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¿A que considera usted el éxito de Uber en nuestros días?

El éxito de Uber sucedió no solo por su tecnología revolucionaria y la


idea misma. Era el momento justo para una aplicación de este tipo.
Casi todos ya tenían un smartphone, y la posibilidad de pedir un taxi
con un solo clic era el siguiente paso lógico. Una de las razones por las
que Uber, así como otros gigantes del transporte de pasajeros, se han
vuelto tan populares es que le ahorran tiempo a las personas en tareas
rutinarias. Ahora pedir un automóvil con una aplicación de taxi toma
menos de un minuto. No es necesario que uno se quede al teléfono
esperando que un despachador le encuentre un taxi.

¿Por qué en algunos sectores aún no se han rotos


paradigmas y se sigue siendo resistente a esta nueva
realidad?
El mundo está cambiando rápido, con nuevas tecnologías, sistemas de
transporte cada vez más caros y congestionados, y consumidores con
nuevas expectativas. Esto tal vez sea muy rápido para la industria
tradicional del taxi, la cual preferiría mayor estabilidad. Ahora está
lanzando una cruzada para defender sus intereses y prever reformar de
un sistema obsoleto, a veces monopólico y sobre regulado. Los taxistas
se están quejando de las actividades “ilegales” de Uber, diciendo que
sus conductores no tienen permisos oficiales y que no pueden cobrar
por kilómetro ya que no tienen medidores. Este es un perfecto ejemplo
de cómo los jugadores de una industria están siendo prisioneros de un
pensamiento antiguo y entrampado en la defensa de un sistema
antiguo.

¿Cómo considera usted que se puede llegar a un buen


entendimiento entre ambas partes?
veo claramente los beneficios de la competencia introducida por ese
modelo de negocio pues claramente había una ineficiencia en el
mercado que cualquier usuario de taxis en grandes ciudades ya había
percibido. Los costos de las licencias, los intermediarios y la falta de
evaluación de desempeño son claras fuentes de ineficiencia en el
mercado tradicional.
Creo que estamos hablando de una tendencia que no tiene vuelta atrás.
A los gobiernos les toca definir el nivel ideal de regulación para
proteger a los usuarios permitiendo que la competencia sana mejore los
servicios que por tantos años han estado muy por debajo de lo que
esperamos.

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