LA INDUSTRIA
Xan CARMONA BADIA
1. INTRODUCCION
La aplicacién en la década de 1820 de las téc-
nicas introducidas por Appert y perfeccionadas
por Joseph Colin para la conservacién de ali-
mentos mediante previa esterilizacién, oftecia
especiales posibilidades industriales para pro-
ductos como los de la pesca, sujetos a una répi-
da corrupcién (1). Fue en Bretafa donde primero
se desarrollé en gran escala la aplicacién indus-
trial de estas nuevas técnicas, pasando pronto a
ser Francia primer productor mundial de conser-
vas de pescado, beneficiéndose asf de la impor-
tante demanda que para tal producto generaban
la expansién de la frontera norteamericana y las
expediciones coloniales de la segunda mitad del
siglo Xix (2). Seguin André Marie D’Avigneu, ha~
cia 1860, Bretafa contaba ya con un moderno
sector industrial de conservas de pescado, que
venia a sustituir a las antiguas instalaciones de
salazdn que, como en Galicia, absorbfan antafio
una gran parte de la pesca capturada (3).
La nueva industria de conservacién de este
alimento en latas esterilizadas se presentaba, en
algunos aspectos, como complementaria 0 como
evolucién natural de la de salazén: la materia que
se transformaba era la misma, los empresarios
‘en muchos casos los mismos. Pero, en realidad,
habfa entre ambas una profunda cesura; la con-
servera era una industria nueva, que venia a
ofrecer un producto nuevo, que utilizaba unos in-
puts distintos y que se dirigfa a unos mercados
diferentes que los de la tradicional salazén. En
efecto, la conserva en aceite era un producto
elaborado con unas técnicas que no eran las uti-
CONSERVERA GALLEGA. 1840-1905
lizadas hasta entonces para la conservacién del
pescado, y que ofrecian sobre éstas varias im-
portantes ventajas, entre las que la primera era
la de una mejor conservacién, que pasaba a ser
précticamente indefinida; tan importante como |
la anterior era la de su facil transporte y manipu-
laci6n, ya que las latas metélicas no se deterio-
raban como las pipas de sardina salada a causa
de la temperatura, o de un almacenamiento 0
transporte poco cuidadoso.
Parte fundamental de la novedad del producto
estribaba también en la novedad de las materias
primas auxiliares y del proceso de trabajo incor-
porado. Frente a los tradicionales sal, madera y
papel, se necesitaba ahora aceite refinado, hoja-
lata, plomo y estafio, asi como una serie de ins-
trumentos y méquinas como bandejas metélicas,
hornos, calderas de vapor, parrillas, soldadoras,
etc. Estas nuevas instalaciones y procesos exi-
gian una mayor inversién de capital, tanto fijo
como circulante, ya que no se trataba sélo de
que las instalaciones fueran més costosas, sino
que también lo eran los materiales de fabrica-
cién; estimaciones bretonas contemporéneas
evaluaban el coste de un establecimiento de
conservas como tres veces, por término medio,
més elevado que el de uno de salazén (4).
Finalmente, las nuevas caracteristicas del pro-
ducto le permitian dirigirse a mercados nuevos
‘en relacién a lo que eran los mercados tradicio-
nales de la salaz6n. Las conservas de pescado
serén pronto elementos acostumbrados en las
travesfas ocednicas, en las alforjas de los aven- |
tureros atraidos por la fiebre del oro americana y
en las intendencias de todas las expediciones
coloniales de la época
177eee
Desde un punto de vista econdmico, quiza la
diferencia mas importante entre ambas activida-
des era, sin embargo, la de su influencia sobre
su entorno més inmediato, ya que la industria
conservera tenia unos efectos de arrastre sobre
otras actividades econémicas que, sin ser en ab-
soluto equiparables a los de los sectores que ha-
bian sido upuntay de la revolucién industrial
eran muy superiores a los inducidos por la anti-
gua salaz6n. Por una parte, la aparici6n de la in-
dustria conservera venia a trastocar la relacién
tradicional entre la pesca y sus transformados,
pues al contrario que la salazdn, que dependia
basicamente de la calidad y cantidad de las
capturas, las conservas pasan a jugar un papel
dinémico, «constituyendo el factor esencial del
desarrollo de la pesca de la sardina; no fue una
consecuencia de este desarrollo, sino que mas
bien lo provocé» (5). Por otra, la industria con-
servera creaba una demanda importante para
actividades como la fabricacién y estampacién
de envases de hojalata y aceite refinado, deman-
da que no creaba la simple salazdn y que venia a
abrir un mercado a dos producciones hasta
aquel entonces poco desarrolladas.
Tal como ya se habia demostrado en Francia,
el factor determinante de localizacién de la in-
dustria conservera (6) era la tradicién salazonera,
que a su vez se correspondia con la existencia
de zonas de tradicién y disponibilidades pesque-
| ras, por lo que, dentro de la Peninsula, parecia
que el litoral atléntico tenfa las mayores posibili-
dades de acoger a la nueva industria. Con todo,
a pesar de esas ventajas comparativas en rela-
cidn a la pesca con que en algunas zonas litora-
les se contaba, la formacién del sector conserve-
ro atin se demoraria algunos afos, de forma que,
después de las primeras iniciativas, casi contem-
poréneas de las francesas, no se produce como
allf un movimiento de generalizacién semejante
hasta finales de siglo. Asi, si los establecimientos
de Rubiano (Oviedo, 1828), Cifuentes (Gijén) 0
Zuloaga (La Corufia, 1836) son casi contempo-
rneos a los de la primera oleada de instalacio-
nes conserveras bretonas (7), el paralelismo
acabaré pronto, de forma que si en Bretafia se
puede considerar que el sector se hallaba conso-
lidado a la altura de 1860, sus anélogos ibéricos
no lo estuvieron hasta cuarenta afios més tarde.
Parte bdsica de estos tiltimos fue pronto la in-
dustria conservera gallega, que es en realidad el
objeto de este articulo y de la que vamos a ha-
blar a continuacién (8).
