You are on page 1of 13
SOFISTAS TESTIMONIOS Y FRAGMENTOS INTRODUCCION, TRADUCCION Y NOTAS DE ANTONIO MELERO BELLIDO fs EDITORIAL GREDOS 200 SOFISTAS ENCOMIO DE HELENA'?" 1 Armonia!8 para una ciudad es el valor de sus hombres'*; para un cuerpo, la belleza; para un espiri- 127 Tanto el Encomio de Helena como la Defensa de Palamedes han sido considerados falsos, por la falta casi absoluta de testimonios sobre ambas composiciones en toda fa Antigiiedad, Para Helena un posible testimonio es Isécratas (Helena, esp. 14 s.) Sobre la cuestién de la autenticidad vid. Bucunerr, Untersuchungen zur Theorie des Genos Epideiktikon von Gorgias bis Avistoteles, 1960, pags. 27 ss. y 54 ss. El encomio o defensa de Helena desarrolla un motivo con una larga tradicién literaria: ¢l de Ja culpabilidad 0 inocencia de Helena. Presente ya en la Hiada, lo encontramos de nuevo en poetas como Estrsicoro (Palinodia) y posteriormente ent la tragedia, Euripi- pes dedicé una tragedia, Helena, al tema y traté de justificar la conducta de ta bella espartana en Las Troyanas (vv. 914 ss. of. E. Beruz, RL. 7, 2831 ss.). Estas dos tragedias de Euripides se han utilizado como referencias, para tratar de establecer una cronologfa del discurso de Gorgias proponiéndose que éste es una réplica a la romantica version de la Helena de Euripides. Sin embargo, dado que el motivo del eidélon —esa extrafia versiGn de la historia, segin la cual no fue Helena la que llegé a Troya y, en consecuencia no fire la causante de los desastres de griegos y troyanos, sino un simulacro o fantasma con su apariencia— no se menciona en el discurso de Gorgias, parece razonable pen- sar que éste es anterior al aiio 412 a. C., fecha de representacién de la Helena de Euripides. El tema fue desarrollado también por Isécrates (Helena), Policra- tes y Anaximenes (Argum. Iséc. Hel,). La estructura del discurso sigue la for- ma apag6gica habitual de los discursos epidicticos de Gorgias: cuatro motiva- ciones cabe imaginar para el comportamiento de Helena, thé (fortuna), bia (violencia), ‘gos (palabra), érds (amor). En los cuatro supuestos hay una «fuerza mayon> que libra de responsabilidad individual a Helena. A esta parte central del discurso precede una declaracién apodictica sobre el orden o la ar- monfa (késmos), contra la que Helena parece haber atentado. Con el término Kdsmos se fija el «status qualitativus» del discurso. Sigue un pequefio elogio del linaje de Helena y de su belleza, manifiestos en la cantidad y calidad de sus pretendientes. Tras una praeteritio (5) y una breve préthesis (6), se entra en Ja argumentacién. El discurso se cierra con una recapitulacién (20) y una afir~ macién del propésito y éxito del discurso. Para los manuscritos espafioles del discurso vid. A. GuzmAn, CFCIXIM (1977), 297-308. 8 Késmas es susceptible de las més diversas aplicaciones: politica, mili- tar, filos6fica, religiosa... En todos los casos se designa un orden, perfeccién 0 armonia que responde al orden natural de las cosas, instituciones, naturaleza 0 universo. GORGIAS 201 tu, la sabiduria; para una accién, la excelencia; para un dis- curso, la verdad. Lo contrario de todo ello es ausencia de ar- monia. Un hombre y una mujer y un discurso y una empresa y una ciudad, cuando sus acciones merecen alabanza, deben ser con alabanzas honrados, mas, si indignos de ellas, con censu- ras atacados. Pues igual error ¢ ignorancia hay en censurar lo que es digno de alabanza que en alabar lo que es digno de cen- sura, Tarea de la misma persona es decir persuasivamente lo que debe y refutar a quienes censuran a Helena, mujer sobre la cual han venido a coincidir, undnimes y acordes, la sabiduria tradicional de los poetas y el presagio de su nombre que se ha convertido en recuerdo de desgracias'*!. Yo, en cambio, quie- "9 He intentado, en la medida de lo posible, reflejar en Ja traduccién algu- nos de los rasgos del estilo de Gorgias. Para una andlisis de los procedimientos retbricos del discurso, vid. Buass, Die attische Bereds. I, pags. 68-72, y Zuoxer, Der Stil des Gorgias, passim. 