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FILOSOFÍA Y PSICOLOGÍA: UNA INTRODUCCIÓN

Unidad: Introducción a la Filosofía Nivel: Cuarto Medio


Contenidos: Aprendizajes esperados:
- La filosofía como una reflexión sobre Que los estudiantes:
preguntas que afectan el sentido de la vida  Conozcan la existencia en la filosofía de diferentes posiciones acerca de
humana. ciertos asuntos, que son igualmente inteligibles y que han sido defendidas
- La filosofía como una pluralidad abierta por distintos autores.
pero acotada de visiones globales de  Valoren la precisión del lenguaje en la argumentación filosófica.
mundo y del conocimiento.

Objetivos fundamentales Transversales:


Crecimiento y autoafirmación personal: el interés y capacidad de conocer la realidad, de utilizar el conocimiento y seleccionar información
relevante. // Desarrollo del Pensamiento: análisis, interpretación y síntesis de información y conocimiento. // Formación ética: respetar y valorar
las ideas y creencias distintas de las propias.

I. LA FILOSOFÍA: APROXIMACIÓN HISTÓRICA Y CULTURAL

Si en un intento de descifrar el sentido de la palabra "filosofía" acudimos al diccionario de la RAE, encontraremos


que se trata de Un conjunto de saberes que busca establecer de manera racional los principios más generales que
organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano. Esta concepción y su
notable capacidad de síntesis no son, sin embargo, suficientes para recoger todos los aspectos que comprende esta
palabra; de hecho, en la mayoría de los textos introductorios a la filosofía, sus autores hacen referencia a lo dificultoso que
resulta intentar definirla. Ante esta dificultad, el camino más seguro para entrar en este concepto es reflexionar sobre su
historia, aplicaciones y métodos, para llegar a describirla y, al menos, acercarnos a una definición más satisfactoria.
Históricamente, la invención -hecha por los griegos de las colonias jonias de Asia Menor, hacia el s. VI a.C.,- de
hacer frente con la reflexión racional a los problemas que les presentaba la naturaleza. La invención consistió -es la tesis de
Karl Popper (filósofo del siglo XX)- en un cambio de actitud ante las afirmaciones tradicionales acerca del mundo y el lugar
que ocupa el hombre en el mundo, sobre todo acerca de los orígenes de ambos, debido a profundas transformaciones
sociales.
Previamente, estas “afirmaciones tradicionales” corrían por cuenta de los mitos, narraciones acerca del universo, el
hombre y su hacer en el mundo. Hay en el mito una personificación de las fuerzas naturales: son las divinidades las
responsables de ellas; el devenir de la humanidad depende de los caprichos de los dioses, de sus emociones y disputas
internas; por otra parte el mito no necesitaba dar pruebas de lo afirmado, pues se sostenían sobre la fe. Los aedos, poetas
populares que cantaban las hazañas de las divinidades, plasmadas en las obras de Homero y Hesíodo, eran los
transmisores de la cultura griega. De estos relatos se recogían todos los conocimientos que esta cultura creía tener sobre
moral, historia, geografía, navegación, arte militar, cosmología, etc.
¿Por qué, entonces, teniendo explicación para todos estos problemas se produce un cambio de actitud? Entre los
factores que posibilitaron este fenómeno podemos considerar:

a) El establecimiento más o menos reciente de la democracia directa como sistema de organización, que obligó
a los ciudadanos de las pólis (ciudades-estado) a elaborar sus propias leyes y a tomar las decisiones comunes
en asamblea y por medio de la reflexión y el diálogo.
b) El auge del comercio, que tuvo como consecuencia la implementación de la moneda y la consecuente
valorización abstracta de los bienes.
c) El desarrollo de la navegación, que propició el conocimiento de otras culturas y sus diversas
representaciones acerca del mundo y, por consiguiente, tanto el enriquecimiento como la relativización crítica de
la cultura propia.
d) El aumento del tiempo de ocio de los ciudadanos (varones) libres en una economía sustentada en el trabajo
de los esclavos (alrededor del 75% de la población), que permitió el permanente ejercicio de la reflexión y de la
discusión en espacios públicos.