|
2. LOS OBSTACULOS AL DESARROLLO
DE LA INDUSTRIA CONSERVERA
La técnica y su aplicacién industrial habia
sido, pues, pronto conocida en Espafia, por lo
que fueron otros los factores que determinaron
el tardio establecimiento de Ia industria. En pri-
mer lugar, el pescado no era la unica materia
prima, y habia otras dos, igualmente bésices,
con las que no se contaba, 0 no se contaba en
las condiciones adecuadas: aceite y hojalata. En
efecto, aunque Espafia era productora tradicio-
nal de aceite de oliva, la forma poco cuidadosa
de realizar la recogida de la aceituna, la escasa
seleccién de calidades y el, a veces, excesivo al-
macenamiento, que con frecuencia daba lugar a
procesos de fermentacién, determinaban una
baja calidad en el aceite y un sabor fuerte de di-
ficil refinado (9) que lo hacfan de problemdtica
aplicacién a la industria conservera (10). Habria
que esperar a principios de los afos 1890 para
que se empiece a producir en Espafia aceite refi-
nado de calidad, utilizable para cubrir las clases
superiores de conservas de pescado; mientras
tanto, el recurso paradgjico a la importacién de
aceite francés (Niza) e italiano (Bari) pagando
los oportunos aranceles que encarecian el pro-
ducto; 0 bien para las clases inferiores, utiliza-
cién de aceites deficientemente refinados, in-
fluyendo negativamente en su calidad (11)
Por la via de los inputs, el otro problema que
lastraba el desarrollo de la industria conservera
era el de la carencia de una produccién nacional
de hojalata de calidad, a precios competitivos y
en cantidades suficientes para satisfacer la de-
manda de un sector conservero; a pesar de los
intentos ensayados a mediados de siglo en As-
turias, Pafs Vasco y Mélaga (12), la produccién
continuada de hojalata utilizable en la industria
conservera no comienza hasta finales de la dé-
cada de 1880, y para eso, a precios més altos
que los ingleses y en cantidades insuficientes
para satisfacer la demanda de la que ya, en tales
afios, era una industria en expansién (13). Este
problema, que también habjan sufrido las con-
serverias bretonas durante los primeros afios de
su existencia, se habfa solucionado alli via im-
portaciones de Inglaterra, pais que hasta media-
da la década de 1860 prdcticamente monopoli-
zaba en Europa la fabricacién de este producto;
para favorecer, mientras la produccién francesa
no estuviera en condiciones de satisfacer la de-
manda, la produccién de conservas destinadas @
178eee
la exportacién se hab/a arbitrado un régimen de
admisiones temporales que eximfa del pago de
aranceles a la hojalata procedente de Inglaterra
que fuese utilizada en la fabricacién de conser-
vas elaboradas a aquel efecto, lo que era decir la
mayor parte de la produccién (14). Pero en Es-
paha, aunge se aprueba en 1888 una genérica
Ley de Admisiones Temporales (15), la oposi-
cién de los productores vascos a la inclusién en
ella de la hojalata retrasa hasta el ao 1909 la
aplicacién de este régimen a tan importante ma-
teria prima en la fabricacién de conservas (16)
Hasta ese momento, los fabricantes se vefan en
la disyuntiva de comprar hojalata espafola, cara
y de suministro irregular, 0 de pagar aranceles
por la importacién de hojalata inglesa. Y esto
con posterioridad a 1849, ya que antes de tal
fecha ni siquiera esta disyuntiva existia, pues la
importacién estaba prohibida (17)
Pero no eran sélo estos los problemas que di
ficultaban, ya en concreto en Galicia, el desarro-
lo de la industria conservera. Habia ademés
aqui un problema ya clasico como el de la ruin-
dad de los transportes con el interior peninsular
que no se viene a paliar hasta muy tardiamente,
con la apertura del ferrocarril en el afio 1883, y
que abocaba a la produccién conservera a traba-
jar para una perifer'a espafiola a la que se acce-
dia por cabotaje, pero en la que existia la dificil
competencia de la misma o parecida mercanoia
‘en fréco, 0 para el exterior, donde hasta la dé-
cada de 1880 las conservas bretonas, que te-
nian superados desde los afios cuarenta las difi-
cultades de suministro de inputs a las que ya nos
hemos referidos, resultaban imbatibles. Seré una
vez més, como para tantos otros productos, el
colonial el précticamente Gnico mercado posible
de que dispondrén los primeros conserveros es-
pafioles. Y, efectivamente, durante la fase previa
a la de formacién propiamente dicha del sector
(1840-1885), Cuba y Filipinas absorberdn la
casi totalidad de la pequefia produccién galle-
ga (18). Pero estos mercados, reservados para la
produccién espafiola, podian permitir la subsis-
tencia de un pequefio numero de empresas,
pero no garantizar la formacién y el desarrollo
de un sector como éste; de una parte, por la pro-
pia estrechez del mercado colonial para las con-
servas de pescado, y de otra, porque en él en-
contraban salida igualmente las fébricas de la
cornisa cantabrica.
Para terminar, habia también en los afios cen-
trales de siglo un problema de capital disponible
para su inversi6n en la transformacién de la sa-
lazén en conserva. Simplificando mucho podia
decirse que existia un problema general, el del
coste de oportunidad en un pais como Galicia
que continia sepultando este recurso en la tie~
rra durante todo el largo proceso de redencién
de foros que no culmina hasta la época de la
dictadura de Primo de Rivera (19); y un proble-
‘ma particular en el interior del grupo social con
capacidad para provocar el salto, los fomentado-
res de pesca y salazén. En relacién a estos uilti-
mos, habia dos tipos de obstéculos para su con-
versién en fabricantes de conservas: uno, el de
la participacién, atin a mediados de siglo, en las
sociedades explotadoras del negocio de salazén,
de socios —o herederos de antiguos socios ya
fallecidos— residentes en Catalufia, lugar de
procedencia de la mayor parte de este grupo so-
cial, adonde muchos de ellos —o de sus herede-
ros— se repatriaban (20), lo que no sdlo suponia
un drenaje de capital en aquella direcoién —que
para algunas empresas concretas hemos esti
mado en otro lugar (21}—, sino —quizd més
importante— un elemento de absentismo y con-
servadurismo notable en el interior de la empre-
89; otro, la inmovilizacién de capital en la que los
fomentadores incurrian por estar practicamente
obligados hasta los afios ochenta a ser, al mis-
mo tiempo que empresarios de salazén, propie-
tarios de lanchas y aparejos (22).
La carencia de hojalata y aceite refinado eran
problemas comunes a toda la naciente industria
conservera espafola, pero los otros problemas
citados de transports y descapitalizacién eran
probablemente mayores en Galicia que en la
cornisa cantabrica, y debieron estar entre las ra-
zones que determinaron al principio —afios
1870— un mayor desarrollo de las conserverias
en esta titima zona que en la primera, donde las
disponibilidades de sardina y los salarios resulta-
ban més favorables (23)
3. LOS PRIMEROS PASOS
‘A pesar de las dificultades indicadas, ya desde
finales de la década de 1820 comienzan a apa-
recer algunos establecimientos dedicados a la
conservacién de pescado en Galicia. Pero, en
todo caso, el rasgo bésico de esta etapa de la
historia conservera gallega es su cardcter casi
anecdético, la incapacidad para generar un sec-
tor industrial auténomo, consistente, y no sim-
179plemente coyuntural. En efecto, las «fabricas»
establecidas entre 1841 y 1882, afio en que el
tratado comercial con Francia ensancha decisi
vamente sus mercados (véase cuadro num. 1),
son iniciativas aisladas, con un marcado cardc-
ter experimental en algunos casos y de un tama-
fio en casi todos que obliga a hablar més de ta-
lleres artesanales que de fébricas propiamente
dichas.
En estos primeros establecimientos se utiliza
el cristal junto a la hojalata de importacién como
envase, y el aceite del Levante espafiol para cu-
brir el contenido; el cierre de las latas era ma-
nual, y la produccién, pequefia y muy diversifica-
da (25), no limitandose en la mayor parte de los
talleres al pescado, sino incluyendo también car-
nes, legumbres y frutas que destinan casi inte-
gramente a la venta en el mercado colonial y
para la alimentacién de las tripulaciones de los
buques que zarpan con ese mismo destino (26).
Finalmente, hay un factor que recorreré todo el
proceso de formacién de la industria conservera
gallega hasta la Primera Guerra Mundial y que
ya se deja manifestar desde estos primeros mo-
mentos de balbuceo del sector, cual es la directa
influencia tecnoldgica francesa. En este sentido,
tenemos constatada la presencia de especialis-
tas de tal nacionalidad en el montaje o puesta
en marcha de aproximadamente la mitad de los.
establecimientos citados en el cuadro num. 1
4. LOS FACTORES DESENCADENANTES
A la lenta y ocasional aparicién de iniciativas
‘empresariales de los afios anteriores a 1882 su-
cede en el ramo de las conservas una acelera-
cién sorprendente en las dos ultimas décadas
del siglo. Las seis fabricas existentes en Galicia
en aquel aio, supervivientes de las aproximada-
mente diez que se habian establecido en los
cuarenta afios anteriores (27), se duplican en los
cinco afios siguientes, en los que empieza un ré-
pido crecimiento del nimero de fabricas que en
el afio 1905 alcanza ya las 82 (28). Las exporta-
ciones de conservas por los puertos gallegos
manifiestan atin mas claramente este crecimien-
to no sdlo del numero de fabricas, sino también
de la dimensién media de las plantas, y asi, de
las 231 toneladas del primero de los afos cita-
dos, se pasa veinticinco afos més tarde a las
10.560, que supone en ese afio el 40,17 por
100 del total de las exportaciones espafiolas de
conservas alimenticias (29). Algo cambié en
esos afios; lo que no era mas que un pufiado de
talleres aislados, con dificultades de crecimiento
y multiplicacién por la concurrencia de una serie
de problemas, de los que muy resumidamente
hemos ya hablado, se convierte en un sector in-
dustrial dotado de un enorme impulso. {Qué fac-
tores y circunstancias dieron lugar a esta trans-
formacién?
