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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA ACADÉMICO - PROFESIONAL DE
HISTORIA:

ALUMNO:

Ricardi Andree Turpo Mamani

CURSO:

Historia del género y la sexualidad

CICLO:

VII ciclo.

PROFESOR:

Maxwell Quiroz Castillo

FECHA Y AÑO:

18 de julio del 2019

TEMA:

Análisis del libro: “La violencia de género en la antigüedad” de


María Dolors Molas Font (2006)
1 - Presentación:

La violencia de género, es una de las “formas de violencia más común y silenciosa de la sociedad,
específicamente hacia las mujeres y minorías LGTBQ” (Segato, 2014). Este tipo de violencia
existe con diversas formas y variantes en cualquier sociedad del mundo, pero, “este tipo de
violencia tiene unos orígenes antiguos basados en el mito y fundamentados por la literatura, la
tradición, el teatro y el arte” (Pomeroy, 1999).

Este tipo de violencia tuvo un alto grado de expresión, desarrollo y ejecución en las dos culturas
clásicas de la antigüedad: Grecia y Roma; de allí surgieron muchos estereotipos y formas de
maltrato hacia las mujeres que son desarrolladas con algunas variantes, algunas modificaciones,
y de una forma menos notoria hasta el día de hoy; de esta forma, “la brutal expresión violencia
de género es el peor legado dejado por estas dos brillantes civilizaciones del mundo antiguo”.
(Venegas, Reverte y Margo Venegas, 2016)

Para poder entender mejor los orígenes de este tipo de violencia, que hoy por hoy implica un
elevadísimo índice de feminicidios y violencia familiar, es necesario antes que nada el analizar
y comprender los orígenes de la violencia de género en el mundo occidental; eso es lo que se
hará en el presente ensayo monográfico basándonos en el análisis crítico y por capítulos del
libro “La violencia de género en la antigüedad” de María Dolors Molas Font y usando como
anexos algunos libros de literatura para ilustrar y complementar lo expuesto.

Finalmente, este trabajo está escrito con un lenguaje coloquial y con un enfoque simple pero
estructurado, lo cual creemos no desmerece para nada la calidad del presente trabajo pues
consigue todo lo contrario: hacer que este trabajo sea comprensible para todo tipo de lectores.
De haber en este trabajo algún error, es responsabilidad propia del autor el asumirlo, y de haber
una concisión total (que esperamos que sea) es también propio el asumirla, aunque no de un
modo totalitario: pues se ha creído por conveniente el hacer el análisis de un solo libro para
hacer este trabajo, y para las acotaciones complementarias, el uso de algunas fuentes
bibliográficas secundarias.

Atentamente: El autor.

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2 - La violencia de género en la antigüedad: Análisis
crítico y conceptual del libro homónimo de María
Dolors Molas Font
Análisis crítico y conceptual de los capítulos del libro antes mencionado

2.1 - Análisis del capítulo I: La mujer como sujeto pasivo de la literatura griega

Grecia, cuna de la civilización occidental, y “expresión máxima del patriarcado en la historia


universal” (Blasquez Graf, 2011), tuvo una literatura netamente machista (a pesar de que en la
literatura griega sobresalieron mujeres como Safo, Erina y Corina) en la cual las mujeres eran
ridiculizadas, humilladas, estigmatizadas y denigradas de forma flagrante y sin rodeos.

Veamos ahora la situación de la mujer en la literatura griega:

 En la poesía épica: La mujer es vista como la causante del mal. Ejemplo: La imagen de
Pandora, la primera mujer del mundo según la mitología griega.
 En la historiografía: La mujer es vista como un ser maligno y dominante, capaz de llegar
a cometer crímenes con tal de afirmarse en el poder, esto al menos cuando la mujer es
perteneciente a la nobleza. Lo antes mencionado fue escrito en múltiples pasajes de la
obra “Los nueve libros de la historia” de Herodoto.
 En la tragedia: La mujer es vista como un ser obsesivo, sin escrúpulos, calculador y frio
cuya belleza es causa de perdición y de conflictos. Relatan estas cualidades diversos
dramaturgos griegos como Eurípides y Aristófanes.
 En la prosa. La mujeres humillada y comparada con las cosas negativas de la vida. Entre
los prosistas más misóginos debemos destacar a Simónides de Amorgos: El yambo de las
mujeres, y a Hesíodo: La Teogonía, los trabajos y los días.

2.2 - Análisis del capítulo II: Las violencias contra las mujeres en la poesía griega: de Homero
a Eurípides

En las obras de estos dos célebres autores griegos pueden verse distintas formas de violencia
hacia las mujeres:

 La violencia simbólica: Se expresa en la obra de Hesíodo siglo VIII a.C (Teogonía, Los
trabajos y los días), Simónides de Amorgos 556 - 468 a.C (Yambo de las mujeres) y Eurípides
480 - 406 a.C (Hipólito, Las troyanas); las mujeres son condenadas y comparadas con el mal,
la muerte, los antivalores y la calamidad.
 La violencia material: Se expresa de forma velada en las obras de Homero siglo IX a.C (La
Ilíada y La Odisea) y Aristófanes 445 - 380 a.C (Lisistrata, Las asambleístas); estas obras

