Professional Documents
Culture Documents
Teoría de Las Âsanas II. Tenemos Varios Principios de Apoyo para Realizar Las Posturas de Yoga
Teoría de Las Âsanas II. Tenemos Varios Principios de Apoyo para Realizar Las Posturas de Yoga
de las âsanas II
Por: Cesar Ortega
Principios de Alineación y Apoyo Corporales
Tenemos varios principios de apoyo para realizar las posturas de yoga:
1. Pies: Colocarlos paralelos a lo ancho de la cadera, apoyando los talones,
dedos y metatarsos.
2. Rodillas: de pie, activando la rótula jalándola suavemente hacia arriba para
no dañar los ligamentos, esto la protege. Si estamos en cuatro puntos en la
postura del gato, cuidar siempre que queden sobre una manta y no en una
superficie dura.
3. Manos: En cuatro puntos, activos, magnetizando el piso y repartiendo el
peso del cuerpo de una manera uniforme en toda la mano, toda la palma
adherida al piso con los dedos abiertos (mano activa).
4. Isquiones: Jalando los glúteos en diagonal hacia fuera para que queden
sobre el piso o asiento. Cuidar que la pelvis no se colapse hacia atrás, si es
así, utilizar las mantas necesarias para que quede recta la columna
vertebral.
5. Hombros: En las posturas invertidas este apoyo deberá cuidarse y de ser
necesario utilizar las mantas para no dañar las vértebras cervicales.
Otros puntos importantes de alineación y cuidado:
1. Postura:
• Cuidar la alineación de la espalda: coronillacoxis para desbloquear la
energía. Solo se mantiene la espalda redonda en Pavanamuktâsana
(cuidando la curvatura natural del cuello) y Karnapida âsana.
• Colocar los pies paralelos a lo ancho de la cadera de cada alumno.
2. Cuidar zonas frágiles del cuerpo, atendiendo la alineación. Las
articulaciones son partes inestables, por lo que no se debe aplicar presión
directa en ellas.
• Rodillas
• Lumbares
• Cervicales
3. Nunca hacer un movimiento en contra de nuestro cuerpo. Aprender a
distinguir el dolor del cuerpo, si es un dolor liberador o un pellizco o
contractura que lastima.
4. Iniciar postura siempre cuidando los puntos de apoyo.
5. Evitar rebotes para cuidar los ligamentos.
1
6. Cuidar la respiración, tomo aire al preparar el esfuerzo, exhalo al llegar al
clímax del ejercicio. Toda exhalación fuerte ayuda a descargar tensiones,
ya sean musculares, emocionales, etc.
7. Alargar la espalda (alongar)
8. Aislar el músculo que se trabaja, los movimientos cortos – trabajo músculos
pequeños y ligamentos, que son los que sostienen a los músculos grandes.
Los movimientos largos o grandes – trabajo músculos grandes.
9. Diferenciar entre las modalidades que se requieran de colocación de los
pies según las posturas lo requieran.
Pies en Flex: Perpendiculares a la pierna. Activa la parte de atrás de la
pierna (Isquiotibiales).
Pies en punta: como de bailarina, activa la parte del frente de la pierna
(cuadriceps).
Pies activos: Es una postura que involucra a toda la pierna. Activando la
rótula hacia arriba, activando el cuadriceps, pies en diagonal a la pierna,
metatarsos hacia delante, dedos todos hacia la cara poniendo particular
interés en el dedo pequeño, girar el fémur a posición neutra para que los
talones y los pies se mantengan alineados.
4.2. Recomendaciones para la realización correcta de las âsanas
El sentido común y la prudencia son nuestros principales consejeros al momento
de realizar la práctica o ejecución de las Âsanas o Posturas. Las
recomendaciones generales, son las siguientes:
• En todas las prácticas del yoga es conveniente ser asesorado por un
instructor competente.
• Antes de comenzar la práctica, estudia y conoce perfectamente todos los
detalles técnicos de la postura.
• Si es posible, evacua la vejiga y los intestinos antes de iniciar la sesión de
âsanas .
• No empieces la sesión hasta haber finalizado la digestión.
• Utiliza ropa cómoda que te permita total libertad de movimiento,
preferiblemente prendas de algodón.
• Despójate de todos los objetos metálicos: reloj, medallas, gafas, etc.
• Dispón de suficiente espacio, apartando los muebles u objetos que puedan
estorbar o entrañar algún peligro.
• Realiza los ejercicios sobre una alfombra o una manta doblada.
• La habitación debe estar bien ventilada, pero sin corrientes de aire y a una
temperatura agradable.
• Evita lugares ruidosos y la posibilidad de ser interrumpido durante la
práctica.
2
• No practiques cuando tengas fiebre o estés enfermo (ver
contraindicaciones).
• Si no tienes ninguna experiencia en la práctica de las âsanas , es preferible
que comiences con ejercicios preparatorios y suaves que tiendan a
desbloquear el cuerpo, movilizando todas las articulaciones (ver el libro de
Swami Satyananda Saraswati: “Âsana, Pranayama, Mudra, Bandha”).
• Antes de realizar las âsanas debes preparar el cuerpo con algún ejercicio
de calentamiento como la salutación al sol.
• Adapta la práctica de cada âsana a tus posibilidades y necesidades
personales.
• Aborda primeramente las posturas más asequibles y con una intensidad
ajustada a tus condiciones y necesidades. La práctica debe ser progresiva.
Si alguna de las âsanas clásicas no te resulta asequible, puedes sustituirla
con una variante más suave.
