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12 de octubre de 2012

520 AÑOS DE GENOCIDIO Y EXPLOTACIÓN

Santi Amador
Periódico En lucha
12-10-2012

El 12 de octubre de este año no es una fecha más de la celebración del genocidio sobre la población
americana original y sobre los millones de africanos que murieron para beneficio de la corona española.
Tras cuatro años de crisis el españolismo y el fascismo ganan terreno en todo el Estado español. Como
ejemplos del primer caso, tenemos la nueva ofensiva españolista del gobierno de Rajoy, avanzando
planes para "españolizar a los niños catalanes" ante el aumento del apoyo a la independencia en
Catalunya.
Asimismo, es en Catalunya donde PxC de Anglada ha obtenido resultados significativos a nivel electoral
en algunas localidades, aumentando en consecuencia el acoso y la violencia contra las comunidades
extranjeras y los activistas de izquierdas. En otras localidades como Sevilla, plataformas como Foro
Sevilla Nuestra (un chiringuito de Democracia Nacional y otros fascistas) obtienen la autorización del
ayuntamiento para realizar un acto que con juegos de niños, convivencia y recogida de alimentos para
familias sevillanas necesitadas (las familias extranjeras que necesiten alimentos no los recibiran)
esconde una exaltación de nacionalismo español y exclusión hacia todo aquel que no se identifique con
su fanatismo patrio. Ante tales fenómenos neofascistas, en Sevilla, Catalunya y otras ciudades y
territorios del estado sería una irresponsabilidad dejar la calle y la opinión pública al servicio de los
fascistas. La consecuencia puede acabar siendo que una fuerza abiertamente neonazi, como el caso de
Alba Dorada en Grecia, gane apoyo electoral y en los medios de comunicación, aumentando el acoso y
violencia contra los inmigrantes y todo aquel que no piensa y actúa como ellos.
Es nuestra responsabilidad impulsar espacios amplios como Sevilla Plural o Unitat contra el Feixisme y
el Racisme (UCFR) en Catalunya para acabar con el apoyo popular a los ultraderechistas y no dejarlos
ni que ocupen la calle ni que cuelguen y difundan su propaganda llena de odio. Por tanto, no tenemos
nada que celebrar y tenemos que aislar y derrotar a los fascistas y los mensajes excluyentes que desde
los gobiernos alimentan a estas ratas.

El 12 de Octubre, nada que celebrar

Como cada 12 de octubre se celebrará en el Estado español la denominada Fiesta Nacional de España
o Día de la Hispanidad, en conmemoración del “descubrimiento” de América. Ni que decir tiene que
intencionadamente y como muestra de una preponderancia colonial y opresora se omite que ni siquiera
los procedentes de la Península Ibérica fueron los primeros seres humanos que pusieron un pie en
América, ya que los primeros habitantes del continente llegaron a él a través del Estrecho de Bering
procedentes de Siberia hace como mínimo unos 14.000 años y que ni siquiera fueron Colón y su
tripulación los primeros hombres blancos que llegaron a esta tierra, pues alrededor del siglo X gentes
procedentes del norte de Europa realizaron incursiones en este territorio.
Pero de nuevo lo anterior se omitirá y se rendirá pleitesía por numerosas calles del estado al ejército
español, al Rey y a las altas autoridades del Estado, y los medios de comunicación harán su papel de
hacer creer a la clase trabajadora que tenemos todos y todas los mismos intereses independientemente
de la clase social a la pertenezcamos.
Basta mirar los orígenes de esta “fiesta” para percatarnos de su verdadero carácter. Cierto es que
desde el año 1918 alcanzó el rango de fiesta “nacional”, pero el auténtico ideólogo de la misma fue
Ramiro de Maeztu, cuyas obras fueron fuente de inspiración para los falangistas, en la idea de su
“España” únicamente católica y que había civilizado a los que ellos consideraban como salvajes
indígenas americanos. Durante el régimen fascista de Franco se siguió celebrando con entusiasmo esta
fiesta chovinista y militarista. Después de la muerte del dictador y de la Transición, como tantas cosas
del régimen anterior, su celebración se ha estado manteniendo hasta nuestros días.

