CAPITULO QUINTO
El Frontén
124, Olimpia
Equilibrio Total
La mujer que se arrodilla extiende los brazos, el caballo alza el cuello, el
guerrero empufia la espada; y el Angulo que los abarca asciende y desciende
en perfecta armonia; el simétrico declive a cada lado hace lo que puede para
calmar su emocién; de hecho la escena se convierte en un fronton.
EI grupo en forma triangular que coronaba los templos griegos estaba dis-
puesto con una calma y un sosiego que, no podemos por menos de pensar,
apenas tienen relacion con el gran sismégrafo triangular donde Picasso recoge
su particular pandeménium, Con todo, el Guernica
es primo de todas estas antiguas forma-
ciones militares por mas de una razon.
La guerra ocupa el segundo término, 0
incluso el primero, en ambos casos, con
sus portaespadas, sus contiendas y sus
caballos heroicos, sus vencedores y sus
vencidos. La guerra es una cosa nor-
mal, es una cosa noble, afirma el fron-
ton. La guerra es un infierno, dice el
Guernica con grandes gritos. Pero am-
bos hablan de las armas y del hombre.
El mural pone de manifiesto una exci-
tabilidad que hubiese ofendido a los
griegos, pero no por ello deja de tener
su propia nobleza, y hasta su relémpago
de orgullo marcial.
Reconocemos sin esfuerzo la no-
bleza presente'en el Guernica. El equi-
librio de los griegos es, como decimos,
menos evidente en el cuadro, Y sin em-
bargo, a pesar de toda su carga de exci-
tabilidad, también esa otra cualidad esta
presente en el mural,82
125, Delfos
126, Olimpia
127, Egina
FRANK D. RUSSELL
con extremidades alineadas a lo largo.
del borde inferior de manera tan es-
tricta como las pezuitas, rodillas, manos
y pies sobre el z6calo de una cornisa
griega:
la madre afligida y la parte iluminada
de la mujer envuelta en lamas quedan
fijadas a la derecha e izquierda del
tridngulo con la misma firmeza que
las acréteras en los dos extremos de un
fronton. La geometria
resulta mas vigorosa por sucinta: en la
unidad del compacto drama de Picasso
no hay extras ni lanceros. Tres persona-
jes —el portaespada, el caballo, la mu-
jjer que se arrodilla— Henan el espacio
por si mismos, una trinidad extendida a
la manera ortodoxa de los frontones
hasta la parte mas alta de la estructura,
que luego se inclinan siguiendo el de
clive del fronton, y
que estin armados y situados en los
rincones del frontén precisamente a la
manera griega;
traidos al primer término (contempla-
dos desde un determinado punto de
vista) y aplastados siguiendo el plano
arquitectonico. _Consideradas _ indivi-
dualmente, las figuras se agitan de un
lado para otro dejéndose Hevar por sus
pasiones. Pero colectivamente se_nos
presentan reducidas a una simeu
un rigor atico
(70)
aLuz y Voz
En el triéngulo del Guernica la porta-
dora de la lampara introduce la palanca
de su brazo. Aqui es donde la estruc-
tura esté mas desorganizada y es mas
humana que en el caso de su equiva-
lente arquitectonico: el molde clisico se
rompe, alimentado por una romantica
intrusion. Sin el menor rubor la porta-
lampara se esfuerza por conseguir su
propésito; su luz no solo logra entrar
én el triangulo y coronarlo, sino que
sus rayos, consiguientemente, se apro-
pian en gran parte de la tarea del ar-
quitecto, y el frontén queda definido
gracias a las lineas creadas por su lumi-
nosidad, Con la irrupcién del brazo de
la portalampara, el fronton establece
vinculos humanos con el friso del mural
en toda su extensién, revelando que
surge de una fuente exterior a si
mismo, que es creacién de un impulso
vital.