• Si es posible, practica todos los días a la misma hora. Los momentos más
favorables son el amanecer y el atardecer.
• Para conseguir un mejor resultado práctico, al principio realiza siempre la
misma secuencia de âsanas y en el mismo orden. Más adelante podrás
introducir las variantes y los cambios que te convengan.
• Si practicas al aire libre, lo cual es ideal, no lo hagas nunca bajo el sol del
mediodía o cuando éste sea muy intenso. Tampoco se ha de practicar
después de largos períodos de baños de sol.
• Si deseas ducharte, es mejor que lo hagas antes de la sesión, o esperar al
menos media hora después de haberla concluido.
• Las mujeres durante la menstruación deberán practicar con precaución y
evitarán las posturas invertidas. En caso de embarazo (4), a partir del
quinto mes habrá que interrumpir la práctica habitual y adaptar la sesión a
las nuevas necesidades.
• Nunca fuerces, evita el espíritu de competición con los demás y contigo
mismo. No intentes sobrepasar tu propia capacidad.
• Si dispones de poco tiempo, resume la sesión y evita practicar con prisa.
• Comprueba que ejecutas las posturas correctamente, respetando todos sus
detalles técnicos.
• Si una postura produce molestias es conveniente descartarla por algún
tiempo. En caso de incomodidad es mejor deshacerla y volver a empezar.
• Evita realizar los ejercicios mecánicamente o con la mente ausente. Cada
vez que realices una postura tiene que ser algo nuevo, como si fuera la
primera vez, con mucha atención, curiosidad e interés. Evita caer en la
repetición mecánica y en la monotonía.
• Administra la energía de forma que en cada ejercicio utilices los músculos
imprescindibles en su tono justo, mientras los demás permanecen
relajados.
3
• Respira siempre por la nariz. Antes de comenzar sintonízate con tu impulso
respiratorio y deja que se establezca una respiración amplia, lenta y
abdominal.
• No comiences una nueva postura hasta que la respiración y el ritmo
cardiaco se hayan normalizado.
• Entre âsana y âsana intercala una pausa de uno ó dos minutos.
Aprovéchala para relajarte y recuperarte realizando algunas respiraciones
completas. Este es un momento muy apropiado para tomar consciencia del
efecto que ha dejado el ejercicio que acabas de realizar.
• Durante las posturas mantén una respiración lenta, profunda, rítmica y
abdominal. En algunas posturas tendrás que realizar la respiración torácica.
Observa que repercusiones tiene esta forma de respirar (ventajas o
desventajas) por ejemplo en el arco, el pez, la cobra o la pinza.
• Como norma general cada postura debe ir seguida de su correspondiente
contra postura. Siempre que se moviliza el cuerpo en una dirección a
continuación habrá que hacerlo en dirección opuesta. Así se equilibran y
complementan los efectos de las âsanas .
• Entra y sal de las posturas lentamente, observando todos los músculos que
se van contrayendodescontrayendo a medida que realizas el ejercicio.
• Mantén la postura final en completa inmovilidad pero sin rigidez ni tensión.
• Durante toda la sesión mantén la actitud de estar “aquí y ahora”. “Aquí”
quiere expresar la presencia en el cuerpo y “ahora” la conciencia de la
respiración a cada instante.
• Da paso a tu espontaneidad y cuando sientas que el cuerpo demanda o
necesita una postura concreta, realízala aunque tengas que modificar el
orden de la secuencia. Ten presente que el cuerpo tiene sus razones y es
bastante corriente que, súbitamente, te apetezca realizar una postura o
evitar alguna otra. Es la manifestación de tu instinto y debes respetarlo.
Escucha a tu cuerpo y ten en cuenta sus mensajes.
• Hay diferentes formas de organizar una sesión, por ejemplo:
Puedes elegir las posturas que más te convengan y ordenarlas
adecuadamente, confeccionando un plan de trabajo.
Puedes sintonizar con la necesidad y demanda de tu cuerpo, dejando que
te de la pauta de las posturas que va necesitando en cada momento. Este
sistema no está al alcance de los principiantes ya que se necesita tener
una gran sintonización con el propio cuerpo, que sólo se consigue después
de una práctica prolongada. En cualquier caso, puedes construir una
secuencia base que se ajuste a tus necesidades y permitirte las variaciones
que estimes necesarias.
• Es muy importante la perseverancia y disfrutar de la práctica. No te
impongas un plan de trabajo rígido, sino que sé más bien natural y flexible
para que tu sesión de âsanas se transforme en un juego que disfrutes
plenamente.
4
• Termina siempre la sesión con una relajación completa, un mínimo de diez
minutos ( Shavâsana).
• Si practicas las âsanas diariamente es recomendable descansar un día a la
semana.
4.3. Actitud mental, fases dinámica y estática y duración las âsanas
La atención es el elemento clave en la práctica de las âsanas . Aquí radica una de
las principales diferencias entre el Hatha Yoga y otros sistemas de entrenamiento
físico, ya que en algunos tipos de gimnasia prevalece el interés por el movimiento
puramente corporal, realizándose muchas veces de forma mecánica o con la
mente ausente. Esto es inconcebible en el yoga. Si no hay atención no hay
yoga. Una postura es ante todo un ejercicio físicomental donde ambos aspectos
confluyen y se integran plenamente.
Fase dinámica
La fase dinámica es el proceso de construir la âsana y adquirir la posición final,
partiendo desde una postura de reposo. Incluye también el desmontar la postura
una vez concluida y el retorno a la posición de partida. Se caracteriza por el
movimiento y desplazamiento del cuerpo en el espacio. Hay que realizarla
lentamente, sincronizando el movimiento con la respiración. La lentitud permitirá
reconocer los grupos musculares que participan en el movimiento y graduar el
tono muscular adecuado.
