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Peggy Papp EI proceso de cambio El proceso de cambio ‘Terapia Familiar Ultimos titulos publicados: 16. J. S. Bergman - Pescando barracudas. Pragmdtica de la terapia sistémica breve 17. B. B Keeney - Fstética del cambio 18. S. de Shazer - Pautas de terapia familiar breve 20. P. Papp - El proceso de cambio M, Selvini Palarzoli y otros - Paradoja y contraparadoja 22. B. P. Keeney y O. Silverstein - La voz terapéutica de Olga Silverstein 23. M. Andolfi - Tiempo y mito en la psicoterapia familiar 25. W. H. O'Hanlon - Raices ofindt. Principios basicos de la terapia le la hipnosis de Milton Erickson LC. Fishman - Tratamiento de adolescentes con problemas. Un enfogue de terpiafmilar 28. M. Selvini Palazzoli y otros - Los juegos 29. T. Goodrich y otras - Terapia familiar 30. L. Onnis - Terapia familiar de los srastornos psicosomdticos . A. Ackermans y M. Andolfi - La creaciin LA sistema terapéutico 32. S. de Shazer - Claves para la solucién en terapia breve 33. A. M. Sorrentino - Handicap y rehabilitacién 34. L. Cancrini - La psicoterapia: gramdtica y sintaxis 35. W. H. O'Hanlon y M. Weiner-Davis - En busca de soluciones * 36. C. A. Whitaker y W. M. Bumberry - Danzando con la familia 37. ES. Pittman [Il - Momentos decisivos 38. S. Cirillo y P. Di Blasio - Nifios maltratados 39. J. Haley - Las tdcticas de poder de Jesucristo 40. M. Bowen - De la familia al individuo 41. C. Whitaker - Meditaciones nocturnas de un terapeuta familiar 42. M. M. Berger - Bajo el doble vinculo 43. M. Walters, B. Carter, P. Papp y O. Silverstein - La red invisible 45. Matteo Selvini - Crénica de una investigacién >. Rausch Herscovici y L. Bay - Anorexia nerviosa y bulimia 48. S. Rosen - Mi voz ird contigo 49. A. Campanini y E Luppi - Servicio social y modelo sistémico 50. B. P. Keeney - La improvisacién en psicoterapia llé - Uno mds uno son tres 52. J. Carpenter y A. Treacher - Terapia familiar y de pareja 53. M. Zappella - No veo, no Sea 7 54. J. Navarro Géngora - Técnicas y programas en terapia familiar 55. C. Madanes - Sexo, amor y violencia 56. M. White y D. Epston - Medios narrativos para fines terapéuticos 58. L. Segal - Soriar la realidad 59. S. Cirillo - El cambio en los contextos no terapéuticos ‘ticos en la familia we my Peggy Papp Instituto Ackerman para la Terapia Familiar El proceso de cambio Prélogo de Donald Bloch ediciones PAIDOS Barcelona-Buenos Aires-México Titulo original: The Process of Change Publicado en inglés por The Guilford Press, Nueva York ‘Traduccién de Gloria Vitale 1 edicién, 1988 2: reimpresion en Expatta, 1994 ‘Queda siguroumenteprohbidas, sin a utoriacdn srt de los elses de. sj as ‘Sciones Ctablrds nt Is leye, la epraduceign toa o parcial de eta obra or ealguie metodo © procedimicnto, comprendidoesreproprafia ye tatamient informdtica, yb dsibucn de ‘Semple de cla mediante auile oprsame publics © 1983 by The Guilford Press, Nueva York © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., ‘Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires ISBN: 84-7509-681-6 Depésito legal: B-33.370/1994 Impreso en Novagrafik, S.L., Puigcerd’, 127 - 08019 Barcelona Impreso en Espafia - Printed in Spain INDICE Prélogo, de Donald A. Bloch Capttulo 1. Capttulo 2, Capitulo 3. Capitulo 4. Capttulo 5. Introduccién El dilema del cambio Qué es un sistema? Formacién del sintoma ‘El dilema del cambio Sistemas de creencias Formulacién de una hipétesis EI nivel conductal El nivel emocional E] nivel ideacional Determinacién de las condiciones para la terapia Clasificacién de las intervenciones Intervenciones directas: basadas en el cumpli- miento Intervenciones paradéjicas: basadas en la oposi- cién Disefio de la paradoja Redefinicién, 50. Prescripcién, 51. Restric- cién, 51. Inversiones: basadas en el cumplimiento y en la oposicién Motivacién, 53. Mantenimiento, 54. Renego- ciacién, 55. La familia, 56. La pareja, 57. El individuo, 58. Negociacién del cambio Negociacién del cambio mediante un coro griego Formacién de un tridngulo terapéutico, 62. Montar un fracaso, 64. Apoyo, 67. Encuesta de opinién publica, 68. Sorpresa y confusién, 69. Desenganche del terapeuta, 70. Uso de un equipo de consulta durante la capacitacién, 71. Negociacién del cambio dentro de diferentes mar- cos En la coterapia, 72. Un debate a tres puntas, 75. En la supervicién, 79. En la préctica privada, 81 u 15 20 20 23 25 28 31 36 37 41 43 46 47 50 52 61 61 72 Capttulo 6. Capitulo 7. INDICE Preseritacién de un caso: la hija que decfa que no Etapa I: Formulacién de una hipétesis Paso 1: Recoleccién de informacién, 83. Paso Conexién del sintoma con el sistema fami- liar, 88. Etapa II: Determinacién de las condiciones para la terapia Paso 1: Definicién del dilema terapéutico, 90. Etapa III: Puesta en operaciones del acuerdo tera- péutico Paso 1: Participacién del padre en el dilema terapéutico, 93. Paso 2: Dramatizacién del dile- ma terapéutico, 96. Etapa IV: Enfrentamiento con las fuerzas del cam- bio Paso 1: Definicién del cambio dentro del acuerdo terapéutico, 97. Etapa V: Enfrentamiento con las consecuencias del cambio Paso 1: Redefinicién de la resistencia dentro del marco terapéutico, 98. Paso 2: Modificacién en la definicién del problema, 100. Paso 3: Prescripeién de la intrincacién, 102. Etapa VI: Reclutamiento del subsistema fraterno Paso 1: Formacién de una coalicién con las hermanas, 104. Paso 2: Individualizacién res- pecto de las hermanas, 105. Etapa VII: Rechazo de la terapia Paso 1: Impulsién de la prescripcién hasta el punto de ruptura, 109. Paso 2: Acentuacién del tridngulo terapéutico, 111. Paso 3: Oposicién al grupo, 113. Paso 4. Sostenimiento de la auto- nomfa, 114. Etapa VIII: Consolidacién del cambio Paso 1: Anticipacién y ensayo de una regre- sin, 115. Paso 2: Redefinicién de la relacién conyugal, 118. Etapa IX: Prescripcién de un ritual de despedida Seguimiento Variaciones en el estilo y la forma de las interven- ciones Utilizacién de un cuento de hadas La felicidad se gana a través del sufrimiento, 121. 82 83 90 93 97 98 104 109 115 118 9 120 121 Capitulo 8. Capitulo 9. Capitulo 10. Capitulo 11. Bibliografia INDICE Utilizacién de una ceremonia Exorcizando fantasmas, 126. Alteracié6n del tridngulo invisible No salgas igual a tu padre, 131. El uso de la paradoja en una situacién médica, por Andrew G. Weinstein Primera sesién El problema presentado, 140. Segunda sesién Tercera sesién Cuarta sesién Quinta sesién ‘Tratamiento de parejas Coreografia de parejas Laestructura y el uso del grupo Tests previos al cambio David y Goliat El fantasma y la roca Poligro en el bosque: la zorra y el fauno Resumen Utilizacién de la familia extensa en Ja terapia de parejas La liberacién: £a qué precio?, 180. Presentacién de un caso: anatomfa de 1a violencia, por Joel Bergman y Gillian Wather Primera sesion Segunda sesién Tercera sesion Cuarta sesién Quinta sesion Sexta sesion Novena sesién Décima sesin Decimoprimera sesién Fracasos y traspiés Presencia de terapeutas externos Ausencia de miembros de la familia La hebra de oro La tradicién de la madre abnegada 126 131 138 140 145 150 152 153 154 158 159 161 162 170 115 179 180 189 190 195 201 207 214 221 222 224 225 231 233 236 244 256 A mis hijos: Tony y Miranda PROLOGO La terapia familiar, asf como los cambios en los paradigmas asociados con ella, han revolucionado el terreno de la salud mental, redefiniendo en el proceso conceptos clave como los de resistencia, cambio y sintomaticidad, y también la propia tera- pia. Durante los ultimos doce afios se ha producido una revolu- cién dentro de la revolucién, incitada por los trabajos de Jay Ha- ley, Paul Watzlawick, Milton Erickson, y de Mara Selvini Pa- lazzoli y el grupo de Mildn, Ha habido un brote de innovacién y creatividad clinicas. Este libro es el producto de uno de esos flo- recimientos. Informa sobre el pensamiento estratégico y las ac- ciones de un enfoque de equipo respecto del trabajo con familias gravemente perturbadas. A través de los afios, el oscuro y dificil camino de la psicote- rapia ha sido iluminado por grandes maestros clinicos. Cada uno de ellos ha colocado una antorcha a lo largo del sendero, alumbrando un poco més la sombria oscuridad. Lo que parecia desconcertante e inmanejable se ha vuelto accesible; en este proceso, la inventiva se convierte en preceptos susceptibles de ser ensefiados. Peggy Papp es uno de estos grandes maestros cli- nicos. Su libro nos permite avanzar un buen trecho a lo largo de ese tortuoso camino. Es interesante considerar cudnto difieren entre si estos maestros. {Qué sistema de categorizacién podria abarcar a Erickson, Ackerman, Haley, Jackson, Whitaker, Minuchin, Satir y Papp, para mencionar a algunos de los més conspicuos miembros de este panteén? Sin embargo, pienso que todos ellos comparten algunas cualidades importantes. Como clinicos, son tenaces y perseverantes, concentrandose en el problema clinico que tienen entre manos. Alientan un sentido de misién respecto de su trabajo, de su propia importancia, si se quiere. Casi inva- riablemente son ingeniosos y ocurrentes; son también tempera- 12 EL PROCESO DE CAMBIO mentales y originales, de un modo que no es extravagante sino que les permite abordar y esclarecer con creatividad los aspectos humanos. Todos ellos, debo agregar, poseen esa cualidad perso- nal casi indefinible cuya mejor denominacién posiblemente sea la de presencia. Nunca se los pasaré por alto, ni en el consulto- rio, ni en el estrado, ni en las paginas de sus escritos. Por tiltimo, hay que mencionar que todos son trabajadores muy empefiosos, lo que no es de extrafiar ya que su trabajo exige, sin duda, un gran empefio. El maestro clinico hace y ensefia. El presente libro es alta- mente satisfactorio en ambos aspectos. Los ejemplos clinicos estén bien presentados, son lo bastante completos y genuinos como para que podamos seguir