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Primer econ, 2015 (Cav, Mercedes “Tomar la pla: a poesia en esas / Meredes Calva. — México ce, 2015 178.21 x 14 em — (Cole. spacios par Letra) ISBN 978-00716:759-7 1. Letra ~Foment 2, oes nf Liter inf, Se. Tt wez037 Dewey an8s C1251 Distrib mit (©2015. Merades Calvo 'D.R.©2015, Fondo de Culture Beondnica Carztra Pca Auto, 227, 14738 Mico, DF Empresa certienda 0 30012008 | alec digi por Socorro Venegas icin: Anglia Antonio. Formas: Guillen Carona ‘Vite de porta: David Lara Comentario: srevtlnadodeetorertneencom ToL (55)599-187 fe 1849-1873 Se prohibelareprodaceiSn parc o oa de eta a, cu acre tlmetin ins aenca po escrito del ilar ds derechos. ISBN 978-607 16.2757 Impreoen Mexia» Pinte in Meier Tomar la palabra La poesia en la escuela ~ Mercedes Calvo FONDO DE CULTURA ECONOMICA. 1. El encuentro con la poesia Yo cogia la Poesia de la mano, la hice entrar en mi escuela. \Jul Ie dije— andards como en tu propia casa. Nada te ha de faltar. Ni candela, pues un lucero arde siempre entre nosotros; ni flores —tl que tanto las amas—, ni corazén, nin laid de lana y de fe para tus canciones. Yl hice entrar en mi escuela. ¥ ya todo se llené de su gracia sin palabras, de su celeste aliento creador. Alien, incomprensivo, murmuraba: —zPero qué dicen a esto los ppoetas, desde sus torres de marfil? YY los juglares, qué hacen, cruzados de brazos? 3Adénde vamos a parat? JoaN Benet (oH QUI LA PORSIA EN LA ESCUELA? \brir la puerta de la escuela a la poesia, invitarla a entrar \yyelentes de que quien entra no es una asignatura més sino \\ soplo especialisimo y delicado, que necesita, si, un am- \\onte especial para florecer pero que, hallindolo, transfor- ‘wr para siempre y profundamente, por su sola presencia, Jy» alas que lo rodeen. Abrir la puerta a la poesia como a una nifia con Ja cual \wpartiremos juegos y risas, lejos de la preocupacién por \) contenidos a desarrollar, la organizacién del tiempo |) ico y las evaluaciones, pero sabedores de que nada sera ‘)) profundamente formativo que su compafia ni hara po- \\le crear mayores espacios de libertad en el aula. | propuesta del maestro albojense, Juan Berbel, en su jvema “La poesia’, es la tinica posible. Sin embargo, siempre |vvbri algunas voces que se alcen, incomprensivas y temero- 19 sas, anunciando catstrofes educativas si insistimos en inclu en el aula actividades que distraigan los esfuerzos por alcan- ar resultados practicos, medibles, en la adquisicién de cono- cimiento. Indudablemente, una educacién que persigue como ‘inico objetivo la formacién de sujetos tecnificados y compe tentes, listos para insertarse en el mercado laboral, no puede: perder tiempo en fortalecer el instinto poético del nifio. Sin embargo, la relacién poesfa-nifio es natural, ambos términos se nutren de elementos que les son comunes: jue asombro, afectividad. El nifio tiene una particular vision del “Mundo, una concepcidn de la realidad que podriamos llamar poética, un uso Kidico del lenguaje. Disfruta las canciones de una, las retabilas, To fados. ;Por qué, entonces, la egada de la poesia a la escuela provoca tanta incomodidad. en algunos maestros? Creo que esto se debe, en parte, a que utilizamos sin ana lizar demasiado los siguientes conceptos: “alumnos-nifios” y “poesfa-poema’. Un vistazo sobre ellos quiz nos permita en- tender mejor el tema. AALUMNOS 0 NINOS? Es un hecho que en la escuela hay alumnos, no nifios, Parece un detalle sin importancia, pero no lo es. Cuando el nif in- gresa a un establecimiento escolar, si lo hace muy pequefio, tendré por un tiempo el privilegio de jugar libremente, cantar, “dibujar, escuchar historias. Pero a medida que crece, el nifio deviene en aluimino, el juego se restringe y hasta las activida- _des expresivas adquieren una “utilidad” inmediata. EI nifio se resiste, quiere seguir siendo nifio. Se refugia en él recreo: alli desarrolla la actividad fisica, organiza sus juegos e interactia ccon sus compafieros. Pero dentro de clase la mayor parte de las 20 “s\ivldudes se dirigen al desarrollo del pensamien, wwionto y la inteligencia. Los argumentos de padied, 3 {jue promueven la nueva actitud del alumno apun, “Ssuubio que significa crecer, y destacan Ia importancia 0 soponnubilidad, el esfuerzo y el estudio. La adquisiciOn ei desplaza lo lidico, y el niffo, que en el recta Jh4 libremente con el Lenguaje —“uni doli teli catoli, cara ‘cuyabj ru ra, ai uan chu merri”—, siente que debe superar ‘plslamente esa etapa y acomodarse a las nuevas exigencias. Vii» conseguirlo es preciso abolir su mirada sensible, pues / ‘secer significa cambiar la forma de ver el mundo. 14 ahi donde se instalan los prejuicios qué rodearin mis Joule w la poesia, considerada un arcaismo o, en el mejor de los “suis: algo edulcorado y romantico que no es propio de los fa- ‘sinus jbvenes que participardn en el trabajo productivo. Qui- "she pueda admitirse como un adorno reservado a las nifias, Por supuesto, esta concepcién no es racional y pocos ad- ‘nitirian compartirla; sin embargo, los prejuicios estén més ‘svisigudlos de lo que suponemos en nuestra sociedad y sus ‘ynuillestaciones se asoman aun en los ambientes mas insos- jeolwulos. Las ilustraciones de portada y contraportada de ‘slyunos libros de texto tienden a reproducir también estos {wiclos, Por dar un ejemplo, en un libro de espafiol de sex- ” primaria se enfrentan dos imagenes: un nifio que escri- Je j wna nifia que lee. Junto al nifio hay una bicicleta y en el ‘eto que escribe va enhebrada la palabra Aventura. La nifia, ‘cambio, tiene alas rosadas y esté inmévil frente a un libro ‘Jel que brota la palabra Poesia, Es facil ver alli a quiénes se les ‘yal a vivir y tomar la palabra, su propio existin, y Nines deben conformarse con sofar y consumir la palabra | Js demas. El sentimiento poético de la vida, esa sensibili=” ip especial que aporta Ia poesia, es algo propio de tas mu- Jes, Los hombres, iluminados por la luz de la razén, actian. sas, anunciando catastrofes educativas si insistimos en incluir en el aula actividades que distraigan los esfuerzos por alcan "Tar resultados practicos, medibles, en la adquisicion de cono- cimiento. Indudablemente, una educacién que persigue como tinico objetivo la formacién de sujetos tecnificados y compe tentes, listos para insertarse en el mercado laboral, no puede perder tiempo en fortalecer el instinto poético del nifio. Sin embargo, la relacién poesfa-nifio es natural, ambos términos se nutren de elementos que les son comunes: juego, asombro, afectividad. El nifio tiene una particular visin del “Thundo, una concepcién de la realidad que podriamos llamar so Tiidico del Tenguaje. Distruta las canciones «le a jWegos cantados. sPor qué, entonces, la legada de la poesia a la escuela provoca tanta incomodidad en algunos maestros? Creo que esto se debe, en parte, a que utilizamos sin ana lizar demasiado los siguientes conceptos: “alumnos-nifios” y “poesia-poema’. Un vistazo sobre ellos quiza nos permita en tender mejor el tema. 4ALUMNOS 0 NINOS? Bs un hecho que en la escuela hay alunos, no nifios. Parece Jun detalle sin importancia, pero no lo es. Cuando el nifto in gresa a un establecimiento escolar, si lo hace muy pequefio, tendré por un tiempo el privilegio de jugar libremente, cantar, “dibujar, escuchar historias. Pero a medida que crece, el nifio deviene en alumno, el juego se restringe y