No te descuides a la hora de deshacer la postura y retornar a la posición inicial.
Sucede a veces que el practicante está algo cansado y tiende a hacerlo
mecánicamente o más rápido de lo que sería deseable. No pierdas la alerta,
mantén el mismo grado de atención y las mismas directrices hasta alcanzar la
postura de descanso. Un esquema de sus componentes es el siguiente:
• Lento
Movimientos: • Fluido
• Relajado
• Abdominal
• Lenta y amplia
Respiraciones:
• Coordinada con el movimiento
Actitud Mental: • Conciencia de los grupos musculares que van
5
interviniendo, regulando el tono adecuado y economizando
energía.
• Conciencia de la columna vertebral y las modificaciones
que va sufriendo a cada instante. Conciencia del
esqueleto.
• Acompañar el movimiento con un gesto psicológico
emparentado con la actitud física que esté adoptándose.
Observar e investigar las posibilidades de expansión
replegamiento del cuerpo en el espacio.
Todas estas pautas no pueden incorporarse al mismo tiempo. Lo más idóneo al
principio es poner el énfasis en los detalles básicos y técnicos. Más adelante, se
incrementará el grado de autoobservación y la integración psicológica.
Fase estática
La fase estática es la postura en sí. Un período en el que el cuerpo permanece
inmóvil, mientras la atención reconoce todo el organismo informándonos de cuanto
sucede. Las características básicas de la fase estática son:
• Respiración abdominal lenta, amplia y rítmica. Algunas posturas requieren
respiración torácica.
• Relajación y comodidad. Ajustar el tono muscular adecuado.
• Inmovilidad, equilibrio y firmeza.
• Sistemática toma de conciencia de todo el cuerpo.
• Integración de la mente y el cuerpo.
La atención sigue siendo el elemento clave para obtener el máximo rendimiento de
la âsana. Primeramente se enfoca la atención a los aspectos externos de la
postura y posteriormente se dirige a una toma de conciencia más profunda. La
fase estática se consuma cuando se estabiliza la atención y emerge un estado de
silencio mental. Un estado de unificación entre el cuerpo y la mente que permite
experimentar la repercusión y la esencia de la postura.
Inicialmente, el practicante debe ocuparse de perfeccionar los aspectos básicos de
la postura: equilibrio postural, respiración adecuada, relajación, comodidad,
firmeza e inmovilidad. Desde los primeros intentos, es importante conseguir
comodidad y firmeza y el máximo de relajación. Cuando se hayan afianzado las
características básicas será fácil profundizar en la toma de conciencia. Cada
practicante puede investigar lo que más le interese o aquellos aspectos que le
resulten más asequibles.
Cuando se esté suficientemente adiestrado podrá desarrollarse simultáneamente
una doble atención, una primera atención o atención central, que estará
6
permanentemente enfocada en la vivencia del aquíahora, es decir, la observación
de la respiración y todo el cuerpo globalmente, y una segunda atención, que
tendrá carácter móvil y podrá viajar por todo el cuerpo estableciéndose en áreas
específicas (columna vertebral, glándulas, plexos nerviosos, chakras, etc.), en
donde investigará y nos informará de todo cuanto suceda. La fase final o estado
meditativo llegará por sí sola cuando la atención se haya estabilizado y el cuerpo,
la mente y la respiración estén armoniosamente integrados.
No tengas prisa por avanzar. Es un proceso que necesita maduración. Procede
pacientemente descubriendo todos los matices que te sea posible. La toma de
conciencia profunda irá llegando naturalmente. Recuerda que el secreto del éxito
reside en la práctica sistemática y en una actitud interior de despego. Procediendo
así, los frutos llegarán sin fatiga ni sobreesfuerzo, y estarás disfrutando de cada
momento.
Tiempo de permanencia en las âsanas
Cada postura tiene sus propias características. Algunas son cómodas de
mantener durante largos períodos de tiempo, mientras que otras solo pueden
realizarse unos pocos segundos. En general, es deseable permanecer el mayor
tiempo posible, siempre y cuando se esté firme y cómodo. Cuando se deja de
estar confortable o aparecen los primeros síntomas de cansancio, es el momento
oportuno de deshacer la âsana. A este respecto, basta con estar atento,
escuchando al cuerpo, para detectar cómo él mismo nos avisa de que ya es
suficiente, de que ya se ha obtenido el efecto óptimo y se hace necesario un
cambio, una pausa de relajación para asimilar los efectos.
4.4. La práctica de las posturas
Si bien es evidente que el yoga no se limita a las âsanas , no es menos cierto que
éstas constituyen los cimientos de esta ciencia, tanto en sus aspectos
predominantemente físicos como en sus técnicas psíquicas, sobre todo la
meditación. Las âsanas no son sólo la puerta de entrada del llamado yoga
corporal; abren también una vía de acceso a todos los estadios psicofisiológicos
del yoga. La práctica correcta de las âsanas es una exigencia básica para todo
adepto del yoga.
Antes de estudiar en detalle las condiciones de su ejecución, recordemos que una
âsana es una postura corporal que se mantiene:
1) en la inmovilidad
2) largo tiempo
3) sin esfuerzo
4) con control respiratorio
7
5) con control mental
Para que haya âsana – y por consiguiente, yoga, es necesario y suficiente que se
dé este conjunto de condiciones.
