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El Principio de Culpabilidad - MCL
El Principio de Culpabilidad - MCL
1. Introducción
1) Su importancia
nullum crimen sine culpa, es un pilar fundamental de todo Estado de Derecho, que sin duda
Penal de nuestro tiempo ubicó al principio de culpabilidad como uno de los pilares de
legitimación del ius puniendi. Esto es, como una de las reglas de encauzamiento,
realización y limitación de la potestad punitiva del Estado y por eso puede ser definido
trascendente, de que no hay crimen sin culpa, ha estado ligada a los cimientos ideológicos
1
Yacobucci, Guillermo J., El sentido de los principios penales, p. 296, Ed. Abaco, Buenos Aires, 2002.
2) Su alcance y contenido
empleado en el Derecho Penal con diferentes contenidos. Por un lado, se refiere al conjunto
de presupuestos que permiten culpar a alguien por el hecho que motiva la imputación, la
condena y la consecuente pena; así, afecta a todos los requisitos o elementos del concepto
de delito y resulta una garantía para el hombre porque representa un límite al ius puniendi.
Por otro, alude sólo a una parte de los presupuestos del delito,
su autor. Como vemos, este aspecto es más limitado y concierne sólo a una categoría o a
uno de los elementos o requisitos del delito. Y por ello, teniendo en cuenta esta ambigüedad
empleado en este último sentido como categoría o elemento dentro de la teoría del delito
2
Rusconi, Maximiliano, Derecho Penal. Parte General, p. 59, Ed. Ad Hoc, Buenos Aires, 2007.
3
Sobre ello, ampliamente, Yacobucci, Guillermo J., El sentido de los principios penales, ob. cit., p. 312 y
sigtes.
3) Concepto
afirmar que este principio establece que sólo puede perseguirse y castigarse penalmente a
quien intervino en la comisión de un delito por un hecho propio, con dolo o culpa, y con
límite indispensable al poder punitivo estatal no sólo para evitar cualquier castigo motivado
las características personales del autor, sino también para no sobrepasar la medida o grado
a los hechos propios cometidos por un ser racional culpablemente (con dolo o culpa), y
que la pena criminal únicamente puede basarse en la constatación de que al autor cabe
4
CS, Fallos: 315:632; 321:2558; 324:3940, entre otros.
La esencia de la culpabilidad no radica en un defecto del
carácter, adquirido culpablemente por el modo de vida que se ha llevado (“culpabilidad por
cometido un delito y de esa forma se ha hecho culpable por su actuación (“culpabilidad por
el hecho”).
no es posible atribuir responsabilidad penal a una persona sin que exista imputación
objetiva y subjetiva (dolo y culpa). Esta exigencia deriva precisamente del principio de
culpabilidad por el cual una pena no puede imponerse al autor por la sola aparición de un
resultado lesivo sino únicamente en tanto pueda atribuirse el hecho al autor como
lado, que la pena presupone en todo caso culpabilidad, por lo que quien actúa sin ella no
puede ser castigado (exclusión de la responsabilidad por el simple resultado) y de otro, que
principio de culpabilidad es un límite del poder sancionador del Estado que apunta a la
de proporción.
relación de causalidad que vincula recíprocamente decisión del reo, acción y resultado del
delito; b) la imputabilidad o capacidad penal, que designa una condición psicofísica del reo,
culpabilidad en sentido estricto, que designa la conciencia y voluntad del delito concreto y
que, a su vez, puede asumir la forma de dolo o culpa, según la intención vaya referida a la
previsible5.
culpabilidad se requiere que la aplicación de una pena esté condicionada por la existencia
comportarse de acuerdo con las exigencias del derecho (imputabilidad), de una situación
5
Ferrajoli, Luigi, Derecho y Razón, p. 490, Ed. Trota, Madrid, 1995.
individualización de la pena, el principio de culpabilidad exige que la sanción sea
penas a quienes no hayan podido comprender las exigencias del derecho o comportarse de
acuerdo con ellas y a quienes hayan obrado bajo condiciones en las que la ley no exige su
culpabilidad excluye toda pena que supere con su gravedad la del hecho.
y que “excluye la legitimidad de toda pena que no tenga por presupuesto la culpabilidad del
culpabilidad se propone evitar que una persona pueda ser tenida por medio para la
persona”7.
6
Cobo del Rosal, Manuel y Vives Antón, Tomás Salvador, Derecho Penal. Parte General, Ed. Ediar, Buenos
Aires, 1980.
7
Bacigalupo, Enrique, Derecho Penal. Parte general, p. 169, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1999.
Y así señala el profesor Yacobucci que el “principio de
culpabilidad tiene en nuestro tiempo dos misiones fundamentales: una, evitar que los
otra, que el debate sobre los contenidos de la culpabilidad dentro de la teoría del delito
destruya las exigencias básicas que constitucionalmente justifican que una persona deba
pena como medida de defensa social y negaron la libertad de querer, la intención del agente
y la imputabilidad de la acción.
principio de culpabilidad debe ser suprimido porque nadie tiene la libertad que el principio
supone9; Uwe Scheffler lo rechaza desde la perspectiva criminológica y postula “la defensa
8
Yacobucci, Guillermo J., El sentido de los principios penales, ob. cit., p. 295.
9
Kargl, Walter, Kritik des Schuldprinzips: Eine rechtssoziologische Studie zum Strafrecht, Publisher,
Campus, 1982.
10
Scheffler, Uwe, Kriminologische Kritik des Schuldstrafrechts, 1985.
Baurmann lo critica por su “indeterminación semántica” y porque entiende que no sirve
para establecer criterios de imputación relacionados con el hecho ni con el autor y propone
2. Antecedentes
sobre la pena12, pero se desarrolló con el pensamiento penal ilustrado, especialmente con
con el pensamiento liberal y la idea de que “no hay pena sin culpa”, la subjetivación de la
11
Baurmann, Michael, Zweckrationalität und Strafrecht: argumente für ein tatbezogenes Massnahmerecht,
1987.
12
Existen menciones en el Derecho romano (ley de Numa Pompilio y en la compilación justineana), en los
textos escolásticos y en el pensamiento de los teólogos juristas españoles como Alfonso de Castro.
13
Beccaria afirmaba que “la gravedad del pecado depende de la inescrutable malicia del corazón; ésta no
puede conocerse cuando se trata de seres finitos ¿cómo se podrá obtener de ella la norma según la cual
sanciona los delitos?” (Beccaria, Cesare, De los delitos y de las penas, 1ra. edición, trad. J.A. de las Casas,
Ed. FCE, México, 2000).
14
Yacobucci, Guillermo J., El sentido de los principios penales, ob. cit., p. 296, con cita de Pérez Manzano,
Mercedes, Culpabilidad y prevención, p. 143, editado por la Universidad Autónoma de Madrid, 1986.
3. Normativa aplicable
concordancia con los pactos internacionales, y del principio general de dignidad humana15,
al Derecho, lo cual guarda estrecha relación con la seguridad jurídica porque el ciudadano
debe poder confiar en que dirigiendo su actuación en el sentido que dictan las normas
4. Distintas manifestaciones
manifestaciones:
15
1. En la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán se ha dicho que el principio de
culpabilidad tiene “rango constitucional” y que “su fundamento está en el mismo principio del Estado de
Derecho” (BVerf GE 20, 323, 331; 25 p. 269, 285; 259 y 57 p. 250; Bayverfgh, NJW 1983 p. 1600 y otros
citados por Gunther Jakobs en Estudios de Derecho Penal, p. 365, nota 2, Ed. Civitas, Madrid, 1997).
2. El Tribunal Constitucional español ha sostenido que “la Constitución española consagra sin duda el
principio de culpabilidad como principio estructural básico del Derecho Penal” (STC, 150/91, F. J. 4 y
246/91, F. J. 2). Sobre la jurisprudencia del Tribunal, Bacigalupo, Enrique, “Principio de culpabilidad y
carácter del autor y pena natural en el Derecho Penal actual”, en Teorías actuales en el Derecho Penal, 75
aniversario de Código Penal, p. 131 y sigtes., Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1998.
3. En la doctrina, en el mismo sentido, cfr., Jakobs, Gunther ob. cit., p. 365; Mir Puig, Santiago, Derecho
Penal, ob. cit., p. 128; Bacigalupo, Enrique, Derecho Penal. Parte general, “Principio de culpabilidad”, ob.
cit., p. 131 y Yacobucci, Guillermo J., El sentido de los principios penales, ob. cit., p. 293 y otros.
16
Mir Puig, Santiago, Derecho Penal, ob. cit., p. 129, quien añade que se opondrían a estas ideas “poder
castigar a alguien inocente, por un hecho de otro o por un hecho no querido ni imprudente”.
1) El principio de la responsabilidad personal o
sujeto por un hecho ajeno. Nadie puede ser penado por el hecho de otro, es decir, por la
conducta punible que realizó otra persona. Sólo se puede penar el hecho propio.
castigar a quien actuó en el hecho punible como autor (o coautor), cómplice, inductor o
encubridor.
hecho17 y no el de otro.
culpabilidad por el hecho impide cargar las consecuencias de acciones y omisiones ajenas
17
1. CS, Fallos: 315:632; 321:2448; 324:3940 y otros.
2. Ya en el caso “Frigorífico Armour de La Plata S.A. s/ley 1275” (ley de identificación de mercaderías) del
09/09/1963, la Corte, aunque bajo el prisma del principio de la defensa en juicio, consideró “admisible”
sustituir la declaración indagatoria del presidente y los miembros del directorio de la empresa por su
“ignorancia total de los hechos sobre los que versa la causa”.
3. En la doctrina, en este punto véase Spolansky, Norberto, Culpabilidad, la responsabilidad solidaria de las
sociedades anónimas y la de sus directivos, La Ley 1978-D, p. 231.
como si fueran propias; en otros términos: las personas sólo son responsables por sus
acciones u omisiones”18.
responsabilidad (“imputación”) personal significa que “la pena puede ser aplicada
otros tiempos establecía castigo (“venganza de sangre”20) para un pueblo, grupo o los
miembros de una familia por el hecho cometido por uno de ellos (el primitivo Derecho
griego o el Derecho hebreo establecían penas para los hijos y los descendientes del reo
18
CNCasación Penal, sala III, en el caso “Cromagnon”, véase el comentario de Carlos Enrique Edwards, La
reinvindicación del principio de culpabilidad en La Ley del 9/5/2011, p. 7.
19
Baratta, Alessandro, Principios del Derecho Penal Mínimo (para una Teoría de los Derechos Humanos
como objeto y límite de la pena), Revista de Doctrina Penal, año 10, nº 37-40, Buenos Aires, 1987, p. 637.
