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Edgar

Bueno
en
perspectiva
COLECCIÓN APUNTES DE DISEÑO
EDGAR BUENO EN PERSPECTIVA
ISBN –978–958-44-2305-4

KASSANI DISEÑO S.A.


www.kassani.com

DIRECTOR
Jorge Vergel Ángel

GERENTE DE MERCADEO
Catalina Varela Villota

COMITÉ EDITORIAL
Jorge Vergel Ángel
Catalina Varela Villota
Andrés Barragán Montaña
Davián Martínez Ribón

PRODUCIDO POR .PUNTOAPARTE EDITORES


www.puntoaparte.com.co

DIRECCIÓN EDITORIAL
Davián Martínez Ribón
Andrés Barragán Montaña
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INVESTIGACIÓN
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REDACCIÓN Y CORRECCIÓN DE ESTILOS


Mario Alberto Domínguez Torres
Andrés Barragán Montaña

DIRECCIÓN DE ARTE
Davián Martínez Ribón

DISEÑO GRÁFICO Y DIAGRAMACIÓN


Catalina Losada Salgado
Davián Martínez Ribón

IMPRESIÓN
Panamericana Formas e Impresos S.A.

FOTOGRAFÍAS
Davián Martínez Ribón

FOTOGRAFÍAS ADICIONALES
Edgar Bueno Tafur
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL, DENTRO Y FUERA DEL TERRITORIO DE
COLOMBIA, DEL MATERIAL ESCRITO Y/O GRÁFICO SIN AUTORIZACIÓN EXPRESA DE KASSANI DISEÑO S.A.

LAS IDEAS EXPUESTAS EN ESTE LIBRO SON RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DEL AUTOR.
Contenidos

Le debo todo al diseño y al dibujo… 5

I Parte. Pensando en la arquitectura, inicios 11

II Parte. Obregón y Valenzuela 17

III Parte. Obregón Bueno 41

IV Parte. Edgar Bueno 67


Ledebo
todoal
diseñoyal


dibujo…
Presentación
Tras 50 años de trabajo, Edgar Bueno ha consolidado un legado impresionante en el ámbito
arquitectónico: sus obras y sus dibujos han dejado su impronta indeleble en varias genera-
ciones de profesionales que lo han conocido como profesor, colega o amigo. El presente libro
constituye un homenaje a su vida, obra e imaginación.

La mejor manera de abordar el trabajo de Edgar Bueno es a la luz de sus dibujos. Es por ello
que este proyecto editorial se concentra en tres grandes períodos de su producción gráfica;
su vinculación con Obregón y Valenzuela, la conformación, junto con Rafael Obregón hijo, de
Obregón Bueno y, finalmente, la creación de su propia firma de arquitectos: Bueno y Cía. Cada
una de estas etapas demuestran con creces el papel determinante que el dibujo puede –y
quizás debe– jugar en el proceso de diseño de cualquier arquitectura.

Entre los dibujos seleccionados predominan las perspectivas, pues dan cuenta de la asombro-
sa habilidad de su autor y constituyen un registro de gran valía para los profesionales y estu-

diosos del dibujo arquitectónico; junto a ellas aparecen bocetos artísticos y dibujos de viaje,
documentos elocuentes a propósito de la manera como Bueno conjuga las miradas artísticas y
arquitectónicas en pos de un proyecto de diseño integral. Cada una de sus piezas cuenta una
historia: una historia de creatividad, rigor, maestría y, ante todo, deleite por los problemas del
espacio y su relación con el hombre.

Es un honor para Kassani Diseño publicar “Edgar Bueno en perspectiva” a modo de homenaje
para su protagonista, cuya particular visión de la arquitectura, en la cual el dibujo no sólo es
un recurso sino un modus vivendi, constituye una contribución invaluable al oficio y un aporte
fundamental a la memoria colectiva de Colombia.

Esta publicación es la primera de una serie llamada “Apuntes de diseño”, en la que se celebra-
rá el aporte de aquellas personas que, como Edgar, han dedicado su vida a la creación: en una
época y en un contexto en donde los héroes no abundan, Kassani Diseño quiere reconocer la
trayectoria y el esfuerzo de aquellas personas que han hecho la diferencia y que han mejorado
nuestra calidad de vida desde los ámbitos del diseño y del arte.

Jorge Vergel Ángel, director Kassani Diseño S.A.




Centro comercial Salitre Plaza. Vista jardín interior.


1996. Lápiz prismacolor en blanco y negro y colores so-
bre papel de mantequilla 120 g. 70x100 cm.
Los dibujos de Edgar Bueno
o “El elogio de la mano”

La cita entre comillas en el título hace refe-


rencia a un ensayo del autor francés Henri
Focillón, en el cual se hace explícita esa rela-
ción entre la mano del artista, el instrumen-
to o utensilio que emplea, y las formas que
produce. Esa relación no se entiende como
 una simple “práctica”, en el sentido conven-
cional y en ocasiones peyorativo del término.
Va más allá, a la fusión entre la mente y la
mano que crea las formas artísticas, fusión
que se aprecia perfectamente en los dibujos
de Edgar Bueno.

Pero todo esto suena muy serio y muy solem-


ne y seguramente arrancará más de un co-
mentario agudo de parte del artista. Bastaría
entonces con decir, al igual que los cirujanos,
tiene “muy buena mano”…

Alberto Saldarriaga Roa


Bogotá, 1994.


Centro comercial Salitre Plaza. Perspectiva Interior.


1996. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
10
IParte
Pensando
enla 11

arquitectura,
inicios
El norte de los 50 años de carrera profesional Todo empezó en el colegio, cuando cursaba pedían ayuda con los bocetos de anatomía,
de Edgar Bueno es el dibujo. Ha sido el punto sus estudios secundarios en la Universidad él asumía el reto con entusiasmo, pues para
de referencia para su trabajo, su forma de Libre de Colombia y sus primeros dibujos co- él el dibujo no representaba ningún esfuerzo
enseñar, su visión de mundo, su concepción menzaron a llamar la atención de todos. Sus y, por el contrario, le parecía divertido. Las-
del espacio y su pasión. Hoy, a pesar de su cuadernos de biología, por ejemplo, eran es- timosamente esos primeros trabajos no se
amplia trayectoria y experiencia, más que un pectaculares: las imágenes las tomaba de la conservan, ya que algunos se perdieron en
trabajo, considera al diseño como un diverti- enciclopedia de un amigo y las pasaba a su los múltiples trasteos que ha hecho a lo lar-
mento al que podría dedicarle días enteros. cuaderno. Esta habilidad también le permitió go de su vida y otros se quedaron en manos
hacer algún dinero; cuando sus amigos le de sus profesores.

12

Rincón sabanero.
1947. Acuarela sobre papel de acuarela. 17x13 cm.
“Es mi primera acuarela, la realicé cuando contaba con
apenas 15 años. En ella ya se advierte mi interés por
representar espacios arquitectónicos. De no ser por mi
mamá, quien guardó y enmarcó la imagen, este boceto
se habría perdido”.
En su época de bachiller Edgar tenía dos Cuando comenzó sus estudios sólo existían sus amigos le pedían ayuda con sus dibujos.
amigos del barrio que estudiaban arqui- tres facultades de arquitectura en Bogotá, Mientras Edgar se encargaba de los bocetos
tectura en la Universidad Nacional de Co- las de las universidades Nacional, Javeriana a mano alzada, los compañeros con los que
lombia. Aunque tenía inclinaciones por la y Los Andes, lo que hacía que los alumnos solía trabajar se encargaban de los planos
medicina, las planchas de los talleres de de las tres instituciones se conocieran y en- hechos con instrumentos o de las maquetas.
diseño de aquellos y su asistencia, cada tablaran diálogos entre ellos. Eso hizo que No obstante, más que réditos económicos,
vez más asidua, a recitales, conciertos y se repitieran las historias colegiales: Edgar estos “trabajos” le demostraron su pasión
exposiciones cultivaron en él una pasión Bueno comenzó a ser reconocido por su de- por la enseñanza y la necesidad de asumirla
por la cultura y, más concretamente, por el dicación y por la calidad de sus bocetos ar- como parte de su proyecto de vida.
dibujo y la arquitectura. quitectónicos, razón por la cual muchos de

13

Bodegón cubista.
1959. Óleo sobre lienzo. 60x40 cm.
“Esta obra es, ante todo, un ejercicio compositivo en
el que exploré la relación entre las figuras y el color de
las mismas. Lo más importante era lograr una claridad
en el dibujo”.
En la Universidad Nacional corrió la suerte de
tener como maestros a profesionales de gran
relieve, que llegarían a convertirse en sus
mentores: Guillermo Bermúdez, Bruno Violi y
Fernando Martínez fueron algunos de ellos.
Estos arquitectos, unos de los más recono-
cidos en el medio y todos grandes dibujan-
tes y excelentes personas, fueron quienes le
transmitieron a Edgar la pasión por su oficio y
le enseñaron a concebir el espacio y a nunca
desligar la práctica de la teoría.