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Detrás de tanto entusiasmo “nacional” se ha querido ocultar todo el genocidio étnico, cultural y
lingüístico que las orgullosas clases dominantes españolas han venido realizando desde el siglo XV
hasta nuestros días. Entre 10 y 15 millones de seres humanos fueron transportados desde África al
continente americano, sin contar las muertes durante las “cacerías” de personas y su transporte, en un
proceso que acabó con la convivencia y fue el principio del subdesarrollo del continente negro.
Asimismo, de los como poco 20 millones (estimaciones a la baja) de nativos americanos anteriores a la
llegada de los españoles y demás ocupantes coloniales del continente, se estima que en pocos siglos y
debido la brutalidad de los ocupantes y la trasmisión de enfermedades desconocidas para la población
nativa, la misma descendió al 3 % de la original. Sólo en los últimos años, gobiernos progresistas como
el de Bolivia o Venezuela han denunciado el racismo y la exclusión que sufrieron los primeros
habitantes del continente y que dura hasta nuestros días y el colonialismo de la antigua metrópoli,
perdurable en la actualidad a través de las actuación del grupo PRISA, Telefónica o el Banco Santander
en diferentes países.
Todo lo anterior fue absolutamente necesario para la génesis del sistema capitalista. El proceso
denominado por Marx como “acumulación primitiva” que en los siglos XVI, XVII y XVIII permitió a través
de la “liberación” del vasallaje para los campesinos, la Ruta de las Indias o colonización asiática o el
genocidio americano mencionado anteriormente, fueron los cimientos (a través de la sangre y el
sufrimiento de millones de seres humanos) para la edificación del capitalismo.
Por otra parte se trata de ratificar y afirmar que existe un único país (su “España”) donde no hay cabida
a que las naciones que componen el Estado español puedan decidir democráticamente si quieren
seguir unidas a este estado, como bien queda expuesto en la represión existente en Euskal Herria o los
Països Catalans. Ante el avance y buenos resultados que se espera que obtenga EH-Bildu en las
elecciones en el país vasco y el irremediable compromiso de la izquierda abertzale y ETA con
mecanismos de participación política absolutamente pacíficos y democráticos, a pesar de la represión
del estado contra líderes históricos de la izquierda abertzale como Otegui o Usabiaga o contra la
juventud independentista vasca; de nuevo este 12 de octubre las fuerzas políticas y mediáticas
españolistas tratarán a través de su discurso único y excluyente de reafirmar el carácter antidemocrático
del Estado español para las distintas naciones de su seno.
Asimismo no podemos olvidar las convocatorias fascistas en diversas zonas de estado, “disfrazándose”
en muchos casos (como la convocatoria en Sevilla del Foro Sevilla Nuestra) de actos de convivencia y
de solidaridad con los necesitados (siempre que en tu DNI ponga que has nacido en este estado), que
no ocultan otra cosa que la exaltación racista e imperialista de su nación. Y hablando de disfraces, la
lucha contra el fascismo se hace más necesario que nunca en esta época de crisis, sobre todo en
lugares como Catalunya, donde Plataforma per Catalunya de Anglada con su discurso anti-inmigrante
ha ganado peso a nivel local, pretendiendo que el espíritu racista, militarista y excluyente del 12 de
octubre (presente en el ADN de toda organización ultraderechista) llegue al parlamento del estado.
Y por si fuera poco lo expuesto, la celebración apuesta y apoya gastos parasitarios, represivos y
antidemocráticos como el ejército, la monarquía (mientras miles de profesores quedan despedidos en
Andalucía y en otros lugares de nuestro estado o la gente es expulsada de su casa porque no puede
pagar el vampirismo de los bancos con un bien básico) y por unas élites dominantes que sostienen y
apuestan por este sistema económico sometido periódicamente a crisis como la actual y una
democracia incluso limitada para cualquier país capitalista. Por tanto para las clases populares del
Estado español y de Latinoamérica no hay nada que celebrar y desde estas líneas animamos a todo el
que pueda a sumarse a las marchas, concentraciones u actos contra este infame aniversario.

