You are on page 1of 22
El objeto de la obligacién’ 1. Eldebate sobre el objeto de la obligacton esta lejos de resolverse, a pesar de las autorizadas voces que se han pronunciado para formular dudas acer- cade su utilidad', Nadie discute que el planteamien- to del problema responde, esencialmente, a exigen- cias de sistematizaci6n logica de la obligacién en. cuanto materia de estudio, ni que constituye el fru- to de una proclividad hacia la especulacién pura, que identifica al jurista modemo. Me permitiré re- cordar, sin embargo, que HakrMann ha Hlevado la discusién hasta niveles extremos, con miras a una revisidn radical de los principios de la responsabili dad por incumplimiento, que constituye el punto neurlgico de la teoria de las obligaciones. Se ten- dra que admitir, entonces, que el problema tratado en esta oportunidad no es de escasa importancia, incluso para los que han hecho suya la tarea de res- tituir a la ciencia juricica aquella funcién préctica que le es esencial El problema suele plantearse desde el punto de vista del derecho del acreedor. Ello ha propiciado Luigi Mengonit Profesor de Derecho Civil y de Derecho del Tra- bajo en la Universidad Catélica de Milan. su agudizacién, por el avance de la tendencia a es- tudiar la obligacién, no solamente desde el lado pa- sivo, sino también, y principalmente, desde el lado activo de la relacién. Las distintas teorfas que han venido apareciendo pueden clasificarse en dos gru- pos, al interior de los cuales existen, a veces, nota~ bles diferencias, aunque no es extrafio que estas se reduzcan a tenues matices. Por un lado, estan las lamadas teorias “personales”, que identifican el objeto del derecho del acreedor en el comporta- miento al que esté sujeto el deudor. Por otro lado, estan las Hamadas teorias “patrimoniales”, que di tinguen entre el comportamiento debido y el bien debido, y que sefalan este tiltimo como el término objetivo del derecho obligatorio, La exposicién pormenorizada de dichas teorfas escapa a mis pro- pésitos. Con ella se abusaria, aclemés, la paciencia del lectos bastante informado sobre el estado de la cuestién. El punto de partida para las reflexiones, que comenzaré a exponer me lo brinda un reciente y habil intento de revalorizacién de la doctrina tea- Lecedn inaugurate curso de Derecho civil dita en a Universidad dle Teste 1 de diciembre de 1951, Se omens frases de runs slay se ncuye a pare eficosnformativ, “itloongina “Leggett ls oi 1952 pp. 156186 non “us, Revisa de cienia juridicas de ln Universidad Ci en del Sagrado Coranén de Min, adie nutorzada pr el Autor, de Leysser Ls Les Profesor de Deseo Civile a Pontificia Universidad Catlca dl Per, Becario de a “Tigne Mata! cnn Secon de Derecho Bev del Departamento "GL. M. Casares” dea Urueesded de Genova. [ne Em cite et tend pres nag pinnate protaoe Hao Foe Ronse me coma cou// thigh Manco (1922209) cn cn de sitar sw terizaci pata teaducr al exstellana sa fama estudio OUD ilies" pica en la Rta Bt Connect e del Dito Gea dle grin, ae LL, pat, 195. rie Mesnard vt ene) por sh seit en 198 para la Encl del to eo. XXX, 198), coe fn de oye nae En sable cart, el Hoste Junta, seienemente ale no slo acwdis a nuestro pedi ino qu recomenvabs ta traducién de if {ion cabal le su petra cor espectea ete trasendentl tet El presente estudio precede ls dos obras seflas El Autor lo firma coma catededtico extrardinario dela Universidad de Trieste, Posteriormente fue nombrado profesor ordinario de la Unlversi- find Coen del Sagrada Cornesn de Milan, done Telia sus studios y dio inito nu netiidadeademca, como assent de Prancesco ‘Messneo y Domenico Bart En este centro universitarefuvaasu cargo les curses de derecho comercial, derecho civil y derecho del faba, {foe decano de In Facltad de Derecho ene 19801967 ve tngstado