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Título del libro: La venganza de la vaca

Autor: Sergio Aguirre

El libro comienza con la noticia sobre el mortal ataque de una vaca a un niño en Inglaterra
y posteriormente el relato de los minutos de terror de Marcela antes de caer por las
escaleras de la casa del abuelo de Cristina.
El tipo de narrador presente en la historia es omnisciente.

Capítulo 1:
Muere la madre de Rafael y Marcela, de 18 años asiste al velorio. Rafael es uno de sus
amigos. En el lugar se encuentra con los otros miembros del grupo: Leticia, Carlos,
Manuel y Cristina, cada uno relata lo que siente respecto a la muerte de la madre de
Rafael y a la muerte en general. Mencionan un episodio ocurrido el año anterior pero no
entregan detalles. También hacen referencia a un viaje que estaban planificando.
Rafael “debía” estar ahí por lo que esperarían que se repusiera del duelo.

Capítulo 2:
En Semana Santa, el grupo de amigos organiza un viaje a la casa del abuelo de
Cristina que se ubicaba en un pueblo llamado Las Vertientes.

“La casa había sido diseñada en un estilo gótico que la hacía parecer más una
pequeña iglesia europea que una estancia. Construida totalmente en piedra,
estaba cubierta de musgo y enredaderas, que, al secarse en invierno, le daban un
aspecto de abandono y de vejez que producía tristeza o cierto temor”.

Carlos se reuniría con Manuel en Córdoba para dirigirse a Las Vertientes. Leticia fue la
encargada de ir a buscar a Marcela para viajar en dirección al pueblo.

“No sabían que una de las dos no volvería del viaje que comenzaban”.

Rafael había llegado a la casa junto a Cristina el día anterior.


Capítulo 3:
Los amigos se reúnen en la casa de Las Vertientes y comienzan a mencionar de
manera reiterada a las vacas. Cristina y Carlos cuentan historias relacionadas a este
animal.

Capítulo 4:
Carlos narra una historia en donde conoce a una joven llamada Clara. “Era bastante
alta, casi más alta que yo y muy suave, no sé, me daba esa sensación cuando
hablaba o por la forma de agarrar las botellas (…) todo en ella era muy suave y
tranquilo”.
Carlos cuenta que Clara trabajaba en la cantina del turco Asis, un lugar que él
frecuentaba durante el verano para no aburrirse en casa o que su padre lo hiciera
trabajar. Era el único lugar a donde podía ir a distraerse un rato.

Clara era una joven extraña, al consultar con el dueño del lugar, este le comenta que su
padre la pasaba a dejar y a buscar todos los días en sulky (carruaje pequeño para dos
personas). Vivía junto a su familia en el campo (sus padres y sus dos hermanos), era
misteriosa y eso llamaba aún más la atención de Carlos. Este la invitaba a salir con
frecuencia pero ella no aceptaba hasta que le dijo que pediría permiso. Salieron a una
cita y al final de esta, cuando Carlos la fue a dejar a su casa, al besarla, sintió asco y
repulsión. No sabía por qué.
Ese incidente hizo que dejara de asistir a la cantina, sin embargo, un día Clara llegó
hasta su casa para invitarlo a su cumpleaños. El no quiso ser descortés por lo que
aceptó.
Compartió con la familia, hasta que comenzó a sentirse incómodo por las actitudes que
estos tenían en la mesa. Clara intentó besarlo pero él tuvo nuevamente una experiencia
horrorosa por lo que decidió irse.
Posteriormente, en el capítulo se menciona la historia de Susana López, profesora de
inglés del grupo de amigos de Rafael, Cristina, Carlos, Leticia y Manuel.
Todos compartían momentos fuera del Colegio. Ella se acercó inicialmente a Rafael
porque estaba preocupada por una baja en su rendimiento académico y ahí comenzó
una larga amistad.
El libro relata una escena en la cual Susana se encuentra corrigiendo unos exámenes
en la biblioteca del Colegio, posteriormente entregó las notas e hizo su clase como
normalmente solía hacerlo.
Durante la clase, ve un papel que alguien dejó sobre su escritorio y que puede leer
después de que todos los estudiantes se han ido. El papel decía “sos una vaca”. Esto
la hizo sentir muy mal ya que estaba constantemente lidiando con su sobrepeso, desde
el embarazo de su único hijo, Nicolás.
Sabía que debía hacer dieta, pero era difícil. Veía los efectos de sus malos hábitos
alimenticios. Se cansaba más de lo habitual.
El mensaje la llevó a consultar en una clínica especializada (“Siluet – Obesidad,
Celulitis, Reducción y Modelación), el mismo día, de camino a casa, ya que se sentía
desesperada por ese mensaje. Hizo un cambio en su rutina, teniendo presente que
debía llegar a su casa antes de que el autobús escolar pasara a dejar a su hijo de 7
años. A raíz de la demora en la atención de la nutricionista, decide irse y tomar un taxi.
Llovía mucho.
Su hijo ya había llegado a la casa y tras esperarla un rato, recordó que había una copia
de llave bajo una de las macetas. Abrió la puerta y entró a la casa para esperar a su
mamá, extrañado porque nunca había tenido que recurrir a esa llave. Encendió el
televisor, fue al baño y pasó por la cocina. Mientras buscaba un paquete de caramelos,
comenzó a hurgar en unas bolsas que estaban sobre el refrigerador. Para poder
alcanzarlas, se subió a una silla, resbaló y el accidente le costó la vida. Cuando Susana
llegó ya no había nada que hacer.
Los amigos, a excepción de Rafael que se encontraba en Inglaterra de intercambio,
acompañaron a Susana para ayudarle a sobrellevar la pérdida de su hijo.