Por su parte, el caballo alza la ca-
beza més alla del triangulo, rompiendo
los confines del frontén desde dentro,
liberando su voz y ampliando el circulo
de sus posibles destinatarios. La rup-
tura con el clasicismo es completa: el
mismo animal, componente basico del
fronton, rompe la estructura en su ctis-
pide, recogiendo su energia y soltan-
dola. la energia plantada, por asi de-
cirlo, por la mujer con la lampara. Si-
gue existiendo una geometria, pero la
cabeza del caballo y la limpara de la
mujer no cumplen una funcion estatua-
ria, sino que son el ventriculo y la auri-
cula del cuadro, poniendo en marcha y
haciendo circular su fuerza, vaciando el
triangulo y volviéndolo a llenar. La in-
temporalidad del fronton se ve inva-
dida, en un momento del tiempo, por
una marea de vitalidad, por una pasion
que mas que inmovilizada, esta reali-
zada y trabajando.
EL FRONTON
8384
FRANK D. RUSSELL,
La Masa
Con sus referencias a los griegos, Picasso no habla tanto de victorias y
derrotas —Maratén, Guernica— como de una intemporal renovacion. El fron-
tn con su tranquila simetria incrementa esta intemporalidad, y puesto que la
simetria mas que cuclidiana es una construccion viva, se nos permite sentir no
s6lo una geometria plana sino una forma plantada organicamente. una for
ma que trabaja en profundidad. De hecho, debajo del triangulo descubrimos
la silueta de una masa, el rostro de una piramide.CAPITULO SEXTO
La Pirémide
Escombros
Firmemente anclada de un extremo.
a otro
128,
Sakkara
mediante la hilera de extremidades, la
piramide se va inclinando hacia la leja-
nia, el triangulo retrocede hasta conver-
2) tirse en cumbre. Las piedras angulares
de mano y pie cobran gran importancia
comparadas con el mintisculo puiio que
sostiene la lampara en el punto mas i
alto; iiss
cl pie como de Atlas de la mujer que se
arrodilla, da paso a su torso desvalido
que disminuye hacia arriba siguiendo la
pendiente. Los cascos
del caballo estan vueltos hacia adelante
a lo largo de la base, la superficie infe-
ior forzada hacia arriba y visible en el
drastico vuelco del animal, visto, se di-
ria, desde la posicién del portaespada
Irguiéndose hacia atras desde los cascos
hasta la cabeza, el caballo esta colocado
como una piramide dentro de otra pi-
ramide. Extendiéndose a un lado y a
otro,86 FRANK D. RUSSELL
los rayos de luz definen y confirman la
estructura, La silueta de la piramide,
por muy imprecisa que resulte,
consigue crear una idea de permanencia. Perpetuando escombros diversos,
fragmentos de un Calvario, la plaza de toros, y Guernica, la pirdmide los funde
a todos en una arquitectura diferente de cada uno de ellos. Los retine en una
forma mas duradera y estable (y mas evidente) que las cruces, 0 el ruedo, o las
calles en Hama:
«No pasaran, segtin la consigna del Madrid republicano. Como la piramide,
la Republica no quiere caer
Pero la firmeza y la proverbial inmovilidad de la piramide tiene, en el
Guernica, una vida y un tipo de muerte totalmente suyas.
El Tropiezo
Los hombres siempre han terminado impacientandose con lo inanimado,
jertando la vulnerabilidad de la vida
en estructuras de piedra
29. Erection
6 colocando sobre garras el mas domés-
tico de los objetos para que dependan
del apoyo de una vitalidad animal. Pies
situados
130, Egipcio(74)
LA PIRAMIDE,
en las esquinas de los cuadros, también
han dado a la estructura una vida pro-
pia, una piramide con dos extremida-
des propias bien separadas, como las de
un coloso. Picasso usa a menudo
este truco clasico, como en la Crucifi-
xidn de 1930, una piramide levantada
por los extremos en sus dos angulos,
y de manera similar en el primer Esta-
dio del Guernica, Pero en uno de
los Estudios para el Guernica de una
madre con su hijo, la piramide, en lu-
gar de permanecer en pie como debe
hacerlo una piramide, tropieza. Una de
las extremidades criticas tiene que ser
sustituida por una mano.
