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RA HISTORIA DEL CINE Y
ARIES AUDIOVISUALES
Prof Tit MARCELO. LOPEZ
Los pioneros (1896-1910)
HISTORIA Del CINE ¥ LAS ARTES AUDIOVISUALES I
RCI LAS ARTES “AUDIOVISUALES 1
PRACTICO TIL - ARGENTINA (1896 / 1930
del_libro “Breve RisTor’a de Cine Argesfino™. César Maranghe ho~
Una vez exhibidas en Europa las vistas de los hermanos Lumiére, el éxito
fue inmediato y la acepracidn de los publicos, undnime. Empresarios fran-
ceses, ingleses, daneses ¢ italianos se dieron entonces a estudiar el nuevo
medio, introduciéndole considerables reformas. Asi registraron sus mar-
cas, sucesivamente, las empresas Gaumont, Paul, Lubin, Eclaiz, Lux,
Ambrosio, Pathé, Itala o Nordisck. El objetivo: la captura en imagenes de
lugares y personajes remotos, la geografia reconquistada por la prepoten-
cia positivista. El conocimiento que posibilitaba la camara era capaz de
superar los limires del tiempo, la percepcién del movimiento y las barre-
ras del lenguaje.
A pocos meses de aquel sbado de 1895, en el que los Lumiére sor-
prendieron con las primeras imagenes de su Cinematographe, Enrique de
Mayrena trajo a una Buenos Aires cosmopolita la primera cdmara que,
con el nombre de Vivomatdgrafo, exhibié puiblicamente peliculas, en un
local de Florida 344.
Esta ciudad de los confines de América del Sur habla logrado, para fines
del siglo XIX, un admirable desarrollo edilicio, y contaba ya con luz eléctrica,
tel€fonos, uwanvias y trenes. Los espectaculos también reunian una concu-
rrencia dvida ¢ interesada en las novedades; y éstas iban desde las carreras de
caballos, las rifias de gallos y las canchas de pelota, hasta los bailes al aire libre,
en bares o cafetines. Y deslumbraban el circo, la lirica y el teatro.
El especuio teatral estaba dominado, sin duda, por las compafiias que
Hegaban de Europa. La clase alta se sentia con derecho a importarlo todo;
entre otros, a los grandes artistas. Simultdneamente, el “género chico”
espafiol inspird, en pocos afios, el nacimiento del teatro nacional. La otra
vertiente, el “drama gauchesco”, nacié en el picadero del circo, espectacu-
lo popular por excelencia. Y fue inserto en ese ambiente, cultural y festivo,
que el cine Ilegé a la Argentina.
La ciudad ya conocia la existencia del kinetoscopio de Thoma
Edison, gracias al empresario checoslovaco Federico Fignen, qi12 / César Maranghello
explotado diez de aquellos aparatos, cada uno con sus respectivas pelicu-
Jas. El invento habfa sido mostrado a seis meses apenas de su presentacién
en Nueva York, y por primera vez en Sudamérica. Pero aquellas pequefias
cintas, de unos quince metros de longitud, eran de visién individual. Pese
a todo, confirmaron en los portefios su confianza en el progreso indefini-
do. Y la familiaridad del public con el Ainetoscopio hizo que, en los afios
siguientes, se lo utilizara como pardmetro para las explicaciones técnicas
sobre el cine!.
El primer articulo en el que se hablé del cinematégrafo como tal
aparecié en La Prensa, el 3 de abril de 1896; alli se reedité material de
propaganda de los Lumiare, a quienes se cité también por vez primera.
En el mismo se sefialaba la diferencia fundamental con los sistemas riva-
les: el espectéculo era colectivo, y toda una masa de espectadores podfa, al
mismo tiempo, contemplar el fenémeno tecnoldgico. Asf, el 4 de julio,
Tribuna public el siguiente texto: “El vivomatégrafo, la ciencia en accin.
En breve se exhibird en esta capital el més reciente y curioso aparato cien-
tifico... El vivomnatégrafo, que en este momento se admira en Londres y
Paris, es un ingenioso aparato que reproduce la vida por medio de la
imagen, cuyos objetos y seres estén puestos en accidn...”
