You are on page 1of 3

El Conductismo en Musicoterapia

Dr. Clifford Madsen

Desde mediados del siglo pasado, los musicoterapeutas tuvieron la posibilidad de utilizar la
musicoterapia con el modelo conductista, mediante el condicionamiento, contra
condicionamiento, extinción, role-playing, etc.

El inicio de la musicoterapia puede señalarse con la figura de Madsen (1968), que comenzó
a hablar de musicoterapia conductista en el año 1966, durante la conferencia de la
Asociación Nacional de Musicoterapia en Cleveland, Ohio.

Para dicho autor, la musicoterapia conductista es el uso de la música para


realizar cambios en el comportamiento.

Además, Madsen (1968, p. 16) señala que la música en el modelo conductista debe ser usada:

• Como una señal.


• Como estructura en el movimiento corporal.
• Como foco de atención.
• Como recompensa.

Para el autor la aplicación efectiva del modelo conductista es extremadamente compleja y


requiere un entrenamiento extenso para que la intervención sea efectiva.
Mercadal-Brotons (2000) cita como pioneros en este tipo de aplicación metodológica Steele
(1968), que utilizó la música para cambiar hábitos no cooperativos en un niño con retraso
mental; a Walker (1970), que usó la música para favorecer el lenguaje en personas con
grandes retrasos mentales; y a Jorgeson y Parnell (1970), para modificar conductas en niños
con retraso mental.
Como ya hemos explicado, el conductismo es una rama de la psicología que tiene por objeto
de estudio la conducta y el comportamiento.

Bruscia la define como «el uso de la música como un refuerzo contingente o estímulo de
entrada para incrementar o modificar conductas adaptativas y extinguir conductas
inadaptadas». (1998).

Para el modelo conductista, la psicología de la música es una rama de la psicología que tiene
por objeto el estudio científico de la conducta, como respuesta humana en relación con
la influencia de la música en sus diferentes dimensiones: composición,
interpretación y audición.

Se desenvuelve a partir de la descripción de fenómenos ocurridos. El psicólogo conductista


se cuestiona «qué pasa» y «por qué». La ciencia de la conducta está integrada por dos
elementos principales: el conductismo (base filosófico-teórica) y el análisis aplicado de la
conducta (Mercadal-Brotons, 2000).

Esta práctica se ubica dentro de la musicoterapia «porque se ocupa de los comportamientos


que frustran o interfieren en el aprendizaje o el desarrollo educativo, y porque se utiliza la
música para influir en estas conductas». (Bruscia, 2007, p.158).

La musicoterapia dentro de este enfoque presenta las siguientes características (Mercadal-


Brotons, 2000):
• Si puede medir de forma precisa la conducta, sigue el conductismo.
• Se aplica únicamente en conductas socialmente significativas o de importancia
inmediata.
• Es analítica si demuestra una relación funcional entre música y conducta.
• Es tecnológica si representa los procedimientos de manera detallada y clara.
• Es eficaz si perfecciona convenientemente las conductas de los pacientes.
• Se sistematiza si origina cambios perdurables y/o se amplifican a otras conductas o
ambientes.

Para realizar el tratamiento, se deben tener en cuenta la información histórica,


información sobre la correspondencia entre el paciente y la música y sobre el estado en el
que se halle la conducta en el momento de iniciar el tratamiento. Se fundamenta en E-R, es
decir, el estímulo provoca una respuesta.
Es importante la estructura y el refuerzo para favorecer dicha respuesta y, en ese aspecto, la
música es estructura y refuerzo.

Utilizar la música como estímulo del comportamiento de la música es el


objetivo principal de la terapia, es conseguir cambios en la conducta general del
paciente en la manera de hacer música del paciente.

Según Bruscia, en relación a los métodos:


«Los procedimientos del tratamiento se limitan también al uso de música para tratar el
comportamiento, sin poner tanta atención a las experiencias musicales, que permiten
acceder a los fenómenos no manifiestos o a las actividades no musicales que podrían
producir una reflexión verbal. Si bien las propiedades de apoyo a la música y al terapeuta
son consideradas de importancia, los aspectos no observables de la relación cliente
música y cliente-terapeuta no son utilizados como vehículo de la intervención
terapéutica». (2007, p. 158).

En función de cómo se diseñen las actividades y el uso de la música, se diferencian tres


funciones en la musicoterapia conductista:

*Estímulo (señal auditiva): se emplea en la mayoría de los casos para ayudar a una mejor
retención y aprendizaje de diferentes conceptos.
Las actividades rítmicas son utilizadas para modificar conductas motrices y verbales como,
por ejemplo, la marcha (Gfeller, 1983 citado por Mercadal- Brotons, 2000) o el progreso en
control muscular en niños con trastornos neuromusculares (Thaut,1985, citado por
Mercadal- Brotons, 2000).

*Estructura: se organiza la música como actividad continuada y estructurada, por lo que


es un correcto estímulo de aprendizaje. Amplía la discriminación auditiva y las habilidades
sociales en niños con diferentes tipos de discapacidades. Ha originado progresos en el
avance de niños con retraso mental (Hairston, 1990, citado por Mercadal-Brotons, 2000).

*Refuerzo: se promueve el uso de la música como refuerzo para alcanzar objetivos


concretos en personas con discapacidad (Mercadal- Brotons, 2000). Este procedimiento es
el que reúne un mayor número de estudios científicos que avalan su efectividad.

Algunos de estos estudios son los relacionados con la eficacia para permanecer más tiempo
sentados (Hill, Brantner, y Spreat, 1989, citado por Mercadal-Brotons, 2000), para reducir
los casos de enuresis (Garwood, 1988) o para mejorar la aprobación y las relaciones sociales
positivas entre alumnos con o sin discapacidad (Jellison y cols. 1984, citado por Mercadal-
Brotons, 2000).

Referencias bibliográficas

Brotons, M.M. (2000). Modelo conductista. En Betés de Toro, M. Fundamentos de


musicoterapia (pp. 309-317). Madrid: Morata

Bruscia, K. (2007). Musicoterapia. Métodos y Prácticas. México: Pax México.

Fernández J.L. (2000). Iniciación a la Psicología. Madrid: Sanz y Torres.

Madsen, C.K., Cotter, V. y Madsen, C. H. (1968). A behavioral approach to music


therapy. Journal of Music Therapy, 5(3), 69-71.

Zuriff, G. E. (1985). Behaviorism: A conceptual reconstruction. New York: Columbia.

You might also like