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Patología Sistémica Veterinaria. Trigo. 6ta Edición.
Patología Sistémica Veterinaria. Trigo. 6ta Edición.
Índice temático
Agradecimientos
HACE POCO MÁS de un año, algunos académicos del Departamento de
Patología de la FMVZ, decidimos emprender la ambiciosa aventura
de desarrollar la 6ª edición del libro de Patología Sistémica Veterinaria
desde una nueva visión, considerando todos aquéllos facores que
contribuyeran a enriquecer la enseñanza en esta disciplina. Hoy, una
vez concluída la misión, nos queda la satisfacción del trabajo
terminado y nuestro reconocimiento para los autores, ya que sin su
trabajo y empeño, este sueño no sería ahora una realidad.
La obra condensa el talento, el compromiso y la entrega de un gran
número de personas, quienes, desde su área de conocimiento y
aplicación, contribuyeron a su creación.
De esta forma, hacemos patente nuestra gratitud a nuestros
queridos compañeros patólogos, los doctores Felipe Juárez Barranco
y Luis Jorge García Márquez por la cuidadosa revisión técnica del
libro que, sin lugar a duda, contribuyó a mejorar el trabajo y alcanzar
los objetivos de la obra que, después de largos meses de trabajo,
ahora publicamos. Queremos agradecer especialmente, el trabajo
entusiasta y desinteresado de nuestro joven colega, el MMVZ Alonso
Reyes Matute, por la revisión de algunos capítulos de la obra, lo que
permitió imprimir una mirada fresca al escrito. Este trabajo no hubiera
sido posible sin el enorme respaldo del MVZ Enrique Basurto Argueta,
a quien agradecemos de corazón los desvelos y el continuo apoyo
técnico y moral para consumar esta obra. De igual manera, nuestro
profundo agradecimiento y reconocimiento a la incansable labor de la
DCV Avril Braulio Ortiz, quien con su meticuloso trabajo dio forma a
este libro. No podemos dejar de mencionar el minucioso trabajo de
Jaime Eugenio Córdova López con las fotografías que ilustran esta
obra, así como su constante preocupación por llevar a buen fin este
trabajo. Se agradece a Hugo Miranda Ruiz por su creatividad y
paciencia para la realización de las ilustraciones. Al LSCA Edgar
Herrera López por el brillante diseño de la portada. Agradecemos
también la colaboración de Adriana Núñez Macías, Secretaria
Técnica del Comité Editorial de la Secretaría de Desarrollo
Institucional de la UNAM, para el registro legal de la obra. Nuestro
agradecimiento también a la Lic. Emma Serrano Sánchez y a Patricia
Mondragón Licea para concluir con los trámites de esta obra para su
publicación.
Prefacio a la sexta edición
SEGÚN EL ESCRITOR inglés, Arthur C. Clarke, el futuro no es ya lo que
solía ser. Para la ciencia esta frase tiene mucho sentido: todo cambia
en un instante, y lo que antes fue transitoria base de conocimiento, se
convierte en otra etapa que también habrá de evolucionar; ningún
conocimiento es permanente.
El camino del saber ha sido desde siempre terreno de evolución
constante; la transformación de conceptos, métodos y forma de
transmisión del conocimiento se vuelven inmediatos y perecederos; la
ciencia no es dogma, es replanteamiento del trabajo intelectual y
transformación infinita, por tanto, los libros científicos se deben
redimensionar a la par de los hallazgos y de los avances de la
ciencia.
En el caso particular de esta obra, su actualización y reedición ha
devenido en una tarea responsable y obligada para contribuir a que
nuestros estudiantes y profesionales de la medicina veterinaria, se
mantengan al día en los avances científicos y tecnológicos de esta
área.
Los 11 capítulos que conforman esta edición son un cuidadoso
compendio de los temas esenciales de la Patología Sistémica
aplicada a la medicina veterinaria; incluye las entidades patológicas
más significativas para que el libro sea un útil instrumento de
consulta, tanto para la teoría, como para la práctica. Cabe destacar
que en esta edición se ha puesto especial interés en la presentación
de imágenes a color, que respaldan la exposición y comprensión del
tema.
De tal suerte que Patología Sistémica Veterinaria se ha revisitado,
conservando su interés fundamental: en primer lugar, para ofrecer
una revisión de las patologías más comunes de los aparatos y
sistemas de los animales domésticos y, en segundo, para reforzar la
colección gráfica de lesiones.
La obra ha pasado por la meticulosa revisión de los autores y de los
revisores técnicos para garantizar la actualización de contenidos y
calidad de los materiales gráficos que los respaldan.
Así pues, estudiantes, académicos y profesionistas podrán encontrar
respuesta a sus necesidades, o en su defecto, un punto de partida
que marque un camino a seguir en el terreno profesional.
Esperamos que esta edición sea una herramienta útil para fortalecer
el conocimiento de la Patología Sistémica, para que la comunidad
médico veterinaria cuente con apoyo para su mejor preparación en el
ámbito del diagnóstico, ante la compleja patología de los animales
domésticos que encontramos no sólo en México, sino en gran parte
del mundo.
Los Coordinadores
Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Anomalías congénitas del corazón y de los grandes vasos
Anomalías septales
Anomalías valvulares
Anomalías de los grandes vasos
Anomalías complejas
Pericardio
Trastornos circulatorios
Pericarditis
Epicardio
Trastornos circulatorios
Trastornos degenerativos
Miocardio
Trastornos degenerativos
Insuficiencia cardiaca
Cardiomiopatías
Miocarditis
Neoplasias
Endocardio
Trastornos circulatorios
Trastornos degenerativos
estenosis valvulares
Endocarditis
Arterias
Trastornos circulatorios
Trastornos degenerativos
Hipertrofia arterial
Arteritis
Venas
Trastornos circulatorios
Flebitis
Vasos linfáticos
Trastornos circulatorios
Linfangitis
Neoplasias vasculares
Lecturas recomendadas
Aparato cardiovascular
Francisco J. Trigo Tavera
Introducción
EL CORAZÓN DE los animales es un órgano eficiente, durable y una
bomba confiable que impulsa sangre a todas horas, para proveer a
los tejidos de un flujo constante de sangre oxigenada, de nutrientes y
que facilita la excreción de productos de desecho.
Anatómicamente el corazón contiene, en orden del flujo sanguíneo,
cuatro grandes vasos sanguíneos (vena cava, arteria pulmonar, vena
pulmonar y arteria aorta), cuatro compartimentos o cámaras (atrio o
aurícula derecha, ventrículo derecho, atrio o aurícula izquierda y
ventrículo izquierdo), y cuatro válvulas (tricúspide, semilunar
pulmonar, mitral o bicúspide y semilunar aórtica.
El corazón se encuentra rodeado por el pericardio, que es una
membrana compuesta de una capa fibrosa y una serosa. La capa
externa fibrosa consta de tejido conectivo denso, que contiene
además vasos sanguíneos, linfáticos y nervios; en el interior está
recubierta por el pericardio seroso, que tiene una capa de mesotelio,
al igual que la capa externa del epicardio; entre este último y la cara
interna del pericardio está el espacio pericárdico, dentro del cual hay
normalmente una pequeña cantidad de líquido seroso.
Por otra parte, el miocardio está constituido por capas de fibras
musculares que circunscriben al corazón en forma de espiral. Las
fibras musculares se organizan en paralelo y entre ellas circulan
vasos sanguíneos, linfáticos y nervios. El sarcoplasma de las fibras
musculares contiene múltiples miofibrillas que muestran estriaciones
entrecruzadas similares a las del músculo estriado.
Un sistema especializado de fibras musculares constituye el sistema
de conducción, que inicia y conduce el impulso eléctrico. Este sistema
se compone por el nodo sinoauricular, localizado en la unión de la
vena cava superior con el atrio derecho; por el nodo atrioventricular,
que se encuentra en la base del tabique interatrial o interauricular, y
por el haz atrioventricular (haz de His) que se divide en sus ramas
derecha e izquierda, para terminar finalmente como fibras de Purkinje.
El interior del corazón está recubierto por el endocardio, el cual está
compuesto por tejido fibroso y una capa de células endoteliales. Las
válvulas auriculoventriculares y las semilunares también se
encuentran recubiertas por este último. Unidas a los márgenes libres
de las válvulas auriculoventriculares se hallan abundantes cuerdas de
colágena recubiertas por endotelio, las cuales se conocen como
cuerdas tendinosas; éstas se insertan en los músculos papilares y
contribuyen a prevenir que las válvulas se proyecten hacia las
aurículas durante la sístole.
El aporte sanguíneo para el corazón es proporcionado por dos
arterias coronarias principales. Estas arterias coronarias, derecha e
izquierda, se originan detrás de las cúspides o valvas derecha e
izquierda de la válvula aórtica, en la base de la aorta.
Las arterias pueden clasificarse, según su morfología, en tres tipos
diferentes: a) arterias elásticas; b) arterias musculares, y c) arteriolas.
Las arterias más grandes del organismo son de tipo elástico, y se
constituyen principalmente de elastina. Las arterias musculares son
las arterias de distribución y están compuestas por tejido muscular
liso organizado en forma circular. Por su parte, las arteriolas tienen
una luz pequeña, aunque sus paredes musculares son gruesas. Las
tres capas de las arterias (íntima, media y adventicia) varían en
grosor y composición según el tipo de arteria. La capa íntima está
compuesta por la capa endotelial, la membrana basal, la capa
subendotelial y la lámina elástica interna. La capa media de las
arterias elásticas conforma la mayor parte de la pared del vaso; es un
conjunto de capas concéntricas elásticas alternadas con células
musculares lisas y de sustancia amorfa. La capa media comienza en
un plano adyacente a la lámina elástica interna y termina con la
lámina más externa de la media, llamada lámina elástica externa. La
adventicia de las arterias elásticas es delgada y consiste en tejido
conectivo que contiene vasa vasorum, linfáticos y fibras de colágena y
elastina.
Las arteriolas son arterias pequeñas con diámetro externo menor a
100 µ m. Las arteriolas mayores contienen tres capas. Conforme las
arteriolas se hacen menores y sus paredes más delgadas, la lámina
elástica interna desaparece; en las arteriolas terminales
(precapilares), sólo permanece el endotelio, con una capa de tejido
muscular liso, rodeado por escaso tejido conectivo. Hay dos tipos de
capilares, y ambos constan de un tubo endotelial rodeado por una
membrana basal. Los capilares fenestrados tienen pequeños orificios
en el citoplasma endotelial, mientras que los capilares continuos
carecen de orificios en sus células endoteliales. Los capilares y las
vénulas son similares en tamaño y estas últimas, sobre todo,
contienen pericitos (células perivasculares indiferenciadas) dentro de
la membrana basal.
A medida que las vénulas incrementan su tamaño, se convierten en
venas pequeñas y los pericitos se transforman en células musculares
lisas. Las paredes de las venas presentan también las capas
íntima,media y adventicia. La media de las venas es mucho más
delgada que la de las arterias. La adventicia está constituida
principalmente de colágena, y es la capa más gruesa. Las venas de
mayor calibre muestran una capa gruesa subendotelial de tejido
conectivo, escaso tejido muscular liso de la capa media y una
adventicia gruesa con abundantes vasa vasorum, capilares linfáticos,
colágena y fibras elásticas.
Por su parte, los capilares linfáticos carecen de la membrana basal
que cubre a los capilares sanguíneos. Los vasos linfáticos más
pequeños tienen un endotelio con un recubrimiento escaso de tejido
conectivo. Las capas íntima, media y adventicia se hacen patentes en
linfáticos mayores de 0.5 mm de diámetro.
La capa media de los linfáticos mayores consiste principalmente en
tejido muscular liso, organizado en forma circular y oblicua. La
adventicia se encuentra bien desarrollada y contiene tejido conectivo,
músculo liso y vasos sanguíneos pequeños.
Anomalías congénitas del corazón y de los grandes vasos
Las enfermedades congénitas del corazón y de los grandes vasos
resultan de un desarrollo anormal de éstos durante el periodo fetal. El
corazón está completamente formado al finalizar el primer tercio de la
gestación, por lo cual, cualquier agente que produzca lesiones
cardiacas congénitas ejercerá influencia sobre el feto durante este
periodo. Aunque en algunos procedimientos experimentales se
reproducen anomalías cardiacas como hipoxia fetal y deficiencia de
vitamina A, en la mayor parte de los casos se ignora cómo se
producen las lesiones.
Se conoce la importancia de dos factores en algunos casos: la
infección viral en gestación temprana y las causas hereditarias. Como
un ejemplo de patología comparada se ha observado que, en mujeres
que se infectan con el virus de la rubeola durante la gestación
temprana, de 25 a 50% de los niños nacidos de estas gestaciones
tienen anomalías congénitas en algún órgano y un considerable
número presenta anomalías congénitas cardiacas. Ahora bien, aún
está por demostrarse de manera definitiva si otros virus, y en
particular los virus animales, tienen el mismo efecto. En el perro,
existen pruebas de que factores con determinación genética son la
base de lesiones cardiacas congénitas en algunos animales.
Del análisis del pedigrí, cruza entre perros afectados y análisis de
cromosomas, se reconoce que ciertas anomalías cardiacas
congénitas, como el conducto arterioso permeable en el Poodle,
estenosis de la válvula pulmonar en beagles, y estenosis fibrosa
subaórtica en Newfoundlands, resultan de anormalidades producidas
durante el desarrollo, determinadas a nivel genético. Existe también
alguna influencia genética en la persistencia del arco aórtico derecho
en el Pastor alemán. La tétrada de Fallot es una de tantas
malformaciones cardiacas congénitas que están determinadas
genéticamente en la raza Keeshound.
La hipótesis de que los defectos cardiacos congénitos ocurren por
factores genéticos es apoyada por el hecho de que son más
frecuentes en perros de razas definidas que en perros mestizos.
También se ha informado que la incidencia de algunos defectos
congénitos del corazón es más alta en ciertas razas que en la
población general. El conducto arterioso permeable prevalece en el
Poodle, Pomeranian y Collie; la estenosis pulmonar en el Bulldog,
Chihuahua, Fox terrier y Beagle; la tétrada de Fallot en el Keeshound;
la estenosis subaórtica en el Pastor alemán, Bóxer y Newfoundland, y
la existencia del arco aórtico derecho en el Pastor alemán y Setter
irlandés. Con excepción del conducto arterioso permeable más
frecuente en hembras que en machos, parece no haber
predisposición significativa entre sexos para padecer defectos
cardiacos congénitos.
La incidencia de anomalías cardiacas congénitas reconocidas
clínicamente es bastante menor que la de enfermedades cardiacas
adquiridas. Esto se debe, en parte, a que muchos animales mueren
en el periodo posnatal, o bien son prematuros y no los examina el
médico veterinario, o bien no se someten a necropsia.
El desarrollo embrionario del corazón es bastante complejo, por lo
cual es factible esperar múltiples defectos. De hecho, algunas
anormalidades tienden a ocurrir más en algunas especies que en
otras, como el defecto del tabique ventricular en bovinos, y la
estenosis pulmonar en el perro. Algunas anomalías son tan graves
que resultan incompatibles con la vida después del nacimiento, como
la atresia aórtica. Las formas menos graves de enfermedad cardiaca
congénita se manifiestan clínicamente por sí solas en los animales
jóvenes.
En general se acepta que las enfermedades cardiacas deben
clasificarse como adquiridas o congénitas; se habla de las últimas
cuando un animal nace con una anomalía cardiaca, como resultado
de un desarrollo embrionario defectuoso. Sin embargo, esto no
significa que existan bases genéticas para este defecto. Anomalía
cardiaca adquirida se refiere a cualquier trastorno del corazón que se
desarrolle después del nacimiento sin implicar algún factor causal
específico.
Anomalías septales
Persistencia del agujero oval (orificio interatrial o interauricular)
Durante la vida fetal, la cámara auricular común es dividida por el
crecimiento, a partir de su pared, en una estructura membranosa
llamada septum primum, que prolifera hacia la unión
auriculoventricular. Un segundo tabique (septum secundum) se
desarrolla hacia abajo y hacia la derecha del septum primum. Con su
borde semilunar, el septum secundum y los restos del primum
constituyen el agujero (foramen) oval.
Los defectos del tabique auricular pueden ser de tres tipos: del
septum primum, del septum secundum y agujero oval permeable. Los
primeros dos son defectos interauriculares verdaderos, mientras que
la persistencia del agujero oval resulta de la persistencia de la
abertura existente como una comunicación circulatoria entre la
aurícula derecha y la izquierda durante la vida fetal. La presencia del
agujero oval suele ser intrascendente, ya que una estructura similar a
una válvula impide la mezcla de sangre interauricular después del
nacimiento.
Cuando persiste el agujero oval después del nacimiento, lo normal
es que la presión sanguínea de la aurícula izquierda exceda a la de la
aurícula derecha, produciendo una mezcla de sangre auricular
izquierda y derecha; esto ocasiona que un mayor volumen sanguíneo
penetre al ventrículo derecho, de lo que también resulta un mayor
flujo sanguíneo a través de los vasos pulmonares. Todo lo anterior
origina un mayor trabajo del ventrículo derecho, y causa finalmente su
dilatación e hipertrofia (figuras 1.1 y 1.2).
Figura 1.8. Persistencia del arco aórtico derecho (flecha) que causó dilatación
esofágica en un perro.
Anomalías complejas
Tétrada de Fallot
En la tétrada de Fallot, como su nombre lo indica, se presentan cuatro
anomalías cardiacas, que son: a) estenosis pulmonar o subpulmonar;
b) hipertrofia del ventrículo derecho (consecuencia de la estenosis
pulmonar); c) defecto del tabique interventricular, y d) aorta en
dextraposición, que recibe sangre de ambos ventrículos. La hipertrofia
ventricular derecha grave es realmente una lesión secundaria, y la
dextraposición de la aorta es de grado variable. La estenosis
pulmonar, se agrava casi siempre por el estrechamiento del flujo del
ventrículo derecho, como resultado de la hipertrofia miocárdica. La
aorta puede originarse ya sea en el ventrículo derecho o en ambos
ventrículos, y está por lo general más ensanchada. Además, puede
presentarse hipoplasia de la arteria pulmonar, en cuyo caso la arteria
broncoesofágica aumenta de grosor para abastecer de sangre a los
pulmones (figura 1.9).
Tipo de líquido
Etiología Ejemplos
pericárdico
1. Tumores de la base del corazón Razas caninas braquiocefálicas, mayores de ocho
2. Otros tumores (metastásicos) años; la sangre no coagula
3. Rotura de aurícula izquierda Razas caninas pequeñas; machos mayores de ocho
Sangre años
4. Traumatismos
5. Traumatismos iatrógenos, punción Atropellamientos
cardiaca Recolección de sangre
1. Insuficiencia cardiaca congestiva
Mal de las alturas
2. Hipoproteinemia
Trasudado Desnutrición
3. Secundario a hernia diafragmática Atropellamientos
peritoneopericárdica
4. Pericarditis serosa Infecciones iniciales
Exudado
5. Pericarditis infecciosa Tuberculosis, coccidioidomicosis, etc.
(pericarditis) 6. Reticulopericarditis traumática Penetración de alambres en el retículo
La enfermedad conocida como “hidropericardio” (Heartwater) es
producida por Cowdria ruminantium, la cual se presenta en África y en
países del Caribe. Es transmitida por garrapatas Amblyoma. El
microorganismo tiene una localización intracelular, es pleomórfico con
diámetro de 0.49 a 2.7 µ m de diámetro.
Produce enfermedad en bovinos, ovinos, caprinos y rumiantes
salvajes; se caracteriza por fiebre y signos nerviosos al caminar en
círculos, agresividad, convulsiones y coma. A la necropsia se observa
un pronunciado hidropericardio, edema pulmonar, hidrotórax, ascitis y
linfadenopatía generalizada. Al examen microscópico se observa
infiltración linfocítica perivascular y la presencia de los
microorganismos en las células endoteliales.
Hemopericardio
El término se refiere a la acumulación de sangre en el saco
pericárdico. Si la sangre está coagulada se puede deducir que se
trata de un hemopericardio verdadero. Es un trastorno bastante raro,
con excepción de la punción cardiaca. En los equinos se observa
cuando hay rotura de la aorta intrapericárdica. En perros puede
presentarse en caso de endocarditis ulcerosa urémica de las
aurículas y en presencia de hemagiosarcomas en la aurícula por
ruptura de los vasos de nueva formación. En cerdos en crecimiento,
también se presenta hemopericardio cuando hay rotura del corazón
(aurículas), o de la aorta o las coronarias.
Neumopericardio
Aunque no es una lesión de origen estrictamente circulatorio, es
necesario considerarla aquí. Se define como la presencia antemortem
de gas dentro del saco pericárdico. Se origina por traumatismos, por
la producción de gas debida a microorganismos, o por la conjunción
de ambos factores. Las causas son por lo general fracturas de costilla
o penetración de cuerpos extraños provenientes del exterior. La
producción de gas por microorganismos puede deberse a invasión
bacteriana del pericardio en casos de reticulopericarditis traumática.
Pericarditis
Este término se refiere a la inflamación de las capas serosas y
fibrosas que rodean al corazón. Debido a que las enfermedades del
pericardio, independientemente de su causa, tienen características en
común, pueden estudiarse en conjunto. Las reacciones del pericardio
son similares a las que ocurren en otras membranas serosas, como la
pleura y el peritoneo. El pericardio puede infectarse por los siguientes
medios:
a. Vía hematógena.
b. Extensión de una lesión del miocardio.
c. Extensión de lesiones circundantes en mediastino, pleura,
pulmones; ya sea por invasión directa o vía vasos linfáticos.
d. Penetración traumática del pericardio por cuerpos extraños,
como clavos alojados en el retículo (rumiantes), cuerpos
extraños del esófago o costillas rotas.
Epicardio
Trastornos circulatorios
Hemorragias
La presencia de petequias y derrames por debajo del epicardio es
bastante común, sobre todo en equinos. Dichas hemorragias son
menos usuales en rumiantes; mientras que en perros y gatos son
bastante raras. Las hemorragias subepicárdicas son comunes en
condiciones de asfixia o muerte por anoxia, así como en múltiples
infecciones febriles agudas. Por otra parte, en diátesis hemorrágicas
se presentan extensas hemorragias equimóticas, que incluso pueden
afectar la mayor parte del epicardio.
Mineralización
En algunas patologías que producen mineralización (calcificación) del
miocardio, esta se puede extender también al epicardio, por lo cual es
fácilmente visible al examen posmortem. Como ejemplos se
encuentran la miopatía degenerativa nutricional en bovinos y ovinos
por deficiencia de vitamina E o selenio, intoxicación por exceso de
vitamina D en diferentes especies, intoxicación por plantas que
promueven la absorción de calcio en bovinos y equinos (Enteque
seco), y en la calcificación espontánea del miocardio en ratas y cuyos
de edad avanzada.
Trastornos degenerativos
Degeneración mucoide de la grasa (atrofia serosa de la grasa
pericárdica)
La degeneración mucoide en el corazón tiende a presentarse en la
grasa pericárdica localizada en la hendidura coronaria, y llega a
extenderse hacia adentro, entre las fibras miocárdicas. La causa de
dicho cambio degenerativo se relaciona con nutrición deficiente, por lo
cual refleja el tipo de alimentación del animal, en la necropsia. La
presencia de este cambio degenerativo se relaciona también con
toxemias.
En estos trastornos, la grasa pericárdica es reemplazada por un
tejido mucoide translúcido y de consistencia gelatinosa;
histológicamente, ocurre proliferación de tejido conectivo de
características embrionarias, con escasas fibrillas y abundante matriz.
El cambio degenerativo es reversible, una vez corregidas las causas
(figura 1.13).
Miocardio
Trastornos degenerativos
El músculo cardiaco está más propenso que otros a sufrir cambios
degenerativos por causas no específicas, dada su continua actividad.
Algunos cambios intensos de degeneración del miocardio se
aprecian como parte importante de síndromes de degeneración
muscular nutricional en corderos, becerros, caballos y cerdos.
Por lo general, la degeneración focal del miocardio se descubre
como dato accidental en el examen microscópico de tejidos afectados
por muy diversas enfermedades, por lo que su patogenia inmediata
es muy difícil de establecer. Probablemente, las lesiones tienen una
base isquémica, en gran parte de los casos; por ejemplo, a
consecuencia de embolias en los vasos coronarios. La degeneración
del miocardio también se produce en una gran variedad de
enfermedades sistémicas como anemia (en cerdos); toxemia (riñón
pulposo en ovinos); intoxicaciones (utilización de cloroformo y
tetracloruro de carbono); toxemias asociadas con enfermedades
sistémicas en las cuales se presenta fiebre y necrosis tisular
(endometritis necrosante aguda de los bovinos) y mastitis por
especies de Staphylococcus.
Los cambios degenerativos son básicamente los mismos que en
otros tejidos, e incluyen degeneración albuminosa, cambio graso y
necrosis. El tipo de degeneración depende de la naturaleza, gravedad
y duración del agente causal. Las degeneraciones miocárdicas
específicas se observan en enfermedades como distrofias musculares
nutricionales de becerros y corderos, o en la enfermedad de “corazón
de mora” en el cerdo.
Miopatía degenerativa nutricional
Este trastorno también se conoce como enfermedad del músculo
blanco, y afecta tanto al músculo estriado como al miocardio de
becerros y corderos principalmente, aunque también se ha informado
de enfermedades con patologías similares en equinos, perros y
cerdos.
Las lesiones consisten en áreas pálidas o blanquecinas en el
músculo estriado o en el miocardio. Al microscopio, presentan desde
degeneración hialina hasta necrosis coagulativa, con fragmentación y
desaparición de múltiples fibras musculares. El proceso conlleva la
presencia de macrófagos y linfocitos, así como intentos de
regeneración. También puede observarse calcificación de algunas
fibras. Los músculos afectados más a menudo son el miocardio y los
músculos sublinguales e intercostales, así como los de la grupa
(figuras 1.14 y 1.15).
Figura 1.14. Corazón de un bovino que muestra áreas pálidas de
miodegeneración por deficiencia de vitamina E y selenio.
Figura 1.16. Corazón de cerdo con enfermedad del corazón de mora (centro y
derecha), notándose las hemorragias epicárdicas. Corazón normal a la izquierda.
Miocarditis
Suele clasificarse con base en características morfológicas; utiliza el
mismo criterio que para otros órganos (miocarditis supurativa, como
en ciertas septicemias, o miocarditis linfocítica, como en fiebre aftosa
de los becerros). La miocarditis es una lesión común a varias
enfermedades sistémicas, pero rara vez es una entidad primaria. A
menudo se presenta por extensión directa de lesiones inflamatorias
del endocardio y pericardio, y por vía hematógena en enfermedades
infecciosas. También ciertas enfermedades respiratorias pueden
producir miocarditis.
Bacteriana
Algunas bacterias piógenas que se pueden originar en cualquier otro
foco supurativo del cuerpo, como en el caso de Listeria
monocytogenes o Actinobacillus equuli, producen áreas focales de
inflamación aguda, que pueden transformarse en abscesos. Los
cambios inflamatorios ocurren principalmente en los tejidos intersticial
y perivascular, con edema e infiltración por neutrófilos y macrófagos
en la etapa aguda, mientras que en casos crónicos predominan
linfocitos, células plasmáticas y algunos eosinófilos. Algunas
bacterias, como Clostridium chauvoei, pueden producir en bovinos
una miocarditis morfológicamente similar a los cambios observados
en el músculo estriado. En casos de tuberculosis generalizada
también puede afectarse el miocardio con una infección
granulomatosa. En becerros, las infecciones graves por
Fusobacterium necrophorum producen una miocarditis necrobacilar
grave. Histophilus somni también ha sido involucrado en miocarditis
de bovinos.
Viral
Entre las miocarditis virales más importantes se encuentra la
producida por el parvovirus canino. Esta infección fue descrita por
primera vez en 1978; se asocia con diarrea hemorrágica y vómito, y
una enteritis necrótica intensa. En cerca de 5% de los casos se
presenta miocarditis por la infección viral; a la necropsia se observa
insuficiencia cardiaca congestiva con edema, congestión hepática,
ascitis e hidrotórax. El corazón dilatado puede contener bandas
blancas multifocales de fibrosis en el epicardio ventricular.
Microscópicamente se aprecia una intensa miocarditis linfocítica
difusa, con algunos miocitos que contienen prominentes cuerpos de
inclusión intranucleares basófilos. Además, puede haber zonas
multifocales de necrosis, con fibroblastos en el intersticio.
El virus de la fiebre aftosa puede producir también una miocarditis
linfocítica, sobre todo en becerros. Macroscópicamente, el corazón
presenta abundantes bandas blanquecinas en el miocardio
ventricular; mientras que el examen histológico revela una miocarditis
linfocítica, con necrosis hialina y escasos neutrófilos.
En otras enfermedades virales también se ha reportado la presencia
de miocarditis con presencia de linfocitos, macrófagos y células
plasmáticas. Entre estas enfermedades se incluyen citomegalovirus y
encefalomiocarditis en cerdos, distemper en perros y las encefalitis
equinas.
Parasitaria
Los parásitos que afectan al miocardio son los mismos que lesionan
también a los demás músculos estriados; los más comunes son los
sarcosporidios. Estos sarcoquistes pueden encontrarse en las células
de Purkinje o en las fibras miocárdicas donde parecen ser poco
nocivos. En México, estos parásitos son muy comunes en los
rumiantes.
Los cisticercos (C. cellulosae y C. bovis), así como los quistes
hidatídicos, se encuentran con cierta frecuencia en el miocardio.
También las larvas de Trichinella spiralis pueden alojarse en él,
aunque no son comunes, ya sea porque son destruidas o porque
continúan su migración (figura 1.19).
Figura 1.19. Corazón de cerdo infectado por múltiples Cysticercus cellulosae.
Idiopática
En este caso se incluye a la miocarditis eosinofílica como un caso
atípico de inflamación del miocardio, en el que predominan los
eosinófilos como elemento inflamatorio. Se observa de manera
ocasional en bovinos y su causa se desconoce.
Neoplasias
Primarias
Se describen el rabdomioma y el rabsomiosarcoma, los cuales se
originan en las fibras musculares y son bastante raros. Los
hemangiosarcomas se observan con mayor frecuencia en la aurícula
derecha, principalmente en perros.
Otro tipo de tumor primario del corazón son los llamados tumores del
cuerpo aórtico o quimodectomas, los cuales se originan en el tejido
quimorreceptor, en la región de la base del corazón. El tumor crece
dentro del saco pericárdico y frecuentemente invade la adventicia de
grandes vasos y el miocardio auricular. Los perros de las razas
Boston terrier, Bulldog y Bóxer, presentan predisposición a este tipo
de tumor. Los más afectados son los perros mayores de ocho años
de edad, sobre todo machos.
Otro tumor primario del corazón es el tumor del cuerpo carotideo,
que se origina en el tejido quimiorreceptor de la bifurcación de la
carótida; por lo general se presenta en perros (figura 1.22).
Secundarias
Entre los tumores metastásicos que afectan al corazón se cuentan:
hemangiosarcoma, melanoma, fibrosarcoma, condrosarcoma,
osteosarcoma, adenocarcinoma y linfosoma.
De interés particular es el linfoma, el cual es frecuente en casos
avanzados de linfomatosis o linfoma de los bovinos. Esta neoplasia
puede adquirir una distribución nodular o difusa. En la forma nodular
se observan focos neoplásicos de color blanquecino: se sitúan con
preferencia en la aurícula derecha y varían de uno a varios
centímetros de diámetro. En la forma difusa, el miocardio luce
engrosado e irregular y de un color blanco grisáceo; en este caso, las
paredes ventriculares se encuentran más afectadas. A nivel
histológico, en ambas formas de distribución se aprecian los típicos
linfoblastos infiltrados entre las fibras musculares, y en casos graves
constituyen únicamente masas de células tumorales (figura 1.23).
Endocardio
Entre las enfermedades del endocardio están las que afectan a las
válvulas (lesiones valvulares), y las que afectan las paredes de las
cámaras cardiacas (lesiones murales). Tanto las enfermedades
degenerativas como las inflamatorias pueden lesionar indistintamente
el endocardio valvular, el mural, o ambos.
Las lesiones valvulares por lo general producen soplos detectables
al examen clínico, mientras que las lesiones del endocardio mural no
producen esos signos. Por tanto, los trastornos que lesionan al
endocardio valvular a menudo se detectan con mayor facilidad.
Trastornos circulatorios
Hemorragias
El endocardio puede presentar hemorragias equimóticas, sobre todo
en el ventrículo izquierdo, en casos de lesiones cerebrales agudas y
en casos de enterotoxemias en corderos y becerros.
Trastornos degenerativos
Mineralización o calcificación
La calcificación del endocardio se observa con cierta frecuencia en
animales domésticos. Se presenta habitualmente en forma de placas
opacas o como pequeños granos en la aurícula izquierda y a veces
en la aorta; por ejemplo, en perros que se han recuperado de una
endocarditis ulcerosa aguda por insuficiencia renal. También se
aprecian placas de calcificación en corderos con degeneración
muscular nutricional, localizadas sobre todo debajo del endocardio en
el ventrículo derecho. Los bovinos con enfermedades crónicas
debilitantes muestran calcificación subendocárdica tanto de aurículas
como de ventrículo izquierdo. Entre las causas que a menudo
producen mineralización del endocardio y arterias en animales
domésticos, se encuentra la intoxicación con vitamina D o la ingestión
de plantas tóxicas que contienen análogos de la vitamina D.
Enteque seco (Manchester wasting disease)
Es una enfermedad caracterizada anatómicamente por una intensa
mineralización de los tejidos fibroelásticos, en especial los del
corazón y pulmones.
La enfermedad se presenta en Argentina, aunque hay informes
patológicos similares en otros lugares, si bien de origen diferente.
Solanum malacoxylon produce pérdida de peso en los bovinos, junto
con un fuerte aumento de los niveles de calcio y fósforo en sangre.
Las lesiones consisten en una mineralización de los tendones de los
miembros y de la columna vertebral, con lo cual el animal adquiere
una postura rígida. En el corazón, principalmente aurícula y ventrículo
izquierdo, así como en la aorta, se desarrollan placas de
mineralización intensa. Los pulmones también se encuentran
afectados, con áreas de mineralización localizadas sobre todo en los
lóbulos diafragmáticos. También se ha informado de esta
enfermedad, aunque con menor frecuencia en equinos, ovinos y
caprinos.
Su patogenia se debe a que las hojas de la planta Solanum
malacoxylon contienen una sustancia con actividad similar a la
vitamina D. La intoxicación con esta planta ocurre en herbívoros. La
ingestión produce un rápido incremento en las concentraciones de
calcio y fósforo en sangre. Tanto la cinética del aumento de los
valores de estos minerales, como la mineralización de los tejidos
blandos son comparables a los de una intoxicación con vitamina D
(figura 1.24).
Arterias
Trastornos circulatorios
Trombosis y embolia
El problema de la tromboembolia en medicina veterinaria puede
resultar de una amplia variedad de padecimientos, entre los más
comunes está la arteritis verminosa de los equinos originada por
larvas de Strongylus vulgaris. Son también de importancia los
trombos que se localizan en la bifurcación de la aorta en pequeñas
especies; así como los trombos que se desarrollan en las
ramificaciones de la arteria pulmonar en animales que padecen
neumonía producida por especies de Histophilus.
En particular, merece revisión la infección en equinos por larvas de
S. vulgaris, ya que es un padecimiento que origina cólicos, gangrena
intestinal, septicemia y la muerte. El problema se debe a las lesiones
traumáticas que produce la larva del parásito en las arterias, sobre
todo en la aorta, las renales y la mesentérica. Como resultado, se
forman focos de arteritis que pueden facilitar el desarrollo de trombos.
En ocasiones, segmentos de éstos se desprenden para formar
émbolos que se impactan en pequeñas arterias. Con frecuencia,
dichos émbolos obstruyen la irrigación sanguínea de segmentos
intestinales, con lo cual se desarrolla hipoxia tisular, que de continuar
causa necrosis del intestino. Como dicho órgano contiene una
abundante flora bacteriana, puede generarse una gangrena de tipo
húmedo, la cual producirá septicemia y, finalmente, la muerte del
animal (figura 1.27).
Rotura
Suele ser consecuencia de traumatismos; la rotura espontánea es
menos frecuente. En perros, la infección por el nematodo Spirocerca
lupi puede inducir rotura de la aorta, al igual que la infección por
Strongylus vulgaris en equinos. La rotura puede ocurrir como la etapa
final de un aneurisma.
Se ha informado rotura espontánea de la aorta o de la arteria
pulmonar en equinos, sobre todo en animales de carrera. Se
desconoce aún cuál sea la causa de dicho fenómeno.
Coagulación intravascular diseminada
Este trastorno no es una enfermedad en sí, sino más bien un
importante mecanismo intermediario de enfermedad. Se le define
como una activación patológica del sistema de la coagulación, que
culmina con una coagulación intravascular generalizada que afecta
arteriolas y capilares en particular.
Las causas de la coagulación intravascular diseminada (CID) son
muchas, e incluyen algunas infecciones virales como la fiebre porcina
clásica, lengua azul, hepatitis infecciosa canina y peritonitis infecciosa
felina. Las bacterias gramnegativas, debido a la presencia de
endotoxina, son excelentes activadores del mecanismo de CID. La
infección por parásitos como especies de Babesia o Dirofilaria
immitis, así como la presencia de algunas neoplasias malignas,
desencadena también la CID. En todos estos casos se produce la
activación anormal del factor XII o de Hageman, con lo cual se inicia
la cascada de la coagulación por la vía intrínseca.
En un animal con CID se presentan choque, hemorragias, y
hemólisis; a la necropsia se observan hemorragias petequiales o
equimóticas en mucosas y piel, y hemorragias francas en órganos
internos. A nivel histológico se aprecian abundantes microtrombos,
sobre todo en capilares renales, pulmonares, cerebrales y adrenales,
aunados a congestión, edema, hemorragias y necrosis. Los
microtrombos capilares deben ponerse de manifiesto con colorantes
especiales para fibrina, ya que con los de hematoxilina y eosina son
difíciles de apreciar.
Trastornos degenerativos
Arteriosclerosis y aterosclerosis
Estos términos se utilizan con frecuencia en forma indistinta; sin
embargo, deben emplearse para distinguir entre degeneraciones de
diverso tipo o de diversa evolución. La arteriosclerosis incluye todas
las metamorfosis arteriales crónicas consistentes en endurecimiento,
pérdida de elasticidad y estrechamiento de la luz, como resultado de
cambios proliferativos y degenerativos (no infecciosos) de las capas
media e íntima. Por otro lado, el término aterosclerosis debe aplicarse
únicamente a aquellas lesiones en las que, además de los cambios
ya mencionados, se presentan cambios grasos degenerativos.
La arteriosclerosis se desarrolla lentamente y es más común en los
animales viejos. Los vasos esclerosados por lo general conllevan
cambios significativos del flujo sanguíneo, aunque se pueden
presentar cambios isquémicos, sobre todo en vasos sanguíneos del
cerebro y del corazón. La arteriosclerosis se observa usualmente en
equinos, rumiantes y carnívoros viejos. Hay una predilección por la
aorta abdominal y por lugares de ramificación arterial, pero también
se aprecia en arterias periféricas y pulmonares, y en la aorta torácica.
La extensión de las lesiones es muy variable.
El desarrollo de aterosclerosis a partir de arteriosclerosis ocurre con
poca frecuencia, y sólo en el cerdo. En las demás especies es de muy
poca importancia, con excepción del conejo, que ha sido utilizado
como modelo experimental. La extensión del depósito de lípidos
depende de la dieta de los animales, pero los ateromas nunca
alcanzan el tamaño que se observa en seres humanos y no producen
trombosis oclusiva. La extensión de los depósitos lipídicos en los
vasos se aprecia mejor con colorantes específicos para grasa, que
permiten distinguir estrías grasas y engrosamiento de la íntima. El
depósito inicial de lípidos ocurre en las células musculares lisas
proliferantes que muestran signos de degeneración. Los macrófagos
también aparecen con grasa en su interior; de igual forma se detectan
depósitos de grasa extracelular, tal vez provenientes de células
degeneradas. Los depósitos de calcio y colesterol pueden estar
asociados con el reblandecimiento de placas ateromatosas.
En los animales domésticos, el depósito de lípidos, incluso
colesterol, en cantidades significativas en las arterias, ocurre sólo en
el perro. En esta especie, la hipercolesterolemia se relaciona
principalmente con hipotiroidismo. En la mayor parte de los casos de
aterosclerosis con abundantes depósitos grasos, hay datos ya sea de
hipercolesterolemia o de hipotiroidismo.
Mineralización
Esta es frecuente en las arterias de los animales, ya sea como un
proceso distrófico, o bien metastásico. La calcificación distrófica se
presenta en áreas de inflamación y trombosis, pero no está
claramente asociada con arteriosclerosis preexistente. Los nódulos
calcificados en la capa íntima de la aorta posterior en el equino son
probablemente lesiones sanadas de arterias verminosas. Las causas
de calcificación metastásica, sobre todo en la capa media, se
presentan en perros con insuficiencia renal crónica, en casos de
intoxicación con vitamina D, y en bovinos intoxicados con la planta
Solanum malacoxylon (enteque seco), la cual se describe en la
patología del endocardio.
Degeneración hialina
Esta degeneración de los vasos sanguíneos representa un grupo
heterogéneo de lesiones que difieren en cuanto a estructura, química
y patología; varía desde los depósitos de amiloide en los glomérulos
renales, hasta la colágena alterada en las cicatrices de la íntima, y el
“fibrinoide” que se produce en el músculo liso necrosado. Los
depósitos hialinos consisten en su mayor parte en fibrina o
glucosaminoglucanos, y con menos frecuencia en amiloide. Entre los
tipos de degeneración más comunes se encuentra la necrosis
fibrinoide, la cual está ligada a procesos inflamatorios de las arterias.
También se observa en las meninges de cerdos con intoxicación por
mercurio, en el estómago con enfermedad del edema y en el corazón
con enfermedad de “corazón de mora”.
Necrosis tóxica (ergotismo)
El cuadro de necrosis tóxica en arterias se debe a las entidades
conocidas como ergotismo y a la intoxicación por el pasto fescue. El
primer cuadro se debe a la ingestión por parte de los animales
domésticos de granos contaminados con los hongos Claviceps
purpurea y Claviceps paspali. Estos producen los alcaloides
conocidos como ergotamina y ergotoxina, los cuales, al ingerirse,
estimulan la contracción del músculo liso, sobre todo el de las
arterias. Los signos típicos de esta intoxicación se presentan en
bovinos, aunque también afecta a otras especies. Se manifiesta por
convulsiones y temblores musculares, seguidos de gangrena seca en
las extremidades, orejas y cola. En las aves, el ergotismo produce
gangrena seca en la cresta, barbillas y lengua. La imagen histológica
vascular en casos de intoxicación por ergotamina es de oclusión de la
luz, por contracción muscular sostenida, aunada a lesiones
endoteliales que conducen a la formación de trombos. Por último, la
isquemia presente en las extremidades y apéndices origina una
gangrena que culmina con el desprendimiento del tejido necrosado.
La intoxicación crónica con pasto fescue (Festuca arundinacea) es
similar al ergotismo; sin embargo, no se ha encontrado ningún hongo
tóxico, lo cual sugiere que el pasto por sí mismo es capaz de producir
alcaloides tóxicos similares a la ergotamina.
Hipertrofia arterial
La hipertrofia de las paredes arteriales es frecuente en medicina
veterinaria, y puede presentarse como un cambio adaptativo
fisiológico semejante al que se manifiesta en las arterias uterinas
durante la gestación, o bien como un trastorno patológico, como es el
caso de la hipertrofia de la arteria pulmonar, por cualquier causa que
retrase la velocidad del flujo sanguíneo en los pulmones (neumonías,
estenosis vasculares o vasculares, vasoconstricción arterial, etc.), con
lo cual se aparece la consecuente hipertensión. La hipertrofia arterial
puede afectar uno o todos los componentes de la pared arterial.
Una forma específica de hipertrofia se presenta en la arteria
pulmonar de gatos infectados por el verme pulmonar Aelurostrongylus
abstrusus, en donde la capa media o muscular de las arteriolas
pulmonares se encuentra muy engrosada. En el examen histológico
se observa hipertrofia e hiperplasia de la capa muscular, con lo cual
se reduce considerablemente la luz arterial. La íntima está arrugada,
con un ligero engrosamiento fibroso, aunado a una ligera infiltración
por eosinófilos. La patogenia de las lesiones aún no está bien
entendida, aunque de alguna manera debe relacionarse con la
presencia del parásito (figura 1.29).
Agente Ejemplo
Lupus eritematosa sistémico
No infeccioso, inmunitario
Enfermedad del suero
No infeccioso, no inmunitario Uremia
Actinobacillus pleuropneumoniae
Histophillus somni
Infeccioso bacterias
Salmonella sp.
Erysipelothrix rhusiopathiae
Aspergillus fumigatus
Hongos
Histoplasma capsulatum
Fiebre porcina clásica
Arteritis viral equina
Peritonitis infecciosa felina
Virus Fiebre catarral maligna
Diarrea viral bovina
Lengua azul
Espirocercosis
Esta es una enfermedad producida por infección del parásito
Spirocerca lupi en perros, zorros, lobos y gatos. El ciclo del parásito
requiere que los huevecillos se eliminen con las heces, para que
luego los ingieran los escarabajos coprófagos, en donde el parásito
se desarrolla hasta una fase de tercera larva y se enquista. Los
escarabajos pueden ser ingeridos por huéspedes de transporte como
pájaros, ranas, lagartijas, etc. Ahora bien, si un perro ingiere
escarabajos infectados o alguno de los huéspedes de transporte
previamente infectados, las larvas infectantes atraviesan la pared del
estómago y, siguiendo el curso de las arterias, llegan a la pared de la
aorta, sobre todo en la porción torácica. Después, los parásitos se
desplazan al esófago, donde forman nódulos prominentes en su
pared. Los parásitos adultos que se localizan en la pared del esófago
liberan huevecillos a la luz esofágica a través de un orificio situado en
el nódulo.
Las lesiones principales son producidas por los parásitos adultos al
ubicarse en la capa adventicia de la aorta y en la pared del esófago.
Los parásitos originan nódulos en la aorta, los cuales inician el
desarrollo de un aneurisma, con posible rotura y hemorragia aguda.
En el esófago se observan nódulos prominentes con abundante tejido
conectivo, dando lugar a problemas de disfagia. En algunos perros se
desarrolla una espondilitis deformante y osificante en las vértebras
torácicas, debido al efecto traumático del parásito durante la
migración y enquistamiento (figura 1.32).
Venas
Trastornos circulatorios
Dilatación (varices y flebectasia) y rotura
En general se describe la flebectasia como una dilatación venosa
difusa, y las varices como una dilatación sacular circunscrita. Otra
alteración, que consiste en dilatación venosa, es el varicocele del
plexo pampiniforme. La dilatación se debe por lo general a defectos
congénitos, o es secundaria a traumatismo, neoplasias, o cirugía.
La rotura es la mayoría de las veces de naturaleza traumática,
aunque puede presentarse de manera espontánea en equinos,
lesionando la vena cava o la porta.
Tromboembolia
La trombosis venosa se genera por procesos inflamatorios comunes y
es más común en la yugular, la cava y la porta. Las causas son
desconocidas en muchos de los casos; sin embargo, se sabe que los
trombos en las yugulares están ligados a la administración repetida
de medicamentos o al sangrado. En bovinos, la presencia de trombos
en las venas porta o cava suele estar ligada a reticulopericarditis
traumática o a abscesos hepáticos.
Una forma importante de trombosis es la de la cava posterior en los
bovinos. Esta entidad es común en bovinos lecheros y ocurre
principalmente como una secuela de reticulopericarditis traumática, o
de acidosis ruminal que se complica con abscesos hepáticos. La
patogenia del proceso se describe en la figura 1.33. La manifestación
clínica más común de este padecimiento es una hemoptisis
recurrente o letal, asociada con anemia.
Flebitis
La flebitis se diferencia de la arteritis por una mayor tendencia a la
trombosis y, por tanto, una menor tendencia a las hemorragias. Se
presenta flebitis supurativa cuando bacterias piógenas de algún foco
de infección logran llegar a las venas. Hay una mayor tendencia a la
flebitis que a la arteritis debido a las diferencias estructurales entre
ellas; por ello, es frecuente la flebitis por extensión de otras lesiones
adyacentes. El desarrollo de trombosis subsecuente es común y, si
hay contaminación bacteriana, se generan émbolos sépticos.
Una forma importante de endoflebitis supurativa aguda es la
onfaloflebitis de los recién nacidos, debida a una infección del cordón
umbilical. Posteriormente se produce bacteriemia que puede concluir
en muerte aguda o dar origen a lesiones supurativas embólicas en
diversos órganos filtradores de la sangre, o bien ocasiona una
meningoencefalitis supurativa. Si el animal afectado no muere en la
fase aguda de la infección, puede desarrollarse una poliartritis
supurativa.
Vasos linfáticos
Trastornos circulatorios
Dilatación
La dilatación linfática se denomina linfangiectasia; de manera
invariable resulta de obstrucciones que conducen a la acumulación de
líquido intersticial en el área de drenaje. Las causas comunes de
obstrucción son tumores infiltrantes y trombosis. Los vasos afectados
se dilatan irregularmente y el tejido adyacente se torna edematoso. La
linfagiectasia intestinal es una causa común de enteropatía asociada
con pérdida de proteína en los perros, así como en rumiantes
afectados de paratuberculosis.
Rotura
Sólo es trascendente cuando los vasos linfáticos de grueso calibre o
el conducto torácico se rompen, con lo cual se produce quilotórax o
una ascitis quilosa. Este trastorno se observa sobre todo en pequeñas
especies, debido a traumatismos y neoplasias.
Linfangitis
La inflamación de los conductos linfáticos es una consecuencia
frecuente de infecciones locales. Se le llama linfadenitis cuando
incluye también los linfonodos. Tanto bacterias (Streptococcus,
Staphylococcus), como hongos, pueden causar linfangitis. La
infección se origina porque los linfáticos drenan a los agentes
infecciosos y a sus productos. Las micobacterias producen
comúnmente una linfangitis granulomatosa. La paratuberculosis en
ovinos frecuentemente cursa con linfangitis obstructiva local, y los
conductos linfáticos observables como conductos sinuosos sobre la
serosa y mesenterio intestinales.
Las linfangitis específicas son pocas en medicina veterinaria, y entre
éstas las más importantes son la linfadenitis caseosa, y las linfangitis
ulcerosa y epizoótica.
Linfadenitis caseosa
Infección supurativa de los linfonodos de los ovinos y caprinos,
producida por Corynebacterium pseudotuberculosis. Las lesiones se
sitúan principalmente en los linfonodos superficiales, en particular el
pre escapular, pre crural y poplíteo. También pueden encontrarse
afectados los linfonodos bronquiales y mediastínicos, además de los
órganos filtradores, como pulmón, hígado, bazo y riñones.
La lesión consiste en una masa central de tejido necrosado caseoso,
con una organización concéntrica laminar y rodeado por una pared de
tejido conectivo. El tejido necrosado se convierte con frecuencia en
pus espeso de color amarillo, el cual contiene varias capas de tejido
necrosado recientemente añadido. A nivel histológico, una pared de
tejido conectivo rodea el área de necrosis caseosa. Algunas colonias
de C. pseudotuberculosis se observan en el tejido necrosado y en los
capilares de la cápsula. Esta enfermedad se encuentra distribuida de
manera amplia en los ovinos y caprinos de México, y suele iniciarse
por heridas superficiales (figura 1.34).
Figura 1.34. Linfonodo mediastínico afectado por linfadenitis caseosa.
Linfangitis ulcerosa
Es una inflamación crónica progresiva de los linfonodos subcutáneos
en equinos. Una variedad de microorganismos ha sido aislada en
cultivo, pero Corynebacterium pseudotuberculosis es considerado
como el patógeno primario, debido entre otros factores a que produce
una potente exotoxina con acción de fosfolipasa. Se produce
linfangitis, sobre todo de los miembros, con lo cual aparece una
hinchazón difusa, seguida por la formación de nódulos que en sí son
abscesos que supuran un exudado amarillo y cremoso. Al paso del
tiempo, las lesiones sanan, dejando pequeñas áreas de piel depiladas
y sin pigmentación. Por lo general, los linfonodos regionales no
supuran.
Linfangitis epizoótica
Producida por Histoplasma farciminosum, es semejante clínicamente
a la linfangitis ulcerosa. Ocurre sólo en equinos de la región del
Mediterráneo, África y Asia. La infección penetra a través de lesiones
cutáneas y produce una linfangitis cutánea que presenta formación de
abscesos que drenan al exterior.
Neoplasias vasculares
Los tumores vasculares se originan en las células endoteliales y se
conocen como hemangiomas cuando son benignos, y
hemangiosarcomas cuando son malignos.
Hemangioma
Esta neoplasia endotelial benigna se presenta habitualmente en
perros. Puede encontrársele en cualquier parte del cuerpo, pero sobre
todo emerge en el tejido subcutáneo de las piernas, flancos, cara,
párpados y vejiga urinaria. El tumor es por lo general solitario, ovoide,
de color rojo negruzco, de 1 a 3 cm de diámetro y al corte fluye
sangre de ellos. Al examen histológico se observan múltiples
espacios vasculares llenos de eritrocitos, delimitados por un endotelio
vascular. Además, contienen un abundante estroma de tejido
conectivo.
Hemangiosarcoma
Este tumor es menos común que el hemangioma, y se presenta
particularmente en perros viejos. También se ha observado en gatos,
caballos y borregos. El tumor puede originarse en cualquier parte del
cuerpo, sobre todo en el bazo, el hígado y la aurícula derecha. La
neoplasia muestra un aspecto hemorrágico rojo-negruzco, el tumor
primario alcanza un tamaño considerable. Con frecuencia se
observan múltiples metástasis hemorrágicas multifocales,
especialmente en el pulmón. En el estudio histológico se aprecian
muchos espacios vasculares delimitados por células endoteliales
fusiformes; el hemangiosarcoma concurre con hemorragias múltiples
(figura 1.35).
I. Mecanismos inespecíficos
a) Eliminación mecánica:
Nasal
Traqueobronquial
Alveolar
b) Secreciones:
c) Defensas celulares:
No fagocíticas: epitelio traqueobronquial
Fagocíticas: fagocitos sanguíneos (neutrófilos, monocitos), fagocitos tisulares (macrófagos alveolares)
Células asesinas (K) y células asesinas naturales (NK)
Mecanismos inespecíficos
Los mecanismos de eliminación de partículas que penetran al aparato
respiratorio son variados y dependen del segmento respiratorio de
que se trate. En la cavidad nasal, la humidificación que sufre el aire
inspirado propicia que las partículas higroscópicas incrementen su
tamaño, con lo cual se impactan fácilmente en el epitelio ciliado.
Mediante diversos experimentos se ha estimado que el tamaño de la
partícula inhalada determina la porción del aparato respiratorio donde
se impactará. De este modo, partículas de 50 a 20 µm se impactan
preferentemente en la cavidad nasal y las de 20 a 10 µm se depositan
en tráquea y bronquios primarios. Las bacterias y otras partículas de
10 a 2 µm se impactan en los bronquios y bronquiolos terminales,
mientras que las partículas entre 0.3 y 2 µm se sedimentan en los
conductos alveolares y alveolos. Las partículas menores a 0.3 µm, así
como gases y vapores tóxicos, no se fijan a los conductos aéreos,
sino que llegan a los alveolos y permanecen suspendidos como
aerosoles en el gas espirado.
Desde el momento que el aire se inspira, sufre violentos cambios en
su dirección de flujo a su paso por los cornetes nasales, la laringe y la
bifurcación traqueal. Dichos cambios repentinos de flujo facilitan el
impacto de partículas potencialmente nocivas sobre el epitelio
respiratorio. Además, los reflejos tusígeno y del estornudo facilitan la
expulsión de material extraño depositado en la mucosa respiratoria,
así como de depósitos excesivos de moco o de células inflamatorias.
Una vez que las partículas se sedimentan sobre las paredes de la
mucosa, deben ser eliminadas por los mecanismos respiratorios de
limpieza. Por tanto, dependiendo del segmento respiratorio en
cuestión, el organismo utilizará combinaciones de mecanismos de
limpieza para eliminarlas. Las partículas grandes, el material aspirado
o las secreciones acumuladas en la cavidad nasal, tráquea o
bronquios se eliminan rápidamente mediante los efectos combinados
de la tos y el estornudo, y por el aparato mucociliar.
Este aparato produce un continuo flujo ondulante, creado por los
movimientos de los cilios de las células epiteliales. Hay cilios a lo
largo del aparato respiratorio, con la excepción de los vestíbulos nasal
y laríngeo, conductos alveolares y alveolos. Las células ciliadas son
escasas en los bronquiolos terminales y respiratorios. Los cilios no se
mueven por un contacto directo con el aire, sino por el flujo de una
capa de moco que se desplaza hacia la faringe junto con las
partículas adheridas a ella. Cada célula ciliada tiene cerca de 250
cilios que se mueven 1,000 veces por minuto, produciendo un
movimiento longitudinal de la capa de moco de 20 milímetros por
minuto. Algunas sustancias (como dióxido de azufre, óxido de
nitrógeno y otros contaminantes) disminuyen el movimiento ciliar, lo
que facilita el desarrollo de procesos patológicos.
La integridad del transporte de partículas que realiza el aparato
mucociliar depende en gran proporción de la actividad secretora de
las glándulas mucosas, serosas y mixtas, así como de las células
caliciformes. El volumen y la capacidad secretora de las glándulas
submucosas son mayores que los de las células caliciformes. En los
pulmones normales, las glándulas mucosas y las células caliciformes
se encuentran ausentes de los bronquiolos terminales, los
bronquiolos respiratorios y los conductos alveolares, de manera que
estos segmentos del pulmón carecen de la actividad protectora de
estas secreciones. Esto se traduce en la disminución de la capacidad
de eliminación de partículas, más allá del bronquiolo terminal. Por otro
lado, el bronquiolo terminal tampoco está protegido por los
macrófagos alveolares, por lo que es la porción del pulmón más
vulnerable a la acción de agentes infecciosos.
La eliminación de partículas que se depositan en el espacio alveolar
es más compleja que en la tráquea, bronquios y bronquiolos, ya que
incluye sistemas de transporte celular y de líquidos. El material
exógeno que se deposita en el alveolo puede:
Figura 2.4. Rinitis atrófica en cerdos. Nótese la desaparición, casi total, de los
cornetes ventrales.
Patología pulmonar
Anomalías congénitas
Este tipo de alteraciones son raras en todas las especies animales y
con frecuencia son hallazgos incidentales a la necropsia. Se ha
descrito la presencia de lóbulos pulmonares accesorios, que son
masas lobulares de tipo pulmonar parcialmente diferenciado. También
se ha reportado la hipoplasia pulmonar en animales domésticos,
caracterizada por pulmones pequeños, de menor peso y con un
número reducido de alveolos.
Con frecuencia se observa melanosis pulmonar sobre todo en
cerdos y rumiantes, representada por manchas negras de varios
centímetros de diámetro, bien delimitadas del tejido normal
circundante y con distribución multifocal. Esta melanosis también
puede estar presente en las meninges y en la capa íntima de las
arterias aorta y pulmonar. Además, se han descrito otras anomalías
congénitas pulmonares como la presencia de quistes y hamartomas.
Trastornos circulatorios
Congestión y edema
La congestión y el edema pulmonares pueden revisarse de manera
conjunta, ya que siempre se presentan juntos, salvo en casos
excepcionales donde el edema aparece solo, como ocurre en la
intoxicación con el rodenticida alfa-naftiltiourea (ANTU).
El edema y la congestión son sucesos terminales de una amplia
variedad de enfermedades, por lo que es imposible encontrar un
denominador común en estos casos, se atribuyen por lo general a
algún defecto funcional del hemicardio izquierdo, a causa del cual la
aurícula y el ventrículo izquierdos no pueden bombear con eficiencia
la sangre que viene de los pulmones. Esta acumulación de sangre
propicia la congestión y el edema pulmonares que se observan en la
degeneración nutricional del miocardio y en endocarditis mitral. A
nivel pulmonar, los capilares carecen del apoyo de la presión
hidrostática de los líquidos tisulares, aunque esta ausencia está de
alguna manera compensada por la presión del aire intraalveolar. Por
tanto, el desarrollo de edema pulmonar se liga estrechamente, en la
mayoría de los casos, a la presión hidrostática del hemicardio
izquierdo y de los capilares pulmonares.
El edema pulmonar se define como la acumulación anormal de
líquido y solutos en los tejidos intersticiales, conductos respiratorios y
alveolos. En la mayoría de los casos, el edema pulmonar es
consecuencia de la complicación de alguna enfermedad, más que un
evento primario. Las tres causas principales de edema pulmonar, que
pueden actuar solas o en conjunto, son: a) aumento de la presión
hidrostática en los capilares, b) aumento en la permeabilidad del
epitelio alveolar y del endotelio capilar y c) obstrucción de los vasos
linfáticos.
Los pulmones con edema intenso lucen rojos, pesados e hinchados
debido a la congestión y al exceso de líquido que contienen. Al corte,
se aprecia el líquido que fluye y escapa del parénquima expuesto. El
edema pulmonar grave siempre es letal, debido a insuficiencia
respiratoria. Durante la fase agónica, el edema también se acumula
en los bronquios y la tráquea, con lo cual se observa disnea y un
líquido espumoso en los ollares y la boca.
Por razones clínicas, las causas del edema pulmonar pueden
dividirse en: edemas cardiógenos, con un incremento de la presión
sanguínea auricular izquierda y pulmonar venosa, y edemas no
cardiógenos, con una presión pulmonar venosa normal.
Como ejemplo de edema cardiógeno se incluye:
Insuficiencia cardiaca izquierda. La circulación pulmonar es un
sistema de baja presión, en el cual la presión sanguínea de la red
capilar es menor que la presión osmótica efectiva de las proteínas
plasmáticas. Esta última es de 25 mm Hg, mientras que en el
extremo arterial de un capilar pulmonar se registra una presión de
15 mm Hg, y en el extremo venoso, de 10 mm Hg. Esta situación es
fundamentalmente diferente a la de los capilares, que irrigan la
circulación sistémica; en general, muy poco líquido penetra al
espacio intersticial pulmonar y a los alveolos. Por tanto, después de
una insuficiencia cardiaca aguda izquierda, la presión sanguínea en
el extremo venoso de los capilares pulmonares suele incrementarse
en exceso respecto de la presión osmótica ejercida por las proteínas
plasmáticas, de modo que el líquido pasa al espacio intersticial del
pulmón y a los alveolos. En pocos minutos, la totalidad del pulmón
puede saturarse con edema, el cual se deposita en los conductos
respiratorios.
Como ejemplo de edemas no cardiógenos están:
1. Lesiones químicas. Los gases irritantes como el amoniaco, cloruro y dióxido
de azufre pueden causar edema pulmonar si son inhalados en exceso por
accidente. Estos gases dañan las células epiteliales alveolares y el endotelio
capilar, lo que causa una alta permeabilidad que permite el paso de líquido y
proteínas plasmáticas al espacio alveolar. La pérdida de proteína plasmática
hacia los alveolos disminuye la presión coloidosmótica efectiva y agrava aún
más el edema pulmonar. Este es quizá también el mecanismo por el cual la
intoxicación con 3-metil-indol causa edema pulmonar en rumiantes (ver
Enfisema bovino pulmonar agudo).
También las altas concentraciones de oxígeno, hasta de dos atmósferas,
causan edema pulmonar, quizá por el mismo mecanismo. Esto es importante
en terapia intensiva.
En algunos casos, el edema se produce tan sólo por lesiones estructurales
mínimas y reversibles a nivel de la barrera sangre-aire; se supone que se
debe a amplias uniones endoteliales, como en el caso de la intoxicación con
alfa-naftiltiourea. En otros casos, el edema se presenta después de una
lesión grave e irreversible de la barrera sangre-aire, como en septicemias,
intoxicación con aloxana, dióxido de nitrógeno o 3-metil-indol. Esta lesión
puede ir seguida de cambios proliferativos en el epitelio alveolar si el animal
sobrevive la fase edematosa (figura 2.9).
a. Intersticial
b. Alveolar
Enfisema intersticial
Se reconoce cuando el aire escapa de la porción respiratoria de los
pulmones o de los conductos respiratorios y penetra el tejido
intersticial alrededor de los lóbulos, conductos respiratorios y vasos
sanguíneos (figura 2.10). En el pulmón afectado se observan
pequeñas burbujas de aire que fluctúan entre 2 y 5 mm, el aire
atrapado asume formas irregulares a lo largo del tejido conectivo o de
los vasos linfáticos. En ocasiones, el aire se acumula de forma focal
en los tabiques interlobulillares, lo que constituye una “bulla
enfisematosa” de hasta 20 cm de diámetro. En los casos de enfisema
intersticial, el aire invadirá el mediastino e incluso el tejido subcutáneo
de la región torácica.
Figura 2-11. Pulmón de equino con enfisema alveolar. Nótese la rotura de las
paredes alveolares. Tinción H-E.
Inflamación pulmonar
Consideraciones generales
El pulmón está expuesto al medio externo a través de los aparatos
respiratorio y digestivo superiores, y al ambiente interno a través de la
circulación sanguínea, lo cual significa que además de las afecciones
primarias respiratorias, el pulmón también se afecta, de alguna
manera, en casi todos los trastornos sistémicos.
La inflamación pulmonar involucra a las estructuras del pulmón en
su totalidad, o bien por separado. Así, morfológicamente se habla de
una bronquitis, o de una bronquiolitis; de una bronconeumonía –que
afecta a los bronquios y alveolos–, de una neumonía intersticial
(ubicada en los espacios intersticiales pulmonares), de una neumonía
broncointersticial, o de una neumonía (ubicada principalmente en los
alveolos).
Inflamación de los alveolos
Los alveolos son estructuras muy delicadas que se dañan de forma
severa en los procesos inflamatorios, sobre todo si estos toman un
curso crónico.
Cuando un agente infeccioso o por un gas tóxico estropea los
neumocitos tipo I, es posible que se dañen de manera irreversible y
sufran necrosis, entonces se desprenderán y dejarán la membrana
basal desnuda, pero si esta membrana permanece intacta, se
reparará a partir de la proliferación de neumocitos tipo II (granulares),
los que pronto recubrirán al alveolo dañado y posteriormente se
transformarán en neumocitos tipo I. Por otro lado, si el daño al alveolo
es mayor y se destruye la membrana basal, arribarán los macrófagos
alveolares, los fibroblastos y los miofibroblastos, y originan una
fibrosis alveolar.
En la actualidad el término neumonitis se utiliza para describir una
inflamación crónica proliferativa, que involucra el intersticio alveolar y
con mínimo acúmulo de exudado. En este capítulo se utilizará el
término neumonía para denotar la inflamación del pulmón, sin
importar su localización anatómica (árbol bronquial, intersticio o
alveolos), o bien si en el exudado predominan neutrófilos, eosinófilos,
macrófagos, linfocitos, células plasmáticas, o edema y fibrina.
Clasificación de las neumonías
Para clasificar las neumonías en medicina veterinaria, se han utilizado
diferentes criterios históricamente, por lo cual se ha creado una
confusa lista de nombres que han mezclado diversos criterios:
morfológicos –de la inflamación macro y microscópica–, agente
causal, vía de entrada del agente causal, distribución de las lesiones,
duración del proceso, patogenia de la lesión y aspectos
epidemiológicos.
Bronconeumonías
En una bronconeumonía aguda, la congestión, la exudación de
líquido hacia los alveolos y la infiltración de neutrófilos, son las
características más importantes. Las células se acumulan sobre todo
en los espacios alveolares y bronquiolares, pero el líquido puede
estar en el tejido conectivo y linfático de los espacios interlobulillares,
peribronquiales, perivasculares y en los conductos respiratorios. Por
lo general, son bacterias las que causan estas neumonías.
Las acumulaciones celulares y de líquidos en el lobulillo pulmonar se
eliminarán de los pulmones, de tal modo que algunas neumonías se
resolverán de manera favorable. Sin embargo, cuando ocurre
necrosis, se desarrolla fibrosis por la imposibilidad de producir nuevos
alveolos y bronquiolos. La neumonía es un proceso localizado del
pulmón, pero en casos graves es factible que afecte grandes
extensiones pulmonares y cause la muerte.
Las bronconeumonías complican las neumonías intersticiales, por
ejemplo, la neumonía por Bordetella bronchiseptica altera al pulmón
del perro afectado primariamente por el virus del moquillo canino.
Dos tipos específicos de bronconeumonías se describen en la
literatura: bronconeumonía supurativa y neumonía fibrinosa.
Bronconeumonía supurativa
La naturaleza básica de la bronconeumonía supurativa es que la
lesión comienza en los bronquiolos terminales y de ahí se difunde a
los alveolos adyacentes. Los bronquiolos se inflaman de forma aguda
por reacción ante una invasión bacteriana, sus paredes se
congestionan y la luz se infiltra por neutrófilos. Las bacterias se
extienden a los alveolos vecinos, los cuales también se congestionan
y, se llenan de líquido y neutrófilos. Por esto, la lesión tiene al inicio
una distribución en parches multifocales, localizada sobre todo en la
porción craneoventral. Si la lesión avanza, los lobulillos afectados
coalescen para producir una consolidación lobular. Suele ser una
infección bacteriana la causante de esta neumonía.
El sitio de la lesión inicial, en la unión bronquioloalveolar, tal vez
dependa de una combinación de ausencia de capa de moco,
concentración de partículas inhaladas en los bronquiolos durante el
flujo de aire y disminución de la velocidad del flujo en esta región. La
presentación de este tipo de neumonía en la zona craneoventral
pulmonar se debe a que los lóbulos anteriores presentan una menor
velocidad de eliminación de partículas por el aparato mucociliar.
El tejido pulmonar afectado es rojo oscuro y aparenta un mayor
volumen, sin que ocurra colapso de estas zonas al abrir la cavidad
torácica. Se palpa firme al tacto. Estos cambios se deben a la grave
congestión de las paredes alveolares y a la infiltración masiva de los
bronquiolos, conductos alveolares y alveolos, por neutrófilos y edema.
Al corte se observa un área central de consolidación gris o rosácea, a
causa de infiltración celular, y un abundante exudado mucopurulento
que fluye de los bronquiolos al comprimir el tejido.
Si la lesión avanza rápidamente, casi la totalidad del pulmón se
lesionará antes de que el animal muera. Con frecuencia, cerca del 50
% del pulmón se encontrará consolidado al momento de la muerte.
Sin embargo, una bronconeumonía, principalmente catarral, se
resolverá por completo. Las bronconeumonías supurativas o
necrosantes dejan evidencia de cicatrización o de abscesos (figura
2.12).
Figura 2.17. Pulmón de cerdo con neumonía intersticial causada por virus de
influenza. Nótese la bronquiolitis y el engrosamiento de las paredes alveolares.
Tinción H-E.
Los agentes infecciosos que generan este tipo de respuesta son las
micobacterias y los hongos que producen las llamadas micosis
profundas tales como: Coccidiodes immitis, Cryptococcus
neoformans, Blastomyces dermatitidis, Histoplasma capsulatum y en
ocasiones Aspergillus fumigatus. También se da por la inhalación de
material extraño (por ejemplo, material vegetal en la
broncoaspiración), o por la presencia de larvas o de parásitos que
llegan al pulmón de manera accidental, que causarán una respuesta
granulomatosa.
Tipos especiales de neumonías
Además de la clasificación basada en la morfología, algunas
neumonías reciben nombres que las relacionan con las circunstancias
especiales en que se desarrollan. Son básicamente de tipo exudativo.
Neumonía por aspiración (broncoaspiración)
La causa el material proveniente de la cavidad bucal y la faringe, y
que se deposita finalmente en los pulmones. El tipo de reacción
depende de: a) la naturaleza física del material inhalado, y b) de si
contiene microorganismos patógenos.
La neumonía por broncoaspiración tiene el aspecto de neumonía
necrosante, debido al contenido de gérmenes del material
broncoaspirado. Sin embargo, en algunos casos, no contiene
microorganismos patógenos, sino material extraño, como el contenido
gástrico. En estos casos, la reacción que se desarrolla es de tipo
“cuerpo extraño” con abundantes células gigantes organizadas
alrededor del material broncoaspirado. Las sustancias radiopacas que
se utilizan para el examen radiográfico del aparato digestivo también
estimulan este tipo de reacción cuando pasan accidentalmente hacia
los pulmones.
Un tipo especial de neumonía por broncoaspiración, llamada
neumonía lipídica, surge cuando las sustancias como aceites, se
aspiran hasta los pulmones. Esto sucede cuando el paciente es de
difícil manejo y, entonces, el medicamento penetra por la vía
respiratoria.
Algunas sustancias que a menudo broncoaspiran los animales son:
Leche: en cachorros o corderos alimentados con biberón o en
becerros alimentados mediante cubeta (figura 2.20).
Figura 2.20. Neumonía por broncoaspiración de leche en un becerro. Obsérvese
el material refringente localizado en los alveolos. Tinción H-E.
Neumonía abscedativa
Esta neumonía tiene como característica esencial la presencia de
abscesos, los cuales se originan principalmente de tres maneras:
Figura 2.30. Engrosamiento de los septos alveolares por depósito de tejido fibroso
en la neumonía progresiva ovina (Maedi). Coloración tricómica de Masson.
Neumonías bacterianas
Pasteurelosis y mannheimiosis
Pasteurella multocida y Mannheimia haemolytica son las bacterias
que causan la pasteurelosis y mannheimiosis. Estos microorganismos
colonizan normalmente la nasofaringe de diversos animales
domésticos y cuando existen condiciones de estrés, o bien en
infecciones virales, pueden producir neumonía.
Pasteurella multocida origina infecciones respiratorias comunes en
bovinos, ovinos, cerdos y conejos. Esta bacteria ha sido clasificada en
cuatro serotipos, que se designan A, B, D y E, según Carter. Los tipos
A y D se asocian con infecciones respiratorias, mientras que los B y E
producen la llamada septicemia hemorrágica, una entidad morfológica
propia de los bovinos y búfalos del sur de Europa, África y Asia. En
México, los tipos A y D se han aislado a partir de pulmones
neumónicos de bovinos y cerdos.
El género Mannheimia se clasifica en cinco especies, la más
importante de ellas es M. haemolytica que incluye los serotipos
previos 1,2, 5-9, 12-14,16 y 17 de la anterior Pasteurella haemolytica,
todos aislados de rumiantes.
Neumonía bovina
La infección por Mannheimia haemolytica y por Pasteurella multocida
en bovinos en México es principalmente una pasteurelosis pulmonar;
aunque también origina mastitis y meningitis. El término septicemia
hemorrágica no debe utilizarse, porque no se ha demostrado la
existencia de ésta en México, ni se han aislado los serotipos B y E de
Pasteurella multocida.
La pasteurelosis pulmonar también se conoce como fiebre de
embarque, debido a que durante el transporte de los bovinos a los
centros de consumo, se produce un cuadro respiratorio agudo,
ocasionado en parte por el estrés del viaje, el hacinamiento y el
intercambio de virus entre los animales, todo lo cual favorece la
colonización del pulmón por especies de Mannheimia y Pasteurella.
La bacteria aislada con mayor frecuencia es Mannheimia haemolytica
Al, seguida por Pasteurella multocida tipo A.
Los signos concuerdan con los de una neumonía de curso agudo
que puede llegar a causar la muerte. La lesión característica es una
pleuroneumonía fibrinosa localizada en la zona craneoventral.
Histophilus somni provoca lesiones pulmonares similares a las de M.
haemolytica en bovinos. Los detalles morfológicos consisten en una
neumonía fibrinosa intersticial (véase la clasificación de las
neumonías). Se sabe que las lesiones graves son en parte
consecuencia de las endotoxinas de M. haemolytica, con las que se
inician mecanismos como el de coagulación y el del complemento.
Además, esta bacteria produce, en la fase de crecimiento logarítmica,
una potente citotoxina, que tiene un fuerte efecto tóxico en los
leucocitos de rumiantes. Trabajos experimentales demostraron que
los rumiantes que mejor resisten una infección por M. haemolytica
son aquéllos que poseen un balance adecuado de anticuerpos
anticitotoxina y anticuerpos anticápsula.
Pasteurella multocida también se aísla con frecuencia de pulmones
neumónicos de bovinos y está asociada principalmente con
bronconeumonía supurativa (véase la clasificación de las neumonías).
En algunos bovinos es posible aislar del pulmón afectado M.
haemolytica y P. multocida.
Los animales que no mueren en la fase aguda desarrollan una
neumonía crónica, que retrasa su crecimiento y permite que estos
animales continúen eliminando especies de Pasteurella.
Neumonía ovina
Como se comentó, en ovinos, Mannheimia haemolytica ocasiona
lesiones pulmonares, y Pasteurella trehalosi genera cuadros
septicémicos (biotipo T). La mannheimiosis pulmonar ser causada por
cualquier serotipo A, aunque el Al y el A2 son más frecuentes. Las
lesiones son las de una pleuroneumonía fibrinosa aguda, la cual se
inicia a partir de una infección por el virus de la parainfluenza-3. Los
animales afectados son, por lo general, corderos, cuya tasa de
mortalidades alta, o bien casos de neumonía crónica (figuras 2.34 y
2.35).
Figura 2.34. Neumonía fibrinosa severa y difusa en pulmón de ovino. Nótese la
pleuritis con depósito amarillo de fibrina.
Histophilus somni
Produce una amplia variedad de cuadros clínico-patológicos en
bovinos. En el capítulo sobre sistema nervioso se revisa la forma
nerviosa conocida como meningoencefalitis tromboembólica. Además
puede causar trastornos reproductivos y respiratorios.
En México, se ha aislado Histophilus somni a partir de pulmones
neumónicos y de casos de metritis en bovinos. Las lesiones que
causa en pulmones son similares a las producidas por Mannheimia
haemolytica, por lo cual, se requiere un estudio bacteriológico para
identificar a la bacteria. Las infecciones son mixtas en neumonías de
bovinos con M. haemolytica, P. multocida e H. sommni.
Tuberculosis
Esta enfermedad, de cualquier animal doméstico, es producida por
bacterias del género Mycobacterium, principalmente M. tuberculosis,
M. bovis y M. avium. Sus características y curso varían según la
micobacteria causal y la especie animal contaminada.
En general, las vías de infección son la respiratoria y la oral, se
dañan los linfonodos cervicales anteriores, los mediastínicos y los
bronquiales. La inhalación de micobacterias origina la infección
pulmonar primaria, la cual puede afectar cualquier lóbulo, pero, sobre
todo, los caudales subpleurales.
El proceso tuberculoso pulmonar se inicia en la unión
bronquioloalveolar y se extiende a los alveolos. Las lesiones
pulmonares varían de acuerdo con la cronicidad de la infección. Al
inicio se aprecian lesiones amarillentas discretas, de necrosis
caseosa, y si el animal es un rumiante, se observa además
calcificación. Con el tiempo, las lesiones caseosas son encapsuladas
y acumulan prominentes depósitos de calcio. Las lesiones iniciales
coalescen para formar áreas extensas de bronconeumonía caseosa.
La infección inicial se difunde en el pulmón por vía bronquial, y en
menor proporción por vía linfática. En casos crónicos, se desarrollan
úlceras en la tráquea y los bronquios, las cuales inician como
granulomas tuberculosos. En los rumiantes, se produce, además,
pleuritis tuberculosa, como extensión de las lesiones pulmonares, ya
sea por vía linfática, hemática o por extensión directa. Las zonas
afectadas de la pleura muestran nódulos caseosos multifocales,
además de tejido de granulación y abundante calcificación, la cual le
da un aspecto perlado a los nódulos tuberculosos (figura 2.38).
Figura 2.38. Corte de pulmón de un bovino, que muestra múltiples focos de
necrosis caseosa por tuberculosis.
