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CA Teena SEC core GOETHE - no basico ha de expresar el fendmeno mismo, se he hecho extensiva la formula de la polaridad del magnetismo a la elec- triddad, etc. El més y el menos que pue- den ccupar el lugar de dicha formula se ha aplicado adecuadamente a gran ni mero de fenémenos: y hay mis todavia el compositor, probablemente sin pre- ocuparse en modo alguno de esas otras Gisaplinas y solo a impulsos de la Natu- raleza, ha liegado a expresar la principal ferencia de los modos mayor y menor 787-_Asi también hace mucho ya que deseamos introducir la formula de ia po- laridad en la teoria de los colores, ¥ el presente trabajo dird con qué razon y en qué sentido. Puede que mas adelante se nos presente una ocasién de relacionar a nuesto modo, mediante ese matamiento y ese simbolismo, referido siempre a la empiria, los fendmenos naturales ele- menales y puntualizar lo que aqui que- da expuesto en términos generales y qui- za sin la daridad suficente. CAPITULO VI EL EFECTO SENSILE-MORAL DEL COLOR 158. Ya que el color ocupa lugar tan destacado entre los fenémenos naturales primarics, llenando con portentosa va- riedad el sencillo circulo que le esti asig- nado, no sorprenderd ef hecho de que en sus manifestaciones elementales mas g2- nerales, sin ninguna relacién con la na- turaleza 0 configuracién del cuerpo en caya superficie fo percibimos, produzca sobre el sentido de la vista. al que per tenece, y por su medio sobre el alma humana individual, un efecto especifico yen combinacién un efecto ya armonio- so, caracteristico, ya no armonioso, pero siempre definido y significative que se radica intimamente en la esfera moral. Por lo que el color, .considerado camo elemento del arte, puede ponerse al ser- vicio de los mas altos fines estéticos. 759. Los hombres, por lo general, se deleitan con el color. La vista lo nece- sita no menos que la iwz. ; Qué sensacion tan placentera la de ver un dia nublado que los rayos del sol duminan tal o cual porcién del paisaje y hacen resaltar sus colores! Las virtudes curativas antafio ibuidas a las piedras preciosas, puede que tuvieran su origen en la experiencia profunda de ese bienestar indecible. 760. Los colores que percibimos cn los cuerpos no son para el érgano visual algo extrafio que determine en él ese pla- cer, sino que en todo momento esta en condiciones el érgano de producir por si mismo colores, ¥ se impresiona grata- mente cuando de fuera se le offece algo adecuado a su propia naturaleza, cuando su definibilidad viene definida significa- tivamente en determinado sentido. 751. De la nocién del conflicto del fe- némenc, del conocimiento que de sus determinaciones especificas hemos adqui- nido, se puede inferir que las distintas impresiones cromaticas no pueden con- fundirse: que obran en forma especifica y necesuriamente crean, estados especifi- cos en el érgano vivo. 762. Y también en el alma. La expe- riencla nos ensefia que los distintos co- lores determinan estados de animo bien definides. ¥ cuentan de cierto francés, pobre de ingenio, que il pretendait que ton de conversation avec Madame était changé depuis qu’dle avait changé en cramoisi le meuble de son cabinet gud éait thew (1) (2) Freel que el tono de su corversacien con su sefora habia cambiado desde que aquella cam 587 763. Para. percibir plenamente eos efectos significativos especificos, © pre- ciso rodear por completo la vista de un solo colo y permanecer, por ejemplo, en una habitacién en que todo sea de un sole color, 0 mirar por un vidrio colori~ do. En este caso la persona se identifica con ese color que sincroniza el ojo y el espiritu. 