Cabe aclarar que el autor alude a “personas físicas” y excluye, por ende, sobre la base de este principio, la
responsabilidad de las personas jurídicas.
20
La reacción penal era “la venganza de la sangre” que se imponía a los familiares más próximos, fundados
en motivos de prevención, que eran desterrados o privados de sus bienes o de ciertos derechos. Existía una
responsabilidad penal solidaria entre el ofensor y sus parientes.
21
Así, por ejemplo, la Sippe germánica.
sólo castiga los hechos, excluyéndose los pensamientos, las actitudes internas, el carácter,
hecho realizado; por eso, nuestro Código Penal y las leyes complementarias establecen
tipos penales que describen conductas (actos típicos) que se consideran punibles. En
principio de culpabilidad, castiga a quien realice una acción concreta descripta típicamente
en la parte especial del Código Penal o en las leyes especiales, y la sanción representa sólo
del autor. Sólo se penan hechos realizados, no una supuesta peligrosidad del autor. Se
22
En su momento, los penalistas nacionalsocialistas propusieron que en lugar de castigar un hecho –tipo de
conducta– (homicidio o hurto), el derecho penal castigue autores –tipo de autor– (homicidas, ladrones).
Nuestro sistema legal establece tipos penales que describen conductas. Como hemos dicho, no se sancionan
autores ni sus personalidades.
23
En la actualidad representa un riesgo las teorías de la intimidación preventiva especial que llevada a cierto
punto podría vulnerar los postulados del principio de culpabilidad.
descarta, en consecuencia, el Derecho Penal de autor que castiga sólo lo que el autor es, su
personalidad y su carácter de asocial sin que se considere si cometió un hecho o una acción
individual punible.
formuladas por Franz V. Liszt. Él sostenía que se debía atender sólo a la actitud interna del
agente; así, se debía castigar a la persona sin tener que aguardar la comisión de un hecho;
esto se percibe en su postulado respecto a las sentencias penales indeterminadas en las que
su duración depende del fin de la pena y de la personalidad del autor. También está
presente el Derecho Penal de autor en la concepción sintomática del delito (formulada por
Tesar –1907– y Kollmann –1908–), que entendía que no se debía enjuiciar el hecho sino el
proyecto de 1922, Eberhardt Schmidt y otros discípulos de Liszt), que consideraba que
debía existir responsabilidad por el carácter, como expresión de la personalidad del autor;
en Erik Wolf (1932), quien propuso sancionar “la actitud interna corrompida”; en Edmund
decisión incorrecta sobre la vida”. A su vez, está presente en Dahm, Schaffstein y otros
autores nacionalsocialistas de la escuela de Kiel (1940), cuyas ideas propiciaban que debía
castigarse “el ser”; en el desvalor de la disposición interna sea como violación a un deber
frente al orden ético nacionalsocialista (teoría de la violación del deber) o como valoración
total de la personalidad del autor (teoría del tipo de autor); en “el sujeto nocivo para el
pueblo”, “el delincuente habitual”, la maldad del sujeto por haberse formado libremente
una personalidad psíquica diferente, que tuvo recepción en ese entonces en Alemania con la
ley de delincuentes habituales (1933), las regulaciones de Derecho Penal de Guerra del
régimen nazi y las ordenanzas contra sujetos nocivos para el pueblo (1939) y contra
delincuentes violentos (1939), pero todas estas ideas ya han sido felizmente superadas24.
de Derecho Penal de autor, por ejemplo, en los proyectos peligrosistas de 1924, 1926 y
1928; en los edictos de vagancia, embriaguez, etcétera, o en las medidas de seguridad que
rechazan25.
24
Cfr., ampliamente, Roxin, Claus, Derecho Penal, ob. cit., p. 176 y sigtes y ¿Derecho Penal liberal o
Derecho Penal autoritario?, Georg Dahm y Friederick Schaffstein, Colección “El penalista olvidado”,
dirigida por Eugenio Raúl Zaffaroni, Ed. Ediar, Buenos Aires, 2011.
25
Entendemos que no se presentan esas características en las figuras que castigan la rufianería, al proxeneta o
la usura porque en estos casos nuestro legislador estableció conductas precisas, ni en los agravantes
“habitualidad” o “alevosía” porque se fundan en un mayor disvalor de acción con independencia de la
persona.
26
En esta línea de pensamiento, el Tribunal Oral Federal N° 5 de la Capital Federal, en el caso “Diamante –
Guillermo Cóppola–”, causa n° 330, del 18/10/1999, consideró que en este proceso “se procedió exactamente
a la inversa de lo que debe ocurrir en un Derecho Penal de acto (lógica derivación del principio de
exterioridad de las acciones consagrado por el artículo 19 de la Constitución Nacional) y no de autor, puesto
que, en primer término, se seleccionó a las personas que iban a ser involucradas y luego se las investigó sin
observarse el cumplimiento de la ley procesal. Bueno es notar que la superada concepción del Derecho Penal
de autor, en cuyos marcos se procesa y pena no por lo que se hace sino por lo que se es, ha sido reemplazada
en nuestra legislación por el Derecho Penal de acto, de hecho o de acción, en consonancia con el postulado de
respeto por la persona humana, que se desprende de nuestra Constitución. Surge con claridad que el
constituyente optó por un Derecho Penal de acto, que sólo permite perseguir criminalmente a las personas por
lo que hacen y nunca por lo que piensan o por las sospechas no comprobadas que pudieran despertar en la
opinión pública o en ciertos organismos estatales, acerca de eventuales actividades relacionadas al delito
como tampoco por su condición moral. Nada de ello puede justificar que alguno de los integrantes de uno de
los poderes del Estado se arrogue la facultad de poner en marcha procedimientos contrarios a los establecidos
por la ley. Por más abultada, notoria, evidente y copiosa que sea la información con relación a que una
persona estaría desarrollando conductas constitutivas de ilícitos penales, en modo alguno ello justificaría
adoptar cualquier tipo de medidas restrictivas de su libertad o invasiva de su ámbito privado, si no concurren
Afirma Roxin que el principio constitucional de nullum
crimen, nulla pena sine lege favorece más el desarrollo de un Derecho Penal de hecho que
el de un Derecho Penal de autor, pues las descripciones de acciones y las penas por el
ser-así humano de la persona que hay que castigar y que midan por ese baremo la clase y la
cuantía de la sanción.
hecho27.
la peligrosidad sin delito, por el simple “estado peligroso” y su “temibilidad”, que apuntó a
“la perversidad constante y activa del delincuente”28; por Ferri (1884), que centró sus ideas
delito”30; por Florián (1929), quien sostuvo que la peligrosidad es el título mediante el cual
(1922) y su “estado peligroso”32, han sido hoy descartados, en especial, porque representan
un castigo sin acto, sin delito, por el simple modo de ser de una persona. Estas definiciones
para las garantías individuales que el Derecho Penal tiene precisamente la función de
tutelar33.
ejercicio del ius puniendi estatal sobre la base de las características personales del agente y
29
Ferri, Enrico, Sociología Criminal, t. I, p. 80, Centro Editorial de Góngora, Madrid, 1908.
30
Grispigni, Filippo, “La pericolosità criminale e il valore sintomatico del reato”, en Scuola Positiva, 1920 y
en Introduzione alla Sociología criminale, Torino, 1928.
31
Florián, Eugenio, Parte General del Derecho Penal, p. 335, La Propagandista, La Habana, 1929.
32
Jiménez de Asúa, Luis, El estado peligroso, Ed. Pueyo, Madrid, 1922, quien afirma que “lo que interesa a
los penalistas es la noción del estado peligroso que el delincuente representa para la sociedad”. Y añade:
“Desde el momento en que este estado se comprueba, existe la necesidad de defender a la comunidad social,
ya sea el acto libre o determinado, ya proceda de un responsable o incapaz”. Considera el Maestro español
que brilló en nuestra tierra que el estado peligroso es la probabilidad de que un individuo cometa o vuelva a
cometer un delito y se determina por la personalidad –en sus aspectos antropológico, psíquico y moral–-, la
vida anterior al delito o acto de peligro, la conducta posterior y el delito o acto.
33
Sin embargo, en nuestro Código Penal aún hoy existen evidencias de criterios de peligrosidad, por ejemplo,
en las medidas de seguridad; en las pautas de mensuración de las penas según la mayor o menor peligrosidad
del agente (artículos 40 y 41) o en la pena para el delito imposible que se disminuirá en la mitad y podrá
reducírsela al mínimo legal o eximirse de ella, según el grado de peligrosidad revelada por el delincuente.
no del hecho cometido, es decir, sustituye el Derecho Penal de acto o de hecho, propio del
sistema penal de una sociedad democrática, por el Derecho Penal de autor, que abre la
puerta al autoritarismo precisamente en una materia en la que se hallan en juego los bienes
peligrosidad del agente como criterio para la calificación típica de los hechos y la
“Maldonado” que “la única vía para determinar la pena correspondiente a un hecho
cometido por un niño siguiendo idénticos criterios que los que se utilizan respecto de un
La concepción del ser humano que subyace en nuestra Constitución, tal como se ha
la concepción de toda la ética tradicional, enraizado en las peores teorías racistas del siglo
como fundamento de la pena sólo es admisible cuando se concibe al ser humano como una
34
CIDH, en el fallo “Fermín Ramírez vs. Guatemala”, serie C, Nº 126, sentencia del 20/6/2005.
cosa más entre todas las cosas, movido mecánicamente al igual que el resto de los entes y,
por ende, susceptible de ser calificado según reales o supuestas fallas mecánicas que
sujeto. En este sentido, el mensaje que llega del siglo XIX suena brutal a los oídos de
quienes lo leemos después de las tristes experiencias del siglo XX y nos percatamos de que,
Derecho el Estado sólo puede actuar frente a un delito y una condena debe necesariamente
cometan acciones punibles, sin la comisión de esos actos típicos el Estado no puede
proceder sobre la libertad de la persona. No puede penarse lo que la persona es; sino
únicamente lo que haya hecho. Sólo puede penarse la conducta lesiva, no la personalidad o
CS, Fallos: 328:4343 del 7/12/2005. Véase, asimismo, lo expuesto por la Corte en “Gramajo” del 5/9/2006,
35
“la Constitución española consagra sin duda el principio de la culpabilidad como principio
que determinara las penas en atención a la personalidad del reo y no según la culpabilidad
necesidad de partir de un concepto de culpabilidad por el hecho y señaló que este punto de
partida “niega la posibilidad de un juicio sobre toda la vida anterior del autor, para juzgarlo
por lo que es, y no por lo que hizo, que es lo que verdaderamente interesa a aquel concepto
de culpabilidad, que basa ésta, no en un juicio sobre la personalidad del autor, sino en el
36
1. TC Español, sentencia 150/1991.
3. En la doctrina, véase Bacigalupo, Enrique, Derecho Penal. Parte general, ob. cit., p. 169 y Jaén Vallejo,
Manuel, Principios constitucionales y Derecho Penal moderno, p. 40, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1999.
