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1. ADOLESCENCIA, TRAUMA, IDENTIDAD* ‘Hugo Lerner ALGUNAS GENERALIDADES* Si bien han cambindo Ins épocas, 1a modernidad ha ejado marcas. Algunas do elias calocaban al adolee- conte ante la presién de lo que pedriamos llamar eu “normatizacién’. Histe era uno de los modus, con 1a po- laridad implicita de “normatizacién o tranagresién”. ‘La nocién do “aormatizacién” implica tener un pro- yocto cerrado y acabado (estudios 1 objetivos laborales, ‘casarse, formar una familia, ote), y ese proyecto exige fontar con un mundo dado de anteaano que es la meta, fl paraiso que so doson aleanzar. No obstante, en Ia actualidad esta polaridad no eats tan marcada. Hay nos encontrames frecuentemente con lo quo podriamos amar el adolescente “navegador" dotado de una consistencia yoica o, como hublere di. cho Liberman (1989), de una “plasticidad yoiea” que le permite navegar por el mundo y desplogar y expandir 1. Una versiéa rarumida de esta captalo a0 publics on Actuali- da paeogio, i STK. 853, enon Alves, 300 ‘Site me ofr al ecolonoente ip de clase mada ‘unm, gu que eat so ow sloncntan on gulenoe mate dialogs 12 qulanes treo conocer mejor. Ln problemen det adalocencls SIE clans soinseste vumergide ede ml area sve a7 diferentes potencialidades creativas. Bl contexto s0- cial muchas veces le da espacio a este adolescente; no ‘queda entrampado on el discurso del sistema, que Softala las imporibilidades de desarrollo si se aleja del ideal del adolescente de Ia modernidad, y aprende a surear diferentes caminos. Cuando hablo de “navegar” ‘me reflero a quo la sola presencia en ol mundo justi- fica la existencia: no importa el puerto al que se arri- bo, la cuestion es moverse, buscar. La oxistoncia no se Justifica on funcién do un futuro, sino en funcién de ‘aquello que se esta haciendo. "Caminante, no hay camino, Se hace camino al andar”, decfa Antonio Ma- chado, ‘Otro tipo de adolescente seria el yuppie (Young Urban Professional, expresién de la adaptacién absoluta al ideal social de Tos afios ochenta. Hay tn tercor tipo al ‘quo podriamos llamar el “adolescente del desearte”, el ‘Adolescente de la anomia. Fstos adolescentes no puc- den navegar ni construir, y sufren un colapso castico fen cualquier proyecto que inician. (Aquf estarfamos dentro de una problomatica psicopatologica.) Aunque ol contexto permita un uso mayor de la bertad, se per ibe en estos ditimos la dificultad de usarla. ‘Como ya dije, la modernidad establecia metas: reci- birse, cazarse, construir una familia, ete. Y el que Ue gaba, ganaba. Hoy muchos Hogan, y lo quo era una meta anhelada y valiosa ya no Io es. Muchos sienten {quo ya no se pueden apartar, no pueden navegar. Ea cl ‘caso de nuestro pais el contexto social ha eambindo. La sociedad funciona como un slemento traumdtico, on ‘tanto no permite la navegacion o la concrecién de pla nes, y por ende wn proyecto identificatorio, ‘Bn esto trabajo me propongo revisar y repensar pun- ‘tualmente algunos concepts, sin pretender agotatlos, como las nocionos do trauma (Jes Ia misma que en los ‘comienzos de nuestra disciplina?) y de identidad, en un ‘mundo diferente al de los inicios del psicoandlisis. 28, ‘iniento del yo, nuatitutr la dacaion deftiente fx ian de Boat ema por una rama: tin ‘correta Sto an um caso ant oe junta hablar ‘de tn andliats termina dfensivamante, (us, Andie trminable © incor, 199T) ‘Al ocuparse de la mocién de trauma, Laplanche y Pontalis (1974) nos dicen lo siguiente: De un modo mas goneral, puede docirse que el con- Junto de fondmenos clinica on low que Pret ve acfuar ‘sta compulsion (de repetision), pone en evidence qu el principio de placer, para poder funcionar, exige us { cumplan determinadan condiciones, que’ con ll. ‘das por ln acsign dol traumatiamo, eo Ia medida en ‘que date no es una simple perturbacion de la sconomia Ibiaina, ino que viene « amenasar més radicalmonte 1m integridad del sujeto 1. Hl yo, al desencadenar la ‘seal do angus, intentn vitar verse desbordado por In eparieién de Ia angustin automdiien que caracteron J sltuacida traumdtica, en Ia coal ol yo 20 halla nde. fento (J. Beta concepeisn lleva a establecer una eae slo do simotsfa entre l peligro extern y el intoraoy {yo os atacado desde adentro, eo decir, por las excitacio. ‘Hes pulelonales, como lo es deve afuern, ‘Mi intencién no es detenerme en las explicaciones fecondmicas sino poner el acento en aquelio que esta ‘més allé de “una simple perturbacion de la economia Ubidinal’; me interesa reflexionar corea de aquellos 29 “peligros externas” al yo que terminan