Contando como contaba Galicia con unas
magnificas aptitudes fisicas para la pesca, que
era en definitiva la materia prima a transformar
por la industria conservera y con una importante
tradicién salazonera, la cuestién basica era la de
remover los obstdculos que dificultaban la inver-
sién en la modernizacién del sector, por parte
del grupo social que por su experiencia en él,
por la disponibilidad en muchos casos de locales
adecuados y por su capacidad de acumulacién
de capital disponia de ventajas comparativas
para erigirse en fabricantes de conservas: los an-
tiguos fomentadores de salaz6n. Pues bien, en el
periodo que se abre con la revolucién de 1868
CUADRO NUM. 1
TALLERES DE PREPARACION DE CONSERVAS ALIMENTICIAS ESTABLECIDOS.
EN GALICIA HASTA EL ANO 1882
ee
Francisco Zulage y Gia, (Oza Coruna) 1841
Honorato Pelletier Coruna 1853,
Alejandro Carraro y Cia Nova 1856
Curbera Hnos, Vigo 1861
Miguel Covrote A Coruna 1864
Buela y Fram Vilagareia 1886
Pejia y Castro (después, Lépez Aldo) ACoruna 1872
Lazaro Fernandes Povoa do Caraminal 1875
Manuel Goday Vilanova de Arousa 1879
Camano Nola 1880
Benigno Barreras Vigo 1882
Fuente: Véase nota 24.
180comienza una etapa de transformaciones, tanto
en general como en la economia litoral, que van
a hacer posible que cuando a comienzos de los
afios ochenta se den circunstancias exteriores
favorables a la modernizacién, ésta se pueda
producir de una manera generalizada.
Entre estas transformaciones se debe hacer
referencia primero a una serie de medidas libe-
ralizadoras de la actividad econémica litoral que
la revolucién liberal no habia, a la altura de la
Gloriosa, atin adoptado. El desestanco de la sal
en el aio 1869 (30), la reforma de la matricula
de marina en 1867 (31) y la Real Orden de
15-VI-1880 (32) que permitia el libre embarque
de sal para su utilizacién en la primera salazén
de la pesca a bordo de las embarcaciones, ve-
ian, por una parte, a establecer por primera vez
en la economia litoral el principio de libertad de
industria, muy maltrecho hasta entonces por las
restricciones vigentes para obtener la sal a pre-
cio distinto del de estanco (precio de «gracia»),
nico precio que permitfa operar en el sector de
salazén (33). Por otra parte, venian a posibilitar
la separacién entre la actividad pesquera y la de
transformacién, favoreciendo asi tanto la acu-
mulacién en manos de los fomentadores, que
pasaban a repercutir sobre los pescadores una
parte de los costes de produccién, como la libe-
racién de una parte de los activos inmovilizados
fen embarcaciones y aparejos (34). Finalmente,
la reforma de la matricula de marina facilitaba la
libertad de ejercicio de la pesca, hacia desapare-
cer las incertidumbres propias de aquel régimen
y venia a permitir una mejor adaptacién de la
oferta de fuerza de trabajo a las condiciones
siempre fluctuantes de la pesca y, en menor me-
dida, de la demanda
En cuanto a los otros cambios que se produ-
cen contemporéneamente y que favorecen
igualmente la modernizacién del sector de
transformados de la pesca, hay que citar, en pri-
‘mer lugar, uno de cardcter general, cual es la no-
table reduccién de los aranceles de la hojalata
sin labrar a partir del afio 1868 (35), pero tam-
bién dos factores particulares cuya importancia
real desconocemos, aunque sospechamos no
fue despreciable. Por un lado, el aflojamiento de
las relaciones de los fomentadores con sus anti-
quos socios residentes en Catalufia, que en tor-
no a 1880 es ya minimo, lo que supone acabar
con el drenaje de beneficios y, sobre todo, con la
Participacién en las sociedades de fomentadores
de miembros que son simples rentistas —pero
que intervienen en las decisiones— con todo el
cardcter conservador que en el émbito empresa-
rial esto implicaba (36). Por otro, el fin de algu-
nas de las lucrativas actividades alternativas a
las que los fomentadores se venian dedicando,
como eran el transporte de emigrantes a Améri-
ca (37), 0 el contrabando de sal, ¢ incluso el co-
mienzo de la crisis de la propia salazén, que hasta
los afios setenta habia sido, en lineas generales,
un buen negocio.
Removidos algunos obstdculos que dificulta-
ban la asignacién de recursos en el sector, con
unas mayores disponibilidades de capital en ma-
nos de los fomentadores y unas menores opor-
tunidades para su utilizacién, con unas mejores
posibilidades para acceder a la hojalata y, final-
mente, enfrentados a la realidad de que el
desestanco de la sal no era la panacea que es-
peraban para un sector de salazén (38) que se
estabiliza a la baja poco después de tal medida
(ver gréfico 1), se daban condiciones bastante
favorables para que aquel grupo social empren-
diera la tarea de modernizar el sector de trans-
formados convirtiendo la antigua produccién de
salazén en conservas de envases metélicos.
Sobre estas condiciones, la ocasién se presenta-
r& en los afios 1880-1887, cuando una repenti-
na desaparicién de la sardina de las costas de
Bretafia y La Vendée sumerja a la industria con-
servera francesa, primera productora. mundial
hasta entonces de sardinas en conserva, en su
primera gran crisis (39).
Algunos conserveros y comerciantes france-
ses en este producto, ante la situacién critica del
sector, deciden establecer fébricas —o simple-
mente suministrarse— en otras costas donde la
sardina no hubiera desaparecido; asi, la casa De-
lory, de Lorient, después de un intento fracasado
en el litoral argelino, pasa a instalar una fabrica
en Setubal, que serfa, en opinion de A. M. D’Avig-
neu, «la sefal para el desarrollo de las industrias
conserveras ibéricas» (40). La téctica consistiré
en fabricar las conservas en Galicia y Portugal
con técnica y etiquetado francés, destinéndolas
a la exportacién como si de productos de esta
tiltima nacionalidad se tratara
Los primeros ejemplos de instalaciones fran-
cesas en Portugal son pronto imitados por los
naturales de aquel pais, de forma que en los dos
aftos de 1884 a 1886, el numero de fabricas se
multiplican allf casi por cuatro (41). En las veci-
181GRAFICO 1
Unidad: 1.000 Tm.
EXTRACCION DE PESCADO SALADO (CABOTAJE + EXPORTAGIONES)
POR EL CONJUNTO DE LOS PUEBLOS GALLEGOS
Fuentes: Estaditice de! Comercio Exorior de Espa. Estadistica del Comercio de Cabotaie.
nas costas gallegas empezarén también a poner
la mirada los negociantes franceses después del
tratado franco-espafiol de 1882, que situard los
derechos de entrada en Francia de este tipo de
producto en menos de la tercera parte que ante-
riormente (42),
En Galicia, la existencia de un fuerte y estable-
cido grupo de fomentadores propietarios de f3-
bricas de salazén no hacia ni siquiera precisa la
instalacin directa. Si bien ésta se dio en algu-
nos casos, como el de Ouizille y Co, establecida
en la ria de Vigo en 1887 (43), lo mds normal
fueron otro tipo de soluciones; una de ellas, la
formacién de sociedades mixtas, entre las que
una de las mds representativas fue la formada
por la familia Mass6, fomentadores en Bueu
desde principios del siglo xix, y la firma francesa
Dargenton & Domingo, mayorista en diversos
géneros, especialmente alimenticios, con casa
en Bayonne y Paris; por la escritura de constitu-
cién de «La Perfeccién» (44), que tal era la razén
social de la nueva empresa, los socios franceses
ponfan toda la parte técnica de la instalacién, asi
como el personal cualificado para comenzar la
fabricacién, encargdndose asimismo tanto del
suministro de las materias primas de fabricacién
182
no espafiola como de la comercializacién del
producto. «Salvador Massé e hijos» aportarian |
los edificios apropiados, se encargarian de la |
compra del pescado y gestionarian y dirigirian la
fabricacién. El capital, a medias.