764. Los colores de! lado del mas son 1 amarillo, el amarillo rojizo (anaranja- do} y el rojo amarillento minio (berme- jo). Estos colores hacen al hombre vi- vvaz, activo y dindmnico. El amarillo 765. Es este el color més proximo a Ta luz y surge 2 la mas leve atenvadién de aquella, bien por medios turbios, bien por reflexion débil de superficies blan- cas, En los experimentos prismaticos so: Jo €l se difunde en el espacio claro y alli se presenta en su purera maxima, mien- ras los dos polos estan algo separados antes de fundirse con el azul en el ver- de, Ya hemos explicado en el lugar apor- tuno cémo el amarillo quimico se des- arrolla junto al blanco y por encima de di. 766. En su maxima pureza comporta siempre ef amarillo la naturaleza de lo Garo, y posee una condicién alegre, ti- suefia, que impresiona por un modo suave. 767. En este grado es un color am- biente placentero, en la ropa, las corti- nas y el papel de las paredes. El oro en su estado puro, particularmente si se le agrega el brill, sugiere una nueva y al- ta idea de ese color, de igual modo que amarillo subido, en seda lustrosa, ra~ $0, pot ejemplo, produce un noble y magnifico efecto. 768. La experiencia ensefia que el amarillo hace una impresion marcada- mente grata y confortable. De abi que en pintura corresponde al lado iluminado 769, Este efecto calido resalta espe- cialmente si por un vidrio amarillo, so- bre todo en un dia gris de inven miramos el paisaje, Recréase la vista, dila~ tase el pecho y alégrase el animos nos parece sentir en la cara el roce de un cilido soplo. j7o. Este color tan grato y confortan~ te en su estado puro y daro, y tan pla- centero y noble en su potencia maxima, es, sin embargo, sumamente delicado y resulta muy enojosc cuando se mues- tra sucio o Uevado hasta cierto punto del lado del menos. Asi, por ejemplo, el color de! azufre, que tira a verde, pro- duce una impresién desagradable. 771. Cuando se les comunica el color amarillo a superficies impuras y ruines, como el paio ordinario, el fiero, et- cetera, en que no se presenta con toda su energia, causa un efecto penoso. En virtud de una modificacién leve ¢ imper- ceptibie, la bella impresion del fuego y cl oro vudivese francamente repulsiva, y ei color del honot y del placer viene a convertirse en el del bochomo, |2 aver- sién y el malestar. El amarillo roizo y72. Como_no es Ajo ningiin color, puede Hevarse fécilmente el amarillo por condensacién y oscurecimiento al rojo. ‘Aumenta entonces en energia, y como marilio rojie se muestra mas magni- fico y poderoso. 773. Todo cuanto hemos dicho sobre el amarillo puede aplicarse también aqui, solo que en un plano superior. El amar. ilo vojizo determina en un grado mucho mayor que el amarillo la sensacion de calor y Bienestar gozoso, por cuanto que Tepresenaa el color del fuego superior y el tono mas suave del sol ponentino, por lo que también resulta agradable como color de ambiente. Un leve toquecito ro- Jo cambia en seguida el aspecio del ama- rillo: y si ingleses y alemanes se dan to- davia por satisfechos con los colores del cuero claro, del amarillo pilido, el fran- cés prefiere el amarillo elevado al rojo, asi como también, er términos genera. les, gusta de todos los colores del lado activo. El rojo amarilento 774. Asi como el amarillo puro se wansforma muy facilmente en amarillo rojizo, asi también no hay modo de evi- tar que este se exalte hasta el rojo ama- illento. La impresion lisonjera y ale que nos produce el amarillo rojizo se exacerba en el rojo amariliento subido, Hegando hasta la sensacion violenta, in, tolerable. 175. Muéstrase aqui el lado activo con su maxima energia, y no es chocante que las personas pletéricas, robustas y toscas le den la preferencia a este color. Los pueblos primitivos lo hacen asi mar- cadamente. ¥ los nifios, cuando se ies deja iluminar a su capricho, hacen de troche del bermejo y el minio. 776. Si miramos fijamente una super ficie dada de color rojo amarillo, diriase que este penetra en el érgano visual co- mo un wladro. Causa un shock terrible ¥ produce este efecto incluso en un gra~ do avanzado de oscuridad. Los animales se asustan y enfurecen a la vista de un Pafio rojo amarillento. Y personas cultas he conocido yo que no podian soportar €l encuentro en un dia gris con un indivi duo que vistiese Jevita de color escarlata, 777. Los colores correspondientes del Jado ‘del menos son el azul, el azul roji- 20 y el rojo azulado. Estos’ colores cau- san en el alma inquietud, emocién y anhelo. El azul 778. Asi coma el amarillo siempre im- plica hu, puede decirse que el azul cor porta siempre oscuridad, 779. Este color causa a la vista una impresion singular, inexpresable. Es co- mo color una energfa; pero pertenece al lado negativo, y en su pureza suprema €8, como quien dice, una linda monada. Su efecto es una mercla de excitacion y serenidad, 780. De igual modo que el cielo y las montafias lejanas aparecen azules, la superficie azul parece cual si se alejara de nosorros. 