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TEMA:

TESOROS

ALUMNO: FLORES MENDEZ ALEXIS FLORES MENDEZ

DOCENTE: MTRO. ENRIQUE DE LEIJA BASORIA

MATERIA: DERECHO PATRIMONIAL

GRUPO: 4 A

CD. VICTORIA TAMS. NOVIEMBRE 2022


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INDICE

PRESENTACION .................................................................................................................... 3
ANTECEDENTES..................................................................................................................... 4
I. Evolución Histórica de los Tesoros.............................................................................4
II. Código Civil 2000.......................................................................................................5
III. Código de Derecho Canónico...................................................................................6
IV. Evolución Histórica...................................................................................................7
CAPITULO PRIMERO............................................................................................................. 12
I. Conceptos de Tesoro................................................................................................12
II. Tesoros en la legislación mexicana.........................................................................13
III. Tesoros en legislaciones extranjeras......................................................................15
CAPITULO SEGUNDO. ..........................................................................................................16
I. ¿A quién pertenece el tesoro?..................................................................................17
II. ¿Cuándo hay tesoro?..............................................................................................19
CAPITULO TERCERO............................................................................................................ 30
I.................................................................................................................................... 30
II................................................................................................................................... 34
CAPITULO CUARTO.............................................................................................................. 39
I.................................................................................................................................... 40
II................................................................................................................................... 42
III.................................................................................................................................. 43

CONCLUSION......................................................................................................................... 49

BIBLIOGRAFIA........................................................................................................................ 50
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PRESENTACION

Este trabajo tiene como finalidad explicar el tema de los tesoros, su legislación, y
temas relacionados. Este trabajo ha sido elaborado para presentar el examen
ordinario de la materia de derecho patrimonial y acorde con este objetivo aprender
más del tema.

En los antecedentes veremos la evolución de la legislación respecto de los tesoros, la


unidad del domicilio, el tesoro en otros códigos civiles y la pluralidad del derecho. En el
primer capítulo se ver lo que es la residencia, el domicilio y la vecindad, en el capítulo
segundo denominado la determinación del domicilio y su importancia en la vida jurídica
de una persona se desarrollará lo que es la dificultad de comprobación de la residencia
y un estudio de casos.

Por último, en el capítulo tercero denominado como la residencia como limitante del
derecho a desempeñar cargos públicos, se verá el derecho a desempeñar cargos
públicos y límites a este derecho. Finalmente, en el capítulo cuarto se verá lo que es
la residencia efectiva. El lector encontrará en este texto otros temas como el
comerciante, la empresa y la sociedad anónima, los cuales han sido incluidos por una
necesidad didáctica de aclarar las frecuentes confusiones entre acto de comercio y
comercio electrónico, entre empresa y comerciante, y entre contrato de asociación en
participación y sociedades mercantiles.

Al final del texto, el lector encontrará las principales referencias bibliográficas que se
ocuparon para la elaboración de este trabajo, así como recomendaciones sobre la
bibliografía que puede consultar para profundizar en el estudio del tesoro.

Cd. Victoria, Tamaulipas 2022


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ANTECEDENTES

I. Evolución Histórica de los tesoros

En este capítulo abordaremos la evolución histórica del concepto del tesoro y de su


régimen jurídico, con miras a lograr una mayor comprensión de los postulados jurídicos
tradicionales que subyacen bajo la regulación del Código Civil vigente. En una época
primitiva del Derecho Romano, el «thesaurus» (tesoro) era simplemente una cosa
oculta. Más adelante pasó a ser considerado como objeto enterrado u oculto desde
tiempo tan remoto que nadie podía demostrar su propiedad sobre ello. En este sentido
el Digesto lo definía de esta forma: Thesaurus est vetus quaedam depositio pecuniae
cujus non extat memoria ut jam dominium non habeat (definición que parece sin duda
dada por Paulo y que posteriormente pasó a formar parte del importantísimo corpus
jurídico). El estudio de esta definición pauliana llevó a autores de los albores del siglo
XX, como Pastor y Alvira, a la afirmación de que para que un objeto hallado fuera
calificado como tesoro necesitaba reunir los siguientes requisitos: 1º. Debía tratarse de
un depósito oculto, sub terra, puesto que si de lo contrario se hallaba a la vista tendría
que regirse por los principios generales de la ocupación. 2º. Necesitaba ser lo bastante
antiguo (vetus) para que no pudiera comprobarse su pertenencia a un dueño y la
identidad de éste, ya que si se trataba de una ocultación realizada para tener las cosas
más seguras no podía calificarse de tesoro (si quis aliquid vel lucri causa, vel metus, vel
custodiae, condiderit sub terra, non est thesaurus). 3º. No era indispensable que el
objeto fuera metálico (pecuniae), pues una ley de León comprendía a todos los
muebles en general (id est condita ab ignotis dominis tempori vestustiori mobilia).

Cabe señalar que la normativización de la adjudicación del tesoro sufrió diversas


modificaciones en el Derecho romano antiguo. De los comentarios de los historiadores
como Suetonio o Tácito parece deducirse que el fisco era incautado de los tesoros en
la época anterior a Adriano 1. Este último emperador resolvió la cuestión siguiendo el
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principio de equidad 2, si bien la regulación que dio fue afectada por los cambios
introducidos por emperadores posteriores, como Antonio Pío, Constantino, Graciano,
Valentiniano y Teodosio. León restablecería la regulación dada por Adriano en el año
474, introduciendo sin embargo una pequeña modificación en lo concerniente al
empleo de medios reprobados en la búsqueda del tesoro. Posteriormente, Justiniano,
en sus Instituciones, sancionó de forma definitiva para el Derecho romano la
adjudicación del tesoro. En efecto, si el tesoro fuese encontrado en fundo propio
pertenecería al descubridor; lo mismo sucedería si fuera encontrado en lugar sagrado o
religioso por casualidad. El tesoro encontrado por casualidad en fundo ajeno
pertenecería por igual al descubridor y al propietario. De igual manera, quien
encontrara algo en un fundo imperial, o público, o del fisco, debía repartírselo por la
mitad con el Emperador, con la ciudad o con el fisco. En lo concerniente a la regulación
del tesoro en la legislación histórica española cabe destacar en primer lugar la ley 45,
tit. XXVIII, Partida 3ª, que establecía la siguiente solución al hallazgo del tesoro:

II. Código civil 2000

En el art. 102 el Código de Napoleón declara que el domicilio de una persona está en el
lugar de su principal establecimiento; igualmente el C. Suizo en sus artículos 23 y 24
afirma que nadie puede tener más de un 'domicilio; y que se pierde el domicilio anterior
por trasladar el principal establecimiento a otro lugar. Era también la teoría sostenida
por el C. C. de 1852, no hemos tenido ocasión de ver. Estas palabras "principal
establecimiento" ¿qué significan? ¿centro de los intereses o él de los negocios, el
núcleo de las relaciones sociales o él del hogar familiar?

Dice Beudant que el "principal establecimiento" es el lugar de donde uno se ausenta


con espíritu de regresar siempre. La misma persona no puede tener varios principales
establecimientos, sólo uno es realmente principal y ése, es el domicilio.
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III. Código del Derecho canónico

Esto está muy bien, pero en la práctica la cuestión es mucho más compleja: Un
comerciante puede tener su hogar y su tienda y de ambos se ausenta con el ánimo d~
regresar; ¿cuál de ellos es el principal establecimiento? ¿A qué señales reconocerá el
juez que ése y no otro debe ser el domicilio? La jurisprudencia francesa (y la de los
demás países que observa la teoría de la unidad de domicilio) debe recurrir a
numerosos puntos de referencia: inscripciones sobre las listas electorales, lugar de
ejercicio de los derechos políticos, intereses materiales, relaciones de familia o el. pago
de las contribuciones personales. Por lo que concierne a los comerciantes,
generalmente se admite que su domicilio es la tienda y no el hogar, para los
industriales es la fábrica, etc. etc. En otros casos se recurre a la ficción del domicilio
aparente, o sea que hace las veces de domicilio, aquel lugar que a terceras personas
de buena fé les pareció ser en efecto domicilio; ese domicilio aparente no vale más que
por los efectos que pueda tener para los interesados y no para los demás. Vemos pues
que si bien nadie puede dejar de tener un domicilio nadie puede tampoco tener más de
uno, pero:

1) Existe la dificultad, que ya dejamos apuntada, de encontrar entre varios


establecimientos el que realmente es el principal. 2)- La unidad de domicilio, como la
entendieron el C. francés y el peruano de 1852, tenía valor en su época, cuando las
comunicaciones eran raras y difíciles, cuando él ir de Versalles a París o de Lima a
Lumen era un verdadero viaje; actualmente dada la extensión de los negocios, el
desarrollo material, la rapidez de los transportes y su facilidad, ese principio es de
dificilísima aplicación. 3)- La dificultad crece cuando se trata de personas jurídicas con
sede principia} en un lugar y sucursales o filiales en distintas partes. Las personas que
habían contratado finiquitos con la sucursal de una gran casa comercial cuyo principal
establecimiento estaba en Lima ¿debían acaso venir especialmente a la capital para
demandar allí por el cumplimiento del contrato? Naturalmente que la ley podía salvar el
inconveniente con la multiplicación de los domicilios especiales; 4) Puede ser muy
difícil encontrar el domicilio de una persona, puesto que no se confunde con la
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residencia, por eso los demandantes debían ir con mucho cuidado para no equivocarse
y no confiar el caso a un tribunal incompetente puesto que "es competente el juez del
lugar del domicilio del demandado".

IV. Evolución Histórica

Es el principio sustentado por el C. Alemán que admite que una persona pueda tener
varios domicilios o no tener ninguno, gozando la residencia de los efectos jurídicos de
aquél. Igualmente, el C.C. nuestro considera domiciliada en cualquiera de ellos la
persona que resida alternativamente en varios lugares o que tenga ocupaciones
habituales

allí, basándose en el art. 32 del C. C. brasileño 'que dice: "Sin embargo si la persona
natural tiene diversas residencias donde alternativamente viva, o varios centros de
ocupaciones habituales, se considerará domicilio cualquiera de éstos o de aquellos".
"'Tiene por objeto resolver la situación que suscita el hecho, no raro, que una persona
resida o viva en varios lugares sucesivamente, por tener que atender en cada uno de
ellos a sus negocios, como la asignación de domicilio no sólo tiene por objeto el
ejercicio de los derechos, sino determinar el lugar donde se deben cumplir las'"
obligaciones, y principalmente determinar la jurisdicción ante la cual pueda un sujeto
ser demandado".