Desde esta perspectiva, el juez Enrique Petracchi, de nuestro
Alto Tribunal, rechaza los tipos penales fundados en la mera peligrosidad o características
del autor37 y señala que “un Derecho Penal, centrado exclusivamente en las características
que se cuestionó la legitimidad de la policía para aplicar penas y los edictos de ebriedad y
otras intoxicaciones, desórdenes y escándalo, el Tribunal Superior advirtió que “los edictos
37
CS, Fallos: 308:1392.
38
CS, Fallos: 313:1333, considerando 8º de ese voto.
39
CS, Fallos: 308:2236, reiterado en 324:4433.
Semejante proceder le está vedado a un Estado democrático que parte del principio
republicano de gobierno40.
lineamientos del estado peligroso y la consecuente pena sin delito está siempre vigente.
gobierno de los Estados Unidos de América sobre las personas que se consideran peligrosas
(por ejemplo, con detenciones preventivas; cabe señalar asimismo que ocho estados,
incluidos California y Texas, en caso de delitos sexuales, ante la sola posibilidad de que se
incurra en nuevos delitos de esa naturaleza, permiten el uso de castración química para
peligrosidad del autor, lo cual fue declarado contrario a los artículos 5.1 y 7.1 del Convenio
consecuencia, ilegal en los casos “Kallweit vs. Alemania” (17.792/07), “Mautes vs.
40
CS, Fallo “Gramajo” del 5/9/2006.
psicológico y policial a agresores sexuales excarcelados41, penas de “prisión permanente
seguridad”, que permite prolongar la estancia en prisión del detenido hasta diez años más
una vez concluida la condena, sobre agresores sexuales, pederastas y otros delincuentes
como el Reino Unido, Francia y Dinamarca, donde se imponen penas en función de “la
una acción pura, por ello, se exige siempre que exista un elemento subjetivo, que integre
verdad importa como principio cardinal del Derecho punitivo es que el acto que se haya de
condenar sea obra, no únicamente en lo físico, sino también en lo anímico del sujeto o, para
41
Diario El País del 27 de mayo 2007, sección Sociedad, p. 28.
42
Diario El País del 15 de mayo de 2012, p. 13.
43
Sobre el tema, en la doctrina, véase Silva Sánchez J., “El retorno a la inocuización. El caso de las
reacciones jurídicas penales frente a los delincuentes sexuales violentos” en el libro de homenaje a Marino
Barbero Santos, con la dirección de Arroyo Zapatero y Berdugo Gómez de la Torre, como directores, vol. I,
Ed. de la Universidad de Castilla-La Mancha y Ed. Universidad de Salamanca, Cuenca, 2011.
decirlo con mayor exactitud, que el sujeto tenga dominio de él como tal, como ser de
Derecho y obrar conforme a él; y de ahí, la designación que se adopta. Con esta aclaración,
prescindir de que los actos a que se refiere tengan una dimensión subjetiva, dirigida hacia el
precisamente, en que se represente lo que hace y que lo que hace infringe prescripciones
jurídicas, y lo que quiera o admita (dolo directo o eventual), o bien en que se lo represente o
deba y pueda representar y deba y pueda evitarlo (culpa con y sin representación) y,
términos efectivos que haga de la representación del deber jurídico motivo de su obrar y,
por tanto, obrar de manera distinta a como lo ha hecho y ajustada a Derecho (exigibilidad
de otra conducta); todo y sólo lo cual hace susceptible a su obrar de un juicio negativo de
valor, esto es, de un juicio de reproche o, expresado más en breve, que el acto sea
reprochable (reprochabilidad).
como reprochabilidad44.
o culpa.
subjetiva, con dolo o culpa, lo cual descarta la punición del caso fortuito, el azar46, lo
44
De Rivacoba y Rivacoba, Manuel, Culpabilidad y penalidad en el Código Penal argentino, en Teorías
actuales en el Derecho Penal, p. 296, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1999.
45
Cabe aclarar que el dolo debe probarse. No puede nunca presumirse, pues sólo su presencia efectiva y
probada habilita el poder punitivo. Es cuestión de hecho y prueba corroborarlo, pero no puede sólo alegarse
como defensa que no sabía, por ejemplo, que trasladaba estupefacientes (criterio rechazado, por ejemplo por
CNCasación Penal, sala I, causa Nº 7499, “Segovia, Ceferino Pascual”, reg. nro. 10924 del 16/11/2007) o que
el producto que adquiría (vinos) estaba adulterado (CNCasación Penal., sala II, “Bistolfi” del 27/6/2008).
Todo es cuestión de prueba.
46
Ampliamente, Córdoba Roda, Juan, Culpabilidad y pena, p. 19, Ed. Bosch, Barcelona, 1977.
47
Sea que la conducta sea atribuida a la desgracia o infortunio de la propia víctima o a su autopuesta en
peligro (Roxin) o a su propia competencia –obrar a propio riesgo– (Jakobs), lo cual puede presentarse,
brevemente, como que quien es culpable de su mal, quéjese a sí mismo. Este criterio de la autopuesta en
peligro, cabe añadir, opera para excluir la responsabilidad del autor cuando la víctima decide voluntaria y
responsabilidad objetiva48, la aplicación de la antigua fórmula del derecho canónico
resultado50.
libremente hacer frente al peligro asumiendo sus consecuencias. Por tanto, de advertirse que lo decisivo en el
resultado finalmente acaecido fue la propia conducta de la víctima, aun comprobándose que existió una
infracción al deber objetivo de cuidado por parte del que provocó casualmente el resultado, se podrá excluir el
tipo penal de que se trate y, por ende, no podrá imputársele objetivamente ese resultado al denominado autor.
El obrar a propio riesgo de la víctima –tal como define a estos casos Jakobs– opera para excluir la
responsabilidad del autor cuando aquella decide libre y voluntariamente enfrentar el peligro asumiendo sus
consecuencias; en estos supuestos, en consecuencia, no debe imputarse objetivamente el resultado que se
produce al tercero que lo originó o lo hizo posible. Sobre el tema, véase, Roxin, Claus, Derecho Penal, ob.
cit., p. 395; Jakobs, Günther, La imputación objetiva en Derecho Penal, p. 35/6, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires,
1996; Cancio Meliá, Manuel, Conducta de la víctima e imputación objetiva en Derecho Penal, p. 102/103,
Ed. Bosch, Barcelona, 1998.
48
En los países en los que se consagran fórmulas de imputaciones que se corresponden con la responsabilidad
objetiva la cuestión no es producto tanto de un juicio de valor, sino de un juicio pragmático y de una
preocupación por la eficacia preventiva general de las normas. Los supuestos de responsabilidad objetiva se
dan por ejemplo en el Derecho anglosajón, en el Derecho formal de las contravenciones, y en todos aquellos
casos en los que las leyes contienen presunciones iuris et de iure de culpabilidad. Fórmulas de
responsabilidad objetiva son las cláusulas que imponen la inversión de la carga de la prueba en general o, tan
sólo, en las presunciones iuris tantum.
49
Por este principio se responde por las consecuencias propias de los actos, incluidas las fortuitas, de modo
que se imputan penalmente las consecuencias fortuitas de un acto inicial ilícito. De esta forma, se hacía
responder al sujeto por los resultados ulteriores conectados casualmente a un hecho ilícito o delictivo y se
hacía responder con igual pena que si este ulterior y casual resultado hubiese sido buscado a propósito. Un
ejemplo característico es el del aborto con resultado de muerte, en el que el médico que practica un aborto
criminal respondía también de la muerte de la embarazada aunque dicha muerte fuere fortuita y nada tuviese
que ver con la práctica abortiva e inclusive respondía de esa muerte con la misma pena que si hubiese
cometido delito doloso.
50
1. No es legítima la responsabilidad por la simple lesión, propia de los delitos calificados por el resultado,
en los que se funda o agrava la pena por el resultado más grave no querido por el autor, que no exigen dolo ni
culpa, por ejemplo, los casos del aborto homicida, los diferentes tipos de lesiones según el daño causado
(artículos 89, 90, y 91 del Código Penal), el robo con homicidio (artículo 165 ibidem), el homicidio
preterintencional (en los que existe un acción dolosa y se produce un resultado culposo más grave que el
perseguido por el autor, artículo 81 inciso b), del Código Penal). En este sentido, se destaca la teoría
normativa del peligro que exige que el resultado delictivo no se haya producido por circunstancias ajenas a la
voluntad o dominio del sujeto, es decir, por circunstancias con cuya concurrencia una persona razonable no
pueda ya confiar (el azar, la concatenación de circunstancias incontrolables, la intervención especialmente
acertada de terceros o de la víctima). Véase por ejemplo, Kindhäuser, Urs Konrad, Gefährdung als konkreten
Straftat, Rechtstheoretische Untersuchungen zur Dogmatik der abstrakten und konkreten Gefährdungsdelikte,
V. Klostermann, Frankfurt a. Main, 1989, p. 201 y sigtes., especialmente p. 202, 210 y 353; Roxin, Claus,
Derecho Penal, Parte General I, Fundamentos. La estructura de la teoría del delito, ob. cit., p. 405/406, n°
117-118; Rodríguez Montañés, Teresa, Delitos de peligro, dolo e imprudencia, Servicio de Publicaciones de
la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid-Centro de Estudios Judiciales del
Ministerio de Justicia, Madrid, 1994, p. 37/8, y Feijóo Sánchez, Bernardo, Cuestiones básicas de los delitos
de peligro abstracto y concreto en relación con el tránsito, p. 173 y sigtes.
Y esto es fundamental para el desarrollo de una vida con
seguridad, certeza, confianza, paz y tranquilidad, porque nos asegura que no será
justo, cada uno responde por sus decisiones. Nunca se debe superar ese límite.
únicas que pueden ser objeto de prohibición y castigo. Lo demás queda fuera del Derecho
Penal.
2. Por ello, en palabras de la Corte, no puede castigarse el simple resultado injurioso o calumnioso, pues, debe
acreditarse la imputación subjetiva (CS, Fallos: 318:1114, 318:2585 y 321:2585).
hecho que dé lugar a reproche penal se haya constituido por dolo o imprudencia52.
que el principio por el que una acción ilícita debe ser atribuida al imputado tanto objetiva
crimen, nulla poena sin praevia lege) y culpabilidad (nullum crimen sine culpa), por el cual
sólo puede ser reprimido quien sea culpable53 y la punición debe basarse en la necesidad de
subjetivo en virtud del principio fundamental de que sólo puede ser reprimido quien es
culpable”55.