Esta apertura en la mentalidad provocó que la "sabiduría" popular se revelara insuficiente y absurda (no da cuenta
de los principios de lo que afirma) y el pensamiento se viera exigido de nuevas herramientas en su afán de abordar los
problemas. Se hizo necesaria una explicación racional de la realidad; hablamos del paso del mito al lógos. Esta "razón"
(traducción usual de “lógos”) exige una reflexión profunda, rigurosidad lógica y lingüística, y una actitud crítica tanto
frente al pensamiento ajeno como al propio.
El problema que marca la partida del pensamiento filosófico es el del principio de la realidad; se trata de
desentrañar los elementos últimos, más fundamentales que configuran la naturaleza, en su versión griega, la Phýsis. Esta
palabra tiene su raíz en un verbo que significa "generar", pero también "nacer", de modo que podemos entenderla como "lo
que se genera a sí mismo permanentemente". Esta era su concepción de la naturaleza: dinámica, cambiante,
autosuficiente; de ella pretendían buscar el elemento eterno (sin tiempo), originario, material (no divino), el principio último
de todo lo real (el “Arjé”).
A lo largo de la historia, la filosofía ha problematizado sobre diversos aspectos de la realidad, como el sentido de la
vida, el origen del conocimiento, el sustento de las normas morales, los criterios de belleza, el concepto de valor, la
existencia de seres divinos, entre otros. El pensamiento lógico/racional ha originado también las ciencias como la
conocemos hoy, pues en la misma búsqueda de la verdad que encarna la filosofía han conseguido paulatinamente a lo
largo de los siglos y milenios abordar su estudio a través de medios experimentales, desprendiéndose de aquella para
tomar su rumbo metodológico propio. Es el caso de la psicología, sobre la cual pondremos nuestro foco en lo sucesivo.

II. TEXTO: KARL JASPERS, ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?

Qué sea la filosofía y cuál su valor, es cosa discutida. De ella se esperan revelaciones extraordinarias o
bien se la deja indiferentemente a un lado como un pensar que no tiene objeto. Se la mira con respeto, como el
importante quehacer de unos hombres insólitos o bien se la desprecia como el superfluo cavilar de unos
soñadores. Se la tiene por una cosa que interesa a todos y que por tanto debe ser en el fondo simple y
comprensible, o bien se la tiene por tan difícil que es una desesperación el ocuparse con ella. Lo que se presenta
bajo el nombre de filosofía proporciona en realidad ejemplos justificativos de tan opuestas apreciaciones.
Para un hombre con fe en la ciencia es lo peor de todo que la filosofía carezca por completo de resultados
universalmente válidos y susceptibles de ser sabidos y poseídos. Mientras que las ciencias han logrado en los
respectivos dominios conocimientos imperiosamente ciertos y universalmente aceptados, nada semejante ha
alcanzado la filosofía a pesar de esfuerzos sostenidos durante milenios. No hay que negarlo: en la filosofía no hay
unanimidad alguna acerca de lo conocido definitivamente. Lo aceptado por todos en vista de razones imperiosas se
ha convertido como consecuencia en un conocimiento científico; ya no es filosofía, sino algo que pertenece a un
dominio especial de lo cognoscible.
Tampoco tiene el pensar filosófico, como lo tienen las ciencias, el carácter de un proceso progresivo.
Estamos ciertamente mucho más adelantados que Hipócrates, el médico griego; pero apenas podemos decir que
estemos más adelantados que Platón. Sólo estamos más adelantados en cuanto al material de los
conocimientos científicos de que se sirve este último.

En materia de cosas filosóficas se tiene casi todo el mundo por competente.


Mientras que se admite que en las ciencias son condición del entender el estudio, el adiestramiento y el
método, frente a la filosofía se pretende poder sin más intervenir en ella y hablar de ella. Pasan por preparación
suficiente la propia humanidad, el propio destino y la propia experiencia.
Hay que aceptar la exigencia de que la filosofía sea accesible a todo el mundo. Los prolijos caminos de
la filosofía que recorren los profesionales de ella sólo tienen realmente sentido si desembocan en el hombre, el
cual resulta caracterizado por la forma de su saber del ser y de sí mismo en el seno de éste.

