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¿Cuáles son las señales de que un adolescente tiene dificultades con la ansiedad o la depresión?

La ansiedad y la depresión son distintas, pero comparten algunos indicadores. Primero hay que
buscar si hay cambios clave en el comportamiento del menor, como un desinterés en comer o
participar en actividades sociales que antes disfrutaba, alteraciones a los patrones de sueño o
retraimiento de otros aspectos de la vida. Es difícil; estos comportamientos a veces pueden
corresponder a la angustia adolescente natural. Sin embargo, un adolescente afligido puede
expresar preocupación excesiva, impotencia o tristeza profunda, sobre todo durante periodos
prolongados.

Saber si un adolescente está lidiando con el desasosiego o con un problema clínico “es la pregunta
de los 64 tropecientos dólares”, dijo Stephen Hinshaw, experto en temas de salud mental
adolescente en la Universidad de California en Berkeley. La cuestión que puede ayudar a realizar
esta distinción difícil es un asunto de “persistencia, interferencia con el crecimiento, auténtico
dolor (tuyo o de su parte)”.

Si los límites son demasiado confusos como para establecer la diferencia, puede ser de ayuda ir al
pediatra o explorar si existe algún problema de carácter clínico.

¿Cuál es la mejor forma de iniciar una conversación con un adolescente que podría estar en
dificultades?

El consejo de los expertos es contundente: hay que ser claros y directos y no rehuir las preguntas
complicadas, pero también se recomienda abordar estos temas con compasión y sin culpa. Por
desafiante que pueda parecer hablar de estos temas, los jóvenes a menudo están desesperados
por ser escuchados. Al mismo tiempo, hablar con un padre puede resultar difícil.

Sé amable, curioso y, a lo largo del tiempo, perseverante pero no insistente”, explicó Hinshaw. “En
esta ecuación la vergüenza y el estigma son una parte enorme y si estás indignado y sentencioso
puedes prepararte para la cerrazón”.

“Una buena cantidad” de adolescentes “prácticamente están rogando —sin decírtelo


directamente— que te mantengas interesado y amoroso para abrir el diálogo”dijo Hinshaw.

Cuando los adolescentes tienen dificultades para abrirse, puedes intentar colaborar en algún
pasatiempo común o en una actividad sin tocar el tema de su salud mental. Hay que ponerlos
cómodos y terminarán por estar más dispuestos a compartir.

Para los adolescentes, estos temas “normalmente son muy difíciles de abordar con un padre o
tutor”, dijo Nicole Nadell, profesora asistente de pediatría y psiquiatría en Monte Sinaí. “Sé
primero paciente y escucha activamente y reflexiona lo que el adolescente dice, piensa y siente”.

No olvides lo básico. Los jóvenes, cuyo cerebro está en desarrollo, necesitan de ocho a diez horas
de sueño para promover la salud mental y física. La falta de sueño puede interferir con el
desarrollo y tener un impacto dramático en el estado de ánimo. La actividad física también es vital.

Reconoce las señales. La ansiedad y la depresión son problemas diferentes, pero comparten
algunos indicadores. Busca cambios en el comportamiento del joven, como pérdida de apetito o
alteraciones en sus patrones de sueño. Un adolescente con problemas puede expresar
preocupación excesiva, desesperanza o tristeza profunda.

Acércate con sensibilidad. Si quieres iniciar una conversación con un adolescente que podría estar
pasando por dificultades, sé claro y directo. No evites las preguntas difíciles, pero aborda el tema
con compasión y no con culpa.

Ofrece formas saludables de manejar las emociones. Los chicos que tienen problemas
emocionales corren el riesgo de recurrir a las autolesiones para redirigir el dolor que sienten. Con
el fin de evitarlo, fomenta las prácticas que se sabe ayudan a nuestro bienestar psicológico, como
el ejercicio, la meditación y escribir un diario.

Obtén el diagnóstico correcto. Busca al médico adecuado para tu hijo pidiendo recomendaciones.
Pregunta al especialista por su experiencia en el tratamiento de afecciones específicas en menores
y por las herramientas que utiliza para realizar evaluaciones médicas.

Me preocupa que un ser querido se esté autolesionando o cortando. ¿Qué puedo hacer?

Las autolesiones incluyen cortarse, golpearse, quemarse u otras formas de mutilación. Estos
comportamientos puede parecer que causan dolor, pero en realidad buscan redirigir o ahuyentar
el dolor emocional, dicen los expertos.

Las autolesiones sin fines suicidas son “predominantemente empleadas para volver a regularse”,
dijo Emily Pluhar, psicóloga de niños y adolescentes en la Escuela de Medicina de Harvard. El
comportamiento, explicó, puede en realidad ayudar a liberar un analgésico, un calmante natural al
dolor que puede brindar una sensación de alivio. “Le ayuda a las personas a volver a regularse y
sentirse más tranquilas”.

La dificultad es que dicho comportamiento a la larga no funciona para eliminar el problema


subyacente y luego puede intensificarse

Los cortes a menudo se hacen en las muñecas, tobillos o piernas. “La autolesión a menudo ese
esconde de los padres y los compañeros con manga larga y discreción. Si ves evidencia, intenta
provocar una conversación, incluso si tu adolescente lo más probable es que por vergüenza
intente minimizarlo o esconderlo”, dijo Hinshaw.

