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OBRAS DEL MISMO AUTOR

Antropología Metafísica
La bio-energía
Cuentos verídicos extrasensoriales
Argentinia y otros poemas metafísicos
Los Comechingones
Combate de la Tablada
El caballo criollo en la tradición argentina
La antigua provincia de Ansenusa
Cuentos de la Tierra
La epopeya Hernandiana
El hombre y la sociedad
La crisis social norteamericana
Sociología de la educación
La sociedad organizada
La Gran Mentira sobre los Mapuches
Etnografía colonial rioplatense
Manual de sociología
Sociología criminal
Sociología del derecho
Tratado de sociología
Antropología social y cultural
Las Entradas Polares
El futuro del planeta Tierra
Geopolítica argentina
El proceso mental en las armas primitivas
Rosas y su Obra
Folklore de los actos religiosos
Cancionero popular de Córdoba
3

EL
VALLE
DE LOS
ESPÍRITUS
4

EL
VALLE

20 DIBUJOS
10 MAPAS
5

Dr. GUILLERMO ALFREDO TERRERA

DE LOS
ESPÍRITUS

LAS LUCES CÓSMICAS


Y LA CIUDAD DE ERKS
6

INDICE
7

Escuela Hermética Primordial de las Antípodas 11


Introducción 13
Cap. I LOS INDOARIOS Y LAS ENTRA-
DAS A AMERICA 16
Dispersión de los Indoarios en
Asia y Europa. Entradas a Albania,
Tierra Blanca, Hvetranmanaland
o América desde el Asia y Europa.
Nave druida, templaria o vikinga.

“ II LA EDAD MEGALÍTICA 25
Construcciones megalíticas.
Dólmenes, Menhires, Túmulos,
Pircas y Mojones.

“ III EL PALEOLITICO, EL NEOLITICO
Y LA EDAD DE LOS METALES 33
El Neolítico. Edad de los metales.
Objetos de piedra en uso en las
sierras de Viarava y Charava.

Cap. IV CIVILIZACIONES PERDIDAS 43
Civilizaciones mitológicas.
Civilizaciones metafísicas
desaparecidas. Civilizaciones
reales. Túneles y subterráneos
metafísicos. Continente Lemurio.

“ V LOS COMECHINGONES 59
Los primitivos pobladores.
Costumbres y vestimentas.
Agricultura y alimentación.
Pucaráes y viviendas. Armas
y otros trabajos. El culto a
8

los muertos. Arte rupestre


y petroglifos. El Sol de los
comechingones. El rito
Solar. Creencias ancestrales.
Organización político-social. La
música y el idioma. Ubicación
geográfica en el territorio de
la Provincia de Córdoba, de los
comechingones y de sus vecinos
los sanavirones, pampas,
ranqueles y pehuenches.

“ VI LA CIUDAD SUBTERRANEA DE
ERKS 84

Cap. VII LOS TRES ESPEJOS 90
Los Tres Espejos de Erks. Los Tres
Espejos de Erks y las entidades
cósmicas. El movimiento cósmico
del laboratorio espacial.
El templo de la esfera y los tres
espejos, según la metafísica.

“ VIII LAS LUCES DEL ESPACIO 100



“ IX LOS MANTRAS SAGRADOS 103
Guatuma. Entrega. Sacerdote
del Cosmos.

“ X EL IDIOMA COSMICO 115



“ XI LA CIENCIA Y LA CREENCIA
POPULAR 122
Esquema explicativo de una de
9

las hipótesis científicas sobre las


luces o entidades cósmicas del
cerro Uritorco.

Cap. XII DISTANCIAS DE ASIA A


AMERCIA VIA OCEANO PACIFICO 133

“ XIII DISTANCIAS DE EUROPA A AMERICA


VIA OCEANO ATLÁNTICO 138

“ XIV LAS FECHAS CIERTAS DE LOS


YACIMIENTOS FOSILES 142
Edad de los yacimientos fósiles
humanos de América.

BIBLIOGRAFIA 146

INDICE DE MAPAS
Dispersión de los Indoarios en Asia y Europa 19

Entradas a Albania, Tierra Blanca, Hvetranmanaland


o América desde el Asia y Europa. 20

Civilizaciones mitológicas 46

Civilizaciones metafísicas desaparecidas 47

Civilizaciones reales 52

Túneles y subterráneos metafísicos 53

Continente Lemurio 56

Ubicación geográfica en el territorio de la Provincia


10

de Córdoba de los comechingones y de sus vecinos


los sanavirones, pampas, ranqueles y pehuenches
82
Distancias de Asia a América vía Océano Pacífico
134
Distancias de Europa a América vía Océano
Atlántico 139

INDICE DE DIBUJOS

Nave druida, templaria o vikinga 21

Construcciones megalíticas. Dólmenes y menhires


30
Construcciones megalíticas. Túmulos, pircas y
mojones. 31

Objetos de piedra de uso en las sierras de Viarava


y Charava 40

El Sol de los comechingones 71

Los Tres espejos de Erks 96

Los tres espejos de Erks y las entidades cósmicas


97
El movimiento cósmico del laboratorio espacial
98
El templo de la esfera y los tres espejos (según la
metafísica) 99

Esquema explicativo de una de las hipótesis


científicas sobre las luces o entidades cósmicas del
cerro Uritorco 129
11

ESCUELA HERMÉTICA PRIMORDIAL


DE LAS ANTÍPODAS

Se halla dedicada al atesoramiento y a la difusión de


la antigua sabiduría humana.

Hace 12.000 años fueron llamadas Herméticas, por


ser exclusivas y cerradas. Tan sólo estaban abiertas
para aquellos que deseaban mutar su inteligencia y
transformarse, así, en mentes superiores.

Primordiales por ser, precisamente, las Primeras


Escuelas del Conocimiento.

Y, de las Antípodas, porque al ser fundada una escuela


o actuar en un punto determinado de la Tierra, debía
fundarse otra en su antípoda, justo en dirección
diametralmente opuesta, ya sea norte-sur o este-
oeste.
12
13

INTRODUCCIÓN

Los pueblos ándidos de Sudamérica, desde el Río Grande


de México hasta Tierra del Fuego, en la Argentina,
fueron creyentes y transmisores de hermosas
leyendas espirituales en las que mencionaban ciudades
mitológicas, túneles secretos, cerros sagrados y valles
o quebradas que ellos denominaban, alternativamente:
Valles de los Espíritus o Valles del Silencio.

No era de extrañar que los ándidos – cuya dispersión


por el antiguo Continente Blanco tuvo lugar en ambos
lados de la Cordillera de los Andes, a través de cerros,
valles o quebradas - tuvieran como base mitológica
todo lo relativo a una geografía de sierra o elevadas
montañas, dadas las características de esa norme
región sudamericana.

Los viejos pueblos indígenas americanos de origen


proto-ario asiático, tuvieron una base étnica común y
procedían del Asia Central. Sus costumbres, ceremonias,
creencias, cultura, etc., provenían de una concepción
monista difundida por toda la región andina, con sus
posteriores y naturales transformaciones culturales
pero que, en esencia, respondían a idénticos patrones
de creación formal y material.

Las mismas lenguas de estos pueblos protoarios


asiáticos – luego americanizados- tuvieron origen en
el sánscrito y fueron, más tarde, particularizadas en las
expresiones idiomáticas de mayor antigüedad como el
tibetano y el parsí, en las regiones asiáticas de la India,
Pamir o el Tibet. Luego en el Continente Blanco, desde
México hasta la Argentina, una lengua única fue, quizás,
el basamento común de sus pueblos, diversificándose
más tarde en otras expresiones lingüísticas como el
cacán, el aimará y el quichua.
14

El grupo etnocultural ándido abarcó desde los aztecas


hasta los navas, mayas, chibchas, incas, diaguitas,
calchaquíes, comechingones, huarpes, sanavirones,
juríes, tonocotés, pampas, araucanos y tehuelches,
además de onas, yaganes y alacalufos de Tierra del
Fuego. Todos fueron pobladores de sierras, valles y
quebradas, salvo los pampas de las llanura meridionales
de Sudamérica, que también habitaron en las sierras de
Tandil, Pillahuincó y la Ventana y tuvieron, igual que los
demás ándidos, sus cerros sagrados como el Casuati o
de las Animas, con sus blancas luces cósmicas, en los
Valles de los Espíritus.

Este conocimiento introductorio sobre los orígenes de


los pueblos indígenas americanos y de sus posteriores
desplazamientos por el continente, era imprescindible
para ubicar sus culturas y, dentro de éstas, valorar
sus costumbres, ceremonias, creencias, supersticiones
y mitologías que, en estos grupos humanos tuvieron
tanta belleza y espiritualidad.

Recuerdo que siendo niño, solía escuchar entre los


descendientes de los antiguos aborígenes, los mestizos,
y aun entre los mismos hijos o nietos de europeos que
habitaban en el interior de la Argentina, cuentos y
leyendas provenientes de lejanos tiempos. En ellos se
hablaba de las grandes luces que brotando de profundas
quebradas o de escarpados cerros, viajaban silenciosas
por encima de las sierras, esparciendo por los campos
una misteriosa claridad.

En ese tiempo –la década del treinta- y antes de mis


lecturas sobre etnografía, etnología o folklore, tales
parajes o quebradas recibían el sugestivo nombre de
Valle de los Espíritus, o se hacía mención de mitológicas
ciudades secretas y subterráneas que los hombres
buscaban afanosamente sin poder hallar sus entradas.
15

Para el conocimiento popular, las luces de diferentes


tamaños que surcaban el espacio sobrevolando cerros
y hondonadas, eran los espíritus de los antiguos
indígenas allí enterrados que, por la noche vagaban
luminosos posándose en las laderas de los cerros, para
alegrar sus antiguos y silenciosos lares.

Guillermo Alfredo Terrera


16

Capítulo I

LOS INDOARIOS
Y LAS ENTRADAS
A AMÉRICA

Desde hace 15.000 a 12.000 años antes de nuestra


era, existe en la amplia región comprendida por el río
Indo, las planicies subyacentes, las altas cadenas de
montañas y la meseta de Pamir, un grupo humano de
características relevantes –los arios- cuyo nombre en
lengua sánscrita significaba literalmente “noble”.

Tal denominación estaba motivada por las condiciones


psicofísicas de dichas tribus compuestas, en su mayoría,
por individuos altos, delgados, de tez blanca y cabellos
sedosos, dotados de gran inteligencia. Esa era en
realidad, la nobleza a la que se referían los antiguos
vecinos de aquella estirpe de arios asiáticos.

Este numeroso grupo humano, en determinado


momento de su historia, comienza a desplazarse en
grandes oleadas inmigratorias hacia otras áreas del
continente asiático y, en tales circunstancias integra
una poderosa inmigración protoaria asiática que ocupa
territorios de la actual China, Camboya, Laos, Vietnam
y Japón, etc.

En el transcurso de dichas migraciones, estos pueblos


llegan a cruzar el estrecho de Bering y se internan
lenta, pero persistentemente, en el antiguo Continente
Blanco, conocido actualmente como América. Esto
sucedió hace miles de años, durante los cuales estos
protoarios asiáticos se desplazaron de norte a sur,
17

mientras nuevas oleadas de inmigrantes presionaban


a los que bajaban en busca de nuevos territorios y
mejores climas.

Al cabo de 3.000 años, dichas migraciones poblaron


estas regiones, desde Alaska hasta Tierra del Fuego,
ya sea guiándose por la espina dorsal de los Andes en
las proximidades del océano Pacífico, o por la costa
atlántica, inmigración que se detiene en el río Salado
de la provincia de Buenos Aires, en la actual Argentina.

Los protoarios asiáticos son, en definitiva, representantes


del grupo humano denominado indoario, pues provienen
de la misma etnía y territorio que las migraciones que
se vuelcan desde el río Indo hasta Medio Oriente, norte
de África, las estepas rusas y el resto de Eurasia.

En América, las tribus de protoarios se dividen en


ándidos y en caribes o amazónicos, según las rutas
seguidas por ellos en el lento y permanente poblamiento
de estas extensas y desoladas regiones. Son evidentes
las mismas características raciales y culturales, tanto
en los pobladores de Europa, del norte africano y de
Medio Oriente, como en aquellos que, por el estrecho
de Bering, penetran en el antiguo Continente Blanco
durante los milenios decimoquinto y decimosexto.

Los comechingones surgen en las sierras de Charava


y Viarava como consecuencia de esos asentamientos
primitivos, de la misma manera que sus vecinos
sanavirones, pampas, ranqueles, pehuenches y
otras parcialidades, tienen sus ancestrales habitat en
regiones cercanas a las actuales sierras Chica y Grande
de la orografía cordobesa.

Si los barbados serranos adoran al Sol y lo consideran


el Padre de la vida y la fecundidad – levantando
18

templos y otras construcciones dedicadas al culto solar


y a entidades cósmicas que los protegen, a las que
profesan total devoción- es precisamente, porque la
cultura de los comechingones proviene de los viejos
ritos del solsticio de los protoarios y los indoarios, que
han fructificado en todos los pueblos aborígenes de
América.

Las tribus europeas tienen idéntico origen etno-


cultural. Nos referimos a los druidas, los celtas, los
normandos, los vikingos o los templarios, que llegan
en diferentes épocas al Continente Blanco. Los mismos
fenicios, griegos o romanos, son estirpes provenientes
de una misma raza y de similares pronunciamientos
culturales.

Las incursiones a América que realizan los protoarios


asiáticos y las que efectúan miles de años después los
indoeuropeos, son reales y ciertas. Sus yacimientos,
sus testimonios, se encuentran diseminados por todas
partes en el Continente Blanco, la Hvetranmanaland,
como lo denominaron en su lengua los navegantes del
centro y norte europeo.

El propio Parsifal, según la leyenda, armó una pequeña


nave en la que trajo el Santo Grial y la Cruz de los
templarios para depositarlos junto al Bastón de Mando
en las cercanías del Sagrado Cerro Uritorco, con el
fin de completar una obra espiritual y metafísica de
hermandad entre los hombres y de regeneramiento de
la humanidad, para lograr, así, la transmutación de los
pasus u hombres animales al intelecto superior. De allí
la importancia de esta similitud etnocultural, lograda a
través de milenios entre todos los pueblos del planeta
Tierra, poco comentada por la realidad histórica actual.
19

DISPERSION DE LOS INDOARIOS


POR ASIA Y EUROPA

A partir del décimo milenio, los indoarios se desplazaron


por Europa, Asia y el norte de África, sobre el
Mediterráneo.

Los denominados protoarios asiáticos pueblan desde


hace 20.000 años el este, sudeste y noreste asiáticos
y de allí pasarán posteriormente al Continente Blanco
o América.

Los druidas, celtas, normandos y vikingos llegarán


al Continente Blanco hasta el año 1000 d.C.,
aproximadamente.
Los fenicios, cartagineses, griegos y romanos navegan
por América entre los 5.000 y los 2.000 años a.C.
dejando testimonios irrefutables de su paso.
20

Cristóbal Colón –el maestro hermético que en 1492,


hace quinientos años, llegaba a América- ya conocía en
su condición de iluminado, todos los pormenores de la
navegación a Albania.

ENTRADAS A ALBANIA, TIERRA BLANCA,


HVETRANMANALAND O AMERICA,
DESDE ASIA Y EUROPA

1.- Ciudad de los Césares AB. China Central


2.- Thule C. Sudeste asiático
3.- Thule invertida 1’. Druidas
4.- Mont Segur 2’. Celtas
5.- Mont Salvage 3’. Templarios, normandos
6.- Asgard 4’. Vikingos
7.- Tula 5’. Españoles
8.- Shamballa 6’. Romanos, griegos
9.- Agharti 7’. Fenicios, cartagineses
21

10.- Papetee
11.- Siamballaya

Desde el vigésimo milenio antes de nuestra era, hasta


el año 1492, con Cristóbal Colón.

NAVE DRUIDA, TEMPLARIA O VIKINGA.

Las naves empleadas por diferentes pueblos de la


antigüedad en sus periplos a lejanas latitudes, eran
pequeñas y rústicamente construidas. Su largo o eslora
alcanzaba los 14 mts y su ancho o manga era de 3,50
mts aproximadamente. La tripulación no excedía las
veinte o veinticinco personas con sus armas, ropas,
22

agua y una rigurosa ración de alimentos. Esta última


era renovada según las alternativas de la navegación:
las diferentes costas o playas a las cuales arribaban,
durante el descanso, el aprovisionamiento, la fundación
de fuertes o factorías o durante la espera de tiempo
favorable ante las borrascas y los fuertes vientos
oceánicos.

Debido a la falta de espacio en el interior de los veleros,


los navegantes aseguraban sus escudos metálicos a los
costados del navío, proporcionándole al mismo tiempo,
mayor protección y seguridad. La vela empleada era
de forma cuadrangular, con el tótem o la cruz gamada
que los distinguía de otros exploradores. Este único
velamen era de distintos colores, con rayas verticales;
en la cima del palo mayor ondeaba la bandera negra o
roja con el símbolo del rayo en color dorado.

A esta vela de distintos colores se la podía divisar


a gran distancia, brillando bajo el sol en alta mar,
gracias a lo cual los navegantes podían reconocerse
y seguirse unos a otros. Los escudos, en la borda de
las naves, reflejaban los rayos del sol en sus bruñidas
superficies metálicas, siendo por esto visibles a gran
distancia. Esta característica de las naves druidas,
celtas, templarias o vikingas, con su vela de distintos
colores, su bandera brillando con el dios solar y los
resplandecientes escudos, ofrecían en cierta manera
–balanceándose sobre las olas del mar verdoso o
azulado- el aspecto de naves extrañas y mágicas que
sugerían a muchos pobladores del antiguo Continente
Blanco, naves voladoras o de fuego que les enviaba el
Padre Sol, desde las alturas infinitas del Cosmos.

Tales eran las creencias y supersticiones que se


apoderaban de los habitantes de las tierras americanas,
ya se tratara de sus reyes, príncipes o del propio
23

pueblo. Consideremos también, a esos navegantes


cubiertos con armaduras de bronce y hierro, con sus
cascos cornamentados o de grandes crineras teñidas,
sus barbas rubias o coloradas y sus ojos claros, para
imaginar las primeras impresiones que recibían los
pobladores americanos de tales personajes, llegados
en bajeles de fuego allende ese mar sin límites.

Las naves primitivas llevaban en sus proas un mascarón,


o gran figura, construida en la misma madera del
velero. Comúnmente representaba a un ser monstruoso
o aterrador, dispuesto a devorar a los enemigos o
impresionar a los seres del océano poblado, según la
mitología de esos tiempos, por enormes serpientes,
grandes animales de variada forma o gigantes de
la profundidad, que destruían las embarcaciones y
se alimentaban con los cuerpos de los infortunados
navegantes.

En el mar habitaban las sirenas, mitad mujer y mitad


pez que, sin ser terroríficas como otras criaturas
oceánicas, seducían a los argonautas con sus cantos
de amor y misterio, haciéndoles abandonar las naves
y llevándoselos con ellas a ciudades encantadas y
maravillosas. Para evitar esa seducción amorosa,
los tripulantes debían taparse los oídos con cera o
lana, porque las sirenas constituían un poder real o
un peligro para la navegación, casi mitológica, de los
pueblos antiguos.

En las horas de densa neblina, los viajeros del mar


hacían sonar grandes cuernos de búfalo o bisonte
convertidos en extrañas cornetas, con las cuales
marcaban su rumbo, revelando su presencia mediante
el sonido prolongado y grave de tales aerófonos. Era
costumbre en estas naves, el empleo de remos para
su desplazamiento cuando el viento no inflaba su única
24

vela, o cuando debían avanzar con una velocidad mayor


que la acostumbrada.

Las naves empleadas por los fenicios, los griegos o


los romanos, eran de características parecidas a las
de las embarcaciones druidas, celtas o vikingas. Se
diferenciaban de algunos veleros del mar Mediterráneo,
en que éstos empleaban dos o tres filas verticales de
remos, por lo cual recibían el nombre de birremes o
trirremes, según el número de marineros o de esclavos
que los empuñaban.

Estos grandes navíos mediterráneos pertenecían


a naciones organizadas como verdaderos estados,
mientras que las naves nórdicas o europeas atlánticas
pertenecían a audaces navegantes consolidados en
tribus o clanes, llevados por su afán de conocimientos
como los atlánticos, fueron navegantes metafísicos,
herméticos y mágicos.
25

Capítulo II

LA EDAD MEGALÍTICA

El nombre de este período de la protohistoria del


hombre, proviene de la voz griega “megas” o “megarón”,
que significa grande y de “lithos”, piedra. Esto indica
claramente que se trata de la edad o el tiempo de las
grandes construcciones realizadas por los hombres,
empleando bloques de piedra de distintos tamaños y
proporciones.

El período megalítico presenta la característica


definitoria de que la piedra utilizada no es objeto de
ningún trabajo ejecutado por la mente o las manos
del hombre. Este sólo levanta bloques, los acomoda
y les da forma, dentro de lo posible, aprovechando
las peculiaridades que la piedra ofrece. Por lo tanto,
la técnica utilizada sólo le permitía mover las rocas y
acomodarlas en determinado orden, concordante con
sus pensamientos, creencias o convicciones.

De esta manera, los seres humanos levantan


monumentos primitivos que reciben distintas
denominaciones: “stonehenges”, “dólmenes”, “túmulos”
y “menhires”. Todas estas construcciones líticas tienen
un sentido mágico y metafísico. Cada monumento
era erigido siguiendo un determinado orden y tenía un
significado que le era propio.

Estas construcciones megalíticas o de piedra sin labrar,


son notables por su tamaño y se erigieron hace miles
de años, antes de que los hombres trabajaran la piedra
con las técnicas propias de las culturas del Paleolítico o
del Neolítico. Se calcula que muchos de estos trabajos
megalíticos, datan de 10.000 años atrás y que en
26

determinadas civilizaciones llegaron hasta los 3.000


años a.C.

La concepción megalítica tuvo su área de dispersión


en Asia, Europa y América. En algunas regiones cobró
mayor significación que en otras, como en el caso de
Cornuailles y Gales, en Inglaterra. En Irlanda y Escocia se
levantaron centenares de estos monumentos que, aún,
pueden ser admirados por el hombre contemporáneo.

Su difusión llegó hasta los países nórdicos como


Suecia, Noruega y Dinamarca y en la actual Alemania,
pueden contemplarse hasta en las márgenes del río
Oder. También se encuentran en Portugal y en Galicia,
Extremadura y Andalucía, España.

No es de extrañar la gran dispersión megalítica en


Europa, ya que sus grandes constructores fueron los
celtas y los druidas, quienes levantaron en todo el
continente estas manifestaciones líticas de contenido
mágico y metafísico. En Francia se encontraron más de
cinco mil dólmenes y un elevado número de menhires,
stonehenges y túmulos. Esto nos da una idea acerca
de la importancia que tuvo el período megalítico en la
cultura de los pueblos primitivos.

