Professional Documents
Culture Documents
Neurociencias Parte 2
Neurociencias Parte 2
La cultura en el cerebro
Así como existe una evolución biológica también se puede hablar, como propone el
eminente neurobiólogo francés Jean-Pierre Changeux, de una evolución "neurocultural". Es
bueno aclarar algunos puntos. En primer lugar, la diferencia capital entre lo hereditario y lo
adquirido, entre la genética y la "epigenética". El ejemplo más claro es el lenguaje humano.
Nuestra especie tiene la capacidad de hablar, de expresarse en un lenguaje articulado; se trata
de algo hereditario que está impreso en el código genético. Cada individuo que nace porta
esa capacidad lingüística en sus cromosomas, pero su genoma no determina en qué idioma,
en qué lengua se expresará. Será la cultura, el entorno, la que imprimirá el nuevo código, no
genético sino epigenético, en el cerebro del niño que aprende a hablar el lenguaje materno.
Y aquí viene la segunda aclaración: este tiempo de exposición al lenguaje deberá ser
sostenido y continuado en el tiempo para dar fruto. El cerebro no incorpora
automáticamente una cultura, lo hace por etapas. Una lengua no se aprende en un día. Por
otra parte, nadie habla una lengua "universal", precodificada en los cromosomas de nuestra
especie; todos aprendemos a hablar en una lengua "particular", codificada en nuestra cultura.
Y esta persistencia de un rasgo cultural en el cerebro humano se llama educación, o mejor
dicho "neuroeducación". Será preciso, entonces, estudiar cómo se incorpora ese mundo
cultural exclusivo del hombre, hecho de signos y de símbolos, producto de su historia (y
prehistoria), en nuestro cerebro. Propongo el neologismo "incerebración" para dar cuenta de
la "incorporación de la cultura" en el sistema nervioso humano. Esta tarea recién comienza y
tendrá enorme impacto en la educación de las futuras generaciones. Una parte considerable
de la escolaridad está dedicada, precisamente, a transmitir el lenguaje de una generación a
otra, y ya estamos dibujando, lentamente, la cartografía cerebral del lenguaje hablado,
escrito y gestual. Sabemos, por ejemplo, que una segunda lengua ocupa nuevos circuitos de
neuronas, que la palabra escrita se procesa en diferentes lugares del cerebro según el idioma,
que el lenguaje de señas utilizado por personas sordas está controlado por las mismas áreas
cerebrales que procesan el habla en el oyente, que un implante coclear en un individuo
sordo facilita el reconocimiento de la palabra hablada en nuevas zonas del cerebro, etcétera.
A esto se suma el tiempo considerable que requiere el cerebro humano para incorporar las
representaciones lingüísticas y simbólicas. El desarrollo neurológico y psicológico del niño es
mucho más prolongado que el de las demás especies. Pero los beneficios de esta demora
humana en la incerebración de los símbolos culturales están a la vista. La civilización
requiere un largo tiempo; la educación, también.
47
LIBRO 2
Este libro ha sido preparado y editado bajo los auspicios de la Asociación Británica de
Neurociencias y la Alianza Europea Dana para el cerebro por Richard Morris
(Universidad de Edimburgo) y Marianne Fillenz(Universidad de Oxford). Publicado por
primera vez en 2003
48
El Sistema Nervioso
Estructura Básica
49
cuerpo. Esto se debe al enorme aumento en el número de interneuronas durante el
proceso evolutivo, lo que dota al ser humano de una amplia gama de reacciones
frente al ambiente
50
51
52
53
54
55
56
57
58
59
Contexto histórico/epistemológico (Bloque 2)
Material 3
Resumen
El término neurociencia fue introducido en la lengua inglesa entre finales de
los 60 y principios de los 70. Por ello, podemos decir que la neurociencia es un
fenómeno que se inscribe fundamentalmente en el siglo XX. En esta revisión se traza
una breve reseña histórica de las personas e ideas que han permitido el origen de este
nuevo campo de estudio, que tiene sus raíces en otras disciplinas. Dentro de este
marco general, considerando que la neurociencia moderna representa una amalgama
de disciplinas, algunas aproximaciones han tratado de relacionar los cambios
moleculares y celulares con la génesis de los procesos cognitivos. De esta forma, se
consideran aquellos hechos científicos que han contribuido de forma remarcable al
establecimiento y abordaje científico del sistema nervioso en el objeto de estudio de
ciencias como la biología y psicología, y que han permitido, en última instancia, dar
forma a esa relación teórica y experimental entre las moléculas y la propia mente.
Los hombres deben saber que el cerebro es el responsable exclusivo de las alegrías,
placeres, risa y diversión, y la pena, aflicción, desaliento y las lamentaciones. Y
gracias al cerebro, de manera especial, adquirimos sabiduría y conocimientos, y
60
vemos, oímos y sabemos lo que es repugnante y lo que es bello, lo que es malo y lo
que es bueno, lo que es dulce y lo que es insípido...Y gracias a este órgano nos
volvemos locos y deliramos, y los miedos y terrores nos asaltan...Debemos soportar
todo esto cuando el cerebro no está sano...Y en este sentido soy de la opinión de que
esta víscera ejerce en el ser humano el mayor poder.