120 psykhé que, originariamente, significaba algo asi como . Pues bien, si por la primera causa, merece ser acusado el que es habitualmente acusado. Porque imposible es impedir el deseo de un dios con la previsién humana. Ya que por naturaleza no puede lo mas fuerte verse impedido por lo mas débil, sino lo mas débil ser dominado y regido por lo mas fuerte y que lo mas fuerte vaya delante y lo més débil le siga. Y los dioses son algo mas fuerte que el hombre por su violencia, su sabiduria y sus demas facul- tades. Si hay, pues, que atribuir la culpa al azar y a la diosa’, hay que liberar a Helena de la infamia. No veo razén para excluir Ia intervencién de Gorgias en tal influjo, como sos- tienen algunos estudiosos. 8 BI pasaje offece algunas dificultades de interpretacién. En primer hu- gar, en el texto priego «azan» (bjkhé), dioses y necesidad (andnké) no son ex- cluyentes ni altemativos, sino que van, como recoge nuestra traduccién, coor- dinados. Sin exchir, como pretende Untersteiner en su comentario, un posible influjo de Empédocles, para e] cual la s¥kké 0 «acontece formaba una unidad con la necesidad, que, a su vez, era una potencia divina, cabe, en mi opinién, subrayar la gradacién ascendente con que son presentados los conccptos: azar, divinidad, necesidad. En la concepeién empedoclea tykhé es el momento en el que los elementos primordiales, mezclandose, constituyen las cosas. En fin, en Ja idea de necesidad o andnke cabe reconocer también un eco de Empédocles. Cf.D, K. 31 B 103 y W. Jasaer, La teologia de los primeros fildsofos grie- ‘gos, pigs. 129 ss. 9 En iltimo témmino la tesponsabilidad del rapto correspondia a Afrodi- ta. Untersteiner cree ver, sin embargo, uma alusién més general a la mentalidad de los héroes homéricos, que hacian siempre responsable a la divinidad de sus desgracias. Por otro lado, aparentemente hay una formulacién en ef pasaje de Ja doctrina del derecho del mas fuerte, explicitamente desarrollada por Calicles en el Gorgias (483a) platonico. No obstante, la afirmacién de Gorgias esti, mas bien, en Ia linea de la concepeién griega tradicional de la divinidad (cf. W. Neste, Historia del espiritu griego, pigs. 136 ss.), que se manifiesta ante GORGIAS 205 Y si fue raptada con violencia y forzada contra toda ley e7 injustamente ultrajada, es claro que su raptor, al cometer el ul- traje, obré con injusticia. Su rapto, en cambio, al hacerla vic- tima del ultraje, provocd su desventura. Por tanto, el barbaro que llevé a cabo la barbara empresa merece ser condenado con la ley, la palabra y la accién; con Ia ley, a fin de que pierda sus derechos ciudadanos; con la palabra, para que caiga sobre él la acusacién; con la accion, para que reciba su castigo. Ella, en cambio, que fue forzada y despojada de su patria y privada de sus seres queridos, zcémo no seria con raz6n més merecedora de compasion que de infamia? Pues aquél cometié terribles crimenes; ella, en cambio, los sufrid. Justo es, pues, compade- cera una y odiar al otro. Si fue la palabra la que la persuadié y engafié'” su mente g tampoco es dificil hacer una defensa ante tal posibilidad y de- jarla libre de la acusacién, del modo siguiente. La palabra es un poderoso soberano'!' que, con un cuerpo pequeiiisimo y todo como violencia. Cf. Hosizro, Odisea IV, 415; Hesiovo, Teogonia 385- 388; Esquuso, Prometeo I ss. "4 Persuasién, palabra, engafio: tres conceptos