Blastomicosis
Es una infección localizada o sistémica de tipo granulomatoso o
piogranulomatoso, causada por Blastomyces dermatitidis. La
infección es propia del perro y del ser humano y se piensa que este
virus proviene del suelo. No se ha demostrado la transmisión entre
animales.
En el pulmón de los perros se observan innumerables nódulos
grisáceos, con un contenido purulento o caseificado al corte. El
examen microscópico presenta una intensa infiltración de
macrófagos, acompañados por algunos neutrófilos y linfocitos. Las
lesiones crónicas se caseifican, con poca tendencia al
encapsulamiento. Se aprecian múltiples células gigantes de cuerpos
extraños, sin embargo, la calcificación es rara.
En las lesiones, el agente causal aparece libre, o bien en el
citoplasma de los macrófagos. Tiene una estructura esférica
levaduriforme, de 8 a 20 µ m de diámetro, con pared doble (cuadro
2.5). Con hematoxilina-eosina, en la observación el hongo se ve
pálido, se utilizan los colorantes de PAS o de Gridley para verlo con
claridad. En algunos hongos se aprecia la gemación de células hijas.
Cuadro 2.5. Características diferenciales de las neumomicosis
Protostrongilosis
El miembro más conocido de este género, por las lesiones que
produce en ovinos, caprinos y venados, es Protostrongylus rufescens.
Los parásitos adultos viven en los bronquios, donde causan daños
similares a las de D. filaria en los lóbulos caudales. El ciclo de vida es
indirecto. Los parásitos adultos miden de 16 a 35 mm de longitud. Las
larvas-1 son arrojadas en las heces, de ahí penetran en huéspedes
intermediarios, como caracoles. Mudan dos veces, de modo que
cuando los animales susceptibles consumen pasto que contiene
caracoles, se contaminan.
Muelleriosis
La infección por Muellerius capillaris es muy común en ovinos y
caprinos. La lesión característica consiste en lesiones nodulares
localizadas en el parénquima pulmonar, donde viven los parásitos
adultos. Los nódulos fluctúan desde un milímetro hasta varios
centímetros y se encuentran principalmente debajo de la pleura en los
lóbulos caudales. Al inicio los lóbulos son rojizos y se van tornando
grisáceos con el tiempo, incluso llegan a calcificarse. Nódulos
similares se encuentran en los linfonodos mediastínicos. La reacción
inflamatoria varía según el avance de la enfermedad. Cuando llegan
los parásitos, se desarrolla una prominente infiltración eosinofílica.
Cuando los parásitos alcanzan la madurez, depositan huevos en el
nódulo y ahí mismo nace la primera larva, por lo que los linfocitos se
infiltran de forma discreta. El desarrollo de las larvas provoca una
infiltración intensa de eosinófilos, además de macrófagos y células
gigantes, que fibrosan las paredes alveolares. Más tarde, las larvas
se desplazan a los bronquios y los daños nodulares disminuyen. Si
los parásitos adultos alojados en los nódulos mueren, aparece un
granuloma por cuerpo extraño, que llega a calcificarse.
El ciclo del parásito es también indirecto. Una vez que las larvas
hacen eclosión en el parénquima alveolar, se desplazan al árbol
respiratorio para ser deglutidas y eliminadas por las heces. Una vez
en el exterior, son ingeridas por caracoles, en los que sufren dos
mudas. El ciclo se completa cuando animales susceptibles consumen
pasto donde hay caracoles. Se supone que las larvas migran del
intestino a los pulmones por vía linfática.
Metastrongilosis
Los parásitos del género Metastrongylus producen bronquitis y
bronquiolitis en cerdos. Las especies importantes son M. apri, M.
salmi y M. pudendotectus. Los parásitos adultos se localizan en los
bronquios y bronquiolos, sobre todo los de los lóbulos caudales. Los
huevecillos son deglutidos y eliminados por las heces para ser
ingeridos por los huéspedes intermediarios: las lombrices de tierra.
Cuando los cerdos susceptibles ingieren lombrices, los parásitos
pasan al intestino y de ahí migran a los pulmones por vía linfática.
En el examen macroscópico se observan pequeñas áreas
multifocales, grisáceas y nodulares de uno a tres milímetros sobre la
superficie pulmonar de los lóbulos caudales. Las lesiones histológicas
son similares a los Dictyocaulus; al inicio consisten en una alveolitis
eosinofílica que luego se transforma en granulomatosa. Después, los
parásitos se desplazan a los bronquios y bronquiolos, donde causan
una inflamación catarral, aunada a una linfoproliferación en áreas
peribronquiales (figura 2.46).
Figura 2.46. Pulmón de cerdo con numerosos Metastrongylus en un bronquio.
Tinción H-E.
Toxoplasmosis
Esta enfermedad es causada por el protozoario Toxoplasma gondii, el
cual infecta a una amplia variedad de animales domésticos y salvajes.
Se sabe que el gato es el huésped final; éste elimina en las heces
ovoquistes que son infecciosos para muchas especies, en particular
para los ratones. Se observa una variedad de signos según los
órganos y tejidos implicados.
En el examen macroscópico, el pulmón presenta edema o
congestión difusa, aunados a discretos nódulos grisáceos
multifocales. Los cambios microscópicos incluyen proliferación
alveolar de neumocitos tipo II, con la presencia de macrófagos y
detrito celular en el espacio alveolar. Los toxoplasmas se localizan en
el citoplasma de los macrófagos o de los neumocitos, o bien, en
libertad. Los microorganismos miden 4 µ m de longitud y 2 µm de
ancho. Muchos toxoplasmas se encuentran en una sola célula (figura
2.47).
Figura 2.47. Neumonía granulomatosa en un perro causada por Toxoplasma
gondii. Tinción H-E.
Figura 2.48. Corte del pulmón de un bovino con edema y congestión severos a
causa de intoxicación con 3-metil-indol.
Neoplasias primarias
Papiloma bronquial
Epiteliales Benignas Adenoma de glándula bronquial
Adenoma bronquioloalveolar
Carcinoma broncógeno
Neuroendocrinas Carcinoide
Mesenquimatosas Benignas Raros
Raros (hemangiosarcoma, fibrosarcoma, mioblastoma o tumor de células
Malignas
granulares)
Neoplasias secundarias
Epiteliales
Mesenquimatosas
El carcinoma broncógeno es una masa grande, irregular, pálida, con
bordes no definidos, generalmente con pequeños tumores
adyacentes y con metástasis intrapulmonares. El tumor exhibe áreas
de necrosis central y envía metástasis a órganos distantes, como los
riñones, el hígado, el cerebro, el hueso y los linfonodos.
Los tumores bronquioloalveolares comienzan su crecimiento, ya sea
en los neumocitos tipo II, o bien, en las células secretoras
bronquiolares llamadas células de Clara. Este tipo de tumor se
presenta como un conjunto de nódulos solitarios en la periferia del
pulmón, aunque en ocasiones hay tumores múltiples. En su mayor
parte, estas neoplasias son de tipo maligno.
Adenomatosis pulmonar ovina
Es una enfermedad de los ovinos causada por un retrovirus, el cual
induce al desarrollo de un tumor bronquioloalveolar. La enfermedad
abarcan diversas regiones del mundo. En Estados Unidos es poco
común; no se ha demostrado su presencia en ovinos mexicanos, pero
está muy difundida en otros países como Perú.
Los signos clínicos se observan en animales adultos y consisten en:
tos, intolerancia al ejercicio y secreción de un abundante exudado
seroso a través de los ollares. El examen de los pulmones revela
múltiples nódulos blanco-grisáceos en la superficie y en el
parénquima pulmonar. Los pulmones se sienten pesados y no se
comprimen. Comúnmente, la adenomatosis pulmonar ovina coexiste
con una neumonía supurativa, con parasitosis pulmonar o con la
neumonía progresiva ovina (figura 2.50).
Figura 2.50. Aspecto macroscópico de un pulmón de ovino con adenomatosis.
Muestra consolidación de la zona cráneo ventral.
Patología de la pleura
La pleura es una membrana serosa fibroelástica que recubre a los
pulmones y a la superficie interna de la cavidad torácica. Su patología
suele ser secundaria a las lesiones pulmonares.
Neumotórax
Se presenta cuando penetra aire en la cavidad pleural. Por lo general,
es consecuencia de lesiones traumáticas en las que se pierde la
integridad de la pared torácica. Si las costillas se fracturan (por
ejemplo, a consecuencia de accidentes automovilísticos), el hueso
fracturado rompe a veces la pleura y el tejido pulmonar, de modo que
penetra aire en la cavidad pleural. Entonces, debido al incremento de
la presión intratorácica, el pulmón colapsa. El neumotórax es
particularmente común en perros y gatos. Si la entrada de aire a la
cavidad torácica cesa, y si el volumen que penetró es pequeño, el aire
se elimina poco a poco.
Exudados pleurales no inflamatorios
Hidrotórax
Implica la presencia de un líquido seroso no inflamatorio en el espacio
pleural. El líquido es estéril y la pleura es normal. El hidrotórax se
acumula en la porción ventral de la cavidad torácica y colapsa la
porción inferior de los pulmones.
El hidrotórax se encuentra en animales con insuficiencia cardiaca
congestiva, anemias graves, hipoproteinemias y toxemias, así como
cuando se desarrollan masas tumorales que comprimen el conducto
torácico, como en el caso del linfosarcoma tímico y el tumor pleural,
llamado mesotelioma, que causa un abundante hidrotórax.
Quilotórax
Este término se refiere a la acumulación de un líquido lechoso en la
cavidad torácica, el cual es básicamente linfa. La acumulación se
debe casi siempre a la rotura del conducto torácico (por ejemplo, a
consecuencia de lesiones traumáticas).
Hemotórax
Es la acumulación de sangre en la cavidad torácica. Por lo común, se
debe a la rotura de grandes vasos sanguíneos, a consecuencia de
lesiones traumáticas. También se debe a trastornos de la
coagulación, por ejemplo, en la intoxicación por warfarina, o bien a
neoplasias como los hemangiosarcomas. En animales de laboratorio
se observar hemotórax, como consecuencia de hemorragias
cardíacas cuando los animales sangran.
Pleuritis
Se llama así a la inflamación de la pleura, se le clasifica con base en
la naturaleza del exudado presente. La pleuritis es por lo general una
secuela de neumonía, aunque también se desarrolla por vía hemática
y linfática y, por lesiones traumáticas que penetran la pared torácica o
el retículo, o por extensión directa de abscesos mediastínicos.
La pleuritis serosa se observa en las etapas iniciales de tuberculosis
en perros. La del tipo fibrinoso es bastante común en bovinos y
ovinos con neumonía por Mannheimia haemolytica, y en bovinos
infectados con Histophilus somni. En cerdos, las infecciones por
Actinobacillus pleuropneumoniae o Mycoplasma hyopneumoniae
producen también pleuritis fibrinosa; lo mismo ocurre en los gatos
infectados con el virus de la peritonitis infecciosa felina. Las pleuritis
fibrinosas suelen ser extensas con tendencia a formar adherencias
entre la capa visceral y la parietal (figuras 2.14 y 2.34).
El empiema torácico o piotórax es la acumulación de exudado
purulento en la cavidad pleural y se asocia con una pleuritis purulenta.
Aunque el trastorno se presenta en cualquier especie animal, es más
común en perros, gatos y caballos. Se asocia con la introducción de
agentes piógenos por cualquiera de las vías mencionadas, sobre todo
como extensión de neumonía o por rotura de abscesos. Las bacterias
que más a menudo se aíslan son: Escherichia coli, Klebsiella,
Pasteurella, Pseudomonas y Staphylococcus.
En perros es común encontrar una pleuritis purulenta o purulento-
hemorrágica, en la cual no hay asociación con una neumonía previa o
con la rotura de abscesos pulmonares o mediastínicos. En estos
casos, se aísla del exudado Nocardia o Actinomyces, y se piensa que
la posible vía de entrada de estos agentes es la pared torácica,
perforada por espinas y astillas vegetales. El tejido pulmonar
adyacente al empiema colapsa y, como en el proceso de reparación
prolifera el tejido conectivo, la pleura se engruesa debido a
proliferación de tejido fibroso. El tejido pulmonar así “colapsado” no se
reinfla una vez que el exudado purulento desaparece.
Neoplasias
Los tumores primarios de la pleura son raros y se denominan
mesoteliomas. Esta neoplasia se ha detectado en perros, gatos,
caballos y bovinos, así como en seres humanos, donde se le asocia
con asbestosis crónica. El mesotelioma se origina en el pericardio, la
pleura o el peritoneo. Es un tumor que produce abundante exudado
con invasión difusa de formaciones papilomatosas en la superficie
pleural.
Gran variedad de tumores malignos pueden tener metástasis en la
pleura, como el carcinoma tiroideo.
Lecturas recomendadas
Arceneaux KA et al. 1998. Blastomycosis in dogs: 115 cases
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Área de Patología, CEIEPAA,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Mecanismos de defensa
Trastornos del desarrollo del aparato digestivo
Queilosquisis o labio leporino
Palatosquisis
Braquignatia
Prognatismo
Agnatia
Polidontia
Atresia anal
Cavidad bucal
Enfermedad periodontal
Sarro o cálculo dental
Caries
Desgaste irregular
Pigmentación
Hipoplasia del esmalte
Cuerpos extraños
Estomatitis misceláneas
Quemaduras
Uremia
Úlcera eosinofílica
Estomatitis virales
Ectima contagioso
Fiebre catarral maligna
Fiebre aftosa
Calicivirus felino
Rinotraqueitis viral felina
Estomatitis bacterianas
Actinobacilosis
Actinomicosis
Actinomyces bovis
Actinomyces israelli
Otros agentes
Necrobacilosis (Fusobacterium necrophorum)
Noma (Oris cancrum)
Estomatitis autoinmunes
Glándulas salivales
Sialoadenitis
Quiste salival
Ránula
Mucocele salival
Sialocele
Faringe y esófago
Obstrucciones
Megaesófago o ectasia esofágica
Esofagitis parasitarias
Spirocerca lupi
Acalasia esofágica
Preestómagos
Timpanismo
Impactación
Cuerpos extraños
Enfermedades metabólicas
Acidosis ruminal
Alcalosis ruminal
Estómago y abomaso
Desplazamiento del abomaso y vólvulo
Dilatación gástrica
Dilatación abomasal
Trastornos circulatorios
Infarto venoso gástrico
Gastritis o abomasitis
Gastritis bacterianas
Salmonelosis (Salmonella cholera suis)
Gastritis parasitarias
Intestino
Distensión y desplazamientos
Torsión
Vólvulo
Obstrucción
Prolapso
Herniación
Intususcepción
Trastornos inflamatorios
Diarreas
Enteritis virales
Rotavirus
Coronavirus
Parvovirus
Fiebre porcina clásica (fpc)
Diarrea viral bovina
Enteritis bacterianas
Colibacilosis (Escherichia coli)
Colibacilosis enterotoxigénica
Otras cepas de Escherichia coli
Enfermedad del edema y enteritis posdestete por E. coli
Colibacilosis septicémica
Clostridiasis
Clostridium perfringens
Salmonelosis
Salmonella cholera suis
Lawsonia intracellularis
Brachyspira hyodysenteriae
Rhodococcus equi
Paratuberculosis
Parásitos gastrointestinales
Criptosporidiosis
Eimeria sp.
Isospora sp.
Strongylus sp.
Ascaris suum
Toxocara sp.
Oesophagostomum sp.
Taenia sp.
Dipylidium caninum
Echinococcus granulosus
Moniezia sp.
Enteritis tóxicas
Uremia
Antiinflamatorios no esteroidales (aine)
Hígado y conductos biliares
Trastornos circulatorios
Hipertensión portal
Puentes porto sistémicos (congénitos y adquiridos)
Congestión pasiva crónica
Telangiectasia
Trastornos degenerativos
Sustancias hepatotóxicas
Hepatosis dietética o necrosis hepática nutricional
Hepatitis crónica
Cirrosis o hígado en estadio final
Hepatitis virales
Adenovirus (hepatitis infecciosa canina)
Herpesvirus (hepatitis necrótica de los cachorros)
Hepatitis bacterianas
Hepatitis necrótica infecciosa o enfermedad negra
Salmonella sp.
Leptospira sp.
Tuberculosis
Abscesos hepáticos
Hepatitis parasitarias
Fasciola hepatica
Cestodos
Larva migrans
Vesícula biliar
Obstrucción biliar
Colelitiasis
Colecistitis
Páncreas
Pancreatitis aguda
Pancreatitis crónica
Peritoneo
Acumulación de líquidos anormales
Peritonitis infecciosa felina
Poliserositis porcina (enfermedad de Glasser)
Nocardia sp.
Neoplasias del tracto gastrointestinal
Boca
Ameloblastoma acantomatoso canino
Carcinoma de células escamosas
Melanoma
Intestino
Carcinoma intestinal
Linfoma
Hígado
Carcinoma hepatocelular
Carcinoma de conductos biliares o colangiocarcinoma
Metástasis
Peritoneo
Mesotelioma
Lecturas recomendadas
Aparato digestivo
Eugenia Candanosa Aranda
Introducción
EL APARATO DIGESTIVO en los animales es diverso y complejo por las
múltiples funciones que realiza. Éste inicia con la boca y termina en el
ano. Prácticamente la totalidad del aparato digestivo se encuentra
dentro de la cavidad peritoneal, con excepción de la boca, parte del
esófago, porciones del recto y el ano. Durante el desarrollo
embrionario, éste se forma a partir de un tubo simple y, por esta
razón, se le conoce como tubo digestivo. También se incluyen las
glándulas anexas que vierten sus secreciones dentro del tubo, como
las glándulas salivales, el hígado y el páncreas.
Existen diversas enfermedades del aparato digestivo en los
animales domésticos, que son de gran importancia económica en la
producción de alimentos; así como de salud pública. Algunas de éstas
pueden producir disminución de la conversión alimenticia, pérdida de
la ganancia de peso, disminución en la producción y, en ciertos
casos, alta morbilidad y mortalidad. Se debe realizar un diagnóstico
integral de las diferentes patologías del aparato digestivo. La
zootecnia tiene un papel relevante en los animales, pues un ambiente
inadecuado coadyuva, en gran medida, a la presentación de
enfermedades digestivas. Las instalaciones, la composición de la
dieta, tipo de producción, programa de reproducción, bioseguridad,
medicina preventiva, control y erradicación de enfermedades, entre
otras, generan condiciones adversas que favorecen la producción de
estrés, disminución de la respuesta inmunológica y desarrollo de
enfermedades. Las patologías del aparato digestivo suelen ser más
comunes en explotaciones de tipo intensivo, en las que se manipula
la alimentación de los animales. Las explotaciones intensivas ahora
son las más comunes, en las cuales los animales se encuentran con
más control de registros y manejo, para mantener los niveles de
producción competitivos.
En los animales de compañía el panorama es diferente, ya que las
lesiones del aparato digestivo se diagnostican de forma particular, con
el empleo de diferentes herramientas diagnósticas, incluso de última
generación, para llegar al tratamiento adecuado, lo que en la mayoría
de las veces no sucede con los animales de granja.
Mecanismos de defensa
Los mecanismos de defensa del aparato digestivo han de responder
eficientemente a la mayoría de las agresiones de los agentes
patógenos, aunque en ocasiones este equilibrio se pierda. Cada uno
de los segmentos del aparato digestivo tiene funciones únicas,
complementarias y altamente integradas que, en conjunto, sirven para
regular la ingestión, procesamiento y absorción de los nutrientes
ingeridos y la eliminación de los productos diferidos. Las variaciones
regionales de la estructura y su función se reflejan en la presentación
de las enfermedades. Las vías de entrada de los agentes patógenos
son principalmente orales, a través del estornudo y deglución del
moco del aparato respiratorio, bacteremia, viremia, septicemia,
toxemia, migración parasitaria y liberación de los parásitos hacia el
lumen. La cavidad oral cuenta con microbiota bacteriana que
mantiene un equilibrio con el huésped, éstos son principalmente
anaerobios, como Actinomyces, Fusobacterium y espiroquetas;
cualquier alteración del medio conduce a estomatitis. La mucosa oral
es bastante resistente a la invasión microbiana por el revestimiento de
la mucosa escamosa; componentes antibacterianos de la saliva,
como lisozima; inmunoglobulinas, especialmente de inmunoglobulina
A (IgA) en las secreciones orales, así como la presencia de una red
vascular abundante en la submucosa; además de las células de
defensa. La enfermedad sistémica, el estrés y los desequilibrios
nutricionales y hormonales (cortisol, insulina, leptina, entre otras)
modifican la población microbiana mediante la alteración de la
cantidad, composición y pH de saliva.
La integridad del tubo digestivo depende de una alta tasa de
regeneración epitelial para equilibrar la pérdida, debido al efecto de la
abrasión y la descamación. La replicación epitelial rápida promueve la
curación rápida de las lesiones superficiales. La microbiota
gastrointestinal es un ecosistema complejo en el que conviven
numerosos microorganismos (bacterias, hongos, levaduras y
protozoarios). En el estómago y la porción anterior del intestino de
carnívoros y rumiantes, la microbiota se mantiene por el pH ácido y
los movimientos peristálticos. La población bacteriana se incrementa
en el intestino delgado posterior, ciego y colon. La microbiota normal
actúa como barrera para la formación de flora patógena.
En el estómago o abomaso existen las secreciones que mantienen
un pH, dependiendo de la especie y de su alimentación, en perros y
gatos es <3.0 y en rumiantes <3.5-4.0. Las secreciones ácidas son
producidas por las células oxínticas o las células parietales. La
mucosa gástrica, además del epitelio, tiene una capa de células
foveolares y una capa de moco que funcionan como barrera de
defensa que evita la adherencia del alimento y agresiones directas.
Estos mecanismos se ven favorecidos por la secreción de otras
sustancias, como el bicarbonato, gastrina, prostaglandinas y óxido
nítrico, así como de los movimientos peristálticos. Los
compartimentos gástricos mantienen los movimientos ruminales, pH
neutro, acumulan gran cantidad de saliva y su temperatura interna es
superior para la fermentación del alimento vegetal. En el intestino
delgado, las células epiteliales de las criptas maduran y migran desde
el epitelio germinal a la punta de las vellosidades. Una vez allí, las
células epiteliales adquieren su capacidad de absorción y ayudan con
la asimilación de nutrientes.
La microbiota normal del tubo digestivo promueve la respuesta
inmunológica e inflamatoria en la lámina propia. Así como el tejido
linfoide asociado a la mucosa digestiva actúa con prontitud, como
mecanismo de defensa a los diferentes agentes que agreden el
sistema.
Los principales signos clínicos de enfermedad digestiva son la
regurgitación, vómito, diarrea (considerar la calidad y la cantidad de
las heces), hematoquecia, melena y dilatación de los órganos o la
cavidad peritoneal.
Agnatia
Se caracteriza por la ausencia de la mandíbula inferior, debido a una
malformación mandíbulo facial, asociada a la falta de desarrollo del
primer arco branquial y estructuras asociadas. El defecto es una de
las anomalías más comunes en los corderos, pero es poco frecuente
en otras especies animales.
Polidontia
Este término alude al exceso de dientes, se presenta en perros
braquiocefálicos. Los incisivos están involucrados y el defecto se
relaciona con animales de hocico grande. Se ha observado en
caballos, perros y gatos (figura 3.3).
Figura 3.3. Polidontia. Generalmente los dientes incisivos están involucrados.
Atresia anal
Es un ano obstruido por una anomalía del desarrollo, el tejido que lo
obstruye puede ser de varios centímetros de espesor, o simplemente
una membrana delgada de piel. Es evidente en el examen físico de
rutina del recién nacido, debido a que el ano no está abierto. Si el
diagnóstico no se realiza previamente y el recién nacido se alimenta,
los signos de obstrucción intestinal distal pronto se desarrollarán.
Puede afectar a todas las especies, pero es más frecuente en los
terneros y en los cerdos, en los cuales se considera que es
hereditario. El defecto consiste solamente en fallo de perforación de la
membrana que separa el intestino posterior endodérmico de la
membrana ectodérmica anal, o ambos (el ano y el recto) pueden ser
atrésicos (figura 3.4). Esta malformación se observa asociada con
otras malformaciones, especialmente de la columna vertebral distal
(espina bífida, agenesia sacra o coccígea vertebral), del tracto
genitourinario (fístula rectovaginal, agenesia renal, riñón de herradura,
riñones poliquísticos, criptorquidia, la duplicación de escroto) y, en
ocasiones, con atresia intestinal o agenesia del colon. Puede ocurrir
por deficiencia de vitamina A congénita. Algunos recién nacidos con
una obstrucción de una membrana delgada de piel pueden someterse
a una fístula como reparación primaria. Los recién nacidos con una
lesión profunda han de someterse a una colostomía temporal.
Figura 3.4. Atresia anal. Ausencia de la perforación de la membrana que separa
el intestino posterior endodérmico de la membrana ectodérmica anal.
Cavidad bucal
Enfermedad periodontal
La enfermedad periodontal es la afección dental más común de
perros y ovejas, aunque es un problema importante en otros
rumiantes, caballos y gatos. A pesar de que hay diferencias menores
entre las especies, en general, la enfermedad periodontal comienza
como gingivitis asociada con la placa subgingival, y puede progresar
de una recesión gingival y pérdida de hueso alveolar hasta la
periodontitis crónica y pérdida de los dientes.
La gingivitis clínica se inicia generalmente por la acumulación de
placa en la grieta, pero se asocia con la impactación del alimento
entre los dientes, especialmente semillas. La gingivitis se caracteriza
inicialmente por aumento de leucocitos y de líquido en el surco
gingival, posteriormente por la inflamación aguda exudativa y la
acumulación de neutrófilos, células plasmáticas, linfocitos y
macrófagos en la encía marginal.
Si la enfermedad progresa, hay una marcada pérdida de colágeno
gingival, probablemente relacionado con la actividad de
prostaglandinas y metaloproteinasas de la matriz generados por el
tejido inflamado, o posiblemente por enzimas de bacterias de la placa,
por ejemplo, Porphyromonas gingivalis, que también producen
enzimas que dañan el epitelio de unión. La Porphyromonas spp. está
implicada como patógeno obligado para gingivitis en caninos y
participante en la gingivitis/periodontitis felina. Macroscópicamente, la
encía se observa de color rojo e hinchada, debido a la hiperemia y
edema de la inflamación. La halitosis está asociada con la gingivitis
en pequeños animales. Las alteraciones en la flora periodontal llegan
a ser responsables de agravar la lesión. Una parte importante de la
enfermedad periodontal crónica es la resorción del hueso alveolar,
que modifica el asentamiento del ligamento periodontal (figura 3.5).
Cuerpos extraños
En la mayoría de los animales, la presencia de alimento en la boca de
un cadáver es anormal. En los rumiantes, es frecuente encontrar
alimento por el proceso de la rumia. Se debe valorar el tiempo que
transcurrió desde el momento de la muerte para descartar que sea un
cambio posmortem. Cuando hay alimento en la boca, se atribuye a un
proceso de enfermedad que resulte en parálisis de la deglución o
semiinconsciencia.
En caballos con encefalitis, leucoencefalomalacia y encefalopatía
hepática, el alimento en esos casos es generalmente mal masticado y
fácilmente diferenciado del reflujo posmortem. Algunos animales
consumen cuerpos extraños (por ejemplo, huesos) por deficiencia
mineral (fósforo), posteriormente les causa asfixia o necrosis de
presión en la pared de la faringe. Los perros a menudo tienen huesos
o palos encajados en el paladar; la estomatitis debido a cuerpos
extraños, se produce por plantas, fibras, rebabas o plumas. Las
lesiones van desde una gingivitis ligera, laceraciones, úlceras,
estomatitis necrótica hasta granulomas.
Estomatitis misceláneas
Quemaduras
Las quemaduras eléctricas se observan en cachorros o gatitos que
mastican cables eléctricos. A menudo es casi imposible diferenciar la
causa de la estomatitis difusa; se recomienda un diagnóstico
diferencial con carcinoma de células escamosas. Otras causas
factibles es una fuente de calor directa o agentes químicos cáusticos.
Uremia
La uremia se asocia con la enfermedad renal crónica.
Frecuentemente, es causa de estomatitis ulcerativa en perros y, con
menos frecuencia, en los gatos. Las úlceras se producen en encías,
lengua y cara interna de los labios y las mejillas, a menudo
adyacentes a las aberturas de los márgenes conductos. La
patogénesis de las lesiones orales de uremia aún se desconoce. Se
sugiere que el incremento de las concentraciones de urea en la
sangre y la saliva, en combinación con bacterias productoras de
ureasa, normalmente presentes en la microflora oral, generen
amoniaco de la urea salival. Esta sustancia tiene un efecto cáustico
en las membranas mucosas orales; sin embargo, existe poca
correlación entre los niveles de urea en la sangre y el desarrollo de la
estomatitis urémica, lo que sugiere otros factores relevantes. La
vasculitis urémica y la alteración de la perfusión microvascular
contribuyen a la patogénesis de la estomatitis urémica (figura 3.7).
a
b
c
Úlcera eosinofílica
Este tipo de úlcera (granuloma eosinofílico, granuloma por lamido o
úlcera labial) es una enfermedad crónica, que produce una lesión
ulcerativa superficial de las uniones mucocutáneas de los labios y, en
menor medida, la mucosa oral y de la piel. La causa se desconoce,
pero las lesiones responden a corticosteroides, progestágenos orales,
criocirugía o radioterapia, aunque las recurrencias son comunes.
Típicamente es bien delimitada, con úlceras superficiales rojo-marrón,
a menudo con márgenes elevados. Éstas se producen en el labio
superior, principalmente en los gatos de todas las edades.
Estomatitis virales
Las estomatitis asociadas a infecciones virales, inicialmente forman
vesículas como la estomatitis vesicular (rabdovirus) y la fiebre aftosa.
La peste bovina, diarrea viral bovina (togavirus) y la fiebre catarral
maligna producen lesiones erosivas ulcerosas bien delimitadas, sin
formación inicial de vesículas. Éstas se desarrollan como
acumulaciones de líquido seroso en el epitelio o entre éste y la lámina
propia; presentan coalescencia para formar ampollas, durante la
masticación se rompen y producen erosiones.
Las vesículas, erosiones y úlceras orales en caballos, rumiantes y
porcinos deben informarse obligatoriamente a las dependencias
correspondientes de enfermedades exóticas, o que se encuentren en
etapa de erradicación, hasta que se demuestre lo contrario por medio
de pruebas de laboratorio. Se considerarán como diagnóstico
diferencial las lesiones vesiculares producidas por quemaduras a
causa de la radiación solar, irritantes químicos en la alimentación,
alimentos fibrosos o ingestión de plantas tóxicas.
Ectima contagioso
Enfermedad producida por un parapoxvirus que afecta a ovinos y
caprinos. Se transmite por contacto directo con las lesiones, así como
con instrumentos de trasquila, pieles, lanas y carcasas contaminadas,
entre otros. La morbilidad es frecuentemente alta y la mortalidad baja,
sin embargo, se observa una disminución importante de la condición
corporal y en la producción animal. Las lesiones pueden ser eritemas,
pápulas, vesículas, úlceras hasta la formación de costras y se
encuentran en lugares con poco pelo o lana.
La presentación de las lesiones son principalmente faciales (labios,
comisuras, hollares, ojos y párpados), aunque se pueden encontrar
podales, en glándula mamaria, digestiva y genital.
Microscópicamente, se observa hiperplasia epitelial, degeneración
vacuolar en células epiteliales en ocasiones con cuerpos de inclusión
eosinofílicos intracitoplasmáticos, vesículas, pápulas y úlceras.
Fiebre catarral maligna
Ésta es una enfermedad grave, con frecuencia mortal, que afecta a
muchas especies de ungulados (como ganado bovino, bisonte,
venado, alce, cerdos y rumiantes exóticos). Se produce en muchos
países y es un problema particular con los animales de zoológico. La
causan los virus del género Rhadinovirus de la familia Herpesviridae,
subfamilia Gammaherpesvirinae. Estos virus producen infecciones
latentes y crónicas. La transmisión es por contacto directo o
aerosoles. Las crías infectadas liberan el virus en las secreciones
nasales y oculares. Presenta baja morbilidad y alta mortalidad. Las
lesiones se encuentran en cualquier órgano, siendo características las
lesiones inflamatorias y necróticas en el epitelio del tracto
gastrointestinal, respiratorio y urinario, con linfoproliferación,
infiltración en la corteza renal y el área periportal del hígado por
células linfocíticas y vasculitis. Las lesiones varían, según la gravedad
y evolución de esta afección (figura 3.8).
a
b
Figura 3.8. Fiebre catarral maligna. (a) Lesiones ulcerativas y necróticas en encía
y (b) paladar blando.
Fiebre aftosa
Es una enfermedad viral altamente contagiosa que afecta
principalmente al ganado de pezuña hendida y de fauna silvestre.
Varios países se encuentran libres de la enfermedad, incluido México.
Se encuentran altas tasas de mortalidad en animales jóvenes. Las
secuelas que puede tener en adultos que se recuperan son
disminución en la producción de leche, daño permanente en las
pezuñas y mastitis crónica. Es causada por un miembro del género
Aphthovirus de la familia Picornaviridae.
La transmisión es a través de secreciones y excreciones de los
animales infectados en forma aguda, como aire expirado, saliva,
leche, orina, heces y semen. Las lesiones características son de una
a múltiples vesículas llenas de líquido, o ampollas de 2 mm a 10 cm
de diámetro. Una vez que se rompen, se presentan como áreas
erosionadas rojas o úlceras. Las erosiones llegan a estar cubiertas
por una fina capa de fibrina. La localización de las lesiones varía con
la especie.
En los bovinos se observan numerosas vesículas, erosiones o
úlceras en la cavidad oral. Mientras que en cerdos, ovejas y cabras
estas lesiones son más frecuentes en el talón, banda coronaria y
fisura interdigital de las patas. Esta enfermedad es de informe
obligatorio a las dependencias de salud animal, según su código
sanitario local.
Calicivirus felino
La infección por Calicivirus felino provoca principalmente una
infección respiratoria en gatos. La enfermedad se complica por las
úlceras linguales y orofaríngeas, que comienzan como vesículas de
cinco a diez milímetros de diámetro aproximadamente, lisas y bien
delimitadas, que progresan a necrosis, con posterior erosión y
ulceración de la mucosa. La regeneración de la mucosa oral en las
áreas ulceradas generalmente se produce en diez a doce días. Las
inclusiones virales no se han observado en las células epiteliales
orales. El virus se aísla de un alto porcentaje de gatos con estomatitis
crónica.
Rinotraqueitis viral felina
Infección respiratoria superior común entre los gatos, causada por
Herpesvirus felino 1. Éste causa lesiones ulcerosas en la boca,
especialmente en la lengua. En raras ocasiones se producen úlceras
orales y de la piel, sin evidencia de infección del tracto respiratorio
concurrente.
Microscópicamente, los focos de vacuolización citoplásmica en el
epitelio escamoso evolucionan en áreas de necrosis y úlceras; es
común que estén cubiertas por una capa de exudado fibrinopurulento.
Suelen presentar cuerpo de inclusión intranuclear en las células
epiteliales en la periferia de las úlceras.
Estomatitis bacterianas
Actinobacilosis
Esta enfermedad se presenta principalmente en bovinos, ovinos y
cerdos; se caracteriza por presentar estomatitis, glositis, linfadenitis y,
a veces, piogranulomas en la pared de los compartimentos gástricos
de los rumiantes. Actinobacillus lignieresii es parte de la flora oral
normal, y en el ganado bovino se asocia con estomatitis profunda,
ocasionando una respuesta inflamatoria piogranulomatosa
(neutrófilos, macrófagos o células gigantes); en el centro presentan
colonias de cocobacilos Gram negativos, que alrededor presentan
unos bastoncillos radiados constituidos por complejos inmunes.
La lengua frecuentemente está involucrada en la actinobacilosis, y la
condición crónica produce una lesión conocida como “lengua de
madera”. La vía de entrada de la bacteria en la lengua se debe a
erosiones traumáticas generalmente producidas por el alimento
(semillas, forraje seco). La forma más común de la actinobacilosis
lingual consiste en tejido de granulación, en el que están incrustados
muchos pequeños abscesos rodeados por una densa cápsula de
tejido conectivo. La actinobacilosis esclerosante difusa es lo que se
denomina “lengua de madera”.
Aunque la actinobacilosis en el ganado es más conocida como
enfermedad de la lengua, la infección ocurre en cualquiera de los
tejidos blandos expuestos, sobre todo los de la boca y el esófago,
ocasionalmente tiene una diseminación linfática, afectando a otros
órganos internos y a linfonodos regionales. Los linfonodos
retrofaríngeos y submaxilares son los más afectados, se presentan
como masas pequeñas granulomatosas amarillo o naranja, que
proyectan un poco por encima del contorno capsular y que contienen
“gránulos de azufre” (figura 3.9 a). Los cerdos presentan lesiones
similares a las del ganado vacuno, incluyendo glositis. En los
borregos no se presentan las lesiones de la lengua
a
b
Figura 3.9. Actinobacilosis bovina. (a) Reacción piogranulomatosa por
Actinobacillus sp. Las bacterias se arreglan formando palizadas que reciben el
nombre de “gránulos de azufre. Tinción H-E (cortesía del Dr. Francisco Uzal,
Universidad de California). (b) El diagnóstico diferencial se realiza con la
Actinomicosis bovina, que se caracteriza por afectar tejidos duros. Osteomielitis
por Actinomyces sp.
Actinomicosis
Actinomyces bovis
Es un organismo filamentoso Gram positivo, que provoca osteomielitis
piogranulomatosa mandibular y maxilar en el ganado bovino. La
actinomicosis es típicamente una enfermedad de los tejidos duros,
con linfangitis y por lo general la participación de linfonodos
regionales. Se distingue de la actinobacilosis, en que causa lesiones
óseas (figura 3.9 b).
Actinomyces israelli
Las pequeñas lesiones de la mucosa oral permiten la entrada de
bacterias piógenas, a menudo flora oral normal, en los tejidos
conectivos de la submucosa y muscular. En los labios, la lengua, las
mejillas, el paladar blando y la faringe se pudo formar exudado
purulento o celulitis, hasta provocar un absceso que, con el paso del
tiempo, se convierta en una fístula a través de la mucosa o la piel. El
examen microscópico de estas lesiones revela abscesos bien
delimitados, rodeados por una reacción neutrofílica marcada. La vía
de entrada probable de estos organismos es por la mucosa dañada
por las fibras duras vegetales.
Otros agentes
Existen otros agentes frecuentes causantes de estomatitis
bacterianas, por ejemplo, Trueperella pyogenes (antes conocida
como Corynebacterium pyogenes, Actinomyces pyogenes y
Arcanobacterium pyogenes), se pueden aislar de los abscesos,
úlceras linguales y granulomas en cabras y borregos.
Necrobacilosis
(Fusobacterium necrophorum)
La estomatitis necrótica (que abarca el epitelio y la lámina propia) la
producen los agentes térmicos o químicos; en los animales
domésticos, por lo general es causado por Fusobacterium
necrophorum y otros anaerobios. Fusobacterium necrophorum es una
bacteria asociada con otras lesiones necróticas del tracto alimentario
superior e inferior, incluyendo el hígado. Por lo general, es un invasor
secundario de una mucosa dañada. Las lesiones predisponentes
incluyen traumatismos, rinotraqueitis infecciosa bovina y estomatitis
papular.
El organismo produce una variedad de exo- y endotoxinas, como
leucocidinas, hemolisinas y una toxina citoplasmática. Cuando la
bacteria prolifera, produce necrosis coagulativa extensa. Llega a ser
mortal en los animales jóvenes, en los que a menudo se produce la
extensión a otros órganos. Las lesiones tempranas son grandes, bien
delimitadas, de color amarillo-gris, zonas secas de la necrosis,
rodeada por una zona de hiperemia. Se localizan en la lengua,
mejillas, encías, paladar y faringe, especialmente los huecos al lado
de la laringe.
Histológicamente, se observa necrosis coagulativa, rodeada por una
zona de reacción vascular; posteriormente, se presentan leucocitos y,
por último, tejido de granulación. Las bacterias están dispuestas en
largos filamentos, sobre todo en la periferia de la lesión. El
diagnóstico de la necrobacilosis oral es normalmente posible, el
muestreo se realiza en el margen de la lesión. El organismo es difícil
de cultivar, ya que es un anaerobio estricto.
Noma (Oris cancrum)
Es una estomatitis pseudomembranosa o gangrenosa, que se
propaga rápidamente; no es causada por un patógeno específico,
pero se asocia con la invasión tisular por la flora oral normal,
particularmente fusobacterias y espiroquetas. Los factores
predisponentes son desconocidos, pero quizá no son específicos ni
se asocien con el traumatismo de la mucosa y la debilidad. La
enfermedad se observa ocasionalmente en caballos, perros y monos.
En las lesiones, las espiroquetas se localizan en grandes cantidades
en los márgenes de avance, así como en el tejido viable periférico. La
lesión inicial es una pequeña úlcera en la mejilla o en las encías, que
se propaga rápidamente e implica la mayor parte de la superficie de
las encías y la mucosa de la mejilla. El olor es intensamente fétido y
la lesión consiste en una pseudomembrana necrótica rodeada de una
zona de inflamación aguda.
Estomatitis autoinmunes
En los perros, las estomatitis vesiculares se deben a enfermedades
autoinmunes, como el pénfigo vulgar, bulla penfigoide, entre otras.
Estas lesiones orales se han de diferenciar de las lesiones por
trauma, necrólisis epidérmica tóxica, erupciones medicamentosas,
uremia crónica, candidiasis mucocutánea y lesiones linfoides
malignas.
Glándulas salivales
Sialoadenitis
Es la inflamación de las glándulas salivales, poco común en animales.
En los perros, la inflamación de la glándula cigomática es una causa
de absceso retrobulbar. La infección se introduce a través del
conducto excretor, aunque sea hematógena o localmente traumática.
Quizá haya obstrucción del conducto por exudado inflamatorio (pus),
células epiteliales descamadas y moco. La obstrucción parcial o
completa del conducto produce atrofia secundaria de las glándulas.
En la rabia, la saliva es un importante medio de diseminación del
virus (Rhabdovirus) que se inocula a través de las mordidas del
animal infectado. En la glándula salival afectada se observa necrosis
focal de las células acinares, infiltración de células mononucleares y
con poca frecuencia, los cuerpos de inclusión intracitoplasmáticos
(cuerpos de Negri) en las neuronas ganglionares.
La sialoadenitis también ocurre por deficiencia de vitamina A en los
terneros y cerdos, así como en el ganado envenenado con naftalinas,
altamente clorados. En estas condiciones, la inflamación a veces es
purulenta. La metaplasia escamosa de conductos interlobulares es la
lesión más específica de la deficiencia de vitamina A. También se
observa en moquillo canino.
Quiste salival
Los quistes salivales pueden situarse dorsolateral o
ventrolateralmente en dirección al cuello (figura 3.10). Éstos se
comprueban cuando no hay conexión demostrable con un conducto
salival. Están revestidos por un epitelio escamoso o columnar
pseudoestratificado.
Ránula
Se denomina ránula a una distensión quística del conducto de la
glándula salival, generalmente situada en el piso de la boca.
Comúnmente son debidas al estancamiento del flujo de saliva, como
resultado de una obstrucción. Las causas descritas son la atresia
congénita, cuerpos extraños, cálculos y conductos dilatados por
estrechamientos posteriores a una inflamación. Son nódulos
fluctuantes que acopian un contenido mucoso o seroso,
microscópicamente presentan un epitelio de revestimiento. La ruptura
de la ránula produce una fístula que drene continuamente saliva a los
tejidos adyacentes y que impide la reparación del conducto.
Mucocele salival
Es una acumulación de saliva en los tejidos blandos de la boca o del
cuello. Estas formaciones quísticas no tienen un revestimiento
epitelial, pueden formar cavidades individuales o ser multilobuladas.
Se presentan en perros de cualquier raza, generalmente hay un
antecedente de una ránula con hinchazón en la boca. También son el
resultado de un traumatismo en el conducto. Son frecuentes en la
glándula salival sublingual.
Sialocele
La mayoría de sialoceles son subcutáneos y oscilan entre los cinco y
diez centímetro de diámetro, algunos son pedunculados. La pared es
de tejido conectivo suave y flexible, bien vascularizado, con un
revestimiento brillante. Los contenidos son marrón y mucinoso.
Posiblemente se deban a la ruptura de los conductos de la parte
dorsal de la glándula sublingual. Histológicamente, los sialoceles
presentan una pared muy vascularizada de tejido conjuntivo
inmaduro, y en el interior tejido conectivo laxo. Puede haber reacción
inflamatoria en diferentes grados con un material amfófilo amorfo.
Faringe y esófago
Obstrucciones
La obstrucción o impactación del esófago ocurre cuando el animal
consume alimentos grandes, mal masticados y lubricados, masas de
grano, alimento fibroso, o bolos grandes, administrados médicamente.
Esto ocurre a menudo en el esófago, que tiene desviaciones como en
el área sobre la laringe, la entrada torácica, la base del corazón, e
inmediatamente craneal al hiato diafragmático. Las complicaciones de
la obstrucción incluyen necrosis por presión y ulceración de la
mucosa, que progresa hasta la perforación. Los objetos afilados,
como los huesos, son más susceptibles de causar perforación y en
algunos casos ser mortal. Los objetos punzantes, como agujas,
plumas o semillas de pasto penetran a través de los tejidos
adyacentes al esófago. Algunas secuelas son los divertículos, fístulas
esófago-respiratorias o esófago-aórticas, con cicatrización segmental
con estenosis (figura 3.11).
a
c
Figura 3.11. Obstrucción y úlceras esofágicas en un perro. Un hueso amorfo con
bordes afilados perforó el órgano.
Preestómagos
Timpanismo
La distensión del rumen causada por la excesiva retención de gases,
producto de la fermentación microbiana, se observa en la parte
superior del flanco izquierdo. También conocida como empaste,
meteorismo, meteorización o timpanitis. Los animales presentan los
siguientes signos clínicos: inapetencia, dificultades en la rumia y
eructo, arqueamiento dorsal con extremidades recogidas bajo el
abdomen, pataleo abdominal, marcha tambaleante, emisión frecuente
de orina y heces, dilatación abdominal intensa, dificultad para
respirar, salivación abundante, todo lo cual puede provocar la muerte
si no se toman las medidas terapéuticas inmediatas.
El timpanismo primario se presenta en ganado alimentado con
leguminosas o raciones con más del 50 % de concentrado. Se
caracteriza por la formación de espuma en el contenido del rumen, lo
que evita que el gas se libere a través del eructo. La espuma es muy
densa y estable, por lo que requiere un antiespumante que rompa la
tensión superficial. La formación de espuma es dependiente de las
proteínas solubles que están presentes en niveles altos en las
leguminosas, como la alfalfa y el trébol, especialmente en la etapa de
prefloración del crecimiento. Las proteínas solubles, liberadas de los
cloroplastos, son degradadas por la microflora ruminal, y suben a la
superficie, donde se desnaturalizan, convertidas en insolubles. El pH
óptimo (punto isoeléctrico) de la producción de espuma de las
proteínas solubles se encuentra entre 5.4 y 6.0.
Cuando la espuma entra en el esófago, se estimula el reflejo de
deglución, y también interfiere con el eructo normal. La variación de la
susceptibilidad de los animales para presentar el timpanismo
depende, en parte, de la cantidad y de la composición de saliva, pues
ésta tiene propiedades que promoverían o prevendrían la formación
de espuma en el rumen. Las vacas que presentan menor producción
de saliva tienen mayor predisposición a presentarlo recurrentemente.
Las raciones altas en concentrados y bajas en fibra no sólo reducen
la secreción de saliva, sino que también cambian la microflora
ruminal. Esto estimula el crecimiento de bacterias que incrementan la
concentración de polisacáridos, lo que aumenta la viscosidad y la
formación de espuma. A menudo, estas bacterias son también
mucinolíticas y destruyen las mucinas salivares (figura 3.14).
a
b
Cuerpos extraños
Diversos cuerpos extraños son encontrados en el estómago o en los
compartimentos gástricos. La mayoría son hallazgos incidentales a la
necropsia, sin embargo, algunos de éstos se asocian con vómito,
gastritis de diferentes grados, ulceraciones en la mucosa y
ocasionalmente perforaciones.
Los tricobezoares son bolas de pelo que se encuentran a menudo
en el estómago de los gatos de pelo largo, y en terneros criados con
dietas bajas en forraje, se localizan en el rumen y el abomaso. Los
fitobezoares y tricofitobezoares han sido implicados como la causa de
la obstrucción del píloro y la muerte en corderos jóvenes en pastoreo
y ganado bovino que consumen plantas fibrosas. La arena fina es
factible que se acumule en el abomaso en cantidades considerables,
por lo general sin ningún efecto perjudicial.
Enfermedades metabólicas
Acidosis ruminal
La acidosis ruminal se describe como el estrés que se manifiesta con
los cambios bioquímicos y fisiológicos, producida por la rápida
producción y absorción de los ácidos orgánicos ruminales y
endotoxinas que resultan del consumo excesivo de carbohidratos
fermentables. La disminución del pH es el resultado de la producción
de grandes cantidades de ácidos grasos volátiles y de otros ácidos,
como el láctico, además de la débil capacidad amortiguadora de los
concentrados (figuras 3.17 y 3.18).
a
b
c
Figura 3.23. Rumenitis micótica, como secuela de acidosis ruminal. a) Necrosis
de la mucosa ruminal. b) y c) Embolismo de Aspergillus fumigatus. Tinción Gomori
Grocott.
Alcalosis ruminal
Ésta es una enfermedad de los rumiantes, caracterizada por el
incremento del pH ruminal, como consecuencia del incremento de los
radicales NH3. Las causas relacionadas con la ingestión de dietas mal
balanceadas en sus componentes nutricionales, como alimentos con
altos contenidos de sustancias nitrogenadas (proteína, urea);
insuficiencia de carbohidratos en la dieta, aunado al sobresuministro
de sustancias nitrogenadas; alto contenido de nitratos y nitritos;
incremento de sustancias alcalinizantes (NaHCO3, MgO); alimentos
contaminados con tierra, y tal vez la más frecuente, intoxicación con
urea.
En el rumen, el metabolismo bacteriano genera un incremento de
radicales NH3, debido al incremento en el consumo de sustancias
nitrogenadas. Estos radicales no son debidamente eliminados y
provocan el incremento en el pH ruminal, modificando la microbiota y
el número de protozoarios. Una consecuencia de lo anterior es la
alcalosis metabólica. Los signos clínicos son inapetencia,
hipersalivación, temblores, espasmos, timpanismo residual leve;
también disminución de la rumia, de los movimientos ruminales, de la
lactación y la vitalidad de las crías. En casos graves, se observa el
“síndrome de la vaca caída”. En la necropsia, prácticamente no se
observarán lesiones ruminales importantes, sin embargo, si se realiza
inmediatamente después de la muerte, es posible medir el pH ruminal
con un potenciómetro portátil, éste puede encontrarse entre 7.2-8.0.
El contenido ruminal estará de color pardo, con olor amoniacal y
viscosidad aumentada.
Estómago y abomaso
Desplazamiento del abomaso y vólvulo
El desplazamiento de abomaso es frecuente en ganado bovino de
alta producción de leche y, ocasionalmente, en ganado productor de
carne. Es difícil establecer el factor desencadenante del
desplazamiento abomasal, sin embargo, se menciona que está
relacionado con el manejo intensivo del ganado lechero sobre la
alimentación, en particular alrededor del momento del parto, aunque
también se produce en los animales de pastoreo.
El desplazamiento por lo general es ventralmente y a la izquierda del
rumen. Muchos animales afectados tienen problemas recurrentes,
como la cetosis, hipocalcemia, metritis y placenta retenida. Se
considera que la atonía abomasal es la disfunción primaria para el
desplazamiento de la víscera. Los animales afectados tienen una
sensibilidad reducida a la acetilcolina. No ocurre una interrupción total
del riego sanguíneo, sólo congestión grave. La formación de gas en el
abomaso está directamente relacionada con la cantidad de
concentrado en la ración. El desplazamiento del abomaso a la
izquierda lleno de gas es susceptible de tratamiento; rara vez se
observa esto en la necropsia. La manipulación de un animal afectado
corregiría desplazamientos en cualquier caso.
El desplazamiento abomasal simple a la derecha abarca
aproximadamente 15% de los eventos, se asocia a las mismas
causas mencionadas para el izquierdo. Sin embargo, algunas veces
tiende a complicarse con el vólvulo abomasal, con la rotación del
abomaso distendido, omaso y el duodeno adjunto. El animal presenta
inanición crónica, hipocloremia, hipokalemia hasta alcalosis
metabólica. Un vólvulo grave causa la obstrucción de los vasos
sanguíneos en el cuello del omaso (infarto) y traumatismo en el nervio
vago, hasta la ruptura de un compartimento y posterior peritonitis.
Dilatación gástrica
Esta afección se puede presentar por acúmulo de gas, líquido o
alimento que produce una obstrucción del cardias, lo que impide el
eructo y el vómito; así como la obstrucción del píloro que evita el
pasaje del contenido hacia el intestino delgado. Se detecta
principalmente en perros de talla grande que tienen el pecho
profundo.
Se describe un síndrome de dilatación y vólvulo gástrico en perros
que consumieron alimento con abundante grasa y que posteriormente
realizaron ejercicio. Sin embargo, la patogenia aún no ha sido
completamente descrita, se sugiere que esté asociada a la presencia
de gas producido por Clostridium perfringens en el alimento, aerofagia
o predisposición genética.
La rotación gástrica se da desde el esófago, en dirección de las
manecillas del reloj, sobre su eje ventrodorsal, generalmente
observando el desplazamiento del bazo. Los animales presentan un
aumento de presión intraabdominal que presiona de manera
importante el diafragma y las vísceras abdominales, ocasionando
hipoxia gástrica, atonía peristáltica, imbalance ácido-base,
insuficiencia cardiorrespiratoria, desarrollando un síndrome
compartimental, colapso cardiaco y la muerte (figura 3.24).
a
b
Dilatación abomasal
Este síndrome es conocido clínicamente como la dilatación del
abomaso (DA) y vaciado defectuoso, se produce principalmente en
ovejas Suffolk y Hampshire. Los animales desarrollan inapetencia
crónica y pérdida de peso; en la necropsia se observa un abomaso
marcadamente distendido, con un contenido parecido al contenido
ruminal. No hay alteraciones morfológicas o lesiones microscópicas
del abomaso, el nervio vago (o de otros órganos), excepto neuronas
cromatolíticas y necróticas dispersas en la porción celiaco
mesentérica.
Se sugiere que tal vez se trate de una disautonomía adquirida,
posiblemente de origen tóxico, que requiere una predisposición
genética para su expresión. Los niveles de cloruro en rumen están
elevados, pocos animales presentan hipocloremia y alcalosis, como
ocurre en el ganado con impactación del abomaso. El vaciado
defectuoso de éste rara vez se informa y se cree que es una
condición rara de las ovejas. Se informó por primera vez en ovejas
Suffolk y se pensó en principio que era un problema genético. Ahora
se ha informado de otras razas y en cabras, ya sean brotes
esporádicos o casos individuales (figuras 3.25 y 3.26).
Figura 3.25. Abomaso gravemente dilatado en un ovino.
Trastornos circulatorios
Infarto venoso gástrico
Esta lesión es común en los cerdos, aunque también se presenta en
los rumiantes y caballos. Se relaciona con daños endoteliales y
trombosis en vénulas, generalmente asociada con etiología
bacteriana o tóxica. La salmonelosis y Escherichia coli septicémica se
presenta en todas las especies; en cerdos, es frecuente en
gastroenteritis postdestete por bacterias coliformes, en la erisipela, la
disentería porcina y enfermedad de Glasser. Macroscópicamente, se
observa la mucosa fúndica de color rojo brillante a rojo oscuro-negro,
y llega a tener exceso de moco o fibrina en la superficie.
Algunas veces, hay necrosis en la mucosa superficial de apariencia
caseosa, color amarillo-marrón. Los capilares y vénulas en algunos
casos tienen trombos en cualquier nivel de la mucosa, con
hemorragia local y edema. Llega a haber una reacción inflamatoria
aguda alrededor de la necrosis en la mucosa.
Gastritis o abomasitis
Las condiciones propicias para que se forme una úlcera gástrica es
cuando se rompe el equilibrio entre la secreción de ácido y la
protección mucosa. Esto genera resultados del desbalance o trauma
local a la mucosa gástrica, como el reflujo de sales biliares del
duodeno; incremento de la acidez gástrica, alteraciones locales del
flujo sanguíneo que resulten en isquemia; consumo de
antiinflamatorios no esteroidales y esteroidales que deprimen la
producción de prostaglandinas. Todos los mecanismos anteriores
permiten el ingreso del ácido hidroclorhídrico y pepsina a la
submucosa.
Gastritis bacterianas
Salmonelosis (Salmonella cholera suis)
La salmonelosis septicémica y la fiebre porcina clásica aguda (FPCA)
son similares, esta última a menudo se complica con S. cholera suis;
se ha recuperado en un 10-50 % de los cerdos con FPC. Las
principales manifestaciones clínicas de la infección por S. cholera suis
son septicemia y enteritis, aunque el cuadro septicémico es más
común. La vía de entrada es oral, resultando en la septicemia o la
enterocolitis aguda, seguido en algunos casos por grandes lesiones
necróticas y ulcerosas (úlceras “botonosas”) en la mucosa del colon.
La localización de la bacteria es principalmente en colon y células M
de las placas de Peyer del íleon. La neumonía intersticial y la necrosis
hepática multifocal son las lesiones sistémicas más consistentes.
La salmonelosis, que es clínicamente septicémica, suele ser mortal.
La muerte ocurre rápidamente y sin manifestación clínica. El
estómago muestra el intenso color rojo-negro de la congestión severa
e infarto venoso, común a endotoxemia en cerdos. Si el animal
sobrevive una semana o más, la capa superficial de la mucosa
gástrica estará afectada con abundante tejido necrótico semejante al
“lodo”.
Gastritis parasitarias
La gastritis mucosa y mucohemorrágica por lo general la provocan
parásitos nematodos. Esta lesión se observa en la mayoría de las
especies domésticas y principalmente en animales adultos.
Ostertagia sp. y Trichostrongylus axei, entre géneros relacionados,
se presentan en bovinos, borregos y cabras, en los que causa
abomasitis crónica con metaplasia mucosa, aclorhidria, diarrea y la
pérdida de proteína plasmática. La larva de Ostertagia sp. destruye
las glándulas gástricas, produciendo una diarrea grave con pérdida de
peso, sin fiebre y frecuentemente no se observan huevos en heces.
Trichostrongylus axei puede causar gastritis crónica en el caballo.
Haemonchus contortus (Trichostroguloidea) es un parásito conocido
como “palo de barbería”, por la forma en espiral de su intestino,
cuando se alimenta por el goteo de la mucosa abomasal, éste se
llena de sangre y se observa a través de su cutícula. Afecta al ganado
vacuno, ovejas y cabras, son grandes trichostrongylidos hematófagos
abomasales, capaces de causar anemia grave e hipoproteinemia. Los
miembros de los géneros Mecistocirrus producen lesiones similares
(figura 3.27).
Figura 3.27. Haemonchus contortus en el abomaso de un borrego, con abomasitis
hemorrágica por el daño mecánico causado por el parásito.
Intestino
Distensión y desplazamientos
Las alteraciones mecánicas del intestino se presentan en todas las
especies domésticas y silvestres; generalmente producen una
obstrucción vascular y daño por isquemia en los órganos afectados.
El suministro de sangre arterial en el mesenterio es anatómicamente
más resistente a la oclusión, la sangre es llevada al sitio afectado,
pero no puede drenar, produciendo edema, congestión y
posteriormente necrosis.
Torsión
Es la rotación del intestino sobre su eje longitudinal. En la necropsia
se observa la rotación y el intestino estará distendido con gas y
líquido de color rojo oscuro a negro. La torsión del colon mayor se
presenta principalmente en las yeguas en el periodo de periparto
(figura 3.29).
Figura 3.29. Torsión intestinal en un caballo.
Vólvulo
Este término alude a la rotación del intestino sobre su eje de inserción
mesentérico; puede ser en dirección de las manecillas del reloj o en
sentido contrario, hasta 720° sobre su eje. Conviene determinar la
viabilidad del intestino antes de intentar corregirlo quirúrgicamente.
Frecuentemente, se encontrará necrótico, congestionado y
hemorrágico. La estasis intestinal, la toxemia o bacteremia serán el
resultado de la anoxia por el sobrecrecimiento bacteriano. El daño por
reperfusión puede ocurrir, así como la ruptura del intestino, de tal
modo que conduzca a la muerte del animal. En los equinos, el vólvulo
se presenta en el colon izquierdo.
Obstrucción
La obstrucción intestinal se debe principalmente al consumo de
objetos extraños, parásitos (ascáridos) o cúmulos de alimento de
difícil digestión (alimento fibroso). Tal situación se presenta en todos
los animales. El consumo de algunos objetos trae como consecuencia
efectos colaterales, por ejemplo, intoxicación de cobre y zínc
(monedas), intoxicación por plomo (baterías viejas, envases de
pintura).
Prolapso
El prolapso rectal ocurre con mayor frecuencia en los cerdos, ovejas y
ganado bovino. Se presenta en cualquier animal, con episodios
prolongados de tenesmo, generalmente asociado con colitis, infección
urinaria u obstrucción. En los cerdos, el prolapso rectal resulta un
problema de la piara cuando la ración contiene zearalanona, una
micotoxina estrogénica producida por hongos del género Fusarium.
La toxina causa hinchazón marcada, así como congestión de la vulva
y de la mucosa vaginal, seguida de prolapso vaginal.
El prolapso rectal en ovejas es consecuencia de la ingestión de
pastos estrogénicos, acompañado de otros signos de
hiperestrogenismo. Macroscópicamente, se observa edema,
congestión, necrosis y posible ulceración de la mucosa invertida.
Estas lesiones las causa la isquemia, debido a la interferencia con el
flujo de sangre venosa en la porción eventrada. En el prolapso sólo se
involucra la mucosa o todas las capas intestinales.
Herniación
Una hernia es la protrusión de un tejido, órgano o parte de éste a
través del peritoneo parietal que normalmente lo contiene, o un
foramen. Una hernia se produce cuando hay una debilidad o un
desgarro de la pared abdominal, a consecuencia de una lesión, una
incisión quirúrgica antigua o una afección congénita.
Las herniaciones son internas o externas. En las primeras, el
intestino se desplaza a través de un orificio o foramen patológico,
como ejemplo se tiene el desplazamiento por el foramen del epiplón
que sucede en caballos. En las hernias externas, los órganos
presionan al peritoneo, formando el saco herniario y salen fuera de la
cavidad abdominal. Las hernias externas más frecuentes son la
umbilical, ventral, inguinal y escrotal.
Las hernias umbilicales son defectos de la pared abdominal,
generalmente causadas por un defecto de origen genético en dicha
pared, en ocasiones éstas se confunden con la mordedura del cordón
umbilical por la madre.
Intususcepción
Esta lesión ocurre cuando un segmento del intestino penetra en el
segmento distal inmediato, por lo que una porción de intestino queda
atrapado dentro de la luz del órgano envuelto por su porción proximal.
Las causas por lo general son desconocidas, pero frecuentemente se
asocian a incremento del peristaltismo. La irritabilidad y la
hipermotilidad son secundarias a enteritis, irritación causada por
parásitos y debilidad general. Los cuerpos extraños, nódulos
parasitarios, manejos quirúrgicos, linfadenomegalia, granulomas,
abscesos, parásitos (ascáridos) y neoplasias predisponen a esta
lesión. Los hallazgos en la necropsia son que el intestino se observa
hinchado, de color rojo oscuro, con zonas de congestión y necrosis; la
lesión involucra porciones grandes del intestino. La intususcepción tal
vez sea un cambio posmortem, pues el peristaltismo continúa, así se
debe reconocer, pues no se evidencian cambios circulatorios en el
órgano (figura 3.30).
a
Trastornos inflamatorios
Diarreas
La diarrea es la secreción anormal de heces líquidas, acompañada
por un incremento en el volumen de éstas y de la frecuencia de la
deposición. Generalmente, la historia clínica refiere deshidratación,
emaciación y algunas muertes. El color y la consistencia de las heces,
la frecuencia y el curso nos orientan acerca del agente etiológico.
Cabe señalar que algunos clínicos refieren incluso el olor de la
diarreas para describir un agente etiológico. Empero, es frecuente
que los médicos que remiten el animal ya hayan administrado algún
tratamiento y en el momento de la necropsia la toma de muestra y los
resultados de laboratorio no se asocien a los hallazgos macro y
microscópicos.
El complejo diarreico bovino se presenta en todas las edades, y
cuando afecta principalmente a becerras recién nacidas a sesenta
días recibe el nombre de “diarrea indiferenciada de las becerras”. Se
mencionan algunos agentes involucrados que producen diarrea por sí
solos, siendo las infecciones mixtas las más frecuentes. En un estudio
realizado en Colorado en 1991, se observó que de 47 hatos con
11767 vacas, las pérdidas de becerros más frecuentes fueron las de
causa entérica y muerte repentina. Desafortunadamente, menos del 1
% de los becerros muertos fueron remitidos al laboratorio de
diagnóstico para la confirmación de la muerte, y el 99% de dicho
diagnóstico se basó en la percepción del productor. Los animales
jóvenes suelen ser los más afectados por la diarrea. En estudio
realizado en becerras que presentaron diarrea de dos cuencas
lecheras (Delicias, Chihuahua, y Comarca Lagunera), refiere que los
agentes más frecuentes fueron Rotavirus (57.14 %), Coronavirus
(14.28 %) Escherichia coli (9.52 %), Cryptosporidium parvum (66.6 %)
y Salmonella spp. (57.14 %), observando que las infecciones mixtas
son frecuentes en un 54.4 % (cuadros 3.2, 3.3 y 3.4).
Virus
Rotavirus
Coronavirus Rotavirus
Peste bovina (Rinderpest)
Adenovirus Peste bovina (Rinderpest)
Herpesvirus
Bacterias
Escherichia coli
Salmonella spp Salmonella spp
Salmonella spp
Yersinia spp Yersinia spp
Clostridium perfringens
Clostridium perfringens Clostridium perfringens
Yersinia spp
Protozoarios
Cryptosporidium
Eimeria spp
Eimeria spp Eimeria spp
Cryptosporidium spp
Giardia
Nemátodos
Trichostrongylus spp Trichostrongylus spp
Ostertagia spp Ostertagia spp
Strongyloides papillosus Cooperia spp Cooperia spp
Nematodirus spp Nematodirus spp
Strongyloides papillosus Strongyloides papillosus
Tremátodos
Paramphistomus Paramphistomus
Enteritis virales
Rotavirus
El rotavirus es un virus RNA trilaminar, de 70 nm, del cual únicamente
el virión trilaminar es infeccioso. La partícula completa tiene forma de
rueda. Este virus es ubicuo y lo podemos encontrar en el aire y el
agua. La mayoría de las especies tiene un rotavirus específico, con
patogénesis similares, pero no son capaces de producir infección
cruzada entre especies (figura 3.31). En los becerros se presenta en
la primera semana de vida; tiene relación con el destete y disminución
de los títulos de anticuerpos antirotavirus.
Figura 3.31. Patogenia de rotavirus.
Figura 3.35. Parvovirus canino. La serosa está cubierta por una capa de exudado
fibrinoso que le da un aspecto de ““vidrio esmerilado”.
a
b
Figura 3.37. Fiebre porcina clásica. Las úlceras “botonosas” son áreas de
necrosis bien delimitadas redondas producidas por el daño endotelial del virus.
Enteritis bacterianas
Colibacilosis (Escherichia coli)
Las bacterias coliformes forman parte de la microbiota intestinal de
todos los animales; los más jóvenes tienen una alta predisposición a
presentar diarrea por coliformes, especialmente los becerros y los
lechones. La resistencia genética, anticuerpos maternos por medio
del calostro, una dieta balanceada que cubra las necesidades del
individuo, un buen plan de higiene, buenas instalaciones, evitar
temperaturas extremas y hacinamiento, reducen la propensión a esta
enfermedad. La colibacilosis frecuentemente ocurre interrelacionada
con otras enfermedades, como criptosporidiosis, Rotavirus, coccidias
y coronavirus.
De acuerdo con su virulencia, la bacteria promueve la colonización o
adhesión en la mucosa; produce disfunción metabólica o muerte del
enterocito; afectación de la vasculatura local o sistémica; además de
que promueve la invasión y la septicemia (figura 3.39).
Colibacilosis enterotoxigénica
Se presenta en recién nacidos de la mayoría de las especies
domésticas, principalmente en cerdos posdestete. La E. coli
enterotoxigénica” (ETEC) coloniza la mucosa del intestino delgado y
produce enterotoxinas que estimulan la presentación de diarrea, con
pérdida de cantidades importantes de agua y electrolitos.
Microscópicamente, la mayoría de las veces no hay evidencia de
lesiones en el intestino, por lo que se subdiagnostica (figura 3.40). La
colonización y proliferación del segmento intestinal resulta de la fuerte
adhesión de E. coli a la superficie de los enterocitos en las
vellosidades del intestino delgado, capaz de resistir los movimientos
peristálticos.
Figura 3.40. Colibacilosis en un cerdo lactante. Dilatación severa de las asas
intestinales por producción de gas.
Colibacilosis septicémica
Es una enfermedad de los animales recién nacidos; se presenta en
todas las especies, principalmente en los terneros. Se relaciona con
animales débiles, inmunocomprometidos, que no consumieron
calostro o éste fue de mala calidad. El curso de la enfermedad quizá
sea hiperaguda, resultando en la muerte súbita; subaguda o crónica.
Las lesiones se relacionan con el curso de la enfermedad, siendo
principalmente cambios vasculares con escaso infiltrado de
neutrófilos y fibrina.
Los casos subagudos desarrollan una infección localizada en las
superficies serosas, en las articulaciones y meninges. Es común
observar peritonitis, pleuritis y pericarditis fibrinosa, artritis y
meningitis fibrinopurulenta e hipopión. La mortalidad en los recién
nacidos hipogammaglobulinémicos ocurre de forma aguda. El
diagnóstico diferencial se debe hacer con Haemophilus, Mycoplasma
e infecciones por estreptococos.
Clostridiasis
En el ganado productor de carne, una de las pérdidas más importante
de becerros la causan las enfermedades clostridiales. Algunas teorías
sugieren que su presentación está asociada a los cambios en la
alimentación, estrés físico y medio ambiental, así como deficiencias
nutricionales. La mayoría de los aislamientos de estos
microorganismos se hacen a partir de abomaso de los animales
afectados. Las enfermedades clostridiales del intestino son a menudo
llamadas enterotoxemias.
Existen numerosas teorías de la participación de Clostridium
perfringens en úlceras abomasales, desplazamiento de abomaso,
obstrucción intestinal y timpanismo. Sin embargo, se consideran
eventos multifactoriales agravados con la presencia de la bacteria. La
protección brindada por la vacunación con diferentes toxinas no es
suficiente, pues los toxoides del tipo C y D no aportan protección con
los tipos A. La mayor parte de las enfermedades clostridiales
entéricas importantes se producen en los herbívoros y son causadas
por uno de los cinco tipos toxigénicos de Clostridium perfringens. La
enteritis en perros se asocia con C. perfringens y C. difficile. Este
último está implicado en enteritis fibrinosa, especialmente en caballos,
cerdos neonatales y perros. C. piliforme (anteriormente Bacillus
piliformis) causa la enfermedad de Tyzzer, caracterizada por enteritis
y colitis, por lo general con hepatitis necrótica multifocal y miocarditis
en muchas especies animales. C. chauvoei puede afectar a la lengua,
al músculo estriado esquelético y al músculo liso del tubo digestivo,
causando miositis necrótica conocida como “pierna negra”. C.
septicum produce abomasitis clostridial (braxy) en el ganado ovino.
Clostridium perfringens
La toxina alfa es una lecitinasa que actúa sobre las membranas
celulares, produce hemólisis o necrosis celular. La toxina beta induce
una variedad de efectos neurológicos; llega a tener un efecto
paralizante en el intestino. La toxina épsilon se produce durante el
crecimiento activo, como un prototoxina inactiva que se activa por
digestión enzimática (figura 3.42 y cuadro 3.5).
b
Figura 3.44. Salmonelosis. a) Enteritis fibrinonecrótica. b) Necrosis de la mucosa
ruminal.
c
Figura 3.45. Lawsonia intracellularis. (a) Engrosamiento de la mucosa del íleon
con formación de plegamientos. (b) Se observa proliferación del epitelio criptal.
Tinción H-E. (c) Bacterias intracelulares en el citoplasma de los enterocitos.
Tinción de plata.
Parásitos gastrointestinales
Las enfermedades parasitarias causan el mayor impacto económico
en la producción animal de México. En una investigación realizada en
México en 2005, se informó que la prevalencia de parásitos
gastrointestinales es alta y es la más estudiada, seguida por la
fasciolasis, con una prevalencia de 24%. Los géneros de nematodos
gastrointestinales más frecuentemente referidos en los informes
nacionales son Haemonchus spp., Chabertia spp., Toxocara spp.,
Trichostrongylus spp. y Trichuris spp. y protozoarios Eimeria spp.
Siendo los becerros los más afectados por estos agentes. Los signos
clínicos se asocian con la baja de peso, anorexia, deshidratación y
diarrea. Son más frecuentes en animales que pastorean, pobre
sanitización, alimentación inadecuada, un programa inadecuado de
desparasitación, entre otros.
El diagnóstico parasitológico es sumamente importante, pues en
ocasiones no se observan formas adultas en la mucosa intestinal
durante la necropsia; sin embargo, una cuenta alta de huevos por
gramo de heces tiene correlación con las lesiones gastrointestinales.
Las más frecuentes en estas parasitosis son enteritis catarrales,
proliferativas, ulcerativas o necróticas.
Criptosporidiosis
Causada por Cryptosporidium parvum, éste es un parásito protozoario
patógeno intestinal de los mamíferos, incluido el ser humano. Es una
de las principales causas de morbilidad y mortalidad en animales
jóvenes, asociado con la diarrea neonatal en los rumiantes. Éste es
excretado por las heces de animales infectados. Se trata de un
agente que vive principalmente en el agua de desecho municipal.
Afecta a animales inmunocomprometidos. Los animales adultos se
consideran refractarios a las infecciones graves. En los bovinos, se
presenta entre la primera y tercera semana de vida, evidenciada con
diarrea de color amarilla, en ocasiones con estrías de sangre y moco.
Está ampliamente distribuida en los hatos lecheros con prevalencia
del 25 al cien por ciento.
Las formas de presentación son subaguda y crónica. El
Cryptosporidium ataca la superficie de las células epiteliales de
estómago, intestino o colon. Es un parásito intracelular, pero
extracitoplásmico. Es la causa de diarrea acuosa subaguda o crónica,
algunas veces con sangre, asociada a deshidratación y pérdida de
electrolitos. Los hallazgos macroscópicos son enrojecimiento de la
mucosa con contenido líquido. El diagnóstico se realiza con un frotis
fecal teñido con Giemsa y Ziehl Neelsen, los ooquistes contienen de
dos a cinco gránulos rojos densos en un citoplasma azul o azul-verde
(figura 3.47). Las lesiones de enteritis y colitis consisten en
acortamiento de las vellosidades, engrosamiento irregular de la
mucosa, necrosis de las criptas, hiperemia e infiltrado de linfocitos y
células plasmáticas en la lámina propia. La atrofia y fusión de las
vellosidades es el resultado final de la infección. Existen pocas
sustancias efectivas para desinfectar el ambiente: el cloro es una de
éstas.
b
c
Isospora sp.
Los miembros del género Eimeria e Isospora son similares por su
ciclo sexual y asexual en un solo huésped. Isospora suis es la más
importante causa de la coccidiosis neonatal porcina, una enfermedad
presente en lechones de cinco días a tres semanas de edad que se
encuentran en cría intensiva. La coccidiosis neonatal porcina tiene
una alta morbilidad y, por lo general, baja la mortalidad.
Los signos clínicos son diarrea amarilla acuosa, deshidratación,
pérdida de la condición y la muerte. En la necropsia tienen la
apariencia típica de diarrea neonatal indiferenciada, sin hallazgos
específicos importantes en el tracto gastrointestinal, sólo contenido
acuoso de color amarillo. El intestino está edematoso, flácido; en
tanto que el exudado fibrinoso o fibrinonecrótico en el intestino
delgado es poco frecuente. I. suis se replica en el epitelio del tercio
distal de las vellosidades, principalmente en el yeyuno e íleon,
aunque las células infectadas también se observan en el duodeno y el
colon. Las vellosidades están marcadamente atróficas, con
descamación de los enterocitos. En la lámina propia hay neutrófilos,
un aumento moderado de linfocitos y eosinófilos. Tal vez haya una
infección secundaria de bacilos Gram positivos. La gravedad de las
lesiones está en función de la cantidad de inóculo y la edad de los
cerdos. El diagnóstico se realiza con base en la morfología de
ooquistes en las heces o raspados de la mucosa.
Strongylus sp.
Strongyloides spp., son los únicos parásitos de vida libre y tienen
formas parasitarias. La larva rhabditiforme se desarrolla por
partenogénesis. Los parásitos de vida libre pueden ser machos y
hembras, además de reproducirse sexualmente. Éstos parasitan a
todas las especies de animales domésticos. Los rumiantes son
infectados por S. papillosus; los caballos, por S. westeri; mientras que
los cerdos principalmente por S. ransomi; los perros, por S.
stercoralis; los gatos, por S. felis, S. planiceps, y S. stercoralis en el
intestino delgado, así como por S. tumefaciens en el colon.
La infección por larvas-3 se lleva a cabo por penetración en la piel;
en menor medida, por ingestión y penetración de la mucosa
gastrointestinal. Las larvas alcanzan el torrente sanguíneo, en
animales jóvenes, y rompen la pared de los alvéolos pulmonares.
Emigran a las grandes vías respiratorias, desde donde son
transportados por el aparato mucociliar a la faringe y ser tragados,
para establecerse en el intestino delgado. Típicamente infectan el
intestino delgado proximal de todas las especies, las larvas de
Strongyloides se establecen formando túneles en el epitelio sobre la
base de las vellosidades o en criptas.
Los gusanos adultos son pequeños, sólo 6.2 mm de largo,
dependiendo de la especie. Provocan atrofia de las vellosidades, e
infiltrado de células inflamatorias mononucleares en la lámina propia;
el epitelio de las criptas permanece hiperplásico; con acortamiento de
las vellosidades, en algunas ocasiones hay erosiones de la mucosa.
Los huevos larvados o embrionados permanecerán retenidos en el
epitelio.
Los estróngilos de los caballos son tres: Strongylus vulgaris, S.
edentatus y S. equinus. El Strongylus vulgaris es relativamente
común, y se ha considerado el nematodo parásito más importante de
esta especie. En algunos años, los antihelmínticos disminuyeron
considerablemente la presentación de la infección, empero, en los
últimos años es bien reconocida la resistencia antihelmíntica a estos
productos, por lo que ha resurgido la enfermedad.
El S. vulgaris se asocia con lesiones en las arterias mesentéricas,
donde producen reacciones proliferativas locales con engrosamiento
de la pared vascular, llegando a causar debilitamiento y aneurismas.
Las lesiones frecuentes en el intestino grueso son zonas de infarto
por el tromboembolismo producido por las larvas. Las formas adultas
causan anemia. Las larvas-3 en fase infecciosa, ingeridas de los
pastos penetran en la mucosa del intestino delgado y grueso, y
mudan a la larva-4, entran a las arteriolas pequeñas, penetran a la
íntima, hasta llegar a la arteria mesentérica craneal en menos de tres
semanas.