Esta desgracia es el anuncio de un panoramico tambalearse en la versin
final del cuadro. Aqui, como en el Estudio, la piramide se alza hasta su cumbre,
con la cabeza del caballo reemplazando a la de la mujer, mientras que la masa
cae con la rodilla de la mujer que se postra, y de nuevo con la rodilla del caballo
herido; equilibrada en parte gracias al colosal pie de la derecha, la entera
estructura tropieza finalmente con el suelo a la izquierda mediante su mano
colosal
Una nueva parabola en el arte, un cataclismo capaz de hacer que las pirémi-
des se tambaleen.
87
131, Rubens
132, 1930.31
133, 1937
134. 198788
FRANK D, RUSSELL,
Ilusion y Desilusion
Quiza haya mas de un motivo légico en el hecho de que la voluminosa obra
de Picasso tropiece, porque en 1937 no eran s6lo Guernica y la Repiiblica lo que
se hallaba bajo el fuego enemigo. Mas sutil y en cierto sentido mas profundo
era el espiritu de compromiso moral de la sociedad, el espiritu que sostenia la
causa republicana con un fervor casi religioso tanto en Espaia como en el
extranjero. Aun _mostrandose activo, impulsando, por ejemplo, a ciudadanos
particulares de distintas democracias a luchar como voluntarios en Espana, este
espiritu apenas podia hacer otra cosa que tambalearse bajo el peso de una época
que durante varias generaciones habia mirado con escepticismo las viejas certe
zas y que habia prescindido desde mucho antes de los suenios de nobleza.
También en arte, de acuerdo con esto, 1a época habia suprimido todos los
gestos heroicos. Apenas puede sorprender que el heroico mural de Picasso,
porque el Guernica no es nada si no es heroico, se presentara ante el mundo
con cierto desasosiego.
En la generacién que siguié a la revolucién francesa
135. Delacroix
era inevitable que apareciera en la pintura una calida oleada de igualitarismo,
como en la Libertad guiando al pueblo, de Delacroix. Aqui vemos muertes, pero
muy pocos tropiezos a la hora de avanzar paso a paso, y atin menos en la
estructura que alcanza sus tltimos objetivos y en la piramide que logra practi
camente que estalle su marco, sin someterse a ningtin confinamiento. Lo mismo
iba a suceder en la estructura de la version picassiana del tema, donde la
libertad est personificada en un heroico caballo. Bajo la pantalla del cubismo
—los aniquilantes y secos cinismos de este siglo— nos vemos arrastrados en el
mural de Picasso por la gran ultima irrupcion de la edad romantica: la afirma-
cién de Delacroix, la lampara que sostiene la mujer, proyectada hacia adelante
como descendiente de la bandera de la Libertad; y los muertos de Delacroix a lo
largo del borde inferior, y sus imagenes de humo y heroismo situadas a derecha
¢ izquierda.LA PIRAMIDE,
O la apasionada respuesta de Géricault ante el desastre localizado, su piramide
de agonia amontonada en la balsa abandonada del Medusa, de nuevo los gestos
heroicos en lo alto, y la muerte extendida a lo largo del borde inferior.