51
Así, en este sentido, CS, Fallos: 217:297; 312:447 y 314:424 citados por Yacobucci, Guillermo J., El
sentido de los principios penales, ob. cit., p. 315.
52
Roxin, Claus, Derecho Penal, ob. cit., p. 99.
53
CS, caso “Parafina del Plata S.A.” del 2/9/1968, LA LEY t. 133, p. 499 y Fallos: 274:487, “Garber Hnos. y
otro”, del 29/9/1968.
54
CS, Fallos: 293:157; 294:386; 303:267.
55
CS, Fallos: 320:2271; 321:2558 y 322:519.
Por ello desde siempre considera que el principio de
culpabilidad supone como requisito ineludible la preexistencia de una acción ilícita que
esencia responde al principio fundamental de que sólo puede ser reprimido quien sea
culpable, es decir, aquel a quien la acción punible le pueda ser atribuida tanto objetiva
como subjetivamente”57.
resulta ilegítima toda condena que no requiera y pruebe la existencia de una imputación
típico y antijurídico que no revista condición de imputable (son inimputables los enfermos
56
CS, Fallos: 217:297; 271:297; 303:1548; 312:449; 315:632; 316:1149; 321:2558; 323:832; 324:3940, entre
muchos otros.
57
CS, Fallos: 271:297; 312:149 y 316:1190, entre otros.
58
Por ello se ha dicho que el delito es una acción anormal cometida por una persona normal en condiciones
normales.
De resultas de eso, sólo se puede castigar a un ser que obra
con libre albedrío59, racional, normal, que resulte responsable y con capacidad de ser
motivado normalmente por la ley penal. Sólo puede ser responsable quien tenga las
y sobre la antijuridicidad.
59
Durante años se consideró que la responsabilidad penal se fundaba en el libre albedrío del hombre
(voluntad humana libre e incondicionada, todo ser racional tiene la facultad de autodeterminarse y es padre y
dueño de sus actos), es decir, en la posibilidad de elegir entre el bien y el mal. En esta concepción frente al
delito el hombre podría haber actuado de un modo distinto con sólo quererlo. Pero esta postura fue criticada
porque se pensó que el hombre estaba signado o determinado por cuestiones sociales (cultura, sociedad,
ambiente, economía, familia, etc.) y psicológicas que no le permitían elegir su desenvolvimiento personal. En
esta postura determinista, el hombre frente al delito no puede actuar de otro modo distinto al que actuó. En
este camino se propuso entonces la necesidad de penar por razones de protección (Gimbernat Ordeig) o por
atribuibilidad o motivación psicológica a la norma o condición psíquica de madurez social como para poder
captar el sentido de las prohibiciones penales (Muñoz Conde, Mir Puig y otros). Sobre el tema, que no
abordaremos, existen muchos trabajos. Por ejemplo, Romeo Casabona, Carlos María, Principio de
culpabilidad, prevención delictiva y herencia genética, Revista de Derecho Penal de Rubinzal Culzoni
Editores, 2001-2, Garantías Constitucionales y Nulidades Procesales II, p. 183 y sigtes.
cuando no podía saber que lo realizado era ilícito. Esto es exigencia del propio concepto de
ser racional61 y Enrique Bacigalupo afirma que, en un Estado de Derecho, para aplicar una
comportamiento y haya podido comportarse de acuerdo con ésta, así como que haya obrado
sabiendo qué acción realizaba, o por lo menos, infringiendo los deberes de cuidado que le
incumben. De estas exigencias generales se deriva que tanto el error sobre las
circunstancias del hecho punible como el que recae sobre la antijuridicidad deban ser
autor.
humana sólo cuando se impone una pena a alguien por algo que pueda considerarse obra
60
Zaffaroni, Eugenio R.; Alagia, Alejandro; Slokar, Alejandro, Derecho Penal. Parte general, ob. cit., p. 120.
61
Mir Puig, Santiago, El Derecho Penal en el Estado social y democrático de Derecho, p. 175, Ed. Ariel,
Barcelona, 1994.
62
Bacigalupo, Enrique, Derecho Penal. Parte general, p. 168, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1999.
suya en cuanto ser racional. Atenta contra la dignidad del hombre castigar a alguien por un
hecho ajeno a su ser racional. El Estado de Derecho tiene que ofrecer al individuo la
por ejemplo, se castigase a alguien por hechos no realizados por él o que no pudiera prever
determina por el grado de libertad del autor, entendida ésta como el conjunto de opciones
que ha tenido antes de actuar. Lo que resulta relevante es, pues, la posibilidad real que el
sostener que es necesaria la exigencia de que el sujeto pudo obrar conforme a las exigencias
normativas64, es decir, que tuvo la posibilidad material de cumplir con la acción mandada65,
que supone la “posibilidad efectiva de ajustar la conducta individual a los mandatos de las
normas jurídicas”66.
63
Mir Puig, Santiago, Tratado de Derecho Penal, ob. cit., p. 129.
64
CS, Fallos: 316:1190.
65
CS, Fallos: 320:2271.
66
CS, Fallos: 319:1524.
En otras palabras, la Corte considera que no es punible quien
tercer párrafo del considerando 14 del veredicto: “a juicio del Tribunal, cabe admitir la
la cuestión debatida, que quedó demostrada por el dispar tratamiento y las encontradas
Corte tiene dicho que en el campo del Derecho represivo tributario rige el criterio de la
personalidad de la pena” y “que sólo puede ser reprimido quien sea culpable”
(considerando 14, primer párrafo), es decir, aquel a quien la acción punible pueda serle
afirmar que está prohibido el ejercicio del poder punitivo cuando no es exigible realizar otra
conducta adecuada a Derecho porque en estos casos el autor no pudo actuar de otro modo,
67
CS, Fallos: 316:1193; 316:1318 y 319:1524.
68
CS, Fallos: 303:1548; 312:149; 312:447 y 319:1524.
69
CS, fallo dictado en la causa “Astra Capsa c/DGI”, del 2/3/2011 comentado por Graciela Rodríguez
Esquius en Error Excusable, La Ley, periódico económico tributario del 6/3/2011, p. 6.
no obró libremente70 y consecuentemente no pudo motivarse conforme a la norma. El
lado, que la pena presupone en todo caso culpabilidad, por lo que quien actúa sin ella no
puede ser castigado, y de otro, que la pena tampoco puede superar la medida de la
70
La no exigibilidad de otra conducta fue examinada por Luis Jiménez de Asúa como “una causa general y
supralegal de inculpabilidad” (Tratado de Derecho Penal, t. VI, p. 932, Ed. Losada, Buenos Aires, 1962).
Actualmente, en la dogmática penal se acepta que integra el concepto de culpabilidad la exigibilidad de la
conducta conforme a derecho.
71
1. Surgió en Alemania la interpretación que concede al principio de culpabilidad la función de límite
superior de la sanción, mientras que para precisar la pena concreta considera que sólo los aspectos preventivos
deberían ser tomados como decisivos. Así se indicó en el § 59, apartado 1º del Proyecto Alternativo de 1966
que “la culpabilidad por el hecho determina el límite superior de la pena”, mientras que su cuantía en el caso
particular se rige únicamente por objetivos de prevención (apartado 2º). Los redactores del proyecto
apuntaron que “se quiere prevenir la idea de retribución” pero el Código Penal alemán no siguió este
proyecto, sino que convirtió la culpabilidad en el § 46, apartado 1º, párrafo 1º en “fundamento para la fijación
de la pena” y, con ello, no sólo en frontera superior de su cuantía sino también en principio decisivo para la
pena concreta en el supuesto individual. La razón de esta decisión del legislador consiste en que la pena no
sólo debe estar al servicio de finalidades preventivas sino, en primer lugar, al servicio de la compensación de
la culpabilidad; es decir, que dicha sanción está marcada por el pensamiento de que a través de ella “el autor
experimenta la merecida respuesta desaprobatoria de la comunidad jurídica al hecho injusto y culpable por él
cometido”.
2. La consideración del principio de culpabilidad como “medio para la limitación de la pena” es aportada por
Claus Roxin quien somete el concepto de la culpabilidad al papel de “margen superior de la pena” conforme
fundamenta su nueva categoría sistemática de “responsabilidad”, en la cual ha fundido la culpabilidad del
autor con la necesidad preventiva de la pena (sobre la base de inhibir futuros hechos delictivos). Brevemente,
su posición personal es que la categoría de “culpabilidad” debe cambiarse por una teoría de la
“responsabilidad” y que ésta debe basarse en la función de la pena, y no, como sucede en el injusto, en la
función del Derecho Penal. Considera que la función del Derecho Penal y la función de la pena
El principio de culpabilidad determina los límites de la
proporcionalidad entre la gravedad de la pena y la gravedad del reproche. Dentro del marco
penal legalmente determinado, los tribunales deben fijar la pena en un punto que resulta
pena aplicable con la gravedad del reproche es posible evitar una instrumentalización de la
persona que debe sufrir la pena. En la medida en que la pena no se utilice para perseguir
afirma que “sin perjuicio de la renuncia a toda idea retributiva, hay un elemento decisivo de
la teoría retributiva que debe tener lugar en las teorías preventivas de la unión: el principio
de culpabilidad como medio para limitar la pena”. Dicho de otro modo: se trata de la
prohibición de que la gravedad de la pena que se impone por un delito supere la gravedad
de la culpabilidad referida al delito concreto, aunque ello pudiera ser justificado por
gravedad, su duración; en una palabra, la magnitud exacta que en el caso concreto debe
individualmente impuesta no son, de manera alguna, lo mismo. Esto se debe a que el Derecho Penal está
dirigido, independientemente de la comisión de un delito en concreto, a todos los integrantes de la sociedad y
pretende evitar la comisión de delitos mediante la prohibición de comportamientos peligrosos que pongan en
peligro bienes jurídicos y a salvaguardar dichos bienes antes de ser lesionados, por el contrario, la pena se
aplica individualmente al infractor una vez que éste ha cometido el delito.
tener una pena cuya imposición ha sido ya fundamentada. En este caso, se asigna a la
culpabilidad una función sobre todo limitadora, que impida que la pena pueda ser impuesta
por debajo o por encima de unos límites que vienen impuestos por la idea misma de
culpabilidad, además de por otros criterios como la importancia del bien jurídico protegido,
culpabilidad en unidades de pena, que debe actuar como límite, restringiendo la aplicación
de la pena sólo a aquellos casos en que pueda formularse un reproche al autor y que la
fundamento de la pena, por lo que, como sostiene la Corte, no es admisible que haya pena
sin culpa74 y la pena debe determinarse en virtud de la culpabilidad (es su límite máximo) y
72
Muñoz Conde, Francisco, Derecho Penal. Parte general, p. 37, Ed. Tirant Lo Blanch, Valencia, 1993.