de Corte Consitacona Malian y membre de In Acadga el Linc su bra predominaa los ensayos, entre ls qu son de ecordat los deco. Ia metodologi juriica, apart de les ya ctados,en ol campo {ut derecha evi sob ns cbligactones de muon yd esllndoy In responenbignd contract. Fue irctr del Data ddr coe ‘lnmurei andade por Antonie Cet y Poncesco Mess, para el cial exces lon volumencs sobre las sucesiones. Sele debe, ademas, una Célebe nonogralia sobre as adguliciones no dan (a ey 1973). Punacn, Erno’ mone elon, 190, costes ls dispute como un “entretenimiento snocete™ Ce tambien, deo recent, MESSNeo, ‘Mana didnt cite commerce, el 2, Min, 1950, § 98,110 p19 | iwi rnb ct el Manmade Francesca Mesinen fe traducida al catllano por Santiago Stes Metsnoo,y publicad en Buenes Aes en Proceso & Justicia TH | fbsorssoamrareeme iene rs cesar RT See IRS og a Ceara STREETERS Luigi Mengoni dicional. Yo me propongo contribuir, en cambio, a reforzar el criterio contrario, es deci, la conviecién de que dicha doctrina debe considerarse definitiva- mente superada Para concluir esta breve premisa, me limitaré a afiadir que las teorias patrimoniales antes recorda- das se diferencian de aquella corriente doctrinal ~ hoy en plena decadencia que reduce la obligacién, aun puro fenémeno de responsabilidad patrimo- nial, y que por tal raz6n se inclina a identificar en el patrimonio del deudor el objeto del derecho. Aqui doy por sentada la concepeién que coloca en el pri- mer plano de la estructura de la relacién obligatoria alelemento debere es decir, al deber juridico de cum- plir cierto comportamiento. Esta concepcién es la base comtin de las teorfas que se clasifican como personales” y “patrimoniales”, y mediante ella se aclara el valor puramente convencional de semejante terminologia. Sin embargo, junto con esta clasifica- cidn ~y en interferencia con la misma- es posible delinear otra distincién, que no asume como pauta la diferente nocién material del objeto del derecho de obligacién, sino mas bien la nocién formal del objeto. En realidad, sea en el ambito de las teorias personales, sea en el de las teorias patrimoniales, se pueden detectar dos tendencias sobre el modo de concebir el objeto del crédito, sin importar cual sea, en definitiva, el elemento material en el gue cobre sustancia el objeto, en cada caso, y de acuerdo con las distintas apreciaciones. El primer critetio -que un lustre estudioso no ha dudado en calificar como *maléfico”- concibe el objeto de la obligacién en funcién de un riguroso paralelismo con el prototipo de los derechos patrimoniales, es decir, con el dere- cho real. El segundo criterio opta por rechazar la pretendida analogia con el paradigma de los dere- chos reales, o bien por reducir esta tiltima a un pa- ralelismomeramente nominal; en consecueencia, en~ tiende el objeto de la obligacion en un sentido del todo auténomo con respecto a la teoria de los dere- chos sobre las cosas. ‘Groncann, Kabhi 2. Bl planteamiento original del problema exa- minado-debido a Savion partia, justamente, de la idea de que la construccién te6rica de la relacién obligatoria tenfa que modelarse segtin el esquema de aquellas situaciones juridicas “que nuestra con- ciencia reconoce, con mayor certeza, como dere- hos", es decir, los derechos reales. Ast como el de- recho teal tiene por objeto una cosa, el objeto del derecho de crédito seria la persona del deudor®. Esta antigua doctrina precisaba, adem, que el sefiorio del acreedor no afectaba a la persona obligada en toda su expresi6n, como si se tratara de una rela- cién de esclavitud, sino solamente determinados actos, extraidos de la libertad del deudor, y someti- dos a la voluntad del titular del derecho, Un seforio parcial, entonces, a semejanza de los jvra in realiens, pero totalmente distinto del