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Capítulo 1

Macondo es una pequeña y aislada aldea situada a orillas de un


río y rodeada de ciénagas. Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía son
su matrimonio fundador y siempre se caracterizaron por su
laboriosidad. José Arcadio ayudó a administrar los terrenos, a
construir las casas y llenó la aldea de tantos pájaros que el ruido
de las aves se volvió ensordecedor. El matrimonio tiene dos hijos:
José Arcadio hijo, de catorce años, es grande y fuerte como su
padre, aunque sin su imaginación e intereses. Aureliano, por su
parte, es un niño de seis años, retraído y con cierta facilidad para
presagiar hechos futuros.
Pese a su entusiasmo inicial, la laboriosidad de José Arcadio
desaparece cuando, atraído por el canto de las aves,
llega Melquíades junto a su caravana de gitanos. Desde entonces,
la comitiva de gitanos llegará todos los marzos a la aldea con
novedades para vender. El primer año se presentan con unos
imanes de extraordinaria fuerza que José Arcadio decide
comprarles pese a los intentos de Úrsula por detenerlo. Él está
seguro de que podrá recuperar lo invertido atrayendo oro con
ellos, aunque Melquíades le asegure lo contrario.
En marzo del año siguiente, Melquíades trae un catalejo y una
lupa de gran tamaño, y deslumbra nuevamente a José Arcadio
cuando los usa para encender hierba seca mediante la
concentración de rayos solares. José Arcadio se empecina en
comprarle la novedad con monedas de oro del tesoro familiar de
Úrsula, seguro de que podrá utilizarlo como arma de guerra.
Luego de un tiempo investigando con la lupa, redacta un manual
sobre su potencial bélico y se lo envía al gobierno, ofreciéndose a
enseñarle a los soldados los principios de la guerra solar. Al no
obtener respuesta, se lamenta de ello con Melquíades, quien le
devuelve las monedas a cambio de la lupa y le regala unos mapas
e instrumentos de navegación para alimentar su curiosidad.

A partir de entonces, los hombres se vuelven amigos y el anhelo


de conocimiento de José Arcadio se convierte en una obsesión, al
punto de pasar los días encerrado estudiando mientras se
desentiende por completo de sus obligaciones domésticas.

Una mañana, luego de pasearse durante días por la casa hablando


a solas, le revela a su familia su mayor descubrimiento: “La tierra
es redonda como una naranja” (13). Aunque nadie lo toma en
serio y el pueblo entero comienza a tomarlo por loco, cuando
Melquíades regresa a Macondo le confirma ante todos la
esfericidad de la Tierra. Como reconocimiento de su capacidad, el
gitano le regala sus manuscritos, libros viejos y un laboratorio de
alquimia que José Arcadio instala en la casa.

Entusiasmado, José Arcadio convence a Úrsula de que le dé las


monedas de oro que heredó para duplicar el material mediante la
alquimia, pero no logra conseguirlo y las monedas quedan
pegadas en el interior de un caldero. Enfadada, Úrsula intenta
poner a la aldea en contra de Melquíades. Es en vano, porque al
año siguiente el gitano vuelve a ganarse el afecto de todos con
nuevos inventos.

Como el único contacto con las novedades del mundo llega con
Melquíades, José Arcadio convence a los hombres de Macondo
para que lo ayuden a desmontar un camino hacia el norte y
conectar a la aldea con el resto del mundo. Luego de varios días
atravesando bosques, pantanos y sierras, el grupo desemboca en
un claro donde encuentra un viejo galeón español encallado, en
cuyo interior “no había más que un apretado bosque de flores”
(21). Días después, llegan al mar. Esto enfurece a José Arcadio
quien, habiendo tomado conciencia del aislamiento de Macondo,
decide mudarla a un lugar más propicio. Pese a ello, Úrsula se
anticipa a los deseos de su marido y convence a las mujeres de
Macondo de que frustren los planes de sus maridos.

Sin nadie que lo apoye, José Arcadio pretende irse solo con su
familia, pero Úrsula lo enfrenta y le dice que en lugar de fantasear
se ocupe de sus hijos. A partir de entonces, José Arcadio comienza
compartir con los niños en el laboratorio, aunque solo el pequeño
Aureliano parece tener un don natural para la alquimia.

Llega un nuevo marzo y la caravana de gitanos se presenta en


Macondo. José Arcadio sale a buscar con sus hijos a Melquíades,
pero descubre que la caravana no es la misma de otros años y le
terminan informando que su viejo amigo ha muerto. Además, los
gitanos traen un invento que asombra a Aureliano y a su padre,
aunque asusta a José Arcadio hijo: un enorme bloque de hielo.

Capítulo 2
La fundación de Macondo se produce a partir de una disputa que
tuvo José Arcadio Buendía en el poblado donde vivía, Riohacha. En
ese sitio, los antepasados de Úrsula y José Arcadio vienen
casándose entre sí desde el siglo XVI. Esto lleva a que una tía de
Úrsula emparentada con un tío de José Arcadio haya parido a un
hijo con una cola de cerdo. Dicho antecedente, sumado al hecho
de que Úrsula y José Arcadio sean primos, hace que ella no quiera
consumar el matrimonio por miedo a engendrar un hijo deforme
producto del incesto. Con el correr de los meses, el rumor de que
Úrsula continúa virgen empieza a circular en Riohacha, asociado a
una presunta impotencia de José Arcadio.
Un domingo, José Arcadio, quien entonces cría gallos de pelea, le
gana en una de estas contiendas a un hombre llamado Prudencio
Aguilar. Resentido, Prudencio lo provoca: “A ver si por fin ese gallo
le hace el favor a tu mujer” (31). Como resultado, José Arcadio lo
mata en un duelo al arrojarle una lanza que le perfora la garganta.
Cuando vuelve al hogar, presiona a su mujer para consumar el
matrimonio y así acallar los rumores en el pueblo.
Días después, el alma en pena de Prudencio Aguilar comienza a
presentarse en distintos lugares de la casa en busca de agua para
lavar la herida de su garganta. Apenado y con culpa, el
matrimonio decide irse del lugar, no sin antes matar a todos los
gallos y enterrar la lanza en el patio del hogar.

Junto a varias familias sedientas de aventuras, el matrimonio


emprende una caminata en busca del mar que dura más de dos
años. Luego de atravesar una infinidad de paisajes y de que Úrsula
tenga a su primer hijo, José Arcadio, en el camino, la multitud
decide pasar la noche junto a un río. Mientras duerme, José
Arcadio sueña con que ese lugar se transforma en “una ciudad
ruidosa con casas de paredes de espejo” (34) llamada Macondo. Al
levantarse, decide fundar allí la aldea. Años más tarde, cuando
conoce el inmenso bloque de hielo de los gitanos, José Arcadio se
convence de que ese es el material de la ciudad de sus sueños.

Por esos tiempos José Arcadio consigue, con la ayuda de


Aureliano, recuperar el oro de Úrsula que había arruinado en el
laboratorio. Entretanto, Úrsula se entera de que está nuevamente
embarazada. Por su parte, José Arcadio hijo se transforma, de un
día para el otro, en un hombre grande, masculino y de un
miembro tan exhuberante que Úrsula lo considera una
malformación, lo cual le trae a la mente la historia familiar del
incesto.

Asustada, le comenta sus inquietudes a Pilar Ternera, una alegre


mujer que trabaja en la casa colaborando con los asuntos
domésticos y que, además, es buena leyendo el porvenir en las
barajas. Pilar había llegado a Macondo con la primera comitiva
que partió desde Riohacha, luego de que un hombre la violara de
adolescente y le prometiera ir a buscarla cuando “arreglara sus
asuntos” (38). Sin embargo, el hombre nunca apareció y ella pasó
su juventud esperándolo en vano. Ahora, lejos de asustarse por lo
comentado por Úrsula, Pilar se encierra con José Arcadio con la
excusa de tirarle las barajas y aprovecha el momento para
comprobar personalmente lo relatado por la madre. A partir de
entonces, José Arcadio se obsesiona con Pilar y comienzan a
encontrarse a escondidas.
Llega el día en que Úrsula tiene a su tercera hija, Amaranta. Días
más tarde vuelven los gitanos a Macondo. Esta vez llevan una
estera voladora en la que pasean a los habitantes a cambio de
dinero. Mientras la aldea entera se entretiene con las novedades
de los gitanos, José Arcadio hijo y Pilar Ternera aprovechan para
compartir una temporada a solas. Tiempo después, Pilar advierte
que está embarazada, pero la noticia no alegra a José Arcadio,
quien aprovecha que la comitiva de gitanos se retira para huir con
ellos sin decirle nada a nadie.

Cuando Úrsula se entera, deja Macondo siguiendo la caravana.


Mientras tanto, Aureliano y su padre cuidan de Amaranta y
comparten el tiempo en el laboratorio, donde intentan recrear la
piedra filosofal. Cinco meses después, Úrsula regresa a Macondo
sin su hijo, aunque acompañada de una muchedumbre de
personas. Ha encontrado lo que su esposo nunca pudo: una aldea
vecina a solo dos días de viaje, donde llegan el correo y todas las
novedades del progreso.

Capítulo 3
Pese a la ausencia de José Arcadio hijo, los Buendía reciben a su
hijo engendrado con Pilar Ternera, ya que su abuelo no puede
tolerar “que un retoño de su sangre quede navegando a la deriva”
(49). El niño recibe el nombre de su padre, pero lo llaman Arcadio
para evitar confusiones. Tanto él como Amaranta quedan al
cuidado de Visitación y su hermano, dos nativos guajira que
habían llegado a la casa de los Buendía a trabajar huyendo de una
peste de insomnio que azotaba sus tierras.
Impulsado por la llegada de los nuevos habitantes que
acompañaron a Úrsula a través de su viaje, Macondo se
transforma en un pueblo activo y próspero. Varias familias árabes
construyen talleres y negocios, se crea un hotel, algunos burdeles
y otros lugares de mala muerte. Las transformaciones de la aldea
provocan que Úrsula y su marido tengan que volverse más activos:
mientras ella comienza un negocio de venta de animalitos de
caramelo, José Arcadio se transforma en un referente en la
reestructuración de Macondo y la repartición de sus tierras.
Durante este tiempo, deja de lado su obsesión por la alquimia y
libera a los pájaros del pueblo para instalar en su lugar un sinfín
de relojes traídos por los árabes que suenan sincronizados cada
media hora, oyéndose en todos lados.

Aureliano, por su parte, se dedica a investigar el arte de la platería


en el taller de la casa. Para entonces, su apariencia es la de un
hombre delgado, solitario, silencioso y con un dejo sobrenatural
de los ojos. Un día, le clava la mirada a su madre y le dice, sin
motivos aparentes: “Alguien va a venir” (52). Úrsula no le presta
atención, pero el domingo siguiente llega a la casa una niña
huérfana llamada Rebeca con una carta para José Arcadio y un
talego de cuero con los huesos de sus padres dentro. Aunque la
carta dice que la niña es hija de unos parientes de la familia, ni
Úrsula ni José Arcadio consiguen identificarlos. Pese a ello,
adoptan a la niña.

Al principio, Rebeca no se comunica con nadie y rechaza la comida


que le dan. Además, el talego que trajo consigo comienza a
aparecerse por diversos lugares de la casa haciendo sonar los
huesos secos de su interior. Con el tiempo, Úrsula descubre que la
niña se alimenta con tierra y cal seca que arranca de las paredes
de la casa. Finalmente, luego de que Úrsula la discipline con rigor,
Rebeca se adapta a la dinámica familiar, comienza a comer
normalmente y a hablar español.

Tiempo después, la familia descubre que Rebeca está enferma con


la peste del insomnio, la enfermedad comentada por Visitación y
su hermano. Visitación explica que el problema no es el insomnio
en sí, sino una segunda etapa en la que los enfermos comienzan a
olvidar las cosas “hasta hundirse en una suerte de idiotez sin
pasado” (56). Luego de que la peste se expanda en Macondo y
todo el pueblo se hunda en la amnesia, Aureliano propone pegar
papeles con los nombres y funciones de cada cosa. En poco
tiempo Macondo queda tapado por papeles con identificaciones.