Aqui la vena romantica de los antepasados del Guernica pasa a la clandest
nidad, y aqui, ciertamente, la larga tradicién de la pintura heroica se detiene,
porque para reaccionar contra tales éxtasis, los impresionistas y sus seguidores
se alejaron del humo y del heroismo, de los Bonapartes y de las causas de
cualquier tipo. Un siglo de revoluciones y de sus dudosas secuelas dej
Francia sin una gota de la credulidad moral que sostuviera a David y a Dela-
croix, y cuando en 1900 Picasso, todavia muchacho, llegé a Paris, los pintores
progresistas franceses habian renunciado ya desde hacia mucho tiempo a ocu-
parse de la gloria y de gestos y pasiones. Al espiritu humano le habia sucedido
algo, y el momento para tales cosas pertenccia ya al pasado. Los acontecimien-
10s eran importantes, sin embargo los pintores no eran capaces de
alzarse hasta ellos, de levantar piramides para alcanzarlos; la Comuna de 1870
con sus desesperados ideales y su sangriento final dejé la superficie de la pir
tura francesa perfectamente en calma, sin que ningdn pintor diera un paso
adelante para hacer volver la Libertad de Delacroix a sus barricadas, Los ana
quistas, Dreyfus, rios de mendigos en las calles, los cafiones prusianos; ninguna
de estas cosas despert6 a los pintores de sus perfectas constelaciones de manza-
nas y naranjas. La angustia privada de Van Gogh, el doliente aislamiento del
periodo Azul de Picasso, los enfebrecidos bandazos de los fauves y de los expre-
sionistas definian el aislamiento de los artistas y sus desilusiones. La guerra
mundial encontré a Monet poniendo todo su afan en la altura de sus nemife
res; y a Picasso hundido en sus fragmentos de periédicos y en sus estudios a
lapiz en el estilo de Ingres. En una época de desilusién y de escepticismo el
heroismo salia malparado cada vez que alguien intentaba sacarlo a la luz; los
futuristas daban cuerda a sus maquinas sin efecto duradero, y los alemanes y
rusos al tratar de sacar el arte heroico de su tumba en los aiios reinta solo
demostraron lo mucho que el mundo se habia alejado de alli en los cien aios
transcurridos desde Delacroix. Quedaba para Picasso lograr lo imposible, por-
que se trataba en realidad de devolver la vida a un dinosaurio, de restaurar la
piramide de punos y espadas y caballos relinchantes y rayos de luz, y de restau-
rarla de manera que no pudiéramos sonreir al verla. No hay duda de que este
logro no salié sin esfuerzo del pincel del artista: testigos de ello son los cuarenta
tos en si mis:
8990
FRANK D, RUSSELL
y cinco Estudios y los ocho Estadios del mural esforzindose en todas direccio-
nes; mas bien habria que decir que la obra se compuso por medio de la tortura,
que tuvo que salir a la superficie como un monstruo desde el fondo del océano
por un acontecimiento cuyo especial patetismo era imposible ignorar. Ningtin
Otro artista de nuestro tiempo, ni siquiera el mismo Picasso con Ia excepcién del
Guernica, ha pensado en intentar una resurreccién tan colosal. El cuadro se
distingue de los demas, tropezando sin duda, turbulento, pero sin dejar por ello
de ser un testimonio de la permanencia del espiritu romantico asi como de la
dificultad para que reaparezca en una época de sentido practico. Pero, por
supuesto, ¢s dificil precisar a qué época pertenece el Guernica, y de dénde
brota; la portadora de la Kimpara esparce la luz en todas direcciones; Picasso en
su mural reunié los antagonicos extremos de un siglo del espiritu humano,
volviendo el ciclo de la pintura hacia atras y hacia adelante al mismo tiempo,
levandolo a su maxima expresion, a sus temas tragicos y a sus grandes formas.76:
CAPITULO SEPTIMO
El Triptico
El Diélogo
El impulso romantico, sin embargo, por intenso que sea, no es necesaria-
mente el que ocupa un lugar mas profundo en la estructura del cuadro de
Picasso. Muchas de las obras de arte mas importantes, como las sinfonias de
Beethoven, son por supuesto romanticas y clasicas al mismo tiempo, si es que se
considera necesario usar esas palabras. Existe la pasion, y, en arte. el control
de la pasién. E] Guernica contiene una emocidn que no es posible apaciguar
pero también contiene el fronton, una estructura de perfecta frialdad, y delante
de todo ello se extienden las partes
de una formacién que es medieval en
su rigidez moral: el triptico. Sus dos la-
dos, tan erguidos como centinelas, se
contestan y desafian el uno al otro sobre
el torbellino del mural en una especie
de didlogo tragico, en bloques cons-
truidos sobre dos extremidades simén
cas, alzandose en los sombrios. monu:
mentos del toro y de la casa en amas;
el animal rodeando a la madre afligida
como una gran abrazadera mientras la
casa encuadra y prende fuego a la mu
jer que cae;
la piedra de molino de la cabeza del
toro, y el cuadrado de la ventana en
llamas al otro lado, triturando los ros-
tros de las mujeres. Seguin la estructura92
FRANK D. RUSSELL,
\
ims profunda de los segmentos latera-
les, la afliccién de la madre queda igua-
ada con el quemarse viva de la otra, las
cabezas de las mujeres tan semejantes
como las caras de dos monedas, los bra-
ros extendidos en una simétrica coreo-
grafia de angulos iguales, los de la mu-
jer en Hamas alzados hacia lo alto, los
de la madre afligida precisamente en la
direccién opuesta.