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muestran que en esa época los castigos eran humillantes para las mujeres, y de que estas
eventualmente respondían a la violencia de una forma amenazadora, lo cual era visto
como símbolo de salvajismo.
 La violencia sexual: Esta visible en la mayoría de mitos griegos, ya que muchos héroes de
la mitología griega fueron producto de violaciones y uniones irregulares entre los dioses
y las doncellas. La mayoría de estos mitos, fueron recopilados por Hesíodo (Teogonía).
 La violencia en los conflictos bélicos: Las mujeres son las que más sufren en este tipo de
situaciones, Homero menciona el triste destino de las troyanas en su obra La Ilíada:
esclavitud, violaciones, asesinato (la muerte de Polixena) y matrimonios forzados.
Además, lo dicho por Homero, fue reproducido por el dramaturgo Eurípides en diversas
obras teatrales como: Las troyanas, Hécuba, Andrómaca.

2.3 - Análisis del capítulo III: Violencia y misoginia: Los raptos

La mitología griega es rica en raptos, los raptos son una forma de violencia simbólica y material
palpante en el mundo grecorromano, donde las mujeres son víctimas y simples instrumentos de
goce para el varón.

Pues bien, en la mitología griega algunos raptos son provocados por algunas mujeres (como
Helena) por el poder de seducción que estas poseen, ya sea que estas sean víctimas de esta o que
utilicen esta para fines perversos.

Como ejemplo de mujeres seductoras, y por ende fatales aparecen en la mitología griega los
nombres de Pandora, Helena, Circe y Calipso. Y como ejemplos de mujeres monstruosas,
aparecen la Equidna, la Esfinge y las Gorgonas.

Finalmente, los dioses para satisfacer sus deseos carnales utilizan el rapto como una forma de
satisfacer sus bajos instintos, de esta forma son originarios muchos semidioses y mortales como
Perseo y Hércules.

2.4 - Análisis del capítulo IV: Matrimonio y violencia en la ciudad - estado griega patriarcal

El matrimonio en la antigua Grecia era visto como un medio de ascenso social concertado entre
las familias influyentes, por esta razón los matrimonios eran arreglados cuando los contrayentes
eran niños, y las uniones matrimoniales eran celebradas cuando la contrayente tenía entre 15 y
18 años y el novio entre los 20 y 30 años; existían dos formas de arreglar estos matrimonios: la
hedna (el novio hacia regalos a la familia de la novia para que el matrimonio se concertase) o la
dote (cuando la familia de la novia daba dinero o propiedades para que el matrimonio se llevara
a cabo). Así, ante las dos formas de matrimonio expuestas, hay que decir que el matrimonio en
si era un elemento de discriminación; pues tanto la hedna como dote eran elementos de
exclusión social y diferencia de status entre las propias mujeres, además la repatriación de los
derechos de estas (cuando la mujer enviudaba) era un elemento de exclusión y una situación
que generaba a la larga muchos conflictos familiares.
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El matrimonio de las mujeres en Grecia era importante, pues la mujer que no se casaba estaba
condenada a la orfandad y a la mendicidad, ya que las mujeres no tuvieron libertad de oficios;
aunque había una posibilidad de trabajo para las mujeres: la prostitución, pero este trabajo solo
era valorado de forma negativa por los hombres y la sociedad en general, aunque era común
que entre los griegos adinerados y de clase media tener amantes, concubinas e ir a los
prostíbulos.

La sociedad griega, a la par de no permitir oficios a las mujeres, las recluía en el espacio
doméstico del hogar (gineceo), permitiéndoles solo la salida del hogar en las fiestas de Afrodita,
Deméter y Atenea, aunque en el campo no había mucho control en las salidas. Por lo tanto, el
matrimonio era un medio de control social de las mujeres y sus actos, control que recién
comenzó a minimizarse en la época helénica de Grecia (siglo III a.C)

La edad del matrimonio en la antigua Grecia, aparentemente es censurable, pues las mujeres se
casaban en plena adolescencia y ello conllevaba a la “muerte simbólica” de la mujer manifestada
en ciertas tradiciones como: el cortejo de bodas en el cual la novia abandonaba para siempre la
casa paterna, la quema de las ruedas del coche nupcial, el banquete de bodas y la ablación de las
recién casadas.

2.5 - Análisis del capítulo V: Prostitutas y adúlteras. Cuerpos usados y espíritus seducidos

La situación de las mujeres en Grecia era determinada por el status de la familia de la mujer (en
la Grecia de los siglos V- IV a.C, las clases sociales fueron: los ciudadanos, los extranjeros y los
esclavos), y dentro de todo este conglomerado social existía un grupo social femenino
condenado a la falta total de derechos: las prostitutas.

Las prostitutas se dividían en tres clases: prostitutas, cortesanas y concubinas (hetairas), y tenían
diverso origen social; de hecho, entre las prostitutas había mujeres solteras libres, esclavas y de
“alquiler” (o sea cuando los padres y los esposos prostituían a su hijas o esposas en momentos
de apremio económico).