claves de la gnoseologia gorgiana. Vid., ademds de la nota siguiente, M. Derianwe, Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, pigs. 109 ss., quien sefiala cémo Siménides fue 1 primero en romper con Ja tradicién del poeta inspirado, maestro de verdad, para proclamar el cardcter artificial de 1a palabra poética. La palabra es una imagen (eikén) de la realidad, y el artista se siti con la palabra a medio cami- no entre la realidad y la imagen. Para el concepta sofistico de légas, ademas de lo dicho en la Introduccién y en la nota siguiente, vid. H. KocLER, Die Mi- mesis in der Antike, Bema, 1954, pags. 88-203, y Cx. P. SEGAL, «Gorgias and the Psychology of the Logows, HSCP 66 (1962), 99-105, que analiza los efec- tos psiquicos de la palabra, 4" Gorgias incluye en cl cuerpo de su argumentacién una pequeiia ¢ inte- resante seccién, en la que desarrolla su doctrina det /égos. La seccién comien- za con una afitmacién del poder del /égos, al que sigue una desctipcién de sus poderosos efectos. La formulacién en griego, como sefiala Prrarrer (op. cil., pag. 102), rectierda, en st forma, a un pequeiio himno en prosa, motivado por el caricter divino que el sofista atribuye a la palabra. Sigue inmediatamente 206 SOFISTAS completamente invisible, lleva a cabo obras sumamente divi- nas. Puede, por ejemplo, acabar con el miedo, desterrar la afliccién, producir la alegria o intensificar la compasion. Que uma reflexién sobre las experiencias emotivas producidas por la poesia y la prosa artistica. Los fundamentos tedricos de esta poética gorgiana son los si- ~ guientes: los hombres actitan frecuentermente guidndose por las apariencias y la opinién (déxa). Dado que la déxa no es auténtico conocimiento (alétheia), la palabra (légos) puede actuar sobre ella. Prueba de cllo es que hasta los filé- sofos naturales (meteorolégoi) cambian de opinién, al tiempo que pueden ha- cer aparentes fenémenos invisibles. Otra prueba del poder del ldgas es su ca- pacidad de persuasién en los tribunales 0 en la argumentacién filos6fica. Su poder es tal que puede ser considerado como tuna droga. La virtud del /égos se canaliza a través de la persuasién (peithd), que induce en el oyente una ilusin © engaiio (apdié). Cf. Paton, Gorgias 449d-457c, donde-la retérica es para el sofista una simple técnica que puede producir creencia (dbxa) verdadera 0 falsa. Vid. para esta cuestién M. Mictiori, La filosofia di Gorgia, Milin, 1973, pags. 95-108. Dada la teoria del conocimiento de Gorgias, expuesta en el tratado Sobre el no ser, que preconiza la incomunicabilidad del pensamiento humano, se sigue que lo tinico que comunicamos son /égoi, algo, por tanto, distinto de las cosas reales y de nuestra percepcién de ellas. Lo paraddjico, pues, reside en el hecho de que, cuando el /égos reproduce fielmente la reali- dad externa, no es mas que ilusién (apdté). Por ello, en literatura, quien «ogra engaiam o «crear una mas perfecta ilusién» es mejor («mas justo» en la ter- minologia de Gorgias) que quien no lo consigue. El modelo conceptual légas- apdté-doxa (opuesto a «verdad» y «conocimiento»), que subyace tanto a He- Jena como a Palamedes, supone que existen dos tipos de {dgoi: uno bueno y otro peor o amas débiby. Los rasgos que distinguen el /égos superior son es- pecificos y constituyen el objeto de la retérica. E} empleo con éxito del /égos superior y sus efectos sobre el alma es psythagogia (cf. Fedro 261a). Esta doctrina es también Ja que fundamenta los argumentos de verosimilitud (eoiké1a), cuyo descubrimiento se atribuye a Tisias y a Gorgias, y, en virtud de los cuales, las cosas probables merecen mas atencién que las verdaderas, ya que justamente en Ia capacidad de provocar probabilidad reside ef poder del