derecho real’. En los ordenamientos de los pueblos de tradicién civilistica, la obligacién implica un poder puramente ideal so- bre la persona del acreedor: un poder para influir sobre la voluntad ajena, ni mas ni menos, con el fin de encaminarla hacia cierto comportamiento. Hace ya tiempo que esta concepcién conocié el ‘caso, y nadie pretende volverla a la vida. A pesar de los esfuerzos realizados para conciliarla con el punto de vista de la personalidad juridica del deu- dor, ella sigue encontrandose en insubsanable con- tradiccién con el concepto de obligacién como de- ber juridico; un concepto que representa, por el con- trario, un punto indiscutible de la doctrina tradicio- nal. Es cierto que “obligar” (ob/igare) es verbo transitivo, y que postula, por lo tanto, un objeto que resulta “obligado”*. Pero en el plano juridico, el dato de la personalidad juridica ~que es un elemento in- tegrante de la fattispecte obligatoria impide que la abiigatio se plasine en la imposicién de un vinculo a la persona, como si se tratara de un objeto; lo que hace, en cambio, es que la obligatio sea configurada en su devenir, como un proceso de “subjetivacion” de la norma obligatoria (us civitatis nastme) bajo la forma de un deber juridico concreto,es decir, de una ve Mii, 1951 (smpresién desu lesions publiadas en Catan, en 1845). [i se} sta ba fie rads al astellano por Evelio Veron, publicada en Barcelona con el tule La aati (La prt generat dela teoigarineden 1958. Enel pogo esata para a edicion barcelona, el profesor Michele Goscias evaaciicamente a posicén que ‘Meco desarolla en el presente esto 2 Bona Append BadoerLacaveoen, Delle oberon wod it Mita. p. 795. {Som palabras de Sars, Lesson iat en Tata dito ie elie rgd por Wasa, Trt, 1950, pA Saver, Bos OWigtancuret Bern 151, pp. 5, Mas esentemane cle BAe, "Dey Gens en aisha fie das esate Handelsechte, 59,907) p10, nota 21 ‘peinente Hse Des torch Oigatineneit Viena, 85h pid nn Sainpany Kowree, Cs des nnihon Rect, 2, Lap 187, § 592, p07 Ponciiat, Die madene The des Priarcty, Leipip 1855, pp 188, 230, qulen queda tan impresionado con ete dete, qu afi que Ia eon del objeto te derecho debe dara un Lad el srino obliges no quiere comprometerae ene diema de near que el obligade (Sts “cbligado” (objeto dela oblgacon, ode amir que el aredor tne wn derecho sobre la persona el dexdor Proceso & Justicia 112 El objeto de la obligacion relacién juridica. Sino quiere limitarse a ser una pura imagen 0 una simple metafora, sino mas bien un concepto juridico real, la idea del vinculo tiene que resolverse, necesariamente, en el concepto de rela- ci6n juridica; y en el esquema de la relacién juridi- a, la personaes “sujeto”, jams “objeto”. “La capa- cidad de ser sujetos de deberes preserva a la perso- na obligada de degradar al nivel de objeto de dere- cho”. El deudor no esté vinculado con el acreedor ‘como objeto de un poder de este tiltimo, sino en ‘cuanto sujeto de un deber correlativo al derecho del acreedor. Desde el punto de vista légico-juridico, el cardcter transitivo de la obligacién tiene un signifi cado bastante diverso -yo diria que hasta opuesto, en cierto sentido del que posee desde la 6ptica 16- gico-gramatical: dicho cardcter expresa la dependen- cia del derecho del acreedor con respecto a una po- sicién, correspondiente, de deber juridico”. No resuelve las dificultades -las agrava, por el contrario~ la formula que declara que el objeto del derecho de crédito no es la persona, sino la volun- tad del deudor. La voluntad, entendicia como facul- tad psiquica, es un atributo inseparable de la perso- na, y como tal, no es susceptible de ser “objetivada”. ‘Ademés, esta segunda formula explica el “senorio” del acreedor como un poder para determinar laasun- cién de cierto comportamiento por parte