Capítulo 5:
Carlos cuenta que le pareció ver a Clara y con ello recordó la desagradable
experiencia que había tenido durante el verano, un día que se encontraron con Cristina en
una librería para ir luego a un bar. Cristina confirma la historia de Carlos. Este profundiza
su relato con los detalles de la visita a una curandera para poder tener explicación sobre
lo que había sucedido con Clara, el aspecto “animal” de su familia y lo que le había
provocado. Tenía miedo de haber sido víctima de un gualicho (práctica o encantamiento
supersticioso que se realiza para causar daño a otra persona o atraer el amor de alguien).
Los amigos seguían escuchando la historia, decidieron entonces hacer una pausa.
Marcela y Cristina conversaron acerca del relato de Carlos. Marcela se mostraba un poco
escéptica. Cristina le dijo que ella sabía que esa historia podía ser cierta porque algo muy
similar había ocurrido en la casa de su abuelo, el lugar en donde estaban reunidos, hacía
tiempo.
Cristina se suma a la historia de Carlos quien entrega un último antecedente: la curandera
le dijo que a un joven le había ocurrido una historia similar y le recomendó que lo fuera a
visitar para hablar sobre eso.
Cristina menciona un cuaderno (de tapas celestes) que encontró en la casa un verano.
Este tenía escritos de su abuelo. Comenzó a leer, relatando una fantástica historia sobre
una familia húngara que había llegado alrededor de 1920 a vivir a Argentina y que
comenzó a trabajar en la estancia donde se ubicaba la casa. El apellido de esta familia
era Tüür. Eran cinco integrantes: los padres, la hija mayor y dos hijos gemelos. Tanto el
padre como los hijos ayudaban en las tareas del campo mientras que la madre y su hija
trabajaban en la casa. En el relato del abuelo de Cristina, se mencionan las
características físicas de los miembros de la familia Tüür:
“El padre era un hombre alto, bastante gordo, al igual que su mujer. Y blancos. Eran
tan blancos que impresionaban. En verano, la piel de los Tüür contrastaba la
blancura lechosa y el rojo ardiente del sol en la piel de los gringos”.
“Emma (hija mayor) era blanca, también, pero con una piel diferente a la de su
familia”.
“Era muy bonita, al punto de no parecerse en nada a los demás miembros de la
familia; delgada y con una mirada firme y tranquila que, recuerdo, llamaba la
atención de mi madre, tenía eso sí, la misma extraña indiferencia hacia los demás y
el mismo silencio”.
1: Nochebuena Entusiasmado por el regalo que había recibido en navidad, el abuelo relata:

“En silencio, bajo los rayos de la luna, lo escuché. No era un grito, sino más bien una
especie de gemido, pero bastante fuerte, como si fuera un animal”.