Hipócrates
Sobre las enfermedades sagradas
Siglo IV a.C.
Introducción
61
Visión del cerebro: siglo XIX
Diversos trabajos que tuvieron lugar a finales del siglo XVIII y a principios del
XIX proporcionaron una base lo suficientemente sólida como para que pudiera
apoyarse la neurociencia moderna (Swanson, 2000). Entre 1772 y 1775, John Walsh
demostró que la electricidad parecía estar implicada en la fisiología animal (Piccolino
y Bresadola, 2002). No obstante, este autor no pudo explicar cómo la electricidad se
podría almacenar en los tejidos. En 1791, los trabajos de Luigi Galvani
62
No obstante, el austríaco Franz Joseph Gall se decantó por la idea de que el cerebro
estaba compuesto de partes especializadas. La percepción, la emoción y el lenguaje se
podían localizar en diferentes sistemas neurales.
A mediados de siglo, el cirujano francés Pierre Paul Broca argumentó que el
lenguaje, una de las funciones que nos distinguen de otras especies, no es una
propiedad procedente del funcionamiento global del cerebro, sino que se puede
circunscribirse a regiones cerebrales específicas. Broca presentó a un paciente que
podía entender el lenguaje pero no podía hablar. A la muerte del paciente (1861)
examinó su cerebro y observó que sólo una pequeña porción de tejido parecía
dañada; esta lesión se localizaba únicamente en el lóbulo frontal del hemisferio
izquierdo.
Por lo tanto, toda la tradición científica acaecida en el siglo XIX se decantó
hacia tres premisas vertebrales: (1) el cerebro se comunica con el cuerpo a través de
los nervios y mediante la electricidad. (2) Las lesiones del sistema nervioso pueden
afectar a las sensaciones, el movimiento e incluso al propio pensamiento y (3) el
cerebro tiene distintas partes identificables que probablemente podrían llevar a cabo
diferentes funciones: la percepción, la emoción y el lenguaje se podrían localizar en
sistemas neurales anatómicamente diferenciados (Bear, Connors y Paradiso, 2001).
De esta forma, podemos decir que el lenguaje con el que se escribe la neurociencia
del siglo XIX es un lenguaje basado fundamentalmente en la electrofisiología y en la
neuroanatomía.
La neurociencia moderna
Debe considerarse que durante el último tercio del siglo XX el estudio del
cerebro en las ciencias biológicas y psicológicas ha pasado de una posición periférica
a ocupar una posición central. Pero, ¿qué es lo que ha permitido la gradual
incorporación de la neurociencia en el núcleo central de la biología y su posterior
alineación con la psicología? Autores como Kandel y Squire defien den que el
surgimiento de la neurociencia celular y molecular, por una parte, y el
fortalecimiento de la psicología científica, por otra, ha permitido la ruptura de
muchas barreras teóricas, conceptuales e incluso metodológicas para poder,
finalmente, abordar el estudio de la mente y del cerebro desde el núcleo de ambas
disciplinas (Kandel y Squire, 2000).
En lo referente a la biología, a principios del siglo XX resultaba una ardua tarea
el intentar comprender cómo el cerebro se desarrolla y es capaz de percibir , pensar,
realizar movimientos e incluso recordar la información previamente aprendida.
Paulatinamente, la neurociencia ha ayudado a trazar un planteamiento general
donde es posible entender al sistema nervioso como un sistema que está bajo el
control de diferentes procesos biológicos universales, y, de esta forma, fácilmente
abarcable por el conocimiento de la tradición biológica.
Respecto a la psicología, en los comienzos de este siglo parecía muy pretencioso
y reduccionista el intentar abarcar los procesos mentales desde una aproximación
neural. No obstante, el desarrollo de diversos trabajos de la década de los 50 y de los
63
60, así como la aparición de técnicas que permitían el estudio del cerebro humano in
vivo bajo diferentes condiciones sensoriales y cognitivas, han mostrado que a través
de la exploración del sistema nervioso podemos llegar a conocer los procesos
cognitivos (que hasta ahora únicamente podían abordarse mediante la inferencia
deductiva) que intervienen entre estímulos y respuestas (Figura 2).
Existía entre la biología y el estudio del sistema nervioso una gran barrera
teórica dado que, tal como se ha especificado anteriormente, el lenguaje con el que se
estaba escribiendo la neurociencia del momento se versaba fundamentalmente en la
neuroanatomía y en la electrofisiología, y el lenguaje utilizado por la biología se
basaba en la bioquímica. Durante las cinco últimas décadas esta barrera se ha ido
solventando, estableciéndose poco apoco una neurociencia celular y molecular , en la
que anatomía y electrofisiología se han convertido en objetivos fácilmente accesibles.