En la literatura moderna, aparecen escasas menciones a las prostitutas del periodo


grecorromano; aunque existen tres versiones sobre el rol de estas mujeres enmarcadas en las
obras de Pierre Louys (1870 - 1925): Afrodita. Costumbres antiguas (en donde su personaje
principal, una cortesana llamada Krysis es una mujer extranjera, famosa cortesana en Alejandría,
la que por causa de su obsesión por tres objetos muere; paralela a esta historia hay una
descripción hipotética de las cortesanas y prostitutas alejandrinas de la época tolemaica) y Las
canciones de Bilitis (en las que una ficticia cortesana llamada Bilitis narra diversos hechos de su
vida en poemas), y la obra de Anatolé France (1844 - 1924) intitulada: Taís, la cortesana de
Alejandría (en donde se describe el origen, la vida lujuriosa, el arrepentimiento y la muerte de
Taís una cortesana del siglo V d.C)

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El adulterio y la seducción en el mundo griego real (no tanto en el mundo mitológico), eran
castigadas de forma brutal y desproporcionada. Las adulteras eran castigadas con la muerte civil
y el defenestramiento de su núcleo familiar. Por otro lado, las mujeres que eran seducidas por
algún hombre casado, eran reducidas a la esclavitud o a la prostitución.

Finalmente, las mujeres asumían el estatus social de sus maridos, aunque en el siglo V a.C en
Atenas se prohibieron los matrimonios entre ciudadanos y extranjeras, lo cual obligaba a las
mujeres extranjeras a usar representantes legales; y para concluir, el único oficio que una mujer
podía desarrollar con toda libertad era el de la prostitución, aunque esto no siempre implicaba
el aprecio de la sociedad.

En la literatura griega, para analizar mejor la situación social de las prostitutas y los conflictos
por las dotes matrimoniales, es conveniente revisar los siguientes discursos de Demóstenes 385
- 322 a.C: Contra Neera (una cortesana), Sobre la herencia de Estefano y Sobre el asesinato de Fanón.

2.6 - Análisis del capítulo VI: Persecución, desesperanza y muerte femeninas en las imágenes
griegas:

En el mundo griego existen numerosas representaciones artísticas de actos persecutorios y de


muerte femenina. Estos actos se expresaron artísticamente en vasijas, ánforas y murales, que
tuvieron los siguientes tipos de representación:

 Dioses o mortales que persiguen a mujeres o a hombres: Como la persecución de Zeus y


Gamínides, o la de Perseo y Tetis.
 Hombres armados y desarmados persiguiendo a mujeres: En algunos casos, la
persecución de hombres y mujeres va precedida de nombres cortos, lo cual presume de
que algunas de estas escenas persecutorias no fueron bélicas sino rituales, o sea, propias
de cortejos amorosos.
 Escenas míticas de persecución y muerte: La persecución entre Perseo y Tetis, la muerte
de Ifigenia (hija de Agamenón y Clitemnestra) y la muerte de Polixena (hija de Príamo y
Hécuba).

Estas representaciones artísticas sirven para comprender y analizar en su verdadera dimensión


algunas características de la vida griega como el matrimonio, los horrores de la guerra y la
generalización del acoso.

2.7 - Análisis del capítulo VII: Mito y violencia sexuada en las Metamorfosis de Ovidio

Ovidio 43 a.C - 17 d.C, importante poeta romano fue desterrado de Roma en el año 8 d.C por
unos escritos polémicos en su obra Metamorfosis.. Estos escritos tienen que ver con el
replanteamiento de los siguientes mitos griegos y romanos:

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 El rapto de las Sabinas: En este mito, puede verse la violencia y el ardid que emplearon
los romanos para proveerse de mujeres.
 El mito de Pigmalión: En este mito, puede verse que solo el hombre puede tener deseos
de amor y que la mujer, soloes un ente pasivo e ignorante de sentimientos.
 Los mitos de Biblis y Mirra: En estos mitos, pueden verse que las mujeres no son seres
llenos de sentimientos, sino seres obsesionados con lo prohibido, pues en estos mitos las
protagonistas tienen placeres incestuosos (Biblis obsesionada con su hermano, y Mirra
con su padre).

Además, existen otros mitos en donde la violación y la indefensión de la mujer son usadas por
los hombres para satisfacer sus bajas pasiones, como el mito de Perseo y Andrómeda y el de
Júpiter y Dánae.

2.8 - Análisis del capítulo VIII: La violencia del poder

Las mujeres en la época helénica (siglo III a.C) y romana (siglos II a.C - V d.C), tuvieron más
poder participativo en la política, los negocios y otros aspectos de la vida cotidiana que en la
época griega clásica (siglos VII - IV a.C). En el siguiente caso, hay tres ejemplos negativos de
como la mujer ejerció poder (o influencia) sobre algunos emperadores del imperio romano de
forma negativa, estas mujeres fueron:

 Livia (58 a.C - 29 d.C): Esposa de Octavio Augusto, fue la madre de Tiberio que fue hijo
de otro hombre, murió desterrada por orden de su hijo.
 Mesalina (25 - 48 d.C): Esposa del emperador Claudio, fue una infiel contumaz, murió
por orden del senado romano.
 Agripina (15 - 59 d.C): Prima y esposa del emperador Claudio, convenció a este que legase
el poder a su hijo Nerón y para asegurarse de ello ordenó el asesinato de Claudio; cuando
su hijo accedió al poder, esta le reprochaba sus actitudes disolutas lo cual provocó que su
hijo ordenara su asesinato que se llevó de forma espantosa.