Santi Amador es militante de En lucha / En lluita


Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/17774

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative
Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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12 DE OCTUBRE, UNAS PUNTUALIZACIONES

Salvador López Arnal


Rebelión
12-10-2012

En algunos institutos de secundaria de Catalunya –no puedo apuntar ninguna cifra en estos momentos-
no se celebra fiesta este 12 de octubre. ¡No hay nada que celebrar! Tienen razones, se entienden bien
algunas de ellas. La fecha despide, sigue despidiendo, un rancio olor neofranquista-militar-colonial.
No es imposible que a ese rancio olor se junte el ser una fiesta considerada “española”. Es posible
pensar que en algunos sectores del independentismo catalán –insisto: en algunos- regiría una
consideración similar -o bastante similar cuanto menos- si se celebrase, pongamos, el 14 de abril. Si el
pensamiento crítico abonara estas posiciones contrarias a las celebraciones rancio-conservadores,
sería razonable pensar que el movimiento extendería su protesta a la celebración del 8 de diciembre, el
día de la Inmaculada, o incluso el 6, el de la Constitución monárquico-neoliberal-negadora del derecho a
la autodeterminación.
Caben, sin embargo, algunas puntualizaciones sobre la fecha.
Como nos recordó Esteban Pinilla de las Heras [1], ‘raza’ no tuvo en los años veinte del siglo XX la
significación zoológica-biologista que pasó a tener tras su uso por nazis, pre-nazis y sus seguidores e
imitadores. Durante los años de la dictadura del general Primo de Rivera, con tan buenos ojos vista por
la “liberal” burguesía catalana, el término, usado ya entonces, no designaba ninguna hipotética “raza
española”.
El día de la Raza había sido instaurado en 1917 por el presidente argentino Hipólito Yrigoyen, él mismo
de ascendencia vasca e indígena. Dirigente del Partido Radical [2], había llegado al poder en 1916. La
“raza” del presidente Irigoyen no sólo eran las comunidades provenientes de la ascendencia española
sino la resultante del mestizaje entre descendientes de personas originarias de la Península ibérica, de
toda la península, y los descendientes de los antiguos pobladores de América.
Fue posteriormente, durante los primeros años de la dictadura del general africanista, golpista y criminal
Francisco Franco, cuando el 12 de octubre, el día de la Raza, posteriormente llamado “Día de la
Hispanidad”, recibió la significación imperial que en absoluto había estado presente en el ánimo e
intencionalidad del presidente argentino.
La historia española de esta celebración, como es sabido, tiene un momento altamente significativo. El
12 de octubre de 1936 había sido declarado por el fascismo español como día de la Raza y la
Hispanidad. Cuatro días antes, Miguel de Unamuno había publicado en los periódicos de Salamanca el
“Mensaje de la Universidad de Salamanca a las Universidades del mundo”, y al día siguiente “empezó
la preparación editorial de la “Fiesta de la raza” en los periódicos, con un “vibrante” suelto, empedrado
de tópicos y exaltación patriótica” [3].
El 11, la prensa de los alzados en armas inició la publicación de la carta-pastoral de Enrique Plà y
Daniel (un catalán que dejó de hablar su idioma para que no se notara su acento), a la sazón arzobispo
de Salamanca. Fechada el 30 de septiembre de 1936, la pastoral llevaba por título “Las dos ciudades”.
En el índice de la primera entrega periodística se señalaba: “Año 1936, piedra miliar en la historia de
España. Revolución y Contrarrevolución. Los dos amores que las engendraron y con ellas a las dos
ciudades. Frente al vandalismo de los hijos de Caín, el heroísmo y el sublime y fructífero martirio de los
hijos de Dios”.
El 12, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, se organizó un acto de exaltación hispánico-
racial que se convirtió ”en un aquelarre de simbolismos y gritos rituales fascistas” [4]. Unamuno, rector
de la Universidad, presidía la mesa. Franco, el general asesino, le había cedido su representación en el
acto [5]. Era la primera ocasión en la que los militares amigos de Hitler y Mussolini, alzados contra la II
República, podían exaltar abiertamente los valores por los que se habían sublevado y “por los que
estaban llenando de sangre los campos y las ciudades de España” [6].
El estallido de la guerra había pillado al autor de La agonía del cristianismo en Salamanca, ciudad que,
junto con Burgos, funcionaba como capital de facto de los facciosos antirrepublicanos. En aquellas
primeras semanas, el pensador vasco mostró un apoyo expectante hacia los sublevados contra la