Posteriormente, los adultos inmaduros regresan por las arterias
mesentéricas de la pared del ciego o colon, donde se encapsulan en
la subserosa, forman nódulos de cinco a ocho milímetros de diámetro,
las larvas están rodeadas de restos necróticos, neutrófilos, algunos
eosinófilos y macrófagos, en tanto que las arteriolas adyacentes
contienen trombos. Con el tiempo se rompen los nódulos,
especialmente de ciego y colon ventral derecho. Algunas larvas
quedan atrapadas y encapsuladas en las arteriolas en el mesenterio,
donde permanecen hasta su muerte.
Los síndromes asociados con la migración aberrante incluyen el
líquido cefalorraquídeo y la trombosis de la arteria aórtica-ilíaca. Las
lesiones de la arteria mesentérica craneal y de las arterias cecales
desarrollan cólicos como resultado de la perfusión reducida por el
tromboembolismo, o por la compresión en ganglios autónomos en la
proximidad de la raíz arterial en la aorta. Los animales jóvenes
infectados con un gran número de larvas presentan el síndrome
agudo que se caracteriza por pirexia, anorexia, depresión, pérdida de
peso, diarrea o estreñimiento, cólico e infarto del intestino.
Ascaris suum
Este nematodo reside en el intestino delgado de los cerdos y su ciclo
de vida es directo. Los huevos larvados ingresan al huésped por vía
oral, las larvas se liberan en el intestino, después penetran en la
mucosa para pasar a la sangre portal y luego al hígado y pulmones
entre tres y cinco días después de la infección. En el pulmón, las
larvas se mueven por las vías aéreas a la faringe, donde son
tragadas, llegando al intestino. Los nematodos maduran en el
intestino, y comienzan a poner los huevos dos meses después de la
infección. Los signos clínicos se presentan en cerdos fuertemente
infectados, esto sucede en animales que son criados en lugares sin
buenas medidas de higiene. En granjas de cerdos tecnificadas es raro
observar las lesiones causadas por A. suum. Dichas lesiones se
relacionan con el daño mecánico causado por los nematodos, con
posterior reparación, y reacciones de hipersensibilidad a las excretas
y productos de secreción de las larvas. La patogenicidad de las
formas adultas en el intestino es poco definida. Las infecciones
graves obstruyen el intestino, siendo visible a través de la pared
intestinal. Raramente se observa perforación intestinal. La migración
de las larvas induce lesiones en el hígado y los pulmones. Los signos
respiratorios se caracterizan por disnea asociada con bronquiolitis
eosinofílica por la migración larvaria. Las larvas en el parénquima
hepático inducen un infiltrado inflamatorio muy grave y difuso, lo que
se refleja en el aspecto macroscópico del hígado, que presenta
amplias zonas conocidas como “manchas de leche” (figura 3.49), así
como definición prominente de los lobulillos. El hígado presenta
desde cicatrices grandes hasta confluentes.
a
b
Enteritis tóxicas
Uremia
Este término significa literalmente “urea en la sangre”; se trata de un
síndrome clínico de la insuficiencia renal, causada por alteraciones
bioquímicas y a menudo está acompañado por lesiones extrarrenales.
Las alteraciones bioquímicas de la uremia reflejan los cambios en la
homeostasis renal dirigida a la regulación del volumen de líquido, la
regulación de electrolitos y equilibrio ácido-base, la excreción de
estos productos de desecho y metabolismo de las hormonas. Los
efectos de la disminución de la función renal son acidosis metabólica
o deshidratación.
Las lesiones no renales de la uremia son impredecibles, se observan
con mayor frecuencia en perros, especialmente en los que padecen
insuficiencia renal crónica. Los animales que mueren por la uremia,
generalmente presentan caquexia.
La estomatitis ulcerativa y necrótica en lengua, mucosa oral y tracto
gastrointestinal se produce en perros y gatos; por lo general están
cubiertas por una capa de material café marrón y maloliente. Las
lesiones son más comunes en la insuficiencia renal crónica que en la
aguda. La patogénesis de las úlceras no es clara, pero algunas se
asocian con necrosis fibrinoide de las arteriolas y otras se vinculan
con las bacterias que producen amoniaco de la urea en la saliva. La
mucosa gástrica (a menudo hinchada), con sangre oscura en la zona
ulcerada, posteriormente las bacterias oportunistas infectan esa
mucosa ulcerada y se observa mineralización de las glándulas. Las
lesiones intestinales se asemejan a las del estómago, pero son
menos frecuentes y menos graves, sin mineralización.
Las lesiones gastrointestinales quizá sean las causantes del vómito,
diarrea y melena en los perros urémicos. Los gatos tienen lesiones
gastrointestinales similares a las de los perros. En el ganado, la colitis
urémica es más común.
Antiinflamatorios no esteroidales (AINE)
Los fármacos antiinflamatorios no esteroides causan ulceración de la
mucosa oral, gástrica, intestino delgado superior y de colon, en
diferentes especies. En los equinos, el empleo de fenilbutazona,
incluso en dosis terapéuticas, generan daño isquémico en la mucosa
intestinal. La patogenia se asocia a estrés o deshidratación, en
perjuicio de la mucosa del colon dorsal derecho denominada colitis.
Las lesiones se caracterizan por la isquemia, dependiendo de la
duración y la gravedad de la lesión; la mucosa estaría congestionada
y edematosa, con necrosis superficial y fibrina, o extensamente
erosionada y ulcerada con el exudado fibrinoso. Las lesiones suelen
ser focales, lineales o extensas y segmentarias, en todo el intestino.
El daño microvascular, con formación de microtrombos y la ulceración
isquémica la consideran algunos como la causa de la lesiones en el
estómago e intestino. Esto es el resultado de la toxicidad directa de
fenilbutazona a la microvasculatura, así como la vasoconstricción o
depresión de otros efectos citoprotectores, mediada por la inhibición
de la síntesis de prostaglandinas.
Los animales desarrollan diarrea e hipoproteinemia como resultado
del daño a la mucosa. Las lesiones en la cavidad oral, asociadas con
antiinflamatorios no esteroideos, son las úlceras crateriformes
profundas.
Trastornos circulatorios
Hipertensión portal
El aumento a la resistencia del flujo sanguíneo portal aparece en
varias circunstancias, divisibles en prehepáticas, intrahepáticas y
poshepáticas. Las principales afecciones prehepáticas son la
trombosis obstructiva, el estrechamiento de la vena porta, antes de su
ramificación dentro del hígado, la esplenomegalia masiva con
aumento de flujo sanguíneo a la vena esplénica. Las principales
causas poshepáticas son una insuficiencia cardiaca derecha grave,
pericarditis constrictiva y obstrucción de la salida de la vena hepática.
Las causas intrahepáticas son el hígado en estadio final o cirrosis
(figura 3.53; cuadros 3.6 y 3.7; figura 3.54).
Figura 3.53. Patogenia de la hipertensión portal.
Posthepática
Intrahepática
Prehepática
b
Figura 3.56. Puentes portosistémicos. a) Se caracterizan por la presencia de
numerosas arteriolas y la ausencia de venas en el espacio porta. b) El diagnóstico
definitivo se realiza por medio de imagenología en el individuo vivo. Tinción H-E.
Trastornos degenerativos
Sustancias hepatotóxicas
El hígado es el órgano que más daño toxico presenta, debido quizás
a dos razones principales: porque recibe aproximadamente el 70 %
del suministro de sangre de la vena porta, la cual drena sangre del
tracto gastrointestinal, por lo que todas las sustancias tóxicas
ingeridas en el alimento (plantas, hongos y productos bacterianos, por
ejemplo, Salmonella sp., y Clostridium sp.), metales pesados,
minerales y químicos que se absorben por la sangre portal van a dar
al hígado. La segunda razón es que el hígado posee algunas enzimas
capaces de metabolizar una gran variedad de sustancias endógenas
y exógenas para que se eliminen del cuerpo; aunque durante este
proceso ocurra la activación de algunas sustancias para que sean
más tóxicas al organismo, causando daño hepático.
La pirrolizidina es un alcaloide presente en muchas plantas de las
familias Boraginaceae, Compositae y Leguminosae alrededor del
mundo, entre las que se encuentran el Senecio, Crotalaria,
Cynglossum, Amsinckia, Heliotropium y otras. Los efectos tóxicos
dependerán de cuáles alcaloides estén presentes en la planta y la
cantidad ingerida. Los alcaloides ingeridos son convertidos en esteres
pirrólicos por el sistema de la citocromo P-450. Estos esteres son
sustancias alcalinizantes que reaccionan con los constituyentes
citolíticos y nucleares. Los cerdos son los más suceptibles, pero se
encuentran de igual manera en los borregos, caballos y bovinos, con
una suceptibilidad intermedia.
La lesión característica de la intoxicación por el alcaloide pirrolizidina
es la presencia de megalocitosis, que representa hepatocitos con el
núcleo y citoplasma aumentado de tamaño. En las intoxicaciones
crónicas hay fibrosis hepática, hiperplasia de conductos hepáticos y,
ocasionalmente, regeneración nodular del parénquima. Dicha lesión
no es patognomónica de la intoxicación por el alcaloide pirrolizidina,
pues ocurre con otros tóxicos como aflatoxinas y nitrosaminas.
Hepatosis dietética o necrosis hepática nutricional
Es un síndrome de los cerdos jóvenes de rápido crecimiento; consiste
en un cuadro de necrosis hepática aguda; una manifestación de una
serie de desórdenes que se presentan, causados por la deficiencia de
vitamina E o selenio. La patogenia aún no está completamente
descrita, sin embargo, se establece que la vitamina E y el selenio
actúan en los procesos antioxidantes antagonistas de la formación de
los radicales libres y que son fundamentales para el mantenimiento
de las membranas celulares. Se caracteriza por las hemorragias
centrilobulillares a necrosis hepática masiva.
La apariencia macroscópica del hígado presenta la necrosis y las
hemorragias graves conforme a la gravedad del padecimiento, así
como hepatomegalia, de color rojo oscuro y friable.
Hepatitis crónica
La hepatitis crónica es un grupo heterogéneo de enfermedades
inflamatorias y necróticas del hígado. Se han reconocido comúnmente
en perros y clasificado como una enfermedad crónica que progresa a
cirrosis y, por ende, tiene mal pronóstico. Se ha observado que hay
predisposición de razas que desarrollan hepatitis crónicas, por
ejemplo, el Terrier escocés, Cocker spaniel, West higland terrier,
Labrador y Doberman.
Las hepatitis crónicas comprometen una gran variedad de procesos
patológicos que afectan a los perros de cualquier edad. La respuesta
del hígado a una gran variedad de agentes etiológicos es muy similar,
lo que dificulta el diagnóstico. En medicina humana, las hepatitis
crónicas se dividen en dos grupos: hepatitis crónica persistente y
hepatitis crónica activa; con base en la relación de las lesiones
macroscópicas y la respuesta inflamatoria. En medicina veterinaria,
no existe tal agrupación y se clasifican conforme a su cronicidad,
como hepatitis crónica activa, hepatitis lobular de disección y cirrosis
posnecrótica.
Las hepatitis crónicas en perros se caracterizan histológicamente
por la presencia de apoptosis hepatocelular o necrosis, con infiltrado
inflamatorio variable mononuclear o mixto, regeneración y fibrosis.
Los agentes involucrados incluyen el Adenovirus tipo 1, Herpesvirus,
Leptospira sp., Helicobacter sp., varias toxinas y fármacos, como los
corticosteroides y anticonvulsivos, defectos asociados al metabolismo
del cobre; posible origen genético por la predisposición de razas,
como en el Terrier bedlington y Cocker spaniel.
Desafortunadamente, en la mayoría de los casos, la causa o agente
etiológico es desconocida. En los humanos, la afección hepática es
secuela de infecciones virales, ya sea por enfermedades
inmunomediadas, como la anemia hemolítica autoinmune y lupus
eritematoso.
Cirrosis o hígado en estadio final
Es un proceso hepático difuso, caracterizado por fibrosis, nódulos
parenquimatosos y alteración de la arquitectura de todo el hígado. Es
producto de un daño irreversible de enfermedad hepática, por lo que
se conoce como hígado en estadio final. Se presenta en varias
especies, particularmente en perros jóvenes. En el plano
macroscópico se observan numerosos nódulos en el parénquima con
presencia de tejido fibroso. Histológicamente, se observan la
formación de tabiques de tejido fibroso que unen a los espacios porta
entre sí, y éstos con las arterias hepáticas terminales; los nódulos
parenquimatosos contienen hepatocitos de diámetros variables
rodeados por el tejido fibroso, los cuales son de pequeños
(micronódulos) a muy grandes (macronódulos) de varios centímetros,
en los que se observan células de regeneración dentro de los
nódulos. La inflamación está presente de ligera a moderada, con
infiltrado de células mononucleares.
Las causas en los animales domésticos son variadas: la toxicosis
crónica por el consumo continuo de hepatotoxinas por ingestión de
plantas toxicas que contienen alcaloides pirrolizidina, así como
tratamientos prolongados con anticonvulsivos (primidona). Otras
causas son la obstrucción biliar extrahepática crónica y colestasis,
hepatitis crónica y colangitis crónica. El hígado en estadio final no
tiene una función normal, por lo que acusa manifestaciones clínicas
importantes de los animales afectados. En la mayoría de los casos la
causa primaria no se determina (cuadro 3.8 y figura 3.58). El hígado
en estadio final no tiene una función normal, los animales afectados
se presentan con manifestaciones clínicas importantes; la más
evidente es la ictericia en diferentes órganos y tejidos (figuras 3.59,
3.60 y 3.61).
Cuadro 3.8. Causas de la cirrosis hepática o hígado en estadio final
Causas
Consecuencia del alcoholismo (humanos)
Hepatitis crónica activa
Enfermedad biliar
Sobrecarga de hierro
Anormalidades del metabolismo del cobre
Anormalidades vasculares
Puentes portosistémicos
Hepatotoxinas
Obstrucción biliar
Congestión pasiva crónica
Figura 3.58. Cirrosis hepática. Hígado de aspecto nodular, con fibrosis y
alteración de la arquitectura del hígado.
Hepatitis virales
Adenovirus (hepatitis infecciosa canina)
Esta enfermedad la causa el Adenovirus canino tipo 1. Afecta a
perros domésticos y a otros canidos silvestres (zorros, lobos y
coyotes). En la mayoría de los casos, la enfermedad es asintomática
y cuando produce enfermedad clínica generalmente no es fatal. El
virus se deposita en los hepatocitos, células endoteliales y epitelio
renal. Cuando la enfermedad es fulminante, presenta necrosis
hepática y hemorragias en varios órganos. La infección es por vía
oral, con orina de perros infectados. El virus se replica en la tonsila,
se disemina a los linfonodos, ducto torácico y a la circulación
sistémica.
La viremia está asociada a fiebre y leucopenia. El virus produce
necrosis de los hepatocitos, generalmente centrilobulillar, así como
daño endotelial que induce a la coagulación intravascular diseminada
y diátesis hemorrágica. Es característica la presencia de cuerpos de
inclusión amfofílicos intranucleares en hepatocitos y células
endoteliales (figura 3.62). El hígado se encuentra aumentado de
tamaño y friable, con pequeños focos de necrosis. Algunos perros
que se recuperan de la infección desarrollan una uveítis por
deposición de complejos inmunes (hipersensibilidad de tipo III), la
cual produce degeneración y necrosis del endotelio corneal y edema,
que toma el aspecto de “ojo azul”.
Hepatitis bacterianas
Hepatitis necrótica infecciosa o enfermedad negra
Se presenta en el ganado bovino y en los borregos, aunque también
la padecen los cerdos y los caballos. Esta enfermedad es similar a la
hemoglobinuria bacilar producida por el Clostridium novyi tipo B,
siendo éste el más frecuente.
Las esporas inactivas dentro del órgano germinan cuando hay una
disminución de la tensión de oxígeno, liberando toxinas que producen
necrosis coagulativa y, en ocasiones, la muerte del huésped. La
germinación de las esporas ocurre cuando hay migración de
tremátodos inmaduros. Macroscópicamente, el hígado presenta
zonas pálidas por necrosis hepatocelular, con hiperemia periférica a
la zona dañada. Los cadáveres de los animales afectados es común
que se pudran rápidamente, porque los animales presentan fiebre
antes de morir.
Salmonella sp.
La bacteremia producida por Salmonella sp. produce lesiones
hepáticas caracterizadas por cúmulos de células mononucleares, que
frecuentemente son referidos como “nódulos paratifoideos”. Otras
bacterias que producen lesiones inflamatorias o necróticas en el
parénquima hepático incluyen a Brucella sp., Yersinia
pseudotuberculosis, Mannheimia haemolytica y Truepeurella pyogens,
entre otras.
Leptospira sp.
La leptospirosis es una enfermedad infecciosa zoonótica de
distribución mundial, causada por leptospiras patógenas. Es
transmitida directa o indirectamente al humano y animales; es de
distribución mundial, siendo más común en áreas tropicales y
subtropicales. El género Leptospira se clasifica sobre una base
fenotípica y genotípica. La base fenotípica considera las especies de
Leptospira interrogans con más de doscientas serovariedades y
Leptospira biflexa. Una gran variedad de mamíferos participan como
portadores de leptospiras. La bacteria se encuentra en la luz de los
túbulos contorneados del riñón y la eliminan junto con la orina por
largos periodos. La enfermedad se adquiere directamente por
contacto con orina de animales infectados o portadores, y a través de
ambientes contaminados con orina. Puede haber infección
transplacentaria e infectar al feto. Dependiendo de la serovariedad, la
infección afecta a los eritrocitos, riñón, hígado y otros tejidos. El
hígado está involucrado en la mayoría de las leptospirosis agudas
graves, debido a que se produce una anemia hemolítica intravascular
que causa daño isquémico centrolobulillar. En los perros, la infección
aguda por Leptospira interrogans var. Grippotyphosa produce
hepatitis periportal con exudado mixto (neutrófilos, linfocitos y células
plasmáticas), lipidosis y disociación de conductos biliares, o bien,
hepatitis crónica activa. Las hemorragias hepáticas y la ascitis
dependerán de los serotipos involucrados.
Tuberculosis
La tuberculosis es una enfermedad zoonótica producida por el
Mycobacterium bovis, que aún no ha sido erradicada en México. El
sitio primario de enfermedad es pulmonar, con diseminación a otros
órganos, incluyendo el hígado. La lesión característica en este órgano
son los granulomas con distribución al azar, los cuales presentan el
centro necrótico caseoso rodeado por linfocitos, células epitelioides y
células gigantes, cubierto por una cápsula fibrosa.
Abscesos hepáticos
Los abscesos hepáticos se presentan en bovinos de cualquier edad y
tipo de ganado, sobre todo en los que mantienen un agresivo
programa de alimentación. El hígado constituye el dos por ciento del
peso de una canal. La pérdida económica por decomiso en rastro de
piezas cuyos hígados tienen esta lesión aún no ha sido estimada en
México; sin embargo; en Estados Unidos es la segunda causa de
decomiso de una canal. El impacto económico es considerable, pues
los animales vivos que presentan esta lesión disminuyen en el
consumo de alimento, reducción en la ganancia de peso, disminución
en la eficiencia alimenticia y disminución en la calidad y peso de la
canal.
La patogenia de los abscesos hepáticos está íntimamente
relacionada con la rumenitis y la acidosis ruminal, afecciones que
dañan la mucosa ruminal y alteran la microbiota normal. Los agentes
etiológicos frecuentemente involucrados son Fusobacterium
necrophorum, Actinomyces pyogenes, Bacteroides spp., Clostridium
spp., Pasteurella spp., Peptostreptococcus spp., Staphylococcus spp.,
Streptococcus spp., Arcanobacterium sp., además de otros menos
frecuentes. La vía de diseminación que toman estos agentes es por la
vena porta.
Los abscesos hepáticos se pueden presentar en todas las especies
domésticas y desarrollarse por diferentes vías de diseminación. Otras
vías de diseminación de bacterias y de formación de abscesos
hepáticos son la vena umbilical en infecciones umbilicales en
animales recién nacidos; la arteria hepática como parte de una
bacteremia; infección ascendente del sistema biliar; migración
parasitaria; así como extensión directa de procesos inflamatorios de
órganos vecinos del hígado. Una secuela de la ruptura de un absceso
hepático es el tromboembolismo hacia la vena hepática o vena cava
caudal y que se aloje en los pulmones; o bien, una peritonitis (cuadro
3.9; figuras 3.63 y 3.64).
Arteria hepática
Infección generalizada
Sistema biliar
Migración parasitaria
Figura 3.63. Patogenia de los abscesos hepáticos causados por una rumenitis
tóxica.
b
Figura 3.64. Abscesos hepáticos en bovino. a) Hígado de bovino con abscesos
multifocales, b) corte de hígado de bovino con abscesos de aspecto blanco
cremoso.
Hepatitis parasitarias
Fasciola hepática
Los parásitos adultos se reproducen y eliminan sus huevos por los
conductos biliares, a través de los cuales se dirigen al intestino y se
expulsan en las heces. La severidad de las lesiones es proporcional a
la cantidad de metacercarias que penetren al organismo. Los
animales son más susceptibles a múltiples dosis de parásitos que a
una sola dosis, aunque el número sea el mismo.
Las lesiones producidas por este parásito son constantes e
importantes en el hígado, sin embargo, ocasionalmente el parásito
migra a los pulmones y otros órganos. En becerros infectados
experimentalmente, la mayoría de las lesiones hepáticas en forma
aguda se caracterizan por una marcada infiltración de eosinófilos y
células cebadas; no hay producción de interferón gamma, los
resultados sugieren fuertemente que en la infección hepática se
induce una respuesta de hipersensibilidad tipo 2 de bajo efecto
protector.
Los parásitos localizados en los conductos biliares inician la
producción de huevos aproximadamente a las diez semanas
posteriores a la infección oral, su presencia en estas estructuras
exacerba considerablemente la reacción tisular, hasta producir una
colangiohepatitis. El epitelio biliar es estimulado, produciendo una
hiperplasia papilar y glandular en algunas zonas, y erosión en otras.
Las paredes de los conductos biliares se infiltran con eosinófilos,
linfocitos y macrófagos, y eventualmente se engrosarán por la
proliferación de tejido fibroso. La oclusión parcial o total de los
conductos biliares es una consecuencia frecuente. La fibrosis
extensiva y calcificación de los conductos biliares es más
característica en bovinos.
La hipertensión portal es otra consecuencia del incremento de
colágena y pérdida de la arquitectura lobular normal, se caracteriza
por un aumento de la presión dentro de la vena porta, que surge del
daño sobre el flujo venoso; posteriormente, hay un incremento
compensatorio por la arteria hepática. En el caso de la fasciolasis, se
clasificaría como hipertensión portal intrahepática, por un incremento
de la resistencia al flujo dentro de las sinusoides.
En los casos más severos de fasciolasis, se desarrolla la cirrosis
hepática o hígado en estadio final; se caracteriza por pérdida de la
arquitectura hepática normal, causada por la regeneración del
parénquima, fibrosis y frecuentemente hiperplasia de los conductos
biliares (figura 3.65). Los daños vasculares graves tienen serias
repercusiones en la salud del paciente afectado con cirrosis hepática,
entre las cuales se encuentran numerosas anastomosis entre la vena
porta y el sistema vascular, como consecuencia de la hipertensión
portal. Cuando el proceso resulta irreversible, es apropiado emplear el
término hígado en estadio final; esto es, cuando el término de cirrosis
hepática es insuficiente para describir el severo daño en el
parénquima hepático.
Figura 3.65. Fasciola hepatica. Hígado de bovino. Engrosamiento de los
conductos biliares (fibrosis) y lodo biliar causado por la irritación crónica que
produce el parásito.
Vesícula biliar
La vesícula biliar almacena y concentra la bilis. Su estructura es
similar en todas las especies domésticas, siendo ausente en el
caballo, la rata y el elefante. La bilis consiste en agua, sales biliares,
bilirrubina, colesterol, iones inorgánicos y otros constituyentes. La bilis
se forma continuamente, pero el grado de secreción varía
considerablemente dependiendo del estímulo. Es importante para la
digestión de grasa en la dieta; es la ruta de excreción de metabolitos
y drogas, y actúa como sustancia amortiguadora al neutralizar el pH
de la ingesta.
Obstrucción biliar
Los problemas de circulación de la bilis se deben a la obstrucción de
los conductos biliares, a raíz de los cálculos, cuerpos extraños como
parásitos dentro de los conductos biliares (Fasciola hepática) y
estenosis de los conductos por compresión externa de neoplasias o
fibrosis perivascular. La obstrucción completa de una rama de los
conductos biliares provoca colestasis extrahepática e ictericia. La
colestasis prolongada causa dilatación de los conductos, hiperplasia
biliar en las áreas portales, con extensión dentro del parénquima y
daño hepatocelular a raíz de la retención de los constituyentes
biliares. La salida de bilis en las zonas portales propicia la inflamación
y fibrosis.
Colelitiasis
Los colelitos o cálculos son poco frecuentes en los animales
domésticos, siendo en los rumiantes en los que especialmente se
describen. Éstos están formados por componentes de la bilis y se
forman cuando hay una sobre saturación y precipitación de sales. Los
cálculos en la vesícula biliar generalmente no tienen significancia
clínica (figura 3.66).
Figura 3.66. Cálculos biliares en perro. La pared de la vesícula biliar se encuentra
engrosada severamente.
Colecistitis
Es la inflamación de la vesícula biliar. La inflamación aguda se
presenta por las infecciones virales, como la Fiebre del valle de Rift,
en los rumiantes, y en la hepatitis infecciosa canina, en la que el
edema y las hemorragias son características. La colecistitis fibrinosa
se manifiesta en becerros con salmonelosis aguda, causada por
Salmonella enterititidis, serotipo dublin. Otras bacterias de la sangre o
del intestino provocan colecistitis aguda o crónica. La ruptura de la
vesícula biliar es rara, pero puede causar una peritonitis por el efecto
irritante de la bilis.
Páncreas
La función del páncreas exocrino es producir y secretar enzimas
digestivas. La mayoría de estas enzimas se almacenan en el
páncreas como precursores inactivos, siendo la amilasa y la lipasa las
excepciones. La secreción de éstas responde a un estímulo hormonal
y neural (figuras 3.67, 3.68 y 3.69). Los desórdenes inflamatorios en
el páncreas se clasifican como pancreatitis aguda o crónica.
Figura 3.67. Función endocrina y exocrina del páncreas.
Pancreatitis aguda
Es especialmente común en perros, sobre todo en hembras obesas y
sedentarias. La pancreatitis se presenta en perros como una
consecuencia de la liberación de enzimas pancreáticas activadas
dentro del parénquima pancreático y tejidos adyacentes. La digestión
del tejido pancreático es producida principalmente por la fosfolipasa A
y la elastasa, seguido por una liberación de mediadores inflamatorios,
los cuales amplifican el proceso y atraen a células inflamatorias. La
descripción del mecanismo responsable de la liberación de estas
enzimas activadas todavía no se entiende por completo, sin embargo,
está asociado a que el perro afectado previamente ingirió un alimento
abundante en grasa. Los signos de pancreatitis aguda son anorexia,
vómito y dolor abdominal. El páncreas se encuentra edematoso, con
áreas grises o blancas, producto de la necrosis y zonas de
hemorragia. Las lesiones histológicas son principalmente daño
vascular, hemorragia, inflamación por leucocitos alrededor de la zona
afectada por necrosis coagulativa; exudado fibrinoso en los septos
interlobulares. La pancreatitis hemorrágica aguda es un cuadro más
grave. Las área de necrosis de la grasa se observan con aspecto de
yeso o gis, producto de la saponificación del tejido adiposo necrótico
en el mesenterio. La cavidad peritoneal frecuentemente contiene
líquido sanguinolento con fragmento de grasa. La peritonitis se
manifiesta con adherencias fibrinosas entre el tejido pancreático y los
tejidos u órganos vecinos. Tal vez ocurra un efecto sistémico por la
liberación de mediadores de la inflamación y las enzimas activadas
del páncreas dañado, como daño vascular y hemorragias
diseminadas, choque y coagulación intravascular diseminada
(cuadros 3.10 y 3.11; figuras 3.70, 3.71, 3.72, 3.73, 3.74 y 3.75).
Extracción microvascular
Edema
Endotoxemia
Daño vascular Trombosis
Tóxica-metabólica
Acumulo de lípidos células acinares Necrosis y fibrosis
Estrés oxidativo
OH y oxidación de lípidos Quimiocionas e inflamación
Necrosis y fibrosis
Figura 3.76. Secuelas de pancreatitis crónica.
Peritoneo
La cavidad peritoneal está revestida por una capa simple de células
mesoteliales, sustentado en tejido conectivo; también recubre las
superficies viscerales y en conjunto forman el peritoneo.
Acumulación de líquidos anormales
El cúmulo de líquido ascítico, inflamatorio, infeccioso o neoplásico en
el peritoneo, dependerá de la alteración vascular y celular que se
presente local o sistémicamente por diferentes factores etiológicos.
Las principales causas de ascitis o hidroperitoneo en los animales
domésticos son la falla cardiaca congestiva (mal de altura); la
hipoproteinemia (desnutrición); insuficiencia hepática grave;
enteropatías graves que pierden o evitan la absorción de proteínas;
síndrome abdominal agudo en caballo y la enfermedad glomerular. El
diagnóstico definitivo de cualquiera de las patologías mencionadas se
complementa con examen físico completo, estudios radiográficos o de
ultrasonografía, así como análisis físico-químico del líquido.
Citológicamente se observa escasa celularidad, principalmente
células mesoteliales y macrófagos.
El hemoperitoneo se evidencia con endometriosis, ruptura de algún
vaso de la zona, neoplasias, traumatismos y defectos en la
hemostasia. Para el estudio citológico, es importante destacar que en
la toma de la muestra, se puede contaminar con sangre, por lo que
puede enmascarar el diagnóstico. Se encuentra eritrofagocitosis y
ausencia o presencia de plaquetas en una hemorragia aguda,
mientras que en una hemorragia crónica se observa solamente
eritrofagocitosis. En una muestra contaminada con sangre se
observan numerosas plaquetas, pero ausencia de eritrofagocitosis.
Los exudados asépticos se asocian a enfermedades
inmunomediadas; presencia de cuerpo extraño, como sucede durante
las cirugías (talco, suturas) con reacción granulomatosa y fibrosis. En
el examen citológico se encuentran numerosas células inflamatorias
como son neutrófilos, macrófagos, linfocitos, eosinófilos y células
plasmáticas.
La peritonitis infecciosa se asocia principalmente a agentes
bacterianos. Arcanobacterium pyogenes, Nocardia asteroides,
Eschericha coli, Streptococcus sp., Fusobacterium sp., Actinomyces
sp., Pasteurella sp., Clostridium sp., Mycoplasma sp. y algunos
agentes fungales, se diseminan por vía sanguínea, por ruptura de
abscesos, cirugías, ruptura de órganos internos por traumatismos o
aumento de la presión interna o gastroenteritis (figura 3.78).
Citológicamente se encuentran neutrófilos, con cambios
degenerativos nucleares (hipersegmentación o fragmentación
nuclear), macrófagos y flora bacteriana libre o fagocitada. En menor
cantidad, se encuentran linfocitos y células plasmáticas, lo cual
dependerá de la cronicidad del proceso infeccioso. La peritonitis
granulomatosa incluirá a agentes como Mycobacterium bovis,
metacéstodos de Echinococcus granulosus, T. psiformis, T.
hydatigena y Oesophagostomum sp.
Boca
Ameloblastoma acantomatoso canino
Es un tumor común de la arcada dental canina. Otros nombres
ususales para este tumor son epulis acantomatoso, ameloblastoma
periférico, carcinoma de células basales y adamantinoma. Es un
tumor de origen epitelial odontogénico, basado en la morfología; se
agrega el término descriptivo acantomatoso para destacar la
presencia de acantocitos en el tumor. Sus características
morfológicas se definen por ser una masa verrugosa exofítica, a
menudo se producen en ambos lados de la arcada dental de la
mandíbula o el maxilar en perros.
En casos avanzados, las radiografías revelan osteolisis.
Histológicamente presentan una amplia la interconexión de capas de
epitelio odontogénico no queratinizado con una palizada periférica y
central de formación acantocítica, con puentes intercelulares típicos
prominente o de retículo estrellado. El mesénquima es altamente
celular, con fibroblastos estrellados en un fondo de colágeno fibrilar
denso. Los tumores avanzados son localmente infiltrantes, pero
nunca producen metástasis. El tratamiento de elección es la escisión
quirúrgica extensa con la confirmación histológica de los bordes libres
de células neoplásicas. Estos tumores responden favorablemente a la
terapia de radiación (figura 3.79).
Figura 3.79. Ameloblastoma acantomatoso. Tumor derivado del epitelio
odontogénico.
Melanoma
El melanoma maligno oral se presenta en la mayoría de las especies
domésticas, pero con mayor frecuencia en perros. En estos últimos se
considera el tumor maligno más frecuente de cavidad oral, con el 6 %
aproximadamente de todos los tumores orales. No parece haber
predisposición de sexo o raza.
Existe el riesgo relativo de que el desarrollo de estos tumores
aumenta con la edad y el rango de edad es de ocho a dieciséis años.
Los sitios tumorales incluyen encías, labios, paladar, bolsas guturales
y lengua. Los tumores son generalmente solitarios. Los nódulos
asintomáticos son menores de un centímetro, las lesiones son
frecuentemente de tres a cuatro centímetros, son sésiles y con
frecuencia tienen una superficie ulcerada cuando son externos. Los
melanomas, tienden a ser de forma oval o moldeados por la anatomía
de la mandíbula. La superficie puede ser de color negro. Su
consistencia es firme, a no ser que presente necrosis o infección
secundaria que lo reblandezca. Al corte son de color negro uniforme,
pero en ocasiones hay focos de diferentes tamaños con menos
pigmento de color marrón, gris o blanco (amelánicos).
Microscópicamente son pequeños focos de hasta veinte células
fuertemente pigmentadas, distribuidas en los niveles basales del
epitelio de la mucosa. Cuando son blanqueadas, las células son
redondas o poligonales, con núcleos centrales redondos u ovales y
uniformes, aunque toman otras formas. La mayoría de los melanomas
orales se infiltran en la submucosa, y algunos también se extienden
en el epitelio. El tumor se divide en lóbulos, con un estroma de
colágeno. El contenido de melanina y el índice mitótico varían en
diferentes zonas de un tumor y entre los tumores.
En tumores amelánicos se emplea la tinción de Fontana Masson; si
el tejido está disponible para cortes por congelación, se emplea
dihidroxifenilalanina oxidasa (DOPA) para demostrar el pigmento. Los
tumores melanóticos malignos son raros en la boca de los gatos
(figuras 3.81 y 3.82).
Linfoma
Este padecimiento se define como una proliferación de células
linfoides malignas que se originan en nódulos linfáticos u órganos
viscerales sólidos, como el hígado o el bazo. Es el tumor
hematopoyético más común en pequeñas especies y, por lo general,
afecta a perros entre los cinco y los once años. Entre las razas con
predisposición a esta neoplasia se encuentran: los Bóxer, Basset
hound, San Bernardo, Terrier escocés, Airedale terrier, Cobrador
dorado y Bulldog inglés. En perros hay una incidencia de tres a seis
casos de cada cien mil. En el gato, las neoplasias hematopoyéticos
abarcan un 33 %, siendo el linfoma el 90 % de los tumores. Se
calcula una frecuencia de doscientos casos por cada cien mil gatos.
La etiología se desconoce en su mayor parte; sin embargo, se
sugieren algunos factores ambientales, particularmente el herbicida 2-
4 diclorofenoxiacético, y perros que se encuentran en constante
exposición a campos electromagnéticos corren mayor riesgo de
presentar linfoma. El origen retroviral ha sido demostrado en varias
especies, dentro de las cuales se incluye a gatos, pollos, vacas y
humanos; empero, en el perro no es concluyente la evidencia de esta
etiología.
La presentación del linfoma, de acuerdo a su localización anatómica,
se clasificaría en cuatro formas: multicéntrico, intestinal, mediastínico
y extranodal. El linfoma intestinal se caracteriza por una infiltración
difusa o multifocal del tracto gastrointestinal, en la submucosa y
lámina propia de intestino delgado y raramente transmural; con
aumento del tamaño de los linfonodos mesentéricos. Los signos más
frecuentes son vómito, anorexia, diarrea y pérdida de peso, en
ocasiones aparecen signos de obstrucción intestinal y peritonitis. El
hígado, bazo y nódulos mesentéricos pueden estar o no involucrados.
Es el segundo linfoma más común (5-7 % de los casos). Es más
frecuente en machos. El diagnóstico diferencial es la enteritis
plasmocítica (figura 3.85).
Figura 3.85. Linfoma intestinal en un perro. Infiltración neoplásica difusa en
submucosa y lámina propia de intestino delgado (raramente transmural) (a y b).
Hígado
Carcinoma hepatocelular
Este tumor se presenta en gatos, perros, vacas, borregos, cerdos y
caballos. La edad de aparición más frecuente en el borrego, cerdo y
vaca es en ejemplares menores de un año. En perro y gato es en la
edad adulta. No hay predisposición de raza. Siendo más frecuente
entre los machos. En los seres humanos, se sugiere que existe una
asociación en los pacientes que han presentado hepatitis virales B y
C, infecciones con Helicobacter sp. Las aflatoxinas contenidas en los
alimentos producidas por Aspergillus flavus son potentes
carcinógenos en mamíferos, peces y aves; parásitos como
trematodos y cestodos en los bovinos y clonorchiasis en perros,
aunque esta asociación no es muy clara.
Otros agentes, como andrógenos, pirrilizidinas y nitrosaminas,
también son referidos. Los signos clínicos son anorexia, vómito,
diarrea, debilidad, dolor y distensión abdominal; posteriormente, se
desarrolla ictericia, ascitis y disturbios en el sistema nervioso central.
El carcinoma hepatocelular puede ser masivo, nodular o difuso. La
forma masiva es más común en los perros. Se ha encontrado en
todos los lóbulos del hígado, pero el lóbulo lateral izquierdo suele ser
el que se afecta con más frecuencia. La apariencia histológica varía
considerablemente, dependiendo del grado de diferenciación de los
hepatocitos y el arreglo de las células. Se clasifican en trabecular,
adenoide y sólido. En el trabecular es más diferenciado el arreglo
histológico y tiene gran parecido con el hígado normal. El estroma
está formado por trabéculas de tejido conectivo y puede ser fino o
nulo.
La necrosis está presente en el tumor. En algunos casos se
observan los sinusoides dilatados. Las metástasis son poco
frecuentes, pero pueden afectar a los pulmones y los linfonodos
hepáticos. El diagnóstico diferencial se realizará entre el carcinoma
hepatocelular bien diferenciado y el adenoma hepatocelular,
colangiocarcinoma y metástasis de otros tumores al hígado.
Carcinoma de conductos biliares o colangiocarcinoma
Este tumor se presenta en perros, gatos, ovejas, vacas, caballos y
cabras. Estas neoplasias son relativamente poco comunes en todas
las especies domésticas. Comprenden menos del uno por ciento de
todas las neoplasias manifestadas en perros, gatos, ovejas y
caballos, pero llegan a ser más frecuentes en el ganado.
En los perros, el carcinoma hepatocelular es más frecuente que el
colangiocarcinoma. Estos tumores surgen del sistema biliar
intrahepático, con mayor frecuencia que en los conductos
extrahepáticos o en la vesícula biliar. El 65 % de los perros con
colangiocarcinomas son mayores de diez años de edad, y en mayor
número de hembras que de machos. Los signos clínicos son
inespecíficos; similares para los gatos y los perros, como letargo,
anorexia, vómitos, pérdida de peso y disnea. A menudo se palpa una
masa hepática o hepatomegalia. Del 10 al 40 % de los animales
afectados con este tumor presentan ictericia.
En el plano macroscópico tiene un crecimiento masivo o
multinodular. Las lesiones masivas sustituyen todo un lóbulo hepático
y se extienden a los lóbulos adyacentes; en la forma multinodular, los
tumores varían desde 0.5 a 4 cm de diámetro y se hallan dispersos en
todos los lóbulos del hígado. Los tumores suelen tener una apariencia
umbilicada, en particular cuando sobresalen por encima de la cápsula
del hígado. La superficie de corte de los tumores varía de blanco a
amarillo-marrón. Los bordes de las lesiones son generalmente bien
delineadas en el parénquima. La textura es una característica
patológica macroscópica importante del colangiocarcinoma, tiene
consistencia firme, porque presenta abundante tejido conectivo y lo
distingue de los carcinomas hepatocelulares (típicamente blandos y
friables).
Histológicamente son similares en todas las especies. Los tumores
se componen de las células que conservan una semejanza con
epitelio biliar. Los carcinomas bien diferenciados son organizados en
una disposición tubular o acinar. Los carcinomas pobremente
diferenciados se componen de grupos, islas o cordones y presentan
diferenciación escamosa. Los componentes epiteliales de las
neoplasias generalmente se separan con tejido conectivo fibroso. La
abundancia de este tipo de tejido varía entre los tumores, por lo cual
es responsable de la textura firme de estas neoplasias. La presencia
de mucina dentro de los túbulos neoplásicos o acinos es frecuente,
además de que se tiñe fácilmente con ácido periódico de Schiff o azul
alciano a un pH 2.5, indicativo de su naturaleza ácida.
La etiología del colangiocarcinoma no ha sido bien establecida en
los animales domésticos. Se sugiere que las perras
ovariohisterectomizadas presentan un mayor riesgo que las perras
intactas o los machos. Existe una asociación entre el parasitismo por
Clonorchis sinensis y el colangiocarcinoma en perros y gatos. Los
colangiocarcinomas son altamente invasivos de crecimiento y
metástasis. La tasa de metástasis extrahepáticas en perros es de 60
a 88 %. Los sitios más frecuentes de metástasis incluyen los
linfonodos, los pulmones y la cavidad peritoneal (figuras 3.86 y 3.87).
Figura 3.86. Colangiocarcinoma. Crecimiento multinodular, que por general tiene
la superficie umbilicada.
Metástasis
El hígado es el órgano más importante en la incidencia de metástasis;
otros órganos involucrados son el pulmón, riñón y los linfonodos
regionales. Las neoplasias metastásicas que predominan son los
linfomas y hemangiosarcomas. Los tumores metastásicos en el
hígado son más comunes que las neoplasias primarias en la mayoría
de las especies, excepto en el borrego. En el perro, las neoplasias
metastásicas son aproximadamente tres veces más comunes que los
tumores primarios de hígado en perros, y quizá también en la mayoría
de las otras especies. La metástasis hepática ha sido informada en
más de un 30 por ciento de los tumores malignos en perros.
El linfoma es el tipo más común de neoplasia de metástasis en
hígado de perros, bovinos, ovejas y cerdos. En tanto que el
carcinoma es la neoplasia epitelial metastásica más común en el
hígado. La apariencia histológica del tumor metastásico generalmente
se corresponde con el tumor de origen. El aspecto macroscópico de
los linfomas y neoplasias mieloides se caracteriza por la expansión
uniforme en el hígado, aunque las formas nodulares de estas
neoplasias de igual modo ocurren. Cuando el linfoma involucra el
hígado, los linfocitos neoplásicos por lo general se encuentran dentro
de los espacios porta o dentro del tejido conectivo que rodea la vena
central (figura 3.88).
Peritoneo
Mesotelioma
Se denominan mesoteliomas los tumores primarios de las células
mesoteliales que recubren la cavidad peritoneal; Han sido reportados
en ganado vacuno, caballos, perros y gatos. El mesotelioma debe
diferenciarse del mesotelio activado o reactivo y de carcinomatosis.
Las células mesoteliales normales aplanados reaccionan a los
estímulos inflamatorios, transformándose en células cúbicas o incluso
columnares; y el citoplasma llega a contener glucógeno. El
revestimiento peritoneal desarrolla papilas, pero éstas están
revestidas por una sola capa de células mesoteliales activadas o
reactivas. Las células activadas a veces son descamadas y quedan
atrapadas en el exudado inflamatorio, dando lugar a una apariencia
de metástasis de carcinoma transcelómico. El mesotelioma puede ser
epitelioide, papilar, sarcomatoide o más comúnmente muestra un
patrón mixto. Las células epitelioides varían en tamaño, pero son más
grandes que las reactivas. Los núcleos centrales son más grandes,
hipercromáticos, pleomórficos; algunas células llegan a tener dos
núcleos. Las figuras mitóticas son raras, incluso en tumores
metastásicos. Las células que recubren las papilas forman varias
capas. La histoquímica e inmunocitoquímica no son útiles para
diferenciar el mesotelio reactivo de neoplásico, pero se utilizaría para
reconocer células mesoteliales. Las metástasis linfáticas y los
linfonodos son raros. Las metástasis son difíciles de determinar si hay
participación de la cavidad peritoneal y tunica vaginalis, porque se
debería a una propagación secundaria o de origen multicéntrico.
Para eliminar un diagnóstico de metástasis transcelómica de
carcinoma, se tiene que realizar un examen cuidadoso de los
genitales y los intestinos para detectar pequeños tumores primarios
malignos. El líquido ascítico resulta abundante en los casos de
mesotelioma. En la evaluación citológica del líquido ascítico, las
células del mesotelioma son hasta diez veces el tamaño de las
células normales; las microvellosidades son largas y delgadas, a tal
punto que se ven con microscopía de luz.
Los grupos son de cincuenta células aproximadamente, arregladas
en fragmentos de papilas. La anisocitosis y anisocariosis son más
evidentes que en las células activadas, los nucléolos son más
grandes, y hay más células multinucleadas con hasta cuatro núcleos.
Lecturas recomendadas
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EUA: Center for Food Security and Public Health-Iowa State
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Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Insuficiencia renal
Anormalidades del desarrollo
Anormalidades en la cantidad de tejido renal
Agenesia (aplasia renal)
Hipoplasia renal
Displasia renal
Anomalías en la formación y posición
Riñón ectópico (ectopia renal)
Riñones fusionados o en herradura
Quistes renales
Quiste renal simple
Riñón poliquístico
Enfermedades renales familiares
Anormalidades estructurales
Glomerulopatía hereditaria en el Samoyedo
Glomerulonefritis familiar de los Doberman pinschers
Enfermedad renal familiar en sabueso de alces noruegos
Cambios de color y pigmentaciones anormales
Cambios post mortem
Hiperemia y congestión
Hemoglobinuria
Mioglobina
Bilirrubina
Alteraciones circulatorias
Hiperemia
Congestión
Hemorragias
Infarto renal
Necrosis
Necrosis cortical renal bilateral
Necrosis medular renal
Necrosis tubular aguda
Causas de necrosis tubular aguda
Necrosis tubular aguda nefrotóxica (Nefrosis exógena tóxica)
Enfermedades glomerulares
Glomerulitis viral
Glomerulitis supurativa (embólica)
Glomerulonefritis
Amiloidosis glomerular
Enfermedades tubulointersticiales
Nefritis intersticial
Nefritis intersticial linfoplasmocítica
Nefritis intersticial granulomatosa y piogranulomatosa
Nefritis intersticial supurativa
Nefritis supurativa embólica
Enfermedades parasitarias
Pielonefritis
Fibrosis renal (cicatriz)
Neoplasias
Tumores renales primarios
Nefroblastoma (nefroma embrionario, tumor de Wilms)
Tumores mesenquimales
Tumores secundarios
Linfoma renal
Vías urinarias bajas
Anomalías del crecimiento
Uréteres
Vejiga
Uretra
Trastornos circulatorios
Urolitiasis
Hidrouréter
Hidronefrosis
Ruptura vesical
Alteraciones inflamatorias
Hematuria enzóotica
Vejiga neurogénica
Síndrome urológico felino
Neoplasias
Lecturas recomendadas
Aparato urinario
Adriana Méndez Bernal | Laura Romero Romero
Introducción
EL APARATO URINARIO se compone de diversas estructuras, cuya
principal función es recolectar y excretar las sustancias de desecho
que resultan de las reacciones bioquímicas que se llevan a cabo en
todos los tejidos del organismo. Esta filtración de la sangre para
producir la orina, varía en cantidad y composición, con el fin de
mantener la homeostasis sanguínea.
Los órganos que constituyen a este aparato son los riñones, de los
que emergen los uréteres que llegan a la vejiga urinaria, donde se
acumula la orina. Esta sale posteriormente a través de un sólo
conducto, la uretra, hacia el meato urinario, que desemboca en el
exterior del cuerpo (figura 4.1).
Insuficiencia renal
La insuficiencia renal ocurre cuando se alteran una o más funciones
del riñón, pero para que se produzca este trastorno renal, se requiere
de la pérdida de por lo menos el 70 % de la función renal. La
insuficiencia renal aguda sucede cuando, de manera abrupta, se altera
la capacidad renal para llevar a cabo sus funciones metabólicas y
endócrinas; es el resultado del daño glomerular o intersticial, o de una
necrosis tubular aguda y, por lo general, es reversible. Dicha
insuficiencia renal está asociada a agentes bacterianos, tales como
Leptospira spp., E. coli, Proteus spp., Streptococcus spp.,
Staphylococcus spp, herpesvirus canino, virus de la hepatitis
infecciosa canina, entre otros. También es el resultado de una
nefropatía obstructiva por urolitiasis, o por tumores de las vías
urinarias bajas, e incluso se debe a isquemia renal, así como a
necrosis tubular por agentes tóxicos.
La insuficiencia renal aguda se divide secuencialmente en cuatro
estadios funcionales. Fase inicial: periodo en el cual el daño renal se
acentúa, con disminución de la filtración glomerular y la salida del
volumen de orina. La duración es de uno a dos días. Fase de oliguria y
mantenimiento: de acuerdo con el daño, las lesiones y las secuelas.
La filtración glomerular y oliguria se incrementan. Esta fase se puede
mantener por días o semanas. Fase de diuresis: se aprecia discreta
elevación y mejoría de la diuresis, lo que puede ser indicativo de un
mejoría de la función renal por compensación. Fase de reparación: en
este periodo se incrementa la diuresis por reparación y mecanismos
compensatorios y sistémicos del riñón.
La insuficiencia renal aguda tiene origen prerrenal, por disminución
de la perfusión sanguínea de los riñones por colapso circulatorio
(hipovolemia, insuficiencia cardiaca, etc.), u obstrucción de los vasos
sanguíneos por embolismo o trombosis. También la causan factores
intrarrenales, debido a alteraciones propias del riñón, tales como
nefritis, amiloidosis, daño tubular, etc. De igual manera, la
insuficiencia renal aguda puede ser posrenal, asociada a la
incapacidad del tracto urinario para eliminar la orina debido a la
obstrucción por urolitiasis.
Los animales con insuficiencia renal aguda pueden morir por
cardiotoxicidad asociada a los altos niveles de potasio sérico por
acidosis metabólica o por edema pulmonar.
La insuficiencia renal crónica es el resultado final de muchas
enfermedades renales y es generalmente irreversible. Las causas
más comunes de esta insuficiencia son la diabetes mellitus, la
hipertensión y la glomerulonefritis. Con independencia de la causa,
tiene una duración prolongada y tiende a ser progresiva, por lo que
resulta en numerosas alteraciones hematológicas y bioquímicas
adicionales. La insuficiencia progresa por la persistencia del problema
primario o debido a las complicaciones por otros daños al riñón, tales
como las infecciones del tracto urinario o la calcificación en el tejido
renal.
La alteración en el metabolismo calcio-fósforo es característica de la
insuficiencia renal crónica, ya que al disminuir la filtración glomerular,
los riñones no eliminan el fósforo de forma adecuada. Debido a la
interacción del calcio y fósforo séricos, disminuye la concentración
sérica de calcio ionizado, lo que estimula la secreción de hormona
paratiroidea (PTH) para remover el calcio de los huesos. La alteración
en el metabolismo calcio-fósforo se vuelve más severa, pues el riñón
lesionado está imposibilitado para metabolizar el 25-
hidroxicolecalciferol a su forma activa, el calcitriol, que normalmente
suprime la secreción de PTH. A la larga, esto provoca hiperplasia del
epitelio glandular de la paratiroides y el desarrollo de
hiperparatiroidismo secundario de origen renal, así como
osteodistrofia fibrosa y calcificación de los tejidos blandos.
El deterioro de la función renal lleva a la retención de desechos
nitrogenados en la sangre, los que normalmente serían eliminados en
la orina. Estos son detectados y monitoreados a través de pruebas
bioquímicas en el suero, plasma u orina. El aumento de urea y
creatinina, sin manifestaciones clínicas de enfermedad renal, se
conoce como azotemia y tiene origen prerrenal o extrarrenal. La
azotemia prerrenal resulta de la hipoperfusión renal como
consecuencia de insuficiencia cardiaca congestiva, choque
hipovolémico por hemorragia o por deshidratación. La azotemia
posrenal es el resultado de la obstrucción urinaria.
La insuficiencia renal se manifesta también como una toxicosis
conocida como uremia. La uremia es un síndrome clínico asociado a
lesiones multisistémicas (cuadro 4.1) y signos clínicos (poliuria y
polidipsia, vómito y diarrea, aliento amoniacal) que derivan de la
acumulación de desechos metabólicos tóxicos en la sangre, tales
como urea, creatinina, guanidinas, ácidos fenólicos, así como
alteración en la concentración de iones plasmáticos, principalmente
potasio, calcio y fosfato, y la disminución del pH sanguíneo (acidosis
metabólica).
Lesión Mecanismo
Mineralización de la pleura Alteración en la concentración sérica de calcio, magnesio, fosfato y
parietal carbonatos
Necrosis fibrinoide de arteriolas y trombosis
Estomatitis y gastritis ulcerativa
Producción bacteriana de amoniaco a partir de urea en la saliva
Edema pulmonar Aumento en la permeabilidad capilar
Neumonitis urémica Aumento en la permeabilidad vascular
Pericarditis fibrinosa Aumento en la permeabilidad vascular
Osteodistrofia fibrosa Hiperparatiroidismo por alteración en el metabolismo de calcio y fósforo
Falta de producción de eritropoyetina y aumento en la fragilidad de los
Anemia aplásica
eritrocitos
Las lesiones que resultan de la uremia son principalmente
extrarrenales e inconsistentes, aunque, tienden a presentarse con
más frecuencia en perros, especialmente en pacientes con
insuficiencia renal crónica. La mayoría de las lesiones que se
desarrollan se atribuyen a la degeneración y necrosis arteriolar, y se
manifiestan en el tracto gastrointestinal, el sistema cardiovascular, el
aparato respiratorio, y en el esqueleto (figura 4.5).
a
b
c
d
e
f
Hipoplasia renal
La hipoplasia renal es un desarrollo incompleto del riñón,
caracterizado por un número reducido de lóbulos, nefronas y cálices a
nivel histológico, en el nacimiento. La hipoplasia renal es un trastorno
raro uni- o bilateral, y se ha informado sobre todo en cerdos, perros y
gatos.
Son frecuentes las confusiones en su evaluación, por lo que debe
tomarse como criterio para su diagnóstico, en un riñón sin
enfermedad adquirida, la reducción del tamaño en más del 33 % o de
50 % de su masa total (figura 4.7). Otro criterio para el diagnóstico
implica la gran reducción en el número de lóbulos y cálices, aplicable
a bovinos y cerdos.
Displasia renal
Es cualquier anormalidad en el desarrollo renal que ocasione una
alteración en la organización ultraestructural como resultado de una
diferenciación anormal, en las que están presentes estructuras no
representativas de la nefrogénesis normal. Los cambios displásicos
son uni- o bilaterales e involucran completamente un riñón, o bien,
sólo presentarse como lesiones focales. La displasia renal no es
frecuente y debe diferenciarse de la fibrosis renal y de las
enfermedades renales familiares.
Macroscópicamente se aprecian los riñones pequeños, deformes,
con superficie irregular, con múltiples depresiones, quistes y pérdida
de su arquitectura, además de los uréteres tortuosos. Al inspeccionar
la corteza y médula, la primera se ve marcadamente disminuida, y se
pierde la unión córtico-medular (figuras 4.8 y 4.9).
c
Figura 4.10. Cortes histológicos de un riñón con displasia renal. a) Túbulos
renales dilatados y tortuosos (flecha). b) Proliferación atípica del epitelio de los
túbulos colectores (**). c) Persistencia del parénquima primitivo con apariencia
mixomatosa (*). Tinción H-E
Quistes renales
Las enfermedades quísticas del riñón incluyen diversas afecciones
caracterizadas por una o más cavidades quísticas visibles
macroscópicamente en el parénquima renal. Los quistes surgen
durante la organogénesis y están asociados con criterios histológicos
de displasia renal. Se generan en las nefronas y en los túbulos
colectores después de finalizada la nefrogénesis.
Los quistes renales probablemente se originan de segmentos
normales o no quísticos de la nefrona, y son más comunes en los
túbulos renales, túbulos colectores y el espacio urinario. Aunque
mecanismos genéticos están involucrados en la patogénesis de los
quistes renales, se ha descrito que la exposición a ciertas sustancias
químicas induce su formación.
Macroscópicamente, los quistes renales son esféricos, de pared
delgada, tamaño variable y están ocupados por líquido claro.
Quiste renal simple
Los quistes renales simples se desarrollan en todas las especies,
pero son más comunes en cerdos y becerros. El hallazgo habitual en
los cerdos es uno o varios quistes uniloculares corticales de 1-2 cm,
los cuales sobresalen de la superficie renal o se ponen de manifiesto
en la superficie de corte; son esféricos, gris pálido, suaves,
delimitados por una fina pared de tejido conectivo fibroso, revestidos
en su interior por epitelio plano y contienen líquido acuoso claro
(figura 4.13). El origen de este fluido son las secreciones trans-
epitelailes, el filtrado glomerular, o ambas.
Figura 4.13. Riñón de un perro con quiste renal unilateral que abarca la corteza y
la médula.
Riñón poliquístico
Se caracteriza por presentar muchos quistes que abarcan numerosas
nefronas y le dan el aspecto de “queso suizo” o “panal de abejas”, con
afección de la función renal.
El riñón poliquístico ocurre esporádicamente, es hereditario como
lesión autosómica dominante en cerdos y corderos. Está asociado
con la enfermedad quística biliar en perros de la raza Cairn terrier y
West highland white terrier. También hay informes en gatos Persa
(lesión asociada a una característica autosómica dominante).
La presencia de quistes renales en extensas áreas del parénquima
renal ocasiona compresión del parénquima adyacente y provoca
isquemia focal, lo cual activa el sistema renina-angiotensina con el fin
de mantener la perfusión glomerular. En estos casos la función renal
se daña y genera insuficiencia renal crónica.
Los quistes renales adquiridos se desarrollan cuando los túbulos son
obstruidos por tejido conectivo cicatrizal. Estos son múltiples y
pequeños y rara vez su tamaño excede de 0.1 cm (figura 4.14). La
mayoría se desarrollan en los túbulos contorneados y en el espacio
urinario. Estos quistes adquiridos son distinguibles de los quistes
primarios porque se producen en riñones con extensas cicatrices.
a
Figura 4.15. Corte histológico de riñón. En el interior de los túbulos hay material
hialino rojo (hemoglobina). Tinción H-E.
Mioglobina
En la mioglobina, los riñones se tiñen de color rojo oscuro o negro.
Esta coloración es característica de la rabdomilolisis aguda y de la
azoturia de los equinos, y en la miopatía por captura en animales
salvajes. El aspecto macroscópico de la mioglobina es muy similar a
la hemoglobina. Ambos pigmentos persisten aun después de que
macroscópicamente no se observa teñida la orina.
Bilirrubina
La bilirrubina aparece sobre todo en las ictericias de origen hepático y
presenta una pigmentación amarillo-verdosa en los riñones. Este
tema se comenta en el de nefrosis colémica, en el apartado de
necrosis tubular aguda (figura 4.16). Este pigmento tiñe también con
frecuencia de color verde olivo la corteza renal de corderos, becerros
y potrillos recién nacidos y es probable que se deba a la inmadurez
de los mecanismos de conjugación hepática.
Figura 4.16. Riñón de un perro con ictericia, cuya superficie renal se observa
verde.
Alteraciones circulatorias
Hiperemia
La hiperemia renal es un proceso activo usualmente secundario a una
inflamación renal aguda. Ésta se observa en la nefritis aguda, pero
especialmente en septicemias bacterianas e intoxicaciones.
Macroscópicamente el riñón está aumentado de tamaño,
uniformemente oscuro, aunque en algunos casos la hiperemia es, en
gran parte, restringida a la médula. Microscópicamente, todos los
vasos sanguíneos, en especial los capilares, están llenos de sangre.
Congestión
La congestión sigue los mismos principios que en otros órganos. Los
riñones aumentan de tamaño y se oscurecen. La congestión aguda se
presenta en la enterotoxemia en becerros y borregos, por un lado. Por
otro lado, la congestión hipostática renal unilateral se observa en
aquellos animales que mueren en decúbito lateral.
Hemorragias
Las hemorragias son especialmente comunes en la corteza renal en
bacteremias y viremias, así como en animales sanos en el sacrificio,
sobre todo en cerdos.
Se ven extensas hemorragias en el parénquima renal, como
resultado de un traumatismo directo: biopsia con aguja de corte y por
trastornos sistémicos de la coagulación, tales como la deficiencia del
factor VIII. Por una parte, las hemorragias subcapsulares y corticales
renales se asocian con septicemias, vasculitis, necrosis vascular,
tromboembolismo y coagulación intravascular diseminada (CID). Por
otra parte, las hemorragias perirrenales se han observado en ovinos
con infección por herpesvirus y en traumatismos abdominales.
Las hemorragias petequiales comúnmente se presentan en la
corteza de riñones de cerdos que mueren de viremia o septicemia
causada por enfermedades como el cólera porcino, fiebre porcina
africana, erisipela, infecciones por Streptococcus suis, Salmonella
spp, así como bacteremías neonatales producidas por onfaloflebitis.
Se han observado hemorragias equimóticas en cachorros neonatales
infectados con herpesvirus (figura 4.17).
Infarto renal
Los infartos renales son áreas localizadas de necrosis coagulativa,
cuyo origen se debe a isquemia local producto de la oclusión vascular
y usualmente se debe a un tromboembolismo. El grado de daño
depende del tamaño y localización del vaso ocluido. La facilidad y
frecuencia de que ocurran se debe a la estructura vascular del tipo de
arteria terminal y al gran volumen de sangre que reciben.
La trombosis de una rama de una arteria renal producirá necrosis
total o subtotal del riñón. En la obstrucción de la arteria arciforme
puede haber necrosis en forma triangular, la cual se localizará en la
corteza y médula. La trombosis de una arteria interlobular cortical
produce un infarto en la corteza. Los infartos venosos no son
frecuentes en los riñones.
Los infartos renales son rojos o pálidos, depende del tiempo
después de la oclusión y si se obstruyen arterias o venas. Después
de la obstrucción de una arteria hay una zona triangular de infarto
debida a la circulación terminal del riñón, con el vértice hacia la arteria
arciforme y la base en la cápsula. La zona de infarto se aumenta de
tamaño y está cianótica, congestionada por la sangre que fluye de los
vasos colaterales y las hemorragias, por lo que el color al inicio del
infarto es rojo (infarto agudo) (figura 4.18). Después de dos o tres
días, se torna pálido grisáceo debido a lisis de eritrocitos y a la
degradación de la hemoglobina.
Los infartos pálidos se caracterizan por estar rodeados por una zona
de necrosis coagulativa y están rodeados de hiperemia, hemorragias
y una línea marginal blanca por la infiltración de leucocitos. La zona
necrótica es reemplazada de manera progresiva por tejido conectivo
fibroso, por lo tanto el infarto cicatrizado permanecerá de color
blanco-grisáceo, con depresión en la corteza y con forma triangular
(figura 4.19).
Figura 4.19. Infarto renal cortical en forma piramidal. El vértice del triángulo se
localiza en la arteria arciforme en la unión corticomedular.
Necrosis
Necrosis cortical renal bilateral
La necrosis cortical renal es el resultado de la isquemia de la corteza
renal debido a microtrombos diseminados de manera amplia en las
arterias interlobulillares, en arteriolas aferentes y en los capilares
glomerulares durante el proceso de coagulación intravascular
diseminada.
La necrosis cortical bilateral es común en diferentes especies
animales y se asocia con septicemias de bacterias gramnegativas o
endotoxemias, por ejemplo, cuando el ganado bovino cursa con una
mastitis o metritis a través del proceso de Schwartzman generalizado.
Esta reacción se induce por el daño endotelial en los capilares
glomerulares y peritubulares por las endotoxinas, lo cual activa la vía
intrínseca del mecanismo de coagulación y la consecuente formación
de microtrombos mediante el proceso de coagulación intravascular
diseminada.
La microtrombosis de los vasos sanguíneos en la corteza renal
genera zonas de isquemia, necrosis coagulativa y hemorragias. Dicha
corteza es pálida con un área roja que separa la corteza de la
médula. La corteza suele tener aspecto de mosaico, compuesto por
áreas de hemorragias similares a los infartos hemorrágicos,
intercalados con áreas pálidas de color gris-amarillo como en los
infartos pálidos (figura 4.20). La corteza puede afectarse en su
totalidad o solo en su parte externa. Histológicamente se observan
hemorragias en los glomérulos y microtrombos en los capilares
utilizando la tinción de ácido fosfotúngstico-hematoxilina (PTAH).
Figura 4.24. Corte histológico de riñón de perro con nefrosis por depósito de
cristales de oxalato en intoxicación por etilenglicol. Los cristales se observan
birrefringentes en los túbulos. Tinción H-E.
Hemoglobina
Endógenos Mioglobina
Bilis
Metales pesados
Antibacterianos y antimicóticos
Antiinflamatorios no esteroideos
Oxalatos
Figura 4.27. Riñón de bovino con nefritis embólica causada por Arcanobacterium
pyogenes a partir de una endocarditis.
Figura 4.28. Corte histológico de riñón. Intersticio con extensas áreas de infiltrado
inflamatorio y zonas de hemorragia. Los glomérulos están retraídos, el espacio
urinario está ocupado por material eosinofílico homogéneo y los capilares
glomerulares muestran émbolos bacterianos. Tinción H-E.
Figura 4.29. Corte histológico de riñón. Espacio urinario ocupado por material
eosinofílico y los capilares glomerulares ocupados por émbolos bacterianos.
Tinción H-E.
Glomerulonefritis
La glomerulonefritis implica cambios vasculares y tubulointersticiales
secundarios a la enfermedad glomerular primaria. Por lo general
resulta de mecanismos inmunomediados notables después del
depósito de complejos inmunes solubles (antígeno-anticuerpo) dentro
de los glomérulos y menos común de la formación de anticuerpos
contra antígenos dentro de la membrana basal glomerular.
La glomerulonefritis por complejos inmunes ocurre en asociación
con infecciones persistentes u otras enfermedades caracterizadas por
tener una antigenemia prolongada. En animales domésticos, ocurre
con más frecuencia en perros y gatos. La glomerulonefritis por
complejos inmunes se asocia con infecciones virales específicas
como la leucemia viral felina, la peritonitis infecciosa felina, las
infecciones bacterianas crónicas como la piometra o la pioderma, las
infecciones parasitarias crónicas como la dirofilariasis; las
enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico y las
neoplasias en diferentes especies animales.
La patogenia de esta lesión se inicia con la formación de complejos
inmunes (complejos antígeno-anticuerpo) o su equivalente (exceso de
cadenas ligeras de anticuerpos), los cuales se depositan de manera
selectiva en los capilares glomerulares, donde posteriormente
estimulan la fijación del complemento con la formación de C3a, C5a y
C567, finalmente estos actúan como compuestos quimiotácticos para
neutrófilos. El daño a la membrana basal ocurre por la liberación de
proteinasas, metabolitos del ácido araquidónico (tal como el
tromboxano), y los radicales libres, particularmente los derivados del
oxígeno y del peróxido de hidrógeno. El daño a los glomérulos
continúa por la liberación de moléculas biológicamente activas por
parte de los monocitos en las etapas posteriores a la inflamación.
Existen factores específicos que determinan el depósito de
complejos inmunes solubles en las paredes capilares del glomérulo.
Entre estos factores se incluye una cantidad apropiada de complejos
inmunes en la circulación, la permeabilidad glomerular, el tamaño y la
carga molecular de los complejos inmunes.
Una vez que los complejos inmunes solubles de menor tamaño se
depositan dentro de la pared capilar, ésta se dilata como resultado de
las interacciones de los complejos inmunes con anticuerpos,
antígenos libres, componentes del complemento u otros complejos
inmunes.
Finalmente, si la exposición del glomérulo a los complejos inmunes
es de corta duración como en una infección transitoria, como en la
hepatitis infecciosa canina, estos complejos inmunes depositados en
el glomérulo serán fagocitados y eliminados por los macrófagos, o
bien, las células mesangiales. Por consiguiente, las lesiones
glomerulares y los signos clínicos se resuelven. Por el contrario, la
exposición continúa del glomérulo a los complejos inmunes solubles,
tal como ocurre en la leucemia viral felina y la dirofilariasis, produce
lesiones glomerulares progresivas y la manifestación clínica de la
enfermedad.
Por un lado, la frecuencia de diagnóstico de este tipo de procesos ha
aumentado en la actualidad por su mejor compresión por clínicos y
patólogos. Por otro lado, se incrementó por el uso de vacunas de
virus vivo modificado, lo cual produce una antigenemia persistente
que predispone a este proceso. Además, deben de considerarse
también otras causas como predisposición genética, defectos
inmunitarios y otros mecanismos que puedan participar. En el cuadro
4.3 se enlistan las causas de glomerulonefritis en animales
domésticos.
Causas Enfermedades
Hepatitis infecciosa canina
Leucemia viral felina
Peritonitis infecciosa felina
Virus de la inmunodeficiencia felina
Virus
Diarrea viral bovina
Fiebre porcina clásica
Peste porcina africana
Anemia infecciosa equina
Piometra canina
Borrelia burgdorferi (enfermedad de Lyme)
Campylobacter foetus
Pancretatitis necrótica
Bacterias
Prostatitis
Endocarditis valvular
Dermatitis crónica
Streptococcus sp
Tripanosomiasis
Protozoarios Leishmaniasis canina
Coccidiosis
Helmintos Dirofilaria immitis
Anemia hemolítica autoinmune
Lupus eritematoso sistémico
Autoinmunitarias
Poliarteritis
Enfermedad antimembrana basal glomerular
Neoplasias Mastocitomas
Hereditarias Enfermedad renal familiar canina
El diagnóstico de la glomerulonefritis por complejos inmunes se
realiza por la demostración de inmunoglobulinas y fracciones del
complemento como C3 por inmunofluorescencia en los ovillos
glomerulares. En perros la IgG o IgM son el isotipo de
inmunoglobulinas comúnmente demostradas en la glomerulonefritis.
Sin embargo, las combinaciones de IgG, IgM e IgA también se
pueden identificar en los glomérulos de algunos perros. Tanto la
inmunoglobulina como C3 son generalmente demostradas en patrón
granular usando técnicas de inmunofluorescencia o
inmunohistoquímica.
En la glomerulonefritis antimembrana basal glomerular, se forman
anticuerpos contra antígenos de la membrana basal, donde se
depositan inmunoglobulinas y fracciones del complemento descritas
anteriormente. Este proceso ocurre en algunos síndromes en seres
humanos; sin embargo, en animales domésticos es raro y existen
pocos informes fundamentados en la actualidad. Al utilizar
inmunofluorescencia se identifican anticuerpos antimembrana basal
que presentan una distribución lineal característica.
Las lesiones macroscópicas en la glomerulonefritis por complejos
inmunes son discretas. Los riñones pueden estar ligeramente
hinchados, exhiben la superficie capsular lisa, color normal o
ligeramente pálidos y los glomérulos son visibles como puntos rojos
en la superficie de corte de la corteza. Microscópicamente, las
lesiones de la glomerulonefritis por complejos inmunes se describen
de la siguiente manera:
Proliferativa. Se caracteriza por el incremento de celularidad del
glomérulo, debido a la proliferación de células endoteliales,
epiteliales y mesangiales del glomérulo aunado a la llegada de
células inflamatorias como los neutrófilos y otros leucocitos e
involucra tanto las asas capilares como al mesangio. Esta es la
presentación más común en caballos, pero rara vez da lugar a
una insuficiencia renal crónica. La anemia infecciosa equina y los
antígenos de Streptococcus equi y herpesvirus se asocian a este
tipo de glomerulonefritis.
Membranosa. Se determina por el engrosamiento difuso de la
membrana basal de los capilares glomerulares debido al
depósito de inmunoglobulinas subepiteliales. Asimismo, se
identifica por un incremento en el depósito de material positivo a
la tinción de ácido peryódico de Schiff (PAS). Representa la
forma más común en el gato y es la mayor causa de síndrome
nefrótico en esta especie.
Membranoproliferativa. Se le conoce también como
mesangioproliferativa o mesangiocapilar. Este tipo de
glomerulonefritis se caracteriza por hipercelularidad seguida de
la proliferación de las células glomerulares, así como el
engrosamiento de las membranas basales de los capilares y
glomérulos. Esta presentación es la más común en el perro,
cerdo y rumiante. Asimismo, este tipo de glomerulonefritis se
subcategoriza en glomerulonefritis tipo I y II. El tipo I se
caracteriza por la presencia de depósitos de inmunoglonulinas
subendoteliales y exhibe un patrón granular después del
depósito de C3 y en menor cantidad de IgG. Esta parece ser
secundaria al depósito de complejos inmunes circulantes. El tipo
II se refiere a una enfermedad de depósitos electrodensos
localizados en el espacio subendotelial y en la lámina densa,
cuya composición y patogénesis se desconocen.
Si las lesiones son graves y el trastorno es prolongado aparecen
cambios subagudos o crónicos en el glomérulo. La cápsula de
Bowman se engrosa, prolifera el epitelio parietal y se infiltran
monocitos, de ello resulta una lesión semicircular conocida como
glomérulo creciente (semicircular).
La glomerulonefritis crónica se acompaña de otros cambios como
incremento del tejido conectivo fibroso y la matriz mesangial, además
de la pérdida de los capilares glomerulares y adicionalmente fibrosis
periglomerular. Por último, el glomérulo se contrae, se torna hialino y
pierde su función. Este estado final del glomérulo se conoce como
glomeruloesclerosis y se ha reportado en animales con hipertensión y
diabetes mellitus. Asimismo, la glomeruloesclerosis leve es un
hallazgo incidental en animales de edad avanzada (figura 4.30).
a b
c d
Figura 4.30. Tipos de glomerulonefritis. a) Glomerulonefritis proliferativa en un
perro. Esta lesión se caracteriza principalmente por la hipercelularidad del
glomérulo debido al incremento de las células mesangiales, b) glomerulonefritis
membranosa en un perro. Lesión caracterizada por engrosamiento generalizado y
hialino de las membranas basales y capilares glomerular, c) glomerulonefritis
membranoproliferativa en un perro. Posee características histológicas de una
glomerulonefritis proliferativa y membranosa, además de abundante fibrosis
periglomerular que rodea al glomérulo hipercelular (células mesangiales), se ve la
prominente matriz mesangial, d) glomeruloesclerosis en un perro. Obsérvese el
glomérulo hipocelular contraído y hialino debido a un aumento en el tejido
conectivo fibroso; se ve la matriz mesangial y la pérdida casi completa de los
capilares glomerulares. Tinción H-E.
Figura 4.31. Riñón de perro con amiloidosis. Superficie renal pálida y aspecto
granular.
Enfermedades tubulointersticiales
Dentro de este grupo se consideran las enfermedades que afectan de
manera primaria al intersticio y los túbulos renales. Se incluyen la
nefritis intersticial y la pielonefritis.
Nefritis intersticial
La nefritis intersticial aparece cuando la inflamación se localiza en el
intersticio de los riñones y es una lesión primaria; su origen es o no
infeccioso y, en cuanto a su duración, es aguda, subaguda o crónica.
Por tradición, la nefritis intersticial se relaciona con un infiltrado
inflamatorio compuesto por linfocitos y células plasmáticas; sin
embargo, se manifestarán también otras células inflamatorias. En
muchas de estas enfermedades, el infiltrado inflamatorio solo es
visible microscópicamente, y no están asociadas con falla renal (por
ejemplo, la erliquiosis canina y la anemia infecciosa canina).
A diferencia de la enfermedad glomerular, donde existe una
proteinuria persistente, en las enfermedades tubulointersticiales se
presentan defectos en la concentración o defectos tubulares
específicos de resorción o secreción; sin embargo, la secuela final y
la forma clínica, en ambos casos, es de insuficiencia renal.
El intersticio renal es el estroma fibrovascular, que rodea la nefrona,
y está significativamente implicado en las enfermedades renales. Si la
nefritis intersticial es de origen primario o posterior a un daño tubular,
se refiere a una enfermedad tubulointersticial. Este tipo de inflamación
se desarrolla como resultado de una infección ascendente del tracto
urinario (pielonefritis), o bien, de enfermedades sistémicas derivadas
de infecciones de los túbulos y del intersticio, así como del efecto de
las toxinas y, finalmente, secundarias a una lesión de los glomérulos y
túbulos.
Nefritis intersticial linfoplasmocítica
Según la intensidad del trastorno y de la respuesta del huésped a
este tipo de nefritis se les clasifica en agudas o crónicas, y
multifocales o difusas (generalizadas). La nefritis intersticial aguda se
caracteriza por un inicio clínico súbito e, histológicamente, por edema
intersticial, infiltración de leucocitos y necrosis tubular focal. En la
forma crónica, hay infiltración por células mononucleares, fibrosis
intersticial y atrofia tubular generalizada. Muchos agentes infecciosos
son capaces de causar nefritis intersticial linfoplasmocítica, sin
embargo, debido a la cronicidad de las lesiones, en ocasiones, no se
logra identificar al agente infeccioso involucrado.
La nefritis intersticial es común en perros y gatos, tanto como
enfermedad primaria, como enfermedad glomerular secundaria.
Leptospira serovar canicola está comúnmente relacionada con
nefritris intersticial aguda generalizada en perros, aunque su
importancia ha disminuido a causa de la eficacia de la vacunación.
También se encuentran involucrados en este proceso la Leptospira
icterohaemorrhagiae y el adenovirus canino 1 (hepatitis infecciosa
canina). Los animales que sobreviven a las infecciones agudas,
desarrollan fibrosis intersticial y pérdida de las nefronas. El ganado
bovino y porcino afectado por Leptospira desarrolla nefritis intersticial
multifocal.
Otra causa conocida de nefritis intersticial no supurativa multifocal es
el “riñón blanco y manchado, de los terneros”. Este es un hallazgo
común e incidental, resultado de una bacteremia atribuida a
Escherichia coli, ya que esta bacteria ha sido recuperada de estas
lesiones, cuya vía de entrada fue a través de una onfaloflebitis.
También se ha sugerido la participación de Salmonella spp y Brucella
spp. Macroscópicamente, los riñones exhiben múltiples nódulos
blancos mayores de un centímetro de diámetro, distribuidos en la toda
la corteza.
Histológicamente, la lesión inicial son microabscesos, que se
reemplazan posteriormente por numerosos linfocitos, células
plasmáticas y, en menor cantidad ,macrófagos con fibrosis
progresiva, obstrucción y atrofia tubular.
La nefritis intersticial multifocal también se observa en el ganado
bovino infectado por el virus de la fiebre catarral maligna, teileriosis
(Theileria parva), en ovejas con poxvirus (viruela) y, en caballos, con
anemia infecciosa equina.
Las nefritis intersticiales difusas se presentan principalmente en los
perros y gatos, en los que la leptospirosis es la enfermedad más
común, que produce nefritis intersticial difusa de curso agudo y
crónico, a diferencia de los bovinos y cerdos en los que la
leptospirosis se manifiesta como nefritis intersticial multifocal.
Por lo general, se menciona a Leptospira canicola y a L.
icterohaemoorragiae que con frecuencia son aisladas de perros. En el
cuadro 4.4 se muestran las principales serovariedades de leptospiras.
Figura 4.39. Corte histológico del riñón de un perro. El intersticio está ocupado
por abundante infiltrado inflamatorio compuesto por linfocitos, los túbulos renales
están moderadamente dilatados. Tinción H-E.