El caso de la fébrica «La Perfeccién», que con
otro nombre, tras la separacién de los socios
franceses en 1894 (45), sigue siendo hoy en dia
primera empresa espafiola del sector en cuanto
a empleo, y segunda en cuanto a factura-
cién (46), es muy ejemplificador de la importan-
cia de la crisis pesquera bretona y del tratado de
comercio de 1882 en la formacién de la indus-
tria conservera gallega, porque el establecimien-
to de aquella sociedad fue iniciativa de los so-
cios franceses, que realizaron el ofrecimiento de
«montar por cuenta y mitad en Bueu una opera-
cién de fabricacién de dichas sardinas en con-
serva con cajitas de forma francesa» (47), casi
inmediatamente después de la firma del tratado.
Otras veces, en el capital social de las empre- |
sas explotadoras de las nuevas fébricas no existe
participacién francesa, pero sf que hay asisten-
cia técnica para su montaje y puesta en marcha,
tal como ocurrié con el establecimiento de Go-day en [a isla de Arousa en 1879, 0 en el de Be-
nigno Barreras de Vigo tres afios més tarde (48),
Finalmente, hay otros casos en que lo nico que
hay es presencia de trabajadores franceses en la
que era entonces la fase mas especializada del
proceso de produccidn, la soldadura (49). Pero
la aportacién francesa no se limits a suministrar
técnica y, en algunos casos, capital, sino que su-
puso algo més: la garantia de un mercado segu-
ro. Entre 1880 y 1887, la ausencia de sardina
en las costas bretonas ponia a disposicién de los
empresarios que en Galicia y Portugal se dedi-
caran a la conservacién de sardina todos los
mercados otrora cubiertos por los de las prime-
ras. Los empresarios del occidente peninsular no
tenian més que enlatar, que las casas comercia-
les francesas garantizaban la compra y posterior
distribucién. Cada fébrica gallega pasaré a tra-
bajar basicamente con una casa francesa, y asi
lo haré Mass6 con sus socios Dargenton & Do-
mingo, de la misma manera que Benigno Barre-
ras lo hacia con Detroyet & Bona de Bayonne, y
| Goday con una casa de Burdeos (50).
En conjunto, la aportacién francesa a la forma-
cién de las conserverias gallegas se realizé en
torno a dos ejes que resultaron fundamentales.
De una parte, el de la técnica: participacién en el
montaje, obreros especializados, imitacién de
procesos de produccién, etc.; de la otra, el de los
mercados. Superados, como ya vimos, algunos
de los problemas que, muy sumariamente, he-
mos citado (descapitalizacién, no separacién
entre pesca y transformacién, etc.) con unos
mercados garantizados y con la ayuda técnica
adecuada, los problemas que subsistian (necesi
dad de importar hojalata y aceite) podfan com-
pensarse con la baratura relativa de la mano de
obra y con las excelentes condiciones pesqueras
que ofrecia la plataforma maritima. En este con-
texto nace la industria conservera gallega,
5. LA FORMACION DE LA INDUSTRIA
CONSERVERA GALLEGA, 1882-1905
Se impone, pues, finalmente hacer algunas
reflexiones sobre el periodo ya propiamente
de formacién del sector conservero gallego,
que se puede considerar empieza hacia 1882,
afio del decisivo tratado con Francia. La eleccién
del afio 1905 como limite del estudio responde
ala conviccién de que para entonces —podriamos
tomar quizé 1906 6 1907— las conserverias
gallegas alcanzan su madurez, son un sector ya
plenamente formado. Primeramente porque la
produccién, como ya dijimos, se multiplicé por
cifras muy altas durante el perfodo que acaba en
es0s afios, encontréndose ya en una primera Ii-
nea mundial, a la altura de las bretonas; en se-
gundo lugar, porque por los afios 1904-1906
comienza a generalizarse en Galicia la soldadura
mecénica de las latas (51), avance tecnoldgico
que venia a reducir los costes de soldadura
—algunos autores estiman que hasta en un 80
por 100 (52)— y a eliminar toda una categori
la mejor pagada y la més reivindicativa, de los
trabajadores de las fébricas de conservas: la de
los soldadores, pues para manejar las nuevas
‘méquinas, la mano de obra necesaria era menos
y de menor cualificacién (53). Finalmente, y este
es un indicador basico de la madurez del sector,
el 28 de febrero de 1904 se funda en Vigo la
Unién de Fabricantes de Conservas (54), prime-
ra patronal del mismo.
Pero, al margen de indicadores cualitativos de
la creciente importancia del sector, hay también
un excelente indicador cuantitativo para todo el
periodo del que estamos hablando; se trata de
lap cifras de exportacién al extranjero, ya que
durante estos afios —y aun hasta la Guerra Ci-
vil— el sector produce précticamente para la ex-
portacién, tal como se puede ver en el cuadro
niimero 2, donde se reproducen las cifras que a
este respecto proporciona el informe de una co-
misién francesa que visita Vigo en los afios de
cambio de siglo (55)
CUADRO NUM. 2
PRODUCCION Y EXPORTACION
DE CONSERVAS DE SARDINA EN ACEITE
EN LA RIA DE VIGO (toneladas)
1896 20871810 «86,72
1897 2074 «= 1978 95,42
1898 2283-2095 91.76
1899 2asi 9975
Media anual 2231 93.63)
Fuente: «Rapport présenté par Vnspecteur Général des Pé-
ches Fabre-Domergue (..) su sujet des procédés de péche de
la sardine en Espagne et au Portugale, Annexe du Journal OF
ficje du 28 juliet 1906.
183En el grafico 2 y cuadro num. 3 puede seguir-
se la rdpida marcha ascendente de las exporta-
ciones, cuyo valor medio durante el quinquenio
final de este perfodo multiplica por 16 al corres-
ondiente valor del quinquenio inicial, Iualmen-
te, pueden alli apreciarse los distintos ritmos de
este crecimiento que después de un espectacu-
lar arranque durante los aiios ochenta, en los
que la crisis bretona y el limitado desarrollo de la
industria portuguesa dejaban el campo libre a
las conservas gallegas (que ademas partian de
un nivel muy bajo, lo que acentua la espectacu-
laridad del arranque), disminuye notablemente
durante la década siguiente. La vuelta de la sar-
dina a las costas bretonas y el desarrollo de la
industria portuguesa hacen entonces més dificil
mantener un ritmo de crecimiento de las expor-
taciones como el que se venja llevando en la dé-
cada anterior (56). Sobre todo cuando, a nivel
interno, alin quedaban problemas por resolver
que las faciles condiciones de! mercado interna-
cional hab/an ocultado anteriormente. El de la
modernizacién de las artes de pesca se demues-
tra entonces como el fundamental, ya que si con
los aparejos y métodos de traccién tradicionales
se podia haber suministrado la sardina necesaria
para la primera expansidn del sector conservero,
la continuacién de la expansién exigia una reno-
vacién en los procedimientos de captura, o de
lo contrario las nuevas demandas no sélo del
sector de transformacién, sino también para
consumo en fresco de los nuevos mercados del
interior peninsular, abiertos con la llegada del fe-
rrocarril a La Corufia en 1883 y a Vigo dos aos
més tarde, provocarian el alza en los precios de
la materia prima, cuya baratura era precisamen-
te la clave de la competitividad internacional de
las conservas gallegas (57). La introduccién de
los cercos de jareta, impropiamente llamados
también traifias, arte que permitia mayores y
ms continuadas capturas, que se produce entre
los afios 1897 y 1905, es precisamente, en lo
referente a la pesca de la sardina, el recurso que
viene @ permitir la superacién del estrangula-
GRAFICO 2
Unidad: 10 Tm.
g
sgsse g 8 8 888
3
Fuente: Estadstica dol Comercio Exterior de Espa
184
EXPORTACIONES DE CONSERVAS ALIMENTICIASSER eee
GRAFICO 3
EVOLUCION DE LAS EXPORTACIONES FRANCESAS Y GALLEGAS
DE CONSERVAS DE PESCADO, ENTRE 1890 Y 1905,
EXPRESADAS EN MILES DE TONELADAS
Fuentes: A Marie D'Avigneu. op. ce Estacstica del Comercio Extevior de Espots,
miento que se estaba empezando a producir, in-
troduccién en la que los propios fabricantes de
conservas juegan un papel determinante, tanto
adquiriendo ellos mismos en ocasiones las nue-
vas artes y embarcaciones como facilitando su
adquisicién a marineros individuales, 0 a socie-
dades de marineros que se forman a tal efec-
to (58). La consolidacién de esta nueva arte,
de la que en el afio 1906 existen ya en Gali-
cia 711 (59), junto con una nueva crisis en las
pesquerias bretonas, constituyen la base de la
nueva arrancada que se observa en el grafico 3,
que situaria a Galicia ya en el afio final de nues-
tro estudio por encima de Francia como expor-
tadora de conservas de pescado.