Los dólmenes eran tumbas generales de clanes familiares


o de tribus enteras; también se cree que consistían en
mesas de enorme tamaño en las que comía una raza
de gigantes que habitaba en esas regiones. De allí
proviene su denominación de dolmen, que en lengua
gaélica –un derivado lingüístico del sánscrito- significa
“mesa de piedra”, de las voces “dol”, mesa y “men”,
piedra.

Estos monumentos consistían en dos piedras verticales


y una horizontal que atravesaba o coronaba la parte
27

superior de aquéllas. Dado el tamaño de estos


monumentos, se piensa que los antiguos druidas y
celtas las construían con el fin de que esos mitológicos
gigantes –que tal vez fueron akukeris, ymires, cíclopes
o hiperbóreos- las utilizaban en sus grandes banquetes
o comidas diarias.

El término gaélico menhir significaba “piedra larga”, de


las voces “men”, piedra e “hir”, larga, aunque algunos
estiman que equivalía a “aguja de piedra”. Es evidente
que, en ambos casos, se trata de interpretaciones
coincidentes.

Esta piedra de forma alargada o de aguja, tenía su


parte inferior profundamente clavada en la tierra y su
estructura superior, se elevaba verticalmente tres o
cuatro metros. Los menhires tenían una connotación
mágica y metafísica, lo mismo que los dólmenes o los
túmulos, aunque su significado era distinto, por cuanto
el menhir actuaba como un catalizador de energías
telúricas y cósmicas, ya que una parte de su cuerpo
estaba enterrada en el suelo con el objeto de captar,
por un lado, las fuerzas de la profundidad terrestre y
conectarlas con el cosmos y por el otro, tomar la energía
proveniente del espacio e introducirla en la Tierra.

Los menhires eran verdaderas antenas de recepción y


transmisión de fuerzas. Los pueblos de la antigüedad
los ubicaban en áreas geográficas determinadas,
donde por medio de videncias, mensajes cósmicos
o astrales, o por conocimiento directo, descubrían la
existencia de capas freáticas, de rocas magnéticas
de alta radiactividad o de otras energías telúricas
como, asimismo, la de fuerzas cósmicas provenientes
del espacio exterior. Es por esto, que el hombre
protohistórico levantaba menhires con el objeto de
aprovechar dichas energías en su propio beneficio, en
28

el de su tribu y para el mejoramiento de las condiciones


del lugar donde habitaban.

Los túmulos fueron simples amontonamientos de rocas


que, en determinados lugares, los hombres levantaban
animados por un fin mágico o esotérico. Estas
piedras amontonadas en un orden preestablecido,
simbolizaban ofrendas a los dioses o eran monumentos
para conmemorar acontecimientos de clanes o tribus.
Otros túmulos tenían también por finalidad, preservar
un enterratorio individual o colectivo e indicaba a los
viajeros, y a los mismos miembros de la tribu, que
dicho lugar era sagrado e inviolable, y que quien lo
profanara sería castigado por los dioses.

Todas estas construcciones megalíticas son propias del


conocimiento mágico, hermético y metafísico de los
pueblos de origen indoario, lo que posibilitó su difusión
por diferentes lugares de la Tierra. En la República
Argentina, todas las tribus aborígenes que poblaron su
extenso territorio, conocieron el significado de menhires
y túmulos y los erigieron con la misma finalidad mágica
y metafísica que los asiáticos o europeos.

En las provincias de La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy


existieron infinidad de estas construcciones megalíticas
y, en menor escala, se encontraron en Tucumán,
Mendoza, Neuquén y otras regiones del país. Sin
embargo, pareciera que en la Argentina no se les dio
el importantísimo valor cultural, mágico y metafísico
que dichas construcciones megalíticas tuvieron en el
pasado.
Muchos de estos menhires y túmulos desaparecieron, o
en su defecto, se los arrancó de sus especiales lugares
de erección y con total ignorancia, se los amontonó con
fines turísticos en algún lugar de la geografía argentina
que no vale la pena recordar.
29

En el área del Sagrado Cerro Uritorco, existió un menhir


que fuera levantado por los comechingones hace varios
miles de años. También, con esta magnifica obra de la
cultura y la creencia ancestral de los serranos barbados,
se perpetró un acto irracional e increíble. En la década
del veinte, ese menhir que condensaba las vibraciones
electromagnéticas en torno del cerro Uritorco, fue
destruido por los lugareños, quienes siguiendo los
consejos de algún fanático inquisidor, cometieron tan
incalificable atentado.

Según testimonios orales y escritos de la época, el


menhir de los comechingones fue sacado del lugar,
pues atraía la mala suerte y provocaba inconvenientes
a los pobladores del lugar. Era, según los comentarios,
un testimonio de la idolatría pagana de otros pueblos.

Por el contrario, los dólmenes, menhires, túmulos y


stonehenges, tanto en Bretaña como en Irlanda, India,
China, México, Egipto, Japón, España, Noruega, etc.,
se mantienen en sus emplazamientos originales,
custodiados por la cultura y el respeto de sus habitantes
que comprenden el mensaje milenario y metafísico que
les llega de los tiempos megalíticos.
30

CONSTRUCCIONES MEGALÍTICAS
Dólmenes y menhires

Dolmen o mesa de piedra


31

Menhir o piedra larga


( es una antena receptora y transmisora )
32

CONSTRUCCIONES MEGALÍTICAS
Túmulos, pircas y mojones
33

Capítulo III

EL PALEOLíTICO,
EL NEOLÍTICO Y LA EDAD
DE LOS METALES

Cuando el homo sapiens levanta la piedra para arrojarla


contra otro hombre o para defenderse del ataque de un
animal, realiza su primer acto cultural, pues aun sin
agregarle trabajo a ese trozo de roca, ya está dándole
una finalidad inteligente bien determinada, ya sea
en su propia defensa o para dar caza a una bestia,
alimentarse o utilizar su cuero.

El ser humano ha necesitado cientos de miles de años


para convertir a esa piedra en un objeto histórico-
cultural, aun cuando ni siquiera la rompa o desportille
para facilitar su primitivo manejo. Este acto de darle
al pedazo de roca una finalidad como la de levantarla
y lanzarla contra un objetivo, le ha insumido un
lapso prolongado para llegar a pensar y motivarse a
través de una ecuación mental, realizada mediante
la dinamización de los factores de espacio, tiempo,
inteligencia y actividad física.

Durante el millón de años en que la especie humana fue


transformando su cuerpo y su mente para abandonar sus
características de homínido –tal es su denominación en
la escala zoológica –y transformarse bioculturalmente
en un homo faber u homo sapiens, el hombre realizó
escasas manifestaciones culturales.

Tengamos en cuenta que, en un período comprendido


entre 1.000.000 y 650.000 ó 600.000 años, la especie
34

humana logra superar a los paranthropus y a los


pithecanthropus erectus, concretando los hombres de
Heidelberg, Pekín, Sumatra o Galley Hill. Ese largo
y oscuro período abarca, tan solo, el arqueolítico o
eolítico, desde 1.000.000 hasta 100.000 años. Esto
quiere decir que el desarrollo del denominado período
de la vieja piedra, conocido también como del amanecer
de la piedra, involucra nada menos que 900.000 años.

Recién a partir de los 100.000 años, los hombres


comienzan a trabajar la piedra, y de esa manera,
acrecientan sus objetos histórico-culturales líticos,
que son los primeros en incorporar trabajo humano
con la quiebra, desportillamiento, percusión y mas
tarde pulido, de todos los elementos de piedra que
van lentamente realizando, sirviéndose de diferentes
técnicas y aplicaciones.

Si bien durante el transcurso de los 900.000 años que


dura el período arqueolítico o eolítico, el hombre sólo
concreta unas pocas decenas de objetos histórico-
culturales, es en el período paleolítico, durante los
75.000 años que abarca, cuando la especie humana
acrecienta considerablemente sus armas, utensilios,
mazas, puntas de flechas, jabalinas y lanzas,
raspadores, morteros, hachas, bolas arrojadizas, etc.

Durante el paleolítico, las técnicas del hombre no


alcanzan a efectuar un trabajo perfecto en el labrado
de la piedra, pero en las postrimerías de dicho período,
ya se advierten ciertas especializaciones en el pulido
y terminación de los trabajos. La cultura de la piedra
es la más antigua de todas las realizaciones de la
especie humana, por cuanto la roca significaba para
la inteligencia de los pueblos primitivos el arma de la
tierra, pues sólo bastaba con inclinarse para poseerla.
35

En el área geográfica de los comechingones se levantan


construcciones megalíticas como menhires y túmulos,
que los habitantes primitivos erigen en los primeros
tiempos. Con la aparición de las técnicas del paleolítico,
este grupo realiza trabajos en piedra como puntas de
flecha, de jabalina, de lanza y, sobre todo, hacia el final
de este extenso período lítico, construyen sus famosos
bastones de mando o toquis líticos de tamaños no
mayores de 48 cm de largo y de escasos 5 ó 6 cm
de diámetro en su parte más gruesa afinándose en su
extremo superior.

El Bastón de Mando de 1,10 m de largo, revela


la existencia de un poderoso cacique y de una
connotación metafísica en la fabricación de esta
pieza basáltica, realizada, según comprobaciones
metodológicas de datación del pasado, hace 8.000
años aproximadamente. Debemos tener presente
que el paleolítico en Sudamérica, comprende un
tiempo histórico-cultural menor que en Asia o Eurasia,
considerando las fechas de su poblamiento.

La conana de piedra granítica y su mano del mismo


material, hallada en las proximidades del Bastón de
Mando en las faldas del Sagrado Cerro Uritorco, tienen
la misma edad del Toqui y su técnica de realización
pertenece al paleolítico superior. Su diámetro en la
parte superior es de 60 cm, en su base, de 55 cm y la
altura del mortero alcanza los 60 cm.
Su peso es de 48 kg. Lo que da la pauta de su
importancia como pieza arqueológica paleolítica en el
hábitat comechingón.

El Neolítico

Esta edad de la piedra abarca un período aproximado


36

de 20.000 años de la historia cultural humana. Se inicia


en el vigésimo-quinto milenio y finaliza hace unos 5.000
años.

Aunque debemos aclarar que, en nuestro tiempo,


todavía existen grupos humanos dedicados a las
prácticas del neolítico, tal como ocurre en la Amazonia
brasileña donde, aún, se les puede ver en la ejecución
de tales trabajos.

Es en esta época histórico-cultural, que los


comechingones amplían sus técnicas y construyen
hachas de buen filo, punzones, bolas arrojadizas de
esmerado pulido con o sin ranura en su circunferencia,
mazas o macanas, vasijas, urnas, utensilios del hogar.
Realizan todo tipo de ceremonias mágicas y religiosas,
enterratorios, máscaras rituales, pictografías, danzas,
músicas, etc.

Si bien el neolítico surge entre los habitantes de la


sierra de Córdoba en época muy reciente –quizás
entre los 3.000 y los 500 años a.C. –ello se debe a la
participación de este pueblo en una historia social y
cultural que, como dijimos anteriormente, aparece en
tiempos distintos a los de otros continentes, aunque de
manera muy similar.

La existencia de la especie humana transcurre durante


el neolítico, desde los 25.000 hasta los 5.000 años y
desarrolla altas técnicas en las formas y en el brillante
pulido de las piedras. En los pueblos más antiguos,
en función del tiempo, la proyección cultural es la
misma o semejante a la que los comechingones y
otros aborígenes sudamericanos llegan a adquirir con
manifiesta ulterioridad.

Si el vocablo paleolítico equivale a vieja edad de la


37

piedra, la voz neolítico, por el contrario, significa la


nueva edad en la cultura de la piedra. Ya que ambos
períodos son representativos de trabajos culturales
que se proyectan con decenas de miles de años de
diferencia entre unos y otros, esto no sólo cambia las
técnicas del quehacer humano, sino la propia actividad
mental e inteligente de los hombres, acostumbrándolos
a nuevas situaciones y realizaciones.

Para una mayor ilustración acerca de los períodos líticos


y de las realizaciones llevadas a cabo por el género
humano a través de los milenios, damos el siguiente
cuadro explicativo:

Megalítico Grandes piedras sin ningún trabajo


humano incorporado. Sólo paradas,
atravesadas o amontonadas.

Eolítico o
Arqueolítico Trabajo humano realizado sobre
piedras pequeñas o de regular
tamaño, que no exceden la docena
en cientos de miles de años.

Paleolítico Quehacer humano agregado


durante la denominada edad de la
vieja piedra. Sólo desportillada o
percutida, con muy escaso pulido
hacia el final de dicho período.

Neolítico Labor del hombre llevada a cabo


durante la llamada edad de la nueva
piedra. Buena terminación de los
trabajos y excelente pulido.
38

Edad de los metales.

Transcurridos unos 20.000 años del neolítico, comienza


su largo desarrollo cultural el período del laboreo de los
metales, que coincide con el nacimiento de los centros
urbanos. Precisamente, es en los recintos amurallados,
donde la humanidad inicia la etapa decisiva de sus
grandes realizaciones, al fundir en hornos primitivos
los primeros metales como el cobre y el bronce, aparte
de aquellos considerados preciosos, como la plata y el
oro.

La fundición de los metales se inicia 5.000 años a.C. Los


pueblos primitivos del continente americano conocieron,
también, las técnicas del laboreo del cobre, la plata y
el oro y se convirtieron en artífices de esa clase de
trabajos industriales. Pero aztecas, chibchas, mayas
e incas, no les otorgaron valor comercial o económico
a dichos metales preciosos y sólo los empleaban como
elementos estéticos, de belleza o de elevada categoría
señorial.

Esa es la gran diferencia espiritual entre europeos y


aborígenes americanos, pues los primeros fueron
ávidos poseedores y buscadores de riquezas, mientras
los hijos de la tierra americana sólo los empleaban en
ornamentos, objetos del hogar y en bienes del culto
ofrecidos a sus dioses protectores. En este sentido,
los incas tenían la costumbre de impregnar sus
cuerpos con grasa de cóndor, a la que adherían polvo
de oro y, así, recubiertos con esas partículas de metal
resplandeciente, aparecían ante su pueblo desde lo alto
de los templos como dioses refulgentes del espacio
cósmico.

En ocasiones, también solían emplear polvo de


rodocrosita, mineral de color rosado intenso propio de
39

Sudamérica, llamado asimismo “piedra del Inca”, con el


cual, una vez reducido a fino polvo, los incas y señores
peruanos cubrían sus cuerpos, presentando miles de
reflejos iridiscentes.

La rueda –elemento básico del transporte y la industria


durante miles de años entre los pueblos del planeta
Tierra- era conocida por los primitivos pobladores de
América, pero jamás le dieron aplicaciones industriales.
Por el contrario, sólo servía para entretenimiento y
solaz de los niños en inocentes juguetes representando
llamas, guanacos y otros animales que, puestos sobre
cuatro ruedas, aquellos arrastraban en sus infantiles
diversiones. Esta fue otra de las abismales diferencias
espirituales entre europeos y americanos, cuando se
produjo el enfrentamiento de ambas civilizaciones y
culturas.

Los comechingones de Viarava y Charava eran


labradores de regadío, recolectores de algarroba y
cazadores de guanacos, bajo la sabia protección de
Llastay. Tuvieron poco contacto con los metales y
conocieron escasamente la plata y el oro. Sus grandes
caciques como Voltán, hicieron construir bastones
de mando con la roca primigenia del planeta Tierra,
aquella que llegó del cosmos como una bola de fuego y
luego, al enfriarse, formó una piedra negra y brillante
con la que fuera construido Simihuinqui o el metafísico
Bastón de Mando.

Los barbados habitantes de la sierra cordobesa no


fueron fundidores de metales, como otros pobladores
primitivos de la actual Argentina; ellos admiraron la
energía del Padre Sol y, en las noches frías del Uritorco,
se extasiaban en la contemplación de las luces cósmicas
que cruzaban sus altos cerros.
40

OBJETOS DE PIEDRA DE USO


EN LAS SIERRAS DE VIARAVA Y CHARAVA
41

OBJETOS DE PIEDRA DE USO


EN LAS SIERRAS DE VIARAVA Y CHARAVA
42

OBJETOS DE PIEDRA DE USO


EN LAS SIERRAS DE VIARAVA Y CHARAVA
43

Capítulo IV

CIVILIZACIONES PERDIDAS

La humanidad ha renovado permanentemente todas


sus formas culturales y sus expresiones civilizatorias.
La dinámica histórico-cultural nos enseña que, a
través de los milenios, se han sucedido infinidad de
pueblos con sus costumbres, tradiciones, leyendas,
vestimentas, organizaciones político-sociales,
creencias, supersticiones, idiomas, religiones, etc.,
configurando en su tiempo y en las áreas geográficas
que ocuparon realidades etno-culturales irreversibles.

La mente de los hombres, en todas las épocas, creó y


delineó fantasías respecto de determinadas culturas y
civilizaciones que tomaron formalmente como ciertas,
pero que nunca pudieron ser confirmadas por los hechos.
Estos pueblos y esas civilizaciones podrían haber sido
creaciones mitológicas, como los cíclopes o la Lemuria
o, en su defecto, proyecciones metafísicas con indicios
de pruebas concretas que, en el transcurso del tiempo
y de las investigaciones, no pudieron constituirse en
realidades históricas.

Las civilizaciones perdidas o desaparecidas en el correr


inexorable de la existencia, pueden ser clarificadas
en dos grandes grupos, de acuerdo con su origen:
formales y materiales. Las primeras, o sea las formales,
son exclusivamente espirituales y metafísicas. Las
segundas, es decir, las materiales, son aquellas que
existieron realmente con su población y su cultura en la
región geográfica que les servía de habitat permanente.
44

Siguiendo esta clasificación y de acuerdo con su origen,


damos a continuación un cuadro general de dichas
civilizaciones:

Atlántida o continente
desaparecido del Gondwana.

Lemuria o continente ubicado


mitológicamente entre la isla de
Madagascar, la India y la península
de la Malasia.

Atlantes altoperuanos que


Algunas creen-
vivieron en la antigua región del
cias mitoló-
Tiahuanacu
gicas

Cíclopes, raza de seres humanos


de enorme estatura que tenían
un solo ojo en medio del lóbulo
frontal. Vivieron, según la
mitología, al norte de Grecia y
también, en otras regiones de la
Tierra.

Otras creencias.

Agharti.
Shamballah
Tula
Papetee
Metafísicas De los Césares
Hiperbóreos
45

Ymires
Akukeris
Thule
Erks, etc

Súmeros
Egipcios
Creto-micénicos
Etruscos
Asirios y caldeos
Reales Medos y persas
Indoarios
Aztecas
Chibchas
Mayas
Incas
Diaguitas
Comechingones, etc.

En los mapas incluidos en las páginas siguientes,


dejamos bien explicitados los lugares geográficos, las
ciudades, los túneles y los subterráneos que constituyen
el objeto íntegro de estudio en relación con las
denominadas civilizaciones perdidas o desaparecidas,
en su doble aspecto mitológico y metafísico.

Las ciudades que reciben la denominación de Thule


son dos, la Thule Nórdica y la Thule Súrica, en su
antípoda terrestre. En cambio, la ciudad caucásica de
Tula es homónima de la mexicana del mismo nombre,
pero ambas ciudades se encuentran en las antípodas
este-oeste, una de ellas en la Rusia actual y la otra
en México. En la antigüedad, los centros herméticos
funcionaban en ciudades metafísicas que, idealmente,
debían fundar en su antípoda terrestre –sea norte-sur o
46

este-oeste- una ciudad y una escuela de conocimientos


similares a las más antiguas.

CIVILIZACIONES MITOLÓGICAS
47

CIVILIZACIONES METAFÍSICAS
DESAPARECIDAS

1.- Shamballah 7.-.Thule Nórdica


2.- Agharti 8.- Thule Súrica
3.- Papetee 9.- Ciudad de los Césares
4.- Asgard 10.-Erks
5.- Tula (Cáucaso) 11.-Isla de Pascua
6.- Tula (México)
48

Las concepciones mitológicas de la antigüedad han


sido, en su mayoría, olvidadas por las generaciones
actuales. Sólo de alguna de ellas se conservan intactos
sus conocimientos, como en el caso de los hiperbóreos
y de las escuelas de sabiduría que se desprendieron
de esa cultura y civilización de características tan
especiales.

Toda la metafísica hiperbórea ha sido condensada


en infinidad de textos que analizan y explican dicha
concepción del saber nórdico. En ellos se habla del Vril
o Espíritu de los guías, de las cadenas planetarias, de los
pasu u hombres animales, de los Viryas o semidivinos
y de los divinos hiperbóreos llamados Siddhas. Otro
elemento importante de esta sabiduría lo constituye
la sangre metafísica o la sangre del recuerdo, por ser
el asiento transmisor de la programación genotípica y
cromosómica de los hombres.

La ciencia hiperbórea es, quizás, el antecedente del


conocimiento de viejas concepciones filosóficas y
metafísicas de diferentes grupos humanos aunque ella,
en sí misma, es una ciencia autónoma de tan compleja
profundidad y difícil comprensión, que ha quedado
reservada sólo para un pequeño núcleo de estudiosos;
de allí su desconocimiento, incluso por parte de los
sectores universitarios o académicos de nuestro tiempo.

Los cíclopes – habitantes mitológicos del norte de Grecia


y de otras regiones europeas y asiáticas- son personajes
de elevada estatura y robustos que, según la leyenda,
poseían un solo ojo cuya cavidad estaba ubicada en
medio del lóbulo frontal. Esta antigua creencia sobre
los cíclopes no tiene asidero científico, pues no sólo en
el género humano, sino en toda la escala zoológica,
existe representante alguno con tal particularidad.
Puesto que el hueso frontal es ancho, plano, alto y
49

totalmente cerrado, sólo presenta muy debajo de los


llamados lóbulos frontales, las dos aberturas oculares
propias del hombre y del resto de los vertebrados.

En cuanto a los atlantes, mitológicos pobladores de


la desaparecida Atlántida, no se los puede ubicar
científicamente en la serie de antecesores de la
humanidad actual, porque se carece de todo dato
fehaciente como para establecerlo. Por ello se los
cataloga dentro de las denominadas civilizaciones
perdidas o desaparecidas, y sólo se pueden dar
referencias acerca de ellos como expresiones de la
leyenda y la mitología.

En la imaginación de los hombres existen otros


personajes de estatura gigantesca y caracteres
especiales, como los ymires nórdicos y los akukeris de
Finlandia, o como los ukumares del noroeste argentino.
También el homo pampeanus podría ser clasificado como
un ser mitológico, ya que no existió en la vida real, pues
sus restos óseos pertenecían a hombres modernos y no
precisamente a individuos que, partiendo de la región
pampeana, habían poblado el resto del planeta Tierra.

Algunos autores se refieren a la temprana presencia en


lo que hoy es Bolivia, de seres gigantescos que ellos
clasificaron como atlantes altoperuanos. Sin embargo,
no dieron razón alguna sobre los caracteres definitorios
de esa raza humana que se había dispersado, primero,
por América y después por el resto del planeta Tierra,
poblándolo en toda su extensión.