arraséndolo, devastandolo. Eso que Laplanche y Pontalls consideran ‘una amenaza radical a la integridad del sujeto, ‘in qué medida lo social, Io contextual, puede ser ‘traumiético 6 interforir on la constitucién yoiea?Cémo intervione la realidad entro los vasallajes del yo? Consideremos, por ejemplo, lo que ha ocurrido on nuestro pats desde diciembre del 200% hasta la nctuali- dad. Crisis sociales, devaluacién, violencia, desocupacién, Sscnsachn do denmembramionto soil, inpostitind de ‘imaginarse un foturo, do armar un proyecto. La Argon ‘ina se habfa convertido de repente ‘en una gran arena ‘movediza, no tenfamos piso que noe sostuviese. ‘Abruptamente dejamos de hablar del mujeto glabali- zado, para dobatir sobre el sujeto argentino, el de la crisis actual. glsto ultimo es el mismo que aquel que ‘estaba preccupado por la falta de sentido, aquejado por Ia “sinsentiditis" de Ia vida, eso sujeto vacio que podin= mos homologar a cualquier otro que cireulara, Interactuando con los demés, en cualquier gran urbe del planeta? "No, no es el mismo. O, en todo caso, Io os on ‘esoncia pero no en su constraccién actual, en Ia medida fen quo el sujoto no es aélo historia congelada, no s6lo repite In historia, ni tampoco os un conjunto de identi. Heaciones fijas, sino que es el producto de su interac. ign con su contexte y, por eso mismo, wu subjetividad 3s eambiante. Como decia Castariadis (1998), ya quedd ‘muy atrés “la deliberada ignorancia de los ‘tas actuales acerea de la dimensign social de la exiaten- cin humana. [J Hl individuo con quien se encuentra el Psicoandlisis 6s sicmpro un individuo socializado (lo ‘mismo que quien lo practica). [1 Yo, superyé ¢ ideal del yo son impensables si no se los concibe como Pro- @uctos del proceso de socializacién, Los individuos 20- Galizados son fragmentos que earminan y hablan en ‘una sociedad dada”. ‘Partames de la idea de que una persona o, si se pre- 30 fers, un sujeto se encuentra on wn drmbito de inteream- bio Tocalizado en el espacio-tiempo, donde construye un mundo yan erento or ope mando dus cone. truye. So puede reservar el nombre de “subjetividad™ para el espacio de libertad de esa creacién (Najmanovieh, 2000). Es una ereacién de otro y también de uno. La subjotividad no tendria otro contenido que ese proceso. La subjetividad es la posibilidad que tiene un ‘sujeto de crear al otro, al mundo y a sf mismo. La ‘condicign y el mareo para la produecion de eubjetividar ‘des estén dados por el intereambio social, y también ‘estan dados estructuralmente. Para un sujeto es impo- ‘ible no producir eubjetividad. ‘Si es asi, frente a diferentes acontocimientos socia- Jes; la subjetividad o la produccién de la misma eerén diferentes y variarén de acuerdo con los vinculos que #e ‘establezean 0 con los diferentes medios sociales on que ‘80 dosarrolle tin anjeto. ‘Avmenudo pienso la constitucién del sujeto en fian- ién de un modelo que toma al narcisismo como ee central de su desarrollo, pero en el cual el narcisisme depende del objeto y del medio social para que dicho desarrollo sea posible. Aunque parezea paraddjico, esto Mevaria a concabir ua narelsismo intersubjetive. Mi intencién os intentar encontrar diferentes respucstas ‘para esta pregunta: joSmo eo construye 1a eubjetividad ‘en este contexto impredeciblo, si, como decia, el medio ‘social ea parte fundante de In misma? ‘Durante la década de 1990, el argentino vivié el suetio de “todo por dos pesos”, motfora que validaba la fucién ‘de que todo era posible dando muy poco a cambio. Perte- ‘neclamos al Primer Mundo o tantamos la ilusion de per- tenecer a 61. Todo estaba a mucstro aleance. Come bien a De eso “mundo feliz” global en el que tenfamos todo ‘4 nuestro aleance pasamos repentinamente a nuestro fmundito latinoamericano Teno de fallas y ausencias. {La itusién de que, si no todo, casi todo era posible se ha Aosvanoeido, Lae fantasins omnipotentes que expandian fuestre yo y nutrian nuestro narcisismo se interrum- Pioron, La conseeuencia ha sido mds depresion, més Problemas para mantener el equilibrio narcisista (con Er consecuente tambaleo de la autoostima), mas difical fades para discriminar las “responsabilidades propias” {de Ine “reeponssabilidades sociales”. “Winnicott sefialé iiteligentemente, con isu concepto dal holding, Ia importancia quo tiene contar con un context cstable'y previsible para que alguien se intogre y se Convierta en persona, Las personas que, en medio de ‘ete eaoe social, con esta ausoncia de holding social, ban jpodido constrains y ser corren el Hleago do sufrir todos {i trastornoe