Finalmente, un anciano llega al pueblo y le hace beber a José


Arcadio Buendía un brebaje que le devuelve la memoria. En ese
momento, José Arcadio lo reconoce con alegría: es Melquíades, que
“había estado en la muerte, en efecto, pero había regresado
porque no pudo soportar la soledad” (62). La familia Buendía
invita a Melquíades a vivir junto a ellos y el anciano instala un
taller en el laboratorio de la casa donde lee sus textos prohibidos
y se dedica a hacer daguerrotipos, una antigua técnica fotográfica.
Meses después, Aureliano visita el negocio de un tendero
llamado Catarino que funciona las veces de burdel. Allí conoce a
una morena adolescente a quien su abuela la obliga a prostituirse
para pagar los daños por haber incendiado su casa al irse a dormir
sin apagar las velas. En el lugar, Aureliano es presionado para que
se acueste con la joven. Sin embargo, la ansiedad no le permite
consumar el acto y vuelve a su casa avergonzado y dispuesto a
salvar a la joven de su condena. Pese a ello, cuando vuelve a la
tienda al día siguiente descubre que la joven ya se ha ido.
Creyéndose impotente, Aureliano se refugia en su trabajo con los
metales. Mientras tanto, su padre saca daguerrotipos por toda la
casa, intentando capturar una imagen de dios, y Melquíades
descubre mediante predicciones que Macondo, en el futuro, estará
repleto de edificios con paredes de cristal. A su vez, Úrsula
expande su negocio y comienza a vender panificados.

Amaranta y Rebeca, por su parte, se transforman en dos mujeres


hermosas y, cuando Úrsula lo percibe, pone en marcha una
ampliación de la casa para que sus hijos y nietos no se vayan el día
en que se casen y formen familia. Cuando la obra está por
finalizar, Macondo recibe la visita de un corregidor enviado por el
gobierno: Don Apolinar Moscote. El hombre llega con la orden de
pintar todas las casas de azul para celebrar la independencia
nacional, pero José Arcadio lo interpela, le dice que en Macondo
no obedecen órdenes y que su casa “ha de ser blanca como una
paloma” (71). Como respuesta, Don Apolinar Moscote lo amenaza
y, con su enorme fuerza, José Arcadio lo pone en el camino de
vuelta hacia la ciénaga.
Una semana después, el corregidor vuelve a Macondo junto a su
familia y dos policías. José Arcadio, que no quiere humillarlo frente
a sus hijas, Amparo y Remedios, le informa que lo dejará quedarse
a vivir en Macondo con la condición de que cada quien pueda
pintar su casa como se le dé la gana, y de que se vayan los
policías. Mientras tanto, Aureliano queda embelesado por la
belleza de Remedios, la hija del corregidor, quien tan solo tiene
nueve años.

Capítulo 4
Úrsula celebra la ampliación de la casa con un gran baile para el
que compra una pianola automática. Para instalar el aparato, la
compañía importadora les envía a Pietro Crespi, un extranjero
experto y “el hombre más bello y mejor educado que se había
visto en Macondo” (75). Pietro les enseña a bailar la música de
moda a Amaranta y Rebeca y en poco tiempo ambas jóvenes se
enamoran de él.
Cumplido su trabajo, Pietro Crespi vuelve a su tierra de origen y
los Buendía organizan una fiesta de despedida en su honor.
Cuando el hombre se retira, Rebeca corre a su cuarto a llorar y su
profunda tristeza la impulsa a retomar el viejo hábito de comer
tierra y cal de las paredes.

Semanas más tarde, Amparo, una de las hijas de Don Apolinar


Moscote, se presenta de visita en la casa y le ofrece a Rebeca una
carta de amor de Pietro Crespi. Luego de intercambiarse cartas
con él durante semanas, un día el correo no le deja ninguna y
Rebeca come tanta tierra que se intoxica. Preocupada, Úrsula le
revisa sus pertenencias y encuentra allí la correspondencia.

La situación amorosa de Aureliano también es complicada: una


tarde, Amparo Moscote vuelve de visita acompañada de Remedios
y él aprovecha para regalarle un pescadito de oro que estaba
fabricando en su taller. Sin embargo, lo hace con tanta torpeza
que Remedios huye, asustada. Desolado, Aureliano se presenta
alcoholizado en la casa de Pilar Ternera, con quien se acuesta.
Rápidamente, Pilar advierte el mal de amor que aqueja a Aureliano
y este le confiesa sus sentimientos por Remedios. Lejos de
enojarse, Pilar le promete que intercederá por él ante la niña.
Influenciada por Pilar, Remedios accede y Aureliano le cuenta a
sus padres la intención de casarse con ella. Ello enfurece a José
Arcadio, quien sigue considerando a los Moscote como enemigos.
Luego de debatirlo, sin embargo, Úrsula y José Arcadio acuerdan
apoyar a su hijo con Remedios y también casar a Rebeca, la
correspondida, con Pietro Crespi. Resentida por la suerte de
Rebeca, Amaranta se promete impedir la boda a toda costa.

A la semana siguiente, José Arcadio Buendía y Aureliano se dirigen


donde los Moscote para pedir la mano de la niña. Aunque los
padres informan que Remedios aún no ha madurado sexualmente,
acceden al matrimonio.
Las tensiones familiares comienzan a menguar cuando los
sorprende la muerte de Melquíades. Para entonces, el gitano era
un hombre muy anciano y pasaba las horas en la bella habitación
que Úrsula había construido para él al remodelar la casa. Úrsula lo
llora desconsoladamente pese a su recelo de antaño y, como es el
primer muerto de Macondo, se inaugura con su sepultura el
cementerio del pueblo.

En esos tiempos vuelve Pietro Crespi a la casa y comienza a


llenarla de muñecos a cuerda que le regala a Rebeca y que José
Arcadio se entretiene desarmando e investigando. Por su parte,
Úrsula resuelve irse de viaje con Amaranta durante un tiempo, ya
que su presencia se vuelve vengativa y amenazante para la pareja.
En cuanto a Aureliano y Remedios, su relación prospera mientras
el primero le enseña a dibujar y leer a la niña.

La única infeliz en la casa es Rebeca, ya que teme la venganza de


su hermana. Un día, llama a Pilar Ternera para que le lea el
porvenir en las cartas y ella le dice que solo va a ser feliz si logra
enterrar a sus padres. Cuando José Arcadio se entera de la
predicción, busca y encuentra el talego de huesos, y luego lo
entierra en el cementerio del pueblo.

A partir de entonces, Rebeca le abre las puertas de la casa a Pilar,


quien aprovecha para pasar más tiempo con su hijo Arcadio,
aunque este desconoce que ella es su verdadera madre. Un día,
Pilar le confiesa a Aureliano que ha quedado embarazada de su
único encuentro sexual. Tanto Aureliano como Remedios aceptan
al niño como un hijo.

Sin contar con los cuidados de Úrsula, José Arcadio Buendía recae
en sus investigaciones obsesivas, esta vez con los muñecos a
cuerda de Pietro Crespi. Entre desvaríos, vuelve a encontrarse con
el fantasma de Prudencio Aguilar, el hombre al que asesinó antes
de fundar Macondo. Prudencio afirma que lo estuvo buscando
pero no pudo encontrarlo porque no había muertos en Macondo
que pudieran darle su ubicación. Fue gracias al recientemente
muerto Melquíades que pudo encontrarlo. Sin embargo, su
presencia no es hostil hacia la familia: únicamente quiere
compañía, porque se siente solo.
Finalmente, la obsesión con las máquinas lleva a José Arcadio a
asegurar que la máquina que hace correr los días se ha roto. En un
rapto de locura irascible, comienza a destruir toda la casa hasta
que Aureliano consigue amarrarlo junto a un castaño del patio.
Días después, Úrsula regresa de su viaje y le construye allí “un
cobertizo de palma para protegerlo del sol y la lluvia” (97).

Capítulo 5
Aureliano y Remedios se casan un domingo en un altar
improvisado por el padre Nicanor Reyna. Ese día, todos la pasan
bien salvo Rebeca. El casamiento estaba pactado para ella y Pietro
Crespi, pero fue frustrado cuando recibieron una carta diciendo
que la madre de Pietro había muerto. Por ese motivo, Pietro tuvo
que viajar de imprevisto a su tierra natal. Aunque Amaranta lo
niegue, Úrsula le echa la culpa del incidente.
El padre Nicanor llega a Macondo para la boda invitado por don
Apolinar Moscote, pero decide quedarse a construir un templo
cuando descubre la falta de fe en el pueblo. Para juntar el dinero
necesario para su faena, comienza a realizar misas improvisadas
en las que levita, luego de tomar una taza de chocolate caliente, a
cambio de diezmos. En una de esas misas, celebrada en la casa de
los Buendía, conoce a José Arcadio en el castaño y comienzan una
breve amistad en la que ambos intentan convencerse mutuamente
de adoptar sus intereses espirituales. Es tal la afinidad entre ellos
que, cuando el padre descubre que José Arcadio está loco, se
preocupa por su propia cordura y deja de visitarlo.
Un último obstáculo termina por frustrar el casamiento de Rebeca
y causa un profundo sentimiento de culpa en Amaranta: la
pequeña Remedios, de tan solo catorce años y encinta, muere
desangrada a causa del embarazo. Su muerte sume a la familia
Buendía y a los Moscote en la tristeza y el duelo. Todos estaban
encariñados con la niña y el matrimonio había hecho posible la
amistad entre ambas familias. Además, pensar ahora en una fecha
para la boda de Rebeca resulta inapropiado, lo cual desgasta la
pasión entre los novios y provoca la desmoralización de ella, que
vuelve a comer tierra.

Producto de la amistad con los Buendía, don Apolinar Moscote


adquiere mayor poder en el pueblo y logra construir una escuela,
pintar la mayoría de las casas de azul e ingresar seis policías
armados a Macondo.

El duelo de Remedios se interrumpe con el regreso de José


Arcadio hijo, quien empuja con tal fuerza la puerta de la casa que
todos piensan “que un temblor de tierra la estaba desquiciando”
(110). José Arcadio se ha transformado en su viaje en un hombre
monumental. Tatuado de pies a cabeza y con una fuerza increíble,
vive del dinero que gana al prostituirse con mujeres gracias a la
atracción que produce su inmensa anatomía. Aunque al principio
Úrsula y la familia están felices por verlo, con el tiempo sus malos
modales comienzan a molestar a todos. Rebeca no está molesta
sino que, por el contrario, queda encantada con su fisionomía y lo
busca por la casa hasta que tienen un encuentro amoroso. Tres
días después, se casan en una misa. Indignada, Úrsula los echa de
la casa y ellos se van a vivir frente al cementerio. El único que se
preocupa por ellos es Aureliano, que los ayuda con dinero y los
visita hasta que José Arcadio comienza a trabajar las tierras de su
parcela.

Pietro Crespi sigue visitando la casa a pedido de Úrsula y


comienza a entablar relación con Amaranta. Pronto se enamora de
su ternura y sensibilidad, y le propone matrimonio. Sin embargo,
ella le dice que es mejor esperar a que se sigan conociendo.

Mientras tanto, Aureliano se entera por medio de don Apolinar


Moscote de las disputas políticas entre liberales y conservadores
que se vienen llevando a cabo en el país. Su suegro, que es
conservador, le dice que los liberales se oponen a la iglesia,
pregonan el matrimonio civil, el divorcio, el reconocimiento de los
hijos ilegítimos y el fin del federalismo como sistema político. Los
conservadores, en cambio, intentan conservar el orden moral
familiar y cristiano, al tiempo que defienden la fe de Cristo como
principio de autoridad política. Aunque Aureliano se siente más
atraído por los principios liberales, no le dice nada a su suegro.