El principio de pluralidad evita todos los inconvenientes: un sujeto puede ser


demandado en cualquier lugar de su residencia o de sus negocios porque se le reputa
domiciliado en todos. Ese principio no es cosa nueva en el derecho: fue admitido por
Roma, (claro que en modo relativo puesto que no tenían una noción muy precisa del
domicilio) "según se deriva de un pasaje de Paulo, el derecho romano asentaba el
domicilio sobre dos elementos. el "lar" centro de la vida individual, y el centro de los
negocios "rerum ac fortunarum suarum summam". La idea de la pluralidad de domicilio
muestra la dispersión de las actividades de la persona y la necesidad de someterla a
diferentes fueros según si los actos de la persona dependen de su vida individual "lar" o
si derivan de sus negocios. "reruma ac fortunarum suarum summam". Como a pesar de
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esa variedad de residencias y de actividades, subsiste la unidad de la persona, ésta


puede ser demandada en cualquiera de sus domicilios por los actos practicados. En
nuestra legislación la pluralidad 'de domicilio era ya admitida por el Código de
procedimientos civiles de 1911.

Tenemos, a más del domicilio de origen, tres clases de domicilios civiles: Domicilio
legal. Domicilio de adquisición y Domicilio especial.

Es aquel que uno adquiere por el nacimiento: así, un menor tiene por domicilio de
origen él de sus padres. Es un domicilio forzoso hasta que uno adquiera el derecho de
tener un domicilio personal: legal o de adquisición. El Código no nos habla de esa clase
de domicilio, pero es lógico suponerlo a toda persona.

Es el domicilio asignado por ley a ciertas personas, sea en razón de la dependencia en


que se encuentren con relación a otras, sea en. razón de sus funciones. Se le llama
también domicilio necesario porque la persona no se lo escoge como sucede con el
voluntario o de adquisición. Es establecido "ope legis". En el C. C. tenemos los
siguientes domicilios legales:

Los incapaces tienen por domicilio él de sus representantes legales. (art. 26). Por
incapaces debemos entender: los menores de 16· años, los que adolecen de
enfermedad mental, los sordos-mudos y los desaparecidos cuya ausencia está
judicialmente declarada. (art. 9). De modo que los menores no-emancipados tendrán su
domicilio en él de sus padres o tutores como consecuencia de los art. 390, 391, 39 2,
398, 509, 510, del C. C. que encomienda la patria potestad del menor a sus padres o
tutores. Por la misma razón el hijo adoptivo, menor de edad tendrá su domicilio en él de
su padre adoptivo; en· caso de separación o de divorcio los menores tendrán el
domicilio de aquél a cuya guardia han sido confiados (art. 393). Los hijos naturales
tienen por domicilio él de aquél que los haya reconocido. Los niños abandonados,
están bajo la tutela del Estado o de aquellos que los han recogido; están domiciliados
en el establecimiento en que se encuentren o en el domicilio de sus protectores. El
domicilio de los enfermos mentales y de los sordomudos es el de sus curadores. El de
los desaparecidos es el de sus representantes legales.
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Tiene por domicilio el de su esposo. Este es uno de los efectos instantáneos del
matrimonio y es una regla de orden público, pues como el marido es el jefe de la
familia, a él le cabe fijar el domicilio conyugal. Sin embargo, esta regla admite
excepciones: a) En caso de separación de cuerpos cesa la vida común y los· esposos
viven cada cual por su lado. Desde el momento que ha sido dictada la sentencia, y no
antes, la esposa puede adquirir su propio domicilio. b) Lo mismo pasa en caso de
divorcio. e) Cuando el esposo ha sido declarado interdicto, si la mujer tiene la curatela
ella es quien impone su domicilio al esposo.

5. Se reputan domiciliados en el lugar donde ejercen sus funciones. Nuestro código


aplica esta regla a todos los funcionarios sin excepción; otros Códigos como el francés
o el brasilero, consideran domiciliados en el lugar de su empleo solamente al
funcionario "ad vitam". (Los funcionarios públicos reputándose domiciliados donde
ejercen sus funciones, no siendo temporarias, periódicas o simples comisiones porque
en estos casos ellas no operan mudanza del domicilio anterior. El C. del 52 dejaba a
elección del funcionario público el cambio del domicilio anterior al lugar de sus actuales
funciones. Pero los funcionarios vitalicios, tenían que trasladar su domicilio al lugar de
sus funciones desde el momento que ellos se trasladaban allí. Los legisladores del C.
vigente se fundaron para el art. 25 en que fuera de la carrera judicial y del magisterio,
en el Perú no existen funciones vitalicias, caracterizándose por el contrario la
administración pública por la movilidad e inconstancia de los empleos. Sería pues un
absurdo que los funcionarios conservaran su domicilio anterior, encontrándose
legalmente fuera de los sitios donde pudieran ejercer sus funciones. Los funcionarios
diplomáticos y las personas que residen temporal· mente en el extranjero por empleo o
comisión del gobierno, o para estudios científicos o artísticos, tienen como domicilio el
último que hayan tenido en el territorio nacional. {art. 26). En efecto, los diplomáticos
representan a su· país ante gobiernos extranjeros; es fácilmente comprensible, que
encarnando la soberanía nacional no puedan ser demandados ante ningún otro tribunal
que el de su país. El Código peruano no establece domicilio legal para los militares en
servicio, ni para los marinos (de guerra o mercantes), ni para los presos o desterrados,
ni para los domésticos. El C. C. del 52 reconocía como domicilio del siervo el de su
patrón (art. 50). El Código alemán, el suizo y el brasilero tampoco mencionan el
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domicilio de los sirvientes: pero debido a los elementos sobre los que se basa la ley
para establecer domicilio legal y que son la dependencia o la incapacidad, por analogía
jurídica se debe considerar domicilio legal del sirviente el de su patrón.

En cuanto a los desterrados siempre se les considerará domiciliados en el último que


hayan tenido en territorio patrio, porque les falta el ánimo de constituir su domicilio en el
sitio donde se les ha mandado y de mantened o allí. El domicilio de los militares en
servicio es seguramente el lugar en donde sirven; ya que el C. C. acepta la pluralidad
de domicilios no ha creído necesario consignarlo expresamente como lo hace su
modelo el C. brasilero (ar t. 3 8, C. C. Brasil).

6. El domicilio de las personas jurídicas está en el lugar señalado en el documento de


su constitución (art. 28,). Nuestro Código no distingue, ni tampoco lo cree necesario
dado la redacción del art. y el espíritu de sus legisladores, entre personas jurídicas de
derecho público y personas jurídicas de derecho privado. Naturalmente que las
personas jurídicas de derecho público: Estado, Municipio, Universidades Nacionales,
tienen su domicilio en el lugar de sus funciones o administración (confrontar C.
brasilero, art. 35). Además, corresponde más bien al De· techo Público legislar sobre
ello. Las personas jurídicas de derecho privado tienen su domicilio en la sede o centro
de sus actividades dirigentes o en otro lugar diferente que conste en el documento de
su constitución. En caso de tener diversos establecimientos sitos en diversas
circunscripciones jurisdiccionales, cada uno de ellos será considerado domicilio para
los actos allí realizados; eso es en beneficio de las terceras personas que contratan
con la persona jurídica.

Domicilio de adquisición ''Es el domicilio que una persona escoge cuando ya es capaz
de tener uno propio" Pueden adquirir domicilio todas las personas a quienes la ley no
atribuye un domicilio legal; por eso también se le llama "voluntario". Para cambiar de
domicilio hay que declararlo expresamente ante la Municipalidad; a falta de esa
declaración expresa basta la residencia continua y voluntaria de dos años en el lugar.
El proyecto de reforma del C. C. quería que se hiciese una doble declaración: ante la
Municipalidad de los dos lugares: el del antiguo y el del nuevo domicilio; basándose
para ello en el art. 104 del C. francés. ". Del texto del art. 22 del C. C. peruano se,
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desprende que la declaración ha de hacerse en la Municipalidad del domicilio que se va


a dejar. Esa declaración lleva invita la idea que ha de constar por escrito y que debe
ser pre· sentada al Alcalde o funcionario municipal encargado de extenderla en los
libros.

7. Es el domicilio que una o varias personas escogen para el ejercicio de ciertos


derechos o la ejecución de ciertas obligaciones,' quedando los domicilios ordinarios
como la sede jurídica de la persona para todos los otros derechos y actos habituales.
"Se pude designar domicilio especial para la ejecucí6n de los contratos" Así se atribuye
competencia a un tribunal determinado, independientemente del domicilio de las partes.
De modo que, si en un contrato de mutuo se hace elección de domicilio en lea, el juez
de 1 ~ Instancia de esa ciudad será el competente en cualquier 1itigio que surja en el
cumplimiento de ese contrato, aún si las partes tienen su domicilio en otros lugares y
aún si estando domiciliado· anteriormente en ese lugar cambien el domicilio
posteriormente a la elección de domicilio especial. El Código no señala los métodos de
elección de ese domicilio, de modo que puede entenderse que no es necesaria que la
elección del domicilió especial se haga en el mismo contrato, {lo que sin embargo es lo
más ordinario); puede hacerse posteriormente, por escrito u oralmente, o pueden
deducirse por inferencias derivadas de las cláusulas contractuales. Se puede elegir
domicilio con indicación de persona: elijo domicilio especial para tal cosa en casa de
fulano de tal"; o sometiéndose sencillamente a una jurisdicción determinada: "el juez de
primera instancia de Huacho." Es posible también que se haga elección de domicilio en
el propio domicilio de uno de los interesados, ·y entonces será competente el juez de
ese lugar por más que posteriormente se traslade el domicilio a otro sitio.
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CAPITULO PRIMERO.

EL CONCEPTO DEL TESORO

I. Definicion de tesoros

Según el artículo 874 del código civil federal mexicano, se entiende por tesoro, el
depósito oculto de dinero, alhajas u otros objetos preciosos cuya legítima procedencia
se ignore. Nunca un tesoro se considera como fruto de una finca.

