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Este articulo es parte del archivo de nexos Juanga Mauricio Tenorio Trillo Octubre 1, 2016 Quien esto escribe es un cursi. ¥ digo que en el iiltimo si lo Agustin Lara (‘... ven, que con la luna mi cabafia pintaré...”), José Alfredo Jiménez (“tii me querias decir no sé qué cosa, pero callé tu boca con mis besos...”) y Juan Gabriel (“.. me miro en el espejo y veo en mi rostro/ el tiempo que he sufrido por tu adiés...”) formaron mas memoria colectiva en México que todos los intelectuales o “creadores nacionales” que el pais ha tenido. Lo cual no es ni bueno ni malo, sdlo cierto, como que Juanga se nos ha ido. Se fue rapido y sin aviso, eso si, como él queria: poco después de uno de los legendarios conciertos entre su gente, en California. Como tantos y tantas, me quedo huérfano, viudo y mudo. Jones: Ricardo Figueroa Juanga fue el arquetipo de lo que ha significado la existencia para muchos mexicanos en México y Estados Unidos; me refiero a ese su tener tanates para sobrevivir y prosperar, de valentia y desparpajo para imponerse como pobre y desclasado en una sociedad feudal, como homosexual en una tierra de machos reprimidos, como cabal en el reino de las traiciones. De aqui “pall rial’, Juanga sera la leyenda de liberacién a través de la sublime cursilerfa, la anticatrinura altanera y el instinto poético plebeyo. EI divo de Pardcuaro, de Juarez, de México o de Chicago y los suyos eran, son, somos, cursis y nacos, claro; nadie puede tener mucha clase en una sociedad tan desigual como la mexicana. Los catrines siempre han sido pocos y por décadas posrevolucionarias fue costumbre su invisibilidad social, pero de un tiempo a esta parte se ha vuelto cool ostentar sin empacho catrinura econdémica o cultural en antros, restaurantes, suplementos sociales 0 culturales, premios y distinciones nacionales. ; Ay Juanga!, “date cuenta de eso’, de que los catrines estan muy al cuidado de su catrinura y de que los nacos no nos damos cuenta de nuestra naquedad. Por definicién, los nacos son los otros, esos que se materializan a poco que se autoconcibe la ricahombria en un orden feudal. Pero Juanga diria a los catrines: “te pareces tanto a mi, que no puedes engafarme”. Porque la catrinura nacional es tal si y sdlo si el pais de nacos. Es cursi y naco el “No vale la pena/ date cuenta de eso/ que lo que tdi me has dado/ es una miseria/ son muy pocos besos para un enamorado’, pero ni més ni menos cursi que el suplemento social de Reforma y la foto de la “prepaaaa” de Der schule zu Cuajimalpa bailando un vals de Strauss en Viena; no mas que mucho de la inteligencia mexicana del siglo XX que, promovida por el Estado, nos produjo versiones verndculas de Freud, Sartre, Heidegger o Isaiah Berlin. Al menos Juanga nunca canté lo que no sentia o no sabia. La cursilerfa intelectual mexicana exige hablar de cualquier tema —abra usted cualquier periddico o revista—, hasta de Juan Gabriel, como yo aqui, haciéndole al catrin intelectual cuando lo que quiero evocar despelucadamente es mi Juanga. Y es que el pais es naco, no es Dinamarca, hay que instruirle y dos gotas de sabiduria, traducidas de Wikipedia o de The New Yorker, son un monzén para la aridez intelectual en que vivimos. O eso ha de asumir la catrinura intelectual porque de otra manera jcémo se entiende la cursileria de atabalearnos con pomposos rollos baratos y reciclados sobre cualquier tema? Si no fuéramos nacos, no necesitarfamos la instruccién, pero entonces jqué seria de la catrinura intelectual? Me quedo con la cursileria de Juanga, esa era de otro jaez. La materia prima de Juanga exigia lo cursi; amor, desamor, abandono, felicidad, orfandad, culpabilidad, odio, venganza... ‘Tratar estos dominios humanos vuelve cursi a cualquiera, excepto que uno sea el enamorado, el abandonado, el que pierde a su madre. Entonces los versos no son cursis, son indispensables: "Oscura soledad estoy viviendo