del deu- dor. Pero si tal poder significa fuerza coercitiva, el concepto resulla absurdo, porque la voluntad es incoercible. Y si alude, por otto lado, a una mera posibilidad-de motivacién psicol6gica, se trata de tun concepto juricicamente irrelevante, y ya no esta riamos frente a un poder propiamente dicho. En primer lugar, la persona y la voluntad del deudor no constituyen valores econémicos; lo que debe ser susceptible de dicha valoracién es el objeto dela obligacién en cuanto correlativo al interés que es presupuesto de la relaciGn. Esta observacién ini- cia el progreso hacia una tercera formula, en la que insiste, particularmente, Kuntze": la obligacién es tun derecho (seftorio) sobre un comportamiento aje~ no, objetivamente considerado como un bien, en cuanto idéneo para procurar un resultado «til al acreedor; es, en suma, un derecho sobre la presta- cin. En este punto, sin embargo, dicha doctrina tro- pieza con un dilema preciso, frente al cual no cuen- la con muchas salidas. O la prestacién se concibe como acto, y no pertenece, entonces, al concepto de obligacién, sino que integra el concepto de cumpli- miento, que esté ligado con la extinci6n del vinculo; y ello, sin mencionar que el acto del deudor es de tuna naturaleza tal “uf statin evanescat semel emissus, eoque nec haberia guoguant possit’®, Obien se preten- de observar el criterio metodolégico elemental ““initium obligationis spectandum est”, y entonces la prestacién no existe bajo la forma del “ser”, sino solamente bajo la forma del “deber”: es un puro “ deber ser”, de modo tal que afirmar que el objeto del seftorio del acreedor es la prestacién equivale a afirmas, ni més ni menos, y en definitiva, que el de- recho de crédito tiene como objeto el deber* del deu- dor correspondiente. Partiendo de la definicion del derecho de crédito como “derecho sobre un com- portamiento ajeno de valor patrimonial”, en efecto, Soum'*ha arribado a una conclusién de este tenor, ¥ lahha desarrollado con bastante decisién. En su teo- ria se puede destacar la reductio ad absurdum de las ensefianzas heredadas de Savicny. En opinién de Son, la materia del derecho de crédito consiste, exclusivamente, en el deber del deudor, yla esencia de dicho derecho es, por lo tanto, un “no poder”. Al acreedor no le corresponderia més que un poder procesal, 0 sea, el poder de accién (una pretensién, en sentido procesal), que surge como consecuencia de la infraccién del deber del deudor. Antes de que Ja pretensi6n cobre actualidad ~explica Sou" no + Son palabras de Gouna, Prem’ general dl dint ea. de Rah), Pau, 195, p82 {Serr Eta vra de Jones Covscrnor (18741930), celebs proceslist de a Universidade Berlin exiiado en Sudamérica, fue escrit en [eSctlany publica cepa de su mere (Paloma goer de dorsi, Buenos Aires, 194. La edn oigial leva prologo de Eduardo} ‘Couture, una nota bir bbllogria sobre el Autor a cargo de Niceo AtcaLA-Zawcea y Cas. ‘Mas dela se presen que esa relaciOn de depenenca be entenderse en sentido funcional y none sentido de una derivacisn gia de Uden eros par del eber del deur fone). Pos ahora ven: vou te sggeition Msn 1943, pp 10, 16 Kenner, Dic OWigaon un Sse de rnc nd hentigen Reh, Leip, 1856, p 1S. ASI como el daecho Teal iene po objeto tinn.covaeobjeto del derecho decries un coapottamiento determinado del dewdor” (aca figura en Haxcsasn, Die Oat, Elangen, 1075, p- 29). Che, del mismo Kuntar, Caras, ct, § 897 p10, en relacin con el § 447, p. 292. "= Dawes, Dede ib 15, ap. 383. AnMt/7] incl onginal ie oli Lssinenaia ene ete érmino-antiguo problema para los taductores de lengua castllana~y ede “deber Jue, ha sho semua, aetualnente por Ricco Cust, vox Doe gnc, en Emcee Gaiden Tec, vl. XU, Rota, 198, pL (de ln separa) » Soin "Bor fri ee Fonlerngwrebt, en “xian Zeltschrift, 4 (1877), pp. 457s. expeclalente, p44, También hay referencis en omen, Leech oe brgerichen Recs I 1, Betin, 196, p. 1, St, Pein tu rei h. ey Tubing, 1936p. 127, rm. AUaRA, Le ns foes att ce ed ogin, Tats (peto de 1945), p.254 objet de a relacionadas el dberjuridic, ose ‘quiere ef compartment debi"), Sms 9p te 49 Proceso & Justicia Ts Luigi Mengoni existe ningtin acto al que el acreedor se encuentre legitimado en fuerza de su derecho: el contenido del derecho de crédito se agota en la existencia del co- rrelativo deber del deudor. Concebir un derecho que tenga por contenido tun deber seria tan absurdo como la idea de que un deber que tenga por contenido un derecho". El paso de la afirmacién de Sora la teoria que desconoce a la relacién obligatoria el aspecto del derecho subje- tivo es muy breve. Derecho y ausencia de poder son términos que se excluyen recfprocamente™, Pero la afirmacién de que el acreedor se encuentra en una situaci6n de ausencia de poder antes del nacimien- to de la pretensi6n, es desmentida por una serie de instituciones (arts. 1186, 2743, 2900, 2901, 2905 céd. civ)’, queal no estar condicionadas al incumplimien- to-es decir al presupuesto de la accién-no pueden explicarse sino como manifestaciones, respectivas, de un poder sustancial, inherente a la posici6n juri- dica de acteedor. Lo tinico cierto es que el derecho de crédito no es un poder sobre la prestacién debi- da. El contenido (u objeto) del deber del deudor” no puede ser ubicado en el nivel de objeto de dere- cho del acreedor: Esta transposicién derivaria en una inconcebible absorcién del deber del deudor por parte de la sustancia del derecho" 3. Por lo demés, el paralelismo esquemético entre la obligacién y los derechos reales ~que es el postulado de la corriente doctrinal inspirada en Srvicwy~ se plantea en términos s6lo aparentemente sigurosos. Si dicho paralelismo fuera desarrollado a fondo, se deberia arribar a la premisa de que el ob- jeto del derecho real noes la cosa, directamente, sino el comportamiento negativo al que se encuentran obligados todos los miembros de la Sociedad con respectoa dicha cosa~y no todos estan dispuestos a creer en ello-;o se deberia concluir que el objeto del derecho del acreedor no es la actividad del acree- dor, sino también aqui- una res, una entidad obje- tiva impersonal, En esta segunda direccién discurre la moderna teoria de Carveturn™, que constituye un intento original de retomar, con mayor rigor, la antigua idea de explicar la obligacién segiin un paradigma and- logo al de los derechos reales. De acuerdo con el magisterio de Savicny, los derechos reales y los de- rechos obligatorios demandan una idéntica nocién de objeto, pero se diferencian por el elemento mate- rial en el que se concentran sus respectivos objetos. CCarwevurmi compart la primera parte de este pos- tulado, pero luego asume una posicién polémica, y concluye que no existe ninguna diferencia en cuan- to al objeto, ni siquiera en el aspecto material: en ambas categorias, el objeto del derecho es un bien- cosa. La propuesta no se puede considerar exitosa, pero es innegable el mérito de Carweuurri al haber promovido, en la literatura juridica italiana, el mo- vimiento de revisién critica de la doctrina tradicio- nal sobre el objeto de la obligacién. Ya en su intento de individualizar, segiin cada caso, la resen que tomaria cuerpo el objeto del dere- cho de erédito, la teoria en menci6n comienza a en- trar en dificultades. A primera vista, parece ser cier- tala afirmaci6n de que el objeto de la obligacién de entregar o restituir una cosa determinada es, preci- samente, la cosa. Pero tal enunciado resulta inacep- table, sin lugar a dudas, en ia hipétesis de las obli- gaciones genéricas (art. 1178 céd. civ.), porque el objeto de estas seria una mera