Esta versión mitológica acerca de los atlantes


sudamericanos, pasó a constituir otra de las tantas
leyendas que la fértil imaginación humana creaba
para dar respuesta a infinidad de interrogantes acerca
de sus orígenes, su evolución y sus mutaciones o
50

transformaciones a través de tantos milenios que,


evidentemente escapan a toda ponderación de carácter
histórico.

Todo aquello que se refiere a las ciudades secretas y


subterráneas, integra otro capítulo importantísimo de
la mitología o la metafísica de los pueblos, no sólo
de la antigüedad, sino también de nuestro tiempo.
Ciudades como la denominada “de los Césares”, en
territorio argentino, fueron buscadas por estudiosos,
exploradores e investigadores. El propio perito Francisco
P.Moreno intentó, sin éxito, ubicarla en los confines de
la Patagonia y en la cordillera de los Andes.

Otras ciudades, en cambio, tienen ubicación geográfica


en países actuales. Es el caso de la Tula caucásica y
de la Tula mexicana que, por extraña coincidencia, se
encuentran en las antípodas terrestres, no a través de
paralelos de norte a sur, como la Thule nórdica y la
Thule súrica, sino en meridianos de oeste a este.

En éste capítulo no nos referimos a la ciudad mitológica


de Erks –ubicada en el área geográfica del Triángulo
Menor de Fuerzas de Terrera, cercana al Sagrado Cerro
Uritorco, en la provincia de Córdoba-, debido a que lo
hacemos in extenso en el lugar correspondiente de la
presente obra.

La cultura y la civilización surgidas hace miles de años


en la isla de Pascua y evidenciadas en las famosas
estatuas denominadas “moai”, pertenecen, para
su interpretación, al campo de la arqueología y la
antropología cultural. Sin embargo, es en el campo
de la metafísica donde, realmente, se encuentra la
respuesta acertada a sus viejos interrogantes.

La civilización pascuence constituye, sin duda, un


51

acontecimiento cultural desaparecido de la memoria


colectiva, por cuando no quedó ninguna noticia escrita
u oral acerca de quienes fueron sus constructores
y realizadores metafísicos. Se puede colegir que,
probablemente, algunos pobladores pertenecientes a
esta antigua y poco conocida civilización de Pascua,
pasaron a las costas sudamericanas, a la altura del
sur peruano, navegando en frágiles embarcaciones
por el océano Pacífico y entraron al Alto Perú donde,
hipotéticamente, dejaron sus huellas en la cultura y
civilización de Tiahuanacu, donde es dable apreciar
estatuas y construcciones muy similares a las de
Pascua.

Esto lo confirman algunos autores e investigadores que


establecieron las confrontaciones que mencionamos
en este trabajo, por parecernos coherentes y
atinadas. Debemos tener presente que las grandes
culturas sudamericanas llegaron a esta tierra traídas,
principalmente, por otros pueblos: se trataría de los
protoarios, que arribaron por el estrecho de Bering, o
bien de los pascuences o polinesios, también protoarios
asiáticos llegados, tal vez, a las costas del norte de la
actual República de Chile o al centro del Perú, para
establecerse y eclosionar culturalmente en las tierras
altoperuanas de la actual Bolivia.
52

CIVILIZACIONES REALES

TÚNELES Y SUBTERRÁNEOS
METAFÍSICOS

1.- Subterráneo de Agharti


2.- Pasadizos de Ecuador y Perú
3.- Túneles Cordillera Sur
4.- Subterráneos de Cholula
5.- Túneles India-Tibet
53

Los túneles o pasadizos secretos que servían de nexo


entre las ciudades mitológicas o metafísicas del planeta
Tierra, no han sido explorados en su totalidad. El más
grande e importante de estos túneles es el de Agharti,
que parte de dicha ciudad y se dirige por Europa hasta
el océano Atlántico, cruza el lecho marítimo y penetra
en los Estados Unidos, para luego adentrarse en México
y América Central, hasta llegar al Alto Perú (Bolivia).

De este país central del altiplano, pasa por el territorio


brasileño, penetra nuevamente en la profundidad del
océano Atlántico y reaparece en el continente africano.
Cruza el África, la península arábiga y llega por el sur
54

a la ciudad secreta de Agharti, después de un recorrido


aproximado de 40.000 km.
Según la mitología, el Rey del Mundo –un extraño ser
humano que vive en las profundidades de Agharti con
sus antiguos sacerdotes- se comunicaba con el resto
del mundo a través del subterráneo de Agharti, sin
correr ningún peligro, apareciendo y desapareciendo
de la superficie de la Tierra, según sus necesidades.

En algún lugar dentro de dichos túneles, se dice que


existe el templo sagrado del Rey del Mundo y su
trono mágico, que puede verse o no, según sean las
condiciones intelectuales de quienes desean hacerlo.
Este Rey mitológico del centro del planeta Tierra es
reemplazado, a su muerte, por otro personaje de sus
mismas y excepcionales condiciones. En la década del
cuarenta, el Rey del Mundo vivió en Europa acompañado
de sesenta y cinco mil tibetanos. Se cuenta que la
muerte lo sorprendió en algún lugar del continente
europeo, ataviado con un impresionante ropaje
verde, amarillo y rojo. Tales fueron las informaciones
proporcionadas en aquella época por franceses, rusos,
alemanes e ingleses. Se sabe que en nuestros días, el
Rey del Mundo vive en el secreto templo de los túneles
de Agharti.

Según la mitología, existen en la cordillera sur, en


territorio argentino, túneles secretos por debajo de las
actuales provincias de Río Negro, Neuquén y Chubut,
siendo utilizados por caciques, shamanes y machis de
las diferentes etnías aborígenes.

En el denominado Triángulo Menor de Fuerzas de


Terrera, existirían varios túneles y entradas secretas
a la ciudad subterránea de Erks y, obviamente, al
Templo de la Esfera y a los laboratorios espaciales y los
Espejos, de la mencionada ciudad mitológica. Pero de
55

estos pasadizos secretos, sólo se han podido detectar


sus entradas, ya sea en las laderas de la sierra o en las
profundas quebradas, algunas de ellas con pictografías
o petroglifos en sus paredes rocosas que fueran
realizadas hace tiempo por los comechingones quienes,
como es sabido, habitaban normalmente esas grutas o
cavernas. De allí que etnógrafos e historiadores los
denominaban “hombres de las cavernas” o “trogloditas”.

Sin embargo, la conexión de esas grandes habitaciones


rocosas con túneles subterráneos, que podrían conducir
a Erks y a otras áreas próximas o lejanas, no ha podido
ser hallada. Se sabe de la existencia de túneles secretos
en otros lugares de la provincia de Córdoba que, en
muchas zonas, se detectan en las barrancas de los ríos,
como en el Primero (ex Suquía) y en el Tercero. Uno de
esos pasadizos se encuentra a la altura de la Quebrada
de las Rosas, y otro en la margen sur del río Primero, en
las proximidades de la localidad de Corazón de María.

Quienes han penetrado en estos pasadizos, manifiestan


haber llegado a 100 ó 120 mts. De sus entradas y que,
luego por temor y carecer de elementos tecnológicos,
desistieron de su intento, pues los túneles continuaban
su trayecto con una altura aproximada de 1,80 m y
0,90 m de ancho.

Los subterráneos de Cholula, México, son reales y


pertenecen a una intrincada red de pasadizos que se
dirigen hacia los distintos puntos cardinales. Se ignora
quiénes fueron sus constructores, pero son de notable
antigüedad. Tampoco han sido explorados en toda su
dimensión, y las conjeturas que se hacen acerca de
ellos, pertenecen al dominio de la mitología o, en su
defecto, al de la metafísica.

Los pasadizos hallados en Ecuador y en Perú, están


56

interconectados en diferentes lugares; se sabe que son


sumamente extensos, pero jamás se los ha recorrido
ni levantado planos o tomado fotografías fieles de los
mismos. Existen realmente pero, a ciencia cierta, nada
se sabe de sus construcciones, ni de los motivos que
tuvieron para hacerlos.

CONTINENTE LEMURIANO

En lo que se relaciona con la presencia real de un


continente denominado Lemuriano o de la Lemuria,
la ciencia contemporánea nada puede afirmar, por
cuanto no se han efectuado constataciones geológicas,
57

estratigráficas, tectónicas o sedimentarias que así lo


puedan demostrar. Esta mitológica Lemuria, ocupaba
una ancha región del actual océano Indico y se apoyaba
en Madagascar, Ceilán y la península de Malasia.

Al no existir verificación científica de esta masa


continental, debemos considerarla como un producto
de la mitología, hasta tanto no se tengan datos
fehacientes acerca de su conformación, así como de su
hundimiento y desaparición de la superficie del planeta
Tierra.

Además de la descripción mitológica de la Lemuria,


es lógico que se haga mención de sus hipotéticos
pobladores, a los que se ha dado el nombre de lemures
o lemurios.
Tales habitantes mitológicos no han sido tratados
por la antropología, ni por ninguna otra ciencia
contemporánea.
Un naturalista como Haeckek opinaba en uno de sus
trabajos de seudociencia, que estos lemures fueron los
primeros pobladores de la Tierra y que, en consecuencia,
la Lemuria sería la cuna de la humanidad. De estas
creencias imaginativas están llenas las páginas de la
literatura, las cuales no hacen mención de ninguna
investigación geológica, paleontológica, antropológica,
arqueológica, biológica, botánica, nuclear, etc.

Los únicos lemures conocidos por la ciencia son,


precisamente, aquellos denominados “protosimios”.
Presentan una larga cola anillada y, por ello, son
conocidos en la taxonomía zoológica como lemures de
cola anillada. Su origen se remonta a 150.000.000 de
años, junto con los tarsios, los tupaia y las musarañas,
los cuales, en la era Terciaria (período del Eoceno),
fueron los ancestros del género humano.
58

En latín, la palabra lemur o lemures significaba


genios maléficos, habitantes de la noche, fantasmas
que asustaban o perseguían a la gente. Se cree que
los etruscos –primitivos habitantes indoarios de la
península itálica- fueron los creadores de esta leyenda
de lemures o fantasmas y que, más tarde, los romanos
los consideraban aún como sombras, genios o duendes.

Algo similar a los famosos Nibelungos de las sagas indo


germánicas, a los runa-uturunco del noroeste argentino
y a tantas otras bellas narraciones mitológicas que
creaba la inteligencia fecunda de la humanidad.
59

Capítulo V

LOS COMECHINGONES

Los primitivos pobladores

Los aborígenes que poblaban el área geográfica de las


sierras de Viarava y Charava – conocidas actualmente
como Sierra Chica y Sierra Grande, denominaciones
equivalentes a las autóctonas – conformaron el grupo
humano llamado comechingón que, a la llegada de los
españoles, sobrepasaban los treinta mil habitantes,
distribuidos en ambas serranías de la actual provincia
de Córdoba.
En el noreste de este territorio, abarcando desde Mar
Chiquita – Ansenuna en la lengua de los primitivos
pobladores – hasta las cercanías de la actual capital de
la provincia y, desde allí hasta El Fuertecito – Cantamala
para los indígenas - , se extendía la tribu sanavirona,
colindando con los comechingones por el oeste y con
los pampas por el sur.

El asentamiento de esta gran tribu de habitantes de


la llanura – se denominaron, precisamente pampas,
palabra quichua que equivale a “enorme espacio
abierto” – se sitúa desde el sur de la actual ciudad
de Río Tercero hasta los límites con la Pampa Central,
comprendiendo su territorio parte del sur santafecino y
de la provincia de Buenos Aires.
También hacia el sur de la llanura cordobesa, luego
de la conquista española, en 1720 aproximadamente,
se afincaron grupos aborígenes de pehuenches,
provenientes de la cordillera mendocina. De allí que
60

su nombre araucano signifique “hombre de los pinos”


o “gente de los pinares”. De la Pampa Central llegaron
muchas familias de ranqueles, cuyo nombre equivalía a
“gente de las totoras”.
Tales son los pueblos indígenas precolombinos o pos-
colombinos que compartieron con los comechingones
el extenso territorio de la provincia de Córdoba. De
los 168.766 km2 que integran la superficie de dicha
provincia, la tribu de los serranos comechingones
abarcaba Cruz del Eje, Serrezuela, Las Chacras,
Salsacate, Calamuchita, Córdoba, Jesús María, Totoral,
Calabalumba, Olaen y Cosquín, con lo cual ocupaban
aproximadamente, un área territorial de 40.000 km2.

La etnia comechingona recibía diferentes nombres, de


acuerdo con los parajes donde habitaban: en Cruz del
Eje vivía la tribu de los “chimes”; en la parte este de
la sierra de Viarava habitaban los “camineguas”; en
el extenso valle de Calamuchita, sus pobladores se
denominaban “aoletas” y, el mismo nombre recibían
los sanavirones que compartían esa región con los
comechingones.
También este antiguo pueblo serrano era conocido con
el nombre de “indios barbados”, por tener barbas más
tupidas que las demás etnias aborígenes. Recibían
además, el nombre de “gentes de las cuevas”, porque
muchos de ellos, aunque accidentalmente, solían
habitar en las grutas o cuevas de la región montañosa,
tal como los antiquísimos trogloditas.

Asimismo, fue común la denominación de “camiares”


con la que los conocieron los españoles e, incluso los
aborígenes de ese tiempo. Por sus hábitos de vida y
trabajo, se dividieron en dos grupos: por un lado, los
comechingones serranos y, por el otro los comechingones
algarroberos. Para recordar sus diversos nombres
daremos un cuadro sintético de ellos:
61

Diferentes nombres
De los comechingones

Chimes
Camineguas
Aoletas o nairas
Indios Barbados
Gentes de las cuevas (trogloditas )
Camiares
Indios de las sierras

Este numeroso grupo humano, poblador de una región


del cono sur de América constituía, como todos sus
congéneres del continente, un desprendimiento de
los protoarios asiáticos que penetraron a estas tierras
americanas, entre los milenios undécimo y decimosexto,
a través del estrecho de Bering, y se difundieron por
el territorio americano en dos grandes ramas bien
diferenciadas: los que lo hicieron por la cordillera de los
Andes y aquéllos que siguieron las costas del Atlántico.

Ambos grupos, en sucesivas oleadas inmigratorias,


fueron desplazándose hacia el sur del continente.
Los ándidos provenían de los protoarios de la meseta
central asiática, mientras que los caribes o amazónicos
eran etnias originales del sudeste del Asia, las actuales
Corea, Vietnam y Camboya.

Costumbres y vestimenta

Los comechingones configuraron el grupo cultural


ándido. En su lento desplazamiento se asentaron en
toda la serranía cordobesa donde integraron, a través de
los milenios, todo un conjunto de costumbres, comidas,
bebidas, vestimenta, ceremonias, ritos, creencias,
mitologías, ideas religiosas, cantos, armas, trabajos,
sepulturas, pictografías, petroglifos y organización
62

político-social, que los hizo creadores de una cultura y


de una cosmovisión muy especiales.

Su vestimenta consistía en la clásica camisa larga,


como tenían los incas, tejida con lana de guanaco –
animal herbívoro de enorme difusión en las sierras
de Córdoba – y que hombres y mujeres usaban por
igual. Durante los fríos invernales, se abrigaban con
una manta de lana y se cubrían la cabeza con un gorro
de colores. Completaban su vestimenta con un delantal
de cuero o de paño, que les tapaba el vientre y parte
de las piernas. Como calzado usaban usutas de cuero,
aunque en ocasiones andaban descalzos.

Se adornaban para las ceremonias, la caza o la guerra


con tocas emplumadas de gran tamaño, destacándose
las plumas de águila, cóndor o avestruz. Usaban
collares de distintas piedritas o de cuero y, para
ciertas ocasiones, se pintaban la mitad de la cara de
color negro y la otra de colorado, con sustancias que
elaboraban extrayéndolas de raíces, tallos y cactáceas.
Practicaban un ritmo mágico y secreto, durante el cual
se cubrían la cabeza y parte del cuerpo con un capuchón
con orejas paradas y aberturas para la boca y los ojos;
el resto de la cobertura, les llegaba hasta las rodillas.
Así disfrazados y tomados de las manos, realizaban
ritos de iniciación y entonaban cantos mántricos.

Agricultura y alimentación

Los comechingones y los sanavirones practicaron la


agricultura de la azada primitiva y poseyeron sembrados
de maíz, poroto, papa, zapallo y quinua. Tuvieron
conocimientos de riego, como en el caso de represas,
tomas, canales y acequias. Este evolucionado sistema
de irrigación, lo recibieron de los diaguitas quienes, a su
vez lo aprendieron de la cultura incaica. Cosechaban el
63

maíz y lo almacenaban en “pirwas”, especie de camas


de madera o encatrados a cierta altura del suelo, para
que la humedad y los animales depredadores no lo
estropearan.

Eran recolectores de algarroba, a la que almacenaban


también en las mencionadas “pirwas”. Con las vainas
de este fruto preparaban harina de algarroba, llamada
“patay”, además de una bebida fermentada, la “aloja”,
de uso en fiestas y ceremonias.
Con el grano de maíz fermentado preparaban otra
bebida llamada “chicha”, que también consumían para
alegrarse y festejar todo acontecimiento o ceremonia,
y para celebrar las fiestas del solsticio y del equinoccio.
Para la molienda de la algarroba y del maíz, empleaban
morteros fijos y movibles. Los primeros estaban
emplazados en grandes piedras, en la montaña donde
vivían. Los hacían horadando la roca pacientemente en
forma de boca semicircular y dándole una profundidad
cóncava determinada. Luego, sirviéndose de una maza
de piedra de forma alargada y cónica que introducían
en el agujero del mortero, molían o machacaban los
granos allí colocados.

Los morteros – “conanas” en lengua quichua – no sólo


cumplían una función en la alimentación, sino que
también eran empleados en ritos mágicos y sagrados,
muchos de ellos estrictamente secretos y sólo conocidos
por los iniciados o los maestros.
En la parte interior de la conana fija o movible, estaba
representado el cosmos con sus campos de fuerza
destrógiros o levógiros, y esta energía se podía percibir
con sólo introducir la mano dentro de la concavidad del
mortero. Si éste poseía poderes mágicos, el alimento
preparado dentro del mismo adquiriría la fuerza cósmica
que se transmitía a quienes lo comiesen.
64

Los comechingones se alimentaban también con


carne de guanaco, venados, ciervos, peludos, mulitas
y avestruces, asándolas con hierbas aromáticas.
La caza era protegida por un Dios benevolente y
sabio que perseguía a quienes mataban animales
innecesariamente, y a todo aquel que mataba una
hembra preñada o una cría. Para cazar, se pedía
permiso a los dioses, lo mismo que para sembrar o para
cosechar, debiéndosele dar a cada Dios una pequeña
participación, a fin de que los auxiliaran en la tarea a
realizar.

Pucaraes y viviendas

Los comechingones no eran muy aficionados a la


guerra ni a los sacrificios. Combatían para defender
su territorio de invasiones extrañas, debido a que sus
tierras despertaban la codicia de tribus distantes. Para
evitar la confusión o la mala fe, levantaban “pircas”
de piedra para delimitar jurisdicciones fronterizas
o colocaban mojones como advertencia. También
construían “pucaraes” o fortalezas de piedra en puntos
estratégicos, para prevenir invasiones y defenderse.
A sus viviendas solían rodearlas con cercos de ramas
o de tunas, con el propósito de evitar la entrada de
enemigos, o por lo menos para retardarla.

Construían sus viviendas cavando la tierra donde las


levantaban, hasta la mitad de la altura que tendrían
aquéllas y, una vez concluida esa especie de sótano,
ponían horcones y tirantes para sostener el techo
fabricado de paja y tierra.
Estos aborígenes también emplearon como viviendas,
cavernas o aleros de piedra que ellos denominaban
“rumichigan”, de la voz “rumi” que significaba piedra y
la terminación “chigan”, que podría referirse a cueva o
gruta, es decir, “cueva de piedra”. También emplearon
65

la palabra “rumihuasi”, para denominar una casa de


piedra, aunque distinta de una gruta natural o de un
alero voladizo.

Los sanavirones, como habitantes de un área geográfica


distinta, construían sus viviendas en forma de un clásico
rancho o choza rústica con cuatro horcones dispuestos
en cuadrilátero, sobre los cuales atravesaban palos,
ramas y paja para hacer el techo, mientras que las
paredes las levantaban con tierra apisonada o adobes
crudos.

Los pampas del sur de la provincia de Córdoba,


levantaban grandes toldos fabricados con cueros de
venado y guanaco, dejando una abertura en la parte
superior para que saliese el humo del fuego que
encendían en su interior. En algunas ocasiones, se
trataba de ranchos o chozas similares a los construidos
por los sanavirones.

Armas y otros trabajos

Para la caza y la guerra, los comechingones utilizaban


armas primitivas pero muy prolijamente fabricadas.
Emplearon la bola perdida, que era una piedra redonda
de regular tamaño, a veces con una ranura en su
circunferencia y otras veces sin ella. Iba unida a un
largo tiento y, haciéndola girar sobre sus cabezas, la
arrojaban con extraordinaria puntería. Empleaban,
además la honda de cuero para disparar piedras;
girándola con rapidez, soltaban uno de sus tientos,
disparando la piedra con fuerza y precisión admirables.
Emplearon, asimismo, las llamadas boleadoras de a
dos, fabricadas como la bola perdida, pero con una
bola de piedra en cada extremo de la soga o tiento,
la que hacían girar sobre sus cabezas y arrojaban con
exacta puntería.
66

El arco y la flecha eran también sus armas preferidas,


tanto para la caza como para la guerra; las puntas
de flecha eran de hueso o de piedra, generalmente
de cuarzo tallado con extrema habilidad, en forma
triangular alargada. Empleaban una lanza corta, tipo
jabalina y construían hachas de piedra con basalto y
granito de diferentes tamaños, algunas para trabajar
en distintas labores y, otras para cazar o defenderse en
los combates.
Pero el arma principal y característica de los
comechingones era la “macana”, palabra quichua
que designaba un garrote o maza de piedra, aunque
también se construían en madera dura o con raíces de
algarrobo, en cuyo manejo estos serranos aborígenes
descollaban por su notoria habilidad.

En sus expresiones culturales, sobresalieron por su


habilidad en los trabajos líticos, como la construcción de
bolas esféricas de piedra, de hachas de piedra pulida,
cuchillos, raspadores, punzones, agujas, adornos,
pendientes, palas, morteros, perforadores, todos ellos
materiales de piedra trabajados con suma prolijidad.

En cuanto a la cerámica, fabricaron infinidad de


recipientes, vasijas, urnas funerarias y otras piezas
de calidad, decoradas con guardas geométricas
típicas de su cultura. Realizaron, también infinidad de
bellas estatuillas antropomórficas que modelaron con
exquisita perfección.