'Y asf fue como, el lunes 6 de julio de 1896, en Florida al 300, quedé
presentada la nueva atraccién, en una funcién organizada por Mayrena
para el periodismo. Las notas de los dias posteriores aclararon que el ma-
terial exhibido mo fue solamente de los Lumitre sino que, en gran parte,
pertenecfa al inglés William Paul, al igual que la cdmara. Se traté de seis
cortos, con episodios muy frecuentes (la llegada de un tren a Brighton, el
mar con oleaje, vistas panordmicas de Londres y Parfs). La exhibicién fue
comentada abundantemente en la prensa, como lo prueban las crénicas
posteriores de El Tiempo, Le Petit Journal, Tribuna o El Diario® . Las fan-
ciones se prolongaron hasta fines de setiembre, con renovacién periédica
de los programas, y esas exhibiciones transforman a Buenos Aires en la
primera ciudad sudamericana que conocié el invento.
Pocos dias después, el empresario del Odedn, Francisco Pastor, deci-
did reforzar las funciones agregando exhibiciones de cine. Se asocié para
el caso con el periodista Eustaquio Pellicer y presenté el primer programa
' Guillermo Caneto, Marcela Cassinelli, Héctor Gonzdlez Bergerot, César Ma-
ranghello, Elda Navarro, Alejandra Portela y Susana Serugo: Historia de los primeros atios
del cine en la Argentina: 1895-1910, Buenos Aires: Fundacién Cinemareca Argentina,
1996.
* Ibidem, 25-26.Los pioneros (1896-1910)! 13
incegrado por material de los Lumitre, al igual que la cémara (simulté-
neamente filmadora, proyectora y copiadora). El espectéculo debuté el
18 de julio, con el titulo de Cizematographe Lumizre, y durante mucho
tiempo se lo tomé como el introductor del cine en la ciudad, pues cobré
mayor trascendencia periodistica que las éxhibiciones de Mayrena.
Los portefios se asombraron con las escenas de los obretos saliendo
de una fébrica, el tren que llegaba a la estacién o la broma del regador
regado. Las exhibiciones se prolongaron durante varias semanas y recibie-
ron comentarios admirativos en los diarios.
No pasaron més de dos dias, cuando Figner presenté él también su
sistema, el Vitascopio, patentado por Edison, en un salén de Florida al
100. De ese modo, durante un lapso prolongado, los tres sistemas de
exhibicién coexistieron a pocas cuadras, todos con idéntica repercusién
popular. Es que, tanto el presidente Carlos Pellegrini como familias “de la
sociedad” y cientos de alumnos de escuelas privadas, se Iegaron hasta
aquellos salones para presenciar el fenémeno. Los primeros pasos del cine
en nuestro pais, entonces, fueron seguidos muy de cerca por toda clase de
publico, y estuvieron muy apoyados por el periodismo. En setiembre,
Pastor se trasladé brevemente a Montevideo. Ese mismo mes, desde aquella
ciudad, partia hacia Buenos Aires Charles Etienne con su Cinematogha-
phe, pues ya habia agotado las posibilidades de exhibicién en la capital
uruguaya® .
