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El sainete es una breve pieza jocosa que con frecuencia pinta costumbres y

satiriza vicios y errores. De carácter popular, solía representarse al final de las


funciones teatrales. En el siglo XVII, sainete era un nombre genérico y vago que
algunas veces se aplicaba al entremés, más comúnmente al baile y a los finales
de fiesta. Hacia 1606 se añade, al significado anterior, un aspecto lúdico que va
estrechamente vinculado con los bailes. Por el año 1616 es utilizado como
intermedio, como un estimulante para el gusto del público que pedía, en las
comedias, el tono musical. Sainete era, pues, toda pieza intermedia de cualquier
género que fuese estrechamente relacionada con bailes y cantos.

En Venezuela, el teatro no tiene fuentes propias. Es a mediados del siglo XIX


cuando se inician las representaciones teatrales, pero con obras extranjeras.
Como afirma Juan José Churrión (1991), el teatro como institución docente, como
órgano didascálico de enseñanza positiva o siquiera como obra de simple
entretenimiento no existió nunca en Caracas (...) Referí monos al teatro como
función intelectual de ingenios patrios (p. 13). Este especialista afirma que la
carencia del teatro para la época de la Independencia se debe, quizás, a la
ausencia de escenarios para las representaciones, así como tampoco existían
compañías de actores, ni siquiera aficionados.

No es de extrañar que, durante ese lapso cronológico, sólo fuese posible


encontrar autos sacramentales; es decir, producciones españolas que recibieron el
nombre, en el país, una vez nacionalizadas, de entradas de Jerusalén y
nacimientos. Casi todas eran de autores desconocidos. Estas representaciones de
carácter popular, eran escenificados por grupos de aficionados. En un principio se
hacían en las iglesias y luego en los patios de las casas.

En este tipo de teatro se mezclaban los elementos cristianos con los indígenas y
africanos, los asuntos divinos con los profanos, los temas bíblicos con escenas
grotescas. Esta forma de teatro se prolongó hasta principios del siglo XX. Así
llegamos al teatro costumbrista. Éste comienza a aparecer formalmente en las
últimas décadas del siglo XIX: en las dos últimas décadas del siglo pasado –al
igual que en toda América—empieza a aparecer en Venezuela un teatro de
inquietudes sociales.
El sainete floreció en Venezuela entre 1926 y 1929. En general, se identifican las
cuatro primeras décadas del siglo XX como las de este género dramático.
Identificación un tanto ligera, puesto que en esos mismos años el teatro
venezolano se diversificó en correlación con los procesos de modernización que la

dictadura Gomecista no detuvo ni impidió, La mano férrea del dictador

ayuda a comprender por qué algunos dramaturgos optaron por el

sainete cuando las tendencias realistas se abrían paso. Con sus

personajes y ambientes populares, el sainete mantuvo tranquila a la

parroquia por la manera simple y superficial de identificación que

el vecino encontró en los escenarios. Tal identificación también se

lograba con los repertorios de las compañías internacionales, que

representaban obras que transportaban al espectador a mundos

armónicos en nada vinculados con la situación que vivía. En su

conjunto, el sistema de producción teatral era una distracción

evasiva y toda la población fue inducida a permanecer tranquila.

En otro aspecto, el sainete venezolano surge y está ubicado en la

discusión sobre la constitución del teatro nacional. Estar insertado

en las nuevas corrientes realistas explica sus propósitos al

representar un mundo social local que, de alguna forma, buscó

competir con la avasallante presencia de las compañías

internacionales. Los sainetes se ubican en el contexto del


costumbrismo por sus temas, argumentos y extensión. Los autores

se ubicaron en la vida diaria del vecindario urbano.

El rasgo básico es la acción en el barrio, el auténtico protagonista y garante de


recepción por el espectador. Los personajes corresponden a la clase media baja y
popular. La acción es resuelta en comentarios pintorescos, someramente
moralizadores, que consolidan los estereotipos del barrio, sin que falte el doble
sentido pícaro que provoca hilaridad sin obviar alguna caricatura superficial a las

clases sociales altas.

En conclusión, el sainete es una comedia cómica, de carácter popular y que en un


par de actos pinta costumbres y satiriza vicios y errores. El texto del sainete tiene
un carácter específico marcado por un estilo. Esto remite a un punto clave: más
allá de que la literatura sea, en el fondo, una función metafórica que espejea
realidades, se debe tomar en consideración que la propia voz colectiva se hace
portadora de una decadencia que encierra la maledicencia de la época mientras
refleja una cierta incomodidad socio-cultural. Con el sainete se invade
progresivamente el centro. Sin permiso, pero lenta y agónicamente. La presencia
del sainete implicó el cruce de los linderos entre lo culto y lo popular. Lo que vende
el sainete es, tímidamente para el momento, la retorización de la coloquialidad, la
ausencia de ansias trascendentales y el intento de presentación más que de
explicación al mundo de algunas situaciones muy específicas. Resulta
imprescindible aludir al aspecto humorístico, paródico e irónico en la construcción
de los personajes saineteros, una reserva de víctimas que el espacio periférico
recoge evitando el maquillaje verbal y espejeando una situación muy específica.
Entonces, durante las dos primeras décadas del siglo, el sainete se presenta como
la ficcionalización de la historia cotidiana

Con relación a sus personajes son, absoluta y definitivamente, esquemáticos y su


inspiración y posterior construcción está modelizada sobre tipos populares, El
lenguaje de los personajes saineteros reproduce un dialogismo, un cruce de
imaginarios encontrados

Las compañías de teatro en


aquella época se organizaban
en torno a un sistema de roles
fijos,
no importaba mucho que el
intérprete pueda transitar
varios personajes, sino más
bien, que
haga con éxito solo uno y lo
mantenga en distintas obras.
Otra característica muy
representativa de los
personajes del sainete es el
idiolecto. Utilizaban
el lenguaje lunfardo o el
tan conocido cocoliche;
era una fusión de los
idiomas entre
inmigrantes y criollos, era de
la manera en que los
inmigrantes intentaban
ambientarse en el
nuevo mundo hablando el
lenguaje de los nativos
Las compañías de teatro en
aquella época se organizaban
en torno a un sistema de roles
fijos,
no importaba mucho que el
intérprete pueda transitar
varios personajes, sino más
bien, que
haga con éxito solo uno y lo
mantenga en distintas obras.
Otra característica muy
representativa de los
personajes del sainete es el
idiolecto. Utilizaban
el lenguaje lunfardo o el
tan conocido cocoliche;
era una fusión de los
idiomas entre
inmigrantes y criollos, era de
la manera en que los
inmigrantes intentaban
ambientarse en el
nuevo mundo hablando el
lenguaje de los nativos
Las compañías de teatro en
aquella época se organizaban
en torno a un sistema de roles
fijos,
no importaba mucho que el
intérprete pueda transitar
varios personajes, sino más
bien, que
haga con éxito solo uno y lo
mantenga en distintas obras.
Otra característica muy
representativa de los
personajes del sainete es el
idiolecto. Utilizaban
el lenguaje lunfardo o el
tan conocido cocoliche;
era una fusión de los
idiomas entre
inmigrantes y criollos, era de
la manera en que los
inmigrantes intentaban
ambientarse en el
nuevo mundo hablando el
lenguaje de los nativos

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