Figura 4.40. Corte histológico de riñón, acercamiento. Nótese el infiltrado
inflamatorio compuesto por linfocitos y células plasmáticas. El epitelio tubular está
granulado y degenerado. Tinción H-E.
Enfermedades parasitarias
La lesión parasitaria más común en los riñones es la cicatriz focal
como respuesta a la migración larvaria de Toxocara canis en perros.
Estas lesiones se caracterizan por pequeños granulomas de 2 a 3
mm en la corteza renal que rodean a una larva que a veces se
dificulta identificar. La respuesta celular se compone de células
epiteloides, linfocitos y eosinófilos. Lesiones de este mismo tipo se
producen en los becerros por la migración larvaria de T. cati y T. canis
(las cuales se adquieren mediante contaminación de alimentos por
heces de caninos y felinos), así como por Neoascaris vitulorum.
Stephanurus dentatus es el parásito del riñón de cerdos adultos.
Está ampliamente distribuido en países tropicales y subtropicales,
cuya prevalencia aumenta en los cerdos de pastoreo. Lo normal es
que los parásitos adultos se enquisten en la grasa perirrenal, sin
embargo, también se pueden desarrollar quistes con el parásito en el
riñón. Los quistes peripélvicos se comunican con la pelvis o uréteres
para permitir el escape de los huevecillos; la lesión se caracteriza por
la proliferación de tejido de granulación crónico y fibrosis en el sitio
donde se localiza el parásito.
Dioctophyma renale es el parásito gigante de los riñones del perro;
se encuentra sobre todo en países con clima frío. Es endémico en
Canadá y el norte de EUA. Se ha encontrado en perros, gatos, minks
(visón americano) y otros mamíferos que se alimentan de pescado.
Debido a su prolongado y complejo ciclo de vida, este nematodo es
característico de perros de dos años en adelante.
El parásito adulto puede llegar a medir hasta un metro de largo, vive
en la pelvis renal, donde provoca hemorragias intensas, pielitis
purulenta y obstrucción uretral. La destrucción del parénquima renal
ocasiona que los riñones se transformen en quistes con el parásito y
con exudado purulento.
Capillaria plica se ha encontrado en la pelvis renal, el uréter y la
vejiga de perros, zorras y pequeños carnívoros. A pesar de estar
distribuido de manera amplia no es un parásito común. Produce
inflamación submucosa moderada de la pelvis, vejiga o el uréter, con
hematuria y disuria. Se han descrito otras especies de Capillaria en
vejiga, como C. felicati en gatos y C. micronata en el mink.
Klosiella equi, es un parásito esporozoario de los equinos, no común
e inocuo. El ciclo de vida no se conoce por completo, la esporogonia
ocurre en el epitelio de las asas de Henle y los esporozoítos pasan a
la orina (figura 4.46). Las infecciones intensas producen ruptura
tubular y nefritis intersticial con linfocitos y células plasmáticas.
Pielonefritis
La infección bacteriana de la pelvis con extensión dentro de los
túbulos y la inflamación concomitante del intersticio se conoce como
pielonefritis. El término “pielitis” se refiere a la inflamación de la pelvis
renal. Debido a las diferencias en la patogenia, distribución de la
lesión y la apariencia microscópica, la pielonefritis se considera una
forma de nefritis tubulointersticial.
Por lo general se origina como una extensión de una infección
bacteriana del aparato urinario bajo (ureteritis y cistitis) que asciende
a los riñones y se establece en la pelvis y en la médula interna.
Raramente, la pielonefritis resulta de infecciones bacterianas
descendentes, en las que la infección bacteriana de los riñones se
produce a través de la ruta hematógena (por ejemplo, nefritis
embólica).
La patogenia de la pielonefritis ascendente depende del reflujo
anormal de orina contaminada del tracto urinario bajo a la pelvis renal
y ductos colectores (reflujo vesico-uretral). Normalmente se produce
poco reflujo vesicoureteral durante la micción. El reflujo vesicoureteral
ocurre fácilmente cuando se incrementa la presión dentro de la vejiga
urinaria, como resultado de una obstrucción uretral. La infección
bacteriana del tracto urinario bajo favorece el reflujo vesicouretral por
varios mecanismos:
Cuando la pared de la vejiga cursa con un proceso inflamatorio
(cistitis), la capacidad normal de la válvula vesicouretral se ve
comprometida, lo que permite una mayor oportunidad del reflujo
de orina.
Las endotoxinas liberadas por bacterias gram negativas infectan
el uréter y la vejiga e inhiben la peristalsis uretral normal,
incrementado el reflujo.
El tracto urinario posee un número de características de protección
para ayudar a prevenir la colonización bacteriana y dentro de estas se
incluyen:
Mucoproteinas en la superficie de las células de la mucosa
urotelial que minimizan la colonización.
Descamación de las células epiteliales uroteliales.
Metaplasia de las células caliciformes.
Fagocitosis por parte de las células de la mucosa urotelial
superficial.
Las bacterias que colonizan la pelvis infectan con facilidad la médula.
Esta última es altamente susceptible a infecciones bacterianas por las
siguientes causas:
Falta de riego sanguíneo.
Su gran osmolaridad y/o la osmolaridad intersticial que inhibe la
función de los neutrófilos.
Grandes concentraciones de amoniaco que inhiben la función del
complemento.
Por lo tanto, las bacterias contaminan y ascienden a los conductos
colectores, causan necrosis del epitelio tubular, así como hemorragia,
e inician una respuesta inflamatoria notable. La infección bacteriana
asciende progresivamente dentro de los túbulos y el intersticio hasta
que dichas lesiones inflamatorias se extienden desde la pelvis a la
cápsula. En infecciones recurrentes la inflamación conduce a la
formación de tejido conectivo fibroso (fibrosis).
La mayoría de los casos de pielonefritis son por infecciones
ascendentes y las hembras son más susceptibles a las infecciones
del tracto urinario bajo, así que la pielonefritis se presenta con mayor
frecuencia en hembras.
Los microorganismos participantes son bacterias de la flora intestinal
o cutánea como E. coli, especialmente cepas uropatógenas que
cuentan con factores de virulencia como α- hemolisina, factores de
adhesión, y la fimbria P. Esta bacteria es uno de los microorganismos
más comunes involucrados en la enfermedad del tracto urinario bajo y
pielonefritis. Por un lado, cabe mencionar otros agentes bacterianos
como Proteus sp, Klebsiella sp, Staphylococcus sp, Streptococcus sp,
y Pseudomonas aeruginosa, que también se encuentran involucrados
en infecciones del tracto urinario bajo y pielonefritis en todas las
especies.
Por otro lado, Corynebacterium renale, Arcanobacterium pyogenes y
Eubacterium son patógenos específicos para el tracto urinario bajo en
vacas y cerdos, siendo causa común de pielonefritis. La figura 4.47
muestra la patogenia de la pielonefritis.
Figura 4.47. Representación esquemática de la patogenia de la pielonefritis.
Figura 4.55. Corte histológico de un riñón de perro. Aumento del tejido conectivo
fibroso periglomerular y de las membranas basales. Tinción Tricrómica de
Masson.
Neoplasias
La prevalencia de neoplasias renales primarias en animales
domésticos es menor al 1% de todas las neoplasias. Estas neoplasias
son de origen epitelial, embrionario o mesenquimal.
Figura 4.56. Carcinoma renal en un perro. Sustitución completa del riñón por el
tumor.
Tumores mesenquimales
Los tumores mesenquimales primarios de riñón son raros; sin
embargo, ocasionalmente se desarrollan fibromas, fibrosarcomas o
hemangiosarcomas. Microscópicamente, los hemangiosarcomas se
distinguen por estar formados por células fusiformes neoplásicas con
un arreglo sólido o en haces cortos entrelazados, así como canales
vasculares revestidos por endotelio neoplásico (figura 4.60).
Tumores secundarios
Los tumores secundarios son comunes en los riñones, ya que las
neoplasias diseminadas por vía hematógena de cualquier tipo se
albergan en ellos, en especial en la corteza. Tanto los sarcomas
como los carcinomas metastásicos se presentan de forma
característica como nódulos múltiples dispuestos al azar y afectan
generalmente a ambos riñones (figuras 4.61 y 4.62).
Linfoma renal
El linfoma renal es común en las diferentes especies que presentan
este tipo de neoplasia. Se observan con mayor frecuencia en bovinos
y gatos, en particular como parte del linfoma generalizado o
multicéntrico. En el caso de los gatos forman parte de un síndrome
sistémico o sólo afectan el riñón. Macroscópicamente, se observan
los riñones aumentados de tamaño y multinodulares (figura 4.63). Los
múltiples nódulos tienen tamaños variables en la cápsula y al corte la
superficie es blanca y homogénea (figura 4.64). A diferencia de las
lesiones granulomatosas inducidas por el virus de la peritonitis
infecciosa felina, donde el infiltrado granulomatoso se sitúa alrededor
de los vasos sanguíneos, lo que permite hacer el diagnóstico
diferencial con el linfoma renal. Histológicamente, el linfoma renal se
observa como mantos de linfocitos neoplásicos difusos que sustituyen
el tejido renal normal. El inmunofenotipo de origen de los linfocitos
puede ser T o B.
Vejiga
El uraco patente o uraco permeable es la anomalía más común de la
vejiga. Esta anomalía se desarrolla cuando hay una falla en el cierre
del uraco fetal, formándose un canal abierto entre el ápice de la vejiga
y el ombligo. El uraco patente es susceptible a infecciones y
formación de abscesos. Además, su ruptura causa uroperitoneo (esta
afección debe ser diferenciada de la ruptura perinatal de la vejiga).
Los potros son afectados con mayor frecuencia (figura 4.67).
Urolitiasis
La urolitiasis se refiere a la presencia de urolitos (cálculos o piedras)
en el tracto urinario. Estas concreciones se forman y depositan en
cualquier estructura, desde la pelvis renal hasta la uretra. Están
compuestos por sales orgánicas e inorgánicas y por otros materiales,
como cistina y xantina. La urolitiasis es uno de los problemas más
importantes del tracto urinario en animales domésticos,
principalmente en bovinos, borregos, perros y gatos, y en menor
grado en caballos y cerdos.
Existen diversos factores que predisponen a la formación de estos
cálculos, por ejemplo, el pH ácido de la orina favorece la precipitación
de oxalatos y el pH alcalino la de carbonatos; las infecciones
bacterianas predisponen la formación de cálculos, debido a que las
colonias bacterianas, el epitelio descamado y los leucocitos,
funcionan como nido para la precipitación de sales minerales,
principalmente de estruvita en perros. Sustancias que se encuentran
en la dieta en niveles anormalmente elevados, como ácido silícico en
algunas pasturas, oxalatos en plantas que acumulan estas sales,
fosfatos en productos de sorgo, magnesio en comida comercial de
gatos, por mencionar algunos. También se detectan niveles bajos en
la dieta de otras sustancias, como la vitamina A, ya que la deficiencia
de este nutriente produce cambios metaplásicos en el epitelio urinario
y su descamación, creando un nido para la formación de cálculos. La
disminución en el consumo de agua favorece la formación de urolitos,
pues permite una sobresaturación de minerales en la orina
concentrada. La obstrucción por anormalidades estructurales del
tracto urinario bajo, así como la presencia de cuerpos extraños
(suturas, catéteres, etc.), sirven como nidos para la precipitación de
minerales. Asimismo, algunos medicamentos excretados en la orina,
como sulfonamidas y tetraciclinas, también actúan como nidos para la
formación de cálculos. En los perros dálmata, las sales de uratos se
precipitan en cantidad suficiente en la orina como para formar
cálculos, debido a un defecto genético en la conversión del ácido
úrico a alantoína, la cual sería un producto más soluble y fácil de
eliminar en la orina.
Macroscópicamente, los urolitos son precipitados de solutos
urinarios, principalmente minerales mezclados con células
descamadas y restos proteináceos. Son estructuras esféricas u
ovoides, con un nido central rodeado por láminas concéntricas de
minerales y una superficie cristalizada. Tienen una superficie lisa o
rugosa y son sólidos, suaves o friables. El color varía dependiendo de
su composición; son únicos o múltiples y de tamaño variable. Los
cálculos se pueden eliminar en la orina, pero generalmente causan
obstrucción urinaria (figura 4.69). El cuadro 4.5 muestra la
composición y frecuencia de diversos tipos de cálculos urinarios en
diferentes especies animales.
a
b
Figura 4.69. Vejigas de perro. Urolitos de gran tamaño, múltiples y únicos,
ocupando por completo la luz de la vejiga urinaria.
b
Figura 4.71. a)Cálculos de estruvita, b) cálculos de carbonatos.
Hidrouréter
El hidrouréter es la dilatación del uréter por obstrucción como
consecuencia de la formación de urolitos (figura 4.72), así como por
inflamación crónica, o por la presencia de neoplasias luminales o
intramurales. También es consecuencia de iatrogenias, como ligadura
accidental durante un procedimiento quirúrgico, por ejemplo, en una
ovariosalpingohisterectomía. El hidrouréter es uni- o bilateral y,
dependiendo de la localización de la obstrucción, se desarrolla
hidrouretra, hidrouréter o hidronefrosis. En los lechones se presenta
hidrouréter o hidronefrosis congénita, generalmente asociado con
epiteliogénesis imperfecta. Los cambios histológicos se restringen a
dilatación de la luz ureteral o uretral, con adelgazamiento del epitelio
por compresión.
Figura 4.72. Hidrouréter e hidronefrosis por obstrucción. Presencia de urolitos
vesicales.
Hidronefrosis
La hidronefrosis es la dilatación de la pelvis renal con atrofia
progresiva del parénquima renal. Se asocia a obstrucción del flujo de
orina desde la pelvis renal hasta la uretra. Es congénita, por el
desarrollo anormal de los conductos urinarios, o adquirida, por la
presencia de cálculos urinarios, inflamación de los conductos o de la
vejiga urinaria, o por la presencia de neoplasias que obstruyen o
disminuyen la luz del tracto urinario.
Dependiendo de la severidad, macroscópicamente se aprecia
dilatación de la pelvis y cálices renales, deformación de crestas y
papilas, así como atrofia medular. El riñón está aumentado de tamaño
y redondeado por la presencia del líquido que ocupa y comprime el
parénquima renal. La compresión provoca isquemia cortical y
necrosis. La obstrucción de las vías urinarias con frecuencia se
complica con infecciones, y es común que el líquido se torne en un
exudado purulento (figura 4.73 a y b y 4.74).
a
b
Figura 4.73. Hidronefrosis en un perro. a) Riñón aumentado de tamaño y
redondeado, b) superficie de corte. Dilatación de los cálices y deformación de las
crestas, con atrofia total del parénquima renal.
Ruptura vesical
La ruptura de la vejiga urinaria o cistorrhexis ocurre generalmente
como consecuencia de obstrucción uretral por cálculos (figura 4.75) o
por neoplasias del epitelio transicional; rara vez sucede por
traumatismos pélvicos o por distocia, aunque en yeguas y vacas
ocurre durante el parto. Como consecuencia se presenta
uroperitoneo, que es la presencia de orina en la cavidad peritoneal,
aunque éste también es consecuencia de la filtración de orina a partir
de los riñones, los uréteres o la uretra. En perros y gatos la causa
más común de uroperitoneo es el traumatismo abdominal y el
cateterismo. El diagnóstico se basa en la detección en el líquido
peritoneal de concentraciones de creatinina, potasio y fosfato, dos
veces mayores a las concentraciones en suero.
Alteraciones inflamatorias
La inflamación de los uréteres (ureteritis) y de la uretra (uretritis) es
muy rara en ausencia de cititis, la cual es frecuente en animales
domésticos. El flujo normal de la orina evita el establecimiento de
infecciones en la vejiga, pero también se forma cuando hay
estancamiento por obstrucción, vaciamiento incompleto o lesión en el
urotelio. Existen factores de riesgo como la cateterización,
vaginoscopías y vaginitis, incontinencia urinaria, así como la
administración prolongada de antibióticos. La cistitis es más común
en hembras debido a que la uretra es más corta. Las bacterias más
frecuentemente asociadas a cistitis son E. coli en todas las especies,
Corynebacterium renale en bovinos, Actinobacilum suis en cerdos,
Enterococcus fecalis en gatos, Klebsiella sp. en caballos, así como
también Proteus sp., Staphylococcus sp. y Streptococcus sp. en
diferentes especies. La cistitis puede ser consecuencia de agentes
químicos, como la terapia prolongada con ciclofosfamida y otros
medicamentos antineoplásicos.
La cistitis es aguda o crónica, la primera puede ser hemorrágica,
fibrinosa, purulenta, necrótica, ulcerativa, o combinada (figura 4.76 a,
b y c), mientras la cistitis crónica se presenta de diversas formas,
según el tipo de inflamación predominante: es de tipo difuso, folicular
o polipoide. La cistitis difusa enrojece y engruesa la mucosa, y
produce infiltración linfocítica en la submucosa e hipertrofia la
muscular de la mucosa. La cistitis folicular se caracteriza por mostrar
focos nodulares de proliferación linfoide, generalmente rodeados por
un halo rojo; engruesa la mucosa por hiperplasia e infiltrado
linfoplasmocítico, y fibrosa la lámina propia. La cistitis polipoide se
manifiesta principalmente en la porción craneoventral de la vejiga y se
expresa como masas nodulares, únicas o múltiples, compuestas por
tejido conectivo, e infiltrado por neutrófilos y linfocitos. Ambos tipos de
cistitis son más comunes en perros.
a
b
c
Hematuria enzoótica
La hematuria enzoótica es una enfermedad importante a nivel
mundial y se considera una de las toxicosis de mayor importancia en
los bovinos. En México ha sido reportada y existen zonas endémicas
con incidencia alta. Es una enfermedad de curso crónico asociada al
consumo reiterado de helechos del género Pteridium. Se presenta
clínicamente con alteraciones hematológicas tales como disminución
en el número de eritrocitos, de plaquetas y de linfocitos, y baja
concentración de hemoglobina. En el examen de orina se observa
hematuria, leucocituria, proteinuria y presencia de células
transicionales en el sedimento urinario. Estos trastornos se relacionan
con lesiones en la vejiga urinaria, principalmente hemorragias en la
mucosa y neoplasias de origen epitelial y vascular. Aunque la planta
contiene diversas sustancias tóxicas, hasta la fecha no se ha
identificado la causa de la hematuria enzoótica. Para la aparición de
las neoplasias vesicales, se ha propuesto una asociación entre el
consumo de helecho macho y la infección por el papilomavirus
bovino. La enfermedad aguda se caracteriza por hemorragias
petequiales, equimosis y sufusiones en la pelvis renal, uréteres y
vejiga; en la forma crónica se desarrolla cistitis con lesiones nodulares
hemangiomatosas, úlceras y sangrado. Se forman tanto tumores
epiteliales, como mesenquimales, tales como carcinoma de células
transicionales, carcinoma de células escamosas, hemangiomas o
hemangiosarcomas, fibromas o fibrosarcomas.
Vejiga neurogénica
El proceso de almacenar y vaciar periódicamente orina requiere de
una compleja integración de las vías simpáticas, parasimpáticas y
somáticas, que comprenden al sistema nervioso central y periférico.
Cualquier alteración en estas vías, tendrá como consecuencia
cambios en la micción.
Neoplasias
Los tumores de las vías urinarias bajas son más frecuentes en la
vejiga y aunque son raros, se presentan con mayor frecuencia en
perros, gatos y bovinos. Se presentan con signos clínicos de disuria,
hematuria y obstrucción. En perros comprenden alrededor del 1% de
todas las neoplasias, en gatos es menor la prevalencia. En los
bovinos generalmente están asociadas a la hematuria enzóotica. Se
reporta que son más frecuentes en machos, como sucede también en
humanos, y algunas razas de perros han mostrado mayor riesgo,
como los Beagle, Collie, y el Scottish terrier. Con excepción de los
rabdomiosarcomas, ocurren en animales viejos.
Los tumores epiteliales son los más frecuentes y se presentan en
animales adultos, principalmente en perros; son papilomas,
adenomas o carcinomas.
Los papilomas generalmente son múltiples y tienden a ser
pedunculados o sésiles. Están cubiertos por epitelio transicional bien
diferenciado. Es común que la superficie se necrose y ulcere,
provocando hematuria.
Los adenomas son raros en todas las especies y generalmente se
originan de áreas de metaplasia del urotelio, son únicos o múltiples.
Los carcinomas de células transicionales, de células escamosas,
adenocarcinomas o carcinomas indiferenciados, se presentan como
nódulos únicos o múltiples, o bien como engrosamiento marcado de
la pared vesical (figura 4.80). Son más comunes en el trígono vesical.
Lecturas recomendadas
Pinto Cárdenas JC, Chávez Crisóstomo D, Morales Salinas E,
Salas Garrido y col. 2009. Amiloidosis generalizada en perros
Sharpei. Comunicación de dos casos. Patología Rev. Lartinoam,
47(4):341-345.
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renal amyloidosis in Abyssinian cats. Vet Pathol, 21:33.
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Meuten DJ (ed). 2002. Tumors in Domestic Animals. Iowa, EUA:
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Zachary JF, McGavin D. 2011. Pathologic Basis of Veterinary
Disease. St. Louis Missouri, EUA: Mosby.
Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Breve repaso de embriología
Intersexualidad
Inversión sexual
Freemartin bovino
Síndrome de feminización testicular
Patología del aparato reproductor femenino
Patología del ovario
Breve repaso de la anatomía del ovario
Anomalías congénitas
Ovaritis
Quistes ováricos
Neoplasias
Comentario final a la patología del ovario
Patología del oviducto
Breve repaso de la anatomía del oviducto
Anomalías congénitas
Salpingitis
Neoplasias
Iatrogenia en oviducto y ovario
Patología del útero
Anomalías congénitas
Metaplasia endometrial
Hiperplasia quística endometrial en rumiantes
Hiperplasia quística endometrial en la perra
Mecanismos de defensa del útero
Metritis
Utilidad de la biopsia endometrial
Iatrogenia en útero
Neoplasias
Patología del útero gestante
Aborto tóxico en los bovinos
Aborto infeccioso
Aborto por diferentes bacterias
Aborto por diferentes protozoarios
Aborto por diferentes virus
Aborto por causas diversas
Características de las muestras para el diagnóstico de abortos
Patología de la placenta
Breve repaso acerca de la placentación normal
Involución uterina posparto normal
Subinvolución de sitios de inserción placentarios en perras
Placentación adventicia en la vaca
Retención placentaria en la vaca
Torsión y rotura del útero gestante (“gestación ectópica”)
Patología del cuello uterino
Anomalías congénitas
Cervicitis
Patología de vagina y vulva
Breve repaso de la anatomía de vagina y vulva
Inflamación
Neoplasias
Iatrogenia en cuello uterino y vagina
Patología de la glándula mamaria
Anomalías congénitas
Mastitis
Iatrogenia en la glándula mamaria
Neoplasias
Patología del aparato reproductor masculino
Breve repaso de la anatomía del aparato reproductor masculino
Anomalías congénitas
Importancia del sistema inmunitario en la patología testicular
Patología del testículo
Degeneración del epitelio testicular
Orquitis
Iatrogenia en el testículo
Neoplasias
Patología del epidídimo
Epididimitis
Patología de glándulas anexas al aparato reproductor masculino
Patología del pene
Iatrogenia en el pene
Lecturas recomendadas
Aparato reproductor
Germán Valero Elizondo y Elizabeth Morales Salinas
Introducción
EN EL EJERCICIO de la medicina veterinaria es frecuente encontrar
problemas reproductivos en todas las especies domésticas.
Usualmente es el clínico de campo quien debe identificar,
diagnosticar, resolver y prevenir los trastornos reproductivos de éstas.
Aun cuando la tendencia en el ejercicio de la veterinaria es hacia la
especialización –por ejemplo, van en aumento los especialistas en
reproducción bovina–, el médico veterinario general sigue y seguirá
tratando problemas reproductivos, por lo que debe estar preparado
para manejarlos con eficacia.
En la patología del sistema reproductor, así como en la de otros
sistemas del reino animal, el laboratorio es un poderoso auxiliar de
diagnóstico. En el caso particular de los problemas reproductivos, la
información que los estudios de laboratorio adecuados proporcionan
al clínico solicitante, atenúa con creces sus costos, además de que
permite al practicante joven aumentar el grado de confiabilidad de sus
diagnósticos presuntivos, y perfeccionar su criterio clínico-médico.
Sin embargo, cabe señalar que muchos exámenes de laboratorio no
indicados, no necesariamente compensan las deficiencias de
conocimientos del médico que los solicita. A manera de ejemplo, la
valoración de nitratos en casos de aborto en cerdas, o las serologías
de Toxoplasma gondii en vacas que abortan, no aportan beneficios
para el diagnóstico y corrección del problema; y sí en cambio,
representan un gasto innecesario de tiempo y recursos. Así pues, el
conocimiento de la patología reproductiva usual para la especie de
interés es extremadamente útil para el médico veterinario en el
ejercicio profesional, pues es la herramienta con la que puede
identificar (o por lo menos sospechar) algún tipo de problema, emitir
un diagnóstico presuntivo, y en caso necesario, solicitar los exámenes
complementarios.
Como en cualquier situación, el clínico que envía al laboratorio las
muestras adecuadas y con el manejo correcto, complementadas con
una historia clínica completa y confiable, más su diagnóstico
presuntivo, permitirá al personal trabajar de manera apropiada los
casos, lo que aumentará la probabilidad de llegar a conclusiones
importantes, acertadas y útiles.
Inversión sexual
En varias especies animales es posible encontrar especímenes con
cariotipo femenino normal XX, que presentan inversión de sexo y
poseen testículos y sistema tubular masculino. Estos animales tienen
un gen autosómico (esto es, que no está en el cromosoma X ni en el
Y) que produce masculinización al funcionar como cromosoma Y. En
perros, cerdos y cabras, por lo general se trata de genes autosómicos
recesivos, aunque en ratones se refiere al gen autosómico dominante
SXR (SeX Reversal).
En las cabras se encuentra un gen de inversión sexual asociado al
que determina la ausencia de cuernos. El gen para la ausencia de
cuernos es autosómico dominante; los animales heterocigotos (con
un ejemplar de este gen) carecen de cuernos y son fértiles; los
homocigotos (con dos ejemplares) son hermafroditas verdaderos (con
ovotestis) o machos seudohermafroditas (con testículos y vulva) o
machos de apariencia externa casi normal, pero estériles.
Los animales con inversión sexual se pueden distinguir de los
freemartin por la ausencia de quimerismo sanguíneo (véase más
adelante).
Freemartin bovino
La entidad freemartin o “machorra” es común en bovinos, y muy rara
en ovinos y caprinos. Para que se presente el freemartinismo, es
necesario que una vaca tenga dos o más ovulaciones simultáneas, y
que se implanten por lo menos un embrión macho y uno hembra.
Después debe ocurrir la fusión de circulaciones corioalantoideas entre
las placentas de ambos fetos.
El hecho de que los bovinos presenten una frecuencia relativamente
alta de freemartinismo se explica por la gran tendencia (nueve de diez
casos) a la unión de las circulaciones fetales en las gestaciones
múltiples, lo cual no suele ocurrir en ovinos y caprinos.
Al unirse las circulaciones de ambos fetos, hay un intercambio de
células de diferentes tipos: precursoras de eritrocitos y leucocitos, y
células germinales. Así se explica que los animales freemartin
presenten un mosaico eritrocítico, con glóbulos rojos de dos tipos
diferentes en la circulación sanguínea.
Las células germinales que migren a la gónada primitiva de un
animal genotípicamente hembra, expresarán antígenos de superficie
que organicen la masculinización de la gónada en grado variable.
También habrá masculinización del aparato reproductor tubular.
La becerra freemartin tiene conformación muscular masculinizada,
con cuello ancho, pero presenta vulva y vagina superficialmente
normales. Nunca entra en estro y nunca quedará gestante.
Los ovarios de la becerra freemartin son pequeños y pueden tener
abundante tejido intersticial, lo que les da un color anaranjado que no
debe confundirse con el cuerpo amarillo (lúteo) o restos de él que
nunca desarrollará la vaca freemartin.
Histológicamente los ovarios no presentan células germinales, o
éstas son muy escasas en los folículos primarios que no madurarán.
Otra variante es que los ovarios presentan cierto grado de
masculinización con estructuras semejantes a los túbulos seminíferos,
lo que explica por qué no hay ciclo estral y ni gestación.
Los oviductos, el útero y el cuello uterino de la freemartin suelen
estar poco desarrollados, aunque esto es en extremo variable. Con
frecuencia la vagina, el vestíbulo y la vulva están hipoplásicas y el
clítoris se encuentra alargado. Cuando la vulva tiene aspecto normal,
las becerras se crían como animales de reemplazo hasta la madurez,
cuando empiezan los problemas por la falta de estro.
Una característica anatómica constante en la freemartin es la
presencia de vesículas seminales junto al cuello uterino (figura 5.4).
Esto tiene utilidad diagnóstica en la necropsia, pero es difícil de
detectar a la palpación rectal por personal poco experimentado.
El tamaño del ovario bovino varía de acuerdo con la etapa del ciclo
estral, de la gestación y de la condición general de la vaca. El ovario
derecho es más activo que el izquierdo en una proporción de seis a
cuatro, por lo que suele ser más grande y contener con más
frecuencia folículos y cuerpos lúteos. El folículo maduro mide de 15 a
20 mm de diámetro. El cuerpo hemorrágico es de corta duración. El
cuerpo lúteo contiene abundantes eosinófilos.
Después de la ovulación, es frecuente que permanezcan adheridos
al ovario pequeños coágulos sanguíneos. Al ser invadidos por
capilares y tejido conectivo se forman hilos diminutos (de este tejido,
de neutrófilos, linfocitos, histiocitos y plasmocitos) entre el ovario y la
porción fimbria del oviducto, los cuales se conocen como estrías de
ovulación. Estas estrías son delgadas, pueden romperse fácilmente
con la mano y no afectan la fertilidad de la vaca. Son muy comunes, y
sólo se encuentran en la hembra después de la pubertad.
En la vaca Holstein, uno de cada cinco cuerpos lúteos puede tener
una cavidad quística (de uno a quince milímetros), que algunos textos
de anatomía consideran normal; aquí se comentan en la parte de
quistes ováricos.
El cuerpo lúteo normal de la vaca persiste de 16 a 18 días en
ausencia de gestación. Se cree que la luteólisis (involución del cuerpo
lúteo) es inducida por la prostaglandina F-2-alfa, la cual es producida
por las glándulas endometriales.
Por su parte, el ovario de la cerda tiene forma de zarzamora, y los
folículos maduros miden de siete a diez milímetros. El cuerpo lúteo
puede llegar a alcanzar once milìmetros y no tiene tanto pigmento
como el de la vaca; en la involución, el ovario de la cerda posee más
tejido conectivo que en las demás especies domésticas.
El ovario de la perra también tiene forma de zarzamora y está
rodeado de una bolsa ovárica adiposa , infiltrada de grasa. La red
ovárica es prominente y los folículos maduros miden seis milímetros.
Los folículos preovulatorios presentan dobleces de la pared folicular.
La bolsa ovárica de la gata no contiene grasa.
La perra y la gata presentan folículos poliovulares (con más de un
óvulo) con mayor frecuencia que las otras especies.
El estroma del ovario normal de la yegua tiene un aspecto muy
característico, con pocos folículos y muchas células tipo fibroblasto,
dispuestas a manera de “madejas”, que semejan una neoplasia.
El ovario de la yegua tiene forma de riñón y pesa de 40 a 80 g. Los
folículos sólo ovulan en una pequeña zona denominada fosa
ovulatoria, y el ovario izquierdo es más activo que el derecho en una
proporción de seis a cuatro.
En el ovario de la yegua, es frecuente encontrar tejido adrenocortical
ectópico.
El cuerpo lúteo de la yegua gestante comienza a involucionar a los
40 días de gestación, y los cuerpos lúteos accesorios se desarrollan
de los 60 a los 120 días de gestación.
En general, las especies que presenten ovulación inducida por el
apareamiento, como la coneja, poseen abundante tejido intersticial
pigmentado en el ovario, al que se le llama “glándula intersticial”, pese
a que es un nombre poco apropiado.
Anomalías congénitas
Las anomalías congénitas, como por ejemplo los ovarios
supernumerarios, son muy raras en las especies domésticas. En
hatos de vacas suecas se detectó un tipo de hipoplasia ovárica
causada por un gen autosómico recesivo que también provoca la
hipoplasia testicular en toros. Estos casos se identifican por palpación
rectal , y son controlados por los programas de selección genética. En
vacas lecheras mexicanas este tipo de anomalías parece ser muy
raro.
Atrofia ovárica
La atrofia ovárica es poco frecuente en animales de granja, pero en
animales de compañía es posible encontrar hembras que lleguen a
una edad avanzada en la cual ocurra la atrofia senil del ovario (figura
5.6).
Figura 5.6. Atrofia senil del ovario en una gallina (imagen superior), comparada
con una gallina fértil (imagen inferior). Debe recordarse que la gallina doméstica
normalmente sólo tiene desarrollado un ovario.
Ovaritis
La inflamación del ovario (ovaritis u ooforitis) es más bien rara, y la
pueden causar bacterias piógenas, con formación de abscesos (figura
5.7), generalmente pequeños.
Figura 5.7. Absceso en ovario bovino.
Figura 5.12. Ovarios caninos con numerosos quistes, que no deben llamarse
“ovarios poliquísticos”. Un examen minuciosos revelaría que en este caso
corresponden a quistes de estructuras epiteliales subsuperficiales.
Quistes luteinizados
El quiste luteinizado se desarrolla a partir de un folículo que no ovula,
continúa madurando y presenta luteinización en toda su superficie
interna.
Se cree que tiene una patogenia similar al quiste folicular, pero con
secreción escasa de hormona luteinizante, la cual, aunque no cause
la ovulación, sí induce la luteinización. Un quiste luteinizado también
se puede desarrollar a partir de un quiste folicular que recibe
tratamiento hormonal. El tejido luteinizado de la pared del quiste
produce progestágenos, por lo que la signología clínica es de anestro
persistente.
El aspecto microscópico de la pared de un quiste luteinizado es muy
similar al de un cuerpo lúteo, pero dado que nunca ovuló, a nivel
macroscópico puede distinguirse por la ausencia del “chipote” o
chichón (figura 5.13).
Figura 5.13. Quiste luteinizado ovino, y oviducto adherido al ovario por salpingitis
brucelosa ovina. El color anaranjado es característico de las células luteinizadas,
mientras que el amarillo claro es causado por el líquido fijador de Bouin empleado.
Figura 5.15. Bolsa ovárica quística en una vaca. El triángulo blanco señala al
ovario sepultado por fibrosis extensa.
Figura 5.16. Ovario de una perra con numerosos quistes de estructuras epiteliales
subsuperficiales. Nótese que se encuentran inmediatamente debajo de la
superficie del ovario.
Figura 5.17. Quistes de estructuras epiteliales subsuperficiales. Solamente tienen
una capa de células epiteliales y carecen de pliegues. Tinción H-E.
El hecho de que haya quistes múltiples justo debajo del epitelio del
ovario de la perra, permite el diagnóstico macroscópico, el cual es
fácil de comprobar mediante histología.
Neoplasias quísticas
En yeguas, vacas, perras, y con menor frecuencia en otras especies,
pueden hallarse neoplasias con uno o varios quistes. También es
posible encontrar una sola estructura quística cuya pared contenga
células neoplásicas. En las yeguas, particularmente, llegan a
presentarse tumores de células de la granulosa que forman un
enorme quiste; la presión continua del líquido dentro del quiste sobre
las células neoplásicas de la pared suele causar su degeneración y
necrosis, lo que dificulta el diagnóstico. En estos casos, es
conveniente observar con cuidado la pared del quiste a nivel
macroscópico y seleccionar para histología las zonas en las cuales la
pared se observe rugosa o engrosada, y las que aún conserven
células neoplásicas.
La neoplasia quística más frecuente e importante en el ovario de
vacas y yeguas es el tumor de células de la granulosa. Con menor
frecuencia pueden encontrarse adenomas quísticos de la red ovárica,
y en la perra pueden presentarse adenomas quísticos de estructuras
epiteliales subsuperficiales.
Iatrogenia asociada con los quistes ováricos
Como se mencionó, el ovario es una estructura delicada. En la
antigüedad, era práctica común la rotura manual por vía rectal de los
quistes ováricos, como tratamiento de primera línea. El manejo
brusco, necesario para romper un quiste ovárico, a menudo producía
salpingitis, con formación de adherencias entre ovario y oviducto; las
adherencias dificultaban la función de estos órganos y disminuían
ostensiblemente la fertilidad esperada de las vacas. Con el
descubrimiento y comercialización de preparados hormonales
naturales y sintéticos de efecto luteinizante o luteolitico, ya no es
necesaria la rotura o la enucleación por vía rectal. Aunque estos
preparados hormonales suelen ser caros, debe considerarse que
sería más costoso perder a la vaca o, en el mejor de los casos, correr
el riesgo de causar una lesión permanente al aparato reproductor, con
la infertilidad asociada.
Neoplasias
Se ha informado de tumores ováricos en la mayor parte de las
especies domésticas, si bien son más comunes en la perra y la vaca.
Sin embargo, es muy frecuente que las neoplasias ováricas pasen
inadvertidas en la necropsia habitual, sobre todo en la perra, cuya
bolsa ovárica está infiltrada de grasa.
Se consideran como un grupo los tumores de células de la
granulosa (figura 5.18), de la teca (figura 5.19) y de los cuerpos
lúteos. El tumor de células de la granulosa es la neoplasia ovárica
más frecuente en la vaca y en la yegua. En general es un tumor
benigno, y a menudo se acompaña de signos clínicos de ninfomanía y
lesiones de hiperestrinismo porque las células de la granulosa
normalmente producen estrógenos. En ocasiones se encuentran
tumores de células de la granulosa formados por una gran cavidad
quística, con una o varias placas de células neoplásicas en la pared.
Es muy importante no confundir estas neoplasias con quistes
foliculares.
Figura 5.18. Tumor de células de la granulosa.
Salpingitis granulomatosa
Suele presentarse en vacas con tuberculosis peritoneal.
Generalmente se encuentran múltiples granulomas a todo lo largo del
oviducto (figura 5.29), lo que sugiere el transporte de las
micobacterias por el útero. Es usual que las vacas con salpingitis
tuberculosa tengan también metritis tuberculosa.
Figura 5.44. Piometra canina con abundante exudado purulento dentro del útero.
Figura 5.45. Útero bovino distendido por la gran acumulación de exudado
purulento en su interior (piometra).
Figura 5.55. Útero bovino con metritis tuberculosa con grandes granulomas
amarillos en la mucosa y exudado purulento verde-amarillento (endometritis) en la
luz.
Iatrogenia en útero
La administración intrauterina de lugol en la vaca causa necrosis
superficial del endometrio, con liberación de prostaglandina F-2-alfa,
por lo que la vaca entra rápidamente en estro, pero no suele quedar
gestante debido a que el epitelio uterino no se ha regenerado. El
epitelio necrosado semeja exudado mucopurulento.
Algunos sujetos dedicados a la inseminación artificial de vacas
insisten en introducir excesivamente la pipeta de inseminación y,
pretextando mejores resultados, depositan el semen dentro de los
cuernos uterinos. Sin embargo, en ocasiones se exceden a tal grado,
que llegan a colocarlo dentro de la musculatura del cuerno uterino o
en el peritoneo. Como la pipeta de inseminación o el semen pueden
tener bacterias, es posible el desarrollo de abscesos en la pared de
los cuernos uterinos.
Una situación semejante puede ocurrir con los tratamientos
“intrauterinos”; las preparaciones con aceite (antibióticos en emulsión)
causan granulomas en lugar de abscesos.
La perforación de la pared uterina en una piometra puede ocasionar
perimetritis o peritonitis (figura 5.57).
Figura 5.57. Exudado fibrinoso sobre la pared de un cuerno uterino en una perra
con piometra.
Neoplasias
Los tumores epiteliales del útero son muy raros en la mayor parte de
especies domésticas. En la vaca se presentan algunos carcinomas
endometriales, que con frecuencia se acompañan de abundante tejido
conectivo (“cirróticos”). Suelen enviar metástasis al pulmón. La
contracción de las fibras de colágena causa un aspecto multinodular.
En las conejas, principalmente en hembras viejas (4% en conejas de
dos años contra 80% en las de seis) se han visto carcinomas
endometriales. En esta especie no existe tanto tejido conectivo como
en la vaca.
En el útero de las vacas son comunes los linfomas, tienen color gris
blancuzco y una consistencia suave, ya que suelen presentar poco
tejido conectivo.
En vacas, perras y otras especies se encuentran ocasionalmente
neoplasias benignas de células de músculo liso (leiomioma) (figuras
5.58, 5.59 y 5.60). Los grandes leiomiomas pueden presentar
necrosis de las porciones centrales y deben diferenciarse de
abscesos en la pared uterina.
Figura 5.58. Leiomioma canino en el cuerno uterino.
Pinus ponderosa
Pino Juniperus osteosperma
Artemisa tridentata
Astragalus pubentissimus
A. lentiginosus
A. earlei
A. mollissimus
“Loco” Oxytropis sericea
O. lambertii
Swainsona galegifolia
S. greyana
S. luteola
Gutierrezia microcephala, Xanthocephalum sp.
Lathyrus sativus
“Broomweed” L. odoratus
Lupinus sericeus
Veratrum album
Nitratos y nitritos
El aborto por efecto tóxico de nitratos y nitritos se presenta como
parte del cuadro clínico de algunas vacas gestantes que tienen
acceso a forrajes o fertilizantes con un gran contenido de nitratos. Se
ha informado una DL50 (para bovinos) de 1 g/kg, pero la tolerancia
del ganado puede aumentarse por el consumo de alimentos
concentrados.
En el lote de animales que tienen acceso a la misma pastura pueden
presentarse en algunos de ellos casos mortales de intoxicación,
mientras otros no manifiesten signos de intoxicación; por tanto, se ha
sugerido que factores como el tipo de flora bacteriana ruminal, el pH
ruminal y situaciones de estasis ruminal, pueden modificar la toxicidad
del nitrato ingerido.
Acumulación de nitratos en plantas
Cuando se prolonga por varios años una fertilización excesiva de los
suelos, sea por fertilizantes sintéticos, riego con aguas negras o
cultivo previo de leguminosas (p. ej., alfalfa) queda libre una gran
cantidad de nitrógeno, el cual fija las bacterias del suelo, y se
acumula en las plantas en forma de nitratos.
Entre las plantas que pueden contener cantidades tóxicas de nitratos
(cuadro 5.1) están: avena, cebada, trigo, sorgo (también puede tener
glucósidos cianógenos), el tallo del maíz, las hojas de la remolacha y
algunas otras hierbas como el quelite (Amaranthus). Incluso se ha
mencionado la alfalfa, en ciertas condiciones. En el cuadro 5.2, se
enlistan algunas de las plantas que se sabe pueden tener cantidades
tóxicas de nitratos.
En algunos vegetales, la aplicación de determinados herbicidas
como el ácido 2,4-diclorofenoxiacético (2-4-D) puede causar aumento
de la concentración de nitratos y mejorar el sabor de plantas tóxicas
que normalmente no apetecería el ganado. La cantidad de nitratos
que almacena una planta depende de muchos factores, como la
etapa de crecimiento, la época del año, sequías, duración del
fotoperiodo, etcétera.
Conversión de nitratos a nitritos
Los nitratos (en general KN03) contenidos en las plantas que ingiere
el ganado son relativamente tóxicos, pero por acción de las bacterias
en el rumen (o incluso en forrajes húmedos a la temperatura propicia)
se metabolizan en nitritos, que son de seis a diez veces más tóxicos
que los nitratos. La acción tóxica de los nitratos en animales
monogástricos es diferente; se manifiesta sobre todo como cuadros
hipotensivos, hepatotóxicos y nefrotóxicos.
En los bovinos, se ha demostrado que el lapso de seis horas entre la
ingestión de nitratos y la aparición de los signos corresponde al
tiempo que el nitrato del rumen requiere para ser convertido en una
cantidad suficiente de nitritos; la conversión de nitratos a nitritos en
avena henificada alcanza su máximo a las veinte horas de haberse
humedecido.
Metahemoglobina
El efecto tóxico principal de los nitritos que se absorben es su
capacidad para convertir la hemoglobina (Hb) en metahemoglobina
(metaHb), al cambiar el hierro de ion ferroso a ion férrico, con lo que
pierde la capacidad para transportar oxígeno.
Una molécula de nitrito interactúa con dos moléculas de
hemoglobina; con la oxidación de la Hb ferrosa a Hb férrica (metaHb),
el nitrito se reduce a nitroso. La importancia de este último no se ha
establecido.
Con el paso del tiempo, la metaHb se vuelve a reducir a Hb ferrosa
(forma normal y activa) por acción de dos sistemas enzimáticos en la
sangre: la diaforasa 1, dependiente de NAD y la diaforasa 11,
dependiente de NADP.
La metaHb no transporta oxígeno y cuando se alcanzan
concentraciones de 20 a 40 % (según la especie y actividad física) del
total de Hb en forma de metaHb, surgen signos clínicos de hipoxia. Al
aumentar la concentración de metaHb, los signos empeoran y la
muerte por hipoxemia suele presentarse con 80 a 90 % de metaHb;
en animales que hacen mucho ejercicio, la muerte puede ocurrir con
50 a 60 % de metaHb en sangre.
A nivel experimental se ha demostrado que los bovinos adultos
pueden soportar concentraciones de metaHb de hasta 40 a 50 % de
la Hb total por periodos de hasta seis meses, sin que se produzca
aborto en animales gestantes. Sin embargo, cualquier aumento súbito
en la demanda de oxígeno (ejercicio, caminatas largas) desencadena
una insuficiencia.
Además de la producción de metaHb, los nitritos producen dilatación
de las arteriolas, lo que repercute en un descenso de la presión
sanguínea y aumento reflejo del pulso. Todo esto contribuye a la
presentación de la hipoxia tisular. Esta es la causa de los principales
signos clínicos y puede significar la muerte del animal o, en el caso de
una hembra gestante, la muerte del producto, que posteriormente es
expulsado. Los nitritos pueden atravesar con facilidad la barrera
placentaria y afectar a los eritrocitos del feto. Es importante recordar
que la Hb fetal es especialmente susceptible a los nitritos, y la muerte
del feto ocurre pronto por anoxia.
Diagnóstico de metahemoglobinemia
Los signos clínicos en la intoxicación aguda por nitratos y nitritos en
rumiantes, son: cianosis, taquicardia (150/min.), debilidad, postración,
disnea, diarrea y micción frecuente (estos dos últimos debido a la
acción irritante leve de los nitratos sobre las mucosas).
Las lesiones encontradas durante necropsia suelen ser: sangre
“achocolatada”, con coagulación normal, disminuida o irregular
(debido a la metaHb), y mucosas cianóticas, excepto en estómago e
intestino, que suelen estar congestionados. También es posible
encontrar hemorragias petequiales en serosas, tráquea y laringe, al
igual que en otras hipoxemias.
El diagnóstico depende de la detección de cantidades significativas
de nitratos y nitritos en suero, líquido cefalorraquídeo, líquido
amniótico o contenido estomacal del feto; también es posible localizar
la proporción de metaHb en sangre. Es importante recordar que en
algunos animales sanos es normal encontrar pequeñas cantidades de
metaHb y los rumiantes sanos pueden tener hasta 25 ppm de nitrato
o 0.75 ppm de nitrito en suero.
Diagnóstico diferencial de la metahemoglobinemia
La presencia de signos graves de insuficiencia respiratoria en
ausencia de lesiones pulmonares evidentes, sugiere un defecto en la
capacidad de transporte de oxígeno por la sangre, o de la capacidad
de las células para utilizarlo. Por lo general, la asfixia o sofocación por
gases que desplazan al oxígeno se elimina como posible causa, por
la escasa probabilidad de que se presente.
Los agentes que impiden la utilización del oxígeno por la célula,
como el cianuro (glucósidos cianogénicos) y el ácido sulfhídrico (en
silos), imparten a la sangre venosa un color rojo brillante (cianuro) o
rojo oscuro (ácido sulfhídrico), pero no “achocolatado”. Muchos
agentes pueden ocasionar disminución en la capacidad de transporte
de oxígeno de la sangre. Entre éstos se encuentran:
El monóxido de carbono, que transforma la Hb en
carboxihemoglobina, impartiéndole a la sangre un color rojo brillante.
Causan rotura de los eritrocitos agentes hemolíticos comocloratos,
cobre, bromato, yodato, dimetil sulfato, dimetil sulfóxido, dinitrofenol,
naftalenos, nitrofurantoína, fenilhidrazina, sulfonamidas, N-
propildisulfuro (en cebollas silvestres), gosipol (en semillas de
algodón), algunos venenos de serpientes, así como microorganismos
y parásitos. . La hemólisis se torna evidente al examinar el plasma
sanguíneo; si se sobrepasa el umbral renal, se presenta
hemoglobinuria.
Anticoagulantes potentes, como la warfarina, que es usada como
raticida, o el dicumarol, presente en el trébol dulce, y que también
pueden ocasionar oxigenación deficiente de los tejidos.
Agentes hipotensivos (fosfuro de zinc, salicilatos, hierro, plomo,
mercurio, etc.), que causan un cuadro similar a la intoxicación por
nitritos. Se diferencian por la historia clínica y la ausencia de sangre
“achocolatada”.
Sustancias cardiotóxicas (digitoxina, sulfato de magnesio, gluconato
de calcio, cobalto, potasio), que reducen el transporte de oxígeno al
producir latidos débiles o anormales, con disminución del gasto
cardiaco.
Las sustancias diferentes a los nitritos que producen
metahemoglobina son muchas, pero poco proclives a ocasionar
toxicidad en animales domésticos. Entre éstas se encuentran:
cloratos, colorantes de anilina, nitrobenzenos, paracetamol,
acetofenetidina, bromatos, yodatos, hidroquinona, nitratos orgánicos,
beta-naftilamina, p-aminofenol, metil-paminofenol, pirogalol, toluidina,
subnitrato de bismuto, sulfonamidas, trinitotolueno, fenilhidrazina,
ácido ascórbico, ferrocianuro, cobre, aloxana y otros agentes
químicos oxidantes.
Iatrogenia en el tratamiento de metahemoglobinemia
El diagnóstico de metahemoglobinemia se facilita si se observa
respuesta favorable al tratamiento. En la intoxicación aguda por
nitratos y otras sustancias que produzcan metahemoglobinemia se
recomienda la administración endovenosa lenta de solución de azul
de metileno al uno por ciento (peso/volumen) en solución salina
isotónica, a razón de 8.8 mg/kg de peso corporal para bovinos y
ovinos, y 4.4 mg/ kg en otras especies. El tratamiento puede repetirse
(a criterio del clínico), pasados entre 15 y 30 minutos.
En la corriente sanguínea, el azul de metileno que normalmente es
un agente oxidante, se convierte en el agente reductor “leucoazul de
metileno” por medio de un sistema enzimático dependiente de
NADPH2. El leucoazul de metileno reduce a la metaHb a Hb ferrosa,
que recobra su capacidad para transportar oxígeno. Al mismo tiempo,
leucoazul de metileno es oxidado a azul de metileno, que puede ser
otra vez transformado en leucoazul, mientras exista suficiente NADPH
disponible.
Este sistema de NADPH2 puede llegar a saturarse ante un exceso
de azul de metileno, el cual puede oxidar directamente a la Hb y
aumentar la concentración de metaHb.
Arsénico
La acumulación de cantidades tóxicas de esta sustancia en los
animales domésticos suele ser resultado de la ingestión accidental de
insecticidas o fungicidas a base de arseniato de plomo, por ejemplo, o
bien por la presencia de arsénico en las rocas fosfóricas en bruto.
Antiguamente se usaban compuestos arsenicales como estimulantes
del crecimiento, y ocurrían intoxicaciones por errores en la
formulación o la mezcla de raciones.
El aborto se presenta sólo ocasionalmente, y aunado a otros signos
como: diarrea, estupor, incoordinación, convulsiones, hipotermia y
muerte. Las lesiones que pueden encontrarse en estos casos son:
gastroenteritis, a menudo hemorrágica, hepatitis tóxica, dermatitis con
hiperpigmentación e hiperqueratosis, neuritis y fibrosis periarticular,
que puede llegar a producir cojera y crecimiento asimétrico de las
articulaciones de los miembros.
Plantas tóxicas abortifacíentes o teratógenas en rumiantes
En general, las intoxicaciones por ingestión de plantas son más
frecuentes en ovinos que en bovinos.
La información existente sobre las características tóxicas de las
plantas en diferentes regiones del mundo es muy variada y en
ocasiones contradictoria, por lo que probablemente la toxicidad de
una planta cambie según el tipo de suelo, las características
climatológicas y la especie vegetal enparticular (cuadro 5.2).
La capacidad de causar aborto puede deberse a su contenido de
nitratos (véase antes); de compuestos con actividad estrogénica o
proestrogénica, como las isoflavonas de algunos tréboles; de
sustancias teratógenas, como en las plantas del género Lupinus que
ocasionan lo que antiguamente se denominaba “becerros belloteros”;
de micotoxinas u otros agentes no identificados, que pueden
relacionarse con factores ambientales, como la tensión (estrés) en el
caso de la intoxicación por agujas de pino.
Aborto infeccioso
Los microorganismos pueden causar aborto por diferentes
mecanismos, no todos ellos evidentes para el clínico. La fiebre que
originan muchas infecciones sistémicas puede por sí sola causar
aborto, aunque el feto no esté infectado.
La hipoxemia fetal que resulta de anemias graves en la madre
puede causar muerte fetal y aborto, aunque la sangre del feto sea
normal. Asimismo, la destrucción de la placenta o la simple infiltración
celular reactiva disminuye su eficiencia en el aporte de nutrimentos al
feto. Si ésta es crónica, el feto se desarrolla poco y se encuentra
pequeño para su edad. Si la destrucción placentaria es súbita o muy
grave, puede causar la muerte del feto y su aborto.
La infección de los tejidos del feto puede causarle la muerte con
facilidad. En general, los fetos de menos de dos tercios de desarrollo
no suelen reaccionar inmunológicamente contra los microorganismos,
y el estudio histopatológico no revela lesiones significativas. Al
término de la gestación, los fetos pueden desarrollar reacciones
intensas contra los microorganismos, produciendo lesiones muy
evidentes.
En general, las lesiones más frecuentes en los fetos de todas las
especies son:
Hepatitis necrosante multifocal asociada a virus y bacterias.
Neumonía exudativa leve, asociada a Campylobacter foetus;
neumonía exudativa grave, con arteritis necrosante, asociada a
Brucella.
Granulomas en órganos blandos, asociados a hongos y
bacterias (Mucor, Listeria, Brucella).
Meningoencefalitis asociadas a virus.
Cuerpos de inclusión intranucleares tipo A en adrenales, hígado
y pulmón, asociados a herpes virus bovino y equino.
Necrosis focal grave, asociada a bradizoitos de Toxoplasma
gondii en ovejas.
Gotas hialinas en citoplasma de hepatocitos, asociadas a anoxia
fetal.
Aborto por diferentes bacterias
Las infecciones bacterianas que culminan en bacteremia pueden
localizarse en el útero gestante, y causar infección de la placenta y
del feto, así como aborto. Es posible aislar Trueperella
(Corynebacterium) pyogenes, especies de Streptococcus y de
Staphylococcus, E. coli, especies de Pasteurella y otras bacterias, en
fetos bovinos abortados. Como en otras ocasiones, estos
aislamientos deben realizarse a partir de material no contaminado
(contenido abomasal generalmente), y asociarse con placentitis en la
histopatología, y con observación de muchas bacterias en las
improntas frescas de placenta.
En la salmonelosis pueden ocurrir abortos, a pesar de que la vaca
no presente el cuadro entérico característico y la excreción fecal de
Salmonella sea pasajera. Suele haber una placentitis con retención
placentaria, sin que el feto presente lesiones significativas.
Histophilus somni (Haemophilus somnus), que generalmente se
asocia con la meningoencefalitis tromboembólica bovina, puede
causar placentitis grave con edema, necrosis y trombos bacterianos;
en el feto se observa a veces una bronconeumonía leve. Es
interesante el hecho de que los casos de abortos suelen encontrarse
separados de los brotes de meningoencefalitis.
Cuando muere un feto y existen bacterias piógenas, es frecuente
que la reacción inflamatoria cause la autólisis severa, que lleva a la
maceración fetal (figura 5.62).
Brucella
Las bacterias del género Brucella son patógenos intracelulares que
originan infecciones crónicas asociadas al aparato reproductor de los
mamíferos domésticos. Característicamente, Brucella abortus infecta
a bovinos, Brucella melitensis a caprinos, Brucella suis a porcinos,
Brucella ovis a ovinos, Brucella canis a cánidos y Brucella neotomae
a roedores; sin embargo, pueden ocurrir infecciones cruzadas,
especialmente en criaderos con mal manejo sanitario. Así, es posible
encontrar un establo en el que las vacas y cerdas abortan, el caballo
tiene bursitis en el ligamento de la nuca (mal de la cruz), y los
ordeñadores tienen artritis recurrente, todo a consecuencia de que los
perros arrastraron placentas infectadas, provenientes de vacas de
otro establo. Curiosamente, los gatos suelen ser resistentes a la
infección con Brucella.
En bovinos, la infección con Brucella abortus suele adquirirse por vía
oral; la principal fuente de excreción de Brucella son los fetos
abortados, las placentas y los exudados uterinos de vacas infectadas.
Brucella puede sobrevivir dentro de las células fagocíticas, aunque en
animales prepúberes la infección suele desaparecer de manera
espontánea. En animales sexualmente adultos, la infección con
Brucella puede ser crónica; las bacterias se localizan en bazo,
glándula mamaria, linfonódulos, útero gestante, testículo, epidídimo y
glándulas anexas al aparato reproductor masculino.
El tropismo de Brucella abortus hacia el aparato reproductor
femenino se explica por la presencia del azúcar eritritol, que estimula
considerablemente la proliferación de esta bacteria. En el útero
bovino gestante, Brucella abortus crece dentro de las células del
epitelio coriónico. La destrucción del epitelio placentario suele
desencadenar el aborto, que es la manifestación clínica usual de la
presencia de la enfermedad en el hato. En la mayor parte de las
vacas se presenta aborto tardío en las primeras gestaciones; al
desarrollar suficiente inmunidad después de dos o tres abortos, la
vaca logra llegar al término en las gestaciones sucesivas.
La gravedad de las lesiones placentarias es variable; en el caso
característico se encuentran cotiledones necrosados, engrosamiento
de la placenta intercotiledonaria con aspecto de gelatina amarillenta, y
presencia de un exudado viscoso inodoro de color caramelo. Al
examen microscópico, el estroma placentario presenta infiltración
mononuclear con algunas células polimorfonucleares. Las células
epiteliales de la placenta presentan abundantes bacterias
intracelulares.
El estudio histopatológico de los placentomas pone de manifiesto
lesiones ya descritas. La acumulación de restos celulares y la
reacción inflamatoria en las vellosidades dentro de los placentomas
causará la retención placentaria después del parto o aborto.
Los fetos abortados suelen tener contenido abomasal amarillento
turbio y con grumos, muy diferente del normal claro, mucoso y
cristalino. La lesión más importante para el diagnóstico de los fetos
brucelosos es una bronconeumonía grave con arteritis necrosante
(figura 5.63). Es frecuente observar pequeños granulomas con células
gigantes en bazo, hígado, riñón, y linfonódulos fetales, así como
pequeñas zonas de necrosis focal en los mismos órganos. Para fines
diagnósticos existen diversas pruebas serológicas. A falta de éstas y
del aislamiento bacteriano, es posible llegar a un diagnóstico por
histopatología de la placenta y los pulmones fetales.
Patología de la placenta
Breve repaso acerca de la placentación normal
El alumno de patología debe conocer ya el aspecto macro y
microscópico de la placenta en las diferentes especies domésticas,
por lo que sólo se mencionarán algunas características normales
importantes para diferenciarlas de las patológicas.
Rumiantes. El intercambio entre el feto y la madre ocurre en los
placentomas. La vaca Holstein tiene de 60 a 80 carúnculas uterinas.
Las inmunoglobulinas no atraviesan la barrera placentaria. En el
amnios y el cordón umbilical se desarrollan placas epiteliales (figura
5.69) queratinizadas, duras, blanco-amarillentas, sobre todo en el
tercio medio de la gestación. Las células epiteliales de piel
descamadas pueden agruparse en masas amorfas a manera de
cálculos alantoideos, llamadas “bovomanas”. Desde que el feto tiene
de 2 hasta 25 cm (en la vaca), se observan depósitos de calcio en la
placenta.
Figura 5.69. Feto bovino dentro del saco amniótico. Observe las pequeñas placas
epiteliales de color amarillo en la membrana amniótica.
Hiperplasia lobulillar
Displasias:
Mixodisplasia nodular
Adenoma acinar
Adenoma del conducto galactóforo
Epiteliales: Fibroadenoma
Papiloma del conducto galactóforo
Mioepitelioma
Mixoma
Fibroma
Lipoma
Conectivo:
Neurofibroma
Condroma
Osteoma
Endotelio: Hemangioma
Carcinoma adenocarcinomatoso
Carcinomas de conductos
Carcinoma metaplásico
y acinos:
Carcinoma de células esferoides
Sarcomas indiferenciados
Sarcomas: Sarcomas diferenciados:
Osteosarcoma
Condrosarcoma
Displasias de glándula mamaria en perras. Las displasias representan
10 % del total de casos de alteraciones del crecimiento de la
glándula mamaria canina. Suelen presentarse en perras adultas;
son de lento crecimiento (semanas o meses) y en 50 % de los casos
son lesiones múltiples.
En la hiperplasia lobulillar (usualmente papilar quística) todos los
conductos de un lobulillo presentan hiperplasia epitelial y algunos
muestran además hiperplasia mioepitelial, dilataciones quísticas y
formaciones papilares. Por lo general, los quistes contienen un
exudado con células descamadas y el epitelio circundante es de tipo
cuboide o aplanado.
En la mixodisplasia nodular papilar quística la imagen histológica
es similar a la de hiperplasia lobulillar papilar quística; sin embargo,
se observan además algunos conductos y quistes pletóricos de
células epiteliales y mioepiteliales separadas entre sí por un material
mucoide producido por estas mismas células.
Tumor mixto mamario. Es la neoplasia más común de la glándula
mamaria de la perra. La mayor parte de los tumores son benignos y
sólo 33 % del total son malignos. La gran variación en el aspecto
histológico de los tumores mixtos dificulta su evaluación, además de
que 50 % de las perras con tumores mixtos de glándula mamaria
presentan también otros crecimientos mamarios de igual o diferente
tipo histológico, en la misma, o en otras glándulas mamarias.
El crecimiento de los tumores mixtos suele llevar varios meses,
aunque las variedades malignas pueden mostrar un desarrollo
rápido en pocas semanas.
La producción de mucina, cartílago y hueso en los tumores mixtos
de glándula mamaria se debe a metaplasia de las células
mioepiteliales. Los tumores mixtos malignos pueden causar
metástasis por vía linfática o sanguínea, sobre todo en linfonodos
regionales y pulmón, y con menos frecuencia en hígado, riñón,
hueso y otros órganos. Pueden coexistir metástasis de tipos
diferentes, por ejemplo, tumor mixto en algunos órganos y
carcinomas en otros.
Tumores mamarios benignos que no son mixtos en perras. Los
tumores benignos diferentes del tumor mixto representan cerca de 5
% del total de neoplasias mamarias en perras. Lo usual es que
crezcan lentamente por meses o años. A nivel histológico pueden
ser epiteliales, de tejido conectivo o de endotelio.
Los tumores benignos epiteliales son adenomas acinares,
adenomas del conducto galactóforo, fibroadenomas, papilomas del
conducto y mioepiteliomas. Las neoplasias benignas del tejido
conectivo son los mixomas, fibromas, lipomas, neurofibromas,
condromas y osteomas. La neoplasia benigna de endotelios
vasculares es el hemangioma.
Carcinomas de glándula mamaria en perras
Éstos representan 50 % de los casos de neoplasias en glándula
mamaria en perras. En ocasiones se observan carcinomas que se
originaron en zonas donde ya había una neoplasia benigna.
La mayor parte de los carcinomas se producen en el conducto
galactóforo, pero también pueden desarrollarse a partir de la piel que
recubre la glándula mamaria, como es el caso de los carcinomas de
células escamosas, células basales, de las glándulas apocrinas y del
melanoma maligno. A partir de los conductos y acinos se desarrollan
los carcinomas adenocarcinomatosos y metaplásicos, y los de células
esferoidales.
Sarcomas de la glándula mamaria en perras
Representan una parte muy pequeña (2%) de las neoplasias de la
glándula mamaria canina. Crecen en unas cuantas semanas y suelen
recurrir después de cirugía.
En el examen histológico es posible observar sarcomas
diferenciados e indiferenciados. Los más comunes son los
osteosarcomas, solos o combinados con elementos
condrosarcomatosos. En ocasiones, a partir de tumores mixtos
benignos preexistentes se desarrollan sarcomas.
Neoplasias de glándula mamaria en gatas
Las gatas presentan menos casos de neoplasias en la glándula
mamaria que las perras, pero en las primeras, estas neoplasias
(figura 5.85) casi siempre son malignas. En algunos carcinomas de
glándula mamaria en gatas, observadas por microscopia electrónica,
se han descrito partículas semejantes a virus, pero no puede
generalizarse aún sobre la influencia real de los virus felinos en la
presentación de neoplasias de glándula mamaria.
Hipoperfusión sanguínea: varicocele, arteritis, anemias graves, torsión, compresión con pinza de Burdizzo,
ligas, e infarto testicular, subalimentación.
Aumento de la temperatura testicular: orquitis, periorquitis, dermatitis escrotal (virus de la viruela, sarna),
exceso de grasa o de lana escrotal.
Aumento de la temperatura sistémica, que incrementa la temperatura testicular:
Tóxicos:
Factores hormonales:
excesos y deficiencias
fitoestrógenos
Figura 5.90. Orquitis ovina por Corynebacterium ovis (C. pseudotuberculosis) con
el aspecto característico de la linfadenitis caseosa. Observe el mediastino
testicular normal al centro del testículo.
Otras neoplasias
Los teratomas son neoplasias testiculares muy raras en todas las
especies domésticas. Son neoplasias de animales jóvenes, similares
a los teratomas ováricos, con células derivadas de endodermo,
mesodermo y ectodermo. En ocasiones se encuentran neoplasias de
las otras células presentes en el testículo: lipomas, hemangiomas,
mesoteliomas, adenomas de la red testicular, etcétera.
En animales domésticos, los carcinomas embrionarios del testículo
son extraordinariamente raros.
En todos los casos de neoplasias testiculares es importante tomar
cortes del cordón espermático para descubrir émbolos neoplásicos
metastásicos en venas y linfáticos.
Figura 5.97. Aparato reproductor de un cuye macho fértil con dilatación quística
de las vesículas seminales.
Lecturas recomendadas
Buergelt CD. 1997. Color Atlas of Reproductive Pathology of
Domestic Animals. St. Louis, Missouri, EUA: Mosby.
Green CE. 2011. Infectious Diseases of the Dog and Cat.
Philadelphia, Pennsylvania, EUA: Saunders.
Grooms DL, Brock KV, Ward LA. 1998. Detection of bovine viral
diarrhea virus in the ovaries of cattle acutely infected with bovine
viral diarrhea virus. Journal of Veterinary Diagnostic
Investigation, 10:125-129.
Jubb KVF, Kennedy PC, Palmer N. 1993. Pathology of Domestic
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McDonald LE. 1980. Veterinary Endocrinology and Reproduction.
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Meuten DJ (ed). 2002. Tumors in Domestic Animals. Iowa, EUA:
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McEntee K. 1990. Reproductive Pathology of Domestic Animals.
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Radostitis OM. 2007. Veterinary Medicine: A Textbook of the
Diseases of Cattle, Horses, Sheep, Pigs and Goats. London,
United Kingdom: Saunders.
Smith J. 2008. Canine prostatic disease. A review of anatomy,
pathology, diagnosis and treatment. Theriogenology, 70(3):375-
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Van Dijk JE, Gruys E, Mouwen JMVM. 2007. Color Atlas of
Veterinary Pathology. j Elsevier.
Zachary JF, McGavin D. 2011. Pathologic Basis of Veterinary
Disease. St. Louis Missouri, EUA: Mosby.
Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Aspectos de neuroembriología y neuroanatomía del sistema nervioso central
y periférico
Mielencéfalo
Metencéfalo
Diencéfalo
Telencéfalo
Desarrollo de la médula espinal
Placas alar y basal
Crestas neurales
Citología e histología del sistema nervioso central yperiférico
Neurona
Mielina
Conceptos básicos
Células gliales
Tipos de sinapsis
Neurotransmisores
Meninges
Duramadre
Aracnoides
Piamadre
Estructura histológica de la corteza cerebral
Términos macroscópicos
Términos microscópicos
Trastornos del desarrollo
Enfermedades de almacenamiento
Trastornos circulatorios
Trastornos físico-traumáticos
Edema en el sistema nervioso central
Traumatismo
Concusión (conmoción)
Contusión (hemorragia de contragolpe)
Fracturas
Laceración y sección medular
Compresión medular
Hernia del disco intervertebral
Patogenia de la enfermedad en discos intervertebrales en perros de razas
condodistróficas
Patogenia de la enfermedad en discos intervertebrales en perros de razas no
condodistróficas
Mielopatía estenótica cervical, síndrome de Wobbler o ataxia sensorial en
perros y gatos
Discoespondilitis
Émbolos fibrocartilaginosos
Trastornos nutricionales
Necrosis cerebro cortical bovina (polioencefalomalacia) o enfermedad de
rumiantes por deficiencia de tiamina
Ataxia enzóotica (deficiencia de cobre)
Mieloencefalopatía degenerativa equina
Trastornos metabólicos y toxicidad química
Intoxicación por plomo
Intoxicación por cloruro de sodio o síndrome por privación de agua
Intoxicación por estricnina
Intoxicación por compuestos organofosforados
Trastornos por micotoxinas
Leucoencefalomalacia en equinos o encefalopatía inducida por Fusarium
moliniforme Intoxicación por el moho del maíz)
Encefalomalacia nigropálida equina
Lesiones por toxinas bacterianas
Encefalopatía asociada con Clostridium perfringens tipo “D”, enterotoxemia en
borregos (enfermedad del riñón pulposo y enfermedad por sobrealimentación)
Enfermedad del edema en cerdos o angiopatía cerebroespinal
Necrosis del asta o cuerno de Ammon en felinos
Trastornos inflamatorios
Encefalitis bacterianas
Meningoencefalitis supurativa
Meningoencefalitis tromboembólica bovina
Listeriosis o mal del torneo
Encefalitis virales
Rabia
Artritis encefalítica caprina y neumonía progresiva ovina
Fiebre catarral maligna
Encefalitis equina venezolana
Rinoneumonitis viral equina
Fiebre porcina clásica
Enfermedad de Aujesky o pseudorrabia
Enfermedad del ojo azul
Moquillo canino
Meningoencefalitis granulomatosa en perros
Encefalitis del perro Pug
Hepatitis viral canina
Encefalomielitis por herpesvirus canino
Peritonitis infecciosa viral felina
Encefalopatías espongiformes subagudas transmisibles
Encefalopatía espongiforme bovina o enfermedad de la vaca loca
Scrapie
Encefalitis micóticas
Criptococosis
Aspergilosis
Enfermedades parasitarias
Cenurosis (vértigo)
Toxoplasmosis
Neosporosis
Encefalomielitis equina por protozoarios
Encefalitozoonosis
Neurocisticercosis
Babesiosis en el cerebro
Tripanosomiasis en el sistema nervioso central
Enfermedades misceláneas
Encefalopatía hepática por puentes portosistémicos en perros
Neoplasias
Neoplasias primarias en el sistema nervioso central y la médula espinal
Clasificación de neoplasias del sistema nervioso central
Meningioma
Astrocitoma
Oligodendroglioma
Ependimoma
Adenoma hipofisiario
Neurilemoma (Schwannoma)
Neurofibrosarcoma
Meduloblastoma
Linfoma
Papiloma de los plexos coroideos
Gangliocitoma
Sarcoma histiocítico
Glioblastoma multiforme
Cordoma
Neoplasias metastásicas en el sistema nervioso central
Colesteatoma
Lecturas recomendadas
Sistema nervioso
José Ramírez Lezama
Introducción
La patología del sistema nervioso central o neuropatología es la
ciencia que se encarga del estudio de las enfermedades del sistema
nervioso central y periférico. Son diversos los obstáculos que tiene el
alumno que incursiona en el área de la neuropatología, por lo que se
pretende que en este capítulo la información tenga un enfoque
pedagógico para poder entender las distintas patologías que sufren
las diversas especies animales.
El primero es la gran extensión y complejidad de las neuronas.
Mientras en muchos órganos se observan los límites de sus células al
corte microscópico, el axón de una neurona puede extenderse varios
milímetros y consecuentemente sus partes remotas son difíciles de
seguir y encontrar. Las neuronas tienen muchas dendritas que se
entrelazan en las distintas capas de la corteza cerebral, de manera
que, aun en un examen poco detallado, se requiere el estudio de
cortes cerebrales que permitan la visualización no sólo de las células,
sino también de las partes representativas de sus axones y vainas de
mielina. Además, las neuronas, funcionalmente hablando, son
receptoras y se originan en terminaciones especializadas, como la
piel y los tejidos profundos. Las neuronas motoras terminan en fibras
musculares esqueléticas y glándulas, cuyas funciones y estado trófico
regulan; por lo tanto, los músculos y las glándulas también deben de
estudiarse a profundidad.
El sistema nervioso central posee otras dos características
histológicas que originan dificultades especiales en el estudio de los
procesos neuropatológicos: 1) la presencia de una célula intersticial,
el astrocito, que no se encuentra en el estroma de algún otro órgano,
y 2) la envoltura de la mielina que poseen los axones. Para que un
cuadro clínico neurológico se entienda bien, el neuropatólogo debe
estar preparado para identificar la naturaleza de las lesiones en el
sistema nervioso, y la topografía del sistema nervioso. Por último,
quizá el problema más difícil para que se inicie en el campo de la
neuropatología es la complejidad del sistema nervioso central y
periférico.
Aspectos de neuroembriología y neuroanatomía del sistema nervioso
central y periférico
El sistema nervioso se desarrolla a partir de la placa neural, un área
gruesa en forma de sandalia del ectodermo embrionario que aparece
alrededor de la mitad de la tercera semana. El tubo neural se
diferencia hacia el sistema nervioso central (SNC), constituido por el
encéfalo y la médula espinal, y la cresta neural origina la mayor parte
del sistema nervioso periférico (figura 6.1).
Figura 6.2. Ilustración del cierre del tubo neural (visión dorsal).
Telencéfalo
Hemisferios cerebrales
Prosencéfalo
Diencéfalo
Vesículas ópticas y Neurohipófisis
Mesencéfalo Mesencéfalo Pedúnculos cerebrales
Tegmento y tecto mesencefálico
Metencéfalo
Cerebelo y Puente
Romboencéfalo
Mielencéfalo
Bulbo raquídeo
Mielencéfalo
Al techo del mielencéfalo lo conforma una lámina revestida por las
células ependimarias, que estructuralmente recibe el nombre de tela
coroidea, y, que a su vez, se encuentra cubierta por la piamadre
vascularizada. La piamadre forma numerosas invaginaciones hacia la
luz de esta vesícula (IV ventrículo), los plexos coroides, los cuales son
los encargados de producir el líquido cefalorraquídeo.
En determinados puntos, hacia la mitad de la gestación, aparecen
unos orificios en la tela coroidea: dos laterales, presentes en todas las
especies y, uno medial, característico del perro y el hombre. A través
de estos orificios, el líquido cefalorraquídeo puede salir del sistema
ventricular y pasar hacia la cavidad subaracnoidea.
Metencéfalo
El cerebelo es la estructura principal originada a partir del
metencéfalo, semejante a como ocurre con todas las estructuras
derivadas del tubo neural. Las placas alares y basales componen el
metencéfalo, donde la porción dorsolateral de las placas alares se
incurva y origina los labios rómbicos, que constituyen una placa
transversal denominada placa cerebelosa, a partir de la que se
diferencia el vermis y los hemisferios cerebelosos. Estas estructuras
tienen las tres capas características: neuroepitelial (o ependimaria),
del manto, y marginal (figura 6.4).
Diencéfalo
A partir del diencéfalo se originan el hipotálamo, tálamo, epitálamo,
glándula pineal y neurohipófisis. El hipotálamo se sitúa por debajo del
tálamo. El quiasma óptico y el tallo hipofisiario alcanzan el límite
inferior del hipotálamo. Del suelo del diencéfalo surge una
evaginación conocida como infundíbulo, que origina el lóbulo posterior
de la hipófisis llamado neurohipófisis.
Simultáneamente a la aparición del infundíbulo en el suelo del
diencéfalo, se produce una evaginación ectodérmica del estomodeo,
por delante de la membrana bucofaríngea, denominada “bolsa de
Rathke”, que crece dorsalmente, se acerca al infundíbulo y pierde
comunicación con la cavidad bucal. Ambos esbozos se unen para
crear la hipófisis, entonces la bolsa de Rathke se transforma en la
adenohipófisis y el infundíbulo en la neurohipófisis.
En la adenohipófisis se distinguen tres porciones: 1) la derivada de
la pared posterior de la bolsa de Rathke, que está en contacto directo
con el infundíbulo, y que al adelgazarse se denomina porción
intermedia. Contiene, en la mayoría de los animales,
melanoestimulantes (producción de MSH), 2 y 3) las derivadas de la
hoja anterior de la bolsa, donde la más voluminosa es la porción distal
de la adenohipófisis, mientras que la porción infundibular es la que se
dispone alrededor del pedículo del infundíbulo. La cavidad de la bolsa
no suele obliterarse por completo y forma la cavidad hipofisaria (figura
6.6).
Telencéfalo
Estructura embrionaria localizada sobre el diencéfalo, su porción
dorsal es el pallium y origina la corteza cerebral, su parte ventral, el
subpallium, genera los ganglios basales. El telencéfalo tiene dos
evaginaciones laterales que constituyen los hemisferios cerebrales, y
sus luces se denominan ventrículos laterales. Estas estructuras se
comunican con el tercer ventrículo a través de los agujeros
interventriculares.
La capa ependimaria o neuroepitelial comienza a proliferar
activamente en la porción basal de los hemisferios cerebrales.
Cuando esta capa alcanza los ventrículos laterales, constituye el
cuerpo estriado, que se divide en dos partes: la porción dorsal,
compuesta por el núcleo caudado, y la ventrolateral, compuesta por el
putamen.
El resto de la pared de los hemisferios cerebrales sigue delgada, en
especial a nivel de su unión con el techo del diencéfalo, lugar donde
se crean invaginaciones de los vasos sanguíneos que formarán los
plexos coroides de los ventrículos laterales. Lo que queda tras la
formación del estriado y de los plexos coroides se llama pallium o
primordio de la corteza cerebral, que aparece muy engrosada en la
región inmediata encima de la línea de invaginación de los plexos
coroides (cisura coroidea), donde forma el hipocampo.
Los hemisferios crecen en forma caudal y describen una curva en
herradura de abertura anterior en la pared lateral del hemisferio, este
modo de crecer hace que en su centro quede una zona deprimida,
denominada ínsula, la cual se encuentra bien desarrollada en
ungulados y primates.
La corteza cerebral se forma por sucesivas migraciones de
neuroblastos procedentes de la capa ependimaria, que cruzan la capa
marginal para situarse en estratos superficiales. En las especies
girencefálicas, aquéllas con cerebros circunvolucionados, la corteza
crece lo suficiente como para obligarla a formar pliegues y surcos que
aumentan su superficie y manifiestan un patrón característico en cada
especie, lo que permite su diferenciación.
La lámina terminal corresponde al límite anterior del tercer ventrículo
y las comisuras telencefálicas (haces de fibras) aprovechan el paso.