En este contexto, llega el periodo de elecciones a Macondo y don


Apolinar manda a llamar soldados para que decomisen armas de
cacería, machetes y hasta los utensilios de cocina de todo el
pueblo. Las elecciones suceden con tranquilidad y ambas
facciones reciben una cantidad similar de votos, pero don Apolinar
Moscote hace fraude para que pierdan los liberales. No contento
con eso, se queda con las armas decomisadas para presentarlas
como prueba de que los liberales se preparan para la guerra.
El proceder de Moscote convence aún más a Aureliano de su
afinidad con los liberales. El interés en la política lo acerca a dos
amigos del pueblo, Magnífico Visbal y Gerineldo Márquez, quienes
comparten los mismos ideales políticos. Por ellos se entera de que
un fraudulento médico homeopático del pueblo, Alirio Noguera,
comanda una subversión liberal en Macondo. Sin embargo, pronto
descubre que la intención de Noguera es matar a todos los
conservadores del lugar, incluida la familia Moscote.
Finalmente, el ejército oficial llega a Macondo y Noguera es
fusilado en la plaza central. Luego impulsan el toque de queda,
golpean al padre Nicanor y matan a culatazos a una mujer frente a
su familia. Impulsado por la violencia oficial, Aureliano reúne a sus
dos amigos y a un grupo de rebeldes, asesinan al capitán del
ejército y a los soldados responsables del asesinato de la mujer, y
juntos salen de Macondo para unirse a las fuerzas del general
revolucionario Víctor Medina. Antes de irse por largos años,
Aureliano es nombrado coronel en la plaza central.

Su contacto con la familia se mantiene a partir de entonces gracias


a los distintos mensajeros y correspondencias que envía a la casa
de los Buendía, acompañados de los pescaditos de oro que sigue
elaborando durante la guerra.

Capítulo 6
Antes de irse, el coronel Aureliano Buendía deja a Arcadio a cargo
del gobierno, ahora liberal, de Macondo. El muchacho se convierte
rápidamente en un déspota, instaura el servicio militar obligatorio,
recluye al padre Nicanor y le prohíbe realizar la misa, y hasta
manda a fusilar a un trompetista que se ríe de él en la tienda
de Catarino. Cuando don Apolinar Moscote se entera de ello,
difunde comentarios en su contra, lo que provoca que Arcadio lo
encarcele y ordene su ejecución. En el preciso momento en que
están por fusilarlo, Úrsula se presenta, detiene la orden y comienza
a azotar con furia a Arcadio hasta llevarlo a la casa de los Buendía.
A partir de entonces, Úrsula empieza a ser una referente en el
pueblo, aunque sufre en secreto la soledad y el vacío que hay en
la casa. Durante ese tiempo vuelve a visitar al viejo José Arcadio,
que sigue atado en el castaño. Finalmente termina por desatarlo,
pero él no ingresa a la casa ya que está cómodo viviendo en la
naturaleza.

La relación entre Pietro Crespi y Amaranta continúa afianzándose y


todo parece indicar que van a casarse. Sin embargo, cuando
finalmente Pietro le pide la mano, ella lo rechaza: “Ni muerta me
casaré contigo” (131). Desolado y sin comprender, el hombre
busca en vano mil formas de acercarse a ella otra vez. Finalmente,
se suicida cortándose las manos. Úrsula no se lo perdona a
Amaranta, ni siquiera cuando esta intenta acallar el remordimiento
y el dolor interno hundiendo su mano en “las brasas del fogón”
(133).

En esos días, Arcadio intenta aproximarse a Pilar Ternera, a quien


desea desde que tiene memoria, sin saber que en realidad es su
madre. Un día intenta forzarla para que esté con él y, para
liberarse, Pilar le dice que lo irá a buscar a su casa por la noche. Él
accede, pero la mujer que llega esa noche no es Pilar sino Santa
Sofía de la Piedad, una joven que atiende un negocio del pueblo.
Para convencerla de ir, Pilar Ternera le dio a ella y a sus padres los
ahorros de toda su vida. Meses más tarde, enamorados y en
pareja, se casan y tienen una hija.
Del casamiento solo se enteran José Arcadio y Rebeca, los únicos
de la familia con quienes Arcadio mantiene vínculo. Bajo el
carácter firme de Rebeca, José Arcadio se transforma en un
hombre trabajador. Sin embargo, también le roba tierras a los
campos vecinos con la excusa de que los títulos distribuidos por
su padre durante la fundación no eran válidos, debido a que él
estaba loco. Arcadio, notificado por una denuncia, se presenta en
lo de su padre. No le interesa hacer justicia sino crear una oficina
para registrar las propiedades a cambio de que le delegue al
gobierno local -o sea, a él mismo- el derecho a cobrar las
contribuciones. Así es como José Arcadio se queda con una gran
cantidad de terrenos y Arcadio se enriquece a costa de cobrarle al
resto del pueblo. Aunque todos en Macondo lo saben, eligen no
contarle a Úrsula para evitarle mayores angustias.

Tiempo después, cuando Arcadio ya tiene una hija de seis meses


y Santa Sofía de la Piedad está encinta nuevamente, llegan los
ejércitos conservadores a exterminar a los liberales de Macondo.
Aunque Arcadio es notificado por el oficial encubierto Gregorio
Stevenson, quien trae la orden del coronel Aureliano de rendirse
ante las tropas elige no hacerle caso. Cuando las tropas se
presentan, la resistencia de Arcadio no dura ni media hora. Todos
sus soldados, incluido Gregorio, son asesinados por los militares,
quienes también condenan a Arcadio a muerte.
Aunque Arcadio creció odiando a su familia, durante el tiempo
que pasa antes de que lo fusilen comprende “cuánto quería en
realidad a las personas que más había odiado” (142). Cuando van
a fusilarlo en el cementerio, pide que llamen Úrsula a su hija, como
la abuela, y José Arcadio al que está por nacer, por su abuelo. En el
momento en que están por disparar, Rebeca sale por casualidad
de su casa, que da al cementerio, y se encuentra con la escena del
pelotón. Llegan a despedirse con la mano justo antes de que
Arcadio caiga fulminado al piso. Agonizando, lamenta no haber
pedido que llamen Remedios al próximo bebé.

Capítulo 7
En mayo finaliza la guerra y gana la facción conservadora. El
coronel Aureliano y su amigo Gerineldo Márquez son capturados y
llevados a Macondo a cumplir una sentencia de muerte. Úrsula se
entera gracias a que escucha la voz de su hijo, como un presagio,
mientras cocina en la casa. Cuando llegan a Macondo, Úrsula va a
la prisión y le exige a los centinelas que la dejen ingresar para ver
a su hijo. Una vez allí, se sorprende por el “resplandor de
autoridad que irradia la piel” (148) de su hijo. Luego de conversar
un rato, se retira conteniendo las ganas de llorar.
Aunque la sentencia parece inminente, Aureliano está
acostumbrado a anticipar la fatalidad gracias a sus premoniciones,
y se pregunta el motivo por el cual no advirtió nada respecto a su
muerte. De cualquier modo, en el momento de su captura, cuando
le pidieron que exprese su última voluntad, una fuerza interior lo
llevó a pedir que la sentencia se cumpliera en Macondo.

Pese a que la condena está pautada, los días se suceden uno a


uno sin que la hagan cumplir. El motivo de ello es que comienza a
circular el rumor de que el fusilamiento de Aureliano traería graves
consecuencias políticas, y que aquellos que cumplieran la condena
serían asesinados. Finalmente, llega un aviso del gobierno
presionando para que lo maten y los soldados sortean quién será
el responsable de dar la orden: sale elegido el capitán Roque
Carnicero.

Al igual que hicieron con Arcadio, al día siguiente llevan al coronel


al cementerio. Sin embargo, antes de que den la orden se
presenta José Arcadio armado con una escopeta. La inmensidad del
hombre le hace pensar a Roque Carnicero que es un enviado de la
“Divina Providencia” (153) y, en lugar de fusilar a Aureliano, se
cambia a su bando y juntos dejan Macondo para liberar al general
revolucionario Victorio Medina, condenado en Riohacha.
Al llegar al lugar, descubren que el general ya fue fusilado y
proclaman a Aureliano jefe de las fuerzas revolucionarias. A partir
de ese momento, las noticias sobre el paradero y estado de
Aureliano se vuelven abundantes y contradictorias. Lo único
seguro es que le proclama nuevamente la guerra total al régimen.

Mientras tanto, Úrsula recibe en la casa a la viuda de su nieto,


Santa Sofía de la Piedad. Para entonces, Sofía ya había parido otra
vez a un par de gemelos. Úrsula bautiza a los niños José Arcadio
Segundo y Aureliano Segundo, y a la mayor le pone Remedios,
pese a la última voluntad de Arcadio. Amaranta se hace cargo del
cuidado de todos y arma en la casa una sala de estudio donde los
educa a ellos y a otros niños del pueblo.

Un año después de la fuga del coronel Aureliano, se oye un


disparo en la habitación donde descansaba José Arcadio, su
hermano. Un hilo de sangre sale debajo de la puerta, cruza todo
Macondo, ingresa a la casa de los Buendía y aparece en la cocina
donde está Úrsula. La mujer hace el camino inverso siguiendo la
sangre hasta llegar al cuerpo sin vida de su hijo. En ningún
momento encuentran al responsable del crimen ni al arma y,
aunque sospechan de Rebeca, ella dice no haber visto a nadie.
Tampoco encuentran motivos para culparla, ya que Rebeca lo
amaba. De hecho, luego de su muerte, la mujer se encierra en la
casa y nadie, salvo su criada, vuelve a verla en el pueblo. Durante
años, el olor a pólvora del disparo sigue presente en el hogar de
Rebeca y en el cementerio donde entierran el cadáver.

Finalmente, el coronel Aureliano regresa a Macondo. Aunque su


regreso es interpretado como un triunfo, él sabe que la oposición
se está fortaleciendo mientras la resistencia pierde el tiempo. Un
día, el coronel le pide a Pilar Ternera que le tire las barajas y ella le
dice que debe cuidarse la boca. Dos días después, lo envenenan
con un café, pero se salva gracias a los cuidados de Úrsula.
Durante ese tiempo, Aureliano advierte que, para ganar, debe
aunar fuerzas con grupos armados e independientes del interior
del país. Antes de irse, deja a cargo de Macondo a su amigo
Gerineldo Márquez.
A partir de entonces, Gerineldo comienza a visitar regularmente la
casa de los Buendía. Primero lo hace para instruir al aún joven
Aureliano José en las armas, luego para charlar con Úrsula y,
finalmente, para encontrarse con Amaranta, de quien está
enamorado desde joven. Al igual que con Pietro Crespi, la relación
entre ellos se fortalece y todo indica que van a casarse pero,
cuando él se le declara, Amaranta lo rechaza.
Ocho meses después, llega una carta de Aureliano en la que
notifica que cuiden a su padre porque está por morir. Úrsula,
consciente de los presagios de su hijo, intenta meterlo en la casa,
pero el hombre se resiste. Para entonces, el fantasma de Prudencio
Aguilar es la única persona con la que comparte el tiempo
José Arcadio Buendía. Prudencio lo limpia, lo alimenta y le
transmite las noticias de Aureliano.
Cuando por fin consiguen ingresar a José Arcadio a la casa, ya es
demasiado tarde, y el hogar se llena del aroma a naturaleza que
despide el anciano enfermo. Finalmente, José Arcadio muere, y
mientras el carpintero le toma las medidas para el cajón fúnebre,
una copiosa lluvia de flores amarillas cae desde el cielo y cubre a
todo Macondo.

Capítulo 8
Mientras observa a Aureliano José afeitarse por primera vez,
Amaranta nota que se ha transformado en un hombre. Desde que
Pilar Ternera se lo entregó para que termine de criarlo, ella tiene la
costumbre bañarse junto con al niño. Sin embargo, lo que al
principio parecía algo inofensivo, ahora perturba mucho a
Aureliano José, quien se obsesiona con la belleza de su tía.

Por la época en que Amaranta rechaza a Gerineldo Márquez,


Aureliano José se toma la costumbre de ir a dormir con su tía
todas las noches. Una de noche de esas, tía y sobrino consuman la
tensión que viene aquejándolos desde hace tiempo. A partir de
entonces, empiezan a encontrarse a escondidas en distintos
lugares de la casa. Una tarde, Úrsula casi los descubre en el
granero. Aunque la mujer no se da cuenta de lo que sucede,
Amaranta advierte de lo peligroso de la situación y corta la
relación en seco. Luego de eso, Aureliano José comienza a visitar
la tienda de Caterino en busca de prostitutas a quienes convierte
“en Amaranta mediante ansiosos esfuerzos de la imaginación”
(169).

