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PARÁBOLAS
PARÁBOLAS
DE JESÚS
PARA ESTUDIO PERSONAL O EN GRUPOS
F É L I X O R T I Z
PARÁBOLAS
EL SEMBRADOR
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imposible que la semilla pueda germinar, Satanás, como afirma
Jesús, rápidamente la hace desaparecer.
El terreno pedregoso. Literalmente la idea no es que el campo
estuviera lleno de piedras, más bien se trata de terreno rocoso
recubierto de una delgada capa de tierra que hace imposible que
nada pueda arraigar pues carece de la suficiente profundidad. Jesús
indica que al carecer de anclajes, cuando vienen las primeras
dificultades propias de la vida la semilla muere.
Los cardos. Las plantas espinosas son increíblemente fuertes y
resistentes y donde ellas están, si no son removidas, ahogan todo
tipo de buena semilla que desee fructificar. Jesús nos dice que un
corazón lleno de otros intereses, prioridades y preocupaciones no es
el terreno donde su Palabra dará fruto. Todo lo anterior la ahogará
sin remedio.
La tierra fértil. Esta tierra da fruto y multiplicado. Cuando tomamos el
texto de la parábola en los diferentes evangelios vemos que nos
ayuda a entender mejor las tres características de un corazón
dispuesto y fértil para el mensaje. Mateo 13:23 nos señala la
primera: "Presta atención". No simplemente lo escucha, se esfuerza
por entender el significado y las implicaciones. Marcos 4:20 menciona
la segunda característica: "Lo recibe", es decir, lo hace propio, acepta
sus directrices. Finalmente, en Lucas 8:15 encontramos la tercera
característica: "La guardan", que tiene un significado de obediencia y
aplicación en la vida; por esa razón produce fruto.
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LA SEMILLA QUE CRECE POR SÍ SOLA
También dijo:
— Con el reino de Dios sucede lo mismo que con la semilla que
un hombre siembra en la tierra: 27 tanto si duerme como si
está despierto, así de noche como de día, la semilla germina y
crece, aunque él no sepa cómo. 28 La tierra, por sí misma, la
lleva a dar fruto: primero brota la hierba, luego se forma la
espiga y, por último, el grano que llena la espiga. 29 Y cuando
el grano ya está en sazón, en seguida se mete la hoz, porque
ha llegado el tiempo de la cosecha. (Marcos 4:26-29)
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perfectamente cuando indica que: "Pablo sembró, Apolos regó, pero
el crecimiento lo da Dios".
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TRIGO Y CIZAÑA
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Jesús afirmó: "No juzguéis para que no seáis juzgados".
¡Ciertamente! Es fácil cometer errores de juicio. Es fácil hacernos
ideas de las personas desconociendo toda la información y todo el
trasfondo. Es fácil olvidarnos de que no todo es lo que parece.
Aplicado a nuestra propia vida tal vez nos hemos sentido juzgados
por personas que desconocían nuestra realidad única y singular,
nuestras circunstancias particulares y, por tanto, nos hemos sentido
injustamente tratados.
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LA RED
Sucede también con el reino de los cielos como con la red que
se echa al mar y recoge toda clase de pescado. Cuando la red
se llena, los pescadores la sacan a la playa, donde se sientan a
escoger el pescado; guardan el bueno en canastas y tiran el
malo. (Mateo 13:47-48)
Es cierto que hay una posterior selección de los pescados; pero como
ya nos enseñó la parábola de la cizaña, es más bien responsabilidad
del Señor y no nuestra.
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¿Hacía que grupos o colectivos muestras acepción y rechazo?
¿Cómo la enseñanza de la parábola puede ayudarte a tener
esa visión universal del Reino?
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LA MOSTAZA
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¿Por qué el Reino crece a pesar de tanta hostilidad interna y
externa? ¿Qué aplicación tiene para tu experiencia personal el
poder de la semilla plantada en ti? ¿Que acción te mueve a
llevar a cabo la reflexión anterior?
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LA LEVADURA
Jesús afirma que así trabaja el Reino de Dios, de una forma callada y
a menudo imperceptible ejerciendo una influencia sobre su entorno.
Miremos las sociedades desarrollados en las que nos ha tocado vivir.
Tenemos sistemas de educación y sanidad pública, leyes, derechos
humanos, protección a los más desvalidos y necesitados,
instituciones para cuidar de huérfanos, moribundos y discapacitados.
Hay un continuo y creciente acceso en todo el mundo a la educación,
la sanidad y la alimentación. Tenemos instituciones que vigilan a los
gobiernos y los denuncian si estos pisan los derechos humanos.
Todavía queda ¡Sin ninguna duda! muchísimo por hacer. Sin
embargo, si comparamos la situación actual con la del mundo en el
que nació Jesús no podemos sino afirmar que ha habido una mejora
real. Pero estoy convencido que todos estos, aunque insuficientes,
progresos vienen de la mano del cristianismo, de sus principios y
valores y de aquellos cristianos que con su vida y trabajo han sido
levadura en su sociedad.
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Sólo hay una pequeña pero brutal diferencia. La harina no puede
resistirse a la influencia de la levadura, pero nosotros si podemos
resistirnos a la influencia de la levadura espiritual en nuestras vidas.
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TESOROS ESCONDIDOS
La parábola nos dice que aquel hombre que halló el tesoro estaba
dispuesto a todo para conseguirlo. Para él era tan importante que
lleno de alegría invirtió todo lo que tenía para comprar el terreno y
hacerse con la propiedad del hallazgo. Para mí no es difícil encontrar
eco de otras palabras de Jesús en esta historia: "Donde esté tu
tesoro allá estará tu corazón". O del apóstol Pablo: "Todo lo considero
basura por el privilegio de conocer a Cristo".
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¿Dónde está tu auténtico tesoro? ¿Qué te enseña sobre ti
mismo la respuesta que has dado?
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LA PERLA
Pero aún es posible ver otra aplicación. Es una quimera pensar que
podremos obtener el Reino sin pagar un precio. Palabras como dejar,
renunciar, seguir, negar, tomar la cruz y otras muchas van vinculadas
a la realidad de convertirse en ciudadanos del Reino. El precio puede
variar para cada uno de nosotros, pero ese precio existe, es real y la
mayoría de nosotros sabemos con total perfección cuál es.
En numerosas ocasiones ese precio significa dejar de lado lo bueno
para perseguir lo mejor.
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SAMARITANOS
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historia, lo dejaron malherido después de haberle robado todo lo que
tenía.
Toda esta historia se genera alrededor de la pregunta de un maestro
de la ley acerca de quién es nuestro prójimo. La historia del Maestro
que pretende articular una respuesta sigue siendo válida para
ayudarnos a nosotros, sus seguidores, a saber cómo actuar en un
mundo tan lleno de necesidades. Varias enseñanzas prácticas se
desprenden:
Primera, nuestro prójimo es todo aquel que está en una situación de
necesidad, tanto si se la ha buscado -caso del viajero solitario- como
si ha sido totalmente ajeno a las causas. Si está necesitado es mi
prójimo y, por tanto, estoy en deuda de amor con él.
Segunda, nuestro prójimo y sus necesidades están por delante de
nuestros "deberes religiosos". El Señor en el Antiguo Testamento ya
mencionó que prefería la misericordia -algo que siempre va dirigido
hacia el otro- que los sacrificios. Jesús, nuestro Maestro, ratificó con
sus palabras y vida este mismo principio.
Tercera, la compasión auténtica nunca es un sentimiento. Puede
originarse en él pero siempre lleva a la acción. No es compasivo el
ser humano que siente lástima, pena, conmiseración por el
necesitado; ni siquiera aquel que llora intensamente por el mismo. Lo
es el que traslada esos sentimientos a la acción y,
consecuentemente, actúa y hace algo al respecto.