“Vi a los gemelos que salían del rancho y comenzaban a caminar en el patio. Lo hacían en
círculos. Como si estuvieran jugando o algo así. Pero yo nunca había visto a los gemelos
jugar, y a esa hora… Al rato apareció la madre, que se detuvo en el medio del patio y
comenzó a mover la cabeza en círculos, como siguiendo el movimiento que marcaban los
gemelos con la caminata”.
2: Después de “Escuché un ruido en el baño. Era como un quejido o un silbido, y un golpeteo. Me llamó la
haber estado todo atención sobre todo porque en ese momento pensaba que solamente yo estaba dentro de
enero en Córdoba la casa. Salí al pasillo y cuando llegué a la puerta del baño la vi a Emma. Estaba parada
frente al espejo. Con la lengua afuera y los ojos muy abiertos, golpeaba con la punta de los
dedos su imagen en el vidrio. Recuerdo que me quedé parado sin saber qué hacer. Quería
llamar a mamá pero algo no me dejaba reaccionar. De repente, Emma me miró. Con los
ojos todavía muy abiertos y frunciendo el ceño, acercó su cabeza hasta quedar a muy
corta distancia de la mía y dijo:
-No hable.”

“Lo primero que noté fue que Emma y su madre no podían pasar al lado de un espejo sin
detenerse.” “Lo hacían con una curiosidad que me llamaba la atención, como si vieran otra
cosa.”
3: En la yerra “Una mañana acompañé al capataz a una yerra en una estancia vecina. La estancia de los
(operación de Montero. Era una costumbre en esa época que personal de una hacienda estuviera y
marcar el ganado ayudara en la yerra del vecino. También iban los Tüür.”
en las haciendas
con el hierro “La marca cayó sobre la espalda de uno de los gemelos. Todos lo escuchamos. Fue un
candente). bufido. Nada parecido a un grito de dolor de un niño”.

“Yo no podía dejar de mirar el rostro del gemelo. Con los ojos abiertos y sin una lágrima, lo
único que hacía era mover la lengua con la boca entreabierta y despedir una baba espesa
que le caía por el pecho”.

“El padre y el otro hermano todo el tiempo habían permanecido impasibles, y como
siempre, no dijeron una sola palabra”,
4: Sueño “Estaba apoyando mi cabeza en la almohada cuando lo escuché nuevamentw: el mismo
terrible gemido de Nochebuena.
Me tapé hasta la cabeza, cerré los ojos y traté de dormirme. Me repetía que tenía que
contárselo a papá o a mamá… que no podía continuar con mis temores y obsesiones”.

“Esa noche tuve un sueño. Caminaba por el monte. Quería llegar a la casa, pero estaba
perdido. De repente aparecieron las vacas detrás de mí. Al principio eran una o dos, y
después aparecieron las otras; lentamente comenzaron a rodearme mientras marchaban a
mi lado. Y en ese momento lo escuché.
Pude saber; al despertarme, que aquello que había escuchado esa noche por segunda vez
parecí un gemido. Pero no lo era. Era otra cosa más familiar y tremenda: un mugido. En el
sueño las vacas mugían, y ése era el mismo sonido que había escuchado en boca de los
Tüür”.
“Los Tüür se estaban convirtiendo en vacas”.
Posteriormente, el relato del abuelo contenido en el cuaderno describe distintos
momentos en los cuales este observa situaciones y actitudes extrañas en la familia Tüür:

Luego, en el mismo capítulo se incluye una carta que Cristina le envió a Rafael cuando
murió el hijo de Susana. Rafael se encontraba de intercambio en Inglaterra y Cristina le
contó los detalles detrás de este hecho, desde el papel que Susana recibió ese día y que
hizo que no llegara a casa a la hora de siempre. Susana se sentía responsable por la
muerte de su hijo. Luego de este trágico hecho decide irse a vivir con la hermana que
tiene en San Francisco.
Rafael lee la carta en casa de los Redlaw, la familia que lo recibió de intercambio. Le
faltaban aún dos meses para terminar su estadía en Inglaterra. Cuando dejó de leer la
carta vio una noticia en el periódico que llamó su atención: “Tragedia en Sothersby
Farm”. (Esta noticia se presenta al inicio del libro).
“Rafael no podía dejar de pensar en Susana, el niño muerto, y las vacas…”.