El límite de elasticidad normal del músculo
Todas las âsanas del yoga están encaminadas a estirar uno o más grupos
musculares. MUCHO MAS ALLA de su límite de elasticidad normal. El músculo
accede a traspasar esta frontera, pero dadas ciertas condiciones:
1) Que se lo persuada a distenderse.
2) Que se le conceda el tiempo necesario
3) Que durante este estiramiento se lo proteja contra cualquier movimiento
brusco.
La inmovilidad prolongada
Un aspecto esencial del yoga, tanto desde el punto de vista de la técnica como en
lo que se refiere a la explicación de los efectos benéficos profundos de las
âsanas . Hay una condición esencial que caracteriza a las âsanas y las distingue
de todas las demás formas de actividad física: la prolongada inmovilización en una
actitud determinada.
Examinemos en primer lugar los aspectos corporales de la inmovilidad y sus
resonancias profundas sobre el organismo.
Una estatua que respira
En cualquier posición de yoga que se encuentre, tanto el principiante como el
practicante avanzado deben inmovilizarse en forma total hasta transformarse en
una estatua que respira. Si para producir algunos de los efectos fisiológicos que
primero estudiaremos puede bastar con una inmovilización relativa, para los
efectos psicológicos se requiere una inmovilidad absoluta y rigurosa.
Con raras excepciones, las âsanas actúan de una manera o de otra sobre la
columna vertebral, ya sea plegándola hacia adelante, curvándola hacia atrás,
imponiéndole una torsión, desencadenando en todo caso reacciones profundas en
8
el nivel de la médula espinal y de la cadena del sistema nervioso simpático que la
flanquea por ambos lados. Por lo tanto, toda flexión actúa poderosamente sobre la
médula, sobre las raíces nerviosas importantes que salen de la espina dorsal por
los agujeros intervertebrales, y también sobre la cadena simpática. Pero la
naturaleza ha previsto un sistema de seguridad para evitar que cada movimiento
del cuerpo provoque reacciones en el nivel visceral. ¡Imaginemos lo que sería de
nosotros si, cada vez que nos inclinamos para recoger un objeto del suelo,
desencadenáramos una reacción del intestino, del hígado o del estómago! Los
movimientos normales, aunque sean violentos, no tienen, por ende, acción directa
en el nivel de las vísceras, porque estas últimas tienen reacciones lentas. Por el
contrario, si se inmoviliza el cuerpo en una posición determinada que actúe sobre
una raíz nerviosa relacionada con cierto órgano o grupo de órganos, después de
un tiempo de conminación (o demora de reacción) del orden de por lo menos
varios segundos se produce una reacción el órgano. Cuanto más prolongada sea
la inmovilidad, más intensa y duradera será la acción, y por eso es lo que tiene
lugar en forma sistemática en las âsanas .
Las posturas del yoga – salvo en caso de contraindicaciones – los efectos son
siempre benéficos. La inmovilidad y solo la inmovilidad, permite actuar sobre las
vísceras profundas. Este factor de “inmovilidad” es, por consiguiente, de constante
aplicación en las posturas del yoga, y es de interés para todos los practicantes, ya
sean principiantes o experimentados: sin inmovilidad no habrá reacción visceral.
Una misma flexión de la columna tendrá, pues, efectos totalmente diferentes
según que se practique durante un tiempo corto (aunque se lo repita) o se
mantenga durante un minuto o más.
Aspectos fisiológicos y modificación de la circulación sanguínea
El efecto de las âsanas consiste en dirigir la sangre hacia ciertas partes del
cuerpo, generalmente hacia zonas que tienen necesidad urgente de una irrigación
suplementaria, o bien, por el contrario, en descongestionar otras regiones.
9
La gravedad actúa de manera suave, continua, uniforme, sin exigir del adepto más
esfuerzo que el necesario para mantenerse en la âsana.
Aspectos fisiológicos sobre la circulación linfática
La linfa es, de hecho, sangre en la que faltan ciertos elementos (principalmente los
glóbulos rojos) y que contiene otros de los que aquella carece. Para comprender el
papel y la importancia de la linfa debemos imaginar nuestro cuerpo como un
acuario ambulante. La vida se originó en los océanos y en ellos continúa, incluso
en el caso de mamíferos terrestres, ya que nuestras células son criaturas marinas
que se bañan en el líquido intersticial, cuya composición se asemeja a la del agua
de mar, y en modo alguno en la sangre, como a veces se suele imaginar. Entre la
sangre, que no llega directamente a las células. Y estas últimas, bañadas en su
líquido vital, la linfa se comporta como un factor de intercambio muy activo. La
circulación linfática drena el líquido intersticial y lo devuelve a través de su propia
red circulatoria – la red de la circulación linfática – hacia la red sanguínea.
Como sistema de drenaje, la circulación linfática atraviesa innumerables nódulos
(cuyo volumen va desde el de una cabeza de alfiler hasta el de un frijol pequeño)
que son verdaderos cuarteles donde nace nuestro ejército de linfocitos; estas
células móviles son las tropas de choque que atacan a los agresores microbianos
y a otros invasores del organismo. La red linfática es una línea de defensa
esencial en el interior de la fortaleza corporal.
Es menester señalar que la circulación linfática es mucho más lenta que la
circulación sanguínea, aunque su red funciona de manera comparable a la red
venosa. La circulación linfática depende principalmente de los tres factores que a
continuación enumeramos, a los cuales el yoga añade un cuarto.
1) Diferencia de presión
2) Contracciones musculares
3) La respiración.