‘Tiempo después, cuando Pastor exploté el género chico en el Olim-
po, continué exhibicndo las vistas animadas. Se oftecian en una de las
secciones, por la que se cobraba un peso con cincuenta. Para esas proyec-
ciones se necesitaban todavia cuatro operadores en la casillay una ilimitada
paciencia de los espectadores, a los cuales se les interrumpia con excesiva
frecuencia la continuidad de las vistas, Es previsible que al menos tres
espectadores hayan vuelto una y otra vez: el aristécrata belga Enrique
Lepage, el francés Eugenio Py y el austriaco Max Gliicksmann. Hacfa por
Jo menos un lustro que Lepage comerciaba articulos de fotografia en su
negocio de la calle Bolivar; Py era fotégrafo profesional y su jefe de labo-
ratorios; y el joven Gliicksmann, animador comercial del negocio. Los
tres sabfan del invento, y después de comprobar la maravilla con sus pro-
pios ojos, decidieron incorporarla al stock de la casa. A principios de 1897,
ante la negativa de los Lumitre, llegaban a Buenos Aires las cAmaras fabri-
cadas en los talleres de Leén Gaumont. Otras empresas en el mismo rubro
Juan Ignacio Fernandez
cinematégrafo llega 2 Montevideo,” en diario El Pats,14
“tear Maranghello
fueron las de Gregorio Ortufio y la de Francisco Guppy. Y a la introduc
cién de los aparatos que permicfan alternativamente filmar y proyectar,
siguid la de las peliculas, preferentemente francesas. Esa faz del negocio
fue manejada por Gliicksmann, quien impulsé la venta de proyectores y
films a teatros, ferias, kermesses ¢ instituciones sociales.
También en esa época, Georges Meliés vertia su ingenio en fancasfas
repletas de trucos, 0 un grupo de fotégrafos de Brighton ensayaba prime-
ros planos insélitos y el precario suspenso de las acciones paralelas. Y
comenz6 entonces la produccién autéctona, a instancias de varios inmi-
grantes, al igual que tantas otras actividades industriales. El cine argentino
tuvo, entonces, estrechos lazos con la fotografia; en ambos campos, los
pioneros buscaron imégenes adecuadas para su sociedad.
Fue Federico Figner quien, seguro de las posibilidades técnicas del
vitascopio, decidié retratar aspectos de la ciudad. ¥ concreté su proyecto
en los primeros dfas de noviembre de 1896, ayudado por el camardgrafo
José Steimberg, cuando tomé vistas de la Plaza de Mayo, grupos de ca-
truajes y ciclistas paseando por los bosques de Palermo. Dias después,
exhibiéd ese material en su salén de Florida y repitié la experiencia en una
kermesse al aire libre. Y para reforzar el atractivo, estimulaba al publico a
acercarse al paseo, donde cada domingo, a las 9, Steimberg tomaba cor-
tos, para proyectarlos durante la semana en el salén céntrico de Figner.
‘A partir de 1997, las proyecciones tuvieron lugar en distintos sitios:
teatros (Casino, Pabellén Argentino), café-bares, terrazas y ferias al aire
libre, circos, clubes, kermesses y hasta en prostibulos. En cuanto al cine
en las provincias, durante 1898, un empresario y ex actor de apellido
Roldan partié en gira hacia distintas localidades, llevando consigo varias
peliculas, en lo que se consideré el paso inicial de la exhibicidn en el
interior. En diciembre de ese mismo afio, Enrique de Mayrena, alquilé
un local en La calle Rioja, en Rosario (Santa Fe) donde abrié el Cinemaré-
grafo Lumitre, a 20 centavos la localidad. Las funciones tuvieron enorme
suceso, y asf pudo resarcirse de su anterior fracaso en la capital‘.
Fue con una de las Blgé que comenzaron los ensayos filmicos de Py,
unos precarios cortos de hasta veinte metros. El primero habria sido La
bandera argentina (1897), enfocando un mistil de Plaza de Mayo, donde
flameaba la ensefia patria. Otros aparatos circularon entre aficionados a
la fotograffa como Pedro Arata, Alfredo Cernadas, Alfredo Demarchi,
CE “Hace ochenta afios, el cine”, en Diario La Capital, Rosario: 6 de septiembre de
1978.|
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Los pioneros (1896-1910) (15
Aaron Anchorena, Enrique Delfino, el actor Florencio Parravicini 0 Ale-
jandro Posadas. La mayoria no hizo trascender sus ensayos més alld del
Ambito familiar. Las operaciones del Dr. Posadas, en cambio, muestran
el talento quirtirgico del profesional; en el primero de los cortos,.cl médi-
co subsana una hernia inguinal. En el segundo, un quiste hiddtico de
pulmén. Las pelfculas duran tres minutos y medio cada una, y en tiempo
real desarrollan las intervenciones. Posadas utiliza bisturfes, tijeras y pin-
zas y usa cloroformo como anestesia. Un ayudante se limita a separas los
bordes de las heridas, dado que no existen campo quirtirgico ni compre-
sas. Ambos visten ropas de calle y no poseen gorros ni barbijos, Fueron
filmados en el Hospital de Clinicas con luz natural, entre 1898 y 1899,
para ser proyectadas en ateneos. Afios después, cuando se las recuperd, la
Cinemateca Argentina tité negativos y copias de 16 mm.