El Código Civil español vigente contempla en el art. 351 el hallazgo del tesoro. En
efecto, en primer lugar señala expresamente que el tesoro oculto «pertenece al dueño
del terreno en que se hallare» No obstante, en el caso de que fuere hecho el
descubrimiento en propiedad ajena o estatal, y «por casualidad», la mitad le
corresponde al descubridor. Por lo tanto, el dueño de la propiedad donde se produzca
el descubrimiento del tesoro tiene derecho a la mitad del mismo en virtud de la
accesión, o por la presunción de propiedad de Adriano, mientras que el descubridor
adquiere la otra mitad por la ocupación, amparándose su derecho en el propio
descubrimiento. Esta última disposición está ratificada por el art. 614 del Código civil y
completada por el art. 471, que establece que «el usufructuario tendrá derecho a
percibir todos los frutos naturales, industriales y civiles de los bienes usufructuados.
Respecto de los tesoros que se hallaren en la finca, será considerado como un
extraño», además de por el artículo 1632 que establece que «el enfiteuta hace suyos
los productos de la finca y de sus accesiones. Tiene los mismos derechos que
corresponderían al propietario en los tesoros y minas que se descubran en la finca
enfitéutica». Estas disposiciones muestran la aversión que conserva el Código (ya
presente en el Derecho romano) contra los buscadores de tesoros. Si el tesoro es
descubierto por persona distinta del propietario y no lo es por azar, pertenecerá todo él
al dueño del terreno donde fuese encontrado. En esta cuestión se apartan el Código
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alemán y el suizo de los Códigos inspirados en el modelo romano. El párrafo 984 del
primero concede la mitad del 4 En base al art. 350 del Código Civil, «el propietario de
un terreno es dueño de su superficie y de lo que está debajo de ella», artículo cuya
aplicación práctica en la actualidad merece abundantes puntualizaciones. tesoro al
descubridor y la otra mitad al propietario de la cosa donde fue encontrado, y no
distingue el caso de que el descubrimiento sea casual, del en que sea intencionado. El
Código civil suizo, en el apartado 3º de su art. 723, dispone que el que ha descubierto
el tesoro en terreno ajeno tiene derecho a una gratificación equitativa que no excederá
de la mitad del valor del tesoro. Rossel y Mentha 5 , dos destacadas figuras del
pensamiento jurídico de comienzos del siglo XX, afirmaban, en este sentido, que sólo
tenía derecho a la gratificación el descubridor que no estaba expresamente contratado
por el propietario del inmueble o del mueble para buscar el tesoro, cuya existencia el
propietario sospecha. Mencionan el ejemplo del «dueño de un antiguo castillo
arruinado, situado en una comarca asolada por la Guerra de los Treinta Años, que
manda a un albañil a realizar excavaciones con el fin de descubrir una ocultación
posible. Si el albañil conoce el objeto de su trabajo no tiene los derechos del
descubridor. Otra cosa es que lo encuentre realizando la busca por propia iniciativa,
pues en tal caso el propietario de las ruinas adquiere por puro azar y hasta tiene que
estar agradecido al indiscreto que provocó el hallazgo».

II. TESOROS EN LA LEGISLACION MEXICANA

La palabra domicilio deriva del griego domus (casa), y del latín domicilium (lugar en
donde habita una persona y tiene su morada).1Según el Código de Justiniano, el
domicilio está donde uno vive y voluntaria mente estableció sus cosas con ánimo de
permanecer. Así, se ha dicho que el concepto jurídico de domicilio comprende dos
elementos: uno objetivo y otro subjetivo. El primero está constituido por la residencia de
una persona en un lugar determinado, y el segundo, por el propósito de dicha persona
de radicarse en ese lugar, pero que el acogimiento de la teoría objetivista se debe a
que la ley presupone que se conjuntan estos dos elementos, cuando una persona
reside en ese lugar por el tiempo que exige la norma, ya que el elemento objetivo
permite presumir el subjetivo.
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En la legislación nacional la generalidad de los códigos civiles refiere que el domicilio


de una persona física es el lugar donde habita o reside habitualmente, con el propósito
de establecerse, por lo que el texto legal comprende los dos elementos (objetivo y
subjetivo). El elemento subjetivo, consistente en el propósito de establecerse en un
lugar, se puede suplir también con una presunción, cuando ha transcurrido cierto
tiempo de que alguien habita o reside en algún lugar.

Esta situación se ilustra, de manera muy general, en el anexo del presente trabajo.
Cabe destacar que, a partir de 1988, por la reforma al artículo 29 del Código Civil para
el Distrito Federal, el concepto de domicilio se modificó con objeto de simplificarlo, y en
definición legal se prescindió del elemento subjetivo, que implica la intención de residir
permanentemente en un lugar, por lo cual es suficiente probarla residencia constante
de una persona en un sitio determinado, para conocer que ese lugar debe reputarse
como su domicilio.

Conforme al Diccionario Enciclopédico de Derecho, la base jurídica del vocablo


vecindad se encuentra en su concepción sociológica, apoyándose en Julián Calvo,
quien considera la vecindad como la relación de conocimiento y proximidad que se
establece entre los vecinos, en una pequeña comunidad, caracterizada por la superficie
limitada que ocupa y por vínculos personales de presencia.

Esta vecindad puede originar la prestación de determinados pequeños servicios de


asistencia, e incluso originar una relación de amistad o de enemistad; aunque también
advierte que cuando no es así, de la vecindad que podríamos llamar semi convivencia
sólo se deriva una mera relación de cortesía, como la del saludo y la de ceder el paso,
la del trato de un simple conocido.

En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se encuentra empleado el


vocablo vecindad como exigencia para ocupar algunos cargos de elección popular,
como el de diputado, como la calidad que alcanza la persona después de residir
permanentemente en un lugar, por tiempo “razonable”. Una razón decisiva de esta
exigencia consiste en evitar que personas carentes de arraigo en un lugar, por hacer su
vida en uno distinto, sean representantes de una localidad a la que desconocen
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realmente y donde son desconocidos. Así pues, como puntos de vinculación entre los
tres conceptos mencionados se pueden mencionar los siguientes:

• La residencia implica la permanencia constante de una persona en un determinado


lugar, en donde establece su habitación o morada, y generalmente su principal centro
de actividades.

• Existe una conexión sustancial de los conceptos residencia y domicilio, pues el


primero estriba en la permanencia no efímera ni casual en un lugar, y la ley toma como
base este hecho, para determinar el domicilio de una persona. En estas condiciones, si
se acredita el domicilio de alguien, es porque se demostró la residencia, salvo que la
ley exija un tiempo determinado de residencia para traducirla en domicilio.

III. TESOROS EN LA LEGISLACION EXTRANJERA

La vecindad, exige que la permanencia de una persona en un determinado lugar, de


manera habitual y constante, se prolongue por un tiempo mayor, ordinariamente, de tal
forma que permita presumir su incorporación a la cultura, necesidades e intereses de
una comunidad, que le permitan desarrollar acciones de solidaridad o unión, es decir,
que está arraigada, lo que puede revelarse por el hecho de habitar con su familia,
mantener sus intereses, convivir con los miembros de ese lugar, conocer y participaren
la solución de los problemas que aquejan a la comunidad, etcétera.

• Existe cierto parangón entre vecindad y ciudadanía para efectos electorales, mutatis
mutandis, lo que explica la conocida frase de “patria chica” cuando se hace referencia
al Estado o municipio al que se encuentra estrechamente vinculado alguien, porque,
hasta ahora, así como la ciudadanía constituye la base para adquirir los derechos
políticos, la residencia define la titularidad y posibilidad de ejercicio de esos derechos
políticos en los ejercicios democráticos concernientes únicamente a una región
determinada, como una entidad federativa o un municipio. Esto invita a reflexionar
sobre la conveniencia del voto de los ciudadanos mexicanos en el extranjero. Lo
anterior puede representarse gráficamente en estos círculos concéntricos en donde la
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residencia es el núcleo necesario de los otros dos conceptos, mientras que residencia y
domicilio son dos componentes muy importantes del concepto vecindad.

CAPITULO SEGUNDO

LA DETERMINACIÓN DEL DOMICILIO Y SU IMPORTANCIA EN LA VIDA JURÍDICA


DE UNA PERSONA

Importantes cuestiones jurídicas se unen a la determinación del domicilio de una


persona, por ejemplo:

1. Permite determinar el conjunto de ordenamientos que rigen a una persona y, en


consecuencia, establecer sus derechos y obligaciones. Así lo vemos en la concepción
de Savigny acerca del domicilio, como punto de contacto o conexión, para determinar
las normas jurídicas aplicables al estado civil y capacidad de las personas, y con base
en el criterio de la voluntad de las partes o el lugar de ejecución, saber cuáles se deben
aplicar a las obligaciones convencionales.

2. Determinación de la jurisdicción y la competencia.

3. Actos procesales, por ejemplo, emplazamiento, requerimientos, interpelaciones


judiciales.

4. Desahogo de pruebas, verbigracia, la testimonial. Los efectos de la residencia y/o


vecindad en materia electoral revisten especial importancia, y pueden clasificarse de la
siguiente manera:

 Determinar el alcance del derecho al voto activo, en cuanto que un ciudadano


mexicano únicamente podrá sufragar respecto de las elecciones en que se
incluya a la sección que corresponda a su domicilio.

Cabe destacar que, para la obtención de la credencial para votar, es necesario


precisar el domicilio del solicitante, por ser elemento indispensable para definir
las elecciones en que puede participar, así como la sección en que se debe
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incluir para la emisión de su voto, y declarar el tiempo de residencia en ese


lugar.

 Como requisito de elegibilidad, para poder ser candidato a cierto puesto de


elección popular, y para ocupar el cargo. En efecto, para poder ser electos a
cargos públicos y poder ejercerlos, las legislaciones electorales exigen que se
reúna alguna o algunas de las siguientes condiciones:

• Una residencia durante cierto tiempo.

• Una residencia efectiva, esto es, la que material y físicamente se da a lo largo


del tiempo necesario, la que no es meramente formal o virtual.

•La vecindad, que es una residencia prolongada, en caminada al arraigo de las


personas en un lugar, con la consecuente solidaridad con el grupo social,
necesaria para velar por los intereses de este, en cuanto parte de él, como antes
se dijo.

I. Dificultad de comprobación de la residencia

La residencia como la vecindad, por su propia naturaleza de continuidad durante lapsos


largos, presentan un alto grado de dificultad para acreditarse, con las características
que se suelen exigir por la ley, especialmente porque se trata de hechos que suceden
de momento a momento, por lo que resulta prácticamente imposible que a través de
personas, instrumentos o mecanismos se puedan acreditar directamente.

Esto ha dado lugar a que la legislación o las autoridades prevean mecanismos para
establecer presunciones para tener por acreditados esos hechos, como por ejemplo, el
registro municipal, ciertos procedimientos administrativos, aunque también se puede
emplear el procedimiento de jurisdicción voluntaria, o bien, a la fijación de reglas
específicas sobre inversión de la carga de la prueba, para quien tenga interés en
demostrar que alguien no reside, no tiene su domicilio o no es vecino de donde
manifiesta.
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No obstante, en la actualidad evidente la falta de operatividad real de los mismos, entre


otras cosas porque no se cumplen los preceptos que exigen a las autoridades locales
la organización y actualización del registro de domicilio y vecindad, mismos que impide
que generen convicción suficiente las constancias que ordinariamente se expiden, lo
cual conduce a que, en caso de controversia, se recurra finalmente a la prueba
indiciaria, mediante la apreciación de elementos indirectos, revisados detalladamente,
con gran flexibilidad, para establecer su alcance, con apoyo en las reglas dela lógica y
las máximas de experiencia.