Esta instauración de la neurociencia celular y molecular se ha basado
fundamentalmente en dos hechos importantes: (1) por un lado, en la doctrina
neuronal, y (2), por otro, en el surgimiento de la hipótesis iónica.
La aparición de Santiago Ramón y Cajal en el marco teórico de la neurociencia
cambió el curso de su propia historia (Bosch y Abbott, 2001; De Felipe, 2002). A
finales del siglo XIX la teoría que prevalecía para dar una explicación de la
organización del sistema nervioso establecía que éste estaba compuesto de una red
difusa de nervios, donde los somas celulares desempeñaban un papel específico de
aporte de nutrientes. Cajal pudo demostrar que el cerebro se componía de células
64
discretas, llamadas neuronas, cuyos axones y ramificaciones axónicas no formaban
un retículo continuo. Rápidamente, esta doctrina constituyó el principio
fundamental y organizacional del sistema nervioso, exponiendo que la neurona era la
unidad metabólica, genética, anatómica y fisiológica del cerebro (Shepherd, 1991).
Cajal fue considerado como uno de los investigadores que había contribuido de
forma más significativa a la victoria de la doctrina neuronal en su batalla sobre la
teoría reticular (De Felipe, 2002). Del mismo modo, Cajal expuso otros dos principios
teóricos que ayudaron en gran medida a favorecer el acercamiento teórico de la
biología hacia el estudio del sistema nervioso: (1) el primero, denominado principio
de la polarización dinámica, establece que en una neurona las señales eléctricas
fluyen en una sola dirección, dirección que es además predecible y constante; (2) el
segundo principio es el de especificidad de las conexiones, que sugiere que las
células nerviosas no se comunican de una forma indiscriminada, ni forman redes
aleatorias, y que dichas conexiones son invariantes y se encuentran definidas para
cada especie.
Con posterioridad, Charles Sherrington maduraría los conceptos descritos por Cajal y
a comienzos de siglo introdujo el término sinapsis, definiendo con éste aquellos
puntos especializados que sirven de contacto entre dos células nerviosas. En la
década de los veinte, Otto Löewi demostró que una sustancia química era capaz de
activar el corazón desde el nervio vago. De este modo, este autor , junto con Henry
Dale y Wilhelm Feldeberg, estudiaron las sinapsis neuromuscular y autonómica,
poniendo de manifiesto la existencia de una señal (sustancia química) que permitía la
comunicación en el sistema nervioso y que se liberaba desde el Terminal
presináptico, difundiendo a través del espacio sináptico y uniéndose, finalmente, a
los receptores de la neurona postsináptica. En 1925, Edgar Douglas Adrian puso de
manifiesto que el impulso nervioso se propagaba siguiendo la ley del todo o nada.
Tres años más tarde, utilizando técnicas de registro de fibras sensoriales individuales,
descubrió la existencia de una relación entre la sensación y la frecuencia de impulsos
de un axón sensorial específico. Tanto metodológica como teóricamente, surgieron
dos líneas claramente diferenciadas: por un lado, la encabezada por John Eccles
(discípulo de Sherrington) que postulaba que la transmisión sináptica se debía a un
flujo pasivo de corriente desde una neurona a otra; por otro, la encabezada por el
propio Dales que argumentaba que la transmisión debía ser química, utilizando como
vehículo de comunicación una sustancia transmisora (Kandel, Schwartz y Jessell,
2000). En los años cuarenta, Alan Hodgkin, Andrew Huxley y Bernard Katz
explicaron el potencial de reposo y el potencial de acción en términos de
movimientos específicos de iones en la membrana neuronal, desarrollando la
hipótesis iónica de la comunicación intraneuronal. Ya a finales de los años treinta
Hodgkin y Huxley revolucionaron el pensamiento de la biología al descubrir que el
potencial de acción en las neuronas no abolía simplemente el potencial de reposo
como se había creado hasta entonces (Kandel, Schwartz y Jessell, 2000): Pocos años
después, pusieron en práctica una serie de experimentos de fijación de voltaje que
demostraron el flujo diferencial del Na+ y del K + durante el potencial de acción de
fuera a dentro y de dentro a fuera, respectivamente. Durante los años sesenta y
65
setenta, se identificaron diversas sustancias que podían actuar como
neurotransmisores y, en 1976, Edwin Neher y Bert Sakmann desarrollaron la técnica
del Patchclamp, que permitía medir el flujo de corriente a través de un canal iónico
individual. Posteriormente, se dio un gran paso a nivel molecular con la clonación
tanto de receptores ionotrópicos como metabotrópicos.
A finales del siglo XIX, la psicología comenzó a emerger como una ciencia
experimental. Los trabajos de Wilhelm Wundt y Gustav Fechner comenzaron a
describir y delimitar una línea de cuantificación experimental sobre cómo
procesamos la estimulación sensorial del entorno y qué relaciones existen entre la
magnitud de un estímulo físico determinado y una sensación subjetiva. Este rigor
científico fue llevado al estudio de la conducta observable, virando de forma
completa en los años sesenta hacia el estudio de los procesos cognitivos y las
representaciones internas.