Capítulo 6:
Carlos continua narrando la historia desde el episodio de la curandera. Decidió visitar al
joven que esta le había recomendado ver, Martin, que vivía en Villa Fontana y era hijo
de un médico.
Martín le relata:
“No sé qué es esto; no lo sé y me gustaría saberlo. Mi papá me prohibió que
hablara de los Juárez. El no vio lo que yo vi, pero me cree. Me cree porque vio
otras cosas. Pero dice que si lo cuenta nadie le va a creer y, siendo médico, sería
el fin de su carrera. Imagínate, qué confianza le va a tener la gente a un médico
que ve cosas que no pueden existir”.
La historia que narra Martin incluye a una familia, los Juárez. Todo comienza cuando
una maestra, la señorita Aída, decidida a averiguar si los hijos de la familia estaban o
no recibiendo educación, abandona el pueblo repentinamente. Pidió su traslado a
Córdoba.
La hija de los Juárez había llegado al dispensario (establecimiento destinado a
proporcionar asistencia o tratamiento médico, generalmente gratuitos, a pacientes cuya
enfermedad no les impide salir de casa) con una nota en donde pedía que el padre de
Martín fuera a su casa.
A Martin le llamó la atención que Don Juárez, el padre de familia no sacara su mano
izquierda del bolsillo.
“Al rato apareció la hija, o la que yo suponía la hija. Diferente de los hermanos,
era delgada y con una expresión despierta, que contrastaba con la carita de
medio dormidos que reñían los chicos que había visto.” (Los hijos de la familia).
El padre de Martin le comentó que había ido porque a la madre de la familia le habían
aparecido unas manchas en el cuerpo. Estas manchas tenían pelos. Martín escuchó la
conversación de su padre con un colega, en ella describía lo que había visto en casa de
los Juárez. Al día siguiente nuevamente la hija de los Juárez va al pueblo por ayuda. Al
ver que el médico se demoraba, su esposa envía a Martín a buscarlo. Lo que ve y
siente Martín en el lugar una vez que llega, es la experiencia que tiene similitud a lo
vivido por Carlos.
La madre había muerto.
“Un olor a excreemnto de vaca inundaba la habitación”.
“Ví-o creí ver-en el lugar de las manos, dos pezuñas de vaca desaparecer bajo la
tela”.
Los Juárez se estaban convirtiendo en vacas.
En paralelo a este relato, se narra parte del plan que el grupo de amigos comenzó a
ejecutar para descubrir quién había sido el responsable del mensaje recibido por
Susana, la profesora de inglés. Hicieron una lista con los estudiantes que habían
reprobado, entre ellos debía estar el culpable. Intentaron interrogarlos, indirectamente,
pero no pudieron averiguar nada.
“La verdad llegó cuando dejaron de buscarla y sucedió casi accidentalmente”.
Leticia estaba en el club, había ido a la piscina. Se encontraba sola ya que sus cuatro
amigos del Colegio estaban de vacaciones en otros lados. Rafael y Cristina en casa de
una tía en Pinamar, Carlos en Los Molles y Manuel, había recibido unos familiares de
Mendoza.
Se encuentra con Marcela Renzi (“Marcela”, desde el inicio de la historia).
Marcela le dice a Leticia: “Voy a tener que aprobar inglés en marzo, si no no voy a
poder empezar la facultad…”
En ese momento Leticia comenzó a sospechar que quien le había dejado el papel con
el mensaje sobre la mesa a Susana fue Marcela.
“Nada… nada, la López (Susana) me bochó (reprobó). No podía vreerlo, te juro,
yo había hablado con ella, ella sabía que yo necesitaba aprobar ese examen,
pero… que se le va a hacer…”
Esa fue la confirmación para Leticia.

Capítulo 7:
Los amigos continúan hablando sobre las extrañas historias relacionadas con vacas,
intentando encontrar puntos en común. En ese momento Rafael interviene con un
relato, una historia que descubrió en su estadía en Inglaterra. Decidió compartirla ya
que justo andaba con las copias del escrito.