En 1900, el espafiol Gregorio Ortufio abrié el primer salén cinema-
togréfico construide como tal, el Nacional, en Maipti al 400. Este y sus
socios Bartolomé Puppo y Angel Rodriguez Melgarejo presentarfan, con
el tiempo, su propio noticiario, pues encargaron la tarea a un camarégra-
fo de origen francés. Se establecieron més tarde salas como el Paris, el
Internacional, el Salén Argentino, el Portefio, el Universal, la Opera y el
Esmeralda. Los precios reducidos del espectdculo y la constante variedad
de los programas determinaron un flujo constante de puiblico.
Mientras tanto Py se exigfa continuamente. Durante tres afios se fa-
miliariz6é con la cdmara, mostrando fachadas de edificios, rostros o
veh{culos en marcha. Lo movia ¢l afén de apresar el tiempo, de cristalizar
Jas huellas de un presente que flufa a velocidad inédita. Hasta que llegé el
momento de la filmacién profesional. Un acontecimiento sirvid de arran-
que: el 24 de octubre de 1900, Buenos Aires recibié al presidente electo
del Brasil, Manuel Ferraz de Campos Salles. El presidente Roca lo abrazé
al llegar, y el tomavistas los abared en panordmica. De allf resulté El viaje
a Buenos Aires del Dr. Campos Salles, que se conserva. La presencia del
huésped lo transformé en el primer noticiario profesional. Prosperé en-
tonces la idea de una empresa con un proyecto comercial e industrial. ¥ la
primera etapa productiva fue la de los noticieros, escuetos y sin imagina-
cién, y la de los documentales cortos: reuniones sociales, desfiles militares,
visitas a estancias, exposiciones rurales, maniobras navales o sepelios de
autoridades nacionales; todos eran motivos que nutrfan el catélogo de
Lepage. Un ejemplo fue La Revista de la escuadra argentina en mayo de
1901, de Py, una verdadera superproduccién, dado que recogla —jcon
cuatro cdmaras!— las evoluciones de la flota naval en Puerto Belgrano, con
sus acorazados. Algunas escenas impresionaron al pttblico, como las d16 / César Maranghello
desembarco 0 el ataque de mil hombres de la infanterfa. En otros casos, la
actualidad sirvié para realizar noticiarios reconstruidos. Bso ocusrié con
Salvamento de los ndufragos Newman por el transporte Guardia Nacio-
nal (1901, Py). En julio, la nave recogié en alta mar a dos naturales de las
Islas Malvinas, Federico Newman y su hijo de ocho afios, quienes, desde
dos meses atrds, se hallaban a la deriva en un bote de vela. Llevados a
Buenos Aires, fueron recibidos por el presidente Roca. Py aproveché para
filmar una pelicula, donde reconstruyé la experiencia vivida por los New-
man en la rada del puerto de Buenos Aires. Por iniciativa de Gliicksmann,
Lepage envié un lote de sus films a la Exposicién Internacional de Paris
de 1901, donde el material obrtuvo una medalla de oro.