El activador yóguico
10
A los tres factores mencionados de activación de la circulación linfática el yoga
añade el factor de la gravedad. Como la circulación linfática es relativamente lenta,
la inmovilidad prolongada de las posturas del yoga permitirá una profundización
del drenaje de las zonas del cuerpo en las cuales nuestra condición sedentaria
provoca el estancamiento de dicha circulación. Con ello se incrementará la
vitalidad de nuestras células, y recordemos que salud total no es más que el
resultado global de la salud de cada una de nuestras células. Como además todos
nuestros mecanismos de autodefensa contra las infecciones, etc. Dependen de la
red de fortalezas ganglionares, es fácil estimar la importancia cabal de la
aceleración de la circulación linfática. Las que actúan sobre dicha circulación son
principalmente las posiciones invertidas, pero hay también otras âsanas , como el
Arado y sus variantes, que influyen sobre ella.
Hemos mencionado brevemente el líquido cefalorraquídeo. Las posturas ejercen
profunda influencia sobre su circulación, su renovación y el mantenimiento de la
presión correcta (ni demasiada, ni demasiado poca). Si el sistema nervioso central
se encuentra en buenas condiciones, tanto más probable será que el resto del
organismo funcione correctamente.
La duración de la inmovilidad es uno de los factores que determinan el grado de
intensidad de una âsana, mucho más que la intensidad exterior, es decir la
ejecución más o menos trabajada de la misma. En tanto que esta última depende
de la flexibilidad de cada adepto, el grado de intensidad de las âsanas –
condicionado por la duración – es idéntico para todos, trátese de principiantes o de
expertos. Repitamos que todos se encuentran EXACTAMENTE en la misma
situación, tropiezan con iguales obstáculos y obtienen los mismos beneficios.
Hay que distinguir cuatro niveles de intensidad creciente:
1) Grado inferior: inmovilidad de uno a dos minutos
2) Grado intermedio: semiaguante (de dos a cinco minutos)
3) Grado superior: trabajo en aguante (de cinco a quince minutos)
4) Grado máximo: trabajo de voluntad (hasta…. ¡tres horas…)
11
Pasados los quince o veinte minutos, se entra en la fase de voluntad, que se
extiende a una hora e incluso más…En los antiguos tratados de yoga, tales como
el HathaYoga Pradipika, el Gheranda Samhita, se dice que una âsana no está
realmente lograda si el adepto no es capaz de mantenerla durantes…tres horas.
Por lo tanto….
Como la inmovilidad constituye un elemento característico y consustancial a las
âsanas , ya que en resumidas cuentas es ella la que les confiere la condiciones de
asnas, por oposición a cualquier otro ejercicio físico, es esencial observarla lo más
rigurosamente que sea posible.
La ausencia del esfuerzo
Los resultados a veces espectaculares desde el punto de vista de la flexibilidad
corporal, del control muscular y mental que produce el yoga se obtienen siempre
sin esfuerzo.
¡El yogui se economiza siempre! Hay esfuerzo cuando se fuerza a un músculo a
estirarse, es decir, cuando hay un músculo que se defiende contra la tracción en
vez de aceptar ir más allá de sus límites habituales de elongación. El practicante
experimentado trata siempre de no utilizar más que el mínimo de músculos con la
más débil contracción que sea compatible con la ejecución y el mantenimiento de
la postura, sin recurrir jamás a la violencia. El verdadero secreto del éxito en el
yoga reside en el trabajo paciente y cotidiano, en la indiferencia frente al progreso
12
o a la falta de progreso. En este nivel vuelven a encontrarse una vez más, en una
situación corporal y mental idéntica, el principiante y el practicante más avanzado.
Ni uno ni otro tienen el derecho de recurrir a esfuerzos violentos. El yoga debe
resultar siempre cómodo, y es la práctica cotidiana lo que permite, mediante el
entrenamiento, realizar con idéntica comodidad âsanas cada vez más complejas y
adelantadas. Por lo demás, la interiorización inherente al yoga da al practicante
una percepción cada vez más aguda de los puntos de resistencia a la ejecución de
tal o cual âsana; por ende, el practicante procurará realizarla descubriendo la línea
de menor resistencia, cosa muy natural puesto que se niega a hacer esfuerzos
violentos. Mediante una observación interior de las zonas de resistencia,
descubrirá los medios de disolverla y conocerá cada vez mejor su cuerpo para
superar lo que hoy es capaz de realizar.
Un máximo de relajación no es incompatible con la práctica de las posturas; todo
lo contrario. No es inútil repetir que únicamente tienen derecho a estar contraídos
los músculos que son absolutamente indispensables para adoptar y mantener la
âsana. La atención del yogui estará continuamente puesta en su universo
corporal, a fin de percibir si hay en él algún grupo de músculos contraídos
innecesariamente. Jugará con su sistema musuela y por consiguiente, con el
sistema nervioso que está “por detrás” y con el mental que se perfila como telón
de fondo, como juega un virtuoso del piano con el teclado.
Ya que hablamos de músculos y de grupos musculares, bueno será recordar que
todo músculo esqueletal tiene siempre su antagonista. Tomemos un ejemplo muy
simple. Es evidente que si doblo el brazo, en la flexión intervienen ciertos
músculos. Si, por el contrario, lo extiendo, los que entran en acción y ejecutan el
movimiento son los músculos antagonistas de los primeros. Cuando se ejecuta un
movimiento en un sentido determinado, los que realizan el trabajo útil son los
músculos, deducida la resistencia que les oponen los músculos antagonistas, en
caso de no estar prácticamente relajados. Si se interioriza con el fin de
descontraer lo más completamente posible los músculos antagonistas, el adepto
realizará las âsanas con mayor facilidad.