De forma añadida, se pusieron en marcha diferentes trabajos que, desde una
perspectiva celular, pero utilizando los métodos de la psicofísica y el conductismo,
intentaron analizar cómo las células nerviosas eran capaces de codificar un estímulo
sensorial determinado. Por lo tanto, se pudo mostrar cómo en el estudio de la
conducta y la cognición era posible moverse más allá de una mera descripción para
explorar los mecanismos neurales subyacentes a las representaciones internas del
mundo externo.
Hasta el momento, la investigación en neurociencia había puesto de manifiesto que
la maquinaria molecular y las propiedades eléctricas de las neuronas eran muy
similares entre las diferentes especies animales. Desde una perspectiva cognitiva se
planteó la siguiente cuestión: si a nivel celular y molecular existen estas semejanzas y
si la conducta y la cognición son productos de las operaciones neurales ¿qué es lo
distingue a una especie de otra con respecto a sus habilidades cognitivas? Gracias a la
aplicación de la metodología neurocientífica en la investigación psicológica se llegó a
la conclusión de que era el número de neuronas y las diferentes conexiones que se
establecen entre ellas el punto clave de distinción en la escala filogenética que nos
permitía distinguir unas especies de otras en función de sus capacidades cognitivas,
tratándose más de una diferencia cuantitativa que cualitativa (Figura 3).
En la mitad del siglo XX, se pusieron en marcha diferentes estudios de registro de
células individuales de la corteza sensorial. Investigadores como Vernon
Mountcastle, David Hubel y/o Torsten Wiesel pusieron de manifiesto que el cerebro
filtra y transforma la información sensorial en su camino hacia la corteza, lo cual
resulta crítico para la percepción del estímulo. La mayoría de estos estudios fueron
realizados en animales anestesiados pero no es hasta finales de los sesenta cuando se
empieza a aplicar este tipo de registros en sujetos despiertos que podían estar
realizando a la vez diferentes tareas motoras y sensoriales. No obstante, a pesar de
que estos trabajos con células individuales habían aportado mucha información
acerca de cómo el cerebro es capaz de codificar neuralmente la información del
66
mundo exterior, no podemos olvidar que el cerebro está constituido por múltiples
sistemas y neuronas que operan en conjunto.
De este modo, en los años setenta las técnicas de neuroimagen funcional
proporcionaron la manera de poder monitorizar amplias poblaciones neuronales
mientras los sujetos realizaban diferentes tareas cognitivas.
Neurociencia y memoria
67
gravedad de las crisis epilépticas y a la mínima respuesta al tratamiento
farmacológico se consideró la realización de UNAM intervención quirúrgica. En
1953, cuando H.M tenía 27m años, William Scoville realizó una resección bilateral
del lóbulo temporal medial que redujo los ataques epilépticos del paciente. Después
de la recuperación de su operación, H.M. intentó volver a la rutina de la vida diaria,
pero se encontró con un trastorno de memoria de una magnitud muy severa: era
incapaz de hacer nuevos aprendizajes, era incapaz de recordar los hechos cotidianos.
Cada día era una página en blanco para H.M en la que por mucho que
escribiera, la construcción de las representaciones del entorno no se podía basar en
los recuerdos de las memorias posteriores a su intervención quirúrgica.
Inmediatamente después de la operación, H.M no pudo recordar ni el hospital ni el
personal que lo atendió. H.M podía leer la misma revista día tras día sin
familiarizarse con ella. La amnesia de H.M se caracterizaba por un conjunto de
rasgos cardinales: H.M tenía una capacidad intacta de memoria inmediata y remota.
Sus funciones cognitivas, motoras y perceptuales estaban preservadas. No
obstante, sufría una amnesia retrógrada temporalmente graduada y una total y severa
amnesia anterógrada. H.M tenía gravemente afectada su capacidad de memoria
declarativa. Por ello, de cara a los recuerdos declarativos, las estructuras del lóbulo
temporal medial parecían ser esenciales.
En los años ochenta surgieron modelos animales de amnesia en primates no
humanos y en ratas que permitieron identificar las estructuras del lóbulo temporal
medial implicadas en la memoria declarativa: el hipocampo y la región
parahipocampal (comprendida por la corteza perirrinal, la corteza parahipocampal –
o postrrinal- y la corteza entorrinal). Estos experimentos pusieron de manifiesto la
existencia un circuito neural crítico que involucraba conexiones bidireccionales
entre el neocórtex, la región parahipocampal y el hipocampo (para una revisión ver
Eichenbaum y Cohen, 2001). Deeste modo, se pudo comprobar que las áreas de
asociación en la corteza tenían una función específica sobre el procesamiento de la
información perceptual, motora y cognitiva. Por su parte, la región parahipocampal
mediatizaba la convergencia de esta información y ampliaba la persistencia de las
representaciones amnésicas corticales, siendo crítica para el aumento de la duración
de la memoria de estímulos simples sobre breves períodos, manteniendo, de igual
forma, la información sobre la familiaridad de los estímulos durante períodos
prolongados de tiempo, incluso con interferencias. El hipocampo codificaba las
secuencias de los lugares y acontecimientos que componían las memorias episódicas
y era capaz de relacionarlas a través de sus elementos comunes (Eichenbaum, 2000).