Jégos. Toda la doctrina del Jégos esta contenida en ef concepto, central en la retérica gorgiana, de kairds (cf. nota 29), o seleccién del momento apropiado en retorica. Se trata, pues, de una nocién que no pertenece a la esfera del co- nocitniento, sino a la de la déxa, Verosimil o plausible son las cualidades fun- damentales de un discurso retéricamente concebido, en una concepcién de la retérica que trascendia el campo de la oratoria para inchuir también el de las relaciones humanas o la representacién plastica de las imagenes. GORGIAS 207 ello es asi paso a demostrarlo, Preciso es también demostrarlo 9 a la opinién de los que escuchan. La poesia toda yo la conside- ro y defino como palabra en metro'®. A quienes la escuchan suele invadirles un escaloftio de terror, una compasion des- bordante de lagrimas, una afliccién por amor a los dolientes; con ocasion de venturas y desventuras de acciones y personas extrafias, el alma experimenta, por medio de las palabras, una experiencia propia". Y ya es hora de que deje este argumento para pasar a otro: los encantamientos inspirados, gracias a las 10 palabras, aportan placer y apartan el dolor. Hfectivamente, al confunditse el poder del encantamiento con la opinién del al- ma, la seduce, persuade y transforma mediante la fascinacion. De la fascinacién y de la magia se han inventado dos ar- ' En la definicién de la poesia como «palabra en metro» parece percibir- se un cierto menosprecio hacia las capacidades de la retérica. Sin embargo, a continuacién, se describen los poderosos efectos que la poesia —en un sentido amplio que incluye tambien la tragedia— puede inducir. Vid. W. Scua- pewaupr, «Furcht und Mitleid?, Hermes 83 (1955), 129 ss. = Hellas und Hesperien (1960), 346 ss. Sobre el posible influjo médico en la teorfa vid. P. Lahw Entratco, La curacién por la palabra en la antigiiedad clasica, pags. 132 ss. y H. Frastar, «Die Lehire von der Wirkung der Dichtung in der gtiechischen Poetike, Hermes 84 (1956), 18 ss. Para la relacisn entre la teoria y la magia, vid. Rowitiy, Magic and Rhetoric, pags. 3 ss. y Garcia Tevemo, art, cit, pigs. 143-154. Bn todo caso, la poesia, desprovista ya del prestigio tradicional de que gozaba, es puesta por Gorgias al mismo nivel que la prosa, en cuanto una y otra son Logos. Por otro lado, al aplicar Gorgias a la prosa los procedimientos propios, hasta entonces, de la poesta, contribuyd a borrar fos limites existentes entre los géneros. La opinién de Gorgias file compartida por PLatén (Gorgias 502c-d) e Isocratis (Evdg. 10 8.3 Antid. 45). '® Aunque no esta dicho de una manera explicita, esta poesia global, ca- paz de producir tan profundas emociones, no es otra que la tragedia, Cf. Aris- ToreLES, Poética 14, 1453b 5. Aunque no es posible probar un influjo directo de Gorgias en Aristételes, como pretendia Poblenz, preciso es reconocer Ia similitud incluso verbal del pasaje gorgiano con la doctrina aristotélica de la tragedia coma kdtharsis pathémdton. 208 SOFISTAS tes", que inducen errores del alma y engafios de la opinion. 11 Cudntos persuadieron —-y atin siguen persuadiendo— a tan- tos y sobre tantas cuestiones, con sélo modelar un discurso fal- so! Si todos tuvieran recuerdo de todos los acontecimientos pasados, conocimiento de los presentes y prevision de los futu- ros, la palabra, aun siendo igual, no podria engafiar de igual modo. Lo cierto es, por el contrario, que no resulta facil recor- dar cl pasado ni analizar el presente ni adivinar el futuro. De forma que, en la mayoria de las cuestiones, los mas tienen a la opinién como consejera del alma. Pero Ja opinién, que es inse- gura y est falta de fundamento, envuelve a quienes de ella se sirven en una red de fracasos inseguros y faltos