El pensar filosófico tiene que ser original en todo momento. Tiene que llevarlo a cabo cada uno por sí
mismo.
Una maravillosa señal de que el hombre filosofa en cuanto tal originalmente son las preguntas de los
niños. No es nada raro oír de la boca infantil algo que por su sencillo penetra inmediatamente en las profundidades
del filosofar. He aquí unos ejemplos.
Un niño manifiesta su admiración diciendo: "me empeño en pensar que soy otro y sigo siendo siempre yo".
Este niño toca en uno de los orígenes de toda certeza, la conciencia del ser en la conciencia del yo. Se asombra
ante el enigma del yo, este ser que no cabe concebir por medio de ningún otro. Con su cuestión se detiene el
niño ante este límite.
Otro niño oye la historia de la creación: Al principio creó Dios el cielo y la tierra..., y pregunta en el acto: "¿Y
que había antes del principio?" Este niño ha hecho la experiencia de la infinitud de la serie de las preguntas
posibles, de la imposibilidad de que haga alto el intelecto, al que no es dado obtener una respuesta
concluyente.
Ahora, una niña, que va de paseo, a la vista de un bosque pide que le ayuden a entender quiénes son los
Elfos,..., pero le dicen " Le hablan luego de realidades, le hacen observar el movimiento del sol, le explican la
cuestión de si es que se mueve el sol o que gira la tierra y le dicen las razones que hablan en favor de la forma
esférica de la tierra y del movimiento de ésta en torno de su eje... "Pero eso no es verdad", dice la niña
golpeando con el pie en el suelo, "la tierra está quieta. Yo sólo creo lo que veo." "Entonces tú no crees en papá
Dios, puesto que no puedes verle." A esto se queda la niña pasmada y luego dice muy resuelta: "si no existiese él,
tampoco existiríamos nosotros." Esta niña fue presa del gran pasmo de la existencia: ésta no es obra de sí misma.
Concibió incluso la diferencia que hay entre preguntar por un objeto del mundo y el preguntar por el ser y por
nuestra existencia en el universo.
Otra niña, que va de visita, sube una escalera. Le hacen ver cómo va cambiando todo, cómo pasa y
desaparece, como si no lo hubiese habido. "Pero tiene que haber algo fijo... que ahora estoy aquí subiendo la
escalera de casa de la tía siempre será una cosa segura para mí. Se experimenta el espanto ante el cambio
universal, el caducar y fenecer de las cosas.

¿Qué es, pues, la filosofía, que se manifiesta tan universalmente y bajo tan singulares formas?
La palabra griega filósofo (philósophos) se formó en oposición a sophós. Se trata del amante del
conocimiento (del saber) a diferencia de aquel que estando en posesión del conocimiento se llamaba sapiente
o sabio. Este sentido de la palabra ha persistido hasta hoy: la búsqueda de la verdad, no la posesión de ella, es la
esencia de la filosofía, por frecuentemente que se la traicione en el dogmatismo, esto es, en un saber enunciado en
proposiciones, definitivo, perfecto y enseñable. Filosofía quiere decir: ir de camino. Sus preguntas son más
esenciales que sus respuestas, y toda respuesta se convierte en una nueva pregunta.
Pero este ir de camino —el destino del hombre en el tiempo— alberga en su seno la posibilidad de una
honda satisfacción, más aún, de la plenitud en algunos levantados momentos. Esta plenitud no estriba nunca
en una certeza enunciable, no en proposiciones ni confesiones, sino en la realización histórica del ser del hombre, al
que se le abre el ser mismo. Lograr esta realidad dentro de la situación en que se halla en cada caso un hombre es
el sentido del filosofar.
Toda filosofía se define ella misma con su realización. Según esto la filosofía es una la actividad viva del
pensamiento y la reflexión sobre este pensamiento, o bien el hacer y el hablar de él.
Pero podemos dar otras explicaciones del sentido de la filosofía. Oímos en la antigüedad: la filosofía es
el conocimiento de las cosas divinas y humanas, el conocimiento de lo ente en cuanto ente, es aprender a morir, es
el esfuerzo reflexivo por alcanzar la felicidad; asimilación a lo divino, es finalmente, el saber de todo saber, el arte
de todas las artes, la ciencia en general, que no se limita a ningún dominio determinado.
En la actualidad buscar el camino de la filosofía puede suponer lo siguiente:

o Ver la realidad en su origen.


o Apresar la realidad conversando mentalmente conmigo mismo, en la actividad interior.
o Abrirnos a la vastedad de lo que nos circunvala.
o Osar la comunicación de hombre a hombre sirviéndose de todo espíritu de verdad en una lucha amorosa.
o Mantener despierta con paciencia y sin cesar la razón, incluso ante lo más extraño y ante lo que se rehúsa.
o La filosofía es aquella concentración mediante la cual el hombre llega a ser él mismo, al hacerse partícipe de
la realidad.