el hilo de los pensamientos de la autora, y estan redactados de tal modo que su lectura no nos de- mande un tiempo ni un esfuerzo excesivos. Hay una cantidad minima de explicaciones teéricas y nada de jerga técnica. Se nos comunica, en forma simple y directa, qué es lo que se hizo'y por qué; esto posiblemente ayude tanto al médico novato como al experimentado a aprender a realizar mejor su trabajo. Los casos estén presentados de una manera lo suficiente- mente detallada como para que podamos sacar nuestras propias conclusiones acerca de la correccién de las intervenciones que se efectuaron. Todos los datos estan expuestos de modo completo, incluyendo las equivocaciones, las vacilaciones y los descon- ciertos del equipo de terapeutas. Se nos muestra todo el trabajo realizado, inclusive sus defectos, y no podemos sino agradecer a Papp y sus colaboradores por su sinceridad. Por momentos pa- rece tratarse de algo magico, pero cualquiera que haya visto tra- bajar a éste y a otros equipos similares sabe bien cudnto esfuerzo. y cudnta reflexién requiere cada intervencién proyectada. lo largo de su historia, la psicoterapia ha lidiado con cier- tas ambigiedades esenciales: * Las personas parecen aferrarse precisamente a aquellas con- ductas que las incapacitan y las hacen sufrir. * Las personas hacen cosas que parecen no tener ningun senti- do: busean la ayuda de profesionales altamente capacitados y costosos para modificar esas conductas y sin embargo parecen empefiarse en frustrar activamente los esfuerzos de éstos. Esta tanto en la “naturaleza” de los sistemas el hecho de mantener equilibrios dindmicos como en la “naturaleza” del ti- PROLOGO 13 gre el devorar a la cabra o, si vamos al caso, en la “naturaleza” de la cabra el ser devorada. Ninguno debe ser culpado. Sin em- bargo, desde los tiempos de Freud los psicoterapeutas han em- pleado un término despectivo, “resistencia”, para referirse a este aspecto del funcionamiento sistémico. El propésito céntral del trabajo de la autora de este libro consiste en encontrar modos de poner al servicio del cambio esta tendencia a permanecer igual. La tarea terapéutica es levada a cabo por un grupo; en efecto, de Jo que trata el libro es, en gran medida, del cabal empleo del grupo como herramienta terapéutica. Como sefiala Papp, este modo de proceder se basa directamente en el trabajo inicial de Mara Selvini Palazzoli y el grupo de Milan. Sin embargo, es muy diferente, Se aplican principios similares, en particular con referencia al manejo de la resistencia y al uso de tareas y rituales y ceremoniales. Pero hay un punto fundamental de di- vergencia que representa una genuina y profunda innovacién técnica y que esta en marcado contraste, al menos en apariencia, con el enfoque del grupo de Milan. Se refiere al hecho de crear en el equipo terapéutico una estructura que sea isomorfa respecto del patron nodal relacionado con los sintomas que presenta la fa- milia. ‘A mi modo de ver, esta innovacién surge de los primeros tra- bajos de Papp con el esculpido de la familia y la coreografia de parejas, y continia desarrolldndose a través de su uso del grupo observador como un coro griego. La interesante diferencia res- pecto de las practicas del grupo de Milén radica en la adhesién de los terapeutas italianos a un modo de presentacién altamente for- mal e invariable del grupo (al menos en su trabajo inicial), junto con un estilo personal que reduce al minimo la participacién y la expresién afectiva. Los norteamericanos, en cambio, no se abs- tienen de recurrir a la hipérbole y al gesto dramético a efectos de educir una actuacién. Una de las presentaciones clinicas capta y condensa cabal- mente la belleza dramatica de este estilo, En ellas, a una madre y a sus hijos, todos ellos confundidos, conflictuados e intranqui- los, se les narra un cuento de hadas acerca de una familia de la realeza confundida, conflictuada e intranquila. El relato’ pone de relieve el drama y el conflicto de la familia, y le da un nuevo encuadre. Una sesién, nada més; luego una nota de agradeci- miento, como posterior seguimiento, de “La dama noble”. Los trabajos como éste otorgan un renovado interés a la psi- coterapia. La tarea es ardua; no hay que olvidarlo. Hay algo in- 4 EL PROCESO DE CAMBIO evitablemente engafioso en el hecho de describir estos esfuerzos clinicos mediante palabras impresas. Pueden parecer menos complejos y ricos de lo que realmente son, y quiz4 parezcan mds faciles. Yo he tenido el privilegio de observar el trabajo de Peggy Papp, Olga Silverstein y sus colaboradores durante afios y poseo un conocimiento directo de su profundidad y dificultad. La autora es una pragmatista total, profundamente dedicada a comprender qué es lo que sirve y puede ser ensefiado, y a utili- zar este criterio como prueba decisiva de la bondad de cualquier idea. Hace muchos afios fue una de mis alumnas graduadas, pero nuestra relacién ha evolucionado desde entonces y ahora me cuento entre los muchos que han aprendido a partir de sus ensefianzas. Quienes lean este libro atentamente y busquen las particulares maneras en que pueden adaptar los conocimientos y hallazgos que contiene a su propia situacién, a sus propias capa- cidades y talentos, conocerdn los beneficios que derivan de con- tarse entre los alumnos de Peggy Papp. Donald A. Bloch Capitulo 1 INTRODUCCION Este libro se ha escrito con la esperanza de que servird de guia a aquellos terapeutas interesados en explorar las interven- ciones paraddjicas y estratégicas con parejas y familias dentro de un marco sistémico. Dado que su finalidad es la de-ser un tex- to practico, esté compuesto principalmente por estudios de casos en los que se muestra el proceso, paso a paso, por el cual los con- ceptos son puestos en practica a lo largo del tiempo. Cuando la teorfa es separada de la prdctica, asi como cuando la conducta se separa del contexto, tiende a perder su significado a través del proceso de disociacién. Con el correr de los afios, he comprobado que los estudiantes aprenden mejor cuando los conceptos son di- rectamente relacionados con casos clinicos. Muchas veces, tras haber expuesto una teoria de un modo que me parecia claro y arti- culado, los alumnos hicieron preguntas precisamente sobre los puntos que yo creia haber dejado explicados. Si bien las defini- ciones teéricas son utiles para desarrollar conceptos abstractos, no resultan muy provechosas a efectos de aprender cémo tratar con la familia de carne y hueso. “La teoria es buena, pero no im- pide que las cosa’ existan” (Jean Martin Charcot, citado en Freud, 1893/1962). Por lo tanto, en lugar de definir conceptos desde un punto de vista histérico 0 académico, he procurado limitarme a definirlos en funcién de su aplicabilidad clinica: formulacién de hipétesis, disefio y ejecucién de las intervenciones, manejo de las consecuencias del cambio, tratamiento de las crisis y conso- lidacién del cambio. También se incluye una guia para utilizar distintos tipos de intervenciones en diferentes situaciones. La presentacién en los Estados Unidos del equipo de Milan (Mara Selvini Palazzoli, Luigi Boscolo, Gianfranco Cecchin y Giuliana Prata) en 1977 y la posterior publicacién de su libro 16 EL PROCESO DE CAMBIO Paradox and Counterparadox (1978) dieron origen a una nueva oleada de entusiasmo y experimentacién con el enfoque para- déjieo. Este interés habia sido inicialmente estimulado por Jay Haley con Strategies of Psychotherapy, en 1963, y Uncommon Therapy (basado en el trabajo de Milton Erickson), en 1973, y por Watzlawick, Weakland y Fisch, con la publicacién Change en 1974. Si bien cada uno de los autores mencionados aplieé los con- ceptos paradéjicos de un modo diferente, todos ellos informaron haber obtenido resultados tan sorprendentes que més y més tera- peutas se sintieron tentados a experimentar con dichos concep- tos. Un foco de esta experimentacién fue el Proyecto de Terapia breve del Instituto Ackerman para la Terapia Familiar, que or- ganizamos Olga Silverstein y yo en 1975. El proyecto se inicié para explorar el uso de intervenciones paradéjicas y estratégicas con familias de nifios sintomaticos. Aunque inspirado en el tra- bajo del equipo de Milén, al que visitamos en 1974, nuestro pro- yecto pronto adquirié caracteristicas propias y singulares. Las ideas que se transportan de un pais a otro son transformadas por el estilo, la cultura y la formacién previa de los terapeutas. Asf como el equipo de Milan modificé las ideas de sus predecesores, Haley, Watzlawick, Weakland, Fisch, Bateson y Erickson, se- gin su propia y particular modalidad, el Proyecto de Terapia Breve volvié a transformar sus ideas. El proyecto original se componia de ocho terapeutas de fami- lia autoelegidos, todos formados en el Instituto Ackerman!, El grupo de ocho se dividié en dos subgrupos de cuatro terapeutas cada uno, dirigidos respectivamente por Olga y por mf. Nos reu- nfamos durante un dia entero por semana, dedicando las ma- fianas a analizar la teoria y desarrollar conceptos, y las tardes a ver familias, Todas las sesiones eran grabadas en video y obser- vadas, a través de un vidrio espejado, por los tres restantes cole- gas de cada grupo, que constitufan el equipo de consulta. Con el correr de los afios, el equipo se dividié y se reform, al irse algu- nos miembros y sumarse otros. El proyecto recibié el nombre de “Terapia Breve” debido a que nuestra intencién original era limitar la terapia a un maximo 1 Olga Silverstein, Paul DeBell, Gillian Walker, John Clarkin, Betty Lundquist, Richard Evans, Peggy Papp y Joel Bergman; Lynn Hoffman, Anita Morawetz, Peggy Penn, Jeffrey Ross y John Patten se incorporaron al grupo en fecha posterior. INTRODUCCION 7 de 12 sesiones. Al comprobarse que el tiempo que se requiere para lograr un cambio varia segiin las familias, el limite temporal pas6 a ser un estorbo, mas que