14

Cristo cubista.
1954. Témpera sobre cartón. 70x50 cm.
Seducido por la capacidad de abstracción de Picasso,
Edgar hace acopio de las técnicas cubistas para repre-
sentar a Cristo en la cruz. El contraste entre fondo y
figura y el uso de colores llamativos resaltan la imagen
del personaje.
Centro cívico para Bogotá.
1956. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
El centro cívico para Bogotá fue el proyecto que Edgar
Bueno realizó en el último año de arquitectura en la
Universidad Nacional. El complejo de edificios revela
un estilo moderno, dominado por volúmenes marcados,
grandes rampas y amplios espacios para caminar. Como
tal, el Centro se proyectó con la idea de generar un
punto de encuentro y de convivencia para la ciudad, así
como un lugar para la representación ciudadana.

Durante su temporada en la universidad, una


de las cosas que más le gustaba a Edgar era 15
pintar acuarelas. Según él, esta técnica le da
un halo distinto a cualquier representación y
permite abordar el dibujo bajo otra óptica:
una de atmósfera nostálgica y tranquila. Así
mismo, el color difuminado da cuenta de
espacios atravesados por la memoria y la
mancha, de cómo el paso del tiempo invade
los escenarios de la naturaleza.

Manglares.
1954. Acuarela sobre papel de acuarela. 50x35 cm.
“Una vez estuve de paseo por el Pacífico y me llamó la
atención la retirada del agua de la costa: ese ir y venir
constante de la pleamar y la bajamar, ese esparci-
miento cíclico entre la marea y la playa. Era hermoso
contemplar la manera como las raíces de los manglares
quedaban sumergidas en el agua debido al influjo de
las fuerzas de la naturaleza”.
16
IIParte
17

Obregóny
Valenzuela
La Oficina
Cuando cursaba el quinto año de la carrera,
Edgar Bueno gozaba de tal reconocimiento
que el propio Rafael Obregón lo llamó a su
casa. El arquitecto fundador de la firma Obre-
gón y Valenzuela, la única que por ese en-
tonces se dedicaba al diseño arquitectónico
–otras firmas como Cuéllar Serrano Gómez o
Esguerra y Pizano se dedicaban más que todo
a la construcción–, necesitaba un dibujante
de apoyo que reemplazara al de planta, que
estaba enfermo, y que terminara los dibujos
para un proyecto que debía presentar a los
pocos días.

Sin dudarlo, Edgar aceptó el puesto y su


18
trabajo llamó la atención de los socios de
la firma por su expresividad: la claridad del
dibujo, al igual que la originalidad técnica
de las representaciones –técnica que no era
otra que la de crayola sobre papel fino de 120
gramos con tizas de colores–, transmitía con
elocuencia la magnitud del proyecto.

Proyecto Centro Cívico, Bogotá.


Vista desde el Capitolio Nacional.
1956. Crayola sobre papel de mantequilla 120 g. 70x100 cm.
Este fue el primer proyecto en el que Edgar Bueno
participó como arquitecto en Obregón y Valenzuela. Con
estas perspectivas lograría un puesto en dicha firma y
un protagonismo que le permitiría convertirse, en pocos
años, en el dibujante principal de la misma.
Fue tal la sorpresa de los directores de la
empresa y tal su beneplácito por la labor
del joven dibujante que, sin pensarlo dos
veces, le ofrecieron trabajo. De esta manera,
sin haberse graduado siquiera, Edgar Bueno
empezó a trabajar en Obregón y Valenzuela,
firma de la cual terminaría siendo socio. Sin
saberlo, había comenzado una etapa de su
vida que duraría 25 años y que le merecería
grandes logros en el campo de la arquitectu-
ra. Más allá de eso, aquel período le permitió
ratificar la capacidad expresiva de un buen
dibujo arquitectónico, medio inigualable para
transmitirles a otros ideas y conceptos sobre
un proyecto cualquiera.

19

Proyecto Centro Cívico, Bogotá. Vista desde la Calle 8ª.


1956. Crayola sobre papel de mantequilla 120 g. 70x100 cm.
La técnica que empleó Edgar Bueno en esta serie de dibujos, la de la crayo-
la, hacía parte de una exploración que había hecho en los últimos semestres
de arquitectura. Dicha técnica le permitía mezclar el color de una manera
más adecuada y suavizarlo, efecto que constituía toda una novedad en el
campo del dibujo de aquel entonces.
Así comenzó la vida de Edgar Bueno como
arquitecto: participando en proyectos tan
importantes como el Edificio Colseguros,
el Conjunto Bavaria, El Edifico Nacional de
Seguros o el Banco Popular, todas obras de
prestigio y de gran impacto en el país.

20

Teatro México, Bogotá.


1958. Papeles de colores autoadhesivos sobre cartulina.
70x100 cm.
“Me divertí mucho haciendo esta perspectiva. Los
papeles autoadhesivos permitían trabajar con muchas
texturas y, de esa manera, vislumbrar cómo quedaría la
materialidad del edificio”.

Banco Popular, Bogotá. Proyecto.


Vista desde la Calle 17 con Carrera 7ª.
1963. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
“A la hora de crear una perspectiva lo que más me
gusta es darle vida al espacio que proyecto; de ahí que
mi interés no sea el de mostrar tan solo la arquitectura,
sino el de encuadrarla para que revele la vida que de
ella puede brotar”.
21

Banco Popular, Bogotá.


Vista desde la Carrera 7ª con Calle 17.
1963. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
100x70 cm.
Por esta misma época, Edgar empezó a ex-
plorar temas urbanos, lo que derivó en la
elaboración de bocetos de algunas ciudades
imaginadas. Este tema se convirtió en uno de
gran relevancia en su vida: sus diseños dan
cuenta del compromiso frente a la ciudad,
por eso sus arquitecturas parten del enten-
dimiento del espacio urbano para emplazar a
sus edificaciones de la manera más adecua-
da. Esta exploración lo ha llevado a recrear
ciudades imaginadas, actividad que constitu-
ye uno de sus mayores divertimentos.

22

La ciudad imaginada I.
1959. Crayola sobre papel bond 90 g. 50x70 cm.
La técnica con la que Edgar hizo esta imagen fue la
misma con la que elaboró la serie de dibujos que des-
embocaría en su llegada a Obregón y Valenzuela.
En los dibujos de las ciudades imaginadas,
Edgar explora lo infinito y lo imposible, la
relación entre volúmenes, la escala de los
mismos, los distintos juegos compositivos y
los planos arquitectónicos. Los lugares que
representa se disponen al observador como
espacios fugaces de distracción y diversión.
Estas imágenes recrean una ciudad distinta y
le dan un rostro diferente a la misma, donde
el hombre puede relacionarse con el otro y de
esta manera construir el espacio que habita.
También revelan la relación entre realidad e
imaginación y entre vida y fantasía.

Casi 10 años después de terminar su carrera,


Edgar Bueno se graduó como Arquitecto de
la Universidad Nacional. Su vinculación a la
planta de arquitectos de Obregón y Valen-
zuela no le había dejado tiempo para termi-
23
nar su tesis, tarea que se postergó año tras
año hasta que en 1964 finalmente recibió el
diploma. Para aquel momento, la Universi-
dad se interesó en solucionarle la situación a
varias personas que habían dilatado su fecha
de grado. Edgar era una de ellas.

La ciudad imaginada II.


1959. Témpera sobre aserrín compactado. 50x70 cm.
“Una vez llegó a la oficina una muestra de aserrín com-
pactado que íbamos a emplear para una de nuestras
construcciones. Cuando ya no la necesitamos la empleé
para dibujar allí una visión de ciudad. Me pareció que
en ese material se podía pintar algo, sobre todo porque
iba a generar una textura distinta. Pienso que arrojó un
resultado interesante”.
Docencia El mismo año de su grado, Edgar Bueno comenzó su labor como docente de arquitectura, labor
que ejerció con ahínco y pasión por casi 40 años. Su experiencia con la docencia comenzó
durante la universidad, donde comprendió el valor del dibujo como medio para transmitir ideas
que giraran alrededor de la arquitectura. En tal medida, la enseñanza constituía una excelente
herramienta para dar a conocer sus experiencias profesionales, por lo que Edgar emprendió
este camino en 1964 en paralelo con su trabajo en Obregón y Valenzuela. En aquel año lo
llamaron de la Pontificia Universidad Javeriana para que ayudara como profesor de Taller.
Cinco años más tarde pasó a engrosar las filas de los docentes de la Universidad Piloto de
Colombia y posteriormente, en 1975, se convirtió en decano de la carrera. Finalmente, un año
más tarde volvería a las aulas de su querida Universidad Nacional, pero ya no como estudiante
sino como maestro.