No faltaron argentinos emprendedores como Eugenio Cardini. Adi-
nerado aficionado a la fotografia, le compré a Lumiére uno de sus aparatos,
y ala vuelta de un viaje, se improvisé realizador en un precario set fami-
liar, Escenas callejeras (1901), de 34 metros, realizada en la terraza de su
hogar, fue considerada como la primera pelicula argumental. En ella ac-
- tan, delante de un fondo pintado, un lustrabotas y un vigilante auténticos,
mientras que el choque de un ciclista con un transetinte da lugar a image-
nes de pugilato cémico. Les siguieron En casa del fotdgrafo (1901), que
muestra al presidente de la sociedad, Pedro Sanquirico, en dificultades
propias de su labor; El escuadrén ciclista (1901), que muestra un desfile
de voluntarios, entre los que se encontraba el propio cineasta; Salida de
los obreros (1902), que capta el final de una jornada en la fabrica de la
familia Cardini, y El Tédeam del 25 de mayo, que muestra a Rocay esu
comitiva en la Catedral.
Simultdneamente, las cdmaras de Lepage mostraban la llegada de los
tranvias eléctricos, las instalaciones de los clubes sociales, las manifesta-
ciones radicales, Ia inauguracién de un dique o de un puente en Barracas,
el puerto de Rosario o el despliegue de El pericén nacional (1903, Alber
to Martinez) bailado por toda la familia Podestd, la realeza del teatro
argentino. Y entre muchas otras, la Expedicién de la Uruguay al Polo
Sur (1903, Py), que condensaba la partida de la cafionera para llevar
auxilio a una expedicién sueca perdida en la Antartida, asi como su
regreso triunfal en noviembre de 1903, con los nduifragos a bordo, entre
ellos, Otto Nordenskjéld.
A partir de 1906, auments el ntimnero de salas céntricas y empezaron
a abrirse otras en los barrios, hasta completar unas noventa. Lepage inau-
guré la primera de sus salas, el Buckingham Palace, en la Avenida de
Mayo. En 1908, se inicié la construccién del Ateneo, en Corrientes y
Maips, la primera sala realmente lujosa de la ciudad. Mientras tanto, el18 / Ce
ar Mavanghello
de la cultura, los cambios culturales implicaron enormes cambios identi-
tarios. En las primeras dos décadas del siglo XX, aquellos encuentros
provocaron inconvenientes y reajustes en la sociedad.
La identidad argentina fue promovida por los intelectuales, quienes
se encargaron de las descripciones de costumbres, la creacién de persona-
jes y atmésferas imitables. Subraya Eduardo Romano: “El perfodo
1880-1914 puede verse como instrumento de aculturacién y acriolla-
miento por el aluvién inmigratorio, y por la poetizacién de los novelones
gauchescos, editados para los quioscos. El tango y el sainete, los dos resul-
tados artisticos de Ia cultura popular en el trnsito de uno a otro siglo, y el
predominio ecolégico rural, se aducfian de diversos elementos gauchescos
para una sintesis peculiar”® . En 1909, al escritor Ricardo Rojas le preocupa-
ban las consecuencias del proceso de inmigracién, y lo desvelaba la necesidad
de nacionalizar, desde la escuela, al extranjero. Con respecto al mismo proce-
so, sefialé el poeta Homero Manzi: “Lo que ha salvado a este pais es la actitud
del «gaitay, el «tano» y el «turco», que en lugar de proponerse un arquetipo
.,uraido de allé, se propusieron un arquetipo nuestro, el gaucho o el compadri-
io, sublimando asf, en ellosy en sus hijos, la idea del pais... Porque el «cocolichey
termina encastando y enseguida es nuestro” .
Y fue en la historia argentina como filén argumental en lo primero
en que pensé el italiano Mario Gallo —un director de coros de operetas y
pianista de café—, cuando decidié establecerse en el pafs. La historia im-
portaba el teatro filmado y La Revolucién de Mayo (1909) resulté la
muestra inicial de aquel proyecto cultural. Cuando alin resonaban en
Paris los aplausos con que un ptblico refinado aprobé el Film d’Art
con su Asesinato del duque de Guisa, en la Argentina, La Revolucién
de Mayo traducta parecidas intenciones: combinar el teatro con la
historia, La pelicula fue estrenada el 22 de mayo de 1909, en el Ate-
neo. Estaba estructurada en 15 cuadros y relataba los acontecimientos
de Ja Semana de Mayo de 1810.