una ventaja, por lo que lo desecha- mos. La cantidad de sesiones ha oscilado entre 1 y 22, correspon- diendo a la mayoria de los casos una cifra intermedia. En Estados Unidos han surgido y prosperado muchos enfo- ques diferentes de la terapia familiar y la mayor parte de los te- rapeutas ha recibido la influencia de varios de ellos. Mis propios antecedentes profesionales incluyen el haber integrado el cuerpo médico de tres prestigiosos centros que trabajan con familias (el Instituto Ackerman para la Terapia Familiar, la Clinica de Orientacién Infantil de Filadelfia y el Centro para el Aprendi- zaje Familiar), en las que sé emplean diferentes modelos con- ceptuales. Mi formacién inicial estuvo a cargo de Nathan Acker- man, por lo que ingresé en el campo bajo la gufa de un pionero notable, cuyo enfoque era principalmente psicodindmico. Més adelante, siendo uno de los fundadores del Centro de Aprendi- zaje Familiar, aprendi y ensefié las ideas de Murray Bowen, cuyos conceptos relativos a la familia extensa han influido tanto en mi vida profesional como en la personal. Entre 1976 y 1979 formé parte del cuerpo médico de la Clinica de Orientacién In- fantil de Filadelfia, donde conoci la capacidad teatral de Salva- dor Minuchin y la fuerza y la claridad de Jay Haley. Los escritos y las grabaciones de Haley despertaron inicialmente mi interés por explorar el empleo de la paradoja. Este interés se inerementé por obra de las charlas informales que mantuve con él durante esos afios, en los que compartié su tiempo y sus pensamientos con absoluta generosidad. Las ideas del Instituto de Investigaciones Mentales, segin las presentaron Watzlawick y sus colaboradores en Change, fue- ron como un estimulo para mi, junto con la elocuente ampliacién de dichas ideas efectuada por Watzlawick en How Real is Real? (1976) y The Language of Change (1978). El aporte de John Weak- land, como amigo y consejero, sirvié para arrojar luz sobre la aplicacién préctica de esas ideas. El concepto de aplicar inter- venciones paradéjicas a un sistema familiar entero y de rituali- zar esas intervenciones con mensajes escritos fue fruto del tra- bajo del grupo de Milén y significé un aporte al marco conceptual sobre el cual se funds el Proyecto de Terapia Breve. En 1974 visité al grupo de Milan en el Centro per lo Studio de- lla Famiglia, y me impresionaron su adhesién rigurosa y disci- plinada a conceptos de sistemas, sus creativos raptos de imagi- 18 EL PROCESO DE CAMBIO nacién, y las intervenciones audaces y poco convencionales re- sultantes, El siguiente verano, Olga Silverstein viajé conmigo a Milén; inspiradas por esta visita, regresamos a nuestro pais para crear el Proyecto de Terapia Breve. La etapa inicial, en que debiamos tratar de establecer concep- tos coherentes a partir de un surtido tan rico de ideas, constituyé un verdadero desafio y nos insumié muchas horas dedicadas a experimentar, integrar, descartar, alternar, reformular, exten- der y crear formas nuevas. Si bien una buena parte de este proce- so tuvo lugar durante las reuniones del Proyecto de Terapia Breve, el modo en que las ideas estén formuladas y articuladas en este libro me pertenece. A través de los afios, en mi bisqueda de formas més répidas y mas eficaces de realizar la terapia, he llegado a la conclusién de que no existe un tinico enfoque que resulte adecuado para todas las familias y todas las situaciones. Los terapeutas necesitan contar con un repertorio de ideas e intervenciones al que puedan recurrir para responder a cada situacién en particular. El tera- peuta que tiene la flexibilidad de poder elegir entre varios en- foques diferentes para abordar cualquier problema dado, proba- blemente encuentre la solucién més creativa. La mayoria de los casos presentados en este libro se trataron en el Proyecto de Terapia Breve del Instituto Ackerman, donde se utiliz6 un equipo de consulta. Olga Silverstein fue mi asesora en jefe en los siguientes casos: “La hija que decia que no”, “Exorcizando fantasmas”, “No salgas igual a tu padre”, “La li- beracién: ga qué precio?”, “La hebra de oro” y “La tradicién de la madre abnegada”. Aunge Olga prefirié no ser coautora de este li- bro, las ideas en él contenidas fueron desarrolladas en una es- trécha colaboracién entre Olga y yo. Sin su ingenio, sus conoci- mientos y su creatividad, el proyecto no habria podido concre- tarse tal como se ha hecho. Nuestro método de trabajo se basa en una colaboracién estrecha entre terapeuta y consultor, en la cons- truccién de una idea a partir de otra, en el contrapunto de ima- ginaciones. También fue importante el aporte de Stanley Siegel, director de educacién, quien se incorporé recientemente al pro- yecto y cuya nueva perspectiva ha probado ser muy valiosa, tanto en lo que se refiere al trabajo clinico como en Ia escritura de este libro. Estoy también en deuda con mi amigo y colega de Gran Bre- tafia, Alan Cooklin, director del Instituto de Terapia Familiar de Londres, por sus perspicaces observaciones; con Anita Morawetz, INTRODUCCION 19 por sus excelentes sugerencias, y con Alan S. Gurman, por su ayuda en la redaecién del libro. Este proyecto nunca habria podido levarse a cabo fuera de la atmésfera de libertad y experimentacién que ha creado en el Ins- tituto Ackerman su director, Donald A. Bloch. Bajo su conduc cién, el Instituto se ha convertido en un lugar en el cual pueden coexistir muchas ideas diferentes y a menudo conflictivas. La insistencia de Bloch en esta politica de imparcialidad ha dado lugar a una institucién particularmente democrética, poco habi- tual en un campo que tiende a la polarizacién y a la adhesion dogmética a una modalidad determinada. A través de los afios, Bloch ha mostrado ser una fuente constante de aliento y apoyo a todos los integrantes del Instituto Ackerman que somos partida- rios de la experimentacién. Ha defendido nuestro derecho a ex- perimentar aun cuando no coincidiera con nuestras ideas y nos ha ayudado a recobrar el énimo cuando hemos tenido vacila- ciones. Deseo transmitirle mi més profundo agradecimiento y todo mi aprecio. Capitulo 2 EL DILEMA DEL CAMBIO ZQUE ES UN SISTEMA? La palabra “sistema” se ha convertido en un clisé de la tera- pia familiar y ha perdido gran parte de su significado por obra del uso excesivo, la generalizacion y la retérica académica. Si bien la “teoria de sistemas” es la piedra angular sobre la que se basa la terapia familiar, la diversidad de enfoques clinicos es indicio de los muchos modos diferentes en que se puede definir y tratar un sistema familiar. La mayoria de los estudiantes reacciona con perplejidad ante las explicaciones tedricas de lo que es un sistema familiar, como si pensara: “ZY entonces qué se hace con un sistema autocorrecti- vo y homeostatico.que se activa por el error y se regula a si mismo a través de circuitos negativos y positivos de realimentacién a efectos de mantener su equilibrio?” (definicién cibernética de sistema).’O bien: “{Cémo se maneja una unidad con un disefio interno que evoluciona hasta alcanzar niveles de organizacién nuevos ¢ impredecibles a través de un proceso de cambio discon- tinuo y saltos imprevisibles?” (definicién evolucionista de siste- ma). Lamentablemente estos conceptos son més faciles de definir teérieamente que de aplicar clinicamente. En el trabajo clinico, las definiciones de la mayoria de los terapeutas de lo que es un sistema se basan en lo que ellos creen que esta ocasionando el problema y en cémo se proponen intervenir. Por ejemplo: Salva- dor Minuchin define un sistema en funcién de las fronteras y la organizacion jerarquica, dado que éstos son los elementos que procura cambiar; la definicién de Murray Bowen se basa en un concepto de tridngulos y grados de diferenciacién, puesto que es EL DILEMA DEL CAMBIO a4 éste el campo de su intervencién; Jay Haley y Chloé Madanes con- ciben un sistema en términos de la estructura de poder y concen- tran sus esfuerzos en alterar esta estructura; Norman Paul busca zonas de duelo no resuelto, Boszormenyi-Nagy busca lealtades de tres generaciones y Selvini Palazzoli busca paradojas sisté- micas, por ser éstos los puntos centrales de sus respectivas inter- venciones. Como sefiala con acierto Lynn Hoffman: “La terapia familiar ha sido, y sigue siendo, una asombrosa Torre de Babel; las personas que estén en ella hablan muchas lenguas dife- rentes” (1981, pag. 9). Lo que se denomina “teoria de sistemas” en el terreno de la terapia familiar consiste en una serie débilmente conectada de conceptos originados en la teoria general de sistemas y la ciber- nética. Las muchas maneras distintas en que se ha interpretado y aplicado la teoria de sistemas han sido motivo de cuantiosos trabajos escritos (véanse Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967; Watzlawick y otros, 1974; G. Bateson, 1972; Hoffman, 1981; Kee- ney, 1983; Paolino y McCrady, 1978; Minuchin, 1974; Bowen, 1978; Selvini Palazzoli y otros, 1978; Haley, 1977; Napier y Whi- taker, 1978). A los fines de este libro, me limitaré a deseribir los prineipios basicos de esta teoria y la manera de trasladarlos a la préetica elfnica en este enfoque particular. Los conceptos clave del pensamiento de sistemas estén rela- cionados con la integridad, la organizacién y la regulacién. Los hechos se estudian dentro del contexto en el que estén ocurriendo y se presta fundamental atencién a las conexiones y relaciones, més que a las caracteristicas individuales. Las ideas centrales de esta teorfa radican en que la totalidad se considera mayor que la suma de sus partes; cada parte sélo puede ser comprendida en el contexto de la totalidad; un cambio en cualquiera de las partes afecta a todas las demés; la totalidad se regula a si misma por medio de una serie de circuitos de realimentacién que se deno- minan cireuitos cibernéticos. La informacién va y viene por es- tos cireuitos de realimentacién a efectos de suministrar estabili- dad u homeostasis al sistema. Las partes cambian constante mente para mantener equilibrado al sistema (tal como el equi brista va desplazando continuamente su peso a fin de conservar el equilibrio). EI sistema global mantiene su forma a medida que cambia el patrén de los vinculos entre las partes. Este con- cepto de regulacién y organizacién circular, opuesto a la des- cripeién individual y la explicacién lineal, se ha convertido en el fundamento sobre el que se apoya la terapia familiar. 