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L1 LLCER / Asignatura 

: Culture, média et numérique


Marcela Guevara
leidy-marcela.guevara-sanchez@univ-grenoble-alpes.fr

UNIDAD 2: La historia en los medios de comunicación

La prensa satírica

La prensa satírica es un género periodístico que se caracteriza por realizar sátiras, a veces
amables, a veces mordaces, a personajes o instituciones famosos o de interés, con intención
de criticarles o ridiculizarles. Normalmente estas publicaciones suelen tratar de temas
políticos, sociales y/o culturales. En el caso de las publicaciones de corte político, suelen
manifestar a través del humor una muy marcada ideología. Entre los recursos que emplean
están la exageración, el lenguaje mordaz, la parodia y la caricatura.

Este tipo de publicaciones son sin duda el reflejo de la libertad de expresión de cada época,
por lo que los periodos de censura han influido en su aparición y desarrollo, y es habitual que
tengan cierta inestabilidad, corta duración, cambios de título y que los directores y redactores
firmen con pseudónimos.

Las publicaciones más antiguas de esta colección son El Zurriago


(Madrid, 1821) y La Tercerola (Madrid, 1821), que vieron la luz durante
el Trienio Liberal (1820-1823), breve periodo constitucional en el que la
Ley de libertad política de la imprenta favoreció la aparición de
periódicos de este género. La prensa satírica se convirtió entonces en el
medio que utilizaba la burguesía liberal para difundir su ideología y
criticar a los representantes del Antiguo Régimen: Fernando VII, la
Iglesia y el carlismo.

En la Década Ominosa (1823-1833), con la restauración del


absolutismo en los últimos años del reinado de Fernando VII, tuvo
lugar un periodo de represión en el que se produjo un retroceso en
la evolución y calidad de las publicaciones de estilo satírico. En este
contexto, únicamente destacan El duende satírico del día (Madrid,
1828) y El pobrecito hablador (Madrid, 1832), ambas impulsadas y
redactadas por Mariano José Larra bajo

Durante el reinado de Isabel II (1833-1868), debido a la fuerte censura


del gobierno, sobre todo en los últimos años, la publicaciones satíricas no
son muy abundantes y en general solo permanecen publicaciones afines
al régimen como El Cascabel (Madrid, 1863); aunque hay algunas
excepciones a esta norma, por ejemplo, el periódico Gil Blas (Madrid,
1864), de ideología republicana y perteneciente a la oposición, que
consigue estar presente en Madrid y otras grandes ciudades españolas.

En el Sexenio Democrático (1868-1874), con la victoria de la


revolución, desaparecen la mayoría de los títulos favorables al régimen de
Isabel II, y gracias a un nuevo periodo de libertad de expresión en el que se
pone fin a las sanciones, reaparecen publicaciones que habían sufrido la
censura como Fray Gerundio (Madrid, 1837) o El Sacamuelas (Murcia,

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1863) y aparecen otras nuevas, algunas con una vida efímera, pero otras mucho más
duraderas.

Con la Restauración borbónica (1874-1931) se vive una etapa de


estabilidad política y relativa libertad de expresión. Relativa porque,
aunque se firma una ley de libertad de imprenta, se consideraba delito
cualquier ataque a la monarquía, la religión, la forma de gobierno y las
instituciones fundamentales del Estado, lo que no impidió que
proliferaran entonces, gracias al ingenio de los editores y a pesar de las
multas, secuestros de ediciones e incluso condenas de cárcel, una gran
pluralidad de periódicos y revistas de diversas tendencias, entre las que
no faltaban publicaciones satíricas opositoras al régimen vigente como
El Motín (Madrid. 1881).

Con la proclamación de la II República (1931-1939), periodo en el


que se pudo disfrutar de mucha libertad de expresión. Con el comienzo
de la Guerra Civil desaparecen la mayoría de ellas, aunque alguna, como
La Esquella de la Torratxa continuó hasta 1939.

En 1936 estalló la Guerra Civil y la información desapareció en las


dos zonas combatientes para convertirse en descarada propaganda. La
Iglesia puso toda su organización al servicio de la propaganda franquista
y la Falange llegaría a contar con distintas publicaciones. Lo
fundamental era levantar el ánimo de los combatientes e intimidar al
enemigo. Para ello surgen los periódicos de campaña y los de las unidades militares. También
se procuró influir en los distintos corresponsales extranjeros para que la prensa internacional
apoyase a uno u otro bando en cuestión.
Fuente:

Ministerio de Cultura y Deporte (2003). Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.


https://prensahistorica.mcu.es/satirica/eu/micrositios/inicio.do
L1 LLCER / Asignatura : Culture, média et numérique
Marcela Guevara
leidy-marcela.guevara-sanchez@univ-grenoble-alpes.fr

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