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EXISTE EL PROGRESO TECNOLOGICO» ¢ En 1751, la Academia de Dijon en Francia propuso un con- curso de ensayos a partir de una simple pregunta que podria- mos reformular mas 0 menos asi: gel progreso de las ciencias yla tecnologia ha contribuido al progreso del ser humano? El concurso lo gané un muchacho ginebrino llamado Jean- Jacques Rousseau. Su respuesta: no, para nada. No obstante, ha habido otras opiniones. Casi un siglo antes, el filésofo y matematico Gottfried Leib- niz habia disefado una maquina compuesta de algunos rodi- Ilos metdlicos con la que se podia sumar, restar, multiplicar y dividir. Desde el punto de vista de Leibniz, el ingreso dela maquina a la vida cotidiana solo podfa traer beneficios pat la sociedad. En un. futuro no muy lejano, pensaba, desde los financistas hasta los astrsnomos se dedicaran exclusivamen'® al pensamiento creativo, ya que el duro trabajo del cdlculo seré realizado por aparatos. En 1685, escribié: “es indign? de Texto publicado en Hoy Dia Cérdoba el 12 de julio de 2016. 228 hombres excelentes perder horas como esclavos de cilculo que con seguridad podria ser relega mnds si se utiliza la maquina”. Es importa no dijo que todas Jas personas quedar: cn el trabajo ido a alguien Ante notar que Leibniz An excluidas del trabajo : no sol “h entes” que podran per- mitir que “alguicn mas” —menos excclente, digamos— sea esclavo cn Jugar de ellos. esclavo, sino solo los “hombres excel Uno de los primeros en notar que la mecanizacién de la socie- dad no beneficiaba a todos por igual fue Marx. En El Capital, publicado en 1867, cité a John Stuart Mill, quien dijo: “es discutible que todos los inventos mecénicos efectuados has- ta cl presente hayan aliviado la faena cotidiana de algiin ser humano”. Acto seguido, Marx completé irénicamente la fra- se con sus propias palabras: “...de cualquier ser humano no alimentado por el trabajo de otros”. Desde el punto de vista del filésofo aleman, la maquina no liberaba a los “hombres excelentes” sino a los que posefan los recursos para comprarla y poner a un obrero a trabajar en ella. Por otro lado, dado que simplificaba el trabajo, este podia ser delegado a “obreros de escasa fuerza fisica 0 de desarrollo corporal incompleto, pero con miembros giles”, en otras palabras, mujeres y nifos. “Trabajo femenino ¢ infantil fuc la primera consigna del em- pleo capitalista de maquinaria!”, aseverd. Por otro lado, argu- menté que, al contrario de lo que se creia, los obreros trabaja- ban ma : produccién y, conjuntamente, el trabajo se habia vuelta ms Peligroso, como lo demostraba el incremento en el niimercs de amputaciones y dolencias producidas por seguirle el ritmo a i {s intensamente desde que se mecanizé la s tiempo y mas intensamente desde que se meea' la Maquinaria automatica. 229 a IV También en la literatura podemos tropezar con Posiciones encontradas alrededor del progreso tecnoldégico. Una mirada critica al respecto puede leerse en Erewhon, la novela que el escritor inglés Samuel Butler publicé en 1872. La obra narra la historia de un extrafio pais cuyos gobernantes prohiben |g fabricacién y el uso de las maquinas inventadas a partir de 1600, fecha convencional de la aparicién de la ciencia y Ja tecnologia moderna. Una de las razones por la que lo hacen es que consideran que las maquinas han perdido su docilidad a partir de esa fecha: “solo sirven a condicién de que las sirvan, e imponiendo ellas sus condiciones. En cuanto estas dejan de cumplirse, respingan y se destrozan a sf mismas, haciendo afiicos a todos los que pueden alcanzar, 0 se vuelven brusca- mente displicentes y se niegan por completo a trabajar”. Por otro lado, sostienen que los humanos hemos dejado de ser esclavos del trabajo para ser esclavos de la maquina que hace el trabajo, lo cual, al final del dia, no es negocio: “;cudntos hombres, hoy dia, viven en un estado de esclavitud con rela- cién a las méquinas? ;Cudntos pasan su vida entera, desde la cuna hasta la tumba, cuidando de ellas noche y dia?”. Repita- mos la fecha: 1872. Unas décadas més tarde, en 1908, Chesterton publicé su célebre novela El hombre que fie jueves, En un pasaje de esta obra, dos poetas mantienen una discusién sobre la belleza y el arte. Mientras que el poeta anarquista Lucian Gregory afirma que el desorden y el caos son las fuentes de la inspiracién del artista, el otro poeta, Gabriel Syme, esgrime una defensa del orden y el célculo que imponen las nuevas tecnologias de la época. Frente al ferrocarril, exclama que en el horario del tren hay més belleza que en cualquier libro de Byron. El hombre lanza una maquina salvaje y, de todo lo que podria suceder, 230 acierta desde lejos a la estacién que desea, a | todos los dias. “Guardese usted sus lib 7 ya mi déjeme llorar lagrimas de ferrocarril”, exagera Syme, ahora que desea, FACOS en Verso y | Prosa, orgullo ante un horario del Vv En definitiva, la nocién de “progreso tecnoldgico” es escurti- diza y de bordes pocos definidos. Si nos preguntamos “;pro- greso de qué?”, lo mas probable es que nos enfoquemos en los cambios que han suftido los artefactos y redes técnicas en los ultimos cuatro o cinco siglos y nos olvidemos del panorama completo. Pero la idea de progreso supone también que todos esos cambios ocurren en una direccién hacia algo mejor. La dificultad de esto radica en que las nociones de mejor y peor dependen de percepciones individuales, sociales y culturales, que varian segtin el sector social, la clase econdmica, la épo- cao la trayectoria de una comunidad. Asi, aunque probable- mente Rousseau no hubiera ganado el concurso, la mejor res- puesta al interrogante de la academia de Dijon hubiera sido en ese entonces, al igual que en la actualidad, otra pregunta: “@Progreso para quiénes?”

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