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Tema3 El Poder de La Bendición
Tema3 El Poder de La Bendición
INTRODUCCIÓN
La Biblia nos muestra una gran verdad en Proverbios 18:21 “La muerte y la
vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”.
Entonces nuestras palabras tienen el poder dado por Dios para generar
bendición o maldición.
Por eso, es muy importante lo que hablamos, y ante esta verdad debemos
abrir nuestra boca para declarar palabras de bendición sobre nuestras
generaciones.
A. EL EJEMPLO DE JACOB
1. DIOS ES UN DIOS DE GENERACIONES.
En primer lugar, vemos este hermoso cuadro de tres generaciones: Jacob en
su vejez, José su hijo, Efraín y Manasés sus nietos. Y es que Dios es un Dios
de generaciones.
Por ejemplo, Dios le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de
Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob”. Dios desea que nosotros lo
sigamos, y también todos nuestros descendientes.
La Escritura nos dice muchas cosas de los hijos, veamos algunas, por
ejemplo:
a. “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto
del vientre” (Salmo 127:3).
b. “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas… y vuestros jóvenes
verán visiones” (Joel 2:28).
c. “Instruye a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma”
(Proverbios 29:17). Los hijos son una bendición de Dios.
José reconoce que son un don del cielo, que Dios se los ha dado y honra al
Señor declarándolo.
Esto debemos hacerlo con nuestros hijos, orar por ellos, ministrarlos y
profetizar palabras de bendición sobre sus vidas, pues los padres tienen la
autoridad de Dios sobre sus hijos para hacerlo. Si en el pasado hubo
palabras de maldición sobre los hijos, pues ahora en Cristo, es el tiempo de
cancelar esas palabras ociosas y declarar palabras de bendición y victoria
sobre ellos.
APLICACIÓN PRÁCTICA:
En primer lugar, va a colocar su mano sobre la cabeza de su hijo(a).
(Sugerimos hacerlo de manera individual)
En segundo lugar, va a afirmar con sus palabras que su hijo(a) es un regalo
del cielo, es un hijo(a) de promesa de Dios.
CONCLUSIÓN
Hemos comprendido el valor y el poder de bendecir a nuestra familia. Por lo
tanto, vamos a obedecer la Palabra y comenzar a declarar una bendición
sobre cada uno de nuestros familiares.