Ciertamente, se toma en cuenta el cúmulo de elementos que presenten los


interesados, con el fin de demostrar que han tenido contacto prolongado con un
determinado lugar, y que en ese lugar habitan, de manera permanente, generalmente
junto con su familia, que ahí se tienen asentados sus intereses y que son parte
solidaria de la comunidad, porque sólo a través de dichos elementos es como se puede
verificar que las personas son residentes y/o vecinos de un determinado lugar.

Por esta razón, para la integración de la prueba indiciaria se suelen aportar elementos
tales como la credencial para votar con fotografía, recibos de pago de servicio
telefónico, recibos de pago de servicio de energía eléctrica, recibos de pago de
derechos de agua, recibos de pago de impuestos, constancias de no antecedentes
penales, constancias de concesiones para prestar distintos servicios, constancias
relacionadas con centros de trabajo, constancias de residencia expedidas por alcaldes,
contratos de arrendamiento, documentos expedidos por autoridades locales,
certificados de estudio, actas del registro civil, declaraciones testimoniales, etcétera,
pero el problema seguirá siendo el de sopesar el alcance probatorio de cada uno, para
luego superar, en cada caso, la gran dificultad de concatenar cada uno con los demás,
con argumentos objetivos y racionales que satisfagan la exigencia de una persuasión
personal y social.
19

II. Estudio de casos

Las sentencias más relevantes que, en mi concepto, la Sala Superior del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación ha emitido en relación con la residencia, el
domicilio o la vecindad, en las que están contenidos criterios que resultan de gran
importancia por la doctrina judicial que en ellos se plasma, son las siguientes.

1. Declaración de validez de la Elección de Presidente de los Estados Unidos


Mexicanos*

El artículo 82, fracción I, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,


en su parte final, establece como requisito para ser Presidente de la República haber
residido en el país al menos durante veinte años. En el dictamen, se tomó como base
el principio ontológico de la prueba, según el cual lo ordinario se presume, y como
aplicación de este, el principio de derecho consistente en que cuando una calidad
específica se encuentra acreditada en los puntos final e inicial de un período, debe
presumirse igualmente demostrada durante el lapso intermedio.

Caso Nuevo León

La Comisión Estatal Electoral emitió acuerdo en el sentido de que aceptaría el registro


de candidatos a integrantes de ayuntamientos que desearan contender para ocupar
cargos en un municipio distinto del en que residan. Ese acuerdo fue impugnado por un
partido político, bajo el argumento de que los candidatos que aspiren a integrar los
ayuntamientos de un municipio deben residir en ese municipio.
20

En la resolución que puso fin a la cadena impugnativa se sostuvo: Se destacó que el


artículo 36, fracción V, de la Constitución Federal corresponde a la concepción de que
el municipio es la comunidad natural y permanente de las familias que viven en un
mismo lugar, relacionadas unas con otras para el cumplimiento común de todos los
fines de la vida que trascienden inmediatamente de su esfera privada. En esa
concepción, a la vecindad se le atribuye gran importancia, porque se estima que
genera solidaridad social entre los componentes de una agrupación humana.

En esa virtud, la vecindad de los individuos en dicha porción territorial es factor


fundamental, que se toma en cuenta para aspectos tan importantes como el gobierno
del municipio. Por lo anterior, es natural que los cargos para integrar el ayuntamiento
de un municipio sean ocupados por ciudadanos que residan en el municipio de que se
trate, al ser quienes tienen pleno conocimiento de las necesidades y problemas de la
comunidad a la que pertenecen, y a ellos pueden recurrir de manera más inmediata los
vecinos.

Lo anterior explica la norma prevista en el artículo, fracción V, de la Constitución


Federal, y, además, ese requisito de residencia en el municipio respectivo para el
aspirante a integrar el ayuntamiento se advierte de una interpretación sistemática de
los artículos 40, 55, fracción III, 58 y 82, fracción III, de ese ordenamiento superior, de
los cuales se advierte que debe existir un vínculo entre el gobernante y sus electores.
En este sentido, existe una correlación entre el derecho devotar y el de ser votado,
pues, como regla general, los ciudadanos sólo pueden votaren la circunscripción
territorial en la que tenga su residencia, y, en contrapartida, uno de los requisitos que
deben reunir los titulares de ciertos cargos de elecciones el de residencia. Lo anterior
se traduce en que el gobernante provendrá del mismo núcleo al que pertenezcan los
electores, lo que es más acorde con el sistema electoral vigente.

Caso “Rey del Tomate”


21

El 1º de julio de 2001 se llevó acabo la elección en el municipio de Jerez, Zacatecas.


La constitución local exigía ser vecino del municipio respectivo, con residencia efectiva
e ininterrumpida durante el año inmediato anterior a la elección. En la sentencia se
consideró que el candidato electo a presidente municipal no reunía ese requisito de
residencia, pues las constancias expedidas por los ayuntamientos debían valorarse
conforme a la calidad de los elementos en que se apoyaban.

En el caso, la certificación se apoyó en la credencial de elector y en recibos de pago de


servicios, a los cuales se les dio el valor de fuertes indicios; finalmente se valoró el acta
de matrimonio del candidato, a la cual se le negó valor probatorio, toda vez que se
refería a un período anterior a aquel en el cual se quería acreditar la residencia. Se
concluyó que los documentos ofrecidos no generaban convicción indubitable respecto a
la residencia. Se destacó que la ley orgánica municipal local aludía a un medio ex
professo para pre constituir la prueba acerca del domicilio, relativo a la existencia de un
padrón municipal, que se debía organizar por el presidente municipal, al cual no se
hacía referencia en la constancia. Se tuvo por demostrado plenamente que el
candidato residía en los Estados Unidos de América desde el 21 de noviembre de
2000, con la solicitud dirigida por el candidato para recobrar la nacionalidad mexicana,
presentada ante el Consulado General de México en Sacramento, California, por las
siguientes razones:

1. La declaración espontánea del candidato, hecha bajo protesta de decir verdad al


momento de presentarla solicitud;

2. La indicación de tener números telefónicos fuera del país;

3. La suscripción de la solicitud en Sacramento, California, el 21de noviembre de 2000;

4. La fecha apuntada coincidió con una que comprende el plazo en el que se certifica
que vivía en el país. Lo ordinario es que se busque la realización de trámites en las
oficinas más cercanas. Para reforzar la conclusión, se tomó en cuenta lo siguiente: a)
La licencia expedida por las autoridades norteamericanas, en la que se asienta que
tenía su domicilio en ese país; b) Haber adquirido la nacionalidad norteamericana por
naturalización el30 de junio de 1993, lo que demuestra su residencia en ese país desde
22

ese momento, y c) Notas periodísticas que le atribuyen tener su domicilio en ese país,
que no fueron contradichas por el candidato. Se concluyó que el candidato electo no
cumplía con residencia ininterrumpida, por un año anterior a la elección, por lo que se
le declaró inelegible.

Caso Genaro Vázquez

La autoridad administrativa electoral de un municipio del Estado de Guerrero declaró la


validez de la elección municipal, entregó la constancia de mayoría y validez al
candidato postulado por el partido ganador, con lo cual implícitamente se reconoció que
reunía los requisitos de elegibilidad. Dichos actos fueron impugnados por la coalición
que contendió en esas elecciones, por considerar que el candidato ganador no satisfizo
el requisito de residencia. En la resolución final de la cadena impugnativa se resolvió:
Se distinguieron las dos posibles situaciones, respecto a la carga de la prueba, cuando
se cuestiona la residencia:

1. Cuando la legislación exige la comprobación de la residencia para otorgar el registro


de la candidatura, ese otorgamiento o su negación se reclaman en medio de
impugnación. En esta hipó tesis se consideró que la carga de acreditar el cumplimiento
del requisito de residencia corresponde al candidato o partido político postulante, por
tratarse de un hecho positivo, y no a quien rechace ese hecho.

2. Cuando la concesión del registro del candidato no es impugnada, el aspirante


contiende en las elecciones, obtiene el triunfo, se declara la validez de la elección, y
dichos actos son objeto de impugnación. En esta hipó tesis la obligación impuesta al
partido político o al candidato ya se cumplió y fue reconocida por una autoridad
electoral competente, por lo que la acreditación de la residencia se encuentra
amparada por la resolución administrativa electoral que tuvo por demostrado el
requisito de residencia, lo que implica que dicha resolución produce todos sus efectos
mientras no se demuestre plenamente lo contrario de su contenido, es decir, para su
desvirtuación se requiere la existencia de prueba plena del hecho contrario a quien
23

soporta en ella, que implique la demostración total de que el candidato residió en lugar
distinto del que exige la ley. El candidato quedó comprendido en la segunda hipó tesis.

Las pruebas aportadas por el partido impugnante, consistieron en constancias de


inscripción en el Registro Federal de Electores, certificados de que no existen servicios
públicos contratados a su nombre, acta expedida por el Cabildo en la que se revoca la
constancia de residencia, informes de la autoridad municipal y del párroco del lugar,
donde se hace constar que no se encontraron documentos acerca de la residencia, y
una lista de personas que hacen constar que no radica en ese municipio; esos
elementos probatorios se consideraron insuficientes para desvirtuar la residencia del
candidato, porque tratan aspectos distintos de la residencia, son declaraciones
unilaterales de voluntad, no se hacen constar circunstancias y fueron recabadas por la
parte que las ofreció, de ahí que sólo arrojaron leves indicios.

Una intelección incorrecta de criterios semejantes al utilizado para resolver el asunto en


estudio, como lo fue el relativo a que existen dos oportunidades para el análisis e
impugnación de la elegibilidad de los candidatos, que es al momento del registro y
posteriormente al calificarse la elección, han provocado múltiples planteamientos en los
que los actores pretenden impugnar la elegibilidad del candidato al momento de su
registro, por ejemplo, por no satisfacer el requisito de residencia, y a la postre
pretenden impugnar nuevamente por la misma causa y hechos, lo cual es inadmisible
jurídicamente, porque los momentos diversos para su impugnación no implican doble
oportunidad para controvertir la elegibilidad por las mismas causas, además dela
repercusión en la carga de la prueba en función del momento en que se lleve a cabo
dicha impugnación.

Caso Acuña

En la elección para renovar el Ayuntamiento de Acuña, Coahuila, la autoridad electoral


otorgó la constancia de mayoría al candidato común registrado por varios partidos. Otro
de los partidos contendientes impugnó la declaración de elegibilidad del candidato
24

electo con argumentos de que el candidato ganador no justificó su residencia y


vecindad, conforme a las disposiciones de la ley electoral local.