781. Asi como nos sentimos impulsa- dos a correr gas un objeto agradable que se nos va, asi también nos gusta mirar el azul, no porque “saite a la vis- ta”, sino al conmrario, porque la arrastra tras de si. 782. Causanos el azul una impresién de gris y también nos evoca la sombra Sabemos que deriva del negro. 783. Los cuartos azules parecen am- plios; pero también desiertos y frios 784. A wavés del vidrio azul toman las cosas un aspecto tétrico. 785. No nos impresiona desagrada- blemente e! azul, que participa, hasta cie to punto, del mis. El verdemar es un color exqisito. 588 El azul rojo 786. De igual modo que no hemos tardado en yer exaltado al amarillo, asi también comprobamos esta misma pro- piedad en el azul 787. El azul se eleva muy paulatina- mente al rojo, asumiendo asi cierto ca- ricter activo, aun cuando sea del lado pasivo. Pero su efecto es muy distinto al de la coloracién roja amarillenta; mas bien que animar, inquieta. 788. Como la exalacion misma es incesante, deseamos avanzar al par de este color; pero no como en el caso del rojo amarillento para progresar sin des- canso activamente, sino para enconwar un punto de reposo. 789. El azul rojo, muy diluido, se de- gna con el nombre de violeta, colora- cién que también hace el efecto de una excitacion horra de alegria. El rojo azulado 790. Esa inquietud aumenta segin va progresando la exaltacién del color, y puede afirmarse que ha de resultar fran- camente insufrible el aspecto de cual- quier superficie de color azulado puro y saturado. De ahi que en la indumenta- Ha, cintas y demés adornos, se le apli- que muy diluido y claro, que es como de acuerdo con su naturaleza, produce un efecto singularmente grato. 791. Del alto clero cabe decir que por haber adoptado este inquieto color, as- cende sin cesar, por las gradas de una exaltacion progresiva, al purpura, co- rrespondiente al cardenalato: El raja 792. Al considerar este color, se pres- Ginde de cuanto es posible de determinar una sensacién de amarillo o azul; ima ginese un color absolutamente puro, un carmin perfecto desecado en un platillo de porcelana blanca. En atencién a su elevada dignidad, hemos designado este color, a veces, con el nombre de purpu- ra, aunque no ignoramos que el color pUrpura de los antiguos traba mas bien a azul, 793- Quien conozca el origen prisma- co del plrpura juzgaré paraddjica nues- wa afirmacion de que este color se halla contenido, ya en acto, va en potencia, en todos los demas colores 794. Si hemos comprobado en el amarillo y el azul una exaltacion progre- siva hasta el rojo, y puntualizado su efec- to sobre nuestros estados de dnimo, cabe suponer que la unin de los pocos exal- tados determine un sosiego, algo asi co- mo una satisfaccién inexpresable. Asi, en los fendmenos fisicos, este fendmeno cro- matico supremo reconoce como origen la combinacin de dos extremos opues- tos, que poco a poco se han ido prepa- rando para la unificacién. 795. Como pigmento, preséntase este color cual cumplido, y como el rojo mas perfecto, en la cochinilla, materia que, mediante un tratamiento quimico, puede Nevarse, sin embargo, ya al lado del mas, ya al lado del menos, y alcanza, a lo su mo, un pleno equilibrio en el mejor carmnin 796. El efecto de dicho color es tan particular como su naturaleza. Causa una impresion de dignidad seria, 90 me- nos que de serena gracia; aquella, cuan do esta oscuro, condensado; esta, en su estado claro, diluido. De suerte que ta dignidad de la vejez y la amable gracia de la juventud pueden vestirse del mis- mo color 797. La Historia