El sector conservero que se dibuja en torno a
1905 no se parece ya en casi nada al de la épo-
ca previa (1841-1882) y resulta incluso muy di-
ferente al del comienzo del periodo de forma-
cién. Se trata ahora ya no de una produccién
artesanal en la que participan junto a los salazo-
eros, confiteros y farmacéuticos, sino de una
produccién industrial especializada dirigida por
un grupo empresarial, el de los conserveros, con
clara conciencia de sus intereses como tales.
Los conserveros son en su mayor parte, los des-
cendientes de los antigos fomentadores (60), y a
CUADRO NUM. 3
EXPORTACIONES DE CONSERVAS
DE PESCADO POR EL CONJUNTO
DE LOS PUERTOS GALLEGOS.
3) Wear pangonae ont) OTe emer
1861-1865 15
1866-1870 29
1871-1875 125
1876-1880 206
1881-1885 380 1980-1885 17,20
1886-1890 1247 1885-1890 28.73
1891-1895 2281 1890-1895 9.18
1896-1900 2.808 1895-1900 -0.87
1901-1905 6278 1900-1805 31.51
16.52
Total perfode 1880-1905
Fuente: Estadisticas de! Comercio Exterior de Espana
veces simultanean ambas actividades en los
mismos 0 contiguos locales, aunque también se
constata la presencia entre ellos de comercian-
tes de pescado en fresco, indianos y banqueros.
Se trata de una produccién especializada y com-
185MAPA 1
LOCALIZACION DE LAS FABRICAS DE CONSERVAS GALLEGAS
EN EL ANO 1907
. Bs
o
=
)
|CORCUBION
| ( FIA DE NOIA
NI
FIA DE AROUSA
pone GUAR
RIADE ViGON
petitiva, que tiene una presencia creciente en el
mercado internacional en el que concurre venta-
josamente con Francia, antiguo coloso del sec-
tor, que reconoce por boca de una comisién
nombrada para estudiar el sector en Galicia, la
superioridad de éste sobre el francés, debida
principalmente a los inferiores precios de la ma-
teria prima bésica (61)
El crecimiento del sector, cuya dimensién me-
dia aumentd entre los dos quinquenios extremos
de nuestro estudio, ya que el numero de fabricas
186
eae
onTQUERA _vWveRO
FE
f a
= RIBADEO
se multiplica por 10 mientras que la cifra de pro-
duccién lo hace por 16, se concentra especial-
mente en la ria de Vigo (véase mapa num. 1),
y serd por esa razén alli donde se dejen notar en
mayor medida los efectos de arrastre que se de-
riven de tal crecimiento. Pero Vigo no es sélo
por aquel entonces el primer centro conservero
gallego, sino también peninsular; como se puede
ver en el cuadro nim. 4, el nimero de fébri-
cas de la ria de Vigo es muy superior al de cual-
quier otra localidad espafola, e incluso Setubal,
principal centro productor portugués, quedaCUADRO NUM. 4
NUMERO Y PRODUCCION EN TM.
DE LAS FABRICAS DE CONSERVAS
DE PESCADO ESPANOLAS SEGUN
EL ANUARIO DE PESCA DE 1908
Zumaya 3 638
Bermeo 4 870
Lequeitio e/a 335
Bilbo 2 499
Requejada 2 499
San Vicente de la Barquera 3 234
7 375
2/6 260
Santander 4 1
Santoha oe 630
Vilaviciosa 2 242
Ribadesella 2/1 110
Luanco es 1552
Aviles 3 353
Uarea of” 33
ibadeo 5 234
Viveiro *
Ortigueira 2 38
La Coruna 6 867
Sade 2 63
Coreubiée 2 212
Muros 473 1.458
Vilagarcia 7 4018
Nola 4/3 152
Caraminal 23/13 3.404
Maria 8 708
Buew 3 1.080
Sanxerxo 2 510
Vigo 32/40 7.063
Cangas os 610,
Baiona 34 =
Ayamonte 3 985
Isla Cristina 8/7 4738
Caciz 4 ‘430
Barbate 4 680
San Fernando 1 337
Tarifa 1 7
Melita 1 ?
(7) Las estadisticas se refieren a fébricas en actividad;
‘como algunos establecimientos permanacen cerrados duran-
te parte del afio, no es siempre idéntico al numero de ellos
‘que funciona durante los dos semestres, diferencia que se in-
‘ica an el Anuario. En nuestro cuadro indicamos —en Ios IU-
{gares donde existe esta disparidad— las dos cifras, separa-
{das por una raya inclinada,
queda por debajo de la primera productora ga-
llega (62). En todo caso, no es Vigo el unico cen-
tro gallego de elaboracién de conservas de pes-
cado, y tal como se puede ver en el cuadro
numero 5, Galicia como conjunto agrupa més de
la mitad de las fabricas y de la produccién espa-
fola. :
En cuanto a los efectos de arrastre inducidos
sobre otros sectores y ramas, sobre creacién de
empleo o sobre la propia estructura social en su
Conjunto, la importancia de las conserverias no
puede, como ya dijimos, ser comparada con la
de los sectores «punta» de la revolucién indus-
trial; pero eso no quiere decir que su papel fuera
despreciable. En nuestro caso, la formacién de la
industria conservera resulté decisiva en la con-
formacién de la estructura econémica poste-
rior (63). La mayor parte de la industria gallega
del presente siglo es heredera, directa 0 indirec-
tamente, de la industria conservera o de aque-
llas otras actividades que en relacién con ella se
desarrollaron en los ultimos afios del siglo xix y
primeros del xx: construccién y efectos navales,
fabricacién de envases, estampacién de hojala-
ta, etc. La expansién de Ia industria gallega de
los afios 1960 no es un fenémeno que aparezca
ex novo, sino que hay en él —con la excepcién
de los sectores monopolistas— una clara conti-
nuidad con relacién a la industria nacida con an-
terioridad a la Primera Guerra Mundial.
Resumiendo muy brevemente, los efectos de
arrastre inducidos por la industria conservera
podrian ser clasificados en tres grupos. En pri
mer lugar, efectos sobre el sector pesquero pro-
piamente dicho. En tal sentido, ya hemos indicado
la importancia que tuvo la demanda ocasionada
por el desarrollo de la industria conservera en la
modernizacién de las artes utilizadas en el sec-
tor extractivo. Pero, en todo caso, esta influencia
no se redujo @ promover la adopcién de nuevas
artes como los cercos de jareta, a la que mas,
atrds nos hemos referido, sino que hay que con-
tabilizar también el impulso dado a la adopcién
del vapor como método de traccidn, sobre todo
en un tipo de pequefia embarcacién de uso poli-
valente, la «motoras, utilizada tanto para la pes-
ca de la sardina con cerco como para la de otras,
especies al palangre, que alcanza gran difusién
en Galicia en los ahios de cambio de siglo (64).
Los arrastres a vapor, utilizando muchas veces
CUADRO NUM. 5
NUMERO DE FABRICAS DE CONSERVAS
DE PESCADO Y PRODUCCION TOTAL
DE LAS MISMAS, EXPRESADO
EN PORCENTAJES SOBRE EL TOTAL
ESPANOL
Zona Cantabrice (*) 35 20
Galicia 56 53
Zona Sur (Cadiz Huslva) 3 21
100 700
Fuente: Elaboraesn propia sobre datos de Anuavio de Pesca y stad
ico do ao 1907, Mads 1908.