En esos días, un informante le dice a Gerineldo Márquez que el


gobierno intenta pactar un armisticio con los liberales, pero el
coronel Aureliano Buendía está en desacuerdo con las condiciones
que establece. Por ese motivo, Gerineldo debe seleccionar a cinco
de sus soldados de mayor confianza para abandonar el país con el
coronel y los suyos. A medianoche, Aureliano llega a Macondo y
huye junto al grupo de Gerineldo. Aureliano José, que había
estado recibiendo instrucciones militares durante el último tiempo,
se va con ellos.

Las noticias sobre el paradero del coronel Aureliano Buendía


comienzan a ser confusas luego de su huída. Cada día, Úrsula se
entera de que su hijo se encuentra en un país distinto. Muchas de
estas noticias las comparte con el general conservador José Raquel
Moncada, que ahora cumple el papel de alcalde de Macondo.
Aunque pertenecen a bandos opuestos, Moncada y Aureliano
lograron construir una relación amistosa mientras el coronel
estaba en Macondo. Aún en los periodos más complicados de la
guerra, ambos hombres se reunían en forma pacífica para
intercambiar prisioneros y pensar conjuntamente estrategias para
resolver los conflictos de modo humanitario.

En cuanto a su rol en Macondo, Moncada consigue que el pueblo


sea nombrado municipio y así se transforma en su primer alcalde.
Su gobierno genera un estado de prosperidad y paz en el lugar. En
ese tiempo, también, vuelve a funcionar la escuela y el padre
Coronel sustituye a Nicanor, quien se encuentra “consumido por
las fiebres hepáticas” (173).

Úrsula impulsa nuevamente su negocio repostero con la ayuda de


Santa Sofía de la Piedad. De sus tres hijos, Aureliano Segundo y
José Arcadio Segundo son los primeros alumnos de la nueva
escuela, y Remedios se vuelve una niña tan hermosa que comienza
a ser conocida en el pueblo como Remedios, la bella.
Pasa el tiempo y Aureliano José deserta del ejército y vuelve a
Macondo hecho un hombre y dispuesto a casarse con su tía.
Aunque ella lo rechaza por temor a concebir hijos con cola de
puerco, comienzan a encontrarse nuevamente a escondidas.
Luego de un tiempo, Amaranta termina echándolo para siempre
de su habitación. A partir de entonces, Aureliano José deja de
aparecer en la casa y comienza a frecuentar a Pilar Ternera. A
diferencia de Arcadio, él sí es consciente de que ella es su madre.

Durante ese periodo y a lo largo de doce años, un montón de


mujeres se presentan en la casa de los Buendía con el objeto de
bautizar a los hijos que el coronel Aureliano va engendrando a lo
largo de sus viajes. Como prueba de su genética, todos llevan la
misma mirada sobrenatural de su padre y el mismo aspecto
silencioso y solitario.
Años después, el regreso del coronel Aureliano Buendía es
inminente y el clima político de Macondo se pone tenso
nuevamente. Un día, Pilar ve en los naipes que Aureliano José
corre peligro, e intenta retenerlo cuando él quiere ir al teatro. Él la
desobedece y, cuando llega al lugar, ve que un capitán
conservador está revisando a la concurrencia. Aureliano José
intenta huir pero el capitán le dispara por la espalda. Mientras
Aureliano José muere desangrado, una multitud se abalanza sobre
el capitán y más de cuatrocientos hombres descargan sus
revólveres sobre él.

El primero de octubre, un ejército comandado por el coronel


Aureliano Buendía llega a Macondo y vence a las fuerzas
conservadoras. El coronel designa a Roque Carnicero la misión de
apresar a los conservadores, incluido el general Moncada, y
apresurar los juicios de guerra. Su objetivo es extirpar de raíz al
régimen conservador.

En ese tiempo, el coronel Aureliano revisa los títulos de tierra de


Macondo y se entera de la estafa que realizaron su hermano y
sobrino en su ausencia. Antes de anular los títulos de propiedad,
se dirige a la casa de Rebeca para avisarle de su determinación,
pero la encuentra consumida por el luto y acompañada solo de
recuerdos.

Los juicios de guerra comienzan en Macondo y uno a uno


terminan fusilando a los prisioneros conservadores. Cuando llega
el turno del general Moncada, Úrsula intenta detener a su hijo
para que no mande a fusilarlo, pero él se muestra frío y distante.
Antes de cumplir la sentencia, el coronel visita a su amigo
encarcelado e intenta justificar su accionar diciendo que no es él
quien lo mata, sino la revolución. Ante ello, Moncada lo insulta y le
dice que lo que más lamenta es que Aureliano haya dejado de
lado sus intenciones humanitarias para transformarse en el
“dictador más despótico y sanguinario” (187) del país.

Capítulo 9
Otra vez en el exterior, el coronel Aureliano Buendía se mantiene
al tanto de la situación política de Macondo mediante
conversaciones telegráficas que sostiene con Gerineldo Márquez,
ahora jefe civil y militar del lugar. Mientras prosigue con sus
actividades para una guerra en la que ya no cree, Gerineldo pasa
su tiempo libre en compañía de Amaranta, a quien se le sigue
proponiendo una y otra vez, pese a sus rechazos.
Antes de emprender el regreso, Aureliano convoca una asamblea
de rebeldes para tratar la organización de la guerra, en la que un
general llamado Teófilo Vargas demuestra tener ideas que hacen
peligrar su poder. En ese momento, un capitán sugiere que deben
matarlo para evitarse problemas, y Aureliano permite una
emboscada en la que lo ejecutan. Después del suceso, “un frío
interior que le raya los huesos y lo mortifica incluso a pleno sol”
(194) comienza a aquejar al coronel y no lo deja hasta el día de su
muerte.
Cuando por fin vuelve a Macondo, a todos le cuesta reconocerlo:
completamente tapado por mantas, no solo el interés por la
guerra sino también el sentido de la vida parecen haberlo
abandonado. Además, tiene tantos enemigos que se hace trazar
un círculo de tiza alrededor, en todo momento, para que nadie se
le acerque. La soledad lo domina por completo.

Días después, Aureliano realiza en Macondo una comisión de


guerra para discutir una acción de ataque. En la discusión, oye que
sus pares políticos desean prescindir de la revisión de títulos de
guerra para no perder el apoyo de los grandes terratenientes del
país. También pretenden renunciar a la lucha contra el clero para
obtener el apoyo del pueblo católico. Lo mismo sucede con las
aspiraciones de igualdad entre los hijos naturales y legítimos,
ahora para preservar la integridad de los hogares. En suma: “Sólo
estaban luchando por el poder” (196).

Un asesor señala que si esas reformas son buenas, quiere decir


que el régimen conservador también lo es y que los liberales son
antipopulares. Sin embargo, el coronel accede a firmar las
peticiones. Consternado, Gerineldo Márquez le dice que lo suyo es
una traición y Aureliano lo condena a muerte. Cuando se entera,
Úrsula visita a su hijo y le dice que si llegara a matar a Gerineldo,
ella lo vengaría con sus propias manos, al igual que hubiera hecho
si nacía con cola de puerco.

Luego de pasar una larga noche en la que intenta sacarse el


sentimiento de soledad de encima y evocar sin lograrlo momentos
felices de su pasado, el coronel Aureliano se presenta en la
ejecución para salvar a su amigo. Juntos parten de Macondo para
intentar ponerle fin de una vez por todas a la guerra. Ahora, su
intención es forzar, no la victoria, sino el fracaso de los liberales,
pero bajo condiciones que sean favorables para ambos bandos. La
certeza de que ahora lucha por su propia liberación y no por
ideales abstractos lo infunde de entusiasmo.

Meses después, regresa a Macondo para firmar el armisticio que


daría el punto final a la guerra, y Úrsula se alegra de que
nuevamente vaya a haber un hombre en la casa. Sin embargo,
Aureliano parece extraviado en su propia soledad. Un día, luego
de advertir la decepción de su madre, se disculpa: “Perdone, es
que esta guerra ha acabado con todo” (203).

El armisticio se celebra en Neerlandia, un pueblo cercano a


Macondo. Allí, el Coronel Aureliano se apura a firmar los papeles
de rendición, pese a la resistencia del resto de militares de su
bando. Al finalizar, se dirige a la tienda que le habían dispuesto
para descansar y allí se dispara a sí mismo en el pecho.

A esa hora, en Macondo, Úrsula destapa una olla en la que estaba


hirviendo leche y la encuentra llena de gusanos. En ese momento,
percibe el suceso como una señal de la muerte del coronel
Aureliano y, luego de observar por la ventana, se encuentra con el
fantasma de su marido en el castaño del jardín. Después de pasar
horas llorando junto a él bajo la lluvia, aparecen en la casa los
soldados de su hijo. Llevan al coronel Aureliano Buendía aún vivo,
aunque dominado por la rabia y el sentimiento de humillación: la
bala le traspasó el cuerpo sin tocar ningún órgano vital. El intento
de suicidio le renueva el afecto de la facción liberal, donde lo
toman como un acto de honor que lo redime.

Motivada por el regreso de su hijo, Úrsula decide renovar la casa,


ahora envejecida por los años y la falta de cuidados. Pone fin a los
numerosos duelos superpuestos que vestían a las mujeres de la
casa de negro, vuelve a hacer sonar la pianola de Pietro Crespi e
impulsa a trabajar a los soldados del gobierno que custodian a
Aureliano en los asuntos domésticos. Uno de ellos se obsesiona
tanto con Remedios, la bella, que en el día de Año Nuevo aparece
muerto de amor junto a su ventana.

Capítulo 10
Para Úrsula, la repetición de los nombres en los hombres Buendía
se corresponde con un tipo de personalidad definida: mientras
que “los Aurelianos eran retraídos pero de una mentalidad lúcida,
los José Arcadio eran impulsivos y emprendedores, pero estaban
marcados por un signo trágico” (211). Pese a ello, le cuesta
diferenciar a los gemelos Aureliano Segundo y José Arcadio
Segundo, quienes desde pequeños juegan a confundir a los
demás, imitándose en sus ademanes e intercambiándose las
vestimentas. De hecho, Úrsula sostiene que en uno de estos
juegos terminaron ellos mismos por confundirse de personalidad,
adoptando así la de su hermano. Esta similitud entre los gemelos
comienza a perderse a medida que crecen.
A los doce años, Aureliano Segundo visita la antigua habitación
de Melquíades y cuando ingresa se encuentra con que, a pesar de
los años, el lugar está impoluto y el fantasma del gitano aún
permanece en él. Aunque nunca lo conoció, reconoce quién es al
instante debido a que su recuerdo se había transmitido de
generación en generación a través de la familia. Desde entonces,
comienza a pasar el tiempo leyendo las antiguas escrituras en su
compañía. Un día, descubre los manuscritos indescifrables de
Melquíades, pero este le dice que nadie debe descifrarlos
“mientras no se hayan cumplido cien años” (214).
Mientras tanto, José Arcadio Segundo comienza a colaborar en las
misas con el nuevo padre del pueblo, Antonio Isabel, y se instruye
con él en el arte de las peleas de gallos. Cuando intenta llevar
gallos a la casa, Úrsula se escandaliza al recordar el historial de su
marido y le dice que se vaya con los animales a otro lado. Así, el
joven comienza a visitar a su otra abuela, Pilar Ternera, quien le
permite hacer sus negocios con los animales sin problemas.
Un día, Petra Cotes, una joven que vende rifas en el pueblo,
confunde a Aureliano Segundo con su gemelo. La mujer lo lleva a
su cuarto y se acuestan. A partir de ese momento, pasa un periodo
de tiempo en el que ella se acuesta, sin saberlo, con ambos los
gemelos. Con el tiempo, Aureliano Segundo confiesa su trampa y
ella opta quedarse con él en lugar de su hermano.
Desde entonces, Aureliano Segundo comienza a criar animales de
granja con Petra Cotes, que luego venden a través de las rifas. Con
el tiempo, la pareja advierte que los animales se reproducen a una
velocidad inusitada. La proliferación de animales, según Aureliano,
se vincula principalmente a la influencia sexual de su concubina.
En pocos meses, las rifas llevan a la pareja a volverse las personas
más ricas de Macondo.

