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LAS DESAMORTIZACIONES

INTRODUCCIÓN
Durante el S.XIX tuvo lugar una transformación económica caracterizada por el llamado proceso de
desamortización, que fue iniciado por Mendizábal en 1836 y completado por Pascual Madoz en 1855. Gran parte de
las propiedades agrarias pertenecían a la Iglesia o los ayuntamientos. Estas propiedades se encontraban amortizadas,
ya que no se vendían ni heredan, además de estar exentas del pago de impuestos y sometidas a técnicas tradicionales
de cultivo, por lo que su producción era escasa (estaban en “manos muertas”). La desamortización supuso la
incautación y nacionalización de los bienes raíces y posteriormente su venta mediante subasta, volviendo así a ser una
nueva propiedad privada que tributaba y pagaba impuestos. Mediante estas desamortizaciones los gobiernos liberales
del reinado de Isabel II emprendieron un proceso de reforma de las estructuras de la propiedad agraria.

ANTECEDENTES DE LA DESAMORTIZACIÓN
En el reinado de Carlos III, apareció la crítica a la amortización de los bienes raíces, a la que los Ilustrados
consideraban como principal causa del estancamiento agrario, y por ello propusieron su supresión. Carlos IV puso en
venta los bienes de las órdenes eclesiásticas suprimidas (Compañía de Jesús) con el fin de hacer frente a los gastos
estatales y pagar la deuda pública debida a su política belicista, por estos motivos, fue vendida la sexta parte del
patrimonio de la Iglesia.

Durante la Guerra de Independencia, el gobierno de José Bonaparte y las Cortes de Cádiz aprobaron una
legislación destinada a amortizar la deuda del Estado. No obstante, la vuelta de Fernando VII en 1814 supuso su
anulación.

Durante el Trienio (1820-1823) se aprobó el Decreto de supresión de monacales de octubre de 1820 y se


emprendió la desamortización de bienes propios y baldíos. Sin embargo, el retorno de Fernando VII en 1823, obligó a
devolver estos bienes. Con estos precedentes, a partir de 1833 es proceso de desamortización se precipitó por: la
necesidad de cubrir los gastos de la Guerra Carlista; el clima anticlerical, a causa del apoyo de la Iglesia a los carlistas,
y la exigencia de los antiguos compradores que fueron expropiados y demandaban la devolución de sus bienes.

DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZABAL
Juan Álvarez de Mendizábal comenzó desamortizado tierras y bienes eclesiásticos en 1836 mediante un Real
Decreto que desamortiza bienes del clero regular. Más tarde, en 1841, bajo la regencia de Espartero, se
desamortizaron los bienes del clero secular. Tras la vuelta de los moderados al poder se suspendieron las subastas, a
pesar de que se había desamortizado ya el 62% de las propiedades de la Iglesia. Las ventas ya realizadas fueron
garantizadas por Narváez a pesar de la suspensión de las subastas.

Los principales compradores eran propietarios burgueses, que encontraron en esto un excelente negocio.
pues sólo se abonaba el 20% al contado y el resto se pagaba aplazado, admitiéndose para el pago los títulos de deuda
por su valor nominal. Como estaban muy desvalorizados en el mercado, adquirirlos en bolsa y pagar con ellos era una
ganga para el comprador.

Mediante la desamortización Mendizábal pretendía alcanzar tres objetivos: el principal objetivo era de
carácter financiero, ya que se pretendía conseguir ingresos para resolver los graves problemas hacendísticos y además
obtener nuevos fondos para costear la guerra contra los carlistas; el objetivo político consistía en ampliar el número
de simpatizantes del liberalismo, pues los compradores perderían las tierras adquiridas en caso de que se diera la
victoria carlista. Al mismo tiempo, con la desamortización eclesiástica se disminuía el poder económico del clero; y por
último se buscaba la creación de una clase media agraria de campesinos propietarios. A pesar de todo, esta
desamortización solo sirvió para aliviar parcialmente el abultado déficit público estatal, a la vez que los liberales se
ganaban enemigos, partidarios de la Iglesia.