Estas mujeres, con sus vicios y defectos representaron un poco los intentos de la mujer por influir
en el poder, influencias que fueron vistas como negativas y perversas por la sociedad de su
tiempo (por la crueldad y demagogia con la que actuaron) y por sus hijos (los cuales jamás
aceptaron que habían llegado al poder por la vara y actos de sus madres).

2.9 - Análisis del capítulo IX: Plutarco: autoridad e identidad femeninas en Esparta

Plutarco, en su obra Vidas paralelas, al hablar de Licurgo, un famoso reformista espartano, habla
también de ciertas peculiaridades de las mujeres espartanas y algunas muestras de su conducta.

 Las mujeres espartanas eran separadas de los niños (los cuales a los 7 años eran llevados
a los cuarteles).

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 Las mujeres se casaban a los 25 años de edad, y antes de su matrimonio eran entrenadas
en ejercicios físicos, militares y participaban en competencias deportivas.
 La mujer espartana tenía más poder sobre su hogar que la mujer ateniense, ya que
durante la ausencia de los hombres controlaba de forma efectiva su hogar y a su
servidumbre (los iliotas).
 El matrimonio espartano tenía como finalidad principal la reproducción de los hombres
(futuros soldados), además el matrimonio recién se consumaba con la permanecía fija del
hombre en la casa a partir de los 30 años de edad.
 Cuando no había un suficiente número de mujeres, un hombre podía usar por sorteo a
una mujer para que tuviese hijos (usar un vientre de alquiler) no para su beneficio familiar
sino para beneficio del estado.

2.10 - Análisis del capítulo X: Autoridad y poder en los discursos de Fulvia y Hortensia

Fulvia y Hortensia, fueron dos mujeres romanas que alcanzaron poder e influencia en el
segundo triunvirato de la república romana.

Fulvia fue una mujer que se casó en tres ocasiones, y tuvo un hijo con Marco Antonio. Hacia el
año 42 a.C, convenció a su pareja de formar un triunvirato junto a Octavio y Lépido. Antes del
asesinato de Julio Cesar, Fulvia sirvió de instigadora de tal crimen, pues censuró la conducta de
Julio Cesar (su romance con Cleopatra, reina de Egipto), y después de ese asesinato ordenó
matar a Cicerón (crítico de Marco Antonio), luego de sus gestiones para el acuerdo entre Marco
Antonio y Octavio, Fulvia murió en el año 40 a.C.

Hortensia fue la hija de un senador romano llamado Quinto Hortensio Hortalo, es famosa por
que protestó cuando en el año 43 a.C se intentó cobrar un impuesto fuertísimo a las mujeres de
las familias más importantes de Roma. La alocución de Hortensia sirvió para que se dejase sin
efecto alguno ese impuesto, porque esta mujer dijo que era imposible que las mujeres pagasen
un impuesto si no ostentaban cargo alguno, y además eran víctimas de las guerras civiles por
las muertes de sus hijos, padres, hermanos y esposos; después, argumentó que este impuesto,
era bastante oneroso (1000 sestercios por familia) y que ese impuesto traería abajo la reputación
de las mujeres de buena família.

2.11 - Análisis del capítulo XI: Mediaciones femeninas en la Vida de Antonio, de Plutarco
durante el segundo triunvirato

En la vida de Marco Antonio 83 - 30 a.C, triunviro del segundo triunvirato romano, y en su


biografía escrita por Plutarco pueden verse la influencia de varias mujeres en la vida infortunada
de este triunviro:

La influencia de Octavia, segunda esposa de Marco Antonio y hermana de Octavio, intentó


poner de acuerdo a estos dos rivales políticos, consiguiendo acuerdos como la paz de Tarento
(37 a.C); tan importante fue la presencia de Octavia, que la infidelidad de Marco Antonio con
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Cleopatra sirvió para Octavio como pretexto para hacer la guerra final contra Marco Antonio.
Cuando su hermano Octavio fue emperador, fue Octavia su principal asesora.

La influencia de Cleopatra, amante de Marco Antonio fue nefasta, ya que bloqueó los últimos
intentos de paz que Octavia quiso emprender (a pesar de la infidelidad de su esposo) y encendió
el ambiente de belicosidad previo a la batalla de Accio.

Finalmente, en el imperio romano, las matronas tuvieron una influencia grande en sus esposos
e hijos, pues hicieron suyo un arte poco exitoso entre los hombres: el arte de la mediación.

3 - Crítica al texto y a la autora:


El estilo y la forma de enfoque de la autora del libro aquí expuesto, es novedosa, ya que esta
autora tuvo la labor de descubrir los orígenes de la violencia hacia las mujeres en el mundo
occidental; partiendo desde un análisis cultural. Además, este libro usa un lenguaje coloquial y
una división temática que facilita la comprensión de los contenidos del libro.

Lo único malo y censurable de este libro, es el excesivo número de capítulos (11 capítulos) y el
título mismo del libro, el cual debió de ser: “La violencia de género en la sociedad
grecorromana”, pues el título original engloba diversos enfoques y temas históricos no
abordados en este libro (si se entiende la definición del título original, se comprenderá que no
se aborda la situación de la mujer en distintas sociedades antiguas como lo fueron Egipto,
Mesopotamia, China, Persia, Israel y Chavín).