En su primera obra argumental, Gallo cumplié, como en todas las
siguientes, varios roles: productor, director, cameraman, escenégrafo, asesor
histérico y de vestuario. Y, si la intuicién reemplaz6 al conocimiento, la
imitacién suplanté a los adelantos técnicos, impensables en una cinema-
3 Alvaro Fernandez Bravo (comp.), Invencién de la Nacién. Lecturas de la identidad,
de Herder a Homi Bhabha. Buenos Aires: Manantial, 2000, 12-21.
Eduardo Romano, “Apuntes sobre Ja cultura popular y el peronismo”, en La crleura
popular del peronismo, Buenos Aires, Cimarrén, 1973, 40-42.
7 Citado en Arcuro Jauretche, Mano a Mano entre nosocras. Buenos Aires: Pefia Lille,
1962,Los pioneros (1896-1910) / 17
primer contrato de distribucién se firmé ese afio entre Gliicksmann y
Julio César Traversa, del teatro Nacional Norte.
En mayo de 1906, se produjo una nota curiosa: se estrené un corto,
Noticia telefénica angustiosa, que condensaba la obra teatral “El! reléfo-
no”, que estaba representando en el San Martin el gran actor Ermete
Zacconi. Por primera vez, reeditande modelos comunes de Roma o Paris,
fragmentos de una obra fueron filmados para ser exhibidos posterior-
mente en cines y atraer a més ptiblico a Ia sala teatral. El 2 de julio se
estrend Tango criollo, de Py, que mostraba una escena de baile arrabalero
entre ed Negro Agapito y su pareja, en el que pudo interpretarse como el
modesto antecedente de un musical. Es que, a diferencia de otros paises
de América latina, en el Rfo de la Plata se noté desde el vamos la voluntad
por el registro en imagenes animadas. Debe subrayarse que esta actividad
tuvo existencia desde 1900.
Pero el cine no estuvo solo en su afén de retencién y memoria. No es
casualidad que Gliicksmann y Lepage hayan sido también adelantados en
materia de sonido. Comercializaron primero fonégrafos con cilindros y
graméfonos con discos. E intentaron después la imagen parlante sincro-
nizada. Esos ensayos sonoros, que Py acometié entre 1907 y 1910, tuvieron
su.importancia en la medida en que significaron un avance tecnolégico. Imi-
tando los films de Gaumont y Pathé, se realizaron una treintena de cortos con.
la escenificacién de una cancién (Mr. Whisky), fragmentos de sainetes (Ga-
bino, el mayoral; Los politicos; A Palermo) o zarzuelas (La reina mora, La
leyenda del monje). Todas constaban de 60 metros de longitud. La técnica
era rudimentaria: se grababa el sonido en un disco; luego, mientras se lo
reproducia en un graméfono, se filmaba la escena, en la que un actor acom-
pafiaba con su mimica el canto. En la exhibicidn, las peliculas se proyectaban
sincronizadas con el disco grabado. Y el altoparlante colocado cerca de la
pantalla daba verismo a la accién. En esas cintas participaron los mtisicos
Angel Villoldo y Alfredo Gobbi, quienes ya hab/an grabado varias placas actis-
ticas de 78 rp.m. Finalmente, en 1908, Lepage le vendié el comercio a
Gliicksmann y regresé a su pais, donde murié un cuarto de siglo después.
La Argentina fue definida por sus organizadores como un pais de
inmigracién, predominantemente blanco y de crisol cultural. Debia ser
una nacidn abierta “a todos los hombres de buena voluntad”. Y el Estado,
a fines del siglo XIX, fue sumamente exitoso en su compulsidn asimila-
cionista. Ese proyecto ubicaba al pafs de cara a un mercado mundial de
territorios hipotéticamente iguales, y de espaldas a un mercado interior
desigual. Esa diferencia dio origen a otro tipo de identidades: las masas
provincianas desterradas. Y como fa identidad deriva aurométicamente20 / César Maranghello
tografia artesanal y periférica. La accién se desplaza sobre un fondo de
telones pintados, frente a los cuales los intérpretes sobreacttian. Gallo
utilizaba como improvisado estudio la azotea del teatro Nuevo, en pleno
centro de la ciudad. La pelicula se conserva en copia incompleta~ en la
Cinemateca Argentina. Cada cuadro —de los que sobreviven diez—, consta
de un texto escrito y explicativo de la escena que se dramatiza a continua-
cién, ¥ al final, un hallazgo tal vez no buscado, de lenguaje: una alegérica
aparicién de San Martin, de uniforme y envuelto en la bandera, super-
puesta a la del presidente de la Primera Junta, Cornelio Saavedra. Esa
imagen, inexacta histéricamente, consigue transformarse en una metéfo-
ra visual, pues adelanta la futura gloria de la patria naciente.