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legalidad republicana y el número de sus disparates y barbaridades políticos no fue un cardinal
insignificante. Su extravío ideológico y su confusión política no fueron, se miren como se quieran mirar,
una nota a pie de página sin importancia [7].
En la mesa del acto, además del propio Unamuno, figuraban el cardenal Enrique Plà y Daniel; el
fundador de la Legión, el general Millán Astray, con sus armas en la mano; y Carmen Polo, la esposa
del general golpista, con sus escoltas personales
La puesta en escena siguió el siguiente desarrollo. Intervino en primer lugar, José María Ramos
Loscertales, catedrático de Historia, un ex liberal converso de última hora, que habló del imperio
español y de las esencias históricas de la raza. El dominico P. Beltrán de Heredia, también historiador
de la Universidad de Salamanca, el más comedido de los participantes, habló a continuación e hizo
referencia a los maestros de la vieja Universidad, y a su “humanística y humanitaria preocupación por
los modos de la colonización americana, en especial su compañero de Orden, el P. Vitoria, burgalés,
creador del derecho de gentes” [8] y coartada de los supuestos valores espirituales que los levantados
en armas contra la Constitución republicana decían defender. Francisco Maldonado de Guevara,
catedrático de literatura de la Facultad de Filosofía, habló del Caudillo, de las maldades de la URSS y
de la necesidad de exterminar a la anti-España. José María Pemán habló a continuación y sugirió que
cada uno, que cada español en su pecho construyera un Alcázar de Toledo. De lo peor de todas las
casas.
El legionario Millán Astray, falto de un brazo, un ojo cubierto, cojeando de una pierna, habló a
continuación. Fue más o menos así:
Astray: “Catalunya y el País Vasco son cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, remedio de
España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí. La carne sana es
la tierra, la enferma su gente. El fascismo y el ejército arrancarán a la gente para restaurar en la tierra el
sagrado reino nacional… Cuando Franco lo quiera y con la ayuda de mis valientes moros (sic), que si
bien ayer me destrozaron el cuerpo, hoy merecen la gratitud de mi alma por combatir a los malos
españoles... Porque dan la vida por la sagrada religión de España, escoltan a nuestro Caudillo”.
Astray, junto con el auditorio exaltado: ¡Viva la muerte!
Astray (con gritos muy varoniles): ¡España! ¡Una! ¡España! ¡Grande! ¡España! ¡Libre!
Unamuno, que entonces tenía 72 años, respondió a continuación. Se la jugó, no era fácil hacerlo:
“Todos estáis pendientes de mis palabras y todos me conocéis y me sabéis incapaz de callar. Callar
significa a veces mentir, porque el silencio puede interpretarse como aquiescencia. Yo no podría
sobrevivir a un divorcio entre mi consciencia y mi palabra. Seré breve y la verdad es más verdad
cuando se expone desnuda.
Quisiera, pues, comentar el discurso, por llamarlo de algún modo, del general Millán Astray… Dejemos
aparte el insulto personal que supone la repentina explosión de ofensas contra vascos y catalanes. Yo
nací en Bilbao, en medio de los bombarderos de la segunda guerra carlista. Luego me casé con esta
ciudad de Salamanca, tan querida, pero jamás he olvidado mi ciudad natal. El obispo [Unamuno señaló
al cardenal Plà y Daniel] quiéralo o no, es catalán, nacido en Barcelona… Acabo de oír el grito necrófilo
y carente de sentido de ¡Viva la muerte! Me suena lo mismo que ¡Muera la vida! Y yo, que he pasado la
vida creando paradojas, he de deciros, como autoridad en la materia, que esa ridícula paradoja me
repugna…
El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en tono más bajo. Es un inválido de
guerra. También lo fue Cervantes. Desgraciadamente hay hoy demasiados inválidos en España. Y
pronto habrá muchos más. Me aterra penar que el general Millán Astray pueda dictar normas de
psicología de masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era
simplemente un hombre, y no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido,
como digo, que carezca de esa superioridad de espíritu, suele sentirse aliviado viendo como se
multiplica el número de mutilados alrededor de él”.
Millán Astray, sentado en el extremo de la mesa presidencial que había golpeado repetidamente con su
única mano, y que se había alzado y había interrumpido a Unamuno, gritó: ¡Mueran los intelectuales!
¡Viva la muerte!. Auditorio, tal coro fascista, le siguió: ¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!. José
María Pemán [ahora entre el público]: ¡No! ¡Abajo los falsos intelectuales! ¡Traidores!