Cuarta, en numerosas ocasiones se encuentra más manifestación de
la fe cristiana en personas que no identifican como seguidoras de
Jesús que en aquellos que lo hacen. Hay centenares de miles de
personas que no conocen a Dios pero viven su enseñanza de la
compasión hacia el prójimo y están involucrados en todo tipo de
acciones encaminadas a suplir su estado de necesidad. Mientras
tanto, muchos cristianos, los critican desde su total pasividad y
aparente superioridad moral.
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DEUDORES
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al haber doblado la exigencia religiosa. Sin embargo, como en tantas
otras ocasiones, su candidez y/u osadía le sirvió de bien poco cuando
Jesús le respondió como lo hizo.
La parábola contrapone dos deudores con dos cantidades
ridículamente opuestas. Para los oyentes de Jesús la cifra que debía
el primero de ellos era astronómica, totalmente imposible de procesar
para un campesino de Palestina. Era mucho más que todos los
impuestos que se recaudaban en Judea y Galilea por parte de las
autoridades romanas. Contrariamente, la cantidad del segundo
personaje de la parábola era totalmente insignificante en
comparación, tan sólo uno pocos miles de euros.
No hace falta ser un experto en teología para identificarse con los
protagonistas de esta parábola que tanto no enseña acerca de la
realidad del ser humano. Para nosotros es fácil condenar de forma
inmisericorde en otros aquello que con toda facilidad perdonamos y
justificamos en nosotros mismos. Podemos encontrar todo tipo de
argumentos y razones por las cuales en nosotros está bien y en otros
es algo absolutamente condenable. Tenemos una doble vara de medir
cuando se trata de aplicarla a otros o a nosotros mismos. Pero
también es cierto que hay ocasiones en las que el perdón es difícil
debido al daño que nos ha sido causado; daño que aveces se ve
agravado por la falta de arrepentimiento y voluntad de cambio
del ofensor y su persistencia en continuar dañándonos.
No hay otra manera de perdonar que meditar en el alcance del
perdón que Dios nos ha otorgado a nosotros por medio del sacrificio
de Jesús. Sólo una visión realista y en perspectiva de nosotros
mismos y la gravedad de nuestro pecado puede llevarnos a una
valoración real del perdón que Dios nos ha dado y así, generar las
fuerzas emocionales y espirituales suficientes para poder perdonar a
otros el daño que nos causaron o están causando. Además, está la
clara advertencia de Jesús que el perdón del Padre está condicionado
a nuestro propio perdón otros.
Cuando perdonamos no hacemos sino extender a otros la misma
gracia y misericordia inmerecida que nosotros hemos recibido y a la
vez, reflejar el carácter de nuestro Dios.
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HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE
Jesús prosiguió:
— Había una vez un hombre rico que vestía de púrpura y
finísimo lino, y que todos los días celebraba grandes fiestas. Y
había también un pobre, llamado Lázaro que, cubierto de
llagas, estaba tendido a la puerta del rico. Deseaba llenar su
estómago con lo que caía de la mesa del rico y hasta los
perros se acercaban a lamerle las llagas. Cuando el pobre
murió, los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Tiempo
después murió también el rico, y fue enterrado. Y sucedió
que, estando el rico en el abismo, levantó los ojos en medio de
los tormentos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su
compañía. Entonces exclamó: “¡Padre Abrahán, ten
compasión de mí! ¡Envíame a Lázaro, que moje en agua la
punta de su dedo y me refresque la lengua, porque sufro lo
indecible en medio de estas llamas!”. Abrahán le contestó:
“Amigo, recuerda que durante tu vida terrena recibiste
muchos bienes, y que Lázaro, en cambio, solamente recibió
males. Pues bien, ahora él goza aquí de consuelo y a ti te toca
sufrir. Además, entre nosotros y vosotros se abre una sima
infranqueable, de modo que nadie puede ir a vosotros desde
aquí, ni desde ahí puede venir nadie hasta nosotros”. El rico
dijo: “Entonces, padre, te suplico que envíes a Lázaro a mi
casa paterna para que hable a mis cinco hermanos, a fin de
que no vengan también ellos a este lugar de tormento”. Pero
Abrahán le respondió: “Ellos ya tienen lo que han escrito
Moisés y los profetas. Que los escuchen”. El rico replicó: “No,
padre Abrahán, sólo si alguno de los que han muerto va a
hablarles, se convertirán”. Abrahán le contestó: “Si no quieren
escuchar a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán
aunque resucite uno de los que han muerto”. (Lucas 16:19-
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querer ver en ese parecido cosas que no necesariamente estaban en
la intención del autor. Tampoco podemos ni debemos hacer doctrina
de una parábola y podría ser fácil hacerlo de cómo será la vida más
allá de la muerte basándonos únicamente en el relato de Jesús. Por
todo ello, simplemente quiero compartir aquellos pensamientos que
han venido a mi mente como consecuencia de la lectura del texto
bíblico.
Primero, nuestra vida presente implica responsabilidades futuras. A lo
largo de las páginas de la Escritura, tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento, se nos habla de que cada ser humano es
responsable de su vida, actos y omisiones ante el Señor. La idea de
que habrá un día en que tendremos que rendir cuentas es un
principio bíblico de primera magnitud. Incluso los seguidores de
Jesús, todo y ser salvados por la gracia, tendremos que presentar
cuentas acerca de nuestra mayordomía, a saber, el uso que hemos
dado a nuestra vida y recursos. No debemos caer en un falso sentido
de impunidad debido al hecho de que nuestras acciones y omisiones,
sean buenas o malas, no son retribuida de forma instantánea.
Segundo, el peligro de vivir centrados en nosotros mismos y ajenos al
dolor, sufrimiento y necesidades de otros. Eso le sucedió al rico del
relato. Día tras día vio a Lázaro y su situación. Sin embargo, su
egocentrismo le cerró el corazón hacia su prójimo y sus necesidades
generando en él un corazón cada vez más duro e insensible a Dios y
a la gente.
Tercero, un corazón insensible al prójimo no puede ser sensible a
Dios. Abrahán le indicó con claridad al rico que ningún acto
sobrenatural -como que alguien volviera de la muerte- iba a cambiar
la realidad de un corazón endurecido. Todos corremos el riesgo de
cerrarnos a las demandas de nuestra conciencia y de Dios por medio
de su Espíritu Santo. El resultado, como tantas veces pasó con Israel
en el pasado, es una frialdad espiritual creciente y una incapacidad de
percibir al Señor en nuestras vidas.
Esta parábola es una llamada de atención para vivir vidas
responsables, sensibles a la voz de Dios y a las necesidades de
nuestro prójimo.
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AGRADECIDO DE NO SER COMO ESOS
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recaudador, "ten compasión de mí que soy pecador". Entiendo
que única y exclusivamente la gracia me permite ser aceptado por
Dios y partiendo de esa aceptación del Padre comenzar a trabajar en
mi propia aceptación. El reconocimiento y aceptación es el primer y
necesario paso para cambiarla.
La actitud del fariseo. Este no puede aceptar su propia realidad caída,
su propia miseria moral y, por tanto, para poder suavizar la enorme
tensión que eso le produce recurre a la comparación con otros. Pero
esos otros deben ser moralmente inferiores a él, deben ser más
miserables, peores, porque únicamente de este modo podrá sentirse
mejor y podrá vivir con sus propias contradicciones. La comparación
con el otro le genera una falsa superioridad moral que le permite vivir
consigo mismo a fuerza de despreciar a otros como indica su
expresión, "te doy gracias porque no soy como los otros".Jesús es
muy claro al explicar que el primero fue aceptado por Dios mientras
que el segundo fue rechazado.