Si ves heridas que parecen poner al chico o chica en riesgo inminente, llama al 911 o acude
directamente a emergencias.

Es crucial que, al descubrir los cortes, los padres o cuidadores reaccionen con preocupación y
curiosidad compasiva, no con alarma (a menos que el peligro sea inminente). “Primero, muéstrate
curioso antes que alarmado. La mejor forma de lograr que tu adolescente jamás te hable de
ninguno de sus problemas claves es ponerte indignado o moralista o criticón”, comentó Hinshaw.

Algunos expertos recomendaron tácticas para iniciar y fomentar una conversación sobre salud
mental en general, entre ellas asegurarte de actuar de manera genuina y sincera –si el tema te
pone nervioso, admítelo— y crear silencios y espacios adecuados para que el joven se exprese.
Algunos expertos recomiendan intentar un “cambio de escenario”, como un paseo en auto o una
actividad con menos contacto visual que puede hacer que la conversación se sienta más natural.

Luego: “Valida, valida, valida”, dijo Pluhar, de Harvard. “No tienes que concordar con su
perspectiva, pero sí debes validar que su perspectiva importa y que la comprendes”.

El fin último es ayudar a que el adolescente halle la raíz del dolor emocional que lo lleva a
autolesionarse. Una vez que tu hijo o hija esté listo, un pediatra u otro experto en salud puede
ayudarte a encontrar un camino de consejería adecuado. Las investigaciones respaldan el empleo
de varias formas de terapia cognitiva conductual, entre ellas la terapia dialéctico-conductual para
ayudar a enseñar habilidades de afrontamiento. Estas habilidades ayudan a las personas a
reconocer patrones de pensamiento y a encuadrar los temas de maneras más saludables.

Es importante comprender que las autolesiones no son lo mismo que la ideación suicida, que es un
problema mucho más amplio que anula el instinto biológico de supervivencia. Dicho esto, las
autolesiones que duran mucho tiempo y se van volviendo más severas pueden ser un predictor de
comportamientos suicidas.

¿Hay alternativas a las autolesiones que le ayuden a mi hijo a manejar sus emociones?

Puede que valga la pena sugerir alternativas saludables a las autolesiones a tu hijo o hija. Las
investigaciones indican que el impulso puede desactivarse al retirar de la casa el objeto u
herramienta que se usa para causar daño y emplear métodos sencillos como hacer ejercicio.
Nadell, la médica de Monte Sinaí, sugiere algunos:

Hacer ejercicio intenso durante 20 minutos

Recurrir a la respiración meditativa y la relajación muscular

Llamar a un amigo o amiga

Salir a caminar

Llevar un diario

Usar agua fría o helada en el cuerpo para cambiar la temperatura corporal

¿Cómo hallar el doctor adecuado para mi hijo? ¿Y cómo estar seguro que nos han dado el
diagnóstico correcto?

Hinshaw recomienda varios pasos concretos:

“Pregunta a otros padres, o participa en grupos de autoayuda/defensa, para tener una idea de los
médicos en tu zona con reputación de realizar valoraciones/evaluaciones cuidadosas y de
vanguardia en comparación con aquellos que son demasiado rápidos en su aproximación”.

“Pregunta al evaluador prospecto: ¿Cuántas evaluaciones de TDDA o ansiedad o depresión has


hecho? ¿Cuántas horas suele demorar una evaluación de este tipo? ¿Cuántas de estas
evaluaciones calculas que has hecho en las que confirmas el diagnóstico comparadas con aquellas
en las que lo has descartado?”
Pregunta al prestador de salud si utiliza las escalas de calificación basadas en evidencia que suelen
llenar padres y maestros y que constituyen medidas objetivas del desempeño social y académico
de un joven. Estas herramientas de medición son importantes, dicen los expertos, porque los
padres a menudo pueden recibir una imagen distorsionada del comportamiento de un menor; por
ejemplo, el chico puede parecer malhumorado y conflictivo en casa o quejarse de lo difícil que es
la escuela, mientras que en realidad se está desempeñando bien académicamente, tiene amigos y
se adapta de forma adecuada.

Pregunta: “¿Contactas a su escuela en busca de información adicional? Para cualquier condición,


¿consigues un historial de desarrollo de los padres, desde la infancia en adelante, con sus hitos,
déficits, fortalezas y los contextos que parecen acentuar frente a los que ayudan con los
problemas en cuestión? ¿Reúnes los antecedentes familiares de condiciones similares?”

¿Qué más puedes hacer para ayudar con la salud mental?

Los expertos dicen que hay hábitos clave para promover la salud física y mental. El sueño es vital.
Los jóvenes, cuyos cerebros están en desarrollo, necesitan entre ocho y diez horas de sueño. La
falta de sueño puede interferir con su desarrollo, perjudicar dramáticamente su estado de ánimo y
su capacidad de aprender. La actividad física también es clave para el bienestar mental y físico.

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