En esta última institución se encontró en la necesidad de realizar algún tipo de trabajo inves-
tigativo que le permitiera vincularse como profesor asociado. Fue entonces cuando comenzó
a estudiar la manera como se había dibujado la arquitectura a lo largo de los tiempos y a
explorar el papel del dibujo arquitectónico en todos los estados de los proyectos de diseño.
Edgar se concentró en los casos de grandes arquitectos como Piranessi, Mayer, Le Corbusier
y Rossi y analizó el modo en que partían de la grafía para explicar el objeto urbano que iban a
24
construir. A la luz de este análisis, el dibujo se erigía como una herramienta fundamental para
todo arquitecto que buscara una nueva visión del espacio.
De esta titánica tarea de investigación surgió un libro que exploraba el mundo del boceto
arquitectónico y que demostraba cómo todo gran artífice de esta disciplina también dibuja: al
hacer un recorrido por innumerables bosquejos, tanto propios como ajenos, el texto plasmaba
la relevancia de la grafía, más como herramienta expresiva que como técnica, y celebraba su
importancia y belleza.

En más de una ocasión Edgar Bueno ha declarado a Rogelio Salmona como el gran arquitecto
de Colombia. Ha señalado, así mismo, que lo que le mereció este lugar de honor fue la escuela
en la que se inscribió. Debido a los disturbios generados en el 9 de abril de 1948, Salmona
salió del país con su familia y viajó a Francia. Una vez allí ingresó al taller del famoso arqui-
tecto Charles-Édouard Jeanneret-Gris, Le Corbusier. Lo importante de esta etapa en la vida de
Salmona –señala Edgar– es que todos los fines de semana el maestro francés llevaba a sus
estudiantes a pintar, a fin de que afilaran su percepción del espacio. Esta actividad le sirvió
al arquitecto colombiano para comprender su oficio y su quehacer, pues en aquella escuela la
arquitectura, las proporciones, la armonía, el ritmo y la plasticidad sólo se podían aprehender
y concebir a través del dibujo.

Germán Samper también fue alumno de esta escuela. En varios de sus libros sobre arquitectu-
ra y urbanismo –por ejemplo, en “Recinto urbano: la humanización de la ciudad “o “La arqui- 25
tectura y la ciudad: apuntes de viaje”– se vale de croquis, apuntes de viaje, notas y bocetos
para explicar los problemas que le atañen. En su caso, el dibujo es el medio a través del cual
ejemplifica las tipologías o los recintos urbanos a los que hace referencia.

En su carrera como arquitecto, Edgar Bueno ha sido influenciado por varios dibujantes: Le
Corbusier, Rossi, Aalto son algunos de sus referentes. Sin embargo, quienes realmente lo
inspiraron en su trabajo fueron maestros del dibujo como Helmut Jacobi o Paul Stevenson
Oles. Ellos le enseñaron a componer un cuadro, a enmarcar y a encuadrar una imagen, a vis-
lumbrar los lugares donde la arquitectura pasa desapercibida y, lo que es más importante, a
proyectar las maneras como el hombre puede vivir en los espacios construidos. Es decir, estos
mentores le enseñaron a enfocar la arquitectura y a diagramar la perspectiva con la que se
muestra lo construido. De Oles también heredó algunas técnicas, pues sus libros didácticos
enseñan principios elementales de perspectiva y técnicas novedosas. A través de ellos Edgar
Bueno entendió que en el dibujo no importa tanto lo que se muestra, sino el modo en que se
lo muestra, pues lo primero sólo revela planos del espacio, mientras que lo segundo plasma
las dimensiones del mismo.
Seguros Bolívar,
su primer hijo
El proyecto del período en Obregón y Valenzuela que Edgar Bueno recuerda con mayor cariño
es el de Seguros Bolívar en Cartagena. Esta obra, que enmarca la entrada a Bocagrande, fue
el primer edificio en el que participó de manera completa: además de estar al frente de la
parte de diseño, se encargó de resolver los problemas arquitectónicos que suelen surgir en
obras de esta envergadura. La idea era hacer un área comercial en los primeros pisos que
incluyera un auditorio y un supermercado, y unos apartamentos dúplex en los pisos de arriba,
a semejanza de los realizados por Le Corbusier para la unidad habitacional de Marsella. El
área comercial contaba, además, con una piscina con deck de madera y un amplio espacio de
recreación para niños. Seguros Bolívar, Bocagrande, Cartagena.
1968. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
100x70 cm.

26
27

Para Bueno este edificio es su hijo mayor. Se- Para el momento en que se construyó, el Seguros Bolívar, Bocagrande, Cartagena.
1968. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
gún él, es una obra que se ve muy bien, pues proyecto fue el primero en la zona y con su 100x70 cm.
sobresale por su calidad entre los edificios de propuesta formal señaló lo que debió haber
Bocagrande: se diseñó con amplias zonas de sido el desarrollo posterior del sector de Bo-
circulación y con unos apartamentos de muy cagrande. Desafortunadamente, este modelo
buenas dimensiones, tanto en planta como no se siguió. Para Edgar, otra habría sido la
en altura, que tienen una espectacular vista suerte de estos terrenos si se hubieran adop-
al mar. Es, en suma, una obra que partió del tado las directrices que señalaba el proyecto
entendimiento de la arquitectura moderna. de Seguros Bolívar.
Después del edificio de Seguros Bolívar co-
menzó una etapa bastante productiva para
Obregón y Valenzuela y, por supuesto, para
Edgar Bueno, con proyectos como el concur-
so de la Flota Mercante Gran Colombiana, los
edificios de la Calle 62 y Colpatria y la urbani-
zación de San Fasón.

28

Las flores de piedra.


1967. Collage. Técnica mixta. Tinta, papel de seda y
cera sobre cartón. 25x25 cm.
“Lo importante en este cuadro era hallar un equilibrio
de la forma. De ahí la idea de generar un elemento
central alrededor del cual girara el resto del contenido
de la misma. Algo que ocurre de manera semejante en
la arquitectura, pues en mis diseños busco manipular
los espacios que componen el edificio para lograr un
balance en la forma. Cuadros como estos me ayudaron
a entenderlo”.
Concurso para la Flota Mercante Gran Colombiana,
Bogotá.
Vista del patio interior.
1970. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.

29

Edificio Calle 62, Bogotá.


Vista desde la Carrera 7ª.
1970. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
Socio de
Obregón y
Valenzuela
Tras 16 años de trabajo en la Firma, Edgar
se convirtió en socio de la misma, condición
que le permitió participar no sólo en todos los
proyectos que encaraba Obregón y Valenzue-
la, sino también en sus decisiones ejecuti-
vas: “Era una manera de ir ascendiendo en la
oficina, primero empezabas como dibujante o
arquitecto junior. Con el tiempo, si continua-
bas en la firma, podías ser parte de ella, ya
30
no como trabajador, sino como socio”.

Rafael Obregón se dedicó a diseñar barcos y


surgió en él una afición especial por las gole-
tas que atracaban en los puertos de Cartagena.
Además de investigar sobre el tema con Edgar
–descubrieron que las goletas son de origen
malasio y que se usaban en tiempos remotos
para asaltar carabelas por su liviandad–, Ricar-
do compró una de ellas y le diseñó un baño y
una cabina con motor para convertirla en yate.
Así mismo, se compraron y adecuaron dos go-
letas más, La Tarema y El Tesoro, y luego se
construyó un galeón: El Gaira.

Los constantes viajes a Cartagena, tanto por Edgar detener su mirada sobre los barrios de la Calles de Cartagena I.
1975. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 60 g.
asuntos de la oficina como para supervisar ciudad y centrarse en la manera como las calles y 15x10 cm.
las obras en las goletas, le permitieron a el puerto de “La ciudad heroica” cobraban vida.
31

Calles de Cartagena II. Los Pegasos, Puerto de Cartagena.