de fundamen- 12 to. {Qué raz6n, por tanto, impide que llegaran a Helena, cuan- do ya no era joven, encantamientos que actuaron de modo se- mejante a como si hubiese sido raptada por la fuerza? Por tanto la fuerza de la persuasién, en la que se originé su forma de pensar —y se origind, desde luego, por necesidad-— no admite reproche alguno, sino que tiene el poder mismo de la necesidad. Pues la palabra que persuade al alma obliga, precisamente a este alma a la que persuade, a dejarse conven- cer por lo que se dice y a aprobar lo que se hace. En conse- cuencia, quien Ja persuadié, en cuanto la sometié a la necesi- dad, es e] culpable. Ella, en cambio, en cuanto obligada por la necesidad de la palabra, goza erréneamente de mala fama. Y que la persuasién, cuando se une a la palabra, suele también dejar la impronta que quiere en el alma, es algo que hay que aprender, ante todo, de los razonamientos de los fisidlogos, los cuales, al sustituir una opinién por otra, descartando una y de- fendiendo otra, logran que lo increible y oscuro parezca claro a los ojos de la opinién. Y, en segundo lugar, de las perentorias ‘4 1 as dos artes en cuiestin son la poesia y la prosa artistica. GORGIAS 209 argumentaciones de los discursos judiciales, en los que un solo discurso deleita y convence a una gran multitud, si est escrito con arte, aunque no sea dicho con verdad. Y, en tercer lugar, de los debates sobre temas filoséficos en los que se muestra también la rapidez del pensamiento que hace que las creencias de la opinién cambien con facilidad. La misma relacién guarda el poder de la palabra con respecto a la disposicién del alma que la prescripcién de farmacos respecto a la naturaleza del cuerpo. Pues, al igual que unos faérmacos extraen unos humo- res del cuerpo y otros, otros; y asi como algunos de ellos po- nen fin a la enfermedad y otros, en cambio, a la vida, asi tam- bién las palabras producen unas, afliccién; otras, placer; otras, miedo; otras predisponen a la audacia a aquellos que las oyen, en tanto otras envenenan y embrujan sus almas por medio de una persuasion maligna. Que clla, pues, si fue persuadida por medio de la palabra, no cometié ninguna falta, sino que fue victima de circunstan- cias adversas, ha quedado ya demostrado. Salgo al paso ahora de la cuarta acusacién con la cuarta argumentacién. Y ésta es que si todo fue obra del amor, no le resultaré dificil escapar de la imputacién de la culpa en Ja que, segan se dice, incurrid. Puesto que las cosas que vernos no tienen la naturaleza que nosotros queremos, sino que cada una de ellas posee la natura- leza que le correspondié. Y por medio de la vista el alma reci- be una impronta incluso en su cardcter. Por ejemplo, si la vista advierte presencias enemigas, una formacién enemiga con hostil armadura de bronce y hierro —para defenderse, uno, pa- ta atacar, el otro— al punto se turba y turba también al alma y de tal manera que frecuentemente se huye aterrorizado por un peligro futuro como si estuviera ya presente, Asi de poderosa se adentra en nosotros la verdad de este razonamiento, a causa del miedo procedente de la visién que, cuando llega, induce a despreocuparse tanto de Io que se juzga correcto por medio de 210 SOFISTAS 17 la ley como del bien que se deriva de la victoria. E incluso al- gunas personas, tras haber tenido una vision terrorifica, se ven privadas hasta del entendimiento que en aquel momento po- sean. A tal punto extingue y elimina el miedo la inteligencia. Muchos también cayeron en vanas aflicciones, enfermedades pavorosas y locuras de dificil curacién. Tan profundamente grabé Ja vista en sus conciencias las imagenes de las acciones contempladas. Ciertamente que muchas situaciones que pro- vocan