22 EL PROCESO DE CAMBIO Dicho concepto supone que ningiin hecho 0 comportamiento aislado ocasiona otro, sino que cada uno est vinculado en forma circular a muchos otros hechos y comportamientos aislados. Es- tos hechos y comportamientos forman con el tiempo patrones per- sistentes y recurrentes que operan para equilibrar a la familia y permitirle pasar de una etapa evolutiva a la siguiente. Toda con- ducta, incluyendo la sintomatica, establece y mantiene estos pa- trones. Esta funcién regulatoria se considera mds importante que la conducta o el sintoma como entidad en y por si misma. El interés primordial del terapeuta se relaciona con el funciona- miento de la conducta y con el modo en que la funcién de un com- portamiento aislado se conecta con la funcién de otro comporta- miento aislado a efectos de preservar el equilibrio de la fami No se considera que los miembros de familia poseen ciertas caracteristicas innatas, sino que manifiestan una conducta en relacién con la conducta de otros. En lugar de tratar de entender la causa de la conducta, el terapeuta procura comprender la fluc- tuacién del patrén del que deriva su significado. Por ejemplo: una explicacién lineal de tipo causa-efecto de un problema dado podria consistir en que un nifio es retraido debido a que tiene una madre rechazante. El terapeuta centraria sus esfuerzos, enton- ces, en tratar de lograr que la madre fuera menos rechazante con respecto a su hijo. Esta perspectiva lineal también podria incluir una descripcién de causa-efecto referente a tres generaciones, segtn la cual la madre seria la rechazante porque su propia ma- dre la rechazaba. Desde un punto de vista sistémico, en cambio, el retraimiento del nifio se verfa como parte de un conjunto de re- laciones que forman un circuito cibernético, a saber, que la ma- dre se torna despectiva con.el hijo cuando el padre, que se siente controlado por la madre, menoscaba la autoridad de ésta por via de mostrarse excesivamente permisivo con respecto al nifio. Como respuesta, el hijo apoya al padre en contra de la madre, ha- ciendo que ella se vuelva crecientemente antagénica hacia el chico. Se considera que ninguna persona tiene un control unilate- ral sobre ninguna otra. El control esté en el modo en que el cir- cuito se organiza y continua operando. El equipo de Mildn ha desarrollado una manera singular de evitar el pensamiento lineal cuando se formula una hipétesis: utilizar el verbo mostrar en reemplazo del verbo ser. Por ejem- plo: “El sefior Franchi padre muestra en sesién un velado interés erético por la paciente designada, quien por su lado muestra ha- EL DILEMA DEL CAMBIO 23 cia él hostilidad y desprecio. La sefiora Franchi muestra hacia ambos intensos celos, al tiempo que muestra una ternura particu- lar por Ia otra hija, que a su vez muestra no retribuirla” (Selvini Palazzoli y otros, 1978, pég. 28). En esta resefia no se cataloga a ninguno de los individuos diciendo que es “celoso”, “hostil”, “seductor”, “afectuoso” o “rechazante”. Se describe, en cambio, una serie de respuestas interconectadas y se relacionan estas respuestas con el contexto en el cual se ponen de manifiesto. Se las considera meras acciones y contra-acciones, esenciales para el juego familiar. En el pensamiento de sistemas no hay términos absolutos ni certidumbres; la realidad y la verdad son circulares. La “ver- dad pragmatica”, como la denomina el equipo de Milén, es la verdad que resulta mds “util”, es decir, Ia verdad que conecta ciertos hechos y conductas de manera de hacer posible que la fa- milia efectiie cambios constructivos. FORMACION DEL SINTOMA La pregunta que bien podria suscitarse a esta altura es por qué, si el sistema se contrapesa a si mismo constantemente a fin de mantener su equilibrio, existen problemas que requieren asistencia clinica. La respuesta es que algunas veces el modo que tiene la familia de contrapesarse incluye un sintoma que es inaceptable para ellos y/o para la sociedad. Cuando el sintoma causa una tensién intolerable, ya sea dentro o fuera de la fami- lia, ésta se ve obligada a buscar ayuda. La aparicién de un sintoma puede ser precipitada por una multitud de hechos. Puede desencadenarla un cambio en uno de los sistemas més amplios dentro de los que existe la familia, tales como el sistema social, politico, cultural o educacional. Por ejemplo: una depresin econémica que provoque desempleo o pér- didas financieras desastrosas; una crisis politica que disgregue a la familia, ya sea fisica 0 ideolégicamente; una revolucién s0- cial, como la que se produjo durante la década de 1960, que sub- vierte las convenciones y los roles rigidos; las falencias de los métodos 0 los dispositivos educacionales, y la discriminacién racial, social o sexual. Todo esto forma parte de circuitos ciber- néticos mds amplios, que afectan a los de la familia. O bien, el hecho precipitante puede provenir del interior de la familia, como reaccién ante algun acontecimiento del ciclo vital, por 24 EL PROCESO DE CAMBIO ejemplo la muerte de un abuelo, el nacimiento de un hijo, una en- fermedad discapacitante, o el alejamiento del hogar de uno de los hijos. Elizabeth Carter y Monica McGoldrick (1980) describieron en detalle los diferentes tipos de sintomas que pueden surgir en diferentes puntos del ciclo vital. Cualquiera de estos hechos puede quebrantar los patrones de control de la familia, y es posible que se desarrolle un sintoma como medio de establecer otro patrén diferente. El hecho de que en una familia haya un patrén que no esté funcionando bien no significa que los demas tampoco funcionen. La tarea del tera- peuta es identificar cudl es el patrén particular que se relaciona con el sintoma y encontrar un modo de cambiarlo. La controversia actual acerca de si el sintoma cumple una funcién homeostética una funcién evolutiva —es decir, si estd al servicio de mantener igual a la familia o de alentarla a evolu- cionar hacia una etapa distinta— tiene poca importancia a efectos de este enfoque, dado que el aspecto clinico crucial es que sintoma y sistema estén conectados y se definen como estando en funcion uno del otro. Queda a criterio del terapeuta la tarea de de- finir la indole precisa de esa reciprocidad del modo que sea més til desde el punto de vista terapéutico, Dado que el cambio y la estabilidad son considerados como las dos caras de una misma moneda, la eleccién es puramente pragmatica. “Todo cambio puede entenderse como el esfuerzo para mantener cierta constan- cia, y toda constancia es mantenida a través del cambio.” (G. Bateson, citado en M. Bateson, 1972, pag. 17.) ‘A menudo se plantea el interrogante de si un sintoma siem- pre cumple una funcién en el sistema 0 si puede constituir una reaccién ante una situacién externa a la familia, tal como el tra- bajo, el colegio o las relaciones sociales. Si bien un sintoma puede originarse en un hecho externo, su persistencia indicaria que esta siendo utilizado por la familia en alguna transaccién en curso. Por ejemplo, si un hombre casado es despedido de su trabajo por causa de una recesién econémica, puede sufrir una depresién como consecuencia del hecho de estar desocupado. La depresién probablemente desaparecerd en cuanto consiga otro empleo. Pero si en el interin comienza a utilizar esta depresién como un arma en una lucha por el poder que sostiene con su espo- sa, es muy probable que la depresién se vuelva crénica, ya que estaré cumpliendo una funcién en la relacién conyugal. La medida en que un sintoma es funcional varia de acuerdo con las cireunstancias, el tiempo y el lugar. El sintoma puede cumplir EL DILEMA DEL CAMBIO 25 diferentes funciones en distintos momentos y para distintos conjuntos de relaciones. Las familias que no utilizan los sin- tomas transitorios como armas en sus transacciones familiares en curso rara vez requieren una terapia. EL DILEMA DEL CAMBIO El enfoque de sistemas que estoy describiendo se apoya en la capacidad del terapeuta para adoptar y mantener una determina- da actitud hacia el cambio, y para usarla terapéuticamente. Esta actitud surge al seguir el pensamiento de sistemas y el cibernéti- co hasta su conclusién final: si la familia es vista como un. siste- ma autorregulador y el sintoma como un _mecanismo de regula- cién, y se elimina el sintoma, entonces el sistema quedar4 tem- porariamente desregulado. En términos sistémicos, el cambio no es una solucién tinica a un problema unico, sino un dilema a resolver. Esto es asi ya sea se trate de un sistema bioldgico, eco- logico, psicolégico, social 0 politico. El cambio impone un precio y plantea el interrogante de cuales serén las repercusiones para el resto del sistema. No to- mar en cuenta estas repercusiones significa obrar a partir de lo que Bradford Keeney (1983) denomina “ignorancia ecolégica”. Dichas repercusiones se han tornado notablemente evidentes en los tiltimos afios, en que cientificos de diversos campos han ob- servado los efectos de alterar una parte de un sistema. Resolver, un problema inmediato suele crear otro problema en el entorno ecolégico. Por ejemplo: el DDT sirvié para destruir insectos pero se descubrié que era t6xico para los animales y los seres huma- nos; la prohibicién de vender bebidas aleohélicas en los Estados Unidos generé una nueva profesién, la de los contrabandistas de licores, que