nos informa de lo amantes que en todo tiempo fueron del color purpura los monarcas. Todo am- biente de ese color rezuma gravedad y magnificencia, 798. El vidrio, teitido de color pir- pura, muestra el paisaje bien iluminado con una luz terrorifica. Asi deberian apa. recerse cielo y terra el Dia del Jui. 799. Puesto que las dos materlas que utilizan los tintoreros primordialmente para obtener este color, el quermes y ia sachinilla, tran, en mayor o menor gra- do, al lado del mas y del menos, y tam. bién se las puede invertir ratindolas con acidos y Alealis, es de notar que los franceses se atienen al lado activo, como Jo prueba el cscarlata francés, que tira a amarillo, mientras que ios italianos insisten en el lado pasivo, de suerte que su escarlaca Gene un toque azul Sco. En virmud de un tratamiento al. calino semejante, se origina el carmesi, color que debe de serles muy antipatice a los franceses, puesto que emplean las locuciones de set en cramoisi y mechant fm cramoisi pasa designar los extremos de lo cursi y lo malo. El verde 801. Si combinamos el amarillo y ef azul, que consideramos cua} los colores Primarios y més simples, ya en el pri- mer grado de su accién obtenemos el color que llamamos verde. S02. Nuestra vista halla en a una satisfaccién positiva. Si los dos colores determinantes se equilibran exactamente en la mezcla, de suerte que ninguno so. brepase al otro, el ojo y el animo des. cansan en ese compuesto como si fuere simple. No queremos pasar de ahi ni tampoco podemos. Tal es la razon de que, para Jas salas de estar, se elija, por Jo general, un papel verde. Totalidad 9 armenia 80g. Hasta aqui, y 2 ios fines de nuestra exposicién, hemos supuesto que a vista puede verse obligada a compe- netrarse con un color determinado. Pero £80 solo €s posible por un momento. 804. Porque cuando nos vemos ro- deados de un color que provoca en nues- a retina la impresion correspondiente a su naturaleza, y por su presencia nos obliga a identificarnos con él, se ata siempre de una simacién forzada, de la que el organo pugna por salir. 805. En cuanto la retina percibe el color, entra en accién ella misma, y pro- duce luego instintiva y necesariamente owe color que, junto con ei primero, comprende la totalidad del circulo cro. mdtico. Todo color individual engendra en la retina, en virtud de una impresién especifica, la tendencia a la toralidad 806. Para percibir esa totalidad y sa- Usfacerse a si misma, busca la retina, junto a todo espacio colorido, otro inco- loro, con objeto de producir en él el color complementario. 807. Aqui reside, pues, Ia ley funda- mental de la armonia cromética, como todo el mundo puede comprobar fami- Harizandose con los experimentos que ex- pusimos en la parte referente a los co- lores fisiolégicos. 808. Cuando la totalidad cromatica le viene offecida a la retina por el mundo exterior, queda gratamente impresiona~ da, pues se le presenta como realidad la suma de su actividad propia. Hable~ mos, pues,lo primero, de estas combina ciones armoniosas. 809. Para orientarse facilmente en es- E te respecto, imaginese, en el circulo cro matico que hemos indicado, un didmecro wil, al que se fe hace dar una vuelta entera; los dos extremos marcan suce~ sivamente las parejas de colores que se complementan, y que pueden redu- cirse, en ultimo término, a tes contras- tes simples. $10. El amarillo presupone cl azul rojo. El azul presupone el amarillo ro- jo. El purpura presupone el verde Y viceversa. S11. Segin el dimezo mévil imagi- nario, se va apartando del centro de la serie cromética en que hemos ordenado los colores con arregio a la ley natural, su extremo opuesto avanza en direc~ cién conwaria, y en virtud de tal dispo- sitivo se puede indicar faciimente, res- pecto a cualquier coior, e! ozo color que presupone, Coriviene a este fin hacerse un circulo cromatico que muestre los colores y sus gradaciones, no por sepa- rado, sino en sucesign continua, pues se trata de una cuestion principal que vale Ja pena estudiar a fondo Biz. Si la percepcién de los distintos colores determina en nososos una afec- én patolégica, por decirio asi, ya que pasamos por distintos estados de animo, ya activos y pletéricos, ya pasivos y anhelantes, y venimos a sentrnos ora elevados hacia Jo noble, ora arrastrados hacia lo vil, el impulso a la toralidad, ingénito a nuestra retina, nos redime de esa limitacion; nuestro organo visual | berase él mismo, produciendo el contras- te de Jo especifico que le fue impuesto y. por ende, una iotalidad satisfactoria. 