73
Cfr. Ziffer, Patricia S., Lineamientos de la determinación de la pena, p. 60, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires,
1996, quien formula su crítica contra estas ideas por su imprecisión e indica que podrían ser examinadas a
través del principio de proporcionalidad.
74
CS, Fallos: 271:297; 274:487; 293:101; 302:1123; 303:267 y 322:519, entre otros.
75
Tribunal Constitucional español, 150/1991, citado por Guillermo J. Yacobucci, El sentido de los principios
penales, ob. cit., p. 293.
La culpabilidad es el elemento decisivo para el concepto de
esencia y supone necesariamente una relación con la culpabilidad. Por ello, si se renuncia a
estatal76.
76
1. En la jurisprudencia del Tribunal Supremo alemán (BGH) se ha sostenido que “la pena presupone
culpabilidad. Culpabilidad es reprochabilidad. Con el juicio de desvalor de la culpabilidad se le reprocha al
autor que no se ha comportado conforme al derecho y ha optado por el injusto, pese a que hubiera podido
comportarse conforme al Derecho y decidirse por éste” (BGH 2, 194 [200]; y 18, 87 [94]) y que el principio
de culpabilidad representa el límite superior de la pena y en ese sentido ha dicho que: “El fin de prevención
no puede llevar a sobrepasar la pena justa” (BGH 20, [267]; BGH NJW 1987, 3.015). En la doctrina alemana,
sobre estas ideas, véase Kaufmann, Arthur, Das Schuldprinzip, 1961 (2da edición de 1976), p. 15.
2. En jurisprudencia del Tribunal Constitucional español, véase la sentencia 65/85 en la que se vinculó al
principio de culpabilidad con la exigencia de adecuación entre la medida de la pena y la gravedad de la
culpabilidad, y la sentencia 150/91 en la que se consideró que “no es constitucionalmente legítimo un
Derecho Penal de autor que determine las penas en atención a la personalidad del reo y no según su
culpabilidad en la comisión de los hechos”. Por ello, al menos en la actualidad, el prestigioso tribunal
considera que los presupuestos de la pena son dolo o culpa, capacidad de culpabilidad y error.
77
Jakobs, Gunther, Estudios de Derecho Penal, ob. cit., en el capítulo 14, p. 365 al examinar “El principio de
culpabilidad”. Cabe aclarar que Jakobs ha desarrollado una concepción funcional de la culpabilidad,
construida sobre la teoría sociológica de la formación del Derecho a cargo de Niklas Luhmann: la
culpabilidad reside “en un déficit en la motivación jurídica del autor”. Esa culpabilidad depende de las
Al respecto, Bacigalupo sostiene que el principio de
autor. Dicho con otras palabras: el principio de culpabilidad excluye de manera categórica
vincula de una manera decidida con uno de los valores fundamentales del Estado de
funda en la culpabilidad y no debe superar la medida de esa culpabilidad78. Por ello, se debe
exigencias de la prevención general, no del grado de responsabilidad personal del autor por su acción. Jakobs
designa a la culpabilidad como un derivado de la prevención general.
78
CS, Fallos: 314:441 (considerandos 7º y 8º) y Fallos: 318:207.
el marco fijado por la culpabilidad de la acción, es decir del hecho llevado a cabo por el
pena y cualquier otra consecuencia jurídico-penal del delito –impuesta con ese nombre o
con el que pudiera denominársela– no puede ser cruel, en el sentido de que no debe ser
derecho debe guardar proporcionalidad con la magnitud del contenido ilícito del hecho, o
sea, con la gravedad de la lesión al bien jurídico concretamente afectado por el hecho
porque las previsiones legales expresan tales magnitudes a través de las escalas penales”79.
por el autor ( Derecho Penal de hecho) y que se deben considerar los principios de
79
CS, “Gramajo, Marcelo E.”, del 5/9/2006, LA LEY, 2006-E, 65, DJ 25/10/2006, 547.
80
CS, Fallos: 10:338; 102:219; 303:267; 316:1934, entre otros.
81
Cfr. Ziffer, Patricia, Lineamientos de la determinación de la pena, ob. cit., p. 20.
Tenemos el arraigado y firme convencimiento de que la
peligrosidad no es razón de la pena, la cual constituye una defensa social que sólo puede
legítimamente aplicarse con motivo y como justa retribución de un acto de conducta libre y
responsable. Ello impone atender a los mínimos y máximos establecidos por el legislador
en el tipo penal, al ilícito culpable, su intensidad (la magnitud de los delitos reprochados),
los elementos subjetivos del delito y medir el grado de culpabilidad con el mayor de los
cuidados, poniendo en ellos todos los logros de la ciencia penal y de las que le son
auxiliares; esfuerzo final sin el cual el juzgamiento del hombre por el hombre no tendría
justificación suficiente.
dolo o culpa; 2) aquella que niegue la relevancia al error sobre el tipo; 3) el error sobre la
resultado; 7) que aplique una pena desproporcionada con la gravedad del hecho cometido82
82
Bacigalupo, Enrique, Derecho Penal. Parte general, ob. cit., p. 151.
83
Bacigalupo, Enrique, Derecho Penal y el Estado de Derecho, ob. cit., p. 112.
En nuestro ámbito, Guillermo J. Yacobucci señala que se
el caso del delito previsto en el artículo 165 del Código Penal; los delitos calificados por el
resultado; la punición del caso fortuito, soslayando la exigencia de dolo o culpa; el aplicar
penas o medidas de seguridad para culpables por su supuesta peligrosidad (brinda, como
soslayar la inexigibilidad de otra conducta y los distintos problemas que importa la pena85.
84
Yacobucci, Guillermo J., El sentido de los principios penales, ob. cit., p. 317.
85
Vitale, Gustavo L., Estado Constitucional de Derecho y Derecho Penal, ob. cit., p. 96 y sigtes.
1) No es legítimo establecer responsabilidad penal por un
hecho ajeno. Sólo se puede penar el hecho propio, en el que la persona intervino en forma
86
Problemática e ilegítima resulta la cuestión en materia penal cambiaria en la cual, en alguna oportunidad, la
Corte convalidó la condena a un banco solidariamente con los miembros de su directorio y su síndico titular
por el hecho realizado por un dependiente. Es el caso registrado en el fallo 75.453, “Wlodavsky, Pedro y
otro”, del 9/8/1977, LA LEY, 1978-A, 431, en el que se sancionó penalmente a personas por un acto ajeno y,
por ende, vulnerando el principio de culpabilidad.
87
1. En este sentido la Cámara del Crimen de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires destacó que “...con
respecto al procesamiento del presidente del Concejo Deliberante… es claro que la construcción jurídica
realizada..., encubre una imputación al solo título de responsabilidad objetiva, que está desterrado no sólo de
la dogmática penal, sino también de la Constitución Nacional. En efecto, un hecho sólo puede imputársele a
una persona, en la medida en que lo sea a título de dolo o de culpa, y ambos extremos, deben ser probados por
la parte acusatoria, circunstancia ésta que no consta en autos...” (CCrim y Correc., sala I, causa 12.273 “De la
Rúa, Fernando”, rta. el 29/12/1999).
2. La Corte ha sostenido que en el ámbito tributario “no basta la mera comprobación de la situación objetiva
en que se encuentra el agente, sino que es menester la concurrencia del elemento subjetivo en virtud del
principio fundamental de que sólo puede ser reprimido quien sea culpable, es decir aquel quien la acción
punible le pueda ser atribuida tanto objetiva como subjetivamente (Fallos: 217:297; 303:1548; 312:149;
323:832 y muchos otros). Así también lo entienden nuestros tribunales en materia penal tributaria al
señalar: “Corresponde revocar el procesamiento dictado en orden a un delito de la ley penal tributaria –en el
caso, omisión de depositar aportes previsionales retenidos a empleados– respecto de quien integraba el
directorio de una sociedad, pues esta sola circunstancia no resulta suficiente para establecer su intervención en
la gestión de los negocios de la sociedad” (CNPenal Económico, sala A, “Alda de Vendrel, María E. s/inc. de
apel. en Supermercados Hawaii S.A.”, del 9/11/2001, LA LEY del 27/1/2003); además, “1. Corresponde
declarar la falta de mérito en el marco de un proceso penal en el cual se indaga la posible comisión de un
delito de la ley penal tributaria, en tanto la sola circunstancia de que el imputado ocupara el cargo de
presidente de la sociedad anónima investigada al momento de los hechos no implica per se la responsabilidad
del nombrado en aquéllos, sin acreditarse su efectiva intervención en los sucesos”; “2. Por el artículo 14 de la
ley 24.769 –sustancialmente análogo al artículo 12 de la ley 23.771–, no se limita la posibilidad de aplicar las
penas por los delitos previstos en aquella ley a las personas cuyas características se enumeran en la norma,
sino que, cuando se trata de personas jurídicas de derecho privado, sociedades, asociaciones u otras de la
misma índole, corresponderá sancionar a aquellas personas sólo cuando hubiesen intervenido en el hecho
punible, con lo que se advierte que la intención del legislador fue rechazar la posibilidad de establecer
responsabilidades objetivas respeto de personas físicas que se desempeñan en las entidades mencionadas”
(cfr. CNPenal Económico, sala B, causa “Almade S.A” del 31/5/2004); que “el solo hecho de que una persona
se haya desempeñado en un cargo determinado en la entidad de que se trate, no puede sustentar una atribución
de responsabilidad penal por el delito de evasión de acuerdo con lo prescripto por el artículo 12, ley 23.771, lo
cual resulta concordante con el principio de culpabilidad” (CNPenal Económico., sala B, “Samid, José A. y
hemos dicho, para emitir un juicio de reproche es necesario determinar y probar
asociación quienes han de responder por un hecho concreto cometido por ella son sus
cuando menos, porque han realizado un acto que guarda una relación casual con el hecho y
o esté asociado a una agrupación concluirá en que será responsable penalmente por el solo
hecho de dirigir o estar asociado o integrado a ella, lo cual importa aplicar criterios de
Derecho Penal.
otros”, del 30/12/2004); que “no alcanza para estimar fundada la responsabilidad de la contribuyente –persona
jurídica– con relación a la omisión de depositar los aportes previamente retenidos a sus empleadores, la
calidad de miembro del directorio por parte del vicepresidente del ente, ya que la ley demanda corroborar su
intervención en el hecho” (CNPenal Económico, sala A, “P. L. Rivero y Cía S.A. s/infracción ley 23.771”, del
30/12/2004). Como vemos, tampoco se puede sancionar la simple calidad de director o de encargado de tareas
de auditoría. En la Ley Penal Tributaria, como en general en toda ley penal, el castigo depende del
comportamiento y no de una determinada calidad funcional (CNPenal Económico, sala A, “Aceros Bragado”,
reg. nro. 492/1995; “Sudatlántica”, reg. nro. 68/1996; “InFCorp”, reg. nro. 202/2006 y “Pérez Brea, Daniel y
otros”, del 21/11/2007 y otros).