Bien que la filosofía pueda mover a todo hombre, incluso al niño, bajo la forma de ideas tan simples
como eficaces, su elaboración consciente es una faena jamás acabada, que se repite en todo tiempo y que se
rehace constantemente como un todo presente —-se manifiesta en las obras de loa grandes filósofos y como un eco
en los niños. La conciencia de esta tarea permanecerá despierta, bajo la forma que sea, mientras los hombres sigan
siendo hombres.

Selección capítulo I La Filosofía, Karl Jaspers A

III. DELIMITANDO LA PREGUNTA FILOSÓFICA

Podemos entender la naturaleza de las preguntas filosóficas comparándolas con cuestiones propias de otras dimensiones
del conocimiento. A continuación, un modelo útil para esta comprensión.

PREGUNTAS EMPÍRICAS

Se relacionan con la experiencia Sensorial y en el mundo concreto que ella nos muestra. Constituyen el punto de partida del
conocimiento científico. Ejemplos: “¿Cuántas lunas posee Júpiter?”; “¿Cuál es la densidad del plomo?”; “¿Cuántas monedas
tengo en el bolsillo?”

PREGUNTAS FORMALES

Se fundamentan en la razón y la correcta aplicación de las reglas abstractas con validez lógica. Solamente existe una
respuesta y depende estrictamente del sistema formal en que se inscribe la pregunta. Ejemplos: “¿Cómo se mueve el
caballo en el ajedrez?”; “¿Cuál es la raíz cuadrada de 356?”

PREGUNTAS FILOSÓFICAS

Sus fundamentos son consistentes y poseen coherencia argumental. No se apoyan solamente, ni en la experiencia
sensorial, ni en la razón aplicada a reglas, ni en argumentos de autoridad. Existen diversas respuestas inteligibles, que han
sido defendidas racionalmente y que afectan el sentido que los individuos atribuyen a sus vidas. Ejemplos: “¿Cuál es el
sentido de la vida?”; “¿Cómo se fundamenta el conocimiento?”; “¿Existe una realidad fuera de mi pensamiento?”
IV. LA VERDAD

Para muchos, la filosofía consiste en una búsqueda de la verdad. Acercarnos a este concepto y sus variantes nos
ayudará a delimitar mejor el terreno de la filosofía.

Todas las teorías del conocimiento se han planteado el problema de la verdad. Si tenemos en cuenta que, al
conocer, el Ser Humano interpreta los datos de la experiencia, se trata de investigar la posibilidad de un conocimiento que
vaya más allá de las opiniones del sujeto que conoce, que no dependa de sus convicciones sino que se atenga a lo que las
cosas son. La verdad tiene, así, como carácter distintivo la objetividad. Se refiere al acierto en el conocimiento y responde a
la pregunta "¿qué conocemos sobre las cosas?".

1. EL PROBLEMA DE LA VERDAD: ENFOQUES

A lo largo de la historia del pensamiento encontramos enfoques bien distintos acerca de esta cuestión, sin que sea
posible ofrecer una respuesta única y concluyente. Sí es cierto, sin embargo, que si la verdad empezó siendo considerada
una propiedad de los seres (verdad metafísica u ontológica), hoy existe casi unanimidad en considerarla una propiedad del
conocimiento, de aquello que afirmamos sobre los seres (verdad epistemológica).

1.1 La verdad ontológica


Para el pensamiento griego, la verdad (alétheia) era lo permanente de las cosas, es decir, lo que había debajo de
las apariencias, que es lo que captan nuestros sentidos. La verdad sería alcanzable únicamente por la mente, por el
pensamiento, mientras que los sentidos sólo captan la apariencia, es decir, lo variable de la realidad. De esta forma
identificaban verdad y realidad aun cuando para llegar a ésta fuese necesario un proceso de "desvelamiento", de ir más allá
de lo captable por los sentidos, para conocer lo permanente, la auténtica realidad. Este sentido del término es el que se
aplica cuando afirmamos de alguien, por ejemplo, que es un amigo de verdad (es decir, no un amigo en apariencia, sino un
amigo autentico, real).