El film abrié el camino de futuras evocaciones: La creacién del Him-
no 0 El Himno Nacional (1909), con Eliseo Gutiérrez y Federico Lopez
“cuya copia también se conserva~, y Giiemes y sus gauchos, con Adolfo
Fuentes. Al afio siguiente —centenario de la Revolucién-, el pionero es-
trené El fusilamiento de Dorrego, con argumento de José Gonzalez
Castillo —basado en una pieza de Dayid Pefia—, y actuaciones de Salvador
Rosich, Gutiérrez y Roberto Casaux. Dijo el fururo director Leopoldo
‘Torres Rios: “Era brevisima; el publico se enteraba de que habja tal fusila-
miento porque asi lo decfa el titulo”.
Sin pausas, siguieron ovos intentos: Camila O’Gorman (1910), con
Blanca Podesté, Alberto Ballerini y Rosich; La batalla de Maipi y La
batalla de San Lorenzo, ambas con Gutiérrez, Enrique de Rosas y Enri-
que Serrano, y algiin despliegue de extras en Ja ribera del Rio de la Plata.
Mas adelante Juan Moreira, que fue el primer folletin gauchesco trans-
puesto al nuevo medio, adaptado por Gonzalez Castillo y con Enrique
Muifio. Y finalizé el ao con Muerte civil, con el tragico italiano Giovan-
ni Grasso, que habia debutado en 1910 en Buenos Aires. Gallo tuvo
posteriormente talleres propios.
Ouro pionero, el uruguayo Julio Alsina —también distribuidor y exhi-
bidor—realiz6, por su parte, Avelino Viamonte (1909), Facundo Quiroga
(1910) y La tragedia de los cuarenta afios (1910), las tres con el gran
actor Pablo Podesta. Para ello utilizé una galeria de filmacién en Gascon
y Cérdoba, probablemente la primera que existié en el pals. Mientras
tanto, El caballero ladrén (1910), de Aurelio Marin -ex empleado de
Lepage-, con integrantes de la sociedad rosarina, fue un ejemplo del cine
realizado en el interior.
En el terreno documental los festejos del Centenario, la visita de la
Infanta de Borbén, tla de Alfonso XIII, 0 las proezas de los pioneros
Newbery en globo lograban, circunstancialmente, la aireacién de un cineLos pioneros (1896-1910) / 19
El pioneto Mario Gallo, director de La Revolucién de Mayo (1909)Los pioneros (1896-1910) 21
encerrado entre paredes. Por ejemplo, SAR la Infanta Isabel llega a nues-
tra capital y SAR la Infanta Isabel en el dia de su partida, ambas dirigidas
por Py, que se conservan en el Archivo General de la Nacién. O La ascen-
sién del globo Huracén (1910), de: Enrique Lucchetti y La revista
cinematografica de la Reptiblica Argentina, de Pedro Zambrano. Tam-
bién La revista del Centenario (1910, Alsina), en la que se resum{an los
festejos imponentes de los cien aftos de la Revolucién. Como sefialara
Sergio Pujol, en la Buenos Aires aluvial, en medio del vértigo de los pa-
i seos urbanos, las m4quinas descontaron las distancias entre los grandes
centros del poder econémico y la.remota Republica Argentina’ .
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| 8 Sergio Pujol: “Proezas visuales”, en diario Clarin, Buenos Aires: 13 de febrero de
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