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Angustiado pero satisfecho

por Enrique Zapata


No hay relación entre las necesidades y nuestra
capacidad. Somos pequeños frente a los gigantes
que se nos presentan, contando sólo con una
honda y piedritas. Al igual que David, tal vez
hayamos podido matar a Goliat, pero no sabemos
cómo enfrentar a Saúl.

Los líderes de hoy en día suelen sentir una culpa muy profunda. Las
demandas constantes e insistentes hacen que uno se sienta aplastado por
tareas, visitas y demás responsabilidades, las que llegan a aturdir el alma.
Uno termina cansado con la sensación de que sólo ha realizado las cosas
triviales sin haber hecho lo significativo. Parecería que cuanto más se sirve al
Señor, más uno se siente endeudado con las grandes necesidades y más
aturdido con los problemas del día.

Tal vez el sentido de culpa sea una de las luchas más grandes que he
experimentado en el transcurso de los últimos años. Años atrás la obra era
pequeña; con facilidad podía atender a las personas y los problemas que se
suscitaban, teniendo tiempo de sobra. Gracias a Dios la obra ha crecido, pero
ero las bendiciones de ese crecimiento han llegado también las nuevas
exigencias. Lamentablemente algunos no lo entienden. Como pastor quiero,
pero no puedo. Justamente por eso es que hay lucha. Si no me importara, no
me molestaría. Me duele hasta lo profundo del alma no poder hacer más. Me
importa lo que está pasando; quiero ayudar, ser amigo, pero tengo
responsabilidades y estoy limitado.

No hay relación entre las necesidades y nuestra capacidad. Somos pequeños


frente a los gigantes que se nos presentan, contando sólo con una honda y
piedritas. Al igual que David, tal vez hayamos podido matar a Goliat, pero no
sabemos cómo enfrentar a Saúl.

Muchas veces respondemos endureciendo nuestros corazones, cerrando los


ojos, o simplemente tratando de olvidar, pero las personas, como bebés
tienen la habilidad innata de despertamos la culpa.

¡Cuánto bien nos hace no sólo leer, sino también creer y hacer lo de: " Venid a
mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y
ligera mi carga" (Mt. 11.28-30). Estas palabras de Jesús si no fueran ciertas
serían una burla grosera a sus mejores amigos, sus siervos, Necesitamos
creer y aprender.

Hay cosas que causan confusión, ante las cuales debemos saber que:

Toda necesidad no es un llamado para que seamos nosotros en persona


quienes la satisfagamos. Esta es una verdad que necesitamos aprender en el
yugo de Jesús. El no predicó a todos, no ayudo a todos, no sanó a todos ni
viajó a más de 100 km. de su casa. Aun cuando sintió compasión por las
multitudes, su respuesta fue la de orar al Padre para que enviara más obreros.
Tal vez olvidamos que el yugo casi siempre es colocado sobre dos o más, y
no sobre uno solo.

La perfección es imposible en nuestra historia. Solo puedo hacer las cosas lo


mejor posible y hasta eso está sujeto a la corrupción (Ro. 8.20-25). No hay
perfección en las obras del hombre, ni aun una. Siempre debemos hacer las
cosas lo mejor posible, pero aun habiendo hecho eso necesitamos reconocer
que somos «siervos inútiles». A mi orgullo no le gusta eso, sin embargo es
cierto. ¿No es nuestro orgullo el que nos azota en tantas situaciones,
empujándonos a tratar de ser perfectos?

En esta vida vemos "por un espejo, oscuramente"; la reprovisión (mirando


hacia atrás) siempre nos muestra que las cosas podrían haber sido hechas
mejor, que hubo detalles del prolijos. Sin embargo, es en el proceso mismo
cuando aprendemos y crecemos. A nuestro orgullo, en realidad, no le gusta
aceptar esto. Pero..., ¡ay del que no acepta sus limitaciones, su corrupción y la
corrupción general de todas las cosas! Lamentablemente, la tribu de los que
pretenden el papado de la infalibilidad aún existe entre nosotros.

Generalmente es una cuestión de elegir alternativas. En el ministerio rara vez


hay decisiones que son fáciles, blancas o negras, sí no que más bien son
alternativas más o menos enredadas. Tenemos que escoger las mejores
alternativas y aceptar las consecuencias de y Caída. Parece pesimismo, sin
embargo, tal tendencia de mistificar y no ser realistas va a la desilusión.
Siempre en nosotros y alrededor de nuestro encontramos la imperfección.
jOh, qué grande es el amor y la paciencia de Dios para con nosotros! En esto
necesitamos gloriamos.

Somos siervos de todos pero esclavos únicamente de Jesucristo. ¡Cuánta


presión pueden poner las personas, especialmente nuestros hermanos, en
querer conformamos a sus deseos (y caprichos). Cuántas veces me rendí
ante el pedido de algún hermano, sólo para quedar bien, y quedé mal con
Dios y mi familia. Hemos sido llamados a servir, pero como esclavos de
Jesucristo, El da las órdenes indicándonos cómo y cuándo realizar alguna
cosa. Algunos usan esto como excusa para no hacer nada y escaparse de la
obligación de «estar sujetos los unos a los otros», sin embargo, el entender
eso me ha ayudado a decir «sí» a lo que Dios desea y «no» a un sin fin de
demandas de otros.

Satisfecho en Cristo aunque esté insatisfecho. Dios obra en y a través de los


que tienen fe en El. Hay una diferencia profunda entre el que en fe está
insatisfecho y el que está insatisfecho sin fe. Cuando conocemos a Jesucristo
estamos satisfechos en El, pero insatisfechos con nosotros mismos, con otros
y con el mundo, pero por la satisfacción que encontramos en Cristo tendemos
el perdón, la humildad y la comprensión para perseverar en amor y confianza.
Mientras más nos gloriamos en Cristo y conocemos su persona, más
insatisfechos estaremos con nosotros mismos y con otros, y más desearemos
poder ser transformados por El y participar en la transformación de otros.

¡Ay de la persona que esta insatisfecha sin la satisfacción en Cristo. Ella será
crítica, cínica y destructiva. Hace poco un hombre visitó nuestra iglesia. Al
concluir el culto donde participamos de la Cena del Señor, se me acercó y
comenzó a criticar severamente la forma en cómo lo habíamos hecho. Otra
persona se acercó después y me dijo: «No te preocupes; siempre está
insatisfecho. Es un erudito en la Biblia, pero ha tenido problemas en todas las
iglesias donde ha ido». Es un pobre hombre; tiene pocos amigos porque
siempre está criticando la nación, la gente, el sistema, etcétera. Una mente
brillante, entenebrecida por su propia insatisfacción.

¡Oh qué diferente es el hombre que en la luz radiante del evangelio mira la
gloria del Señor y va siendo transformado a su propia imagen! Es sólo allí que
podemos recargar nuestras pilas con nuestro glorioso Salvador. Sólo su
gracia es suficiente para tomar nuestras debilidades y ayudarnos a cumplir el
ministerio que El nos ha dado. ¡Adelante!

Apunte Pastorales. Volumen VIII Número 3

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