1.2 La verdad epistemológica


Un nuevo sentido del concepto de verdad viene introducido por el vocablo latino veritas, que apunta más bien a la
exactitud y el rigor en aquello que se afirma. Es verdadero aquel relato que es fiel y exacto. De este modo, la "verdad" se
desplaza de los objetos a aquello que se dice de los objetos. Deja de constituir una propiedad del ser para convertirse en
una propiedad de nuestro conocimiento de las cosas. De ahí que hablemos de verdad epistemológica. Este es el sentido
que prevalece en la actualidad, y el que usamos cuando decimos, por ejemplo, "Juan ha dicho la verdad".

1.3 La verdad lógica


Con todo, este concepto de verdad todavía implica una fuerte relación con el concepto de realidad. Es verdadero
aquel enunciado que concuerde con la realidad de los hechos, y falso, el que no se corresponda con dicha realidad. Por
ello, surge un tercer concepto de verdad, entendida como el acuerdo del pensamiento consigo mismo, esto es, como
ausencia de contradicción. A esta verdad la denominamos verdad lógica.

2. LOS CRITERIOS DE VERDAD


Pero no basta con saber qué entendemos por verdad. Necesitamos saber cuándo un enunciado es verdadero o falso, y aquí, una
vez más, no existe un criterio único, sino una pluralidad de teorías que hay que entender más como complementarias que como opuestas
entre sí.
En primer lugar, atenderemos a una distinción fundamental para determinar cuándo una proposición es verdadera. Se trata del viejo
problema de las verdades de razón y las verdades de hecho, que ya planteara Leibniz en el siglo XVII, o, en términos actuales, el de las
verdades formales y las verdades empíricas. Esta distinción nos abrirá el camino a las dos grandes teorías de la verdad, la de la
correspondencia o adecuación y la de la coherencia o no-contradicción. A éstas, debemos añadir otras formas de entender la verdad
como son la teoría pragmatista o utilitarista, la relativista o, la más reciente teoría de la verdad como consenso.
2.1 Verdad empírica y verdad formal
A partir de la época moderna, el problema del conocimiento se centra sobre todo en el conocimiento científico. Así, al hablar de la
verdad se tiene en cuenta que hay dos tipos de proposiciones científicas: empíricas y formales y se distingue, por tanto, entre verdad
empírica y verdad formal.
1. En las proposiciones empíricas la verdad depende de la correspondencia entre lo que se afirma en la proposición y la realidad, y sólo
puede determinarse por contrastación con la experiencia; por ejemplo, la proposición "hoy llueve" será verdadera si podemos comprobar que
llueve.
2. En las proposiciones formales la verdad depende de la coherencia* o no contradicción de la proposición con el resto de las proposiciones
del sistema al que pertenezca. Por ejemplo "3+2=5" es una proposición aritmética que es verdadera porque no contradice las reglas de la
suma.
2.2 La verdad como correspondencia o adecuación
En líneas generales se corresponde con el criterio expuesto anteriormente de verdad empírica.
Esta teoría, que ya fue expuesta por Aristóteles y ha devenido clásica, tiene la virtud de coincidir con el sentido común. Sin
embargo, cuando se profundiza un poco más se torna problemática. Situar la verdad en el acuerdo o adecuación entre el pensamiento y la
realidad supone dos premisas cuando menos cuestionables:
a) Que existe una "realidad" objetiva e independiente del pensamiento.
b) Que el pensamiento puede acceder a esta realidad externa a él y concordar con ella.
La aceptación de ambos supuestos conduce al realismo. Su negación nos lleva al idealismo. Y, en cualquier caso, no está muy claro que la
realidad sea "eso que percibimos por los sentidos", por lo que si queremos mantener este criterio de verdad deberemos afinar al máximo
nuestro concepto de realidad.
2.3 La verdad como coherencia o no contradicción
Corresponde en términos generales al concepto de verdad formal, pero puede extenderse también al campo de las ciencias
empíricas. La verdad se entiende como la coherencia de una proposición con el resto de enunciados del sistema al cual pertenece. Esta
teoría tiene la virtud de definir el concepto de verdad sin necesidad de hacer referencia a una realidad exterior. No necesitamos salir del
pensamiento para determinar qué es lo verdadero o lo falso. Basta con que aquello que afirmemos no entre en contradicción con el resto de
enunciados del sistema. En las ciencias formales este es el criterio de verdad fundamental. Un enunciado es verdadero si es compatible con
el conjunto, es decir, si se puede deducir de los axiomas y principios de dicho sistema. En caso contrario, es falso.
Por ejemplo, el enunciado, "la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos" es verdadero en la geometría euclidiana, porque se
desprende de sus axiomas y principios, pero no lo es en las llamadas geometrías no euclidianas, cuyos axiomas son distintos.
2.4 La verdad como evidencia racional
Este criterio no excluye al anterior sino que lo complementa. Es el criterio expuesto por Descartes, para quien sólo son verdaderas
aquellas proposiciones que no contengan el más mínimo motivo de duda, es decir, que se presenten a nuestra mente de forma clara y
distinta. Es el caso de los axiomas científicos - "Por dos puntos cualesquiera sólo puede pasar una recta"-, y de los principios lógicos -"No
es posible que se den A y no -A al mismo tiempo"-, que sirven de fundamento a las ciencias formales axiomáticas.
2.5 La verdad como utilidad
Se trata de la formulación pragmatista de la verdad. La verdad coincide con lo útil, entendiendo por tal, aquello que se verifica en la
práctica, es decir, aquello que conduce a resultados positivos. Es una concepción dinámica de la verdad, siempre provisional y muy ligada a
los resultados prácticos. La proposición "la democracia es mejor sistema político que la dictadura" se considera verdadera por los beneficios
que se derivan de adoptar aquel sistema, tales como mayores libertades o pluralismo político. Esta concepción de la verdad está muy
próxima al relativismo, y ha tenido defensores a lo largo de la historia, desde los sofistas griegos hasta los utilitaristas anglosajones de los
siglos XIX y XX, como William James.
2.6 Relativismo y Teoría del Consenso
Otras teorías de la verdad que podemos mencionar son la teoría relativista, muy extendida y según la cual, lo verdadero y lo falso
dependen de las circunstancias históricas, geográficas, económicas o culturales del momento, y la teoría del consenso, que da a la verdad
un carácter intersubjetivo al entenderla como un acuerdo entre los hablantes en una situación ideal de diálogo.