Finalmente, a la hora de analizar la postura ideológica de la autora, vemos que su postura tiene
algo de feminista, lo cual podría dejar entrever que el propósito de este libro es el de victimizar
a la mujer de forma exagerada; sin embargo, este tipo de postura, que quizás pueda incomodar
inicialmente a un lector promedio, es cierta, pues a la hora de ver la veracidad de las
afirmaciones de la autora uno puede darse cuenta de lo mala que fue la situación de las mujeres
en la época grecorromana, y para comprobar esto la autora cita a autores clásicos griegos y
analiza de forma concienzuda los mitos grecorromanos.

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4 - Conclusiones:
Las conclusiones presentadas tras la lectura de este libro son las siguientes:

 Los griegos llevaron a los extremos tanto la práctica del patriarcalismo como la violencia
de género amparado tanto en un enfoque mitológico, religiosos y cultural; aspectos de
esa violencia que influyeron en la literatura, el arte y en la vida social y política.
 En la época helénica y romana, la violencia de género se redujo enormemente, pero a
pesar de eso y de que las mujeres lograron una mayor libertad, todavía las mujeres fueron
estigmatizadas, aunque en menor medida.
 La violencia de género actual, y algunas de las costumbres matrimoniales de nuestro
tiempo se originaron en la época grecorromana, pues casi nada han cambiado los
argumentos para censurar y excluir a la mujer de la igualdad de género.
 Deberían resaltarse más los roles de muchas mujeres luchadoras de la antigüedad como
Fulvia y Octavia, pues las vidas de esas mujeres son un ejemplo de lucha y de superación
del género femenino.

5 - Bibliografía:
5.1 - Bibliografía principal:

- Molas Font, María Dolors (2006): La violencia de género en la antigüedad. Madrid, España:
Instituto de la mujer (Ministerio de trabajo y asuntos sociales).

5.2 - Bibliografía secundaria:

- Blasquez Graf, Norma (2011): El retorno de las brujas. Incorporación, aportes y críticas de las
mujeres a la ciencia. Ciudad de México, México: UNAM. Centro de investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.
- France, Anatolé (1917): Taís, la cortesana de Alejandría. Valencia, España Sociedad Editorial
Prometeo
- García Gual, Carlos (1980): Antología de la poesía lírica griega. Siglo VII-IV a.C. Madrid,
España: Alianza Editorial.
- Louys, Pierre (1920): Afrodita (costumbres antiguas). Valencia, España. Sociedad Editorial
Prometeo.
- Louys, Pierre (1924): Las canciones de Bilitis. Valencia, España. Sociedad Editorial
Prometeo.
- Moscoso Melgar, Manuel (ed.) (1878): Poesías de don Mariano Melgar. Lima, Perú

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- Pomeroy, Sarah (1998): Diosas, rameras y esclavas. Mujeres en la antigüedad clásica. Madrid,
España: Ediciones AKAL S.A
- Segato, Rita (2014): La guerra contra las mujeres. Madrid, España: Traficantes de sueños
- Venegas, Lola; Reverte, Isabel y Venegas, Margo (2019): La guerra más larga de la historia.
4000 años de violencia contra las mujeres. Madrid, España: Espasa

6 - Anexos:
6.1 - El Yambo de las mujeres de Simónides de Amorgos y el Poema a la mujer de Mariano
Melgar:

Estos anexos, son útiles para entender el mensaje de los dos primeros capítulos del libro
mencionado en el título de este trabajo. Primero se ha puesto el Yambo de las mujeres, poema
misógino del poeta griego Simónides, y en segundo lugar el Poema de la mujer, del poeta peruano
Mariano Melgar, este poema, al igual que el anterior también tiene una carga misógina tremenda
y entre estos dos poemas, casi no hay diferencias salvo en el estilo del lenguaje y la retórica
empleada en el desprestigio femenino.

Aparentemente, la única diferencia presente es la de estilo de redacción, ya que mientras


Simónides denigra a la mujer comparándola con animales, Mariano Melgar atribuye a la mujer
elementos dudosos de su carácter, sin duda producto de otros mensajes misóginos ya antiguos.
Si en algo coinciden estos dos poetas, es que la mujer no tiene ningún valor, , tanto por que
tuviera un carácter animalizado o por tener un ánimo falto de toda voluntad.

6.1.1 - Simónides - Yambo de las mujeres:

Tomado de: García Gual, Carlos (1980): Antología de la poesía lírica griega. Siglo VII-IV a.C. Madrid,
España: Alianza Editorial.

