cOp1G0 PENAL CDMENTADO
Comentario
Héctor Hernindes
BI Ar. 1 ext eomado del
Are. 1° del Cédigo espanol de 1850,
‘eon dos modifeaciones. L prime-
sa, de orden formal, coasistente en
suprimic en la definicién del inciso
primero la referencia a ks fleas, no
cbstante haberse aprobado inicial-
mente con esa referencia (sesién 3,
de 30 de abril de 1870, Actas, 5),
‘oon segutidad para hacrla concor-
dante con la division de los deltos
aprobada en el Art. 3°, cuya version
dlefinitiva fue aprobada en la misma
sesidn en que se aprobé definitiva-
mente el Art. 1° (esi6m 121 de la
Comisién Redactora, de 24 de mas
zo de 1873), en ambos exsos sobre la
base de una propuesta de redacci6n.
para los cuatro. primeeos articulos
hiecha por el comisionado Renjifo
(Aces, 217). La seguoda recae en
a ineiso cercero, pues si bien habia
sido aprobado inicialmonse sia. mo-
dificaciones en. la sesi6a 3* (Actas,
5), Tuego, en la sesiém 116, de 14
de marzo de 1873, se sccmplazé a
a del comisionzdo Ganda-
rills la vor “hecho” por fa de “de-
lito", para comprender tanto accio-
nes como omisiones (Actas, 212), ¥
fuego de rechazarse se propuesta cn
‘orden a que se hablara simplemente
de un mal “distinto det que se hubie-
Fe propuesto ejecutar” para abrazar
0
también delitos contra las cos35, alo,
ue se replicé que, adiferencia de los
delicos contra las personas, a veces el
error sobre la cosa dasada puede im-
pliear que no se haya cometido deli-
to alguno (Actas, 212), se introdujo
la segunda oracién, manifestindose
“que era necesario ampliar el inciso
para dejar consignada de un modo
‘espreso su inteligencia i aleance que
Altiene; de manera que en los delitos
0 falas cometidos equivocadamence
conera una persona distinta de aque-
lla contra quien se habia intentado
obras, si esultare un hecho mas gra-
vve que el proyectado solo se impon-
gala pena que a éte coreesponda:
pero siel delito efectivo Fuese menor
que el que se pensé cometer, tinica-
mente se aplique la pena merecida
por el hecho real. Asi, por ejemplo,
‘lguien creyendo marar aun estra-
fo mata a su padre no se le impon~
dei la pena de particidio sino la de
simple homicidio, porque solo para
ce ha habido accion i voluntad de
su parte: del mismo modo, el que
jtentando macar a su padre, mata
aun estraio, seré ambien castigado
como homicida, porque solo en este
grado de deito concurren Ia vol
‘ad i accion del delincuence,requisi-
tos indispensables para que el delito
cexista” (Actas, 212). Como se dijo,
HECTOR ERNANDEZ
en defiitiva ol articulo fue aproba-
doen lasesién 121.
(Osero ost Agr. 1°
Se ha discucido con intensidad
sil An. 1° se refiere sélo al delivo
(doloso) o si abarca tambien al cua-
sideito 0 delito culposo al que hace
Juego ferencia expliciaamente el
Art. 2° ("Las acciones w omisiones
que cometidas con dolo 0 malicia
importarian un delito, consticuyen
ccuasidlivo si sélo hay culpa en el que
las comere”). Més que una cuestién
estrictamente sistema (porque de
todos modas eleoncepto de cuside-
lito se construiria parcialmente por
referencia al de delito), se rata sobre
todo de defini los aleances dela pre-
suncién de voluntariedad contenida
en el inciso segundo (sobre ello in-
fra). La auestin decisiva es si
‘cado legal de la vor “volunaria
Lx opinién ampliamente domi-
nante entiende que lo volunrario se
identifica, al menos en parce, con lo
doloso, de modo que ef Art. 1° se
refcre exclusivamente a los delivos
dolosos y no 2 los cuasidelitos, que
s6lo estarian defiaidos en el Art. 2°.