hasta las activida _des expresivas adquieren una “utilidad” inmediata, EI nifio se resiste, quiere seguir siendo niiio. Se refugia en el recreo: alli desarrolla la actividad fisica, organiza sus juegos e interactiia con sus compafieros. Pero dentro de clase la mayor parte de l 20 \ividades se dirigen al desarrollo del pensamiento, el razo- ‘sjonto y la inteligencia, Los argumentos de padres y maes: ‘soy que promueven la nueva actitud del alumno apuntan al swulio que significa crecer, y destacan la importancia de la wwwubilidad, el esfuerzo y el estudio. La adquisici om tos desplaza lo liidico, y el nifio, que en el recreo \)yolw libremente con el lenguaje —“uni doli teli catoli, cara- (yy cvrabi ru ra, ai uan chu merri”—, siente que debe superar \vlaniente esa etapa y acomodarse a las nuevas exigencias. vnvweguirlo es preciso abolir su mirada sensible, pues + significa cambiar la forma de ver el mundo. | ahi donde se instalan los prejuicios qué rodearan més Janie ula poesia, considerada un arcaismo o, en el mejor de los 0 slo edulcorado y roméntico que no es propio de los fu- jijoo jovenes que participardn en el trabajo productivo, »» pueda admitirse como un adorno reservado a las nifias. Vor supuesto, esta concepcién no es racional y pocos ad- jlisian compartirla; sin embargo, los prejuicios estan mas »s de lo que suponemos en nuestra sociedad y sus ‘jones se asoman aun en los ambientes mds insos- jechudos. Las ilustraciones de portada y contraportada de 10 libros de texto tienden a reproducir también estos juicios. Por dar un ejemplo, en un libro de espaitol de sex- ‘sly uimaria se enfrentan dos imagenes: un nifio que escri- } ) wna niiia que lee. Junto al nifio hay una bicicleta y en el )) to que escribe va enhebrada la palabra Aventura. La nifia, }) onlin, liene alas rosadas y esta inmévil frente a un libro {jue brota la palabra Poesia, Bs facil ver alli a quiénes se les ‘la vivir y tomar la palabra, creando su propio existir, y j))nes deben conformarse con sofiar y consumir la palabra” | ntimiento poético de la vida, esa Sensibili=” | especial que aporta Ta poesia 50 j1» Los hombres, iluminados por la luz de la razon, actéan. ante 2 Incluso muchos de nosotros, que leemos criticamente ey. {as imagenes, también somos victimas de estos prejuicios a Cuéntas veces recordamos nuestra propia infancia con ur | atraviesa velozmente la nifiez, guiando a sus padres sentimiento de nostalgia por algo que se perdié irremedia « lnberinto de la tecnologia? blemente, un pais tagico-del que hemos sido expulsados, (win mis: gdespierta ternura o tal vez miedo esa otra_ Hablamos de “la inocencia y la pureza” de la infancia, aso. (010, también independiente y auténoma, pero a la vez, ciando estos valores —que nada tienen que ver con la poe sina que vive en la calle, excluida de las instituciones, y sia— con Ja mirada poética propia de los nifios, 4 la cual s6lo tiene respuestas el derecho penal! Creemos entonces que silo se nos presentan dos maneras entre esos dos extremos, zcuntas infancias distintas se de transitar l presente hist6rico-social y la situacién personal Jo que significa que debemos optar por “superar” la infancia, dejando atrés el juego y la inocencia y afirmandonos priorita _Tiamenté eiret intelecto, o, por el contrario, buscar una forma “infantil” de relacionarnos con la realidad: no crecer jars, ‘manteniendo una ingenuidad, que es sindnimo de ignorancia Pero zacaso el conocimiento nos vuelve impuros? ;Saber ue existen la muerte, el sexo, la traicion, el dolor, significa \00 y personal que fuimos —que somos: la pérdida de la inocencia? ;Mirada poética es sinnimo de 1. no a los nitos reales —pos desconocimiento de la realidad? {No serd la infancia, mis jo) impostada y arquetipica’ que un punto de partida en el trayecto de la vida, un inicio | efecto, hablar de “Ta” infancia o “I” niio como un es- Constante y continuo, un sitio en el cual es posible habitar en ificado con un estado de inocencia y felicidad fualquier etapa de nuestra existencia y desde donde saber i n verdad no tendremos otra salida que seguir los “Impulsos propios o quedar supeditados para siempre a los de los demés?, jo no tenemos més opciones que elegir entre el camino de la naturaleza o el de la cultura, el de la ingenuidad ol de la alienacién? {No seré posible, tal vez, llegar a ser adultos sin negar el nifio que fuimos, sin anular los destinos de la infancia? 3Po- dremos crecer y desarrollar nuestro intelecto y nuestra razon sin destruir la belleza y la vida? 30 crecer es siempre dejar de ‘Sér'uno mismo para terminar siendo uno de ellos? Por otra parte: ghablamos siempre de lo mismo cuando 22 (shannon de infancia? ;Sigue alentando sentimientos de pro- Wn nosotros esa infancia digital que, control remoto (nuciela Montes, reconocida escritora de literatura infan- w% \) pero también una de las més importantes pensadoras so- "), Je lv tnfancia y su cultura, sefiala que “El horizonte ya no es (ideal; el nifio emblematico que nuestra cultu- 1 ido dibujando y oficializando con el correr del tiempo, ‘inis bien la memoria del propio nii prs ere ‘vilaridades de todo tipo, porque la di sujlemente biolbgica sino también psicolégica, cultural y (01, bn el aula encontramos diferencias de sexo y de eda /)0/ suipuesto, pero también distintas capacidades, intereses, vuclones, ambientes, creencias, educacidn, estilos de vida, jeviencias, nécleo familiar. Y eso es lo realmente valioso: ‘\nceh, valorar e interactuar con ofros en un ambiente de \\Snliea convivencia y respeto crea vinculos interpersonales )"olrecen un apoyo emocional insustituible. No descuidar lela Montes, Bl orralde a infarc, México, ree 2001, pp. 26-27. 23 sa interaccién afectiva tan enriquecedora —de los nifios en- “re si pero también con el maestro—, abonar ese ambiente. propicio con respeto y afecto, ¢s la herramienta fundamental ~para tener éxito. SS En una sociedad compleja y tecnificada, donde la infan- cia ya no es cronolégica y muchas veces la cultura infantiliza alos padres, es importante la referencia de un adulto junto al nifio. Por eso, es importante crecer, no como un mal nece- sario —abandonando en el proceso nuestras caracteristicas esenciales, nuestra sensibilidad y nuestro asombro—, sino llevando a otros, durante el transito de la vida, el bagaje inte- gro de nuestra infancia pero también nuestra madurez y nuestros conocimientos, porque es preciso que el nifio tenga asu lado una mirada adulta y que las fronteras entre las con- diciones de madurez y ée infancia no se desdibujen. \. No se necesitan grandes discursos: un gesto, una mirada _cémplice, una sonrisa cilida, son herramientas que, en Jo co- tidiano, contribuirdn a formar el ambiente propicio para que al sentimiento-poético de la vida, propio de los nifios, no sea cercefiado y 10s nifios se desarrollen en plenitud. ‘As{ podremios salir con ellos de “caceria pottica’, dejan donos asombrar por la plantita que brota entre las piedras 0 cl insecto que trepa por la pared; sintiéndonos hermanados 1 el asombro._ Porque aunque creamos que existen temas mas urgentes esas actividades son una pérdida de tiempo 0 una ame 1 el orden de la clase, nada es mas importante qu joeyutar La continuidad entre infancia y experiencia excel. ‘le summer que en esa transicién no se pierda lo mas valions Jel ninw y que éste permanezca integro en el alumno que t« {rente 9 nosotros. $%, es verdad