actuaron homeostdticamente para mantener el su- ministro de alcohol; la matanza de coyotes para proteger los rebafios de ovejas de los granjeros aumenté la cantidad de cone- jos, que a su vez destruyeron los sembrados de esos granjeros; los incendios de bosques se consideraron en un tiempo desastres de la naturaleza, pero después se descubrié que cumplian funciones beneficiosas a largo plazo y en algunos casos recientes se ha de- jado continuar el fuego. Los terapeutas familiares experimenta- dos han tomado.conciencia de este fenémeno al observar cémo surgen nuevos problemas a ratz de la eliminacién del preexis- tente: los padres que vuelven a la consulta, tras haber desapare- 26 EL PROCESO DE CAMBIO cido el sintoma de su hijo, para informar que “Marita marcha muy bien, pero ahora no nos entendemos con ella”; o un cényuge optimista que se deprime cuando el otro, antes depresivo, se vuelve més optimista; 0 un hermanito del paciente que empieza a portarse mal cuando éste mejora. Estas consecuencias del hecho de modificar un sistema estan grdficamente ilustradas en algu- nos pasajes del capitulo 9, titulado “Tratamiento de parejas”, como el de la mujer que expresa que su marido es ahora todo lo que ella siempre quiso que fuera, “ y esto no lo puedo soportar”. O el de la esposa exigente que se da cuenta de cuanto le gustaba estar sola tan pronto como su cényuge empieza a pasar todas las noches en casa. En estos casos, el distanciamiento del marido sin duda habfa cumplido una funcién en las relaciones conyu- gales, la que sdlo se comprendié una vez que aquél dejé de dis- tanciarse. Se puede ver una versién artfstica de las consecuen- cias de la “curacién” en el magnifico film de Marco Bellocchio: Salto al vacto, en el que la-vida de un hombre se hace pedazos cuando él queda libre del peso que le significaba la enfermedad de su hermana. Fue este fenémeno universal el que llevé a George Bernard Shaw a observar que hay dos tragedias en la vida: una es no obtener lo que se desea, y la otra es obtenerlo. Todo esto no significa que la gente no deba esforzarse por conseguir lo que anhela o por cambiar, sino simplemente que las consecuencias de hacerlo son impredecibles y estén Ilenas de vuelcos inesperados y de giros irénicos. Si el terapeuta tiene ple- na conciencia de las profundas complejidades implicitas en el hecho de cambiar un sistema, podré utilizar esas complejidades a fin de producir el cambio. Algunos criticos recientes del modelo cibernético alegan que este modelo es una teorfa de la estabilidad, y no del cambio, por lo que resulta inadecuado como base de una terapia."El principal inconveniente de la teoria a los efectos de la terapia es que no constituye una teorfa del cambio sino una teoria de la estabili- dad.” (Haley, 1980, pag. 15.) El alcance de esta critica depende de si la teorfa es utilizada meramente para describir los procesos autocorrectivos en la familia o si se la usa clinicamente a efectos de producir un resultado terapéutico. En el enfoque del Proyecto de Terapia Breve, la teorfa de la estabilidad u homeostasis se uti- liza paraddjicamente para efectuar un cambio. El concepto de au- torregulacién se usa para conectar el sintoma con el sistema y asi modificar una de las premisas fundamentales bajo las cua- les esté operando la familia: la premisa de que el sintoma es un EL DILEMA DEL CAMBIO 27 elemento exterior al sistema y puede ser cambiado por separado. Cuando los miembros de la familia acuden al terapeuta, ya han ‘desconectado el sintoma y piden que éste sea modificado sin cambiar su sistema. E] terapeuta conecta el sintoma y el sistema para mostrar que no se puede cambiar uno sin cambiar el otro y enfrenta a la familia con su propio dilema. Este dilema del cam- bio, y todos los aspectos pertinentes al mismo, pasan a ser el punto central de la terapia. La cuestién terapéutica principal no es c6mo eliminar el sintoma sino qué sucederd si se lo elimina; el tema terapéutico se desplaza del problema, de quién lo tiene, qué lo causé y cémo eliminarlo, a cémo funcionaré la familia sin ese problema, qué precio se deberdé pagar por su eliminacién, quién habré de pagarlo, y si vale la pena. Las repercusiones del cambio sistémico y los dilemas que ellas crean se convierten en el punto central de un debate tera- Péutico entre el terapeuta y la familia. Este debate contiene una serie de redefiniciones drdsticas que cambian la percepcién que tienen del problema los miembros de la familia _y, en consecuen- cia, su percepcién de las soluciones a dicho problema. Durante el debate, todos los aspectos que estén relacionados con el cambio y que yacen en el nivel ulterior de la familia —las alianzas secre- tas, coaliciones ocultas, pugnas encubiertas, y componendas dis- frazadas— se ponen de manifiesto y se conectan con el sintoma. A medida que los miembros de la familia intentan, reiterada- mente, reinstaurar su premisa por via de desvincular el sin- toma, el terapeuta contintia negando esa premisa por via de co- nectarlo. Cuando la familia acepta la nueva premisa, es posible que se produzca el cambio en forma repentina y en una direcci6n indeterminada.“Dado que sélo algunas de las caracteristicas personales de los elementos son totalmente absorbidas y utiliza- das por el sistema, quedan otras disponibles y se las puede usar para construir un sistema familiar operante, por ejemplo cuando el equilibrio del anterior ha sido destruido [...] La interaccién no exige una labor ardua y prolongada por parte del terapeuta sino tan sélo la capacidad de aprovechar el momento indicado y el tiempo indicado.” (Selvini Palazzoli y otros, 1978, pég. 199.) A efectos de comprender cabalmente el nivel ulterior de la fa- milia —las alianzas, coaliciones y pugnas ocultas — es util te- ner algun conocimiento del sistema de creencias familiar que gobierna este nivel. 28 EL PROCESO DE CAMBIO SISTEMA DE CREENCIAS Los ciclos conductales en cada familia son’gobernados por un sistema de creencias que se compone de una combinacién de actitudes, supuestos basicos, expectativas, prejuicios, conviccio- nes y creencias, aportados a la familia nuclear por cada proge- nitor, a partir de su familia de origen. Estas creencias indivi- duales se entrelazan para formar las premisas rectoras que go- biernan a la familia. Una vez més, no son las creencias 0 supo- siciones individuales de cada progenitor lo que el terapeuta con- sidera importante, sino el modo en que éstas se enlazan para for- mar las reglas operantes en la familia. Algunas de estas creencias son compartidas; otras son com- plementarias y proporcionan la base de la atraccién mutua ini- cial de los progenitores. Durante el noviazgo y las primeras fa- ses de la vida matrimonial se Ievan a cabo, en torno a estas cre- encias, una serie de negociaciones que se expresan bajo la forma de temas familiares. Alrededor de estos temas se organizan, en- tonces, importantes secuencias conductales, que a menudo sir- ven como metéforas del tipo de sintoma que se elige. Por “tema” se entiende un aspecto especifico, cargado de emocién en torno al cual existe un conflicto recurrente. Puesto que hay muchos de es- tos temas en toda familia, el terapeuta busca el que sea mas perti- nente al sintoma. Algunos temas familiares comunes son: res- ponsabilidad versus irresponsabilidad, en que el cényuge asume el rol del miembro responsable y el otro el rol del irresponsable; enfermedad versus salud, en que un cényuge se pone emocional o fisicamente enfermo y el otro actiia como psiquiatra o médico; acereamiento versus distancia, en que un c6nyuge persigue al otro con intencién de lograr un acercamiento emocional, y éste evade la persecucién, procurando distanciarse emocionalmente; maestro versus alumno, en que uno de los cényuges toma una postura de autoridad y competencia y el otro permanece indefen- 80 e incompetente. Las posiciones pueden modificarse en situa- ciones diferentes, pero el tema central sigue siendo el mismo. Cuando a uno de los cényuges no le satisface la conducta que ob- serva el otro en funcién del tema es posible que se vuelque a uno de los hijos para encontrar una solucién. El hijo acude en ayuda de sus padres asumiendo una posicién complementaria de la de uno de ellos, posicién ocupada anteriormente por el otro cényuge. Al conocimiento de estas creencias y de los temas que deri- van de ellas no se llega mediante el interrogatorio directo, sine EL DILEMA DEL CAMBIO. 