Un. panel con bisagras es por su
propia naturaleza una especie de des-
membramiento, una ruptura_planifi-
cada, En el Guernica este aspecto de los
tripticos sale a la superficie tanto por el
tema como por la forma,
con un panel que gira en el cuello
oprimido asfixiado’ de la portalim-
para, y el otro a la altura del cuello
encogido y cortado a hachazos del gue-
rrero; sin que a ninguno de los dos per-
sonajes se le permita atravesar los limi-
tes, ya que el pintor prefiere desmochar
cabezas que ocultar la claridad formal
de su plan, aunque, por supuesto, parte
de ese plan sean precisamente esas mu-
tilaciones. El toro se ha visto sometido a
un suplicio de estilo procrustiano para
lograr encajarle en su estrecho rectan-
gulo; de aqui la debilidad interna de
ste agresor, el wltimo a quien se le
ocurriria intentar escapar de la jau
que le ha sido asignada. En la confusion
del mural
la
una figura tasciende las fronteras del
panel, dando unidad al conjunto. Se
trata de la mujer que se arrodilla, una
espectadora, una testigo, una persona
que existe, en cierto sentido, fuera del
contexto dramético mas hondo.
Los paneles establecen
un riguroso contrapunto con la pira-
mide, con ambas estructuras ancladas
en sus extremos inferiores por la mano
y el pie; con la cabeza del guerrero y
abuliada rodilla de la mujer, que se
hincha para lograr una aproximacion
entre las dos siluetas. Por lo que se re-
fiere a la rodilla de la mujer, esteEL TRIPTICO
miembro deforme y sorprendente no s6lo colabora en el anclaje tanto del pa
nel como de la piramide, agrandada hasta convertirse en uno de los bloques
cimentadores de la piramide, sino que sirve como punto crucial de un apa-
sionado y monumental acto de arrodillarse: un apropiado reflejo de la caida
cabeza del guerrero. Estructura requerida por los dictados de la forma y del
contenido, apasionadamente ideada y sumergida en el significado a cuyo ser
vicio est
El Golfo
Contemplado desde otro punto de vista, la Gerra de nadie del mural se
convierte en una carrera de obstaculos erizada de lineas verticales.
Confinados, cortados, empalados por ellas, ninguno de los elementos del
mural tiene libertad para pasar de un lado a otro; hay obstéculos por todas
partes, y, en particular, las fronteras de las hojas del triptico estan situadas
como puertas fortificadas.
Por qué?
El triptico reducido a una sola tabla como en el Guernica, hace pensar en los
paneles medievales 0 del Renacimiento, divididos por sus pilares internos. Este
tipo de cuadro esta centrado en alguna
presencia inaccesible, una Reina de
los Cielos, por ejemplo, aislada por
columnas y estrictamente separada de
santos y cortesanos terrestres, diferente
también el aire que respira. Gracias a
las barreras del cuadro, aceptamos sin
rechistar la tergiversacion de hechos y
simbolos; al imaginarnos este grupo
discordante reunido en un_ escenario
apropiado para la conversacién,
137, Domenico Veneziano
9394
FRANK D. RUSSELL.
nos damos cuenta de los problemas del pintor. La necesaria armonia va mas alla
de cuestiones tales como el azul celestial de la timica de la Virgen, para penetrar
en las exclusiones arquitectnicas del pintor.