1975. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 60 g. 1975. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 60 g.
15x10 cm. 15x10 cm.
Dibujo para
Obregón
Para esta época las perspectivas de Edgar del lenguaje pictórico de manchas que Obre-
Bueno tenían tal renombre que, una tarde gón trabajaba por aquel entonces. Si bien es
cualquiera, Alejandro Obregón le pidió ayuda cierto que su reconocimiento como artista gira
con una perspectiva del espacio urbano en el alrededor de la parte pictórica, el valor de esta
que iba a emplazar una escultura. Dicha obra pieza reside en que es su única obra escultóri-
Dibujo para Obregón.
era un encargo realizado por Telecom en 1975 ca de carácter y de escala urbanos.
1975. Lápiz prismacolor sobre cartón de dibujo. 70x100 cm.
y debía instalarse en la plazoleta Joaquín Cai-
cedo Angulo, ubicada frente a la sede princi- Obregón llamó a Edgar porque necesitaba
pal de la compañía: ésta había sido diseñada imaginarse el espacio con miras a visualizar
por Obregón Valenzuela y Cía, en la Calle 23 de manera más clara el emplazamiento de la
con Carrera 13 de Bogotá. La escultura parte escultura. En agradecimiento, le ofreció uno
de una pintura pasada al bronce por el escul- de sus dibujos, que prometió dejarle en su es-
tor Gerardo Benítez Bolaños, es conocida con tudio en un encuentro futuro. Años más tarde,
32
los nombres de “Soltando la onda” y “Doce cuando Edgar visitaba Cartagena, pasó a ver
toneladas de bronce y siete metros de alto” y al maestro y recibió de él una “Barracuda” de
Barracuda, de Alejandro Obregón.
constituye una representación tridimensional una de las series que se encontraba pintando. 1978. Óleo sobre madera. 40x75 cm.
Sobre la relación con el arte
Para Edgar Bueno existe una estrecha relación entre el arte y la arquitectura. Dicho vínculo le
ha servido para ornamentar sus proyectos arquitectónicos, así como para configurar el espacio
pictórico de sus cuadros. Cuando estudió en la Universidad Nacional de Colombia vio materias
como Teoría del color y Sociología e Historia del arte, lo que le permitió encontrar una relación
directa entre sus dibujos, el espacio arquitectónico, la pintura y el arte.

Para Edgar todo está relacionado con la pintura. No en vano, señala a Miguel Ángel como
uno de los más grandes genios de la humanidad, pues, según él, este prodigio, que había
dedicado el grueso de sus 89 años a su oficio, proclamaba que el arte le permitía enriquecer
las experiencias del hombre y comprenderlas en el espacio.

De otro lado, las abstracciones en las representaciones de Mondrian le han permitido partir
del acto compositivo para establecer las relaciones entre las partes y el todo del alzado del
edificio. Adicionalmente, las retículas de los cuadros del holandés le han servido para pensar
las fachadas y entender que todo parte del rectángulo áureo.
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Finalmente, el arte ha tenido gran importancia para Edgar en la medida en que le ha servido
Balcón a la ciudad.
para entender el sistema de proporciones de los espacios que proyecta y le ha dado la posibili- 1975. Témpera sobre tabla. 80x200 cm.
dad de explorar otros ámbitos de la expresión gráfica. A lo largo de su vida, Edgar ha trabajado
Ventana al campo.
con acuarelas y óleo, ha estudiado las relaciones entre forma y figura a partir de grafismos, 1975. Témpera sobre tabla. 80x120 cm.
ha imaginado ciudades y se ha deleitado haciendo dibujos de Cristo o de gatos. De otra parte,
sus viajes le han permitido entender las proporciones armoniosas inherentes a la arquitectura
y a la naturaleza y comprender aún mejor la esencia de sus diseños.

Tan importante es la relación entre arte y arquitectura para Edgar, que hasta la remodelación
de su hogar, hecho que ocurrió hace varios años, se convirtió en una oportunidad de explo-
rarla. Aprovechando la perspectiva que le daba el corredor que llevaba al baño, compuso dos
cuadros que plasmaban una ilusión óptica a partir del espacio en el que fueron pintados:
“Balcón a la ciudad” y “Ventana al campo”. El primero lo realizó desde la puerta de acceso
al baño y el segundo, desde otra interior. Las piezas crean la ilusión de dos ambientes distin-
tos, pues la perspectiva de ambas representaciones coincide con la del espectador. Además,
plantean un juego llamativo que incita a recorrer el espacio imaginado.
Gatos
Dios hizo el gato para
ofrecerle al hombre
el placer de acariciar un tigre
–Víctor Hugo

Uno de los pasatiempos de Edgar Bueno es dibujar gatos. Lo que le llama la atención de ese
animal, importante en culturas como la egipcia y la asiria, es su cuerpo escultórico: los movi-
mientos plásticos de sus desplazamientos, de caminar pausado y agazapado, lo convierten en
un modelo ideal para el dibujo. Además posa constantemente para los espectadores: de una
manera teatral merodea y luego se queda quieto, hasta el punto en que es imposible ignorarlo
o abstenerse de dibujarlo. Para Edgar los gatos son la encarnación de la elegancia y la dis-
tinción. Esta serie de dibujos da cuenta de su capacidad para captar la esencia de animales
con sus trazos, lo que en la época del colegio le mereció que algunos de sus profesores se
quedaran con sus bocetos de zoología. La mayoría de las piezas que elaboró a propósito de
estos animales ha sido regalada.
34

El gato y sus dominios.


1977. Plumígrafo sobre papel de dibujo. 21x27 cm.
“Esta representación revela el juego entre el espacio
habitable y los personajes que lo recorren y lo
transitan. La residencia de los dos gatos, que son los
únicos habitantes de esas arquitecturas disímiles e
imposibles, es un entramado inaccesible de calles,
ventanas, puertas, muros y arcos. Parados sobre los
tejados, los animales observan al espectador como si
quisieran invitarlo a entrar en su morada. Como bien lo
señala su nombre, la pieza muestra dos centinelas que
Gato. guardan pacientemente sus dominios”.
1977. Plumígrafo sobre papel bond 90 g. 21x30 cm.
“Me encantó la manera como se expresó la textura de
la piel del felino. Esto lo logré con el plumígrafo, que
me permitió darle más detalle al dibujo y plasmar las
sombras del animal”.
35

Edificio Colpatria, Bogotá.


Vista desde la Carrera 7ª.

Continúa la
1976. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
45x100 cm.
Ubicada en el sector de San Diego, en el centro Inter-
nacional, la Torre Colpatria es el edificio más alto de

arquitectura
Colombia y uno de los iconos de la ciudad de Bogotá. La
torre la diseñó Obregón y Valenzuela y la construyó la
firma Pizano, Pradilla, Caro y Restrepo.

Este constante diálogo entre el arte y la arqui- con el espacio interior del edificio. El arte
tectura precipitó un nuevo marco de trabajo le había enseñado las proporciones y Edgar
para la producción en Obregón y Valenzuela, quería buscarlas en el espacio habitacional
dentro del cual buscaría un contacto mayor del hombre.
36

Renovación urbana del centro de la ciudad, Bogotá.


1977. Lápiz prismacolor blanco y negro y color sobre
papel de mantequilla 120 g. 70x100 cm.
“Lo que buscábamos con el proyecto era conservar el
paramento de la manzana lo máximo posible y generar
edificios de cinco pisos en su interior con miras a
densificar la zona. De esa manera no era necesario
generar migraciones de la población del barrio y la
renovación se daría en la medida en que sus habitantes
se compenetraran más con el sector”.

Colombiana de Seguros (Actual INURBE), Bogotá.


Vista desde la Calle 53 con Carrera 13.
1976. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
37

Concurso Banco Cafetero, Manizales.


1980. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.

Concurso Banco Cafetero, Manizales.


1980. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
A finales de su etapa en Obregón y Valen-

El primer viaje: zuela, Edgar Bueno decidió hacer su primer


viaje fuera de Colombia. Su destino fue el
país vecino de Perú. El viaje lo emprendió

Machu Pichu con el deseo de reencontrarse con el boceto


y de retomar el carboncillo.

38
Dibujo. Machu Pichu, Perú.
1981. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm.
“Las terrazas donde los Incas tenían sus cultivos
demuestran su increíble entendimiento del espacio y de
la naturaleza”.

39

Dibujo. Cholo. Cuzco, Perú.


1981. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm.
“La cara de este hombre me cautivó. Muestra cierta
hidalguía de su raza, pero su mutismo da cuenta del
dolor que lleva por dentro. Ahora sólo le queda esa
tristeza absoluta después de ser la raza más poderosa
del continente en épocas prehispánicas”.

Dibujo. Mujeres cholas. Cuzco, Perú.


1981. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm.
“Ver a estas mujeres tejiendo es increíble. Con gran dedi-
cación pasan horas enteras en el oficio y usan sus pies para
tensar las lanas y generar una especie de telar manual.
Trabajan sin siquiera darse cuenta de que lo hacen”.
40
IIIParte
41

Obregón
Bueno
Obregón y Valenzuela, fundada por Pablo Va-
lenzuela, Rafael Obregón, José María Obre-
gón y un puñado de arquitectos y dibujantes,
fue por muchos años la única empresa dedi-
cada enteramente al diseño. Sin embargo,
la compañía comenzó a perder fuerza tras la
muerte de Rafael.