Se conectan de un hemisferio a otro cruzando la línea media. La
primera comisura se denomina rostral, la segunda, del hipocampo (o
fornix), y la tercera, la mayor de todas, es el cuerpo calloso. La
porción restante de la lámina terminal embrionaria recibe en el adulto
el nombre de lámina terminal gris (figura 6.7).
Figura 6.7. Esquema del encéfalo en un animal adulto.
Duramadre
Es una capa gruesa, continua, formada por tejido conectivo fibroso.
Se dispone como un largo tubo que encierra a la médula espinal, y de
la que parten una serie de expansiones laterales, pares, que
envuelven las raíces de los nervios espinales hasta el orificio
intervertebral. La duramadre continúa sobre el orificio intervertebral y
se convierte en parte del epineuro.
Entre la duramadre y las paredes del conducto raquídeo, queda una
amplia cavidad epidural llena de una grasa semifluida que sirve como
amortiguador. En la porción ventral de la cavidad epidural,
inmediatamente por encima del conducto raquídeo, está el plexo
vertebral ventral interno al que se abocan las venas basivertebrales,
que penetran en los cuerpos de las vértebras y drenan sangre
procedente de la médula ósea (figura 6.13).
Figura 6.13. Esquema de la capa que cubre a la médula espinal y los vasos
sanguíneos que la irrigan.
Términos macroscópicos
Malacia: reblandecimiento del tejido del sistema nervioso central
asociado a necrosis licuefactiva (figuras 6.14 y 6.15).
Figura 6.14. Corte coronal del cerebro de un perro, donde se aprecia un área de
necrosis licuefactiva (malacia) debido a un absceso (área focal café oscura).
Términos microscópicos
Bandas de Büngners: acumulación lineal de las células de Schwann
dentro y alrededor de una membrana basal del axón destruido.
Cromatólisis: pérdida de las características tintoriales normales del
ARN citoplásmico (sustancia de Nills) en los cuerpos neuronales.
Gemistocitos: astrocito hipertrofiado que reacciona a un daño no
específico del tejido nervioso que se identifica por una hinchazón
citoplasmática teñida con eosina.
Células Gitter: fagocito mononuclear del tejido nervioso, cargado con
restos de mielina.
Gliosis: proliferación de células de la glia. La astrogliosis es una
respuesta reactiva de los astrocitos con incremento en su número y
tamaño en respuesta a cualquier tipo de daño. Puede estar
localizado en el cerebro o a nivel espinal (figura 6.16).
Figura 6.27. Corte longitudinal de un cerebro con disminución del tamaño del
cerebelo (hipoplasia).
Enfermedades de almacenamiento
Las enfermedades de almacenamiento son un conjunto de
enfermedades metabólicas que, en su mayoría, se relacionan con
poca o nula producción de ciertas enzimas dentro de los lisosomas.
En el microscópio se observan depósitos eosinofílicos hialinos de
aspecto globular en el citoplasma de las neuronas (así como en otras
células, dependiendo de las enzimas involucradas). A continuación se
describen las de mayor importancia.
Gangliosidosis GM1: ocurre por una deficiencia de β-galactosidasa,
es propia de los gatos Siamés, los bovinos Friesian, las ovejas
Suffolk, los perros Shiba inu.
Gangliosidosis GM2: ocurre por una deficiencia de β-hexosaminidasa,
se ha reportado en el Pointer alemán de pelo corto y en los cerdos
Yorkshire con deficiencia.
Lipofuscinosis ceroide: se presenta en perros Setter inglés, Border
collie y en bovinos Devon.
Esfingomielinosis: ocurre por una deficiencia de esfingomielinasa, se
presenta en diversas razas de gatos y perros.
Leucodistrofia de células globoides: reportada en perros Cairn y West
highland white terriers con deficiencia de β-galactocerebrosidasa.
Pseudolipidosis: ppresente en bovinos Angus. Afecta neuronas y
células de Purkinje.
Deficiencia α-mannosidasa: presente en bovinos Saler y cabras
Nubia.
Enfermedad de lafora en perros: acumulación de poliglucosanos con
arreglo en láminas concéntricas, o bien, en forma de inclusiones
intraneuronales PAS positivas en neuronas y células de Purkinje, se
reporta en Basset hounds, Poodles y Beagles, en donde se ha
relacionado con epilepsia.
Trastornos circulatorios
Con base en su localización las hemorragias se clasifican en:
Epidural: localizada entre el cráneo y la duramadre, ocurre de manera
común en caballos de salto por caídas.
Subdural: localizada entre la duramadre y la aracnoides. Se presenta
en perros y gatos que sufren traumatismos (figura 6.31).
Trastornos físico-traumáticos
Edema en el sistema nervioso central
El edema cerebral se define como un aumento en el contenido
acuoso del cerebro y de acuerdo con su origen puede ser:
Vasogénico: es consecuencia de un incremento de la permeabilidad
vascular, debido a un daño en el endotelio vascular. Suele asociarse
con inflamación o con traumatismos que provoquen lesiones
hemorrágicas.
Citotóxico: es generado por un incremento del líquido intracelular sin
que existan cambios en la permeabilidad vascular. Corresponde al
equivalente de la degeneración hidrópica en otros tejidos.
Hidrostático: se encuentra relacionado con el incremento de la
presión hidrostática, por ejemplo, hidrocefalia.
Osmótico: es consecuencia de un desbalance entre la presión
osmótica sanguínea y el tejido nervioso.
Traumatismo
Concusión (conmoción)
Es una pérdida inmediata y temporal de la función, la cual sigue a un
traumatismo directo, donde existe un episodio de aceleración y
desaceleración del cerebro. Esta pérdida afecta tramos largos o sus
segmentos, pero no hay cambios morfológicos externos demostrables
en la columna o en el cordón espinal.
Contusión (hemorragia de contragolpe)
Es un traumatismo más violento, donde se mantiene la estructura,
pero hay pérdida de la estructura vascular, cuya consecuencia es una
hemorragia en el parénquima y las meninges en relación con el punto
del trauma. Aquí puede existir deformación ósea y fractura del cráneo
(figura 6.36 y 6.37).
Figura 6.36. Corte coronal del cerebro de un perro con múltiples hemorragias
(contusión). Tinción H-E.
Figura 6.37. Fractura del cráneo con perforación y extensión a la región frontal del
hemisferio derecho.
Figura 6.38. Esquema que ilustra las estructuras normales de los discos
intervertebrales.
Fracturas
Laceración y sección medular
El tejido medular puede lacerarse y seccionarse en el instante que se
fractura la vértebra, entonces los fragmentos óseos penetran la
médula.
Compresión medular
Cuando una lesión destruye el canal vertebral, el parénquima de la
médula espinal se lacera por completo. Las contusiones en la médula
espinal rompen el parénquima y producen hemorragias e infarto.
Muchas veces se necrosan por completo las sustancias blanca y gris.
Se ha postulado que es la liberación de catecolaminas en el tejido
lesionado la que necrosa el tejido, pues produce vasoconstricción y
necrosis licuefativa (figura 6.39 y 6.40).
Figura 6.39. Corte longitudinal de la columna vertebral con fractura completa del
cuerpo de la vértebra.
Discoespondilitis
Se debe a una infección por bacterias en el disco intervertebral con
osteomielitis adyacente a las vértebras. Las bacterias comúnmente
involucradas son: Staphyloccus aureus, Staphylococcus intermedius,
Streptococcus spp., Escherichia coli y Arcanobacterium pyogenes.
Estas bacterias se extienden por vía hematógena o umbilical en
becerros, corderos y lechones, por mordedura en la cola en corderos
y lechones, por abscesos en dientes, o por infecciones del tracto
urinario ascendentes y piodermas (figura 6.46).
Émbolos fibrocartilaginosos
Se presenta en perros de talla grande entre los tres y siete años de
edad, se originan del núcleo pulposo y se presentan en animales
domésticos y silvestres. Del núcleo pulposo se generan émbolos al
torrente vascular de las meninges espinales que afectan a venas y
arterias.
Se desconoce el mecanismo de dichos émbolos, provocan infartos
del cordón espinal agudo y causan mielomalacia del cordón espinal
con poliomielomalacia y leucomielomalacia. Estos animales muestran
un cuadro clínico súbito.
Trastornos nutricionales
Necrosis cerebro cortical bovina (polioencefalomalacia) o enfermedad
de rumiantes por deficiencia de tiamina
Se presenta en ovinos de dos a siete meses de edad, y en bovinos de
seis a dieciocho meses de edad. Macroscópicamente, el cerebro está
hinchado debido al edema, los giros cerebrales están expandidos,
hay herniación cerebral de coloración ligeramente amarilla. El tejido
afectado presenta autofluorescencia al exponerlo a luz UV.
Microscópicamente, se observa necrosis licuefactiva, la cual
provoca, macroscópicamente, la alteración de la consistencia de la
corteza cerebral, el cambio de coloración y la licuefacción (malacia).
Se observa pérdida de la corteza, se verá sólo una ligera capa, o
bien, las meninges estarán en contacto directo con la sustancia
blanca.
La patogenia se debe a que la deficiencia de tiamina, de forma
indirecta, causa hinchazón por edema al alterar el ciclo de Krebs; ya
que no hay producción de ATP, el equilibrio hídrico se ve alterado y,
entonces, el edema intracelular reduce el flujo de sangre cerebral y
provoca necrosis laminar cortical. Las causas que se citan son:
alteración en el metabolismo de la tiamina, inactivación por enzimas
bacterianas (tiaminasas) producidas por Clostridium sporogenes y
Bacillus tiaminolyticus, dietas ricas en concentrado que disminuyen la
población bacteriana productora de tiamina; o bien, incremento de la
población bacteriana productora de tiaminasas, dietas suplementadas
con cocciostatos como el amprolio o antihelmínticos como el
levamisol y thiabendazol, y deficiencia de tiamina en no rumiantes
(monogástricos) perros, gatos, zorros y visones americanos, entre
otros. Además, se pueden presentar por dietas deficientes en tiamina
o por consumo de alimentos (pescado) ricos en tiaminasas, y por
dietas ricas en bióxido de azufre (conservador). En perros y gatos
genera necrosis laminar cerebrocortical y necrosis licuefactiva en la
médula oblongada dorsolateral (figura 6.47).
Figura 6.47. Corte coronal a nivel del cerebro medio de un ovino, se observa
necrosis licuefactiva de la corteza cerebral polioencefalomalacia).
Inhiben a la acetil-colinesterasa
Acúmulo de acetil-colina en las sinapsis
Trastornos inflamatorios
Encefalitis bacterianas
Meningoencefalitis supurativa
Dentro de las meningoencefalitis bacterianas se mencionan los
siguientes agentes etiológicos: Streptococcus equi subsp. equi y
Streptococcus equi subsp. pzooepidemicus, que afectan,
generalmente, a equinos. Streptococcus suis, que afecta a cerdos;
Escherichia coli, a lechones, becerros y corderos; Histophilus somni
(Haemophilus somnus), a bovinos y, Haemophilus parasuis, a cerdos
(figuras 6.51 y 6.52).
Encefalitis virales
>Rabia
Afecta a todos los animales de sangre caliente; es causado por un
virus neurotrópico (Lissavirus), de la familia Rhabdoviridae. Por lo
general se transmite por mordedura; sin embargo, se ha hablado de
las vías conjuntival, respiratoria, digestiva y transplacentaria como
otras posibilidades de infección. El periodo de incubación varía de
siete a diez días, aunque puede ser de meses e incluso años.
La infección depende del sitio de inoculación del virus en una herida
y, de la concentración viral. En los mamíferos, el virus rábico tiene
afinidad también por las glándulas salivales. La contaminación de una
herida reciente por saliva o tejidos infectados es mucho más
peligrosa. El virus sube de manera centrípeta del sistema nervioso
periférico al central.
Este virus causa polioencefalomielitis no supurativa difusa,
ganglioneuritis, infiltración linfocítica perivascular y formación de
cuerpos de inclusión intracitoplásmicos o de Negri. Las lesiones son
difusas, pero a menudo se encuentran en el hipocampo en carnívoros
y en células Purkinje en el cerebelo de rumiantes. En los felinos,
puede haber cuerpos de inclusión en el núcleo geniculado lateral de
manera normal. Otras áreas, con frecuencia, afectadas son el tallo
encefálico, hipocampo, médula espinal y ganglios, en especial el
trigémino (figuras 6.55 y 6.56).
Figura 6.58. Corte coronal de cerebro medio con necrosis licuefactiva (malacia) a
nivel de la comisura semiovale, causada por el virus de la artritis-encefalitis
caprina.
Figura 6.59. Lechón con cuadro neurológico causado por el virus de Aujeszky.
Moquillo canino
Es una enfermedad multisistémica provocada por un Morbilvirus
(Paramixovirus) relacionado con el virus del sarampión en el ser
humano y con la peste bovina. El virus afecta el tejido linfoide, el
sistema respiratorio, el sistema digestivo, el aparato urogenital, la piel,
el aparato reproductor y el sistema nervioso central. Los animales
infectados suelen cursar con convulsiones, mioclonos, ataxia y
páresis (figura 6.62).
Figura 6.62. Cachorro con cuadro neurológico debido a una mielitis.
Figura 6.67. Corte coronal del cerebro de un gato con múltiples formaciones de
aspecto quístico debido a una infección por Cryptococcus neoformans.
Enfermedades parasitarias
Cenurosis (vértigo)
La cenurosis cefalorraquídea es una infección parasitaria causada por
la presencia de Coenurus cerebralis en el cerebro y la médula
espinal, sobre todo de ovinos, caprinos, bovinos, ungulados silvestres
y el ser humano.
Coenurus cerebralis es la fase larvaria de Taenia multiceps, este
céstodo adulto se desarrolla en el intestino delgado de perros y
coyotes en tres o cuatro semanas o hasta dos meses. El desarrollo
varía según la edad del perro.
El huésped intermediario se infecta cuando ha ingerido huevos de
Taenia multiceps y las oncósferas penetran por varios órganos y
tejidos por vía sanguínea, para alcanzar su desarrollo en el sistema
nervioso central y rara vez en la médula espinal. Las lesiones que
produce en el tejido nervioso son: malacia, en las sustancias blanca y
gris, además de una meningoencefalitis purulenta, múltiples focos de
hemorragia y la presencia de Coenurus cerebralis (figura 6.71).
Toxoplasmosis
La produce Toxoplasma gondii, una coccidia que tiene como huésped
definitivo al gato, y cualquier animal de sangre caliente sirve como
huésped intermediario. Este parásito tiene dos ciclos: 1)
enteroepitelial, en el intestino delgado del gato, 2) extraintestinal,
donde existe diseminación del parásito hacia diferentes órganos. La
infección ocurre de tres formas: 1) ingestión de carne contaminada
con los quistes, 2) ingestión de comida contaminada de heces de
gatos con quistes esporulados y, 3) infección en el útero.
En humanos la forma más común es la de tipo congénita asociada
con: encefalitis severa, calcificación severa, hidrocefalia, microcefalia
y corioretinitis. En los demás animales, la forma más común es la
fetal. Se desarrolla una placentitis primaria que afecta a los
cotiledones, después la coccidia asciende al feto. Las hembras
gestantes abortan. En el miocardio y encéfalo del feto, se observan
múltiples quistes que contienen al parásito.
Además de la leucoencefalomalacia de la parte rostral del cerebro,
se genera una meningo-encefalomielitis no supurativa, una
mineralización del tejido necrótico, que se verá como un puntilleo
blanquecino, como si fuera gis y, una coreorretinitis. El parásito se
aloja dentro de las neuronas y las células musculares. La infección se
asocia con enfermedades inmunosupresoras como el moquillo canino
(figura 6.72).
Neosporosis
La produce Neospora caninum, de la familia Apicomplexa. N. caninum
es un protozoario que produce lesiones muy similares a Toxoplasma
gondii. La diferencia se establece mediante estudios de
inmunohistoquímica o por ultraestructura del parásito. Los bradizoitos
se organizan como, los quistes en los tejidos o, como los taquizoitos,
las formas libres de este protozoario.
Microscópicamente, este parásito provoca necrosis multifocal,
gliosis, degeneración neuronal y nódulos microgliales; afecta a perros
y gatos jóvenes, quienes presentarán el cuadro neurológico, que
desencadenará encefalomielitis, neuritis periférica y miocarditis.
En bovinos provoca abortos, mortalidad en neonatos,
encefalomielitis neonatal y miocarditis (figura 6.73).
Neurocisticercosis
Se denomina neurocisticercosis a la presencia de larvas Cysticercus
cellulosae de Taenia solium en el tejido nervioso, en los ventrículos o
en las meninges.
La cisticercosis constituye la parasitosis más común en el cerebro y
es desafortunado que sea uno de los problemas neuropatológicos
más frecuentes entre la población humana de México y otros países
de habla hispana.
La neurocisticercosis muestra una variada multiplicidad de formas,
ya que los parásitos pueden alojarse en las meninges, en específico
en el espacio subaracnoideo, en los ventrículos y en el parénquima;
en este último pueden afectar a los hemisferios cerebrales, el tallo
encefálico, el cerebelo y la médula espinal. Principalmente se hallan
en la sustancia gris cortical y los núcleos subcorticales. El cuarto
ventrículo es parasitado con más frecuencia que los ventrículos
laterales y el tercer ventrículo.
La localización meníngea es mayor en las de convexidad, sobre todo
en las vesículas aisladas; en cambio, las cisternas subaracnoideas
basales y la opercular son las más afectadas cuando se trata de
formas racemosas.
Existen diferentes etapas del cisticerco; entre las que se citan:
Babesiosis en el cerebro
Es una entidad patológica causada por el hemoprotozoario Babesi
bovis. Este protozoario es pequeño, pleomórfico y está identificado de
manera típica, ya sea, como un sólo corpúsculo, o como pequeños
cuerpos redondos o corpúsculos en pares en forma de pera, unidos
en ángulo obtuso dentro de un eritrocito maduro. Las formas
redondas miden de 1 a 1.5 µm.
Las infecciones de B. bovis se asemejan en muchos aspectos a las
observadas en las de Babesia bigemina, pero existen algunas
diferencias características. La hemoglobinuria y la hemoglobinemia no
se presentan en forma constante en las infecciones por Babesia
bovis. El nivel de anemia suele ser menos grave, pero con mayor
frecuencia afecta el sistema nervioso central.
En este sistema, los microorganismos piriformes (B. bovis) se
localizan en la luz de las arteriolas del hipocampo y de la arteriola
basilar cerebral media.
Por lo común, los animales desarrollan falta de coordinación y
depresión, se postran con la cabeza extendida, que más tarde
culmina con opistótonos, movimientos involuntarios de los miembros
posteriores, hasta la muerte.
Tripanosomiasis en el sistema nervioso central
La tripanosomiasis es una enfermedad trasmitida por una chinche
chupadora (triatómido) que inyecta el protozoario Trypanosoma cruzi
a humanos y animales domésticos, se desarrolla sobre todo en áreas
tropicales y semitropicales, conocido como enfermedad de Chagas
puede afectar el sistema nervioso central provocando signos como:
ataxia, paresia de miembros anteriores y posteriores, y tortícolis.
Enfermedades misceláneas
Encefalopatía hepática por puentes porto sistémicos en perros
Los puentes porto sistémicos son de dos tipos: congénitos y
adquiridos. Se desarrollan en perros y son menos frecuentes en
gatos. La patogénesis se debe a una circulación alterna en el drenaje
portal del hígado, que provoca que las proteínas y aminas absorbidas
en el intestino no se metabolicen en el hígado y se generen productos
derivados del nitrógeno, de manera que se incrementa el amonio en
el torrente vascular y genera una encefalopatía tóxica.
Neoplasias
Neoplasias primarias en el sistema nervioso central y la médula
espinal
En las neoplasias del sistema nervioso central y de otras estructuras
afines no se pueden aplicar los criterios de malignidad histológica y
biológica que son válidos para otras neoplasias, por las siguientes
razones:
Sin importar la malignidad histológica de la neoplasia, su crecimiento
y la expansión hacia la bóveda craneal, provocan la muerte, lo que las
hace biológicamente malignas.
Los efectos locales de compresión que ejercen los tumores
intracraneales sobre estructuras nerviosas vitales le confieren las
características de malignidad, independiente de su tipo
histopatológico.
El efecto de obstrucción de la circulación del líquido cefalorraquídeo
de una neoplasia en desarrollo conduce a la aparición de hidrocefalia
obstructiva, hipertensión endocraneal y hasta la muerte, a pesar de
que la neoplasia sea histopatológicamente benigna.
Clasificación de neoplasias del sistema nervioso central
Es importante señalar que la clasificación de las neoplasias del
sistema nervioso y periférico, que a continuación se muestra, se usó
con base en el criterio de las neoplasias de los seres humanos,
basada además en el tipo de células, el comportamiento patológico, el
patrón topográfico y el cambio secundario alrededor de la neoplasia.
Clasificación de las neoplasias primarias del sistema nervioso
central:
meningioma
sarcomatosis meníngea
histiocitosis maligna
astrocitoma
glioblastoma multiforme
oligodendroglioma
meduloblastoma
ependimoma
papiloma de los plexos coroides
gangliocitomas
tumores pituitarios (tumor de células germinales suprasellar)
Tumores por malformación:
quiste dermoide y epidermoide
quiste intra-aracnoide intracraneal
hamartomas
Tumores intramedulares:
astrocitoma,
oligodendroglioma,
ependimoma
y papiloma de los plexos coroides.
Tumores de los nervios periféricos:
neurilemoma,
schawnnoma
y neurofibroma.
El diagnóstico de los tumores del sistema nervioso central, incluye un
panel de placas radiográficas, con contraste (melografía), técnica de
radiografía especializada, como la imagen por radionucléotidos (c.
intigrafía), tomografía computarizada y resonancia magnética. En
cuanto al pronóstico y tratamiento del animal, generalmente, su
calidad de vida es pobre, depende de la localización de la neoplasia,
de la posibilidad del abordaje quirúrgico, del rango del crecimiento de
la masa tumoral, del grado y el daño al tejido nervioso.
Meningioma
Es el tumor de origen mesodermal más común en animales
domésticos. Se observa comúnmente en perros de siete a catorce
años, gatos de diez años o mayores. En el perro, el tumor es único y
de tamaño variable, lobulado, esférico o plano, firme y encapsulado;
crece por expansión y presiona el tejido nervioso (figuras 6.80, 6.81,
6,82, 6.83 y 6.84). Tiene diversos patrones histológicos: formará
nidos, islas o estará laminado. Las células son largas con abundante
citoplasma, núcleo oval y de cara abierta. Además puede contener
estructuras mineralizadas denominadas cuerpos de psamomma.
Figura 6.80. Presencia de tejido de neoformación Figura 6.81. Meningioma papilar en la región
en la duramadre. olfatoria.
Astrocitoma
Es la neoplasia más común de la neuroglia. Es propia de perros de
razas braquiocefálicas (Bóxer) de cinco a once años de edad, así
como de gatos y bovinos. Se localiza neuroanatómicamente en los
hemisferios cerebrales, el cerebro medio, el cerebelo y la médula
espinal. Esta neoplasia hace que el SNC aumente de tamaño. Se
pierde el límite entre el tejido normal y el neoplásico. El tumor es
sólido o firme con una coloración blanco-grisácea. Puede estar
acompañado de necrosis, hemorragia, edema y degeneración
quística. Los astrocitos varían en tamaño, así como el núcleo, y
comúnmente tiene más cromatina de lo normal, las mitosis son
frecuentes (figuras 6.85).
Figura 6.85. Corte coronal de cerebro con astrocitoma de color rojo en el techo de
los ventrículos laterales.
Oligodendroglioma
Es la neoplasia más común de los perros, se presenta también en
razas braquiocefálicas, de cinco a once años de edad. Tiene
tendencia a invadir meninges y ventrículos. Está delimitada por tejido
normal, varía en tamaño, es de consistencia suave, de color rojo o
gris, de consistencia gelatinosa y se acompaña de hemorragias
(figura 6.86). Es una neoplasia donde las células se encuentran muy
compactas unas contra otras. El citoplasma se tiñe pobremente, el
núcleo es central e hipercrómatico, y generalmente no hay mitosis.
Figura 6.86. Múltiples cortes coronales del cerebro de un perro con un
oligodendroglioma de color gris y rojo a nivel del tercer ventrículo.
Ependimoma
El ependimoma deriva del epitelio de los ventrículos y del canal
espinal central. Es una neoplasia rara en animales y se ha reportado
raras veces en perros, algunos casos se han descrito en la región
toracolumbar en perros jóvenes. Son masas de color gris y rojo,
invasivas e infiltrantes. Microscópicamente son de alta celularidad y
sumamente vascularizados, con células ovoides, núcleos uniformes y
citoplasma eosinofílico con rosetas. Se han reportado ependimomas
anaplásicos y micropapilares. En la ultraestructura se aprecian
microvellosidades y filamentos gliales (figura 6.87).
Neurilemoma (Schwannoma)
Tumor constituido por células fusiformes que se consideran células de
Schwann. Son tumores encapsulados y, a veces, quísticos.
Histológicamente, las zonas con grandes densidades celulares en
que se observan verdaderos empalizados (tipo A de Antoni) alternan
con otros de estructura laxa, cuyas células pueden contener lípidos
(tipo B de Antoni). Se han encontrado en cánidos, bovinos y felinos.
Neurofibrosarcoma
Neoplasia poco común que se presenta en perros y se origina en los
nervios, vestíbulos cocleares y nervios espinales. Microscópicamente,
se aprecia abundante tejido conectivo fibroso y algunas veces con
áreas parecidas a un Schawnomma (figura 6.89).
Meduloblastoma
Es una neoplasia poco común, de rápido crecimiento, afecta a
animales jóvenes como: perros y bovinos. La neoplasia puede
extenderse al fluido cerebroespinal. Macroscópicamente, suele ser
una masa friable y suave a nivel del cerebelo, mientras
microscópicamente, se observan células hipercrómaticas ovales y
pequeñas, y de formas pseudorrosetas.
Linfoma
El linfoma primario es el diagnóstico presuntivo en bovinos y gatos.
Esta neoplasia es de ubicación extradural y suele invadir el cordón
medular, donde puede causar compresión. Ocasionalmente, en gatos
el linfoma se extiende a los nervios periféricos, involucrando a los
nervios espinales, provocando compresión intradural y extradural.
Papiloma de los plexos coroideos
Es una neoplasia que se localiza con mayor frecuencia en el cuarto
ventrículo; su color al corte varía de blanco a amarillo, es de aspecto
sarcomatoso y de consistencia dura.
Este tumor papilar está constituido por una capa de células
cuboidales o cilíndricas cortas situadas sobre la membrana basal, que
recubre un armazón central de tejido conjuntivo vascularizado. Es
rara en animales domésticos (figuras 6.90 y 6.91).
Gangliocitoma
Son tumores intracraneales que se han descrito en perros de
mediana edad, en una gran variedad de razas. Microscópicamente,
se aprecian células parecidas a neuroblastos inmaduros y haces de
mielina, necrosis licuefactiva, mineralización y proliferación capilar
variables; por otro lado, este tumor tiene predilección por el cerebelo.
Sarcoma histiocítico
Esta neoplasia del sistema nervioso central tiene una distribución
focal o difusa, y se ha reportado en perros. Microscópicamente, se
aprecia proliferación e infiltración de histiocitos neoplásicos como
células pleomórficas que se extienden hasta la aracnoides, y en la
región periventricular del cerebro. La espina dorsal de la duramadre,
el espacio subaracnoideo, las leptomeninges y las vainas nerviosas
suelen estar infiltradas por estas células histiocíticas malignas.
Glioblastoma multiforme
Es una neoplasia relativamente común en perros braquicefálicos.
Esta neoplasia es considerada de alto grado de malignidad (gliomas).
Pueden tener diferentes orígenes, incluyendo la astroglia,
oligodendroglia y del tejido ependimario, y suele ser más común en el
cerebelo. Microscópicamente, consiste en células de tamaño medio,
redondas o fusiformes con núcleos isomórficos, pleomórficos, con
presencia de células multinucleadas, ricamente vascularizado y con
una zona de necrosis licuefactiva.
Cordoma
Es una neoplasia de comportamiento biológico benigno
particularmente frecuente en hurones y poco común en perros
adultos. Se originan en la región esfeno-occipital y sacrococcígea; si
llega a existir daño a la médula espinal en estas áreas anatómicas,
los signos clínicos que muestran los animales son déficit neurológico
y dolor. Microscópicamente, se aprecian marcadas lobulaciones con
abundante estroma fibrovascular y es muy común que la neoplasia
coexista con áreas de metaplasia ósea y cartilaginosa. Las células
neoplásicas se conocen como células fisaliferas, exhiben aspecto
epiteliode, citoplasma vacuolado y algunas de ellas, pueden mostrar
marcado pleomorfismo (figura 6.92).
Figura 6.92. Presencia de dos cordomas, un0 de ellos ulcerado a nivel de la cola
de un hurón.
Figura 6.95. Corte coronal de cerebro medio. Figura 6.96. Corte coronal del cerebro de un perro, donde
En la corteza cerebral se aprecia una masa se observan dos masas de neoformación de colores gris y
de neoformación de color gris café oscuro (carcinomas bronquiolo alveolar) a nivel de la
(adenocarcinoma mamario). comisura semiovale.
Colesteatoma
Es una lesión común en equinos viejos. Se caracteriza por presentar
acúmulos de colesterol rodeados por una reacción inflamatoria
crónica de tipo granulomatoso.
Se tiende a localizar en ventrículos laterales o en el cuarto
ventrículo. Clínicamente, los equinos pueden desarrollar depresión y
somnolencia, dependiendo del tamaño de los cristales de colesterol
que se depositan en los plexos coroides de los ventrículos laterales
(figuras 6.97 y 6.98).
(adenocarcinoma mamario).
Figura 6.97. Corte longitudinal del cerebro de un equino, se ve un colesteatoma
en el interior de los ventrículos laterales.
Lecturas recomendadas
Cowart JR, Schulman FY, Mena H. 2005. Low-grade glial tumor
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Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Huesos
Tipos de hueso
Dinámica del hueso
Irrigación del hueso
Osteogénesis
Respuesta al daño
Trastornos del desarrollo
Displasias
Osteogénesis imperfecta
Displasias posturales
Condrodisplasia y condrodistrofia
Discondroplasia tibial de las aves
Mielopatía estenótica cervical
Trastornos metabólicos del hueso
Disminución en la mineralización: raquitismo y osteomalacia
Aumento en la resorción ósea: Osteodistrofia fibrosa
Osteodistrofia fibrosa de origen nutricional
Osteodistrofia fibrosa de origen renal
Osteodistrofia de origen tóxico
Disminución en la síntesis de matriz ósea: osteoporosis
Trastornos inflamatorios del hueso
Periostitis
Osteomielitis
Fracturas
Necrosis de la cabeza del fémur en gallinas de postura y pavos
Lesiones degenerativas del hueso
Quiste óseo aneurismático
Lesiones proliferativas no neoplásicas
Osteoartropatía hipertrófica
Panosteítis eosinofílica
Exostosis
Periostitis osificante
Sobrehueso o hiperostosis
Articulaciones
Trastornos del desarrollo
Artrogriposis
Displasia de la cadera
Trastornos físicos traumáticos
Luxación y subluxación
Esguince
Trastornos inflamatorios de las articulaciones
Erisipela
Enfermedad de Glasser
Artritis-encefalitis-caprina
Artropatías degenerativas
Artritis reumatoide
Enfermedad articular degenerativa
Herniación de disco intervertebral
Músculos
Introducción
Trastornos del desarrollo
Hernia diafragmática congénita
Hipoplasia miofibrilar
Miotonia congénita
Distrofias musculares y miopatías congénitas
Trastornos degenerativos
Atrofia
Miopatía de origen nutricional
Miopatías de origen tóxico
Por plantas tóxicas
Por compuestos férricos
Por ionóforos
Miopatías por sobre esfuerzo
Miopatía por captura
Rabdomiolisis equina ó mioglobinuria paralítica
Síndrome de estrés porcino
Trastornos inflamatorios
Trastornos de la placa neuromuscular por exotoxinas
Neoplasias
Osteosarcoma
Condrosarcoma y condroma
Tumor óseo multilobular
Sarcoma sinovial
Histiocitoma fibroso maligno
Fibrosarcoma
Rabdomiosarcoma
Lecturas recomendadas
Sistemas esquelético y muscular
Beatriz Vanda Cantón
Introducción
EL SISTEMA ESQUELÉTICO junto con los músculos constituye el sistema
locomotor de los animales vertebrados, lleva a cabo funciones de
sostén y de palancas para el sistema muscular, al cual se unen por
medio de los tendones actuando sinérgicamente con los músculos
para mantener la estabilidad del cuerpo tanto en estática como en
dinámica. Los huesos también alojan a la médula ósea, tienen un
metabolismo muy activo y gran capacidad de reparación; constituyen
un reservorio de minerales que gracias a un sistema de homeostasis
en el que interviene la glándula paratiroides, liberan calcio del tejido
óseo permitiendo mantener constante el nivel de calcio sanguíneo
(calcemia) a pesar de que disminuya o aumente su ingesta.
Anatómicamente el esqueleto se divide en axial y apendicular, el
primero se refiere a los huesos situados en la línea media o eje del
cuerpo, lo conforman el cráneo, la columna vertebral, costillas y
esternón, que protegen al encéfalo, la médula espinal y al aparato
cardiorrespiratorio respectivamente. En tanto que el esqueleto
apendicular está compuesto por las escápulas, la pelvis y las cuatro
extremidades.
Huesos
Los constituyentes característicos del hueso normal son:
1. Osteogénesis intramembranosa.
2. Osteogénesis endocondral.
Figura 7.5b. Vista ventral de cráneo de perro con palatosquisis o paladar hendido.
Displasias posturales
Corresponden a un grupo de malformaciones locales, en donde
inicialmente no hay alteración ósea, sino que son consecuencia de la
desviación postural de un miembro, provocada por contracciones
permanentes de músculos vecinos o por ligamentos demasiado
cortos o largos, que al hacer tracción, desvían la dirección normal del
hueso doblando las epífisis. Las desviaciones de algunos segmentos
de la columna vertebral pueden dar lugar a escoliosis, que es una
rotación hacia los lados (figura 7.8); a xifosis, en donde la desviación
es hacia arriba formando una joroba o a lordosis, que consiste en un
arqueamiento en dirección ventral.
Condrodisplasias y condrodistrofias
Normalmente el cartílago de las líneas de crecimiento metafisiario
crece de manera longitudinal por proliferación intersticial y
transversalmente por aposición, a partir de la proliferación del
pericondrio. En la condrodisplasia fetal el cartílago epifisario deja de
crecer en sentido longitudinal y sólo lo hace en sentido transversal. La
hipoplasia por detención prematura del crecimiento longitudinal, se
debe a que los condrocitos de las placas de crecimiento e interóseos,
se disponen de modo irregular en vez de alinearse en columnas. Este
defecto en el acomodo de los condrocitos, hace que el proceso de
sustitución de cartílago por hueso en la placa de crecimiento, sea
desordenado y lento.
Las condrodisplasias constituyen un grupo heterogéneo de
malformaciones en el cartílago de crecimiento, la mayoría de ellas se
relaciona con alteraciones genéticas que disminuyen la proliferación
de condrocitos en las metáfisis.
Las condrodistrofias por su parte, se asocian a deficiencias de
manganeso, biotina, riboflavina y colina en animales en crecimiento.
Tanto las condrodisplasias como las condrodistrofias pueden dar
lugar a enanismo desproporcionado, con piernas y brazos cortos
(figura 7.9), abombamiento de los huesos del cráneo y prognatismo,
ya que el maxilar se desarrolla de manera normal al crecer por
aposición, en tanto que los huesos de la base del cráneo (etmoides y
cometes), que crecen endocondralmente, sufren hipoplasia. Lo
anterior provoca que los animales afectados tengan aspecto de
“bulldog” (figura 7.10).
ENFERMEDAD MECANISMO
Raquitismo (en
animales en
Disminución en la osteosíntesis por deficiente mineralización de la matriz
crecimiento)
osteoide.
Osteomalacia (en
adultos)
Disminución en la osteosíntesis por insuficiente matriz osteoide y el mineral no
Osteoporosis
puede depositarse. La resorción osteoclástica supera a la osteosíntesis.
Osteodistrofia fibrosa
Por desequilibrio
Aumento en la osteoclasia (resorción ósea) y sustitución del tejido óseo por tejido
calcio-fósforo
fibroso.
hiperparatiroidismo
Por tóxicos
Hiperfosfaturia
Hipofosfatemia
Mala absorción intestinal
Figura 7.13. Pared torácica con lesiones por raquitismo en articulaciones costo-
condrales.
Figura 7.14. Osteomalacia por deficiencia de Vitamina D.
Figura 7.24. Cerdos hacinados, con paresia por osteomielitis vertebral por
morderse las colas.
Osteomielitis piogranulomatosa
Se asocia a Actinomyces bovis, una bacteria gram positiva, saprófita
de la cavidad oral de los rumiantes. En bóvidos causa periostitis y
osteomielitis mandibular. Llega al hueso a través de lesiones en la
mucosa y tejidos blandos producidas por alimento grueso, fibroso o
por laceraciones al masticar cuerpos extraños. Por tanto, el
mecanismo de infección es mediante una periostitis, que se continúa
con osteítis y osteomielitis. Hay necrosis y osteoclasia que provoca
pérdida de hueso y fístulas por donde drena hacia la piel el exudado
que contiene los característicos “gránulos de azufre”, formados por
colonias bacterianas. El periostio prolifera y la rama de la mandíbula
afectada presenta un aumento considerable de volumen y un aspecto
esponjoso (figuras 7.26 y 7.27).
Figura 7.26. Vaca con osteomielitis en la mandíbula por actinomicosis.
Fracturas
Se refieren a la pérdida en la continuidad anatómica del hueso y
constituyen uno de los trastornos patológicos más frecuentes en los
animales domésticos, que en la mayoría de los casos pudieron
haberse evitado. Generalmente son consecuencia de sobrecarga en
los huesos debidos a malas prácticas zootécnicas, cuando los
animales son forzados a realizar actividades de trabajo, deporte o
entretenimiento. Otra causa común de fracturas son los tipos de
maniobras y rampas empleadas durante el embarque, transporte y
desembarque, así como el inadecuado diseño de pisos e
instalaciones en donde los animales, se atoran o resbalan y caen.
Muchas veces las fracturas, esguinces y desgarres son tan graves,
que los incapacita para seguir realizando sus funciones, por lo que se
decide su muerte anticipadamente.
Existen diversos criterios para nombrar a las fracturas, pueden
clasificarse en cerradas o expuestas, dependiendo si el hueso
fracturado rasga tejidos blandos y piel y se comunica con el exterior.
Las fracturas pueden ser incompletas, completas, múltiples (figs. 7.29
y 7.30) o conminutas (cuando se astillan en múltiples fragmentos);
desplazadas (si los extremos del hueso fracturado están
desalineados); y además se les nombra dependiendo de la línea de
fractura, si es transversa, oblicua, en rama verde, etc.
Lesiones degenerativas
Sinostosis: es la unión de dos estructuras óseas que se encuentran
adyacentes. Cuando esta unión se realiza entre cartílago se llama
sincondrosis y si ocurre entre tejido fibroso se conoce como
sindesmosis.
Anquilosis: es la unión anormal de los huesos adyacentes a una
articulación, que limita sus movimientos. En caballos se observa con
frecuencia entre los metacarpianos o metatarsianos y entre las
falanges, así como entre las apófisis de vértebras vecinas. En los
perros se presenta principalmente entre las vértebras, torácicas y
lumbares; sucede por una proliferación del periostio de los cuerpos
vertebrales, que dan lugar a osteofitos que a su vez forman “puentes
óseos” entre una vértebra y otra, limitando el movimiento y
flexibilidad de la columna (figura 7.32). A la anquilosis de las
vértebras se le llama espondilosis o espondilitis y se asocia con el
desplazamiento del núcleo pulposo del disco intervertebral
degenerado.
Articulaciones
Las articulaciones sinoviales o diartrosis se encuentran entre los
extremos de las epífisis de los huesos largos, tienen un espacio que
contiene líquido y se caracterizan por su amplia capacidad de
movimiento. Están constituidas por los siguientes elementos:
Trastornos físico-traumáticos
Luxación y subluxación
También se conoce como dislocación y se refiere al desplazamiento o
separación temporal de un hueso con respecto a su articulación
correspondiente, provocando el desplazamiento de una superficie
articular sobre la otra, alterando su posición normal. Puede ser de
origen congénito o adquirido. Cuando la dislocación es incompleta, se
le llama subluxación. En los animales domésticos las articulaciones
más predispuestas a sufrir luxaciones son: la temporomandibular, la
patelar y las carpianas; en cuanto a las subluxaciones, los sitios más
comunes de afección son la cadera, la atlanto-occipital (que puede
provocar tetraparesia) y, en caballos la relacionada con la
inestabilidad de vértebras cervicales por estenosis del canal vertebral.
Esguince
Ocurre cuando los ligamentos que unen a un hueso con otro, se
tuercen, se estiran o se distienden excesivamente por un movimiento
forzado o antinatural de una articulación. Cursa con inflamación y
dolor que impiden o limitan la movilidad.
Trastornos inflamatorios
Cuando afectan a toda la articulación se denominan artritis, y pueden
ser infecciosas (sépticas), de origen traumático, autoinmune o
degenerativo (artrosis). Los tipos morfológicos de artritis dependen
del exudado, que está relacionado con la etiología (cuadro 7.3);
pudiéndose distinguir macroscópicamente como serosa, fibrinosa y
purulenta, éstas dos últimas con frecuencia tienen curso crónico.
Cuadro 7.3. Principales agentes infecciosos involucrados en las artritis
Artropatías degenerativas
Pueden ser de origen inmunomediado o tratarse de artropatías
degenerativas también llamadas artrosis, en estas últimas se aprecian
lesiones proliferativas que resultan de envejecimiento,
condrodisplasias, condrodistrofias o de traumatismos repetidos. Se
denominan artritis las lesiones inflamatorias que son francamente
exudativas y proliferativas, sean infecciosas o degenerativas (como
las inmunomediadas). Sin embargo, es difícil clasificar como artrosis o
como artritis aquellas artropatías en las que no puede determinarse la
etiología. Parece inapropiado clasificar como artrosis a las artropatías
de origen traumático y no como artritis, ya que cuando una
articulación se daña por cualquier motivo, se inflama. Si en una
articulación se aprecian exclusivamente erosiones en el cartílago y
fibrosis de la cápsula, que son características de artrosis, no puede
asegurarse que dichas lesiones no sean secuelas de artritis
traumáticas, degenerativas o infecciosas, tal es el caso de la
artropatía observada en la displasia de la cadera.
Artritis reumatoide
Es una poliartritis proliferativa y erosiva de origen autoinmune poco
frecuente en perros, muy similar a que se presenta en humanos, pero
en los perros afectados sólo el 25% de ellos es positivo para el factor
reumatoide. Clínicamente se caracteriza por dolor, claudicación y
aumento de volumen de las articulaciones de las manos y pies, pero
puede afectar a todas las demás, así como a vasos sanguíneos,
pulmones y válvulas cardiacas. Su causa aún se desconoce, su
patogenia se explica por una respuesta continua contra un antígeno
(probablemente bacteriano) que induce reacciones cruzadas contra
proteoglicanos y colágena propios del organismo; en esta respuesta
intervienen varios mecanismos, uno de ellos es el humoral, mediado
por autoanticuerpos IgG e IgM, en una reacción de hipersensibilidad
tipo III (por complejos inmunes), en la que la liberación de enzimas
por parte de los neutrófilos contribuye a magnificar la reacción
inflamatoria y a dañar las estructuras articulares. También participan
linfocitos T (CD4+) que producen citocinas como IL-1 y FNT-α que
activan macrófagos (producción de colagenasas) y estimulan
sinoviocitos, condroblastos y proliferación de fibroblastos. Todo lo
anterior favorece una inflamación persistente que hace que la sinovial
se adhiera a la superficie articular, dando lugar a pannus, que a su
vez erosiona el cartílago y el hueso subcondral. En etapas avanzadas
se produce fibrosis y anquilosis de la articulación.
Enfermedad articular degenerativa (EAD)
Antes era conocida como osteoartritis (OA) u osteoartosis y es la
forma más común de afección articular. Se puede presentar en una o
varias articulaciones, sobre todo en las zonas de mayor presión. Se
caracteriza por degeneración del cartílago hialino con proliferación
ósea de los bordes articulares (osteofitos), deficiente reparación,
esclerosis subcondral e inflamación leve (sinovitis), dando como
resultando daño funcional de la articulación, inestabilidad y dolor
(figura 7.38).
Figura 7.38. Cabeza del fémur de perro con enfermedad articular degenerativa.
Músculos
Introduccion
Las funciones del músculo estriado esquelético están íntimamente
relacionadas con el sistema óseo y el sistema nervioso periférico,
especialmente en lo que respecta a la locomoción, el mantenimiento
de la postura normal y la respiración.
Los músculos se insertan en los huesos por medio de los tendones,
que están compuestos principalmente por haces de fibras de
colágena tipo I y proteoglicanos.
El músculo estriado se caracteriza por estriaciones transversales
periódicas. Histológica y funcionalmente se subdivide en esquelético y
cardiaco. En esta unidad se revisará lo relacionado con el músculo
estriado esquelético, ya que el músculo cardíaco ha sido descrito en
la primera unidad.
A las células que constituyen el tejido muscular estriado se les
conoce como miocitos que derivan de los mioblastos. Generalmente
son fusiformes y pueden tener uno o varios núcleos distribuidos a la
periferia, a diferencia del músculo cardíaco cuyo núcleo es central.
Cada miocito o fibra muscular está rodeada por una lámina basal y un
endomisio de tejido conectivo. Los miocitos se agrupan formando
haces o fascículos envueltos por perimisio, que también está
constituido por tejido conectivo, pero más grueso. Más externamente
y envolviendo a todos los fascículos que conforman un músculo
esquelético voluntario, está el epimisio o aponeurosis.
Contracción muscular. La membrana celular de los miocitos se
conoce como sarcolema y al citoplasma se le llama sarcoplasma,
éste contiene filamentos de actina (bandas I) y de miosina (bandas
A), dispuestos de manera paralela. Durante la contracción, los
filamentos de miosina, que son gruesos se deslizan entre los de
actina que son delgados. La unidad morfofuncional de las células
musculares estriadas es la sarcómera, que se encuentra entre dos
líneas o bandas “Z”. La banda Z es el espacio entre los extremos de
las fibrillas de actina; la banda H corresponde a la distancia entre los
extremos de las fibrillas de miosina. El estímulo nervioso que
despolariza la placa neural situada en el sarcolema o membrana del
miocito, se propaga a través del laberinto de túbulos membranosos
conocidos como retículo sarcoplásmico que es una prolongación
intracitoplásmica del sarcolema, el cual almacena calcio. Para que
se lleve a cabo la contracción se requiere ATP disponible, oxígeno y
alta concentración de calcio. El ATP que requiere el miocito se
puede obtener a través de dos vías: a) aerobia, que consiste en la
oxidación de glucosa mediante la fosforilación oxidativa que libera
energía en forma de ATP, o por b) vía anaerobia, por glucólisis a
partir de ácidos grasos libres, con formación de ATP y ácido láctico.
Tipos de fibras musculares: En el músculo esquelético que obedece a
estímulos nerviosos voluntarios, predominan las fibras de tipos 1, 2a
y 2b. Las tipo 1 predominan en los músculos “rojos”, tienen de
diámetro pequeño, son ricas en mioglobina y mitocondrias, son de
contracción lenta, resistentes a la fatiga y funcionan en condiciones
aeróbicas, pero desarrollan poca fuerza. Las de tipo 2a tienen un
diámetro mayor que las de tipo 1 y menor que las de tipo 2b,
también poseen una alta cantidad de mitocondrias lo que les permite
producir energía a partir del sistema oxidativo (además del
metabolismo glucolítico), por lo que se reclutan sobre todo en
actividades anaeróbicas; son de contracción rápida, pero se fatigan
más rápido que las tipo 1; desarrollan una fuerza media. Las fibras
2b están en los músculos “blancos”, son las de mayor tamaño y
fuerza, tienen bajo contenido en mioglobina (baja capacidad
oxidativa), pero son ricas en glucógeno y tienen alta capacidad
glucolítica; se reclutan sólo cuando se requiere un esfuerzo muy
rápido y muy intenso, pues son rápidas, se fatigan rápido y pueden
trabajar en condiciones anaeróbicas.
Reparación del músculo esquelético
Entre la lámina basal y el sarcolema de las fibras musculares existen
células satélite, que al microscopio se observan como células de
abundante citoplasma, con varios núcleos redondos dispuestos en
fila, semejando monedas apiladas o células gigantes multinucleadas
que también son llamadas rabdomioblastos. Cuando se daña o muere
un grupo de miocitos, pero se ha conservado la lámina basal, las
células satélite migran y se acomodan a lo largo del área de necrosis,
en donde se convierten en mioblastos que pueden diferenciarse a
miocitos funcionales; de esta manera, se asegura la regeneración del
músculo estriado esquelético. Pero si la necrosis es grave como
sucede en los infartos o en áreas donde se inyectaron irritantes, en
donde se dañan también las láminas basales y mueren las células
satélite, entonces la regeneración no será posible y la reparación será
sustitución por fibrosis.
Hallazgos por daño muscular
Una de las lesiones musculares comunes es la rotura de fibras,
conocida como “desgarro”, que puede producirse a consecuencia de
una contusión o por una elongación brusca del músculo a
consecuencia de una contracción rápida y fuerte del mismo.
Los signos más frecuentes de enfermedad muscular son: el cambio
en el volumen (atrofia o hipertrofia), debilidad, espasmos,
hiperextensiones, tremores, paresia, respiración anormal o disfunción
esofágica. Cuando hay mionecrosis las pruebas de laboratorio indican
elevación sérica de creatinincinasa (CK), aspartato aminotransferasa
(AST) y deshidrogenasa láctica (LDH).
En la necropsia el aspecto macroscópico de los músculos brinda
información importante para el diagnóstico. La palidez sugiere
miopatía degenerativa nutricional o infiltración grasa; el verde,
pseudomelanosis por putrefacción o infiltración por eosinófilos; el
negro necrosis, y las áreas rojas pueden corresponder a hemorragias
por traumatismos o toxemias.
Trastornos del desarrollo
Hernia diafragmática congénita
Es de carácter hereditario y consiste en agenesia parcial del
diafragma, la consecuencia es que los órganos abdominales como el
estómago, parte del intestino delgado, el bazo y parte del hígado
pueden desplazarse al interior de la cavidad torácica. De esta
manera, el pulmón del lado afectado no se desarrolla completamente,
predisponiendo a insuficiencia respiratoria y a reflujo gastroesofágico.
Hipoplasia miofibrilar
Afecta a lechones, aves y becerros, se caracteriza por un pobre
desarrollo en las fibras musculares de los miembros locomotores,
siendo más evidente la debilidad en los miembros pélvicos. Se ha
postulado un defecto en la inervación de las miofibrillas, lo que no
permite la correcta maduración de éstas. Clínicamente los animales
presentan las piernas en abducción (abiertas), por lo que no logran
mantenerse en pie ni caminar de manera normal, sino que se
desplazan arrastrándose sobre el esternón, como si nadaran. Suelen
recuperarse con el uso de arneses, soportes o con amarres que van
de una pierna a la otra, de manera que puedan permanecer de pie e ir
fortaleciendo sus músculos locomotores.
Miotonia congénita
Es la imposibilidad de las fibras musculares para relajarse, dando
lugar a una contracción espasmódica. Se presenta en humanos y
otras especies animales, se debe a una función anormal de los
canales de iones en las miofibrillas, por lo que el flujo de sodio,
potasio, cloro y calcio se ve afectado. En perros Chow chow,
Schnauzer miniatura y Staffordshire, se asocia a una disminución en
la conducción del cloro. Los signos se manifiestan a partir de la 6ª
semana de vida, los cachorros caminan con las piernas abiertas o
saltando como conejos; mejoran con el ejercicio, pero nunca se verán
normales. Durante los episodios agudos pueden caerse y presentar
larigospasmo con disnea y cianosis. Conforme crecen, sus músculos
se van hipertrofiando hasta que este aumento de volumen se vuelve
muy evidente. El diagnóstico se confirma con electromiografía.
Otro ejemplo de miotonia es la paresia espástica en vacas lecheras
de raza Holandesa, que claudican progresivamente a partir de los tres
meses y hasta el año de edad. Sufren espasmos de los músculos
gastrocnemios, mantieniendo levemente flexionada la articulación
femoro-tibio-rotuliana y el tarso en extensión.
Distrofias musculares y miopatías congénitas
Ambas son un grupo de trastornos degenerativos hereditarios, que se
caracterizan por debilidad muscular y atrofia. En las distrofias las
miofibrillas presentan necrosis segmental y regeneración (necrosis
polifásica), como en la miopatía de Duchenne (en humanos y
carnívoros) por ausencia de distrofina. Los casos avanzados se
caracterizan porque las fibras musculares son sustituidas por tejido
fibroadiposo.
En las miopatías también se observa hipotonía o flacidez muscular,
pero se asocian a problemas metabólicos, tales como la alteración en
la síntesis y degradación de glucógeno, acumulación de lípidos en las
miofibrillas o defectos en la función mitocondrial.
Trastornos degenerativos
El tamaño de los músculos estriados puede cambiar en múltiples
ocasiones a lo largo de la vida de los animales. Los músculos se
hipertrofian o se atrofian dependiendo entre otros factores, de la
frecuencia e intensidad con que se contraen. A mayor ejercicio, mayor
volumen de los músculos, por eso, no se puede esperar un desarrollo
muscular satisfactorio en animales que no tienen oportunidad de
moverse porque viven confinados en jaulas o en espacios reducidos.
Atrofia
Es la disminución de volumen de un músculo y está relacionada con
menor contractilidad. Se distinguen dos tipos de atrofia: la cualitativa,
que consiste en la disminución de tamaño de los miocitos por pérdida
de citoplasma y organelos, y la cuantitativa, que es la disminución en
el número de miocitos generalmente por necrosis de éstos. Existen
gran variedad de factores que conducen a la atrofia muscular, como
son: la isquemia, falta de movimiento, hipoproteinemia, denervación y
trastornos hormonales entre otros (cuadro 7.4).
Cuadro 7.4. Principales causas de atrofia muscular
Isquemia Vasculitis.
Compresión neuromuscular por decúbito prolongado,
anestesia, postración o neoplasias.
Desnutrición
Anorexia
Hipoproteinemia
Insuficiencia hepática o renal.
Parasitosis y enteritis crónicas.
Diabetes mellitus.
Trastornos Hipotiroidismo.
endócrinos
Hiperadrenocorticismo.
Figura 7.48. Corte histológico de músculo con Trichinella spiralis. Tinción H-E.
Neoplasias
Casi todas las que afectan a los sistemas muscular y esquelético son
de comportamiento maligno, su contraparte “benigna” es poco
frecuente. La clasificación y nomenclatura empleada en los animales
es muy semejante a la utilizada en seres humanos, pero
desafortunadamente en medicina veterinaria no es fácil contar con la
información clínica y los estudios necesarios que permitan un
diagnóstico preciso. Muchas veces el paciente es llevado a consulta
cuando el tumor se encuentra en una etapa avanzada y para evitar
gastos, el cliente espera que el diagnóstico se lleve a cabo sólo
mediante citología por aspiración con aguja delgada (ACAD); siendo
que en estos casos, es indispensable el estudio radiográfico y una
biopsia del tumor, sin la cual el diagnóstico no puede confirmarse
(figuras 7.53 y 7.54). Otra información que es de gran utilidad, es
conocer los sitios anatómicos específicos en donde se presenta cada
tipo de neoplasia. Con las radiografías puede determinarse su
extensión y si involucra a las articulaciones vecinas o a tejidos
blandos adyacentes; esto es indispensable para establecer el
pronóstico, y en el caso de llevar a cabo una resección quirúrgica
saber hasta dónde debe realizarse la amputación. Las placas deben
ser interpretadas por un imagenólogo especialista, ya que cuando no
se tienen los conocimientos y la experiencia suficientes, es fácil
confundir cualquier reacción perióstica u osteolítica, con un sarcoma
osteogénico, un callo óseo post-fractura o un proceso inflamatorio tal
como osteítis u osteomielitis. Los tumores no malignos de hueso y
articulaciones, así como los otros trastornos proliferativos, muestran
crecimiento lento, en cambio, tanto los sarcomas de hueso como las
metástasis, crecen rápidamente, presentan límites poco definidos,
evidente proliferación del periostio así como lisis ósea.
Figura 7.56. Corte transversal de la nariz de un león con osteosarcoma que infiltra
el maxilar y el cornete nasal obstruyéndolo.
Condrosarcoma y condroma
Los condrosarcomas son tumores malignos que en su mayoría se
originan de la región medular de huesos planos y producen matriz
cartilaginosa. Son poco frecuentes en animales domésticos, pero
después del osteosarcoma ocupan el segundo lugar de presentación
dentro de los tumores que afectan a los huesos. Se han descrito en
costillas y esternón de borregos, así como en nariz, pelvis y huesos
planos de perros de entre 6 y 8 años de edad. Macroscópicamente
forman nódulos de color gris blanquecino, semejantes al cartílago
hialino (figura 7.58). El de tipo mixoide suele tener consistencia
gelatinosa, degeneración mucoide y espacios quísticos; el de células
claras es muy agresivo, muestra condrocitos malignos con abundante
citoplasma claro, células gigantes tipo osteoclasto y hueso reactivo;
otra variedad es el poco diferenciado. Cuando los condrosarcomas
son bien diferenciados resulta muy difícil para el patólogo distinguirlo
de un condroma. Las características histológicas de malignidad más
relevantes son: hipercelularidad, células condroides con uno o dos
núcleos vesiculosos, cromatina grumosa, mitosis atípicas y cartílago
maligno.
Sarcoma sinovial
No es muy común, pero es el tumor maligno más frecuente en las
grandes articulaciones, principalmente en el codo, hombro, tarso y
carpo; también se presenta en tendones. Se ha observado en perros
de todas las edades y con menor frecuencia en gatos y bóvidos.
Crece lentamente y va infiltrando la articulación durante meses,
súbitamente se extienden de manera rápida invadiendo los huesos
adyacentes. Macroscópicamente son firmes, lobulados, con áreas
oscuras, cavidades quísticas llenas de líquido mucinoso y zonas de
calcificación. Histológicamente están compuestos por células
mesenquimales fusiformes, semejantes a fibroblastos, tienen núcleo
alargado con anisocariosis y nucléolos evidentes; se disponen en
fascículos hipercelulares que alternan con áreas más laxas
compuestas por células con prolongaciones citoplásmicas de aspecto
estelar que están inmersas en una matriz mixoide (por lo que no hay
que confundirlo con un mixosarcoma o con neoplasias de vaina
nerviosa). Cuando tienen un componente epitelioide, se le llama
bifásico y se asocia con un mejor pronóstico. Una característica
distintiva es que a diferencia de otros sarcomas las células fusiformes
que lo componen son positivas para el antígeno de membrana
epitelial (EMA) y las citoqueratinas.
Histiocitoma fibroso maligno (Fibrohistiocitoma maligno)
Este nombre comprende a un grupo de sarcomas de tejidos blandos
no encapsulados, infiltrantes, gris blanquecinos de aspecto “carnoso”
(figura 7.61). Microscópicamente muestran células fusiformes
dispuestas en un patrón estoriforme o arremolinado, algunas de
núcleo hendido con aspecto histiocítico y algunas gigantes
multinucleadas. Entremezcladas pueden observarse células
inflamatorias de estirpe linfoide y áreas de hemorragia. Las células
que componen esta neoplasia tienen núcleo grande, nucléolo
prominente y mitosis atípicas. Si el patólogo no tiene suficiente
experiencia suelo diagnosticarlo equivocadamente como
fibrosarcoma. Macroscópicamente son de color gris blanquecino, no
encapsulados. Se presentan en perros y gatos entre 8 y 9 años de
edad, en el tejido subcutáneo, bazo, pulmones, linfonodos, huesos y
tejido periarticular. Se diseminan rápidamente por vía circulatoria,
provocando metástasis.
Fibrosarcoma
Se le considera primario de tejidos blandos que invade a los huesos;
aunque se puede originar de los fibroblastos de la capa externa del
periostio de los huesos de la cara y cabeza, con menor frecuencia
afecta escápulas y huesos largos. Se ha observado en perros, gatos,
équidos y rumiantes. Causa deformidad de la nariz y maxilares,
desplazamiento de piezas dentales, e imposibilidad para comer y
respirar, por lo que en la mayoría de los casos se solicita la eutanasia
de estos pacientes. Es infiltrante, blando, con aspecto de carne de
pescado y áreas de necrosis. Su aspecto microscópico varía
dependiendo de su grado de diferenciación, el bien diferenciado
semeja un fibroma y aunque histológicamente tenga un aspecto
inocente, radiográficamente puede observarse evidencia de
destrucción ósea. En los altamente malignos se aprecian células
fusiformes pleomórficas, que se arreglan en espigas o “espina de
pescado”, mitosis y necrosis.
Rabdomiosarcoma
Las neoplasias de músculo esquelético casi siempre son malignas, es
decir que los rabdomiomas (variante benigna) son muy raros. Los
rabdomiosarcomas también son poco frecuentes, se localizan
principalmente en músculos de la cabeza y cuello, paladar, lengua,
flancos, músculos paraespinales, órganos del aparato genitourinario y
pulmones. En las extremidades no son tan comunes como se
pensaría. Se presentan en niños, adolescentes y animales menores
de dos años. Su aspecto varía mucho dependiendo del tipo
histológico que se trate, en el cuadro 7.7 se describen las principales
características de cada uno. En todos ellos la célula diagnóstica es el
rabdomioblasto, que puede ser redondo o alargado en forma de
raqueta o “renacuajo”, con citoplasma miógeno (intensamente
eosinofílico con filamentos o estriaciones). El diagnóstico preciso
requiere de hematoxilina ácida fosfotúngstica (PTAH) que pone de
manifiesto las estriaciones cruzadas de las células neoplásicas, pero
es realizar inmunohistoquímica, usando anticuerpos anti-desmina,
miogenina y MYOD1.
Cuadro 7.7. Clasificación y algunas características de los rabdomiosarcomas
Tipo
Aspecto macroscópico Aspecto microscópico Localización
histológico
Masa gris infiltrante, con Rabdomioblastos malignos, redondos y Cuello y músculos
Embrionario
hemorragias fusiformes en estroma mixoide largos
Órganos huecos
Botrioides Racimo o polipoide Semejante al embrionario
(vejiga, útero)
“Carne de pescado”, Rabdomioblastos pequeños sobre una red Cara, retroperitoneo y
Alveolar
amarillento o rojo-café de tabiques fibrosos extremidades
Células grandes, atípicas, a veces bi y Tejidos blandos de
Pleomórfico Carnoso y pálido
multinucleadas adultos
Los tumores de origen vascular que afecta huesos y músculos en
forma primaria o metastásica se describen en el capítulo
correspondiente al aparato circulatorio, aquí sólo se hará énfasis en
que los angiosarcomas intramedulares deben diferenciarse del
osteosarcoma telangiectásico y del quiste óseo aneurismático. Los
hemangiopericitomas se ven cada vez con mayor frecuencia en los
perros de talla grande, a pesar de que en nuestro laboratorio, sólo
representan el 1.5% de las neoplasias subcutáneas diagnosticadas
por histopatología. Crecen cerca de las articulaciones del codo, carpo,
cuello y cabeza principalmente, a diferencia de los humanos en
quienes son más frecuentes cerca de la rodilla y en miembros
pélvicos general. Suelen infiltrar al hueso, por lo que está indicada la
resección quirúrgica amplia, ya que si no se retiran por completo
reinciden de forma más agresiva.
Lecturas recomendadas
Bessei W. 2006. Welfare of broilers: a review. World’s Poultry Sci J,
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Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Revisión morfológica de la piel
Importancia de la toma de biopsias para el diagnóstico de dermatopatías
Términos dermatológicos macroscópicos
Términos dermatológicos microscópicos
Anomalías congénitas
Trastornos de pigmentación
Trastornos físicos
Trastornos endócrinos
Trastornos inmunológicos
Pénfigo
Lupus
Necrólisis epidérmica tóxica
Hipersensibilidad por alimento
Hipersensibilidad al piquete de pulga
Hipersensibilidad por contacto
Placa eosinofílica felina
Trastornos nutricionales
Trastornos inflamatorios infecciosos
Dermatitis virales
Dermatitis bacterianas
Vasculitis
Dermatitis micóticas
Enfermedades por algas
Dermatitis parasitarias
Miasis
Sarna
Trastornos proliferativos
Neoplasias
Lecturas recomendadas
Aparato tegumentario
Itzel Yáñez Muñoz | Gerardo Salas Garrido
Introducción
UNA DE LAS principales causas por las que los propietarios de animales
acuden al médico veterinario es por problemas cutáneos en sus
animales, debido a que la piel es el órgano en el que más fácilmente
se identifican procesos patológicos. Sin embargo, la práctica médica
dermatológica puede ser complicada, por lo que el conocimiento de
aspectos anatómicos, fisiológicos y patológicos son fundamentales en
el ejercicio veterinario.
La piel es un órgano complejo originado del ectodermo, el cual tiene
diversas funciones:
Figura 8.1. Corte longitudinal de piel. Nótense las tres capas que constituyen la
piel. De arriba hacia abajo, se identifica la epidermis como una línea de color
negro, de la que sobresalen pelos; por debajo de esta capa se encuentra la
dermis superficial, la cual es fasiculada, blanca y compacta; por último, se
identifica la hipodermis, la cual es ligeramente amarilla.
Dermis superficial
Está conformada por fibras de colágena, con vasos sanguíneos,
linfáticos y numerosas terminales nerviosas, así como por anexos
cutáneos:
Glándulas sudoríparas apócrinas: corresponden a glándulas
revestidas por epitelio cubico simple, cuyas células pierden
fragmentos citoplasmáticos con la secreción, la cual es vertida a
unidades pilosebáceas. Es el tipo de glándula más común en
perros y se encuentran localizadas en toda la piel que posee
pelo.
Glándulas sudoríparas écrinas: glándulas tubulares, revestidas
por epitelio cúbico, cuya secreción es vertida hacia ductos que
se comunican con la epidermis. Este tipo de glándulas se
encuentran en cojinetes nasal y palmoplantares.
Glándulas sebáceas: glándulas lobuladas asociadas a folículos
pilosos, conformadas por nidos de células poliédricas con
abundante citoplasma vacuolado multilocular que contiene
lípidos.
Folículos pilosos: dan origen al pelo y tienen comunicación
directa con la epidermis, son estructuras tubulares cubiertas por
epitelio estratificado plano, con estrato córneo y consta en su
porción basal de una papila, seguida del bulbo, istmo e
infundíbulo. Asimismo en los folículos pilosos existen diferentes
fases del desarrollo del pelo, las cuales son crecimiento activo
(anagen), transición (catagen) y reposo (telogen).
Músculo piloerector: corresponde a bandas de músculo liso,
asociadas al folículo piloso, encargadas de la erección del pelo,
con fines de termorregulación.
Los estudios patológicos cutáneos son una herramienta muy útil, sin
embargo, pueden ser no conclusivos si existen errores en el muestreo
de las lesiones. Tales errores se minimizan si se siguen los siguientes
principios básicos:
Figura 8.6. Caballo. Piel del cuello que muestra un par de ulceras cubiertas
parcialmente por material costroso café granular.
Figura 8.10. Perro. Piel facial que presenta, en el plano nasal y belfos, zonas
alopécicas irregulares por erosión.
Figura 8.12. Cerdo. Piel de miembros pélvicos que exhiben numerosos surcos
lineales.
Figura 8.14. Perro. Piel dorsal engrosada, alopécica y reseca (con aspecto de
liquen).
Figura 8.16. Perro. Piel de zona mamaria que exhibe un crecimiento tumoral
esférico y eritematoso.
Figura 8.18. Ratón. Piel de la cara, en la que se aprecia, por arriba del belfo, una
zona alopécica y eritematosa, la cual contiene una elevación en forma de domo
que contiene exudado purulento.
Figura 8.20a. Piel. Crecimiento en forma ovoide que proyecta la piel, se aprecia
alopécico.
Figura 8.20b. Se observa la superficie de corte del nódulo, compuesta por una
membrana interna cavernosa que contiene líquido seroso (quiste de glándulas
apócrinas).
Figura 8.21. Perro. Piel del brazo izquierdo con tumoración neoplásica
(mastocitoma), ulcerada y esférica.
Figura 8.23. Piel de zona carpiana. La piel de la mano izquierda presenta pérdida
del epitelio epidérmico, dejando expuesta la dermis hemorrágica.
a
b
Anomalías congénitas
Hipotricosis
Esta enfermedad se caracteriza por la reducción en la cantidad de
pelo, en una parte o en todo el cuerpo. Es una displasia ectodérmica,
por lo que generalmente se ve en conjunto con algunas otras
anomalías no sólo de pelo, sino también de dientes –anodontia,
ausencia congénita de dientes–, uñas y glándulas sudoríparas –
anhidrosis o hipodrosis, reducción o ausencia de glándulas
sudoríparas–. Se ha visto que mutaciones en CDH3, que codifica a
las P-caderinas, proteínas de unión intercelulares del epitelio,
presentes en la epidermis y las células epiteliales del folículo piloso,
traen como consecuencia esta alteración congénita, junto con otros
síndromes, en los que característicamente hay daño en las
estructuras ectodérmicas y en los miembros.
Displasia de la colágena (Astenia dermal/ síndrome de Ehlers-Danlos)
Es una anormalidad hereditaria en la síntesis y producción de las
fibras de colágena, lo que ocasiona un aumento de la distensión de la
piel (figura 8.45), puesto que pierde fuerza de tensión. Este tipo de
trastorno –en gatos, al menos– se ha descrito asociado a deficiencia
de la enzima procolágena N-peptidasa. Clínicamente, la piel es
hiperelástica. Sin embargo, existe pérdida de la fuerza de tensión
cutánea, con lo que ciertos traumatismos pueden lesionarla.
Microscópicamente, se aprecia disociación, reducción en el número y
desorganización de las fibras de colágena, las cuales se advierten
con diferencia de tamaño o grosor.
Trastornos de la pigmentación
El color de la piel, del pelo y de los ojos de los mamíferos, así como
de otras especies, deriva de la producción y distribución de
biopolímeros pigmentados, conocidos como melanina. Entre los
trastornos de la pigmentación, se hallan la hiperpigmentación,
hipopigmentación e incontinencia pigmentaria. Los melanocitos se
originan de los melanoblastos, derivados de la cresta neural. Los
melanocitos sintetizan melanosomas, en los cuales se forma la
melanina. Estas células tienen como receptores la hormona
estimulante de melanocitos o melanotropina (MSH), la cual es
secretada en el lóbulo intermedio o pars intermedia de la hipófisis,
favoreciendo melanogénesis. La melanina se produce en dos formas
químicas: la eumelanina, que es café-negro y altamente polimerizada,
y la feomelanina, de color amarillo-rojiza, contiene azufre, es más
ligera y menos polimerizada. Ambas (eumelanina y feomelanina)
derivan de un precursor común llamado dopaquinona (DQ), la cual se
forma a partir de la oxidación del aminoácido L-tirosina por la
tirosinasa (TYR), enzima dependiente de cobre.
Así pues, cualquier alteración genética o la síntesis adecuada de
proteínas involucradas en la melanogénesis ocasiona trastornos en la
pigmentación. No obstante, muchos factores contribuyen en la
cantidad de pigmento melánico, por ejemplo, la influencia genética, la
temperatura, la exposición a la luz solar, el estado nutricional, la
inflamación; así como factores endócrinos, pues en algunos
vertebrados influye el ciclo estral y las endocrinopatías.
Hiperpigmentación
Ésta resulta del incremento en la producción de melanina, ya sea en
los melanocitos preexistentes, o por aumento en la cantidad de éstos.
La mayoría de las alteraciones de hiperpigmentación se deben al
incremento en la cantidad de melanina por los melanocitos existentes.
Un caso poco frecuente es el lentigo, en el que hay incremento en la
cantidad de melanocitos.
La hiperpigmentación se observa muy frecuentemente en casos de
procesos inflamatorios crónicos (figura 8.47), como en las dermatitis
alérgicas crónicas, o en las dermatosis endócrinas. La
etiopatogénesis propuesta en la hiperpigmentación es la liberación de
estimulantes de los melanocitos, dada por los queratinocitos, pues se
incrementa la cantidad de melanosomas (los gránulos citoplasmáticos
de los melanocitos), los cuales contienen tirosina y en estos mismos
se sintetiza la melanina.
Figura 8.47. Cobayo. Presenta hiperpigmentación de la región costal, secundaria
a dermatitis crónica.
Hipopigmentación
Puede ser congénita o adquirida, involucrar piel o pelo; de igual modo
puede ser idiopática o ligada a otras enfermedades, y de localización
focal, extensiva o generalizada. La leucoderma es la falta de
pigmento de la piel y la leucotriquia es la falta de pigmentación del
pelo. Estas ocurren juntas o de manera independiente.
La hipopigmentación hereditaria se divide en hipomelanosis
melanocitopénica, desarrollada por la falta de melanocitos o por una
falla en éstos para producir melanina, e hipomelanosis melanopénica.
Síndrome Waardenburg-Klein
En varias especies se ha reportado un síndrome análogo en perros,
caballos y gatos, en los que hay hipomelanosis melanocitopénica,
debido a la migración de melanoblastos de la cresta neural a la piel, o
la falla de éstos a sobrevivir en la piel. Los animales afectados
presentan pelaje blanco y el iris es azul o heterocromático, además
de que son sordos.
En los perros, se ha descrito el síndrome en razas como los
Dálmata, Bull Terrier, Collie y Gran Danés. En perros y caballos, la
condición genética es autosómica dominante, de penetrancia
incompleta. En el gato es también autosómica dominante, pero de
penetrancia completa, por lo que, además de la pérdida de
pigmentación, hay degeneración del oído interno.
Albinismo
Varias formas de albinismo son ejemplo de la hipomelanosis
melanopénica. En los animales albinos –incluyendo al ser humano–,
los melanocitos están presentes y distribuidos de manera normal,
pero tienen defectos en la síntesis de melanina. Hay variaciones en
los defectos bioquímicos del albinismo, de tal manera que van de la
amelanosis, al albinismo óculo-cutáneo y a diluciones del pigmento, y
todas son alteraciones congénitas autosómicas recesivas. Los
animales albinos con pelaje y piel blanca, presentan el iris traslúcido,
hay una mutación en gen tirosina (TYR), por lo que no hay función
residual de la enzima.
Dilución de color
Se ha descrito una variante del síndrome [parecido al] Chédiak-
Higashi en bovinos, en razas como Hereford, Brangus y en otras
especies, como gatos, principalmente Persas y Siamés, así como en
otras especies. Consiste en la presentación de albinismo parcial, por
una condición autosómica recesiva. Se produce la melanina, pero hay
una mutación en el gen beige, que ocasiona defectos en la membrana
del melanosoma, de tal modo que se forman melanosomas gigantes
con dificultades para transferir la melanina a los queratinocitos.
Hipopigmentación adquirida
Se presenta como consecuencia de traumatismos, inflamación,
radiación, por contacto, endocrinopatías, infecciones, deficiencias
nutricionales, trastornos inmunomediados y neoplasias. En general, la
severidad del daño determina que haya hipopigmentación o
hiperpigmentación. Un daño ligero ocasiona incontinencia
pigmentaria, así como la hipopigmentación epidérmica derivada de la
muerte de los queratinocitos que contienen a la melanina (figura
8.48). Sin embargo, el daño a los queratinocitos sobrevivientes
provoca que liberen factores que estimulen a los melanocitos y se
desarrolle entonces hiperpigmentación secundaria.
Hiperpigmentación
La hiperpigmentación se da a consecuencia de la inflamación, la
irritación o los desórdenes metabólicos. La hipermelanosis se debe al
incremento del pigmento epidérmico, o por el incremento en la
producción de melanina, o por el aumento en la cantidad de
melanosomas, o por el incremento en el tamaño de los melanosomas
–por aumento en el metabolismo de los melanocitos.
Acantosis nigricans
La acantosis nigricans primaria idiopática es una dermatosis genética
(genodermatosis) en los Dachshunds. Esta enfermedad se manifiesta
por hiperpigmentación bilateral axilar, con liquenificación y alopecia,
que por lo general involucra grandes áreas, hay seborrea secundaria
y pioderma. Las lesiones histológicas son dermatitis hiperplásica con
hiperqueratosis ortoqueratósica y paraqueratósica, acantosis y
formación de puentes epidérmicos donde todas las capas de la
epidermis se encuentran fuertemente pigmentadas. Se observa
también espongiosis, exocitosis neutrofílica y costras serocelulares.
La inflamación dérmica es leve o moderada y de distribución
perivascular. El término acantosis nigricans también se utiliza para
denotar desórdenes inflamatorios crónicos con liquenificación difusa,
alopecia e hiperpigmentación, por lo que la correlación clínico-
patológica es muy importante.
Trastornos físicos
Dermatitis solar o actínica
La energía radiante del sol, puede lesionar severamente la piel y
ocasionar dermatitis solar o actínica. La mayoría de las lesiones en la
piel por reacciones fotobiológicas, se inducen por radiación
ultravioleta de onda corta de entre 290 y 320 nm (UV-B). La capa de
ozono absorbe la mayor cantidad de los dañinos rayos de menos de
290 nm. La piel está protegida del daño de los efectos dañinos de los
rayos UV por el pelaje, el estrato córneo y la pigmentación por la
melanina. En el estrato córneo, un catabolito de la filagrina –el ácido
urocánico– absorbe la luz UV. La melanina absorbe y dispersa la
radiación UV y atrapa radicales libres, por lo que es muy importante
para minimizar los efectos nocivos de los fotones.
La dermatitis solar se origina por la radiación ultravioleta. La
dermatitis incrementa la producción de citocinas de los queratinocitos,
las que inducen una respuesta adaptativa de la epidermis,
particularmente la hiperplasia epidérmica y las alteraciones en la
pigmentación por melanina. El eritema se asocia con el daño directo
de las células endoteliales o con el efecto de las citocinas, mientras el
oscurecimiento de la piel se relaciona con cambios en la melanina y,
el “bronceado” o reacción retardada se debe a la estimulación de la
melanogénesis y la proliferación de los melanocitos.
La luz UV deprime el sistema inmune local y sistémico, el efecto
inmediato de esta radiación provoca hipersensibilidad si la piel se
expone al sol. Esta sensibilidad se ha asociado con una diminución
de las células de Langerhans y con la inactivación de éstas como
presentadoras de antígenos. Los efectos retardados de las
radiaciones UV incluyen cambios degenerativos en la dermis, como la
elastosis dérmica y, en la epidermis, como la queratosis solar. De
manera importante, la radiación daña las nucleoproteínas y el ADN de
los queratinocitos, lo que predispone la mutagénesis, la
carcinogénesis y el desarrollo del carcinoma de células escamosas
(figura 8.50). La luz UV no solo inicia el proceso tumoral, sino que lo
promueve y altera la reacción inmunológica, lo que favorece el
crecimiento del tumor, ya que se induce la supresión de las células T.
Figura 8.50. Gato. Presenta una úlcera necrohemorrágica con destrucción nasal,
por un carcinoma de células escamosas en una zona despigmentada, relacionada
con exposición solar.
b
Figuras 8.51. Bovino. a) Piel dorsal sin pigmento con áreas eritematosas y
costrosas, b) Piel inguinal con necrosis y desprendimiento (fotosensibilización).
Dermatitis acral
La dermatitis acral o dermatitis por lamido (neurodermatitis) es
psicogénica, relativamente común, se desarrolla en los perros en los
miembros (acral = extremidad o apéndice), y se desarrolla por el
lamido persistente, las mordidas o la masticación del área (figuras
8.52). La causa es desconocida, pero se ha descrito una
polineuropatía sensorial leve que produce la sensación de prurito o
dolor, como factor desencadenante.