que, como oimos Ire ys nifios de hoy son Jos hombres del maivar lisa en si misma, no slo como poten 24 yau pero la infanela cialidad: el nifio no es un adulto imperfecto, inacabado, al que la educacién debe completar. Hace unos afios la escuela planteaba esta concepcién en los libros escolares. Veamos este ejemplo: : La nia y el rosal Nifia: Buen dia, lindo rosal y tespéndeme formal: Para ser yo tan hermosa como una encendida rosa aqué he de hacer? Rosa: Para que Ilegues a ser tan bella, nifa querida, como una rosa encendida 6yeme lo que has de hacer: crecer, crecer y crecer. ‘Mary Mapes Dodge* Aunque actualmente rechazamos esta imposicién de ma- consciente, en los hechos muchas veces actuamos con \W" criterio similar, olvidando que en el adulto debe estar pre presente el nifio del mismo modo que en la escuela «puede dejar de manifestarse la vida. = Noni 0 PoraA concepto que a veces se maneja a la ligera es el de poe- Jcit_una poesia, leerla, escribirla, son expresiones co- escuela y que identifican a ésta con un género sv Aol y Chas Gilbert, Lo primers de cra, Nucwa York Sve 25 ? literario. Poesia y poema se usan indistintamente, como si- _nénimos, cuando evidentemente no Io son. No intentaré de- ‘finir aqui qué es poesia, s6k dejar en claro que blo de una modalidad textual sino me refiero a la actividad creativa, a la poitsis, que puede darse en miitiples esferas. ~Puede haber poesia en un cuadro, en una danza, en Un po “ina; pero también puede existir poema sin poesia y, lamenta- Blemente, en los textos que Se trabajan en la escuela hay mil- tiples ejemplos. Esta confusién entre los términos es lo que permite que, como indica Berbel, se alcen algunas voces es- candalizadas por el tratamiento familiar, sin protocolo, hacia Jo que consideran reservado al parnaso literario; voces que no creen posible el acceso del nifio a una asignatura ta pleja como la poesia. Convencidos de que ésta es un género ~iterario pablado de arduas figuras retéricas, advierten alar- mados sobre la imposibilidad de que la mente infantil pueda ‘comprender el mensaje poético. Est claro que, si cuando decimos poesia pensamos en co- rrientes 0 herramientas poéticas, el tema no es muy adecuado para los nifios pequefios. Pero no tenemos por qué identificar poesia con versos. Quiz porque olvidamos esto es que no po~ ilemos reprimiF'un gesto de extraiieza cuando leemos en el © Herbel: “Y ya todo se lend de su gracia sin pala Sin palabras? jTa esencia de la poesia no radica just ‘vente ey hay palabras? gNo es una realidad Tingiistica, acavo Js palibnn no se disporen graficamente de manera distinta Je We promi, Wo hay p de composicién, acentuacion de jvupon fonicos repartidos en determinada métri. (ue fhacenios entonees con fa metéfora y el snomasia, la prosopopey.! ) ‘hers esti claro que la poesia pertene povtenece también a fa lengua, y trl 1 de palabras, que se pueden ate alabirw J svn wale ive eta ant he _leer y escribir, y aqui si ya estamos hablando de cosas que la escuela entiende y sobre las cuales puede actuar. A primera vista, esto es innegable. Sin embargo, la poesia, tiene sus propias particularidades, que conviene determinat: A continuacién veremos algunas de ellas, La poesia esté en la mirada Plantear este tema desde el comienzo es asunto ineludible para evitar errores futuros: quien puede ayudarnos a alcanzar los propésitos que hemos esbozado es la poesia, no el poema. Y la poesfa, més que en la lengua, radica en la mirada. Revi- semos, por ejemplo, este fragmento de Clarice Lispector: Hace unos dias vi sobre la mesa una tajada de sandia. Y asi, so- bre la mesa desnuda, parecta la risa de un loco. Si no fuese por- «que me resigno a un mundo que me obliga a ser sensata,grita- a de susto ante las alegres monstruosidades de Ia tierra. Slo un infante no se espanta: también él es una alegre monstruo- sidad que se repite desde el comienzo de la historia del hombre. Solo después viene el miedo, el apaciguamiento del miedo, la ‘hegaecidn del miedo, la civilizacién, al fin y al cabo. Mientras ‘unto, sobre la mesa desnuda, la tajada chillona de sandia roja. \ynadezco a mis ojos porque se siguen asombrando. Adin veré ‘wwiehas cosas. A decir verdad, aun sin sandia, una mesa desnu- |, lumbién es algo que merece verse.’ ‘We fragmento nos muestra cémo todo lo que nos suce- ile ser eonsiderado algo que compromete nuestra ca- ‘hu de lectura, Una tajada de sandia, una mesa desnuda, | pecan Un spl de vid, Madi, Sirus, 2008, pp 72-73. 7 también son textos. No solo los libros sino también las perso- “has, Ios objetos, Ia naturaleza, los acontecimientos que suce- den a nuestro alrededor, todos quieren decirnos algo. Y nues- tra capacidad de escuchar —o de leer— es0 qué tienen que “decirnos habla de nuestra formacién, nos constituye y pone \ ‘en cuestién aquello que somos. ‘La mirada infantil esté instalada en ese asombro pleno al {qué se refiere la autora: es mirada que no opina, no explica ni “concluye. Mirada de nifio, en definitiva, que sabe que, como nos recuerda Flaubert, para que una cosa sea interesante, basta con mirarla durante mucho tiempo. Los adultos, sin “embargo, tal vez porque somos incapaces de aceptar el miste- tio, buscamos interpretar lo que vemos, cubrirlo de palabras {que nos mantengan a salvo. Porque, ante lo desconocido, un ) adulto no se queda jamés sin respuestas: nuestra concepcién \ del mundo se basa en buscar a todo un significado, una éx- "| plicacién, un sentido. ‘ Pero ahi est el nifio, por el contrario, acostado en la tie- rra, absorto durante un largo rato, siguiendo el recorrido de tuna fila de hormigas 0, como nos cuenta Eduardo Galeano, pidiéndole al adulto, ante el espectéculo del mar visto por primera vez: “;Ayiidame a miras!”* 111 nifio es sabedor de que mirar no es un ejercicio fic, ‘le que no se reduce —como el ¥er—al simple fenémeno bio Jipico, sino que requiere, mas que ojos, humildad, tiempo, |v interior y una actitud ante la vida distinta de la del Al jowotros debamos abrir nuestra mirada, tal ver s\oiar sobre la abundancia de estimulos y la po acteriza a nuestro mundo. Now dos en noticias fray, Jo, Mi, glo XX, 1983, p 3. \__ mentarias y répidamente caducas que logran informarnos pero no conmovernos. Quizé debamos cancelar esa frontera “entre fo que sabemos y lo que somos, entre lo que pasa y lo ‘que nos pasa, para sentir que la poesia est cercana. Para aprender a mirar deberfamos dejarnos levar por el nifio, Es el nifo el que enseia a mirar al adulto, y no al revés; pero 0 To hace con palabras, con argumentos, con explica- ciones. No es extrafio que el término “infante” provenga, eti- molégicamente, del término latino infans, es decir, el que no habla. Desde ese sitio mudo desde el que nace el lenguaje, desde esa étapa previa a la palabra, el nifio simplemente mir. ysal mirar, crea. ~ La poesia es creacién Cuando Ramén Gémez de la Serna escribe su autobiografia dledica un breve fragmento a su manera de ver el mundo undo nifto, Son apenas dos oraciones que se destacan fuer- \emente dentro del texto narrativo por la condensacién del lenguaje, All se enumeran de manera caética una serie de enlos indefinidos, abstractos, con los que el nifio va onstruyendo su realidad. Sin duda es un texto poético que \/anumite, en su Tenguaje, la mirada de un nifto. \ wrendia batcones, marcos de piedra de las puertas, urnas de los, ‘ovoles, plazas con carrusel de