derivados de Ina diicultades para la into- gracion y la permonalizacién. El equilibrio nareisista se Pecturba, la estructura de un self eahosive, vital y dota- Qo de un funcionamiento arménieo, como diria Kohut Go7D, se pierde, Por eupuosto, el grado de alteracion Gepentieré de la biografia constitutiva de cada uno, pero podemos estar saguros de que nadie quedaré inmune © [nvulnerable ante estas encudidas a nuestro nareisismo y, por lo tanto, # laa osclaciones de nuestra autoestima, Son las conuecuentes manifoutaciones de depresion 0, & ‘Woees, do su contrapartida, la mania. Y no olvidemos las Ripocondrias, las somatizaciones y los trastornos ‘vincalares (de pareja, familiares, laborales, ete.) ‘Si nos detenemos a pensar quo el adolesconte ha sido ‘vietima de la amputacion de la utopia y la ilusidn, no ynos ser difiil imaginarnos la alteracién que ha sufti- {do la creacién de ideales capaces de sostener un proyec- {to probable, um proyecto quo convierta al adolescente fen un sujeto en el mundo. Como bion nos enseié Winnicott la ifusién (dentro de un espacio Idico eren- Yvo) necesita un contexio que fomente en el sujeto la a2 cereencia de que 61 ests creando 6! mundo. Bea expe- ‘lencia es imprescindible para gestar una realidad pof- ‘quien y externa confiable, con Ia concomitante ereencia ‘en esa “omnipotencia” necesaria para que el sujeto so ‘slenta croador dol mundo que lo rodea, 0 por lo menos ‘un participante activo en él. ‘Frond noe efalé que el ideal colectivo deviene de la ‘convorgencia de loe idealos del yo individualos, a partir ‘de lo cual se van genorando diferentes grupos. Esto es ‘posible hoy? Sino lo es, perdera sentido para los ado- Tewcontes agroparse y ser solidaries. Si forzamos un poco 1a teorfa, vemos que el ideal imperanto en los Ultimos atios en nuestro pats, transmitide por sus figu- ras dirigentes, ostuve ligado mds bien al egofemo y ala falta do solidaridad. Rstos concepts son opuostos a los ‘que histéricamente funcionaroa como motores del mun- do del adolesconte. HI ideal se ha vuelto confuso, ines table y lelano para éste. En todo caso, supone quo debe fettar del lado’ de lo ajeno, lejos, on cl extranjero. ‘Quienes han consorvado, por inercia, los proyectos otrora sofiados, anhelados, amasados, consideran la sa- Iida de la emigracién come una posibilidad de completar lo que el ideal del yo mares en algiin momento de su Distoria, Hsto implica un gasto pelquico importante, por ‘cuanto deben renunciar a ou contoxto emocional eotidia- ‘Bo, que os parte importante del sostén de la identidad. [Se convierten en eujetos que deben variar sus “objetos especulares” (Kohut) para “seguir siendo” (Winnieot). ‘Esta tarea no es sencilla on minggdn momento de la vida ¥ menoe atin en la adolesceneta, perfodo en el que cl ujeto necesita la reconfirmacién expecular de su “tribu. ‘Cambiar de “tribu” implica el encuentro con otros ajeno {que nocecariamente imponen tn gasto patquico extra; el {ndividuo deberd ir tanteando si, en la Intersubjetividad ‘hecesaria para ser, esos nuevos visitantes serdn los apro- plados o af debra seguir buscando. Los otros histérieos, Toe que fueron estableciéndose como significativos para Ja construceiéa del yo, devinieron de modo natural y a3 progresivo, Muchos adolescentes que omigran se sienten ‘el enclerro depresivo. ‘Cuando un sujeto adolescente va construyendo su identided, ciertas situacionas contextunles-sociales puc- den interforir en dicha construccién. Has interferencias ‘guardan relacin con la idea de trauma. Son trauméti- ‘eas porque ‘que el individuo aoa, que logre con- ‘guitar el "yo soy” CAulagnier, 1989; Winnicott, 1970) y ‘etorban el proceso de Hegar a ser lo que quiere. cual pueda exporimentar; al el suelo es demasiado ful- {do'y poco firme, no habra proceso de desarrollo. Sobre ‘arena movodizas no se puede construir. Sin una base do tne sla tlostn do que bay um aga eno ‘mundo con un piso firme quo va a permitir desarrollar ‘un proyecto ¥ donde, por lo tanto, Ia construecién yoica vuelva'a ser una meta posible. Para todos, lo que ha ‘sucedido on nuestro pais durante los wltimos aos fue ‘traumatico, pero en los adoloscentos implied un plus de ‘ngustin, El problema no ora sélo si se podria seguir ‘Hondo; ol plor de angustia era provocado por la pre- gunta: jlograré ser? 2Qué ex lo que diferencia a un yo que naufraga de ‘otro que sigue navegando? La historia de la construc- 2; ince Voréa (2004) arms qua un coatexto ssiownntmice inertable genera meitplosruprarnsy traumas, ¥ mangas neta” {2s tn coicion soilasy lan wariahes eoonénieas ot recompon™ ‘Gen lar