Pero esta regla de la ausencia de esfuerzo no se aplica solamente en el plano
más burdo, es decir en el de la contracción muscular. Este principio básico es
igualmente válido para los ejercicios de respiración y de pranayama,
principalmente cuando se practican con retención del aliento y también para los
aspectos mentales del yoga, por ejemplo durante los ejercicios de concentración.
Para volver al tema de las âsanas , digamos que a fin de evitar cualquier esfuerzo
inútil que se contraponga al fin perseguido, es necesario mantener la actitud
mental correcta.
13
Cuanto más delicadeza se use para “trabajar” el yoga, cuanto más focalizada esté
la atención, tanto más se acercará el adepto al verdadero yoga. Y en esto,
nuevamente, cada adepto se encuentra día a día en la misma situación, cada uno
debe rememorar y respetar las reglas esenciales. Así día tras día, controlará con
mayor eficacia la maravilla de su mecánica corporal. Y así hasta el final de
nuestros días seremos siempre, cada uno de nosotros, eternos principiantes… ¡Y
nos sentiremos felices de serlo!
El control respiratorio
Yoga es, ante todo, inmovilidad. El yoga no puede desarrollar todo su potencial
sino en esta inmovilidad rigurosa en la cual el cuerpo acepta la âsana y le permite
desplegar su dinamismo. Pues detrás de esa fachada de inmovilidad se oculta un
dinamismo tanto más intenso cuanto que no se manifiesta exteriormente, y que es
el dinamismo de la respiración.
Las posturas son actitudes del cuerpo, animadas por el aliento. Así es: una vez
adquirida la inmovilidad, al aliento le toca animarla. Y, a la inversa, si puede
hacerlo es sólo gracias a la inmovilidad.
Si es verdad que por “aliento” hay que entender lo que entienden los yoghis, es
decir las energías vitales y no solamente el concepto restringido de “respiración”,
no es menos cierto que el control de los alientos, de las energías vitales, se realiza
ante todo mediante el control de la respiración. De hecho, las âsanas no son
actitudes corporales a las cuales se superpone, bien o mal, la respiración; muy al
contrario, se estructuran y se organizan en torno de la respiración, que es en ellas
el punto vital por excelencia.
Una sesión de âsanas es por lo tanto una serie ininterrumpida de respiraciones
controladas que tienen como un telón de fondo a las posturas, y no a la inversa.
Las âsanas son otras tantas perlas, pero para formar con ellas un collar deben
estar atravesadas y reunidas por un hilo. El hilo es la respiración, que atraviesa y
reúne las âsanas para hacer de ellas una serie.
Hay muchas maneras de controlar el aliento durante las âsanas , y cada método
presenta sus propias ventajas. Lo esencial es que haya control del aliento.
Para que dicho control exista es necesario, primero, tomar conciencia de la
respiración y regular sus movimientos, antes de poder tomar conciencia de las
energías que se liberan y de su circulación por el cuerpo.
Hemos visto que en la inmovilidad de la âsana el cuerpo se transforma en una
estatua viviente. El practicante está constantemente alerta para reprimir toda
14
veleidad de movimiento, relaja tantos músculos como le es posible y tanto como
puede, para dejar que la âsana actúe por sí misma (una âsana no se “hace”, hay
que dejarla que “se haga”). Tropieza, sin embargo, con una resistencia irreducible:
la de los movimientos respiratorios, que no se pueden suprimir sin limitar
considerablemente la duración de la inmovilidad. Tras haber suprimido todos los
movimientos y todas las contracciones parásitas, el adepto sigue en presencia del
movimiento fundamental de la respiración. Y comprobación importante, cada
âsana condiciona una manera muy particular de respirar.
¡El practicante debe escuchar a su cuerpo! Una vez eliminadas las contracciones
parásitas, sentirá hacia que región dirige la respiración el propio cuerpo.
Poco a poco se obtiene así un aliento lento, suelto, equilibrado y potente que
impregna el organismo de vitalidad y de dinamismo. Al hacerse más lenta y más
completa, la respiración gana en eficacia. Al equilibrarse, capta la mente, la
atención, lo cual es un elemento absolutamente esencial. Se igualan también así
Prana y Apana.
Otra ventaja de este método es que facilita el mantenimiento y duración de las
âsanas .
La inmovilidad prolongada es lo que libera el aliento y le permite desarrollar su
propio dinamismo. Además esta respiración amplia, equilibrada y consciente relaja
todavía más los músculos, facilita su estiramiento y permite mantener la postura
sin esfuerzo y durante un tiempo cada vez más largo.
La toma de conciencia
15
Tras haber determinado las condiciones de ejecución corporal de las âsanas , ha
llegado el momento de abordar los aspectos mentales de las mismas.
De hecho, el cuerpo y el mental, no son dos entidades distintas y separadas, una
de las cuales es el habitáculo de la otra. El cuerpo y el mental son dos
dimensiones de un mismo ser, y no son más disociables de lo que pueden serlo el
espacio y el tiempo. Con el pensamiento es posible separar espacio y tiempo, pero
¡solo con el pensamiento! El tiempo y el espacio reales, aquellos donde arraiga
nuestra existencia, no pueden ser disociados. El espacio solo puede existir con el
tiempo. ¡Nadie sabrá jamás si el espacio es una modalidad del tiempo o todo lo
contrario! Además el tiempo vivido, así como el espacio que perciben nuestros
sentidos, son muy diferentes del tiempo y del espacio real. En las ecuaciones de la
física moderna, tiempo y espacio son términos intercambiables.