De este modo, el hipocampo parecía desempeñar un papel crítico en las asociaciones
entre estímulos con discontinuidad, tanto temporal como espacial, participando de
forma muy clara en funciones cognitivas que implican transitividad y simetría.
La memoria declarativa consiste en una amalgama de procesos multifactoriales
que involucran una síntesis de representaciones episódicas en nuestro marco general
de conocimiento semántico, mediatizando nuestra capacidad de recolección
amnésica (Eichenbaum, 2000). Dichas representaciones se reflejan en los patrones de
activación neuronal que codifican la secuencia de acontecimientos, los cuales
68
componen una única experiencia personal. Del mismo modo, la organización de la
información de los hechos parece ser independiente de los episodios específicos
donde se ha adquirido y constituye el conocimiento semántico. Actualmente, existe
un consenso unánime alrededor de la existencia de múltiples sistemas de memoria,
de los cuales el hipocampo tan sólo se constituye como uno de ellos. En un primer
momento Cohen y Squire reconocieron funcionalmente a la región hipocampal
como un sistema selectivo de memoria declarativa (Cohen y Squire, 1980).
Posteriormente, se pudo comprobar que el hipocampo no se requería para la
adquisición de algunas habilidades que podían ser expresadas de forma inconsciente.
Parece ser que sistemas que incluyen el estriado y el cerebelo mediatizan la memoria
procedimental y la adquisición de habilidades motoras y de hábitos,
independientemente de las estructuras del lóbulo temporal medial (Knowlton,
Mangels y Squire, 1996). Por otro lado, el sistema cerebral que incluye a la amígdala
se encuentra implicado en los mecanismos de memoria emocional, pudiendo
modular la fuerza y consolidación de memorias en los otros sistemas (Cahill y col.,
1995). Por último, destacar que existen diversas regiones corticales que son críticas
para la memoria de trabajo, para el procesamiento de la información estimular
experimentada recientemente, así como para la memoria declarativa a largo plazo
(Tulving y Schacter , 1990).
Las formas de memoria no declarativa son evolutivamente más antiguas y se
han podido estudiar en invertebrados como la Aplysiay la Drosophila. Dentro de
este ámbito de análisis uno de los objetivos principales fue el de intentar abarcar
tanto los procesos cognitivos como la propia biología molecular de las células
nerviosas, estudiando los mecanismos de plasticidad sináptica y su relación con el
almacenamiento de la información en la memoria.
¿Podemos pensar en una unificación más amplia que aquella que nos permite
comprender tanto las moléculas como la propia mente? De este modo, a principios de
los setenta diferentes estudios en invertebrados mostraron que formas de aprendizaje
como la habituación, la sensibilización o incluso el condicionamiento clásico, se
basaban en cambios estructurales y funcionales en las sinápsis entre las neuronas que
mediaban la conducta modificada (Kandel y Squire, 2000). En los años noventa la
aparición de técnicas de manipulación génica permitió poder relacionar genes
específicos con los mecanismos de plasticidad sináptica e incluso con la conducta y la
cognición. Del mismo modo, el poder combinar estudios genéticos con estudios
conductuales en Drosophila, Aplysiay ratones permitió identificar que las formas de
memoria declarativa y no declarativa compartían algunos elementos celulares y
moleculares comunes. De este modo, se pudo comprobar la existencia de diversas
moléculas de señalización críticas para convertir la plasticidad transitoria a corto
plazo en una memoria persistente a largo plazo, tanto para las memorias de tipo
declarativo como no declarativo (Kandel y Squire, 2000).
69
En los últimos años se ha ido vislumbrando una compleja amalgama de
relaciones teóricas y metodológicas entre los diferentes campos que han contribuido
de una forma interdisciplinar a la potenciación del estudio científico del estudio
nervioso y de todo aquello que conlleva.
A veces, puede resultar difícil distinguir el límite entre las contribuciones
diferenciales y los objetos específicos de estudio de cada uno de estos campos. De este
modo, en los últimos años han ido surgiendo cantidades ingentes de trabajos
enmarcados dentro del campo de la neurociencia cognitiva, demarcándose como una
disciplina nueva claramente diferenciada del resto de aproximaciones científicas
existentes. Partiendo de esta conceptualización, debemos asumir que la diferencia
más importante que puede establecerse, dentro de esta nueva perspectiva de estudio
y las diferentes aproximaciones que intentan comprender el funcionamiento del
cerebro subyacente a la conducta y la cognición, es el nivel de análisis que se utiliza.
De este modo, algunas líneas de pensamiento sugieren que la neurociencia cognitiva
utiliza un nivel de análisis más holístico que el resto de aproximaciones.