meer patglcea Gue dejan en low rajetostardnn mucho adn remaiveree que qian De ah lm foctea rewmdon ‘Gon con ocuoncin la conmodionas otal. ey ign subjetiva del sagundo permite que wu yo se vuslva Sidealmento pasties” (Liberman, 1969) y recurra a di fue “nareisizada” una persona, eimo fue la historia de sus identificaciones (Anlagnier), en qué contexto omo- ional y social devino sujete. Si tode lo anterior fue mas ‘© menos arménico, la usina de proyectos continga fin- cionando y por lo tanto el proceso identificatorio sigue ‘teniendo la vitalidad que ahuyenta el peligro del colap- 50 y Ia fragmentacién. ‘Si un sujeto transité por vivencias de amparot y apero (Bowlby, 1969), tendré mas recursos que si vivid ou ‘morgide en ol desamparo y ol desapego. Los sujetos que fontaron y euentan con un medio previsible ¥ estable Tovan ventaja para que su ideal del yo no sea siempre tuna quimera. Aun cuando la realidad erosiona y soca ‘va, muchas veces, Ia historia de Ia conatruecién yoica do'cada uno, algunas estructoras adquiridas conservan ‘l poder de sortear los tromendos escollos y taba que Jn Foalidad, por lo menos on estas Intitudes, nos pone. ‘En eambio, quienes hayan padecido una historia lena de discontinuidades, duelos, traumas saveros, 0 todas las experiencias quo obstacalizan la narciatzacién del sujeto en desarrollo, estardn en desventaja con relacién ‘los primeros. No cbstante, sey do los que plonsan que festo Ultimo no es una condicién que Inexorablemente rovocard dificultades y sintomas mayores. Come la his- ‘4 Records a Freud (1898): “De low paligroe oon ge smenaan ‘undo extarr, el ito en protgido por ia proviiencia de lo omelet (ln taesonen ateveres province spent 35 toria es una construccién constants, ol individuo tendra Jnnumerables encuentros intersubjetives (la amistad, el ‘cnamoramionto, los grupos do pares, etc.) que posibilita-- ‘Tan reparar ese yo padecionte y averiado. Si hay otro ‘Guo reflala, sostiene, y funciona como objeto especular © Slealizado (Kohut), ove otro ce eonvertiré en generador, por via intersubjetiva, de estructura psiquics. En la his” Feria de un aujeto no todo es repeticién o reedicion, el polquismo siempre esta abiorto a lo nuevo, a In edicién, (Cerner, 2001. " ‘McDougall (1982) nos advierto que debemos distin- guir entre lo quo clla llama “eatdntrofes reales", que ‘Son individuales, de “los traumas univorsales [1 que son, Glarama de Ia altoridad, de la sexualidad y de la in- Gluctable mortalidad del hombre". Y continia dicien- do que @ un eucos0 s6lo puede amarselo “irmumatico” cuando enfrentar y resolver esas “catastrofes” que es tructuran el peiquismo se vuolve més eomplicado que Go costumbre, Beta autora distingue aquellos hechos fraumiticos quo transcurrieron antos de la adquisicion Gol lenguaje, cuando el infans sélo se comunieaba por Signs que sélo eran verdaderas comunicaciones si ha- bie otro que las oyera, que captase las emociones ¥ Ine mismas. Atribuyo a la madre este rol puede constituir el “sucoso traumatizante” ‘Cuando nos referimos a situaciones traunaticas pro- ‘coves que han producido una catdstrofe yoica, con sus Consecuentes trastornos identitarios, estamos hablando Se aquellos aujetor en los cuales esos sucesos, aunque hhayan generado simbolos, como dria McDougall, deja- ron huellas que son s6lo “signos inseriptos en el soma”, cuya presendia se puede intuir a través de "las incohe- Fencias y los blancos que provocan en el registro del Densamiento”. Loe discursos de estos pacientes no tra Ran de comunicar algo sino quo intentan que el otro ‘puoda sentir, percibis, el terror subyacente. Pese a que 36 muchas veces exe terror no puede ser nombrado, se nfiere que esta nsociado al temor a la ‘Por revivencia de situaciones traumatiens que han fan- ‘lonado como terremotoe dentro del yo. En estos casos, fl analista no debe esperar, como en al modelo clasico de las neurosis, que el pacionte asocie. Aqui no ee trata {de quo el analista “posquo” asociaciones edmodamente ssentado al borde del agua; aqui hay que comprometer- se, meterse dentro del mar y mojarse (Hornstein, 2004), (atando de construlr lo que no ha sido construido, de cditar lo que no se edité. Hatos pacientes ponen en Jaque nuestra contratransferencia. Son andlisis en los ‘quo el analista sionte que no hay tregua y, como dice ‘MeDougall, al mismo tiempo se rechazan las interpro- ‘taciones porque en realidad se esté “a la exoucha do ‘una comunicaciéa primitiva, en el sentido en que, se podria decir que un nino que profiere alaridos esta “co- ‘unicando” algo, on la medida en que se haga una