Figuras 8.52. Perro. Miembro pélvico derecho que exhibe en la zona tarsal úlcera
y, necrosis de la piel y el tejido blando, con exposición de los huesos
metatarsianos, por lamido constante (dermatitis acral).
Macroscópicamente se observan áreas circunscritas sin pelo, la
mayoría de las veces ulceradas en los carpos, metacarpos o
metatarsos. Microscópicamente se observa hiperqueratosis y
acantosis de la epidermis y del epitelio folicular. Las úlceras son el
resultado del lamido constante, y la dermis se encuentra engrosada
por fibrosis. Se encuentra en capilares y fibras de colágeno
orientadas paralelamente hacia los folículos pilosos. Las glándulas
sebáceas y los folículos pilosos se hipertrofian y se observan con
dermatitis perivascular y perianexal.
Trastornos endócrinos
Las dermatosis endócrinas comparten muchas características
macroscópicas comunes, las cuales incluyen: hipotricosis o alopecia –
que con frecuencia es bilateral simétrica, con grados variables de
desbalances en la pigmentación–, en general hipermelanosis y, en
ocasiones, hipomelanosis; el pelaje es grueso, sin brillo, quebradizo y
se depila fácilmente, sin embargo, una vez que se cae es difícil que
vuelva a salir y se pueden observar grados variables de seborrea y en
ocasiones pioderma bacteriano secundario. De estas las más
frecuentes se describen a continuación.
Hipotiroidismo
El hipotiroidismo es la más frecuente de las dermatopatias endócrinas
en los perros. Se asocia a una inadecuada concentración sérica de
tiroxina y triyodotironina. El hipotiroidismo canino se desencadena por
tiroiditis linfoplasmocítica, atrofia idiopática tiroidea, neoplasia
pituitaria, hipopituitarismo, neoplasia tiroidea bilateral, defectos en el
desarrollo de la tiroides, deficiencia de yodo, defectos hipotalámicos o
mecanismos iatrogénicos.
Se desarrolla en perros de mediana edad, no se ha reportado
predisposición por sexo, sin embargo, se ha visto, con frecuencia,
asociada a ciertas razas como Chow-chow, Gran danés, Lobero
irlandés, Bóxer, Bulldog inglés, Dachshund, Afgano, Terranova,
Alaska malamute, Labrador, Setter irlandés y Schnauzer.
Las lesiones cutáneas macroscópicas en el hipotiroidismo canino
incluyen hipotricosis o alopecia (focal, multifocal o generalizada;
simétrica o asimétrica), en raras ocasiones existe hipertricosis; pelaje
grueso, sin brillo, quebradizo (que se depila con facilidad) y, una vez
retirado, difícilmente crece de nuevo. También hay desbalances de la
pigmentación, en general hiperpigmentación (figura 8.53); la piel se
engruesa por edema y mixedema y se siente fría al tacto, se lastima
fácilmente, y su reparación es lenta. Se puede observar ginecomastia
y muy con frecuencia hay enfermedad seborreica de la piel (seca u
oleosa) y pioderma bacteriano.
b
c
Trastornos inmunológicos
Para facilitar la comprensión de muchos trastornos inmunológicos
recordaremos los mecanismos que participan en las uniones
intercelulares. Las células basales son las células mitóticamente
activas que dan origen a los queratinocitos, están separados de la
dermis por una membrana basal continua, a la cual están unidas por
hemidesmosomas. Los desmosomas son sitios de unión que proveen
de fuerza mecánica a la adherencia intercelular, basados en
moléculas de adhesión tipo cadherina dependientes de calcio, la
desmogleina 1 (Dsg1) y la desmogleina 3 (Dsg 3), las cuales se
encuentran ancladas al citoesqueleto intermedio mediante proteínas
de las familias plaquina (desmogleina y desmocolina) y armadillo
(placoglobina y placofilina), de las cuales se ha encontrado evidencia
de que juegan un rol importante en el señalamiento externo en
condiciones fisiológicas y patológicas (figura 8.56). La membrana
basal es una estructura antigénica compleja que juega un rol muy
importante en muchas de las enfermedades de la piel, principalmente
en las inmunomediadas.
Figura 8.56. Esquema de la unión intercelular mediada por cadherinas
desmosomales. Las proteínas de la familia plaquina (desmogleina y desmocolina)
se anclan a los filamentos intermedios de queratina del citoesqueleto. Los
dominios citoplasmáticos están unidos a la densa placa externa por la
placoglobina y placofilina, lo que brinda mayor fuerza mecánica a la unión
intercelular y a la membrana basal.
Pénfigo
Existen diferentes variantes de pénfigo, el perfil de auto-anticuerpos
antidesmogleina, determina el fenotipo del tipo de pénfigo y su
gravedad. El complejo consta de cuatro enfermedades cutáneas:
foliácea, vulgar, eritematosa y vegetante, propias de humanos,
perros, gatos, caballos y cabras. Es necesario considerar como
diagnóstico diferencial de este complejo al impétigo –enfermedad
bacteriana cutánea donde uno de los patógenos asociados más
frecuente es Staphylococcus intermedius, y se manifiesta en perros
jóvenes, sin embargo también se ha asociado a ectoparasitismo,
cambio de pelaje, mala higiene o mala nutrición–. Las toxinas de las
infecciones por Staphylococcus se han visto implicadas en las
piodermas, también se ha detectado que estas toxinas utilizan como
blanco a la desmogleina 1 (blanco de los anticuerpos del pénfigo
foliáceo en los humanos), lo que explica la similitud de las lesiones.
Pénfigo foliáceo
El pénfigo foliáceo (PF) es el trastorno más frecuente y leve del
complejo pénfigo que afecta la epidermis y los folículos pilosos de
perros y gatos. El blanco auto-antigénico es la desmogleina 1 (Dsg 1),
tanto en animales como en humanos. Los auto-anticuerpos se unen a
la Dsg 1 (componente principal de los desmosomas en las capas
superficiales de la epidermis y de los folículos pilosos). Esta variante
es una enfermedad inmunológica heterogénea, lo que puede explicar
las variaciones clínicas e histológicas.
Se desconoce la vía patológica de la formación de las vesículas y
las bullas, sin embargo, se sugiere que las alteraciones genéticas o
inducidas en la placoglobina juegan un rol importante, así como los
auto-anticuerpos IgG4 antiqueratinocíticos, los que se han detectado
en el 80 % de los perros con la enfermedad. Otra característica del
PF es la apoptosis que sigue al desprendimiento de las células, lo que
se ha asociado al ligando Fas (FasL).
El uso de ciertos fármacos, antibióticos como sulfas con trimetroprim
o cefalexina, y metamizol en gatos, provocan reacciones parecidas al
pénfigo –enfermedad tipo PF relacionada con fármacos–, las cuales
desaparecen al descontinuar el uso del fármaco, o bien, inducen la
enfermedad (pénfigo foliáceo inducido por fármacos) cuando, al
descontinuar el uso de estos, las lesiones continúan.
Para categorizar este padecimiento, las lesiones de la piel deben ser
idénticas a la enfermedad natural, tanto clínica, histopatológica como
inmunopatológicamente. Las pústulas son transitorias, superficiales y
se desarrollan en oleadas, van de dos a seis milímetros de diámetro y
varían de color, de traslúcidas a gris-blanquecinas o amarillentas. Son
coalescentes, irregulares, asimétricas y de bordes expansivos. Las
pústulas abarcan varios folículos pilosos y, varios de sus pelos,
protruyen las pústulas individuales.
Las lesiones progresan desde la ausencia hasta un rápido desarrollo
de docenas de pústulas, las cuales prosperan con rapidez a costras
gruesas con marcada exfoliación. Estas costras exfoliadas son la
lesión más característica del PF. La alopecia es variable, y se
manifiesta eritema generalizado. Las lesiones en los cojinetes
plantares son características y, consisten en hinchazón y eritema de
los bordes de los cojinetes, así como agrietamiento e hipertrofia de
las vellosidades de los cojinetes. Se observan áreas de decoloración
blanquecina por debajo de la superficie de los cojinetes, indicativas de
pústulas subcorneales. Se presenta prurito o fotofobia.
En los perros, los sitios de lesión más frecuente son la región dorsal
del hocico, el plano nasal, el pabellón auricular, la región peri-orbital y
los cojinetes plantares. Se pueden observar lesiones en el tronco,
pero de manera difusa. Las lesiones tienden a ser característicamente
simétricas, principalmente en la cara.
Los hallazgos histopatológicos característicos son pústulas
subcorneales o intragranulares con acantólisis epidérmica (figura 8.57
a y b). Las pústulas abarcan varios folículos y se extienden hasta la
porción del infundíbulo folicular, en ocasiones hay inflamación mural
folicular. Las pústulas se componen de neutrófilos y algunos
eosinófilos y son característicos los queratinocitos acantolíticos
redondos en las pústulas por debajo del estrato córneo, generalmente
rodeados por neutrófilos. Como las lesiones pustulares son
transitorias, es posible que no se observen en las biopsias, por lo que
el diagnóstico dependerá de demostrar la existencia de los
queratinocitos libres degenerados en las costras sero-celulares.
a
Lupus
Lupus eritematoso discoidal. Es una enfermedad autoinmune de la
piel muy poco frecuente en perros, y no se presenta como tal en
gatos. Se ha visto que se desarrolla después de una dermatitis solar
en nariz, y se postula que la radiación actínica altera la naturaleza
antigénica de los queratinocitos, por lo que se induce una respuesta
inmune a éstos, así que, si no se ha demostrado ser foto-inducida,
al menos si es foto-agravada, por lo que es más frecuente en el
verano y en regiones donde hay mayor intensidad solar.
Las lesiones se restringen a la cara, principalmente en el plano
nasal, en un inicio se presenta despigmentación, eritema y, en
casos graves, manifiesta alopecia, costras, erosiones, úlceras
(figura 8.60 a). Las cicatrices crónicas y la atrofia se desprenden con
facilidad y ocasionan hemorragias. En algunos casos, se observan
en el dorso del morro o en el puente de la nariz, los labios y la
región periorbitaria, así como en las orejas. Algunas razas están
predispuestas, como el Collie, Pastor de Shetland y Pastor alemán,
y se ha documentado una condición hereditaria única, muy severa
en el braco alemán.
a
Figura 8.60. a) Perro, Braco alemán. Presenta en el plano nasal una línea
erosionada y ulcerada que delimita el cojinete nasal dorsal con la piel (lupus
eritematoso).
Figura 8.61. Gato con una úlcera necrohemorrágica lineal alrededor del cuello,
secundaria al contacto con un collar antipulgas.
b
Figuras 8.62. Perro. a) Piel de la región labial erosionada y eritematosa, b) piel
perianal con alopecia, edema y eritema, ambas lesiones se asocian a alergia
alimentaria. Imágenes cortesía del MVZ Esp. Luis Miguel Campos Guerrero.
Trastornos nutricionales
La elasticidad de la piel, el orden correcto de maduración de la
epidermis y la calidad y lustrocidad de los apéndices córneos, reflejan
de manera general, pero muy efectiva, el grado de bienestar del
individuo. Así, la mayoría de los trastornos nutricionales y las
deficiencias nutricionales, ya sea por deficiencias alimentarias –
problemas de mala absorción o de biotransformación de metabolitos–,
o por acción de los antimetabolitos, los efectos se reflejarán en la piel.
Debido a que las biotransformaciones que se llevan a cabo en la piel
ocupan una gran cantidad de requerimientos nutricionales,
principalmente de aminoácidos azufrados para la elaboración de la
queratina, el crecimiento del pelo y la queratinización dependen de la
cantidad diaria de proteína que ingieren los animales.
Deficiencia de proteínas o de calorías en la dieta
La hambruna o deficiencia de proteínas y calorías ocasionan cambios
en la piel, los primeros cambios visibles son la pérdida de grasa
subcutánea, rugosidad de la dermis y pérdida de la elasticidad. Uno
de los signos tempranos de este padecimiento es que el pelaje es
hirsuto, seco y pierde el brillo, se aprecian áreas alopécicas por el
adelgazamiento del pelo y, si hay cambios de pelaje estacional, este
puede cesar o prolongarse.
En los cerdos, el pelo se alarga y enrosca, y la piel puede atrofiarse,
de forma que se hay zonas hiperqueratóticas, con apariencia sucia y
descamada. En los borregos, la principal limitante para la producción
de lana es la dieta deficiente en cisteína, las deficiencias de metionina
y lisina adelgazan el vellón e impiden el crecimiento.
Deficiencia de ácidos grasos
La deficiencia de ácidos grasos ocurre en cualquier especie asociada
a la deficiencia dietaria, mala-absorción o enfermedad hepática. Se
manifiesta, principalmente, por descamación difusa, seborrea y
alopecia. La seborrea en un principio es seca, pero se vuelve oleosa.
Es muy frecuente que curse con otitis externa y que la piel sufra de
infecciones bacterianas secundarias.
Las lesiones histológicas incluyen hiperplasia epidérmica,
ortoqueratótica o paraqueratótica e hipergranulosis. Los mecanismos
patológicos subyacentes no son claros, sin embargo algunos estudios
han demostrado que la ausencia de ácidos grasos esenciales en los
ratones, ocasiona un incremento en la síntesis de DNA epidérmico
con un decremento en los niveles de prostaglandina E y F en la piel.
Los niveles bajos de prostaglandinas reflejan la falta de precursores
del ácido araquidónico.
En los gatos, la dermatosis seborreica se caracteriza por
descamación seca y alopecia responsiva a la suplementación de
ácidos grasos. La dieta basada en ácidos linoleico y linolénico como
única fuente de ácidos grasos también induce deficiencia, ya que los
gatos carnívoros estrictos se provocan deficiencia de la enzima delta-
6-desaturasa –la responsable de convertir las cadenas de ácidos
grasos de 18 carbonos en cadenas más largas–, por lo que en los
gatos el ácido araquidónico es esencial.
Hipovitaminosis y dermatosis responsivas a vitaminas
Las lesiones cutáneas por hipovitaminosis suelen asociarse a
deficiencias de vitamina A, C, E, riboflavina, ácido pantoténico, biotina
y niacina. Sin embargo, la mayoría de las hipovitaminosis que se
presentan de manera natural, son el resultado de un efecto
acumulativo de una dieta inadecuada, y no de una sola vitamina.
Deficiencia de vitamina A
Esta vitamina participa en el crecimiento y la diferenciación celular,
así como también se ha demostrado su actuación en procesos los
visuales y reproductivos. La vitamina A tiene un efecto controlador en
la diferenciación epitelial, de manera que la deficiencia de vitamina A
ocasiona que el epitelio queratinizado se vuelva hiperqueratósico y el
epitelio glandular sufra de metaplasia escamosa.
La hipovitaminosis, se ha reportado en la mayoría de las especies
domésticas y éstas se han asociado a deficiencias nutricionales
crónicas, disminución de la absorción intestinal, enfermedad hepática,
toxicosis, como la intoxicación por naftalenos clorinados, los cuales se
usan en la industria del plástico, en la manufactura de equipo eléctrico
y en la industria del petróleo.
Las lesiones cutáneas en el ganado bovino son dermatitis con
descamación severa y costras. En los cerdos se aprecia una
hiperqueratosis folicular, en los gatos, descamación severa y
obstrucción de los folículos, y alopecia.
Las dermatosis responsivas a vitamina A se han reportado en
perros, se ha observado predisposición en Cocker spaniel, asociado a
una anormalidad congénita de la epidermopoyesis y la
queratinización. Estas lesiones son placas hiperqueratósicas,
obstrucción folicular y formación de nódulos de queratina, se
extienden a las regiones ventral y laterales del tórax, así como al
abdomen. Además, esta dermatosis se suele asociar a otitis externa y
pioderma.
Las lesiones histológicas denotan una alteración severa de la
queratinización, predominan la queratosis folicular, donde las láminas
de queratina se orientan verticalmente y protruyen por el ostium
folicular. Se aprecia hiperplasia epidérmica e hiperqueratosis
ortoqueratósica o paraqueratósica con apariencia de olas, también se
observa disqueratosis. Hay inflamación dérmica moderada
mononuclear y perivascular, a menos de que exista una infección
bacteriana secundaria y se produzca una foliculitis supurativa y
furunculosis. En casos severos, se ha observado seborrea oleosa,
costras y parches alopécicos, se requiere de grandes dosis de
vitamina A para mantener el pelaje normal a lo largo de la vida del
perro. Estos casos no se consideran hipovitaminosis, ya que los
niveles séricos de vitamina A son normales.
El resto de las hipovitaminosis son poco frecuentes de manera
aislada. El complejo B es esencial en el mantenimiento de una gran
cantidad de rutas metabólicas. Se han reportado, principalmente, en
cerdos y aves. Las lesiones asociadas incluyen dermatitis ulcerativa y
descamación, y eritema; con hiperemia alrededor de los labios, la
nariz y la mucosa oral, así como diarrea, pérdida de peso y alopecia
generalizada.
Deficiencia de minerales
Se han descrito lesiones cutáneas asociadas a la deficiencia de yodo,
cobalto, cobre y zinc. La deficiencia de cobre se ha relacionado con
problemas de melanosis en la lana de los borregos. La deficiencia de
cobalto ocasiona el síndrome de emaciación crónico en los rumiantes,
sin embargo, no hay cambios específicos.
Deficiencia de zinc o dermatosis responsiva al zinc
La dermatosis responsiva al zinc, en el cerdo provoca paraqueratosis,
por el suministro de alimento seco (figura 8.63). La causa no suele ser
una deficiencia simple, la biodisponibilidad del zinc dietario también
se afecta directamente, por la presencia de ácido fítico, e incluso, en
presencia de proteína de soya, en altas concentraciones de calcio y
bajas concentraciones de ácidos grasos.
Las capas que se exfolian con las costras, se llevan el pelo consigo
y dejan la superficie en carne viva y con exudado. Las lesiones en los
cojinetes se pueden ver inflamadas y recuerdan las lesiones de
moquillo canino.
Ergotismo
El ergotismo es una intoxicación causada por las toxinas del hongo
Claviceps purpurea, este hongo presenta hifas, las cuales suelen
desarrollarse en las semillas de muchos pastos y granos de cereales.
El ergotismo es la enfermedad que se produce por el consumo de la
ingesta de alcaloides tóxicos producidos por Claviceps, derivados del
ácido lisérgico que incluyen ergotamina, ergometrina y ergotoxina.
Estos también producen una variedad de aminas como la histamina,
la acetilcolina y otros compuestos nitrogenados con actividad
fisiológica.
De los efectos farmacológicos de los alcaloides ergot, uno de los
más importantes en la patogénesis de la gangrena por ergotismo es
la estimulación directa por estímulo adrenérgico de los nervios que
inervan la musculatura lisa arteriolar, lo que produce una
vasoconstricción periférica intensa. El espasmo arteriolar y el daño al
endotelio capilar lleva a la trombosis y necrosis isquémica de los
tejidos. La gangrena por ergotismo, ocasionada por C. purpurea
afecta principalmente al ganado, suele ocurrir en el ganado cuya
pastura está contaminada. La lesión se desarrollará
aproximadamente una semana después del consumo e inicia con
cojera aguda, enrojecimiento y edema de las extremidades.
b
c
Figuras 8.69. Bovino mostrando una dermatofilosis difusa. a) Piel alopécica con
numerosas pápulas eritematosas coalescentes. b) Corte histológico teñido con
hematoxilina eosina del folículo piloso infiltrado por numerosos neutrófilos e
histiocitos (foliculitis piogranulomatosa). c) Corte histológico con acercamiento a la
pared folicular, que muestra numerosos microorganismos filamentosos septados
azules (Dermatophylus spp.) Tinción H-E.
Figuras 8.70. Perro. a) Piel alopécica con exudado purulento en las placas, y
eritema generalizado, b) región ventral con alopecia generalizada, nódulos
eritematosos, pústulas y algunas úlceras consecuencia de pioderma bacteriano.
Granulomas cutáneos
Si bien hay una gran variedad de bacterias capaces de inducir
reacción granulomatosa en la dermis y el tejido subcutáneo, siempre
es necesario realizar un aislamiento bacteriano para confirmar el
diagnóstico, pues algunos de los agentes relacionados son
Actinobacillus lignieresii, Actinomyces sp., Nocardia sp. y
Mycobacterium bovis o M. tuberculosis. La mayoría de los agentes
son de baja virulencia y, por lo general, saprófitos, que se introducen
por traumatismos a la piel, ocasionando nódulos dérmicos o
subcutáneos, que tal vez se ulceren o desarrollen tractos ulcerados
en la superficie dérmica (figura 8.71).
Lepra felina
Los gatos parecen ser más susceptibles al desarrollo de granulomas
micobacterianos en la piel, que quizá se asocian con que las
mordidas de los gatos ocasionan heridas profundas y depositan los
microorganismos en la dermis profunda o en el tejido subcutáneo. El
agente causal es Mycobacterium leprae –el que desarrolla la lepra
murina.
La mayoría de los gatos afectados son menores de tres años y es
posible que estén inmunosuprimidos por la relación con el virus de la
leucemia viral felina. Las lesiones se observarán en cualquier parte
del cuerpo. También se desarrollan en la mucosa oral, la lengua y las
narinas, se pueden manifestar como nódulos endurecidos, únicos o
múltiples en el tejido subcutáneo o en la mucosa, que ulceran la
superficie. Los linfonodos regionales habitualmente se han
agrandado.
A nivel histológico los granulomas epitelioides varían, presentan
áreas de necrosis central, que a veces se calcifican; los rodean gran
cantidad de linfocitos y células plasmáticas provenientes de los vasos
sanguíneos. Las bacterias ácido-alcohol resistentes varían en
cantidad, en las área de necrosis caseosa (figuras 8.72 a y b). La
forma lepromatosa es una dermatitis granulomatosa difusa con
paniculitis, donde hay gran cantidad de células gigantes (histiocitos),
con pocos linfocitos y células plasmáticas. Los macrófagos contienen
los bacilos ácido-alcohol resistentes en el citoplasma. El infiltrado
inflamatorio en afectaciones intermedias puede tener escasas
bacterias y, mayor cantidad de linfocitos y células plasmáticas. Los
linfonodos regionales suelen presentar una linfadenitis granulomatosa
con gran cantidad de bacilos ácido-alcohol resistentes.
a
b
Figuras 8.72. Gato. a) Piel ulcerada con placas granulares coalescentes
(granuloma cutáneo), b) corte histológico de piel que exhibe infiltrado conformado
por macrófagos epitelioides, linfocitos y células gigantes (granuloma). Tinción H-E.
b
Figuras 8.74. Perro. a) Piel con un área circular alopécica autodelimitada, b) corte
histológico de piel que exhibe infiltrado conformado por piocitos y macrófagos
alrededor de un pelo, en cuyo centro contiene hifas micóticas. Tinción H-E.
c
Figuras 8.78. Perro. a) Piel de la zona dorsal alopécica con áreas
hiperpigmentadas e hiperqueratósicas, y otras eritematosas. b) Corte histológico
de piel, en la que se observan los folículos pilosos sobredistendidos por ácaros
(Demodex sp.) e intenso infiltrado inflamatorio perifolicular (foliculitis). Tinción H-E.
c) Corte histológico. Acercamiento del folículo piloso donde se observan las
formas características de Demodex sp. Tinción H-E.
Figuras 8.79. Biopsia cutánea. a) Piel que muestra dos dilataciones quísticas en
la dermis, las cuales contienen material pastoso, b) corte histológico de la piel, en
el que se aprecia una dilatación quística folicular que contiene láminas
concéntricas de queratina (quiste folicular). Tinción H-E.
Quistes apócrinos
Lesiones no neoplásicas frecuentes en perros y gatos, adultos,
localizadas en la cabeza, el cuello, la zona dorsal del tórax y el
abdomen, así como en las extremidades. Son crecimientos en forma
de domo de escasos milímetros y de hasta varios centímetros, que al
corte suelen contener, desde líquido acuoso, hasta material
gelatinoso traslúcido incoloro o café-rojizo. Pueden estar asociados a
la obstrucción de glándulas sudoríparas.
Histopatológicamente, se encuentran en la dermis superficial, son
uni- o multilobulares y se hallan revestidos por una monocapa de
epitelio columnar cúbico uniforme o plano por atrofia, con evidencia
de decapitación citoplasmática (figura 8.80 a y b).
a
b
Figuras 8.81. Biopsia cutánea. a) Piel que muestra una proyección alopécica e
hiperpigmentada en forma de hongo, b) fotomicrografía de piel, en la que se
aprecia una proyección sésil cuyo cuerpo está conformado por fibras de colágeno
maduro, revestidas de epidermis hiperplásica (pólipo fibroepitelial). Tinción H-E.
Neoplasias
Estos tumores son comunes en animales domésticos y representan
una de las principales causas de consulta médica de animales de
compañía. En el cuadro 8.2 se enlistan los más frecuentes en piel y
se clasifican con base en su sitio de origen (cuadro 8.2).
Papiloma viral
Carcinoma de células
Neoplasias epidérmicas escamosas
Melanocitoma
Melanoma maligno
Neoplasias dérmicas Folículos pilosos Tricoepitelioma
Pilomatricoma
Tricoblastoma
Acantoma infundibular
queratinizado
Glándulas apócrinas Adenoma apócrino
Carcinoma apócrino
Glándulas sebáceas Adenoma sebáceo
Epitelioma sebáceo
Carcinoma sebáceo
De vasos sanguíneos Hemangioma
Hemangiosarcoma
Del estroma Lipoma
Sarcoma de tejido blando
Neoplasias cutáneas de células
Histiocitoma
redondas
Sarcoma histiocítico
Mastocitoma
Linfoma epiteliotrópico
Melanocitoma
Melanoma
Papiloma viral cutáneo
Neoplasia exofítica o invertida, benigna, asociada con la infección por
papilomavirus, afecta la piel, las uniones mucocutáneas y la mucosa
oral de perros inmunosuprimidos, suele manifestarse en individuos
jóvenes o geriátricos. Este tumor es único o multicéntrico, sésil o
pediculado con aspecto digitiforme, hiperqueratoso, y existe también
la variante invertida, en la que el crecimiento es endofítico (figura 8.82
a).
La proliferación tumoral se debe a la hiperplasia e hipertrofia de
células basales y al efecto citopático caracterizado por el cambio
hidrópico y la cariopicnosis (coilocitos) en el estrato espinoso y
granuloso, donde se observan cuerpos de inclusión basofílicos
pálidos intranucleares (figura 8.82 b). Este tipo de tumores puede
tener regresión, de acuerdo con la respuesta inmune celular por
linfocitos T.
a
b
b
Figura 8.83. Piel abdominal de perro. a) Se observa tejido de neoformación
ulcerado, rojizo con aspecto de cráter con centro necrótico, b) corte histológico,
del tejido tumoral compuesto por células epiteliales que muestran pleomorfismo
intenso, multinucleaciones y disqueratosis (carcinoma de células escamosas).
Tinción H-E.
Tricoepitelioma
Es una neoplasia benigna común en perros, poco frecuente en gatos,
primaria de los diferentes segmentos del epitelio de los folículos
pilosos. Su incidencia en los perros oscila entre el 0.4 y el 4 % de las
neoplasias cutáneas, son nodulares, usualmente menores a dos
centímetros, sin embargo, en el menor de los casos pueden ser de
gran tamaño y llegar a sobrepasar los quince centímetros. La piel que
recubre estos tumores puede estar parcialmente alopécica (figura
8.84 a).
Se encuentran en la zona dorsal, pero puede afectar cualquier parte
de la piel. En la histopatología, esta neoplasia suele estar bien
circunscrita y está conformada por numerosas estructuras foliculares
revestidas por células basaloides o infundibulares que contienen
láminas de queratina (figura 8.84 b).
a
b
Pilomatricoma
Es una neoplasia benigna en perros que se origina de las células
germinales de la matriz o bulbo de folículos pilosos, suele ser una
neoplasia solitaria que sobresale de la piel en forma de domo cuyo
tamaño oscila entre uno y diez centímetros (figura 8.85 a). Se
encuentra en la zona proximal de las extremidades y el tronco. En el
corte, el tumor puede ser semisólido con aspecto de gis (figura 8.85
b).
En la histopatología, el tumor presenta estructuras quísticas de
diferentes tamaños revestidos por células neoplásicas basaloides que
semejan al epitelio del bulbo del pelo. En el interior de los quistes
suele haber queratina, células fantasma y áreas con mineralización e
incluso metaplasia ósea (figura 8.85 c).
a
b
c
Tricoblastoma
Anteriormente esta neoplasia se encontraba clasificada como tumor
de células basales. Se originan a partir del epitelio folicular, sus
tricoblastomas son benignos, muy comunes en perros y menos
frecuentes en gatos, suelen localizarse en la piel de la cabeza y el
cuello, miden de uno a cinco centímetros, son nodulares, su escisión
quirúrgica es curativa e, histopatológicamente, se reconocen las
variantes tipo listón, trabecular, medusoide, granular y de células
fusiformes, esta última es más común en felinos.
Histopatológicamente, el tumor está compuesto por células
epiteliales monomórficas con abundante citoplasma eosinofílico pálido
y núcleos redondos u ovoides con cromatina granular (figura 8.86 a y
b)
a
Figuras 8.86. Perro. a) Piel intacta de la zona temporal derecha que exhibe un
nódulo subcutáneo, b) corte histológico de piel con vista panorámica del tejido
tumoral compuesto por células epiteliales foliculares en arreglo medusoide
(tricoblastoma). Tinción H-E.
b
Figura 8.87. Biopsia cutánea de falange. a) Piel y tejido blando en la base
superior de la uña que exhibe tejido tumoral irregular y lobulado blanco-
amarillento, b) corte histológico de piel con acercamiento de la pared de una
dilatación quística tumoral, revestida por numerosos estratos de epitelio folicular
infundibular, en cuyo interior se observan queratinocitos y láminas de queratina
(acantoma infundibular). Tinción H-E.
Adenoma sebáceo
Neoplasia benigna, derivada del epitelio de glándulas sebáceas o de
sus ductos. Este tipo de tumor, cuando se localiza en los párpados,
se originan de glándulas de meibomio e, histopatológicamente, son
idénticas a las neoplasias cutáneas. Los adenomas sebáceos se
presentan en cualquier parte de la piel, en individuos adultos o
geriátricos, son únicos o multicéntricos, menores de un centímetro y
papulares (figuras 8.90 a).
Histopatológicamente, consiste en grandes lóbulos de sebocitos,
que exhiben maduración habitual, cuya periferia está poblada por
células de reserva basaloides (figura 8.90 b). Las células neoplásicas
suelen tener bajo índice mitósico.
a
b
Figuras 8.90. Biopsia cutánea. a) Nódulo cutáneo con dilataciones
pseudoquísticas compuesto por tejido blanco oleoso, b) corte histológico del tejido
tumoral compuesto por células epiteliales con diferenciación sebácea, cuyo
citoplasma presenta vacuolas lipídicas multiloculares (adenoma sebáceo). Tinción
H-E.
Epitelioma sebáceo
Neoplasia originada de las células de reserva de las glándulas
sebáceas, considerada como de baja malignidad, por generar
invasión sólo local; son frecuentes en perros y poco comunes en
gatos. Son masas firmes nodulares, pediculadas o en placa, que
milimétricas o de hasta varios centímetros. Es frecuente que estén
melanizadas, por lo que se confunden con neoplasias de melanocitos.
Se obsservan en cabeza, cuello y dorso.
Histológicamente, el tumor está compuesto por islas de células de
reserva con escasa diferenciación sebácea, con índice mitósico
moderado o elevado (figuras 8.91 a y b).
a
b
Carcinoma sebáceo
Son tumores raros en perros y gatos de comportamiento maligno,
usualmente son masas únicas, firmes, de gran tamaño ( ≥ a 7.5 cm),
localizadas principalmente en la cabeza de animales adultos –por
arriba de los 9 años–. Son localmente agresivos con bajo índice
metastásico. Histológicamente, los carcinomas sebáceos consisten
en lóbulos irregulares compuestos por células basaloides y
sostenidas por moderado estroma de colágeno, necrosis y
degeneración quística de los lóbulos e islas con diferenciación sebo-
apócrina (figuras 8.92 a y b).
a
Figuras 8.92. Biopsia cutánea. a) Nódulo cutáneo ulcerado con tejido blanquecino
irregular y friable, b) corte histológico del tejido tumoral compuesto por células
sebáceas con anisocariosis, moderado pleomorfismo, nucléolos evidentes y
mitosis atípicas (carcinoma sebáceo). Tinción H-E.
Hemangioma
Tumor benigno de vasos sanguíneos de la dermis superficial,
indolente que se registra como 4.5 % de las neoplasias cutáneas en
pequeñas especies. Su tamaño es variable, oscila entre 0.5 y 4 cm de
eje mayor, se localizan en cualquier parte de la piel, sin embargo, son
frecuentes en el abdomen ventral.
Algunos de estos tumores son inducidos por exposición solar, suelen
ser neoplasias rojas-negruzcas que se ulceran y sangran. Su
superficie de corte es granular roja y suave. Histopatológicamente, se
describen ocho subtipos: cavernoso, infiltrativo, capilar, arteriovenoso,
tipo tejido de granulación, de células fusiformes, angioqueratoma y el
inducido por radiación solar. Todos se caracterizan por el desarrollo
de estructuras vasculares neoplásicas que contienen eritrocitos y
pueden estar obliteradas por trombos de fibrina. La mayoría se
encuentra bien delimitado y su escisión completa es curativa (figura
8.93 a y b).
a
b
Figuras 8.93. Biopsia cutánea. a) Nódulo cutáneo ovoide, bien delimitado, rojo y
de aspecto granular, b) corte histológico del tejido tumoral compuesto por
estructuras vasculares revestidas de endotelio reactivo que contienen numerosos
eritrocitos (hemangioma). Tinción H-E.
Hemangiosarcoma
Es la variante biológica maligna del hemangioma, corresponde a
menos del uno por ciento de los tumores cutáneos en perros y gatos.
Se localiza en la dermis de la ingle, el abdomen ventral, las axilas,
etcétera. Estas masas suelen ser irregulares, no circunscritas,
nodulares o en placas, con frecuencia ulceradas y en el corte son
azul-rojizos con aspecto de esponja, su tamaño es variable y pueden
superar los diez centímetros. Afectan a individuos entre los nueve y
once años (figura 8.94 a y b).
a
b
Figuras 8.94. Biopsia cutánea. a) Nódulo cutáneo ovoide, bien delimitado, blanco
con zonas rojas irregulares, b) corte histológico del tejido tumoral compuesto por
sábanas densas de células fusiformes malignas entre las que existe diferenciación
vascular (hemangiosarcoma). Tinción H-E.
Lipoma
Es un tumor benigno muy común en perros y gatos. Corresponde al
nueve por ciento de las neoplasias cutáneas. Son masas ovoides o
lobuladas, móviles, suaves, delimitadas por delgadas láminas de
tejido fibroso, se presentan en la dermis superficial o el tejido
subcutáneo. Estos tumores, en el corte, son blancos, brillosos e,
histológicamente, están conformados por sábanas de adipocitos
uniloculares (figuras 8.95 a y b).
a
c
Figuras 8.96. Miembro torácico. a) Perro que presenta un nódulo subcutáneo, b)
biopsia cutánea donde se aprecia un nódulo blanco, fasciculado y firme, c) corte
histológico del tejido tumoral compuesto por numerosas células fusiformes con
patrón estoriforme (angiocéntrico) y escaso edema (sarcoma de células fusiformes
grado I- hemangiopericitoma). Tinción H-E.
Histiocitoma
Es un tumor benigno común en perros, originado de células de
Langerhans, que se presenta más frecuente en perros menores a
cuatro años, suele ser menor a 2.5 cm y se manifiesta clínicamente
como una proyección cutánea tumoral en forma de domo única o
múltiple en cualquier parte de la piel, que puede estar ulcerada, que
se expande no más allá del tejido adiposo de la dermis. En el corte,
estos tumores son blancos sólidos y pueden presentar áreas
hemorrágicas. Este tipo de proliferación suele tener involución
espontánea mediada por linfocitos.
Histológicamente, estos tumores están constituidos por células
poliédricas de núcleos reniformes con alto índice mitósico. Es
frecuente que estos tumores se infiltren por nidos foliculares de
linfocitos, lo cual puede sugerir cierto grado de regresión (figuras 8.97
a y b).
a
b
Figuras 8.97. Biopsia cutánea. a) Piel ulcerada con nódulo ovoide blanco, sólido
con hemorragias en forma de cúpula que involucra la dermis superficial y
epidermis. b) Corte histológico de tejido tumoral compuesto por células
histiocíticas entre las que se encuentran numerosos linfocitos (histiocitoma
cutáneo). Tinción H-E.
Sarcoma histiocítico
Neoplasia maligna, derivada de células dendríticas, que puede ser
primaria, de piel (dermis); sin embargo, se puede originar de otros
tejidos como bazo, pulmón, cavidad nasal, etc., y se disemina
sistémicamente. La forma cutánea localizada es más común en
perros que en gatos. Se localiza en las extremidades. Los perros
como el Labrador, Rottweiler y Bernés de la Montaña son los más
afectados entre los dos a los trece años. Este tipo de tumor es
infiltrativo y su tamaño es variable, es sólido y firme.
Histomorfológicamente, el tumor está compuesto por células
poliédricas histiocíticas con evidencia de eritofagocitosis, hay células
multinucleadas neoplásicas y necrosis (figura 8.98 a y b).
a
Figuras 8.98. Perro. a) Piel de la región ventral del cuello que exhibe un nódulo
parcialmente alopécico, b) fotomicrografía de tejido tumoral compuesto por células
histiocíticas displasicas, algunas de las cuales son multinucleadas, con marcado
pleomorfismo (sarcoma histiocítico).
Mastocitoma
Es un tumor maligno de mastocitos y corresponde a una de las
neoplasias cutáneas más frecuentes en perros e involucra entre el 10
y el 15 % de los tumores en piel. En los gatos, a diferencia de los
perros este tumor es de comportamiento biológico benigno. Los
mastocitomas son nódulos cutáneos que pueden variar de tamaño, se
ulceran y, macroscópicamente, se aprecian bien delimitados, sin
embargo, debido al edema y la colagenólisis, es muy común que
contengan células neoplásicas que sobrepasen la aparente cápsula;
razón por la que es recomendable ampliar los márgenes quirúrgicos
cuando se sospeche de este tumor.
Macroscópicamente, estos tumores son sólidos o suaves, blancos
edematosos o rosáceos con aspecto “carnoso”. Microscópicamente,
el tumor está conformado por mastocitos neoplásicos entre los que
frecuentemente hay eosinófilos, edema intenso y colagenólisis. Estos
tumores se clasifican en grado I, II y III, sin embargo, en la actualidad,
se sugiere utilizar un sistema simplificado de graduación, donde se
clasifica al tumor en bajo y alto grado de malignidad (figuras 8.99 a y
b).
b
Figuras 8.99. Biopsia cutánea. a) Piel ulcerada con nódulo ovoide café claro, mal
delimitado, edematoso y fasciculado, b) corte histológico de tejido tumoral
compuesto por células redondas con numerosos gránulos basofílicos
intracitoplasmáticos (mastocitos). Dichas células se encuentran sostenidas sobre
un fondo edematoso y están infiltradas en la pared de un capilar sanguíneo
(mastocitoma). Tinción H-E.
Linfoma epiteliotrópico
Corresponde a un linfoma de células T que como su nombre lo indica,
infiltra la epidermis y el epitelio de anexos cutáneos, este tumor
representa el uno por ciento de los tumores cutáneos en perros.
Clínicamente, este tipo de tumor, cuando está en categoría I puede
semejar alguna condición inflamatoria, es frecuente que existan
collaretes epidérmicos multifocales, eritroderma exfoliativa y
erosiones, sin manifestaciones obvias de tumor ; en la categoría II, la
neoplasia se puede manifestar en uniones mucocutáneas, donde
además de las lesiones de la categoría I, hay despigmentación y
alopecia. En la categoría III, hay placas y nódulos solitarios o
múltiples, así como linfadenomegalia y, en la categoría IV se afecta la
mucosa oral, lo que provoca enfermedad ulcerativa.
Histológicamente, los linfocitos neoplásicos están infiltrados y
anidados en el epitelio epidérmico y folicular (figuras 8.100 a y b).
a
b
Figuras 8.100. Piel dorso lateral. a) Piel alopécica con collaretes epidérmicos
cuya periferia presenta láminas escamosas blancas (eritroderma descamativo) y
nódulos exofíticos pequeños, b) corte histológico de piel teñido con hematoxilina-
eosina, donde se aprecia un acercamiento de los linfocitos neoplásicos infiltrados
en el estrato basal de la epidermis (linfoma cutáneo epiteliotrópico).
Melanocitoma
Neoplasia benigna de melanocitos que corresponden al tres o cuatro
por ciento de los tumores cutáneos en perros, son solitarios,
circunscritos, en forma de domo, alopécicos y negros. Su tamaño
oscila entre 0.5 a 4 centímetros. Se presentan en cualquier parte de la
piel e, histológicamente, se clasifican como: de unión
(intraepidérmicos) y compuestos (intraepidérmico y dérmico).
Histológicamente, los melanocitomas son tumores simétricos,
circunscritos. Los melanocitos pueden ser globosos, epitelioides,
fibrosos que contienen melanina citoplásmática y se agrupan en nidos
o sábanas densas (figuras 8.101 a y b).
a
b
Figuras 8.101. Perro piel de mano. a) Piel de la superficie falángica con un nódulo
exofítico alopécico e hiperpigmentado, b) fotomicrografía de tejido tumoral
compuesto por células poliédricas con gran cantidad de melanina, que lo rodea sin
infiltrar los epitelios anexales y epidérmico (melanocitoma). Tinción H-E.
Melanoma maligno
Neoplasia maligna y agresiva de melanocitos, la cual puede derivarse
de la trasformación maligna de alguna proliferación melanocítica,
mide de escasos milímetros hasta varios centímetros, crece en placas
polipoides o nodulares, no necesariamente son negros; pueden tener
áreas blancas (amelánicas), grises o azules.
Se localizan en cualquier zona de la piel, con frecuencia se observan
en labios, párpados, tronco y extremidades. La edad promedio en que
se manifiesta es de nueve a once años. Histológicamente, los
melanocitos neoplásicos tienen diversas formas y arreglos, donde el
índice mitósico y la displasia celular indican el grado de agresividad
(figura 8.102 a y b).
a
b
Figuras 8.102. Biopsia cutánea. a) Piel con nódulo irregular café-negruzco, sólido
y mal delimitado, b) corte histológico teñido con hematoxilina-eosina de tejido
tumoral compuesto por células poliédricas displásicas con núcleos ovoides
pleomórficos, nucléolos evidentes y abundante citoplasma con gránulos variables
de melanina (melanoma maligno).
Lecturas recomendadas
Bettenay S, Hargis A. 2003. Practical Veterinary
Dermatopathology. Jackson, Wyoming, EUA: CRC Press.
Yager JA, Scott, Danny W. 1993. The skin and appendages. En:
Jubb KVF, Kennedy PC, Palmer N (eds). Pathology of Domestic
Animals. 4th ed. Vol. 1. San Diego, California, EUA: Academic
Press.
Hargis AM, Eve PG. 2012. The integument. En: Zachary JF,
McGavin MD. Pathologic Basis of Veterinary Disease. 5th ed. St.
Louis Missouri, EUA: Elsevier.
Miller WH, Griffin, Muller C. 2012. Kirk´s Small Animal
Dermatology. 7a ed. en St. Louis, Missouri, EU: Elsevier.
Lee Gross T, Ihrke PJ, Walder EJ, Affolter KV. 2005. Skin
Diseases of the Dog and Cat: Clinical and Histopathologic
Diagnosis. 2nd ed. Hoboken, New Jersey, EU: Blackwell
Publishing.
Yager JA, Wilcock BP. 1994. Dermatopathology and skin tumor.
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Cat. Vol 1. St. Louis Missouri, EUA: Mosby.
Hnilica KA. 2010. Small Animal Dermatology: A Color Atlas and
Therapeutic Guide. 3rd ed. Philadelphia, Pennsylvania, EU:
Saunders Elsevier.
Meuten DJ (ed). 2002. Tumors in Domestic Animals. Hoboken,
New Jersey, EU: Blackwell Publishing.
Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Estructura de la médula ósea
Hematopoyesis
Generalidades de las células sanguíneas
El eritrocito
El leucocito
Las plaquetas
Alteraciones en eritrocito
Anemia y su clasificación
Alteraciones morfológicas en eritrocitos
Eritrocitosis y su clasificación
Alteraciones en leucocitos
Alteraciones en neutrófilos
Alteraciones en linfocitos
Alteraciones en monocitos
Alteraciones en eosinófilos
Alteraciones en plaquetas
Trombocitopenia
Trombocitosis
Alteraciones en la función plaquetaria
Evaluación y patologías de la médula ósea
Indicaciones
Técnica de obtención de muestra
Celularidad normal de médula ósea
Evaluación de médula ósea
Hallazgos patológicos en médula ósea
Órganos linfoides primarios
Timo
Estructura, desarrollo y función
Alteraciones del desarrollo
Alteraciones circulatorias
Alteraciones inflamatorias
Alteraciones neoplásicas
Órganos linfoides secundarios Vasos linfáticos
Estructura, desarrollo y función
Linfangiectasia
Linfonodos
Estructura, desarrollo y función
Alteraciones del desarrollo
Hiperplasia linfoide
Alteraciones inflamatorias
Alteraciones neoplásicas
Linfoma bovino
Neoplasias secundarias
Tejido linfoide asociado
Estructura y desarrollo
Alteraciones
Bazo
Estructura, desarrollo y función
Alteraciones congénitas
Esplenomegalia
Alteraciones degenerativas
Alteraciones circulatorias y físico-traumáticas
Alteraciones inflamatorias
Alteraciones neoplásicas
Neoplasias primarias
Nódulos fibrohistiocíticos esplénicos
Neoplasias secundarias
Lecturas recomendadas
Sistema hemolinfático
Luis Enrique García Ortuño | Isaac Martínez Racine
Introducción
LA SANGRE ES considerada un tejido conectivo que tiene como función
transportar oxígeno y nutrientes a las células, y a su vez eliminar
CO2 y compuestos de deshecho de todas las regiones del cuerpo. El
sistema hematopoyético es el encargado de producir los elementos
celulares de la sangre, que está compuesta por eritrocitos, leucocitos
y plaquetas, y que son producidos principalmente en la médula ósea.
Además, la médula ósea y el timo son considerados órganos linfoides
primarios o centrales, en los que se generan y maduran diversas
estirpes celulares hasta ser capaces de responder a estímulos
antigénicos; las cuales migrarán para conformar los órganos linfoides
secundarios o periféricos. En estos últimos se genera principalmente
la respuesta inmune adaptativa y están incluidos órganos como los
linfonodos, bazo y el tejido linfoide asociado a las mucosas y piel. Al
igual que en otros, el sistema hemolinfático es afectado por diversos
trastornos del desarrollo, procesos infecciosos, procesos
degenerativos o neoplásicos, por lo que en este capítulo se exponen
de forma breve los principales trastornos que afectan a los animales
domésticos.
Hematopoyesis
La hematopoyesis (figura 9.2) refiere el proceso fisiológico por el cual
se producen las células sanguíneas, e involucra tanto diferenciación
como maduración celular. La hematopoyesis da inicio en la etapa
embrionaria, específicamente en el saco vitelino, en donde existen
pequeños grupos de células hematopoyéticas denominadas
hemangioblastos. Posteriormente, en el feto, a la mitad de la
gestación, el bazo y el hígado son los principales órganos
hematopoyéticos. En el último tercio de gestación y al nacimiento, el
principal órgano encargado de la producción de células sanguíneas
corresponde a la médula ósea, y en menor grado a los órganos
linfoides.
Linfocitos
Los linfocitos (figura 9.5) se originan tanto en la médula ósea como en
el timo, y residen en órganos linfocíticos. Sólo del dos al cinco por
ciento de los linfocitos están en circulación. De igual forma existe un
compartimiento de linfocitos marginales en capilares pulmonares.
Tienen una vida media-larga que va de meses a años.
Morfológicamente los linfocitos miden en promedio 9 µm, aunque se
describen linfocitos pequeños, medianos y grandes. El citoplasma es
escaso y ligeramente basófilo. El núcleo es redondo a oval, y a veces
identado, y tienen un patrón de cromatina gruesa granular. Estas
células tienen funciones específicas en el sistema inmune. Los
linfocitos B se pueden diferenciar hacia células plasmáticas que
producen anticuerpos y forman parte de la inmunidad humoral. Los
linfocitos T son los responsables de la inmunidad celular mediante la
formación y liberación de moléculas conocidas como citocinas. Los
linfocitos NK (natural killer), se caracterizan por la presencia de
gránulos en el citoplasma. Estos no tienen receptores de antígeno en
su superficie, como los linfocitos B y T, y su función inmune está
relacionada principalmente contra células neoplásicas y virus.
Figura 9.5. Linfocitos. Tinción de Wright.
Monocitos
La vida media de los monocitos varía entre 0.5 y 3 días en el conejo,
el ratón y el ser humano Los monocitos también tienen un
compartimiento marginal en capilares pulmonares. Los monocitos en
sangre son el leucocito de mayor tamaño, midiendo entre 14 y 16 µm,
tienen moderada cantidad de citoplasma con una coloración azul
grisácea, y se caracterizan por la presencia de vacuolas (figura 9.6).
El núcleo es pleomórfico y con un patrón de cromatina fina granular.
En tejidos se diferencian a macrófagos con una vida media de 3
meses. Las funciones de los monocitos son principalmente tres: 1)
fagocitosis, 2) presentadoras de antígeno a linfocitos T, y 3)
inmunomodulación asociada con la producción de citocinas
involucradas en el proceso inflamatorio y la eritropoyesis.
La transformación de monocitos a macrófagos en los tejidos se
asocia con un marcado incremento en el tamaño, en los gránulos
citoplasmáticos (lisosomas), en la cantidad de mitocondrias, así como
en su capacidad fagocítica. Los macrófagos también son un
componente esencial en la conformación del sistema fagocítico
mononuclear que se encuentra en los-órganos como el pulmón, la
piel, el hígado, el bazo, la médula ósea, el hueso y el sistema nervoso
central.
Figura 9.6. Monocito. Tinción de Wright
Eosinófilos
Los eosinófilos (figura 9.7), también se producen en la médula ósea, y
la principal citocina que incrementa su producción es la IL 5. La vida
media de estas células es de 8 a 18 horas en humanos y en sus
tejidos pueden permanecer semanas o meses. Morfológicamente son
similares a los neutrófilos, sin embargo, se caracterizan por la
presencia de gránulos naranja o rojo en su citoplasma. Tienen poca
capacidad fagocítica y son ineficientes en contra de virus o bacterias,
sin embargo, constituyen el principal componente de las reacciones
de hipersensibilidad tipo 1, y son los principales responsables de la
eliminación de parásitos.
Alteraciones en eritrocitos
Anemia y su clasificación
La anemia se puede definir como la disminución por debajo de los
límites normales del hematocrito, la cantidad total de eritrocitos y la
concentración de hemoglobina. De estos tres, el hematocrito es el
valor de mayor utilidad para diagnosticar la anemia.
Para determinar la causa de la anemia es importante realizar un
examen físico completo. Los signos clínicos están relacionados con la
disminución del transporte de oxígeno por los eritrocitos, o asociados
a mecanismos fisiológicos compensatorios. El animal puede presentar
mucosas pálidas, letargia, intolerancia al ejercicio, taquipnea,
taquicardia y soplos cardiacos. La severidad de los signos clínicos se
relaciona con la gravedad, duración y causa de la anemia.
Siempre que sea posible se deberá identificar su causa, ya que la
baja cantidad de hematocrito no constituye un diagnóstico definitivo.
Para orientar el diagnóstico e identificar la causa de la anemia, se
utilizan esquemas de clasificación. Existen varios esquemas que nos
ayudan a clasificar las anemias y estos son: a) con base en el
mecanismo fisiopatológico, b) de acuerdo con la respuesta medular y,
c) según los índices eritrocíticos o clasificación morfológica (figura
9.10).
Figura 9.10. Clasificación de la anemia. VGM: volumen globular medio, CGMH:
concentración globular media de hemoglobina.
Anemia regenerativa
Procesos hemolíticos
Macrocítica hipocrómica
Hemorragias
Estomatocitosis hereditaria
Infección de VLeF
Hipertiroidismo en gatos
Deficiencia de folato
Deficiencia de cianocobalamina
Macrocítica normocrómica
Deficiencia de cobalto
Macricitosis del poodle
Diseritropoyesis
Eritroleucemias
Hemólisis o hemorragia aguda
Inflamación crónica
IRC
Anormalidades endócrinas
Normocítica normocrómica
Aplasia medular
Mieloptisis
Deficiencia de hierro temprana
Aplasia pura de eritrocitos
Deficiencia de hierro crónica
Puentes portosistémicos
Inflamación crónica
Microcítica normo/hipocrómica
Deficiencia de piridoxina
Deficiencia de cobre
Normal en perros Akita y Shiba inu
El VGM clasifica la anemia en microcítica, normocítica y macrocítica,
de acuerdo con el valor de hemoglobina (bajo, normal o elevado) .
Las anemias microcíticas indican que el tamaño de los eritrocitos es
pequeño y algunas enfermedades asociadas son: la deficiencia de
hierro y los puentes portosistémicos. Se considera un valor normal en
perros Akita y Shiba inu.
En las anemias normocíticas el tamaño de los eritrocitos es normal y
se caracterizan por ser anemias no regenerativas o anemias en
donde la regeneración todavía no es evidente, como en el caso de las
pérdidas sanguíneas o hemólisis agudas.
Las anemias macrocíticas indican que el tamaño del eritrocito es
más grande de lo normal. Este tipo de anemias comúnmente son
regenerativas y los eritrocitos son más grandes debido a que están
inmaduros cuando se liberan en la sangre periférica, como parte de
una respuesta medular. La macrocitosis sin otros signos de
regeneración, como reticulocitosis o policromasia, debe evaluarse con
más detalle, debido a, que probablemente sea una alteración no
relacionada con una respuesta medular adecuada. Otras causas de
macrocitosis incluyen el virus de la leucemia viral felina, la
mielodisplasia, la macrocitosis del Poodle y la estomatocitosis
hereditaria.
El CGMH clasifica las anemias en hipocrómica, nomocrómica e
hipercrómica. Si los eritrocitos son hipocrómicos, la concentración de
hemoglobina está por debajo del valor de referencia.
La hipocromía se asocia con anemias regenerativas, debido a que
los eritrocitos inmaduros son más grandes y aún no han culminado la
síntesis de hemoglobina cuando ya se encuentran en la sangre
periférica en forma de reticulocitos. En ocasiones, algunos animales
con anemias por deficiencia de hierro presentan hipocromía.
Si los eritrocitos son normocrómicos, significa que la concentración
de hemoglobina en el eritrocito es normal, lo cual suele asociarse con
una pobre respuesta medular en los casos de anemia.
La hipercromasia está relacionada frecuentemente con la hemólisis
de los eritrocitos, ya que estos no producen un exceso de
hemoglobina. En algunos casos, la esferocitosis se asocia con
hipercromasia a causa de la disminución del volumen del eritrocito.
Clasificación con base en la respuesta medular
La anemia se clasifica, con base en la respuesta medular, como
regenerativa y no regenerativa (figura 9.11).
Anemias regenerativas
Son anemias en donde la médula ósea ha aumentado la producción
de eritrocitos, de tal forma que, los eritrocitos se recuperan hasta su
valor normal. Existen algunos signos que nos hablan de regeneración
medular y que se pueden evaluar en el frotis sanguíneo: anisocitosis,
policromasia, presencia de eritrocitos nucleados, puntilleo basófilo en
eritrocitos y cuerpos de Howell-Jolly. El signo más importante
corresponde a la reticulocitosis (figura 9.12), donde en estos glóbulos,
los eritrocitos inmaduros se pueden teñir con tinciones supravitales
como nuevo azul de metileno o verde de cresilo brillante.
Figura 9.12. Reticulocitos. Tinción de Wright.
Poiquilocitos
Los poiquilocitos se podrían definir como alteraciones morfológicas
eritrocíticas inespecíficas. Si el eritrocito presentara algún tipo de
poiquilocito conocido, entonces se tendría que mencionar el nombre
específico. La importancia del adecuado reconocimiento de los
diferentes tipos de poiquilocitos radica en su significado clínico, ya
que son hallazgos que eventualmente podrían indicarnos u
orientarnos hacia la causa o mecanismo de la anemia.
Equinocitos: los equinocitos (figura 9.18) son eritrocitos de tamaño
similar con espículas distribuidas de manera uniforme. Las espículas
regularmente son picudas y, a veces, redondeadas. Por lo general,
son manifestaciones que resultan de la sobredosificación de EDTA,
de la deficiente técnica en el extendido del frotis o del prolongado
almacenamiento de la muestra de sangre antes de prepararla.
También pueden aparecer en animales con desequilibrios
electrolíticos, por ejemplo, en animales urémicos o con abundante
terapia de líquidos.
Figura 9.18. Equinocitos. Tinción de Wright.
Cuerpos de Heinz
Son inclusiones eritrocíticas que corresponden a agregados de
hemoglobina precipitada y oxidada, que se une a la superficie interna
de la membrana de los eritrocitos (figura 9.24). Se tiñen de azul
oscuro cuando se utiliza la tinción de nuevo azul de metileno, se les
puede reconocer como pequeñas proyecciones cuando las uniones
con la membrana rodean a la inclusión.
Eritrocitosis y su clasificación
La eritrocitosis se define como el incremento de hematocritos,
eritrocitos y hemoglobina por arriba de los valores de referencia. La
eritrocitosis se clasifica en tres grandes grupos: 1) relativa, 2)
transitoria y 3) absoluta (figura 9.31).
Figura 9.31. Eritrocitosis y su clasificación.
Alteraciones en leucocitos
Las respuestas leucocitarias se evalúan de acuerdo con los
componentes del leucograma, en donde puede incluirse el conteo
total de leucocitos, el conteo diferencial de cada uno de ellos
(neutrófilos, linfocitos, monocitos, eosinófilos y basófilos) en valores
absolutos, así como las alteraciones morfológicas evaluadas en el
frotis sanguíneo.
El leucograma se utiliza para evaluar el estado de salud de un
paciente, establecer diagnósticos diferenciales, evaluar la respuesta
al tratamiento o sugerir un pronóstico. A continuación se mencionan
las principales alteraciones de los leucocitos detectadas en un
hemograma.
Alteraciones en neutrófilos
El número de neutrófilos cuantificados en el hemograma depende de
los cambios en la: producción, liberación de médula ósea, intercambio
entre el compartimiento marginal y el circulante, y la migración hacia
los tejidos. La neutrofilia se define como un incremento en la cantidad
de neutrófilos en la circulación sanguínea y, la neutropenia, como su
disminución. También se verifican alteraciones morfológicas en los
neutrófilos, como neutrófilos tóxicos, que se detectan en el
microscopio.
Causas de neutrofilia
Neutrofilia fisiológica. Está asociada al miedo, la excitación y el
ejercicio. Se produce cuando la médula adrenal libera
catecolaminas, y provoca que los neutrófilos del compartimiento
marginal se distribuyan hacia el compartimiento circulante. En
algunos casos también se presenta linfocitosis.
Neutrofilia inducida por estrés o corticosteroides. El estrés causado
por dolor, traumatismos, intervenciones quirúrgicas y enfermedades
debilitantes crónicas puede liberar glucocorticoides endógenos. Los
glucocorticoides endógenos o exógenos (fármacos) generan
neutrofilia, porque el compartimiento medular incrementa la
liberación de neutrófilos hacia el compartimiento circulante,
entonces se inhibe su migración hacia los tejidos, de manera que
estos glanulocitos permanecen mucho más tiempo en circulación y
envejecen, hasta hipersegmentarse (figura 9.32), es decir, se ven
como entidades con más de seis segmentos (desviación a la
derecha). Generalmente se acompaña de linfopenia y eosinopenia,
así como de monocitosis en perros.
Figura 9.34. Neutrófilo con basofilia focal (cuerpos de Döhle). Tinción de Wright.
Causas de linfopenia
Incremento de glucocorticoides: pueden ser endógenos, por estrés
crónico o hiperadrenocorticismo, o exógenos, por administración de
fármacos. En este caso, los glucocorticoides generan linfolisis y
secuestro de linfocitos en los órganos linfoides.
Enfermedades virales: aparecen en la fase aguda de la mayoría de
las enfermedades virales como moquillo, parvovirus y leucemia viral
felina.
Pérdida de linfocitos: ocurren en el caso de efusiones quilosas
(quilotórax) o linfagiectasia intestinal (pérdida de linfocitos por el
intestino).
Alteraciones en monocitos
Al aumento de monocitos en la circulación sanguínea se le denomina
monocitosis y, por lo general, es indicativo de procesos inflamatorios
crónicos. También puede haber ligeros incrementos en el estrés
crónico o en la administración exógena de corticosteroides. La
monocitopenia no se considera, pues los monocitos pueden no estar,
sin que esto signifique una patología.
Alteraciones en eosinófilos
Al incremento de eosinófilos en la sangre se le denomina eosinofilia, y
a la disminución eosinopenia, sin embargo, esta última no tiene
relevancia en la interpretación.
Causas de eosinofilia
Alergia: las reacciones de hipersensibilidad mediadas por IgE son las
causas más habituales de eosinofilia, especialmente cuando el
animal experimenta una reexposición al antígeno iniciador.
Parasitosis: tremátodos, nemátodos, o ectoparásitos que cursan con
migración tisular.
Neoplasias: los mastocitomas, y con menos frecuencia los
linfosarcomas pueden inducir eosinofilias.
Síndrome hipereosinofílico: existirá cuando se han descartado otras
causas de eosinofilia, en algunas ocasiones es difícil diferenciarlo de
la leucemia eosinofílica (cuadro 9.2, figura 9.39).
Cuadro 9.2. Cambios en el leucograma de diferentes alteraciones frecuentes
Alteraciones en plaquetas
Las alteraciones cuantitativas de las plaquetas son trombocitopenia y
trombocitosis. También se han descrito alteraciones en la función de
las plaquetas en donde se utiliza el término genérico de
trombocitopatías.
Trombocitopenia
La trombocitopenia, en términos generales, puede presentarse en
cuatro circunstancias: 1) disminución en la producción, 2) aumento en
la destrucción, 3) secuestro y 4) consumo (figura 9.40).
Ehrlichiosis
Enfermedades infecciosas Leishmaniasis
Histoplasmosis
Linfoma
Neoplásicas Leucemias
Mastocitoma
Mieloma de células plasmáticas
Metástasis de otras neoplasias
Trombocitopenia inmunomediada
Inmunomediadas
Neutropenia inmunomediada
Quimioterapéuticos
Estrógenos
Toxicológicas
Fenilbutazona
Sulfonamidas
Síndrome mielodisplásico
Otras enfermedades Anormalidades hemofagocíticas
Deficiencia de hierro
Indicaciones
El estudio de la médula ósea es útil para evaluar los padecimientos
primarios y secundarios del sistema hematopoyético, que no se
explican por medio de la historia clínica, el examen físico, las pruebas
de laboratorio y otros procedimientos clínicos. El aspirado de la
médula ósea está indicado en diversas anormalidades detectadas en
el examen clínico y en las pruebas complementarias de laboratorio.
Algunas de las indicaciones y utilidades de esta técnica diagnóstica
se mencionan a continuación:
Para identificar alteraciones hematológicas que no puedan
explicarse con la historia clínica, el examen físico u otras
pruebas de laboratorio.
Cuando se detectan anormalidades en sangre periférica, como la
leucopenia, trombocitopenia o anemia de causa desconocida o
inexplicable.
Cuando hay anormalidades proliferativas como trombocitosis y
leucocitosis persistente.
Cuando se encuentren anormalidades como la presencia
inexplicable de células inmaduras en la sangre (por ejemplo,
eritrocitos nucleados en ausencia de policromasia o desviación a
la izquierda sin inflamación).
Para clasificar un proceso neoplásico.
En casos de pacientes con fiebre de origen desconocido.
En la evaluación de lesiones esqueléticas líticas.
Para estimar la adecuación de los depósitos corporales de
hierro.
Para determinar la etiología de una hiperproteinemia, cuando es
secundaria a mieloma de células plasmáticas o a linfoma.
En casos de hipercalcemia, cuando se relaciona con neoplasias
malignas.
En el seguimiento periódico de casos en los que sea necesario
estimar el progreso de la enfermedad o la respuesta a la terapia.
Para comprobar la sospecha de agentes infecciosos como:
Leishmania spp., Ehrlichia spp. y enfermedades micóticas.
Técnica de obtención de muestra
Material
Para la técnica del aspirado de la médula ósea (AMO) se describe en
la literatura veterinaria el uso de agujas como Jamshidi, Silverman,
Rosenthal e Illinois. De igual forma se recomienda la aguja de
Osgood calibres 16 y 18, que se utiliza ampliamente en medicina
humana pediátrica. Se utilizan también jeringas de 10 mL y
portaobjetos.
Dependiendo de la técnica, se empleará el vidrio de reloj y el
anticoagulante EDTA para depositar las espículas de la médula ósea.
Como es necesario hacer un hemograma, para evaluarlo en conjunto
con la médula ósea, se debe disponer de material para tomar sangre,
como una jeringa de 3 mL y un tubo con EDTA (figura 9.42).
Figura 9.45. a) Aguja en la médula ósea del ileón. b) Se acopla una jeringa de 10
mL para hacer el aspirado dela médula ósea.
a
b
Figura 9.49. Corte longitudinal de fémur para la obtención de la médula ósea con
el uso de una sierra eléctrica.
Una vez que se fractura el hueso, con unas pinzas se toma parte del
tejido, y se impronta en un portaobjetos limpio (figura 9.50). Algunas
fracciones de hueso con tejido hematopoyético pueden introducirse
en un frasco con formalina al 10 % para su evaluación
histopatológica.
Otras células
Monocitos: se observan monoblastos, promonocitos y monocitos.
Corresponden a un pequeño porcentaje de todas las células y no se
pueden diferenciar fácilmente de las formas inmaduras de la línea
granulocítica. Los monoblastos son similares a los mieloblastos,
salvo que tienen el núcleo más irregular. El promonocito es similar al
mielocito o metamielocito y el monocito es idéntico a como se
observa en la sangre. (figura 9.57).
Celularidad Alteraciones
Hiperplasia eritrocítica
Trastornos mieloproliferativos
Hipercelular
Infiltración de células neoplásicas
Neoplasia primaria
Cambios displásicos
Normocelular
Cambios discrásicos
Supresión: virus de la leucemia viral felina
Hipoplasia: insuficiencia renal
Hipocelular Infecciones: ehrliquiosis, parvovirosis
Tóxicos: toxicidad estrogénica
Trastornos idiopáticos hipoplásicos
Evaluación de la línea megacariocítica
La evaluación microscópica se lleva a cabo con el objetivo 10X, en
donde normalmente se observan de tres a siete megacariocitos por
campo. Debido a que en un aspirado los megacariocitos no están
distribuidos de forma homogénea, es difícil estimar un número exacto,
pero se debe intentar obtener un promedio por campo. En términos
generales, aunque no está bien establecido el número de
megacariocitos por campo, se considera que si tiene menos de tres,
se trata de hipoplasia megacariocítica, entre cuatro y quince es
normal, y más de quince, hiperplasia. Del 80 al 90 % corresponde a
megacariocitos maduros. La interpretación de las alteraciones en
megacariocitos depende también de la cantidad de plaquetas en
sangre.
La hipoplasia megacariocítica es la disminución en el número de
megacariocitos. Las causas regularmente se relacionan con la
supresión de la médula ósea, que involucre a otras líneas
hematopoyéticas. La hipoplasia megacariocítica selectiva es rara,
pero se ha descrito la trombocitopenia amegacariocítica y se piensa
que tiene un origen inmunomediado.
La hiperplasia megacariocítica (figura 9.63) es el incremento en el
número de megacariocitos y suele estar asociado con causas en
donde, hay consumo o destrucción plaquetaria, como la
trombocitopenia inmunomediada o el consumo de plaquetas por
lesión vascular y la coagulación intravascular diseminada. Aunque
varios factores de crecimiento podrían estar involucrados, el estímulo
más importante es el aumento en las concentraciones de
trombopoyetina.
Almacenamiento de hierro
En perros sanos se almacena en la médula ósea como hemosiderina
y es un buen indicador del hierro total, en gatos es raro observarlo.
La hemosiderina aparece como pequeños cúmulos de material, en
colores que van del café al negro dentro de las partículas medulares
(figura 9.69) y se pueden ver dentro de los macrófagos. Las causas
del aumento en los depósitos de hierro en animales viejos son: la
destrucción de eritrocitos, las transfusiones múltiples, el suplemento
de hierro y la anemia por inflamación crónica. La disminución de
hierro en la médula ósea se ha asociado con animales jóvenes, con
deficiencia de hierro en la dieta, o con hemorragias crónicas.
Timo
Estructura, desarrollo y función
El timo es un órgano linfoide primario donde los linfocitos T maduran.
En rumiantes, el timo se forma alrededor del día 40 de gestación, en
carnívoros alrededor del día 30 y, en el caballo, alrededor del día 60.
Está localizado entre el cuello y la entrada del tórax, dependiendo de
la especie animal. En cuanto a la proporción con la masa total del
cuerpo, su tamaño es más grande en animales recién nacidos y
constituido por linfocitos T maduros pero inactivados. Alrededor de la
pubertad, el timo involuciona y el parénquima es gradualmente
reemplazado por tejido adiposo, aunque con un remanente
aparentemente funcional en el animal adulto.
Cuando se ha formado por completo, el timo ya está compuesto por
lóbulos de células epiteliales empaquetadas que están cubiertas por
una cápsula de tejido conectivo. Una membrana basal anormalmente
gruesa bajo una capa continua de células epiteliales que rodean los
vasos sanguíneos en el timo, forman la barrera hematotímica, que
protege los linfocitos T en maduración de la exposición a antígenos
extraños. Ningún vaso linfático emerge del timo.
El retículo tímico se desarrolla desde la parte endodérmica ventral
de las terceras bolsas faríngeas, íntimamente relacionadas con el
desarrollo de las glándulas paratiroides desde las porciones dorsales
de estas bolsas. En contraste, la cápsula tímica y los septos de tejido
conectivo se originan del mesénquima del tercer arco branquial
derivado de la cresta neural, el cual rodea el timo rudimentario. El
hecho de que un epitelio forme el estroma-retículo de un órgano
linfoide es una característica única del timo y la tonsila palatina; en
otros órganos linfoides, sean primarios o secundarios, la red de
sostén del órgano es puramente de origen mesenquimal, derivado de
la cresta neural o del mesodermo.
Eventualmente el estroma reticular del timo, derivado del
endodermo, es infiltrado por parénquima constituido por precursores
de linfocitos T con origen de células hematopoyéticas troncales y
otras células de origen mesodérmico. Los progenitores de linfocitos T,
inicialmente negativos en ambas moléculas CD4 y CD8, ocupan la
corteza, en especial las áreas subcapsulares, donde las células
reticulares son ricas en moléculas del complejo mayor de
histocompatibilidad (CMH) tipo I y tipo II. Estas células epiteliales son
además conocidas como células nurse o nodriza, ya que ellas regulan
la proliferación inicial de linfocitos T y su maduración, a través de la
secreción de moléculas de señalización conjuntamente conocidas
como “hormonas tímicas”, algunas dependientes de zinc para su
función. Así, los animales deficientes en zinc pueden heredar a su
progenie deficiencias en sus linfocitos T (figura 9.70).
Figura 9.70. Estructura normal del lóbulo tímico.
Alteraciones inflamatorias
Atrofia e inflamación tímica
Debido a que el timo no cuenta con tejido linfoide linfopoyético,
entonces depende del aporte de linfocitos T de la médula ósea, por lo
que la atrofia linfoide es el resultado de un inadecuado aporte de
linfocitos a partir de la médula ósea, o bien, lisis (linfocitolisis) de los
linfocitos en el timo. La atrofia del timo es natural durante la
maduración del individuo, por lo que debe diferenciarse de la
involución, que se da normalmente cuando el individuo inicia la
madurez sexual, sin embargo, es difícil establecer las diferencias a
menos que el cambio sea extremo. La atrofia tímica se observa
durante la respuesta inmune a diversas enfermedades infecciosas
como micobacterias, parásitos y hongos.
Aunque no está claro, la atrofia contribuye a reducir la actividad
tímica y a prevenir el desarrollo de tolerancia a los agentes
patógenos, o bien, representa un mecanismo de virulencia común
entre diversos agentes para limitar la capacidad de respuesta.
Comúnmente se liga al incremento de la apoptosis y pérdida
subsecuente de células de la población de timocitos CD4+ y CD8+
(doble positivas), que representan cerca de 80 % de la población total
del órgano.
Las infecciones virales suelen infectar linfocitos y destruir el
componente linfoide del timo, además de otros órganos linfoides.
Algunos virus que se asocian a atrofia linfoide incluyen el virus del
moquillo canino, Herpesvirus equino tipo 1 en potros abortados,
Parvovirus canino y felino, el asociado a la diarrea viral bovina y
también el relacionado con la fiebre porcina clásica. Gatos jóvenes
infectados con el virus de la inmunodeficiencia felina, desarrollan en
un inicio depleción linfoide tímica y, en estados avanzados de
infección, evoluciona hasta la pérdida total de la arquitectura con un
mínimo remanente tímico, constituido por tejido conectivo y adiposo
que ocupa el mediastino.
Entre las toxinas ambientales que tienen efectos supresores sobre el
sistema linfoide se encuentran los hidrocarburos aromáticos como los
difenilos policlorados y algunos metales tóxicos (metales pesados)
como el mercurio y el plomo. En el caso de los hidrocarburos
aromáticos, el efecto se atribuye a la susceptibilidad genética debido
a la interacción del receptor del hidrocarburo y su transportador hacia
el núcleo. El resultado final es la severa atrofia de los órganos
linfoides primarios y secundarios. Por su parte, el mercurio y el plomo
dañan, mediante la interacción con sistemas enzimáticos, membranas
celulares y organelos.
De forma similar, algunos agentes quimioterapéuticos están dirigidos
específicamente en contra de sistemas enzimáticos y componentes
celulares esenciales para la replicación celular, por lo que pueden
causar inhibición de la función celular más que un cambio
morfológico. Es así que los fármacos o las radiaciones ionizantes
utilizadas en terapia oncológica que están dirigidas a las células en
división y destrucción de linfocitos neoplásicos son severos
inmunosupresores, además, debido a la sensibilidad que las células
linfoides tienen a estos agentes, muchos medicamentos usados para
el tratamiento de cáncer provocan el mismo efecto inmunosupresor.
Los análogos de las purinas como la azatioprina, compiten con las
purinas en la síntesis de ácidos nucleicos, además de agentes
alquilantes como la ciclofosfamida que se entrecruza con el ADN e
inhibe la replicación y activación de linfocitos. La ciclosporina A inhibe
la vía de señalización de los linfocitos T, al interferir la transcripción
del gen que codificará la producción de interleucina 2 (IL-2). Un
antagonista del ácido fólico, el metotrexato, bloquea la síntesis de los
nucleótidos de purina y la timidina. En ambos casos, como fármacos
quimioterapéuticos, tienen un efecto benéfico en contra de las células
neoplásicas, aunque también un efecto detrimental sobre la población
de células inmunes no neoplásicas.
Los corticosteroides tienen grados variables de inmunosupresión
entre especies. La mayoría de las especies domésticas son menos
sensibles, en contraste con los roedores o el ser humano. Las
radiaciones ionizantes dirigidas en contra de los componentes del
ADN celular y, a través de mecanismos no letales como la generación
de radicales libres altamente reactivos, pueden dañar y ser letales
para las células y tejidos linfoides.
La inmunosupresión asociada a las bajas concentraciones de la
hormona leptina, juega un papel importante durante estados severos
de desnutrición y caquexia, ya que compromete la función linfoide al
inducir la pérdida de células linfoides y en consecuencia produce
atrofia tímica, además de la reducción en la secreción de la hormona
tímica que se manifiesta como disfunción y disminución de los
linfocitos T circulantes, así como despoblación de los órganos
linfoides secundarios. Por otra parte, algunos estudios mencionan que
el exceso en la producción de leptina (obesidad) también compromete
la función linfoide, ya que los altos niveles pueden estar asociados
con la resistencia a la leptina, o bien, a la sobre regulación del nivel
de TNF-α, que tiene un efecto supresor en la función de los linfocitos.
Las fumonicinas producidas por hongos del género Fusarium,
causan linfocitosis de la corteza tímica. Particularmente en cerdos en
destete y crecimiento, las aflatoxinas ocasionan atrofia tímica debido
a una despoblación linfoide. En el cuadro 9.6, se enlistan las causas
asociadas con la atrofia linfoide tímica en las diferentes especies
domésticas.
Cuadro 9.6. Causas de atrofia linfoide tímica
Agentes infecciosos
Virus (por ejemplo, Herpesvirus equino 1, Panleucopenia felina, Parvovirus canino, Distemper canino)
Bacterias (por ejemplo, L. monocytogenes, F. tularensis)
Parásitos (T. cruzi)
Agentes quimioterapéuticos
Radiaciones ionizantes
Desnutrición
Caquexia
Toxinas (por ejemplo, fumonisinas B1 y B2)
Envejecimiento
Pérdida del estímulo antigénico
La inflamación del timo o timitis, es una lesión poco frecuente que se
genera durante el síndrome de desgaste multisistémico post destete
asociado a Circovirus porcino tipo 2, a aborto enzoótico bovino y a
infecciones por Neorickettsia en la intoxicación por salmón en perros.
Alteraciones neoplásicas
El timo es un órgano de dos componentes, el linfoide y el epitelial. A
partir de uno de ellos se originan diferentes neoplasias, que incluyen
al timoma, al carcoma tímico y al linfoma tímico.
Timoma
El timoma es una neoplasia del epitelio tímico con una cantidad
variable de agregados de linfocitos no neoplásicos. Aunque es una
neoplasia rara en animales, existen más casos descritos en gatos,
perros y cabras, y es menos frecuente en vacas, ovejas, caballos,
cerdos y conejos. Los timomas benignos, típicamente presentan lento
crecimiento, no son invasivos y esporádicamente desarrollan
metástasis, por lo que los timomas malignos (carcinoma tímico) son
aún menos frecuentes.
En medicina humana, los esquemas de clasificación buscan
establecer criterios basados en la proporción de células epiteliales
con linfocitos, la localización en la región cortical y medular, y la
identificación de los diferentes tipos de células epiteliales que
componen el tumor, los cuales se correlacionan con el estado,
pronóstico y tiempo de sobrevida de los pacientes. Es así que la
clasificación de la OMS, considera al carcinoma tímico como el
subtipo histológico maligno que se desarrolla a partir del epitelio del
timo.
En medicina veterinaria, la clasificación se basa en la proporción
epitelial y la densidad de los linfocitos en la neoplasia, lo que da como
resultado tres subtipos histológicos mencionados en el cuadro 9.7.
Cuadro 9.7. Subtipos histológicos descritos en el timoma en animales domésticos
Figura 9.73. Linfoma tímico o mediastínico. a) Gato joven cuyo mediastino estaba
ocupado en su totalidad por la neoplasia. Nótese que la neoplasia envolvió por
completo el pericardio y el corazón, b) Perro adulto cuyo corazón está envuelto
por la neoplasia y los pulmones están desplazados por el tumor.