A finales de 1982 la firma optó por crear


Obreval, oficina que se dedicaría más que
todo a la construcción. Por su parte, Rafael
Obregón hijo y Edgar Bueno constituyeron
Obregón Bueno.

42
Proyecto San Fasón, Bogotá.
Vista aérea.
1981. Lápiz sobre papel de mantequilla 60 g. 25x30 cm.
Hacia 1980, la zona que quedaba sobre la actual Calle
19 con Carrera 22 era una bolsa de terreno que se podía
convertir en un espacio de desarrollo urbano para la
ciudad. Por esta razón se decidió hacer un conjunto de
apartamentos que le diera movilidad a este territorio.

43
Sobre el
comercio
Cuando Obregón Bueno nació, surgió la idea
de adelantar una nueva investigación de la
mano de los proyectos que la firma empezaba
a desarrollar. Al igual que cuando estudió la
manera como los arquitectos más renombra-
dos se acercaban al proceso de diseño a la
luz del dibujo, en esta ocasión Edgar explo-
ró el mundo del comercio para entender la
naturaleza de los espacios dedicados a esta
actividad. De forma semejante, exploró el
proceso de intercambio como eje rector en el
44 desarrollo de la ciudad. La base de su estu-
dio la conformaban sus propios bocetos, que
quedaron registrados en un libro.

Galeria Vitorio Emanuelle II. Milán 1865-77.


Giuseppe Mengoni.
1983. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 90 g.
15x20 cm.
“Lo que me interesó de este espacio fue la manera
como se unían las plazas del Duomo y della Scala a
través de la galería comercial; su planta de cruz latina
tiene, en sus dos extremos principales, dos arcos del
triunfo que son la entrada a ambas plazas. La estruc-
tura, compuesta de hierro y cristal, que cubre el pasaje
comercial es verdaderamente impresionante”.
El libro recorre los principales hitos del desa-
rrollo del comercio. Comienza por los prime-
ros intercambios incipientes que se hicieron
en la aldea de Ur, que se concentraban ya
en un espacio particular, y pasa por el ágo-
ra en Grecia, el foro en Roma, la galería o el
boulevard en París, el centro de exposiciones
en Londres y el centro comercial moderno
con todas sus derivaciones. En el camino se
examinan no sólo los principales exponentes
de la arquitectura europea, sino también el
mundo latinoamericano. Esta exploración
precipita, así mismo, una reflexión acerca de
las culturas mesoamericanas, puesto que en
las ciudades aztecas, incas y mayas el mer-
cado era un espacio primordial. A grandes
rasgos, el libro demuestra que el comercio es
parte vital del planeamiento urbano.

45

Streets for People. Bernard Rudofsky.


1983. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 90 g.
18x27 cm.
Al concebir la calle como el principal punto de encuen-
tro se configura la arquitectura más que los edificios
mismos. Es esa vida, aquella que llena la arquitectura
de significados, la que a Edgar Bueno le ha interesado
plasmar en sus perspectivas, especialmente cuando
aparece de la mano del intercambio comercial.
El segundo
viaje:
Europa y
Nueva York
El segundo viaje llevó a Edgar a Nueva York,
Londres, Zurich y varias ciudades de Italia y
Grecia. Durante este periplo comenzó a en-
tender y a sentir que el dibujo era el que hacía
posible la arquitectura. Así mismo, compren-
dió que para analizar a cabalidad un espacio
46
era necesario recorrerlo. También aprendió
que el dibujo era una herramienta clave en
este sentido, pues le permitía al observador
transportarse a un lugar remoto e imaginarlo.

Dibujo. Venecia.
1983. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm.
“Venecia es como la pintan, una ciudad de canales y
agua. Una villa que permanece no sólo sobre el Mar
Adriático, sino en el tiempo. Sus imponentes arquitec-
turas hablan del esplendor de una época y del brillo de
su pasado”.
47

Dibujo. Laughton, Inglaterra.


1983. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm.
“En unos pocos minutos logré plasmar la textura del
tejado con el carboncillo: la casa vive en el dibujo”.

Así mismo, comprendió la diferencia entre


las escuelas latinoamericanas y europeas.
Mientras que las primeras analizaban la ar-
quitectura con base en imágenes y fotogra-
fías, las últimas sencillamente las recorrían
y las vivían.
Dibujo. Florencia, Italia. Cuando Edgar dibuja una ciudad la compren-
1983. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm.
“Esta ciudad está llena de arte. Por donde quiera que de mejor. Después de realizar varios dibujos
se la mire revela escenas que merecen convertirse de Florencia, Milán o Roma, estas urbes co-
en dibujos”.
menzaron a representar algo distinto: todos
y cada uno de los dibujos que ha hecho du-
rante sus viajes han contribuido a forjar su
visión arquitectónica.

Una de las metas vitales de Edgar Bueno


era conocer la arquitectura griega clásica y,
sobre todo, su más importante monumento:
el Partenón, reconstruido en la Acrópolis por
mandato de Pericles. En este viaje por Europa
llegó a Atenas por mar. Tras un breve paseo
por el Erecteión y los Propíleos se dispuso a
pintar el que considera uno de los más be-
Dibujo. Galería Vitorio Emanuelle II. Milán. llos edificios de la historia de la arquitectura
1983. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm. occidental y la cúspide del proyecto arquitec-
El mismo año en que comienza la investigación sobre
el comercio, Edgar viaja por varias ciudades de Europa, tónico griego.
48
en especial por Italia, para entender cómo el fenómeno
del comercio permite el desarrollo de zonas urbanas de
la ciudad.

Dibujo. El Partenón.
1983. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm.
“Nada resulta tan impresionante en la arquitectura
occidental como contemplar en vivo el edificio que un
día reconstruyera Pericles”.
El dibujo de esta obra le representó un gran
reto, pues en ese momento la escena esta-
ba llena de turistas y era difícil abstraerse
para contemplar el monumento. A semejan-
za del grabadista italiano Giovanni Battista
Piranesi, quien a mediados del siglo XVIII
emprendió la labor de reconstruir a Roma en
grabados, Edgar optó por limpiar el contexto
y sacar todo aquello que perturbara la ex-
periencia poética del templo griego: decidió
excluir a los turistas y realzar la belleza de
las columnas dóricas del Partenón. Con unos
cuantos trazos esbozó las claves de los cáno-
nes griegos.

49
Dibujo. Atenas.
1983. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 35x43 cm.
“Una ciudad de ensueño: cuando llegas por mar, lo
primero que contemplas es la grandiosidad de la
Acrópolis”.

Los dibujos de viaje que más trabajo le han


costado han sido los de Nueva York. Si bien
en Grecia, en Italia o en Inglaterra le bastaba
con sentarse a traducir en líneas la imagen
que se le ofrecía, la naturaleza avasallante
de la capital del mundo y la gran cantidad de
actividades que se llevaban a cabo en cada
una de sus escenas suponían un problema
para Edgar a la hora de proyectar una vista en
especial y de plasmar la esencia de la urbe. Dibujo. Central Park, Nueva York.
1983. Carboncillo sobre papel bond
90 g. 35x43 cm.
Fundación Corona, 1982
Un elemento importante de la trayectoria de Edgar Bueno como docente fue su trabajo en el de actividades relacionadas con la disciplina
marco del concurso de arquitectura que organizó a comienzos de los años ochenta. La idea arquitectónica y vincular a los estudiantes
era reunir en una finca a los mejores estudiantes de los últimos semestres de cada una de las de mejor rendimiento académico.
facultades de arquitectura del país, que para aquel momento no eran más que 18, y ponerlos
a trabajar durante una semana en un proyecto que resolviera una problemática real. El mérito El primer concurso se realizó en Agua Blan-
del ejercicio radicaba en que impulsaba a los estudiantes a poner en práctica los conocimien- ca, Valle del Cauca, cuya comunidad tenía
tos aprendidos en la Academia en el marco de las circunstancias de Colombia. necesidades básicas insatisfechas. Durante
las jornadas de trabajo surgió la idea de
En tal medida, las actividades se encaminaban a mostrarle al estudiante que el oficio del ar- construir un centro comunal integral, enfo-
quitecto reposa sobre dos ejes básicos: el contexto en el que vive el hombre y las necesidades cado a la salud, a la educación y al bienes-
que surgen de aquel. Además, la metodología de trabajo les mostraba a los participantes otras tar social del sector. Por ese entonces, las
maneras de encarar los mismos problemas, en cuanto que la aproximación de cada programa zonas libres de las urbanizaciones no eran
de arquitectura variaba según la región. Resultaba interesante ver posturas disímiles entre pai- otra cosa que retazos baldíos que no servían
sas, costeños, bogotanos, caleños y pastusos a la luz de un tema en común: la arquitectura. para prácticamente nada, de manera que el
50 proyecto pretendió unir dichos espacios con
La idea de generar este tipo de encuentros anuales partió de una conversación que sostuvie- miras a convertirlos en algo útil para la po-
ron Edgar Bueno, Rafael Obregón y Hernán Echavarria, dueño de Corona, quien quería generar blación. Lastimosamente, el proyecto gesta-
un concurso de esta naturaleza con el auspicio de su marca. Edgar concretó el proyecto y le do por los estudiantes no pudo construirse
dio un rumbo: sugirió involucrar a las escuelas de arquitectura del país alrededor de una serie por cuestiones políticas.