Aureliano Segundo tiene ahora tanto dinero que se permite


malgastarlo en numerosas juergas que realiza en la casa de los
Buendía. Esto disgusta a Úrsula, quien comienza a rezar para que
vuelvan a ser pobres como antes. Sin embargo, la súplica le sale
mal: uno de esos días, un trabajador de la casa rompe por
accidente una estatua de San José, que les habían dejado a su
cuidado en la época de la guerra, y de su interior surgen más de
doscientos kilogramos de oro.

Mientras tanto, José Arcadio Segundo se obsesiona con la idea de


conectar Macondo con el mar a través de una intervención en el
canal del río. Su hermano le presta el dinero para la empresa y
José Arcadio se va del pueblo. Vuelve mucho tiempo después,
habiendo logrado su cometido de forma mediocre, ya que el
único barco que logra arribar a Macondo es una precaria balsa de
troncos. Pese a ello, lo acompaña un grupo de proxenetas
francesas, cuyo buen nivel y sofisticación arrasa con la tradicional
tienda de Caterino. Además, ellas promueven la realización del
primer carnaval de Macondo.

Por su parte, Remedios, la bella, es tan hermosa que provoca el


interés de todo el pueblo. Como respuesta, Úrsula intenta
mantenerla encerrada y la obliga a salir con el rostro cubierto por
un velo. Un día, un caballero extranjero, tan elegante que habría
hecho parecer a Pietro Crespi “un sietemesino” (227), se aparece
frente a Remedios y le ofrece una flor. Aunque la joven solo se
descubre el rostro para mostrar su sonrisa, ese simple gesto
arrastra al hombre hacia la locura y la ruina.

La indiferencia de Remedios hacia los hombres no se produce por


arrogancia sino por un desinterés genuino en el amor, producto,
en parte, de un retraso madurativo que padece. Remedios no sabe
leer, escribir ni usar correctamente los cubiertos en las comidas.
Además, se pasea desnuda por la casa, ajena a toda convención
social. Mientras que Úrsula lo considera como una pureza simple,
el coronel Aureliano Buendía cree que ella es tan lúcida que recibe
toda la información del mundo “más allá de cualquier formalismo”
(229).

En esos días, se festeja el primer carnaval de Macondo, donde


coronan a Remedios, la bella, como reina. Aunque el coronel
Aureliano intenta pasar su vejez dedicado al negocio de
pescaditos de oro, el gobierno sospecha que el carnaval es una
excusa para reavivar la llama de la subversión. En un momento del
carnaval, una comparsa multitudinaria se aparece llevando a
cuestas a otra mujer, comparable a Remedios en
hermosura: Fernanda del Carpio. Finalmente, cuando la fiesta parece
haber alcanzado su punto más álgido, alguien grita: “¡Viva el
partido liberal! ¡Viva el coronel Aureliano Buendía!” (232). En ese
momento, la fiesta se transforma en una batalla sangrienta que
deja varios muertos en la calle.
Aureliano Segundo logra salvar a Remedios y a la otra mujer, a
quien habían llevado a Macondo con la promesa de convertirla en
reina de Madagascar. Seis meses después de este episodio,
Aureliano Segundo y Fernanda del Carpio contraen matrimonio.

Capítulo 11
Petra Cotes no demuestra preocupación por el matrimonio de
Aureliano Segundo. Ella es consciente de que era un muchacho
tímido y retraído hasta el día en que la conoció y aprendió junto a
ella a disfrutar tanto de la vida como del arte del despilfarro. Ella
lo hizo un hombre y sabe que en cualquier momento va a volver a
buscarla. En efecto, Aureliano Segundo vuelve a verla cuando
termina su luna de miel y Petra intuye que las cosas en el lecho
nupcial no andan bien entre los recién casados.
Fernanda del Carpio fue criada en una ciudad aislada y perdida en el
tiempo, donde aún viven como en los tiempos de la colonia. Sus
padres provienen de una familia que se enriqueció vendiendo
coronas fúnebres y su bisabuela había sido reina. Aunque su
familia estaba cayendo en la miseria, a ella se lo ocultaron y, desde
chica, la convencieron de que su destino era ser reina como la
abuela. Fernanda recibió una educación católica severa y no la
dejaron tener amistades debido a las expectativas depositadas
sobre su nobleza. Salió por primera vez de la ciudad el día en que
unos militares llegaron a su casa y convencieron a su padre de que
iban a coronarla reina, sin informarle que iba a ser en un carnaval.
Debido a su pasado de aislamiento y educación moralista y
conservadora, la presencia de Fernanda en la casa de los Buendía
se vuelve tensa para todos. Cuando se entera de que la relación
entre Petra y Aureliano aún perdura, Fernanda intenta volver a su
ciudad natal, pero Aureliano la intercepta y ella accede a volver.
Con el tiempo, además, logra convencerla de que lo deje
continuar con Petra Cotes, con la excusa de que la presencia de
Petra impulsa la proliferación de animales de granja con la que se
gana la vida. Ella accede, pero con la condición de que el día de su
muerte no lo encuentre en la casa de la amante.

A medida que Úrsula envejece y pierde poder en la casa, Fernanda


aprovecha para imponer sus valores y modos de vida rígidos en el
lugar. Fernanda cierra las puertas de la casa históricamente
abiertas para todos, establece el hábito de rezar antes de las
comidas, cierra el negocio de pastelería que Úrsula y Santa Sofía de
la Piedad manejaban hacía años y reemplaza la decoración alegre
de la casa por simbología y adornos cristianos que su padre le
envía como obsequios todas las navidades. Amaranta deja de
dirigirle la palabra y el coronel Aureliano se queja de que por
culpa de ella se están transformando en “gente fina” (244). La
misma Úrsula, que siempre intenta sostener la armonía familiar,
comienza a bromear sobre ella a sus espaldas.
Finalmente, el matrimonio concibe a su primer hijo, que Aureliano
Segundo bautiza José Arcadio pese al disgusto de Fernanda. Para
cuando nace la segunda, Fernanda ya había pasado demasiado
tiempo en la casa como para que le arrebaten el poder de decisión
y, aunque Úrsula quiere que le pongan Remedios, ella prefiere el
nombre de su madre, Renata. Por último, acuerdan nombrarla
Renata Remedios, aunque solo Fernanda la llame por el primer
nombre y el resto del pueblo la llame Meme, el diminutivo de
Remedios. En cuanto al pequeño José Arcadio, Úrsula se promete
a sí misma introducirlo en la carrera sacerdotal para que sea Papa
algún día, con el objeto de enderezar así el rumbo torcido de la
familia.
Por esos días llega la notificación de que el presidente pretende ir
a Macondo para condecorar al coronel Aureliano en la celebración
del aniversario del tratado de Neerlandia. Aunque el coronel se
niega a recibir la condecoración, en esos días llegan sus diecisiete
hijos a la casa, impulsados por la noticia de la celebración.
Aureliano Segundo aprovecha la presencia de los primos para
celebrar una parranda de varios días en la que destruyen gran
parte del mobiliario de la casa. Amaranta, por su parte, consigue
que sus sobrinos la acompañen a celebrar el Miércoles de ceniza a
la iglesia, pero cuando se realiza la liturgia y les marcan la frente
con una cruz de ceniza, el signo les queda adherido en la piel y no
se lo pueden sacar nunca. Finalmente, el coronel termina por
disfrutar de la presencia de sus hijos y antes de que se vayan les
regala un pescadito de oro a cada uno. Por su parte, Aureliano
Segundo consigue que uno de ellos, Aureliano Triste, se quede a
trabajar con él.
Meses más tarde, Aureliano Triste instala una fábrica de hielo en
las afueras del pueblo, sueño que una vez tuvo el bisabuelo
José Arcadio Buendía. Un día, mientras busca un hogar para
establecerse definitivamente, se encuentra con una propiedad
ganada por la naturaleza. Cuando consigue abrir la puerta, resulta
que era la casa de Rebeca, quien se encuentra sentada en el
interior con “el pellejo del rostro agrietado por la aridez de la
soledad” (252). La mujer lo echa del lugar mostrándole un arma.
Luego, cuando le habla a la familia de ella, Aureliano Segundo
intenta llevarla a vivir con ellos, pero Rebeca se resiste.
Meses después, los hijos del coronel vuelven de visita y le arreglan
el exterior de la casa; no así el interior, porque ella no lo permite.
En esa oportunidad, Aureliano Centeno se queda en Macondo
para trabajar en la fábrica de hielo con su medio hermano. Su
presencia acelera tanto la producción que Aureliano Triste decide
hacer llegar el ferrocarril a Macondo, con el objetivo de expandir
la industria. Pasado el verano, llega el tren.

Capítulo 12
La llegada del ferrocarril cambia por completo la realidad de
Macondo. La gente descubre el cine, el gramófono y el teléfono, y
un sinfín de nuevos empresarios, extranjeros y comerciantes llegan
cada miércoles en el tren con novedades para vender.

Un día se presenta Mr. Herbert, un gringo que ofrece un servicio de


paseos en globo aerostático, pero nadie lo demanda porque es
considerado un retroceso respecto a las esteras voladoras que
habían traído los gitanos hacía décadas. Pese a ello, cuando
Aureliano Secundo lo encuentra, lo invita a comer a la casa de los
Buendía. Allí, el hombre prueba los bananos en el almuerzo y
queda asombrado por su calidad, al punto de que decide construir
una plantación para su comercialización.
A los pocos meses, Macondo se llena de gringos que vienen con el
ferrocarril, entre los que destaca el señor Jack Brown, un
acaudalado empresario socio de Mr. Herbert. Los foráneos
construyen un pueblo aparte, cercado por una malla eléctrica, al
otro lado de las vías. Con su presencia, modifican el régimen de
lluvias, apresuran el ciclo de cosechas y mueven el río de su sitio.
En esos días, otros dos hijos del coronel Aureliano se instalan en
Macondo. Cuando les preguntan el motivo, responden: “Porque
todo el mundo viene” (264).
La única que permanece ajena a los cambios es Remedios, la bella.
Luego de que le insistan con que deje de caminar desnuda por la
casa y se peine la inmensa cabellera que le llega hasta las rodillas,
la joven termina por hacerse un precario camisón y raparse el pelo
para evitar molestias. Sin embargo, todas las maniobras que
realiza para que la dejen vivir en paz son recibidas por los
hombres de Macondo como provocaciones, lo que acentúa el
deseo generalizado hacia ella.
Además, Remedios despide un olor natural inconfundible que
hace que todos sepan con certeza los lugares por donde ella
transita. En esos tiempos, adquiere la costumbre de darse largos
baños en la sala de aseo de la casa, cuyo interior se encuentra
plagado de alacranes que ella aplasta por diversión. Un día, un
forastero se trepa por la pared para espiarla y, cuando Remedios
lo descubre, le advierte que puede caerse porque las tejas están
podridas. Lejos de prestarle atención, el hombre intenta meterse al
baño para alcanzarla, pero el techo cede y se rompe el cráneo
contra el piso. De su herida no surge sangre sino un aceite que
emana el olor de Remedios, lo que comprueba que sigue
atormentando a los hombres más allá de la muerte.

Días después, Remedios sale a visitar las plantaciones de banano y


su fragancia atrae a los trabajadores como “un tropel de machos
feroces” (269). Afortunadamente, los cuatro hijos del coronel
alcanzan a salvarla. En el proceso, uno de los hombres le llega a
“agredir el vientre con una mano” (269) a Remedios. Esa noche,
mientras se jacta de ello con otros sujetos, la imprevista patada de
un caballo le destroza el cuerpo. A partir de entonces, comienza a
circular el rumor de que Remedios posee poderes mortales.

Tiempo después, Fernanda le pide a las mujeres de la casa que la


ayuden a doblar sus finas sábanas en el jardín. En ese momento,
Amaranta advierte que Remedios está demasiado pálida, pero
cuando le pregunta cómo se siente, la joven responde que nunca
se había sentido mejor. Cuando termina de decirlo, “un delicado
viento de luz” (271) arrastra las sábanas hacia el cielo y con ellas a
Remedios, que aún las sostenía. Solo Úrsula llega a saludarla con
la mano mientras se eleva hasta perderse “entre el deslumbrante
aleteo de las sábanas” (272).