88
CCrim y Correc., sala III, causa Nº 19144, “Fontevecchia, J. A.”, del 5/7/1985, Boletín de Jurisprudencia de
la Cámara de 1985, Nº 3, julio-agosto-septiembre, en el que se consideró que no puede imputarse el hecho al
director del diario por su sola condición de tal, sino que debe probarse su intervención, lo cual se descartó en
el caso porque a la fecha de la publicación cuestionada se hallaba de viaje.
89
CS, Fallos: 303:267; 315:632 y 321:2590.
Y así en nuestro Derecho, el simple hecho de pertenecer a
una asociación ilícita (artículo 210 del Código Penal) está concebido como un delito de
mera actividad que se consuma y agota en esa pertenencia, pero eso no hace extensiva la
responsabilidad penal de quienes la integran por los diferentes delitos de resultado que la
agrupación ilegal cometa, sino que es preciso que exista una contribución personal y causal
a ese resultado e imputación objetiva y subjetiva, de modo que no podemos aceptar que se
haga extensiva la responsabilidad del hecho a una persona que sólo integra la asociación
ilícita pero que no intervino, actuó o cooperó en los diferentes delitos de resultado
funcional.
responsabilidad personal. Esto es que cada persona responde por aquello que forma parte de
libertad frente a los terceros. Esto supone la integración tanto de aquellos comportamientos
que surgen de manera directa del sujeto activo como los que en virtud de su posición
90
El presidente de una sociedad en una de cuyas sedes falleció una niña al ahogarse en una pileta de natación.
etc.– más allá de que no hubiera de su parte ejecución de “propia mano” por ser
consideró que las figuras de los artículos 95 y 96 del Código Penal –homicidio y lesiones
criterio establecido por el legislador importa el peligro de hacer responder como autores a
sujetos que realmente no lo sean y que hayan ejercido solamente violencia sobre la víctima,
que es la condición que la ley exige para imputar, por ficción de autoría, el resultado de la
riña o agresión a todos. Sabido es que el principio de culpabilidad exige como primer
adscripción material del delito a la persona de su autor, esto es, la relación de causalidad
que vincula recíprocamente decisión del reo, acción y resultado del delito”.
actividad necesaria para obtener la prueba de que un sujeto ha cometido un delito, hasta que
91
CNCasación Penal, sala II, “Storchi, Fernando Martín y otros”, del 15/7/2010.
92
CS, Fallos: 329:2367, “Antiñir, Omar”, del 4/7/2006.
esa prueba no se produzca mediante un juicio regular, ningún delito puede considerarse
cometido y ningún sujeto puede ser considerado culpable ni sometido a pena”93. Sólo de
de la conducta prevista en el artículo 165 del Código Penal (“si con motivo u ocasión del
robo resulta un homicidio”) a quien sólo intervino en el robo, pero resultó ajeno al
homicidio94.
leyes 25.246 (artículo 21 bis) y 26.683 dictadas en orden al delito de lavado de dinero que
del órgano de administración de una persona jurídica sin que resulte necesario examinar la
realizado en forma personal por otro. Cada coautor es responsable sólo por el aporte
93
Véase, Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón, ob. cit., p. 549.
Criterio que siguió por años la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires (causas “Banzerovich, Julio
94
Daniel”, P. 37124 del 13/6/1989; “Guiñez, Nelson Edgardo”, P. 42063 del 18/12/1990 y “Méndez, Graciela
Nelly”, del 17/3/2004) e inclusive la CNCrim. y Correc., sala IV, “Fernández, Juan M.”, del 7/11/1991.
95
Cfr. Spolansky, Norberto, Culpabilidad, la responsabilidad solidaria de las sociedades anónimas y sus
directivos, LA LEY, 1978-D, 231, especialmente, p. 233.
específico que hizo al hecho común, no por el exceso que representa un suceso ajeno al
plan común.
plan común en el que existió un acuerdo y un compromiso a un robo simple, uno de los
autores sin conocimiento o aceptación del otro emplea un arma de fuego96 o mata a una
persona97. En estos supuestos, por el principio de culpabilidad, cada coautor responde por
su hecho, no por el hecho o el exceso de otro, lo cual resulta evidente si se repara en que en
estos casos, desde la dogmática de la coautoría, ya no existe codominio de hecho para esa
conducta punible, ni plan, acuerdo o decisión común a un hecho que fundamente y delimite
la unidad de la coautoría.
determinado acordado o previsto, no por el exceso del autor (artículo 47 del Código
Penal)98.
96
CNCasación Penal, sala I, causa Nº 9164, “Fernández, Adrián A.”, reg. nro. 12431, del 26/8/2008.
CNCasación Penal, sala III, causa Nº 8271, “Coda, Patricio Javier”, del 27/11/2007, véase el voto de la juez
97
Ángela E. Ledesma.
98
1. Cfr. Zaffaroni, Eugenio R.; Alagia, Alejandro y Slokar, Alejandro, Derecho Penal. Parte general, ob.
cit., p. 665.
2. Rigen en el caso el principio de culpabilidad (nadie debe responder por el hecho de otro) y las normas
sustantivas previstas en la ley penal sobre exceso. Los artículos 47 y 48 del Código Penal regulan las
limitaciones que el legislador impuso a las normas de la participación criminal. El fundamento de tal
limitación radica en que el acto de otro y su dolo es incomunicable, cada cual debe responder del hecho
querido y no por el querido por el otro.
El ataque personal e individual decidido y realizado por el
autor a otra persona, no determinado, acordado ni previsto por el inductor no puede serle
atribuido a este último. Si suponemos que A determina a L que mate a G y el autor L en ese
accionar mata también a M, a un custodio o a un policía que estaba en el lugar o para lograr
y mata a muchos otros, ese suceso no determinado acordado o previsto, no puede nunca
serle imputado al inductor A. Es un hecho exclusivo del autor L, que pesa sobre él y no
puede extendérsele al instigador A. El instigador responde sólo por lo que determinó, por su
dolo, no por lo que el autor decidió e hizo solo, excediendo el plan o acuerdo criminal. El
dolo del instigador tiene que dirigirse y ser el mismo que el del hecho cometido por el
autor. Si el autor va más allá de lo querido por el instigador (por ejemplo, ataca también a
de un fábrica y el autor realiza el robo con armas y mata a un sereno, el inductor responderá
sólo dentro de los límites de su dolo propio, es decir por el hurto, pero nunca por el
homicidio y el robo con armas (acto personal e individual del autor). Este ejemplo es
nuestro. Zaffaroni, Alagia y Slokar nos brindan uno más sencillo que respalda nuestra
que si el autor tiene decidido un robo y el instigador sólo lo determinó a un hurto, habrá
dictar una condena se debe acreditar siempre la intervención personal objetiva y subjetiva
indeterminado (artículo 52 del Código Penal) porque no castiga lo que la persona hizo sino
99
CS, “Gramajo, Marcelo E.”, del 5/9/2006, publicado en La Ley, Suplemento Penal, septiembre de 2006, p.
65, DJ, 25/10/2006, 547, con nota de Adrián Norberto Martín, en el cual nuestro Máximo Tribunal abandonó
el criterio que se había establecido previamente en Fallos: 324:2153 (“Sosa”). En el caso, el procurador fiscal
de la Nación afirmó que “la idea de un Estado de Derecho que imponga penas a los delitos es clara, pero la de
un estado policial que elimine a las personas molestas no es compatible con nuestra Constitución Nacional. Se
trata de una genealogía que choca frontalmente con las garantías de nuestra Ley Fundamental, en la que
resulta claro que ésa no puede ser la finalidad de la pena, sino sancionar delitos y siempre de acuerdo con su
gravedad. Que la pena de reclusión indeterminada del artículo 52 del Código Penal es una clara manifestación
de Derecho Penal de autor, sea que se la llame medida de seguridad o que se respete el digno nombre de pena,
sea que se la quiera fundar en la culpabilidad o en la peligrosidad. En cualquier caso, resulta claro que no se
está retribuyendo la lesión a un bien jurídico ajeno causada por un acto, sino que en realidad se apunta a
encerrar a una persona en una prisión, bajo un régimen carcelario y por un tiempo mucho mayor al que
correspondería de acuerdo con la pena establecida para el delito cometido, debido a la forma en que conduce
su vida, que el Estado decide considerar culpable o peligrosa. En efecto, suponiendo que se mida la
culpabilidad o la peligrosidad, no se está midiendo la lesión a un bien jurídico determinado, sino la
conducción que de su vida hace el agente”. Y el juez Petracchi, en su voto personal, suministró ciertas
consideraciones relevantes: “la mayor culpabilidad derivada del desprecio por la anterior condena ya fue
valorada al fijar la pena correspondiente al hecho concreto, cometido a pesar de la advertencia previa, esa
culpabilidad anterior ya ha sido suficientemente retribuida y no puede ser nuevamente utilizada para fundar la
accesoria de reclusión pues ello implicaría violar el principio de non bis in idem”. Centró su análisis en la
transgresión a los principios de culpabilidad y reserva y expresó: “que dentro de nuestro régimen
constitucional sólo es posible que el Estado restrinja a título de ‘pena’ los derechos de un ciudadano (y en
particular su libertad), cuando esa injerencia se produce como reacción a un hecho cometido con
culpabilidad”. En otras palabras, con los límites del principio de culpabilidad. Dicho principio, que la Corte
Y en orden a estas ideas distintos tribunales declararon la
portador registra antecedentes penales (artículo 189 bis, apartado segundo, última parte del
Código Penal) porque castiga la peligrosidad, fundada en que registra antecedentes penales,
Penal de autor100.
ha derivado del artículo 18 de la Constitución Nacional, supone como requisito ineludible para la aplicación
de una sanción la preexistencia de una acción ilícita que pueda ser atribuida al procesado tanto objetiva como
subjetivamente (Fallos: 315:632; 321:2558; 324:3940), y ello supone la posibilidad real y efectiva de ajustar
la conducta individual a los mandatos de las normas jurídicas (disidencia parcial del juez Petracchi en Fallos:
316:1190 y 1239 y sus citas). Y añadió otras evaluaciones de sumo interés: “Que resulta por demás claro que
la Constitución Nacional, principalmente en razón del principio de reserva y de la garantía de autonomía
moral de la persona consagrados en el artículo 19, no permite que se imponga una pena a ningún habitante en
razón de lo que la persona es, sino únicamente como consecuencia de aquello que dicha persona haya
cometido. De modo tal que el fundamento de la pena en ningún caso será su personalidad sino la conducta
lesiva llevada a cabo. En un Estado que se proclama de Derecho y tiene como premisa el principio
republicano de gobierno, la Constitución no puede admitir que el propio Estado se arrogue la potestad –
sobrehumana– de juzgar la existencia misma de la persona, su proyecto de vida y la realización del mismo,
sin que importe a través de qué mecanismo pretenda hacerlo, sea vía del reproche de la culpabilidad o de la
neutralización de la peligrosidad o, si se prefiere, mediante la pena o a través de una medida de seguridad
(considerando 18)”.