fro, beso de hocico frio de pe- 110) mnuichas cosas més. Después, lentos dias en que se caen 2099 (istezas ce armarios de luna vistos muy en Iejania,visi- es con sombreros inolvidables, suetios llenos de limbo que se me iban cayendo poco a poco rly Ang ain Poy etc tin, Conc Epa, \olvereidad de Castilla-La Mancha, 2010, 7 ™ 29 Con todo ello el nifio construye su mundo, actividad crea- tiva que es poesia: recogiendo las piezas dispersas de esa rea- ~fidad fragmentada, de su propia infancia rota, los nifios son capaces de reinventar su realidad. Y aunque las palabras no puedan expresarlo mas que de manera difusa, se van estable- ciendo vinculos entre los seres y las cosas, los objetos y las emociones. El “celeste aliento creador” al que alude Berbel Por eso, cuando el poeta igual que el nif, dice: yo creo, «| esti ala ver.conjugando dos vert er y crear. Yo creo: tengo | (par serie algo que no esd comprobado, creo que as esa rea- lidad. Y, a la vez, creo: produzco algo de Ta nada, creo mi reali- | ¥To que crea el poeta es, Nadie puede restringir su liber- tad para inventar una realidad a su antojo, donde haya tristezas de armarios de luna o gire un carrusel de frio, yen esa irrespon- sabilidad radica su soberania Lo que le muestran sus sentidos es el mundo, pero también sus suefos, sus fantasmas interio- res, las apariencias seductoras: todo forma parte de un uni- verso donde no existen los limites y donde nada es imposible. La poesia es més que lenguaje 1/1 poeta espaol Antonio Gamoneda asegura que la poesfa es \unn realidad a ka que le tienen sin cuidado los realismos y, ‘vv que un enero Titerario, es una emanacién déTa vida. Y ast swra, La literatura esta en la ficcién, que pu 4, pot Ja poesia es una realidad en si misma ‘oy nmvestios sentimientos y esa relacion (sleds uy caricter que wa msl de los gi r orn a Mad 23 le abi de 208 Y agrega el poeta Aldo Pellegrini: La poesia es una mistica de Ja realidad. El poeta busca en la ‘Palabra no un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma, Recurre a la palabra, pero busca en ella su valor originario, la magia del momento de la creacién del yerbo, momento en que no era un signo, sino parte de la reali- “dad misma. Bl poeta, mediante el verbo, no expresa la rea- lidad, sino que participa de ella?” Si, el poeta intenta repetir el acto creador del universo. Para hacerlo, para dar forma a esas sombras, a esos fantas- ‘mas, a ese delirio que lo habita, para fijar lo inexpresable, lo cuenta con balbuceos y silencios, s6lo cuenta, en suma, ‘on el sentido de unas palabras, con el sonido de otras. Claro \\ue utilizar palabras para hacer un poemia és s6lo una de las lucha opciones existentes. Horacio, el poeta romano, ex- prewba ya en la antigtiedad “una pintura es un poema sin ylabras’, y en idénticos términos podriamos continuar ha-~ ‘Mondo de la musica, la danza y otras manifestaciones artisti- «De todas maneras, y cualquiera que sea la materia utiliza- |) «l producto seré siempre inacabado e incompleto, Cuando — arte. La poesia expresada en palabras es mucho — jue lenguaje. Basic nomen ae indo menciono que la poesta al, no me refiero al aporte que pueda (yon tone lt poesia al desarrollo del lenguaje y, por tanto, '-| /eiunticito, kampoco a la asimilacién del sistema fo- ,,, Is} loxico y de las formas gramaticales. Me interesa, longnaje origi | nestle realidad, Buenos Aites, Argonauts, 2008. 31 = is bien, la posibilidad que ella otorga para que el nifio con serve ese ofr Tenguaje anterior a la lengua, ‘Tal vez, como lenguaje que recurre al gesto, la poesia esta estrechamente vinculada a ese primer grito, él vagido al_ nacer, manifestacién del primer aliento que actiia sobre las Guerdas vocales. Quizd ella también tenga, en sus placen- teros y creadores balbuceos, algo de aquella produccién de sonidos presemiética con los que el bebé se relaciona- ‘ba de manera simbdlica con el mundo ¢ iba construyendo su identidad Porque, en poesia, la palabra se niega a ser tinicamente ‘concepto, n6 admite su solo significado; la palabra poética es eso y, a la ver, es otra cosa: desdobla una multiplicidad de sentidos que le permiten recobrar aquella originalidad pri- maria que el habla cotidiana va cercenando sin cesar. Nues- iro lenguaje convencional ha surgido de una libertad origi- naria que se ha perdido, ha desaparecido su pureza y se ha anquilosado en estructuras rigidas, se ha llenado de clichés y frases hechas que impiden la comunicacién, ha quedado presado en verdades convencionales. Pero justamente es esa \ poética de haberse constituido la que abre las posibi renovacién del lenguaje y da juego a nuevas trans mane nina, que ati no tiene en Tos ojos esa telaraiia que es la (\ujulire, doslona esa rigides y-abre, en eambio, como ct 1 y multiplican, ef anfinite abanico «le willow nto le pveab alii ake nu en pans a eadla rnnne ode by parte bnstramental, eb nine partiendo, sin saberlo, la opinién de Verlaine: “Antes que nada, musica... Todo el resto es literatura’. ae Tal vez por ello, en el poema que gusta, el nifio pequei vive la palabra que ni se entiende ni se necesita entender, en la Gaal se manifiesta un ritmo que refuerza lo dicho y que se une a aquel ritmo materno, ya intuitivamente percibido por elnifio en el titero. La cadencia se transf to, y se vuelve ronda, juego de comba, retahila, rima de sor- teo, giro, salto, molinete, persecucién, todo un lenguaje no verbal que acompaiia las palabras y subraya la significacién del texto, ampliando su significado y creando una estética corporal. Son palabras para jugar pero, fundamentalmente, para compartir en el patio de la escuela, en los recreos, para ese \ercambio intergeneracional cada vez mis escaso en esta ‘epoca de segmentacién: nifios de cuatro afios aqui, de ocho whos alld. Jugando y relacionandose ante la pantalla de su computadora, en la seguridad de sus habitaciones, pocas po- sibilidades encuentra el nifio, fuera de la escuela, para mez- lorse y transmitir activamente esa cultura verbal, gestual. oro el patio de la escuela es también una oportunidad para «| nuestro, quiet puede intervenir para impalsar, en un lugar ‘londe se mezclan niftos de todas las edades, esos valiosos ‘wecanismos transmisores. Vor ello es importante rescatar las nanas, las canciones \uulicionales, las adivinanzas o retahilas, no s6lo en su aspec- istico sino haciendo vivir lo hidico, lo gestual, el rit- \wherente a ellas. Sin esa cadencia particular que ‘i. cuben imprimir a los versos que acompafian a sus jue~ | \esto pierde su alma. Cuando Antonio Alatorre trans- » |i letra de una cancién que, acompafiada de un extraor- \\orio juego ritmico, le cantaba su madre cuando nifio, ion “Se que ha perdido mucho. He dado un esquema 33 W ling JoT08_pg rido de una experiencia que era toda miisica y chasquidos y ‘movimientos, una experiencia que era toda vida" ‘Muchas retahilas no tienen una forma poética sino un decir, un decir ritmico, y su sentido no es conceptual sino que se apoya en los acentos, en Ia alternancia 0 Ta ai sumula= cidn, en la dindmica del movimiento. “Con las nanas sucede lo mismo. Cuando en una clase de nifios muy pequefios pedi que nos contaran qué canciones de cuna conocian, una nifa dijo, inmediatamente: “jel arro- 116!” A lo que un chiquito contesté: “iyo sé otra!” Abrazin- dose a si mismo y meciéndose, canturreé entre dientes, sin palabras, la melodia de la nana que habia nombrado su com- pafiera. Sin duda aquélla era otra cancién, era su nana, la que, is alla de las palabras, establecia, con el ritmo y el balanceo, la comunicacién afectiva con la madre. A tientas 0 a saltos, en circulo 0 con piedritas, saltando a Ja comba o haciendo palmas, o incluso en el balanceo de los brazos maternos, el movimiento es parte inseparable de la | tra. El sentido de Tas palabras se ha perdido en la noche de los “tiempos, transformandose incesentemente en cada intercam- bio, y ningtin nifio, convocado por la magia de su ritmo, esti interesado en comprenderlo. Porque el lenguaje de Ia poesia cesta en el cuerpo, no en la mente. Por eso, cuando pretendamos levantar el edificio de! len aje exclusivamente desde lo académico, imponiendo la enyan escolar, recordemos la especificidad del lenguaje pov lio. Fs imposible reducislo tnicamente al sentido y alcanee Jou pualbras “qué quiso decir el autor?”