Macondo aún no termina de superar el milagro de Remedios


cuando el pueblo cae a la merced tiránica de la compañía
bananera, y todos los gobernantes locales son sustituidos por
feroces funcionarios foráneos que responden a los intereses de los
nuevos empresarios. Los policías son reemplazados por sicarios
que un día asesinan a machetazos a un niño junto a su abuelo
porque el pequeño había manchado accidentalmente a uno de los
oficiales con refresco. Dominado por la furia, el coronel Aureliano
Buendía exclama que va a juntar a sus hijos para acabar con todos
los gringos que los están invadiendo.

Como consecuencia, dieciséis de los diecisiete hijos del coronel


Aureliano Buendía son asesinados por criminales anónimos que
les disparan en la cruz de ceniza que tienen tatuada en la frente. El
coronel Aureliano se derrumba por la noticia y tiene la intención
de volver a declararle la guerra a los conservadores. Cuando visita
a su avejentado amigo Gerineldo Márquez, quien nunca dejó de
tener contacto con la facción revolucionaria, este tiene un
“estremecimiento de compasión” (279) por Aureliano, al
considerar su empresa como una locura de un hombre senil.

Capítulo 13
Mientras prepara a Meme para que vaya a la escuela de monjas y
al pequeño José Arcadio para enviarlo al seminario religioso donde
finalizará su formación papal, Úrsula comienza a notar un
“progresivo desgaste del tiempo” (281) que hace que no le
alcancen las horas como lo hacían cuando era joven. Para
entonces, Úrsula se resiste a envejecer pese a que ya perdió la
cuenta de sus años y a que está casi ciega, cosa que no le confiesa
a nadie para no quedar como una inútil. Para que no la descubran,
entrena sus otros cuatro sentidos y con ellos adquiere tanto
conocimiento sobre el orden de la casa que hasta ella misma
olvida su ceguera. También descubre en esos días que todos los
miembros de la familia realizan una y otra vez las mismas
acciones, por lo que le resulta fácil anticipar las actividades de la
casa.
Más aún, la oscuridad de la ceguera trae consigo una increíble
claridad a la hora de analizar a su familia. Así descubre que el
coronel Aureliano no le había perdido el cariño a todos a causa de
la guerra, sino que desde siempre había sido un hombre
incapacitado para el amor. En cuanto a Amaranta, aunque siempre
la había tenido por una mujer amarga y de corazón frío, ahora
descubre que es la mujer más tierna que haya existido jamás,
aunque con una cobardía invencible. Los tormentos a Pietro
Crespi y Gerineldo Márquez fueron el resultado de una batalla entre
su infinita capacidad de dar amor y el propio miedo a su
atormentado corazón. Pese a su nueva claridad, Úrsula se siente
sola y cansada de tantos esfuerzos y recuerdos acumulados en el
cuerpo a través del tiempo. Un día, el enojo la lleva a gritar
“¡Carajo!” (288) a viva voz, lo que sorprende a Amaranta, que
nunca la había oído insultar en su vida.
Tres meses después del establecimiento de Meme en la escuela de
monjas, la casa queda a merced de las decisiones de Fernanda,
quien aprovecha la vejez de Úrsula para terminar de imponerse.
Para entonces, le prohíbe a José Arcadio Segundo visitar el lugar,
debido a que este comienza a trabajar en la compañía bananera.
En esos días, Amaranta empieza a confeccionar su propia mortaja
fúnebre, luego de que la muerte se le presente y le diga que, al
finalizarla, morirá.

Para escapar de Fernanda, Aureliano Segundo se establece


definitivamente donde Petra Cotes, y allí renuevan las parrandas y
los banquetes. También comienzan a realizarse los torneos de
glotonería, donde gana quien más cantidad de comida logre
ingerir. Aureliano Segundo resulta invicto en todas las
competencias, hasta que llega de las afueras Camila Sagatimande,
más conocida como “La Elefanta”. En una larga competencia entre
ambos, Aureliano Segundo casi muere de una indigestión. Antes
de perder el conocimiento, pide que lo lleven con su mujer para
cumplir la promesa de no morir en el lecho de Petra. Desde
entonces, comienza a pasar más tiempo con Fernanda.
La tristeza de la casa se esfuma con las primeras vacaciones de
Meme, en las que llega con cuatro monjas y sesenta y ocho
compañeras de clase, con lo que demuestra haber heredado las
tendencias parranderas de su padre. La sobrepoblación en la casa
es tal que tienen que pedir camas y sillas a los vecinos, y utilizan el
cuarto cerrado de Melquíades como depósito de las bacinillas de
las jóvenes.
El único que no se sorprende de que destinen la habitación para
ese uso es el coronel Aureliano, ya que solo él es inmune al
encanto que muestra a la habitación impecable y limpia, como si
el gitano siguiera viviendo en ella. La misma falta de percepción
tiene con el fantasma de su padre, que sigue empeñado en
quedarse junto al castaño del jardín. Para entonces, el único
contacto que tiene el coronel Aureliano con la familia es José
Arcadio Segundo, con quien comparten la “impermeabilidad de
los afectos” (300).

Años más tarde, el coronel Aureliano se encuentra trabajando en


sus pescaditos de oro en el taller, cuando oye los sonidos de un
circo que ingresa a Macondo. Luego de un paseo por el pueblo
para visitar la novedad, vuelve a la casa para orinar en el castaño
del jardín. Allí mismo, y luego de orinar, el coronel Aureliano
muere.

Capítulo 14
El luto por el coronel coincide con las últimas vacaciones de
Meme. Cuando llega, se entera que sus padres tuvieron otra hija,
bautizada contra la voluntad de su madre como Amaranta Úrsula.
El carácter divertido e infantil de Meme contrasta con la seriedad
con la que toca el clavicordio, estudio en el que se especializó con
el objetivo de que su madre, experta también en el instrumento, la
deje tranquila. Desde niña, a Meme le molesta la rectitud de
Fernanda y se siente más identificada con el carácter de su padre,
por eso intenta consentirla lo suficiente como para que no la
fastidie.

Desde su regreso, padre e hija comienzan a compartir el tiempo


mientras pasean, van al cine y hacen compras juntos. Además,
Aureliano Segundo consiente todos los pedidos que su hija le
hace. Esto pone celosa a Petra quien, aunque nunca sintió celos
por Fernanda, siente que la complicidad de Aureliano con Meme
le puede hacer perder a su amante. Sin embargo, nada le interesa
menos a Meme que alejar a su padre de Petra.

Una vez en Macondo, Meme entabla amistad con varias


norteamericanas que viven en el barrio de los empresarios
bananeros. Una de ellas, Patricia Brown, le abre las puertas al barrio
cerrado y juntas comienzan a ir a los bailes que allí se realizan. Con
el tiempo, Meme se forma en las costumbres e intereses de los
foráneos y hasta aprende a hablar el idioma inglés.
Para entonces, Amaranta está por finalizar su mortaja fúnebre. La
concentración de la empresa le hace olvidar, poco a poco, los
resentimientos y nostalgias que la aquejaron durante toda su vida.
Llega al punto, incluso, de olvidar el odio hacia Rebeca y la tristeza
de haber rechazado a Pietro y a Gerineldo Márquez. Ello le hace
comprender la obsesión que tuvo el coronel Aureliano en la
producción de los pescaditos de oro: el trabajo sin distracciones
les permitió a ambos acallar la amargura enquistada en su interior.

En sus últimos días, Amaranta circula el rumor de su muerte por


todo Macondo para darles la oportunidad a sus habitantes de
llevarle cartas y mensajes para los muertos. Con esta acción,
Amaranta busca reparar una vida entera de mezquindad.
Finalmente llega el día y la hora fijada, y Amaranta muere en su
cama rodeada del correo para los muertos de los innumerables
habitantes de Macondo. La encuentran en su cama con la venda
negra aún en la mano, accesorio que la identificó durante toda su
vida, y que Amaranta sostuvo como supuesta prueba de su
virginidad.

Úrsula no vuelve a levantarse de la cama luego de la muerte de su


hija. Sin embargo, gracias a la ayuda de Santa Sofía de la Piedad, a
la ropa que le regala Aureliano Segundo y a las visitas de la
pequeña Amaranta Úrsula -con quien se encariñó debido a que
son muy parecidas-, no le resulta necesario salir de la habitación.
Entre el silencio y la oscuridad de su ceguera, sus otros sentidos le
alcanzan para saber todo lo que sucede en la casa. Así descubre,
por ejemplo, que Meme tiene un amorío debido a las vueltas y
caminatas sin sentido que realiza la bisnieta en la habitación
contigua.

La sospecha de Úrsula sobre Meme es cierta: la joven mantiene


una relación en secreto con Mauricio Babilonia, un aprendiz de
mecánico que conoció en los talleres de la compañía bananera.
Aunque al principio Meme recela al hombre ya que le parece
arrogante, pronto se hacen inseparables y ella comienza a mentir y
a dar excusas inverosímiles para encontrarse con él a escondidas.
Además, cada vez que Mauricio aparece, un centenar de
mariposas amarillas se presentan junto a él, fastidiando a todos los
presentes. Finalmente, Fernanda sospecha de su hija y la persigue
hasta el cine, donde sorprende a los amantes y luego encierra a
Meme en una de las habitaciones de la casa.
Durante su encierro, Meme actúa normal y continúa negando el
romance, incluso a su padre. Sin embargo, todos los días
aprovecha para encontrarse a escondidas con Mauricio en la sala
de aseo de la casa y con la excusa de ir a tomar un baño. Un día,
desconcertada por la cantidad de mariposas amarillas que atestan
el hogar, Fernanda vuelve a sospechar de su hija. Para comprobar
sus sospechas, le pide a las autoridades de Macondo que pongan
un guardia nocturno en el traspatio con la excusa de que un
ladrón de gallinas estuvo ingresando a la casa. La tarde siguiente,
mientras Meme espera desnuda en el baño rodeada de alacranes
y mariposas amarillas, un guardia nocturno le dispara a Mauricio
en la columna vertebral. El hombre no vuelve a levantarse. Muchos
años después, muere en la soledad y en la vejez, postrado en una
cama de la que nunca pudo salir y acusado públicamente por ser
un ladrón de gallinas.

Capítulo 15
Luego del incidente en el baño, Fernanda obliga a Meme a
enclaustrarse en el mismo convento al que fue ella de chica, a
muchos kilómetros de Macondo. Las mariposas amarillas la
persiguen durante los largos días que dura el viaje. Desde que oyó
el disparo y el grito de agonía de Mauricio en el jardín, Meme no
vuelve a pronunciar palabra y sigue pensando en él hasta el día de
su muerte.