Se estimó infundada la pretensión del partido actor, porque la residencia y vecindad del
candidato se comprobó con el acta de nacimiento, la copia de su credencial de elector
y los documentos relativos a los recibos de aviso de pago expedidos a su nombre por
la autoridad electoral y la constancia expedida por la autoridad municipal competente
con la que acreditó ser residente de ese lugar desde 39 años anteriores al día de la
jornada electoral. Además, mediante constancia oficial se acreditó que no existía
antecedente alguno de matrícula consular.

En cuanto a las cuestiones de residencia y vecindad en la sentencia se sostuvo que el


ordenamiento local no prevé un medio ex professo para tratar de pre constituir pruebas
sobre hechos relativos al domicilio, residencia o vecindad. Las pruebas aportadas para
acreditar la residencia y vecindad del candidato ganador fueron: a) Constancia de
residencia expedida por el Secretario del Ayuntamiento de Acuña, Coahuila. b) Copia
certificada de la credencial de elector y del acta de nacimiento. c) Copias simples de
documentos fiscales del ejerciciode1991, así como el requerimiento de pago de
obligaciones fiscales omitidasdelcuartotrimestrede1992. d) Copia certificada de la
sentencia emitida por un juzgado civil de Acuña, en un juicio seguido en su contra en el
año 2001, relativo a la extinción de un comodato y en reconvención se generó la
compraventa de un inmueble en su favor. e) Copia de una escritura notarial de
compraventa donde el cuestionado es comprador, correspondiente al año 2001. f)
Copia de recibos de pago del servicio telefónico, de suministro de energía eléctrica, de
suministro de agua, de diversos meses de los años 2001 y 2002. g) Copias fotostáticas
del aviso de inscripción del trabajador al Instituto Mexicano del Seguro Social, así como
de modificación de salario, cédulas de determinación de cuotas obrero-patronales al
Instituto Mexicano del Seguro Social, y algunos títulos del Fondo Nacional de la
Vivienda de los Trabajadores, de los años1995, 1996, 2001y2002. Se determinó que el
conjunto de indicios de los elementos analizados, al enlazarse unos con otros, de
manera sencilla y natural, producían la convicción de que el actor se encuentra
25

avecindado y es residente del municipio de Acuña, Coahuila, por lo menos, con la


antigüedad exigida por la ley.

Caso Zacatecas

Tiempo después de haberse resuelto el asunto del “Rey del Tomate”, la constitución y
legislación electoral en Zacatecas fue reformada para admitir la residencia binacional,
entendida como la condición que asume una persona para poseer simultáneamente
domicilio propio en el extranjero; y domicilio y vecindad en el territorio del Estado,
manteniendo en él, casa, familia e intereses. Dentro de este nuevo marco normativo,
en las elecciones para renovar al ayuntamiento del municipio General Francisco R.
Murguía, se aprobó el registro de José Manuel Balderas Castañeda como candidato
propietario a Presidente Municipal. Sin embargo, su registro fue impugnado, y el
Tribunal Electoral del Estado lo declaró inelegible, por no haber exhibido la constancia
de residencia expedida por el Secretario Municipal y estimar insuficientes otros medios
de prueba ofrecidos para acreditar dicho requisito.

La Sala Superior destacó que la exigencia de la residencia como garantía de que el


candidato conoce la problemática, necesidades y prioridades de la comunidad a la que
pretende gobernar, había sido exigida de manera extrema, porque se consideraba la
única forma posible de conseguir ese objetivo, entre otros aspectos, por el poco
desarrollo de los medios de comunicación y de transporte; no obstante, en virtud del
gran avance de dichos medios, sea facilitado enormemente el conocimiento de la
situación determinada de un lugar, a tal grado que en ocasiones es posible tener datos
precisos y confiables de acontecimientos de un municipio o una región, en forma casi
simultánea a su realización, aun estando lejos del lugar, e incluso obtenerlos antes que
los propios habitantes, además que el tiempo de desplazamiento entre puntos
geográficos se ha reducido considerablemente.

Esa flexibilización respecto del requisito de residencia, como elemento para demostrar
la vinculación apuntada con la comunidad, se podía advertir de la interpretación
26

funcional de la legislación reformada de Zacatecas. Por lo anterior, y de acuerdo a una


interpretación conforme con el principio de igualdad establecido en el artículo 1º de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la posición mayoritaria de la
Sala Superior consideró que esa posibilidad de doble residencia tenía que hacerse
extensiva para las personas que desean contender para algún cargo de elección
popular, pero que por razones de trabajo, estudio, etcétera, constantemente se
ausentan o apartan del lugar en el cual tienen su residencia habitual, dentro del
territorio nacional o incluso dentro del mismo estado, sin que tal situación implique una
ruptura o alejamiento total, ya sea porque mantienen lazos familiares, de trabajo,
negocioso propiedades, o cuestiones similares, pues la misma razón para conceder
ese beneficio a las personas que trabajan en otro país debe aplicarse para quienes
radican dentro del territorio nacional.

En ese contexto, se concluyó que era incorrecto estimar indispensable la exhibición de


la constancia de residencia expedida por la autoridad municipal referida, y se tuvo por
demostrado el requisito con las pruebas exhibidas, suficientes para acreditar que dicho
candidato mantenía los lazos mencionados en dicho municipio por el tiempo requerido,
dentro del margen de flexibilidad resultante de la permisión de la residencia binacional.
Por lo anterior, se revocó la decisión del tribunal local y quedó subsistente el registro de
dicho candidato.

Caso Amalia García

En contra de su triunfo en la elección de Gobernador del Estado de Zacatecas, se hizo


valer la inelegibilidad de Amalia García por no tener la residencia mínima de cinco
años, anteriores a la elección, exigida en el artículo 75 de la Constitución local. Sin
embargo, en el propio precepto se prevén dos casos en los cuales se exime de
acreditar la residencia en el Estado:

a) Ejercer cargos de elección popular.


27

b) Ejercer cargos de naturaleza federal. Por lo cual, se consideran tres formas de


acreditar el requisito: a) Demostrarla residencia en el Estado durante los cinco años
previos a la elección. b) Que durante ese período el candidato ocupó cargos de
elección popular o de naturaleza federal que le obligaban a residir fuera del Estado. c)
Durante una o varias partes de ese período residió en el Estado, y en el resto, ocupó
los mencionados cargos.

En la posición mayoritaria adoptada por la Sala Superior, los supuestos de excepción


se explican en que se trata de cargos para los cuales resulta necesario residir fuera del
territorio del Estado y, en la razón fundamental de que implican el ejercicio de derechos
políticos de los ciudadanos, los cuales no podrían ser obstáculo para ejercer otro: el
relativo a ser votado para el cargo de Gobernador del Estado.

Así mismo, se estimó que los cargos de naturaleza federal a que se refiere el precepto
son aquellos que, sin ser de elección popular, requieren el ejercicio de funciones
públicas para todo el territorio nacional o, cuando menos, que coadyuven a su
cumplimiento, como el de Jueces, Magistrados o Ministros de tribunales federales,
Secretarios de Estado, los cargos de la Administración Pública Federal en general,
etcétera. Dentro de esos cargos se consideraron incluidos a los de dirigentes
nacionales de un partido político nacional, por las siguientes razones:

1. Por disposición del artículo 41 constitucional, los partidos políticos tienen asignadas
funciones públicas: promover la participación del pueblo en la vida democrática,
contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de
ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo
con los programas, principios e ideas que postulan. Tan importantes tareas son de
carácter público y las deben llevar acabo los partidos nacionales en todo el territorio de
la República.

2. Los partidos nacionales se encuentran regulados por la Constitución y las leyes


federales, por lo cual, los cargos de dirigencia nacional establecidos para su
organización y funcionamiento son de naturaleza federal.
28

3. El ejercicio de esos cargos forma parte del derecho político de asociación, lo cual se
pone en la misma situación que el desempeño de un cargo de elección popular o de la
Federación, porque todos implican el ejercicio de derechos políticos, por lo que su
ejercicio no debe ser obstáculo para el diverso derecho político de ser votado para el
cargo de Gobernador del Estado. Con base en lo anterior, se determinó en el caso
concreto que la candidata se desempeñó, durante la primera parte del periodo de cinco
años, primero como Senadora de la República e inmediatamente después, como
Presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática, por
lo cual había ejercido tanto un cargo de elección popular, como uno de naturaleza
federal, y el resto del período demostró su cambio de domicilio a la ciudad de
Zacatecas.

Caso López Obrador

Este caso no fue resuelto por la Sala Superior, pero se incluye en este apartado por
tratarse de un asunto interesante en el que fue analizado el tema de la residencia.

Dos partidos políticos y una coalición impugnaron, ante el Tribunal Electoral del Distrito
Federal, el registro del candidato a Jefe del Gobierno del Distrito Federal postulado por
diverso partido. Los impugnantes alegaron que dicho candidato no era originario de la
Ciudad de México, por lo que incumplía el requisito de haber residido en ella de manera
efectiva e ininterrumpida durante los cinco años inmediatos anteriores al día de la
elección. El partido postulante y el candidato presentaron ante la autoridad electoral,
una constancia de residencia emitida por la delegaciónrespectiva. Dicha constancia se
obtuvo mediante el siguiente procedimiento:

a) El candidato presentó solicitud de constancia de residencia ante la delegación, a la


que acompañó:

• Recibos de pago de agua y del impuesto predial del inmueble en que dice residir.
29

• Copia de las escrituras en que consta la compra del mismo inmueble, por el
candidato.

b) El candidato pagó los derechos correspondientes, y le extendieron un recibo de los


documentos.

c) En un órgano de la delegación se levantó acta administrativa para recibir la


declaración de dos testigos, quienes se identificaron con credencial para votar,
manifestaron tener su domicilio en diversos departamentos de la misma unidad
habitacional que el candidato, y dijeron que éste residía ahí desde hacía más de
catorce años, de manera ininterrumpida, desde hacía cinco.

d)Se formó un expediente con todo lo anterior y, con base en los documentos y las
declaraciones, se expidió la constancia de que el candidato era vecino de la
delegación, con domicilio dentro de su circunscripción territorial, donde residía desde
hacía más de catorce años, y de manera ininterrumpida en los últimos cinco años.