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YA QUE
Cuando el Hijo del hombre venga con todo su esplendor y
acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono
glorioso. Todos los habitantes del mundo serán reunidos en
su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor
separa las ovejas de los machos cabríos, 3 poniendo las ovejas
a un lado y los machos cabríos al otro. Luego el rey dirá a los
unos: “Venid, benditos de mi Padre; recibid en propiedad el
reino que se os ha preparado desde el principio del
mundo. Porque estuve hambriento, y vosotros me disteis de
comer; estuve sediento, y me disteis de beber; llegué como un
extraño, y me recibisteis en vuestra casa; no tenía ropa y me
la disteis; estuve enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y
fuisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor,
¿cuándo te vimos hambriento o sediento y te dimos de comer
y beber? ¿Cuándo llegaste como un extraño y te recibimos en
nuestras casas? ¿Cuándo te vimos sin ropa y te la
dimos? ¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a
verte?”. Y el rey les dirá: “Os aseguro que todo lo que hayáis
hecho en favor del más pequeño de mis hermanos, a mí me lo
habéis hecho”. A los otros, en cambio, dirá: “¡Apartaos de mí,
malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus
ángeles! Porque estuve hambriento, y no me disteis de
comer; estuve sediento, y no me disteis de beber; llegué como
un extraño, y no me recibisteis en vuestra casa; me visteis sin
ropa y no me la disteis; estuve enfermo y en la cárcel, y no me
visitasteis”. Entonces ellos contestarán: “Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, o sediento, o como un extraño, o sin ropa,
o enfermo, o en la cárcel y no te ofrecimos ayuda?”. Y él les
dirá: “Os aseguro que cuanto no hicisteis en favor de estos
más pequeños, tampoco conmigo lo hicisteis”. De manera que
estos irán al castigo eterno; en cambio, los justos irán a la
vida eterna. (Mateo 25:31-46)
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William Barclay, el gran comentarista bíblico escocés, dice que esta
historia debió de impactar de forma tremenda a sus oyentes. Los
judíos creían en el juicio final y descansaban en la creencia de que
serían juzgados bajo dos criterios: Primero, su observancia de la ley
y, especialmente, los diez mandamientos. Segundo, el hecho de ser
judíos que les garantizaba un trato preferencial sobre el resto de la
humanidad. Había la clara creencia que, de alguna manera, Dios sería
más condescendiente con ellos dada su condición racial. No sería
sorprendente afirmar que si un judío se podía considerar más o
menos a salvo del juicio.
Sin embargo, en esta historia Jesús les está cambiando las reglas del
juego. Les indica que el criterio por el cual serán juzgados es su
respuesta a las necesidades de su prójimo. Agua, comida,
hospitalidad, vestido, acompañamiento... Es el bien que está al
alcance de todos y cada uno de nosotros, el que puede ser hecho en
el contexto de la vida cotidiana, para el que ninguno de nosotros
puede objetar la excusa de que no tiene los medios o los recursos
para llevarlo a cabo. Con excesiva frecuencia aquello que no podemos
hacer -cambiar el mundo- se convierte en la coartada perfecta para
no llevar a cabo aquello que si podemos hacer -dar un vaso de agua-
.
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YA QUE II
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DIOS ES DIFERENTE
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muy juntos para darse calor. Era virtualmente imposible el atender el
ruego del vecino sin molestar a toda la familia.
La segunda de ellas hace referencia a la persistencia de una viuda en
pedir justicia. En un sistema judicial donde los sobornos movían la
voluntad de los jueces, no sólo para atender unos casos en
detrimento de otros, sino también para inclinar la balanza en una
dirección u otra, la persistencia de la viuda se convierte en su única
arma. Insistir e insistir hasta llevar al juez al agotamiento.
Hay dos grandes lecciones que se desprenden de estas parábolas. La
primera, más obvia y tradicional es la importancia de la insistencia en
la oración. Tiene todo el sentido. Cuando algo es importante para
nosotros tenemos la capacidad de insistir una y otra y otra vez. La
persistencia es un buen indicador del nivel de prioridad que algo tiene
en nuestras vidas. Por tanto, la necesidad de persistir, en mi humilde
opinión, es algo que yo preciso, no que el Señor precise. Cuando
insisto yo mismo me doy cuenta que eso es algo realmente serio e
importante. Cuando no lo hago se evidencia que tal vez no merecía
tanto la pena.
Pero la segunda lección no es tan obvia y tiene que ver con el
carácter de Dios. Los dos personajes de las parábolas, el vecino y el
juez, responden a la insistencia no por convicción, sino más bien por
cansancio y hastío. Jesús quiere señalar es que nuestro Padre no es
así. No es un Dios caprichoso que nos hace sufrir antes de
respondernos, ni que puede ser coaccionado por nuestra
perseverancia. Precisamente lo que nos quiere transmitir Jesús nace
de la comparación entre nuestro Padre, que siempre quiere y busca
nuestro bien, y los dos personajes que se movieron única y
exclusivamente por su propio interés. Él no es así.
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VAS A MORIR ESTA MISMA NOCHE
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La transitoriedad de la vida. Hoy somos y mañana ya no estamos.
Pretendemos vivir como si fuéramos inmortales y pensando más en el
futuro que en el presente. Jesús afirma que no debemos tener afán ni
ansiedad por el día de mañana y que vivamos de forma plena y
presente el día de hoy. La Escritura nos enseña que el día es el
periodo de tiempo en que debemos centrarnos. El que mejor
podemos manejar. Este es el día que el Señor ha hecho, afirma el
salmista, vamos, por tanto, a gozarnos y alegrarnos en el mismo.
Vivir para Dios y para otros. Jesús termina su parábola afirmando que
es erróneo vivir pensando únicamente en nosotros y en nuestras
necesidades. La Biblia nos enseña una y otra vez que nuestra
búsqueda de sentido y significado pasar por centrarnos más en Dios y
en nuestro prójimo y no tanto en nosotros mismos. Vivir hacia fuera
y no hacia dentro. Vivir pensando en los demás y no tan sólo en
nosotros mismos. Todo parece indicar que es en el otro donde me
encuentro a mí mismo.
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ESTERIL
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recibir. Reciben y reciben centrados en ellos mismos sin devolver
nada ni a la comunidad ni al mundo.
Hay un tiempo límite para la esterilidad. La esterilidad no siempre
será soportada. No puede ser que alguien improductivo esté
constante y continuamente utilizando recursos que no le
corresponden y no merece y, al mismo tiempo, privándoselos a otras
partes del cuerpo que son auténticamente productivas. Nuevamente
Juan 15 es ilustrativo en este sentido: quien da fruto será podado
para que pueda dar más. Quien es estéril será cortado para no dañar
al resto.
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ESTAD, PUES, MUY ATENTOS
Hasta hace bien poco en muchos lugares del medio oriente las bodas
seguían el mismo exacto ritual descrito en la parábola de las
muchachas descuidadas y las previsoras. Por tanto, la historia podía
vívidamente ser seguida por los oyentes del Maestro. El novio era el
personaje central de la celebración y su llegada era esperada con
ansia porque marcaba el comienzo de la fiesta y la celebración. Sin
embargo, en una época donde no existían teléfonos móviles ni fijos
era totalmente imposible predecir cuándo el protagonista llegaría,
especialmente si éste venía desde otra población. Ciertamente que la
costumbre marcaba que un vocero precediera y anunciara la llegada
del novio, pero de nuevo, si éste residía fuera de la aldea la llegada
del precursor y el novio se sucedían con mucha rapidez.