El análisis exhaustivo de los procesos mentales a través del estudio de las
neuronas, de los circuitos y de los sistemas cerebrales ha proporcionado nuevos
modelos que han servido para guiar el trabajo experimental, tanto en biología como
en psicología. Autores como Kandel y Squire sugieren que para que la neurociencia
se pueda decantar a solventar los problemas abordados por las ciencias biológicas y
psicológicas se necesitarán nuevas aproximaciones moleculares y celulares y su uso
en conjunción con los sistemas conductuales y cognitivos. De esta manera, seremos
capaces de relacionar determinados sucesos moleculares y cambios específicos en el
interior de las neuronas con procesos mentales como la percepción, la memoria, el
pensamiento o, incluso, la conciencia (Kandel y Squire, 2000). Por otro lado, otros
autores abogan por un acercamiento biopsicológico a la neurociencia, potenciando
un enfoque biológico del estudio de la psicología más que una perspectiva psicológica
del estudio de la biología (Pinel, 2000).
2. ¿Cuáles son las dos reflexiones que plantea el autor y qué expone en cada una?
70
3. Ante la siguiente pregunta (incluida en el texto): ¿qué es lo que distingue a
una especie de otra con respecto a sus habilidades cognitivas? ¿Qué respuestas
se dan?
Apunte 1 NEUROCIENCIAS I
Quiero compartir con vos una frase que es de un autor anónimo pero sirve
para abrir el camino que transitaremos juntos:
La década de los 90’ es considerada “la década del cerebro”, debido a la gran
cantidad de aportes que brindaron las neurociencias para el conocimiento de
nuestro cerebro. Dentro de dichos aportes, hay una serie de datos que se
relacionan e influyen en la educación de las personas.
71
¿QUÉ APORTES TIENE PARA LA TAREA DOCENTE LAS
NEUROCIENCIAS? (Cuatro Razones)
Las neurociencias
72
finalizar este bloque podrás elaborar otras preguntas, más profundas, más
relacionadas con tu realidad educativa.
Comencemos:
A. ¿Qué son?
Uno de los desarrollos científicos más significativos de los últimos treinta años ha
sido el surgimiento de un nuevo ámbito de investigación abordado por las
ciencias cognitivas. Su objetivo es explicar el comportamiento inteligente, es
decir, el comportamiento dirigido por metas y propósitos, en virtud del
funcionamiento cognitivo de la mente. Dado su carácter explicativo, las ciencias
cognitivas se han considerado como cimiento básico la investigación aplicada.
FILOSOFÍA DE LA MENTE
PISOCOLOGÍA COGNITIVA
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
NEUROCIENCIAS
LINGÜÍSTICA
ANTROPOLOGÍA
73
1. Luego de la lectura del
texto: “Inicios” te concentrarás en los
nombres que aparecen ( Noam Chomsky,
Allen Newell, Herbert Simon y G. A.
Miller)
2. Buscá datos biográficos de cada uno de
ellos, y resaltá especialmente sus trabajos y logros
realizados. Es importante aquí que realices el fichaje
del material consultado, como así también los sitios
que visites para buscar la información.
INICIOS
74
ya desde la época de Descartes, se hacían conjeturas que apuntaban hacia la
explicación del comportamiento humano bajo la visión mecanicista.
75
El desarrollo en los primeros años se caracteriza por la progresiva adquisición
de funciones tan importantes como el control postural, la autonomía de
desplazamiento, la comunicación, el lenguaje verbal, y la interacción social. Esta
evolución está estrechamente ligada al proceso de maduración del sistema nervioso,
ya iniciado en la vida intrauterina y a la organización emocional y mental. Requiere
una estructura genética adecuada y la satisfacción de los requerimientos básicos para
el ser humano a nivel biológico y a nivel psicoafectivo.
La evolución de los niños con alteraciones en su desarrollo dependerá en gran
medida de la fecha de la detección y del momento de inicio de la Atención
Temprana. Cuanto menor sea el tiempo de privación de los estímulos mejor
aprovechamiento habrá de la plasticidad cerebral y potencialmente menor será el
retraso. En este proceso resulta crucial la implicación familiar, elemento
indispensable para favorecer la interacción afectiva y emocional así como para la
eficacia de los tratamientos.
El principal objetivo de la Atención Temprana es que los niños que presentan
trastornos en su desarrollo o tienen riesgo de padecerlos, reciban, siguiendo un
modelo que considere los aspectos bio-psico-sociales, todo aquello que desde la
vertiente preventiva y asistencial pueda potenciar su capacidad de desarrollo y de
bienestar, posibilitando de la forma más completa su integración en el medio
familiar, escolar y social, así como su autonomía personal.
La Atención Temprana debe llegar a todos los niños que presentan cualquier
tipo de trastorno o alteración en su desarrollo, sea éste de tipo físico, psíquico o
sensorial, o se consideren en situación de riesgo biológico o social. Todas las acciones
e intervenciones que se llevan a cabo en atención temprana deben considerar no sólo
al niño, sino también a la familia y a su entorno.