Sin comar con que la disposicién
de los arviculos 1 a 4° sugiere con
fuerza un tratamiento separado y expli
paralelo entre delitos y cuasidelivos
(definic:6n de delico, definicién de
‘cuasidelito; clasifcacién de los de-
Tivos, clasificacién de los cuaside-
Yisos) (en esa linea BuNsTER, 156;
Pourrorr, 342; RooniGuez Devesa,
133), la opinién dominance se base
‘por una parte en los comentarios de
Pactiec0 al Arc. 1° del Cédigo espa-
fiol de 1848, que entendia que "acco
voluntario” era “acto libre, aro inte-
ligente, acto intencional”, contexco
cen el que la libertad implicaba po-
sibilidad de resoluciéa espontines
y ausencia de violencia 0 coaccién,
fa inreligencia suponia razéa 0 en-
tendimienco (con exclusién del esti-
pido y del deirance) y la intencién
-for“malicia’ en los cérminos del Cé-
digo de 1822) aludia claramente al
dato (Pacttco, 7355. invocando
cexplicita o implicitamente su auto-
ridad FueNswina, I, 7 sss FERNAN-
&z, 1, 62 ss con matices BANADOS,
10; sobre una base distinta, pero
identficando voluntariedad con li-
berrad e intencién Vera, 82: en [a
literatura més moderna FowTEct.2A,
49 53 Lasarut, 1, 152; Novos, I,
222; Ercuesesny, [, 304, Cousiso,
1, 257 s, 746 ss; Onriz Quiros,
2010, 283 s.;¢ incluso Det Ro, Hl,
36, a pesar de abominar del crterio
“cisico” y abogar por una interpre-
atin psicolégica o “cientifica’ de
la voluncariedad, no mayormente
icrada). Se basa, ademas, en la
historia fidedigna del establecimien-
1 de los dos primeros articulos del
w‘Cédigo, pues es parente que en la
‘Comisién Redactora se impuso la
copinién conforme a fa cual los cua-
sidelitos no estaban definidos en ol
Axe. 1° y que era necesario hacerse
‘cacgo de ellos, entre owas razones,
para aseguear el égimen de numeri
claxsus a su respecto, que constituia
‘una diferencia fundamencal entre el,
aig cheno yal pensar que
‘carecia, porfo mismo, de una norma
‘quivalene al Ar. 29). En efecto, al
final de la sesi6n 116, de 14 de mar-
20 de 1873, el comisionado Fabres
‘hizo indicacién para que se incorpo-
ara una definicién de cuasidelio,
“no comprendido ni entre los verda-
eros delicos ni en las fleas” (Actas,
212), lo que fue acogido en la sesién
117, de 17 de marc, junto con ins-
saurarse el sistema de nivmerus clau-
ss (Actas, 213). En la sesién 120, de
21 demarzo, el comisionado Renjifo
‘quiso revertir este acuerdo haciendo
‘presente que 2 su juicio los cuasidel
tos siestaban definidas en el Arc. 1°,
que la voluntariedad séto implicaba
libertad y que de no entenderse asi
muchas faltas (que segin él no se
concebéan “con malicia") quedarian
sin sancién. Su propuesta de supre-
sin de la definicién de cuasidelivo
no fue acogida por la Comisién con
el angumento de que era necesaria,
tanto por armonia con el Cédigo
ivil, como porque “habienclo casos
‘especiales de-cuasi-delitos eastigados
2
(cODIGO PENAL COMENTADO
cn el presente Cédigo, era necesario
definic ances la materia 2, que esos
castigos deben aplicarse” (Actas,
215 5). De modo que sien Espana
1a interpreraci6n de Paciteco podia
ser discutibte, en Chile parecia con-
firmada por ts exiseencia misma del
‘Ant 2° (Fonrecta, 49 53 Novon,
1, 221 ss Ercresenny, I, 302s, 311
ss Coustto, I, 750; véase tambign
Rivacoba, 62 ss.). En la misma lt
nea, ge hace presente que en la se
sién 43, de 9 de junio de 1871, se
acordé suprimir la expresién “o con
intencién de causaro” en el que lle
sgariaa se Arc. 197 “porque siempre
« necesario que haya dolo para que
tun acto se considere delito” (Actas,
87; véase Fonrsciuia, 45). Esta es
también la comprensiénamplia~
‘mence dominance en la jurispruden-
cia, como se puede apreciar en los
falloscitados por Ercrisnenst, DP},
1, 239; y Ercrenenny, DPJ, IV, 67
s.r si bien en los lkimos afos no pa-
rece haber afirmaciones categéricas
ni en un seacido ni en oct.