Afiche. Premio Corona.


1986. Tinta sobre papel bond 90 g.
Un nuevo
comienzo
En los umbrales de Obregón Bueno se rea-
lizaron numerosos proyectos, que abarcaron
desde edificios de vivienda y complejos co-
merciales, institucionales y turísticos hasta
proyectos urbanísticos. Durante aquel perío-
do, Edgar diseñó en ciudades como Bogotá,
Ibagué, Bucaramanga y Manizales, al igual
que en Cúcuta, donde trabajó en el Banco de
la República, y en Cali, donde desarrolló El
Lago Country Club.

Banco de la República, Cúcuta.

51
Lago Country Club, Cali. Proyecto. Sede principal.
1988. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
“Lo importante era mostrar el ambiente que disfru-
tarían los usuarios del club. El dibujo plasma esas
simulaciones”.

1984. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.


70x100 cm.
“El volumen es limpio. Las ventanas le dan un ritmo
a la fachada para enmarcar el acceso al edificio en la
esquina. La marquesina de vidrio y el plano cerrado que
emerge de ésta contribuyen a ello”.
Cambiar

52

Flechas.
1984. Vinilo sobre madera. 56x56 cm.
“Lo agradable de este dibujo es la supraposición de

Grafismos
flechas. El observador se puede distraer buscando todas
las que se pueden encontrar en el cuadro. Mi intención
era hacer un diseño sugestivo, que invitara al especta-
dor a vivir un momento de esparcimiento”.

En paralelo con estos proyectos, Edgar inició Así mismo, estudiaba la relación entre las fi-
una serie de grafismos con el objetivo de es- guras y todas sus posibles combinaciones a la
tudiar el espacio figurativo del cuadro. En aras luz de sus contornos, sus escalas, su color y
de transmitir un mensaje, partía de un orden su ubicación dentro del plano compositivo. Se-
coherente que le permitiera disponer los ele- gún Edgar, estos ejercicios de diseño gráfico le
mentos pictóricos en una relación equilibrada. ayudan a configurar el espacio arquitectónico.
Arquitectura de lo imposible.
1985. Vinilo sobre madera. 56x56 cm.
Se trata de un juego dinámico con el espacio y con
el infinito que recuerda los grabados en madera y las
litografías de Maurits Cornelis Escher. Dependiendo
del punto de vista del espectador, el dibujo se presenta 53
como un objeto posible, pero en la medida en que
la mirada se desplaza se encuentra con la irrealidad
del mismo. Esta figura inverosímil, conformada por la
rotación de un cuadrado y la inserción de otro dentro
del primero, se recrea con colores sobrios que permiten
la transición entre los diferentes espacios.

La cuadratura del círculo.


1948. Lápiz prismacolor sobre papel mantequilla 60 g.
12x18 cm.
Este grafismo evidencia la importancia que juega el
equilibrio en cualquier diseño arquitectónico de Edgar
Bueno. Las simetrías contribuyen al orden de la compo-
sición y claramente se observa un juego de positivos y
negativos originado por el círculo que está enmarcado
en el rectángulo.
54

Los centros
Centro comercial Paseo de la Quinta, Cali.
Perspectiva desde la Plaza del Café.
1987. Plumígrafo sobre cartón de dibujo. 25x35 cm.
“Al dibujar uno puede hacer algunas concesiones con

comerciales
miras a mostrar el espacio de mejor manera. Prueba de
ello es la línea negra de esta imagen, que es por donde
realmente iría el cielo raso y que no permitiría mostrar
nada más allá de sí misma”.

La etapa en Obregón Bueno fue una opor- Ibagué y Paseo de la Quinta, en Cali, traba-
tunidad de hacer nuevas cosas, sobre todo jó en proyectos importantes como Hacienda
porque le permitió a Edgar diseñar y construir Santa Bárbara y Parque Central Bavaria en la
centros comerciales. Tras las experiencias de capital del país.
los centros Belmira, en Bogotá, La Quinta, en
55

Centro comercial Hacienda Santa Bárbara.


Hacienda Santa 1988. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
Bárbara
El centro comercial Hacienda Santa Bárbara original y conserva su estilo colonial, mientras El centro comercial se encuentra dentro de
se encuentra ubicado en la localidad de Usa- que en otros sectores, donde se encuentran uno de los sectores más exclusivos de la
quén en el nororiente de Bogotá. Se constru- el hotel y las oficinas, se privilegia uno más ciudad y conjuga con elocuencia los tiempos
yó en la casa de campo de Pepe Sierra, ha- contemporáneo. Como espacio de transición pasado y presente. Fue el primer centro en
cendado de principios del siglo XX que le dio entre dos escenarios, el colonial y el moderno, Bogotá con zonas verdes en su interior. El
su nombre a la Calle 116. Parte de la cons- se construyeron varias plazoletas de comercio proyecto lo realizaron Edgar Bueno y Rafael
trucción mantiene la casa quinta de su dueño que matizan el contraste de estilos. Obregón junto con Hernán y Samuel Vieco.
56

Parque Central Bavaria. Estudio volumétrico. Parque Central Bavaria


1989. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
La importancia de este proyecto radica en que representó un hito en el comienzo de la re-
70x100 cm.
novación urbana del centro de Bogotá. Con cerca de 70,000 m² de superficie y alrededor de
20,000 m² de zonas verdes, obra del plan maestro de Fernando Jiménez, el Parque Central
Bavaria se planteó a partir de una zonificación, pero no sólo en planta, como tradicionalmen-
te se había hecho, sino también en altura. Fue una simbiosis entre el centro comercial, las
oficinas y la vivienda.

La idea era que la ciudad siguiera viva después de las seis de la tarde, hora de salida de
las empresas. Por eso, en los pisos altos del complejo urbanístico se diseñaron unas áreas
de vivienda, al tiempo que alrededor de los
jardines se abrieron espacios para restauran-
tes con el objeto de mantener viva la zona
durante buena parte del día y de la noche.
Adicionalmente, se pretendía crear un par-
que público en esta área de Bogotá que res-
petara las proporciones del contexto. La solu-
ción consistió en construir un recinto urbano
que cobijara las actividades más importantes
del hombre: descansar, disfrutar y trabajar. El
proyecto se realizó en conjunto con el Taller
del Espacio Urbano, dirigido por Carlos Her-
nández y Eduardo Samper, aunque Obregón
Bueno no participó en la edificación de la
Torre Colseguros, una de las últimas etapas
del proceso.

Con la experiencia adquirida se diseñaron los


centros Melia Plaza, en Pereira, y Titán, en
57
Bogotá, y también se trabajó en Plaza de las
Américas y en Salitre Plaza con Willy Drews.

Centro comercial Melia Plaza, Pereira. Vista interior.


1993. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.

Centro comercial Salitre Plaza, Bogotá.


1995. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
“En este proyecto trabajamos con Willy Drews. Lo que
queríamos era que los jardines emergieran desde el
sótano para que le dieran vida al Centro”.
58

Centro comercial Titán, Bogotá. Proyecto.


1996. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
50x70 cm.
Tercer viaje:
la madre
patria y
Europa
A comienzos de 1990 Edgar emprendió un
nuevo viaje que lo llevó a España, Francia y
los Países Bajos. En el primer país recordó
la belleza de la composición, mientras que
los jardines de La Alhambra en Granada, La
Sagrada Familia en Barcelona y la ciudad de
Toledo le ratificaron que la arquitectura vive
gracias a la mezcla de estilos. 59

Dibujo. La Alhambra, Granada.


1990. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 21x27 cm.
“Es muy agradable ver cómo dos arquitecturas, la
morisca y la española, se mezclan para conformar un
recinto arquitectónico”.

Dibujo. Sagrada Familia, Barcelona.


1990. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 21x27 cm.
“El edificio es magnánimo, pero lo que realmente me
sorprendió fueron las agujas de la Catedral. Ellas se al-
zan, imponentes y majestuosas, sobre toda Barcelona”.

Dibujo. Toledo, España.