Por tanto, era preciso estar preparado para una llegada que nadie
sabía ni podía predecir. No era extraño que las personas tuvieran que
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esperar horas y horas e incluso que el novio no hiciera su aparición
hasta el día siguiente. Había dos razones para esa actitud vigilante.
La primera porque no estar para recibir al novio era una actitud de
deshonra y poco respeto hacia él. La segunda, porque
inmediatamente la puerta se cerraba, comenzaba la celebración y
quien no estaba ya no era admitido por más que insistiera e
insistiera.
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LABRADORES CRIMINALES
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y cuando llegaba el tiempo se enviaba a un representante para cobrar
lo adeudado.
Como tantas otras esta parábola tiene un mensaje para los primitivos
oyentes y otro universal. Por el contexto sabemos que los
destinatarios originales fueron los maestros de la ley y los
sacerdotes. Jesús usó premeditadamente la viña que representaba a
Israel como propiedad de Dios. No es difícil identificar a los
representantes del propietario como los diferentes profetas que el
Señor fue enviando a su pueblo. Finalmente, el hijo y heredero
representa a Jesús y habla con claridad de su próxima muerte. El
mensaje era claro y como nos dice el texto bíblico fue perfectamente
entendido por los destinatarios.
Pero hay un mensaje más universal que es válido para todos nosotros
los seguidores de Jesús y tiene que ver con los compromisos
adquiridos con el Señor. Dios tiene expectativas muy claras con
respecto a nosotros y haríamos muy bien en tomárnoslas de forma
muy seria. Creo que las mismas podrían agruparse en dos grandes
que abarcarían, al ser desarrolladas, al resto de las demás. La
primera expectativa es que cada día nos parezcamos más a Jesús
tanto en nuestra manera de pensar como en nuestra manera de vivir
y actuar. Hemos sido salvados para que Cristo sea formado en
nosotros. La segunda expectativa es que ayudemos a la construcción
del Reino de Dios viviendo y actuando como agentes de restauración
y reconciliación, haciendo nuestras las necesidades de este mundo
roto. Una y otra vez por medio de sus siervos y su Palabra el Señor
nos recuerda y exhorta al cumplimiento de nuestros compromisos con
Él. Podemos actuar de forma coherente o, por el contrario, podemos
ignorar sus peticiones y endurecer más y más nuestro corazón
viviendo de forma autónoma e independiente del Padre.
Sin embargo, como todos sabemos, llegará un día en que el
propietario de la viña cansado de tanta indiferencia, hostilidad y
rechazo llamará a cuentas a los labradores que han sido indignos de
la tarea delegada y los compromisos adquiridos.
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EL ADMINISTRADOR ASTUTO Y CORRUPTO
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También todos conocemos -tal vez nosotros mismos podemos encajar
en esa categoría- personas que son bien intencionales y persistentes
en desarrollar una competencia o alcanzar una meta que es
importante para ellos. Su cerebro tiene la capacidad de trabajar a mil
por hora para generar nuevas ideas, opciones, posibilidades y nada ni
nadie les detiene ante sus propósitos. Hay un gran potencial en todo
ser humano, la cuestión es cómo se usa, con qué propósito, en qué
dirección.
Desde mi punto de vista hay tres grandes lecciones que se
desprenden para nosotros de este relato de Jesús. La primera es no
desarrollar un falso sentido de impunidad y pensar que nunca vamos
a tener que rendir cuentas de nuestra vida. El administrador corrupto
fue llamado a rendirlas y del mismo modo nosotros tendremos que
responder ante el Señor de la forma en que estamos usando nuestra
vida.
La segunda es tener, eso si, en un sentido positivo y constructivo, la
misma actitud sagaz que tuvo el administrador de la parábola. Si
pusiéramos tanto empeño, intencionalidad y ganas en la construcción
del Reino de Dios como la ponemos en otras cosas que son de menos
importancia, otro gallo nos cantaría y otra sería la situación de este
mundo roto y necesitado. Hay seguidores de Jesús que se desviven
por su equipo deportivo, su pasatiempo, su trabajo, sus amistades y
que simplemente le dan al Reino las sobras de su vida y energías.
La fidelidad en lo pequeño es el único camino para grandes
responsabilidades. Personalmente uso este principio bíblico como una
prueba de liderazgo. Si alguien no es capaz de hacer con dedicación y
excelencia una responsabilidad pequeña carece, a mis ojos, de la
confiabilidad para poderle delegar tareas de mayor calado. El buen
administrador hará con la misma dedicación y excelencia lo pequeño
y lo grande.
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HASTA QUE MI CASA SE LLENE
Era una creencia del judaísmo de la época de Jesús que la era del
Mesías sería inaugurada con gran banquete y, por tanto, sería un
gran privilegio poder ser invitado al mismo. Es preciso mantener esta
idea en mente a la hora de acercarnos a la parábola. Por otra parte,
para darle más sentido a la misma, hemos de pensar en la
importancia que en aquel tiempo tenía la hospitalidad. Ofrecer
hospitalidad era prácticamente un deber sagrado. Del mismo modo,
rechazar la hospitalidad ofrecida era considerado como un grave
insulto hacia el anfitrión. Al unir ambas ideas, la hospitalidad y el
banquete, podemos hacernos una mejor idea del impacto que tuvo el
relato del Maestro sobre sus oyentes.
Como toda parábola hay una primera enseñanza dirigida
directamente a los que la oyeron de los labios de Jesús y otra de
carácter más universal para todos nosotros. Israel que esperaba con
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ansia la llegada del Mesías no supo reconocerlo cuando se presentó
ante ellos; no solamente eso sino que además lo rechazó abierta y
llanamente. El resultado fue que el evangelio se hizo extensible a los
gentiles aquellos que, desde el punto de vista judío, nunca hubieran
tenido acceso al privilegio de una relación especial con Dios.
Para nosotros, los seguidores actuales de Jesús hay también una
lección que apunta en la misma dirección, rechazar el privilegio de la
comunión y la relación con el Dios que ha creado y sostiene todo el
universo. Es mi convicción personal que el pecado nos ha tarado
desde el punto de vista espiritual y emocional (entre otros). Esto se
manifiesta en nuestra incapacidad de sorprendernos y maravillarnos
ante las verdades espirituales. Tenemos una relación personal con el
Señor del universo, nos ha declarado sus hijos y herederos. Podemos
hablar con Él en cualquier momento y circunstancia y presentarle
todo aquello que nos preocupa y carga. Tenemos su compromiso de
estar con nosotros momento a momento hasta el fin del mundo.
Podría continuar con un largo etcétera y, sin embargo, nada de eso
nos impresiona demasiado, podemos permanecer fríos e insensibles
ante esas realidades que pareciese que han perdido la capacidad de
producir un impacto en nuestras vidas. El trabajo (las tierras), las
novedades en nuestras vidas (los bueyes) o la familia (casarse) han
ocupado el lugar central en nosotros y nos han llevado a desechar la
invitación del Dios creador de unirnos a una relación de amistad con
Él y a su misión de construir su Reino. No seamos tan ilusos como lo
fue Israel, el banquete no quedará vacío, nosotros seremos
desechados en favor de otros como los judíos lo fueron.
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VESTIDO PARA LA OCASIÓN
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estarles agradecidos, como si el privilegiado fuera Dios de tenerlos a
ellos y no al revés. Vivir para ver.
¿Vestido adecuadamente?
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DIOS NO TE DEBE NADA
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del verano y principios del otoño, podía malograr la tan esperada
cosecha. Una situación de ese tipo podría justificar el añadir la mayor
cantidad posible de jornaleros incluso a las cinco de la tarde, cuando
ya tan sólo faltaba una hora para terminar la jornada laboral.