— sin recortat y Joyjiocran at valor, Porque en él late Ta palabra, pero tan Jens efoilenctiy ailencio no s6le considerado como ausen ia (ove al Lik oft mexicana, Artes de palabra o intervalo entre ellas, sino como generador de expresividad, como cortina que se corre no para ocultar sino para descubrir un paisaje nuevo, para definir sentidos. Creemos llegar al poema a través de las palabras, pero no sabemos que, inconscientemente, entramos en él por la puer- ta de la afectividad, o del ritmo, qe lo vincul n Titerior y al palpitar del universo. Porque de todo / so esta hecho un poema. De palabras y silencios, de presen- cias, pero sobre todo de ausencias y misterios, de cosas que aparécen en el flujo del tiempo y desaparecen y vuelven a na- cer. Todo ello To Ieemos al leer un poema, y todo ello le apor- lamos también, nos apropiamos del texto y lo reinventamos y reescribimos, pero tampoco esa reinvencién y esa reescri- luira son conscientes, de la misma manera que no ha sido consciente lo escrito por el autor. Porque cada lector encuen- tra en el texto sélo lo que ya lleva consigo sin saberlo y, al \cctlo, se lee a si mismo. Poeta y lector se desdoblan y conflu- yen en el texto, instaurando en el acto de leer un encuentro \omplice de fantasmas. Asi, la poesia se vueh fluir \nte que atraviesa el tiempo, un eco siempre presente que a ‘es es tomado por alguien que, a su vez, deja ir su expre- 400 en busca del sentir de otros para recomenzar el ciclo, sin | \ snvar jamds, sin alcanzar certezas, en un didlogo circular e | isin, Vor es0, aunque cada poema sea tinico, en cada obra late, ‘| inayor 0 menor grado, toda la poesia. Porque ella vive ‘) | palabras, transita entre ellas regreséndolas al origen y ‘))/uulolas dle nuevo al lector, resignificadas por éste, trans-— why La magia no esté dada por la intencién o el o ‘| ports. 0 esta en las palabras que éste convoque: la magia |) porsia esti dada por un algo indecible que nos hace vol- \vido aquello que hemos dejado atras, que hemos repri- \ veces violentamente, en nuestro proceso de cons- 35 truccién de la identidaé adulta. La poesia cuestiona, impugna ese orden moral y hace aflorar esa parte de nosotros mismos {que hemos abolido y olvidado, por eso nos sentimos vulnera~ blesantecla. “Poiesis es la causa que convierte cualquier cosa que con- sideremos de no-ser en ser”, sefiala Platén en El banquete. ~—¥ Maria Elena Walsh agrega: “La poesia es, en definitiva, re- construccién y reconciliacién, es el elemento mas importante que tenemos para no hacer de nuestros niftos ni robots ni mufiecos conformistas, sino para ayudarlos a ser lo que de- humanos”.” ben. énticos s pretendemos lograrlo es facil concluir la necesidad de que la poesia entre a a escuela brindando asi a todos —su- pliendo a veces las carencias de muchos hogares— la oportu- nidad de afirmar ese sentimiento poético de la vida que el nifio estA naturalmente dispuesto a aceptar y asimilar. EL MAESTRO COMO MEDIADOR El encuentro con Ia poesia puede darse de muy distintas for- mas, Llegar a la poesfa libremente, porque accedimos a ella y a elegimos, sin intermediarios, sin promotores, sin maestros, experiencia tinica. Cuando leemos las primeras experiencias lectoras de la hniior de eseritores y poetas que narran cémo fue su primer ‘ia, encontramos elementos comunes: el niwcto con Ia pos sonido de las palabras, un cosquilleo interior, el s jileuiio ale eatar ante algo nuevo y removedor pero que, al mis: Jeconocemos como muy antiguo y muy nuestro. 1 conferenci patie wih oo Wah Le pela ob primers inf Mite, Mode, 2001, nim. 124, M6 sf, por ejemplo, recuerda Juan Gelman: Viviamos en Canning y Vera, y desde muy chico, desde los ‘ocho afios o tal vez antes, lea mucha poesia. La poesia era no una hipno 1 los sonidos por un lado, y por ‘e[ otro el misterio de algunas palabras incomprensibles. [...] Leia sobre todo a los clisicos espafioles: Garcilaso, Quevedo, Géngora, Lope de Vega... pero el primer poema que escuché fue un poema de Pushkin, en ruso. Se lo of a mi hermano, que recordaba todavia algunos versos de Pushkin. En ese momen- to descubri la poesia “dicha’!™ Por su parte, Vargas Llosa rememora: ‘Cuando yo era un nifio de pantalén corto todavia, allé en Co- chabamba, Bolivia, donde pasé los primeros diez aos de mi mi madre tenia en su velador una edicién de tapas azules, on un rio de estrellas blancas, de los Veinte poemas de amor y tuna cancién desesperada de Pablo Neruda, que leiay releia. Yo ‘penas habfa aprendido a leer y, seducido por la devocién de mi ‘nadre @ aquellas paginas, intenté también leerlas. Ella me lo ‘habla prohibido, explicandome que no eran poemas que debian Jos nifios. La prohibicién enriquecié extraordinariamente ‘«lutractivo de aquellos versos, coronandolos de una aureola in- sietante, Los leia a escondidas, sin entender lo que decian, ex- ulo y presintiendo que detrés de algunas de sus misteriosas lmaciones (“Mi cuerpo de labriego salvaje te socava/y hace °. Ah, las rosas del pubis!”) hijo del fondo de la tierra? \wilaba aun mundo que tenfa que ver con el pecado."" 1 ple ua La Mag, Especial Juan Gelman, Banos Aires, 30 de 0 Wo, “Catone minutos de refesén, Pls, Masi, 10 de octubre 7 Blacceder libremente a la poesfa, sin la fiscalizacién de un adulto que seleccione “lo adecuado” o prohiba lo inadecuado, parece ser la condicién imprescindible para que ese primer contacto sea inolvidable. Los libros “inadecuados” son, por lo general, los que recordaremos toda la vida, porque nos per~ mitiran volver a ellos una y otra vez, descubriendo siempre ‘un nuevo reflejo. Los libros totalmente comprensibles, cuyas_ palabras y anécdotas sean facilmente asimilables, nos darn tuna satisfaccién monientanea, rapidamente olvidad: Pero no demonicemos tampoco la intervencién de los adultos que, cuando es sensible e inteligente, es capaz-de abrir ppuertas insospechadas. - En su imprescindible libro Cémo acercarse ala poesia, Ethel Krauze narra una pelea con sus hermanos, en la mesa familiar, a los seis o siete afios. Ante la imposibilidad de controlarlos, Ia madre, mostrandoles las manchas de gelatina de frambuesa en el mantel, les dice: “jMiren, es la sangre de Ignacio sobre la arena!” y les narra la muerte del torero Ignacio Sanchez. Mejia y el dolor de Garcia Lorca por la muerte de su amigo. De los labios de la madre van surgiendo los versos como ella los re~ cuerda; “jAvisad a los jazmines/con su blancura pequefia/ que no quiero ver la sangre /de Ignacio