V. LA FILOSOFÍA Y EL SENTIDO DE LA VIDA

También podemos acercarnos a la filosofía en su condición de fuente de sentido. Con este concepto denominamos
cualquier dominio del pensamiento o acción humana capaz de otorgar aquello que llamamos sentido. Nuestro primer paso
debe ser determinar el alcance de este último concepto, que puede entenderse en diversas acepciones. Siendo multívoco,
es necesario determinar dichas acepciones para establecer cuáles se relacionan con la filosofía y su capacidad de otorgar
sentido.

Dirección: Decimos que el tránsito de una calle o la marcha de un tren tienen cierto sentido; puede emplearse
figuradamente.
Significado: El contenido semántico de una palabra, frase o discurso también recibe el nombre de sentido.
Origen o génesis: La pregunta por el sentido puede apelar a la cadena causal que da origen a un fenómeno, sus
condiciones de posibilidad.
Propósito o finalidad: El propósito, objetivo o destino también pueden considerarse como el sentido de un proceso o
acción.
Estructura lógica o coherencia: Tiene sentido un discurso, un razonamiento lógico o un planteamiento matemático cuando
sus partes se relacionan entre sí y poseen estructura.
Fundamento o explicación: La razón de ser de las cosas también es considerada como sentido de las mismas.

Salvo en la acepción de dirección, tomada en forma literal, la filosofía es capaz de plantear y abordar preguntas sobre todas
las formas que toma la idea de sentido: puede interrogar sobre el propósito de la vida personal o el destino del universo, el
origen de la realidad, la estructura de un discurso o argumento, el fundamento de la realidad o el significado de un concepto
abstracto. Decimos que la filosofía, al abordar estas cuestiones y tratar de dar cuenta de ellas, se constituye como fuente de
sentido; en consecuencia, la filosofía responde a la(s) pregunta(s) por el sentido de la vida, entendida esta como la totalidad
de la experiencia.

La búsqueda de sentido parece ser una condición propia del ser humano y la encontramos bajo diversas formas. A
continuación, un fragmento que ilustra esta búsqueda permanente y su urgencia.