Una opinién distinea mancu-
vo Oxriz Musoz, quien, con el
propésito declarado de eludir las
consecuencias perniciosas de la pre-
suncién del inciso segundo, defen-
4ié que el concepro de delto.de la
Ley chilena se desprendiaen realidad
de la consideraci6n conjunta de los
‘Arts. 1° y 29, rfiriéndose el prime-
HECTOR HERNANDEZ
0 slo al elemento objetivo comin
(contexto en el cual Iz voluntarie-
dad se referia slo 2 la voluntad de
accién u omisién en cuanto tal, ¢s
decit, al voluntad de moverse ode
quedarse quieto, el rambiéa lama-
do, en esa 0c, "eoeficiente psf-
quico" de la acciéal y el segundo al
elemento subjetivo con la distincién
sencte dolo 0 malicia y culpa (Oxriz
‘Musioz, Nociones I, 210 ss.; Oxtiz
‘Murtoz 1941, 380 ss). Contra este
punto de visa se hizo valer funda-
mentalmente que hacia superfiua
1a exigencia de voluntariedad, pues
con es0s alcances can limitados de-
bia entenderse en rigor incluida en
i concepto mismo de accién u omi-
sign (BuNsTER, 156; Bustos / Soro,
258 s3 Rivacona, 63). Sélo unas
pocas sentencias de la Cone de Tal-
z, redactadss por el propio Oxniz
Munoz cn un lapse bastante acota-
do, aplicaron esta solucién (SSCA.
Tulea de 27 de mayo de 1935, de
17 de junio de 1935 y de 21 de ju-
trio de 1935, todas ellas transeritas
en Oxriz Musoz, Nociones, II, 86,
94, 1065; las dos tltimas también en
RCPT.I [1935], 409-414, con nota
critica de Miguel Scrwerrzen).
Mis resonancia en la doctri-
na ha renido la lines argumental
Inaugurada por Bustos y Soro al
sostener que “voluncaria” signi6-
2 sblo libertad ¢ inteligencia, esto
os, en lenguaje actual, culpabilidad
‘en sentido restringido (aunque en
su lecrura esto implicara, ademés
de imputabilidad, _conocimienco
de la antijuridicidad en ver de exi-
gibilidad, que es lo que sugerian
Pactteco y le tradicién), elemento
comiin pata todo delivo, de modo
aque mientras el Are. 1° contiene una
definicién del delito en si, el Art 2°
sefiala las dos especies de delico, of
dolosoy el culposo (Bustos / Soro,
260 ss.). Junto con una matizacién
~ya que no tefutacidn de los alcan-
ces de la historia Bdedigna, se fun-
ddan para ello en el Are. 2°, destacan-
do que es recién este articulo el que
menciona el dolo (y fo hace con-
juntamente con fa culpa), en tanto
que no vuelve a hablar de volunta-
tiedad, lo que tiene seatido porque
el Art. 1° ya ha dicho que codas las
acciones y omisiones se reputan vor
luntarias (260); sefialan, ademés,
que tanto al til como el parrafo
pertinente del Cédigo se referen a
"delitos, de modo que el Are. 2°
debe estar describiendo también un
dalito, s6lo que de ciertas caracteris-
ticas especiales (261), en canto que
«elempleo de distintas denominacio-
nes (deli vs. cuasidelito) se explica
sencillamente por la preeminencia
‘que el legislador le teconoce 2 los
delitos por excelencia, que son los
dolosos (261 5). En términos simi-
lares pero més restringidos, Cutt hesostenido que la voluncasiodad se e-
fiere exclusivamente al conocimien-
vo de la ancijuridicidad, descarcando
‘una equiparacién con ef dolo tanto
porque asu juicio seria smpecfa, ya
que ef dolo seria inherente al con-
cepto mismo de acciém omisi
‘como por fas mismas razones his-
tricas y sistemiéticas evboradas por
Bustos / Soto y por las consecuen-
cias indeseables que le atribuye a la
én de voluntariedad como
presuncién de dolo (Ceri, 306s
2 quien adhieren ahore BUsTOS /
‘Casatsr20, Comentario, 5483 muy
imilar también GaRRiD0, I, 108).
Por limo, Néauina, 151, 411 ¢
ic de la presunciéa de volun-
friedad y de aqullo para lo cual
hhabsfa base empirica para presuris,
‘entiende que la voluntaricdad se
refiere a la culpabilidad en sentido
amplio, comprensivo de fa impu-
tabilidad, de la normalidad de les
circunscancias (cxigbilidad) y de un
grado de socializaci6n que permite
adverte el caricter ansijurtdico de
la propia conducta (en cuanto ha-
bla genéricamenre de “presupuescos
de la culpabilidad”, pasecer'a estar
también en esta posicién Mar~
ucts, 2005, 400). Hasta donde se
ve, esas tess no han tendo recono-