sobre la arenal”. “Y su igre ya viene cantando: / cantando por marismas y prade jentras los animos se van calmando poco a poco. hel Krauze: va diciendo los versos y va explicdndolos y su rostro © ywelve dorado y me extiende una servilleta para que me ‘veiw la narlz, porqure ya no puedo seguir ahogando los sollo Nov conionza a recoger los trozos de jaletina y los va | plato; Mitel esté: muy serio y muy palin ovo penta tanta felicidad al mismo tieny }poas, Lloro por Ignacio, muchisimo, no pontendo aol Ms soporto ver su sangre sobre a arena. Pero también loro horri- ble por el amigo que sufte mas porque no soporta verlo sufrir. esta felicidad? ;Por qué tengo esta sensacién como de ma- “reo cuando veo volar el enjambre de flores blancas en el cielo de la tarde? sPor qué me queda una cancién tan dulce en las _orejas cuando oigo ala sangre cantando por marismas y pra- deras y ni siquiera sé qué son “marismas y praderas”? ;Por qué ‘ya no quiero ahorita ver la tele, ya no quiero hacer la tarea, no ‘quiero ir a jugar al patio? ;Qué quiero? Ay, que no quiero ver- Ta, que su recuerdo me quema... “Esto es la poesia’, dijo mi madre levantandose de la mesa, Miré el mantel, su blancura manchada de rojo. ¥ me ena- moré para siempre de Federico Garcia Lorca.!” Indudablemente, no todos los nifios que viven este tipo de experiencias sentiran de la misma manera la magia de lis palabras © se convertiran en escritores; es posible que los, Hermanos de la autora, Miguel y la pequefia Berta, recuerden ‘le otra forma la misma escena, o incluso la hayan olvidado. {1 vez Miguel haya, vuelto en seguida su pensamiento a la onversacién anterior con su madre sobre Sécrates y Berta ‘euerde sélo las manchas rojas sobre el mantel (de hecho, el J)/ijueto se dedic6 de adulto al psicoandlisis y su hermana, a ‘9 artes phisticas). Tal vez, para dedicarse a la poesia, sean > wilay también ciertas caracteristicas personales, quizé ‘rlencia a la ensofacién, a la melancolia y a la fabula |e silo 0 casi s6lo con Ia poesia se puede cultivar. Ya ‘lie Bachelard, en su Poética de la ensofiacién, que ésta \ le las vias de acceso a la poesta: “Los poetas nos ayu- \ ‘analizar Ia sustancia fluyente de nuestros suefios. [...] \cumentos de onirismo despierto que nos entrega la tenure ala poesia, México, Lisa, 200, pp. 1618 39 ensofacién deben ser trabajados —a menudo largamente— para que reciban la dignidad de poemas’* ero sin duda, quienes se dediquen al psicoandlisis, a las artes plisticas 0 ala carpinterfa verdn su mundo y su mirada tenriquecidos por el temprano contacto con la poesia Sin embargo, no todos vivimos en un medio donde el en- cuentro con el poema pueda darse facilmente, Mas atin, mu- ~Ghas personas viven en un mundo donde a poesia —y ya no cctamos hablando de libros— esta totalmente ausente, donde __,,| ne hay posibilidades de momentos de silencio, de soledad, de “| Setar con uno Tismo, donde el trabajo embrutece y Ta rutina \ agobia. {ree Maximo Gorki, en su libro autobiografico Por el mundo, cuenta cémo comenzé a trabajar en un taller de pintura de fconos, donde el trabajo de cada obrero formaba parte de una targa cadena: al unos dan la primera mano, otros pintan las ‘yestiduras, aquellos son los “pintarrostros’, uno mas extiende Ja capa de barniz, Nadie siente pasién por su trabajo, lo real zan mecanicamente. a “EI autor advierte como estas personas, que han sido ya desde su infancia encerrados en la angosta celda de un oficio, Viven sin ver mas alld de él, torturados por el tedio, ignoran tes del mundo y de la vida, Advierte también que la realidacl no les interesa, pero escuchan con placer historias que les permitan salir de ese ambiente asfixiante, aparta sus ojos de la mediocridad del presente. ‘Gorki va, sin proponérselo, ocupando poco a poco el puesto de lector, colmando su apetencia por las historias de earedos, de miedo, la preferencia manifiesta por la fantasis Los hombres reciben con entusiasmo aquellas lecturas: “Co! Ios libros desaparecen las disputas y el ruido. {Esto es buen) ~ Gaston Bachelad, La podtica dela znsotacén, Mico, ro, 1982 40 ‘cosa! Nos sentimos como en primavera, cuando se quitan a las ventanas los marcos de invierno y se abren por primera vex al aire fresco’. Pero un dia el libro es de poemas, y el lector puede darse cuenta de la fuerza de la poesfa y de su poderosa influencia en la gente: Recuerdo que, a partir de los primeros versos,Sitinov eché una ‘ojeada al libro, dejé el pincel sobre la mesa y, hundiendo sus lar- gos brazos entre las rodillas, empez6 a balancearse. La sillacruja — Silencio, hermanos —dijo Lariénovich y, dejando tam- bién el trabajo, acercése a la mesa de Siténov, ante Ja que yo leia. Fl poema me producia una emocién torturante y dulce a tun tiempo, la voz se me quebraba, veia mal las lineas de los ‘versos, se me saltaban Tas ligimas. Pero atin me emocionaba fs el sordo, cauteloso rumor del taller, que se removia todo hacia mi como atraidos 4 pesadamente: sus hom! por un iman, Cuando terminé la primera parte casi todos esta~ han en pie, alrededor de la mesa, apretados unos contra otros, Jos brazos sobre los hombros [...] La cena transcurrié desanimada, sin el bullicio y las con- jones de ordinario, como sia todos nos hubiera ocurri- ‘Jo algo importante en lo que fuera necesario pensar con insis- loncia, ¥ después de cenar, cuando hube terminado la lectura, Ijarev me dijo, sacando el libro: ‘Anda, lee eso otra vez! Mas despacio, sin prisas... Varios hombres se levantaron del lecho en silencio y, sin \iy,sentironse, con las piernas cruzadas, en torno a la mesa. indo hube terminado la lectura, Zhfjarev me advirtié: Iii, Maximich, no le ables a nadie acerca de este libro 1 lesele luego, es un libro prohil (Ni, Por el mud, Moses, Progreso, 1977, pp.241-244 4 ‘Aquellos obreros habien comprendido claramente que la poesia no es un bien de elite alejado de lo cotidiano, sino que “esta profundamente enraizada en el deseo de transformacién del hombre; es transgresora y combativa no por el tema que plantee sino-porsu misma esencia. = ‘Tanto la madre de Ethel Krauze como Maximo Gorki pre- sentan a la poesia de una manera casi intuitiva, con poquisi- mos recursos: “Esto es la poesta’, dice la primera luego de re- citar unos versos; el segundo sélo lee, sin mas comentarios. ‘Sin embargo, las reacciones que logran ambos son similares y parecen hasta desmedidas para un acto tan simple. Qué ha ocurrido? Simplemente que ambos promotores sienten pro- fundamente la poesia: no es para ellos una asignatura sino ‘una pasién “torturante y dulce’ y contagiarle a otros Gidn profunda es, mas que un deber, una necesidad personal. Promover la poesia dentro de la escuela, sin embargo, es ex- tremadamente dificil, Aqui la poesia comienza a llenarse de adjetivos que la desdibujan y transforman: poesia “infantil’, poesia “escolar”... Y los maestros, en nuestro rol doblemente preeminente de adultos y educadores, buscando seleccionar explicar, en suma, ensefia: ‘Muchas veces nos sentimos sin herramientas, quizas nues tra propia relacién con la poesia no haya sido, hasta ahora, |i ideal; es posible que nos hayamos dejado Hevar por la rutina sin cuestionarnos si las actividades que hacemos en clase so") adecuadas, o que estemos comprometidos con otras areas que consideramos mas “concretas” 0 importantes. Buscamos et) tonces algdn curso 0 taller de promocién de lectura que 