En la sentencia, el tribunal local determinó que dicha constancia es apta y suficiente


para demostrar la residencia exigida por la ley, ya que: a) Fue expedida por autoridad
en ejercicio de sus facultades, conforme a los artículos 38 y 3o de la Ley Orgánica de la
Administración Pública del D.F., 4o transitorio del Reglamento Interior de la
Administración Pública del D.F., y 1o del Acuerdo por el que se delega en los
subdelegados adscritos, las atribuciones que se indican. b) Para la expedición se
cumplió el trámite prescrito en el artículo 39 de la Ley Orgánica de la Administración
Pública del DF. y en el Manual de Trámites y Servicios al Público del Gobierno del D.F.
c) El valor de la constancia se robustece con otros recibos de pago de impuesto
predial, del servicio de agua y energía eléctrica, y de la administración del condominio a
nombre del candidato, así como con su credencial para votar actual.
30

CAPITULO TERCERO

La residencia como limitante del derecho a desempeñar cargos públicos

La residencia constituye uno de los limites más comúnmente utilizados por el legislador
ordinario para restringir el ejercicio del derecho a desempeñar un cargo publico distinto
a los de elección popular. Sin embargo, existen situaciones en las cuales surgen dudas
en torno a la constitucionalidad de este requisito. Precisamente, este articulo analiza la
cuestión, a la luz de un asunto resuelto por la Sala Superior del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Para ello se aplica un marco teórico
conceptual, así como el método de examen escalonado, a fin de establecer un dialogo
fructífero, por un lado, entre la sentencia y la minoría, y por el otro, entre estos
elementos y la academia. De esta forma, el presente trabajo pretende inscribirse en la
tendencia denominada discusión critica de casos judiciales.

I. Derecho a desempeñar cargos públicos


31

Acorde con lo establecido en el artículo 35, fracción II, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), los ciudadanos tienen derecho a ser nombrados
para cualquier empleo o comisión que no sea de elección popular.

Este derecho también se encuentra contemplado en los artículos 21, apartado 2, de la


Declaración Universal de los Derechos Humanos; en el 25, inciso c, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos; y en el 23, apartado 1, inciso c, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Para efectos analíticos y explicativos,1 se encuentra comprendido en la categoría de


los derechos políticos, y cuando la autoridad es la encargada de la organización,
vigilancia o administración de justicia en el ámbto de los procesos comiciales, se está
en presencia de la subcategoría de los derechos político-electorales. Tal prerrogativa
del ciudadano constituye un derecho fundamental con base constitucional y
configuración legal, en cuanto en la ley se establecen las calidades (circunstancias,
condiciones, requisitos o términos) para su ejercicio por parte de los titulares.

Importa destacar que a partir de la reforma legal publicada en el DOF el 1 de julio de


2008, se agregó un segundo apartado al artículo 79 de la Ley General del Sistema de
Medios de Impugnación en Materia Electoral (LGSMIME), en el cual se establece que
el juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano (JDC)
procede para impugnar los actos o resoluciones que afecten el derecho de los
ciudadanos a integrar a las autoridades electorales de las entidades federativas.

Con ello se amplió el catálogo de derechos protegidos mediante este medio de


impugnación. Debe recordarse que anteriormente la Sala Superior del TEPJF sólo
conocía de la integración de órganos electorales mediante la acción tuitiva de los
intereses difusos de los partidos políticos y por medio del juicio de revisión
constitucional electoral (JRC). en el cual los ciudadanos no se encuentran legitimados.
Por tanto, actualmente existen dos medios de impugnación para controvertir la
integración de autoridades electora- les locales y cuya competencia le corresponde a
ese Órgano Jurisdiccional.
32

En ese sentido, el contenido y la extensión del derecho analizado no son absolutos, ya


que la propia Constitución autoriza establecer requisitos y limitantes, tarea que
encomienda al legislador ordinario.

Desde la perspectiva constitucional, comprender el desempeño de la función pública en


clave de derechos fundamentales impone una interpretación sistemática del derecho a
la igualdad, de los derechos políticos de los ciudadanos, del establecimiento de
funciones mediante una ley o reglamento, y de las limitantes para acceder a cargos
públicos.

En relación con el principio de igualdad de oportunidades en materia de ingreso a la


función pública, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), en
sentencia del 6 de agosto de 2008, en el Caso Castañeda Gutman vs. México,
consideró lo siguiente:

El artículo 23 contiene diversas normas que se refieren a los derechos de la


persona como ciudadano, esto es, como titular del pro- ceso de toma de
decisiones‡ en los asuntos públicos, como elector a través del voto o como
servidor público, es decir, a ser elegido popularmente o mediante designación o
nombramiento para ocupar un cargo público.

el derecho a tener acceso a las funciones públicas en condiciones generales de


igualdad protege el acceso a una forma directa de participación en el diseño,
desarrollo y ejecución de las políticas esta- tales a través de funciones públicas.
Se entiende que estas condiciones generales de igualdad están referidas tanto
al acceso a la función pública por elección popular como por nombramiento o
designación (Corte IDH. Caso Castañeda Gutman vs. el Estado mexicano).

A su vez, en la Observación General 25 del Comité de Derechos Huma- nos de las


Naciones Unidas (CDH-ONU 1996) se interpreta la citada disposición del pacto
internacional, que prevé:
33

Para garantizar el acceso en condiciones generales de igualdad, los criterios y


procedimientos para el nombramiento, ascenso, suspensión y destitución deben
ser razonables y objetivos.

Podrán adoptarse medidas positivas para promover la igualdad de


oportunidades en los casos apropiados a fin de que todos los ciudadanos tengan
igual acceso.

Si el acceso a la administración pública se basa en los méritos y en la igualdad


de oportunidades, y si se asegura la estabilidad en el cargo, se garantizará su
libertad de toda injerencia o presión política.

Así, el derecho fundamental en cuestión apunta a que todo ciudadano ha de


desempeñar funciones y cargos públicos en igualdad de condiciones —de conformidad
con la ley fundamental y con los tratados internacionales sobre derechos humanos—,
además de que debe garantizarse en todos los ámbitos del servicio público, lo cual se
traduce en:

a) Un mandato de tratamiento igualitario para todos los ciudadanos que


deseen aspirar a ocupar un cargo público, sin distingo alguno por motivos de
género, raza, condición social, creencia religiosa o militancia política.

b) La adopción de medidas positivas frente a grupos sociales que


inveteradamente han sido discriminados para acceder a cargos públicos, en
especial de dirección.

c) La utilización de criterios razonables y objetivos al establecer los límites o


requisitos al ejercicio de ese derecho.
34

En este punto es necesario considerar que la regulación de este derecho comúnmente


se hace diferenciando tres momentos diversos: ingreso, ascenso y retiro del servidor
público. Dado que el problema planteado se refiere a la integración de una autoridad
electoral, es necesario establecer el alcance de este derecho en lo relativo al ingreso.

En primer término, debe señalarse que de la fracción referida del artículo 35


constitucional no surge un derecho a ocupar o desempeñar funciones específicas, sino
un derecho de participar en el proceso de selección o designación para desempeñar
determinados cargos públicos, siempre que se cumplan los requisitos
correspondientes. En otras palabras, los ciudadanos son titulares de concurrir, en
condiciones de igualdad, a dichos procesos.

En segundo término, el bloque constitucional señalado dispone que el ejercicio de este


derecho debe realizarse en condiciones de igualdad; en ese sentido, el eje central del
derecho a desempeñar cargos públicos lo constituye el principio de igualdad de
oportunidades, de tal forma que existe una íntima conexión entre ambos.

De ahí que sea doctrina del Tribunal Constitucional español que tal derecho concrete el
principio de igualdad en el ámbito de la función pública.

Finalmente, debe mencionarse que el derecho en cuestión puede limitarse mediante


las calidades y requisitos establecidos en la ley. De esta forma, la Constitución reserva
a la existencia de una norma jurídica general, abstracta, impersonal y previa, la
regulación de las condiciones de ejercicio del derecho, lo que entraña una garantía de
orden material que se traduce en la imperativa exigencia de predeterminar las
condiciones para acceder a la función pública, las cuales, por regla general, son de
mayor rigor e intensidad en caso de acceder a la función pública que cuando, ya dentro
ya de ella, se busca desarrollarla y promocionarla.

II. Límites al derecho


35

El bloque de constitucionalidad analizado dispone que el derecho en cuestión puede


ser materia de limitaciones mediante el establecimiento de requisitos, calidades o
aptitudes de los ciudadanos establecidos en la ley.

A este respecto, se ha estimado que el legislador tiene un amplio mar- gen de libertad
para regular el ejercicio del derecho y la configuración del sistema mediante el cual se
accede en la práctica a los cargos públicos. Claro que, como con cualquier derecho
humano, esta libertad del legislador tiene importantes limitaciones que son, por una
parte, las generales que impone el principio de igualdad, el contenido esencial del
derecho examinado y los derechos fundamentales que garantiza el bloque de
constitucionalidad; y por otra, tales límites deben cumplir determinados requisitos,
como la razonabilidad, objetividad y proporcionalidad.

En opinión del CDH-ONU, órgano encargado de la supervisión del cumplimiento del


mencionado pacto internacional, cualesquiera que sean las condiciones que se
impongan al ejercicio de los derechos político-electorales “deberán basarse en criterios
objetivos y razonables”, toda vez que “el ejercicio de estos derechos por los ciudadanos
no puede suspenderse ni negarse, salvo por los motivos previstos en la legislación y
que sean razonables y objetivos”.

De la misma forma, la Corte IDH, órgano encargado de la aplicación e interpretación de


la Convención Americana, ha estimado que:

La previsión y aplicación de requisitos para ejercitar los derechos políticos no


constituyen, per se, una restricción indebida a los derechos políticos. Esos
derechos no son absolutos y pueden estar sujetos a limitaciones. Su
reglamentación debe observar los principios de legalidad, necesidad y
proporcionalidad en una sociedad democrática. La observancia del principio de
legalidad exige que el Estado defina de manera precisa, mediante una ley, los
requisitos para que los ciudadanos puedan participar en la contienda electoral, y
que estipule claramente el procedimiento electoral que antecede a las
elecciones.
36

De acuerdo con el artículo 23.2 de la Convención se pue- de reglamentar el


ejercicio de los derechos y oportunidades a las que se refiere el inciso 1 de dicho
artículo, exclusivamente por las razones establecidas en ese inciso. La
restricción debe encontrarse prevista en una ley, no ser discriminatoria, basarse
en criterios razonables, atender a un propósito útil y oportuno que la torne
necesaria para satisfacer un interés público imperativo, y ser proporcional a ese
objetivo. Cuando hay varias opciones para alcanzar ese fin, debe escogerse la
que restrinja menos el derecho protegido y guarde mayor proporcionalidad con
el propósito que se persigue.

De hecho, el artículo 23, apartado 2, de la convención referida establece que los


derechos políticos pueden ser reglamentados exclusivamente por razones de edad,
nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o condena por
un juez competente en proceso penal.