29 por medio de la deduccién. Esta deduccién se basa en la explora- cién del lenguaje metaférico, el rastreo de secuencias conduc- tales y el registro de afirmaciones clave reveladoras de la acti- tud, tales como “yo le conocia todas estas cosas cuando me c: con él, pero pensé que el amor de una buena mujer lo curay Un comentario como éste sirve para explicar los reiterados in- tentos de una esposa por rescatar a su marido de sus malos hébitos. Ella cree que si es Io suficientemente buena y carifiosa durante suficiente tiempo lo salvar de s{ mismo, y esto la hard sentirse necesaria e importante. La aseveracién del marido de que “mi esposa tiene més cardcter y mejor juicio que yo” revela su conviccién de que él es débil de cardcter y necesita ser rescata- do de sus actitudes irresponsables por su muy responsable esposa. Estas creencias complementarias producen patrones de conducta predecibles que se centran en el tema del rescate. Los patrones pueden ser funcionales y asintomaticos durante mucho tiempo. Dejan de serlo si uno de los cényuges supera o cambia su posi- cién. Por ejemplo, si el marido a cierta altura, decide que los es- fuerzos de su mujer por rescatarlo lo estén asfixiando, en lugar de salvarlo, es posible que comience a tratar de escaparse de ella. La mujer, entonces, podria volver sus esfuerzos de rescate hacia su hijo, el que obsequiosamente desarrollaré un sintoma para que ella pueda salvarlo. El padre, quiz4, designe a su hija para que lo rescate, puesto que su esposa no ha podido hacerlo, y la hija posiblemente empiece a competir con la madre acerca de cudl de las dos es la mejor rescatadora de los hombres de la familia. El tema del rescate y el escape gobierna las transacciones de la fa- milia, en las que cada persona opera desde una posicién dife- rente en relacién con el tema central. El sistema de creencias y los temas que de él surgen han sido descriptos por distintos autores como mitos familiares (Fe- treira, 1966), constructos familiares (Reiss, 1971), temas fami- liares (Hess y Handel, 1969) e identidad familiar (Wolin, Ben- nett y Noonan, no publicado). Wolin y sus colaboradores, que describen la identidad familiar como “el sentido subjetivo (de la familia) de su propia'situacién, continuidad y carécter", sos- tienen que esta identidad es un modo de establecer conexiones entre una generacién y la otra. Algunas escuelas de terapia se concentran sélo en el ciclo conductal y, si bien reconocen la existencia del sistema de cre- encias, no lo utilizan terapéuticamente. “Los efectos de ciertas conductas sobre otras conductas, el modo en que se organizan las 30 EL PROCESO DE CAMBIO secuencias interpersonales, serdn cuidadosamente registrados, pero no se efectuard ninguna inferencia acerea de las motiva- ciones de los participantes”. (Sluzki, 1978, pag. 367.) Huelga de- cir que se puede provocar un cambio de maneras diferentes en muchos niveles distintos. Aunque no es necesario que los miem- bros de la familia ni el terapeuta se ocupen del sistema de creen- cias para lograr el cambio, el hecho de conocerlo brinda_un con- texto mas amplio a partir del cual se puede intervenir, sobre todo cuando se emplea un enfoque paradgjico, ya que estas creencias y temas proporcionan los cimientos para la intervencién indi- recta y metaférica. La influencia de los sistemas de creencia so- bre los niveles ideacionales de los miembros de la familia se trataré en detalle en el capitulo 3. Capitulo 3 FORMULACION DE UNA HIPOTESIS El primer paso, en cualquier enfoque terapéutico, consiste en la formulacién de una hipétesis, sin la cual el terapeuta no podria obtener ni organizar la informacion necesaria. Una hipétesis, segiin el Diccionario Internacional de Webster, es “un punto de partida para una investigacién”. Pero el terapeuta debe saber en primer lugar qué es lo que esta investigando, pues de lo contrario podria recoger una gran cantidad de informacién no significativa. El propésito de esta investigacién es definir la re- ciprocidad entre el sintoma y el sistema dentro del marco del tiempo y del cambio. El terapeuta necesita conocer las respuestas a interrogantes tales como: {Por qué presenta la familia este pro- blema particular en este preciso momento? {Cuéles son los he- chos y conductas que han precipitado el problema? {Qué ciclo de interaccién actual lo esta manteniendo? {Cémo ha ido cambian- do este ciclo con el tiempo? ¢Cémo se ha modificado el método de la familia para hacer frente al problema? {Qué le sucederd a la familia en el futuro si el problema subsiste? ZY si desaparece? La hipétesis inicial es necesariamente especulativa y se la utiliza como base para recoger informacién adicional que habra de confirmarla o bien refutarla. El terapeuta puede modificar la formulacién muchas veces, a medida que obtiene nueva infor- macién de la familia. No es necesario esperar a contar con una hipétesis definitiva para intervenir, ya que con frecuencia sélo las intervenciones permiten descubrir una informacién crucial. ‘Tampoco es preciso que la hipstesis sea absolutamente acertada; s6lo debe ser pertinente a la familia y al cambio. El criterio de pertinencia se evalia sobre la base de la realimentacién, es de- cir, de las sucesivas respuestas de los miembros de la familia. Dado que el propésito fundamental de la hipétesis es estable- 32 EL PROCESO DE CAMBIO cer conexiones, el modo en que se recoge la informacién tiene suma importancia. Muchas veces el practicante recolecta infor- macién de tal manera que al final sélo cuenta con datos aislados acerca de sucesos aislados, los que pueden ser conmocionantes en y por si mismos (incesto, violacién, asesinato, suicidio, ete.) pero que no tendrén ningun sentido a menos que se los conecte convenientemente con el problema presentado. Los miembros de la familia no pueden efectuar estas conexiones por si solos, ya que la persistencia de una conducta sintomatica supone que no tienen conciencia de ellas. Al recoger la informacién, el terapeuta debe adoptar una po- sicién neutral y no tratar de formarse juicios morales ni de to- mar partido por alguna faccién de la familia. Para mantener la neutralidad, no se centrard en ninguna persona con exclusin de las demas durante un periodo prolongado, ya que esto le daria un status especial a dicha persona. Dado que toda conducta se considera un intento de equilibrar el sistema de algin modo, el terapeuta respetaré la intencién unificadora de la conducta aunque ésta, en si misma, pueda no ser aprobada. Esta posicién neutral suele ser dificil de concebir para los terapeutas formados en un método més confrontativo. El objetivo de la terapia no es producir el cambio por medio de pequefias acciones durante una sesién —en que el terapeuta realinea, reestructura 0 reorganiza activamente a la familia por obra de su autoridad o de su técni- ca—, sino que el cambio se produciré a través de la capacidad del terapeuta de mantenerse fuera del sistema y lograr una visién holistica: de comprender, respetar y conectar todas las transac- ciones de la familia y, por ultimo, dirigir una intervencién a las que sean. mds pertinentes al problema presentado. Si el terapeuta reaccionara ante una conducta dada por via de enjuiciarla, no habria suficiente fundamento para definir posi- tivamente dicha conducta, planteando que cumple una funcién en el sistema. Al recoger informacién, es conveniente tener presentes las siguientes preguntas: 1. {Qué funcién cumple el-sintoma en cuanto a estabilizar a la familia? 2, {Cémo funciona la familia en cuanto a estabilizar el sintoma? 3. Cuél es el tema central en torno al cual se organiza el pro- blema? FORMULACION DE UNA HIPOTESIS 33 4, {Cudiles seran las consecuencias del cambio? 5. {Cul es el dilema terapéutico? A efectos de responder a estas preguntas, el terapeuta debe partir de ciertos supuestos bdsicos acerca de la relacién recfproca entre el sfntoma y el sistema. En este enfoque, esos supuestos son los siguientes: 1, La aparicién de un sintoma por lo general coincide con algin cambio efectivo o previsto en la familia, que ame- naza alterar el equilibrio (como que un miembro de la fa- milia se vaya de la casa, contraiga matrimonio, camb' de trabajo, empiece la escuela, se divorcie, legue a la ado- lescencia, se aproxime a la madurez, se enferme, o mue- ra). 2. La ansiedad en torno a este cambio activa conflictos que han estado latentes, y estos conflictos, en lugar de resol- verse, se expresan a través de un sintoma. 3. El sintoma puede ser un medio de evitar este cambio ame- nazador o de suministrar un modo de que se produzca. Por ejemplo: el sintoma presentado, en un caso, fue la con- ducta transgresora de una hija de dieciséis afios, que de pronto comenzé a sacar malas notas en el colegio, a faltar a las clases, a robar, a mentir y a volver a su casa a las cuatro de la mafiana. Esto coincidio con la circunstancia de que la madre habia conse- guido un empleo que la mantenfa fuera del hogar hasta tarde to- dos los dias. Se descubrié que la abuela materna desaprobaba el trabajo de. la madre y manifestaba esta desaprobacién ante la hija. Cada vez que la hija se portaba mal, la abuela lamaba a la madre por teléfono, a su oficina, y ésta de inmediato dejaba el trabajo para volver a su casa y reprender a la hija. La mala con- ducta de la hija cumplia la funcién de evitar el cambio interfi- riendo con el trabajo de la madre y manteniendo a ésta dentro del rol tradicional que la abuela le habia asignado. En otro caso, se vio que el sintoma de una hija de veintiséis afios constitufa un modo de provocar un cambio en la familia. Un afio y medio después de la muerte de la madre, la hija regresé del exterior y empezé a vivir sola en la casa familiar vacia. Su hermana y su hermano se habian mudado y el padre se habia vuelto a casar y viva con su nueva esposa. Habia muchos aspec- tos cargados de emocién en torno a la muerte de la madre, que 34 EL PROCESO DE CAMBIO nunca habjan sido discutidos entre los miembros de la familia pero que daban lugar a silencios tensos y a un distanciamiento incémodo. La hija procedié a romper el silencio y la distancia por medio de una conducta sumamente provocativa: iniciaba pe- leas, dejaba la casa en total desorden, abusaba de las drogas y el alcohol y exteriorizaba sus estados depresivos. Por tiltimo, el pa- dre reunié a la familia y acudieron a una terapia. Alli, la hija ventil6 todos los puntos relacionados con la muerte de la madre que hasta entonces se habfan acallado y obligé a la familia a en- frentarlos, En este caso, se consideré que el sintoma era un in- tento de apresurar el cambio levando a la familia a superar la etapa del duelo. ‘Al desarrollar una hipétesis, la informacién se recoge y se integra en tres niveles diferentes: conductal, emocional e idea- cional (lo que las personas hacen, sienten y piensan). Para com- prender los patrones de una familia, es importante ver cémo se conectan y se influyen entre sf estos tres niveles. EL NIVEL CONDUCTAL La informacién detallada respects de la conducta muchas veces revela importantes distorsiones 0 contradicciones que son claves para comprender el funcionamiento de dicha conducta. El terapeuta deberfa obtener una visién en cémara lenta de los he- chos inmediatamente anteriores, simultaneos y posteriores a la aparicién