10% «dé herramientas para propiciar el acercamiento, conocer 1 vos autores, ensayar nuevas formas de aproximacidn al pov ma, Y estamos de acuerdo en que un buen promotor «ely entender de pedagogia, bibliotecologia, informatica, lectin, 42 literatura, didactica, gestién de recursos, relaciones piblicas. Pero jasegura todo ello poder despertar en el nifio el amor por la poesia? Puede ocurris, por el contrario, que nos guste organizar los eventos artisticos de la escuela y que enseftemos para ello poemas a nuestros alumnos, recordando con placer aquellos que recitamos en nuestra infancia. Todos cargamos con e: Periencias poéticas que inciden, consciente.o inconsciente- ‘mente, en nuestra labor, pero ninguna de esas caracteristicas | garantiza el éxito de la transmisién poética en el aula. Porque es necesario no perder de vista lo que he planteado acerca del cardcter especial de la poesia. Nuestra labor no es meramente la adquisici6n de algunas nicas ni la formacion de algunos habitos, de lo que se trata es de atender al desarrollo integral del ser humano por me- illo de una educacién para la libertad que permita al hombre \vansformarse en persona. Promover la poesia no es lo mis- ‘no que promover la lectura. No podemos dejar de recordar la escena de La sociedad de ov poetas muertos donde el profesor incita a los alumnos a ‘per las paginas de los libros. Ellos se horrorizan: “;Un li- {01 {Un libro no se rompe” Pero ese libro, a pesar de referirse * | poesia, la niega con sus definiciones y esquemas. Las acti- \ ules variadas y extranas, en cambio, que propone el profe- \"lieratura por ejemplo, jugar al futbol mientras resue- | Hunn a la Alegria” de Beethoven— tienen mucho més wu con la poesia que esa lectura. Imagino, sin embar- | hhcullades que enfientaria un maestro al planificarla: \ynutura seria Deporte? sMisica? ;Cémo se relaciona |) | \lotatura? gPodria fandamentarse su valor educativo \\ padres 0 las autoridades de ensefianza? Porque una er una pelicula, emocionarse tal vez, coincidir con sje de libertad, y otra muy distinta trabajar constre- 43 fiido por exigencias curriculares, horarios, clases superpobla- das, etc. En este sentido, Antonio Mufioz Molina sefiala que: Las funciones estéticas y las que permiten_ampliar_ nuestro Taundo interior y exterior s6lo se cumplen en el contexto esc 7 “Tar euando un profesor transgrede las normas de la institucién 10 buen lector comparte con sus alumnos sus experien-_ Vitales con la lectura, Estas situaciones, por excepcionales, ton Tecordadas con gran carito por quienes lograron, gracias a ellas, descubrir el valor de la lectura.!* Todos conocemos, por otra parte, algiin profesor honda- ‘mente vocacional que, después de clase, se reiine con sus alum- nos fuera de la escuela para seguir conversando de poesta, pero también de cine, teatro, miisica, arte en general. Asf, en Uru- guay, el poeta Washington Benavides ha contribuido en gran medida a la consolidacién del llamado Grupo de Tacuarem: 6, poderoso grupo de creadoresen diferentes areas artistic: sorprendente en su nimero y variedad para la reducida po blacién de la pequefia ciudad del interior donde ha florecido. Pareciera que estos verdaderos gestores culturales no en cuentran en la institucién educativa en que se desempefian el marco propicio para desarrollar su labor y deben elegir t gredir sus normas o alejarse de elas. “Sin embargo, siempre es posible abrir caminos. Dificil es la tarea del maestro, pero insoslayable. Porque la experiencin | profunda y tinica de acceder a la poesia es una de las mis en riguecedoras y completas, y puede no darse jams en la visi “de un ser humano si el azar no pone a su alcance a alguie') que lo haga participe de ella. ° Antonio Mutioz Molina, Por qué no e ti la teatura®, Madi Hips, {tas cursvas son del autora 4 De ahi que la responsabilidad de la escuela es enorme. A cla le compete acercar la poesia no s6lo a los nitios de los medios marginales, excluidos, en cuyo hogar no encontraran el ambiente propicio para desarrollarse, sino también a aque- Ilos nifios atosigados de tecnologia ¢ informacién, que corren de un curso a otro durante todo el dia hasta caer rendidos frente al televisor. Cuando el nifio no tiene abuelas o nodri- as que lo acunen, cuando s6lo los jingles publicitarios legan con su rima machacona y pueril a sus ofdos, es el maestro el cencargado de sefalar la ruta, > 7 ‘Nuestra tarea alcanzard su verdadera magnitud sélo si comprendemos que introducir a los nifios en el lenguaje no debe ser para pensar como todos piensan y decir lo que to- los dicen, sino para que se produzca la ruptura necesaria jpermita abolir el lenguaje seguro y dar lugar al espacio en {que nazca el lenguaje intimo, inseguro, balbuceante; el nico _ ye, en definitiva, capaz de hablar. Y si el hombre necesita no sélo acceder a un lenguaje jiivexistente sino transformarlo, modificarlo, para que sea wible la historia como discontinuidad, como quiebre y co- ‘nienz0; si la comunidad humana no puede ser concebida \\vo a partir de la pluralidad, entonces tal vez sea preciso que \wostto y nifio aborden juntos la poesia, en amistad cémpli- in roles de conductor y conducido, tomando cada uno « palabra que el poeta ha dejado, para permitirle que ella jive, eada vez, un nuevo significado. isjue la educacién no es el ejercicio de una actividad (o/)u1, no se reduce a Ta aplicacion de reglas técnicas axio- \inente neutras nia un proceder teérico, conceptual. El long (i tiene la mision de formar un nuevo modelo de <— hie, no circunscribirse a Tos niveles cognitivos ni a Tas intelectuales. Debe aspirar a un ideal de vida su- 45 EL ESPACIO DE LA POESIA Tal vez no debamos aprender més, sino desaprender sabia ‘mente, quizas baste con abrir la puerta ala poesia, como pro- pone el maestro Berbel, ¢ invitarla a entrar. Ella exige sélo una condicién: que exista un ambiente propicio para poder florecer. Es imperiosa la creacién de ese clima emocional_ social en que el nifio pueda desarrollar su proceso de ma- duracién individual guiado por un maestro que no trans- mita doctrina sino que invite a caminar juntos. La educ: mma de didictica sino de relacion. Este aspecto, extremadamente importante, no siempre es tenido en cuenta. Cuando las pruebas estandarizadas de conocimientos re~ velan resultados adversos, se busca mejorar los contenidos, la didctica, la forma de evaluar..., pero pocas veces se cuestio- na Ia rela iva, Sin embargo, un vinculo pedagdgico positivo es “ital para crear un clima que haga propi- cio el aprendizaje. EL nifio establece primero los lazos con los padres, pero esa necesidad de vinculase afectivamente persiste a lo largo ‘dé toda Ia vida. Por eso, como afirma Donald W. Winnicott: [..] la escuela, que representa al hogar, pero no constiluye una alternativa al hogar, puede proporcionar oportunidades para una profunda relacin personal con otras personas apari¢ de i oma ‘a través de los miembros del personal y de “OiFos nifios, y de UN marco tolerante pero estable, en el que eh posible vivir a fondo las experiencias.