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Unamuno, concluyendo el acto, volvió a hablar: “Estamos en el templo de la inteligencia y yo soy aquí
su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando un sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que
diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Y ahora os digo: venceréis pero no convenceréis, porque
convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y el derecho en la
lucha. Me parece inútil deciros que penséis en España. He dicho” [la cursiva es mía]
Hubo riesgo de linchamiento. Carmen Polo, el cardenal Plà y otro general franquista presente en el acto
condujeron a Unamuno fuera del Paraninfo y lo metieron en un automóvil. Unamuno tropezó al salir, en
la puerta de la Universidad. Una multitud de brazos en alto y de gritos patriótico-fascistas rodeó el
coche. El general legionario se enfrentó todavía con el viejo rector con un gesto de desafío, junto al
estribo mismo del coche de Carmen Polo de Franco. Dejando la multitud atónita y exaltada, Unamuno
fue conducido por a calle de la Rúa a su domicilio. Poco a poco fue recuperando la normalidad.
Los periódicos del día siguiente, 13 de octubre, abrieron la primera página con titulares como los
siguientes: “La fiesta de la Raza se celebro este año en Salamanca con excepcional y magnífica
solemnidad”. No hubo referencia alguna al incidente entre Unamuno y el general golpista Millán Astray.
Destituido del rectorado, arrestado en su domicilio, Unamuno murió pocos meses más tarde, el 31 de
diciembre de 1936. Durante este período de arresto se arrepintió mil veces de haber contemporizado
con los sublevados. En una carta de estos días aciagos, dirigida a un periodista francés, Unamuno
pronosticaba que “en esta guerra que se libra en España morirán cientos de miles de personas y miles
de otras deberán marchar al exilio y jamás podrán volver… Porque la dictadura que se avecina en
España será la más brutal que hayan conocido los tiempos. Se nutrirá del maridaje entre la sacristía y el
cuartel”.
El tiempo no logró falsar sus palabras.
Años más tarde, enero de 1957, se incluyeron en el índice de libros prohibidos dos de sus obras. Una
de ellas, La agonía del cristianismo, porque el censor dedujo por el título que el ensayo abonaba el final
de la cristiandad. La Iglesia católica, apostólica y romana, vértice indiscutido del régimen franquista, uno
de sus intelectuales orgánicos con mayor influencia y larga sombra, redactó una larga nota para
justificar el atropello que fue publicada por la prensa en los primeros días de febrero de 1957. No tiene
desperdicio [9].
Pinilla de las Heras apuntaba una reflexión, obvia por conocida, refiriéndose al poder de la Iglesia
romana: “En mi experiencia iberoamericana ulterior, años más tarde, he comprobado que la Iglesia
reclama la libertad y trabaja por la libertad de la mayoría, cuando ella está en minoría. Pero en cuanto
tiene poder suficiente y consigue la subordinación del poder político, tiende a transformar a este en
brazo armado que implemente sus decisiones. Y esto, tanto antes como después del Concilio Vaticano
II” [10].
Como otros símbolos e instituciones asociados al franquismo, la transición también intentó dulcificar
aristas, alejar aceleradamente el tiempo pasado y girar o alterar significados en sentido supuestamente
democrático. El día de la raza sería el día de España, el día de la nación. No se escogió el 6 de
diciembre, día de la Constitución, acaso más consistente con ese objetivo, ni desde luego, el 14 de
abril.
El fracaso de la “fiesta”, del día de la nación, es otro claro indicio de la descomposición acelerada del
régimen español y del imaginario falaz de la transición-transacción española.
PS: Bill Bigelow abría su excelente artículo –“En el aniversario del “Descubrimiento de América” [11]-
con una anécdota altamente significativa que vale la pena recordar:
“En enero pasado, casi exactamente 20 años después de su publicación, las escuelas de Tucson
prohibieron Rethinking Columbus [Repensando a Colón] el libro que edité en colaboración con Bon
Peterson. Fue uno de una serie de libros adoptados por el celebrado programa de Estudios Mexicano-
Americanos, un programa que desde hace tiempo ha sido objeto de ataques por políticos
conservadores de Arizona. El distrito escolar quería aplastar el programa de Estudios Mexicano-
Americanos; nuestro libro en sí no era el objetivo, fue simplemente atrapado en el aplastamiento. El
ataque de Tucson –y Arizona– contra Estudios Mexicano-Americanos y Rethinking Columbus comparte
una raíz común: el intento de silenciar historias que perturban el actual orden de poder desigual”.
Durante muchos años, apunta BB, inició sus clases de historia preguntando a sus estudiantes d 11º
grado: ““¿Cómo se llama ese tipo del que se dice que descubrió América?”
5
Unos pocos estudiantes objetaban el uso de la palabra “descubrió”, pero todos sabían de quién estaba
hablando. ““¡Cristóbal Colón!” gritaban varios al unísono. “Correcto. ¿Y qué encontró cuando llegó
aquí?” preguntaba. Usualmente, unos pocos estudiantes decían: “Indios”, pero les pedía que fueran
más explícitos: “¿De qué nacionalidad? ¿Cuáles son sus nombres?” Silencio. En más de 30 años de
enseñanza de historia estadounidense y de enseñar como invitado en otras clases, nunca tuve un solo
estudiante que dijera: “Taínos””.
Por lo tanto, concluye BB, “les pedía que pensaran sobre ese hecho. “¿Cómo explicamos eso? Todos
conocemos el nombre del hombre que vino desde Europa, pero nadie sabe el nombre de los que
estaban aquí antes – y eran cientos de miles, si no millones. ¿Por qué no habéis oído hablar de ellos?”