Nuevamente en Macondo, Fernanda se entera de que su


cuñado, José Arcadio Segundo, estaba incitando a la huelga a los
trabajadores de la compañía bananera. Ahora las autoridades lo
buscan y se desconoce su paradero. Aunque Aureliano Segundo
está determinado a rescatar a Meme, Fernanda lo convence de
que irse fue una elección de ella. También envía una carta a Roma
para avisarle a su hijo José Arcadio que su hermana ha muerto.
Luego, cuando la casa vuelve a la normalidad, comienza a
intercambiar correspondencia con unos “médicos invisibles” (339)
a quienes consulta sobre un desprendimiento de útero que
padece. Sin embargo, su conservadurismo le impide llamar las
cosas por su nombre y los médicos la aconsejan como si sufriera
dolencias intestinales.
Meses más tarde, una monja llega a la casa y sorprende a
Fernanda con un niño que transporta en una canasta: es Aureliano
Babilonia, el hijo de Meme y Mauricio. Fernanda le oculta a todos
la procedencia del niño e inventa que lo encontraron en la canasta
flotando en el río. Luego esconde a Aureliano en el antiguo taller
del coronel y no lo deja salir de allí.
Cuando Aureliano Babilonia cumple un año, la tensión entre la
compañía bananera y los obreros estalla. Los obreros piden
condiciones dignas de trabajo: un mejor servicio médico, viviendas
decentes, y que les paguen con efectivo en lugar de los vales que
deben cambiar por comida a sus propios empleadores. Las
autoridades consiguen apresar a José Arcadio y un coronel
exiliado de la revolución mexicana, llamado Lorenzo Gavilán, pero
logran salir al poco tiempo. Cuando los trabajadores elevan los
cargos al gobierno de Macondo, las autoridades, confabuladas
con los empresarios, consiguen eludir una y otra vez la demanda.
Finalmente, cansados de que los hagan perder el tiempo, los
trabajadores elevan los cargos a los tribunales supremos. Sin
embargo, vuelven a burlarse de ellos al decir que la compañía
bananera no tenía trabajadores a su cargo, sino que reclutaba
temporalmente a los empleados, por lo que no tenían la
responsabilidad de hacerse cargo de sus obligaciones como
empleadores.
La respuesta enfurece a los obreros y se declara la huelga. Las
plantaciones comienzan a echarse a perder y los trenes de carga
quedan parados en sus carriles. El gobierno manda tres
regimientos de soldados a Macondo para que establezcan el
orden y vuelva a iniciarse el ciclo de cosechas. Cerca de tres mil
huelguistas son convocados a la plaza central para discutir los
términos de la reincorporación. Allí, un capitán lee un decreto
oficial donde se establece que los huelguistas son una “cuadrilla
de malhechores” y faculta al ejército a “matarlos a bala” (346).
Cuando los trabajadores se rehúsan a irse de la plaza, el ejército
abre el fuego sobre ellos, con sus familias y niños. En medio de la
masacre, José Arcadio Segundo recibe un disparo y se desvanece.

Cuando despierta, José Acadio Segundo advierte que está


acostado en un tren de carga sobre todos los cadáveres de los
que han sido asesinados en la plaza. El destino del tren es el mar,
donde piensan tirar a los muertos. José Arcadio Segundo logra
saltar del tren y camina de regreso por las vías, rumbo a Macondo.
Mientras camina, una lluvia torrencial que no se detendrá por años
comienza a caer del cielo.

Una vez en Macondo, todas las personas con las que habla sobre
la masacre de los tres mil huelguistas descreen de su historia.
Piensan que los trabajadores simplemente se cansaron de la
situación y volvieron a sus pueblos. Al llegar a la casa de los
Buendía, José Arcadio Segundo se establece a escondidas de
Fernanda en la habitación de Melquíades, gracias a la ayuda de su
madre, Santa Sofía de la Piedad.
La versión oficial de los días subsiguientes es que los trabajadores
se marcharon en caravanas pacíficas. Por las noches, luego del
toque de queda, oficiales del ejército cazan a los subversivos que
lograron escapar y se los llevan a “un viaje sin regreso” (352). Un
día van a la casa de los Buendía y, luego de revisar toda la casa,
llegan al cuarto de Melquíades, donde se esconde José Arcadio
Segundo. Cuando ingresan a la habitación, no logran advertir la
presencia de José Arcadio en la cama, quien está protegido “por la
luz sobrenatural” (355) del ambiente. Desde entonces, José
Arcadio no vuelve a salir de la habitación. El diluvio sigue
arrasando con Macondo, mientras él se dedica a descifrar los
pergaminos de Melquíades y repite a toda hora, y aunque lo crean
un loco, que fueron tres mil los asesinados por el ejército.

Capítulo 16
El diluvio detiene toda actividad en Macondo, comenzando por la
compañía bananera. Aureliano Segundo, que se había quedado en
lo de Petra Cotes desde el enclaustramiento de Meme, se
encontraba por casualidad junto a su esposa cuando comenzó a
llover, y decide no moverse de allí hasta que escampe. La
humedad es tal que la casa entra en un periodo de deterioro
constante, lo que lleva a Aureliano a ocuparse por primera vez del
mantenimiento del lugar. Su dedicación lo lleva a perder los kilos
que había ganado a fuerza de juergas y banquetes en lo de Petra.
Fernanda, desconcertada por la presencia de su esposo, teme que
intente “deslizarse hasta su dormitorio” (360) y descubra allí que
se encuentra incapacitada para el amor, motivo que incrementa su
intercambio de cartas con los médicos.
Tres años después de la llegada de Aureliano Babilonia, Aureliano
Segundo se entera de la existencia de su nieto cuando lo
encuentra corriendo desnudo por un corredor, con una dotación
semejante a la del primer hijo de Úrsula, José Arcadio. Lejos de
enojarse, dedica su tiempo libre a contarles historias inventadas y
enseñarles a leer, a él y a Amaranta Úrsula.

Pasado un tiempo, llega la noticia del fallecimiento de Gerineldo


Márquez y ven su lamentable cortejo realizado a tientas por las
calles inundadas. Úrsula lo despide decidiéndose a morir cuando
termine la lluvia. El lamentable estado del pueblo lleva a Aureliano
Segundo a preocuparse por Petra Cotes y sus animales, y se dirige
a su casa a visitarla. Cuando llega, encuentra a su granja de
animales reducida a una mula escuálida y a su amante, envejecida,
quien lo recibe diciendo irónicamente: “¡A buena hora!” (364).
En casa de los Buendía la situación de miseria es similar, lo que
impulsa a Fernanda a realizar una queja constante e
ininterrumpida que se sostiene y aumenta a lo largo de los días.
Finalmente, Aureliano Segundo se las arregla para que no vuelva a
faltar la comida en la casa.

En medio del desastre, los únicos felices son Aureliano Babilonia y


Amaranta Úrsula. Ellos se entretienen torturando animales y
atormentando a la envejecida tatarabuela Úrsula quien, poco a
poco, ha perdido el sentido de la realidad y pasa el tiempo
desvariando y reviviendo antiguos recuerdos de su familia.

Para sostener la precaria economía de la casa, Aureliano Segundo


intenta sonsacarle a Úrsula el paradero de las bolsas de oro que
encontró en la estatua de San José. Pero ella sigue firme en
esperar a que el dueño del dinero se presente para devolverlo.
Ante la negativa, Aureliano Segundo empieza a excavar en toda la
casa durante semanas, intensificando el estado de deterioro del
lugar al extremo. Su búsqueda implacable para encontrar el oro se
interrumpe finalmente cuando la lluvia cesa, luego de más de
cuatro años de diluvio. Entonces, se entera de que Petra Cotes
está iniciando una nueva rifa con la única mula viva que le
quedaba.

Capítulo 17
Luego del diluvio, una árida sequía comienza a secar y a llenar de
polvo el ya bastante deteriorado Macondo. El fin de la lluvia
detiene por un tiempo los periodos de desvarío de Úrsula, quien
lamenta darse cuenta de que ha servido durante años como
juguete de Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia. Las termitas,
hormigas rojas y polillas empiezan a invadir la casa, y Úrsula
intenta detener con sus últimas fuerzas el avance de los insectos.
Un día, mientras se afana en la tarea, se cruza con José
Arcadio Segundo en el cuarto de Melquíades y lo nota tan parecido
al coronel Aureliano que confirma su certeza de que el tiempo no
avanza sino que da vueltas sobre sí mismo. Por su parte, José
Arcadio Segundo se obstina en no salir de la habitación porque
teme cruzarse al ferrocarril con sus tres mil muertos rumbo al mar.
En esos días, llega la noticia de que José Arcadio, el hijo de
Fernanda y Aureliano Segundo, volverá de Roma para visitarlos. La
buena nueva infunde fuerzas a Fernanda, quien empieza a hacer
arreglos en la casa y a revivir las plantas muertas del jardín y los
corredores. Aureliano Segundo vuelve a lo de Petra Cotes y juntos
renuevan su negocio de rifas, aunque ahora es mucho más
precario. Pese a ya no estar para las parrandas que hacían antes
del diluvio, el amor entre Petra y él se reinventa en la pobreza y la
vejez. Del poco dinero que sacan de las rifas, utilizan un mínimo
para ellos y el resto lo disponen para alimentar a Fernanda, ayudar
a Santa Sofía de la Piedad y prever los gastos que conllevará la
muerte de Úrsula, que presumen pronto.
Cuando llega a la edad de ir a la escuela, Fernanda envía a
Amaranta Úrsula a un instituto privado, pero le niega la
posibilidad de ir a estudiar a Aureliano Babilonia, quien queda al
cuidado de su bisabuela, Santa Sofía de la Piedad.

Finalmente, Úrsula muere luego de que se agraven sus periodos


de desvarío. Su muerte ya había sido prevista por Santa Sofía de la
Piedad debido a que observó que las plantas de la casa se estaban
comportando en forma errática. Pocas personas van a su entierro,
en parte porque tenía tantos años que muy pocos la recuerdan en
Macondo, en parte porque la gente está concentrada en un
extraño suceso: en esos días, los pájaros comienzan a
desorientarse y se estrellan contra paredes y casas. Algunos
consideran que es a causa del extremo calor, pero otros se lo
atribuyen a la presencia del Judío Errante, opinión infundada por
el padre Antonio Isabel. Dos semanas más tarde, un monstruo
similar a un ángel al que le han arrancado las alas cae en una
trampa construida en el pueblo. Todos concuerdan que es el Judío
Errante y, aunque lo asesinan en una hoguera creyendo acabar así
con la sequía, las olas de calor no se terminan. A fin de ese mismo
año, los Buendía se enteran de la muerte de Rebeca.
Fernanda continúa con su intercambio de cartas con los médicos y
pactan una fecha para la operación que la cure de sus males
uterinos. El día previsto, Fernanda se levanta por la mañana en el
cuarto vacío y nota que le han hecho una intervención que le dejó
una cicatriz enorme en el abdomen. Días más tarde, recibe una
carta de los médicos en la que le dicen que le encontraron un
descendimiento del útero causado por el parto de Amaranta
Úrsula.

Amaranta Úrsula comienza a dar indicios de potencial para el


estudio, por lo que su padre promete pagarle un viaje a Bruselas
para que los continúe. En cuanto a Aureliano Babilonia, un día
descubre a su tío abuelo, José Arcadio Segundo, en la vieja
habitación de Melquíades y empiezan a pasar mucho tiempo
juntos. José Arcadio Segundo le enseña a leer y a escribir, lo inicia
en el estudio de los manuscritos de Melquíades y le cuenta la
historia verdadera de la masacre de la compañía bananera. Ambos
descubren que en el viejo cuarto del gitano siempre es marzo y
lunes, tal como sostuvo José Arcadio Buendía el día en que lo
tomaron por loco y lo ataron al castaño.
En esos días, Aureliano Segundo se despierta con un nudo en la
garganta que le dificulta hablar y respirar. Consciente de que se
acerca su hora, y para cumplirle la promesa a Amaranta Úrsula de
pagarle los estudios en Bruselas, realiza una rifa monumental en la
que sortean un terreno de Macondo. Con el dinero obtenido,
Amaranta Úrsula se va de la casa para estudiar en el exterior.

Meses después, José Arcadio Segundo muere de bruces sobre los


manuscritos de Melquíades y, al mismo tiempo, su gemelo
Aureliano Segundo fallece en la cama junto a Fernanda, tal como
le había prometido. Como Aureliano Segundo había perdido
mucho peso en los últimos años, los dos gemelos “vuelven a ser
idénticos en la muerte” (402). En la ceremonia mortuoria, los
encargados de enterrar los cuerpos se confunden y los ponen en
tumbas equivocadas.
Capítulo 18
Luego de la muerte de su tío abuelo, Aureliano Babilonio no
abandona por mucho tiempo el cuarto de Melquíades. Aunque
Santa Sofía de la Piedad cree que habla solo, lo cierto es que se la
pasa conversando con el fantasma de Melquíades. El espectro le
informa que sus oportunidades de volver al cuarto se están
acabando, pero está seguro de que Aureliano logrará descifrar sus
manuscritos luego de que el joven lo sorprenda al descubrir que
estaban escritos en sánscrito. Finalmente, el fantasma desaparece
para siempre y el cuarto vuelve a ser vulnerable al paso del
tiempo, las alimañas y el clima.