Después, a la hora de pagar los salarios, es cuando se produce la
sorpresa, tanto de los contratados a primera hora del día como los
que lo fueron casi al final. Todos recibieron la misma paga sin
excepción, lo correspondiente a todo un día de trabajo. ¿Cuál es la
aplicación para nosotros los seguidores de Jesús?
Pues que Dios no nos debe nada. Todos y cada uno de nosotros
hemos sido salvados única y exclusivamente por la gracia de Dios
manifestada en Jesús. Lo hemos sido a pesar de nuestra realidad, de
lo que somos, no debido a ello. Meditar en esta realidad debería de
llenar y satisfacer nuestras almas y generar en nosotros un
permanente sentido de gratitud hacia el Señor. Sin embargo, los
seres humanos somos como somos y con el paso del tiempo
empezamos a pensar que hemos generado derechos adquiridos, que
nuestro servicio hacia Dios y su Reino nos hace merecedores de vete
a saber qué. En resumen, comenzamos a generar expectativas.
Entonces es cuando comenzamos a compararnos con otros y
evaluamos el trato que reciben de Dios. Si experimentan o alcanzan
bendiciones que nosotros no obtenemos podemos ir pensando que
somos tratados de forma injusta de parte de Dios. En nuestra lógica
humana consideramos que si otros están recibiendo lo que obtienen,
nosotros, que tenemos más antigüedad, que desde nuestra
perspectiva hemos trabajado más y mejor para el Reino, deberíamos
de percibir mucho más. Nos sentimos, consecuentemente,
injustamente tratados igual que se sintieron los jornaleros de
la parábola Hemos olvidado que Dios no nos debe nada y que todo
aquello que somos y tenemos es fruto de la gracia y no de nuestros
méritos.
Es fácil olvidar esa tremenda verdad ¡Dios no nos debe nada! Cuando
lo hacemos le abrimos la puerta a la insatisfacción, a la envidia, al
disgusto con Dios. Comenzamos a centrarnos en aquello que no
tenemos y que consideramos merecer y nuestro corazón deja de ser
agradecido por todo aquello recibido.
45
EL CAPITAL Y LOS INTERESES
Igualmente [el reino de los cielos] es como un hombre que, al
irse de viaje, reunió a sus criados y les confió la
administración de sus negocios. A cada cual, de acuerdo con
su capacidad, le confió una cantidad de dinero: a uno le
entregó cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno. Luego
emprendió su viaje. El que había recibido cinco talentos
negoció con su capital y lo duplicó. El que había recibido dos
talentos hizo lo mismo, y también duplicó su capital. En
cambio, el que solamente había recibido un talento, tomó el
dinero del amo, hizo un hoyo en el suelo y lo enterró. Al cabo
de mucho tiempo regresó el amo y se puso a hacer cuentas
con sus criados. Llegó el que había recibido los cinco talentos
y, presentándole otros cinco, le dijo: “Señor, tú me entregaste
cinco talentos; mira, he logrado duplicarlos”. El amo le
contestó: “Está muy bien. Has sido un administrador honrado
y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al frente de
mucho más. Entra y participa en mi propia alegría”. Llegó
después el que había recibido dos talentos, y dijo: “Señor, tú
me entregaste dos talentos; mira, he logrado duplicarlos”. El
amo le dijo: “Está muy bien. Has sido un administrador
honrado y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al
frente de mucho más. Entra y participa en mi propia
alegría”. Por último, llegó el que solamente había recibido un
talento, y dijo: “Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que
pretendes cosechar donde no sembraste y recoger donde no
esparciste. Tuve miedo y escondí tu dinero bajo tierra. Aquí lo
tienes”. El amo le contestó: “Administrador malo y holgazán:
si sabías que yo cosecho donde no he sembrado y recojo
donde no he esparcido, ¿por qué no llevaste mi dinero al
banco? Así, a mi regreso, yo habría recibido el capital más los
intereses. ¡Quitadle, pues, la parte que le confié y
entregádsela al que tiene diez partes! Porque a todo el que
tiene, aún se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no
tiene, hasta lo que tenga se le quitará. Y a este criado inútil
arrojadlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los
dientes”. (Mateo 25: 14-30)
46
El principio bíblico de la mayordomía es simple pero poderoso. Nada
de lo que somos y tenemos nos pertenece a nosotros sino al Señor.
Es propiedad suya por creación y por redención y nosotros lo
recibimos en calidad de administradores. Estamos, pues, haciendo
uso de unos recursos -incluyendo nuestra vida- que no nos
pertenecen y sobre los cuales tendremos, más tarde o más
temprano, que rendir cuentas. Es en este cuadro marco que hemos
de entender el concepto de que todos y cada uno de nosotros hemos
recibido "de acuerdo con nuestra capacidad" y, por tanto, se nos
exigirá en relación a lo que hemos recibido para ser administrado.
Sabemos que uno de los atributos del Señor es su justicia. Esto nos
da la seguridad que a ninguno de nosotros se nos va a pedir más allá
de nuestra capacidad. Pero tampoco por debajo de la misma. Se
espera que cada uno de nosotros esté a la altura de lo que se nos ha
encomendado para ser administrado.
Para mí eso produce mucha paz con relación a las expectativas que
se tienen sobre mí. También lo veo como un antídoto contra la
envidia. Aquel que ha recibido más es sin duda porque tiene mayor
capacidad para administrar, pero también se tienen expectativas más
altas sobre él, se espera que genere más rendimiento y beneficio. Por
tanto, la cuestión no es si me hubiera gustado recibir más o menos,
sino qué hago con aquello que me ha sido encomendado, como lo
administro de manera que crezca, se multiplique y de fruto.
47
EL CAPITAL Y LO INTERESES II
Nuestro trabajo de cada día, sea en una fábrica, una oficina, una
tienda, un hospital, una entidad financiera, una iglesia, un hogar,
una obra en construcción, es nuestro talento puesto al servicio de
Dios y la humanidad. Hagámoslo pues extraordinariamente bien.
48
EL CAPITAL Y LOS INTERESES III
Jesús afirma en esta parábola que aquel que tiene todavía recibirá
más; contrariamente, el que tiene poco, hasta ese poco le será
quitado. Es una frase paradójica, como tantas otras que encontramos
en la Biblia en general y las enseñanzas del Maestro en particular. La
paradoja es un hecho o dicho que parece contrario a la lógica. Jesús
enseña que hay más felicidad en dar que en recibir, que para vivir
hay que morir, que el mayor es el menor y así una tras otra. Las
paradojas de Jesús desafían la lógica, la forma de pensar y los
valores de la sociedad en la que nos ha tocado vivir y, precisamente
por eso, a sus seguidores nos coloca en una disyuntiva, seguir la
lógica del Reino de Dios o, por el contrario, la de nuestro mundo. El
Espíritu nos invita a seguir al Maestro, la razón, con demasiada
frecuencia, nos indica que no parece tener mucho sentido.
49
DOS HIJOS, DOS ACTITUDES
Como tantas parábolas esta tiene una aplicación inmediata para los
oyentes originales y otra más universal para todos nosotros. En
cuanto a la primera, sus primitivos oyentes fueron los jefes de los
sacerdotes y los ancianos que cuestionaron a Jesús por haber
expulsado a los mercaderes del templo. El Maestro no les responde
sus preguntas, sin embargo, los confronta con esta parábola. La
interpretación es evidente y cae por sí misma. Los sacerdotes,
escribas y ancianos se llenaban la boca con el nombre de Dios, su
voluntad y su ley; ahora bien, cuando el Señor vino en forma humana
no respondieron a su llamado. Contrariamente, aquellos que según la
casta religiosa de Israel eran despreciables y estaban fuera del círculo
de la bendición de Dios, recaudadores de impuestos y prostitutas
entre otros, respondieron gozosamente a su llamado inclusivo.
