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Terapia grupal

El individuo desde su nacimiento está irremediablemente inmerso en grupos que irán variando en
mayor o menor medida conforme él también sufra cambios a lo largo de su vida.
Por ello, parece inevitable estudiar cómo se relaciona una persona, no solo a nivel intrapsíquico,
sino con el mundo que le rodea ya que la repercusión de este tipo de interacciones es notable no
solo de forma puntual, sino también lineal, o sea, que un patrón de relación tenderá a repetirse en
sucesivas situaciones similares. El grado de participación o democratización, la tolerancia hacia
el otro, la permisibilidad de los actos o el aprendizaje social serán puntos clave en el día a día de
cualquiera y se pondrán en juego durante la terapia de grupo donde existirá la posibilidad de
trabajar y modificar patrones hacia una mayor adaptación futura. Existen distintas terapias
grupales dependiendo del objetivo terapéutico, la escuela predominante, el tipo de pacientes o
simplemente, según en qué factor terapéutico se coloque el foco.
Aspectos técnicos aplicados en la terapia de grupo

En los más representantes podemos mencionar el encuadre, que son los elementos normativos,
constantes, siempre presentes en un proceso analítico. Su constancia y continuidad nos hablan de
que sus características principales son de espacio y tiempo. Estas dos constantes permiten
desarrollar un vínculo seguro, confiable, lo que permitirá que se despliegue el proceso terapéutico,
que como proceso pone el acento en el movimiento. Movimiento dialéctico que construye, de
construye y reconstruye.

El primer día de la terapia debemos explicar a nuestro paciente, cuál es nuestra forma de trabajar
y los diferentes elementos que estructurarán la relación terapéutica para que puedan producirse los
cambios internos que viene buscando. Lo que sostiene al paciente es el terapeuta a través de la
relación terapéutica, y ésta a su vez estará apoyada, por los diferentes elementos que conforman el
encuadre psicoterapéutico.

Como decimos, el encuadre aporta la estructura o el marco de referencia que necesita la relación
para que el paciente sane lo que necesite. Cuando en el transcurso de la terapia surjan dificultades,
el encuadre nos va a permitir mantenernos orientados.
Fase de “comienzo”:Yalom señala que, al comienzo del grupo, después de la primera sesión, se
producen movimientos de orientación durante los cuales los pacientes intentan encontrar su lugar
en el grupo. Etapa que Yalom nombra como “dentro fuera” Los pacientes buscan la aceptación de
los demás e intentan establecer contactos a través de intercambios de tipo social o tratan de
encontrar similitudes entre ellos o darse consejos. Esta conversación debe ser respetada por el
coordinador porque facilita la cohesión entre los miembros del grupo.
Le sigue a éste un periodo de conflicto de poder, que Yalom llama “arribaabajo” en este periodo
las intervenciones verbales deben ser entendidas como una búsqueda de poder de los unos sobre
los otros, es común que en esta fase exista cierta hostilidad hacia el coordinador, debida a la
frustración sentida con respecto a las expectativas iniciales y por no ser el miembro preferido del
terapeuta. El terapeuta debe estar atento en este momento para no dejar que los miembros del grupo
ataquen a otro miembro o lo conviertan en el chivo expiatorio.
Sigue a esta fase un período en el que los miembros del grupo se acercan entre sí para lograr una
cierta cohesión del grupo. Yalom nombra a este momento como “cerca-lejos”. En este periodo se
permiten el desarrollo de una cierta intimidad expresada por el intercambio de confidencias entre
los miembros y por una evitación de las manifestaciones de afectos negativos.
Fase de “grupo avanzado”: Aquí aparecen según Yalom ciertos fenómenos de grupo como por
ejemplo la “transferencia”. La transferencia en psicoterapia de grupo es más débil que en
psicoterapia individual, y resulta además múltiple, por cuanto se hace partícipe de ella además de
la terapeuta a algunos de los demás componentes del grupo. En este momento el terapeuta debe
procurar evitar las ausencias, y la falta de puntualidad diciéndolo y desalentándolo, porque es en
esta etapa en donde suelen producirse las entradas y salidas de los miembros con más frecuencia.
El terapeuta debe tener en cuenta que introducir nuevos miembros puede producir rechazos y para
evitar ataques hacia el nuevo es preferible introducir dos miembros a la vez.
Fase “final": se puede llegar a una terminación precoz o exitosa. Yalom añade a los dos criterios
del éxito de una terapia de Freud que son la “capacidad de amar y de trabajar” un criterio más que
es “la capacidad de jugar”. Señala que la terminación en grupo suele ser más fácil que a nivel
individual puesto que el paciente tiene la posibilidad de ver a los otros pacientes llegar al final y
la transferencia hacia el coordinador se atenúa más fácilmente.
Una de las principales características de la terapia grupal, es su universalidad. La participación en
un grupo proporciona un alivio a los pacientes, puesto que se percatan de algo muy importante: no
están solos con su problema. Esta universalidad rompe con la soledad y el aislamiento cuando los
componentes pueden observar que existen otras personas con problemas, problemas que incluso
pueden ser similares.

La cohesión del grupo es otro aspecto esencial en la terapia y que caracteriza este formato. En un
grupo cohesionado los miembros se aceptan, se apoyan mutuamente y construyen relaciones
significativas entre ellos. Esta cohesión proporciona estabilidad, compromiso y participación. Sin
ella, difícilmente una terapia grupal puede funcionar.

El altruismo también resalta entre sus características. La ayuda prestada entre los miembros del
grupo puede convertirse en un gran instrumento terapéutico; los pacientes pueden mejorar su
autoestima al observar que su experiencia es útil para otras personas.
Por otro lado, en una terapia grupal se vive en el “aquí y ahora”, en el momento actual que estamos
observando. Es importante centrarse en este concepto para conseguir que fluyan las emociones y
no se hable únicamente desde el relato de sucesos vividos. El aquí y ahora ayuda a sentir y
compartir con el resto de participantes. Además, el aprendizaje interpersonal, el desarrollo de
técnicas de socialización, la transmisión de información, y el compartir emociones, todo ello en
un contexto grupal caracterizado por la cohesión y la universalidad, conlleva, muchas veces, un
cambio más fuerte y duradero.

Al fin y al cabo, la psicoterapia grupal es una sesión terapéutica donde se reúnen un grupo de
personas, bajo la dirección general de un terapeuta, para que todos/as se ayuden de forma recíproca,
pero que a su vez esta ayuda tenga un impacto personal en cada participante.
Recordemos que a largo de nuestras vidas siempre nos hemos unido a grupos (en la familia, en la
escuela, en el trabajo, etc.), y como seres humanos, por lo general, nos ayudamos a crecer dentro
de estos contextos. Precisamente en esto se basa la terapia de grupo: en ayudar a las personas no
solo a conocerse mejor, sino también a perfeccionar sus habilidades interindividuales.

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