El culto a los muertos

El entierro de sus muertos lo efectuaban directamente


en el suelo, acostándolos con las piernas y los brazos
recogidos. Por lo general, colocaban los cadáveres muy
cerca unos de otros y nunca en cantidad que excediera
de los cinco o seis cuerpos. En ciertos paraderos o
67

asentamientos de comechingones, dentro de su área


de influencia, se han hallado enterratorios no directos
sobre el suelo, es decir con los cadáveres perfectamente
conservados dentro de urnas funerarias, pese a los
miles de años transcurridos.
El culto a los muertos tenía entre los comechingones,
como entre otros pueblos aborígenes, un sentido
mágico y metafísico. Los seres humanos que morían,
se desprendían de su cuerpo material y continuaban
viviendo espiritualmente. Esa energía desprendida o
liberada de aquellos que habían muerto, era probable
que se presentara en las oscuras noches de la sierra,
iluminando los campos y las quebradas con luces
grandes o pequeñas, según la fuerza de sus espíritus.

Arte rupestre y petroglifos

En lo que respecta al gran sentido cultural de los


comechingones, podemos afirmar que este pueblo
de aborígenes serranos, es poseedor de la más
extraordinaria riqueza pictográfica de la Argentina,
e incluso una de las más notables y abundantes
del continente americano. Los comechingones de
Córdoba dejaron grabados y pintados, ideas, símbolos
y realidades en el interior de infinidad de grutas y
cavernas, como así también en los aleros de las rocas.
Asimismo, en las superficies lisas de las grandes piedras,
pero siempre buscando el abrigo y la protección natural
contra la acción destructiva de la naturaleza, operada
por los vientos, la lluvia, el sol, las heladas, etc.

El más alto testimonio de la cultura comechingona


quedó dibujado y pintado en más de 2.067 obras de arte
rupestre, no superadas por ningún otro pueblo aborigen
de la Argentina. Puede hallárselas diseminadas por
los más remotos y escondidos lugares de las sierras
de Viarava y Charava: en Inti-Huasi o Casa del Sol y
68

en la denominada Casa de Piedra, en el departamento


de Tulumba; en los cerros Veladero y Bola, como así
también en Máscara, en el norteño departamento de
Sobremonte; en el cerro de La Quebrada y en el famoso
cerro Colorado, ambos ubicados en el departamento
de San Alberto, Guasapampa; en Las Playas, Ampisa,
Piedra Pintada y Quebrada de Casas Viejas, jurisdicción
del departamento Minas, etc. Estas rocas grabadas
contienen petroglifos de alto valor cultural. Cerca de
la ciudad de Dolores, departamento de San Javier, se
conservan las famosas Piedras Pintadas. En Agua de
la Pilona, en las proximidades de la ciudad de Cruz del
Eje y a orillas del arroyo de Luapampa, en las cercanías
de Pichanas, departamento de Cruz del Eje, existen
piedras pintadas y arte rupestre. También existen
pictografías de alto valor en la localidad de Achiras, en
el departamento de Río Cuarto.

En las proximidades de la ciudad de Cosquín, sobre el río


Yuste, se encuentra la Piedra Labrada. Esta magnífica
obra comechingona de arte rupestre, consiste en
dibujos zoomórficos (avestruces, guanacos, víboras)
y en signos metafísicos indescifrables para el hombre
actual.
En las proximidades del cerro Inti_Huasi o Casa del Sol,
departamento de Tulumba, se encuentra la hermosa
laguna del Inca, en cuyas aguas profundas de gran
transparencia, dicen que se bañaban las doncellas
del Sol y los Dioses de la Sierra. El arte rupestre de
los comechingones abunda en representaciones de
cóndores con sus grandes alas extendidas, enigmáticas
lechuzas, llamas, guanacos, corzuelas y víboras de
distintas especies, tortugas y ciempiés, además de
cadenas de montañas mostrando los cerros más
conocidos por ellos.

Otras representaciones contienen figuras de machis y


69

brujos comechingones y sanavirones intercambiando


gualichos y recetas mágicas. También se pueden
apreciar imágenes de indios cazadores tratando de dar
alcance con sus arcos y flechas a diversos animales,
todos ellos vestidos con hermosos atuendos y tocas de
plumas de diversos colores.
En sucesivas escenas aparecen representados guerreros
comechingones danzando durante las ceremonias de
iniciación, con sus capuchones y tomados de las manos.
Por último aparecen los españoles de la conquista,
con sus armaduras inconfundibles y sus caballos,
animales desconocidos totalmente no sólo por los
comechingones, sino por todos los pueblos aborígenes
del Nuevo Mundo.

El arqueólogo ingles Gardner de la Universidad de


Oxford, Inglaterra, trabajó en el área comechingona
por espacio de tres años, aproximadamente de 1923 a
1926 y publicó un libro en dicha Universidad titulado Las
Rocas pintadas del noroeste de Córdoba (1932). Hago
mención de este señor Gardner, pues en Inti-Huasi o
Casa del Sol – uno de los más notables lugares del
arte rupestre comechingón – tuvo la osadía de horadar
la roca y sacar al Padre Sol que los comechingones
adoraron durante miles de años, y llevarlo al Museo
Británico donde se encuentra actualmente.

Los franceses ya se habían llevado a uno de sus museos


de Paris, fragmentos de la maravillosa Puerta del Sol de
Tiahuanaco proveniente de la cultura altoperuana. En
años anteriores ya habían desmantelado monumentos
egipcios, súmeros, asirios, caldeos, persas, griegos,
romanos, etc. Quizás, algún día, todos esos tesoros
culturales retornen a sus legítimos propietarios.

Para tener una idea más acabada de todo el acervo


cultural rupestre de los comechingones, daremos a
70

continuación un cuadro sintético del mismo:

Lugares donde se Departamentos de la


encuentran provincia
las pictografías de Córdoba

Inti-Huasi (Casa del Sol) Tulumba


Casa de Piedra Tulumba
Laguna del Inca Tulumba
Cerro Veladero Sobremonte
Cerro Bola Sobremonte
La Máscara Sobremonte
Cerro de la Quebrada Río Seco
Cerro Colorado Río Seco
Cerro San José San Alberto
Guasapampa Minas
Las Playas Minas
Ampisa Minas
Piedra Pintada Minas
Quebrada de Casas Viejas Minas
Dolores San Javier
Piedras Pintadas San Javier
Agua de la Pilona Cruz del Eje
Arroyo Luapampa Cruz del Eje
Achiras Río Cuarto
Piedra Labrada Punilla
Cuchi Corral Punilla
Los Cóndores Calamuchita
71

Pictografía realizada en piedra granítica de gran


tamaño, simbolizando al Dios Sol, padre de toda forma
de vida en la religión solar de los comechingones. Se
encontraba en la Casa del Sol –Inti-Huasi, en lengua
quichua – ubicada en el paraje conocido por ese mismo
nombre en el departamento de Tulumba, Córdoba,
Argentina. Esta imagen bellísima del Padre Sol, estaba
grabada y pintada sobre un muro de roca en el interior
del Templo del Sol, y para sacarla del emplazamiento
debieron horadar la piedra con un trépano neumático.
Este despojo sufrido a la cultura ancestral de la
Argentina, fue perpetrado por el arqueólogo inglés
Samuel Gardner, de la Universidad de Oxford, quien en
el año 1926 la llevó a Inglaterra para su exhibición en
el British Museum de Londres, donde actualmente se
encuentra.
El Dr. Rodolfo Martinez, que fuera rector de la
Universidad de Córdoba, en el prólogo al libro Córdoba
histórica de Rodolfo de Ferrari Rueda manifiesta, dice
72

entre otros conceptos, que fue una suerte que los


ingleses se llevaran el Sol Rojo de los comechingones,
porque ellos podían cuidarlo y conservarlo, mientras
que en la Argentina se hubiera deteriorado.

El rito solar

En todas las muestras de arte rupestre de los


comechingones, se advierte la presencia de
representaciones ideográficas solares. Los indígenas
de todo el continente americano fueron protoarios
asiáticos, y naturalmente por un ancestro cultural
milenario ellos también eran, como sus antepasados
indoarios, adoradores del Padre Sol e iniciados en el
Rito del Solsticio.

Los pueblos serranos de Córdoba eran hijos del Sol, y


en consecuencia de la luz del mediodía. El Rey del Cielo
y del Universo total fue Inti – que en quichua significa
el Sol – por lo tanto la religión de todos los aborígenes
del continente incluidos los comechingones, fue la solar.
Este benefactor daba vida y movimiento a todos los
seres vivientes del planeta Tierra. De allí la multitud
de templos, enormes monumentos y pirámides truncas
que levantaron todos los habitantes de América para
honrar y materializar su amor hacia el Gran Padre
Cósmico.

Si bien en el territorio argentino no se erigieron


aquellos enormes templos o monumentos, en cambio
los aborígenes construyeron esas Casas del Sol o Inti-
Huasi y pintaron piedras que simbolizaban al Padre
Sol y sus presencias espirituales sobre la Tierra. En
las cavernas, en los aleros de las rocas y en las lisas
paredes de piedra de determinados parajes del territorio
comechingón, dejaron en testimonio de su religión
solar, hermosas pictografías que representaban a Inti
73

y que marcaban con toda precisión la presencia de los


cuerpos celestes en la infinita bóveda del Cosmos.

Calendarios mágicos

Los comechingones o indios barbados de la sierra,


fueron escrutadores permanentes del espacio sideral
y de todos aquellos movimientos que los planetas y
estrellas efectuaban en el enorme territorio celeste
que ellos contemplaron y conocieron durante miles de
años. Los mapas cósmicos de su arte rupestre, reflejan
la preocupación de estos primitivos por conocer las
constelaciones siderales que incidían sobre ellos o los
estados del cielo, tanto en determinadas noches como
en largos períodos de tiempo.

De esta manera preparaban los calendarios mágicos para


la celebración de sus fiestas, para iniciar las siembras
del maíz, el zapallo, la papa o el poroto; para levantar
sus cosechas, para iniciar la caza o la recolección de la
algarroba, el chañar o el piquillín. También para medir
el año, y de este modo, determinar su comienzo y
finalización; para comunicarse y efectuar plegarias y
tributos a sus Dioses y al Dios Mayor de los Cielos,
el Padre Sol o Inti. También esperaban las épocas
astrales propicias para sus actos políticos, sociales y
familiares. Todo debía coincidir en sus calendarios
cósmicos y solares.
Los comechingones conocían la repetición cíclica de
los solsticios de verano y de invierno, que tienen lugar
el 21 diciembre y el 21 de junio, respectivamente,
además de los equinoccios de otoño y primavera que
acaecen respectivamente, el 21 de septiembre y el 21
de marzo. Por supuesto que tales fechas corresponden
a un calendario de nuestro tiempo, pero lo explicamos
así por carecer del concepto que los aborígenes
tenían acerca de la división del tiempo. En cambio,
74

infinidad de referencias e investigaciones históricas


y etnográficas testimonian a favor del conocimiento
exacto que los comechingones tenían acerca de todos
los acontecimientos celestes y cósmicos.

Los barbados de la sierra habían confeccionado o


reproducido un verdadero mapa del cielo de Córdoba,
en el que aparecen señalados los equinoccios que tenían
lugar a medianoche. Ellos conocían, como los Incas
peruanos la época de las lluvias a partir de septiembre.
Todos los pueblos del continente americano procedían
de una idéntica raíz etnocultural, a partir de la llegada de
los protoarios asiáticos, que luego fue diferenciándose
con distintos matices y creencias. Pero en definitiva,
todos eran adoradores del Sol y cumplían con los ritos
del solsticio.

Creencias ancestrales

Los comechingones como habitantes de la serranía


cordobesa, convivieron con cerros, hondas quebradas,
valles luminosos, arroyos y ríos transparentes. De allí su
gran capacidad de observación y meditación convertida
con el transcurso del tiempo, en una sabiduría empírica
y mágica que les hizo crear valles de los espíritus o
quebradas del silencio. Ellos aseguraban haber visto
allí hombres que solían caminar por la sierra y luego
desaparecer de improviso; seres que según parece,
venían de la profundidad de la Tierra. Esta tradición
oral, convertida en una verdadera historia de la región,
vive aún en nuestros días en la creencia popular de
los ancianos lugareños. Ellos manifiestan con gran
reticencia, que cuando niños, sus padres no los dejaban
jugar o corretear por la sierra, debido a la presencia
en ciertas zonas de seres extraños, que al ser vistos
desaparecían entre las piedras como si se hubieran
esfumado.
75

También los comechingones contemplaron embelesados


las luces o entidades cósmicas que surcaban el cielo
nocturno de su serranía, atribuyéndolas a los espíritus
de todos los seres humanos que yacían muertos desde
hacía milenios, los que emergiendo de sus tumbas como
dioses lares, alegraban y protegían la vida y el trabajo
de todos ellos. Mientras más fuerte era su luz, mayor
energía demostraba el espíritu del cual era portadora.
Estas creencias populares se fueron transmitiendo a
través de incontables generaciones y llegaron hasta
nuestros días, aunque muchos las tomaron con total
escepticismo y despreocupación. Pero al ser replanteados
estos antiguos conocimientos del hombre, la existencia
de las entidades cósmicas quedó evidenciada gracias
a la observación científica sistematizada, emprendida
durante los dos últimos años.
La creencia que los comechingones tenían sobre la
existencia de las luces del espacio, ha provocado la
llegada de decenas de investigadores extranjeros
deseosos de participar en estos extraordinarios
acontecimientos, conocidos desde hace milenios por la
sabiduría excepcional de los aborígenes cordobeses y
de muchos otros primitivos habitantes del continente
americano.
El nexo existente entre la ciencia comechingona y sus
creencias ancestrales fue comprobado hace varias
décadas, cuando en las proximidades del Sagrado Cerro
Uritorco, fue hallado el legendario Bastón de Mando o
Piedra de la Sabiduría, descubrimiento realizado por el
Maestro Orfelio Ulises en el año 1934, a poco de regresar
de la doble ciudad tibetana de Shamballa, donde
estudiara por espacio de ocho años. Precisamente,
desde esa ciudad le fue revelada la ubicación del Toqui
Lítico, ordenado construir con piedra de basalto por el
Gran cacique Voltán o Vultán de los comechingones,
hecho acaecido hace más de 8.000 años.
76

Toda esta antigua sabiduría relacionada con los proto-


arios asiáticos, los aborígenes de América, especialmente
con los comechingones la hemos dilucidado en un
trabajo anterior titulado Antropología Metafísica. Es
oportuno destacar aquí, la íntima relación existente
entre los barbados serranos de Córdoba y la ciencia
hermética, las luces del espacio, la ciudad de Erks,
los Tres Espejos, el Rito Solar y el Bastón de Mando y
su portador o poseedor, a los cuales se denomina en
lengua cósmica o tibetana como “Ique Simihuinqui”.
Por otra parte, dicha sabiduría está intrínsicamente
ligada al territorio de los comechingones, el cual
equivale casi en un ciento por ciento a la superficie del
denominado “Triángulo de Terrera” o “Triángulo Menor
de Fuerzas”, localizado en esa región cordobesa.

Desde hace casi un siglo, numerosas comisiones


de alemanes, ingleses, japoneses, tibetanos y
norteamericanos, caminaron por los cerros y las
quebradas de la sierra habitada por los comechingones,
e incluso por otras áreas de la Argentina como la Sierra
de la Ventana o la de Tandil, entre otras. Los conducía
hasta allí, su afán por encontrar el Bastón de Mando
o Piedra de la Sabiduría, además del desaparecido y
energético Santo Grial, que junto con la Cruz de los
templarios, se encuentran ocultos según referencias
históricas, cerca del sitio donde fue hallado el Bastón
de Mando.

Es sabido que el caballero Parsifal – custodio insobornable


del Vaso Sagrado – viajó con él y con la Cruz Templaria,
partiendo del puerto de Rochedalle hacia el año 1170,
con el objeto de depositar el Santo Grial junto al Bastón
de Mando, en la cordillera de Viarava. Esta cordillera,
así denominada por aquel entonces, especialmente
por el minnesinger germano Wolfram von Eschenbach
en su inmortal poema Parsifal, y que actualmente es
77

conocida como Sierra Chica de Córdoba, lugar donde


se eleva el Sagrado Cerro Uritorco.

Organización político-social

Para tener una idea y un conocimiento más cabales sobre


los comechingones y su grado de cultura y organización,
nos referiremos al modo en que dividieron su territorio
en “provincias” y “valles”, que guarda semejanza con
lo que en nuestros días se conoce como provincias y
departamentos. A éstas provincias, los comechingones
las delimitaban con “pircas” de piedra y mojones. La
base de su organización era el “ayllu”, palabra quichua
que significaba tribu o familia.

Cada tribu o grupos de familias que integraban el


“ayllu”, vivía en parcialidades que variaban entre veinte
y cuarenta viviendas, donde cada casa albergaba a
cinco o seis personas, lo que daba para cada pueblo
o aldea una cantidad aproximada de cien a doscientas
personas por asentamiento o paradero aborigen. Estos
pueblos se encontraban a una corta distancia estimada
en 4 ó 5 km entre paraderos, recibiendo cada uno el
nombre del cacique que los gobernaba o el topónimo
correspondiente al paraje donde habitaban.

Así, era dable hallar pueblitos indígenas en el territorio


comechingón que tenían – otros aún los conservan –
sus ancestrales nombres aborígenes, que en lo posible
hemos tratado de ubicar en el territorio de la provincia
de Córdoba.
78

Lugar Departamento

Calamuchita (provincia indígena) Calamuchita


Soconcho (paradero) Calamuchita
Amboy (paradero) Calamuchita
Atumpampa (paradero) Calamuchita
Saldán (provincia indígena) Colón
Guañusacate (paradero) Colón
Caroya (paradero) Colón
Toco-Toco (provincia indígena) Cruz del Eje
Pichana (paradero) Cruz del Eje
Ischilín (provincia indígena) Ischilín
Ongamira (paradero) Ischilín
Quilino (paradero) Ischilín
Copacabana (paradero) Ischilín
Ucacha (paradero) Juárez Celman
Ampisa (provincia indígena) Minas
Pocho (provincia indígena) Pocho
Salsacate (paradero) Pocho
Punilla (provincia indígena) Punilla
Cosquín (paradero) Punilla
Escoba-Sacat (pucará) Punilla
Calabalumba (paradero) Punilla
Tanti (paradero) Punilla
Uritorco (cerro y paradero) Punilla
Cuchi-Corral (paradero) Punilla
Sampacho (paradero) Río Cuarto
Suquía (provincia indígena) Córdoba Capital
Quilloamira (provincia indígena) Río Seco
Nabosacate (paradero) Río Segundo
Costasacate (paradero) Río Segundo
Oncativo (paradero) Río Segundo
Calchín (paradero) Río Segundo
Panaholma (paradero) San Alberto
Nono (paradero) San Alberto
Yacanto (provincia indígena) San Javier
79

Lugar Departamento

El Tiv (paradero) San Justo


Paravachasca (provincia indígena) Santa María
Anisacate (paradero) Santa María
Caspicuchuna (provincia indígena) Sobremonte
Chuñaguasi (paradero) Sobremonte
Tiv Puj (paradero) Tercero abajo
Yucat (paradero) Tercero abajo
Pampayasta (paradero) Tercero arriba
Totoral (provincia indígena) Totoral
Macha (paradero) Totoral
Sinsacate (paradero) Totoral
Mismiscate (paradero) Totoral
Tulumba (provincia indígena) Tulumba
Guayascate (paradero) Tulumba
Inti-Huasi (paradero) Tulumba

Se calcula que a la llegada de los españoles, la población


total de los comechingones alcanzaba los 30.000
habitantes distribuidos, principalmente en los valles
y lomadas de los 40.000 km2 que ellos consideraban
como su propio territorio, en la actual provincia de
Córdoba.

Los caciques mayores o principales de los barbados


serranos, portaban todos Bastón de Mando o Toqui Lítico
construido en piedra o en madera de algarrobo. Los
caciques menores no usaban el mencionado atributo
de autoridad.
En cuanto a la longitud de los Bastones de Mando
usados por los grandes caciques, podemos afirmar
que no excedían de los 48 cm y estaban trabajados
de mayor a menor en forma cónica y exquisitamente
pulidos.
80

A los grandes señores o caciques principales que


portaban el Bastón de Mando, se les llamaba los Señores
del Bastón de Piedra o los Señores del Formidable
Bastón. Esto es una confirmación absoluta de que
el Toqui Lítico hallado cerca del Uritorco, pertenecía
a los comechingones. Su construcción sólo pudo ser
efectuada por mandato de un hombre superior como
Vultán –conceptuado como un Dios de la antigüedad
– considerando que el Bastón de basalto mide 1,10 m
de longitud y posee una forma cónica perfecta. Dicha
medida representa la cuarenta millonésima parte del
meridiano terrestre; en él está mágicamente codificada
toda la sabiduría de la humanidad.

La música y el idioma

Los comechingones fueron un pueblo de excelente


carácter, acostumbrados a la meditación y de gran
parquedad. Trabajadores incansables y muy dados
a los cantos en coro, acompañados por instrumentos
de percusión, aerófonos, sonajeros y membranófonos.
Solían empezar sus cantos sagrados o gentilicios al
anochecer y amanecían en esos coros, casi siempre
monocordes, con determinadas palabras o sonidos
guturales que se repetían mágicamente tres, cinco,
siete, nueve o doce veces.

Según el idioma que hablaran, se dividían en


comechingones serranos y comechingones algarroberos.
Los primeros hablaban el camiare o comechingón
propiamente dicho, y los segundos un dialecto
desprendido de la lengua principal. Su lenguaje incluía
muchas palabras quichuas, dada la influencia del incario
en todos esos pueblos, y por ese motivo existían entre
los comechingones muchos que eran bilingües, ya que
hablaban su lengua nativa y el quichua. Buen número
81

de ellos sabía también expresarse en sanavirón, debido


a la proximidad de ese grupo humano.

No olvidemos asimismo, que el territorio de Córdoba


era un lugar de paso obligado de todos los pueblos
aborígenes.
Hasta allí llegaban tribus provenientes del norte
argentino y del oeste, en sus migraciones habituales,
en sus guerras, en su comercio, en sus tratos, en sus
cacerías, en sus veraneos en la región de Calamuchita.

No solo arribaban a esas paradisíacas tierras para


descansar durante los veranos, sino por motivos
mágicos y esotéricos, para energizarse y tomar fuerzas
cósmicas y telúricas en esos parajes plenos de radiación
armoniosa dentro del famoso Triángulo de Fuerzas de
Terrera, que evidentemente ya era conocido por los
pueblos primitivos de la Argentina, que buscaban sus
beneficios.

UBICACIÓN GEOGRÁFICA EN EL TERRITORIO


DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA,
DE LOS COMECHINGONES Y DE SUS VECINOS
LOS SANAVIRONES, PAMPAS, RANQUELES
Y PEHUENCHES
82

A
B

Notas aclaratorias

En la región noreste de Córdoba se encuentra la laguna


de Mar Chiquita, que tiene aproximadamente 180.000
ha de superficie y aguas extremadamente salitrosas.
Los sanavirones, primitivos habitantes de la región,
la llamaban “Ansenusa” que en su lengua significaba
83

“agua salada”. En el mapa se la designa con la letra A.


