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09 - One Love - Fiona Davenport Versión 1
09 - One Love - Fiona Davenport Versión 1
Cross
ONE LOVE
FIONA DAVENPORT
5 años…
— ¡Cariño! ¡Estoy en casa!— grité mientras corría hacia la sala
de juegos.
Mi mejor amiga, Gracie, vaya, me refiero a esposa, dejó de lavar
los platos en la pequeña cocina y corrió hacia mí con una gran sonrisa.
— ¡Bienvenido a casa!— gritó. Me dio un gran abrazo de oso y un beso
en los labios, haciéndome sonreír.
Quería a mi Gracie. Había sido mi mejor amiga desde que éramos
bebés y seríamos amigos para siempre. Incluso me dejaba llamarla
Gracie cuando nadie más podía hacerlo.
Algún día, cuando creciéramos, nos casaríamos y lo haríamos de
verdad.
Seríamos como mi madre y mi padre. Nos casaríamos, nos
besaríamos todo el tiempo y traeríamos a casa muchos bebés. Gracie
dijo que ama a bebés, y solo quiero que mi Gracie sonría todo el
tiempo.
8 años…
—De acuerdo, niños. — dijo Jonah, el padre de Gracie. —Es hora
de ir a la cama. Arriba, las chicas a la derecha, los chicos a la
izquierda.
Dejé de jugar a mi videojuego y miré a Gracie, acurrucada a mi
lado leyendo. Siempre tenía la nariz metida en un libro, y me
encantaba burlarme de ella por eso. Me sacaba la lengua y me
informaba con altanería de que algún día me mataría con un libro.
14 años…
—Aléjate de ella. — gruñí mientras me acercaba al casillero de
Gracie.
Justin, un jugador de fútbol universitario y todo un imbécil, giró
la cabeza para mirarme incluso mientras acercaba su cuerpo a Gracie.
—Piérdete, imbécil. — La tenía inmovilizada contra el casillero con los
brazos a ambos lados de la cabeza.
— ¿Tienes problemas de audición, además de descerebrado?—
pregunté al llegar a ellos. Nunca había sido de los que estereotipan a
la gente, pero Justin era un excelente ejemplo del término “atleta
tonto”. El tipo podía atravesar una línea de defensores en el campo sin
sudar, pero no podía responder a una pregunta de matemáticas a
menos que fuera igual a “esta cantidad”. —Mueve los brazos antes de
que los rompa.
Gracie se movió incómoda y me miró con ojos azules suplicantes.
Su padre se había asegurado de que todas sus chicas supieran
defenderse, pero Justin era al menos el doble de grande que ella.
Afortunadamente, yo había pegado un estirón durante el primer
semestre del primer año y había desarrollado un físico bastante
fornido gracias al boxeo y al entrenamiento con pesas. Si Justin
tuviera sentido común, se daría cuenta de que no tenía ninguna
posibilidad contra mí.
En cambio, el idiota se rió. — Vuelve al laboratorio de
computación, nerd. Voy a lamer esta pequeña y sexy magdalena.
16 años…
Aparté mi boca de la de Gracie y me dejé caer contra el asiento,
respirando con dificultad y deseando que mi cuerpo se parara.
Literalmente. Gracie se contoneó en mi regazo y gimió mientras
buscaba mis labios de nuevo. Hizo falta todo mi control para levantarla
y depositarla de nuevo en el asiento del copiloto de mi coche.
—Pensé...— se quedó sin palabras y se acurrucó en sí misma.
—Oye. — Me acerqué a la consola y le aparté los hermosos rizos
rojos de la cara. —No dudes nunca de lo mucho que te quiero, bebé.
— le dije con voz ronca. —Pero si no nos detenemos, voy a perder la
El día de la graduación.
Por fin.
Había esperado, había sido un caballero -en su mayoría- porque
quería que todo fuera perfecto para mi Gracie. Casi había logrado
hacerme capitular un par de veces mientras estábamos calientes y
pesados. Me merecía una puta medalla por haber esperado hasta que
cumplimos los dieciocho años.
Mi cumpleaños había sido hace varios meses, pero el de Gracie
era mañana. Hoy cruzaríamos el escenario y dejaríamos atrás nuestra
infancia, pudiendo por fin ser los adultos en los que nos habíamos
convertido hacía tiempo.
Sinceramente, podría haberme graduado en el instituto en mi
primer año si hubiera aceptado cuando me pidieron que me saltara
tres cursos. Pero me había negado a dejar a Gracie. Había hecho tal
berrinche -solo tenía siete años- que mis padres finalmente se dieron
cuenta de que nunca podrían separarnos y, desde entonces, nadie lo
intentó.
Ambos habíamos crecido en hogares con padres cuyo amor por
el otro rozaba la obsesión. Nos enseñaron a amar con fuerza cuando
se trataba de las personas adecuadas. Y a perseguir nuestro destino,
fuera cual fuera. Sabía que ambos queríamos lo que nuestros padres
tenían, y lo habíamos encontrado en el otro.
Así que había seguido el camino, completando mis estudios solo
para estar cerca de mi Gracie. Nunca quise que ella se sintiera como
si me retuviera, así que no mencioné que también había completado
mi licenciatura en nuestros cuatro años de instituto.
Mi plan era graduarme, casarme y formar nuestra familia, pero
Gracie tenía dudas sobre si debía lanzarse de inmediato. No quería
vivir de nuestros fondos fiduciarios; quería ir a la universidad,
graduarse, hacer carrera y poder mantener a nuestra familia por
nuestra cuenta.
18 años…
Fin…