50
chocante e incluso vergonzante viven abierta y fuertemente
comprometidos con un mundo roto y sus necesidades de todo tipo.
Honestamente, no sé a ti que sentimientos y pensamientos te genera
esa realidad, pero a mí me lleva a verme confrontado con las
palabras que el mismo Jesús pronunció: "¿Cuál de los dos cumplió el
mandato de su padre?".
51
RESULTA PEOR AL FINAL QUE AL PRINCIPIO
52
Yo diría que la creación tiene horror al vacío y cuando uno se
presenta debe ser automáticamente llenado.
53
CÁLCULOS PREVIOS
54
un flujo de adrenalina y, que, sin embargo, el tiempo mostró que
eran insostenibles, poco realistas y nada previsoras de los potenciales
inconvenientes que podrían presentarse a lo largo del camino.
El camino del seguimiento de Jesús está también lleno de proyectos
de discipulado fracasados. Personas que a mitad del camino
consideraron que era demasiado duro, complicado y retador y,
consecuentemente, prefirieron pararse y plantarse antes que seguir.
Fallaron los recursos emocionales, intelectuales y espirituales para
seguir adelante. No había la suficiente preparación para dicho viaje ni
una clara comprensión de las dificultades que esperaban en el
itinerario. No veo desprecio en los ojos de Jesús; tan sólo la tristeza
por tanto dolor y sufrimiento que podrían haberse evitado
simplemente con su consejo de calcular el precio que había que pagar
antes de comenzar.
Por extensión las dos parábolas de este texto son una invitación para
antes de comenzar cualquier proyecto en la vida hacer una valoración
reflexiva de nuestra capacidad, no para ponerlo en marcha, sino para
completarlo. Veo que en la Biblia lo que verdaderamente cuenta no
son los buenos principios, más bien los buenos finales.
55
PERDIDOS Y HALLADOS
Lucas 15 es, sin ningún tipo de dudas, uno de los más bellos
capítulos de la Biblia. En el se encuentran tres parábolas, la oveja, la
moneda y el hijo que son especialmente importantes porque nos
hablan acerca del carácter de nuestro Dios y la actitud que tiene
hacia las personas que no le conocen. Las tres parábolas, como lo
indican los versículos que preceden a la primera, nacen como
consecuencia de los comentarios negativos que los fariseos y los
maestros de la ley hicieron ante el tipo de relaciones que frecuentaba
y cultivaba Jesús. Estos dos colectivos se consideraban a sí mismos
personas de alta condición moral, superiores a la media y,
naturalmente, muy por encima de los recaudadores de impuestos y
otras personas de mala reputación. Estos dos últimos resumían todo
lo que ellos no querían ser y rechazaban. Las estrictas costumbres
que los religiosos practicaban les impedían cualquier tipo de trato con
aquellas personas a las que despreciaban profundamente. La actitud
de Jesús les resultaba altamente escandalosa. El Maestro, no
solamente se relacionaba con ellos, sino que frecuentaba sus casas y
participaba de la mesa con ellos. Sentarse a la mesa era mucho más
que alimentarse juntos. Era un símbolo inequívoco de camaradería,
compañerismo y comunión. Que Jesús se relacionara con ellos estaba
mal, que intimara era un total escándalo.
56
Los fariseos, escribas y maestros de la ley no tenían el más mínimo
atisbo de compasión hacia los pecadores. Esa virtud no formaba parte
de su vocabulario y estaban convencidos que Dios, justo hasta lo
excelso, no podía tampoco tener ese tipo de actitudes hacia los
impuros. En su comprensión del mundo los paganos estaban
destinados a ser destruidos por Dios y eso era algo que ellos mismos
esperaban y ansiaban poder ver. En contraste con la afirmación
hecha por Jesús de que hay alegría en el cielo por un pecador que se
convierte, ellos consideraban que la alegría se producía cada vez que
uno era aniquilado ¡Tal era la visión y comprensión que tenían del
Señor y su carácter!
57
PERDIDOS Y HALLADOS, LA OVEJA
Vale la pena recordar nuevamente que el centro de estas parábolas
es Dios y su actitud hacia las personas que no le conocen y no tienen
la oportunidad de una relación personal y significativa con Él. Por
tanto, creo que la reflexión y las enseñanzas deben girar alrededor de
ese vértice. Hay tres cosas que poderosamente me llaman la
atención. Primero, el valor que Dios da a un único individuo.
Honestamente, 99 no es un mal número. El rastreo de la oveja
perdida era una tarea ardua y peligrosa. No es aventurado afirmar
que el pastor se jugaba la vida en los múltiples accidentes
geográficos de las tierras de Palestina y las alimañas que poblaban la
zona, especialmente durante las noches. Hasta cierto punto su
búsqueda de la oveja perdida podía suponer un peligro para el resto
del rebaño, que aunque puesto a buen recaudo como afirma el texto,
podía sufrir la ausencia del pastor.
58
PERDIDOS Y HALLADOS, LA MONEDA
59
ya no hiciéramos nada por recuperarlos, por mantener el contacto,
por continuar en contacto con ellos y dejar siempre una puerta
abierta.
Una vez más esta parábola nos habla y enseña de un Dios que toma
la iniciativa, al que las nueve monedas que todavía restaban no le
parecían suficientes porque la joya, por humilde que pudiera ser,
estaba incompleta. Un Dios que en imitación suya nos invita a ir tras
aquellos que por una razón u otra están perdidos.
60
PERDIDOS Y HALLADOS, EL HIJO
61
jamás me has dado ni siquiera un cabrito para hacer fiesta con
mis amigos. Y ahora resulta que llega este hijo tuyo, que se ha
gastado tus bienes con prostitutas, y mandas matar en su
honor el becerro cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú siempre
has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero ahora
tenemos que hacer fiesta y alegrarnos, porque tu hermano
estaba muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y lo
hemos encontrado”. (Lucas 15:11-32)
62
la vida sonríe y el viento va de popa. Nunca he creído esa leyenda
urbana que afirma que todo aquel que vive al margen de Dios es un
desgraciado y su vida carece totalmente de sentido y significado. Hay
muchas personas que, sin tener al Señor en sus vidas, aún más,
rechazándolo abiertamente, viven felices y dichosas y sus vidas les
resultan plenamente satisfactorias.
La tercera etapa consiste en experimentar las consecuencias de vivir
al margen de Dios. Hay leyes bíblicas que no pueden ser
transgredidas sin pagar el precio por ello. La ley de Moisés ya
afirmaba que nuestro pecado más tarde o más temprano nos
alcanzaría. Pablo indicaba que Dios no podía ser burlado y que todo
aquello que el hombre siembra eso mismo recogerá. Aquel muchacho
experimentó las consecuencias del tipo de conducta que libremente
había escogido. Los recursos se acabaron, los amigos se esfumaron y
tuvo que enfrentarse con su propia realidad y emplearse, nada más
ni nada menos que cuidando puercos ¡Pocas cosas pueden ser más
degradantes para un judío!
Recapacitar o volver en sí es la cuarta de las etapas. Es un momento
de lucidez en la que uno es consciente de su realidad y condición,
puede sincerarse consigo mismo y abandonar todo tipo de
justificaciones y racionalizaciones. Las cosas no andan bien y hace
falta mucho más valor para reconocer la realidad que para sublimarla
o ignorarla. Sin embargo, lamentablemente, no todo el mundo llega a
este punto. Muchas personas, por muchas razones, no son capaces
de tener una percepción realista de la situación en la que están
viviendo. El orgullo, la proyección de la culpa de su estado sobre
otros, la racionalización y otros procesos mentales pueden hacer que
una persona nunca quiera o pueda reconocer su situación espiritual.