La historia era sobre Jane Sharpe, específicamente las notas de su diario de vida. Ella
era empleada y había llegado a una nueva casa, el hogar del matrimonio de Louise y
Mark Kitteredge. Los fragmentos van desde el 17 de marzo hasta el 28 de mayo. Esta
empleada comienza a sufrir un extraño cambio durante su estadía en la casa, se
transforma en vaca. Otros detalles adicionales a la historia son el que sus patrones no
la dejaban salir, la alimentaban en exceso, le permitían dormir hasta tarde, no querían
que un médico la visitara ni menos que tuviera una cita. Conservaban pequeñas vacas
de piedra con nombres de mujeres, presumiblemente las empleadas que estuvieron
antes que Jane. El diario quedó inconcluso ya que Jane no pudo seguir escribiendo.
Capítulo 8:
Tras la intervención de Rafael, los amigos decidieron irse a dormir. No tenía mucho
sentido tratar de buscar puntos en común entre cada uno de los relatos de esa noche, sin
embargo, antes de retirarse a sus respectivas habitaciones discutieron sobre la veracidad
de las historias. Todos creían.
En este capítulo se presenta el desenlace de la historia que corresponde al episodio
contado al principio del libro.
Los amigos descubren que Marcela escribió la nota con el mensaje “sos una vaca” que
Susana leyó y que fue el inicio de la tragedia de su hijo Nicolás. Decidieron entonces darle
un escarmiento.
“Harían que el terror jamás le dejara olvidar esa palabra. Sería, también para
Marcela, una palabra maldita”. (Refiriéndose a la palabra “vaca”).
La venganza se llevaría a cabo de la siguiente manera:
1) En esos meses se acercarían a Marcela, De una manera en que no sospeche nada, la
harían partícipe de sus salidas; tratarían, en suma, de que se integre al grupo, como
queridos compañeros de secundaria.
2) Después de un tiempo, la invitarían a pasar un fin de semana (Semana Santa) a la casa
del abuelo de Cristina en el campo. Para ellos, algo natural.
3) Rafael y Cristina estarían en la casa desde el día anterior para preparar lo necesario y
esperar a los otros, que llegarían, de a dos, por la mañana. Pasarían un día de casa de
campo común y corriente.
4) A lo largo del día dejarían entrever cierto temor hacia las vacas. Pero no dirían nada
más. Tratarían de crear una intriga en Marcela que les asegure que a la noche estaría
muy interesada en escuchar los relatos.
5) Los relatos iban a ser contados en la noche y casi como una confesión. Las historias
debían ser tan perturbadoras como crueles y tratarían de narrarlas con tal convicción
que marcela no podría dejar de creerlas.
Todos los relatos tendrían la misma siniestra familiaridad: las vacas.
6) Después de contar las historias aparentarían retirarse a dormir, cada uno en un cuarto
separado. A la hora, cuando supusieran a Marcela durmiendo, desplegarían la trampa.
7) Saldrían de las habitaciones y las cerrarían con llave:

Carlos y Rafael prepararían la planta alta. Humedecerían el excremento de vaca que guardaban
en una bolsa. Tras abrir la puerta de Marcela, lo esparcirían hasta donde pudieses, dentro de la
habitación y a lo largo del pasillo.
Rafael y Cristina habían retirado una cabeza de vaca del matadero de un amigo del padre de
Carlos. Esta cabeza sería puesta en la mitad del pasillo.
Mientras tanto, Cristina y Leticia esperarían en la caja de electricidad hasta que los demás bajen
para cortar la luz.
Manuel voltearía la mesa de roble sobre el entablonado, era la señal para iniciar el plan. El ruido
despertaría a Marcela.
El plan se ejecutó según lo previsto. Los amigos esperaban en el sótano. Comenzaron a
escuchar los pasos de Marcela, desde que se levantó de la cama, trató de encender la
luz, salió al pasillo, gritó hasta que chocó con la cabeza, momento en que encendieron las
luces.
“Los alaridos no les dejaron dudas de que la había visto. Ahora era el terror. El
terror de Marcela, que era su castigo; el precio que debía pagar por la muerte de
Nicolás y el dolor de su amiga. Y el momento que todos había esperado”.
“Duró unos segundos y después escucharon un silencio. Fue un instante, y
después el ruido del cuerpo de Marcela rodando escaleras abajo, golpeando con su
peso contra los escalones hasta el silencio final”.
“En ese momento tuvieron miedo. El miedo de haber ido demasiado lejos”.

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