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Angustiado Pero Satisfecho
Angustiado Pero Satisfecho
Los líderes de hoy en día suelen sentir una culpa muy profunda. Las
demandas constantes e insistentes hacen que uno se sienta aplastado por
tareas, visitas y demás responsabilidades, las que llegan a aturdir el alma.
Uno termina cansado con la sensación de que sólo ha realizado las cosas
triviales sin haber hecho lo significativo. Parecería que cuanto más se sirve al
Señor, más uno se siente endeudado con las grandes necesidades y más
aturdido con los problemas del día.
Tal vez el sentido de culpa sea una de las luchas más grandes que he
experimentado en el transcurso de los últimos años. Años atrás la obra era
pequeña; con facilidad podía atender a las personas y los problemas que se
suscitaban, teniendo tiempo de sobra. Gracias a Dios la obra ha crecido, pero
ero las bendiciones de ese crecimiento han llegado también las nuevas
exigencias. Lamentablemente algunos no lo entienden. Como pastor quiero,
pero no puedo. Justamente por eso es que hay lucha. Si no me importara, no
me molestaría. Me duele hasta lo profundo del alma no poder hacer más. Me
importa lo que está pasando; quiero ayudar, ser amigo, pero tengo
responsabilidades y estoy limitado.
¡Cuánto bien nos hace no sólo leer, sino también creer y hacer lo de: " Venid a
mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y
ligera mi carga" (Mt. 11.28-30). Estas palabras de Jesús si no fueran ciertas
serían una burla grosera a sus mejores amigos, sus siervos, Necesitamos
creer y aprender.
Hay cosas que causan confusión, ante las cuales debemos saber que:
¡Ay de la persona que esta insatisfecha sin la satisfacción en Cristo. Ella será
crítica, cínica y destructiva. Hace poco un hombre visitó nuestra iglesia. Al
concluir el culto donde participamos de la Cena del Señor, se me acercó y
comenzó a criticar severamente la forma en cómo lo habíamos hecho. Otra
persona se acercó después y me dijo: «No te preocupes; siempre está
insatisfecho. Es un erudito en la Biblia, pero ha tenido problemas en todas las
iglesias donde ha ido». Es un pobre hombre; tiene pocos amigos porque
siempre está criticando la nación, la gente, el sistema, etcétera. Una mente
brillante, entenebrecida por su propia insatisfacción.
¡Oh qué diferente es el hombre que en la luz radiante del evangelio mira la
gloria del Señor y va siendo transformado a su propia imagen! Es sólo allí que
podemos recargar nuestras pilas con nuestro glorioso Salvador. Sólo su
gracia es suficiente para tomar nuestras debilidades y ayudarnos a cumplir el
ministerio que El nos ha dado. ¡Adelante!