Este paso es el previo y necesario para poder tomar la decisión de
volver a la casa del padre. Sin embargo, es un paso que no todos dan
y aquí acaba su viaje espiritual.
Finalmente, está el regreso al hogar. Hace falta reunir mucho valor
intelectual, emocional y espiritual para tomar esa decisión. He
conocido a muchas personas que, como indicaba anteriormente,
nunca lo han podido hacer. Personas que con tristeza afirman que les
gustaría tener la fe que uno tiene, que debe ser maravilloso poder
vivir con Dios pero que, lamentablemente, ellos no pueden. Otros,
por el contrario, lo hacen. Tienen una percepción muy clara de su
63
realidad y saben que ya no hay nada que perder, sólo se puede
mejorar, ninguna situación por dura que pueda parecer, será peor
que la que están experimentando y viviendo en esos momentos.
Regresan a la casa y están abiertos a esperar cualquier cosa de ese
regreso.
64
PERDIDOS Y HALLADOS, EL HIJO II
Pero las sorpresas que nos brinda este padre continúan. El texto nos
dice que no hizo caso del discurso de arrepentimiento que el hijo
había elaborado. Al contrario, ordenó que se le calzara y se le pusiera
un anillo y, además, que se prepara fiesta para celebrar el regreso.
Todo está lleno de significado. El anillo era símbolo de pertenencia a
la familia. Sólo los esclavos iban descalzos. Esas dos órdenes, anillo y
zapatos, representan una total redención para ese hijo. La fiesta sirve
para expresar la alegría de un hijo que había estado perdido y ahora
ha sido hallado.
La historia es linda, sin duda, pero tal vez observada desde nuestra
perspectiva de dos mil años hace que perdamos de vista el increíble
precio que tuvo que pagar aquel padre para recuperar a su hijo. Los
conocedores de la cultura bíblica nos dicen que un padre en los
65
tiempos de Jesús nunca habría actuado de aquella forma. A los ojos
de sus vecinos había perdido su autoridad y dignidad al perdonar a su
hijo, había actuado contra el sentido común y la justicia. Sin duda su
manera de proceder habría sido motivo de comentario en toda la
región y, podemos garantizar, que aquellos comentarios no habrían
sido para nada positivos. No olvidemos que incluso su propio hijo
censuró su proceder.
Pero así es Dios. Jesús usó esta parábola para mostrar a un Dios que
sorprendía a aquellos que escuchaban el relato, un Dios que no
actuaba conforme lo que la lógica y el sentido común dictaban. Un
Dios lleno de gracia.
66
PERDIDOS Y HALLADOS, EL HIJO III
El tercer personaje en liza en esta parábola es el hermano mayor. A
menudo tenemos la tendencia a pensar que fue el menor de ellos
quien estaba perdido, sin embargo, desde el punto de vista espiritual
el mayor de ambos no estaba en una situación mejor; así lo
demuestra su reacción ante la situación. Hay varios aspectos que vale
la pena destacar.
67
a mí. Es fácil, en definitiva, considerar que nuestros niveles son más
altos y más exigentes que los del mismo Dios.
68
PERDIDOS Y HALLADOS, EL HIJO IV
Esta es la última reflexión sobre esta parábola. Tres personajes: el
padre, el hermano menor y el mayor. Pensaba que de una manera u
otra todos nosotros podemos representar en un momento u otro de
nuestras vidas esos tres papeles. Todos hemos sido o tal vez estamos
siendo pródigos en este momento de nuestro proyecto vital. Puede
ser que aún no hemos abandonado físicamente la casa del padre,
seguimos practicando los rituales de la fe, sin embargo, nuestro
corazón hace tiempo que se alejó y nuestros valores, preocupaciones,
prioridades y agenda ya no es la del Padre. Por diferentes y variadas
razones no acabamos de encontrar sentido y plenitud en el tipo de
vida que estamos desarrollando y el exterior se nos presenta como
algo idílico. Vemos a las personas que viven "su propia vida" y se
despierta en nosotros una cierta tensión de querer vivir así. Debe
haber más vida más allá de las paredes de la casa del Padre. Con
Dios siempre hay la posibilidad de marchar, probar y volver. En
ocasiones es necesario experimentar para poder valorar lo que
tenemos.
69
uno u otro papel también. Se trataría de ser conscientes de ello y
teniendo esa conciencia esforzarnos por ser imitadores de nuestro
Padre.
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SENSATOS Y NECIOS
Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia,
puede compararse a una persona sensata que construyó su
casa sobre un cimiento de roca viva. Vinieron las lluvias, se
desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente
contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre
un cimiento de roca viva. En cambio, todo aquel que escucha
mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede
compararse a una persona necia que construyó su casa sobre
un terreno arenoso. Vinieron las lluvias, se desbordaron los
ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa que se
hundió terminando en ruina total. (Mateo 7: 24-27)
71
suelo lo suficientemente sólido para sustentar ningún proyecta vital,
todo es arena, todo es una mera y simple quimera.
72
SIÉNTATE EN EL ÚLTIMO LUGAR
73
Son el privilegio de poder utilizar los dones y talentos que me ha
concedido para darle reconocimiento a Él y ser un agente de
restauración y reconciliación en un mundo roto. Cuando pienso en
mis logros personales, que no son pocos, los considero, como diría el
apóstol Pablo escribiendo a los filipenses, como basura en
comparación con el privilegio de tener una relación personal con el
Dios que ha creado y sustenta el universo. No que no los considere
buenos o importantes. No, no se trata de eso. Se trata de que no
añaden nada a la dignidad que el Señor me ha dado por medio de
Jesús.
La parábola también habla acerca de cómo yo me considero a mí
mismo y cómo soy considerado por el entorno que me rodea. Es
mejor, como enseña Jesús en el relato, ubicarse en el último lugar -
sabiendo que eso no afecta para nada nuestra dignidad porque esta
viene del Señor-, que colocarse en el lugar de preferencia y luego
correr el riesgo que la percepción que otros tienen de nosotros
mismos sea inferior a la que nosotros creíamos. Para muchas
personas un suceso como el descrito por el Maestro en la parábola
sería devastador. No son pocos aquellos que basan su dignidad en el
concepto que otros tienen de ellos. No reconocen dignidad en sí
mismos, precisan que otros en su entorno se la otorguen debido a
sus logros o estatus.
74
SOMOS SIERVOS
Si alguno de vosotros, tiene un criado que está arando la
tierra o cuidando el ganado, ¿acaso le dice cuando regresa del
campo: “Ven acá, siéntate ahora mismo a cenar”? ¿No le dirá,
más bien: “Prepárame la cena y encárgate de servirme
mientras como y bebo, y después podrás comer tú”? Y
tampoco tiene por qué darle las gracias al criado por haber
hecho lo que se le había ordenado. Pues así, también
vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que Dios os ha
mandado, decid: “Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que
debíamos hacer”. (Lucas 17:7-10)
Todo esto para afirmar que si bien es cierto que somos hijos de Dios
y coherederos con Cristo no debemos olvidar que también somos
siervos y Él es el Señor de nuestras vidas. Entiendo que sea
complicado, pero necesitamos aprender a vivir con esa visión
poliédrica de nuestra relación personal con el Señor. Somos ambas
cosas y una no puede excluir la otra. Cada una de esas facetas
demanda de mí un tipo de relación que es complementaria con la
otra. Construiré una versión equivocada de mí mismo y de Dios si me
centro exclusivamente en mi faceta de hijo o en faceta de siervo.