La actual ciudad de Córdoba, capital de la provincia del
mismo nombre, figura como un cuadrilátero señalado
con la letra B. Esta marcación se ha realizado con el
fin de ubicar la extensión del territorio habitado por los
comechingones que abarcaba, también el paraje donde
fue emplazada posteriormente la capital cordobesa,
fundada en 1573, por Jerónimo Luis de Cabrera.

La línea imaginaria que demarcaba la región geográfica


donde vivieron los barbados serranos, parte desde el
confín sur hasta donde llegaba la sierra de Charava,
luego conocida como Sierra Grande. Ese lugar podría
ser el denominado cerro de la Madera, que se encuentra
a unos 40 km al norte de Laguna Oscura.
Desde allí, la línea seguiría por Sampacho, Río de los
Sauces, Berrotarán, Laguna Larga, Costasacate, Villa
del Rosario, El Crispín, Atahona, San José de la Dormida,
Rayo Cortado, Chuñaguasi, para luego volverse hacia
la región del sudoeste, por Serrezuela, Salsacate,
Chancan, Sierra de Pocho, Altautina, Tilquicho, Cerro
Oveja, Achiras, y desde allí cerrando la línea hasta dar
nuevamente con el cerro de la Madera.

Tal sería, sobre la realidad geográfica de nuestro


tiempo, el territorio que ocuparon antiguamente
los comechingones. En el mapa que hemos trazado
del habitat de estos primitivos pobladores, lo hemos
destacado mediante una superficie rayada.
84

Capítulo VI

LA CIUDAD SUBTERRÁNEA DE ERKS

En relación con este conocimiento extraumano, existe


en la historia de la cultura y en la ciencia hermética –
que se remonta a 12.000 ó 15.000 años de antigüedad
– la creencia absoluta en que existen ciudades secretas
y subterráneas en diversas latitudes del planeta Tierra,
cuyas entradas no pueden ser franqueadas por cualquier
mortal. Se cree, además, que algunas de ellas se
comunican entre sí mediante largos e interminables
pasadizos o galerías, que en ocasiones cruzan de un
continente a otro, incluso por debajo de los océanos.

Tal es el caso de ciudades subterráneas como Agharti,


Shamballa, llamada también la doble, por cuanto
dicen las tradiciones que existe una terrestre y otra
subterránea, la llamada Papetee, la Thule nórdica y la
Thule invertida del Polo Sur, la ciudad de los Césares,
buscada por diferentes expediciones durante cientos de
años, cuya presencia física se situaba en la Cordillera
de los Andes o en la Patagonia. También se ubican
varias de estas misteriosas ciudades subterráneas en
regiones de Perú, Bolivia y México.

La más extraordinaria de éstas ciudades subterráneas


en territorio argentino, se denominaría Erks y su
presencia, según los entendidos puede detectarse
dentro del denominado Triángulo de Terrera, cuyos
vértices se asientan en el cerro Calaguala, en las
cercanías de San Agustín, provincia de Córdoba; el otro
vértice se encuentra en la localidad de Serrezuela y, su
vértice noreste, se asienta en el Cerro Colorado, ambos
85

también en territorio cordobés.

Dentro del Triángulo Menor de Fuerzas de Terrera, que


ya hemos descrito, la mencionada ciudad de Erks se
ubicaría al noroeste del Sagrado Cerro Uritorco y en las
cercanías de otro monte de la Sierra Chica, conocido
como el Cerro Pajarito. Esta ciudad subterránea de
Erks, cuyas entradas nadie ha podido descubrir, es
poseedora de los tres espejos sagrados, mediante los
cuales sus sacerdotes o maestros pueden contactarse
directamente con otras ciudades secretas, con las naves
cósmicas que se desplazan por el espacio y también
penetran en Erks, y con el denominado Reino Supremo,
que se ubica en el Cosmos.

Enseña la Escuela Primordial que la ciudad sagrada


de Erks se encuentra poblada por entidades cósmicas
y que, cada uno de los tres espejos está construido
con diferentes materiales. El primero de ellos, que
solo posee un alcance reducido, fue preparado con
lapislázuli; el segundo espejo, de alcance mediano, fue
construido con placas de oro puro; del tercer espejo
sagrado, poseedor de un alcance extraordinario, no
fueron dados a conocer sus elementos constitutivos.

Estos espejos de los cuales nos habla la mitología y


la metafísica son, en realidad, para el conocimiento
contemporáneo, un verdadero laboratorio espacial,
en el que cada espejo configura un radiotelescopio de
corta, media y larga distancia, que se comunican desde
las profundidades de Erks, con otro laboratorio cósmico
similar al terrestre donde se procesa y se intercambia
todo tipo de información.

Estos espejos o laboratorio de contenido tridimensional,


sirven exclusivamente para satisfacción de la memoria
ancestral de los seres humanos, considerando su
86

percepción estereoscópica. Para los habitantes de


la ciudad de Erks, cuya existencia se desenvuelve en
otras dimensiones, estos espejos son simbólicos y sólo
existen en la frecuencia de emisión con la cual estos
seres o las luces del Cosmos se manifiestan.

Durante las noches, la ciudad subterránea de Erks


ilumina los cerros y las quebradas con una tenue
luz blanquecina; pero cuando las naves cósmicas
abandonan el recinto, desplazándose por encima de la
sierra con sus luces blancas y brillantes, la superficie
de los campos se torna iridiscente a causa del mensaje
de paz y de amor que irradian sobre los hombres que
las contemplan.

La belleza espiritual que emana de la ciudad subterránea


de Erks está presente en sus pobladores que, en forma
de energía inteligente viven en ella desde hace milenios.
Por ese motivo, los comechingones que habitaban sobre
la superficie de la serranía, señalaban en su mitología
ancestral la presencia de luces que cruzaban por los
cerros o se escondían en sus profundidades, como si
fueran espíritus que poblaban los valles del silencio.

En la ciudad secreta de Erks existen maestros cósmicos


que no viajan en las naves luminosas, dedicándose a la
regencia del reino subterráneo. El sacerdote Kitiuma es
el regente absoluto de la ciudad de Erks, y el maestro
Nahualcuma es el encargado de la celebración de los
ritos cósmicos, secundado por Eluama como segundo
sacerdote de los ritos. Tales son las enseñanzas que,
durante milenios, la ciencia hermética ha transmitido a
sus alumnos, iniciados y discípulos.

Debemos aclarar, corroborando las manifestaciones


de la metafísica, que todos los maestros cósmicos
mencionados en este capítulo, son entidades espirituales
87

o energía pura dotada de inteligencia superior, quienes


viven de modo permanente en la secreta ciudad de
Erks.

Según narraciones que debemos comprender, dentro


de esa milenaria urbe de los espejos vive también el
sacerdote Watuma o Guatuma, primer miembro del
Consejo, quien firma decretos y autoriza el ingreso de
todos aquellos seres humanos que han sido formados
metafísicamente en la dimensión cósmica, lo cual ha
despertado su intelecto superior.

Otro maestro cósmico llamado Mikiuma, que ejerce


funciones como segundo miembro del Consejo, ejerce
el control de la magnitud alcanzada en el desarrollo
intelectual cósmico por los seres humanos autorizados
a ingresar a la ciudad subterránea de Erks.

Para la preparación intelectual cósmica de las mujeres, la


jerarquía superior cuenta con la sacerdotisa Apantuama,
quien es la encargada de la rigurosa preparación
espiritual de aquellas que ingresan a la ciudad secreta
después de ser aceptadas como hermanas del Templo
de la Esfera, construcción metafísica de paz y amor, a
la que pertenecen todos los maestros cósmicos y los
seres humanos que han sido transmutados al intelecto
superior.

La Antropología Cultural y la Antropología Metafísica


se complementan en sus análisis e investigaciones. La
primera estudia las formas y los procesos culturales
en las creaciones materiales que el homo sapiens y
el homo faber han realizado, utilizando su inteligencia
y sus manos. Crearon así, el mundo real y tangible
de los objetos histórico-culturales, que se traducen en
ceremonias, ritos, creencias, supersticiones, religiones,
cantos, músicas, mesas, sillas, quirófanos, tractores,
88

barcos, edificios, códigos, armas, herramientas y toda


la infinita multitud de creaciones inteligentes de la
especie humana.

Pero, junto a esta Antropología Cultural, encontramos


aquella otra rama del conocimiento antropológico
dedicada a lo extrasensorial, a lo que está fuera de
lo físico y lo tangible, sabiduría humana de profunda
extracción poética y espiritual, plena de una belleza
superior. Nos referimos a la Antropología Metafísica
que impulsa al hombre hacia la búsqueda de un
conocimiento superior que lo transmuta y lo hace
participar de dimensiones que le son totalmente
desconocidas.

Por ello, transcribo con toda seriedad científica y


metafísica, las sabias y complejas enseñanzas de los
antigüos amancuat, poseedores de un intelecto cósmico,
quienes con todo amor y fraternidad han enseñado la
antigua sabiduría de los indoarios y de los hermanos
del Cosmos, para que este conocimiento primordial de
la especie humana y de las entidades luminosas fuese
conocido, también por algunos maestros de nuestro
tiempo. Estos, a su vez, debían transmitirlo a todos
aquellos que desearan estudiar, jerarquizarse, pasar
del estado de hombre-animal o pasus, al de hombre
espiritual o de intelecto superior, con el fin de echar
las bases de una futura humanidad metafísica,
construida en la paz, la comprensión y el amor.

El Sagrado Cerro Uritorco, el Bastón de Mando, el


Triángulo de Terrera o Triángulo Menor de Fuerzas,
apoyado en Calaguala, Cerro Colorado y Serrezuela, son
elementos inseparables en esta conjunción metafísica
de energías cósmicas, telúricas y humanas que señalan
desde hace 15.000 años, el área de regeneración de
la humanidad. Ese será el fin del materialismo y el
89

comienzo de la vida espiritual.

Algún día podrá ser develada o no, la presencia de las


ciudades secretas que, como la de Erks, está ubicada
en el corazón de las sierras de Córdoba, muy cerca
del Sagrado Cerro Uritorco. Allí son entonados los
mantras milenarios, mientras sus sacerdotes cósmicos
y los iniciados cantan a la paz y al amor en el Templo
de la Esfera, regido por el luminoso hermano cósmico
Witaicón, en su carácter de Sacerdote Supremo.
90

CAPITULO VII

LOS TRES ESPEJOS

Ya hemos visto cómo la mitología explicaba, desde


hace miles de años, la presencia y la ubicación de los
llamados Tres Espejos de la ciudad subterránea de
Erks. Estas construcciones son de una materia de
consistencia sólida pero transparente. Se accionan
mediante rayos o resplandores muy intensos a través
de tres grandes espejos similares a los radiotelescopios
contemporáneos, que se encuentran tanto en al interior
de la corteza terrestre como en su correspondiente
cósmica, de acuerdo a una ley hermética, la cual
manifiesta que todo lo que está adentro está afuera, o
que todo aquello que se encuentra abajo, está también
arriba.

Los Tres Espejos que integran el laboratorio espacial,


están sincronizados con sus similares de la ciudad de
Erks y se intercambian todos los datos cósmicos y
telúricos que ellos procesan en su continuo movimiento.
El ruido que se escucha nítidamente durante las noches
en el área limitada por el Uritorco y el Cerro Pajarito,
proviene de los distintos sonidos que emite cada espejo
o laboratorio, tanto del Espacio como del interior de la
Tierra, y que son captados por los diferentes espejos
tal como sucede con los radiotelescopios actuales, que
captan los distintos sonidos que se producen en el
Cosmos Infinito.

Los espejos captan información de corta, mediana y


larga distancia. Uno de ellos procesa todos los datos
del planeta Tierra y los emite a los otros espejos,
especialmente al tercero que trabaja con el infinito del
Cosmos, para que éste se mantenga alerta a la armonía
91

y a las variaciones que pueden ocurrir en la ilimitada


extensión cósmica. El segundo espejo, de mediano
alcance, programa los trabajos de Erks además de
aquellos que efectúa su similar sobre el espejo espacial.

Lo que en conjunto se denomina laboratorio, es todo


aquello que produce información, y las denominadas
entidades o luces cósmicas son fuerzas lumínicas
dotadas con una inteligencia que las controla. Por eso,
las entidades o naves que reciben este nombre por su
capacidad para desplazarse en vuelo por el espacio,
pueden entrar en comunicación intermental con aquellos
seres humanos poseedores de un intelecto superior,
es decir, que sus mentes hayan experimentado una
transmutación intelectual y espiritual.

El famoso ruido de los tres espejos, que miles de


personas han escuchado durante las noches del Uritorco
y el Pajarito, proviene de sitios distintos, ya que los
espejos o sus laboratorios espaciales se encuentran
en tres lugares diferentes pero cercanos, en la ciudad
subterránea de Erks.

Las grabaciones que se han efectuado con equipos


electrónicos de alta fidelidad, confirman estas milenarias
creencias, y los ruidos de los tres espejos pueden oírse
sobre la superficie de la Tierra. Son tres movimientos,
o sonidos, que se asemejan a los ruidos que producen,
respectivamente, un martillo neumático, un juego de
grandes engranajes en movimiento, y el tercero, el
sonido sordo y persistente de una maquinaria fabril.

La entrada a Erks, en la corteza de la Tierra, se encuentra


en las cercanías de los cerros mencionados, pero es
sólo de tipo metafísico o simbólico, ya que la entrada
física no es conocida. Esto se debe a que las entidades
cósmicas o luces que sobrevuelan el área geográfica
92

aludida, se desplazan a distintas velocidades y alturas,


atravesando directamente la corteza terrestre,
desintegrándose para penetrar en las laderas de los
cerros o en las quebradas.

Este fenómeno de la desintegración de las entidades,


obedece al cambio de dimensión que se produce al
variar la cohesión molecular de los fluidos o de los
gases, alterando su frecuencia de emisión y pasando a
otras dimensiones que para la mente estereoscópica o
tridimensional de los seres humanos, no es conocida ni
puede ser imaginada.

Por ésta razón, para entrar a la mitológica Erks, no


necesitan de una entrada física en la superficie de la
Tierra, pues las entidades o naves cósmicas lo hacen
con sólo cambiar de dimensión o de frecuencia.

La ciudad subterránea de Erks es un centro energético


de alta concentración que, según algunos estudiosos,
se encuentra asentada sobre un campo de pirita
magnética. Existe también la creencia metafísica
en que la ciudad de Erks – dadas sus condiciones de
energía, la presencia del laboratorio terrestre y espacial
de los tres espejos y de las entidades cósmicas con
su presencia real en el espacio – estaría conectada
directamente con el centro magmático del planeta
Tierra. De allí provendría su potente energía y, a tal
hecho, obedecería la instalación para su procesamiento
de toda esa tecnología cósmica, distinta en frecuencia
y dimensión, de la conocida por la especie humana.

La potencia de Erks provendría, entonces, de su


conexión directa con la masa líquida o magma que
integra la corteza terrestre interior, cuyo calor y
energía provenientes de sus explosiones nucleares,
son semejantes a las que tienen efecto a cada instante
93

en las protuberancias del Sol.

Esa energía nuclear de iones liberados por la masa


de roca fluida proveniente del centro del planeta
Tierra, hallaría una salida normal y directa a través
de sus múltiples conexiones hacia la corteza exterior,
mediante el canal con Erks y su eclosión en el área
del Uritorco, el Pajarito y Ongamira. Este fenómeno
se reproduce actualmente, acompañado de todas las
alternativas mitológicas, metafísicas y científicas que
han tenido lugar en dicha región serrana desde hace
miles de años.

Todos los dibujos que ilustran esta parte del trabajo,


poseen contenido metafísico, pero aquéllos que se
refieren a las entidades o luces cósmicas, tienen un
contenido real y verdadero, pues representan un
hecho cierto y comprobado. También las fotografías –
tomadas con equipo infrarrojo – de las luces brillantes
de Witaicon y Maia, lo mismo que de Tokor en sus
desplazamientos por el espacio, pertenecen al campo
de la investigación científica, hechos que han sido
estudiados y comprobados fehacientemente por varias
comisiones nacionales y extranjeras entre 1985 y 1986.

El denominado Templo de la Esfera que, según la


mitología y las múltiples videncias de psicómetras y
parasensitivos, se encontraría en la ciudad subterránea
de Erks, estaría construido en piedra de color grisáceo y
amarillo bronceado, lo cual hace suponer que se trataría
de pirita magnética, abundante en las profundidades
de esa área serrana. Esto produce en la superficie una
serie de alteraciones electromagnéticas en brújulas,
grabadores y equipos de aeronavegación, además de
especiales estados anímicos en los seres humanos
que, por diversos motivos, se encuentran en tránsito
o viven en la región, aunque estos últimos terminan
94

por acostumbrarse a tales estados energéticos y


espirituales.

Para el concepto metafísico, el Vaso Sagrado o Santo


Grial que, según la leyenda, el caballero Parsifal trajo
consigo de Europa en el siglo XII, se encontraría en
custodia dentro del Templo de la Esfera sobre un bloque
de piedra cuadrangular que semeja un antiguo altar.

Además, en otro de los costados de esa gran mesa de


piedra, se encontraría un Libro Sagrado abierto por la
mitad y colocado sobre un atril o soporte, conteniendo
las explicaciones inherentes al Bastón de Mando, al
Santo Grial, a las luces cósmicas, a la ciudad de Erks,
a los tres espejos y a Ique Simihuinqui, que representa
al Bastón de Mando y a su portador humano.

Este Texto Sagrado está escrito en una lengua antiquísima


y su lectura resulta muy dificultosa en proyección
mental, aunque varios psicómetras y parasensitivos
han logrado leer algunas de sus enseñanzas.

Por su parte, el cuerpo del caballero galés Parsifal –


custodio del Santo Sepulcro de Jerusalem y encargado
de la protección del Santo Grial, al que trajera desde
las costas de Francia hasta el extremo meridional de
Sudamérica, con destino al Sagrado Cerro Uritorco para
unirlo al Bastón de Mando – estaría allí depositado hace
milenios, según testimonios videnciales y metafísicos.
Su cadáver momificado estaría ubicado en la puerta de
ese Templo, mirando hacia el altar de piedra, vestido
con su larga túnica, su ancho cinturón de cuero y su
espada protectora.

Los cuatro dibujos siguientes fueron realizados por el


arquitecto don Alberto Czerniawski, según videncias
sobre Erks: los tres espejos, las luces cósmicas y
95

el laboratorio terrestre y espacial. En el dibujo nº


1 podemos apreciar la zona montañosa, la entrada
simbólica a la ciudad subterránea y, exactamente
debajo de la abertura metafísica, el laboratorio
terrestre suspendido sobre Erks y en comunicación con
el espacio.

En el dibujo nº 2 se observa, sobre todo, la salida o


llegada de las luces o naves cósmicas. En el dibujo nº
3, se aprecia la complementación de los dos laboratorios
y su manera de emitir y captar señales. En la última
visión, dibujo nº 4, se pueden observar en detalle las
características de los tres espejos de Erks.

Tales son las alternativas metafísicas de esta creencia


humana acerca de los denominados Tres Espejos de
la Ciudad Subterránea de Erks. Su conocimiento y
desarrollo pertenecen a la belleza espiritual de estas
profundas concepciones mitológicas de la humanidad,
que pueden elevar su vida por encima de un materialismo
grosero, violento y consumista. A través del mito de
Erks, el hombre habrá de encontrar motivos superiores
para vivir en la armonía, la paz y el amor.
96

Dibujo n° 1

LOS TRES ESPEJOS DE ERKS


97
98

Dibujo n° 3

EL MOVIMIENTO CÓSMICO
DEL LABORARORIO ESPACIAL
99

Dibujo n° 4

EL TEMPLO DE LA ESFERA Y
LOS TRES ESPEJOS
(Según la metafísica)
100

CAPITULO VIII

LAS LUCES DEL ESPACIO

Así como en la ciudad subterránea de Erks viven


permanentemente sacerdotes encargados de la
regencia del reino, otros sacerdotes cósmicos tienen
la facultad de entrar y salir de los recintos secretos de
Erks, mediante el empleo de energías luminosas que las
entidades cósmicas denominan naves, con las cuales
no sólo se desplazan entre los cerros y las quebradas
adyacentes, sino que emprenden viajes por el espacio
infinito en largas misiones espirituales.

Cuando las naves cósmicas regresan de sus viajes


astrales, penetran por las entradas secretas a la ciudad
de Erks, desde donde salen al espacio cada noche, al
ser invocadas sus presencias sagradas por los seres
humanos que han adquirido el intelecto cósmico y
conocen los mantras de identificación, acercamiento y
comunicación.

Estas naves revelan su presencia entre los cerros y las


profundas quebradas al noroeste del Uritorco, mediante
una intensa luminosidad blanca y brillante que se
percibe con toda nitidez. Muchas son las personas que
las han visto sobrevolando la zona entre el Uritorco y
el Cerro Pajarito. El propio maestro Saruma, con sus
oraciones y mantras sagrados, pronunciados durante
un ritual cósmico realizado después de las diez de la
noche, establece contacto con las Luces del Espacio que
brotan lentamente de los cerros y los valles, iluminando
el cielo con la blancura de su luz, mientras la ciudad
secreta de Erks hace brillar la superficie silenciosa de
los campos.
101

Las entidades luminosas pueden ser vistas por cualquier


persona que las espere con paciencia y humildad,
desde los diferentes puntos de observación en la sierra.
Quienes contemplan la aparición y el paso de las
luces en lo alto de los cerros, sólo pueden hacerlo sin
establecer relación mental con ellas. Para establecer
este intercambio de conocimiento con los hermanos
del Cosmos, el simple observador debe poseer una
sabiduría especial, ser un iniciado en el rito cósmico que
lo transforme, precisamente en un intelecto superior y
en un hombre espiritual.

A quién no posea el conocimiento de los mantras


cósmicos, podría complicársele la comunicación con las
entidades que se desplazan en las naves de la ciudad
de los Espejos. A través de los mantras, los sacerdotes
son los únicos capaces de conocer a sus hermanos
cósmicos y establecer relación con ellos.

De acuerdo con las antiguas revelaciones, las naves


cósmicas que se desplazan por esos parajes del
territorio argentino, llevan entidades inteligentes. Su
sacerdote mayor es conocido como Witaicón, y viaja
en la nave de mayor luminosidad de las que se elevan
entre el Uritorco y el Pajarito.