815. De suerte, pues, que st son sit ples los contrastes en definitiva armonio- sos que nos son dados dentro del circu- lo estricto, es muy principal el hecho de que nos sea innata la faculad de 592 elevar a la Naturaleza, por medic de la toulidad, al plano de la libertad y de que por una vez se nos presente un fe- némeno natural inmediatamente adecua- do para el uso estético, Sig. Si es posible, pues, decir que et circulo cromatico, segiin indicamos, sus- cita ya por su composicién una sensa- cién agradable, corresponde mencionar que hasta ahora se consideré injusta- mente el arco iris como un ejemplo de la totalidad cromatica, puesto que le fal- ta el color capital, o Sea el rojo puro, el purpura, que no puede desarrollarse, porque en dicho fenémeno, lo mismo que en [a imagen prismétia tradicional, no llegan a originarse el roje amarillento ni el rojo azulado. 815. En términos generales no se da en la Naturaleza ningiin fendmeno gene- ral que implique integramente la totali dad cromatica. Esta puede representarse experimentalmente en toda su belleza. Para formamos una idea cumplida de como ef fendmeno toral se configura en cl circulo, conviene recurrir a pigmen tos colocados sobre el papel, hasta que en virtud de una disposicién innate y alguna experiencia y practica, llegue- mos a compenetramnos de la idea de esta armonia Combinaciones caracteristicas $16. Ademés de estas combinaciones puramente armoniosas, que siempre com- portan la totalidad, hay owas que son producto del capricho, o sea, aquellas que se definen convenientemente por la cir- cunstancia de que se determinan en nuestro circulo cromatico, no mediante el diametro, sino con cuerdas, en forma que se salta un color intermedio. 817. Denominamos caracteristicas ¢s- tas combinaciones por revertir todas elias una significacién determinada, que se nos impone con insistencia, pero no 08 satisface, ya que todo lo caracteris- tico lo ¢s tinicamente por resaltar con parte de un todo, con el que se relacio- na, sin llegar a fundirse. 818. Ya que conocemos el origen y las relaciones de armonia en los colores, sabe suponer que también los caracte. Tes de las combinaciones arbitrarias ten dran las significaciones mas diversas, Pa- semos a considerarlas una por una. Amarilla y zal 8:9. Esta combinacién es fa mas sim- ple de las de esa clase. Puede decirse Que hay en elia un déficit, pues no figu- vando en ella el rojo, carece de una par- te demasiado grande de la toralidad: En este sentido puédesel2 morejar de po- bre, y como los dos polos correspon den al grado mas bajo, de ordinaria Pero tiene la ventaja de ser la mas pro. xima al verde y, por tanto, a la verda dera satisfaccion. Amanila y piirpuara 820, Esta combinacién, si bien de una Parte adolece de cierta unilateralidad, es, de owa, risueta y magnifica. Se ven extremos del lado activo, uno junto al omo, sin que Hegue a expresar- se el desarrollo constante. Como su mezcla por pigmentas da el rojo amarillento, toman en cierto senti- Go el lugar de este color, Atul y prrpura 821. Tratase de la combinacién de los extremos de! lado pasive con ef extremo superior, gravitando hacia el activo. Co- mo la mera de estos dos colores da el rojo azulado, el efecto de esta com- binacién se aproxima a dicho color. Rojo amarillente y rojo azulado 2. Esta combinacién de los extre- mos exaltados de los dos lados resulta fascinante, sublime. Nos deja entrever el color purpura que en los experimentos fisicos nace dela unién de estos dos colores 823. Estas cuatro combinaciones te- Ren, por tanto, de comin el que su mez- cla vendria a originar Jos colores inter- medios de nuestro circule cromatico, y ese efecto surten ya cuando la combina- cién se compone de particulas y se la mira desde lejos. Una superficie cubier ta de bandas azules y amarillas estre- chas aparece verde cuando se la mira de fejos. S24. Siempre que el ojo percibe jun- tos el azul y el amarillo, surge en @ el taro afan de producir el verde, sin lo- grarlo, no obsiante, y sin poder deter- mina, por consiguiente, descanso en el detalle ni una sensacién de totalidad en el conjunto. 