® ' Donald W. Winnicott Et nity «! mundo externa, Buenos Aies, Horm, 1 p.26-27 46 El primer objetivo del educador, més alla de los conoci- ‘mientos que pretenda impartir, seria, pues, consolidar el gru- po, transformar esa multiplicidad de individualidades en un 20 con objetivos comunes. En un tiempo en el que el nifio pasa varias horas frente a una pantalla, ya sea de la tele o de la computadora, vive en una zona libre de conflictos donde no es necesario el didlogo —a menos que entendamos como didlogo los comentarios encadenados en facebook—, pero en la escuela es necesario negociar la cohabitacién con personas de diferentes opiniones y para eso es imprescindible desarro- llar el arte del didlogo. Ello implica la intencién de compren- dernos mutuamente para vivir en paz, aun con nuestras dife- ‘encias, Transformar la coexistencia lena de problemas en, cooperacién se revelard en un enriqh nutuo. Es im- portante no sélo aprender a escuchar, para apropiarse en cier- | manera de experiencias que no hemos tenido, sino hacer vir lt propia voz y que ésta sea reconocida como de un inter- \ncutor valido, saber argumentar. Veter Sloterdijk, ilésofo y catedratico alemin —pero tam- \\Wn una persona con intereses variados, que van desde la | psicoandlisis y la poesia— preocupado por la coe- ‘enicia en el espacio comin, sostiene que la experiencia del \)\l0 siempre es la experiencia primaria del existir. Siem- |)» Sivimos en espacios, en esferas, en atmosferas. Ilustrando umiento con la imagen del nifio que sopla sus burbu- We jabon, sefiala: nto culmen del evento, cuando el soplador est embe- ' globos como en un prodigio llevado a cabo por él hho amenaza a las borboteantes y huidizas pompas de 1/0 ningun peligro de sucumbir prematuramente por falta \pahamiento extasiado, Entre la pompa de jabén y su wind una solidaridad tal que excluye al resto del 47 ‘mundo, Asila pompa de jabon se convierte para su creador en. ‘médium de una sorprendente expresién animica. Juntos exis- en_un campo desplegado por la ten, Ia burbuj ~ simpatia de la atencién [.... ero una vez.que han reventado las burbujas tornasoladas de Dios, los cascarones cismicos, squién va a ser capaz todavia de crear envolturas protésicas en torno a los que han quedado ala intemperie? 3Quién mantiene sv fidelidad a esa joven vida en su éxo- do del cuarto infantil? ;Quién acompatia a los jévenes en su camino hacia afuera, hacia las cosas y su compendio, el = los Estoy convencida de que podemos responder afirmativa- mente a estas preguntas del pensador. Y confio en que, en todas las épocas, existen y existiran docentes que reconozcan que establecer un_vinculo afectivo es tarea prioritaria del éducador y una dimensién de su quehacer docente, algo in separable de su rol, que no implica hacer mas sino hacerlo - distinto. = : ~~ Estoy segura también de que Juan Berbel, poeta y macs: tro de Almanzora, al que ain hoy su pueblo recuerda aio con afo con una ruta de senderismo por los caminos que él recortiera antafio, supo crear en su escuela una burbuja cil: da donde cobijar a si alumnos. En un ambiente asi, siempre podré florecer Ia poesia. “ Y una ver, que ella esté alli, tal vez junto a Jos niftos y no {frente a ellos, podremos recordar cosas que creiamos olvi ~ das, deslumbrarnos con otras que imaginamos superadas, 1 vivir sensaciones, suefios. Tal vez. sean ellos, nuestros nin » Pater Sloterdik,Eyfeas I, Mads, Srl, 2003p. 28 48 quienes nos ayuden a acceder a ese mundo inconmensurable y magico y podamos recordar, deslumbrarnos y revivir sen- mes ¥ Suenos. Porque, como lo expresara Aldo Pellegri- ni: “La puerta de la poesa no tiene llave ni cerrojo: se defien- de por su calidad de incandescencia. Sélo los inocentes, que tienen el habito del fuego purificador, que tienen dedos ar- dientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la alidad”* Por eso, cuando abramos esa puerta y los incomprensivos «le siempre se escandalicen al ver que una intrusa entra “a un sitio que no le corresponde” y clamen “adénde vamos a pa- ar’, podremos contestarles: (Queremos Hegar a dar herramientas para que el nifio pueda \loscubrirse y construirse a si mismo, para que pueda crear un sinibito propio, donde establezca sus propias reglas, fije sus pro- /)los linites y sienta la posibilidad de trazar su camino e incidir 1 destino, Elaborar un espacio tintin, privado, donde la lividualidad se fortalecca, en el que pueda reconstruirse ‘ilo ulgiin golpe haga tambalear sus certezas, cuando la \iuntia, [a soledad, el temor, cuestionen el sentido de la vida, (Queremos legar a la elaboracién de una identidad tal que / lw vincularse con los demds de una manera mds natural, \ poulilite sentirse parte del grupo, de la familia, de la co- (ud de lu humanidad toda. La oposicién entre “ellos” y (\supurece cuando constatamos, por la poesia, ‘110s, los dolores, las alegrias de los demas-son igiales a tomos llegar a que el nino descubra que el lenguaje 0) nds que un sistema de c comunicacion, que no tiene < \ Jlnciin uilitaria y que la literatura no es un mero Hoga op ue 10S Corin», preciosismo para determinada clase social. Es preciso llegar a despertar la idea de que todos tenemos derecho a tomar la pa~ _labra y la pluma, que nuiestra voz también es necesaria ylo que tenemos que decir, valioso. fener acceso a la palabra no es, no “puede ser jarnds, tan lujos & posible crear una manera de decir la propia, que nos permita expresarnos sin necesidad de remi- tirnos siempre a expresiones ajenas. Queremos legar a elegir “Su ia pera que les hable personalmente {que les diga algo en particular sdlo a ellos, y no meros decodifi- ~¢adores de un texto seleccionado por otros para todos, un texto que nos encasille en una identidad colectiva. Pero queremos también lectores que puedan desarrollar su capacidad de escu- ‘ha, su mirada, su comprensién de que no sélo los libros sino “también las personas, los cbjetos, la naturaleza toda, constitu- ‘yen un gran texto que nos estd diciendo algo y al que debemos tender y lee Y queremos también no s6lo lectores sino, fundamentalmen- te, seres capaces de tomar la palabra. ¥ para ello no es preciso que la escuela Ta dé, como una concesion graciosa que indi- caria que es la duena de su sentido y que entrega el control de la misma a otras manos, cuando en verdad lo importante de la palabra es su posiblidad de decir algo diferente cada vez. Lo tinico que la escuela puede —y debe— hacer es ofrecer la posi bilidad de que el nifio se apropie libremente de la palabra y lu utilice para decir aun lo opuesto a nuestro pensamiento. Si consideramos lo anterior como tarea fundamental del macs tro, sila educacién como elacién con la infancia es, priorita riamente, dar al nifio la posibilidad de tomar la palabra, esti claro que existe una graa responsabilidad del docente, 10 s6lo con el nifio sino también con el lenguaje que hemos r« cibido, La funcién de la educacién se cumplird, sin dui 50 mar lectores sensibles, que puedan_ sabemos transmitir la lengua comiin no para que se repro: duzca sino para que cada uno afirme su singularidad y pro- nuncie su propia palabra. Tal vez la tinica “ventaja” que tengamos los adultos frente al nifio en esta tarea es saber que la cotidianidad mata al asombro y que el lenguaje original pierde su frescura cuando lo encerramos en la camisa de fuerza de los significados. Si cn verdad queremos ir hacia la infancia y en infancia, si to- mamos conciencia de que cuando decimos poesia estamos refiriéndonos a algo més profundo, mas trascendente que un sta, asumamos nuestra responsa- bilidad en el asunto. Somos maestros, y la posibilidad de que « nifio tome la palabra esta en nuestras manos.

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