También el Guernica, en cierto sentido, es un cuadro religioso, y sus image-
nes no son realidades fisicas ni politicas; «El toro no es el fascismo, sino brutal
dad y oscuridad>. Fl protagonista no esta representado por un ser humano,
por tn héroe o heroina de Guernica, sino por un animal doméstico, una victima
metaférica, golpeado por un arma arcaica, también metaforica, Mientras que el
caballo, el pueblo (0 Cristo) es en realidad todo simbolo, las figuras que estén a
su lado —la madre, la mujer envuelta en lamas— puede pensarse que sugieren
el mundo, la misma Guernica, de hecho casi podrian haber aparecido en una
foto de los periddicos. Dos niveles de realidad tienen que coexistir igual que en
un cuadro del Renacimiento; la esencia mas rec6ndita en el centro, flanqueada
por lo simplemente venerable, lo fisico, a ambos lados. La invencién de las
secciones laterales del triptico y el didlogo entre ellas no es mas significativo que
su aislamiento del golfo que las separa
(79)(81)
CAPITULO OCTAVO
La Fachada
Torres y Muros
La protesta visual de Picasso, gestuvo en realidad tan minuciosamente ur-
dida y maquinada? Tenemos necesariamente que llegar a una conclusion afir-
mativa. Un frenesi tal como para abalanzarse espontaneamente sobre el lienzo
movido por un impulso irresistible puede haber tenido importancia en la reali-
zacién de algunos de los Estudios para el Guernica, La obra acabada tiene un
rigor que es lo opuesto a cualquier tipo de inspiracion incontrolada; también
tiene pasion, pero una pasion por el correcto ensamblaje entre las partes, por el
equilibrio, por la funcionalidad, El pintor nos presenta la obra de un arquitecto.
estructura resultante viene a ser un fronton, una piramide y un triptico,
pero todos estos elementos unidos, considerados bidimensionalmente, como
un gablete flanqueado por rectingulos,
forman la fachada de una catedral: la
mas importante de las estructuras in-
ternas del Guernica
Como una catedral
la estructura se ve impulsada hacia lo
alto, flanqueada por sus propias torres
enjutas que también se dirigen al cielo y
terminan en pinaculos que son sus
cuernos y sus lamas. Todo ello escul-
pido en segmentos que van del gris
claro al gris oscuro, una cortina de pie-
dra, tan descolorida como la fachada de
cualquier catedral gastada por la in-
temperie.96 FRANK D. RUSSELL
Picasso y el Greco: similar distribucion
de formas afiladas, saltos de luz a oscu-
ridad; un gablete, y, flanquedndolo, las
torres, sin demasiada cohesion, de la
fachada.
En cuadros tales como el del Greco
y el de Picasso,
139, EI Greco
no menos que en Jas fachadas de las
catedrales, el propésito aparece por to-
dos los rincones, hay un sentido de mu-
ros que van creciendo con fuerza y con-
tinuidad, de estructuras que avanzan
con cada nuevo giro; el significado sim-
bélico se solidifica en el lugar ade-
cuado, dirigiéndose desde todas partes
al espectador pidiéndole su_participa-
cion.
140, Paris
Queda para otros artistas, general-
mente mas ecudnimes, aceptar las dis-
tancias. El celo, la
141,
Poussin
vena de religiosidad en cualquiera de los dos maestros espaiioles busca el muro
sin solucién de continuidad, la anchura para representar los simbolos de la
manera mas agresiva y mas amplia.LA FACHADA
Por supuesto, lo que queda delineado en estas estructuras arquitectonicas es
una zona de lo imperturbable, una zona de lo invulnerable, un territorio que
nunca existid bajo las bombas, y que, como el campo holandés mantenido con
los diques, tiene mas de impuesto que de descubierto. En dltimo extremo, es el
artista mismo el que impone, el que se muestra. El frontén, la piramide, el
triptico, la fachada, cada estructura alza su l6gica particular: las arquitecturas se
unen fundamentalmente porque todas ellas reflejan igualmente la manera de
trabajar de un arquitecto. En el Guernica la estructura constituye en el sentido
mas profundo el sello del artista, su intrusi6n totalmente personal, que organiza
un caos segiin la imagen de una mente ordenada. Pero al enfrentarse con esta
proyeccién interior, el Guernica presenta por supuesto al mismo tiempo su
ulterior especticulo: su representacin hacia afuera del mundo objetivo.
97