825. Por lo dicho puede verse que no nos falta razén para denominar carac- teristicas estas corabinaciones; por lo de- mas, el carécier respectivo de cada una de elias debe referirse al de los distin- tos colores que la integran. Combinaciones no caracteristicas 826. Pasamos a estudiar ahora la Wl- tima modalidad de combinaciones. que resulta faciles de determinar en el circu. lo, pues son las indicadas por cuerdas mas pequefias, al saltarse, no todo un color intermedio, sino ran solo la man- sicion de uno a otro. 827. Puede calificarse a estas combi- naciones de no caracteristicas, ya que ¢s- tin demasiado préximas enue si para que puedan producir un efecto signifi cativo. Las més de ellas, sin embargo. sugieren cierto progreso, cuya relacién apenas si se hace percepobie. 828. Asi el amarillo y cl rojo amari- lento, el rojo amarillento y el purpura, ei azul y el rojo azulado y el purpura dan los grados inmediatamente superio res de la exaltacion y la culminadén, y en ciertas proporciones de las masas no hacen, dicho Sea de pasada, mas efecto. 829. La combinacién de amarillo y verde siempre expres una alegria vul: gar; le de azul y verde, una vileza re- pulsiva. Relacién de las combinaciones com claridad 9 la oscuridad S30. En estas combinaciones puede inwoducirse una gran variedad juntando dos colores claros, dos colores oscuros y también un color claro’y otro oscuro. Pero en cada caso particular debe regir Jo que en general rige. De la infinita va- riedad resulrante entresacaremos lo que sigue’ 8gi. El lado activo, combinado con el negro, gana en energia; el pasivo, en cambio, pierde. En combinacién con el blanco 'y lo claro, pierde fuerza el lado activo, en tanto que el pasivo gana viva- cidad. El purpura y el verde aparecen oscuros y téxricos junto al negro, y agra~ dabies, en cambio, al !ado del blanco 832. Por otra parte, todos los colores pueden ensuciarse o desvirtuarse, en ma- yor o menor grado, y combinarse asi ya unos ‘otros 0 con colores puros, 594 lo cual permite diversificar las con ciones hasta lo infinito; pero implica también todo lo que ya expusimos res pecto alo puro, Consideraciones histéricas 833. Indicados los principios de la ar~ monia cromatica, no estaré de mas repe- ir lo expuesto en relacién con ejemplos y experiencias. 434. Estos principios se derivaron de la naturaleza Humana y de las leyes no- torias que rigen los fenémenos cromas- cos. En la experiencia prictica se dan hechos que corroboran esos principios y otros que los desmienten. 835. El hombre natural, los pueblos primitives y los nifios prefieren los co- lores en su energia maxima, y, particu- larmente, el rojo amarillento, También propenden a lo abigarrado. Pero lo abi- garrado es la suma de los colores que, en su rodxima energia, se combinan sin equilibrio arménico. Cuando instintiva 0 formitamente queda asegurado ese equi- librio, el efecto es agradable. Recuer- do, 2 este propésito, que un oficial de Nesse, a su regreso de América, se em- badurnd ja cara, al estilo de los salva~ jes, con colores puros, logrando una es pecie de tonalidad que producia gram impresion 836. Los pueblos del sur de Europa prefieren en 3u indumentaria los colores vivos; propensién fomentada por la fa~ Glidad con que pueden adquirir telas de seda, Las mujeres, sobre todo, con sus corpifios y cintas, que ostentan los co- lores mas chillones, siempre estén de acuerdo con el paisaje, pues no pueden eclipsar el ambiente radiante del cielo y de la terra. $57. La historia de la tintoreria nos

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