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MONÓLOGO

TE EXTRAÑO

Mi abuelita ha fallecido no lo puedo creer, pero si ya estaba mejorando, me siento muy triste,
no puedo hacerme la idea que ya no va a estar con nosotros, estoy sufriendo, la extraño mucho
¡Qué hago Dios!, ¿Qué puedo hacer?, ¡Te pido de corazón que me ayudes a soportar este
dolor! Estar en el aula, me hace bien, por un momento lo había olvidado, pero viene la imagen
de mi madre, ella se hace la fuerte, pero yo sé que está sufriendo mucho, deseo hacer algo
por ella, aminorar su dolor...Hoy mi abuelita se fue de nuestras vidas y todos estamos muy
tristes, era una persona tan maravillosa y aunque yo sabía que no era mi abuela biológica,
para mí eso no importaba, ella me ha visto crecer, no puedo... Yo no estaba preparada para
su partida, a pasar días sin ella, engo ganas de llorar, pero no puedo hacerlo, respira me digo,
estoy en clase, pero no puedo concentrarme... Tengo que tranquilizarme, me duele la cabeza,
debo ser fuerte. Hoy sentada junto a mi mamá, sentía mucho frío. quizá porque no estoy
acostumbrada al frío de la madrugada, debía darle ánimos, ella está destrozada, claro, su
madre acaba de fallecer y sé cuanto quería a su madre, traté de hablarle de otra cosa...¡Qué
bien! -me dice- ¡Qué bien!,seguí sentada junto a ella, para apoyarla en su dolor...Ahora es
cambio de hora.

Fragmento de “LA MARCA EN LA PARED”, de Virginia Woolf. El personaje


reflexiona sobre la existencia y el conocimiento de la vida.

Pero, en lo referente a la marca, realmente no estoy segura. A fin de cuentas, no creo que
fuera una marca dejada por un clavo; era demasiado grande, demasiado redondeada. Hubiera
podido levantarme, pero si me levantaba y la miraba, había diez probabilidades contra una
de que no supiera averiguarlo con certeza; debido a que, cuando se hace una cosa, una nunca
sabe cómo ocurrió. Oh, sí, el misterio de la vida, la inexactitud del pensamiento… La
ignorancia de la humanidad… Para demostrar cuan poco dominio tenemos sobre nuestras
posesiones —cuan accidental es nuestro vivir, después de tanta civilización—, séame
permitido enumerar unas pocas cosas entre todas las que perdemos a lo largo de nuestra vida,
comenzando por la pérdida que siempre me ha parecido la más misteriosa entre todas: ¿qué
gato es capaz de masticar o qué ratón es capaz de roer, tres estuches azul pálido de
herramientas para encuadernar libros? Luego vinieron los casos de las jaulas de pájaros, de
los aros de hierro, de los patines metálicos, del recipiente para carbón estilo Reina Ana, del
tablero de bagatela, del organillo… todo ello desaparecido, y también las joyas.

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