(°) nctuye Astras, Pas Vasco y Santander
187‘embarcaciones de mayor porte, como en el caso
de los bous, comenzarén igualmente su répida
expansi6n a partir de 1903 (65), pero ya mas en
relacién con las necesidades de suministro de
pescado fresco al interior de la Peninsula que
propiamente con la demanda directa de la
industria conservera, ya que es més bien a la
merluza, besugo y otras especies distintas de la
sardina a las que estas embarcaciones se dedi-
can (66),
En segundo lugar, efectos sobre la construc-
cién naval y actividades complementarias. El
crecimiento de la demanda de embarcaciones
pesqueras movidas a vapor y progresivamente
de mayores dimensiones que las tradicionales,
va a impulsar la creacién de un sector especiali-
zado en la construccién de cascos para este tipo
de buques. La fundicién viguesa «La Vulcano»
adaptaré ya desde 1886 méquinas de fabrica-
cién inglesa a cascos de madera de fabricacién
local, y a ella corresponderd el mérito de ser tres
afios més tarde el primer taller gallego que dé el
paso de la simple instalacién a la fabricacién de
calderas de vapor para buques de pesca (67).
Establecimientos como este, 0 como los de «La
Mecénica» en la misma ciudad, 0 los de Chas
que se instalan en La Corufia poco mds tarde, se
dedicarén a la construccién de pequefias calde-
ras para embarcaciones de pequefio tonelaje
—«motoras»—, pero sobre todo a su reparacién
y montaje, porque en realidad durante los afios,
1890 son de procedencia inglesa la inmensa
mayor parte de las méquinas instaladas en las
embarcaciones pesqueras gallegas (68). Mayor
que en las tareas de construccién de maquinaria
serd el impulso en las de construccién de cascos
para buques de pesca, donde pronto destacard
la firma viguesa «Vda. de J. Barrerasy que esta-
blecida en 1892 (69) se colocaré en seguida
‘como primera productora del sector, entregando
en los diez primeros afos de trabajo més de
Notas
(1) CL Cutting, Fish saving. A history of fish processing
from Ancient to Modern times, Londres, 1955; Ch. Singer.
E.J. Holmyard, A.R, Hall T. | Williams, 4 history of techino-
logy, Oxtord, 1957, vol. I
(2) Sobre la formacién del sector conservero bretén sigue
siondo imprescincible A. Marie D’Avigneu, Lindustrie des
conserves de poisson en France metropoitaine. Rennes, 1958;
también de interés, Jean-Louis Decroix, Le développement de
Tindustrie francaise de la conserve, Paris, 1964.
—————— naa!
80 vapores de pesca (70). Detrés de Barreras
vendrén Llauger, Cardama, M. Romero (Vilagar-
cfal, y ya con posterioridad Sanjurjo, Troncoso y
Santodomingo, etc. (71).
En tercer lugar, la industria conservera induce
el establecimiento de algunas industrias produc-
toras de materias auxiliares, No entraremos aqui
a discutir la cuestién de si una de ellas podia ha-
ber sido, como en Brotafia, la manufactura de
hojalata (72), y de por qué no lo fue, sino simple-
mente a recordar que, tras unos inicios en que
los envases ya litografiados procedian de Ingla-
terra, aparece en 1890 en La Corutia de la mano
de un abogado de la misma localidad y de un re-
ciente repatriado de la emigracién cubana, «La
Artisticay, empresa dedicada a la «estampacién
de hojalata, papel y construccién de envases
metdlicos para toda clase de industrias» (73)
Aproximadamente diez afios més tarde, «La Ar-
tistican, ahora en Vigo, y «La Metalirgica», tam-
bién en esta ciudad, completan el cuadro de las
‘empresas dedicadas a esta actividad en los afios
anteriores @ la Primera Guerra Mundial (74)
Temas como el de los mercados de la indus-
tria conservera 0 como el de los problemas de
suministro de las materias primas auxiliares,
‘quedan sin tocar en estos apuntes, que no pre-
tendian ser otra cosa que una breve panordmica
sobre los comienzos de una transformacién en
la economia litoral gallega, acaecida en los afios
de cambio de siglo, tan importante como desco-
nocida. Transformacién que trae aparejada la
utilizacién, por primera vez en Galicia, de canti-
dades relevantes de trabajo asalariado y proce-
dimientos mecénicos de fabricacién en serie y
‘con continuidad y que atin hoy marca con su im-
pronta la estructura de la economia gallega
aunque en todo caso fuera incapaz de constituir
un motor de desarrollo para el conjunto de ella
que permitiera hacer de Galicia el pais desarro-
llado e internamente articulado que, desde Iue-
g0, no es.
(3) Sequin un informe del eénsul inglés en Vigo, sélo una
tercera parte de las sardinas capturadas en Galicia se desti-
rnaba al consumo en fresco, siendo el resto saladas y env!
das «principalmente a los puertos del Mediterrdneo 0 a la
costa septentrional de Esparia, asi como algunas cantidades
2 las colonias espafiolas, alos puertos de Sudamérics y a Si-
clliay. Cf «Report by W. C. Brackenbury, British Consul at
Vigo, on the trade of that port during the year 1856», en Bi
tish Parliamentary Papers, Accounts and Papers, XXVIII,
1857,
(4) R. Calla, Recherches sur la piche de la sardine en Bre
‘agne et les industries qui s'yrattachent, Nantes, 1855,
188a
(5) A.M.D’Avignou, op cit, pp. 31-32.
(8) J.L Decroix, op. it
(7) Las primeras fébricas bretonas datan de la segunda
rmitad de la década de 1820; entre 1825 y 1837 se crean
alli_once establecimientos de conservas de pescado. Cfr,
A.M. D’Avigneu, op cit, pp. 82-83
(8) Un estudio més amplio sobre este tema es la segunda
parte de Ia tesis doctoral, de préxima publicacién del autor de
este articulo, Produccién text! rural e actividades maritimo:
pesqueires na Galiza, 1750-1908, Santiago, 1983 (en ade-
lante, Tesi).
(3) J. F Zambrana Pined, La fabricacién de aceite de
liva en Espatia, 1870-1930», Agricultura y Sociedad, nime-
10 19, 1981
(10) Véanse quejas a este respecto en «Conservacién de
las sustancias animales y vegetales», Semanario de la Indus-
tria y revista de los intereses materiales, nim. 47, Madrid,
1847,
(11) Enel archivo de la firma «Conservas Mass6x (Bueu)
se conservan algunos legajos relatives alas actividades de la
empresa «Mass6 & Dargenton», propietaria dela fébrica «La
Perfecciény, en los que se contienen abundantes referencias
2 esta ouestién, y que hemos podide consultar gracias @ la
‘amabilidad de don Tomas Maseé.
(12) J. Caveda, Memoria presentada al excelentisimo se-
‘or ministro de Comercio. Industria y Obras Piblicas. por la
Junta Calfcadora de los productos de ta industria esparola,
‘eunidos en la Exposicién Publica de 1850, Madrid, 1851:
E. Feméndez de Pinedo, «Nacimiento y consolidacién de la
modema siderurgia vasca (1849-1913): el caso de Vizcaya,
Informacién Comercial Espariola, nim. 598, 1983.
(13) En el ato 1890, la caja de 45 kg. de hojlata clase IC
utiizada para envases de conservas— de fabricacién i
lesa valia en origen 27,50 ptas, siendo el precio de la mis-
ma mercancfe fabricada en Bibba0 por «Goitia y Cis.» de
35 ptas. Cr. L Sitges, «La industria de conservas y la ley de
‘admisioness, en Revista de Pesca Martina, 1890, pp. 112-119.
(14) AM, D’Avigneu, op cit, pp. 198 y ss.
(15) «Ley de 6 —IV— 1888 sobre admisién temporal en
la Peninsula ¢ islas Baleares de las mercancfas que se impor-
ten para ser modificadas o trensformadas por la industria nz
cionala, en Ministerio de Economia Nacional, Seccién de
Politica Arancelaria, Recepitvacién de la legislaién comple
‘mentaria de los Aranceles de Aduanas hasta fin del afio 1929,
Madtid, 1930, vol. | p. 87.