Notas:

1 Esteban Pinillas de las Heras, En menos de la libertad. Dimensiones políticas del grupo Laye en Barcelona y en
España. Anthripos, Barcelona, 1989, p. 83.
2 Pinilla de las Heras señala que la presidencia de Irigoyen abría la posibilidad por vez primera de un gobierno
popular que no fuera conservador ni estuviera a los dictados de la oligarquía terrateniente.
3 Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre de 1936. Barcelona, Tusquests, 2006, p.
138.
4 Bernat Muniesa, Dictadura y Transición. La España lampedusiana. Vol I. La dictadura franquista 1919-1975.
Publicacions i edicions de la UB, Barcelona, 2005, pp. 55-58.
5 Franco, con el seudónimo de Juan de Andrade, escribió el guión de “Raza”, película dirigida en 1941 por José
Luis Sáenz de Heredia, familiar de José Antonio Primo de Rivera.
6 Luciano G. Egido, Agonizar en Salamanca, op cit, p. 139.
7 Véase, por ejemplo, Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca. Unamuno, julio-diciembre de 1936, ob cit. Años
después, la obra de Unamuno (o parte de ella) influyó en un sector crítico de jóvenes falangistas que fueron
rompiendo paulatinamente con el franquismo y con la misma Falange. Indicios de ello pueden verse en las
revistas Estilo, Qvadrante y Laye. Véanse a este respecto las declaraciones de Juan-Carlos García Borrón, Josep
Mª Castellet y Jesús Núñez, “Pocholo”, en Xavier Juncosa, Integral Sacristán, El Viejo Topo, Barcelona, 2006.
8 Luciano G Egido, Agonizar en Salamanca, op. cit, p. 144.
9. Uno de loa pasos esenciales: “La Iglesia no se mueve en un campo de interés humano ni tampoco en su
cometido el de señalar los valores humanos en el mundo de la cultura. Consciente de su misión sobrenatural se
mueve con la más amplia libertad en los límites de su competencia, subordinando a dicha misión sobrenatural
todo motivo de orden terreno. Don Miguel de Unamuno ha sido ensalzado por mucho tiempo un escritor de rara
fuerza, como un rebelde, y su actitud ante los grandes movimientos literarios y políticos le ha valido la adoración
de cuantos aman la libertad de pensamiento como el valor supremo del hombre y la sociedad. La Iglesia, al
condenar las dos obras del rector de Salamanca y al amonestar a los católicos contra los peligros doctrinales y
morales de otras obras de Miguel de Unamuno, no expresa un juicio sobre el valor literario o filosófico y mucho
menos sobre la intención del autor. Condena la negación del dogma y la ignorancia de la verdad […] Esto no es
una novedad ni un retorno a la Edad Media. Es, simplemente, la posición lógica de quien tiene absoluta
consciencia de su sobrenatural misión […] Y es precisamente esa actitud la que libra a la Iglesia de todo
compromiso con un opinión pública”.
10 Esteban Pinilla de las Heras, op. cit, p. 46.
11. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=157251 Traducción de Germán Leyens.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons,
respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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