100
TOral en lo Criminal Nº6, “Medina, Roberto Julio”, del 23/11/2006 (véase el voto del juez Guillermo J.
Yacobucci); CN Crim y Correc., sala V, “Ramírez, Luciano N.”, 16/3/2006, LA LEY, 2006-C, 514, en el que
se afirmó que “el precepto –que cuenta con una deficiente técnica legislativa, por cierto–, al establecer una
mayor pena para el portador ilegítimo de armas, en virtud de poseer antecedentes penales –léase condena– por
delito doloso contra las personas o con el uso de armas constituye una clara vulneración al principio de
culpabilidad (artículo 18 de la Constitución Nacional, 15 del P.I.D.C.P. y la 9º de la C.A.D.H.). Es que no se
castiga al autor exclusivamente en función de la gravedad del hecho cometido, sino que, por contrario y de
forma inadmisible, por registrar antecedentes penales. Dicho de otra forma: el dispositivo castiga no sólo la
portación ilegítima de un arma de fuego, sino también la posesión de condenas, en el sentido que la norma
indica (por delitos dolosos contra las personas o con la utilización de armas). Como nítidamente lo exponen
De la Fuente y Salduna, el artículo 18 de la Constitución Nacional, al establecer que “Ningún habitante de la
Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso…”, fija claramente los
límites de nuestro Código Penal. Sólo se castigan conductas, es decir, delitos. Nuestro sistema adopta un
Derecho Penal de acto y no de autor, resultando absolutamente prohibido cualquier intento de sancionar
“personalidades”, “formas de ser”, o “estados peligrosos” sin que se hayan materializado en acciones. La
peligrosidad sin delito se halla vedada en nuestro sistema penal (De la Fuente, Javier y Salduna, Mariana en
AA. VV., Reformas penales, p. 228, Ed. Rubinzal-Culzoni, 2004)”; sala VI, “Centurión, Carlos Alberto”, del
23/5/2008 en el que se señaló que el agravante se relaciona con “la peligrosidad de conductas pasadas del
autor, por las que ya fue juzgado” y no “en situaciones que impliquen una mayor peligrosidad de la
conducta”; C.Crim. 2da. Nom., Río Cuarto, “Rojo, Claudio y Cabral Carmen Soledad”, del 23/8/2005, La Ley
Córdoba, abril 2006, p. 396, porque “la norma cuestionada es una regresión al concepto superado del Derecho
Penal de autor”, siendo que en el Derecho Penal moderno la peligrosidad como característica subjetiva del
individuo hace tiempo que dejó de ser causa de punición o agravante; C3a Mendoza, sala 3, “Unidad fiscal
Discutida resulta desde la óptica del principio de
culpabilidad, la legitimidad del artículo 14 del Código Penal que prohíbe la concesión de la
Derecho Penal de autor porque no se castiga el acto del hombre, sino la vida del hombre,
pero esta postura no es aceptada en general por nuestros tribunales que consideran que el
libertad quien, pese haberla sufrido con anterioridad y de forma efectiva, vuelve a cometer
Maipú Luján, Fiscalía de Instrucción Nº15 c/Quinchalao Palma, Diego Braulio”, del 30/9/2008, La Ley Gran
Cuyo 2008, p. 1095, en el que, en síntesis, se entendió que la norma viola el principio de culpabilidad porque
el castigo se establece en función de los antecedentes del imputado y no por la gravedad del hecho cometido.
101
1. Cfr. CS, Fallos: 311:1451 (“L’Eveque, Ramón R.”, fallo del 16/8/1988); “Gómez Dávalos, Sinforniano
s/recurso de revisión”, del 16/10/1986 y “Gelabert, Rubén G.”, del 7/7/1987.
2. Toda la Cámara Nacional de Casación Penal sostenía la constitucionalidad del artículo 50 del Código Penal
(sala I, causa Nº 6634, “Bonfanti, Oscar Roberto s/casación”, reg. nro. 8635 del 23/3/2006; sala II, causa Nº
5379, “Magarzo, Walter”, reg. nro. 7423, del 14/3/2005); sala III, causa Nº 5106, “Salas, Gabriel Darío
s/casación”, reg. nro. 238.05, rta. el 5/4/2005) y la denegatoria de la libertad condicional en los casos de
reincidencia (sala I, causa Nº 4340, “Castro, Miguel Ángel s/casación”, reg. nro., 5470 del 11/11/2002; sala II,
causa Nº 6507, “Ferreira, Héctor Fabián s/casación”, reg. nro. 8714 del 9/6/2006; sala III, causa Nº 1066,
“Grimaldi”, reg. nro. 262 del 26/6/1997 y sala IV, causa Nº 295, “Borgo, Julio Fernando s/recurso de
casación”, reg. nro. 548 del 8/3/1996; causa Nº 242, “Montenegro, Oscar Ángel s/recurso de casación”, reg.
nro. 474 del 10/11/1995; causa Nº 1837, “Ortiz, Juan Carlos s/recurso de inconstitucionalidad”, reg. nro. 3047
del 11/12/2000; causa Nº 9025, “Virgilitto”, reg. nro. 10761 del 27/7/2008; causa Nº 1398, “Ramos, Silvio”,
del 3/9/2008; causa Nº 13.955, “Medina, Alfredo”, reg. nro. 15888.4 del 9/11/2011, entre otros). Entre otras
razones, los tribunales consideran que el mayor castigo no se encuentra en un juicio moral por una particular
conducción de vida sino, en lo que aquí interesa, que al momento de cometer el nuevo hecho ilícito el sujeto
no haya tenido en cuenta las graves consecuencias que una pena de prisión importa. De ahí entonces, se
fundamenta la necesidad de un mayor reproche en la nueva condena (artículo 14 del Código Penal).
3. Pero, en la actualidad, con nueva integración, la sala II de la Cámara de Casación, en mayoría, adopta otra
postura. Concretamente, el juez Alejandro W. Slokar considera que “la agravación de la pena o de sus
modalidades de ejecución en función de la declaración de reincidencia del artículo 50 del Código Penal, como
Así, por ejemplo, el juez David102 considera que “en torno a
que el sujeto mantiene una inclinación continua negadora del Derecho, porque no se
identifica con la reiteración delictiva ni con la habitualidad, incluso quedan excluidas del
supuesto de la reincidencia las conductas antijurídicas que merecieron penas distintas a las
privativas de la libertad, puesto que la norma en cuestión exige en todos los casos que se
trate de penas de tal naturaleza. En otras palabras, para ser consecuente con un reproche por
el modo de conducción de la vida del autor, el sistema jurídico tendría que tomar en cuenta
todos los puntos de conexión con la forma en que aquél se ha conducido, y ello no acontece
criminal del individuo, incluso un delincuente ocasional puede llegar a caer bajo la
así también la imposibilidad de obtener la libertad condicional prevista en el artículo 14 del mismo cuerpo
legal, deben ser consideradas inconstitucionales por su colisión con normas del magno texto (artículo 18) e
instrumentos internacionales incorporados a él (artículos 5º, 6º y 29 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos)” (véase,
ampliamente, su opinión, en el fallo “Rearte, Mauro”, del 21/12/2011) y la juez Ángela Ester Ledesma
entiende que “la reincidencia produce un agravamiento de la condena en violación al principio de culpabilidad
(artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional) y al ne bis in idem (artículos 14.7 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos)” (cfr. causa Nº 13.401, “Argañaraz, Pablo Ezequiel”, reg. nro. 19911 del
3/5/2012). Y cabe añadir que el mismo criterio adopta el fiscal general ante la Cámara, el Dr. Javier Augusto
De Luca, dictamen 6462, “Huemil, Pedro Alfredo”, en causa Nº 15.343 de la sala III del 7/12/2011.
4. Esta última postura la siguen ST Entre Ríos, sala de feria, “Basualdo, Rubén Darío s/legajo de ejecución de
penas s/apelación” del 22/2/2012, cita LA LEY online AR/JUR/1212/2012. Ver también, entre otros, ST
Entre Ríos, sala de feria, “Montalvo, Juan Ramón s/presentación”, del 13/7/2011, publicado en LLLitoral
(febrero) 2012, 50, cita LA LEY online AR/JUR/48507/2011 y CS Santa Fe, “R., M. A. s/ incidente de
libertad condicional –expte- 1859/10- s/ recurso de inconstitucionalidad concedido por la Cámara”, del
20/12/2011, voto de la Dra. Gastaldi, cita LA LEY online AR/JUR/89384/2011. Ver LLLitoral, año 16, Nº 4,
mayo 2012, ps. 399 y 413.
102
Cfr. su voto en CNCasación Penal, sala II, “Rearte, Mauro G.”, del 21/12/2011.
calificación de reincidente en la medida en que le sea reprochable su insensibilidad a la
amenaza penal, no obstante que conoce concretamente los padecimientos que la ejecución
hubiese participado en el delito (artículo 76 bis del Código Penal) han merecido la crítica
de la doctrina. Al respecto se ha dicho que la exclusión del instituto para los casos de
103
CS, Fallos: 308:1938.
104
García, Luis M., Reincidencia y punibilidad, p. 125/129, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1992.
105
De Rivacoba y Rivacoba, Manuel, Culpabilidad y penalidad en el Código Penal argentino, en Teorías
actuales en el Derecho Penal, ob. cit., p. 305.
106
Figueroa, Federico G. y Rabinovich, Oscar, Probation. Exclusión de los funcionarios públicos por delitos
cometidos en ejercicio de sus funciones, La Ley, año LVIII, nº 179, Buenos Aires, 1994 y Alagia, Alejandro,
3) Para dictarse una condena debe existir y probarse que
sentencia que condena a una persona sin requerir intervención personal a través de dolo o
culpa.
reproche sobre una persona necesariamente debe haberse probado su intervención personal
la responsabilidad por la simple lesión (los delitos calificados por el resultado que
Probation y pena de inhabilitación, en Cuadernos de Doctrina y jurisprudencia penal, Nº 7, año 3, p. 862, Ed.