En lo que se refiere a la actitud mental que se ha de adoptar durante la fase
dinámica – la adopción del âsana – y durante los primeros segundos de
inmovilidad en la postura, consiste simplemente en seguir interiormente el
desarrollo del movimiento e ir tomando conciencia de todo lo que en él interviene.
Decir “todo” es la vez muy vago y muy preciso. Esto significa que nada debería
escapar de la observación del mental. Hemos dicho ya que un âsana debe ser
vivido interiormente, y tenemos con esto uno de los aspectos esenciales del yoga
en general y de las âsanas en particular: esta “direccionalidad” del psiquismo
hacia el universo interior, más que hacia el universo exterior. Prácticamente toda
nuestra actividad habitual se orienta hacia el mundo exterior, para tomar
conciencia de él, para actuar sobre él. En el yoga, cuanta más abstracción
hagamos del mundo exterior en beneficio de una percepción del universo interior,
más auténtico y eficaz será nuestra práctica.
16
Es menester estar atento a todo lo que sucede en nuestro cuerpo.
Una vez alcanzada la inmovilidad, parecería que el papel del mental casi ha
terminado. Cuando el cuerpo está instalado en la âsana, parece suficiente con que
permanezca en él, sin preocuparse demasiado por lo que pueda hacer el mental.
Ahora bien, es precisamente en el momento en que menos útil parecería su
participación activa cuando ésta se hace más indispensable y decisiva, tanto
respecto de los efectos corporales de la âsana como de los psíquicos.
Tendremos en exceso a localizar nuestro “yo” en el cerebro. ¡nuestro yo está en
todas partes!. Se vale en forma más específica del cerebro como instrumento de
pensamiento y de acción, sin duda, pero no se limita a este órgano. ¡Hay otros
centros de conciencia en el cuerpo! Os sorprenderá bastante descubrir que podéis
encontrar puntos conscientes en otros lugares además del cerebro. No se trata de
una conciencia intelectual y reflexiva que indudablemente es patrimonio del
cerebro, y más exactamente de la corteza cerebral, sino de una conciencia
perceptual, que va haciéndose cada vez más precisa.
Tened presente que esta percepción no siempre llega al nivel de la conciencia de
vigilia habitual. Recordad también que “Eso” para aun cuando uno no lo perciba
conscientemente. Sea como fuere, lo que experimentaréis rápidamente será que
esta manera de proceder agrega una dimensión nueva a vuestra práctica del
hathayoga, ¡que ya no tendrá nada en común con ninguna actividad física
habitual, sea profesional o deportiva, ni tampoco con vuestras actividades
intelectuales corrientes! Estamos penetrando en otro dominio, en un dominio
secreto pero fascinante. Dejamos de navegar por la superficie de nuestro ser, por
el estrato intelectual, para practicar el buceo submarino, y bajo las olas que agitan
la superficie descubrimos un universo desconocido y cautivante, infinitamente más
vasto de lo que podríamos sospechar, y encontraremos allí la paz de las
profundidades. Será entonces cuando practiquemos verdaderamente el hatha
yoga, un yoga integral, un yoga de integración. Y las olas de la superficie, cuando
regreséis a ese nivel, ya no os sacudirán ni os encontrarán desamparados.
4.5. Otros aspectos útiles
La práctica de las Âsanas tiene infinitos aspectos y detalles que cubrir, como
infinita es la expresión de la divinidad a través de la naturaleza humana, o de
cualquier otra naturaleza. Algunos otros aspectos útiles a considerar, tenemos los
siguientes:
Âsanas y expresión corporal
17
El papel de las âsanas en el mantenimiento o el restablecimiento del equilibrio
emocional, considerándolas desde el punto de vista de la expresión corporal, es
muy importante.
Las âsanas constituyen, una de las disciplinas psicofisiológicas más apropiadas
para procurar a sus practicantes un uso correcto de su propio cuerpo en
movimiento, al tiempo que permiten la libre expresión de las emociones y de la
personalidad a través de un organismo liberado de todos los bloqueos y tensiones
musculares, nerviosas o emotivas.
La técnica de la lentitud extrema
Cuando hayamos mantenido la postura durante el tiempo deseado (en Occidente
tendemos a no mantener durante el tiempo suficiente las âsanas ), haremos el
movimiento de retorno con extraordinaria lentitud. El movimiento se acelerará muy
progresivamente para alcanzar, al final, nuestra velocidad habitual.
Esta manera de proceder tiene la ventaja de proporcionarnos una relajación aún
mayor, y por ende mayor flexibilidad, pero al mismo tiempo nos interioriza más. El
ser humano de orientación mental tiene mucho menos tendencia a escaparse,
cautivado por ese movimiento de extrema lentitud.
Más flexible de lo que uno imagina
Creemos que lo único que limita nuestra flexibilidad de movimientos son los
músculos y los ligamentos, pero esto sólo es verdad hasta cierto punto. Es
evidente que los tejidos de cada persona tienen una resistencia que les es propia,
que algunas son más “laxas” que otras, de manera completamente natural y sin
que ello les represente necesariamente ventajas decisivas. Los deportistas muy
musculosos tropiezan con una resistencia mayor cuando se trata de flexibilizar el
cuerpo, que los adeptos que casi no han practicado gimnasia en toda su vida.
¡Pero mentalmente todos estamos encorsetados, y mucho más de lo que
creemos!.
Para acrecentar nuestra flexibilidad real es indispensable, pues, trabajar en el nivel
del control nervioso, es decir, actuar mentalmente sobre nuestro cuerpo utilizando
una imagen mental positiva.