De modo diverso la divinidad hizo el talante de la mujer,


desde un comienzo. A la una la sacó de la híspida cerda:
en su casa está todo mugriento por el fango,
en desorden y rodando por los suelos.
-
Y ella sin lavarse y con vestidos sucios,
revolcándose en estiércol se hincha de grasa.
A otra la hizo Dios de la perversa zorra,
una mujer que lo sabe todo. No se le escapa
inadvertido nada de lo malo ni de lo bueno.
De las mismas cosas muchas veces dice que una es mala,
y otras que es buena. Tiene un humor diverso en cada caso.
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-
Otra, de la perra salió; gruñona e impulsiva,
que pretende oírlo todo, sabérselo todo,
y va por todas partes fisgando y vagando
y ladra de continuo, aun sin ver nadie.
No la puede contener su marido, por más que la amenace,
ni aunque, irritado, le parte los dientes a pedradas,
ni tampoco hablándole con ternura,
ni siquiera cuando está sentada con extraños;
sino que mantiene sin pausa su irrestañable ladrar.
-
A otra la moldearon los Olímpicos del barro,
y la dieron al hombre como algo tarado. Porque ni el mal
ni el bien conoce una mujer de esa clase.
-
Y otra es de la comadreja, un linaje triste y ruin.
Pues ésta no posee nada hermoso ni atractivo,
nada que cause placer o amor despierte.
Está que desvaría por la unión de Afrodita,
pero al hombre que la posee le da náuseas.
Con sus hurtos causa muchos daños a sus vecinos,
y a menudo devora ofrendas destinadas al culto.
-
A otra la engendró una yegua linda de larga melena.
ésta evita los trabajos serviles y la fatiga,
y no quiere tocar el mortero ni el cedazo
levanta ni la basura saca fuera de su casa,
ni siquiera se sienta junto al hogar para evitar
el hollín. Por necesidad se busca un buen marido.
Cada día se lava la suciedad hasta dos veces,
e incluso tres, y se unta de perfumes.
Siempre lleva su cabello bien peinado,
y cardado y adornado con flores.
Un bello espectáculo es una mujer así
para los demás, para su marido una desgracia,
como no sea algún tirano o un personaje
de los que regocijan su ánimo con tales seres.
-
Otra viene de la mona, ésta es, sin duda,
la mayor calamidad que Zeus dio a los hombres.
Es feísima de cara. Semejante mujer va por el pueblo
como objeto de risa para toda la gente.
Corta de cuello, apenas puede moverlo,
va sin trasero, brazos y piernas secos como palos.
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-
Cuando piensa un hombre gozar de mejor ánimo
en su hogar, por gracia de los dioses o fortuna humana,
encuentra ella un reproche y se arma para la batalla.
Pues donde hay mujer no puede recibirse con agrado
ni siquiera a un huésped que acude a la casa.
La que parece, en efecto, que es la más sensata,
ésa resulta ser la que más ofende a su marido,
y mientras anda él de pasmarote, sus vecinos
se ríen a su costa, viendo cuánto se equivoca.
-
Cada uno hará elogios recordando a su propia
mujer, y censuras cuando evoque a la de otro.
¡Y no advertimos que es igual nuestro destino!
Porque éste es el mayor mal que Zeus creó,
y nos lo echó en torno como una argolla irrompible,
desde la época aquella en que Hades acogiera
a los que por causa de una mujer se hicieron guerra.

6.1.2 - Mariano Melgar - Poema a la mujer:

Tomado de: Moscoso Melgar, Manuel (ed.) (1878): Poesías de don Mariano Melgar. Lima, Perú

No nació la mujer para querida,


por esquiva, por falsa y por mudable;
y porque es bella, débil, miserable,
no nació para ser aborrecida.
No nació para verse sometida,
porque tiene carácter indomable;
y pues prudencia en ella nunca es dable,
no nació para ser obedecida.
Porque es flaca no puede ser soltera,
porque es infiel no puede ser casada,
por mudable no es fácil que bien quiera.
Si no es, pues, para amar o ser amada,
sola o casada, súbdita o primera,
la mujer no ha nacido para nada.

6.2 - La vida de una cortesana griega del siglo VII a.C, según la introducción al poemario Las
canciones de Bilitis de Pierre Louys (1924)

Este anexo es necesario para entender el mensaje del capítulo quinto del libro mencionado en el
título de este trabajo, aunque quizás sirva para entender la transformación de una mujer libre
en cortesana, ya que en la literatura de los siglos XIX, XX y actual no existen menciones a

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cortesanas y prostitutas tanto libres como esclavas. Ante la falta total de fuentes testimoniales
sobre el particular, vale la pena usar un ejemplo ficticio bien contextualizado.

6.2.1 - Vida de Bilitis:

Nació Bilitis en los inicios del siglo VI antes de nuestra era en una aldea enclavada a orillas del
Melas, al oriente de la Panfilia. Tierra grave y triste, oscurecida por bosques umbrosos y
dominada por la masa enorme del Tauro; brotan manantiales calcáreos de la roca; grandes lagos
salobres se estancan en las alturas y el silencio llena los valles.

Era hija de un griego y de una fenicia. Parece ser que no conoció a su padre, por cuanto no
interviene en ninguno de sus recuerdos infantiles. Quizá incluso muriera antes de que viniese
ella al mundo, ya que de otro modo mal se explica que llevase un nombre fenicio, que sólo su
madre pudo darle.

En esa tierra, casi desierta, vivió junto a su madre y sus hermanas una vida tranquila. Otras
muchachas que fueron sus amigas moraban en las cercanías. En las boscosas laderas del Tauro
los pastores apacentaban sus rebaños.

Se levantaba con el canto del gallo, iba al establo, abrevaba los animales y los ordeñaba. Durante
el día, si llovía se quedaba en el gineceo hilando su copo de lana. Si el tiempo era bueno corría
por los campos y jugaba con sus compañeras a los mil juegos de los que nos habla.