Las consecuencias de esta desamortización no fueron tan positivas como se esperaba: no se solucionó el
problema de la deuda pública, aunque si contribuyó a atenuarlo; en lo político el liberalismo ganó adeptos;
socialmente, los bienes desamortizados fueron comprados por nobles y burgueses y además de aumentar la
desigualdad social, los campesinos vieron aumentar el precio de los alquileres; no produjo un aumento de la
producción agraria, los nuevos propietarios se limitaron a seguir cobrando rentas y las incrementaron. Además las
nuevas tierras eran de baja calidad; provocó un reforzamiento de la estructura de la propiedad de la tierra , ya que
acentuó el latifundismo en Andalucía y Extremadura y el minifundismo en el norte, los campesinos no tenían
oportunidad de participar en las subastas; se comenzó a dar un urbanismo discriminador, la alta burguesía acaparó
los mejores edificios y dejo los arrabales de la periferia a los obreros; respecto al arte, se perdió gran número de obras
mientras se deterioraban los edificios y finalmente la Iglesia vio desmantelada las bases económicas de su poder.

DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ
Siendo ministro de Hacienda Pascual Madoz consiguió que aprobaron su Ley General de Desamortización
(1855), por la cual se establecía la venta en subasta pública de toda clase de propiedades rústicas y urbanas
pertenecientes al Estado, a la Iglesia, los bienes propios y baldíos. La Ley obligaba a los Ayuntamientos a poner en
venta los bienes “de propios” pero no los comunales.

Así, entre 1855 y 1867 se puso en venta una gran masa de terrenos valorados en dos billones de reales. Con
este dinero se construyó el ferrocarril en lugar de solucionar los problemas económicos.

Las consecuencias de esta segunda desamortización tampoco fueron muy positivas, ya que arruinó los
ayuntamientos; no se soluciona el problema de la deuda pública y perjudicó a los vecinos más pobres, quienes se
vieron privados del aprovechamiento de las tierras libres.

CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES


Los efectos de las desamortizaciones fueron principalmente de tres tipos:

• Consecuencias sociales. Del proceso desamortizador, no hubo cambios en la estructura de la propiedad,


simplemente un cambio de propietarios. Las parcelas pequeñas que se subastaron (las menores), fueron
compradas por ciudadanos próximos, mientras que las grandes tierras, fueron adquiridas por las personas más
ricas, que vivían lejos de las mismas. Otra cuestión importante fue la privatización de los bienes comunales
(leña, pastos…) que hizo que muchos campesinos perdieran su único medio de subsistencia.
• Consecuencias económicas. Se consiguió cierto saneamiento de la Hacienda Pública gracias a las subastas.
Aunque se produjo un aumento de las tierras cultivadas, la productividad agrícola seguía siendo casi la misma
porque el nivel tecnológico continuaba siendo muy bajo. Además, el estancamiento de la economía se debió
en gran medida a la protección arancelaria.
• Consecuencias culturales. Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos y acabaron
en otros países. En el aspecto urbanístico, quedaron abandonados numerosos edificios de interés artístico que
se convirtieron en ruinas; otros, en cambio, se transformaran en edificios públicos (museos, hospitales) o
fueron derribados.

CONCLUSIÓN

A modo de balance, las desamortizaciones contribuyeron al desarrollo de la clase burguesa, lo que ayudó a
afianzar el liberalismo en España. Además, supuso el desmantelamiento casi total de la Iglesia, aunque conservó su
influencia en las mentalidades y la educación. Asimismo, fracasó como intento de reforma agraria agravando las
desigualdades sociales y no resolvió los problemas de escasa productividad y atraso del campo español. No resolvió el
problema de la deuda, pero sí contribuyó a atenuarlo, porque además de lo obtenido por las ventas, estas tierras
empezaron a pagar tributos. Las desamortizaciones tampoco ayudaron al despegue industrial, ya que no se mandaba
maquinaria agrícola, ni se elevó el poder adquisitivo de los campesinos. Por último, cabe destacar que no aumentó el
rendimiento de las tierras, sino que se incrementó la producción debido a la puesta en cultivo de más tierras.

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