representacién de Otro que oye. ‘Juguemos con Ia idea de que ia constitucién yoica os tun parafeo prometido al cual se aspira a llegar, Ia e=- taciga final de un viaje que comionza con el nacimiento yen algén momento de la vida so arribaré a ese des- tino; el sujeto arribard a un yo, deberd Hogar aun yo. Frente a sete modo de pensar, la idea de trauma tiene ‘mas sentido. En cambio, si se conceptualiza al yo como ‘un procogo en construcciin constante, Ia idea de trav ‘ma ‘deja de toner poso porque los diferentes escollos {que el sujoto va esquivando no siempre son tranmticos. ‘Trauma es una ruptura en Ia eontinuidad, pero no todo ‘trastorno en la continuidad es detencion. No se produce ‘ina detencion at se puede “seguir siendo” (Winnicott. ‘La mirada cldsica adlo atiende a la historia; esto totalmente pertinente pero también debemos contem- plar Io actual, los vinculos presentes que foncionan como Shjotos especulares e idealizadores (Kohub. Lo que uode sor traumatieo para algunos no lo ser para otros porque atraviesan esa situacién que lamamos a7 “traumética” con una intersubjetividad sostenedora, que x exe momento o a posterior! log permitrd usar cous ‘experiencia como materiales conatitutivos de a yo. ‘En algunos casos al “trauma” slo tendriamnos que amarlo “acontecimiento” (Badiou, 1988) en tanto par rita li emergencia de algo nuevo, la produccién de una, ‘edicidn original (Lerner, 2001). Un acontecimiento gone- ‘rarruide aumentando la complejidad del elstoma. Y aun- ‘Que esto podria ser considerado un trauma, un siatema ‘al complajizarse puede aumentar los grads de autono- ‘mia de un sujeto. Por Io tanto, “un raido puede sor ‘traumdtieo para unos y generador de cosas nuevas, de ‘ediciones integradoras para otros; para unos serd para- lizante, en tanto que pura otros puode cer una posibil dad de creacién y de aumento de la complajidad* yolca, de enriquecimiento, Anto determinadas dificultades, al- {unos sujetos no pueden mantener su consistoncia 0 ‘continuidad yolea, para hacerles frento complajizan su Yo, mientras que otros dotionen la canstruceién yoica. ‘capas de producir la fractura 0 ruptura de un proceso A. ‘monudo no s6lo no producirin ruptura en el proceso de construccién de la subjetividad, sino que fmecionardn como ‘motores an la complajizacion y expansién do In identidad. “Cuesta aceptar ciertos traumas y heridae narcisistas, 1a alteridad, la diferencia de los sexoe y Ins generacionet {Uo “ompleide’ onl sentido de que todo hecho ienportante ti er alan a soto ssl itn ano, las F srpncions In informacta del mundo, Marin (000 propone una, Yetotn det Penemntontos Ata reer Ia Hama “ponsuntonto Somat a8, In muerte inevitable”, nos dird Hornstein (2008). Pero es ‘producto del trabajo patquico poder aosptar todo esto, 1o que daré por resultado una mayor complejizacién yotea, ‘una oubjetividad y una identidad mas ricas y vivas, [EN BUSCA DEL siWTIDO DE sER, DE LA IDENTIDAD, DEL “YO SOY" Porque af que ete relto va a infctaree de lees, ‘onioones yerreren, cuanto can elon. No pretend et ‘cbalemant Pere verdad, ante ledemos pare ster lo qua rctronte he passe, “GCs, vlntre de ta Bala, 2002) ‘De deportista a intelectual, de religioso a agnéatico, de rockero a barroco, de clentifico a empirista, sofindor al fin: ef adolescents no sabe dénde y como aterrizard 50 yo. De ahf su gran interrogante y wa gran desafio, ‘s0y “hijo de mam y papa”. Rota esta portonencia, lla. mémosla asf, el adoloscante debe salir a conquistar ‘nuevos territérios, distintas “familias”, enunclados di. ‘ferentes de los que lo acompafiaron y sostuvieran hasta 39 (que hizo su trrupeién la senancién y la nocesidad ~que Wie Gonainando cada vez mae~ de queror ser ou propio Constructor 0, en todo cago, ol co-constructor de af mis- Sande sor 6! ulon elijaa sus otros sigaificativos, a sux wiseros do aventura, 2 sua compinches. “RPdesaperecer un mando plagado de certozasy estar amen on un mundo de ineertidurbres, en medio do Evdnqueda de Hentidad, el adolosconte construye su So do un modo frdgil , paralelamente, esta situaclén Y lleva a aferrarse a todo aquello que 10 aleia de la [cortidumbre (xnatismo, conviecionas sin altornativa Ss reftarlin, ete). Cuando se desvanccen las certidum- {os Dusea broquelarse en cualquier cosa para alan- et dentidad,y on ello we Juogs toda gu subjtividad. ‘Bit patece sor'una earacteristea de Tos adolescentes: Sire abroquelan en una imagen de of mismos y apare- om aaf los fandticon, los ebsooivos que dofienden Sleransa su identidad frente al tmor a la fragementa- Sion golca, 0 su vida se convierte on un cambio o