Bilitis era ardiente devota de las ninfas. Los sacrificios que ofrecía eran casi siempre para su
fuente. A menudo hasta les hablaba, pero a mí me parece que nunca las vio, ya que relata con
veneración los recuerdos de un anciano que las sorprendió un día.

El final de su vida pastoril se vio entristecido por un amor del que sabemos poca cosa aunque
lo evoque extensamente. Dejó de cantarle tan pronto se volvió desgraciado. Madre de una
criatura a la que abandonó, Bilitis deja la Panfilia por misteriosas razones y no volvió a ver jamás
el lugar de su nacimiento.

La reencontramos en seguida en Mitilene, adonde llegó por mar, costeando las bellas playas de
Asia. Según las conjeturas de M. Heim, que estableció verosímilmente algunas fechas en la vida
de Bilitis mediante un verso que hace alusión a la muerte de Pitakos, tenía apenas dieciséis años.

Lesbos era entonces el centro del mundo. A medio camino entre la hermosa Ática y la fastuosa
Lydia, su capital era una ciudad más ilustrada que Atenas y más corrompida que Sardes:
Mitilene, edificada sobre una península frente a las costas de Asia. El mar azul cercaba la ciudad.
Desde la eminencia de los templos se distinguía en el horizonte la blanca línea de Atarnea, el
puerto de Pérgamo.

Las calles angostas y siempre atestadas de muchedumbre resplandeciente de tejidos


abigarrados, túnicas púrpura y jacinto, cyclas de sedas transparentes, bassaras arrastradas en la
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polvareda de sandalias amarillas. Las mujeres llevaban en las orejas grandes aros de oro
ensartados de perlas en bruto y en los brazos brazaletes de plata maciza toscamente labrada.
Incluso los hombres lucían brillante el cabello y perfumado de raros aceites. Los tobillos de las
griegas iban desnudos bajo el castañeo de los periscelis, largas serpientes de metal claro que
tintineaban sobre los talones; los de las asiáticas se movían en cómodos escarpines. Los
viandantes se detenían en grupos ante las tiendas que exhibían en la puerta Jas mercancías:
alfombras de colores sombríos, gualdrapas recamadas con hilos de oro, joyas de ámbar y marfil,
según los barrios. La animación de Mitilene no cesaba con la luz del día: no había hora tan tardía
como para que no escapasen por las puertas abiertas sones de alegres instrumentos, gritos de
mujeres y el tableteo de las danzas. Pitakos, que pretendía imponer algo de orden en este
libertinaje perpetuo, dictó una ley que prohibía actuar en los banquetes nocturnos a las flautistas
más jóvenes; pero esta ley, como todas las que pretenden cambiar el curso natural de las
costumbres, no impulsó a la observancia, sino al secreto.

En una sociedad en la que los maridos tenían la noche ocupada en el vino y las bailarinas, las
mujeres debían irremisiblemente conciliarse y buscar entre ellas el consuelo para su soledad. De
ahí que se enternecieran con esos amores delicados, a los que ya la antigüedad daba su nombre,
y que más alimentan, piensen los hombres lo que piensen, una pasión verdadera que una
búsqueda viciosa.

Entonces Safo aún era bella. Bilitis la conoció y de ella nos habla bajo el nombre de Psappha, que
era el que llevaba en Lesbos. Fue, indudablemente, esta admirable mujer quien educó a la
pequeña panfiliana en el arte de cantar en frases rítmicas y de conservar para la posteridad el
recuerdo de los seres queridos. Bilitis, desgraciadamente, da muy pocos detalles de esta figura
hoy tan mal conocida, y es para lamentarse, ya que, refiriéndose a la gran inspiradora, hasta la
palabra más pequeña hubiese resultado preciosa. En compensación, nos ha dejado en una
treintena de elegías la historia de su amistad con una joven de sus años llamada Mnasidika, que
vivió con ella. Conocíamos ya el nombre de esta joven por un verso de Safo en el que se exalta
su belleza, pero este nombre era dudoso, y Bergk se inclinaba a pensar que se llamaba
simplemente Mnaïs. Las canciones que leeréis más adelante prueban que esa hipótesis debe ser
abandonada. Mnasidika parece haber sido una muchachito dulcísima y muy inocente, uno de
esos seres encantadores sin otra misión en la vida que la de dejarse adorar, tanto más queridos
cuanto menos se esfuerzan por merecer lo que se les da. Los amores sin motivo son los más
duraderos; éste duró diez años y veréis cómo se rompió por culpa de Bilitis, cuyos celos
excesivos no admitían eclecticismo alguno.

Cuando comprendió que nada, excepto dolorosos recuerdos, la retenían ya en Mitilene, Bilitis
hizo un segundo viaje: se dirigió a Chipre, isla griega y fenicia como la propia Panfilia y que a
menudo debió recordarle el aspecto de su país natal.

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Allí fue donde Bilitis empezó su vida por tercera vez y de una forma que me sería más difícil
hacer admitir sin recordar una vez más hasta qué punto el amor era una cosa santa entre los
pueblos antiguos. Las cortesanas de Amathonte no eran, como las nuestras, criaturas en
desgracia, exiliadas de toda sociedad mundana; eran hijas de las mejores familias de la ciudad.
Afrodita les había concedido el ser bellas y en agradecimiento consagraban esa belleza al servicio
de su culto. Todas las ciudades que como Chipre poseían un templo rico en cortesanas, tenían
para con las mismas atenciones respetuosas.