miedo son ahora dejadas de lado, pero esas situaciones 18 preteridas son semejantes a las referidas. Por otro lado, los pintores, cuando a partir de muchos colores y cuerpos crean un solo cuerpo y figura, procuran deleite a la vista. La capacidad de crear estatuas de hombres y de modelar imagenes divinas procura a los ojos una dulce enfermedad. Asi algunos especta- culos tienen la capacidad natural de afligir a la vista; otros, en cambio, de encender en ella el deseo. Muchas visiones provo- can en muchos hombres el amor y el deseo de muchas accio- 19 Nes y cuerpos. Por tanto, si el ojo de Helena, complacide con el cuerpo de Alejandro, provocé a su alma afan y deseo de amor, {qué puede haber de extrafio en ello? Si amor es un dios, ,cémo podria ser capaz de apartar y repeler la potencia divina de los dioses quien es inferior a ellos? Y si se trata de una enfermedad humana y de un desvario de la mente, no de- be, en tal caso, ser censurado como una falta, sino considerado un infortunio. Se marché, como !o hizo, por las asechanzas de su alma y no por los proyectos de su mente; por la fuerza del amor, no por los recursos del arte. 20 Como puede, en consecuencia, considerarse justo el re- proche hecho a Helena, quien, enamorada o persuadida por la palabra o raptada por la fuerza u obligada por la necesidad di- vina, obré como obr6? En cualquier caso queda libre de la acusacion, GORGIAS 211 Quité con mi discurso la infamia sobre una mujer; perma- 21 nec{ dentro de los limites de la norma que me propuse al co- mienzo del discurso: intenté remediar la injusticia de un repro- che y la ignorancia de una opinion. Quise escribir este discurso como un encomio de Helena y un juego de mi arte. DEFENSA DE PALAMEDES '“5 11a. Tanto la acusacién como fa defensa implican una de- cision que no tiene que ver con la muerte. Ya que a muerte ha ‘5 Palamedes es el paradigma de héroc cultural. A él se le atribufa la in- -vencién del alfabeto y del juego de damas. Su enemistad con Ulises venta de antiguo, dé cuando éste intent eludir sus compromisos y no it a Troya, fin- giéndose loco. Palamedes descubrié, mediante una treta, el engafio (HicrNo, Fébulas 95, 2), En venganza Ulises tramé una conspiraci6n contra él: falsified una carta de Priamo dirigida a Palamedes, en la que éste aparecia como traidor alos griegos y, para hacer mis verosimil la insidia, hizo enterrar una cantidad de dinero bajo su tienda. Ante la evidencia, Palamedes fue condenado a muerte y ejecutado (Hicino, Fabulas 10). El discurso es un buen ejemplo de status coniecturalis, donde se trata de establecer si los hechos tuvieron 0 no lugar. El método es, al igual que en Helena, apagdgico: se proponen dos po- sibilidades y, demostrada Ja falsedad de una proposicién, su contraria es nece- sariamente verdadera, Para su autenticidad vid. nota 127. El discurso, conser- vado solo en ¢l manuscrito A, esté seriamente daiiado no solamente por los avatares de la transmisién manuscrita, sino también por el intento de ajustar su estilo a la concinnitas y regularidad del estilo de Isécrates. Por otra parte, fue en este discurso donde, por vez primera, se utilis el término apologia, que hasta entonces habia conservado la acepcién mas gene- tal de «narracién», en el sentido de defensa. Vid. W. Avy, «Herodots Spra- chen, Glotta 15 (1927), 109 ss. Las pricbas estin findadas cn demostraciones Idgicas. El método de Gorgias es la demostracién apagégica (ho did adyndtou syllogismés). El fun- damento del mismo reposa en la constatacién Idgica que de opuestes contra- dictorios séto se puede llegar a una conclusion imposible; en consecuencia, se desarrolla una de Jas dos altemativas y se afirma la conclusién obtenida como verdadera,

You might also like