una Saeaueda permanent, porgue pare ellos elogir os que- Sartongolados en tn bastion ein salida ai posibiidad do encuentro de eu identidad. ‘Si cdolescente puedo crear una trinchera dentitaria, wn ane on ef bo slnte aan, eo ue [protege de los fuorese temporales de ta adolesvencia Goipulsionat, lo torial, el vacto, ete), 7 a veces defonde Gbabsivamante we refugio para sentiree sogure. Cuan- weings fuerte seam los viontoe, ms enorgia pondrd para coostrair ea tinchara. "Haste hace no tantoa afos, el adolescente estaba samen oa ana cultura de buswada do rs tentidad Senta, ‘suponia que debia encontrar su vocaciin Shrvor'y pera slompre. Hey exe modelo hace agua, 10s ‘Mlsloscontes deben aprender navegar'y Dusear con 1a {ita de quo el encuentro con ra vocacion va a ser muchas Seces tennottorio. Antes navegar era logar a Puorto, Tonbar'a un lugar protegido. Hoy la temtien pasa pot Sawegar en 8, pues no hay promoca alguna de aleansar 40 ———4 tun puerto seguro y absigado. Hn esto eat implicito lo que’ Winnicott lamé “el jugar’: lo importante noo Yerminar el juego, sino su transeurco; permanecer en la zona flusoria, transiclonal, donde se da Ia ereatividad. ‘Cuando yo estudiaba medicina no tenia demasindas ddudas de que mi futuro laboral iba a estar relacionado ‘con ota profeeidn; tal vez no sab(a adn on qué rama 0 ‘especialidad, pero a{ que lo que estaba estudiando sor- ‘irfa de base para mi trabajo futuro. Hoy oso no es ast. ‘Yiesto no ea solo porque no hay posibilidades de dea. rrollo, sino porque existe una frontera mda porosa ¥ la permite cireular por otros territorios que no tHlonen relacién con lo elogido con anterioridad. "Podomos pensar sin demasiado temor a equivocarnos que ol adolescents tiene como trabajo psiquico contral Ia basqueda de eu identidad 0, ‘quiere, el delineamiento de eu “proyecto identifieatoria” (Aviag- nicr, 1977, aunque éste sea cambiante. Como sefala Rother Hornstein (2003), el adolescente debera sentir ‘con convieein: yo say date” (y no qué). Sentimiente que procede de li representacién de un cuerpo unifcado, de In sopara- ‘én y Keno entre él mismo y el otro, de tn sentiment de propiedad de ni desu imagen iaresinta, do In iden {ifcuckén con las imfgenes, los mandatoe ¥ Yoo valores ‘Parentales, del sentiment de perteneneia ana fale Tia, un grupo, = un pusblo, a una cultura, etedtera, Esta autora noo recuerda que ai bien el coneepto de dentidad no es freudiano, poco a poco fue incorporan~ dose al pelcoandlisis contompordneo, y que el sontimien- to de identidad “es un tajido de lazos complejos y variables donde se articulan nareisiamo, identifiacio- hes, la vida palsional... y todo aquello que participa en Ja constitucién del sujeio. [1 La entidad no ea un estado sino un proceso, euya primera fase es el jabilo ‘extremo dal bebs quo se reconoce en el espejo". "Nos dra Vecslir (2008): a [La identidad del Yo vo construye a Jo largo do ta Vida, sostenida desde unn mtr basion de identiteacio- hhes quo permanece y acta como sostdn y reslatencla ‘frente al impacto de acontaciaientos quo, sta la exaten cia de eta forma estable de organisacida, podrian des- Seton a jn, Bi taba de dentiseaion 20 ‘ealpa munen, porque el sjeto no aélo we conatituye, ‘también ee transforma a travea de processs de idcatifr ‘aclén. Eon ou capital identiSentoris hay movimiento Feorganizacidn, 7 la proconcia actual dal objeto extern ‘no sélo en causa da esta movitsiente sino sue pass {formar parle constituyente de eu subjetividad. En las dos citas procedantes podomos visualizar un modo de pensar la constitucién de In identidad que contompla Ia idea de intersubjetividad, yentiende que eta es un modo de lograr una subjetividad mis rica. ‘Cuando observamos la adolescencia, parece que esti. ‘vidsemos presenciando estos fendmenor con una lente {do aumento. Hl grupo adolescente, matrix identifieatoria por excelencia, funciona como un mareo intersubjetivo que sostiene y eo-construye subjetividades y muchas ‘Veces permite que “lo traumético” no devenga en deton- sign y desostructuracién sino en enriquecimiento 7 ‘mayor complejizacion psiquica. La especularidad inter subjetiva que aporta el grupo adolescents funciona como contencién y aceptacién de quo lo traumtico, lo inex- plicable, lo que causa angustia, son experiencias com- partidas que permiten que el adolescente no se eienta Aislado on us “rumiaciones”. Le hace saber que hay ‘unos otros signifieatives que, al transitar por los mismos caminos, funcionan como chjetos del sei/ especulares Grohut) que le dovuelven tna imagen de poder, y que laa convalsiones emocionales que