yo/ la misma soledad de tu sepulcro mami..." Juanga escalé en el México de Siempre en Domingo con canciones sosas y alegronas (' tengo mi guitarra que me acompaiia adonde quiera...”) que grandes compafifas dirigian a sitvientas, camioneros, choferes, obreros y peones. Pero el cursilisimo de Juanga fue la superacién de la impostura comercial, clasista e intelectual. Canté tonadas cursis y simples pero metia ahi su innato instinto poético, burdo, si, pero bienvenida sea la sabiduria de la candidez: “por eso atin estoy en el lugar de siempre,/ en la misma ciudad y con la misma gente,/ para que tt al volver no encuentres nada extrafio...” Sus rimas, juegos nemotécnicos y aliteraciones nos sedujeron o, mejor dicho, nos reconciliaron con nuestra cursilerfa, con nuestro afén de impostura —que es el estado natural de la identidad, cualquiera, porque nunca la identidad es un “soy” sino un “le hago como si fuera’—: “Ta cuando mires para el cielo,/ por cada estrella que aparezca, amor, es un ‘te quiero” Y cantamos con él como rezando: “Poco a poco poquito me fui enamorando,/ no pude evitarlo yo te quiero tanto, pero/ tanto y tanto tt bien sabes cudnto/ eso y otro tanto te quiero decir,/ que ya no vivo por vivir,/ que ya no vivo por vivir’. Pero era cursi, con la cursilerfa nuestra que sélo a un igual le permitimos: “No sabia, de tristezas, ni de lagrimas, ni nada,/ que me hicieran llorar/ yo sabja de carifio, de ternura,/ porque a mi desde pequefio, eso me ensefié mamé,/ eso me ensefié mamé,/ eso y muchas cosas mis...” Ni qué decir, puede Usted gustar o no de la cursileria y naqueria de Juanga. No le pasara nada ni a Usted ni a Juanga. Lo otro también es cierto: la cursileria y la naquerfa pueden ono gustar de Usted. Yo soy de los que crecié con Juanga y son de él y mias la cursileria y la naquerfa, no por sacrificado populista que hace el cambalache de Paul Celan, Quevedo o Cernuda por Juanga. No, qué va! Yo moqueo con “..que tus ojitos jams se hubieran/ cerrado nunca y estar miréndolos’, y nadie me quita ni mi Celan ni mi Quevedo. Porque aceptar lo popular es posible; ser aceptado por lo popular, eso es cosa mucho mas enredada. Por historia de familia, por cursileria innata, por mis muchas horas de callejeada, de peseros y camiones, por lo que sea, me siento aceptado por lo que Juanga representa, pero no todo lo popular me seduce. Mucho no me acepta. Por ejemplo, nada mas popular que la Onda Grupera, esa eterna tuba sonando sin parar en Tijuana, Chicago, Los Angeles 0 La Piedad. No es lo mio. Habla de dinero, de coches, de drogas, de “morritas VIP”, de trocas y cuernos de chivo; es cursi y naca, pero yo, cursi y naco, no soy aceptado, no soy eco y voz entre la tuba, las hebillas altaneras y las voces chillonas. Problema mio, no de esa mtisica muy popular que es memoria y conciencia de millones. Por su parte, la musica y poesia cultas también son selectivas, exigen educacién y esmero para entenderlas y para ser entendidos por ellas. Pero lo bueno es que nunca hay que escoger entre lo verdaderamente culto 0 popular. Espero me sea perdonada la anécdota pedante, pero se impone: en el 2000, en un aio que mi buena suerte me deparé en un centro de investigacién en Berlin, el distinguido compositor de la llamada “misica clasica’, el rumano Gyérgy Ligeti, nos convidé a un grupo de profesores a asistir a la premier de uno de sus conciertos en la Filarménica de Berlin. La pieza incluyé unos pigmeos que hacfan sonar instrumentos y voces extrafias. Yo, fan de Juanga, no entendi nada. Normal. Poco después, en un almuerzo, el ex rector de la Universidad de Stanford, Gerhard Casper, le dijo al maestro Ligeti que el concierto habia sido “superb” (Yo callado, claro esta; no habia disfrutado el concierto, aunque si las piezas de Ligeti para piano tocadas por F. Ullen.) Ligeti respondié de inmediato que aquello habia sido la peor performance que habia escuchado en su vida. Casper: “Ay maestro, es