repetir el viejo estribillo de que esas
diferencias en el bloque reaccionario gobernante no significan otra cosa que la
tradicional lucha caudillista por el reparto del botín, y que tanto unos como otros son
reaccionarios por igual, restándoles así a esas contradicciones el profundo contenido
político que tienen, contenido que se acentúa por el momento histórico que vivimos.
Porque con semejante miopía política no iríamos a ningún lado; impediríamos
que el proletariado y las fuerzas democráticas opositoras aprovechen las divergencias en
el campo gubernamental, para afianzarse, ampliar el frente democrático, facilitar el
restablecimiento pleno de nuestro sistema constitucional y asegurar la tranquilidad y el
bienestar a la familia argentina.
En la lucha contra el fascismo, el enemigo principal de la clase obrera y de la
democracia, hay que tener muy en cuenta las hendiduras que se abren en el campo del
gobierno central; porque sin saber utilizar de la manera más inteligente estas fricciones
y contradicciones, no será posible cerrar el paso al fascismo y restablecer y remozar
nuestra democracia.
En la lucha contra el fascismo, la democracia debe saber encontrar todos los
aliados posibles aunque sean vacilantes y transitorios. En este sentido es un deber de
todo demócrata sincero, apoyar de una manera concreta a los elementos liberales que en
los partidos de gobierno, se oponen o luchan contra el fascismo. Y no hay que tener
miedo en la lucha contra el fascismo, por la democracia, contraer acuerdos con estas
fuerzas.

DOCUMENTO Nº 60
Título: Bases y puntos de partida para el frente popular.
Autor: Antonio Zamora.
Publicación: Claridad, año 15, Nº 302, Junio de 1936, p. s/n.

Estamos en presencia de un acontecimiento histórico de proporciones


extraordinarias, que por su forma, por su fondo y por las proyecciones que tiene, abre
nuevos rumbos a los destinos humanos en las luchas por las libertades civiles y políticas
y en las conquistas sociales de los pueblos. Después de la Gran Guerra y de sus
consecuencias inmediatas, la quiebra del equilibrio económico de la burguesía y la Gran
Revolución Rusa, la organización del Frente Popular, como fuerza de conjunción de
voluntades que por distintos caminos marchan con las mismas dificultades hacia fines
iguales en sus formas, es el acontecimiento más extraordinario de este siglo y el paso
más grande de cuantos se han dado para frenar los desbordes reaccionarios de la
burguesía y para colocarse en condiciones de realizar grandes conquistas.
Las bases y fundamentos de esta nueva forma de organización política y social
residen en la necesidad vital de asegurar la defensa de los más elementales principios
que la civilización ha establecido como normas generales de derechos comunes para
todos los hombres. Dentro de una misma finalidad, en cada uno de los países donde las
instituciones democráticas y las libertades públicas se han puesto en grave peligro o han
desaparecido arrasadas por la ola reaccionaria que se cierne como peste sobre las
mismas, el Frente Popular tiene características propias, porque hay en cada país
problemas conexos con los fundamentales de orden general que afectan a todos y para
los cuales hay que buscar una solución inmediata a fin de estar en condiciones de
resolver aquellos en todas sus formas. Por eso en los países donde se ha materializado la
formación del Frente Popular se ha hecho sobre la base de la solución de los problemas
más inmediatos. Ese ha sido el factor decisivo de su éxito y el motivo principal de que
esta nueva forma de organización de fuerzas adquiera las proporciones que ha alcanzado
en España y Francia. Sin tener todos los problemas que tienen los países donde el Frente
Popular se ha iniciado conquistando grandes victorias, el nuestro reúne los principales
aspectos que hicieron necesario y posible su formación y su éxito en aquellos países. Lo
que no tenemos aquí es la comprensión ni la lealtad política que tienen los pueblos de
España y Francia. Por eso aquí tenemos, sobre los problemas que tiene que afrontar el
Frente Popular, este otro problema que habrá que encarar resueltamente para lograr los
fines que se persiguen.
Ante la debacle de nuestras instituciones republicanas y democráticas, con la
consiguiente pérdida de los derechos y garantías constitucionales; las persecuciones al
movimiento obrero; la restricción de la libertad de pensamiento; la legalización de las
bandas armadas; la anulación del sufragio y la exaltación del fraude; ante la quiebra del
derecho y la justicia en las relaciones sociales y políticas. Ante estos hechos,
consumados y consentidos por quienes debieron asegurar derechos y garantías
constitucionales y castigar la delincuencia política, y frente a los propósitos de
intimidación pública contra toda manifestación del espíritu libre, organizada por el
frente de la oligarquía reaccionaria para destruir la actual organización política e
implantar la dictadura de tipo fascista, no podía haber otro camino que el camino del
Frente Popular. Así lo han comprendido, instintivamente, los hombres libres y así lo ha
querido materializar la fuerza política y social más capaz del país: el Partido Socialista.
A él corresponden las bases del Frente Popular que debe formarse aquí para frenar las
ciegas ambiciones de la oligarquía y asegurar el imperio de los derechos y garantías de
la Constitución Nacional, el pleno ejercicio de las libertades públicas y la institución del
sufragio universal, como bases fundamentales para el progreso social.
Para materializar esos propósitos, el Congreso Nacional del Partido Socialista,
reunido en estos momentos, acaba de sancionar por aclamación y bajo el clamor
unánime la siguiente resolución:

El XXIII Congreso Ordinario del Partido Socialista, considerando los anhelos


de una amplia coordinación popular para la defensa de las libertades políticas y civiles
del pueblo argentino, de la integridad de la ley Sáenz Peña y de las instituciones
democráticas que consagra la constitución; para sancionar el castigo de la violencia y
el fraude electorales; la amnistía de los presos sociales y políticos y la derogación de
la ley de residencia y de todo decreto o resolución administrativa que trabe el ejercicio
de los derechos de palabra, de reunión, de asociación y de prensa; para obtener el
reconocimiento legal de los partidos que aceptan la lucha en el terreno democrático, el
cumplimiento de las leyes obreras, el control del capital financiero y la liberación
nacional de la política imperialista y de los monopolios privados, y para luchar contra
la desocupación, por la elevación del nivel de vida de la clase trabajadora y por los
derechos de la juventud obrera y estudiosa, resuelve:
a) Propender a la formación de un Frente Popular democrático para
dichos fines;
b) Invitar públicamente a constituirlo a todas las fuerzas democráticas y
obreras, sindicales y políticas, sin mengua de su respectiva organización
autónoma y de los fines propios de cada una de ellas;
c) Encargar al Comité Ejecutivo Nacional la tarea de llevarlo a cabo en todo
cuanto concierne al Partido Socialista, y a que promuevan una intensa
agitación nacional para el éxito del mismo.
d) Disponer que el Comité Ejecutivo Nacional, las federaciones locales,
centros y agrupaciones del Partido organicen inmediatamente, con el
control del Comité Ejecutivo, una intensa agitación popular y acciones
concretas en todos los lugares de su jurisdicción, poniéndose en contacto
con los organismos locales de los partidos democráticos y obreros,
entidades gremiales, estudiantiles e instituciones de defensa económica
de los productores.

Con estas bases, que se ajustan a los principios fundamentales del socialismo y
comprenden las necesidades más apremiantes de esta época, el Frente Popular debe
formarse con todas las organizaciones políticas democráticas, obreras y estudiantiles,
para constituir la gran fuerza que defienda los derechos de todos y sirva de muralla
contra los avances de la reacción. Quien se niegue a entrar en esta conjunción de
fuerzas habrá que considerarlo como traidor a la causa de la democracia y la libertad.
Esperamos que esto no suceda, pero mucho nos tememos que los que más alarde han
hecho del Frente Popular, por haber cosechado sus primeros frutos, sean sus primeros
traidores y sus peores enemigos. Para evitar que esto pueda ocurrir, el Frente Popular
debe imponerse en todas las organizaciones como se ha impuesto en el Partido
Socialista: de abajo hacia arriba. Esa es la base fundamental y por ella hay que
sembrar la revolución en los espíritus.

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