Tengo que aprender a vivir con ambas y entender lo que cada uno de
ellas demanda de mí. La parábola del padre que ama y perdona se
centró en el aspecto filial de mi identidad. La que Jesús narró en este
texto se centra en mi rol como siervo del Señor del universo.
75
No puedo ni debo olvidar que Dios no está en deuda conmigo ¡En
absoluto! Para los oyentes de Jesús la parábola, como tantas otras,
debió de resultar escandalosa. El judaísmo basaba la relación con el
Señor en las obras. Era como una especie de cuenta de "debe y
haber". Al ir acumulando buenas obras, de una manera consciente o
inconsciente, la persona consideraba que ganaba méritos ante Dios y
éste, de alguna manera, estaba obligado con ella ¿No hay cierta
semejanza con la teología de la prosperidad tan en boga en muchas
de nuestras iglesias? Dios, por medio de Jesús, nos ha dado todo y lo
mejor y, consecuentemente, espera de nosotros lo mismos, todo y lo
mejor. Cuando nos involucramos activamente en la construcción del
Reino de Dios y en vivir como agentes de restauración en un mundo
roto, no estamos haciéndole un favor al Señor ni deberíamos esperar
ninguna recompensa excepcional por ello. Simplemente estamos
cumpliendo con aquello que es nuestro deber. Estamos pagando
nuestra deuda de amor.
76
A QUIEN POCO SE LE PERDONA
77
En este relato hay dos actuaciones de Jesús que rompen todos los
esquemas de los fariseos. En primer lugar, permite que una mujer se
acerque y tenga contacto físico con Él; contacto que Jesús no rechaza
a pesar de que era notoria la mala reputación de aquella mujer. La
segunda, afirmar que los pecados de la misma eran perdonados, algo
que, obviamente, sólo Dios puede hacer. El Maestro utiliza esta
situación para narrar una parábola cuya idea central es el amor que
nace de aquel que se siente perdonado.
Pienso que hay dos clases de culpa. Una es enfermiza y patológica y
hace que una determinada persona se sienta mal de forma
permanente, incapaz de encontrar paz con Dios, con ella misma o con
los demás. En algunos casos esa culpa, dado su carácter disfuncional,
puede generarse por causas que, bien pensado, no merecen el dolor
y el sufrimiento que la persona experimenta. Pero existe otra culpa
que es buena y necesaria para poder ser una persona moralmente
saludable. Es una culpa que nos hace ser conscientes de nuestra
situación, de nuestras actuaciones u omisiones, de nuestras
motivaciones y actitudes y, al permitirnos ser conscientes de las
mismas, puede generar en nosotros arrepentimiento y cambio.
Lamentablemente vivimos en una sociedad que se esfuerza por
anestesiar ese sentido saludable de culpa, que lo corta en sus
primeras manifestaciones y, en consecuencia, impide que nuestra
brújula moral pueda orientarnos. Aprendemos a ignorar esas señales
de alarma y, finalmente, estas desaparecen y dejan de avisarnos
acerca de nuestra situación.
En esta situación vemos dos personas que estaban igualmente
perdidas, la mujer y Simón. Sin embargo, la primera de ellas era muy
consciente de su situación. De algún modo que desconocemos el
mensaje de Jesús -el amigo de pecadores y gente de mala reputación
como ella- le había impactado y, por las palabras que el mismo
Maestro dijo, la había salvado proveyendo el perdón de los pecados.
Por el contrario, Simón estaba seguro y satisfecho de su propia
condición moral. Nada en su conciencia le reprochaba y como buen
fariseo -los separados- era plenamente consciente de su superioridad
sobre el resto de la población y, especialmente, sobre esa mujer de
mala reputación.
78
Es bueno, importante y necesario no olvidar que somos una cuadrilla
de miserables. Es saludable no dejar de considerar todo lo que Jesús
nos ha perdonado y continúa perdonando. No para fustigarnos de
forma constante por nuestro pecado -eso sería disfuncional-; pero si
para, en primer lugar, mantenernos agradecidos y reconocidos al
Maestro por todo el amor mostrado hacia nosotros; en segundo lugar,
para que al olvidar nuestra propia miseria caigamos en la tentación
de despreciar a otros por su realidad miserable. Cuanto más
conscientes seamos de nuestra miseria más valoraremos el amor que
Dios nos ha ofrecido en Cristo.
79
DIRÁ QUE EL VINO VIEJO ES MEJOR
80
nos produce seguridad y cualquier cosa que atente contra ello genera
en nosotros una resistencia. Después ya nos encargaremos de
espiritualizar y justificar esa resistencia. Ya proveeremos con una
buena justificación bíblica y encontraremos una buena batería de
versículos de la Palabra que den fundamento y razón a nuestra
resistencia al cambio. Es fácil y cómodo criticar y despreciar a los
fariseos por su incapacidad de entender los nuevos movimientos de
Dios en la historia. Sin embargo, nos cuesta vernos a nosotros
mismos reaccionando como ellos y oponiéndonos en muchas
ocasiones a los cambios y transformaciones que el Señor quiere llevar
a cabo para que su Reino avance y la gente le conozca. Esto se ha
repetido una y otra vez en la historia.
La medicina no se práctica hoy en día como se practicaba hace tan
sólo 100 años. Son muchos los avances que se han producido porque
personas han cuestionado y estatus quo y se han abierto a nuevas
posibilidades. En ninguno de los campos del conocimiento humano
nos estancamos y paramos ¡Al contrario! estamos en constante
diálogo con la realidad y del mismo surgen nuevas opciones y
paradigmas. Pero la iglesia es una excepción. Cultivamos nuestro
espíritu fariseo y nos resistimos al cambio. Cuando algo no encaja en
nuestro paradigma lo rechazamos y, naturalmente, justificamos
bíblicamente ese rechazo. Nuestra flexibilidad intelectual y espiritual
puede ser nula o mínima. Para mí el problema radica en que tal vez
nos estamos enfrentando al Espíritu Santo y su deseo de traer
cambio y renovación a su iglesia. Esta idea puede parecernos
descabellada, pero, si lo pensamos bien, es totalmente plausible.
Nada garantiza que no nos pase a nosotros lo mismo que les pasó a
los fariseos que, enfrentados con el mismo Dios, se pusieron a darle
lecciones de espiritualidad.
81
NADIE SABE NADA
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total y absolutamente tranquilos porque nos encontraría ocupados en
los negocios del Padre. Todos los seguidores de Jesús tenemos el
llamado a ser agentes de restauración en un mundo roto y
constructores del Reino. Si vivimos día tras día ejerciendo nuestro rol
en los entornos donde Dios nos ha colocado, no debemos tener
ninguna inquietud por la venida del Señor porque cuando se dé, si es
que se da en nuestro tiempo de vida, se nos encontrará como buenos
siervos centrados en aquello que se espera de nosotros. Creo, con
toda humildad, que si todo el tiempo que dedicamos a la especulación
escatológica lo invirtiéramos en construir el Reino, otro gallo nos
cantaría.
83
SORPRESA
Portaos como el criado fiel e inteligente a quien su amo pone
al frente de la servidumbre para que les tenga la comida
dispuesta a su hora. ¡Feliz aquel criado a quien su amo, al
llegar, encuentre cumpliendo con su deber! Os aseguro que le
confiará el cuidado de toda su hacienda. Pero si otro mal
criado piensa en su interior: “Mi señor se retrasa” y comienza
a maltratar a sus compañeros y se junta a comer y beber con
borrachos, un día, cuando menos lo espere, llegará de
improviso su señor. Entonces lo castigará severamente
dándole un lugar entre los hipócritas. Allí llorará y le
rechinarán los dientes. (Mateo 24:45-51)
84
y carece de la capacidad de reacción. La comparación con el
seguimiento de Jesús es fácil de establecer.
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