En ese sentido, la limitación o restricción debida de los derechos fundamentales


ocurrirá cuando se cumplan las condiciones siguientes:

a) Requisito formal: la restricción debe estar contenida en una norma de


carácter general, abstracta e impersonal (reserva de ley).

b) Requisito material: la restricción debe observar el principio de


proporcionalidad y para ello, la limitante debe ser:

I. adecuada, para alcanzar el fin propuesto;

II. necesaria, en cuanto no quepa una medida alternativa menos gravosa


para el interesado;

III. proporcional, en sentido estricto, en virtud de que no suponga un sacrificio


excesivo del derecho o del interés sobre el que se produce la intervención
pública.

c) Requisito material: respetar el contenido esencial del derecho


fundamental objeto de limitación, pues lo contrario implicaría su supresión.
37

Cabe destacar que, en lo atinente al establecimiento de límites al principio de igualdad,


la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) estableció un interesante criterio en
torno a las cuestiones que tiene que analizar el juzgador, a fin de determinar si las
restricciones que son materia de controversia deben estudiarse para decidir si se
justifican. Tal criterio coincide en esencia con lo referido en el párrafo precedente.

Ahora bien, en relación con el derecho de acceso a los cargos públicos, se estima que
en el análisis de la constitucionalidad de los requisitos que han de cumplirse para
ingresar a la función pública debe realizarse un ejercicio de ponderación entre dos
principios: por un lado, la protección de la igualdad de oportunidades de todos los
ciudadanos para acceder a los cargos y las funciones públicas; y, por otra parte, la
búsqueda de la efi- ciencia y eficacia en el ejercicio de dicha función.

En efecto, permitir el establecimiento de límites a este derecho encuentra su razón de


ser en que por medio de la regulación de calidades, aptitudes y requisitos se busca que
el ciudadano que acceda a la función pública resulte idóneo para cumplir con las
competencias y responsabilidades inherentes al cargo.

Al respecto, se estima que esta situación tiene estrecha relación con el Estado social
de derecho, pues desde la perspectiva de los derechos fundamentales la instauración
de este tipo de requisitos tiene por objetivo reducir las prácticas como el clientelismo, el
favoritismo y el nepotismo, así como garantizar que formen parte de la organización
estatal, y concreta- mente de la función pública, los mejores funcionarios y los más
capaces. Tal y como lo ha señalado la Corte Constitucional colombiana:

En efecto, el desarrollo económico y social de un país depende, entre otras


variables, de la calidad del talento humano de su burocracia, es decir, de contar
con servidores cuya experiencia, cono- cimiento y dedicación garanticen, cada
vez con mejores índices de resultados, su verdadera aptitud para atender las
altas responsabilidades que les han sido confiadas.
38

De igual manera, la garantía de los derechos fundamentales, en especial de


aquellos de contenido económico, social y cultural, en buena medida, depende
del adecuado funcionamiento de la administración pública.

Finalmente, para examinar la constitucionalidad de los requisitos establecidos en la ley


para acceder a los cargos públicos existen diversas técnicas, pero en el presente
trabajo se utilizará el método de examen escalonado, principalmente porque en la
sentencia estudiada se utilizó otra técnica, consistente en la aplicación directa y
explícita del principio de proporcionalidad.

Esta técnica, empleada por los tribunales constitucionales alemán y español consiste
en estudiar y controlar el cumplimiento específico de una serie de exigencias o
condiciones del derecho fundamental en un caso concreto. El análisis se realiza por
niveles, de tal manera que, ante la falta de actualización de una fase, en ese momento
se detiene el examen.

Generalmente se efectúa en tres fases:

1. Ámbito normativo del derecho fundamental (la conducta o ley en- caja o
tiene relación con ese derecho).

2. Ámbito inicialmente protegido por el derecho fundamental (la conducta o


ley verdaderamente afecta su ejercicio).

3. Justificación de la afectación (para lo cual debe analizarse si se respetan


de manera sucesiva cada una de las condiciones señaladas).
39

CAPITULO CUARTO

Residencia efectiva

La residencia efectiva es un hecho que materialmente se da con el ánimo de


permanecer en determinado lugar, durante el tiempo requerido por la ley. La voluntad
de permanencia en un sitio específico se materializa, entre otras cosas, cuando la
persona desempeña un empleo, profesión, arte, o cualquier otra actividad productiva.

La residencia es un concepto relacional, en tanto necesariamente se refiere a un


determinado ámbito geográfico y, generalmente, a una circunstancia temporal. En lo
que interesa al presente trabajo, la cuestión geográfica electoral es la que guarda
relación con la problemática planteada.

Para efectos de la geografía electoral, el territorio del país se divide en distintos


ámbitos: nacional, circunscripciones plurinominales, distrital, municipal y seccional. De
40

ellas, sólo incumben las referentes al municipio y al distrito electoral, los cuales hacen
referencia a la extensión territorial de dos circunscripciones de naturaleza jurídica
distinta, siendo la primera de ellas, la relativa al espacio físico que ocupa un municipio,
mientras que la segunda es aquella unidad territorial en la cual los votos emitidos por
los electores constituyen el fundamento para el reparto de escaños a los candidatos o
partidos, en caso de no existir un distrito nacional único, con in- dependencia de los
votos emitidos en otra unidad del total. En la circunscripción electoral, por tanto, se
asignan los escaños a los candidatos o los partidos ganadores.

La finalidad de establecer el requisito de residencia para ocupar algún cargo como


autoridad electoral es:

a) Otorgar certeza y seguridad jurídica al ejercicio comicial, toda vez que el


ciudadano que ocupa el cargo es un residente de la circunscripción respectiva.

b) La proximidad material entre la autoridad y los electores.

c) Facilitar el desempeño de la función electoral por parte del ciudadano.

I. Residencia como requisito y límite para desempeñar cargos públicos

En el presente análisis se examina la residencia como requisito o límite al derecho a


desempeñar cargos públicos en materia electoral, con la pregunta siguiente: ¿es
proporcional la exigencia de residir en un determina- do distrito para ocupar el cargo de
consejero de la autoridad encargada de la organización de la elección municipal.

El problema deriva de la sentencia dictada el 5 de marzo de 2010, por la Sala Superior


en el expediente SUP-JRC-10/2010, y cuyos principales argumentos son los siguientes:
41

Del cuadro anterior se advierte que la discrepancia conceptual entre las dos posiciones
gira en torno a si se justifica el requisito de residencia establecido en el artículo 62 de la
Ley Orgánica del Instituto Electoral de Quintana Roo, en tanto límite al ejercicio del
derecho político-electoral de acceso a cargos públicos distintos a los de elección
popular. Para la sentencia no lo está, al tratarse de un requisito desproporcionado;
mientras que para el voto minoritario el límite sí se acredita y sirve para cumplir
determinados fines trascendentes.

En la sentencia se atribuye un significado a la disposición normativa que trata de


hacerla lo más congruente posible entre dos principios de derecho que se encuentran
en colisión: la protección de la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos para
acceder a los cargos y funciones públicas, y la búsqueda de la eficiencia y eficacia en
el ejercicio de dicha función. Asimismo, estima que los objetivos que tal disposición
42

pretende alcanzar no justifican la existencia de la restricción, por lo que el operador se


inclina, en este caso particular, por la prevalencia del principio de igualdad.

En cambio, en los votos particulares se utiliza una interpretación sistemática para


atribuir un significado al enunciado normativo que resulte lo más coherente posible con
el resto del sistema y, a continuación, se estima que la restricción establecida se
justifica en virtud de la finalidad que per- sigue la institución a la que pertenece el
enunciado.

La respuesta a la cuestión planteada se realizará en tres partes:

1. Visión formal con apoyo en las legislaciones de las entidades federativas


respecto del requisito de residencia para integrar a las autoridades
administrativas electorales locales.

2. Discusión en torno al requisito de la residencia como límite al derecho a


desempeñar cargos públicos, y en la cual se utilizará el marco teórico
desarrollado.

3. Utilización del método de examen escalonado para determinar si la


exigencia de dicho requisito se encuentra justificada en todos los casos o si
existen excepciones.

II. Análisis de las legislaciones de las entidades federativas

Como se advierte en el cuadro del anexo, el cual contiene un análisis formal en torno al
requisito de residencia como límite para integrar a las autoridades administrativas
electorales locales encargadas de la organización de las elecciones distritales y
municipales, las entidades federativas pueden agruparse en dos conjuntos:
43

a) Entidades en las que sólo se exige residencia en la entidad federativa:


Aguascalientes, Colima, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Guerrero, Jalisco,
Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Querétaro, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas y
Zacatecas.

b) Entidades en las que se exige residencia en el distrito o municipio, según


la autoridad a integrar: Baja California, Baja California Sur, Campeche, Coahuila,
Chiapas, Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo, Morelos, Nuevo León,
Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán.

Por tanto, se tiene que en 15 entidades federativas se exige la residencia en el estado


para formar parte de los órganos administrativos electorales del ámbito municipal y
distrital, mientras que en 17 casos el límite en comento se establece respecto del
territorio donde ejerce sus atribuciones —distrito o municipio, según corresponda— la
autoridad que el ciudadano pretende integrar.

Derivado de lo anterior, se observa que todas las entidades federativas han establecido
la residencia como un requisito al derecho de desempeñar cargos públicos en las
administraciones electorales locales. Sin embargo, no existe uniformidad en lo relativo
al alcance de esa limitación, ya que al- gunas sólo exigen residencia en la entidad
correspondiente, en tanto que otras son más restrictivas al establecer ámbitos
territoriales más específicos de residencia dentro del estado, como los distritos y
municipios.

En otro orden de ideas, la circunstancia de que la mayoría de las legislaciones locales


establezca como requisito la residencia en un determinado ámbito geográfico electoral
resulta relevante para la función jurisdiccional en el aspecto argumentativo, pues tales
leyes tienen a su favor la pre- sunción de constitucionalidad y validez, de tal manera
que, traducido en términos políticos, representan el statu quo, lo cual implica que
cualquier interpretación judicial dirigida a modificar esa situación tiene que demostrar la
inconstitucionalidad o invalidez de esas normas.
44

III. La residencia: límite al derecho a ocupar un cargo público

Acorde con el bloque de constitucionalidad revisado, la residencia constituye un límite


permitido al derecho a desempeñar cargos públicos, y para ello el legislador tiene una
amplia libertad para establecer el contenido de las restricciones.

De hecho, el análisis de las legislaciones estatales en materia electoral permite advertir


que en todas se exige la calidad de residente en un determinado ámbito geográfico
comicial para integrar a las autoridades distritales y municipales encargadas de
organizar y vigilar tales procesos.

Desde esa perspectiva, prima facie, dicho requisito se encuentra justificado, puesto que
si las funciones de las autoridades comiciales se ejercen en una determinada
circunscripción electoral, dentro del ámbito territorial correspondiente, entonces la
exigencia de residir dentro de una demarcación tiene por objeto que quienes aspiren a
los diversos niveles del cargo deban tener arraigo y reconocimiento en la
circunscripción donde desarrollarán sus funciones: nacional, estatal o local, distrital y
seccional.

Sin embargo, como se ha visto, ese mismo bloque de constitucionalidad exige que las
limitaciones a los derechos fundamentales reúnan determinadas características, de tal
forma que es necesario analizar la limitación en sede jurisdiccional a la luz del caso
concreto, a fin de definir si resulta arbitraria.