Linfonodos
Estructura, desarrollo y función
Los linfonodos son órganos linfoides secundarios insertados en el
curso de los vasos sanguíneos, y sirven como filtros locales del flujo
linfático (figura 9.74). Tienden a originarse en grupos conocidos como
centros linfoides, localizados en sitios estratégicamente importantes
(figura 9.75). Existe poco conocimiento acerca del desarrollo de los
linfonodos, sin embargo, se considera que el estroma se desarrolla
del mesénquima local, y el parénquima es invadido por linfocitos,
macrófagos y células dendríticas.
a
b
Por otro lado, entre las causas asociadas con el aumento de tamaño
de los linfonodos se encuentran diversas etiologías, descritas en el
cuadro 9.8, las cuales serán discutidas posteriormente.
Cuadro 9.8. Causas asociadas al aumento de tamaño de los linfonodos en los
animales domésticos
Folicular (Linfocitos B)
Hiperplasia linfoide reactiva
Difusa (Linfocitos T)
Aguda (séptica)
Linfadenitis
Crónica (abscesos encapsulados, inflamación granulomatosa focal o difusa)
Hiperplasia linfoide
El término linfadenopatía se utiliza para describir condiciones
caracterizadas por el aumento regional o generalizado de los
linfonodos con un origen reactivo benigno, cuyas causas pueden
incluir reacciones auto- e hiperinmunes, o bien, debido a agentes
infecciosos. Desde el punto de vista clínico, no siempre es posible
determinar que la causa primaria es inflamatoria, por ello se
recomienda reservar el término de linfadenitis a descripciones
patológicas en donde se observa el tipo de infiltrado inflamatorio y la
evidencia de un posible agente involucrado, por lo que el término
linfadenomegalia resulta más apropiado para referirse al aumento de
tamaño regional o generalizado de los linfonodos, y que incluye a las
diversas etiologías inflamatorias, benignas o neoplásicas.
La hiperplasia linfoide involucra los folículos, la corteza profunda o
ambos, y se desarrolla por la llegada de gran cantidad de antígenos
que incrementan el riego sanguíneo, al tiempo que arriban
macrófagos y linfocitos al linfonodo. Por lo que, dependiendo de la
naturaleza del antígeno, los linfoblastos proliferantes se diferenciarán
en linfocitos T o células plasmáticas, lo cual se traduce en el aumento
de tamaño del linfonodo (linfadenomegalia).
Macroscópicamente, los linfonodos tienen aspecto tumefacto,
congestionado y adquieren un color rojo-grisáceo con cápsula tensa,
y al cortarlos, presentan protuberancias en su parénquima, además la
corteza puede estar engrosada. Como consecuencia de la distensión
de la cápsula, son particularmente sensibles a la palpación, sobre
todo en procesos agudos (figura 9.77).
a
b
Figura 9.77. Linfadenomegalia submaxilar e inguinal. Diferentes procesos
patológicos pueden ocasionar el aumento de tamaño regional o generalizado de
los linfonodos.
c
d
b
Figura 9.80. Linfadenitis caseosa asociada a la infección por Corynebacterium
pseudotuberculosis. Nótese el aspecto laminado clásico de la reacción caseosa
en un linfonodo mediastínico cortado transversalmente. En la imagen histológica,
el tejido linfoide está comprimido por una gruesa cápsula de tejido conectivo
fibroso que delimita necrosis y material mineral. Tinción H-E. En el recuadro se
aprecian abundantes bacilos positivos a la tinción de Gram.
Por otro lado, los cerdos que ingieren una de las micobacterias del
complejo Mycobacterium avium, suelen exhibir lesiones caseosas
autolimitantes confinadas a los linfonodos retrofaringeos. En la
enfermedad de Johne en bovinos, los linfonodos mesentéricos que
drenan el intestino infectado, pueden tener granulomas no
caseificantes. El bazo y las placas de Peyer también se lesionan.
La demodicosis crónica es un ejemplo poco usual de un granuloma
focal. Un granuloma formado por un cuerpo extraño se desarrolla
alrededor de Demodex, que drenará hacia un linfonodo regional
desde el área de la piel afectada con demodicosis crónica, aunado a
una marcada hiperplasia folicular.
Linfadenitis granulomatosa difusa
Síndrome de desgaste multisistémico post destete (PCV-2)
El síndrome de desgaste multisistémico post destete por Circovirus
porcino tipo 2 (PCV-2) se caracteriza por la proliferación focal
coalescente o difusa de macrófagos en los folículos linfoides y la
corteza profunda. Los mayores hallazgos en la necropsia son la pobre
condición corporal, linfadenopatía generalizada y neumonía
intersticial.
En el sistema linfático, este síndrome se caracteriza por la
despoblación de los linfocitos B y T, además de la respuesta
granulomatosa. La despoblación de linfocitos afecta a todos los
tejidos linfáticos (bazo, linfonodos, tejido linfoide asociado a mucosas,
tonsilas y placas de Peyer) y al timo, además, algunas veces, con
evidencia de cuerpos de inclusión de aspecto botrioide en el interior
de macrófagos infectados (figura 9.82).
Figura 9.82. Linfonodo de cerdo infectado con Circovirus porcino tipo 2, que
exhibe nódulos de hiperplasia linfoide, cambio inespecífico que puede ser
observado durante infecciones combinadas; además de numerosos cuerpos de
inclusión de aspecto botrioide (recuadro) en el citoplasma de macrófagos,
característicos de la infección por PCV-2. Tinción H-E.
Histoplasmosis
La histoplasmosis es ocasionada por Histoplasma capsulatum. Es
una enfermedad difusa del sistema fagocítico-mononuclear, donde
proliferan con abundancia los macrófagos en una amplia variedad de
tejidos, incluyendo el bazo, los linfonodos, el hígado, los pulmones y
el intestino. Se trata de un hongo dimórfico que crece en la materia
sólida, como un moho, y como una levadura, en tejidos animales. El
hongo se encuentra distribuido a través del mundo, en los valles de
los ríos y en temperaturas y climas tropicales. Histoplasma
capsulatum crece especialmente bien en sólidos enriquecidos por
heces de aves. La mayor incidencia de la enfermedad es en perro y
de forma menor en gatos.
En muchos animales el organismo es inhalado e infecta de forma
discreta y autolimitante los pulmones, y hace crecer los linfonodos
traqueobronquiales. Los perros y gatos usualmente son
asintomáticos. Debido a que el hongo está confinado a monocitos y
macrófagos, su extensión, más allá del tracto respiratorio se dirige a
las células infectadas vía hematógena o linfática. La histoplasmosis
diseminada, en perros y gatos, genera en enfermedad en el tracto
gastrointestinal (figura 9.84) o hepática de larga duración.
Alteraciones neoplásicas
Neoplasias primarias
Linfoma
El término linfoma denota proliferación neoplásica de linfocitos,
precursores de estos, o de células provenientes del tejido linfoide,
resultado de la diferenciación anormal o transformación maligna. Los
linfomas forman un grupo heterogéneo de tumores, originados, ya sea
en el sistema retículo-histiocítico, en el sistema linfático, que incluye
al linfoma tipo no-Hodgkin (LNH), y a la granulomatosis maligna o
enfermedad de Hodgkin.
En medicina veterinaria forman parte de los denominados tumores
de células redondas, que incluyen al mastocitoma, histiocitoma,
sarcoma histiocítico, tumor venéreo transmisible y plasmocitoma.
Muchos estudios concluyen que existen muchas similitudes en la
conducta, el desarrollo y el aspecto clínico entre el linfoma tipo no-
Hodgkin en humanos y el linfoma canino. El término LNH refiere un
grupo de enfermedades que se manifiestan por la proliferación
neoplásica de células linfoides, sin considerar la localización primaria
del tumor o el inmunofenotipo de las células neoplásicas. El origen,
desarrollo y diseminación de la enfermedad es a partir de los
linfonodos, el bazo, el timo, o el tejido linfoide asociado con mucosas
y, a partir de estos, proliferar, o extenderse a otros tejidos.
El linfoma se ha descrito con amplitud en todas las especies
domésticas y, en general, se ha establecido que la distribución difiere
entre animales jóvenes y adultos. En vacas adultas y en gatos de
jóvenes a adultos, se ha asociado a infecciones por oncovirus y
retrovirus. En el caballo numerosos reportes se inclinan hacia la
signología, patología clínica y descripción histológica. En el perro se
ha descrito como una de las neoplasias más comunes, que va del
cinco al siete por ciento del total de las neoplasias, y hasta el 85 % de
los tumores hematopoyéticos.
La incidencia se incrementa con la edad, en un rango de cinco a
nueve años, aunque hay casos registrados desde los seis meses de
edad, asimismo, la proporción entre géneros durante el desarrollo de
la neoplasia es similar; aunque en un estudio se describe un
porcentaje de aparición significativamente mayor en hembras
ovariohisterectomizadas. La literatura refiere que la predisposición por
raza es menor en animales mestizos que en razas puras, como lo son
Bóxer, Cocker spaniel, Bulldog inglés, Terrier escocés, Cobrador
dorado, Cobrador de labrador, San Bernardo, Basset hound, Airedale
terrier, Poodle, Rottweiler, Dachshund y Pomerania.
Los estudios moleculares concluyen que existen similitudes entre el
gen canino MyC y el MyC humano, al igual que entre los genes IGH,
TCRB y Bcl2, ya que después de la activación de MyC y Bcl2
(oncogenes de translocación de cromosomas), se incrementa la
probabilidad de desarrollar el linfoma tipo no-Hodgkin. Asimismo, los
estudios de genoma humano y canino, han demostrado que existen
similitudes entre los genes MyC, IGH, TCRB y Bcl2. Existe una
modesta asociación con el uso de ácido ٢,٤-diclorofenoxiacético
como herbicida en pastos o el uso de productos comerciales para el
cuidado de los mismos, además de una posible asociación con
campos electromagnéticos, para el desarrollo de la neoplasia.
En la clínica se manifiesta por linfadenomegalia local o generalizada,
con grados de severidad (figura 9.86), cuyos linfonodos exhiben
consistencia firme o suave, principalmente cuando presentan edema;
la cápsula suele estar severamente distendida. Al corte, la superficie
es sólida, de blanca a ligeramente amarilla con pérdida de la
definición de la región medular y cortical, a veces con evidencia de
nódulos no encapsulados de tamaño variable, además de zonas
oscuras que corresponderán a necrosis (figura 9.87 a).
Linfoma
Clasificación anatómica
Tímico / mediastínico
Multicéntrico
Alimentario
Misceláneo: neural, ocular, renal, etc.
Cutáneo: epiteliotrópico (predominio de linfocitos T) y no epiteliotrópico (predominio de linfocitos B)
Linfoma leucémico (invasión de la médula ósea y la sangre)
Patrón de distribución
Folicular
Difuso
Clasificación inmunológica
Células B
Células T
Células no-B / no-T
Plasmocitoma
Plasmocitoma extramedular
Mieloma múltiple
Timoma
Predominio linfoide
Predominio epitelial
Mixto
Figura 9.88. Linfoma intestinal felino. La pared intestinal está expandida por un
tejido de neoformación que infiltra todas las capas y hace que no se distingan los
límites, además, nótese en la parte superior, las zonas cafés y rojas que
corresponden con hemorragia. El tejido está constituido por linfocitos neoplásicos
que expanden la lámina propia y comprimen las glándulas intestinales (recuadro).
Tinción H-E.
Estadio Localización
I Nódulo solitario
II Varios nódulos en una región o en algunos sitios del diafragma
III Linfadenopatía generalizada
IV Hígado o bazo (estadio intermedio III)
V Sangre, médula ósea y otros órganos
Subgrado a Sin signos sistémicos
Subgrado b Con signos sistémicos
Síndromes paraneoplásicos
Los síndromes paraneoplásicos más comunes incluyen la
hipercalcemia, que se reporta en 10 a 20 % de los casos, e involucra
la producción y liberación de un péptido con función similar a la
hormona paratiroidea típicamente asociado con el linfoma de células
T. Más del ٤٠ % de los perros con hipercalcemia pueden estar
involucrando la medula ósea. Asimismo, existen informes en medicina
humana y veterinaria, que describen manifestaciones como
hiperglobulinemia asociada a producción de inmunoglobulinas, en
especial en neoplasias generadas por linfocitos B, además también
se ha descrito la hipereosinofilia paraneoplásica asociada a la
producción primaria de factores eosinofilopoiéticos y eosinofilotácticos
de las células neoplásicas, aunque se ha relacionado con diversas
neoplasias hemáticas y algunas no hemáticas. La diferenciación entre
eosinofilia paraneoplásica, leucemia eosinofílica y síndrome
hipereosinofílico idiopático es difícil.
Linfoma en el bovino
La leucosis bovina se clasifica principalmente en dos subtipos, la
leucosis bovina esporádica y la leucosis bovina enzoótica. El linfoma
en bovinos adultos corresponde con la forma principal de la leucosis
bovina enzoótica. La leucosis bovina enzoótica se caracteriza por
producirse de los linfocitos B, y tiene mayor incidencia, comparada
con la forma espontánea.
La leucosis bovina enzóotica se asocia a la infección por el Virus de
la leucemia bovina que pertenece a la familia Retroviridae, del género
Deltaretrovirus; aunque aún es incierto si el virus se relaciona con la
leucosis bovina espontánea. Los huéspedes naturales del virus son
las vacas y los búfalos de agua, aunque la infección ha sido
experimentalmente inducida en ovinos, en quienes se ha desarrollado
después el linfoma; en otras especies como los conejos, las ratas, las
aves, los cerdos y las cabras, también ha sido transmitida de forma
experimental.
Muchas de las vacas infectadas son asintomáticas, pero se ha
informado que aproximadamente un tercio presentan linfocitosis
persistente, caracterizada principalmente por linfocitos B no
neoplásicos, aunque un porcentaje muy bajo puede desarrollar
linfoma/leucemia de células B después de un periodo largo de
exposición. La infección puede transmitirse de forma vertical de la
madre al feto a través de la placenta, o bien, de forma horizontal, por
contacto directo con los portadores o, a través de agujas, aretes o
equipo de descorne.
Clínica y morfológicamente, el linfoma bovino enzoótico está dividido
con base en los sistemas orgánicos involucrados. La forma más
común es la linfadenomegalia en vacas altas productoras de leche.
Cualquier linfonodo estará involucrado, aunque los de la región
retrobulbar suelen estar asociados y generar exoftalmia, o bien, los de
la región faríngea que se manifiestan como disfagia. El diagnóstico ha
de llevarse a cabo mediante la palpación de los linfonodos inguinales
o los asociados al aparato urogenital (figura 9.89).
a
b
Figura 9.90. a) Linfonodos iliacos aumentados de tamaño con pérdida de la
definición de la región cortical y medular, como resultado de la metástasis a partir
de un carcinoma de células transicionales, observado en el interior de la vejiga. b)
Los senos subcapsulares se encuentran expandidos por abundantes restos
necróticos que comprimen a la población linfoide residual, además algunos senos
peritrabeculares contienen grupos de células neoplásicas. Tinción H-E.
Bazo
Estructura, desarrollo y función
El bazo es un órgano linfoide secundario del dorso-lateral del
abdomen y cercanamente anclado por el ligamento gastrolienal –una
parte del mesogastrio dorsal–. Parecido a los linfonodos, el bazo
funciona como un filtro con células especializadas presentadoras de
antígeno, que “atrapan” antígenos del flujo. Sin embargo, en contraste
con los linfonodos, el bazo está incluido en la circulación sanguínea y
filtra también antígenos de la sangre. El origen es similar a los
linfonodos, a partir del mesénquima local derivado del mesodermo.
En el segundo trimestre de la gestación, se forma la compleja
estructura vascular de la pulpa roja constituida por los senos venosos
y los cordones esplénicos, estos últimos a su vez, formados por fibras
reticulares, células reticulares (miofibroblastos) y macrófagos
asociados. En vida fetal, el bazo se sobrepone al hígado fetal como el
principal órgano hematopoyético. La pulpa blanca se forma después
de la infiltración de linfocitos, macrófagos y células dendríticas, y está
compuesta por tres subcompartimientos: los cordones linfoides
periarteriolares, los folículos y la zona marginal (figura 9.93).
a
Alteraciones congénitas
La ausencia congénita del bazo en animales se considera como un
hallazgo incidental. Debido a que este trastorno es tan raro, que es
difícil precisar si modifica la resistencia de los animales a las
enfermedades. La astenia es bien conocida en algunas cepas de
ratones, pero estos animales son, por lo tanto, mantenidos bajo
condiciones libres de gérmenes o de patógenos específicos; sin
embargo, se sabe que en los ratones congénitamente asplénicos el
índice de mortalidad es elevado en infecciones experimentales con
Plasmodium.
Los bazos accesorios son congénitos o adquiridos; se trata de
pequeños fragmentos de tejido esplénico, diseminados en el
ligamento gastroesplénico. Cuando son adquiridos, por lo general se
manifiestan como implantes en la superficie peritoneal a
consecuencia de la rotura del órgano. Una vez implantados en el
peritoneo, los fragmentos esplénicos se vascularizan y se tornan
funcionales. Estos fragmentos están constituidos por tejido esplénico
de apariencia normal. Bajo el microscopio, exhiben áreas de pulpas
blanca y roja, así como una cápsula fibromuscular gruesa; tales
hallazgos permiten distinguir a los bazos accesorios de los implantes
neoplásicos (metástasis) derivados de un hemangiosarcoma. Estos
últimos tienen una cobertura serosa delgada, son friables y se
relacionan con un pronóstico más reservado.
Las fisuras esplénicas son surcos elongados localizados en la
cápsula del bazo, cuyos ejes se disponen paralelos a los bordes del
órgano. La superficie de las fisuras es lisa y está cubierta por la
cápsula. Ese defecto del desarrollo se halla, casi siempre, en caballos
y es un dato incidental sin importancia clínica.
Las enfermedades por almacenamiento lisosomal son un grupo
grande y heterogéneo de desórdenes genéticos, los cuales resultan
de la falta de enzimas requeridas para facilitar el metabolismo de un
sustrato específico. Los sustratos son mucopolisacaridos,
esfingolípidos, lípidos, glucoproteinas, glucógeno o mucolípidos, los
cuales se acumulan en los lisosomas debido a la falta de su
procesamiento normal.
Las enfermedades por almacenamiento ocurren en animales
menores de un año de edad. Los macrófagos esplénicos en
individuos afectados son incapaces de degradar algunos de estos
sustratos y solo sirven para almacenarlo sin haber sido procesado. El
sustrato almacenado sin digerir causa un agrandamiento importante
del bazo, el cual suele verse rojo pálido, dependiendo de la cantidad
de lípidos o carbohidratos acumulados.
Esplenomegalia
La esplenomegalia refiere el crecimiento parcial o difuso del bazo,
que al menos en el perro, se manifiesta como una distorsión nodular
regional asimétrica. La esplenomegalia simétrica y uniforme deviene
desde la proliferación celular difusa o desde la infiltración del bazo,
además de que se asocia con una amplia variedad de enfermedades.
Los cambios patológicos en los órganos infiltrados o reactivos son
inespecíficos y sugieren diagnósticos diversos.
Hiperplasia
Las alteraciones circulatorias del bazo y las anemias hemolíticas
agudas (por ejemplo, la babesiosis aguda y durante la crisis
hemolítica de la anemia infecciosa equina), causan esplenomegalia
con congestión, debido a la necesidad de eliminar grandes cantidades
de eritrocitos parasitarios de la circulación sanguínea. Sin embargo,
cuando la hemolisis es menos grave o se torna crónica, el bazo se
siente firme y rojo, pero no tan congestionado debido a que un
número menor de eritrocitos han sido fagocitados. La proliferación
(hiperplasia) de macrófagos en la pulpa roja, es lo que hace que el
órgano se vuelva más firme y grande. Debido a la hemolisis
extravascular de eritrocitos alterados, la pulpa roja se vuelve rojo
oscuro, pero no rezuma sangre de la superficie de corte. La
esplenomegalia en estos casos también se debe, de forma parcial, a
la hiperplasia de linfocitos T y B.
El virus de la anemia infecciosa equina induce periodos cíclicos de
viremia, acompañados por daño (inmunomediado), y fagocitosis de
eritrocitos y plaquetas. Esto da lugar a la proliferación de macrófagos
en la pulpa roja, hiperplasia de células hematopoyéticas
(hematopoyesis extramedular) para reemplazar las células destruidas
e hiperplasia en las áreas de linfocitos T y B; como resultado, el
órgano se torna firme y aumentado.
La hiperplasia nodular del bazo es una lesión muy común en perros
de edad avanzada y se considera un hallazgo incidental. Este cambio
ha sido denominado también hiperplasia esplénica nodular canina o
esplenoma. Se manifiestan con más frecuencia alrededor de los ocho
años de edad, la lesión, única o múltiple, se conforma de prominentes
nódulos hemisféricos en la superficie, cubiertos por la cápsula del
órgano. El diámetro varía entre los 0.5 y 3.0 cm; su consistencia es
más firme que el resto de tejido normal y, tanto la superficie externa
como la de corte, son de color blanco-grisáceo, rojo oscuro o una
combinación (moteado) de pareas blancas y rojas.
Bajo el microscopio, los nódulos se conforman de células linfoides
hiperplásicas, o cúmulos mixtos de células eritroides, mieloides y
megacariocitos (hematopoyesis extramedular), con células linfoides.
El incremento de histiocitos es un importante componente de estos
nódulos. Se desconoce la causa de esta lesión y algunos autores
opinan que más que una hiperplasia, se trata de una fase intermedia
entre la misma y una neoplasia benigna. Como ya se mencionó,
parece que no causan problemas clínicos, excepto que predisponen
la formación de un hematoma voluminoso. Resulta importante
diferenciarlos de otras lesiones similares, como los nódulos
neoplásicos primarios o de los metaplásicos.
Otra lesión del bazo, proliferativa, no neoplásica es la
hematopoyesis extramedular (HEM); consiste en la proliferación de
células de las líneas eritroide, mieloide y megacariocítica, después de
un estímulo hormonal o fisiológico dentro del bazo, para que inicie la
síntesis de células progenitoras a partir de células tallo. Suele
considerarse como una respuesta para cubrir las demandas celulares
de la circulación sistémica, sin embargo, en muchos casos la HEM es
incidental, por la ausencia de condiciones que expliquen este hallazgo
(figura 9.94). Algunos autores consideran que su presencia en el bazo
debería ser considerada dentro de los límites normales del órgano, al
menos en los perros.
Figura 9.94. Megacariocitos entremezclados con numerosas células plasmáticas
y con linfocitos hallados en un nódulo solitario de hiperplasia linfoide esplénica.
Tinción de hematoxilina-eosina.
Hiperemia
Al igual que la congestión, la hiperemia aguda del bazo será causa de
esplenomegalia uniforme por llenado excesivo de sangre. En los
animales, la hiperemia se relaciona con septicemias y bacteremias.
En casos agudos y fatales, como ocurre en el ántrax y la salmonelosis
fulminante, la distención del bazo puede ser el último dato en la
necropsia. Si el proceso de sepsis se prolonga un poco, como sucede
en la erisipela porcina y en cuadros menos agudos de salmonelosis,
entonces se observan infiltrados de neutrófios y macrófagos
proliferantes en la pulpa roja.
El Bacillus anthracis causa ántrax y en un principio se considera una
enfermedad de los rumiantes, en especial de bovinos y ovinos. Se
trata de una bacteria gram positiva, con forma de barra (bacilo) y
formadora de endosporas, la cual crece en medios aerobios o
anaerobios facultativos. Entonces las esporas ingeridas se replican
localmente en el tracto intestinal, invaden los linfonodos regionales y
se diseminan de manera sistémica a través de la corriente sanguínea,
lo cual resulta en septicemia. La bacteria produce exotoxinas que
degradan las membranas de las células endoteliales y los sistemas
enzimáticos. El bazo, en el caso del ántrax, se ve agrandado, rojo o
azul oscuro y contiene abundante sangre que no coagula, debido a la
extensa necrosis licuefactiva del parénquima y las células
sanguíneas.
Las improntas de sangre periférica contendrán abundantes bacilos
gram positivos. No se lleva a cabo la necropsia de aquellos animales
con diagnóstico presuntivo de ántrax, ya que las bacterias expuestas
al aire pueden esporular y las esporas de B. anthracis son en extremo
resistentes, contaminan con facilidad el ambiente y pueden ser la
causa de una zoonosis importante.
La contracción del bazo debido a la contracción del músculo liso
presente en la cápsula y las trabéculas, es significativa para aquellas
especies cuyos bazos contienen abundante pulpa roja, como los
caballos, perros y gatos. La contracción del órgano es inducida por la
activación del sistema nervioso autónomo y la consecuente liberación
de catecolaminas, lo cual llega a ocurrir en casos de insuficiencia
cardiaca o en estados de choque circulatorio (cardiogénico,
hipovolémico y séptico). También la contracción se manifiesta en
casos de rotura esplénica con hemoperitoneo grave; el bazo
contraído es pequeño, su superficie luce arrugada y la superficie de
corte se aprecia seca (figura 9.101).
Figura 9.101. Contracción esplénica con zonas oscuras de hemorragia, asociada
a muerte por choque. La superficie tiene una coloración rosada o rojo pálido
debido a la ausencia de sangre por la contracción.
Hematomas esplénicos
Los hematomas esplénicos son frecuentes en los perros y por lo
general están relacionados con nódulos linfoides hiperplásicos
(derivados de la vaina linfoide periarteriolar), el traumatismo o las
neoplasias vasculares del bazo (figura 9.102). En el primero de los
casos, los hematomas se distribuyen por región o de manera focal en
el parénquima del bazo. Los nódulos linfoides suelen ser
idiosincrásicos en los perros y gatos, y no parecen estar relacionados
con estimulación antigénica general. Al parecer la presencia de estos
nódulos causa distorsiones de la zona marginal, que es la región
entre las pulpas blanca y roja que rodea a las vainas linfoides
periarteriolares y a los folículos linfoides.
Figura 9.102. Hematoma esplénico en un perro. El parénquima esplénico de un
extremo se encuentra expandido por un gran nódulo delimitado por la cápsula del
órgano, misma que se ha adelgazado y cubierto, en algunas zonas, por epiplón. El
adelgazamiento de la cápsula predispone a la rotura y desarrollo de hemorragia
abdominal. En el recuadro se aprecian numerosos macrófagos que contienen
abundante pigmento granular ocre en su citoplasma, resultado de la hemorragia
difusa. Tinción H-E.
Alteraciones inflamatorias
Esplenitis
La esplenitis como una entidad localizada es poco común y ocurrirá
por la extensión de una peritonitis difusa o debido a una sepsis. El
bazo suele presentar reactividad o inflamación por la llegada de
agentes infecciosos que se diseminaron por vía hematógena y el tipo
de reacción variará dependiendo del agente infeccioso. En los casos
de septicemias agudas, más que inflamación o reactividad, el bazo
presenta cambios circulatorios y se observa aumentado de tamaño
por congestión. En las septicemias de mayor duración pude haber
cúmulos de neutrófilos acompañados de la hiperplasia de histiocitos
(macrófagos) en la pulpa roja (figura 9.105). Algunas de las bacterias
más comúnmente involucradas en bacteremias o septicemias con
este tipo de reacción esplénica incluyen a Escherichia coli
(colibacilosis septicémica), Pasteurella multocida (pasteurelosis
septicemica), Streptococcus sp. (septicemia neonatal), Listeria
monocytogenes, Haemophilus agni, Erysipelothrix rhusiopathiae
(erisipela septicémica) y Salmonella sp. (salmonelosis septicémica).
b
c
Neoplasias primarias
Las neoplasias primarias más frecuentes en el bazo son aquellas que
se forman a partir del endotelio vascular e incluyen a los
hemangiomas (benignos) y hemangiosarcomas (malignos). Los
hemangiomas por lo general son tumores solitarios, rojos o azul
oscuros, friables y a menudo cubiertos por una serosa lisa y brillante.
Estos tumores están compuestos por células endoteliales bien
diferenciadas que se arreglan revistiendo canales vasculares de
manera relativa bien formados. Macroscópicamente, los
hemangiomas son similares a su contraparte maligna, los
hemangiosarcomas, pero a diferencia de estos últimos, no generan
metástasis.
Los hemangiosarcomas ocurren por lo regular en perros seniles de
razas de talla grande. Se trata de una o varias masas confluyentes,
de tamaño variable que hacen prominencia sobre la superficie del
órgano y obliteran al parénquima esplénico. La superficie de corte
presenta cavidades llenas de sangre oscura, que alternan con áreas
sólidas blanco grisáceas. Bajo el microscopio se observan
constituidos por células endoteliales atípicas que generalmente
tienden a formar espacios vasculares definidos de modo deficiente,
desorganizados y llenos de eritrocitos (figura 9.108), en los cuales se
pueden formar trombos.
Figura 9.109. Mielolipoma en bazo de perro. Nótese el aspecto amarillo del tejido
de nueva formación que corresponde al tejido adiposo, y algunas zonas café claro
que corresponden con hematopoyesis.
Neoplasias secundarias
Aunque es poco frecuente, las metástasis de sarcomas y carcinomas,
originados en sitios distantes, invaden el bazo (figura 9.112). Las
lesiones suelen ser masas nodulares confinadas por la cápsula del
bazo, las cuales son solitarias o múltiples y llegar a invadir zonas
extensas del órgano.
Lecturas recomendadas
Weiss DJ, Wadrop KJ. 2010. Shalm’s Veterinary Hematology
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Hematology and Clinical Chemistry. 2a ed. Iowa, EUA: Wiley-
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Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Enfermedades de hipófisis
Adenohipófisis
Neurohipófisis
Neoplasias de hipófisis
Glándulas paratiroides y hormonas reguladoras del calcio
Quistes paratiroideos
Hipocalcemia o fiebre de leche en rumiantes
Hipocalcemia en cerdas
Hipocalcemia o eclamsia en perras, gatas y yeguas
Hiperparatiroidismo
Neoplasias en paratiroides
Enfermedades de tiroides
Quistes tiroglosos
Hipotiroidismo
Lesiones extratiroideas asociadas al hipotiroidismo
Bocio
Neoplasias en tiroides
Enfermedades de la corteza adrenal
Cambios degenerativos
Cambios inflamatorios
Cambios proliferativos
Hiperfunción adrenal
Enfermedades de la médula adrenal
Enfermedades de los órganos quimiorreceptores
Enfermedades del páncreas endócrino
Diabetes mellitus
Diabetes mellitus tipo II
Diabetes mellitus tipo I
Toxicidad de xilitol en perros
Insulinoma
Lecturas recomendadas
Sistema endócrino
German Valero Elizondo | Samanta Ester Romero
Silva
Introducción
PARA FINES DE enseñanza consideramos sistema endócrino a los
tejidos que producen, almacenan y liberan hormonas a la corriente
sanguínea. Las hormonas son polipéptidos, esteroides, ácidos grasos
o proteínas yodadas que regulan el metabolismo de otras células
(cuadros 10.1 y 10.2). Si bien la masa total de todas las glándulas
endócrinas de un animal doméstico es minúscula con respecto a su
peso corporal, pequeños trastornos endócrinos suelen tener
repercusiones serias en la salud y viabilidad del organismo. En
rumiantes y cerdos, son pocas las enfermedades del sistema
endócrino de importancia económica en México, en tanto que en
perros y gatos, las disfunciones de tal sistema son mucho más
frecuentes de lo que imaginan casi todos los médicos veterinarios, y
los avances en la tecnología diagnóstica permiten identificar una
proporción cada vez mayor de estos males.
Cuadro 10.1. Hormonas del hipotálamo y de la hipófisis
Órgano
Tejido Hormona Actividad biológica
blanco
Hormona liberadora
(HL) de
Hipotálamo
gonadotropina Liberación de LH y FSH
anterior (HA)
HL de tirotropina Liberación de TSH
HA
Hipotálamo HL de Liberación de ACTH
HA
corticotropina Liberación de STH
HA
HL de Liberación de prolactina
HA
somatotropina
HL de prolactina
Crecimiento de hueso, músculo, órganos, síntesis de
Somatotropina
Organismo proteína, metabolismo de carbohidratos, regulación de la
(STH, hormona del
en general función renal y metabolismo del agua. Aumenta la
crecimiento)
permeabilidad celular a los aminoácidos
Hormona Mantiene la integridad estructural de la corteza adrenal,
Corteza
adrenocoricotrópica regula la secreción de glucocorticoides en la zona
adrenal
(ACTH) fasciculada
Hormona tirotrópica Mantiene la estructura y función normales de la tiroides.
(TSH) Tiroides Estimula la producción de tiroxina y sus análogos
Adenohipófisis Glándula
Prolactina Favorece la lactancia
anterior mamaria
Ovario Crecimiento y maduración de folículos ováricos
Hormona
estimulante del Túbulos
folículo (FSH) seminíferos Estimula la espermatogénesis
testiculares
De forma sinérgica con FSH causa secreción de
Ovario estrógenos, maduración de folículos y ovulación. En
Hormona algunas especies determina el desarrollo del cuerpo lúteo
luteinizante (LH) Células
intersticiales Secreción de andrógenos
testiculares
Intermedina Células
Expansión de melanóforos con conservación de la
Adenohipófisis (hormona melanóforas
coloración de la piel. Actividad insignificante en
intermedia estimulante de los de anfibios y
mamíferos
melanocitos) reptiles
Túbulos
Hormona
contorneados Regulación de la resorción de agua
antidiurética
distales del Efecto vasopresor a dosis altas
(vasopresina)
riñón
Neurohipófisis
Mioepitelio
Bajada de la leche por contracción del mioepitelio
mamario
Oxitocina
Miometrio Contracción de la musculatura uterina para ayudar al
uterino parto y al transporte de esperma
Modificado de: McDonald, LC. Veterinary Endocrinology and Reproduction. Lea &
Febiger. Philadelphia, 2002.
Modificado de: McDonald, LC. Veterinary Endocrinology and Reproduction. Lea &
Febiger. Philadelphia, 2002
Enfermedades de la hipófisis
En el cuadro 10.1 se muestran las hormonas hipofisiarias, sus
órganos blanco y su actividad biológica. Las figuras 10.1 y 10.2
muestran la organización de la hipófisis bovina y canina,
respectivamente.
Figura 10.1. Organización de la hipófisis bovina.
Adenohipófisis
El exceso de somatotropina u hormona del crecimiento en animales
jóvenes produce gigantismo y, en animales viejos, cuyas placas de
crecimiento óseo han cerrado, produce acromegalia. La deficiencia de
somatotropina determina enanismo.
Quistes hipofisarios
Los quistes hipofisarios derivados de restos del conducto
craneofaríngeo distal se encuentran con relativa frecuencia en razas
braquiocefálicas de perros. En ocasiones, estos quistes pueden
crecer tanto que causan una atrofia por presión al tejido vecino. La
rotura de un quiste grande producirá una reacción inflamatoria, la que
se repara con fibrosis, con pérdida más o menos grave de las
funciones hipofisiarias.
Enanismo hipofisario
En perros usualmente se relaciona con la falta de diferenciación del
ectodermo bucofaríngeo de la bolsa de Rathke. Hay ausencia
congénita de adenohipófisis y se producen quistes multilobulados que
crecen de manera progresiva. Estos quistes suelen tener un epitelio
pseudoestratificado cilíndrico ciliado con células caliciformes.
Hipófisis faríngea
Son los restos embrionarios, tanto de células indiferenciadas como
similares a las de la hipófisis definitiva que se pueden encontrar en la
cara dorsal de la cavidad bucal de perros, gatos y seres humanos. Es
frecuente encontrar estas estructuras en perros braquiocefálicos
como quistes congénitos con epitelio cilíndrico ciliado, localizados en
la línea media de la nasofaringe. A menudo se halla una masa de
células acidófilas, basófilas y cromófobas pegada a la pared del
quiste. En perros se pueden originar quistes de varios centímetros de
diámetro a partir del extremo bucofaríngeo del conducto
craneofaríngeo; estos quistes causan disnea al desplazar
ventralmente el paladar blando y obstruir los meatos nasales. A
menudo, presentan un epitelio escamoso y acumulación de queratina
por metaplasia del epitelio bucofaríngeo primitivo.
Panhipopituitarismo
Es más frecuente en los perros Pastor alemán que en otras razas.
Los cachorritos se ven normales hasta los dos meses de edad
cuando empieza a notarse que se retrasan con respecto al resto de la
camada y conservan el pelaje de cachorros. Debido al tamaño
pequeño y el pelaje lanudo, estos perros jóvenes tienen un aspecto
similar a zorras o coyotes. Después tendrán alopecia progresiva con
hiperpigmentación bilateral simétrica. La dentición permanente estará
retrasada o ausente. El cierre de las placas epifisiarias puede
demorar hasta cuatro años. Hay hipoplasia grave de gónadas y
genitales externos. El hecho de que el panhipopituitarismo suela
ocurrir en varios cachorros en una camada y en camadas
emparentadas sugiere que su causa es un gen autosómico recesivo.
Los animales afectados tienen menor actividad de hormona de
crecimiento circulante en sangre y menor actividad de somatomedina
(factor de crecimiento semejante a insulina) en sangre, mientras que
sus padres heterocigotos, fenotípicamente normales, tienen actividad
media de esta hormona.
Neurohipófisis
Las hormonas antidiurética (vasopresina) y oxitocina son octapéptidos
producidos en los núcleos supraópticos y paraventriculares del
hipotálamo, y son almacenadas y liberadas en el lóbulo posterior de la
hipófisis (neurohipófisis o pars nervosa).
Diabetes insípida
Es una enfermedad poco frecuente en perros, caballos y gatos,
causada por la falta de hormona antidiurética (diabetes insípida
neurogénica, neurohipofisiaria o central), o por la incompetencia de
las células epiteliales de los túbulos contorneados distales y los
conductos colectores del riñón para responder (diabetes insípida
nefrogénica). Cabe mencionar, que el término "diabetes" en este
caso, se refiere a la eliminación de una gran cantidad de líquido. No
confundir con la patogenia de diabetes mellitus, donde está
involucrada la resistencia a la insulina. Usualmente se debe a
neoplasias o abscesos, meningitis, fracturas de la base del cráneo y
otras lesiones que ocupan espacio e interfieren con la producción,
transporte o liberación de la hormona antidiurética por hipófisis e
hipotálamo. La diabetes insípida causa poliuria, pero no polifagia.
Síndrome adiposogenital
Es poco común en perros. Se observa obesidad extrema e hipoplasia
de gónadas. Los perros tienen un apetito voraz (polifagia), letargia,
somnolencia, sensibilidad al frío y poliuria. La causa suelen ser
neoplasias en el hipotálamo o en el lóbulo posterior de la hipófisis.
Neoplasias de hipófisis
Pueden ser morfológicamente benignas o malignas, pero la
compresión del tejido sano vecino suele tener graves consecuencias
para el paciente, al impedir la producción o liberación de hormonas, lo
que causa insuficiencias endócrinas. Muchas de estas neoplasias son
funcionales y producen un exceso de hormonas que originan
síndromes clínicos de hiperfunción: el exceso de hormona
adrenocorticotrópica (ACTH) en neoplasias de perros y caballos dará
lugar a una producción desmedida de cortisol generado por la corteza
adrenal, que resulta en enfermedad de Cushing. Las razas caninas
boxer, salchicha y Boston terrier están particularmente predispuestas.
Es interesante que la gravedad de los trastornos funcionales no sea
necesariamente proporcional al tamaño de estas neoplasias.
El hallazgo de aumento bilateral en el tamaño de las adrenales en
una necropsia sugiere la presencia de una neoplasia productora de
ACTH en la adenohipófisis.
Aunque desde el punto de vista clínico, sería preferible clasificar a
las neoplasias hipofisiarias según las hormonas que producen (ACTH,
TSH, etc.), casi todos los laboratorios de diagnóstico actuales
solamente pueden clasificarlas según sus características tintoriales
(cromófabas, acidófilas, basófilas).
Los adenomas de la parte intermedia de la hipófisis son la neoplasia
hipofisiaria más frecuente de los caballos (figura 10.3), y son
relativamente comunes en los perros de razas no braquiocefálicas.
Pueden ser funcionalmente activos, y causar hipopituitarismo,
diabetes insípida neurogénica e hiperadrenocorticismo. Los caballos
con adenomas de la parte intermedia de la hipófisis a menudo
presentan poliuria, polidipsia, polifagia, somnolencia, hiperhidrosis,
astenia e hiperpirexia intermitente. Un hallazgo común en caballos de
climas fríos es el hirsutismo (figura 10.4) por la falta de pelecha del
pelaje invernal.
Figura 10.3. Adenoma de hipófisis en equino.
Enfermedades de tiroides
Los cambios degenerativos en tiroides son frecuentes en perros
viejos. La acumulación de lipofucsina y amiloide es un hallazgo
frecuente y poco importante.
La tiroiditis linfocítica (figuras 10.9 y 10.10) semejante a la tiroiditis
de Hashimoto de los seres humanos se presenta en perros, gallinas
obesas y primates.
Figura 10.9. Tiroiditis linfoplasmocítica canina.
Quistes tiroglosos
Son comunes. Los quistes del conducto tirogloso (figura 10.11) deben
diferenciarse de quistes paratiroideos, quistes branquiales, quistes del
conducto ultimobranquial, quistes foliculares o coloidales y mucoceles
salivales (véase Quistes en paratiroides).
Hipertiroidismo
A diferencia del humano, el hipertiroidismo por anticuerpos
estimulantes de tiroides (enfermedad de Graves) es poco importante
en perros y gatos. En perros hipertiroideos la causa más común es
una neoplasia tiroidea, mientras que el hipertiroidismo se observa
ocasionalmente en gatos adultos y viejos por exceso de hormona
estimulante de tiroides o por bocio hiperplásico.
Hipotiroidismo
La hipofunción tiroidea o hipotiroidismo causa infertilidad, baja en la
producción lechera y desarrollo insuficiente en animales jóvenes. La
causa más común y económicamente importante del hipotiroidismo
en especies productivas es la deficiencia simple de yodo en la dieta o
bocio endémico.
En perros, el hipotiroidismo usualmente se debe a atrofia grave de la
glándula tiroides de causa desconocida. En perros, la tiroiditis
linfocítica causa la mitad de los casos de hipotiroidismo, sin embargo,
se requiere la destrucción de, por lo menos, el 75 % de los folículos
tiroideos. El cuadro clínico del hipotiroidismo refleja una disminución
del metabolismo basal: letargia, hipotermia (en climas fríos),
engrosamiento de la piel con hiperqueratosis, hiperpigmentación y
alopecia, aumento de peso, infertilidad y anemia leve.
La hipercolesterolemia es un hallazgo frecuente e importante en el
hipotiroidismo (en perros y humanos), su detección es menos costosa
que cuantificar la tiroxina en sangre.
En los caninos las lesiones de ateroesclerosis como los infartos de
miocardio ocurren, casi exclusivamente, en pacientes con
hipotiroidismo.
Las hormonas tiroideas T3 y T4 normalmente inducen la expresión
de ARN mensajero para receptores hepáticos para lipoproteínas de
baja densidad (LDL o “colesterol malo”), lo que le permite al
hepatocito capturar al colesterol de la sangre y enviarlo a la bilis (la
palabra cole significa bilis).
En el intestino de los carnívoros como el gato y el perro (y los
humanos con dietas altas en colesterol, como los esquimales),
normalmente existen bacterias que degradan al colesterol dentro del
intestino, mientras que en los herbívoros este colesterol lo reabsorbe
el epitelio intestinal y regresa a la circulación sanguínea.
En el hipotiroidismo canino hay una menor expresión de ARN
mensajero para sintetizar receptores hepáticos para LDL y por ello el
colesterol LDL continúa circulando en altas concentraciones en
sangre (hipercolesterolemia), lo que predispone a la ateroesclerosis.
Lesiones extratiroideas asociadas al hipotiroidismo
Engrosamiento de la piel, hiperqueratosis con queratosis folicular,
alopecia bilateral simétrica que inicia en cola y cuello (figura 10.12),
hiperpigmentación, principalmente en áreas alopécicas, mixedema e
incapacidad reproductiva. Como el colesterol es necesario para la
síntesis de hormonas sexicorticoides (testosterona, estrógenos y
progesterona) en los machos disminuye la libido y baja la
espermatogénesis, que llega a la atrofia testicular y en las hembras
los estros son irregulares o están ausentes.
Bocio
El aumento de tamaño de la tiroides se conoce como bocio. En los
animales domésticos, la tiroides normal es demasiado pequeña para
palparse en el examen clínico. El bocio se debe a la deficiencia de
yodo en la dieta, en lo que se conoce como bocio endémico, o bien,
por consumo de plantas bociógenas (por ejemplo, Brassica), por
errores congénitos del metabolismo o por neoplasias.
El aumento de tamaño de la tiroides en el bocio endémico es un
mecanismo de hiperplasia compensadora, la que en deficiencias
leves restablece el eutiroidismo.
El bocio es más común en animales recién nacidos y jóvenes, la
debilidad extrema les impide amamantarse, presentan disnea,
cianosis y distocia. También se desarrolla en perros alimentados
únicamente con carne. Para el diagnóstico, es útil comparar el peso
de la tiroides con el peso normal para la especie, raza y edad (por
ejemplo, 3 g en el cordero recién nacido).
Para fines prácticos, se supone que todas las zonas montañosas
alejadas de la costa tienen niveles insuficientes de yodo en la tierra y,
por consiguiente, los vegetales que en ella crecen. En estas zonas, la
adición de pequeñas cantidades de yodo a los bloques de sales
minerales es poco costosa y mejora significativamente la eficiencia
productiva de los animales. Resulta interesante recordar que el
consumo de cantidades excesivas de yodo también puede ocasionar
bocio.
En perros, la causa usual del aumento de tamaño de la tiroides es la
presencia de neoplasias unilaterales, con pocos casos por hiperplasia
difusa, deficiencia de yodo o defectos congénitos del metabolismo.
Cerca del 20 % de las neoplasias tiroideas del perro producen
suficiente tiroxina para originar signos de hipertiroidismo.
La hiperplasia nodular de tiroides es propia de los caballos, gatos y
perros viejos. Se observa como múltiples nódulos blanco-amarillentos
de diferentes tamaños. Suelen ser inactivos endocrinológicamente, se
encuentran como hallazgos incidentales en la necropsia. El hecho de
que no suelan estar encapsulados y, el que no causen compresión
del tejido vecino, ayuda a diferenciarlos de los adenomas tiroideos.
El bocio dishormogenético heredado se ha descrito en ovinos,
caprinos y bovinos como un problema raro.
Debe recordarse que algunas plantas crucíferas como la coliflor, el
brócoli y la cassava (yuca) contienen precursores de tiocianatos, o
isoflavonas y flavonoides –sustancias bociógenas–, por lo que
conviene evitar un consumo exagerado de estas plantas.
Neoplasias en tiroides
Pueden ser adenomas foliculares, carcinomas foliculares y papilares
(figura. 10.13) y neoplasias de células C parafoliculares.
Figura 10.13. Carcinoma tiroideo canino.
Cambios inflamatorios
La corteza adrenal, con frecuencia se daña por enfermedades
sistémicas como la tuberculosis, la fiebre catarral maligna, la fiebre
porcina clásica y la enfermedad de Aujeszky.
En fetos de bovinos y equinos abortados como consecuencia de una
infección por herpes virus, es frecuente encontrar lesiones en las
glándulas adrenales y, a menudo en este órgano, es donde se
encuentran los cuerpos de inclusión con menor dificultad (véase el
capítulo de Aparato reproductor).
La toxoplasmosis en ovinos y caprinos gestantes es una causa
frecuente de aborto. A falta de placenta, los tejidos donde a menudo
se encuentran las lesiones y los bradizoitos de Toxoplasma gondii
son la corteza adrenal y la grasa perirenal. Por esta razón, los fetos y
los animales recién nacidos son una excepción en la práctica de
quitar la cápsula renal en la necropsia sistemática.
Cambios proliferativos
La hiperplasia nodular de la corteza adrenal es frecuente en caballos,
perros y gatos viejos. Los nódulos suelen ser bilaterales múltiples.
La hiperplasia difusa de la corteza adrenal se asocia con el estímulo
de la hormona adrenocorticotrópica (ACTH). El hallazgo de aumento
bilateral en el tamaño de las adrenales en una necropsia, sugiere la
presencia de una neoplasia productora de ACTH de la adenohipófisis.
Las neoplasias de la corteza adrenal, tales como mielolipomas,
adenomas (figura 10.15) y carcinomas corticales, son raras, con
excepción de los adenomas y carcinomas de la corteza adrenal –
productores de sexicorticoides–, frecuentes en hurones (Mustela
putoris) castrados, han sido descritos en ratones, ratas, cuyes y
hámsteres castrados.
Figura 10.15. Adenoma de glándula adrenal
Hiperfunción adrenal
Es poco frecuente en animales domésticos. Puede ser idiopática –
como suele suceder en perros Poodle–, deberse a un adenoma
hipofisario, como en la enfermedad de Cushing o, con menor
frecuencia, a neoplasias adrenales que producen exceso de
hormonas.
Los animales con hiperfunción adrenal presentan hiperfagia, atrofia
muscular en patas y abdomen, por la disminución de la síntesis de
proteínas; hepatomegalia, por el cambio graso y la infiltración de
glucógeno en el hígado; lordosis; vientre prominente y ondulante;
astenia muscular y atrofia de la piel.
Los cambios degenerativos en la piel son un componente constante
del cuadro clínico; hay atrofia de la epidermis con hiperqueratosis y
queratosis folicular, pérdida de colágeno y elastina en la dermis y en
el tejido subcutáneo, y alopecia bilateral simétrica extensa. Las
lesiones son más evidentes en cuello, flancos, detrás de las orejas y
sobre las prominencias óseas. También es frecuente observar
mineralización en piel, pulmón, estómago y músculo estriado. Los
corticoesteroides suelen tener fuertes propiedades antiinflamatorias,
cuya consecuencia será una mayor susceptibilidad a las infecciones
bacterianas, principalmente en pulmón.
El hiperadrenocorticismo es muy raro en hurones (Mustela putoris)
enteros, pero es frecuente en hurones castrados y se asocia con
hiperplasia nodular, adenomas y carcinomas adrenales (figura 10.16).
Cursa con alopecia simétrica (figura 10.17), hinchazón vulvar en
hembras castradas y reanudación del comportamiento sexual en
machos castrados.
Figura 10.16. Carcinoma adrenal en hurón (Mustela putoris).
Figura 10.17. Alopecia severa por carcinoma adrenal en hurón (Mustela putoris).
Figura 10.22. Micrografía del hígado de una rata wistar hembra, obesa, con DM2.
Degeneración vacuolar hepatocelular (esteatosis) grave difusa. Tinción H-E.
Figura 10.24. Aorta torácica de rata wistar hembra, obesa y con DM2.
Degeneración endotelial leve focal. Tinción H-E.
Tratamiento
No existe cura para la DM2. Sin embargo, de cumplirse a cabalidad el
tratamiento, se evita la aparición y gravedad de lesiones asociadas a
la enfermedad. El tratamiento para animales se basa en las dietas
hipocalóricas, ricas en proteínas, moderadas en fibra y con alto grado
de humedad, además del ejercicio aeróbico moderado.
Diabetes mellitus tipo 1 (DM1)
Estas características mórbidas en pacientes con DM2, las comparten
los pacientes que padecen diabetes mellitus tipo 1 (DM1), la
diferencia está en la causa “natural” o primaria de la enfermedad.
Causas de diabetes mellitus tipo I
La DM1 es una enfermedad inmunomediada que termina por destruir
los islotes β pancreáticos encargados de la síntesis y liberación de
insulina al torrente sanguíneo. En humanos está ampliamente
estudiada y se sabe que está asociada a moléculas DR3 y DR4 del
complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) dentro del grupo HLA
clase II. Los pacientes que expresan DR3 también están en riesgo de
desarrollar otras endocrinopatías autoinmunes y enfermedad celíaca.
Las células beta expresan proteínas de membrana que el sistema de
defensa del organismo no reconoce debido a la mutación de
porciones HLA-II mutadas. Así pues, las células son atacadas y
destruidas, entonces el paciente queda sin la posibilidad de sintetizar
ni liberar insulina.
Se identificaron también infecciones víricas (rubeola, parotiditis por
Paramyxoviridae y Coxsackie B), en las que la respuesta inmune no
solo dirigirá su ataque contra las células infectadas, sino que lo hará
también contra las células beta pancreáticas.
Los pacientes se convierten entonces en insulinodependientes. El
tratamiento se basa lógicamente en la administración de esta
hormona y en un apoyo dietético bajo en calorías, con el fin de evitar
que el organismo necesite mayores cantidades de insulina y se
desarrolle, al final, resistencia a ella. Si se llegara a desarrollar
resistencia a la insulina, entonces la patogenia se desarrolla igual que
en DM2 (figura 10.29).
Figura 10.29. Patogenia de la diabetes mellitus tipo II.
Insulinomas
Es poco frecuente encontrar neoplasias de células beta de los islotes
de Langerhans que produzcan cantidades excesivas de insulina. A
diferencia de los seres humanos, los insulinomas caninos suelen ser
malignos. Los insulinomas son raros en perros, muy raros en gatos,
pero relativamente frecuentes en hurones (Mustela putoris). La
signología es de hipoglucemia: astenia, debilidad, convulsiones, coma
y muerte.
Lecturas recomendadas
Barret K et al. 2013. Ganong Fisiología Médica. 24a ed. 917,
Nueva York, EU: McGraw Hill.
Bielinska M, Kiiveri S, Parviaine H, Mannisto S, Heikenheimo M,
Wilson DB. 2006. Gonadectomy-induced adrenocortical
neoplasia in the domestic ferret (Mustela putoris furo) and
laboratory mouse. Vet Pathol, 43:97- 117.
Jiménez LF, Merchant H. 2013. Biología celular y molecular.
Madrid, España: Prentice Hall.
Mooney CT, Peterson ME. 2004. BSAVA Manual of Canine and
Feline Endocrinology. Dorset, UK: British Small Animal
Veterinary Association.
Robbins, Cotran. 2010. Patología estructural y funcional. 8a ed.
Philadelphia, Pennsylvania, EU: Saunders Elsevier.
Schoemaker NJ, Teerds KJ, Mol JA, Lumeij JT, Thijssen JHH,
Rijnberk A. 2002. The role of luteinizing hormone in the
pathogenesis of hyperadrenocorticism in neutered ferrets.
Molecular and Cellular Endocrinology, 197:117-125.
Sodikoff C. 2001. Pruebas diagnósticas y de laboratorio en
pequeños animales. 2a ed. Madrid, España: Elsevier.
Zachary JF, McGavin D. 2011. Pathologic Basis of Veterinary
Disease. 5th ed. St. Louis Missouri, EUA: Elsevier.
Departamento de Patología,
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia,
Universidad Nacional Autónoma de México
Ojo
Mireya Juárez Ramírez
Introducción
Breve repaso de embriología
Desarrollo del cristalino
Desarrollo de la vesícula óptica
Desarrollo de las vías ópticas
Breve repaso de anatomía e histología ocular
El globo ocular
El cristalino
La esclerótica
La córnea
La unión esclerocorneal o limbo
La coroides
El tapetum lucidum
El cuerpo ciliar
El iris
El ángulo de filtración
La retina
La conjuntiva
Los párpados
La membrana nictitante
La glándula lagrimal
Disección y fijación ocular
Alteraciones en el desarrollo
Entropión
Ectropión
Estrabismo
Anoftalmía
Microftalmía
Ciclopía y sinoftalmía
Ojo quístico congénito
Coloboma
Hipoplasia de la coroides
Anomalía del ojo del Collie
Opacidad corneal congénita
Persistencia de la membrana pupilar
Persistencia de la arteria hialoidea
Hipoplasia de la coroides
Hipoplasia del iris
Displasia de la retina
Hipoplasia del nervio óptico
Anomalías del ectodermo superficial
Anomalías de la córnea
Anomalías del cristalino
Afaquia
Microfaquia o cristalino pequeño congénito
Lenticono y lentiglobo
Ectopia congénita del cristalino
Cataratas congénitas
Anexos oculares
Lesiones adquiridas de los párpados
Blefaritis
Orzuelo
Chalazión
Blefaritis marginal granulomatosa idiopática
Glándula lagrimal
Dacrioadenitis
Protusión de la glándula nictitante
Epífora
Conjuntiva
Conjuntivitis
Rinotraqueitis infecciosa bovina
Conjuntivitis infecciosa felina
Herpesvirus felino tipo 1
Mycoplasma felis y Mycoplasma gatae
Chlamydophila psittaci
Conjuntivitis parasitarias
Thelazia sp
Habronemiasis
Oncocercosis
Córnea
Edema corneal
Heridas corneales
Lipidosis corneal
Otros depósitos corneales
Mineralización corneal
Hipermelanosis corneal
Hemosiderina
Queratitis
Queratitis epitelial
Queratitis ulcerativa
Pannus corneal (queratitis superficial crónica)
Queratitis micótica
Queratoconjuntivitis seca
Queratitis herpética en gatos
Queratoconjuntivitis infecciosa bovina
Queratoconjuntivitis infecciosa en ovejas y cabras
Cristalino
Catarata
Cataratas diabéticas
Otras causas de cataratas
Tracto uveal
Quistes uveales
Uveítis
Consecuencias de la uveítis
Clasificación de las uveítis
Uveítis serosa
Uveítis supurativa
Uveítis granulomatosa
Uveítis linfoplasmocítica
Endoftalmitis bacterianas
Endoftalmitis micóticas
Endoftalmitis parasitarias
Endoftalmitis virales
Hepatitis infecciosa canina (adenovirus canino)
Uveítis asociada a peritonitis infecciosa felina
Uveítis asociada a fiebre catarral maligna
Uveítis inmunomediadas
Uveítis recurrente equina
Uveítis linfonodular idiopática de los gatos
Uveítis linfocítica idiopática de los perros
Síndrome uveodermatológico en perros
Uveítis inducida por el cristalino
Uveítis facolítica
Uveítis facoclástica
Glaucoma
Glaucoma primario
Glaucoma secundario
Las lesiones que se desarrollan como resultado de glaucoma
Retina
Desprendimiento de retina
Degeneración de la retina
Retinitis y corioretinitis
Nervio óptico
Papiledema
Neuritis óptica
Degeneración del nervio óptico
Neuropatía óptica proliferativa
Neoplasias oculares
Lecturas recomendadas
Ojo
Mireya Juárez Ramírez
Introducción
La oftalmología veterinaria ha evolucionado considerablemente en los
últimos años particularmente en pequeñas especies. El desarrollo de
esta especialidad en medicina veterinaria hace que la tarea del
patólogo veterinario se limite muchas veces a la interpretación de
lesiones histológicas ya que las características anatómicas,
localización y transparencia del ojo favorecen su evaluación, por lo
que es el oftalmólogo quien detecta los cambios macroscópicos en el
ojo.
El examen del globo ocular es una evaluación post mortem en
miniatura, ya que debemos considerar que el desarrollo embrionario,
las lesiones y las enfermedades son diferentes en cada una de las
estructuras que constituyen el ojo. Considerando lo anterior, es
importante tener en cuenta algunos aspectos básicos del desarrollo
embriológico y la anatomía del ojo.
Figura 11.1. Esquema del desarrollo de los primeros esbozos oculares. Las
evaginaciones del prosencéfalo dan origen a las vesículas ópticas las cuales al
ponerse en contacto con el ectodermo originan a la placoda del cristalino.
El cristalino
Es una estructura transparente, biconvexa y avascular. Está
constituido por células epiteliales encerradas en una cápsula
homogénea. Las células en la cara anterior del cristalino por debajo
de la cápsula son cúbicas simples y forman el epitelio del cristalino.
Hacia el ecuador las células son largas y prismáticas y se disponen
formando las fibras del cristalino. A medida que se desarrollan nuevas
fibras a partir del epitelio del cristalino en la zona germinal del
ecuador, las fibras más viejas se desplazan hacia el centro y pierden
su núcleo. El cristalino está suspendido por las fibras zonulares que
se insertan en la cápsula y en los procesos ciliares (figura 11.5).
La esclerótica
Está constituida por haces de fibras de colágeno entremezcladas y
paralelas a la superficie del globo ocular. Además de fibroblastos,
fibras elásticas y melanocitos dispersos, principalmente en la parte
interna de la esclerótica.
La córnea
Es una estructura avascular, su superficie externa está cubierta por
un epitelio plano estratificado no queratinizado. Debajo del epitelio
está la membrana de Bowman que no se distingue en los mamíferos
domésticos. El estroma o sustancia propia de la córnea está
compuesto por tejido conectivo denso laminar. La membrana de
Descemet es relativamente gruesa y separa el estroma del epitelio
posterior. Este último es plano o cúbico simple, y cubre la superficie
posterior de la córnea (figura 11.6).
La coroides
Se ubica entre la esclerótica y la retina fotosensible y contiene
numerosos melanocitos; así como una fina red de tejido conectivo de
la capa supracoroidea, que une la esclerótica a la capa vascular de la
coroides, la cual está compuesta por una red profusa de vasos
sanguíneos rodeados por tejido conectivo laxo. La capa coriocapilar
contiene una red delgada de capilares que se distribuyen en un solo
plano. La membrana de Bruch es una membrana refráctil que se
ubica entre la capa coriocapilar y el epitelio pigmentado de la retina,
dicha membrana es difícil de individualizar (figura 11.8).
Figura 11.8. Representación esquemática de las capas de la coroides.
El tapetum lucidum
Es una capa reflectora que se localiza entre las capas coriocapilar y
vascular de la coroides en la porción dorsal del ojo. Está presente en
todos los animales domésticos con excepción del cerdo. El caballo y
los rumiantes poseen un tapetum fibroso compuesto por varias capas
de fibras de colágeno y fibroblastos. El gato y el perro poseen un
tapetum celular formado por células planas, pentagonales o
hexagonales. Las células del tapetum contienen numerosos gránulos
bastoniformes. Las superficies planas de las células y el eje
longitudinal de sus gránulos se ubican en paralelo con la superficie de
la retina (figura 11.9).
a
El cuerpo ciliar
Es la continuación anterior de la coroides, que se extiende hasta la
base del iris. El tejido conectivo laxo del estroma se forma de fibras
musculares lisas y constituye el músculo ciliar, que se ubica en la
periferia de una región vascular interna. El epitelio del cuerpo ciliar
está formado por células de la porción no fotosensible de la retina y
se denomina pars ciliaris retinae. Es una bicapa de células constituida
por un estrato basal de células pigmentadas y un estrato superficial
de células cilíndricas no pigmentadas. Los pliegues cortos de la cara
posterior del cuerpo ciliar se hacen más largos en el iris y forman los
procesos ciliares que se proyectan hacia el cristalino. Las fibras
zonulares se extienden desde los procesos ciliares hasta la cápsula
del cristalino (figura 11.10).
El iris
El iris corresponde a la porción anterior del tracto uveal. Forma un
diafragma delgado y contráctil con un orificio central, la pupila. La
base del iris está unida a la región anterior del cuerpo ciliar (figura
11.10). El tejido conectivo del estroma del iris contiene muchos
melanocitos y vasos sanguíneos. El estroma también contiene haces
de músculo liso en disposición circunferencial que forman el músculo
del esfínter (constrictor). La superficie anterior del iris no está cubierta
por un epitelio y en su lugar existe una capa discontinua de células
del estroma (fibroblastos y melanocitos). La cara posterior está
revestida por una bicapa de células epiteliales, la pars iridica retinae,
que representa la continuación anterior de la porción no fotosensible
de la retina. Consiste en una capa superficial de células cilíndricas
pigmentadas y una capa basal de células mioepiteliales pigmentadas
parcialmente. Estas últimas son células alargadas y contráctiles que
se disponen radialmente formando el músculo dilatador de la pupila.
La parte apical de las células contiene el núcleo y los gránulos de
pigmento, mientras que la región basal está libre de pigmento. La
región no pigmentada de las células mioepiteliales limita con el
estroma y se observa como una banda acidófila. La región
pigmentada de cada célula se ubica inmediatamente por debajo de la
capa de células cilíndricas pigmentadas. En el caballo, en el cerdo y
en los rumiantes, el borde pupilar presenta proyecciones iridiales
denominadas corpora nigra (gránulos del iris). Se trata de
proliferaciones del estroma y de las células epiteliales pigmentadas
del iris muy vascularizadas.
El ángulo de filtración
Se localiza en la periferia de la cámara anterior en una zona ubicada
entre el limbo, la base del iris y el cuerpo ciliar. Es una zona triangular
formada por una red tridimensional de trabéculas que delimitan
espacios por donde circula líquido (figura 11.11). Las trabéculas son
de naturaleza conectiva con células pigmentadas y revestidas por
células epiteliales planas. Forman el ligamento pectinado, la malla
trabecular uveal y la malla trabecular corneoescleral. En el margen
periférico de la cámara anterior el exceso del humor acuoso pasa por
las aberturas entre el ligamento pectinado hacia los espacios de
Fontana dentro de la red trabecular uveal. Estos espacios comunican
con los de la red trabecular corneoescleral que drenan en el plexo
venoso escleral. En el caballo, el limbo no se solapa con el ligamento
pectinado del ángulo de filtración y por ello el ligamento es evidente
durante el examen del ojo. En los otros mamíferos domésticos, el
limbo cubre al ligamento y por lo tanto éste permanece oculto por la
esclerótica opaca.
Figura 11.11. Representación esquemática de la circulación del humor acuoso.
La retina
La retina es la capa interna de la pared del globo ocular. La porción
fotosensible reviste la superficie interna del ojo (adyacente a la
cavidad del humor vítreo) por detrás de la ora serrata. Esta última es
el punto de transición entre la retina fotosensible y la no fotosensible.
A partir de la ora serrata la región no fotosensible se continua hacia
adelante como una bicapa de células formando la pars ciliaris retinae
y la pars iridica retinae que cubren el cuerpo ciliar y la superficie
posterior del iris.
Desde la coroides hasta la cavidad del humor vítreo existen diez
capas de la retina fotosensible: epitelio pigmentado, capa de conos y
bastones, membrana limitante externa (que generalmente pasa
inadvertida en el examen microscópico), capa nuclear externa, capa
plexiforme externa, capa nuclear interna, capa plexiforme interna,
capa ganglionar, capa de fibras nerviosas y membrana limitante
interna (figura 11.12). En la región del ojo donde se encuentra el
tapetum de la coroides las células cúbicas del epitelio pigmentado de
la retina contienen pocos gránulos de pigmento o ninguno. Estos son
numerosos donde el tapetum está ausente.
Figura 11.12. Representación esquemática de las capas de la retin
Los párpados
Están cubiertos por la conjuntiva palpebral por dentro y la piel por
fuera. La piel contiene folículos pilosos y glándulas sudoríparas
(glándulas de Moll) y sebáceas (glándulas de Zeis). En el cerdo, estas
glándulas están muy desarrolladas. Entre la dermis de la piel y la
lámina propia de la conjuntiva palpebral se encuentra una placa de
tejido conectivo denso denominado tarso (placa tarsal). Las glándulas
tarsales (glándulas de Meibomio) son de tipo sebáceo multilobular y
están incluidas en la placa tarsal. Sus conductos se abren en la
superficie palpebral cerca de su unión con la piel (figura 11.14).
Figura 11.14. Representación esquemática del párpado y sus glándulas anexas.
La membrana nictitante
La membrana nictitante, denominada también tercer párpado, es un
pliegue ventromedial de la conjuntiva sostenido por el cartílago hialino
(en el perro y en los rumiantes) o por el cartílago elástico (en el gato,
en el caballo y en el cerdo) (figura 11.15). La glándula superficial de la
membrana nictitante rodea la base del cartílago. Es una glándula
serosa en el caballo y en el gato, mixta en el perro y en los rumiantes
y mucosa en el cerdo. El cerdo cuenta además con la glándula de
Harder que se localiza en profundidad con respecto a la membrana
nictitante y produce una secreción grasa.
Figura 11.15. Representación esquemática de la membrana nictitante.
La glándula lagrimal
La glándula lagrimal es del tipo tubuloacinar, serosa en el gato y mixta
en los otros animales domésticos. En el cerdo predominan los
adenómeros mucosos, pero en los rumiantes y en el caballo
predominan los serosos. Existen también glándulas lagrimales
accesorias como la glándula de Krause, que es serosa o mixta (figura
11.16).
Alteraciones en el desarrollo
Los defectos oculares del desarrollo son comunes en los animales
domésticos, particularmente en perros de razas puras. Muchos
defectos afectan a los párpados y son el resultado de la acentuación
de las peculiaridades anatómicas de la raza, como el entropión
derivado de la enoftalmía seleccionada, o pelos mal dirigidos
derivados de pliegues faciales demasiado prominentes.
Entropión
Es la inversión del párpado y consecuentemente de las pestañas
(triquiasis). Esto favorece la presentación de conjuntivitis, queratitis y
úlceras corneales. El párpado inferior es el que por lo común se
encuentra afectado. El tratamiento es quirúrgico. Es frecuente en
perros de las razas Chow-chow, Bulldog, Bull mastiff, Sharpei y San
Bernardo (figura 11.19).
Ectropión
Es la eversión del párpado inferior, casi siempre es bilateral. La causa
en la mayor parte de los casos es hereditaria en perros de las razas
Basset hound, Bull mastiff, San Bernardo y Cocker spaniel (figura
11.19).
Estrabismo
Es la falta de paralelismo entre los ejes visuales de los ojos. En el
caso de los animales domésticos esta alteración ese uni- o bilateral y
en cualquiera de las cuatro direcciones posibles: convergente,
divergente, vertical y oblicuo (figura 11.20).
Figura 11.20. Representación esquemática de los diferentes tipos de estrabismo
Ciclopía y sinoftalmía
Se define como una malformación fetal caracterizada por una órbita
media que contiene un globo ocular único. La mayoría de los
individuos poseen alguna estructura intraocular duplicada, como el
cristalino, el iris o los vasos hialoideos y, por lo tanto, se considera
más apropiadamente como una separación incompleta o una fusión
prematura (sinoftalmía). La ciclopía y la sinoftalmía se acompañan de
otras anomalías como deformación o ausencia de oídos,
craniosquisis, paladar hendido, microcefalia, hidranencefalia e
hidrocéfalo.
Anomalías similares a la ciclopía se han descrito en borregos, pollos
y perros, en el caso de los bovinos se considera un defecto
hereditario. En los ovinos el desarrollo de esta malformación se
asocia al consumo de pasturas frescas o secas ricas en Veratrum
californicum por parte de hembras gestantes al día 15 de gestación.
Esta planta contiene tres alcaloides esteroides: jervina, ciclopamina y
cicloposina, los cuales son capaces de dañar el surco neural durante
el desarrollo del feto, esto debido a una supresión del gen Hedgehog
el cual juega un papel esencial en la organogénesis. Los corderos
afectados muestran lesiones que van desde ciclopía, microcefalia,
labio leporino y paladar hendido. En casos de fetos severamente
malformados, es frecuente observar gestación prolongada.
Ojo quístico congénito
Es una rara malformación ocular causada por una falla, parcial o total,
en la aposición de la vesícula óptica con el ectodermo craneal, que
provoca un fracaso en la inducción del desarrollo del cristalino, y a su
vez elimina el estímulo para la invaginación de la vesícula óptica.
Existen informes en perros, potros y conejos. Macroscópicamente,
esta lesión quística está formada por una pared, delgada y
transparente que permite la visualización de un liquido amarrillo
transparente. Microscópicamente, la capa externa del quiste está
compuesta por tejido conectivo denso entremezclado con adipocitos,
músculo y fibras nerviosas. La superficie interna consiste en una capa
de células neuroepiteliales pobremente diferenciadas; así como retina
inmadura. En algunas áreas del quiste, la capa de células
neuroepiteliales forma pequeñas proyecciones hacia la luz del quiste.
Coloboma
Es un defecto causado por la ausencia de fusión completa de los
labios de la fisura embrionaria, que da lugar a la presencia de un
canal en forma de ojal a través del cual el mesodermo formador de
vasos sanguíneos penetra en el globo ocular. El defecto en el cierre
de la fisura se produce en cualquier punto; sin embargo, es frecuente
observarlo en el polo caudal o ventral del disco óptico, en donde se
aprecia una evaginación revestida por neuroectodermo displásico. Si
el defecto es lo suficientemente grande, la evaginación inducirá un
abultamiento similar en la esclera, el cual se conoce como ectasia
escleral. Cuando la estasia es muy grande, da lugar a la formación de
un quiste retrobulbar. Los colobomas pueden presentarse en todas
las especies aunque frecuentemente forman parte de las anomalías
observadas en el ojo de la raza Collie. En bovinos Charolais, los
colobomas del disco óptico o cercano a él son transmitidos por un gen
autosómico dominante con penetrancia incompleta. La lesión es
bilateral pero no siempre de la misma gravedad.
Hipoplasia de la coroides
Es una lesión relativamente común en los ojos de los perros
considerando que constituye el defecto principal en la anomalía del
ojo del Collie, aunque se puede observar en otras razas de perros
como el Pastor ovejero australiano, el Pastor de las islas Shetland;
así como, en una gran variedad de razas asociada con los genes de
dilución del color (manchado, moteado y arlequín). La hipoplasia de la
coroides es el resultado de una falla en la inducción por parte de un
epitelio retiniano pigmentario defectuoso. Aunque el defecto básico no
ha sido claramente establecido, la prevalencia de hipoplasia del iris y
la coroides en animales blancos de todas las especies, especialmente
en los que poseen iris azules, sugiere estar relacionado con
pigmentación defectuosa. Este defecto afecta a los dos ojos, aunque
de forma asimétrica. Se caracteriza por hipopigmentación de la retina
y coroides, ausencia o hipoplasia del tapetum y la presencia de vasos
sanguíneos anormales, tortuosos, delgados o en menor cantidad. La
coroides estará pálida o transparente eso da un aspecto de ventana
por lo que se le denomina “ventana escleral”.
Anomalía del ojo del Collie
La anomalía del ojo del Collie fue descrita por primera vez en 1953.
Por medio de oftalmoscopia, se observan uno o más vasos retinianos
sinuosos, hipoplasia de local a difusa de la coroides y el tapetum,
coloboma típico y separación de la retina con hemorragia intraocular.
En los ojos de los perros afectados es frecuente observar también
enoftalmía, microftalmía y mineralización del estroma corneal. La
enfermedad es bilateral pero no necesariamente simétrica.
En el examen macroscópico del ojo seccionado en dos, se ve una
palidez anormal del segmento posterior del mismo. Si se observa el
globo ocular a trasluz, la esclerótica y la coroides muestran zonas
focales o difusas más traslúcidas de lo normal. La palidez y
traslucidez son signos de hipoplasia coroidal. Dentro o próximo al
disco óptico hay un coloboma de tamaño variable. Como se menciono
anteriormente, dependiendo del tamaño del coloboma habrá ectasia
escleral o un quiste retrobulbar. Si ocurre el desprendimiento de la
retina este generalmente es completo o solo se inserta en el disco
óptico anormal y en la ora ciliaris. En esos casos hay hemorragias
intravítreas intensas y desgarres de retina.
A nivel histológico, la coroides se observa adelgazada y poco
pigmentada (hipoplasia de la coroides), al igual que el tapetum, que
se adelgaza o está ausente. El epitelio retiniano pigmentario se
observa poco pigmentado y vacuolado. Con el objetivo de evitar una
mala interpretación de la madurez coroidal, es importante considerar
que en el perro la coroides y el tapetum no alcanzan su grosor
definitivo hasta aproximadamente 4 meses después del parto. Se
encuentran colobomas del disco óptico los cuales, como ya se
mencionó, están revestidos por neuroectodermo displásico que se
continúa con la retina. Esta última exhibe edema en la capa de fibras
nerviosas y vacuolización en la capa de células ganglionares sobre
todo en aquellas zonas donde la coroides está severamente
hipoplásica. Otras lesiones retinianas son: la formación de pliegues y
el desprendimiento de la retina. Además de metaplasia y
mineralización focal del estroma corneal subepitelial.
Opacidad corneal congénita
Es causada por el desarrollo anormal de la cámara anterior,
particularmente por sinequias anteriores congénitas y por la
persistencia de las membranas pupilares. La adherencia de las
estructuras de la cámara anterior con el endotelio corneal, o su
interposición durante el crecimiento interno del endotelio, tiene como
resultado la ausencia focal del endotelio corneal y la desorganización
del estroma corneal adyacente.
Macroscópicamente, la córnea afectada muestra una opacidad
profunda del estroma, causada por el edema o fibrosis del estroma en
la zona del endotelio defectuoso. En el estroma corneal se
encuentran pigmentos originados en los cordones uveales
adherentes. La opacidad es focal o difusa, de acuerdo con el grado
de adherencia úveo-corneal. La opacidad congénita difusa se
presenta en bovinos de la raza Holstein-friesan. La lesión histológica
corresponde a edema corneal difuso y se desconoce su patogenia. La
córnea es permanentemente opaca.
Persistencia de la membrana pupilar
La membrana pupilar persistente se origina de la atrofia retardada o
incompleta de la red vascular perilenticular anterior que en el feto se
genera del círculo arterial menor del iris y rodea al cristalino en
desarrollo. La atrofia habitualmente es incompleta al nacimiento y en
perros se llegan a observar remanentes hasta los seis meses de
edad. Macroscópicamente, estas bandas no irrigadas se observan
como proyecciones cortas, filamentosas que van desde la zona del
círculo arterial menor (collarín del iris) y se insertan en otra parte del
iris a través de la pupila o se extienden dentro de la cámara anterior.
La persistencia de la membrana pupilar provoca obstrucción de la
visión u opacidad del cristalino.
Las descripciones histológicas se basan en estudios realizados en
perros Basenji en donde la persistencia de la membrana pupilar se
debe a un factor autosómico recesivo de penetrancia variable. En
esta raza la atrofia de la membrana pupilar es anormalmente lenta y
con remanentes, en cachorros de más de ocho meses de edad. Las
membranas se observan como finos tubos endoteliales cubiertos por
un estroma adventicio delgado, y se extienden desde los vasos del
estroma del iris cercanos al collarín. Los tubos por lo general están
vacíos, pero en casos graves contienen eritrocitos y la adventicia
melanina. Los tubos se entrelazan y se dirigen a su sitio de inserción
en la córnea, iris o el cristalino. En los sitios de inserción corneal el
endotelio está ausente o muestra signos de displasia. La membrana
de Descemet se encuentra ausente o mal formada en las zonas de
inserción y se aprecia edema en el estroma corneal. Al entrar en
contacto con el cristalino, se produce una displasia similar del epitelio
y al de la membrana basal lo que conduce al desarrollo de cataratas.
Persistencia de la arteria hialoidea
La arteria hialoidea y sus ramas derivan del mesodermo que penetra
en la copa óptica a través de la fisura embrionaria, antes de su cierre.
El vaso atraviesa la copa óptica extendiéndose desde el disco óptico
hasta el cristalino, donde se ramifica sobre la superficie posterior del
cristalino y se une a las ramas de la membrana pupilar de la cámara
anterior para formar la túnica vascular perilenticular completa. Como
sucede con su homólogo de la cámara anterior, el sistema hialoideo
sufre una atrofia completa antes del nacimiento. Cuando la atrofia del
mesodermo del segmento posterior es incompleta da como resultado
la persistencia de la arteria hialoidea (figura 11.22).
Hipoplasia de la coroides
Es una anomalía congénita relativamente común en perros,
considerando su prevalencia en perros Collie, en los que esta lesión
es uno de los defectos principales, aunque se manifiesta en otras
razas, asociada a genes de dilución del color (manchado, moteado y
arlequín) como el Alaska malamute, el Dálmata, el Gran danés y en
otras razas. Se le asocia con genes de color arlequín. Considerando
que la prevalencia de la hipoplasia de la coroides y del iris es más alta
en animales blancos de todas las especies, especialmente en los que
poseen iris azules, se sugiere que esta anomalía está relacionada con
defectos en la pigmentación como consecuencia de la falta de
inducción por parte de un epitelio retiniano pigmentario defectuoso.
Hipoplasia del iris
Es un defecto raro que se presenta solo o con otros defectos
oculares, consecuencia de la migración interna incompleta del labio
anterior de la copa óptica que provoca la falta de una malla
neuroectodérmica que guía la migración u organización del
mesodermo del iris. La hipoplasia por lo general es severa y la mayor
parte de los casos clínicos se describen como aniridia (ausencia del
iris). En el examen histológico se observan vestigios del iris, como un
muñón triangular del mesodermo cubierto posteriormente por un
epitelio pigmentado de aspecto normal. La hipoplasia del iris se ha
descrito en perros, cerdos, bovinos y caballos. Esta lesión va
acompañada de cataratas y de cristalino ectópico o hipoplásico.