La incomparable historia de Friné, tal como nos la transmitió Ateneo, dará una idea de tal
veneración. No es verdad que Hipérides necesitase mostrarla desnuda para aplacar al Areópago
y sin embargo su delito era grave: había asesinado. El defensor desgarró la parte superior de la
túnica descubriendo únicamente los senos y suplicó a los jueces «que no ejecutasen a la
sacerdotisa e Inspirada de Afrodita». Al contrario que otras cortesanas, que acostumbraban
vestirse con cyclas trasparentes que insinuaban todos los detalles de sus cuerpos, Friné solía
envolverse hasta los cabellos en uno de esos grandes mantos plisados cuya gracia conservan las
tanagras. Excepto sus amigos, nadie había visto sus brazos ni sus hombros y jamás aparecía en
la piscina de los baños públicos. Un día, sin embargo, ocurrió algo extraordinario. Era la fiesta
de Eleusis; veinte mil personas, llegadas de toda Grecia, estaban reunidas en la playa cuando
Friné se aproximó al borde de las olas, dejó caer su manto, soltó su cinturón, se desprendió la
túnica y «soltándose el cabello entró en la mar». Y entre la muchedumbre estaban: Praxíteles,
que de aquella diosa viva dibujó La Afrodita de Cnido, y Apeles, que entrevió las formas de su
Anadyodema. Admirable pueblo al que Belleza podía aparecérsele desnuda sin moverle a Ja
risa ni a falsas vergüenzas.

Querría que esta historia fuera la de Bilitis, pues traduciendo sus canciones me he enamorado
de la amante de Mnasidika. Ciertamente, también su vida fue maravillosa. Lamento únicamente
que no se hablara más de ella y que los autores clásicos, al menos Jos que han sobrevivido, sean
tan parcos en sus referencias. Filodemo, que la ha plagiado en dos ocasiones, no menciona
siquiera su nombre. A falta de bellas anécdotas, os ruego que os contentéis con Jos detalles que
sobre su vida de cortesana nos proporciona ella misma. Fue cortesana, eso es innegable; e incluso
sus últimas canciones prueban que si bien la adornaban las virtudes de su vocación, también la
poseían sus bajas flaquezas. Pese a todo, yo sólo quiero saber de sus virtudes. Era piadosa y
devota. Permaneció fiel al templo mientras Afrodita protegió la belleza de su más cristalina
adoratriz. El día que dejó de ser amada, nos dice, cesó de escribir. Resulta, por

tanto, difícil admitir que las canciones de Panfilia fueran escritas mientras se vivían. ¿Cómo una
pastorcilla iba a aprender a escandir sus versos según los complicados ritmos de la tradición
eolia? Parece más verosímil que Bilitis, ya en edad madura, se complazca cantando los recuerdos
de su infancia lejana. Nada sabemos de ese último tramo de su vida. Siquiera a qué edad murió.

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M. G. Heim halló su tumba a orillas de una calzada en Palaeo-Limisso, cerca de las ruinas de
Amathonte. En los últimos treinta años esas ruinas casi han desaparecido y las piedras de la casa
donde posiblemente vivió Bilitis pavimentan hoy los muelles de Port-Said. Sin embargo, la
tumba, fiel a la tradición fenicia, era subterránea y había escapado incluso a los buscadores de
tesoros.

M. G. Heim penetró en ella por un estrecho pozo anegado de tierra, al fondo del cual halló una
puerta tapiada que hizo demoler. La cripta, espaciosa y baja, solada con losetas de caliza, tenía
cuatro muros cubiertos de plaquetas de anfibólita negra sobre las que estaban grabadas en
versales primitivas las canciones que leeréis, aparte de los tres epitafios que decoraban el
sarcófago.

Allí, en un gran ataúd de tierra cocida, reposaba la amiga de Mnasidika bajo una tapa en la que
un hábil escultor había modelado en arcilla el rostro de la muerta: los cabellos estaban pintados
en negro, los ojos semicerrados y prolongados con el lápiz tal como si estuviera viva y las
mejillas dulcificadas apenas por una ligera sonrisa que nacía en Jas líneas de la boca. Nadie
podrá nunca hablarnos tanto como esos labios, al tiempo rotundos y desbordados, sensuales y
delgados, pegados el uno al otro y como embriagados por unirse.

Cuando se abrió la tumba apareció tal como veinticuatro siglos atrás la colocó una mano
piadosa. Pomocillos de perfume pendían de saetines de terracota y uno de ellos, pese al largo
tiempo transcurrido, aún exhalaba aroma. El espejo de plata bruñida en que se vio Bilitis y el
estilete que había esparcido el polvo azul sobre sus párpados, se encontraron en su lugar. Una
pequeña Astarté desnuda, reliquia para siempre preciosa, velaba aún sobre el esqueleto
adornado con todas sus alhajas de oro y blanco como una rama nevada, aunque tan leve y frágil
que al rozarlo se convirtió en polvo.

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