Ad-Hoc, Buenos Aires, 1997.
107
Como vimos, cfr., ampliamente, Gimbernat Ordeig, Enrique, Delitos cualificados por el resultado y
causalidad, 1er. edición, 1966 y su reimpresión por Ed. Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1990
(véase, en especial, el capítulo VII, “Responsabilidad por el resultado”, p. 179). Mir Puig, Santiago, “El
versari in re illicita en el Código Penal español”, en Problemas fundamentales del Derecho Penal, p. 60, Ed.
Tecnos, Madrid, 1982 y Derecho Penal, ob. cit., p. 128 y sigtes; Zubaldía Espinar, José Miguel en
Fundamentos de Derecho Penal, 3ra. edición, p. 250, Ed. Tirant Lo Blanch, Valencia, 1993; Bacigalupo,
Enrique, Derecho Penal. Parte general, ob. cit., p. 161 y 170; Arroyo Zapatero, Luis, El principio de
culpabilidad y sus plasmaciones. Reflexiones y propuestas para la constitución de una normativa europea, p.
5, Revista Penal, Salamanca, 1999 y, entre nosotros, Zaffaroni, Eugenio R.; Alagia, Alejandro y Slokar,
Alejandro, Derecho Penal. Parte general, ob. cit., p. 120, quienes sostienen que “por el principio de
lesión (resultado externo) si el autor no quiso esa lesión (dolo)108 o no actuó con
imprudencia (culpa). Si el agente obró con el cuidado debido y exigible no puede ser
incriminado.
ilicitud del acto y pudo dirigir sus acciones “en el momento del hecho” (artículo 34 inciso
1º del Código Penal). Para el Derecho Penal es irrelevante si resultó incapaz antes o
después. Por excepción, la actio libera in causa (alic) es la situación en que una persona
responsabilidad penal, pero en estos casos él mismo provocó dolosa o imprudentemente ese
estado defectuoso. Los casos de alic son aquellos en que el autor realiza un
cuando ha perdido capacidad de acción109, es decir que el sujeto provoca en forma dolosa o
doctrina de la actio libera in causa se fundamenta y estructura por distintas vías, según que
culpabilidad no puede reducirse la persona a un objeto causante”; Yacobucci, Guillermo J., El sentido de los
principios penales, ob. cit., p. 319, y Rusconi, Maximiliano, Derecho Penal. Parte general, ob. cit., p. 59.
108
En ejemplos, los casos de aborto homicida, los diferentes tipos de lesiones, el robo con homicidio, el
homicidio preterintencional, etc.
109
Jescheck, Hans Heinrich, Tratado de Derecho Penal, ob. cit., p. 403.
(Tatbestandsmodell o modelo injusto atípico), en la lesión posterior (Ausnahmemodell o
relevante).
haya arribado a esa situación en forma “involuntaria”; sólo responderá por imprudencia (no
por dolo) si fue “voluntaria” y por una conducta dolosa si fue “voluntaria preordenada”
vez involuntaria o accidental110. Si ello no ocurre, el que bebe más de lo que debe responde
de los actos que realiza por falta de dominio de sus facultades 111; pudiendo computarse la
ebriedad “habitual” (alcoholismo crónico) el Alto Tribunal suele afirmar que no excluye la
imputabilidad porque no puede ser admitida como involuntaria112, pero otros tribunales han
110
CS, Fallos: 217:1018; fallo 29.436, LA LEY, t. 62, p. 55 y t. 219, p. 384.
111
CS, Fallos: 214:631; LA LEY, t. 7, p. 768, fallo 3121.
112
CS, Fallos: 211:340; JA, t. 40.
La Cámara Criminal de la Capital ha tomado partido desde la
sanción del Código en vigencia, interpretando, salvo contadas excepciones, que la eximente
del artículo 34 sólo rige en los casos de inconsciencia producida por la ebriedad cuando es
crónico, en que la imputabilidad del agente puede estar excluida si se halla en alguna de las
situaciones previstas en la última parte del inciso 1º, párrafo 1°, artículo 34 del Código
mandato de la citada norma que se inspira en el principio de las actiones liberae in causa;
no obstante ello, y según las probanzas de cada caso, el agente puede no ser culpable por el
delito cometido en dicho estado, o serlo, a título de dolo o de culpa, si las respectivas
comprende la criminalidad del acto ni puede dirigir sus acciones (carece de culpabilidad);
113
Así lo decía en un fallo publicado en JA, 63-1082 (LA LEY, 12-33, fallo 5721), y en los casos “Mercado”,
del 24/10/1941; “Moore”, del 8/11/1940; “Fillonel”, del 16/6/1946; “Cruz”, del 23/12/1947 y “Rotar”, del
8/7/1947.
del versari ir re illicita; se sanciona sin dolo o culpa o la sola personalidad perturbadora y
inconsciente.
“cuasidelito”, que no puede tener como consecuencia una pena pura, sino sólo una aparente
“lección” educativa y que en caso de no tener sentido una educación para la observancia, el
114
1. Sobre la actio libera in causa, en la doctrina, cfr. Ujala Joshi Jubert, La doctrina de la actio libera in
causa en Derecho Penal, Barcelona, 1992. Díaz Pita, María del Mar, Actio libera in causa, culpabilidad y
Estado de Derecho, Tirant Monografías, Ed. Tirant Lo Blanch, Valencia, 2002 y Alcacer Guirao, Rafael,
Actio libera in causa dolosa e imprudente. La estructura temporal de la responsabilidad penal, Ed. Atelier,
Barcelona, 2004 y otros.
sólo a aquellos casos en que “el autor infringe dolosamente determinados deberes
al deber”.
118
Exner, Franz, Fahlässiges Zusammen Wirken, Ed. August Hegler, Festgabe für Reinhard von Frank sum
70 –libro homenaje a Frank– Gelurts tag, Beiträge zur Strafre Chtswissenschaft, t. I, Tubingen, 1930.
119
Wölter, Jürgen, Objektive und personale Zurechnung bon Verhalten, Gefahr und Verletzung in eimen fun
Ktionalen Straftatsystem, Berlín, 1981, y en sus trabajos posteriores sobre imputación objetiva en Derecho
Penal, en especial, en la omisión, realizados con Enrique Gimbernat Ordeig y Bernd Schünemann, traducidos
por Silvina Bacigalupo en 1994 y 1995, aunque merece destacarse, sin abordar concretamente el tema, su
análisis formulado en Problemas jurídicos político-criminales y jurídico-constitucionales de un sistema de
Derecho Penal, publicado en Política Criminal y Nuevo Derecho Penal, el libro homenaje a Claus Roxin,
realizado en Barcelona, coordinado por Jesús María Silva Sánchez, ps. 101/112, Ed. Bosch, Madrid, 1997,
fundado en un estudio anterior realizado con Santiago Mir Puig en el homenaje a Roxin realizado por la
Universidad de Coimbra en 1995, que fue coordinado en ese entonces por los profesores Bernd Schüneman y
Figueiro Días.
120
Lekschas, John, en sus trabajos Uber die Strafwürdigkeit des Fahrlässigkeitsverbrechens, es decir Sobre el
castigo de los delitos de imprudencia, 1958, ps. 20 y sigtes.; junto a Wolfgang Loose y a Joachim Renneberg
en Verantwortung und Schuld im neuen Strafgesetzbuch, 1964, p. 119 y en su Zu einigen Fragüen der
Neuregelung der Schuld, en la revista Neue Justiz, 1960, p. 505, entre otros.
Por otro lado, en la República Federal Alemana, Paul
libertad, debe limitarse a aquella negación de la validez del derecho que radica en la
consciente contradecisión del sujeto constituido por las normas. De lo contrario, afirma, el
insignificante porque ésta sólo presenta un escaso contenido de desvalor ético y representa
121
Bockelmann, Paul, Verkehrsstrafrechtliche Aufsätze und Vorträge, 1967, p. 213.
122
Kaufmann, Arthur, Das Unrechtscbewutsein in der Schuldlehre des Strafrechts, 1949, ps. 98 y sigtes.,
ídem. Das Schuldprinzip, 2. Aufl., 1976, ps. 162 y sigtes.; Schuld und Prävention, Festschrift für
Wassermann, 1985, p. 895; Unzelige mäe Gedanken zum Schuldgrundsatz im Strafrecht, en la revista
Juristis de Ausbiloung, 1986, ps. 231 y sigtes.
123
Köhler, Michael, Strafrecht, p. 178, Allgemeiner Teil, 1997.
124
Respecto a su crítica (sobre la base del merecimiento de la pena), la evolución y el desarrollo de la
discusión, ampliamente, ver Günter Jerouschek y Jena Arnd Koch en Sobre la punición de la imprudencia
inconsciente (traducción de Gustavo Eduardo Aboso, en la Revista de Derecho Penal, 2002-2, “Delitos
Culposos II”, de Rubinzal-Culzoni Editores) y las obras de Hans Heinrich Jescheck, Friederich Christian
Schoeder y Maurach/Gössel.
Por lo demás, como hemos dicho, no es admisible aplicar los
culposa) o agravarse las penas por el resultado o por meros incumplimientos de deber (así,
por ejemplo, en los casos de delitos de tenencia u omisiones de deberes formales en materia
antijurídico que resulte inimputable o cuando actuó bajo una causa de exculpación que
excluya la culpabilidad.
125
Éste es el criterio propiciado por el juez de la Corte Petracchi con relación a los delitos de omisión desde
que señaló que sólo es punible el garante que cuente con la posibilidad de cumplir con la conducta debida
(CS, Fallos: 320:2271).
126
CS, Fallos 312:149; 312:447; 316:1318 y 319:1524 y, en la doctrina, por ejemplo, Yacobucci, Guillermo
J., El sentido de los principios penales, ob. cit., p. 323.
127
Bacigalupo, Enrique, Derecho Penal. Parte general, ob. cit., p. 151.
La pena debe ser proporcionada a la gravedad de la
se inició con la Scuola Positiva italiana según la cual las medidas de seguridad constituirían
una alternativa preferible a la pena. Desde su aparición, y a lo largo del siglo XX, las
5. Conclusiones
128
Mir Puig, Santiago, Derecho Penal, ob. cit., p. 128 y sgtes., y doctrina de la Corte citada en el caso
“Gramajo” antes analizado.
4. En consecuencia, este principio no puede soslayarse nunca
y debe a toda costa defenderse de los permanentes ataques que sufre de postulados