De este amplio marco se desprende el siguiente conjunto de objetivos propios a
la
Atención Temprana:
1. Reducir los efectos de una deficiencia o déficit sobre el conjunto global del
desarrollo del niño.
2. Optimizar, en la medida de lo posible, el curso del desarrollo del niño.
3. Introducir los mecanismos necesarios de compensación, de eliminación de
barreras y adaptación a necesidades específicas.
4. Evitar o reducir la aparición de efectos o déficits secundarios o asociados
producidos por un trastorno o situación de alto riesgo.
5. Atender y cubrir las necesidades y demandas de la familia y el entorno en el que
vive el niño.
6. Considerar al niño como sujeto activo de la intervención.
76
alteración en la normal adquisición de los hitos que son propios de los primeros
estadios evolutivos puede poner en peligro el desarrollo armónico posterior, pero la
plasticidad también dota al Sistema Nervioso de una mayor capacidad de
recuperación y reorganización orgánica y funcional, que decrece de forma muy
importante en los años posteriores.
Esta plasticidad se vincula directamente con el contexto explicativo que
brindan las ciencias cognitivas, especialmente las neurociencias.
3. Diferentes partes del cerebro pueden estar listas para aprender en tiempos
diferentes.
Jensen (2000) aporta toda una lista muy esquemática pero clara de
descubrimientos recientes en las Neurociencias que se pueden aplicar en la:
· El cerebro que crece: el cerebro humano puede hacer crecer nuevas células.
77
· El cerebro espacial: cómo trabajan el espacio, el aprendizaje relacional y la
recordación espacial.
· El cerebro emocional: cómo las amenazas y las hormonas afectan la memoria, las
células y genes.
· El cerebro en desarrollo: cómo optimizar el valor de los tres primeros años sabiendo
qué hacer y cuándo hacerlo.
· El cerebro químico: qué hacen determinados químicos y cómo activar los correctos.
78
Las Neurociencias
A ¿Qué estudian?
A ¿Qué estudian?
► El escaneo de CAT
1
El objeto de estudio es complejo, por tal motivo es necesario adoptar modelos o referentes teóricos que
simplifican y a su vez logran un abordaje inteligible. El modelo mecánico de articulación de elementos es
el más simple.
79
► Imágenes por Resonancia Magnética ( MRI)
► Espectrómetros.
► Electroencefalograma (EEG)
► Magnetoencefalografía (MEG)
► Instrumento de interferencia cuántica superconductora (SQUID)
► Mapeo de la actividad eléctrica cerebral (BEAM)
► Tomografía por emisión de positrones (PET)
Los datos empíricos aportados por las neurociencias generan una variedad de
interpretaciones y a su vez una batería de interrogantes. Combinar estos aportes
con los expertos computacionales para analizar como surgen los procesos
preceptúales y cognitivos del cerebro.
Los neurocientíficos se enfrentan a un sistema biológico cuya estructura y
funcionamiento es difícil de evaluar. Un ejemplo notorio para mostrar lo dicho es
que los discos magnéticos más grandes de la actualidad almacenan alrededor de 1000
80
millones de bytes de información cada uno, lo que es grosamente la diez millonésima
parte de la capacidad de almacenamiento que posee el cerebro.
7
Denominada también como área entorrinal o lóbulo piriforme (en forma de pera. Forma parte del área sensorial,
constituyendo el área de terminación de las vías olfativas.
81
estas regiones muestran severos problemas de memoria. Ante este panorama el
interés de Kreiman es el de comprender lo que ocurre en el cerebro cuando
observamos un objeto en el mundo exterior y cuando formamos una imagen en
nuestra mente con los ojos cerrados. Su equipo llegó a la conclusión que existe una
representación común por parte de neuronas individuales para la visión y la
imaginación 8, en síntesis los resultados han sido los siguientes:
APRENDIZAJE Y MEMORIA
8
En el sitio web: http://www.cns.caltech.edu/~gabriel/actualidad/clase_imaginacion/t1.html, se puede leer este
artículo sobre las neuronas de la imaginación y en el sitio
http://www.ai.mit.edu/people/kreiman/publications/publications_text.html, está el artículo original.
9
Algunos de estos ejemplos y otros se desarrollan en el libro de GELLATLY (1986)
82
Con respecto al uso de la memoria, ¿conoces técnicas o procedimientos para
mejorar la memoria? (por ej. ejercicios, reglas nemotécnicas, Etc.) Desarrolla
en un texto.