-No quiero oír hablar de la muerte ¡No quiero! ¡No quiero!


-Pero, hombre...
-¿No ves que lo que acabas de decirme me despoja de todas las cosas con que había sido capaz de disfrazar mi
terror de la muerte, y me deja ese terror desnudo?
-Pero ese miedo lo tenemos todos...
-Ah, pero ustedes tienen lo que han hecho y lo que pueden hacer... defenderse. Yo no tengo ninguna defensa,
ninguna... ni vida, ni fe, ni racionales... nada... nada más que terror...
-¡Qué estás hablando, hombre!
-¿Qué experiencia tengo a mí haber? Ninguna, mi colección de bastones... Y ¿qué experiencia me queda?; la
muerte, nada más. No puedo pensar en otra cosa. Y en ella no puedo pensar más que con terror, porque sé
demasiado bien que todas las teorías filosóficas, todas las satisfacciones de vivir y todas las creencias religiosas
son falsas, todas mentiras para ahuyentar el gran pánico de la extinción...
-¿Pero no ves que toda vida, toda creación en el campo que sea, todo acto de amor, no es más que una rebeldía
frente a la extinción, no importa que sea falsa o verdadera, que dé resultados o no?
-¿Qué me propones, que adquiera una fe religiosa como se compra un par de calcetines? Pero no puedo hacerlo
así. Daría cualquier cosa por recobrar mi fe. ¡Que cómodo sería tenerla! Pero, por desgracia, las religiones no me
dan más que risa. ¿No comprendes que no son más que disfraces del instinto de conservación, maneras
salvaguardarse del terror de no existir, formas de agrandar, impotentemente? Mediante mentiras, esta vida que es
tan horriblemente exigua? ¿No te das cuenta de todo no es más que un desorden, una injusticia, un juego de locura
del cosmos? Si hay un Dios que vele por el destino de los hombres, no puede ser sino un dios loco ¿Qué locura
más completa que haber dotado a los hombres de conciencia para darse cuenta del desorden y del terror, pero no
haberlos dotado de algo para vencerlos? No, darlos, no te ciegues, el único orden es la locura, porque los locos son
los que se han dado cuenta del caos total, de la imposibilidad de explicar, de razonar, de cómo no pueden hacer
nada, ven que la única manera de llegar a la verdad es a la locura total, A nosotros, los cuerdos, lo único que nos
queda es el terror...
-Te crees un filósofo y no eres más que un histérico.
-Ésa es una manera de ser loco, de ser verdadero.
-¿Pero no te das cuenta de que la vida no es más que estructura? Todos, hasta los más vulgares, sabemos que la
verdad, si existe, no se puede alcanzar. De ahí nace todo. Y tú te burlas porque los hombres buscan nombres
hermosos y queridos con los cuales les sea posible engañar la desesperación. Bueno, ésa es la vida, porque no
podemos vencer la muerte, son esos engaños los que, dan estructura a nuestra existencia y pueden llegar a darle
una forma maravillosa al tiempo en que somos seres de conciencia y, aunque te rías, de voluntad, no cosas, antes
de volver a la nada y a la oscuridad. ¿Que las soluciones ofrecidas por las religiones y las filosofías y las ciencias no
bastan? No, Andrés, te equivocas, bastan cuando echando mano de una de ellas eres capaz de dar una forma
armónica a tu existencia. ¿No ves que lo único cierto son estos setenta años de vida en que la materia asume este
privilegio de estar viva, y consciente de estarlo? La verdad en sí no interesa más que a los profesionales de ella. Lo
que es yo, prescindo totalmente de la verdad. Me interesa sólo cuando se encuentra en relación a los demás seres y
a la historia, cuando me pide una posición dentro del tiempo, no fuera de él. Tu terror es insignificante, Andrés,
pobre, aunque te concedo que no te lo envidio. ¡Vivan las religiones, hasta la más absurda y atrabiliaria, todas, si
con alguna de ellas somos capaces de escamotearnos este dolor absurdo que tú estás padeciendo!

José Donoso, Coronación. Barcelona, Salvat, 1982, pp. 134-136.

Así como –citando el texto de Donoso- las religiones y las filosofías y las ciencias, otras áreas del pensamiento o de la
sensibilidad humana pueden constituirse como fuentes de sentido. Cuáles sean estas queda a la reflexión del lector.

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