Displasia de la retina
Este término se refiere a la diferenciación anormal de la retina
caracterizada por el desorden de las capas retinianas y la
proliferación glial. La displasia de la retina es común en perros y
bovinos. Entre las causas de este defecto se encuentran: la aposición
inadecuada de las dos capas de la copa óptica, la ausencia de
desarrollo asociada a la presencia de un epitelio retiniano pigmentario
defectuoso, o bien la necrosis de la retina en desarrollo. La displasia
de retina se caracteriza por la presencia de pliegues retinianos,
rosetas retinianas y cicatrices gliales. La característica más
importante de la displasia de retina es la roseta, compuesta por una
luz rodeada por una a tres capas de neuroblastos. La luz contiene
fibrillas rosadas que semejan fotorreceptores y está limitada por una
fina membrana similar a la membrana limitante externa normal.
En el caso de los perros de las razas Terrier y Spaniel se ha descrito
un tipo de displasia hereditaria en la cual se aprecian pliegues
retinianos multifocales, los cuales se caracterizan por presentar
rosetas de tres capas, muchas de ellas cerca del disco óptico.
Además de la displasia de retina estas razas desarrollan cataratas.
En la displasia de retina observada en perros Collie el defecto se
debe a que el epitelio retiniano pigmentario es defectuoso. La
formación de pliegues y rosetas retinianas se observa cerca del disco
óptico y en la pared de los colobomas.
Por último, los casos de displasia de retina asociados a necrosis
retiniana durante el desarrollo embrionario se deben a infecciones
virales entre las que se encuentran infecciones por Pestivirus (diarrea
viral bovina), Orbivirus (lengua azul), Herpesvirus canino tipo 1,
Parvovirus (panleucopenia viral felina) y Gammaretrovirus (leucemia
viral felina). La lesión histológica en todas estas enfermedades es
muy similar, se encuentran vestigios de inflamación y formación de
cicatrices posnecróticas en la retina, el nervio óptico, y quizás en
menor grado en la coroides. El epitelio retiniano pigmentario dañado
tiene hiperplasia reactiva y migración de células pigmentadas hacia la
retina dañada o formación de placas fibrogliales en lugar del epitelio
simple cuboidal normal. Además las capas nucleares de la retina se
desorganizan y se forman rosetas. En casos de diarrea viral bovina,
los terneros, además de presentar displasia de retina, manifiestan
atrofia cerebelar y, a veces, hidrocéfalo o hidranencefalia.
Hipoplasia del nervio óptico
La hipoplasia del nervio óptico es la anomalía más común del nervio
óptico. Es uni- o bilateral y coexiste con otras anomalías como la
displasia de retina. En la mayoría de los casos se trata de una
hipoplasia congénita resultado de la escasez de células ganglionares,
que se producen en las enfermedades retinianas de origen viral,
tóxico, genético o idiopático. El único ejemplo de origen nutricional se
asocia con la deficiencia de vitamina A en el bovino, en el cual la falla
en la remodelación del foramen del nervio óptico y su consiguiente
estenosis provoca la hipoplasia del nervio óptico en desarrollo. En los
porcinos, la deficiencia de vitamina A provoca, además de hipoplasia
del nervio óptico, displasia ocular difusa y múltiples anomalías
sistémicas. El examen histológico de los ojos afectados muestra
pocas o ninguna célula ganglionar y una capa delgada de fibras
nerviosas y de aspecto apolillado.
c
d
Anomalías de la córnea
Estas son de origen ectodérmico o mesodérmico, y afectan el
tamaño, la forma o la transparencia de la córnea.
Microcórnea. Esta anomalía se caracteriza por la presencia de
una córnea pequeña pero histológicamente normal, dentro de un
globo ocular de tamaño normal. Esta alteración no tiene
importancia clínica.
Dermoide. Es una lesión congénita de la córnea y la conjuntiva
bulbar que se caracteriza por la diferenciación focal de tipo
epidérmico. A este tipo de alteración también se le denomina
coristoma. El grado de diferenciación varía pero generalmente
está compuesto por un epitelio escamoso estratificado
queratinizado y a veces pigmentado, superpuesto a una dermis
irregular que contiene folículos pilosos, glándulas sudoríparas y
sebáceas. En el margen del dermoide, el colágeno dérmico se
mezcla con el estroma regular de la córnea y la epidermis se
transforma en epitelio corneal.
Anexos oculares
Los anexos oculares comprenden los párpados, la membrana
nictitante, las glándulas lagrimales y las lagrimales accesorias. A
continuación se describen algunas de las alteraciones que se
encuentran de forma común en estas estructuras.
Glándula lagrimal
Dacrioadenitis
Es la inflamación de la glándula lagrimal, resultado de una celulitis o
de un trauma orbital, de una inflamación intraocular severa, o bien, se
asocia a enfermedades sistémicas como la fiebre catarral maligna, la
peritonitis infecciosa felina o el moquillo canino. En ratas de
laboratorio es muy frecuente la dacrioadenitis causada por
coronavirus en la cual hay inflamación aguda y necrosis de la
glándula de Harder y las glándulas salivales; en etapas avanzadas,
hay fibrosis y metaplasia escamosa de las glándulas afectadas.
Protusión de la glándula nictitante
Es una lesión frecuente en perros y se piensa que está relacionada
con una laxitud congénita del tejido conectivo fibroso que sujeta la
glándula al cartílago del tercer párpado. La eversión resultante tiene
aspecto neoplásico por lo que esta lesión se extirpa quirúrgicamente
con mucha frecuencia, aunque la membrana nictitante esté normal
(figura 11.26). Debido a que esta glándula suministra un porcentaje
importante de la secreción lagrimal total, su extirpación quirúrgica
puede generar una queratoconjuntivits seca en perros que poseen
una glándula lagrimal primaria que no funciona normalmente.
Figura 11.26. Representación esquemática de la protusión de la glándula
nictitante en un perro.
Epífora
Este término se utiliza para describir la existencia de un lagrimeo
continuo debido un exceso en la secreción de lágrimas causado por
un estímulo externo que actúa como irritante. En otras ocasiones está
asociado a un defecto en el sistema de drenaje lagrimal debido a una
disposición anormal del párpado y obstrucción a nivel del conducto
nasolagrimal o del saco lagrimal. La obstrucción del sistema lagrimal
es congénita si está presente desde el nacimiento, y en ese caso lo
más frecuente es que se deba a la atresia de los conductos
lagrimales. Cuando aparece en animales adultos se debe a la
inflamación del saco lagrimal o dacriocistitis.
Conjuntiva
Conjuntivitis
A la inflamación de la conjuntiva se le denomina conjuntivitis y esta es
la lesión más común en el ojo. El daño agudo de esta mucosa sea
físico, químico o microbiano, causa hiperemia y edema. La descarga
ocular en las etapas iniciales del daño es serosa y progresa a mucosa
y a veces a purulenta si aumenta la severidad de la lesión. Cuando
existe inflamación crónica, se produce hiperplasia epitelial, metaplasia
escamosa que progresa hacia queratinización, hiperplasia de células
caliciformes y linfoide.
Dentro de las causas de conjuntivitis se incluyen traumatismos,
desecación, alergenos, bacterias como Pseudomona y Proteus son
significativas sobre todo si consideramos que la flora normal de la
conjuntiva está formada por bacterias gram positivas; hongos como
Candida albicans; por virus que cursan con enfermedad sistémica
como el de moquillo canino, diarrea viral bovina, fiebre catarral
maligna, cólera porcino, arteritis viral equina y por parásitos como
Habronema, Onchocerca y Thelazia. En algunos casos, será
imposible establecer el origen.
Considerando que la conjuntivitis es una lesión registrada en un
grupo extenso de enfermedades, en esta sección se describen solo
aquellas en donde la conjuntivitis es prominente o es el único signo.
Rinotraqueitis infecciosa bovina
Esta enfermedad es causada por el herpesvirus bovino tipo 1. La
infección se acompaña de una conjuntivitis serosa a purulenta que se
confunde clínicamente con la queratoconjuntivis infecciosa bovina (ojo
rosado) provocada por Moraxella bovis. En la rinotraqueitis infecciosa
bovina por lo general no se afecta la córnea, por lo que ésta nunca
desarrolla la queratitis ulcerativa y supurativa típica de la
queratoconjuntivitis infecciosa. Lo que sí, se observa en una gran
cantidad de animales con nódulos blancos multifocales de 1 a 2 mm
de diámetro sobre la conjuntiva palpebral o bulbar. Estas lesiones
aparecen 3 días después de la infección en el saco conjuntival y
corresponden a hiperplasia del tejido linfoide, la conjuntiva
suprayacente se ulcera y se llena de fibrina.
Conjuntivitis infecciosa felina
Se presenta como una infección mixta provocada por Herpesvirus
felino tipo 1, Mycoplasma felis y Chlamydophila psittaci. El diagnóstico
en estos casos debe realizarse de forma integral incluyendo los
signos clínicos y la demostración del agente involucrado por PCR o
aislamiento microbiológico, ya que las lesiones histológicas no son
específicas de algún agente en particular.
Herpesvirus felino tipo 1
Causa conjuntivitis, queratitis e infección del tracto respiratorio alto en
animales jóvenes, y en animales viejos provoca solo conjuntivitis
recurrente.
Mycoplasma felis y Mycoplasma gatae
Las descripciones de la participación de estos agentes en casos de
conjuntivitis son muy variables, además se ha tratado de recrear la
infección mediante la inoculación de estos microorganismos en el
saco conjuntival de gatos jóvenes tratados con corticoesteroides y no
se genera la infección. Además de que debemos recordar que en el
caso de los gatos Mycoplasma se considera habitante normal de la
conjuntiva por lo que se considera que su participación en casos de
conjuntivitis es como agente oportunista y no como patógeno
primario. Macroscópicamente, en casos en donde se ha demostrado
su participación, se desarrolla una conjuntivitis pseudodiftérica que
inicialmente es unilateral. A nivel histológico, se aprecia una
conjuntivitis erosiva no supurativa. El diagnóstico requiere de la
demostración de los cuerpos cocoides a la periferia de las células
epiteliales conjuntivales.
Chlamydophila psittaci
Comúnmente causa conjuntivitis unilateral en gatos de cualquier
edad, con o sin asociación de otro agente. La conjuntivitis es
inicialmente neutrofílica y rápidamente se vuelve mixta por lo que
están presentes neutrófilos, macrófagos, linfocitos y células
plasmáticas. En las primeras etapas de la infección del día siete al
catorce se manifestarán cuerpos de inclusión intracitoplasmáticos. En
caso de no observar estas estructuras, el diagnóstico se lleva a cabo
por inmunofluorescencia.
Conjuntivitis parasitarias
Los miembros del género Thelazia, Habronema, Draschia,
Onchocerca y numerosos miembros de la familia Oestridae causan
conjuntivitis parasitarias –relativamente frecuentes en el mundo– De
todos estos sólo Thelazia constituye un parasito ocular verdadero; los
demás causan afecciones de los párpados, la conjuntiva o la órbita de
forma accidental durante su migración larvaria.
Thelazia
Los miembros de la familia Thelazia son nematodos delgados de 7 a
20 mm de longitud, móviles y habitan en el saco conjuntival y el
conducto lagrimal de diferentes mamíferos domésticos y silvestres.
Las especies más comúnmente asociadas con conjuntivitis en
animales domésticos son: Thelazia lacrymalis en caballos, Thelazia
rhodesi, Thelazia gulosa y Thelazia skrjabini en rumiantes; Thelazia
callipaeda en carnívoros y humanos. Las hembras son vivíparas y las
larvas se encuentran libres en la secreción lacrimal donde son
consumidas por moscas del género Musca en las cuales se
desarrollan en un lapso de 15 a 30 días; después de ese tiempo la
larva 3 infectante migra hacia la probóscide de la mosca y son
depositadas en los sacos conjuntivales cuando la mosca se alimenta
(figura 11.27).
Habronemiasis
La habronemiasis ocular es causada por las larvas de Habronema
muscae, Habronema microstoma o Draschia megastoma, que
depositan la Musca domestica o Stomoxys calcitrans, hospedadores
intermediarios de este parásito en el canto medial de los ojos de los
caballos. Las larvas causan una lesión ulcerativa y exudativa de 0.5-1
cm de diámetro, en el ángulo interno del ojo, que se hace
progresivamente nodular, a medida que se instala la reacción
granulomatosa contra las larvas e infiltrado eosinofílico. Dentro de los
granulomas se encuentran depósitos de mineral, restos caseosos,
licuefacción y larvas viables o degeneradas. Las lesiones histológicas
de la habronemiasis ocular son similares a las provocadas en la forma
cutánea (figura 11.28).
Oncocercosis
La oncocercosis es una enfermedad parasitaria que se encuentra de
forma común en los caballos (Onchocerca cervicalis y Onchocerca
reticulata), en los bovinos (Onchocerca linealis y Onchocerca
guturosa) y otros ungulados. En el caso de los perros se considera
que es un hospedador accidental con localización aberrante y esto se
debe al contacto cercano que tiene con los hospedadores definitivos.
Las lesiones asociadas a este parásito en los ojos de los perros son
granulomas o piogranulomas en la esclerótica o lámina propia
subconjuntival, esos granulomas contienen fragmentos de parásitos o
filarias adultas viables. En el caso de los equinos, la infección con
Onchocerca cervicalis y Onchocerca reticulata ocurre comúnmente en
el ligamento nucal o tendones, pero las microfilarias de estos
parásitos llegan al ojo y afectan la conjuntiva, la córnea y el iris,
donde provocan inflamación eosinofílica y granulomatosa.
Córnea
Edema corneal
El edema corneal ocurre inmediatamente después de una lesión y es
resultado de la imbibición de agua lagrimal a través del epitelio
corneal dañado, debido a incompetencia del endotelio corneal para
absorber el agua proveniente de la cámara anterior. Si el daño
epitelial o endotelial es focal, el edema se limitará al sitio dañado. La
córnea edematosa se opaca y aumenta de tamaño. A nivel histológico
el estroma edematoso se aprecia poco teñido y las fibras de colágeno
están separadas e inmersas en una sustancia fundamental de
glucosaminoglicanos excesivamente hidratada.
El edema corneal también es parte de una enfermedad corneal
crónica. En donde la vascularización de la córnea en respuesta a
daño severo va acompañada de edema (figura 11.29). Otros casos en
los que se genera edema corneal, son los de glaucoma, en donde el
aumento de la presión intraocular altera la función de la bomba de
iones, que se encarga de deshidratar el estroma corneal bajo
condiciones normales, y, por lo tanto, conduce a un incremento en la
cantidad de agua en el estroma, y en anomalías del segmento
anterior como persistencia de la membrana pupilar o sinequia anterior
congénita en donde el defecto focal en la continuidad del endotelio
provoca edema.
Figura 11.29. La vascularización de la córnea en lesiones crónicas lleva al
desarrollo de edema corneal. Tinción H-E.
Heridas corneales
Las heridas de la córnea asociadas a traumatismo, son o superficiales
o profundas. Las superficiales afectan únicamente al epitelio y el
estroma superficial y se reparan en dos o tres días, dependiendo de
su extensión y de que no se infecten. La reparación se lleva a cabo
por la proliferación de la membrana basal (figura 11.30).
Las heridas profundas que afectan más allá de la lámina externa del
estroma y que son perforantes, se reparan mediante proliferación
epitelial, síntesis de colágeno y proliferación del tejido conectivo
fibroso (figura 11.31).
Figura 11.31. Representación esquemática de una herida corneal profunda en
donde hay afectación de la lámina externa del estroma.
Hemosiderina
Hay hemosiderina entre las células epiteliales de la córnea en casos
donde ha habido hemorragia de la cámara anterior o en el estroma
corneal en donde inclusive se hallan algunos macrófagos fagocitando
eritrocitos o hemosiderina.
Queratitis
A la inflamación de la córnea se le denomina queratitis y
tradicionalmente se divide en epitelial, estromal o intersticial y
ulcerativa.
Queratitis epitelial
Es raro encontrar una lesión epitelial pura debido a que ésta es
transitoria y leve, además de que los ojos con ese tipo de alteración
no son remitidos para su estudio histológico.
Queratitis ulcerativa
Incluye a un amplio grupo de lesiones causadas por agentes físicos,
químicos, desecación, traumatismos, infecciones virales, bacterianas
o micóticas y degeneración primaria del epitelio corneal.
Independientemente de la causa, la pérdida del epitelio inicia una
serie de reacciones de la córnea causada por la imbibición de
lágrima, producción de citocinas locales y la posible contaminación
bacteriana de la herida, que culminan con la formación de una úlcera.
La participación de las bacterias y hongos en la patogénesis de las
úlceras corneales es oportunista. Sin embargo, contribuyen
significativamente en la perpetuación y la extensión del daño ya que
la presencia de proteasas y colagenasas microbianas favorecen la
licuefacción del estroma, a esta lesión se le denomina
queratomalacia. Entre las bacterias que cuentan con potentes
proteasas y colagenasas se encuentran Pseudomona sp y
Streptococcus sp. Las secuelas de la queratitis ulcerosa afectan la
córnea, la conjuntiva y la úvea, con posible aparición de sinequias
anteriores y glaucoma. En casos de perforación corneal, el iris
atraviesa por ese defecto (prolapso del iris) y se incorpora a la cicatriz
corneal, a esto se le denomina estafiloma.
Pannus corneal (queratitis superficial crónica)
La única lesión que corresponde a una queratitis estromal, en donde
el objetivo primario de la inflamación es el estroma corneal es una
enfermedad idiopática que ha sido observada de forma frecuente en
el Pastor alemán y en razas fenotípicamente similares. La prevalencia
y severidad de la lesión está directamente relacionada con la altitud y
se sugiere la participación de la exposición a la luz solar en la
patogénesis. La lesión temprana aparece como vascularización y
opacidad del estroma corneal que crece en dirección al limbo. El
crecimiento es bilateral aunque no simultáneo y frecuentemente se
origina de la porción ventrolateral del limbo. No hay ulceración pero la
pigmentación es marcada. Las lesiones no tratadas eventualmente
infiltran toda la córnea, convirtiendo el estroma corneal superficial en
una membrana opaca que semeja tejido de granulación. Los cambios
a nivel histológico varían con la duración de la lesión. Inicialmente hay
infiltración de células mononucleares especialmente células
plasmáticas. Posteriormente hay una progresiva vascularización y
fibroplasia del estroma superficial acompañado por hiperplasia
epitelial y pigmentación. Es importante señalar que la porción
profunda del estroma nunca es afectada.
Queratitis micótica
Las queratitis micóticas han sido descritas comúnmente en equinos,
aunque se han encontrado en todas las especies domésticas. Los
hongos involucrados en este tipo de lesión son considerados flora
normal de la conjuntiva y su rol en el desarrollo de la enfermedad
siempre es como oportunista. Aspergillus es el hongo más
frecuentemente recuperado en los aislamientos realizados seguido
por Alternaria, Penicillium y Cladosporium (figura 11.35). La mayoría
de los casos ocurren probablemente por iatrogenias en animales con
ulcera corneal, laceración o penetración de algún objeto extraño y que
han sido tratados por un periodo relativamente largo con antibióticos y
corticoesteroides. A nivel histológico, la lesión típica durante las fases
iniciales es una queratitis ulcerativa profunda con queratomalacia
supurativa. Mientras que las lesiones crónicas se limitan
exclusivamente al estroma ya que la reparación del epitelio y el
estroma superficial son muy efectivas.
Figura 11.35. Equino. Queratitis por Aspergillus sp.
Queratoconjuntivitis seca
La respuesta de la córnea a la desecación depende de la rapidez de
la aparición y la gravedad de la desecación. La queratoconjuntivitis
seca es consecuencia de diversas alteraciones como: la inadecuada
cantidad y calidad de las lágrimas, secundaria a exoftalmia, debido a
un inapropiado cierre de los párpados por un desarrollo anormal de
los mismos, daño de los nervios oculomotor y trigémino con afección
del reflejo del parpadeo, depresión profunda del sistema nervioso
central, glaucoma o la presencia de neoplasias que impiden el
adecuado cierre de los párpados.
Si la desecación es profunda y ocurre rápidamente, la córnea no
tiene tiempo para adaptarse y se desarrolla una úlcera aguda la cual
se distingue histológicamente de los otros tipos de ulceración corneal
porque en este caso no hay edema ni infiltrado neutrofílico debido a la
ausencia de lágrimas. Si la desecación es leve u ocurre en un periodo
de tiempo relativamente largo permitirá a la córnea adaptarse y eso
conducirá al desarrollo de metaplasia cutánea corneal.
La queratitis seca aguda o crónica se observa después de la
destrucción o denervación de la glándula lagrimal o accesoria, en
deficiencias crónicas de vitamina A, en donde las glándulas
lagrimales sufren metaplasia escamosa provocando una inadecuada
secreción de lágrimas. En roedores, la infección por coronavirus
provoca adenitis y atrofia lagrimal. En los perros, el virus del moquillo
canino en las fases aguda o crónica provoca adenitis. En gatos, la
queratoconjuntivis herpética se acompaña de una queratoconjuntivitis
seca transitoria.
La queratoconjuntivis seca como una enfermedad específica ha sido
descrita en perros, en donde la enfermedad es crónica, progresiva e
idiopática. Su prevalencia es más alta que la esperada en algunas
razas como Bull dog inglés, Lhasa apso, Shih tzu y West highland
terrier; sin embargo, su causa es desconocida.
Queratitis herpética en gatos
La queratitis herpética felina, es causada por el herpesvirus felino tipo
1. Clínicamente las infecciones por herpesvirus en gatos incluyen
conjuntivitis, queratitis, rinotraqueitis, aunque en los recién nacidos la
infección puede ser sistémica.
La queratitis es la lesión más común en gatos adultos y resulta de la
activación de una infección latente durante el desarrollo de una
enfermedad inmunosupresora o de una terapia prolongada con
corticoesteroides. La lesión corneal es pura, unilateral y puede
contener numerosos cuerpos de inclusión intranucleares eosinofílicos
en células epiteliales descamadas, la presencia de neutrófilos es
escasa hasta que la contaminación con bacterias oportunistas lleve al
desarrollo de úlceras corneales.
Queratoconjuntivitis infecciosa bovina
La queratoconjuntivitis infecciosa bovina u ojo rosado y el carcinoma
de células escamosas son las enfermedades oftálmicas más
importantes en los bovinos. Moraxella bovis se ha confirmado como el
agente causal más importante de esta lesión ya que se han
recuperado cepas hemolíticas, leucocitolíticas y con pili de los ojos de
los bovinos afectados. Además de los factores de virulencia con los
que cuentan las diferentes cepas Moraxella bovis existen otros
factores como la luz solar, el polvo, las infecciones con otros agentes
como Mycoplasma bovoculi, Mycoplasma conjunctivae, Acholeplasma
laidlawii y Herpesvirus bovino tipo 1, que contribuyen con la severidad
de la lesión. En infecciones de campo las lesiones iniciales después
del infección con Moraxella bovis son el edema conjuntival e
hiperemia, después de 24-48 horas se hace evidente el desarrollo de
una úlcera corneal que progresa a absceso corneal y queratomalacia
la cual es resultado de la lisis de los neutrófilos en la zona y la
producción de leucotoxinas por Moraxella. Dependiendo de la
severidad y extensión de la lesión, las secuelas después de la
infección son: uveítis anterior con formación de sinequias,
estafilomas, glaucoma o ptisis bulbi.
Queratoconjuntivitis infecciosa en ovejas y cabras
Las epizootias de conjuntivitis y queratitis en borregos y cabras
comparten varias características con la queratoconjuntivis infecciosa
de los bovinos. Tiene una alta prevalencia en el verano y se exacerba
con el polvo, rayos solares y presencia de moscas. Muchos agentes
incluyendo bacterias, micoplasmas, clamidias y ricketsias han sido
propuestos como agentes causales; sin embargo, solo algunos
micoplasmas y clamidias se consideran los más importantes. Por
ejemplo, las lesiones causadas por Mycoplasma mycoides var capri
en cabras y Mycoplasma conjuntivae var ovis en borregos son
similares, aunque más leves que las causadas por Moraxella bovis en
vacas y particularmente en el caso de las cabras la formación de
úlceras corneales profundas es poco común.
La queratoconjuntivitis asociada a Chlamydophila psittaci es
predominantemente una conjuntivitis y el enrojecimiento inicial es
seguido de hiperplasia linfoide masiva en la conjuntiva bulbar y en la
membrana nictitante. La queratitis puede generarse, pero las úlceras
son raras. Los animales con conjuntivitis cursan con poliartritis de
donde se ha aislado Chlamydophila psittaci.
Cristalino
Catarata
La catarata es la lesión más común e importante del cristalino.
Catarata significa opacidad del cristalino. Uno de los desafíos más
grandes para la evaluación de esta lesión a nivel histológico es
distinguir una catarata genuina de cambios asociados a la fijación o
corte de esta estructura por lo que en una catarata debemos
observar: glóbulos de Morgagni, células en vejiga, hiperplasia epitelial
del cristalino, migración posterior del epitelio del cristalino y
mineralización.
Glóbulos de Morgagni. Estas estructuras corresponden a
glóbulos esféricos eosinofílicos que corresponden a proteínas
desnaturalizadas del cristalino.
Células en vejiga. Son células del epitelio del cristalino que
trataron de formar nuevas fibras del cristalino; sin embargo, el
esfuerzo no es suficiente y desarrollan degeneración hidrópica,
debido a esto las células son nucleadas, grandes, espumosas y
en ocasiones fusiformes (figura 11.36).
Figura 11.36. Perro. Cristalino. Células en vejiga. Tinción H-E.
Tracto uveal
En esta sección se abordarán las alteraciones degenerativas e
inflamatorias del tracto uveal el cual está compuesto por el iris, el
cuerpo ciliar y la coroides.
Quistes uveales
Estos se forman tras la acumulación de fluido entre dos de las capas
posteriores del iris o el epitelio ciliar. La formación de estos quistes es
común en perros viejos y rara en gatos. Clínicamente, estos quistes
se observan en el fondo del ojo, son traslúcidos y aparecen unidos a
la porción posterior del iris o flotando libremente. En perros de las
razas Cobrador dorado y el Lobero irlandés se ha descrito un
síndrome asociado a la formación de quistes en el iris con desarrollo
de glaucoma.
Uveitis
Se refiere a la inflamación del tracto uveal y es resultado de
traumatismo ocular, daño por agentes químicos, infecciosos,
neoplasias o reacciones inmunológicas. La patogénesis de la uveítis
se divide arbitrariamente en tres grandes categorías: la asociada con
la llegada vía hematógena de los agentes infecciosos al tracto uveal,
las enfermedades que resultan de la respuesta uveal a agentes
infecciosos o no infecciosos dentro de las cámaras oculares y las
uveítis autoinmunes que resultan de la falla en la tolerancia
inmunológica.
El vocabulario de la uveítis y sus secuelas es compleja, por eso a
continuación se definirán algunos conceptos.
Uveítis anterior: es la inflamación del iris y el cuerpo ciliar.
Uveítis posterior: es la inflamación de cuerpo ciliar y la coroides.
Panuveítis: es la inflamación del iris, el cuerpo ciliar y la coroides.
Corioretinitis: es la inflamación de la coroides y la retina.
Endoftalmitis: es la inflamación de la uvea, retina y cavidades
oculares.
Panoftalmitis: es la inflamación de todas las estructuras oculares
incluyendo la esclerótica.
Sinequia anterior: se refiere a la adherencia del iris con la córnea
(figura 11.37).
Sinequia posterior: se refiere a la adherencia del iris con el
cristalino (figura 11.37).
a
b
Consecuencias de la uveítis
La importancia de la uveítis radica en los efectos que tiene sobre los
tejidos adyacentes al tracto uveal, algunos de los cuales se presentan
como resultado de la acumulación de células inflamatorias y
mediadores químicos de la inflamación o de su organización y
eventos proliferativos que llevarán a la reparación del daño en las
cavidades oculares.
Edema corneal
Los cambios corneales incluyen edema e hiperemia del estroma
periférico. El edema resulta del daño al endotelio corneal o del
incremento de la permeabilidad de los vasos sanguíneos del limbo en
respuesta a los mediadores de la inflamación liberados en la úvea
adyacente. En ojos con uveítis crónica, el edema es resultado de
glaucoma o sinequias anteriores.
Glaucoma
La acumulación de fibrina, leucocitos y eritrocitos en el humor acuoso
obstruyen al ángulo de filtración, lo que lleva al desarrollo de
glaucoma.
Sinequias
Cuando una sinequia posterior involucra la circunferencia del iris, el
flujo del humor acuoso a través de la pupila se bloquea, lo que
provoca un aumento en la presión en la cámara posterior provocando
que el iris se abulte hacia adelante (iris bombé) y este pueda
adherirse a la córnea, lo que lleva al desarrollo de una sinequia
anterior o un glaucoma, o ambos.
Cataratas
Las cataratas son una secuela común de uveítis ya sea como
resultado de la adherencia del tracto uveal al cristalino, de la
alteración del flujo del humor acuoso que provoca que la nutrición del
cristalino sea inadecuada, de la exposición del cristalino a mediadores
de la inflamación o por un incremento de la presión del humor acuoso
en el glaucoma posinflamatorio.
Membranas ciclíticas
Son resultado de la organización del exudado en la cámara posterior
y cámara del vítreo que da lugar a la formación de una membrana
fibrovascular, a la cual se le denomina membrana ciclítica y se
extiende alrededor del cuerpo ciliar y en la parte posterior del
cristalino.
Coroiditis crónicas y cicatrices corioretinianas
Entre las lesiones residuales de una uveítis se mencionan las
coroiditis crónicas, que aparecen como agregados multifocales de
linfocitos y el desarrollo de cicatrices corioretinianas, en las cuales
aparecen áreas focales de tejido conectivo fibroso en lugar del epitelio
pigmentario retiniano normal.
Ptisis bulbi
Es un término que se utiliza para denominar a un ojo hipotónico,
disminuido de tamaño y desorganizado, el cual se encuentra en la
etapa final de una oftalmitis grave. Ptisis bulbi se observa de forma
común como una secuela de una oftalmitis supurativa y séptica grave
con perforación de la córnea. A nivel histológico la córnea y la
esclerótica están engrosadas debido a la fibrosis y a la infiltración por
células inflamatorias, el contenido ocular apenas es reconocible. Hay
mineralización y osificación, pero el cartílago está ausente, a menos
de que se trate de un globo ocular con displasia congénita (figura
11.38).
a
Figura 11.38. a) Ojo izquierdo normal. Ojo derecho ptisis bulbi. b) Ojo. Ptisis bulbi.
A nivel histológico las estructuras oculares son apenas reconocibles;
entremezcladas se aprecian densas trabéculas de tejido óseo. Tinción H-E.
Atrofia bulbar
Este término se utiliza para referirse a la disminución de tamaño de
un globo ocular en etapa terminal que contiene estructuras oculares
aún reconocibles y orientadas de forma adecuada, este término se
utiliza muy rara vez; sin embargo, es mucho más común que la
verdadera ptisis bulbi.
Clasificación de las uveítis
De manera general las uveítis se clasifican como serosas,
supurativas, granulomatosas o linfoplasmocíticas.
Uveítis serosa
Esta se presenta en la etapa aguda de la inflamación en donde la
exudación de líquido y proteínas como la fibrina, seguida de
emigración de algunos neutrófilos afecta al estroma de la cámara
anterior, procesos ciliares y coroides, los cuales se congestionan y
expanden por el edema.
Uveítis supurativa
Se asocia con infecciones bacterianas y los neutrófilos son las células
inflamatorias predominantes. Este tipo de uveítis es propia de la etapa
aguda de la uveítis facoclástica. Cuando la uveítis es leve el infiltrado
neutrofílico se encuentra marginado a lo largo del endotelio del iris,
venas ciliares, procesos ciliares y el ángulo de filtración. Los
neutrófilos se degeneran con rapidez y asumen una morfología
globular y no segmentada. Los cúmulos de neutrófilos permanecen
adheridos al endotelio corneal o bien pueden localizarse ventralmente
en la cámara anterior del ojo.
Hipopión
Se define como la presencia de exudado neutrofílico en las cámaras
anterior y posterior del globo ocular. Suele ser consecuencia de
queratitis ulcerativa y uveítis anterior. Las bacterias frecuentemente
aisladas en este tipo de lesión son: Streptococcus, Staphylococcus,
Corynebacterium, Klebsiella, y Proteus (figura 11.39).
Figura 11.39. Ojo con hipopión, se aprecia el cúmulo de exudado neutrofílico en
la cámara anterior. (Cortesía Dr. Armando Trejo Chávez).
Hipema
Se define como la presencia de sangre entera en las cámaras anterior
y posterior del globo ocular. Este tipo de lesión se observa
comúnmente en traumatismos (figura 11.40).
Figura 11.40. Ojo. Hipema. Las cámaras anterior, posterior y vítrea se encuentran
ocupadas por sangre completa.
Uveítis granulomatosa
Se caracteriza por la presencia de macrófagos epitelioides y células
gigantes, la cual se asocia con infecciones por hongos como
Aspergillus sp, Histoplasma capsulatum, Criptococcus neoformans,
algas como Prototheca sp, helmintos o micobacterias. También se ha
observado en casos de síndrome uveodermatológico en perros (figura
11.41).
Uveitis linfoplasmocítica
Es el tipo de uveítis más frecuentemente diagnosticada en los globos
oculares enucleados. Las células inflamatorias predominantes en el
tracto uveal son los linfocitos y células plasmáticas con o sin
formación de nódulos linfoides. Este tipo de uveítis pude observarse
como una lesión crónica, ser una manifestación de una uveítis
inmunomediada, una infección viral, una uveítis facolítica o
secundaria a una neoplasia intraocular.
Endoftalmitis bacterianas
La vía de entrada de agentes bacterianos al ojo es vía hematógena o
a través de heridas penetrantes. Las bacterias que llegan al ojo por
vía hematógena inicialmente causan lesiones en el cuerpo ciliar y de
forma menos frecuente en la coroides. Las bacterias que llegan
mediante heridas penetrantes inician el proceso inflamatorio en la
cámara anterior del ojo, particularmente si penetraron a través de la
córnea ulcerada. La lista de microorganismos que causan este tipo de
lesiones es larga, sin embargo, los más comunes son: Streptococcus
sp, Histophilus somni, Mycobacterium tuberculosis var. bovis, Brucella
canis, Listeria monocytogenes, Rickettsia rickettsii y Ehrlichia canis.
Endoftalmitis micóticas
Las infecciones micóticas que causan queratitis o celulitis orbital rara
vez penetran la córnea y esclerótica para causar enfermedad
intraocular. Sin embargo, la llegada vía hematógena en casos de
micosis sistémica causadas por Cryptococcus neoformans y
Blastomyces dermatitidis y con menor frecuencia por Coccidioides
immitis e Histoplasma capsulatum causa endoftalmitis. En animales
inmunodeficientes, las endoftalmitis asociadas a hongos saprofitos
como Aspergillus sp. o Candida sp. son relativamente frecuentes
(figura 11.42).
a
Retina
Desprendimiento de retina
Esta alteración es el resultado de la acumulación de células
inflamatorias, trasudado, células tumorales o parásitos entre el
epitelio pigmentario y los fotorreceptores, por la contracción de una
membrana ciclítica o por la fuga de humor vítreo licuado a través de
las fisuras retinianas. Estas fisuras son consecuencia de un
traumatismo de la órbita o de la progresión de la degeneración
quística de la retina.
El diagnóstico del desprendimiento de la retina es difícil debido a la
facilidad con la que se produce el mismo por una fijación tardía o
inadecuada del globo ocular. La presencia de exudados subretinianos
o membranas ciclíticas ayuda al diagnóstico, pero en caso de no
encontrarse debe realizarse con base en la observación de la
degeneración del segmento externo de los fotorreceptores, la
hiperplasia e hipertrofia del epitelio pigmentario y la presencia de
edema en la capa nuclear interna, la capa de las células ganglionares
y la capa plexiforme interna. El cambio que ocurre más rápido es la
hipertrofia del epitelio pigmentario de la retina, seguido de edema el
cual produce una separación virtual entre la retina interna y la externa
y a esto se le denomina retinosquisis. Las fibras radiales de Müller se
extienden sobre esta separación manteniendo unida la retina. La
degeneración de los fotorreceptores progresa hasta llegar a los
segmentos externos. La lesión retiniana aparentemente no tiene
origen isquémico ya que se observa muy poca necrosis y no tiene
similitud con la lesión inducida por la oclusión de la arteria retiniana.
Degeneración de la retina
La degeneración de la retina, o comúnmente llamada atrofia de la
retina, es el resultado de un cambio senil, de deficiencias
nutricionales, desórdenes metabólicos o lesiones causadas por
agentes infecciosos, químicos o físicos. La atrofia de la retina
comienza con degeneración de los segmentos externos de los
fotorreceptores o del epitelio pigmentario asociado y dependiendo de
su etiología pueden observarse diferentes cambios. En el cuadro 11.1
se enlistan los tipos de degeneración retiniana más comunes en
medicina veterinaria y su etiología.
Cuadro 11.1. Tipos de degeneración retiniana más comunes en medicina
veterinaria
Hereditarias
Nutricionales
Hipovitaminosis C, A y E
Deficiencia de taurina
Tóxicas
Pteris aquilinum
Astragalus y Oxytropis spp.
Swainsona y Stypandra spp.
Diabetes mellitus
Retinopatía hipertensiva
Retinopatía senil
Infartos de retina
Hemorragias de retina
Retinitis y corioretinitis
La retinitis como lesión única es muy rara, pero se presenta en
animales con infecciones por virus neurotrópicos, toxoplasmosis y
meningoencefalitis tromboembólica bovina. Asimismo, hay retinitis y
encefalitis en casos de fiebre porcina clásica, rabia, enfermedad de
Teschen, enfermedad de Borna, pseudorabia, moquillo canino y
scrapie. Otros ejemplos de retinitis en perros incluyen infecciones por
Rickettsia rickettsii y Ehrlichia canis, la presencia de larvas de
Toxocara canis en el ojo causa endoftalmitis granulomatosa y
corioretinitis en perros.
Nervio óptico
Las alteraciones del nervio óptico tienen características comunes con
las enfermedades que afectan al sistema nervioso y la retina. Debido
a su continuidad directa con ambos tejidos a través de sus axones, y
con el encéfalo por medio del líquido meníngeo cerebroespinal. A
continuación se describen brevemente las alteraciones más
frecuentes en esta estructura.
Papiledema
Es la degeneración hidrópica del disco óptico, consecuencia de
procesos extraoculares que causan un aumento en la presión del
líquido cerebroespinal dentro del nervio óptico, o bien de la
extravasación local. La primera causa está frecuentemente asociada
a la presencia de neoplasias retrobulbares, aunque también se
observa en neoplasias intracraneales y estenosis del foramen óptico
debido a hipovitaminosis A. La hipotonía ocular genera edema del
disco óptico como consecuencia de la disminución de la presión
hidrostática del tejido. La inflamación serosa del nervio causa
papiledema.
Neuritis óptica
Este término se utiliza para describir tanto a las enfermedades
inflamatorias como degenerativas del nervio. La neuritis óptica se
observa clínicamente como tumefacción, hiperemia y hemorragia
focal del disco óptico. Los animales afectados son generalmente
perros o caballos, que quedan ciegos cuando la lesión es bilateral. El
tipo de inflamación proporciona datos acerca de la patogenia de la
neuritis.
La perineuritis o la leptomeningitis del nervio óptico, es típica de la
extensión de una meningitis bacteriana. La toxoplasmosis y la
criptococosis causan habitualmente lesiones multifocales no
selectivas de nervio extraocular como sucede en el moquillo canino
(figura 11.45). La neuritis óptica originada en una endoftalmitis, se
limita por lo general al disco óptico. En casos de peritonitis infecciosa
felina, es posible observar perineuritis, neuritis óptica e infiltrado
linfocitario perivascular en las menínges. En la neuritis óptica crónica
se aprecian agregados de células gliales y degeneración axonal.
Neoplasias oculares
Aunque una variedad de neoplasias oculares y de sus anexos afecta
a los animales domésticos, de manera primaria o secundaria, solo
unos cuantos tipos se presentan con una frecuencia considerable, tal
es el caso del carcinoma de células escamosas, el adenoma de la
glándula de Meibomio y el melanoma.
Carcinoma de células escamosas
Tienen su origen en el epitelio conjuntival del limbo, del tercer
párpado o del párpado mismo, y se presenta en bovinos, caballos,
gatos y perros.
El carcinoma de células escamosas en los bovinos es una neoplasia
frecuente en la raza Hereford, sin embargo, también puede afectar
otras razas. Es más común en animales mayores de cinco años de
edad y su aparición se relaciona con ausencia de pigmentación
alrededor del ojo y con la exposición directa a radiaciones ultravioleta.
El desarrollo de este tipo de neoplasias transcurre por diferentes
etapas, donde se pueden distinguir las placas epidermoides y los
papilomas, el carcinoma in situ y el invasor. Las placas epidermoides
y el papiloma se consideran fases precancerosas o premalignas e
involucionan hasta en un 50 % de los casos; las placas epidérmicas
presentan acentuada hiperplasia del epitelio conjuntival, queratosis,
proliferación del tejido conectivo fibroso con neovascularización, el
cual forma proyecciones tortuosas que dan lugar a un papiloma. Este
último muestra también acantosis, paraqueratosis e hiperqueratosis,
con papilas y posibles úlceras.
El carcinoma in situ crece por la transformación focal o multifocal de
nidos de células displásicas en las láminas profundas de las placas
epidermoides y los papilomas. En el carcinoma invasor, las células
neoplásicas pasan a la membrana basal. Las características
histológicas de los carcinomas de células escamosas son las de una
neoplasia bien diferenciada, con formación de perlas de queratina; o
un carcinoma poco diferenciado y muy anaplásico (figura 11.46).
a
Neoplasias de la órbita
Los tumores de la órbita son primarios y con frecuencia provienen de
estructuras adyacentes o llegan vía hematógena, provocando la
desviación o protusión del globo ocular, con queratoconjuntivitis seca
secundaria a la desecación. En los perros, los carcinomas y sarcomas
tienen casi la misma prevalencia, al igual que los tumores de origen
local o metastásico. Se describen como neoplasias de la órbita a los:
neurofibrosarcomas (Schwannoma), condromas, condrosarcomas,
osteosarcomas, rabdomiosarcomas, meningiomas, linfomas,
hemangiosarcomas, carcinomas epidermoides y neoplasias de la
glándula lagrimal (figura 11.49).
Lecturas recomendadas
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Oído
Mireya Juárez Ramírez
Introducción
Desarrollo embrionario del oído
Oído interno
Oído medio
Oído externo
Anatomía e histología del oído
Anomalías congénitas
Agenesia o aplasia auricular (Anotia)
Hipoplasia auricular (Microtia)
Alteraciones del oído externo
Necrosis en la punta de la oreja
Hematoma auricular
Enfermedades dermatológicas del pabellón auricular
Sarna sarcóptica
Dermatitis crónica del margen de la oreja
Dermatitis crónica ulcerativa del margen de la oreja
Alopecia del pabellón auricular
Otitis externa
Otodectes cynotis
Psoroptes cuniculi
Raillietia sp.
Otobius megnini
Alteraciones del oído medio
Otitis media
Alteraciones del oído interno
Pérdida de la audición o sordera
Sordera conductiva
Sordera neurosensorial
Sordera senil
Enfermedades de almacenamiento como causa de sordera (beta-
manosidosis)
Ototoxicidad
Aminoglucósidos
Diuréticos
Ácido acetilsalicílico
Higromicina B
Clorhexidina y cetrimida
Otitis interna (laberintitis)
Disfunción vestibular
Neoplasias
Pólipos
Adenoma y carcinoma de glándulas ceruminosas
Histiocitoma
Carcinoma de células escamosas
Lecturas recomendada
Oído
Mireya Juárez Ramírez
Introducción
LAS ENFERMEDADES DEL oído en los animales domésticos han sido
estudiadas de forma poco detallada y las patologías en este órgano
se dividen con base en su localización anatómica en enfermedades
del oído externo, medio e interno y de estas las que afectan al oído
medio son a las que se les presta mayor atención; sin embargo, su
evaluación se ha limitado durante mucho tiempo al examen
macroscópico durante la necropsia. Las enfermedades del oído
externo son casi exclusivamente de dominio del veterinario clínico el
cual se apoya en herramientas como la citología y biopsia en casos
en los que los pacientes no responden al tratamiento de forma
adecuada desarrollando procesos crónicos o cuando se trata de
procesos neoplásicos que requieren una interpretación histológica.
Finalmente, el estudio del oído interno se realiza muy rara vez debido
a la dificultad que representa la preparación de cortes histológicos
adecuados de esta zona anatómica. Sin embargo, una de las
alteraciones del oído interno a la que se le presta gran interés es a la
sordera ya que los modelos animales son utilizados para el estudio de
la sordera humana.
En este capítulo se describirán conceptos básicos del desarrollo
embrionario, anatomía y algunas de las enfermedades más
frecuentes en animales domésticos; sin embargo, es importante
señalar que para una descripción más detallada de la embriología,
anatomía, histología y patología de muchas de estas alteraciones
existen textos especializados que deberán ser consultados en caso
de que se requiera profundizar en alguno de los temas mencionados.
Figura 11.53. Cachorro Bull dog inglés recién nacido. La abertura del conducto
auditivo externo aún no se completa.
Anomalías congénitas
Agenesia o aplasia auricular (anotia)
La agenesia o aplasia auricular se conoce también como anotia la
cual ha sido descrita en borregos, bovinos, conejos y perros. Se ha
asociado a una falla en la interacción del primer y segundo arco
branquial que impide el desarrollo de la aurícula y del conducto
auditivo externo. En borregos la agenesia auricular se ha asociado
con sordera y otras anomalías congénitas.
Hipoplasia auricular (Microtia)
La hipoplasia auricular o microtia es un hallazgo normal en ciertas
razas de animales como en las cabras de la raza La Mancha, en
donde el largo de las orejas es una característica hereditaria de
dominancia incompleta; en gatos de la raza Scottish fold cuyas orejas
son pequeñas y plegadas hacia adelante, esta característica se
asocia a la presencia de un gen autosómico dominante, el cual
también se ha vinculado con el desarrollo de diversas anomalías
óseas como osteocondrodistrofia. En el caso de los cerdos este
cambio ha sido descrito como una lesión unilateral con atresia de la
porción ósea y cartilaginosa del conducto auditivo externo, además de
un pobre desarrollo de la cavidad timpánica y ausencia completa de la
membrana timpánica y los huesecillos del oído. En otras especies
como en los perros y en los bovinos se han descrito casos
esporádicos (figura 11.57).
a
b
Figura 11.57. (a) Cabra La Mancha y (b) Gato Scottish fold con microtia. Es una
característica distintiva en estas razas. “La Mancha closeup” by Just chaos - La
Mancha. Licensed under CC BY 2.0 via Commons -
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:La_Mancha_closeup.jpg#/media/File:La_Mancha_close
“Adult Scottish Fold” by Psihopat - Own work. Licensed under CC BY-SA 3.0 via
Commons -
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Adult_Scottish_Fold.jpg#/media/File:Adult_Scottish_Fol
b
c
b
Figura 11.60. A. Representación esquemática del ciclo biológico de Otodectes
cynotis. B. Localización de Otodectes cynotis en el pabellón auricular y conducto
auditivo externo.
Psoroptes cuniculi
Es el ácaro del oído de los conejos, pero también afecta cabras,
borregos, caballos, burros, mulas, antílopes y ciervos. En los
animales domésticos la prevalencia parece ser mayor en las cabras y
va del 20 al 80%. Clínicamente, los animales afectados presentan
prurito intenso, lo que lleva al desarrollo de lesiones traumáticas en el
pabellón auricular y región periauricular. A nivel histológico se
manifiesta una dermatitis eosinofílica perivascular, espongiosis,
hiperplasia epitelial e hiperqueratosis.
Raillietia sp.
Este ácaro se encuentra comúnmente en el oído de los bovinos,
búfalos y cabras. En los bovinos la especie que parasita más
comúnmente es Raillietia auris, en cabras Raillietia caprae y en
búfalos Raillietia flechtmanni. Este ácaro es difícil de detectar debido
a su tamaño tan pequeño y a que se aloja en la parte profunda del
conducto auditivo externo, además de que comúnmente no provoca
signos clínicos. Cuando hay problemas clínicos se incrementa el
cerumen, los detritos celulares y el exudado supurativo, además de
úlceras en el conducto auditivo externo. Rara vez los animales
afectados cursan con signos nerviosos salvo que los ácaros alcancen
el oído medio e interno.
Otobius megnini
Es la garrapata espinosa del oído, es parásito de los rumiantes
domésticos, cerdos, caballos y de los perros. Es importante señalar
que únicamente las larvas y las ninfas son las que parasitan los
conductos auditivos. Cuando la infestación es intensa los conductos
auditivos están llenos de garrapatas, lo cual facilita el diagnóstico.
Cuando la infestación es ligera, se presenta en la profundidad de los
pliegues del oído, en la parte inferior del conducto auditivo externo.
Las larvas se adhieren a la piel por debajo de la línea del pelo y
succionan linfa hasta quedar repletas. Los parásitos provocan
inflamación del conducto auditivo externo y este se llena de exudado
que junto con la infección bacteriana secundaria se extiende hacia
abajo y causa otitis media. A nivel histológico se ha observado
dermatitis perivascular e intersticial neutrofílica y eosinofílica.
Disfunción vestibular
El sistema vestibular se encarga de mantener el equilibrio y coordina
la posición de la cabeza, los ojos, el cuello y los miembros en el
espacio. El sistema vestibular periférico está compuesto por los
conductos semicirculares, el utrículo, el sáculo y el nervio
vestibulococlear (figura 11.63). Todas estas estructuras se localizan
en el hueso temporal.
Figura 11.63. Representación esquemática del sistema vestibular periférico.
Neoplasias
Las neoplasias del oído son poco frecuentes y en estas se incluyen
las que se originan en la piel o en estructuras propias del oído como
las glándulas ceruminosas. Los pólipos inflamatorios se incluyen en
esta sección ya que por su aspecto macroscópico semejan a una
neoplasia.
Pólipos
Los pólipos inflamatorios se presentan en gatos y raras veces en
perros, en la región del tímpano. Si son de gran tamaño, obstruyen la
luz del conducto auditivo externo. Histológicamente, están
compuestos por abundante tejido conectivo fibroso y vasos
sanguíneos de neoformación y están revestidos por epitelio
escamoso. Su formación se asocia con procesos inflamatorios
crónicos (figura 11.64).
a
b
Figura 11.64. Gato. a) Obstruyendo el conducto auditivo externo se aprecia un
nódulo de gran tamaño (pólipo). b) Corte longitudinal del pabellón auricular y
conducto auditivo donde se aprecia el pólipo que obstruye el conducto.
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Índice Temático
Símbolos
3-metil-indol
A
Aborto
enzoótico ovino
micótico
viral
Abscesos hepáticos
Acalasia esofágica
Acantocitos
Acantólisis
Acetábulo
Acetilcolina
Ácido acetilsalicílico
Acidosis ruminal
Ácido sulfhídrico
Acromegalia
Actinobacillus
lignieresii
pleuropneumoniae
seminis
Actinobacilosis
Actinomicosis
Actinomyces pyogenes
Adenitis
Adenocarcinoma de glándula mamaria
Adenoma
ciliar
de la glándula de Meibomio
hipofisiario
Adenomatosis
intestinal
pulmonar ovina
Adenovirus
equino
tipo I
hepatitis infecciosa canina
Aelurostrongylus abstrusus
Afaquia
Agenesia
ureteral
anotia
aplasia auricular
Aglutinación
Agnatia
Alcalosis ruminal
Alérgica por contacto (DAC)
Almacenamiento lisosomal
Alopecia
Ameloblastoma acantomatoso canino
Amiloidosis
en la cavidad nasal
glomerular
Aminoglucósidos
Anasarca fetal
Anemia
infecciosa equina
Aneurisma(s)
Anexos oculares
Ángulo de filtración
Anisocitosis
Anoftalmía
Anomalía
del ojo del Collie
de la córnea
del cristalino
del ectodermo superficial
en la forma y posición
Anquilosis
Anticolinesterásicos
Antiinflamatorios no esteroidales (AINE)
Ántrax
Aparato urinario
Aphthovirus
Aplasia segmentaria del útero
Aracnoides
Arcanobacterium (Corynebacterium) pyogenes
Arco branquial
Arsénico
Arterias
Arteriosclerosis
Arteritis
parasitaria de equinos
viral equina
Artritis
-encefalitis caprina
reumatoide
Artrogriposis
Artropatías degenerativas
Artrosis
Asbestosis
Ascaris suum
Ascarops spp.
Ascitis
hidroperitoneo
Aspergillus
fumigatus
Aspergilosis
Aspirado
Astrocitoma
Ataxia
enzóotica (deficiencia de cobre)
Atelectasia
adquirida
congénita
colapso pulmonar
Ateroesclerosis
Ateroma
Atresia anal
Atrofia
bulbar
de la retina
epidérmica
parda
serosa de la grasa
tímica
Autoanticuerpos
Avitellina
Azotemia
posrena
prerrena
Azoturia equina
B
Babesiosis
en el cerebro
Bacillus anthracis
Bacteroides spp.
vulgatus
Balanopostitis
pustular infecciosa
Basófilos
Beta-manosidosis
Bilirrubina
Biopsia
de médula ósea
Blastomicosis
Blastomyces dermatitidis ·
Blefaritis
marginal granulomatosa idiopática
Bocio
endémico
Bolsas guturales
Bordetella bronchiseptica
Botulismo
Bouin
Brachyspira hyodysenteriae
Braquignatia
Bronconeumonía
fibrinosa
grave con arteritis necrosante
supurativa
Bronquiectasia
Bronquitis
aguda
crónica
Brucella sp.
abortus
canis
melitensis
ovis
suis
Brucelosis en humano
Bulla timpánica
Burkholderia (Pseudomona) mallei
Bursitis en el ligamento de la nuca
C
Cabras
Cadmio
Calcificación
Caliciformes
Calicivirus felino
Callo
Cámara
anterior
posterior
Cambio graso hepático
Cambios post mortem
Campylobacter
foetus
foetus foetus
foetus intestinalis
hyointestinalis
jejuni
sputorum var. mucosalis
Candida
albicans
Capillaria
aerophila
plica
Carcinoma(s)
de células escamosas
de conductos biliares
de glándula mamaria
endometriales
hepatocelular
intestinal
tímico
tiroideo
Cardiomiopatías
Caries
Cartílago
hialino
Catarata(s)
congénitas
diabéticas
Cavidad del humor vítreo
Cavidad timpánica
Célula(s)
bronquiales secretoras no ciliadas
caliciformes
ciliadas
claras
de Mott
dendríticas
de Purkinje
endoteliales
en vejiga
epiteliales ciliadas
plasmáticas
satélite
secretoras de moco
Cenurosis (vértigo)
Cerebroespinal
Ceruminosas
Cestodos
Cestrum diurnum
Cetrimida
Chabertia spp.
Chalazión
Chlamydophila (Chlamydia)
felis
psittaci
Cianuro
Cicatriz
Ciclopamina
Ciclopía
Cicloposina
Circovirus porcino
Cirrosis
Cisticercos ,
Cisticercus pisciformis
Cistitis
Cisura coroidea
Citomegalovirus
Clasificación
de las neumonías
de las uveítis
Claviceps
paspali
purpurea
Clonorchis sinensis
Clorhexidina
Clostridiasis
Clostridium
botulinum
chauvoei
haemolyticum
novyi
perfringens
perfringens tipo A
piliforme
septicum
tetani
Coagulación intravascular diseminada
Coccidioides immitis
Coccidioidomicosis
Codocitos
Coenurus cerebralis
Colágena tipo I
Colagenólisis
Colangiocarcinoma
Colecistitis
Colelitiasis
Colesteatoma
Colesterol
Colibacilosis
enterotoxigénica
septicémica
Collarete epidérmico
Coloboma
Comedón
Complejo
de Eisenmenger
respiratorio felino
Concentración globular media de hemoglobina
Condroblastos
Condrodistrofias
Conducto
arterioso
auditivo externo
coclear
óptico
Congestión,
congestión pasiva crónica
pasiva crónica
edema
Conjuntiva
Conjuntivitis
infecciosa felina
parasitarias
Cordoma
Corioretinitis
Coristoma
Córnea
sustancia propia
Coroides
Coronavirus
Cor pulmonale
Corpúsculos tímicos
Corteza cerebral
Corynebacterium
pseudotuberculosis
pyogenes
Corynebacterium ovis (C. pseudotuberculosis)
Costra
Cowdria ruminantium
Coxiella burnetti
Creatinincinasa
Crestas neurales
Criptococosis,
Criptorquidia
Criptosporidiosis
Cristalino, ,
Cryptococcus neoformans
Cryptosporidium sp.,
parvum
Cuerpo lúteo quístico
Cuerpo(s)
ciliar
geniculado
de Döhle
de Heinz
de Howell-Jolly
de inclusión virales
extraños
vítreo primario
Cúpula óptica
Cysticercus
bovis
cellulosae
ovis
tenuicollis
D
Dacrioadenitis
Dacriocitos
Deficiencia
de tiamina
de vitamina E
Degeneración
balonoide
de la retina
degeneración del nervio óptico
grasa
hialina
mucoide de la grasa
testicular
Denervación
Dermatitis
acral
perivascular
solar o actínica
virales
Dermatofilosis
Dermatosis
por alimento en perros
Dermoide
Desarrollo de la médula espinal
Descolmillado
Desgarro
Desgaste irregular
odontofitos
Deshidrogenasa láctica
Desplazamiento
del abomaso
vólvulo
Desprendimiento de retina
Desviación a la izquierda
Diabetes
insípida
mellitus
tipo I
tipo II
Diarrea
hipersecretora
viral bovinaº
Dictiocaulosis
Dictyocaulus
arnfieldi
filaria
viviparus
Diencéfalo
Diferencial de la médula ósea
Dilatación
abomasal
gástrica
linfática
Dioctophyma renale
Dipylidium caninum
Dirofilaria immitis
Dirofilariasis
Disco del nervio óptico
Discoespondilitis
Discondroplasia tibial
Disección y fijación del ojo
Disentería porcina
Disfunción vestibular
Disgerminoma
Dislipidemia
Displasia(s)
de la cadera
de la colágena
de la retina
del ligamento pectinado
de Scheibe
Disqueratosis
Distensión y desplazamientos
Distriquiasis
Distrofias musculares
Diuréticos
Draschia megastoma
Duchenne
Duramadre
Durina equina
E
Echinococcus granulosus
Ectasia
escleral
esofágica
Ectima contagioso
Ectopia
congénita del cristalino
cordis
Ectropión
Edema,
corneal
maligno
pulmonar
Eimeria,
alabamensis
auburnensis
bovis
caprovina
ellipsoidalis
pallida
punctata
zuernii
Electromiografía
Émbolos fibrocartilaginosos · ٢٨٧
Enanismo
Encefalitis
bacterianas
del perro Pug
equina venezolana
micóticas
por Listeria
virales
Encefalitozoon cuniculi
Encefalitozoonosis
Encefalomalacia nigropálida equina
Encefalomielitis
equina por protozoarios
por herpesvirus canino
Encefalopatía(s)
espongiforme bovina
hepática por puentes porto sistémicos
espongiformes subagudas
Endocardio
Endocardiosis valvular canina
Endocarditis
mural
valvular
vegetativa
Endocondral
Endoftalmitis
bacterianas
micóticas
parasitarias
virales
Enfermedad(es)
articular degenerativa
de Addison
de Aujeszky (pseudorrabia)
de Chagas
de corazón de mora
de Crohn
de Cushing
de Glasser
de Johne
de las alturas
de las becerras blancas
del edema en cerdos
del músculo blanco
del ojo azul
de almacenamiento
de la faringe y bolsas guturales
glomerulares
metabólicas
parasitarias
tubulointersticiales
negra
periodontal
renal familiar
von Willebrand (EvW)
Enfisema
pulmonar
pulmonar agudo de los bovinos
Enteque seco
Enteritis
bacterianas
posdestete
tóxicas
virales
Enteropatía
hemorrágica proliferativa
proliferativa
Enterovirus porcino
Entropión
Eosinofilia
Eosinófilos
Ependimoma
Epicardio
Epidermitis
exudativa en los cerdos
Epididimitis
Epidídimo
Epífora
Epitelio
anterior del cristalino
anterior del iris y la membrana
Epiteliogénesis imperfecta
Equinocitos
Ergotamina
Ergotoxina
Eritrocito
Eritrocitosis
Erosión
Erysipelothrix rhusiopathiae
Escama
Escherichia coli
enterohemorrágica
Esclerótica
Escoliosis
Esferocitos
Esguince
Esofagitis parasitarias
Espacio intrarretiniano
Espermioestasis
Espirocercosis
Esplenitis
Esplenomegalia
Esplenosis
Espondilosis
Espongiosis
Esquistocitos
Estafilococosis
Estafiloma
Esteatosis hepática
Estenosis
de la válvula aórtica
de la válvula pulmonar
de la válvula pulmonar
pulmonar
subaórtica
Estomatitis
autoinmunes
bacterianas
misceláneas
virales
Estomatocitos
Estrabismo
Estrato neuroepitelial
Estrato pigmentado de la retina
Estratos ganglionares de la retina y del nervio
Estribo
Estricnina
Estrógenos
Estructura histológica de la corteza cerebral
Evaluación de la médula ósea
Exantema coital equino
Excavación del disco óptico
Excentrocitos
Excoriación
Exocitosis
Exostosis
F
Factor de crecimiento transformante
Factores de crecimiento
Fasciola hepática
Felinos
Fémur
Feocromocitoma
Festuca arundinacea
Fibras
del cristalino
zonulares
Fibrohistiocitoma maligno
Fibroplasia
Fibrosis
renal
Fiebre
aftosa
catarral maligna
porcina clásica
Fijadores
Fimosis
Fístula uretrorrectal
Fisura
esplénicas
Flebitis
Fluoroacetato
Fluorosis
Foliculitis
Fórnix
Fosa y canal hialoideos
Fósforo
Fotosensibilización
Fracturas
espontáneas
Freemartin
Furunculosis
Fusarium
Fusobacterium necrophorum
G
GABA
Gangliocitoma
Ganglio estatoacústico
Gasterophilus
Gastritis
abomasitis
bacterianas
parasitarias
Gastroenteritis transmisible
Gigantismo
Glándula(s)
de Krause
de Meibomio
de Moll
de Zeis
lagrimal
Glaucoma
primario
secundario
Glioblastoma multiforme
Globo ocular
Glóbulos de Morgagni
Glomerulitis supurativa
Glomérulo
Glomerulonefritis
familiar
Glomerulopatía hereditaria
Goniodisgenesia
Gosipol
Granuloma espermático
Grocott
Gurma o papera equina
H
Habronema
majus
microstoma
muscae
Habronemiasis
Haemobartonella felis
Haemonchus
contortus
Haemophilus
parasuis
suis
Hamartoma vascular ovárico
Helicobacter sp
Hemangiomas
Hemangiosarcomas
Hematoma auricular
Hematomas
Hematopoyesis
extramedular
Hematopoyético
Hematuria enzoótica
Hemoglobina
Hemoglobinuria
Hemólisis
Hemopericardio
Hemoperitoneo
Hemorragia(s)
tímicas
Hemosiderina
Hemosiderosis
Hemotórax
Hepatitis
bacterianas
crónica
infecciosa canina
necrótica infecciosa
parasitarias
viral canina
Hepatosis dietética
Heridas corneales
Hermafrodita verdadero
Hernia
diafragmática
del disco intervertebral
Herniación
Herpes
Herpesvirus
bovino tipo
canino
felino tipo
Hidátide de Morgagni
Hidranencefalia
Hidrometra
Hidronefrosis
Hidropericardio
Hidrosálpinx
Hidrotórax
Hidrouréter
Hidroxiapatita de calcio
Hierro
Higromicina B
Hipema
Hiperadrenocorticismo
Hipercalcemia
Hipercolesterolemia
Hiperemia
pasiva
Hipereosinofilia
Hiperesplenismo
Hiperestrogenismo
Hiperfosfatemia
Hiperglucemia
Hiperinflación pulmonar
Hiperinsulinemia
Hipermelanosis corneal
Hiperostosis
Hiperparatiroidismo
nutricional
primario
renal
secundario
Hiperpigmentación
Hiperplasia hiperplasia
Hipotricosis
Hirsutismo
Histiocitoma
Histophilus somni (Haemophilus somnus)
Histoplasma
capsulatum
farciminosum
Histoplasmosis
Hormonas tímicas
Hueso laminado
Hurones
insulinoma
neoplasias adrenales
I
Iatrogenia
Ileitis
terminal
Impactación
Impétigo
Incontinencia pigmentaria
Infarto(s)
renal
venoso gástrico
pulmonares
Inflamación
inflamación pulmonar
Influenza
canina
porcina y equina
Inmunodeficiencia
combinada
felina
Instituto Nacional de Cáncer
Insuficiencia
cardiaca
cardiaca congestiva
cardiaca izquierda
renal
renal aguda
renal crónica
valvular
Insulinodependencia
Insulinoma
Interacciones virus-bacteria en el desarrollo
Intersexo
Intestino
Intoxicación
por estricnina
por plomo
Intususcepción
Inversión sexual
Iris
Isospora sp.
suis
J
Jervina
K
Karwinskia humboldtiana
Klosiella equi
L
Lámina basal
Langhans
Laringitis
necrótica
y traqueítis
Larva migrans
ocular
visceral
Lawsonia intracellularis
Leiomioma
Lengua azul
Lenticono
Lentiglobo
Leptina
Leptospira sp.
biflexa
interrogans
Letargia
Leucocitos
Leucoencefalomalacia
en equinos
Leucosis bovina
enzoótica
esporádica
Ligamento arterioso
Limbo
Línea
eritrocítica
granulocítica
Linfadenitis
aguda
caseosa
crónica
granulomatosa
Linfadenomegalia
Linfangiectasia
intestinal
Linfangitis
epizoótica
ulcerosa
Linfocitolisis
Linfocitos
Linfocitosis
Linfoma
epiteliotrópico
intestinal
renal
tímico
Linfonodos
Linfopenia
Linfosarcoma(s)
Linguatula serrata
Lipidosis corneal
Lipofuscina
Liquenificación
Listeria monocytogenes
Listeriosis o mal del torneo
Lumbar
Lupinus
Luxación
coxo-femoral
M
Maceración fetal
Macrófago
alveolar
Mácula
Maedi
Mandíbula de caucho
Manganeso
Mannheimia (Pasteurella) haemolytica
Martillo
Mastitis
canina y felina
ovina y caprina
porcina
subclínica
Mastocitoma
Matriz ósea
Médula espinal
Médula ósea
hipercelular
hipocelular
Meduloblastoma
Megacariocitos
Megaesófago
Megaloglobo (buftalmos)
Melanina
Melanocitoma
Melanoma
maligno
Membrana
de Bowman
de Descemet
nictitante
sinovial
timpánica
Membranas ciclíticas
Meninges
Meningioma
Meningoencefalitis
granulomatosa en perros
tromboembólica bovina
Mesotelioma
Metacéstodos
Metáfisis
Metahemoglobina
Metaplasia mieloide
Metarrubricitos
Metástasis
Metastrongilosis
Metastrongylus sp.
apri
pudendotectus
salmi
Metencéfalo
Metritis
Miastenia gravis
Micoplasmosis
Micosis fungoide
Microambiente hematopoyético
Microangiopatía alimentaria
Microangiopatía diabética
Microcórnea
Microfaquia o cristalino pequeño congénito
Microftalmía
Mielencéfalo
Mielina
Mieloencefalopatía degenerativa equina
Mielofibrosis
Mielolipomas
Mielomalacia
Mielonecrosis
Mielopatía estenótica cervical
Mineralización
corneal
Miocardio
Miocarditis
Miocitos
Mioglobina
Mioglobinuria
paralítica
Mionecrosis
Miopatía
degenerativa
degenerativa nutricional
por captura
Miositis eosinofílica
Miotonia congénita
Miringitis
Monensina
Moniezia sp.
benedeni
expansa
Monocitos
Monocitosis
Moquillo canino
Moraxella bovis
Mucocele
Mucocele salival
Mucometra
Mucor spp.
Muelleriosis
Muellerius capillaris
Muermo equino
Musca domestica
Músculo estriado
Mycobacterium
avium
bovis
tuberculosis
Mycoplasma
bovis
felis
hyopneumoniae
hyorhinis
ovipneumoniae
sp.
N
Necrólisis epidérmica tóxica
Necropsia
Necrosis
cerebro cortical bovina (polioencefalomalacia)
cortical renal bilateral
del asta o cuerno de Ammon
hepática nutricional
isquémica
isquémica
medular renal
tóxica (ergotismo)
tubular aguda
tubular aguda nefrotóxica
Nefritis
embólica
intersticial
intersticial granulomatosa
intersticial linfoplasmocítica
intersticial supurativa
Nefroblastoma
Nefronas
Neoplasia(s)
de la cavidad nasal
de la órbita
etmoidales endémicas
en el sistema nervioso central
oculares
primarias en el sistema nervioso
pulmonares
vasculares
Neorickettsia
Neospora caninum
Neosporosis
Nervio óptico
Neumocistosis
Neumocitos
tipo I
tipo II
Neumonía(s)
bovina
embólica
granulomatosa
intersticial
micóticas
ovina
parasitarias
por aspiración
por broncoaspiración
porcina
progresiva ovina
tóxicas
Neumonitis felina
Neumopericardio
Neumotórax
Neurilemoma (Schwannoma)
Neuritis óptica
Neurocisticercosis
neurocisticercosis
Neurofibrosarcoma
Neurona
Neuropatía óptica proliferativa
Neurotransmisores
Neutrofilia
Neutropenia
Nitratos
Nitritos
Nitrofuranos
Nocardia
asteroides
brasiliensis
sp.
Nódulo(s)
fibrohistiocíticos
paratifoideos
Noma (Oris cancrum)
O
Obesidad
Obstrucción
biliar
Oesophagostomum sp.
columbianum
dentatum
radiatum
Oestrus ovis
Oído
externo
interno
medio
Oligodendroglioma
Onchocerca
cervicalis
guturosa
linealis
reticulata
Oncocercosis
Onfaloflebitis
Opacidad corneal congénita
Óptica de la retina
Óptico
Órgano
espiral o de Corti
fosfotado
vestíbulococlear
Orquitis
Orzuelo
Osificación endocondral
Oslerus(Filaroides) osleri
Osteoartosis
Osteoartropatía hipertrófica
Osteoblastos
Osteocitos
Osteoclasia
Osteoclastos
Osteocondroma
Osteocondrosis
Osteodisplasias
Osteodistrofia fibrosa
Osteodistrofias
Osteofitos
Osteogénesis
Osteoide
Osteomalacia
Osteomielitis
Osteón
Osteonectina
Osteopatía hipertrófica pulmonar
Osteopenia
Osteopetrosis
Osteoporosis
Osteoprogenitoras
Osteosarcoma
Osteosíntesis
Ostertagia sp.
Otitis
crónica
externa
interna (laberintitis)
media
Otobius megnini
Otodectes cynotis
Ototoxicidad
Ovario poliquístico
Oxalatos
Oxidación
P
Paladar hendido
Palatosquisis
Pancreatitis
aguda
pancreatitis crónica
Paniculitis o celulitis
Panleucopenia felina
Pannus
corneal
Panoftalmitis
Panosteítis eosinofílica
Panuveítis
Papera equina,
Papila de Bergmeister
Papiledema
Papiloma(s)
de los plexos coroideos
Papilomavirus
Pápula
Parainfluenza-
Parálisis
espástica
flácida
laríngea
Parásitos gastrointestinales
Parathormona
Paratiroides
Paratuberculosis
bovina
MAP
Paresia espástica
Párpados
Parvovirus
canino
porcino
Pasteurella
multocida
spp.
Pasto fescue
Pasturas estrogénicas
Pénfigo eritematoso
Peptostreptococcus spp.
Periadenitis
Pericardio
Pericarditis
fibrinosa
hemorrágica
purulenta
serosa
Pericondrio
Perifoliculitis
Periorquitis
Periostitis
osificante
Peritonitis
biliar
infecciosa viral felina
aviar por ruptura de huevo
Persistencia
de la arteria hialoidea
del agujero oval
de la >membrana pupilar
del arco aórtico derecho
del conducto arterioso
del cuarto arco aórtico derecho
del orificio interventricular
Pestivirus
Physocephalus spp.
Piamadre
Pielonefritis
Pierna negra
Pigmentación
Piometra
Placa(s)
eosinofílica felina
neuromuscular
siderocalcificadas
siderocalcificadas
Placentación adventicia
Placoda
auditiva u ótica
del cristalino
Plantas tóxicas abortifacíentes o teratógenas
Plaquetas
Pleuritis
Plomo
Pneumocystis carinii
Poiquilocitos
Poliartritis
Policromasia
Polidactilia
Polidontia
Polifagia
Polimiositis
Pólipos
Poliserositis
porcina
Poliuria
Porfiria eritropoyética congénita
Presbiacusia
Prognatismo
Prolapso
Próstata
Protostrongilosis
Protostrongylus rufescens
Protusión de la glándula nictitante
PRSS
Pseudoartrosis
Psoroptes cuniculi
Ptisis bulbi
Puentes porto sistémicos,
Puntilleo basófilo
Pupila
Pústula
Q
Queilosquisis o labio leporino
Quemaduras
Queratitis
epitelial
herpética en gatos
micótica
ulcerativa
Queratocitos
Queratoconjuntivitis
infecciosa bovina
infecciosa en ovejas
seca
Quiasma óptico
Quilotórax
Quimodectomas
Quiste(s)
branquiales
de estructuras epiteliales subsuperficiales
de inclusión epitelial
de la red ovárica
foliculares
hemáticos
luteinizado
óseo aneurismático
ováricos
paraovárico
renal simple
retrobulbar
salival
tímicos
tuboovárico
uveales
R
Rabdomioblastos
Rabdomiolisis
Rabdomioma
Rabdomiosarcoma
Rabia
Radicales libres
Radiculoneuritis
Radio
Raillietia sp.
Ránula
Raquitismo
Red trabecular
Relación G/E
Remodelación ósea
Reovirus felino
Reparación ósea
Reproductivo
Resistencia a la insulina
Resorción ósea
Respiratorio,
Retención placentaria
Reticulocitos
Reticulocitosis
Reticulopericarditis traumática bovina
Retina
parte ciega
Retinitis
corioretinitis
Retinosquisis
Rhodococcus equi
Rinitis
atrófica porcina
micóticas
parasitarias
porcina por cuerpos de inclusión
Rinoneumonitis infecciosa equina
Rinoneumonitis viral equina
Rinotraqueítis
infecciosa bovina,
viral felina
Riñón(es)
ectópico
fusionados o en herradura
poliquístico
Rotavirus
Rotura
Rouleaux
Ruptura vesical
S
Sacos linfáticos primarios
Salmonella
cholera suis
enterititidis
sp.
Salmonelosis
Salpingitis
Sangre
Sarcocystis
Sarcoma
histiocítico
osteogénico
Sarna sarcóptica
Sarro o cálculo dental
Scrapie
Secuestros
Sedentarismo
Selenio
Seminoma
Septicemias
Septum
membranaceum
musculare
primum
secundum
Seudohermafrodita
Sialoadenitis
Sialocele
Simondsia spp.
Sincondrosis
Síncope cardiaco
Síndrome(s)
adiposogenital
ataxia sensorial
de Cushing
de estrés porcino
de feminización testicular
de Wobbler
disgenésico y respiratorio del cerdo
paraneoplásico
porcino respiratorio
reproductivo y respiratorio
urológico felino
uveodermatológico
Vogt-Koyanagi-Harada
Sinequia(s)
anterior
posterior
Sinoftalmía
Sinoviocitos
Sistema hematopoyético
Sistema Kiel
SMEDI
Solanum malacoxylon
Sordera
conductiva
neurosensorial
senil
Spirocerca lupi
Staphylococcus,
aureus
Stephanurus dentatus
Stomoxys calcitrans
Streptococcus,
agalactiae
equi
suis tipo II
Strongyloides
felis
papillosus
planiceps
ransomi
stercoralis
tumefaciens
westeri
Strongylus
edentatus
equinus
vulgaris
Subluxación
Superficie de corte
Sustancias hepatotóxicas
T
Taenia
cati
hydatigena,
multiceps
ovis
pisiformis
Tapetum
lucidum
Taylorella equigenitalis
Tejido adrenocortical ectópico
Tejido linfoide asociado
Telangiectasia
Telencéfalo
Tendones
Teratoma
Tétanos
Tétrada de Fallot
Thelazia
Thysaniezia (Helictometra) giardi
Thysanosoma actinoides
Timo
Timoma
Timpanismo
primario
secundario
Tiroides
Tiroiditis
Torsión
esplénica
Tos de las perreras
Toxascaris
leonina
Toxemia de la preñez
Toxina Shiga
Toxocara
canis
cati
Toxoplasma gondii,
Toxoplasmosis
Tracto uveal
Transmisibles
Trastornos,
Trichinella spiralis
Trichostrongylus
axei
Trichuris
Tricomegalia
Tricomoniasis
Tripanosoma
Tripanosomiasis en el sistema nervioso
Trypanosoma cruzi
Triquiasis
Trismo mandibular
Tritrichomona foetus.
Trombocitopatías
Trombocitopenia
inmunomediada
Trombocitos
Trombocitosis
Tromboembolia
Trombosis y embolia
Trompa auditiva
Trueperella pyogenes
Trypanosoma equiperdum
Tuberculosis,
bovina
peritoneal
Tumor(es)
de células de la granulosa
de células de Leydig
de células de Sertoli
del cuerpo aórtico
del cuerpo carotideo
del neuroectodermo ocular
mesenquimales
renales primarios
secundarios
venéreo transmisible
venéreo transmisible canino
U
Úlcera
eosinofílica
Ulna
Unión esclerocorneal
Uraco patente
Uremia
Uréter(es)
ectópico
ureteritis
Uretra
Uretritis
Urolitiasis
Uroperitoneo
Uveítis
anterior
asociada a fiebre catarral maligna
asociada a peritonitis infecciosa felina
facoclástica
facolítica
granulomatosa
inducida por el cristalino
inmunomediadas
linfocítica idiopática de los perros
linfonodular idiopática de los gatos
linfoplasmocítica
posterior
recurrente equina
serosa
supurativa
V
Vago
Varices y flebectasia
Varicocele
Vasculitis,
Vasos hialoideos
Vasos linfáticos
Vejiga
neurogénica
Venas,
Ventana escleral
Veratrum californicum
Vesícula(s)
auditiva u ótica
del cristalino
ópticas
seminales
Virus
de la leucemia felina
de la parainfluenza
respiratorio sincicial
Vitamina D
Vitamina E
Vitiligo
Volumen globular medio
Vólvulo
gástrico
Vulvovaginitis pustular infecciosa
X
Xifosis
Xilitol
Y
Yersinia pseudotuberculosis
Yodo
Yunque
Z
Zearalanona
Zenker
Aviso legal
Patología Sistémica Veterinaria de Francisco José Trigo Tavera,
Laura Patricia Romero Romero, Irma Eugenia Candanosa Arand,
Adriana Méndez Bernal Germán Valero Elizondo, Elizabeth Morales
Salinas, José Ramírez Lezama, Beatriz Vanda Cantón, Carlos
Gerardo Salas Garrido, Esperanza Itzel Yáñez Muñoz, Isaac Martínez
Racine, Luis Enrique García Ortuño, Mireya Juárez Ramírez y
Samanta Romero Silva.
Hecho en México.