abstraccién (el genus): “o las cosas estén determinadas, 0 no son cosas”, La premisa es aun menos adecuada para las obliga- Putco ip. 140. Osa cosa aro eles quel contenido ce un deber pueda ser el eercicio de un derecho o de un poe “Ton, Arn gi dni eset (od. ede A LS, 2) Pada, 191, p 238 (246-217 del orginal alemsn), scala gue, en wend, no raprecia “gut cosa autores a abla de ui "terecho" en Greunstncis slo Invite’ 7} Aa em ole fod las eferenciae (cdc) eorreponden al digo Civ aio vente de 1912 Enel at. 185, por cempla, ‘Stabe gue “Cane el plso se aya esubleido en favor de deudor el acretor puede cuir nmedintamente I prestacon shel deudot ‘lsieneinsolvente, 01 cisminuys, por hecho propo la arania que habia dado, ot no da la granias que ha promide™ [El deber pr tener un sto, evoraIanocin corelava es dace anti y complementaia al mismo liempe-de objeto Desde este punto de ‘ata (ogio-gramatia) loqueel sto “debe” -osea, el eamporlamiento debido~ es objeto dl deber Ocure, sin embargo, que a consruccien. jusicaprescinde del suet, que sol e wn punto de referencia: un cetto de imputaclén del deber En ella se consideran,excsivamente, las lementosconsittivos del deer que se analizan como frms-contenid (0 materi) Por ll, desde el punto de vist uedo-ormal spree ‘ble In caifcacion del comporamuanto obligatorio como contenido, materia g incluso com sustanea (pero ne en el sentido Hosen de Sree) del daber del deur ‘coud, Ladenpinonto so bg tra, Mis, 1996, pp. 8-82. Cann "pnt sue abies en Riva det Ditto Commerciale del Dito Generale delle Obiigazionn 1915.1 pp. 528 y 56:10, a ow et ne Sel tres Pad, 127, 20999 Sa At Rom, 1951, [dls 7} Be Francesco Canseues (189-1965) se eadujeron al castlino el ens Dery paces Ue goer loans e018 at deep cin eninge os enn Ae 92 yr goa arn po Pranic vice Ove 2 Sara, esc frat, i, pA Proceso & Justicia 4 El objeto de la obligacion ciones de facere En la obligacién de realizar una obra -fabricar_un par de zapatos, por ejemplo-, dicho parecer equivale a admitir un derecho actual sobre tuna cosa futura: al momento del nacimiento de la obligacién, la cosa ~es decir el corpus ex oper factum- no existe; la obligacién es més bien una obligacién de hacer (perféciendum). En la obligacién de cumplir un servicio -la obligacién de transportar, por ejem- plo- se atentaria contra la letra de la ley, debido a que esta -al contraponer los “servicios”, repetidas ‘veces, a los “bienes” (arts. 2082, 2195, inc. 1°, 2247 céd. civ} deja entender que los servicios no pue- deen ser calificados como objeto de derechos en el sentido del art. 810 céd. civs, que da inicio al régi- men legal sobre los derechos reales. Y en fin, si se considera la obligacién de obra, y se propone como ‘objeto del derecho del empleador “el cuerpo huma- no, osi se quiere, una energia desplegada por este”, se incurre, para comenzar, en el claro absurdo de distinguir entre persona del trabajador -sujeto de la relacién juridica~ y cuerpo del trabajador ~objeto-, yasimismo en una contradiccién con el art. 814 c6 - no es otra cosa que el contenido del deber del deudor®. Por lo tanto, la precision de que el fin (objeto) del derecho de crédito es un comportamiento ajeno caracteriza~ do por un resultado ~y no simplemente por su di- reccién hacia este resultado se resuelve en una co- rrespondiente ampliacién del deber del deudor, has- ta comprender la produccién misma del resultado, a la que esta encaminada la actividad debida. Aho- ra bien, la expansién del deber hasta dicho punto ¢s, légicamente, inadmisible. En las obligaciones positivas, por regla, la actividad del deudor (o de sus auxiliares) no esté en condicién, por si sola, de lograrel resultado preestablecido, sino que debe ser integrada con una actividad de colaboracién del acreedor (0 de un adiectusdel mismo)", de