1990. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 21x27 cm.
“Situada en la margen derecha del río Tajo y encima
de una colina, Toledo es una ciudad agradable para
la vista. Parece una gran escenografía, que invita al
espectador a recorrerla y participar en ella”.
Por su parte, Francia le demostró la impo-
nencia del edificio. Estructuras como Notre
Dame o Reims, vivos ejemplos del período
gótico, muestran la grandilocuencia de la ar-
quitectura y su capacidad para dignificar el
espacio sobre el cual se erige.

En los Países Bajos, Edgar Bueno descubrió


la pasividad del paisaje urbano. El encanto
de las casas y el orgullo de los viejos edifi-
cios de ciudades como Brujas perduran en el
tiempo como prueba inescrutable de un po-
derío de antaño.

60

Dibujo. Notre Dame, París.


1990. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 21x27 cm.
“En el espacio interior de Notre Dame el hombre se
siente inferior: la luz que lo baña cuando ingresa al
edificio le permite establecer un contacto íntimo con
su parte espiritual”.

Dibujo. Brujas, Bélgica.


1990. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 21x27 cm.
“Brujas es una vieja ciudad al norte de Bélgica que
fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en
el año 2000”.

Dibujo. Brujas, Bélgica.


1990. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 21x27 cm.
“Parece una pequeña Venecia, pero más apacible.
En su arquitectura aún se perciben rasgos de su
importante historia como centro mercante”.
Los otros Proyectos
de Obregón Bueno
Al tiempo que construía varios centros comerciales, la firma Obregón Bue-
no realizaba proyectos urbanos y obras para clubes, al igual que viviendas
unifamiliares y multifamiliares.

Concurso Sede Colmena, Bogotá.


1992. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.

Edificio Oficinas Salitre, Bogotá. Proyecto.


1992. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 120 g. 61
70x100 cm.

Club Serrezuela, Mosquera. Proyecto. Sede principal.


1992. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
50x100 cm.
Propuesta Sierras del Chicó.
1995. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
62 50x70 cm.
“Lo importante era que la vista sobre el cerro no se
perdiera, por eso proponíamos unos edificios de unos
cinco pisos de altura que se acoplaran en armonía con
la naturaleza circundante”.

Concurso Club Fontanar, Bogotá.


1993. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
Proyecto Kalamari, Cartagena de Indias.
Vistas del hotel y de la clínica.
1995. Plumígrafo y color sobre papel bond 90 g.
21x27 cm.
“Con el proyecto se pretendía reanimar una zona de la
ciudad de Cartagena. El proyecto abarcaba más de 20
hectáreas”.

Proyecto Kalamari, Cartagena de Indias.


1995. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
35x100 cm. 63
“El proyecto era enorme. Contenía un centro médico,
una clínica, un hotel, vivienda multifamiliar y un
centro comercial”.
Reconocimientos
A finales de 1986, Edgar Bueno recibió una
mención de honor por sus 20 años como
docente de la Universidad Nacional de Co-
lombia. Durante este período se había des-
tacado por transmitir los presupuestos de
la arquitectura a sus estudiantes de manera
clara y humana y por enseñarles a entender
la proporción y la armonía de las obras a
través del dibujo. Esta mención le valió para
que siete años después recibiera la medalla
al mérito universitario en la misma institu-
ción, en cuya elección participaban tanto
alumnos como docentes.
64

Así mismo, Obregón Bueno le hizo un re-


conocimiento por la calidad de sus dibujos
cuando cumplió 10 años de trabajo. Para ce-
lebrar la ocasión, se editó un libro con sus
mejores dibujos y con una serie de bosque-
jos de viaje, que ponía de manifiesto cuán
importante había sido este aporte al desa-
rrollo de la firma.
Cuarto viaje: Centroamérica

Dibujo. Convento la Capuchinas, Antigua, Guatemala.


1994. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 27x35 cm.
“Un buen dibujante es capaz de descubrir la arquitectu-
ra con un puñado de líneas. De otra parte, un adecuado
manejo de los claroscuros puede hacer que aquello que
se dibuje cobre vida”.

Dibujo. El Malecón de la Habana, Cuba.


1994. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 27x35 cm.
“La arquitectura es el lenguaje de las sombras y de
los volúmenes. Todo dibujante debe aprenderlo y
asimilarlo”. 65

Quinto viaje: Florida

Dibujo. San Petersburgo, Florida.


1997. Plumígrafo sobre papel bond 90 g. 27x35 cm.

Dibujo. Bay Front, Florida.


1997. Plumígrafo sobre papel bond 90 g. 27x35 cm.
66
IVParte
67

Edgar
Bueno
El comienzo de su etapa
independiente
Para finales de 1997, Rafael Obregón comenzaba a cansarse de la situación en la que se en-
contraba la arquitectura. Aquellas épocas en las cuales el diseño primaba se habían termina-
do: para finales del milenio la arquitectura había pasado a un segundo plano y el protagonismo
lo había asumido la construcción. La acentuación de este fenómeno, que ya había contribuido
al ocaso de la firma Obregón y Valenzuela a comienzos de los años ochenta, continuó durante
los noventa y desencadenó la disolución de Obregón Bueno.

Después que se terminara esta compañía, Edgar emprendió la labor de montar su propia ofi-
cina. Para ese entonces toda la vida la había dedicado al diseño, razón por la cual siguió
el mismo camino en esta nueva etapa, durante la cual se convirtió en el dueño único de su
empresa. Ya era tarde para que Edgar empezara a construir. Igual, ese no era el rumbo que él
68 quería tomar: para él lo más importante era seguir dibujando y creando espacios habitables.
No en vano, todo lo que ha realizado a lo largo de su carrera profesional sigue en pie como
documento fehaciente de su compromiso con este ideal. Parque de la Cabrera, Bogotá. Propuesta de Pérgolas.
1997. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
40x70 cm.
“La arquitectura no podría existir sin el dibujo, pues
éste plasma la concepción que se tiene de ella”.
69

Propuesta Parque Tercer Milenio y Plazoleta San


Victorino, Bogotá.
1998. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
“La perspectiva sirve para enfatizar el valor volumétrico
del espacio: cualquier arquitecto juicioso puede em-
plearla para materializar la idea rectora del proyecto”.
El compromiso de Edgar con la arquitectura
gira en torno de la honestidad: honestidad
con la profesión y con el cliente. Tras 50 años
de vida profesional, la sigue ejerciendo por-
que es su pasión y porque ha sido uno de los
motores de su vida. Aún hoy, disfruta del he-
cho creativo y del reto que supone imaginar
espacios a los que el hombre dará significado
y dotará de sentido: cada nuevo proyecto le
muestra nuevas cosas y le enseña más con-
ceptos de la disciplina. En tal medida, para él
es un orgullo que en los últimos 10 años al
frente de su propia oficina de arquitectos, to-
davía lo sigan llamando con frecuencia para
realizar trabajos de diseño.

70
San Victorino, Bogotá. Estado inicial.
1998. Lápiz prismacolor sobre papel de mantequilla 120 g.
24x70 cm.
“Me sentaba a mirar el espacio durante algunas horas
para después regresar a mi estudio a dibujarlo. La
verdad, el dibujo siempre se me ha facilitado y estas
imágenes son fruto de mi paciencia y de mi pasión”.
San Victorino, Bogotá.
Mirada hacia el Parque Tercer Milenio.
1998. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 120 g.
25x35 cm.

San Victorino, Bogotá. Propuesta. 71


1998. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 120 g.
24x70 cm.
“Lo que me ha enseñado el dibujo es que existe una
relación íntima entre el lápiz y el papel y el espacio
construido. De hecho, el lápiz es al arquitecto como el
bisturí al cirujano”.
Una nueva
generación
de centros
comerciales
Con más de 15 centros comerciales en su
haber, Edgar Bueno ha logrado tipificar estos
espacios no sólo desde el punto de vista eco-
nómico, que al fin de cuentas es el que permi-
te que el proyecto se construya, sino también
desde el plástico, que es el más importante y
72
el que lo compromete con la arquitectura.

Centro comercial Portal de San Felipe, Cartagena.


2007. Lápiz y tinta sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
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Centro comercial Mega Mall, Bucaramanga.


2006. Lápiz y tinta sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
“El dibujo es, además, la memoria física del proyecto”.

Centro comercial Miramar, Barranquilla.


2007. Lápiz y tinta sobre papel de mantequilla 120 g.
70x100 cm.
Sexto viaje:
Chile
Edgar Bueno no ha tomado fotografías en nin-
guno de sus viajes por el mundo. Según él, se
obtiene una mejor idea del espacio cuando
se lo pinta. A sus ojos, la fotografía muestra,
mientras que el dibujo revela sentidos y res-
cata la dimensión social del espacio y otros
detalles imperceptibles. En tal medida, la
fotografía convencional convierte el acto de
observación en una actividad turística, mien-
tras el dibujo, en cambio, la transforma en un
acto de contemplación y de aprendizaje.