En éstas luces del Cosmos, viajan otras entidades


mayores y menores, las cuales son conocidas
metafísicamente con los nombres de:

Witaicon (El Sacerdote Mayor) Mikiuma


Uantak Inpantikiuma
Tsimuak Ikiuma
Tumuk Tokor
Artuma Mianuk
Atamuak Naualcuma
Muacuma Eluama
102

De igual modo, en esas naves de luminosidad varia-


ble, vuelan sacerdotisas cósmicas, a las cuales se
conoce con los siguientes nombres:

Maia Antak
Sikina Tukuma
Rimuak Guaruma
Samina Epanticuama

Todas estas revelaciones proporcionadas por el antiguo


conocimiento – transmitidas a través de incontables
generaciones – coinciden en esencia y en la realidad,
con las milenarias leyendas de los aztecas, los incas, los
calchaquíes o los comechingones. Dichas revelaciones
acerca de las ciudades secretas ubicadas en diferentes
parajes geográficos de la Argentina, entre ellos el
noroeste del Uritorco, llegaron a mi conocimiento
directo a mediados de la década del treinta y en los años
cuarenta. La aparición de luces blancas y brillantes que
cruzaban el espacio y se ocultaban tras los cerros, fue
motivo de estupor, de silencio, o quizá de indiferencia
entre quienes se habían habituado a contemplarlas en
toda la belleza espiritual que representan.
103

CAPITULO IX

LOS MANTRAS SAGRADOS

Las oraciones que, con el fin de adquirir fuerza o


energizarse para desarrollar una actividad superior
determinada, se denominan comúnmente mantras,
suelen consistir en palabras sueltas que se repiten con
insistencia y en la emisión de sonidos bajos, medianos
o altos, según la fuerza o energía que se desee poseer
o transmitir.
También estos cantos y oraciones pueden ser
pronunciados como un susurro, con mediana intensidad
o con toda la fuerza que se posea. En determinadas
ocasiones se emplea un mantra de intensidad mediana
pero sostenida, y súbitamente se imprime una poderosa
intensidad a determinadas palabras.

Toda esta energía emanada de la expresión humana,


ha sido empleada desde por lo menos 12.000 años
para elevar el espíritu, infundirle fuerza y trabajar
con esta energización en el logro de fines nobles y
a veces, desgraciadamente con sentido de maldad o
destrucción. El mantra es entonces, una fuerza que
adquiere un hombre o un grupo de hombres. Puede
consistir tanto en una oración como en un canto, un
sonido de tambores, de maderas o de silbatos, en golpes
monocordes, y también en un único grito repetido en
determinadas ocasiones.
Los indígenas pampas de la Argentina poseían un mantra
para predisponer espiritualmente al malón o asalto
a las tierras del cristiano.  Consistía en dos palabras
repetidas y en una exclamación de fuerza: “!Huinca,
Huinca, Há!”.  Los guerreros formados en círculo con
sus lanzas en las manos y el resto de la tribu integrada
por mujeres, niños y ancianos, también repetían el
104

mantra o grito de guerra.  Acompañaban éste mantra


con los kultrunes, silbatos y sonajeros de pezuñas de
guanaco. Luego de varias horas, montaban a caballo y
salían en tropel semejando un huracán desatado sobre
las pampas silenciosas de Buenos Aires, Córdoba, San
Luis o Santa Fé.
Este mantra y sus increíbles aplicaciones, me fue
proporcionado en la década del cuarenta por el
maestro hermético Orfelio Ulises, nieto por vía paterna
de pampas bonaerenses y por Valentín Romero, nieto,
también de un pampa llamado Mari-Pangüi (Cuatro
Leones).
Con este canto de fuerza apoyado por golpes rítmicos de
tambores de madera o cuero, los maestros herméticos
lograban energizar a grupos numerosos de personas,
e incluso provocaban en el lugar y sobre los presentes
el desplazamiento de un viento cósmico que soplaba
durante algunos minutos, revelando su presencia
exterior y metafísica entre los asistentes.

La oración o el rezo de todas las religiones, son tomas


de fuerza, o energizaciones que el hombre logra, ya
sea rezando en soledad o en compañía de otros fieles.
Sobretodo si son cantados en lenguas sacras, como lo
era el latín para los cristianos. En la ciudad santa Qohm
(Persia) he escuchado estos cantos mántricos en lengua
parsi y, en Afganistán, en urdu o en sánscrito. Puedo
asegurar que son realmente impresionantes por la
energía y el vigor místico que transmiten.
Los católicos contemporáneos perdieron toda fuerza en
sus actos religiosos, al suprimir el latín de sus rituales
y caer en la trivialidad de las lenguas actuales.

El incienso desparramado entre los fieles, obraba


también como catalizador de fuerzas mentales mediante
el perfume que aspiraban dentro del Templo, que los
energizaba durante el transcurso de una proyección
105

mental casi mística. El sonido de la campanilla que


repicaba en el altar, movilizaba cerebralmente a los
asistentes hacia la toma de una fuerza poderosa, que
junto con el perfume del incienso, producía una energía
colectiva pero que, cada uno, concientizaba según las
características de su propia fuerza mental y espiritual.

Según informaciones y constancias obtenidas


personalmente en Persia, actual Irán, los mantras
de fuerza y las oraciones produjeron un hecho físico
de características notables, al desatar en el desierto
un viento huracanado -¿por qué no el mismo viento
cósmico provocado por los indígenas americanos o
los maestros herméticos? – sobre la fuerza aérea
norteamericana que acudía procurando liberar a los
agentes de su embajada, detenidos por los estudiantes
islámicos. Según afirmaciones de religiosos, esa fuerza
fue desatada metafísicamente y llevada por Dios para
destruir a los invasores.

El conocimiento hermético explica que, para entrar en


contacto con las naves cósmicas de la ciudad secreta de
Erks, deben poseerse tres clases distintas de mantras. El
primero de ellos, es un mantra de identificación, para
que el ser humano se haga conocer ante las entidades
cósmicas y éstas reconozcan por el mantra, a aquel
que se identifica como un aceptado de los sacerdotes.
El segundo mantra es de acercamiento  y, con el
empleo de estos cantos u oraciones repetidas, se logra
contactar y entrar en comunicación con la inteligencia
de las luces.
El tercer mantra se emplea para que los maestros
cósmicos manifiesten quiénes son y, así, poder
interactuar. Sin estos mantras, es muy difícil establecer
contacto con las naves del espacio y las entidades que
se desplazan en ellas. Ver las luces cósmicas durante
sus vuelos nocturnos, depende de la capacidad personal
106

de cada observador, pero contactarse con ellas para


identificarse, entrar en comunicación y mantener
relación intermental, es ya un problema de iniciación e
intelecto superior.

Los denominados mantras de encuentro o de relación


con los sacerdotes de Erks, deben ser repetidos siete
veces de la siguiente manera:

Wanpa Ipantu Suavan, Suavan, Sú


Wanpa Ipantu Suavan, Suavan, Sú
Wanpa Ipantu Suavan, Suavan, Sú
Wanpa Ipantu Suavan, Suavan, Sú
Wanpa Ipantu Suavan, Suavan, Sú
Wanpa Ipantu Suavan, Suavan, Sú
Wanpa Ipantu Suavan, Suavan, Sú

El mantra de entrega o rito de iniciación para los


hermanos mensajeros del Cosmos, enseñado por la
antigua sabiduría, dice textualmente:

Misionero de amor y paz


Quiero ser programado,
aceptar tus órdenes
para entrar a tu Reino,
aun a costa de mi entrega
hasta ofrendar mi vida.
Dimo somharma,
Dimo Somharma,
Dome Iptin iguham.

Al igual que las demás oraciones y cantos de las diversas


religiones, estos mantras deben ser repetidos para que
sean realmente tomas de fuerza entre los iniciados. El
mantra de entrega en el rito cósmico, debe ser repetido
al amanecer y al anochecer.
107

Los cristianos, en sus mantras, expresan con


profundidad y fé:

Jesús  Jesús  Jesús


José  José  José
y María, y María,  y María,
os doy os doy  os doy
el corazón  el corazón  el corazón
y el alma mía  y el alma mía y el alma mía.

Esta oración la repiten de tres a cinco veces.


El mantra de entrega en el rito cósmico, debe ser
repetido al amanecer y al anochecer.
Así como he señalado la presencia del Bastón de Mando
o Piedra de la Sabiduría en territorio argentino – el cual
es todavía buscado inexplicablemente por alemanes,
ingleses, tibetanos o japoneses – del mismo modo y
con la mayor honestidad científica, he ubicado en el
Triángulo de Terrera, dentro de las sierras de Córdoba,
a la ciudad secreta de Erks y las naves cósmicas que
se presentan en esos parajes de cerros y quebradas
maravillosos. Son dignas de contemplación la verdad y
la fuerza espiritual emergentes de esa región geográfica,
realmente encantada que posee la Argentina en ese
triángulo de paz, donde según la ciencia hermética,
se dará la obra futura de regeneración de la especie
humana.
Para que esta parte de la obra no quede inconclusa, he
incluido todos los mantras utilizados para contactarse
con los sacerdotes de la ciudad subterránea de Erks y
con las entidades que viajan en las naves cósmicas, en
los dos idiomas empleados para comunicarse, ya sea
en lengua castellana o en idioma cósmico.

Debo señalar que en los años cuarenta, cuando inicié


mis estudios con el maestro Orfelio Ulises, y luego con
mis profesores de la Universidad Nacional de Córdoba –
108

entre ellos el metafísico Francisco W. Torres, el profesor


Antonio Serrano, el Ing. Jorge von Hauenschild y el
Ing. Aníbal Montes – nunca me hablaron de la ciudad
secreta de Erks. Sólo aludieron a la cultura indígena
de la región, señalando la presencia de las luces que
brotaban de valles y quebradas referidas, como ya lo
expresamos antes a los mitológicos valles conocidos
como de los Espíritus o del Silencio.

El maestro Saruma, en su visita a mi casa de San


Isidro, Buenos Aires, me refirió detalladamente las
particularidades de la mitología de Erks y de los mantras
para contactarse con las entidades cósmicas de la
ciudad de los Espejos, de los cuales yo no había tenido
conocimiento durante mis cuarenta años de estudios e
investigación a través de la etnografía, la etnología, el
folklore, y por supuesto de la antropología cultural.
Pensemos además, que a partir del año 1948 yo ya
era el poseedor del Bastón de Mando que me fuera
entregado el 26 de septiembre de ese año, por decisión
de todos los maestros, estando por tal motivo, en
conocimiento directo de todo aquello que se refería al
denominado Triángulo Menor de Fuerzas de Terrera y al
Triángulo Mayor de la Argentina.
El nombre de Erks con el que se denomina a la milenaria
ciudad, corresponde al idioma cósmico o tibetano
por cuanto ellos, en su sabiduría, ya la conocían
exactamente del mismo modo que al Bastón de Mando.
Fue en Shamballa que al maestro Orfelio Ulises le
indicaron el sitio aproximado donde el Toqui Lítico
había sido depositado, en las cercanías del Sagrado
Cerro Uritorco.

Los mantras de iniciación para comunicarse con la


ciudad secreta de Erks y con las naves cósmicas que
iluminan todas las noches el espacio, han sido transcritos
textualmente en idioma cósmico.  Su traducción al
109

castellano, se expresa de la siguiente manera:

Santi Mana Ata Con nuestra oración


Santi Mana ata muc nos unimos a Ti, Señor
Santi mana santi mana u. esperando tu llegada
A ni maio tua nos entregamos en
Idi mani guam nuestra oración.
Idi mani Y habiendo penetrado en Ti,
Adi banna iuna cuak recibimos en oración.
Idi bonno ioto bon
Idi bonno ioto bon
Adi banna guata gua.
Ata na guana No merezco yo
Imi chuinki Mis plegarias
Imi chuinqui guam Oh Señor a Ti
Imi nagua ba Esta es mi oración
Aya pana tuana tua Veo tu rostro ya
Aya pana pana tua Grandes eres
Iguanata Cuanto das
Ina guatiko Es tu amor.
Ina guana pa He recibido de Ti amor
Idi boni guanda Son mis rezos para Ti
Imi guik Qué cuanto me das
Kina guat Me hace feliz.
Ika naguam Las luces del cielo
Y biban toko Muestran tu reino
Y biban toko ni oc, oc, oc Llorando estoy
Tipa na una tipa Por tu amor.
Aia kuku iana Postrado estoy
Ichansta En oración
Imi chukigan El sacerdote ya
Pinakuna Me dirá por Ti
Ichiponi Que grande es tu amor
I ichiponi ku Entregado estoy.
Agu gotum Voy por Ti
110

Ikaguam, Sigo a tu luz


Igual ku Que grande es tu amor
Ibivangua Dadme a mi, Señor
Iniguik Esa Luz.
Kikuna guatum Llega del cosmos
Iguina Donde Tu reinas
Pichimuna Va por nosotros
Itin guan En él nos entrega
Pinakuic Sabiduría.
Michi punga Para encontrarnos
Tijuana Con mis hermanos
Chingui n agua que con sus naves
Tibuna pasan surcando
Ikuigna ante mis ojos
Piti cuanga estoy escuchando
Pigui gando tus enseñanzas.
Guasa, guasa,guana, iaguana En este encuentro, Señor
IASA guana iaguana en este encuentro
Guana mianuk Señor Mianuk
Hi siu gua cuan mi sacerdote Mayor
ne guanha gua paseana a quien entrego
sasuik cantuic mi intelecto superior
saguana ika patansa tuan para que despierte en él
una guana pak Las energías del intelecto
en ne gue Superior.
shi mana, shi mana
guana ka mak
pe kue ne te pue

Guana Imanuak
Guana igaikuna
Guana cuanti
Manuana iku
Maguana y mu
111

Maiuma guana cuanta


Sianiata ikuma
Sima guana
Ene gu naiuk
Guana iguaikuna
Guana guanta
Manuana iku
Cuati cuanti camuana
Manuana iku
Si nuata ikiuma
Ikuna imu
Guana iyactuana
Guanas igual kiuana
Maiuma
I aguana y mu
Pekuene iuna cuam
Sianatua ikuna
Ikiuma
maiuma

Hay mantras también, en idioma castellano, que son


de identificación, acercamiento y contactación con las
entidades de la ciudad subterránea de Erks y con las
Luces del Espacio que se desplazan en lo alto de los
cerros. 
Cada uno de éstos poemas mántricos – similares a
los cantos indios, tibetanos, aztecas, incas, mayas,
calchaquíes, diaguitas, nepaleses o comechingones
– están dedicados a los Sacerdotes del Cosmos, al
acto de la Entrega y al Servicio, como así también al
maestro Guatuma. Este es en realidad, el regente
Solar, un verdadero Dios del Solsticio cuya proyección
es absolutamente cósmica, ya que conduce al Padre
Sol. Se trata de una deformación aborigen de Gaudama
o Gautama, un Dios mayor de los protoarios asiáticos.
Como una contribución a la cultura argentina, tengo la
satisfacción de ofrecerlos aquí.
112

Guatuma

Guatuma salió a pasear 


por los jardines del reino, 
por él me entregué a orar 
en el altar de su templo. 

En el jardín musical 
las flores cantan a él. 
Sacerdotes juntos en el altar 
Todos oraban, por él me entregué. 

En los jardines del reino


salió a orar Guatuma,
 yo entregué en silencio
 Mi corazón sin las dudas.

Guatuma, rey del Universo


Todo lo quiero entregar
a la Luz de los espejos
Sirviendo me voy a ordenar
Sacerdote de tu reino.

Entrega

Vengo a servir en silencio 


nada tengo que pedir, 
como hijo de tu reino 
mi entrega sólo es servir. 
A la luz de los espejos 
el sacerdote supremo, 
nos programa para el reino 
entregado en el silencio. 
A ti deseamos servir 
a la luz de vuestro amor 
113

 porque me elegiste a mí
 entregado al reino estoy.
 En el Templo de la Esfera
 entregado en oración
 nuestras naves nos esperan,
 sacerdote Witaicón.
 Parten las naves del reino
en orden de la misión,
a servir nos ofrecemos,
oh, sacerdote mayor.

Sacerdotes del Cosmos

Han llegado nuestras naves 


entregados en oración, 
sacerdote son la clave 
de nuestra transmutación. 
En las puertas del reino 
entregados a servir, 
oh, sacerdote supremo, 
nos hallamos ante ti. 
Tengo las llaves del reino 
para servir con amor, 
oh, sacerdote supremo, 
esta es nuestra oración. 
Oh, Guatuma icuanta 
uamanti suman, 
ompri iumpantu 
omay santi Maiuma. 
Han llegado nuestras naves 
alégrase el corazón, 

 mis hermanos son la clave


 a su entrega vengo yo.
 Son los hermanos del Cosmos
114

 Oh, sacerdote mayor,


 por ti entregamos todo
 sentimos tu inmenso amor.
 Escuchamos tu llamado
 aquí en las puertas del reino
 todos somos programados
 en oración a tu Templo.
 En tus Espejos nos miran
 Sabiendo de nuestro amor,
 en vuestras naves un día
 de encuentro y de oración.
 Oh, Guatuma siminantu
Aritim a soamaiki,
Otouma minipantu
Guama korin simi.

En éstos mantras sagrados y cósmicos, hemos


advertido la presencia de nombres que denominan a
entidades o maestros.  Maiuma y Guatuma significan
lo mismo, representando al Padre Sol, como Antú en
araucano o Inti en quichua.  Recordemos que este
regente del solsticio fue conocido por todos los pueblos
protoarios asiáticos, los indoarios y los habitantes del
Continente Blanco o Tierra de los Dioses Blancos, como
fue denominada América hace 10.000 años.
Maiuma es el Dios Solar para todos los iniciados en
el Reino ancestral del Solsticio. De allí su importancia
entre los pueblos que adoraron al Sol y a la Luz del
Mediodía contra los hijos de la noche y las tinieblas
que, recién ahora están ejerciendo el dominio efectivo
del planeta Tierra con su secuela de materialismo,
violencia y odio.
Del mismo modo, Witaicón es un sacerdote mayor
de las naves cósmicas y de la ciudad subterránea de
Erks. Witaicón y Maia, la secerdotisa, se trasladan en
las luces de mayor intensidad que surcan los cerros y
los valles de la ciudad de los Espejos.
115

CAPITULO X

EL IDIOMA CÓSMICO

Hace miles de años, los hombres del continente asiático


poseyeron en común una lengua de origen protoario
a la que llamaron sánscrito. Esta lengua transmitida
oralmente de generación en generación tiene, por
lo menos 10.000 años de antigüedad. También fue
conocida como aria, ya que era hablada por los grupos
humanos protoarios, es decir anteriores a la integración
de las tribus arias, palabra ésta que precisamente,
equivale en sánscrito a noble o hermoso.

Con el transcurso del tiempo, estos protoarios asiáticos


se dividieron en dos grandes ramas étnicas. Una
constituida por japoneses y chinos, además de los
pobladores del sudeste, los actuales camboyanos,
vietnamitas y coreanos. La otra gran rama del árbol
común se constituyó con los indoarios que poblaron
la India, Nepal, Pakistán, Afganistán, Persia y todo el
llamado Cercano Oriente.
Toda la simbología protoaria ha quedado grabada y ha
sido difundida por el resto de los países asiáticos. El
rito cósmico del solsticio dejó sus huellas en Japón, en
la China, en Corea, en la India y en otros pueblos del
continente, con la cruz svástica destrógira y levógira
– símbolo del movimiento continuo del planeta Tierra
y del Cosmos – lo mismo que la cruz gamada y otra
cantidad de símbolos, ritos y ceremonias, que por la
índole de este trabajo, nos resulta imposible detallar.

Todos estos pueblos protoarios asiáticos e indoarios,


iniciados en los rituales del solsticio, fueron hijos del Sol,
adoradores de quien les transmitía vida, fecundidad,
luz, amor y energía. Dichas creencias y símbolos
116

pasaron al Continente Blanco por el estrecho de Bering


y se difundieron, a través de miles de años por la costa
del océano Atlántico y a ambos lados de la cordillera
de los Andes, hasta llegar a los confines australes de
Tierra del Fuego.

No debe extrañar entonces que aztecas, mayas, chibchas,


incas, diaguitas, calchaquíes, comechingones, pampas,
araucanos, tehuelches y onas, fueran creyentes del Sol
e hijos de la luz.
En consecuencia aparecen entre los ándidos de un
extremo al otro del Continente Blanco, la cruz gamada,
las cruces svástikas con giros cósmicos de derecha a
izquierda y de izquierda a derecha, y los templos del
Sol dedicados a su culto.

El hombre habla con sus viejas lenguas, muchas de ellas


originadas en el sánscrito, con la cual tienen una base
en común. Al penetrar en el Continente Blanco, con el
transcurso de los milenios y la dispersión geográfica de
los grupos humanos, éstos crean nuevas voces y giros
idiomáticos adaptados a las diferentes concepciones de
vida y condiciones de la existencia. De este modo,
se producen variaciones en la lengua madre originaria,
aunque conservando siempre un sustrato cultural-
lingüístico proveniente de la anterior o de las de sus
antepasados.

Si las entidades del espacio – a las cuales se refieren


muchos arqueólogos, etnólogos, antropólogos y
herméticos – habitaban desde hacía muchos miles de
años en ciudades subterráneas, se desplazaban por
el espacio en naves cósmicas o en luces brillantes y
establecían contactos directos y mentales con los
pobladores de determinadas áreas geográficas del
planeta Tierra, indudablemente se servirían de algún
medio normal o extrasensorial para relacionarse con
117

los seres humanos.

Con mi limitada capacidad de hombres de ciencia,


no estoy en condiciones de asegurar que tipo de
comunicación podía ser establecida entre las entidades
cósmicas y los seres humanos. Sólo he reseñado las
características de la lengua protoaria denominada
sánscrito, que aún en nuestros días he oído hablar a
pobladores de Afganistán, India e Irán. Esta es mi
experiencia personal acerca de dicha lengua hablada
por los hombres desde hace 12.000 años hasta el
presente.

Si las entidades del espacio se contactaban con los


seres humanos mediante transmisión telepática, es
decir de mente a mente sin ninguna clase de sonidos,
no puedo precisarlo.
Si en caso contrario, esas entidades o sacerdotes del
Cosmos poseían un idioma especial para comunicarse
con los hombres, puedo entonces hacer suposiciones
científicas y técnicas sobre ese tipo de comunicación,
no ya telepática, sino mediante el empleo de un idioma
organizado y coherente.
Si las entidades cósmicas se relacionaban con los
hombres desde hacía muchos miles de años por medio
de sonidos articulados – la base de una expresión
codificada, es decir de una lengua o un idioma – ese
lenguaje debía contener palabras de las habladas por
los seres humanos de esos primeros contactos que
constituían voces básicas o comunes a las lenguas en
uso en los lugares donde se producían los contactos.

Entidades cósmicas

Comunicación telepática o extramental.


Comunicación por medio de una lengua codificada o
idioma humano
118

Idiomas originarios

Protoario
Sánscrito y su difusión en América

Difusión en América

Nava
Azteca
Guaraní
Cacán
Aymará
Quichua
Araucano
Tehuelche
Ona, etc.