del problema. Los terapeutas suelen tener dificultades para conseguir informacién sobre conductas especificas, pues los miembros de la familia tienden a hablar en términos generales y a brindar descripciones altamente subjetivas. Por ejemplo, una esposa puede alegar que ella siempre “alienta” sexualmente a su marido. Al explorar con mayor profundidad qué es lo que en realidad hace para “alentarlo”, el terapeuta podria descubrir que de hecho lo agrede y que critica su modo de hacer el amor, ha- ciendo asf que la rechace. Esta informacién Ilevaria al terapeuta a conjeturar que el “aliento” brindado por la esposa cumple la funcién de protegerla de la posibilidad de descubrir sus propias dificultades sexuales. O bien, un marido puede declarar que se siente totalmente “desvalido” cuando su mujer se enoja. En rea- lidad, su “desvalimiento” consiste en recorrer un bar tras otro hasta que la esposa va a buscarlo. Lo que él describe como “desvalimiento” es una serie de actividades destinadas a hacer FORMULACION DE UNA HIPOTESIS 35 que su mujer vaya tras él. Es importante tomar en cuenta el efec- to que tiene una conducta sobre otras personas a fin de determi- nar su fancién. Para obtener este tipo de informacién, el terapeuta debe ser perseverante en el seguimiento de una secuencia conductal dada: deber preguntar qué acciones especificas siguen a otras aceiones especificas y cual es la respuesta especifica de otras per- sonas. A veces se hace necesario seguir este procedimiento hasta el cansancio, a efectos de penetrar a través de la vaguedad del lenguaje de la familia. El siguiente didlogo tipico ilustra la per- severancia que demanda el procedimiento: Terapeuta: {Qué hace usted cuando Julito trae malas notas en el boletin? Madre: No sé qué hacer. Terapeuta: {¥ qué hace, entonces? Madre: {Qué puedo hacer? Terapeuta: No estoy seguro de lo que pueda hacer, pero {qué es Jo que hace? Madre: Lo he intentado todo. Terapeuta: {Qué cosas ha intentado? Madre: Todo es inutil. Terapeuta: {Cuando fue la ultima vez que todo fue inuitil? Madre: Ayer. Terapeuta: {De qué manera fue inutil? Madre: Me di por vencida, sencillamente. Terapeuta: {¥ cémo se dio por vencida? Madre: Corri a mi habitacién, me tiré sobre la cama y me puse a Iorar. Terapeuta: {Qué hicieron los otros miembros de la familia entonces? Madre: Julito no se preocupé en absoluto; salié a jugar. Terapeuta: {Qué hizo su marido? Madre: Vino y traté de tranquilizarme. Terapeuta: {Cémo traté de tranquilizarla? Madre: Me asegur6 que todo iba a arreglarse y me prometié que iba a pasar mds tiempo con Julito para tratar de encaminarlo. A partir de la descripcién de la conducta efectiva de la madre y de la respuesta del marido, el terapeuta podria conjeturar que la 36 EL PROCESO DE CAMBIO actitud de darse por vencida de la mujer tenia la funcién de mo- vilizar al padre y aumentar su compromiso con la familia. El equipo de Milén ha desarrollado una técnica especial- mente iitil para recoger informacién, llamada cuestionamiento cireular, por la cual se le pregunta a cada miembro de la familia e6mo ve la relacién entre otros dos miembros de la familia. Este es un modo eficaz de conseguir informacién acerca de diferen- cias y cambios en la familia. Por ejemplo, se le podria preguntar a un hijo: “gTe parece que tus padres se llevan mejor o que se Ile- van peor desde que murié tu abuela?” (Selvini Palazzoli, Boscolo, Cecchin y Prata, 1980). Independientemente de cudl sea la técni- ca utilizada para obtener informacién, es importante que esa in- formacién se conecte para formar una hipétesis sistémica. EL NIVEL EMOCIONAL Al observar el nivel emocional de la familia, el terapeuta debe centrarse en la funcién de los sentimientos y en la forma en que ellos se expresan. La expresién de los sentimientos es una herramienta poderosa para ejercer influencia sobre otros miem- bros de la familia. Este es un concepto dificil de ensefiar debido a que se opone a la difundida nocién de que los sentimientos son sagrados, que constituyen un auténtico indice de “quiénes somos verdaderamente” y “dénde estamos realmente ubicados” y “es bueno saberlo y hacer que otros lo sepan”. Este asi llamado culto de la comunicacién pasa por alto la politica de los sentimientos dentro de un contexto social. Los sentimientos no emanan de la psique individual en comunién consigo misma, sino que son es- timulados y condicionados por un auditorio formado por otros, aun cuando este auditorio sélo sea previsto o recordado. Al igual que la conducta, la expresién de los sentimientos programa a otros, y es programada por ellos. Por ejemplo, una esposa puede ser programada por su marido para que sienta y exprese ira hacia la madre de él, de manera que éI mismo pueda evitar sentir y expresar ira hacia su madre; una madre puede programar a un hijo para que éste se sienta y se manifieste desvalido, y asf ella podrd sentirse y mostrarse pro- tectora; una esposa puede programar al marido para que sienta y demuestre celos, de modo de tener motivo para acusarlo de estar- la controlando. Este es el patrén de sentimiento —el sistema de emociones— que debe advertir el terapeuta al formular una FORMULACION DE UNA HIPOTESIS 37 hipétesis. {En qué circunstancia se despiertan y se expresan de- terminados sentimientos? {Qué sentimientos y reacciones susci- tan estas expresiones emocionales en los demas? Si durante una sesin una madre Ilora por la muerte de su padre, sus sentimien- tos pueden ser muy auténticos, pero ella no dejar de advertir el efecto de su Ianto sobre el resto de la familia: quiz4 tranquilice a su hijo hiperactivo, o haga que su marido se acerque mds a ella, 0 que la hija cese de mortificarla. Por s{ solo, el conocimiento de que la madre se siente triste no resulta particularmente util, pero saber qué momento preciso elige ella para expresar su tristeza, cémo la expresa y cémo reaccionan los demas, permite conocer la fancién que cumple. EL NIVEL IDEACIONAL Ademés de conocer lo que cada miembro de la familia hace y siente respecto del problema, el terapeuta debe saber cémo perci- ben ellos el problema, cémo perciben su causa y su cura, y como reaccionan ante la percepcién de cada uno de los demas. El nivel ideacional es el mas dificil de comprender, pues a menudo se ex- tiende mas alla de la toma de conciencia-y se relaciona con siste- mas de creencias. En muy probable que la clave para conocer este nivel se re- vele a través del contenido, asf como el del proceso, por lo que el lenguaje que emplea la familia adquiere suma importancia. El terapeuta prestaré atencién a las metdforas y a las afirmaciones que revelen actitudes, tales como “los hombres aman a las mu- jeres, pero Jas mujeres aman a sus hijos”, que indica la creencia de que el vinculo primordial de una mujer es con sus hijos y no con su marido, 0 como “nadie te querré tanto como tu familia”, que sefiala la creencia de que nunca se puede confiar por entero en una persona ajena a la familia. Estas afirmaciones muchas veces contienen reglas familiares secretas que mantienen el sintoma. Para llegar a una cabal comprensién de este nivel, es conve- niente que el terapeuta recolecte informacién acerca de la fami- lia de origen de cada uno de los progenitores. Dado que es alli donde se originaron las actitudes, percepciones y creencias, una perspectiva histérica de la familia extensa suele arrojar luz so- bre las transacciones actuales. Si bien no es necesario que la fa- milia entienda las conexiones entre el pasado y el presente, el 38 EL PROCESO DE CAMBIO contexto de las tres generaciones le brinda al terapeuta una Ges- talt mas amplia a partir de la cual podra formular una hipétesis y efectuar intervenciones. Algunas veces se descubre informa- cién relativa a fantasmas, secretos o mitos familiares que ejer- cen una poderosa influencia sobre el proceder de la familia. Para recoger informacién histérica, el terapeuta rastrea los temas familiares, y si parece que cierto tema tiene una relacin directa con el problema presentado, se lo incorpora a las inter- venciones. El siguiente es un ejemplo de cémo se realizé esto en una entrevista de consulta. Un terapeuta me solicité una consul- ta con una familia rural de escasos recursos, presentada como “multiproblemstica” y “proclive a las crisis”, cuyo hijo mayor habfa sido Nevado ante la justicia, por haber amenazado con un cuchillo al hombre con quien vivia su madre. Perla, la madre, era una joven voluptuosa, desarreglada y loriqueante, que a los 32 afios ya habia pasado por tres matrimonios y tenia cinco hijos de tres maridos diferentes. En ese momento estaba viviendo con un nuevo compafiero. En la comunidad, tenfa reputacién de cambiar de marido y de descuidar a los hijos, y se la catalogaba de “pobretona ignorante”. La sesién de consulta reuni6 a Perla, su compajiero Carlos y tres de los hijos de ella: Miguel, el identificado como paciente, de 15 afios; Jorge, de 14; y Maria José, de 12. La hija mayor, Ma- tilde, de 17 afios, estaba viviendo lejos del hogar, con un hombre, y la hija de 11 arios, Cecilia, habia sido enviada a vivir con una tia cuando se descubrié que tenfa una discapacidad para apren- der a leer, que su madre se sintié incapaz de enfrentar. Los padres de Perla estaban viviendo con la abuela materna, a la que se describié como una mujer alcohélica, que no hacia més que beber todo el dia y mirar televisin. Habia mucha fric- cién-entre la abuela materna y los padres, por lo que éstos acos- tumbraban salir muy temprano de su casa y pasar el dia con Per- lay su familia. El padre usaba el patio trasero de Perla para re- parar autos viejos que compraba y luego vendia. Esto molestaba mucho a Carlos, que lo sent{a como. una invasién de su intimi- dad. Carlos se quejaba de que él y Perla nunca tenian tiempo para estar juntos, porque ella vivia pendiente de sus padres y cedia ante todos sus caprichos. Esto