LA MEMORIA EN LA ACTUALIDAD
83
LA MEMORIA BAJO CONTROL
Entre los neurólogos, el doctor Ignacio Busco 11, explica una serie de
interrogantes vitales12, sobre la memoria, y entre ellas hay dos que dan pie al
próximo capítulo. El primer interrogante es sobre el envejecimiento y el segundo es
sobre si los chicos deben aprender de memoria. Las respuestas han sido
respectivamente las siguientes: en estudios comparativos realizados con pacientes
sanos de la tercera edad y un grupo de control de jóvenes, se dedujo que los
primeros no tenían una pérdida de memoria significativa respecto a sus pares de
menos años. A lo sumo, tardaban un poco más para evocar los recuerdos. Pero la
memoria si puede atrofiarse por dos motivos: la falta de estímulo y las alteraciones
en el sueño. La segunda respuesta es que no, el consenso es que el aprendizaje
depende de la comprensión profunda del tema estudiado, para ser efectivo y
duradero. La memoria mecánica (repetición de lecciones) no ayuda a construir
sistemas de asociación, que más tarde servirían como estructura de memoria. Lo
verdaderamente importante es aprender a interrelacionar lo que se aprende.
84
procesamiento de cada tipo de memoria ocurre, no en una, sino en muchas regiones
cerebrales. Además del potencial tecnológico que encierran, las redes neuronales
representan una interesante línea de investigación para biólogos y psicólogos,
interesados en desarrollar modelos conexionistas para interpretar diversos procesos:
de memoria, de aprendizaje, de conducta, de control que se observan en los seres
vivos.
Las redes funcionarían como "maquetas" sobre las cuales realizar
simulaciones e hipótesis que luego se verifican en los casos reales.
El campo de investigaciones del doctor y profesor Izquierdo es la
neurobiología de la memoria y entre sus muchos tópicos de interés están:
La memoria y sus circuitos neuronales
El impacto de la investigación básica en el concepto de memoria
¿La memoria guarda fotos de las emociones?
Estrés y memoria
¿Cómo se “apagan” las memorias?
El papel de las endorfinas en el recuerdo y el olvido
Memoria: ¿digital o analógica?
Proteínas celulares y la formación de la memoria
La potenciación sináptica de la memoria
El homocentrismo y nuestro concepto de memoria
Los mecanismos genéticos e individuales
Avances neurocientíficos y realidad clínica
EL DR.MARCELO RUBINSTEIN
Rubinstein es Doctor en Química de la UBA. Una vez doctorado pasó varios
años en un instituto muy prestigioso de los EE.UU.: el Vollum Institute, en el estado
de Oregon (Oregon Health and Sciences University). Allí tuvo una excelente
carrera, publicó en las mejores revistas y se fue haciendo un nombre dentro de la
neurociencia.
Actualmente es Profesor Adjunto de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales, Investigador Independiente del CONICET y uno de los pocos que tienen
un Subsidio del Instituto Médico Howard Hughes, que nuclea a muchos de los
mejores científicos del mundo.
Su carrera es el reflejo de cómo fue desarrollándose la neurociencia: comenzó con
enfoques bioquímicos y farmacológicos y se fue extendiendo hacia la biología
molecular y los modelos genéticos. Siempre trabajó en la forma en que las neuronas,
las células del sistema nervioso, se comunican entre sí: qué señales envían (los
neurotransmisores) y cómo reciben estas señales (a través de receptores).
Rubinstein estudia en particular una señal química llamada dopamina, y los
receptores que interpretan esta señal. La dopamina participa de muchos circuitos en
el cerebro, que median funciones muy complejas, como la regulación fina del
85
movimiento, la toma de decisiones, la atención y hasta la búsqueda del placer.
Obviamente, está muy involucrada en enfermedades como el Parkinson, el trastorno
de déficit de atención o las adicciones a diversas drogas.
La dopamina participa en circuitos que tienen que ver con la regulación fina
del movimiento. ¿Cómo hace el cerebro para que una persona pueda tocar el piano o
para que un relojero pueda arreglar un reloj? Necesita generar movimientos finos y
precisos para que la duración y fuerza necesaria, y eso se hace a nivel del cerebro, la
dopamina juega un papel preponderante. Por otro lado, el movimiento también se
modula por el estado emocional y cognitivo. Por ejemplo, cuando suena el teléfono
uno tiene el reflejo de atenderlo, pero a veces la memoria, o la experiencia o las
emociones afectan si vamos corriendo a atender o decidimos ignorarla. Nuevamente,
la dopamina es importante en esta modulación de lo motor y la integración
emocional.
La ausencia de dopamina es causante de enfermedades, la más conocida es el
Parkinson. Se sabe lo que ocurre (degeneran las neuronas que fabrican dopamina), y
hay tratamientos paliativos, como la L-DOPA. También la dopamina y sus
receptores están en áreas del cerebro que tienen que ver con cómo identificamos y
categorizamos inconscientemente toda la información que procesamos del medio
exterior (para tomar cualquier decisión le prestamos atención a cosas más
importantes e ignoramos las otras). La deficiencia en dopamina lleva a problemas en
la toma de decisiones o problemas de atención.
86
FACUNDO MANES
Desafío 4. Teniendo en cuenta lo leído hasta este momento, ¿es posible que
en nuestra formación se introduzca los conocimientos arrojados por las
neurociencias? Teniendo en cuenta el nivel en dónde trabajas, enuncia algún
87
factor positivo para hacer esa introducción y elementos que obstaculicen esa
tarea de renovación.
88