En el hogar no falta la comida, ya que Petra Cotes les hace llegar


alimento como lo hacía cuando vivía Aureliano Segundo. Al
principio, su gesto busca humillar a Fernanda, quien no le dejó ver
el cuerpo de Aureliano Segundo luego de su muerte. Luego lo
sostiene por orgullo y, finalmente, por compasión ante la amarga
esposa de su amante. Una vez muerta Úrsula, sin nadie que la
ayude y con la casa derrumbándose por el paso del tiempo y el
avance de la naturaleza, Santa Sofía de la Piedad decide dejar la
casa de los Buendía, rendida ante el abrumador trabajo de
mantenerla. Aureliano Babilonio, el único que la quiere en la casa,
le da catorce de los pescaditos de oro que quedan y nunca se
vuelve a saber de ella.

Solos, Fernanda y Aureliano conviven sin intercambiar palabra


alguna en la casa. Aureliano se encarga de cocinarle a Fernanda
mientras ella pasa los días mandándose cartas con sus hijos. Un
día, Aureliano quiere salir de la casa para ir a la tienda del sabio
catalán, un viejo negocio de libros. Según le dijo Melquíades, allí
conseguiría unos tomos para terminar de descifrar los
manuscritos. Cuando le pide permiso a Fernanda, ella se lo niega y
cierra las puertas con llaves. Días más tarde, sorprendido de que
no haya tocado la comida que le dejó en la noche, Aureliano la
encuentra muerta en su habitación, más bella que nunca, y vestida
con el traje de reina con el que había llegado a Macondo. Al día
siguiente, Aureliano compra el libro en la tienda del sabio catalán.

Cuatro meses más tarde, cuando José Arcadio llega de visita, el


cadáver de su madre sigue igual de hermoso, como si estuviera
momificado, en la cama. Luego de leer una carta en la que
Fernanda confesaba todas las tristezas omitidas en sus
correspondencias, José Arcadio descubre el verdadero origen de
Aureliano y pasan un tiempo de hostilidad en la casa. Sin
embargo, José Arcadio no se molesta por las mentiras de su
madre, ya que todo lo que él le contaba a ella era también una
farsa. José Arcadio había abandonado sus estudios religiosos
desde el momento en que pisó Roma.

Un año más tarde, José Arcadio se toma la costumbre de llevar


niños del pueblo a la casa. Allí se entretiene jugando con ellos,
durmiendo siestas en la misma cama, y tomando duchas
compartidas en las que José Arcadio recrea los baños lujuriosos
que le daba su tía bisabuela Amaranta, quien lo trataba de un
modo poco apropiado cuando era niño.

Un día, cuatro de sus jóvenes predilectos están en el cuarto de


Úrsula cuando el suelo se vuelve transparente y revela el escondite
del oro de la estatua de San José que guardaba la tatarabuela
hacía años. Hecho con una inmensa fortuna, José Arcadio realiza
múltiples parrandas junto a los jóvenes, en la que no mide
excesos. Un día, luego de bañarse en champagne con ellos, los
encuentra durmiendo desnudos en una habitación destruida.
Asqueado de sí mismo, los echa de la casa a las azotadas.

A partir de ese momento, una crisis de asma lo invade y Aureliano


comienza a hacerse cargo de él y a cuidarlo. Los primos inician
entonces un fuerte vínculo; pasan el tiempo conversando,
intercambiando conocimientos y ayudándose mutuamente en las
labores de la casa. Un día aparece en la casa el último de los hijos
del coronel Aureliano Buendía: Aureliano Amador. Luego de años
escapando de las autoridades para que no lo fusilaran, Aureliano
Amador pide refugio en el hogar de los Buendía. Sin embargo, los
primos creen que es un impostor y lo echan del lugar. En ese
mismo momento, unos policías lo interceptan y le disparan dos
tiros en la cruz de su frente.

Meses después, José Arcadio está tomando un baño cuando


aparecen los cuatro jóvenes que había echado a azotadas. Los
niños lo ahogan en el agua y luego se escapan con las tres bolsas
de oro que quedaban. Cuando Aureliano lo encuentra, el cadáver
aún está “pensando en Amaranta” (425). La tristeza lo domina:
“Sólo entonces comprendió cuánto estaba empezando a quererlo”
(425).

Capítulo 19
En diciembre, Amaranta Úrsula regresa a Macondo con su
marido Gastón, un elegante flamenco que la acompañó con la idea
de que volverán pronto. Lejos de eso, Amaranta tiene la idea de
quedarse a vivir allí, impulsada por los recuerdos felices de su
infancia. Al llegar, se sorprende del deterioro de la casa y
comienza a dedicar los días en restaurarla: revive las plantas,
consigue trabajadores para que restablezcan paredes y pisos, y
cambia el lúgubre mobiliario de su madre por muebles
importados y más agradables. También le regala prendas juveniles
a su sobrino y le enseña a bailar la música de moda en Europa.
Amaranta Úrsula tiene la personalidad activa e indomable de
Úrsula y su belleza compite con la de la propia Remedios, la bella.
Su presencia alegre y moderna le da un aire nuevo al hogar.
A un año de su llegada, Amaranta sigue igual de decidida a
permanecer en Macondo. Debido a ello, Gastón decide impulsar
un negocio de correspondencia por aeroplano en el pueblo. Lo
hace sobretodo para sortear el tedio porque ya se aburrió de la
fauna, los pocos entretenimientos locales y los intentos frustrados
de entablar vínculo con Aureliano, quien se muestra ensimismado
y poco conversador.

El regreso de Amaranta cambia la vida de Aureliano por completo.


Para entonces, él ya es libre de caminar y recorrer el pueblo a su
antojo, y se la pasa en la tienda del sabio catalán donde se hizo de
cuatro amigos: Álvaro, Germán, Alfonso y Gabriel Márquez. También
comparte amistad con una prostituta mulata llamada Nigromanta.
Pese a ello, lo cierto es que se enamoró apasionadamente de su
prima desde el momento en que la vio llegar a su hogar. Para
colmo, Amaranta y Gastón no pierden la ocasión de revolcarse en
cualquier lugar de la casa y en cualquier momento del día, lo que
lo abruma profundamente.
Despechado, Aureliano comienza a acostarse con Nigromanta,
quien, cuando él le confiesa su amor por Amaranta, decide
cobrarle sus servicios. También empieza a frecuentar un burdel
con sus amigos. De todos ellos, es con Gabriel con quien mayor
complicidad tiene, debido a que es bisnieto de Gerineldo Márquez -
el mejor amigo del coronel Aureliano Buendía- y el único que le
cree cuando cuenta los acontecimientos de la masacre realizada
por la compañía bananera.
En esos días, aburrida por la ausencia de Gastón, quien,
comprometido con su negocio de correspondencia aérea,
frecuenta poco la casa, Amaranta comienza a pasar más tiempo
con su sobrino. Una tarde, ella se lastima un dedo abriendo una
lata de melocotón y Aureliano se apura a lamérselo. Cuando ella
se inquieta por el gesto, él le revela sollozando la verdad de su
amor. Ella se enoja con él y manifiesta que se irá de Macondo.

Los días siguientes, Aureliano y sus amigos comienzan a


frecuentar un burdel clandestino hasta el momento desconocido
por ellos, que está repleto de animales salvajes y de naturaleza. La
dueña es nada más ni nada menos que Pilar Ternera, quien, luego
de pasar su vida dando consejos amorosos, comenzó a hacer de
su sabiduría un negocio. La mujer lo reconoce de inmediato
debido a su parecido al coronel Aureliano Buendía. Además, Pilar
descubre el motivo del sufrimiento de Aureliano a fuerza de
haberlo visto repetido en múltiples ocasiones en la familia
Buendía. Cuando él le expresa sus pesares, la mujer le dice que
vaya a buscar a Amaranta, porque ella lo está esperando.
Aureliano vuelve a la casa decidido a enfrentar a Amaranta, y
aprovecha que Gastón se encuentra escribiendo una carta en la
habitación contigua para tener un momento a solas con ella. Una
vez en el cuarto, Aureliano empieza a arrinconar y presionar a la
joven para que ceda ante su lujuria. Ella se resiste en un principio,
pero luego comienza a divertirse con la situación. Finalmente, el
acto se consuma sin que Gastón se entere de ello.

Capítulo 20
Una tarde, Aureliano se entera de la muerte de Pilar Ternera. Su
muerte coincide con el retorno del sabio catalán, el insuperable
maestro de Aureliano y sus cuatro amigos, a sus tierras de origen.
Tres meses después, reciben un sobre grande de él con decenas
de retratos y cartas escritas en altamar. En las últimas cartas, el
sabio catalán les recomienda que huyan de Macondo. Álvaro es el
primero en hacerle caso. Luego lo siguen Alfonso y Germán. Por
último se va Gabriel, luego de ganar un pasaje a París.
Sin más nadie cerca, Aureliano y Amaranta quedan “recluidos por
la soledad y el amor” (457) en la casa de los Buendía. Para su
mayor felicidad, Gastón viaja a Bruselas con el objetivo de volver a
Macondo volando, cansado de esperar un aeroplano que le
prometieron por correspondencia. Los amantes se hunden en una
pasión tan desenfrenada que se olvidan de la realidad, mientras la
casa vuelve a ser atacada por las alimañas, la naturaleza y las
hormigas coloradas. Ambos quedan “flotando en un universo
vacío donde la única realidad cotidiana y eterna es el amor” (460).

Finalmente, Amaranta recibe una carta de Gastón en la que le


notifica que está por regresar. Ella se sincera y le responde que,
aunque lo quiere, no concibe vivir sin Aureliano. En lugar de
enojarse, Gastón le responde deseándoles la felicidad que él
mismo conoció junto a ella. El problema se presenta cuando se les
acaba el dinero que suministraba Gastón, único ingreso del hogar
en el momento. Pese a sus intentos, la pobreza los alcanza sin
acabar por ello con el amor y la felicidad de la pareja. Un día,
Amaranta descubre que está embarazada.

Durante ese tiempo, la pareja comienza a indagar sobre el origen


de Aureliano. Temen que haya nacido producto del amorío entre
Aureliano Segundo y Petra Cotes, lo que los volvería a ellos medio
hermanos. Luego de recabar información por la casa y el pueblo, y
sin encontrar ninguna respuesta que confirme sus sospechas,
deciden conformarse con la historia de la canasta de Fernanda,
menos por convencimiento que para acallar sus miedos.
A medida que avanza el embarazo, la casa termina de ser
consumida por la vegetación y las hormigas coloradas, y los
amantes se recluyen definitivamente en el cuarto de Fernanda.
Cuando intentan dormir, oyen en la casa los sonidos de todos los
muertos de la familia: Úrsula entrometiéndose en todo, José
Arcadio Buendía intentando comprobar la existencia de Dios,
Fernanda rezando y el coronel Aureliano haciendo la guerra, entre
otros. Aprenden entonces que las obsesiones prevalecen después
de la muerte, y se alegran con ello porque significa que van a
seguir amándose después de la muerte.
Un domingo, Amaranta da a luz a su hijo: “El único en un siglo que
había sido engendrado con amor” (465). Cuando lo revisan
minuciosamente, descubren que tiene una cola de cerdo, pero no
se asustan porque desconocen la maldición que siempre pesó
sobre la familia. La alegría les dura poco, porque Amaranta
comienza a desangrarse y, pese a que hacen todo para impedirlo,
muere.

Luego de vagar desolado por todo Macondo, Aureliano vuelve a la


casa y se encuentra con que su hijo está muerto y se lo llevan las
hormigas coloradas hacia su madriguera. En ese momento,
recuerda el epígrafe de los manuscritos de Melquíades: “El primero
de la estirpe está amarrado en un árbol y al último se lo están
comiendo las hormigas” (469). Reconoce en el momento que en
los manuscritos del gitano está escrito su destino, y corre al cuarto
de Melquíades a buscarlos. A medida que los lee, se revelan frente
a él todos los secretos de la familia, mientras un viento tibio que
arrastra las voces del pasado comienza a arremeter contra la casa.
Cuando llega al final, la lectura le muestra su propio presente. Allí
dice que está previsto que la ciudad sea borrada del mundo y de
la memoria de los hombres cuando Aureliano Babilonia acabe de
descifrar los pergaminos, “porque las estirpes condenadas a cien
años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la
tierra” (471). En ese momento, un torbellino arrasa con todo
Macondo.

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