era motivo de muchas discu- siones entre ambos. Cuando estas discusiones se volvian muy acaloradas, se interponia Miguel para proteger a su madre de Carlos, y éste se tomaba a golpes con Miguel. Intervenia entonces Perla, para proteger a Miguel. Carlos estaba a punto de abando- FORMULACION DE UNA HIPOTESIS 39 nar el hogar porque tenia miedo de legar a herir a alguien. Esto respondia al patrén seguido por los tres maridos anteriores, cuya decisién de abandonar el hogar habia sido motivada por el inten- so vineulo de Perla con sus padres y por su afin de proteger a Mi- guel. El terapeuta se habia centrado en tratar de detener la violen- cia y de introducir cierto orden en la familia, Habia asignado una infinidad de tareas coneretas a efectos de fijar Iimites, esta- blecer jerarquias y prioridades, e imponer disciplina; no se lo- gré ningun resultado. Perla siguié permitiendo que sus hijos hi- cieran lo que querfan y dejéndolos solos todas las noches para ir a jugar al bingo con su madre. Durante la entrevista de consulta, se revelé que Perla habia huido de su casa cuando tenfa 15 afios debido a las constantes pe- leas entre sus padres. La madre se habfa pasado corriendo tras ella durante afios, hasta que sufrié una pardlisis que le inmovi- liz6 las piernas y la confiné a una silla de ruedas. Culpaba a Perla de haberla dejado lisiada de por vida. (De hecho, la causa de su parélisis era un tumor en la médula espinal.) Perla asumia la culpa de haber dejado paralitica a la madre y resulta- ba claro, a partir de su conducta y de ciertos planteos que efectué, que habia dedicado su vida a tratar de compensarla. Su obsesién por pagar esta deuda enorme tenia prioridad sobre cualquier otra relacién, La madre la hacia objeto de incesantes demandas y aunque Perla se sentia resentida por eso, siempre capitulaba: la Hevaba al bafio, preparaba sus comidas, la sacaba a pasear en auto, jugaba al bingo con ella, y asf sucesivamente. A medida que se exploré con mayor profundidad el tema de la deuda y la reparacién, se descubrié que poco después de haber na- cido Perla, la madre habia dado en adopcién a los dos hermanos mayores de Perla. Los padres habfan sentido que no podrian cui- darlos por causa de su mala salud y su pobreza. El padre también habia querido dar a Perla, pero la madre insistié en tenerla con- sigo, con lo cual acrecenté la deuda que Perla crefa tener con ella, Estos dos hermanos vivian ahora en el mismo barrio de Perla, y constantemente le recordaban, de distintos modos, el re- sentimiento que sentian por haber sido ella la hija elegida mien- tras que a ellos los habian alejado del hogar. (Otra deuda mas que pagar.) Perla también se sentfa en deuda con su hijo Miguel, por haber sido éste victima de la violencia y el mal trato ocurri. dos durante sus primeros matrimonios, y en consecuencia no era capaz de demostrarse firme con él. Parecia claro que hasta que Perla no zanjara el problema de 40 EL PROCESO DE CAMBIO su legado de deudas, le seria dificil establecer limites tanto res- pecto de sus padres como de sus hijos. Este legado hacia que le re- sultara imposible permitirse ser feliz con un hombre (jeémo podria ser ella mas feliz. que aquellos a quienes habfa hecho su- frir?), y la conducta de Miguel cumplia la funcién de impedirle apegarse demasiado a alguien. ‘Mi recomendacién al terapeuta fue que basara sus interven- ciones futuras en este poderoso tema de la deuda y la reparacién que gobernaba a la familia. Le sugeri que comenzara por convo- car a toda la familia extensa (incluyendo a la abuela materna, a los padres y a los dos hermanos) a una reunién, en la que conti- nuarfa explorando el tema de las deudas impagas en la familia: qué otro miembro las tenia, hacia quién, cémo las estaba pagan- do, a qué interés, y si existia un estatuto de limitaciones. Se con- sideré de fundamental importancia averiguar qué otros miem- bros de la familia colaboraban con Perla para mantener a la fa- milia bajo la sombra de las deudas impagas. (Se conjeturé que las cuentas pendientes entre la madre de Perla y la abuela tam- poco habjan sido dilucidadas.) Sobre la base de la informacién recogida, ademds, se alenté al terapeuta a que construyera un ri- tual familiar en torno a la expiacién de las deudas, posibilitando que la familia las saldara en forma abierta y oficial. Dado que ésta era una de esas familias que son sumamente susceptibles a los epitetos tales como “pobretones ignorantes”, “flojos de caréc- ter” y “herencia maldita”, también se recomendé enmarcar el ritual dentro de un contexto en que se consideraria que la fami- lia era sumamente responsable y honorable respecto de su deter- minacién de cumplir sus obligacionés reciprocas. Los datos histéricos a menudo han ayudado al terapeuta a poner en descubierto un tema central que enlaza a los niveles conductal, emocional e ideacional de la familia, haciéndolos funcionar en forma conjunta. Estos antecedentes histéricos son més importantes en algunos casos que en otros, seguin el grado en que el legado del pasado se ha convertido en reglas rigidas que gobiernan el presente. Durante los primeros afios del Pro- yecto de Terapia Breve, tendiamos a pasar por alto el contexto histérico de los sintomas y nos centrébamos primordialmente en los ciclos conductales presentes. En algunos casos, sin embargo, las intervenciones dirigidas tinicamente a estos ciclos no pro- ducian resultados porque no cambiaban la ideologia temdtica que respaldaba a los ciclos. En la actualidad, recogemos infor- macién histérica como rutina durante la primera sesién y més tarde decidimos si la utilizaremos 0 no terapéuticamente. Capitulo 4 DETERMINACION DE LAS CONDICIONES PARA LA TERAPIA Una vez que el terapeuta formula una hipétesis, el paso si- guiente consiste en establecer un acuerdo terapéutico con la fa- milia mediante la determinacién de las condiciones para la te- rapia. Esto se efectiia definiendo la conexién entre el sintoma y el sistema y planteando el dilema del cambio. Si'se permite que la familia determine las condiciones a par- tir de su propia definicién del problema, el terapeuta estard perdi- do, ya que la definicién de la familia es 1a que esté manteniendo el problema. Si el terapeuta se complica en una discusién lineal acerea de si la madre deberia ser menos controladora, si el padre deberfa ser menos pasivo o si los hijos deberfan ser menos re- beldes, habré permitido que la familia domine la confrontacién terapéutica. La discusién de estos puntos elude la funcién de la conducta y pasa por alto el hecho de que los miembros de la fami- lia estan usando el control, la pasividad o la rebeldia como tdcticas en sus negociaciones. Al elaborar un acuerdo terapéutico, el terapeuta debe tomar en cuenta la existencia de proyectos ocultos y contradicciones en los requerimientos presentados, y redefinir répidamente el proble- ma en términos solucionabies. Muchas veces la familia re- quiere que el terapeuta intente lo imposible: cambiar hechos pa- sados, reformar a un miembro de la familia, resolver un punto de un modo contradictorio o solucionar un conglomerado de pro- blemas individuales. Por ejemplo, una practicante me pidié una consulta sobre un caso que describié de la siguiente manera: Me estoy sintiendo abrumada por esta madre divoreiada y su hijo Tomas, de siete afios. Ella sigue negéndose a salir a trabajar, esté 42 EL PROCESO DE CAMBIO cobrando una pensién por desempleo y siempre tiene algin sintoma fisico nuevo. Esté viendo a tres médicos distintos, cada uno de los cuales le dice algo diferente, y entonces me pregunta a mf qué es lo que debe hacer. Se ha peleado con todos los que quieren ayudarla, in- cluso con su familia y sus amigos. No deja que el padre de Tomas vea al chico porque no pasa a buscarlo puntualmente, y el padre esté amenazando con recurrir a los tribunales. Ella discute constante- mente con é1 por el dinero que le pasa y por la custodia del hijo. Se queja de que la terapia no la est ayudando y de que yo no hago lo su- ficiente. Parece tener una enorme necesidad de dependencia no sa- tisfecha y compromete a todo el mundo en su intento de satisfacerla. Amenaza con suicidarse y amenaza con mandar a Tomés a vivir a otra parte. {Qué debo hacer? Mi respuesta fue: {Cudl es el problema? La practicante se estaba sintiendo abrumada porque no habia conectado ninguno de los hechos mencionados en una hipétesis sistémica, por lo que estaba tratando de resolver alrededor de una docena de problemas por separado. El primer interrogante fun- damental era: qué funcién cumplia el desvalimiento de la ma- dre en el mantenimiento de cual sistema de relaciones? Una exploracién mds profunda, realizada en la siguiente se- sign, revelé que la madre habfa funcionado de manera compe- tente hasta que conocié a su marido y se casé con él. A partir de ese momento comenzé a decaer, debido a que el marido, segin ella, habfa destruido su confianza en si misma al hacerla objeto de un control tirdnico y de incesantes eriticas. Aunque ya esta- ban divorciados, ella seguia sosteniendo una lucha hostil y com- petitiva ‘con él. En la consulta, definimos el desvalimiento de la madre como su modo de mantenerse intensamente implicada con su marido y de continuar déndole la raz6n al seguirse mostrando incompetente de todas las maneras posibles. Esta definicién del problema era clinicamente til, pues conectaba el sintoma (el desvalimiento de la madre) con el sistema que lo mantenfa (su relacién con el marido). El nuevo acuerdo terapéutico se basé en elaborar una relacién distinta con el marido. En otro caso, una pareja que estaba experimentando una fuerte rivalidad conyugal fue motivo de una consulta debido a que el practicante-que los atendia no hab‘a logrado establecer un acuerdo terapéutico con ellos. El marido era sumamente hostil a

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