Ya hemos visto que los idiomas originarios a partir del


sánscrito o protoario, se difundieron por el Asia y el
Continente Blanco dando lugar, a su vez al nacimiento
de lenguas similares. En base a esto podemos afirmar
que el sánscrito y las lenguas tibetana, parsi, azteca,
quichua e incluso la araucana, se desprendieron de un
idioma originario que les dio raíces comunes y palabras
análogas.

Consideremos el caso, entre otras muchas, de voces y


palabras semejantes como guasca y guanahac en azteca,
guama en tibetano y guanghelen en araucano. La raíz
“gua” está presente en todas. Las voces guatuma o
huatuma son similares en todos esos idiomas, como las
palabras tuma, tum y uma que pertenecen al quichua,
al azteca y al tibetano, respectivamente.

Los maestros herméticos enseñaban que el idioma


denominado cósmico por la cultura tibetana, tenía
119

semejanzas con las antiguas lenguas que se hablaron


y aún se hablan en ciertos lugares del planeta Tierra,
dada la similitud entre sus respectivas palabras.
Estas manifestaciones provenientes de la sabiduría
milenaria, han confirmado mis ideas acerca de
este idioma hablado por los sacerdotes del Cosmos,
proveniente de una fusión semejante a la experimentada
por el esperanto, el cual toma algo de todas las lenguas
conocidas en la Tierra y elabora un lenguaje universal.

Las entidades cósmicas, al establecer relaciones


con los seres humanos hace tantos miles de años
que no pueden precisarse, elaboraron un medio de
comunicación apto para entenderse con los hombres y
lo hicieron, precisamente sobre la base de las lenguas
que se hablaban en aquellos lejanos tiempos. Estas
deducciones las hacemos a partir de la idea, no de
una comunicación telepática efectuada entre mente y
mente, sino de un idioma hablado, codificado y escrito.

Estas son las explicaciones más lógicas que puedo


aventurar, ante las similitudes , por ejemplo del
quichua y el pampa con la lengua denominada cósmica
o tibetana.

Asimismo, tengo noticias que actualmente, se está


preparando un diccionario completo del idioma
cósmico, con el fin de facilitar las comunicaciones y el
entendimiento entre las entidades y los habitantes del
planeta Tierra.
Entre las palabras que pude rescatar de este lenguaje
metafísico, figuran voces como Hachimani Kukkin, que
significa “bienvenido amigo o hermano” y Tihuaguanoc
Kukkin, equivale a “hasta pronto hermano”

La escritura de la lengua cósmica es conocida como


Samaynike, cuya traducción literal significa “lenguaje
120

del Cosmos”, de las voces “samai”, lenguaje y “Niki”,


Cosmos.
Lo que nosotros entendemos como sacerdote es en
realidad un sabio, un maestro cósmico denominado con
el vocablo “amancuat”, cuya traducción literal se divide
en “aman”, que significa representante o representado,
y en “cuat”, que equivale a sabio mayor, por lo cual la
palabra “amancuat” representaría al sabio mayor.

Si recordamos la voz quichua “amauta”, que designa a


un maestro o sabio, notaremos la similitud que guarda
con la voz cósmica “amancuat”, de igual significado.

El Bastón de Mando recibe en el Tibet y en otros


países asiáticos iluminados por la misma metafísica
trascendental, el sugestivo nombre de Simihuinqui,
que en el idioma cósmico significa “el Bastón del Poder
o de Mando”. Aquel que lo posee, recibe el nombre de
Ique, vocablo que equivale al que lo posee o detenta.
Las palabras cósmicas Ique Simihuinqui designan
precisamente, a quien detenta el poder, lo lleva o lo
posee. En una corta frase de sólo dos palabras, la
ancestral lengua del espacio define al Bastón de Mando
y a su dueño, como Ique Simihuinqui, “el que tiene el
poder”.

Como extraña coincidencia, en los idiomas quichua y


pampa la voz Simihuinqui equivale a “simi”, boca o
idioma y a “huanqui”, del pampa, semillas bajo tierra.
¿Acaso las semillas no representan el poder de la vida
al germinar y desarrollarse, y la boca o el idioma no
son símbolos semejantes?
La boca sirve para la expresión del pensamiento y de
manera figurada, las semillas de la tierra desarrolladas
en el tiempo son el poder mismo que se expresa por la
boca en el idioma que emplea Ique, quien realmente es
el portador de la fuerza de las semillas bajo tierra y del
121

verbo iluminado que posee ese poder.

¡ Cuánta profundidad trasuntan las enseñanzas


milenarias del conocimiento hermético! Simihuinqui era
el Toqui Lítico creado por Voltán hace 8.000 años que
fuera luego enterrado como una semilla inestimable en
las lomas del Uritorco para que su inteligencia como
Piedra de Mando y de Sabiduría, fructificara hasta que
Orfelio Ulises por mandato cósmico lo desenterrara y le
fuera entregado a Ique Simihuinqui años después para
que, metafísicamente fuera él quien poseyera el poder
y lo llevara, como Parsifal al Santo Grial, a través de
los tiempos.
122

CAPITULO XI

LA CIENCIA
Y LA CREENCIA POPULAR

El antiguo problema de las diferencias entre lo que es


científico y lo que pertenece al conocimiento popular o a
la simple creencia, trataremos de dejarlo bien aclarado
en base a sencillas explicaciones. La índole del presente
trabajo hace necesario dejar bien establecidas, por
un lado las relaciones existentes entre la ciencia y
las entidades cósmicas con todos sus temas conexos,
y por el otro la interpretación que en toda magnitud
hace de este fenómeno la creencia proveniente de los
grupos humanos que se han transmitido oralmente
estos conocimientos, a través del tiempo y de las
generaciones que nos precedieron.
Procuraremos establecer las mencionadas diferencias,
comenzando por explicar sintéticamente qué es la
ciencia y cómo se logra el conocimiento científico.
La ciencia consiste en un conjunto de conocimientos
sistematizados y ordenados, que en definitiva
constituyen el saber humano. Se trata de un cuerpo
de doctrina formado metódicamente bajo un orden de
sabiduría que tiene por fundamento las causas y los
principios, y que se estructura a través de la observación,
la experimentación y la repetición, mediante el empleo
del razonamiento. De este modo, las ciencias pueden
dividirse en naturales y culturales, ya sea que se
basen en hechos de la naturaleza o que sean, tan sólo
producto del pensamiento humano.

La creencia, por otra parte es sólo un asentimiento


y una conformidad con aquello que nosotros vemos,
escuchamos o pensamos. Con esto queremos decir
que, la creencia es nuestra conformidad con las ideas
123

o los objetos que nos rodean, sin entrar a especular


sobre su esencia o las formas que ellos presentan. La
creencia es el completo crédito que se presta a un hecho
o a noticias como seguros o ciertos. En consecuencia,
la creencia popular da como cierto un conocimiento
que el entendimiento no puede comprender, o que no
ha sido comprobado o demostrado.

Para comprender a las entidades cósmicas a través


de la ciencia, debemos analizar sus posibles causas
originarias o eficientes, analogar, comparar, comprobar,
demostrar y sacar conclusiones, luego de una exhaustiva
metodología de investigación y estudio sobre estos
hechos que se producen físicamente en determinados
lugares del país, y en especial en el Sagrado Cerro
Uritorco, en la provincia de Córdoba.
Por otra parte, debemos establecer una relación
aceptable entre la leyenda mitológica y la explicación
científica de los hechos, por cuanto una enorme cantidad
de hechos científicos provienen de antiguas mitologías
y de comprobaciones metafísicas, que con el transcurso
del tiempo, se convirtieron para el conocimiento actual
en realidades geológicas, astronómicas, biológicas,
psicológicas o físicas.

Deseo profundamente diferenciar la parte de creencia


popular de aquello que se refiere al conocimiento
científico, para otorgar aún más belleza a esta fantasía
del pensamiento humano, cuya existencia los estudiosos
no podemos negar, ni tampoco afirmar, como si se
tratase de un hecho comprobado y repetido. Y esto es
así, aun cuando el acontecimiento físico pueda verse
y repetirse una y mil veces con variadas intensidades,
diversos tamaños de las entidades y apariciones de
diez, quince, o veinte luminosidades en el espacio,
sobre los sitios geográficos donde se manifiestan.
124

Hacer algunas comprobaciones científicas, no significa


establecer similitudes entre las luces del Uritorco con
su área de proyección, y determinados fenómenos
luminosos de origen físico que se producen en otros
lugares de la Tierra. El fuego fatuo, por ejemplo se
produce por inflamación de ciertas sustancias orgánicas
desprendidas de materias animales o vegetales en
putrefacción, en forma de pequeñas llamas y efectos
luminosos que se ven sobrevolar a corta distancia
del suelo, especialmente en terrenos pantanosos o
cercanos a cementerios.

Esta característica de los fuegos fatuos, se originaría


en la presencia de un gas luminoso popularmente
llamado “luz mala”. Conocido por todos los grupos
humanos del planeta Tierra como una superstición muy
antigua, este fenómeno ha dado lugar a una creencia
sobre la aparición o presencia de espíritus malignos,
Toda vez que esas luces son visualizadas al elevarse y
desplazarse sobre los campos y enterratorios.
Estas luces de tipo errático son producidas, también
por sustancias orgánicas que al descomponerse, entran
en combinación con factores de origen meteorológico,
como la humedad del medio ambiente, la temperatura,
el viento, la mayor o menor presencia de determinados
gases de la atmósfera, etc., dando origen a luces o
efectos luminosos similares a los de los fuegos fatuos,
pero de distinta composición físico-química.

El metano, conocido también como “gas de los


pantanos”, es un elemento gaseoso muy volátil de alto
poder inflamable, que se origina a nivel del suelo por
la descomposición de elementos de procedencia animal
y vegetal. Este gas que emana en forma de corrientes
gaseosas a nivel del suelo, es conocido en todas las
regiones de la Tierra. Su presencia se reconoce por un
olor desagradable y persistente.
125

La inflamación del metano, al mezclarse con los


elementos de la atmósfera, produce el llamado grisú,
provocando grandes y espectaculares explosiones.
Este elemento gaseoso conocido como metano o gas
natural, está integrado por varios componentes como
el nitrógeno, el gas carbónico y a veces por vapores de
petróleo.

Por su alto poder lumínico, se lo emplea como gas


de alumbrado y como fuente de energía muy barata
para cocinas, calefones, picos soldadores y otros usos
domésticos e industriales. También recibe el nombre
de “gas agrario”, por ser muy utilizado en las fincas
rurales de muchos países. Como hemos dicho, su
presencia se debe a la descomposición de elementos
biológicos de todo tipo.
Otra clase de fuego errático con desplazamientos por la
atmósfera, conocido desde la más remota antigüedad,
es el “fuego de San Telmo”, que se produce en campos
altamente ionizados por el fluido eléctrico proveniente
de la misma naturaleza. Este hecho comprobado se
manifiesta, generalmente, en el extremo oscilante
superior y más delgado de los mástiles de las
embarcaciones de vela, o en otros lugares de las
mismas que presentan terminaciones agudas. Dicho
fenómeno se presenta durante las noches de grandes
tormentas eléctricas acompañadas de determinados
factores del medio ambiente favorables al fenómeno
de la ionización.

Los pueblos de la antigüedad también conocieron y se


refirieron a un hecho físico de manifestación luminosa,
al que bautizaron “fuego sagrado”, aunque sin explicarlo
en profundidad. Lo consideraban, solamente como
una manifestación evidente de la divinidad; de allí su
denominación de fuego sagrado, presentándose con
las mismas características que los fuegos fatuos y las
126

luces de San Telmo.


Otro fuego conocido en tiempos pretéritos fue el “fuego
de San Antón” que consistía según las explicaciones
de aquel entonces, en fuegos que se elevaban de la
superficie de la Tierra, describían parábolas y figuras
erráticas en el espacio para desaparecer a determinada
altura, en la misma atmósfera o caer luego al suelo,
ocultándose o desvaneciéndose en el acto.

Todos estos fuegos y luces formaban parte de mitologías


y de leyendas que el hombre mantuvo durante milenios,
a través de las creencias populares. Muchos de estos
conocimientos, transmitidos oralmente en la tradición
de los diferentes pueblos, todavía forman parte de la
riquísima sabiduría popular de la época actual.

Muchas de estas apariciones luminosas que se suceden


en la Argentina y en otros lugares del planeta Tierra,
son realidades que acompañan al hombre en sus
largos procesos culturales. La especie humana tiene la
capacidad de captar o visualizar la luz por una impresión
producida en su retina ocular, mediante un movimiento
vibratorio que se propaga por el espacio a la increíble
velocidad de 300.000 km por segundo.

Las luces que durante milenios observaron los indígenas


americanos, y en éste caso los serranos comechingones,
luego los españoles afincados en estas tierras, y ya
más cercanos en el tiempo, los pobladores criollos
argentinos en distintos parajes del país – las sierras
de La Rioja, Catamarca, Salta y el área geográfica del
Sagrado Cerro Uritorco en la mediterránea Córdoba
– pueden deberse dentro de la hipótesis científica, a
un mismo fenómeno fisicoquímico de características
estáticas o dinámicas provenientes de la conjunción de
elementos gaseosos y de campos electromagnéticos.
127

Por el contrario, podrían emanar y producirse por


causas eficientes de diverso orden que aún no han sido
establecidas. Pero en honor a la verdad y la seriedad
de nuestro trabajo, mencionaremos todas las hipótesis
y alternativas que se presentan ante esta realidad,
muchas veces milenarias, de las luces cósmicas del
Uritorco.

Recordemos que éste cerro, es el de mayor altura


de la Sierra Chica o de Viarava, alcanza los 1960 m
sobre el nivel del mar, mostrando en su superficie
varios cráteres de volcanes aparentemente apagados,
según una creencia generalizada. Ahora bien, estén
totalmente apagados o se encuentren potencialmente
activos, lo real es que se han hallado canales o troneras
abiertos desde la corteza interior del planeta Tierra.
Es por allí, por donde la roca fluida o magmática del
centro del planeta – con su actividad nuclear en pleno
desarrollo y sus varios miles de grados de temperatura
– puede aún mantener sus aberturas de comunicación
con la superficie exterior. Mediando determinadas
condiciones horarias, salida de elementos gaseosos,
mayor o menor actividad magmática, condiciones
atmosféricas especiales, etc., puede producirse la
aparición espontánea de las luces, las cuales por motivos
totalmente razonables, sufren desplazamientos en el
espacio exterior, próximo a la región del cerro Uritorco.

La actividad magnética de ciertas rocas, tanto de la


superficie como de la corteza exterior de la Tierra, es
por demás relevante y basta con consultar la brújula,
para obtener una respuesta válida por millones de
años. Las rocas de pirita son verdaderos campos de
radiactividad telúricas que poseen en actividad una
energía potenciada de enorme magnitud.

¿Acaso los pilotos de líneas comerciales que sobrevuelan


128

la ancha zona comprendida entre Los Gigantes y San


Francisco del Chañar, en la provincia de Córdoba,
observan cómo algunos de sus instrumentos de vuelo,
sufren perturbaciones de regular intensidad que alteran
su normal funcionamiento? Esas perturbaciones eran
aún más evidentes en el epicentro de Capilla del Monte-
Uritorco y se acentuaban durante los vuelos nocturnos,
sobre todo en noches tormentosas, llegando a alterar
las comunicaciones en VHF que la aeronave trataba de
realizar.

Precisamente es durante la noche cuando las luces


cósmicas aparecen en el cielo de la región del Sagrado
Cerro Uritorco. Las perturbaciones se hacían evidentes
volando a más de 3.000 m de altura, y esas radiaciones
se vienen registrando desde que los vuelos comerciales
se intensificaron en la región aludida, es decir desde los
años setenta en adelante.

Hace algunos años, entre 1980 y 1982 se solicitó a


algunos organismos de minería y de geología, incluso
a la misma Comisión Nacional de Energía Atómica, que
se realizara una prospección aérea magnetométrica
y radimétrica con el objeto de medir el magnetismo
y las radiaciones de la región epicentral del Uritorco
acompañada, por supuesto de un estudio completo
sobre la composición geoquímica de esa área geográfica.

No se obtuvo respuesta alguna ni se advirtió


siquiera, ningún empeño en realizar tales trabajos de
prospección científica. Quizás era más importante
construir el complejo deportivo de Chateau Carreras o
la remodelación de alguna cancha de fútbol de Buenos
Aires, que encarar un trabajo serio para el futuro y la
grandeza del país.
129

Esquema explicativo de una de las hipótesis


científicas, sobre las luces o entidades cósmicas
del Cerro Uritorco

El Sagrado Cerro Uritorco y sus volcanes apagados,


están conectados por medio de canales o troneras
con la corteza interior magmática del planeta Tierra.
Su enorme temperatura y la energía nuclear que se
desarrolla en el magma o roca fluida, es una de las
hipótesis de participación que está en el origen de los
fenómenos luminosos observados en el epicentro del
Uritorco.
130

Las luces nocturnas del Uritorco, no pueden ser


clasificadas como Objetos Voladores No Identificados,
pues esas presencias luminosas no son artefactos
construidos con ninguna clase de tecnología terrestre
o no terrestre. No se trata de platos volares, como
generalmente se concibe a esta clase de objetos del
espacio. Las luces cósmicas son entidades, son sólo
fuerzas o energías que aparecen y desaparecen en el
cielo a distancias y alturas variables y tienen la capacidad
de desplazarse, tanto lenta como velozmente y realizar
cualquier tipo de evoluciones totalmente al margen de
las leyes de la gravedad.

El objeto es un artefacto, un aparato construido con


elementos de peso, volumen, densidad y resistencia. Es,
en definitiva algo físico. La entidad es un espíritu, una
energía, una fuerza que se puede ver, e incluso percibir
extrasensorialmente; un fluido, un magnetismo al cual,
desde hace miles de años, se le atribuyen inteligencia
y capacidad superiores. Es debido a estas entidades
espirituales que se replantea el eterno problema de la
lucha de las fuerzas del espíritu, de las energías puras
contra el materialismo que sólo tiene ojos para ver lo
físico, pero desconoce el valor de la metafísica que
brilla en las luces cósmicas del Uritorco.

El enigma está planteado desde hace mucho tiempo.


Tanto la ciencia hermética como la metafísica, se
refieren a luces del espacio conducidas por inteligencias
superiores que, desde hace miles de años, transitan
por los cielos de muchos lugares del planeta Tierra o
se aposentan en refugios subterráneos. Lo hacen en
dimensiones totalmente desconocidas por la mente
ancestral de la especie humana.

Cuando el delegado de la NASA en la República


Argentina, me visitó con el objeto de intercambiar
131

opiniones sobre la aparición permanente de luces o


entidades cósmicas en el área geográfica del Uritorco,
le presenté mi hipótesis científica de trabajo sobre
las mismas y le mostré los dibujos efectuados de la
corteza exterior, la corteza interior o magmática y el
espacio celeste donde son observadas las luces, cuya
interpretación se incluye en estas mismas páginas. El
representante de la NASA me manifestó que el informe
producido por ellos para la central norteamericana,
coincidía exactamente con mi hipótesis de trabajo, lo
cual me halagó profundamente.

Sin embargo, el conocimiento humano siempre


presenta dos o más facetas. El pensamiento metafísico
y esclarecedor, del mitológico, en este caso particular
nos habla de entidades cósmicas inteligentes que
provienen del interior del planeta Tierra, las cuales
responden a nombres propios como en el caso de
Witaicon o Tokor. Dichas entidades de relacionan
telepáticamente con aquellos intelectos superiores de
hombres transmutados.

Este sacerdote o maestro Witaicon, habita en el


llamado Templo de la Esfera y es el sabio de mayor
jerarquía entre las luces cósmicas del cerro Uritorco.
Coordinar, ensamblar estos conocimientos metafísicos
y científicos, es una ardua tarea del estudioso y del
investigador que no puede, ni debe desechar ninguna
manifestación de la sabiduría humana. En el anverso
de la medalla del conocimiento se puede exponer una
teoría, y en su reverso otra que exprese lo contrario,
pero ambas están determinando la ciencia y la creencia
de los grupos humanos.

El conocimiento científico no ha dicho todavía su


última palabra. Mucho se ha avanzado en las diversas
disciplinas de estudio y el hombre, merced a su tesón e
132

inteligencia ha logrado navegar por el espacio cósmico


o enviar satélites exploradores a lejanos planetas del
sistema solar.
La física cósmica, la mecánica celeste, las ondas y
rayos de diferentes energías, o también aquéllas que el
hombre ya gobierna producidas por su propia mente;
el átomo y sus múltiples aplicaciones, la tecnotrónica,
la geotrópica, la biotrónica y la psicotrónica, son
elementos interdisciplinarios que van ensanchando y
posibilitando nuevas dimensiones en la estrecha mente
humana.

Si bien no podemos aceptar de plano todo aquello que


vemos, para no caer en errores o alucinaciones, también
es verdad que tenemos la obligación de estudiarlo e
investigarlo. Nada debe ser rechazado, pero tampoco
aceptado sin comprobar su veracidad. Debemos tener
presente que todo lo que la ciencia ha establecido hasta
ayer como si fuera una verdad absoluta puede hoy
o mañana, como consecuencia de nuevos estudios y
comprobaciones, ser rectificado. Todo el conocimiento
humano es objeto de cambios en el proceso dinámico
que lo acompaña.
Recordemos que la metafísica ha sido siempre y lo
seguirá siendo, la proa de la nave que abre el derrotero
a la espiritualidad o a la ciencia humana.
133

CAPITULO XII

DISTANCIAS ENTRE ASIA Y


AMÉRICA A TREVES DEL
OCÉANO PACÍFICO

La entrada de los grupos humanos protoarios asiáticos al


continente americano, llevada a cabo durante milenios
por el estrecho de Bering, constituye una inmigración
que podemos considerar pedestre. Todos los pueblos
del Asia Central y del sudoeste asiático que penetran
en el despoblado territorio de América, lo hacen a pie
y de manera ininterrumpida desde sus áreas de origen,
dando lugar al poblamiento que se lleva a cabo desde
Alaska hasta la austral tierra del Fuego.

Sin embargo, miles de años después otros pueblos


asiáticos surcan en canoas y veleros las aguas del
Océano Pacífico en viajes accidentales, ya sea llevados
por grandes tormentas o por alejarse de sus costas
habituales, perdiendo así el rumbo en la inmensidad
del mar. Estos desembarcos ocasionales en territorio
americano, han sido confirmados por pruebas
irrefutables de la presencia de estos navegantes
protoarios asiáticos en el continente desconocido.

Se cree que los primeros periplos náuticos los efectuaron


los canoeros polinésicos, llevados por tempestades
y luego, quizá por el sentido de aventura y afán de
descubrimientos que acicatearon a los hombres en todas
las épocas. Estos largos y agotadores viajes hasta las
costas peruanas – que muchas veces terminaban con
la muerte de los aventureros – les insumían alrededor
134

de 11.000 km de recorrido. Esta circunstancia los


tornaba realmente imposibles en esa época, debido a
la precariedad absoluta de los medios de que disponían
tales navegantes para efectuarlos.