(16) R.0. de 18-III-1908 del Ministerio de Hacienda
concediendo la admisién temporal de la hojalata en bianco
para la preparacion de envases de conservas destinadas a la
exportacién, i. id. pp. 267-270.
(17) Véase infra,
(18) Aunque no disponemos de ningua serie completa de
‘exportaciones distibuidss por paises de destino para todo el
period, sf que conacemos las cifras de varios afos en las,
décades de 1840 y 1850, que proporcionan los informes
cconsulares franceses, as! como las cifras de exportacién por
uertos que ya en la de 1860 ofracen las Estadisticas de Co-
‘mercio Exterior de Espata. En ambos casos, las exportacio-
nes de conservas por los puertos gallegos a Europa son préc-
ticamente nulas.
(19) Véase sobre esta cuestién F. Vilares, La propiedad
‘de Ia terra en Galicia, 1500-1936, Madrid, 1982.
(20) Sobre el origen catalén de los fomentadores de sala-
26n ya han insistido convenientemente A, Meijide Pardo,
Contribucién de los catalanes al desarrollo de la industria
esquera de Vigo (1750-1815)s, en Aportacién esparola af
XXI Congreso Geogréfico Internacional, Madrid, 1969; Nego-
iantes catalanes y sus fébricas de salazén en la ria de Arosa,
1780-1830, La Coruita, 1983; asi como también L. Alonso
Alvarez, Industriaizacién y conflicts sociales en la Galicia del
Antiguo Régimen, Madrid, 1976,
(21) Vease Tesis.
(22) Ya que venia siendo norma desde los ahos 1840 in-
texpretar por la Direccidn General de Rentas Estancadas que
para acceder a las ventajas en el precio de la sal otorgadas:
por la R. O, de 31-XII-1828, era necesario ser propietario no
sélo de almacenes de salaz6n, sino también de lanchas y
aparejos, Cfr. R. Buch: «De la pesca en Galiciay, en Revista
Econdmica de la Real Sociedad Econdmica de Amigos del Pals
{de Santiago. vol. |, 1858-1860, ast como Archiva Alvaro de
Bazén. £1 Viso del Marqués, Pesca Asuntos Particulates,
expte. del afo 1842.
(23) En 1870 habla dos fébricas en Santander, ocho en
Asturias y siete en el Pais Vasco, por sélo tres en Galicia,
Cr. «La pesca en Espafia. Memoria redactada por orden del
Almirantazgo y a peticisn de la comisién espafola de la ex
posicidn de Viena, por el coronel capitn de fragata don Ce.
séreo Gonzélez Duro. Aflo 1872, en Biblioteca del Museo
Naval Madrid, Ms, nim. 1931, pp. 49-50
(24) Elaboracién propia en base @ los datos contenidos
fen las siguientes fuentes de informacién, Exposition Univer
selle de 1867. Catelogue générale de la section espagnole, Pa-
tis, 1867; Goday Varela, Manuel, «Fundacién y antacedentes
de la moderna industria conservera gallega», en industria
Conservera, ims. 175-176, 1954; A, Reinoso, «Fébricas de
Salazones y conservaso, en Revista de Pesca Maritima, 1885,
pp. 193-196; Cazélogo metédico de la Exposicién Publica de
Galicia, Santiago, 1850; Archivos de Protocolas de Vigo y
Nola, Varios,
(25) Como se puede ver, por ejemplo, en el catélogo de la
case «Curbera Hnos.» que reproduce M. Paz Graells, Explora-
Cin cienttica de las costes del Departamento Maritimo del Fe-
‘ol veritcads de orden del Almirantazgo en el verano de 1869,
Madrid, 1870; 0 en os que también se reproducen en Expos
tion Universelle de 1867.
(26) Para una exposicisn mas amplia de las caracterisi-
cas de esta etapa, asi como para su justificacién documenta,
10s remitimos a Tesis.
(27) Las fébricas en funcionamients en 1880 eran las de
Carrefio y Caamaho de Noia, Lazaro Fernéndez en la Povoa
{do Caramifal, Curbera en Vigo, Goday en Arousa y Castro/
Pea en La Corufa
(28) Informacién aparecida en Faro de Vigo de 6-II-1906;
do estas 82 fabricas, 38 estarian situadas en fa ria de Vigo.
15 en la de Arouss, ocho en la de Marin-Bueu, cinco en la de
‘Muros y niimeros inferiores on ol resto de la costa gallege.
Fuentes de més consistencia evalian el nimero de estable-
cimientos dos afios después en 106. Cir. Ministerio de Mar-
nna. Direccién General de Navegacién y Pesca Maritima:
Anuario de Pesca y Estadistico del aro 1907, Madrid, 1908.
(28) Estadtstica del Comercio Exterior de Espana,
(30) Julién de Pastor, Estudios sobre el desestanco de la
sal Madrid, 1880.
(31) FJ. de Salas, Historia de la matrcula de mar y exe
‘men de varios sistemas de reclutamiento maritima, Madd,
1870.
(32) La importancia de esta norma ya fue sefalad en su
189dia por la Real Sociedad Econémica de Amigos del Pats de
Santiago: Informe sobre fa conveniencia de embarcar sal para
atender ala conservacién del pescado cogido an la mar en sus
relaciones con la industria pesquera y de salazdn, Santiago,
1885,
(33) Ya que la diferencia entre el precio de estanco y el
de agraciay era importante; nétese que, por regla general e!
primero multiplica por cinco al segundo durante el perfodo
1828-1869,
(34) Cléndido) Rlasila), «Informe elevado @ la superior
{dad con motive de las cuestiones suscitadas acerca de las
{abricas de salazén», en EF Libredén, 2" época, nim. 1931
Santiago, 1884; también el informe citado en nota 32.
(35) Los derechos de importacién, que en los aranceles
de afios anteriores ascilaban entre las 30 y las 40 pesetas
por qm, son rebajados a 18,75 en el afo 1869; aunque pos-
teriormente se vuelven a elevar, no alcanzarin ya las cifras
anteriores (un arancel proteccionista como el de 1891 esta:
blece tales derechos en 24 ptas). Ct. los respectives Arance-
les de Aduanas. y F. Sénchez Ramos, La economia sidenirgica
esparila, Madrid, 1945.
(36) Sobre todo porque. hasta un cierto momento, la sa-
lazén no marchaba mal, tenia unos mercados creados y ren-
‘dia unos beneficios razonables (véase Tesis). Para los que
vlan el sector desde lejos, no habia desde su interior est
mulos como para abandonar una actividad sencilla y renta-
ble, y embarcarse en una inversin relativamente costosa
para realizar un proceso de produceién mas complicade, que
ademés tropezaba con algunos obstéculos a los que ya nos
hemos reterido
(37) No porque la emigracién se interumpa por estos
saitos (véase X A. Lépez Taboada, Economia e poboacién en
Galiza, A Coruna, 1979), sino més bien porque sus antiguos
veleros no pueden resist la competencia para el transporte
de emigrantes de los vapores de las grandes compatias eu-
Fopeas. El cénsul francés en Vigo indica ya en 1873 cémo
los navios a vapor sustituyeron totalmente a los de vela en
este transportex, Ctr. Archive du Ministére des Affaires
Etrangetes, Paris, Correspondance Consulaire et Commerciale,
Vigo. vol. 2, fol. 41
(38) Entre los aos 1840 a 1868, todas las proclamas,
{olletos y exposiciones de los fomentadores denuncian el es:
tanco de la sal como el principal problema del sector, legando
la Junta de Comercio de Vigo, dominada por los fomentado-
ros, a ofrecer su apoyo electoral a quien enarbolara la reivin-
dicacién del desestanco, Véase «Principios politicos y econd-
‘micas de la Junta de Comercio de Vigo», en Faro de Vigo de
17-1%-1856,
(39) A.M, D’Avigneu, op cit
(40) fa. fd, pp. 142-3; Marie-Annick Bemier, «Etude
comparée de la sardine en Bretagne et au Portougals, en La
Bretagne. Le Portugal. Le Brési, Actes du cinquantenaire de fa
‘eréation en Bretagne de Fenseignement du portugais, s. 1,
1973, pp. 445-453,
(41) A.M, D’Avigneu, op. cit. pp. 145; también Vasco
Pulido Valente: «Os conserveiros de Setubal, Analise Social
ums. 67-68-69, 1982.