los inundan son experien- las comunes ¥ no los detendrén, Hin algan momento y fen alga logar arribardn a un puerto idea aunque ‘mientras ostin transitando por tales experionelas, el Puerto te halle escondide entre la bruma y la niebla, ‘Los grupos do pares, algunas veces los padres y otras 42 ‘yooes los analistas permiten que se desplioguo, como diria Castoriadis (1980), la “autonomia de Ia imaginacién”, 1a “imaginacién radical” que brinda la “eapacidad de forma lar lo que no esta, de ver en cualquier enea lo que no esta all. Hn ultima instancia, ee posbilita el deepliegue de luna potencialidad ereadora (Winnicott, 197). ‘Si bien situamos la adquisicién del entmeindo “yo voy" en los primeros momentos del desarrollo emocional (Winnicot, 1945), es durante ol transite adolescente cua- do este entnciado confirma Ia “mismidad” del sujeto. Ea ‘pos de esto logro subjetivo el adolescent busea reiving- ‘ar cin pasién su derecho a ser un aujeto en el mundo. ‘Este camino en busca de la “Independencia indivi- dual” (Winnicott, 1971), de poder sentir que os una uunidad auténoms, singular, nunca lo ser4 del todo en tanto haya una independoncia relati smpre exige un con texto interdependionte. Se da la paradaja de que se logra sor en funcién de la presencia de otro, de la dindmica intersubjetiva que permite al sujoto sentir. ‘se 6l mismo. “Mediante Ins {dentiffeaciones crasadas ‘Se esfurna la tajante linea divieoria del yo y el no-yo", decta, Winnicott (1970). ‘EL “yo soy”, repitimoslo, solo se adquiere on. un ézmbi- to intersubjotivo. En los comiensos de la constitucion de Ja subjetividad, ol vinculo com otro es fundante « impros- indible, aunque en rigor esta necesidad de eer con otro ¥ “por otro” también tondrd una vigoncia sbeoluta du. Fante todo el transcurso del devenir de la subjetividad En Jos inicios de un sujeto, se ha afirmado que la subsistencia psiquica es imposiblo sin la presencia de ‘un otro signifeative que cumpla con los euidados que demanda el sujeto advinionte ¥ satiefaga sus necesidar ‘des (Winnicott, 1988; Bowlby, 1969). ¥ asi como en los fcomienzot esta nocasidad apunta a proveer lo quo el Ddebé necesita para no caor en un desamparo traumét 9, en una no-integracién inicial (Winnicott, 1948), ea tas provisiones quo otorga un otro significative, sera indispensables para el eujoto durante ted el transeur- 43 20 de #u vida, aunque de una manera distinta y monos perentoria. Sin otro no hay produccién de subjetividad. ‘Desde st propia perspoctiva tedriea, Kohut aflrmé que los “objetos del sei/" son impreseindibies para la estruc- turacién del self en los infelos, poro remares que nunca se puede proscindir del vinealo con esos objetos, que luna desestracturacién. El otro, el vinculo, aleja la post- Dilidad de hundirse on esos terrenos cenagosos. ‘Si un sujeto ha sufride experiencias que lo Tlevaron ‘4 caer en un cuadro psicopatolégico y est atrapado por ‘eras memorias traumdticas quo lo convierten en ua individuo huidizo, esquive, temeroae ({fObico?, geequi- roide, paranoide?}, qué puede hacer ol peicoandlisis, qué wlilidad tendra? "Tomo prosiada la respuesta do ‘alia Kristeva (1999). Ge ha repetide insistentemente que el paicosndliais scrunlioe ln comnein del eer bumnne, pore famiien que To inteloctunlia: todo ert en cl mexo,o bien todo est ‘en las palabras. Ni To uno milo otro: ol descubrimiants (Ge Bred conniota en dar en sentido amorose que tae {forma ol recuerdo. Yo be sido herid(a), traistonadaa), ‘iolado(a; to lo cuenta at; tn stancidn-conflanca-amor {ne permite volver a vivir esta herida-tralcida-vioacion (tne forain disticta, Yo le otorgo a partir de ese momento ~y en cada suevo lazo amoroso- ua sentido ‘isting, soportable, No es quo yo borre la herida-trai- Aqui se instala nuestra intervencién como analistas: pocibilitar otra mirada a la historia que ol adolescente “ nos tras 0, como dijo on otro trabajo (Lerner, 1998), fayudarlo a cambiar la narrativa. ‘Aulagnier (1989) sostiene que ia autobiografia de un adolescente “aunque yo agregaria que esto sucede on ‘cualquier sujeto y'a cualquier edad~ nunea ve termina y que incluso aquellos “capitulos” que se consideraban {Yorminadoa deberian prestarse a ver modificados, “aie ‘Siondo parrafos o haciendo desaparecer otrow”. En orto proceso de “construcciéa-reconstrucciéa", agroga, 0 ‘oberdn conservar “anclajes estables de los cuales mucs- ‘tra memoria nos garantice la permanencia y la fabili- dad. He aqui una condicién para que el sujeto adquiera y guarde la corteza de que es el autor de su historia y {que las modificaciones que ella va a sufrir