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Principio de Economia Procesal
Principio de Economia Procesal
se busca la celeridad en la solución de los litigios, es decir, que se imparta pronta y cumplida
conservación del proceso a pesar de haberse incurrido en determinado vicio, señalado como
causal de nulidad.
alegado como excepción previa. Esto, con la única excepción de la falta de competencia
funcional. Los hechos que configuran excepciones previas (como la competencia), no podrán ser
alegados como causal de nulidad por el demandante, ni por el demandado que tuvo la
oportunidad de proponer dichas excepciones, salvo cuando la nulidad sea insaneable. En lo que
tiene que ver con la competencia, se considera que el demandado que no propuso la excepción
previa de falta de competencia, prorroga ésta, lo cual no implica vulneración del derecho de
defensa.
Alude a la exigencia de que el proceso debe conseguir su objetivo de dar una solución pacífica y
justa a los conflictos con el menor esfuerzo posible de tiempo, trabajo y dinero. A este fin
económico deben responder tanto la regulación del proceso, como la actuación de los Jueces y
Tribunales al aplicar las normas procesales. Si para una necesidad procesal son posibles varias
alternativas igualmente válidas, debe elegirse la más rápida y eficaz y la menos costosa. En el
ordenamiento procesal son varias las instituciones que responden a este principio, como, por
ejemplo, la reconvención, que permite resolver en un solo proceso pretensiones de ambas partes,
la acumulación de acciones o la facultad del Juez de rechazar pruebas inútiles
Con respecto al orden en que deben cumplirse los actos procesales, existen, en la legislación
comparada, dos principios básicos: el de unidad de vista o de indivisibilidad y el de preclusión. De
acuerdo con el primero, de cuya aplicación suministra un ejemplo la ordenanza procesal civil
alemana, los distintos actos que integran el proceso no se hallan sujetos a un orden consecutivo
riguroso, de manera tal que las partes pueden, hasta el momento en que el tribunal declara el
asunto en condiciones de ser fallado, formular peticiones, oponer defensas y proponer elementos
probatorios que no se hicieron valer en un período anterior. Según
el segundo, que tiene su raíz histórica en el proceso romano Canónico, y es el que domina en
nuestro ordenamiento jurídico, el proceso se halla articulado en diversos períodos o fases dentro
de cada uno de los cuales deben cumplirse uno o mas actos determinados, con la consecuencia de
que carecen de eficacia
aquellos actos que se cumplen fuera del período que les está asignado.
Por efecto de la preclusión adquieren carácter firme los actos cumplidos dentro del período o
sección pertinente, y se extinguen las facultades procesales que no se ejercieron durante su
transcurso. Así, en el código procesal argentino, por ejemplo, la no
deben oponerse, en el proceso ordinario, dentro de los primeros diez días del plazo para contestar
la demanda, no siendo admisible que, con posterioridad, se reproduzcan las ya deducidas, o se
deduzcan otras que no fueron planteadas en su momento; la falta de interpretación de un recurso
dentro del plazo respectivo produce la extinción de la facultad pertinente y lo decidido adquiere
carácter firme, etcétera.
Tras definir a la preclusión como la pérdida, o extinción, o consumación de una facultad procesal,
Chiovenda explica, con toda claridad, que tales situaciones pueden ser consecuencia de: 1) no
haberse observado el orden señalado por la ley a su ejercicio, como los plazos perentorios o la
sucesión legal de las actividades y de las excepciones; 2) haberse realizado una actividad
incompatible con el ejercicio de la facultad como la proposición de una excepción incompatible
con otra, o el cumplimiento de un acto incompatible
con la intención de impugnar una sentencia; 3) haberse ejercitado ya válidamente una vez la
facultad (consumación propiamente
dicha).
Principio de adquisición
En materia procesal, si bien las cargas de la afirmación y de la prueba se hallan distribuidas entre
cada una de las partes, los resultados de la actividad que aquellas realizan en tal sentido se
adquieren para el proceso en forma irrevocable, revistiendo carácter común a todas las partes que
en el intervienen.
De acuerdo con el principio de adquisición, por lo tanto, todas las partes vienen a beneficiarse o a
perjudicarse por igual con el resultado de los elementos aportados a la causa por cualquier de
ellas.
La vigencia del principio enunciado impide, por ejemplo, que alguna de las partes que produjo una
prueba desista luego de ella en razón de serle desfavorable; que el ponente de las posiciones
pretenda eventualmente desconocer los hechos afirmados en el pliego respectivo; que el actor
niegue los hechos expuestos en la
Tiene aplicación sobre todo en materia de prueba y conforme al mismo, la prueba aportada es
razón para el proceso y no para quien la aporta, es decir la prueba se aprecia por lo que demuestra
y no por su origen. El Artículo 177 del Código Procesal
Civil y Mercantil, recoge claramente este principio al establecer que el documento que una parte
presente como prueba, siempre probará en su contra y el Artículo 139 del mismo cuerpo legal
estipula que las acciones contenidas en su interrogatorio que se refiere a hechos personales del
interrogante (articulante) se rendirán como confesión de éste.