forma tal que, al incorporarse el resultado a producir en el contenido del deber, también se termina incluyen- do en el mismo una conducta ajena. El deber de un comportamiento ajeno es uma icea inconcebible: el deber juridico es una forma directiva de la volun- tad, y por consiguiente, solo puede regular actos que dependen de la voluntad cel sujeto. ‘Ademés, si el contenido del deber del deudor fuera la produccién del resultado al que esta orien- tado el derecho de crédito, se deberia concluir que el deber es infringido -y por lo tanto, que el deudor es responsable- cada vez. que el fin no sea alcanza~ do, con la tinica excepcién de la imposibilidad liberatoria. En dicha conclusién estaria implicita la absurda consecuencia de llamar al deudor a respon- Vase tein: Onan, “Lets und Lintner S Veave rea $5, H temcports, por empl, en ln vena con expedicin (ort 1510, (Gain "Retin cic ee rn silanes dele psa” © Poratora,me permite emutra mi nota pubbicada en sBanc, Borsa Tai di der incluso en la hipétesis en que el resultado no se hubiera obtenido a causa de una negativa de cola- boracién del acreedor. Esta consecuencia esta expre- samente negada en el art. 1220 céd. civ, Sémuy bien que la doctrina tradicional tiene lista una respuesta: la fuente de responsabilidad para el deudor no es la infraccién del deber en cuanto tal, sino la infraccién caracterizada por la culpa. En la hipétesis del art. 120 céd. civ, el deudor queda exento de responsa bilidad, justamente, porque la falta de produccién del resultado no le es imputable. Pero esta respuesta incurre en el inveterado equivoco -vanamente denunciado™- que se anida ena definicién corriente de la responsabilidad con- tractual, como responsabilidad fundada en la cul- pa. Este equivoco ha sido habilmente aprovechado por Harrwanny, quien ha sido capaz de introducir su te6rica revolucionaria bajo la apariencia de una per- fecta ortodoxia, y yo espero retomar el argumento en un estudio posterior®, Basteme sefalar aqui que Ja doctrina tradicional -que en este aspecto se inspi- 1a en la obra de Friedrich Mommisen~se asienta s6lo de palabraen el concepto de incumplimiento impu- table: en realidad, dicha doctrina se funda en elcon- cepto de imposibilidad del cumplimiento (o del cum- plimiento exacto), sobrevenida por culpa del deu- dor, sin percatarse de que el incumplimiento y la imposibilidad de la prestacién son categorias irreductibles la una en Ia otra. La denominada “cul- pa”, que se ha acostumbrado enumerar entre los presupuestos de la responsabilidad del deudor, no es la pura culpa en sentido técnico, la cual es corre- lativa a la idea de diligencia; en realidad, se trata de un sin6nimo de la imposibilidad de la prestacién determinada por culpa, y encuentra su antitesis, por lo tanto, en la idea de caso fortuito (casus = soit cul- my ‘Aclarado el equivoco, cae por tierra el intento de explicar el art. 1220 c6d. civ. en funcién de la no imputabilidad del incumplimiento del deudor. En ‘efecto, la premisa de dicha explicaci6n es que la fal- ta de colaboracién del acreedor produce siempre la imposibilidad (definitiva o temporal) de la presta- en eZitchit i das gesomte Haelseehte, 98 (1923), p68 2 pha ec) se Svst di cit cvie> 191, p- 328 iton, 1981, p61 rae) Eteroe hace vefercaca su comentario a a snteia dela Corte de Casaintalana el 28 de abril de 1951, en cosa Kbinsy (ponent hiner eas Rio igor Bladen nsf "Ileal st i neces kee reps conta Sea eects que a ie contespuesta a ens representa una calfeaion del incumpiient, sino de Ia rspesblidad (obeiva y ‘MReltts sobvevenids de presacin,constitaye el defect de orgen del replaneaieno ecenemente intent por TON, “Fore majeur et aaa feet on nn conoror,en seve Trestle de Droit Cll 43 (0985), pp 235 7 Proce: & Justicia 122

You might also like