OCÉANO
1 6
OCÉANO
2

7
3
4

8
PACÍFICO 5 9

ATLÁNTICO

Referencias:

1-6: Japón – centro de Norteamérica 4.720 Km


(4.800 millas)
1-6: China – centro de Norteamérica 5.100 km
(4.950 millas)
2-7: China – centro de México 9.280 km
(5.800 millas)
2-8: China – centro del Perú 10.080 km
(6.300 millas)
3-8: Oceanía – centro del Perú 11.000 km
(6.900 millas)
135

3-9: Oceanía – norte de Chile 10.000 km


(6.300 millas)
4-8: Polinesia – centro del Perú 9.400 km
(5.890 millas)
4-9: Polinesia – norte de Chile 8.400 km
( 5.220 millas)
5-8: Pascua – centro del Perú 4.800 km
(3.000 millas)
5-9: Pascua – norte de Chile 4.600 km
(2.900 millas)

De todos modos, del análisis de tales viajes surge


la segura hipótesis de que se realizaron tanto desde
Oceanía como de la Polinesia, hasta las playas centrales
del actual Perú y del norte chileno. Esto da respuesta a
ciertos interrogantes etnológicos y etnográficos que se
plantean en lo que se refiere a la cultura y las costumbres
de muchos pueblos primitivos sudamericanos.

Los viajes náuticos desde la isla de Pascua hasta las


costas de Perú y Chile, a 4.800 km de distancia parecen
formar parte de una historia real, más cerca aún de
la factibilidad que los mismos periplos de los canoeros
polinésicos. Nada puede desecharse, considerando
que en los grupos humanos denominados altoperuanos
se encuentran manifestaciones culturales que pueden
identificarse con las pascuences.

Las rutas de navegación desde China hasta las playas


de determinadas áreas geográficas de Norteamérica,
México y Perú, atravesando el Océano Pacífico,
cubren distancias de 5.000, 9.200 y 10.000 km,
respectivamente. Se estima que los navegantes
chinos realizaron sus viajes marítimos durante los
últimos tres milenios. Según parece utilizaron grandes
veleros aptos para periplos interoceánicos, existiendo
136

pruebas irrefutables de este tránsito naviero entre la


antigua China y el territorio americano.
El elocuente testimonio de coronas, estatuillas, armas,
trabajos en hierro y bronce, sombrillas, sombreros,
danzas rituales, músicas, instrumentos musicales y
objetos o utensilios del hogar, son prueba suficiente
de un intercambio entre los pueblos de Asia y de
América, separados por la inmensidad del mar aunque
conectados entre si por las naves chinas que realizaron
viajes más o menos estables entre ambos continentes,
en el transcurso de algunos miles de años.
La presencia japonesa en costas de la actual Norteamérica
y en México, vía Pacífico demuestra asimismo que
los 4.700 km de distancia entre ambos territorios,
no constituían obstáculo para una navegación que,
aunque primitiva contaba con elementos adecuados
para llevarse a cabo.

El conocimiento de los hombres debe estar asegurado


y estructurado por la verdad y las pruebas irrefutables
acerca de la demostración, la comparación, la
comprobación y la repetición de los hechos que se
investigan. En todo el territorio argentino son comunes
desde hace siglos, las denominaciones de “chino” y
“china”, ya sea para designar a los primeros pobladores
del país, o para referirse a la mujer que se ama o se
aprecia, en sugestivas frases como:”mi china adorada”
o “Los ojazos de mi china”.

En otro orden, los indios pampas y ranqueles entre


otros, usaban para cubrir sus cabezas gorros fabricados
en cuero o en tela gruesa, divididos en cascos de
diferentes colores, como los que usaba el pueblo
chino hace mucho tiempo. Esto significa que tales
sombreros provenían de ancestrales culturas asiáticas
introducidas por pueblos que se desplazaban durante
miles de años a pie, poblando toda América o bien por
137

otros que trajeron sus costumbres y sus vestiduras a


través del Océano Pacifico, navegando en sus antiguos
pero eficaces veleros.

Los comechingones de Córdoba, aquellos que poblaron


hace tantas centurias el Valle de los Espíritus, usaban
una camisa de lana y un gorro de orejas confeccionados
con un material muy difundido entre los huarpes,
los diaguitas o los calchaquíes. Los pobladores
altoperuanos del viejo imperio de los incas, los
empleaban habitualmente. Estas prendas de vestir, por
otra parte fueron muy usadas por los pueblos asiáticos.

Las grandes distancias que separan a las masas


continentales de Asía y América, fueron superadas por
la voluntad inquebrantable de antiguos y anónimos
grupos humanos que en sus desplazamientos a través
de ignorados territorios o de mares tempestuosos,
cumplieron con el irrevocable mandato de poblar
un continente y trasladar sus culturas y sus viejas
técnicas civilizadoras, amparados por el Padre Sol, a
quien adoraban y reverenciaban en el ancestral rito del
solsticio.
138

CAPITULO XIII

DISTANCIAS ENTRE EUROPA


Y AMÉRICA A TRAVES DEL
OCÉANO ATLÁNTICO

La navegación efectuada por los pueblos antiguos al


continente americano desde hace 6.000 años hasta
el comienzo de los viajes de españoles, ingleses,
holandeses, portugueses, etc., fue llevada a cabo en
embarcaciones de vela, es decir de tracción eólica, con
la ayuda en múltiples oportunidades de los remos y la
fuerza humana. El desplazamiento de navíos de vela
tuvo vigencia efectiva hasta fines del siglo XIX, pero a
nosotros sólo nos interesa el tiempo que les demandaba
a druidas, celtas, griegos, romanos o vikingos, llegar
en aquella época a diversos lugares del continente
americano en sus pequeñas y frágiles embarcaciones.

Un viaje a partir de la región 1 con destino a las


regiones 6 ó 7, demandaba unos 45 días debido a que
se navegaba sólo siguiendo las costas.

Según las circunstancias, ese periplo podía extenderse


por varios meses. Cualquier embarcación salida de
puertos europeos tardaba entre 70 u 80 días para llegar
a los puntos 8, 9 o 10. Para llegar a las regiones 13, 14
y 15, los viajes se prolongaban hasta seis meses.
Los periplos por las costas americanas del Pacífico,
navegando por el estrecho de Magallanes, en ocasiones
duraban hasta un año o más. Estas navegaciones
tocaban los puntos 16, 17, 18 y 19. En estos cálculos
no se tuvo en cuenta ningún tipo de imprevistos o
contingencias. Es el caso de algunos viajes que podían
durar hasta tres años, suponiendo que finalizaran con
el regreso de los navegantes a sus países de origen.
139

1
2
6 3
19 7 4 5

8
9
OCÉANO
18 10
OCÉANO

17
11
PACÍFICO
12 ATLÁNTICO
16 13

14

Referencias: 15

1 Navegantes nórdicos
2 Navegantes anglosajones
3 Navegantes celtas, galos y francos
4 Navegantes iberos
5 Navegantes del Mediterráneo
6 Costa nor-oriental norteamericana
7 Costa centro-oriental norteamericana
8 Costa sud-oriental norteamericana
9 Caribe
10 Costa sud-oriental centroamericana
140

11 Costa nor- oriental sudamericana


12 Costa central sudamericana
13 Costa rioplatense
14 Islas Malvinas
15 Tierra del Fuego
16 Costa occidental sudamericana
17 Costa central sudamericana
18 Costa occidental centroamericana
19 Costa central norteamericana

Sólo deseamos señalar ante los hombres de nuestro


tiempo, las vicisitudes, desgracias, hambre, accidentes,
naufragios, luchas y enfermedades que estos antiguos
navegantes de pequeñas embarcaciones tuvieron que
soportar, antes de ser los primeros hombres, que hace
miles de años arribaron al continente americano desde
lejanos parajes europeos.

Pensemos que un periplo desde la región 1, asiento


de los pueblos nórdicos, hasta las regiones 6 ó 7, en
la costa de la actual Norteamérica, representaba un
recorrido directo de unos 6.000 km navegando cerca
de las costas, como era habitual y necesario para
aquellos intrépidos hombres. El viaje podía llegar así,
a los 10.000 km de recorrido.
Los navegantes de la antigüedad efectuaban sus
periplos oceánicos, orientándose por la intuición o por
adivinaciones. Otras veces, lo hacían sirviéndose de
mapas celestes pintados en piedras o sobre cueros de
carnero, en los cuales se indicaban las grandes estrellas,
sus movimientos en la esfera celeste, los solsticios y los
equinoccios, además de factores como la constancia de
los vientos estacionales, la nieve, la lluvia, etc.
Con éstos conocimientos y con la ruta del Padre Sol por
el espacio, los pueblos se lanzaron hace miles de años,
a los mares para recorrerlos y dominarlos.
Las grandes distancias entre Europa y América – algunas
superiores a los 20.000 km, como la que recorre el
141

trayecto entre las regiones 1 y 15 en la inmensidad del


mar austral – no fueron suficientes para intimidar a
esos lejanos navegantes, a quienes podríamos calificar
mitológicamente como “extraños argonautas del
vellocino de oro”.
142

CAPITULO XIV

LAS FECHAS CIERTAS


DE LOS YACIMIENTOS
FOSILES

Los trabajos de investigación efectuados con el objeto


de establecer la cronología del pasado de los hombres
americanos fueron, sin duda, arduos y complicados.
Basta conocer la extensión de los territorios, que desde
Alaska hasta Tierra del Fuego fue necesario investigar
y estudiar, para comprender en una sola de sus
actividades los enormes contratiempos que se debieron
soslayar.

La proyección de estos trabajos cubre dos períodos


bien diferenciados. Uno de ellos abarca nueve años de
estudios, de 1835 a 1844; el segundo y último período
se inicia en 1848 y finaliza en 1915. Este período
dura sesenta y ocho años y se caracteriza por su gran
importancia.

De acuerdo con los resultados de estas investigaciones


se ha podido establecer con absoluta seguridad que
las entradas inmigratorias de los protoarios asiáticos
al continente americano por el estrecho de Bering, se
efectuaron entre los milenios undécimo y decimosexto,
para dispersarse lentamente en la dirección que traían,
es decir de norte a sur por tierras de América

En las sucesivas oleadas inmigratorias, los protoarios


asiáticos fueron poblando diversas regiones de este
nuevo mundo, dejando en cada sitio por donde pasaban
los restos humanos, que en el transcurso de los milenios
143

y de acuerdo con las características químicas de los


suelos donde eran enterrados, mostraban distintos
grados de preservación de sus esqueletos.
En terrenos aptos – aquellos que poseen calcio y
minerales – las estructuras óseas se consolidan
fosilizándose por la presencia de elementos químicos
que endurecían los alvéolos óseos, petrificándolos.

De ésta forma, pudieron llegar hasta nosotros infinidad


de restos fósiles de hombres que habían existido
10.000 ó 12.000 años antes. Para la ciencia, esta era
una evidencia cierta acerca del primitivo poblamiento
de América, que desechaba todos los errores que se
habían acumulado sobre la existencia de hombres
originarios de este enorme continente deshabitado.
Los trabajos de Paul Rivet y de Alex Hrdlicka fueron,
en cierta medida los más serios e importantes llevados
a cabo. El primero de los nombrados realizó prolijas
investigaciones en una vasta región del continente
americano y posiblemente, sea el mejor conceptuado
de todos los investigadores. El segundo, Hrdlicka
comenzó sus estudios y trabajos a partir de 1920,
efectuando numerosas investigaciones para la datación
de restos humanos fósiles en yacimientos de diferentes
parajes de América.

Todos los restos humanos hallados en estado de


fosilización pertenecen a hombres modernos, no a
especies de Neandertal, Cro-Magnon o Brünn, para
citar a los fósiles más cercanos al hombre moderno, el
cual se consolida probablemente entre los 30.000 y los
20.000 años a.C

Los estudiosos Brian y Ray, estimaron la edad de


algunos fragmentos óseos entre los 20.000 y los 10.000
años. Por su parte, Dick Edgard Ibarra Grasso, estudió
algunos glaciares de Sudamérica para cotejarlos con
144

restos fósiles humanos hallados en sus inmediaciones.


Debemos calcular que el retroceso del último glaciar,
denominado de Wurms, se produjo hace más de 10.000
años, cuando ya empezaba a concretarse la aparición
del período aluvial o actual en la superficie del planeta
Tierra.

Alberto Rex González realizó trabajos en la cordillera


norte de la Argentina y en Bolivia, halló restos fósiles
de 4.000 a 6.000 años de antigüedad. El dinamarqués
Lund llevó a cabo investigaciones en Minas Gerais,
Brasil con escaso resultado. Otros estudiosos como
Krieger y Wendeorf, efectuaron investigaciones en el
estado de Texas, estados Unidos, logrando el hallazgo
de fósiles de 5.000 a 6.000 años de antigüedad.
En yacimientos óseos de Trenton, Estados Unidos se
rescataron cráneos, mandíbulas, parietales y algún
fémur, pero no se llegó a precisar sus edades. En
cambio, el denominado cráneo de Stanford, en
California, estados Unidos, hallado en 1922 tenía
aproximadamente 4.200 años.

En el territorio argentino, los trabajos realizados han


tenido mejor suerte que en otras partes, pues se
han hallado momias y restos fósiles humanos en la
región noroeste del país, cuyas edades oscilan entre
los 6.000 y los 8.000 años, lo que nos pone en una
situación privilegiada desde el punto de vista científico.
Consideremos que el arte rupestre de la Cueva de las
Pinturas, cercana al río del mismo nombre tiene una
antigüedad de 10.000 años, y que las pictografías de los
comechingones, en las sierras de Córdoba sobrepasan
los 6.000 años de antigüedad. El Bastón de Mando
de los barbados serranos, sometido a los métodos de
datación del pasado, revela 8.000 años de existencia
física entre los hombres.
145

En lo que respecta a los yacimientos fósiles de América,


damos a continuación un cuadro sintético con las fechas
consideradas como probables y las verdaderas:

Fecha probable 16.000 años


12.000 años

Fecha verdadera 11.000 años


2.500 años

Edad de los yacimientos fósiles humanos


de América

Illinois 10.651 años. Estados Unidos


Nebraska 10.493 años. Estados Unidos
Limo Creek 9.524 años. Estados Unidos
Fort Rock Cave, Oregón 9.053 años. Estados Unidos
Gruta de Pallaike 8.639 años. Chile
Yacimiento de Tlatilco 6.390 años. México
Huaca Pietra, valle de Chicaza 4.380 años. México
Restos humanos de Tepexpán 4.118 años. México
Civilización Teotihuacana 3.424 años. México
Alaska y Aleutianas 3.018 años. Estados Unidos
Civilización de Muchik 2.823 años. Norte de Perú
Civilización de Capinisque 2.665 años.
Civilización de Chavin 2.665 años. Perú
Monte Albán 2.600 años. México
Civilización de Paracas 2.257 años. Perú
Civilización de Nazca 2.211 años. Perú
San Juan 8.000 años. Argentina
Catamarca 7.000 años. Argentina
Salta 6.000 años. Argentina
146

BIBLIOGRAFIA
Al leer una obra científica o cultural, es conveniente
consultar la bibliografía incluida en ella con el fin de
ampliar y ratificar lo que el autor manifiesta. Algunas
veces los autores citados en una bibliografía proponen
conceptos o teorías que discrepan con lo que nosotros
conocemos o que sólo lo ratifican en parte. Sin
embargo, es aquí donde radica la importancia de estas
bibliografías, pues es en ellas donde la honestidad
del autor ofrece a nuestra consideración distintas
opiniones, coincidentes o no que ilustran y favorecen
nuestra comprensión acerca de los temas tratados.

Es difícil contar con todos los datos bibliográficos acerca


de una obra – título, autor, editorial, fecha de edición,
et. – sobre todo si se trata de ediciones de autor o de
trabajos publicados en épocas pretéritas. En ocasiones
es suficiente mencionar sólo algunos de dichos datos,
para identificar aquellos libros que consideramos de
interés.

El hábito de la lectura y la meditación sobre lo que


hemos leído o estamos leyendo, es muy importante
y otorga una amplitud insospechada a nuestro
intelecto. Por ello insistimos en la necesidad de leer,
y luego indagar en la breve o extensa bibliografía que
complemente a una obra. De este modo enriquecemos
nuestro conocimiento, y al mismo tiempo, estamos
en condiciones de comparar lo que hemos leído con el
pensamiento expuesto por otros autores en sus obras.

Los libros y los autores incluidos en la bibliografía


de El Valle de los Espíritus, son esenciales para
el conocimiento de la antropología cultural y de la
historia de toda la región de los indios barbados de
la sierra cordobesa. La mitología y la metafísica
147

emergentes de tales creencias y de una antiquísima


sabiduría proveniente de pueblos protoarios asiáticos,
reacondicionadas en América en el transcurso de los
milenios, se encuentra dispersa en tales trabajos. Para
completarla, puede consultarse el libro Antropología
Metafísica, del mismo autor de la presente obra.

Abregú Virreina, Carlos Idiomas aborígenes (1942)


Aparicio, Francisco de La Antigua provincia de los
comechingones (1940)
Bravo, Domingo A. El quichua santiagueño (1974)
Cabrera, Pablo Misceláneas (1930)
Córdoba prehispana y
protohistórica (1932)
Los araucanos en territorio
argentino (1934)
Córdoba de la Nueva Andalucía
(1933)
Tesoros del pasado argentino
(1933)
Gardner, Samuel Las rocas pintadas del noroeste
de Córdoba (1932)
Giménez de la Espada Relaciones geográficas de Indias
(1922)
Gracia, Joaquín Los jesuitas en Córdoba (1940)
Grenón, Pedro El libro de mercedes (1930)
Villa del Rosario (1930)
Alta Gracia (1932)
Los Pampas (1927)
Guevara, José Historia de la conquista del
Paraguay, Río de la Plata y
Tucumán (1882). Este estudioso
continuó la obra de Pedro Lozano
hasta terminarla.
Herrera, Ataliva Bamba (1953)
Lafone Quevedo, Samuel Tesoro de catamarqueñismos
(1927
148

Levene, Ricardo Historia Argentina (1942)


Levillier, Roberto Nueva crónica de la conquista del
Tucumán (1926)
Lozano, Pedro Historia de la conquista del
Paraguay, Río de la Plata y
Tucumán (1874) Esta obra fue
terminada por José Guevara.
Mossi, Honorio Gramática del idioma quichua
(1860)
Outes, Félix F. Los tiempos prehistóricos y
protohistóricos de la provincia de
Córdoba (1930)
Ricci, Clemente Las pictografías de las grutas
cordobesas y sus interpretaciones
astronómicas (1930)
Serrano, Antonio Los primitivos habitantes de la
Pampa (1940)
Los comechingones (1944)
Aborígenes argentinos (1945)
Tassano, Manuel Revelaciones históricas del valle de
la Punilla (1941)
Terrera, Guillermo Alfredo Antropología social y cultural
(1974)
El proceso mental en las armas
primitivas (1975)
Folklore de los actos religiosos
(1969)
El hombre y la sociedad (1975)
Antropología metafísica (1986)
Cuentos verídicos extrasensoriales
(1986)
El Bastón de Mando (1984)
El valle del Silencio (1985)
Los Hermanos del Cosmos (1985)
La Bioenergía (1985)
Medicina popular (1986)
Bioenergía Apuntes ilustrados
(1986)
149

Argentinia y otros poemas


metafísicos (1986)
Valcárcel, Luis Mitología peruana. Dioses mayores
y dioses menores (1940)

Como complemento de la presente bibliografía,


incluimos los nombres de investigadores y capitanes
de la conquista española que publicaron trabajos,
crónicas o relaciones documentadas sobre distintos
temas etnográficos, etnológicos e históricos. Constituye
una simple guía para que todos aquellos que deseen
acrecentar sus conocimientos sobre este campo de
la mitología y la metafísica, puedan consultar las
obras de los autores cuyos nombres mencionamos a
continuación:

Leopoldo Lugones Salvador Canals Frau


Diego de Rojas Alberto Rex González
Francisco de Aguirre José Ibelloni
Jerónimo Luis de Cabrera José León Pagano
Diego de Fernández Jorge Magnin
Juan Olsaches Raimundo Chaulot
Bernardo Canal Feijóo Aníbal Montes
Clara Vidal de Batín Joaquín Frenguelli
Emilio Rodríguez Fabregat Jorge von Hauenschild
Mario García Acevedo Duncan Wagner
Arturo Posnansky Emeterio Rada
Emilio Wagner Haddon

Debo mencionar también al Maestro Orfelio Ulises,


quien desde el año 1939 en su Escuela Hermética de
Córdoba, luego de regresar de Shamballa – siendo el
autor un muchacho de 15 años – nos enseñaba con
150

profunda devoción todo el conocimiento metafísico


adquirido en los centros tibetanos, indios, nepaleses,
aztecas, incas, diaguitas, comechingones o pampas,
que él había recorrido durante quince años de estudios.


151

LA
METAFÍSICA ES LA
PROA DE LA NAVE DE LA
SABIDURÍA, QUE ABRE EL
CAMINO DEL CONOCIMIEN-
TO HUMANO.

Prof. Dr. Guillermo Alfredo


TERRERA

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Escuela Hermética Primordial


de las Antípodas
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Guillermo Alfredo TERRERA reúne excep-


cionales condiciones de investigador: con-
cilia lo científico y comprobable con lo su-
til, sugerente y eventualmente precursor.
Etnografía, etnología, folklore y antropo-
logía cultural son para él un sólido fren-
te de aproximación a la ciudad de Erks
con sus misteriosas luces. Los tres espe-
jos, los mantras de identificación, acer-
camiento y contacto, y las vislumbres del
conocimiento videncial son, entre otros
temas fascinantes, un acierto singular. La
región del Cerro Sagrado del Uritorco cau-
sa estupor por las pruebas ofrecidas. No
menos significativo es lo relativo al idio-
ma cósmico usado por las entidades, a
las lenguas originarias, y a las que sirvie-
ron para transmitir mensajes de aquéllas
en la América autóctona. Así, con Terre-
ra comprendemos cómo la mitología y la
metafísica de otrora pueden hoy ser ver-
dades de índole geográfica, astronómica,
psicológica o física… Tal como él mismo
lo señala certeramente: “el conocimiento
científico no ha dicho todavía su última
palabra… La física cósmica, la mecánica
celeste, las ondas y los rayos de diferen-
tes energías o también las producidas por
la mente del hombre que ya las maneja,
el átomo y sus múltiples aplicaciones, la
tecnotrónica, la geotrópica, la biotrónica y
la psicotrónica, son elementos interdisci-
plinarios que van ensanchando y posibili-
tando nuevas dimensiones en la estrecha
mente humana…. La metafísica fue siem-
pre y seguirá siéndolo, proa de la nave
que abre el derrotero o el camino de la
espiritualidad o de la ciencia humana…”

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