Del análisis de la sentencia en cuestión, se advierte que la declaración de


inconstitucionalidad de la parte final del artículo 62 de la Ley Orgánica del Instituto
Electoral de Quintana Roo opera únicamente respecto de una hipótesis normativa, que
reúne los presupuestos siguientes:

a) Cuando se trate de un municipio que abarca dos o más distritos.

b) Cuando la autoridad distrital y municipal se encuentren confundidas.


45

c) Cuando una de las autoridades distritales se encargue de la elección


municipal.

La problemática de constitucionalidad se plantea precisamente en la actualización de


esa hipótesis, pues el requisito de residencia trae como consecuencia que cuando un
municipio esté conformado por dos o más distritos y deban integrarse los consejos
distritales que tengan a su cargo la preparación, desarrollo y vigilancia de las
elecciones de los ayuntamientos, no podrán participar todos los residentes del
municipio, sino únicamente aquellos que se encuentren en el distrito electoral de
número más bajo.

Esencialmente, la sentencia considera que en esta situación el requisito de residencia


exigido en la norma resulta inconstitucional y desproporcional, al impedir que
ciudadanos que viven dentro de un municipio puedan participar o integrar al órgano
encargado de organizar la elección en di- cho ámbito territorial, por el solo hecho de
residir en un distrito distinto al de menor número.

Se coincide con esta posición. Ello, en virtud de que, como se ha visto, el contenido
esencial del derecho a ocupar un cargo público consiste en participar en el proceso de
selección o designación para integrar a dicha autoridad en condiciones de igualdad; de
tal forma que, si se establece un trato desigual y arbitrario respecto de un grupo de
personas, se afecta de manera sustancial tal contenido.

En efecto, la aplicación de dicho requisito trae como consecuencia un trato


diferenciado, pues en la integración de la autoridad electoral municipal solamente
puede participar una parte de los ciudadanos, sin que el resto de los residentes del
mismo municipio tenga la oportunidad de acceder al cargo, por la simple circunstancia
de habitar en un distrito electoral distinto al menos numeroso, a pesar de cumplir con el
resto de los requerimientos. Tal situación implica un trato desigual, ya que se privilegia
a los habitantes de un distrito frente a otros, a pesar de que todos forman par- te del
mismo municipio.
46

La arbitrariedad de esa limitación se encuentra, precisamente, en el he- cho de estar


basada en la condición social de una persona (situación prohibida por la Convención
Americana), pues según el lugar de residencia —dentro de un mismo municipio— se
podrá o no participar en el proceso de integración del órgano encargado de preparar y
vigilar la elección, así como desarrollar funciones elementales para la buena marcha
del proceso comicial del municipio, al corresponderle determinar a los contendientes en
la elección (registro) y al ganador de esta (calificación). Ello implica otorgar de manera
injustificada una prevalencia e influencia mayor a un grupo de personas, al conformar a
la autoridad.

De hecho, debe considerarse que esta limitación conduce al absurdo de que un


ciudadano que cumple con los restantes requisitos de ley, pero vive del lado
equivocado de la calle —elemento urbano que generalmente es utilizado para delimitar
los límites territoriales de los distritos que con- forman un municipio—, ni siquiera puede
participar en el proceso de selección, lo que evidencia la irracionalidad de dicho
requerimiento.

En esas condiciones, la distinción legislativa implica un tratamiento des- proporcional,


pues la aplicación del requisito se realizaría a costa de una afectación innecesaria y
desmedida de los derechos constitucionalmente protegidos.

Por otra parte, los razonamientos de la minoría se estiman insuficientes. Ello, en virtud
de que el argumento gramatical que se plantea se ve supera- do por la circunstancia de
que la norma en cuestión regula situaciones ordinarias, pero no proporciona una
solución adecuada a las problemáticas que plantea la condición extraordinaria del caso
concreto; pues si todo se redujera a residencia “en distrito” o “en municipio”, según se
trate de una autoridad electoral distrital o municipal, no existiría inconveniente alguno.

Asimismo, la argumentación sistemática se limita a señalar que el bloque de


constitucionalidad permite establecer límites al derecho examinado, pe- ro no considera
que deben cumplirse determinadas condiciones y, mucho menos, demostrar que el
requisito en cuestión las cumple, máxime que el análisis realizado tiene un carácter de
prima facie —por ejemplo, en varias ocasiones se dice en la argumentación que el
47

requisito por sí mismo no es desproporcional—; sin embargo, no se contrasta


realmente la aplicación de dicho requisito con el caso concreto.

De hecho, algunos de los ejemplos que se citan para apoyar la argumentación no


resultan idóneos. Respecto de las autoridades federales, se advierte que no
necesariamente deben coincidir el territorio donde se reside y el ámbito geográfico
electoral de actuación de la autoridad a la que se pretende ingresar. En el caso de los
consejos distritales del Instituto Federal Electoral (IFE) sólo se exige que los consejeros
residan en la entidad federativa correspondiente.

De igual manera, en lo referente a las legislaciones electorales estatales se advierte


que no existe uniformidad en ellas, por lo que no se puede pre- tender convertir en
regla la coincidencia en el ámbito territorial de la actuación de la autoridad y la
residencia del ciudadano que la conforma.

Aunado a lo anterior, la minoría omite advertir que su posición resulta incongruente con
sus propias premisas, pues aceptan que, para la conformación de la autoridad
competente, de acuerdo con el sistema imperante, tiene que corresponder el lugar de
residencia del funcionario que ejerce las atribuciones previstas en la ley y el ámbito
territorial donde las ejerce. La consecuencia lógica de tal principio sistemático es que,
si la residencia se localiza en el municipio, entonces se tiene derecho a participar en el
pro-

ceso de integración del órgano encargado de organizar y vigilar la elección en esa


circunscripción.

El argumento teleológico que se alega adolece, precisamente, de que se pretende


afectar de manera innecesaria el derecho de acceder a un cargo público para cumplir
con la finalidad del requisito, por lo que es claro que no se ponderan ambas cuestiones,
máxime cuando resulta discutible la referencia a la identificación y la proximidad. Tales
cuestiones se han predicado en relación con los funcionarios de casilla, quienes deben
residir en la sección electoral (división territorial mínima de la geografía electoral), pe-
ro sin que ello pueda extrapolarse a un ámbito territorial mayor, como son el distrito y el
48

municipio. En este caso se considera que se comete una fa- lacia de generalización
indebida.

Finalmente, el argumento pragmático es erróneo, pues la misma dificultad respecto a la


emisión del sufragio pasivo vale para todos los integran- tes de la autoridad en
cuestión, sin importar el distrito en el que residan, puesto que todos tendrían que estar
en sesión permanente, además de considerar que ello en forma alguna impediría el
diseño de mecanismos adecuados para evitar esta situación.

Primera fase (ámbito normativo del derecho fundamental)

En este caso se trata de la aplicación o inaplicación de una determinada ley al proceso


de selección o designación de las autoridades electorales locales encargadas de
organizar y vigilar los comicios distritales y municipales. El asunto guarda una estrecha
relación con el derecho de acceso al cargo de los ciudadanos, contemplado en el
bloque de constitucionalidad analizado al inicio de este trabajo. Como se vio, su
contenido es esencial en materia de ingreso al servicio público; consiste, precisamente,
en que la participación en este tipo de procesos se dé en condiciones de igualdad.

Segunda fase (ámbito inicialmente protegido por el derecho fundamental)

La parte de la ley cuya inaplicación se solicitó por ser inconstitucional es la parte final
del artículo 62 de la Ley Orgánica del Instituto Electoral de Quintana Roo, la cual regula
los requisitos —entre ellos, el de residencia— que deben reunir los ciudadanos que
integren los órganos desconcentra- dos de dicho instituto en los ámbitos distrital y
municipal. En la legislación en comento se determina que las personas que pretendan
integrar los ór- ganos desconcentrados locales deben haber residido durante
determina- do periodo en el ámbito geográfico-electoral que les corresponda, según se
trate de un municipio o un distrito. Por tanto, la aplicación de la ley in- dudablemente
implica una intervención en el ámbito protegido por el derecho fundamental, pues exigir
49

el cumplimiento de este tipo de requisitos limita el universo de personas que pueden


ocupar dicho cargo.

CONCLUSION

Según Guillermo Cabanellas, en su obra Diccionario Enciclopédico Jurídico, nos ilustra


en el sentido de que el vocablo residencia se define como domicilio, morada,
50

habitación, esto es, se traduce en el hecho de la ubicación física de una persona, que
se prolonga cierto tiempo, y que la palabra radicar proviene del latín radix, radice , que
significa raíz, de manera que la residencia entraña la idea de arraigarse, establecerse o
asentarse permanentemente en un lugar.

Para hacer referencia a este hecho, en el lenguaje coloquial se emplea la expresión


popular “echar raíces en un lugar”. Planioly Ripert, en su clásica obra Tratado Práctico
de Derecho Civil Francés, definen la residencia como el lugar donde una persona fija
temporalmente su habitación, al mismo tiempo que advierten sobre el error de
confundirla con el domicilio.

Según el artículo 29 del Código Civil Federal “el domicilio de las personas físicas es el
lugar donde residen habitualmente” y “se presume que una persona reside
habitualmente en un lugar, cuando permanezca en el por más de seis meses”.

En conclusión, el domicilio se constituye por la residencia en un lugar con ánimo de


permanecer en el, se constituye, por sus dos notas esenciales, la habitación material,
real en un lugar determinado y la intención de fijar allí y de mantener allí esa habitación.
Por estas dos características se diferencia el domicilio de la simple habitación y de la
residencia. La habitación es un hecho puro, es el lugar donde se halla un pasajero o
accidentalmente; como por ejemplo el hotel donde se pasa una noche o algunos días.

BIBLIOGRAFIA

Gtz. Y Gzs. Ernesto (2011), El Patrimonio, Ed. Porrúa, México, UNAM.

Cabanellas, Guillermo (1998). Diccionario enciclopédico jurídico, 26ªedición, Argentina


1998. Universidad de Buenos Aires.
51

Enciclopedia Jurídica Mexicana, (2002). México, coedición del Instituto de


Investigaciones Jurídicas de la UNAM y Porrúa.

Planiol, Marcely Ripert, Georges, (2002) Tratado Práctico de Derecho Civil Frances,
tomo I, coedición del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y el Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México.

Rojina Villegas, Rafael, (1989) Compendio de derecho civil, tomo I, 21ª edición, Porrúa,
México.

Legislación:

Código Civil para el Estado de Tamaulipas

Código Federal de Procedimientos Civiles de Tamaulipas

Código Civil Federal

Páginas electrónicas:

www.scjn.gob.mx

www.jurídicas.unam.mx

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