usted un snob” Ligeti: “Claro que lo soy, pero eso no tiene nada que ver con la pésima calidad de la performance” Durante ese afio me gustaba sentarme con Ligeti a a hora del almuerzo, porque era tan snob que no aguantaba en su mesa a las luminarias europeas o estadunidenses, pero le permitia al mexicanito ofr sus historias de huidas de los campos alemanes de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, y me contaba que en Cuernavaca entonces atin vivia el mejor mtsico contempordneo pero que el mundo era tan imbécil que lo ignoraba (Conlon Nancarrow que vivié en Cuernavaca muchos afios y cuya mtisica polifénica era tan dificil de tocar que no era competencia, para Ligeti, considerarlo el mejor). Y me hablaba de tonadas rumanas, simples y cursis, que traducia del rumano para mi. Yo le contaba las mias, y snob y naco ahi sin barreras, al menos por un rato. En efecto, en un pais feudal como México yo pude acceder a educacién gracias a mi padre médico, pero nada me quitd lo naco porque en la sublime plebeyez se esta bien y, ademéas, trabajo en Estados Unidos: no tengo obligacién de probarle a nadie ni mi naquerfa ni mi esnobismo. Pero en una sociedad feudal el catrin tiene que probar su limpieza de sangre despreciando al judio, 0 naco, de turno, cuando en realidad somos catrines slo porque el pais es, a Dios gracias, naco. Juanga, en cambio, no necesité de los catrines para ser quien fue. Juanga fue cortés y cortesano como pocos. Sobrevivié a los chantajes que un homosexual publico podia sufrir en el México de 1970 0 1990 porque la cortesia ante sus seguidores lo hacia inmune a pendejadas que a nivel de calle eran cosas sabidas y aceptadas. Sus miles de imitadores, sin quererlo, sdlo repetian el mensaje: soy puto y naco y qué. Su gente lo sabia, lo esperaba, lo respetaba. Su cortesia y generosidad en conciertos y filantropia serén parte perenne de su leyenda. Fue, por seguro, un producto comercial del México del monopolio ‘Televisa, pero Juanga es Juanga, més que Televisa, gracias a su desparpajo, a su bienvenida plebeyez, a su cortesia; nunca gasté descortesia y desapego de su ptiblico, no obstante la edad y los estragos que hizo el tiempo “en mi gente como en mi persona’) Siempre hay una nueva estrella comercial que dura lo que dura. A un producto como Luis Miguel, dos o tres muestras de descortesia le han costado la carrera. Se acabé el producto. Juanga fue un producto comercial y mucho més. Aun ya con la salud mermada, con la voz dafiada, se entregaba a su inmenso publico y otra y otra y otra . “ya vayanse’, decia, “que les van a cerrar el metro” “Es una dama’, solia decir mi abuelo de un hombre que desplegaba gentileza: Juanga era una dama. Nunca mejor dicho. Pero también fue cortesano, cémo no iba a serlo para sobrevivir como nifio homosexual, pobre, en Ciudad Juarez, en la Ciudad de México, entre bares de mala muerte o entre empresarios y politicos del México de la década de 1980: “..y la soledad/ cada vez mas triste/ y mds oscura yo vivi/ y a esa edad/ todos preguntaban los motivos,/ yo solia siempre decir:/ yo no naci para amar/ nadie nacié para mi/ tan sélo fui/ un loco sofiador, només” Supo navegar las aguas turbias, fue “muy hombrecito” para imponerse a toda suerte de obstaculos; abusé y se dejé abusar para sobrevivir. Fue, mas faltaba, priista, y qué otra cosa podia ser un exitoso naco homosexual en 1970 0 1980? ;Panista? {Miembro de los homéfonos movimientos comunistas y sindicalistas? ,O tenia que haber sido, como hoy es de ley, “liberal”? He could not afford it. ;Qué no hoy el “soy liberal” es sinénimo de catrinura, de clase intelectual y econémica? No, Juanga fue priista no porque su éxito dependiera del Estado —no fue ni creador nacional, ni miembro de El Colegio Nacional, ni siquiera producto folklérico de exportacién estatal— sino porque era entre priistas donde podia encontrar los aliados para ser el “estado de excepcién’” sexual, cultural, de