(42) El arancel francés para la importacién de conservas|
de pescado es rebajado para los paises con las que Francia
‘mantiene tratados de comercio de 31,20 a 10 francos por
‘cada 100 kg; la rebaja se aplicard a los productos proceden-
tes de Espata en virud del tratado de 1882. Cfr. J. Becker,
Relaciones comerciales entre Espara y Francia durante 6! siglo,
ss
XIX, Madrid, 1910; E Rausch, Franzésische Handelspoltit
vom Frankturter Frieden bis zur Tartraform van 1882. Leipzig.
1900, pp. 194-5.
(43) M, Génvle-Réache, Rapport général au Ministre de a
‘Marine et des Colonies sur la péche dela sardine, Paris, 1888,
83.
(44) Registro Mercantil de Pontevedra, Sociedade, libro
3 antiguo, fols. 78 y ss,
(45) Sobre las causas y condiciones de la disolucin, pro-
vvocada por le propia disolucién de la sociedad francesa, véa-
se Archivo del Museo Maritimo de Bueu (en adelante MMB),
Copiadores especiales, nim. 4, fol. 462 y ss
(46) Fomento de la producciéin Las 1.800 mayores empre-
505 espariolas, ed. 1983,
(47) Carta de Dargenton & Domingo @ S. Massé de
17-XII-1882, en MMB, Correspondencia de Dargenton & Do-
‘mingo, 1882-1887
(48) Mareiro, «El retablo de los precursoresy, en Industria
Conservera, nuims. 175-176, 1954,
(49) Los soldadores eran los inicos trabajadores cualifi-
c.ados y, al mismo tiempo, casi los nicos que trebajaban du
rante todo el afo; constitulan una especie de aristocracia
‘obrera entre el conjunto de los trabajadores y trabsjadoras
de las fdbricas de conservas, que en su mayor parte trabaja-
‘ban s6io estacionalmente y por salarios muy inferores
(50) MMB, COD, carta de 26-IX-1883,
(51) Gaspar Massé, Origen y desarrollo de la industria
‘conservera en Galicia. Vigo, 1967, p. 37.
(52) A.M. D’Avigneu: op cit. p. 264.
(53) Sobre las diferencias entre los distintas métodos de
soldedura, condiciones de manejo de la maquinara y iferen-
cas de productvidad en esta fase del proceso de produccién, |
10s remitimos al excelente V. Pulido Valente, «Os conservei- |
ros de Setubal |
(54) «De fa Unién de Fabricantes de Conservas de la ria
de Vigo a la de Galicias, y J. Curbera Curbera Alonso, «Hoy,
més que hace 100 afos, ambos en Industria Conservera,
mnims. 175-176, 1954.
(55) La utilizacién de las cifras reletivas @ conservas de
sardina como cifras totales de produccién y exportacién de
conservas responde al hecho de que, durante este periodo
(1882-1905), es aquel cupleido précticamente la nica es-
pecie envasade,
(58) Dificutado ademas porque en Francia no sélo vuel-
ve a sardina, sino también la proteccién que, a partir de
1891, tiende a equipararse a la anterior al tratado de 1882,
Cr. Revista de Pesca Maritima, 1891, varios nimeros.
(57) Después de s6lo cuatro afios de la apertura de la co-
‘municacién ferroviaria con el interior, salen ya de la estacidn
de Vigo en los afios 1889-1891 un promedio anual de
3.400 toneladas de pescado fresco. Ctr. Memoria sobre el
progreso y adelanto de las obras del puerto de Vigo. Aria eco-
némico de 1890 a 1891, Vigo, 1892. El cénsul inglés en Vigo
indica ya en su informe de 1890 cémo «la importante ex
traccién de pescado fresco al interior eleva los precios y de-
tiene la exportacién de conservasy, BPP, Accounts & Papers.
LXXVI, 1880, fol. 20.
(58) Véase Tesis. |
(59) Ministerio de Marina, Anuario de la Pesca Mantima |
on Esparia, Madrid, 1908, apéndices.
(60)_En una muestra de empresas conserveras del perio- |
do 1880-1907, constituids por las 38 que se ingcriben du-
190rante esos afios en los Registros Mercantiles de La Corutia y
Pontevedra, se detecta la partcipacién de antiquos fomenta-
dores en un minimo de 15 casos. Partcipacién que debié sor
fen realidad notablemente superior porque las empresas que
‘adoptan forma de sociedad son en su mayor parte las no es
twictamente familiares, y la empresa de salazén tenia en su
‘mayor parte este cardcter (cr. Tesi
(61) «Si observamos el precio al que los fabricantes fran-
‘coses pagan a los pescadores el pescado, vemos con fre-
‘cuencia que séio ol valor del pescado contenida en una lata
{rancesa aleanza 0 sobrepasa el precio total (pescado, aceite,
hojalata, mano de obra) de una lata extranjeran, véase «Rap-
port.) Fabre-Domergues.
(62) A M.D’Avigneu, op cit. p. 244.
(63) Sobre esto hemos insistido en X. Carmona y X. Gar-
fa Lombardero, «De la crisis de! antiguo régimen a la forma-
cidn de los primeros sectores industriales. Dos puntos de
inflexion en la historia contemporénea de Galician, comuni-
ceacién a la IX Reunién de la Asociacién Esparole de Ciencia
Regional Santiago, 1983 (en prensa)
(64) Enla ria de Vigo, que es donde, en consonancia con
el mayor desarrollo dela industria conservera, antes e intro-
duce el vapor como métode de tracciéa, aparecen las dos
pprimeras embarcaciones de madera asi propulsadas en
1882, siendo ocho las existentes site afios mds tarde, y
ya 30, en 1892. Cfr. Junta de Obras del Puerto de Vigo,
Memoria sobre el progreso y adelanto de las obras del puerto
de Vigo, Vigo, varios ahs,
(65) Los arrastres @ vapor aparecen por primera vez en
Vigo en 1889, pero la oposicién de los armadores y mari
ros de los palangreros consique retrasar su difusion, Esta se
produciré répidamente a partir de 1903, sobre todo en el
puerto coruiiés, que ya contaria cuatro aos mas tarde con
44 arrastreros a vapor (12 parellas y 20 bous}. Cf Tess.
(66) Sobre las caracteristicas de los distintos tipos de
arrastres, especies capturadas por cada uno de ellos, etc
puede consultarse 8. Rodriguez Santamarina: Diccionario de
artes de pesca de Espana y sus pasesiones, Madrid. 1923, asi
‘como también «Pesca de altura por arrastre en el norte yno-
roeste de Espafiae, en Anuario de pesca y estadistco de la
Marina Mercante del ario 1910, Madrid, 1911, pp. 51-112,
(67) Faro de Vigo, 18-V-1888,
(68) BPP, Accounts and Papers, 1907, XCII, fol. 464,
(69) Ciemo teinta y seis aos de actividades en las indus-
trias de la pesca, de la navegacién y de la construccién naval
Hijos de J. Barreras, S.A. Vigo, 1955.
(70) Las construcciones navales en Espana: Asilleros y
talleres Barreras en Vigo, Vida Maritima, nim.21, 1902.
(71) Anuario de pesca y estadistico del ario 1907, Madrid.
1908, y A. Bemdrdea, «Los negocios de Galician, Revista Na-
‘ional de Economia, I, 1917, num. 7.
(72) A.M, D’Avigneu: op cit. p. 196.
(73) Tettamancy y Gastén, Apuntes para la historia co-
‘mercial dela ciudad de La Corufa, La Corufa, 1900; efectia
‘ademas una excelente descripcisn de la fébrica
(74) Registro Mercantil de Pontevedra, Sociedades. libro
4 fol. 33, y también Camara Oficial da Comercio, Industria y |
Navegacién de Vigo, Vigo ante el segundo Congreso del Co- |
‘mercio espariol en Ultramar. Vigo, 1929, |
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