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Dibujo. Calles de Valparaíso, Chile.


2006. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 22x30 cm.
“La perspectiva es una herramienta útil, pero en ella
no radica el virtuosismo del dibujante. Saberla manejar
facilita la comunicación con los demás, pero es algo que
al fin de cuentas puede hacer cualquier persona armada
de paciencia: no así el dibujo, que requiere de concen-
tración y compenetración con el espacio observado”.

Dibujo. Puerto de Valparaíso, Chile.


2006. Carboncillo sobre papel bond 90 g. 22x30 cm.
“La maestría del dibujante radica en su capacidad
de plasmar un espacio con unos pocos trazos. Un
carboncillo permite tomarle una radiografía a lo que se
contempla: aunque con un lápiz también se puede cap-
tar la esencia de un espacio, el verdadero reto consiste
en hacerlo a partir de un juego de luces y de sombras”.
El dibujo arquitectónico:
algunas conclusiones
“El dibujo es arquitectura”, Edgar Bueno.

Para Edgar Bueno el dibujo ha sido el factor además de ser un medio de contarnos sus Para Edgar es claro que para ser un excelen-
decisivo en todos los logros de su vida. Gra- deseos, viven por sí mismos, tienen su pro- te arquitecto no se necesita ser un magnífico
cias a él ingresó a Obregón y Valenzuela y pia vida, pues han nacido llenos de la ener- dibujante, simplemente tener la claridad en
empezó su vida como docente. El dibujo le gía que necesitan para contar sus propias la grafía para poder explicar el espacio que
permitió comprender el mundo y convertirse historias y para enseñarnos a ver y a sentir se quiere construir. Lo que realmente importa
en los ojos de su primera firma y, posterior- la arquitectura y la vida”. es que haya expresividad y que el dibujo per-
mente, de Obregón Bueno. Además ha sido mita sentir al observador del boceto que es
un catalizador de aprendizaje, pues es una Puesto que el dibujo le permitió entender la parte de la representación. Los dibujos son
herramienta didáctica que al tiempo que en- proporcionalidad de los espacios, le sirvió un proceso determinante del diseño en cuan-
seña, revela cosas que por otros medios se- también para aprender a hacer las cosas bien. to que permiten vislumbrar lo que se piensa
75
ría imposible vislumbrar: puesto que permite Gracias a ello comprendió cómo los grandes construir y corregir, o arreglar lo que está mal
visualizar la vida del espacio que se diseña, maestros de la arquitectura, no sólo de la y explotar lo que está bien.
el dibujo arroja luz sobre la manera como un moderna, sino también de la arquitectura en
ambiente físico cobra vida en pos de la acti- general, escenificaban sus proyectos en la En el contexto del dibujo, la perspectiva es
vidad humana. plancha de dibujo. Pero esto sólo se entiende una herramienta de un alcance increíble: al
tras muchos años de estudio de esta discipli- posibilitar la ilusión de profundidad en un
Ramón Gutiérrez señala que los dibujos de na y de las múltiples formas de expresión de plano bidimensional, se convierte en un dis-
Bueno “comunican segmentos de una reali- la misma. En el caso de Edgar, este aprendi- positivo que activa la mente de quien está
dad compleja y múltiple (…), nos muestran zaje se complementó con el trabajo práctico, detrás del diseño. De esa manera, el dibujo
la perdurable riqueza de un oficio que ve gracias al cual pudo plasmar la teoría en una se convierte en un medio de exploración que
por nosotros y nos hace ver selectivamente hoja: en ella convergían la arquitectura y el permite cumplir con creces los objetivos de
aquellos rasgos sintetizados de sus emocio- dibujo, fenómeno que le enseñó a asimilar cada obra en particular.
nes. Además de hacernos ver lo que él ve, las proporciones y a educar el ojo.
Sobre el dibujo en computador
Gracias a que las computadoras permiten modelar proyectos en dos y tres dimensiones con
relativa facilidad, han adquirido un papel protagónico en el quehacer arquitectónico. Estas
herramientas constituyen, entonces, opciones viables para generar edificios descomunales
como el Guggenheim de Bilbao de Frank O. Gehry o las propuestas estilísticas de Saya Hadid
y de Daniel Libeskind que, de otra manera, serían difíciles de concebir. Sin embargo, aquí en
Colombia ese tipo de proyectos no son los que imperan. En tal medida, las computadoras no
están al servicio de exploraciones formales complejas, pero sí, en cambio, son usadas para
generar el edificio.

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En una época en que el diseño del proyec-
to arquitectónico no contaba, al menos aquí
en Colombia, con mayor infraestructura tec-
nológica, Edgar Bueno era una de las pocas
mentes capaces de proyectar una obra y
plasmarla en sus dibujos mediante pers-
pectivas, cortes fugados, axonometrías, etc.
El propio Rafael Obregón lo llamaba todo el
tiempo para pedirle que se imaginara cómo
iba a quedar un proyecto; Edgar tardaba ape- 77
nas minutos visualizando y representando el
espacio a partir de unas líneas básicas que Estudio Cabaña en Barú.
permitían comprender las dimensiones y el 1978. Plumígrafo sobre papel de mantequilla 110 g.
30x30 cm.
impacto de una construcción en la vida de
una persona.

Sin demeritar el valor que tiene el computa- de cortes, plantas y alzados para entender la una herramienta de expresión que de por sí
dor como herramienta, pues gracias a ciertos tridimensionalidad del edificio, hacen poco transcurre en el espacio, el dibujo computa-
programas especializados genera unas arqui- prácticas a estas nuevas herramientas. De rizado es apenas una exposición informativa
tecturas asombrosas, Edgar considera que otra parte, siente que el computador aplana que no conlleva una experiencia espacial.
emplearlo a la hora de proyectar las obras la práctica de la arquitectura, pues convierte
coarta la capacidad comunicativa de un di- todo en fórmulas y comandos, de manera que Todo esto precipita un enajenamiento del ar-
bujante: para él los computadores le quita- además de perder su capacidad imaginativa, quitecto frente a su oficio, que es cada vez
ron posibilidades expresivas al arquitecto. el profesional sacrifica la posibilidad de dis- más sistemático y técnico y menos intuitivo,
El hecho de no poder generar un espacio de frutar estéticamente de lo que está proyec- imaginativo y enriquecedor.
una sola vez, sin tener que apelar al diseño tando: mientras el dibujo a mano alzada es
El dibujo en Orlando, Florida
A lo largo de su vida como diseñador Edgar personas que iban analizando los bocetos
Bueno ha visto cómo la práctica del dibujo que cada diseñador producía. Sin contener
ha desaparecido y se ha quedado “obsoleta” su sorpresa, Edgar preguntó dónde estaban
frente a las nuevas tecnologías. Sin embar- los computadores y le respondieron que en
go, se ha encontrado algunos ejemplos que un cuarto aparte, pues no eran tan importan-
lo han alentado en su lucha por mantener tes para lo que hacían: sólo cuando concluía
viva esta disciplina. Uno de ellos se presentó el trabajo de dibujo se pasaba al del com-
en un viaje a Orlando, Estados Unidos. Allá putador. Semejante experiencia, entre otros
visitó una oficina de arquitectos que, en ple- episodios similares, parece demostrar que
no siglo XXI, todavía trabajaba con paralela y las generaciones venideras están retoman-
escuadra: su oficina constaba de un espacio do, poco a poco, el derrotero del dibujo como
amplio con unas 20 mesas de dibujo, alre- herramienta de diseño arquitectónico.
dedor de las cuales se congregaban muchas

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Su visión Como arquitecto, la búsqueda de Edgar Bue-


no ha girado alrededor de la relación simbió-
tica y mágica entre el espacio construido y
A lo largo de toda su vida profesional, Edgar
Bueno ha trabajado en su mesa de diseño.
Ella ha sido testigo de cada uno de los pro-

de la la manera como el hombre se apropia de él.


Para Edgar, entonces, la arquitectura se erige
yectos que ha gestado y de cada uno de los
espacios que ha imaginado. Con el presente

arquitectura
como el arte de crearle vida al hombre a la luz libro, esperamos que su legado circule por
de su propia manera de vivir. En este sentido, las mesas de otras oficinas y que siga to-
Guido Díaz aduce que sus bocetos “son las cando tantas vidas como lo han hecho sus
imágenes de sus sueños que se transforman bocetos, sus obras y sus clases.
en sus obras… y sus apuntes, las imágenes
de obras que él transforma en sueños”.

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