clase, que fue. No era intransigente, era sdlo la irreverencia ptiblica mas importante del siglo XX mexicano. Un irreverente casi involuntario, porque no es que él pudiera haber dejado de hacer nacadas, de hacerle a la loca, de mover las caderas, de lucir sus lentejuelas, de burlarse de todos nosotros para hacernos caer a sus pies. Fue mas ptiblicamente irreverente que Cantinflas 0 que Novo o Monsivdis; “lo que se ve no se pregunta” y a mariconear todos juntos, rompiendo tabties y barreras sociales. Gracias a la ayuda de miisicos cada vez mas sofisticados, Juanga fue cargando de fuerza su instinto poético y se hizo mas memoria colectiva. Incorporé mariachis, sinfénicas, todo tipo de ritmos y variantes y su tiltimo disco de duetos nos dejé grandes arreglos, cual un poeta que reescribe sus versos de juventud, aunque su voz, poco cuidada a lo largo de los afios, estaba dafiada. Su ultimo trabajo hace relucir a sus cémplices en duetos memorables como el que hace con la joven Natalia Lafourcade o con Alejandra Guzman © con Vicente Fernandez —dueto que de ya queda archivado por nosotros los cursis en el mismo lugar sagrado de Benny Moré y Pedro Vargas, o ese de Julio Jaramillo y Daniel Santos, cantando “Perdén’ de Pedro Flores, Claro, Juanga no fue ni Schiller ni Géngora, ni falta que hacia; fue, no obstante, cercano al romancero: es lo que por trovador pudo producir una sociedad de consumo, macha, clasista y amantosa. Su irreverencia era, por seguro, la de la homosexualidad, pero también la de la plebeyez. Nacié, crecié y se sentia entre y de los rotos. Para la década de 1990, como Lara, como el Jazz, como José Alfredo, Juanga dejé de ser monopolio de la naqueria. La progresia mexicana y los hipsters de turno empezaron a asistir a sus conciertos. Rompié la barrera feudal mexicana, canté y bailé para catrines, pero no canté a la catrinura, ni de clase ni intelectual, y no canté nunca a coro con los catrines —que necesitan karaoke para seguir sus letras—. Atin se escuchan las grabaciones de sus legendarios conciertos de Bellas Artes, en los que “Amor eterno” es dedicado a las madres, en especial a las de la gayola, la parte alta y barata del Palacio de Bellas Artes, su gente; claro, “No tengo dinero ni nada que dar, lo nico que tengo es amor para amar. Su larga y dificil asociacién con Rocio Diircal lo dio a conocer en Espafia e Iberoamérica (“Fue un placer conocerte...”). Pero Juanga es como Pedro Pdramo, puede ser compartido por todos, pero descifrado en su totalidad sélo por locales muy locales. No es México, la nacién, donde la leyenda Juanga adquiere todo su sentido; es un espacio a la vez més reducido y més amplio: es ese México plebeyo y reprimido de fines del siglo XX, esa naqueria creciente, con la nostalgia rural o urbana de sus padres (Pedro Vargas, Tofia la Negra, Agustin Lara, Pedro Infante, Javier Solis), produciendo su {dolo local, es ese México de jaladores, de supervivientes a toda costa, ahi es donde Juanga no tiene misterio; cada verso, las chaquiras, los movimientos de cadera, cada gesto es voz y eco colectivo. Ya sin voz, podia no dar concierto, sino pedirnos concierto; su ptiblico solia cantar las notas altas que él ya no alcanzaba y todos felices de echarle la mano. Lo que se dice de Carlos Romualdo (Gardel) estoy condenado a decir de Juan Gabriel: de aqui hasta el final del mundo que me tocé vivir, Juanga cantaré cada dia mejor. Nos dio a los cursis el referente de la paz de la sobrevivencia, que fue una era mexicana y una manera universal de perdurar. Descanse en paz quien tanta supo darnos. Mauricio Tenorio Historiador. Samuel N. Harper Professor of History, The University of Chicago; profesor asociado en el CIDE. Autor, entre otros, de Maldita lengua (Madrid, La Huerta Grande, 2016); y ‘I Speak of the City’: Mexico City at the Turn of the Twentieth Century (Chicago, University of Chicago Press, 2012).

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