“Prenderse” en el yoga
18
Dentro de la óptica del yoga, que es siempre una experiencia individual y única,
incluso desde el simple punto de vista postural, y es menester darse cuenta de
que se trata de una experiencia interior.
Descubrir la âsana
Durante la ejecución de la postura, es necesario dejarse guiar por esa imagen
interior; más que por la representación exterior.
A fuerza de practicar, uno termina por “sentir” las âsanas a partir de un modelo
propuesto, aunque no se trate más que de un dibujo o de una foto. Y como cada
uno tiene su propia morfología, sus músculos y ligamentos, su pasado individual
(accidentes, luxaciones, traumatismos musculares pasados), cada uno debe
buscar SU âsana a partir del modelo que le propone su profesor o su estudio
sobre la misma
Relajarse entre las posturas y su relación con la inmovilidad
Hay un tiempo de permanencia ideal para cada postura, pero no es un tiempo fijo
y puede variar de un día a otro. Si se sobrepasa ese límite, la postura puede
perder eficacia, e incluso resultar contraproducente. El mejor cronómetro para
saber cuando terminar es la atención, la presencia conciente en la âsana.
Mediante una atenta escucha corporal registrarás nítidamente las señales que
emite tu cuerpo indicando que ya se ha consumado el proceso. Si no se posee
suficiente sensibilidad corporal, lo más prudente es una estancia breve y
confortable. No se trata de soportar la postura, ni de luchar contra el cuerpo ni
contra el tiempo. La repercusión de la âsana es muy intensa y la totalidad de sus
efectos no se manifiesta hasta las horas siguientes. Si mantienes las posturas
hasta el límite de tus posibilidades, pueden aparecer efectos desagradables. Lo
mejor es ser natural y nunca exprimirte al máximo. Deja que la sesión resulte
agradable, sin sentirte forzado en ningún momento. El entrenamiento gradual y
sistemático, facilitará la asimilación de los efectos y en pocas semanas podrás
aumentar cómodamente la duración de las âsanas .
19
esfuerzo y bastará mantenerlas de diez a treinta segundos para obtener un buen
rendimiento. La práctica y el tiempo te descubrirán la duración adecuada para
cada âsana. En la descripción de las posturas se indica un tiempo medio de
permanencia, que puede servirte como una orientación general. Podrás aumentar
o disminuir ese tiempo según tus posibilidades y la necesidad del momento.
En general, las posturas de flexión hacia delante pueden mantenerse un tiempo
prolongado, dado que conllevan una actitud de introversión y un efecto
tranquilizante. En cambio, las posturas de extensión hacia atrás demandan una
estancia más breve, ya que requieren más esfuerzo y producen un efecto
estimulante.
5. Apoyos
La practica de Âsanas , contrario a otras disciplinas, no requiere de una inversión
cuantiosa en equipamiento. Sin embargo, siempre será útil contar con lo siguiente:
a. Un tapete de práctica propio, que permita un apoyo adecuado. Ya no se
recomienda el uso de colchonetas, ni de toallas o frazadas para su práctica
regular.
b. Ropa cómoda, de preferencia de algodón y si deseamos estar vigilando
con el espejo nuestra practica, esta deberá ser ajustada.
Ahora bien, para efectos didácticos y sobre todo al inicio de su experiencia en esta
disciplina por nuevos practicantes, o para personas de edad avanzada o con
capacidades especiales, es recomendable el uso de:
a. Cintas
b. Blocks de madera u otros materiales
c. Sillas
d. Mantas o frazadas
e. Cojines
f. Espejos
20
De igual manera, el incienso y la música, solo deben considerarse con un apoyo
auxiliar en la práctica, ya que en la ejecución seria de las Âsanas , estos
componentes no son necesarios.
6. Grupos o series de posturas
6.1. Generalidades
La práctica de las Âsanas se realiza en una serie continua de posturas, las cuales
tienen un objetivo específico. En base a ese objetivo, se construye una secuencia
o serie. Esta construcción atenderá a una necesidad específica.
En su aspecto más básico, por ejemplo físico, podemos diseñar una sesión para
preparar el cuerpo para la práctica de un determinado deporte o para otra
disciplina o para combatir el insomnio. Podemos atender también a aspectos
emocionales o mentales y finalmente espirituales y trascendentales.
En el Modulo de Âsanas II, también será materia de un estudio profundo este
tema.
6.2. Situación actual de los grupos de Yoga en el Colegio de Yoghismo
A continuación se presenta un resumen de la situación actual que guardan los
Grupos de Âsanas , en nuestro Colegio de Yoga y Yoghismo:
Grupos Básicos:
• Preliminar
• Primer grupo tradicional
• Segundo grupo tradicional
• Nuevo tercer grupo
• Nuevo cuarto grupo
• El tercer grupo tradicional se ubica como un nuevo quinto grupo
• Se incluye un nuevo sexto grupo.
Grupos alternativos:
21
estiramiento Adrián Marcelli.
Grupos específicos de âsanas para columna:
Grupo Cero de âsanas tradicional y Propuesta del Gts. José Luis Díaz.
Grupos específicos de âsanas de preparación para padmásana:
Propuestas de los Gts. Francisco García y María Teresa Vavassori.
Grupo de saludo al sol:
Saludo al sol tradicional y Secuencia dos de salud al sol.
Grupos especiales:
• Preparatorio para el tercer grupo
• Alternativa para el primer grupo tradicional
• Alternativa para el segundo grupo tradicional
• Secuencia vinculada a los centros energéticos.
22