no pondran, fen peligro esa parte permanente, singular, que deberd ‘franamitirae de capitulo en capitulo, para volver cabo rrente y pleno de sentido el relato que se escribe”. Dicho de otro modo, 1o que afirma esta autora es que los, ‘cambios ¥ transformaciones quo lo sobrevengan al yo durante la adolesconcia no deborfan alterar “mismidad”; que el adulto que devendré no sera ajeno al infante que fue, que se ha congervado un “fondo de memoria”. El futuro de ese infante y Inego adolescente que Hlogaré a adulto es la “realizacign de una potencia- Iidad” quo estaba ya presente en la historia de ese yo. de cultivo para patologias graves. HI adoloscente que xo se siente posoodor do una historia se encuentra ‘on, inferioridad de condiciones para enfrontar lo que puede tener significado traumatico para su yo. Ha aquellos quo tienen un yo debilitado, lor frucasoe sexuales, las ‘ificultades on ol estudio, en las relaciones amorosas fn las amistades puoden abrir las puertas a tin episo- ‘io palcstico. El fracato toma Ia dimensién de ua “para 45 siempre”: no hay futuro que presuponga una salida 0 ‘cambio posible. Bl tiempo se congela en Ja experiencia ‘traumética. Solo queda Ta sensacién de yina “compu: sidn a Ia repeticién” irreductible: el karma ya est ins- ‘tro y firmemente escrito si injeia un vinculo que Ie posibilite otra mirada. Una situacion de intereubje- tividad que promota navogar por otros mares quo hasta ‘ese momento eran demasiado turbulentos, conquistar Horras nuevas o desconocidaa. Los mares seguirdn sien {do turbulontos por momentos, pero habrd poatbilidades de Hogar a Itaca. Hse otro que encarne la posibilidad de ‘un cambio podrd ser una pareja, un amigo o un analis- ‘ta que dé lugar a la creatién de una nueva historia y evita que el adclesconte quede colupaado en ln bisque da do historias culpabilizantes y esteriles. Un analista ‘mds ligado a la idea de Ia constante potencialided de ‘constitucién de lo nuevo y no sélo prendido a la idea de opetiién: un analsta quo crea poible nn odin dolesentos tienen que ealtar‘@ una faloa mad "ee 7 bender au mdsimo Blan: Ta bere pare Vener ideas 9 para actuar por tmpan. (Gowacorr, Realided ¥ Juego, 19715 Como bien deseribis Winnicott (1971), los infans Jen do esta etapa on “forma torpe y excéutriea” para pasar a la adolesconcia, y se apartan de la dependencia, 46 “para oncaminarse a tiontas hacia su condicién de adul- 102". Tambicn afirmé que erecer no es aélo-producto de- una tendencia que se hereda, sino que es, adomés, “un fentrelazamiento de suma complejidad con ol ambionte facilitador’, con ol contexto, ya soa la familia o las ‘unidades sociales en las que'se inserte el adolescento. ‘En esos contextos ol adalescente deberd ser “inmada- 10, irresponsablo, cambiante, juguetén” y, como nos retuerda Winnicott, a los adultes nos ineumbe acompa- farlos y “que pase el tiempo y traiga lo que llamamos ‘maduren’. 9.90 inmaduren ol hecho do n0 sor responsable. Bet, iu elemento ms tagrado, dura apenas unos pocos ss {Yes una propiedad que cada individuo debe perder Susndo llega x la madures (Winnicott, 2979) ‘Unido a esto dltimo, Aulagnier (1989) afirma que un adolescente so encuentra embareado en la apasionada reivindicacién do su "derecho a ser un ciudadano com: ploto en el mundo de los adultos; muy a menude, em un Inundo que sord reconetruide por él y sua pares en nombre de nuevos valores, que probardn lo absurdo 0 In mentira de los que se pretonde impanerle” (Aulagaier, 1991), y que freate u estas condiciones ee mas impor” tante ia “comprensién” que la "eonfroatacion”. Tnmadures, irresponsables, cambiantes, juguetones, reivindieadores, en titima inetancia practicantes incan ‘Sables do todo aquello que los ubique on tun proceso ‘identificatorio, aunque muchas voces estén al borde del colapso, In mayoria lograr sortear este transite sin ‘exer en el intento, ‘Arribar a la sensacién de “yo roy”, y a au consecuente relaci6n con “yo ora” y “yo seré” (eonstruir eu historia), ‘es un trabajo patquico que se desenvuelve en un entre: ‘tejido con ef mundo, De eémo #0 entramen eos hilados sociales, de qué nuevos marcos contextuales surjan en Ja vida del adolesconte y cOmo los transite, doponderd (que los traumas, adversidades, cataclismos emociona- les, ote. dejon un sodimonto, eatructuras, ¥ no vacioe La'luckia se libra entre el proceso identificatorio ~pro- eso porque la identidad no es algo acabado sine en movimionto- y ol vacto, la futilidad, Ia eensacién de inexistencia, la patologta. smiiogearia ‘ ‘Avlagnier, P. 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