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Universidad autónoma de santo domingo

Presentado a:

Grecia Samir Santos Rojas

Nombre:

Jisselle Altagracia

Apellido:

Paula Cunillera

Sección:

02

Matricula:

100619717

Tema:

Conducta prosocial: ayudar a otros.


Responder a una emergencia: ¿por qué los espectadores algunas veces ayudan
y otras veces son indiferentes?

Puedes encontrar fácilmente artículos en el diario describiendo incidentes donde hubo


espectadores que fueron testigos de una emergencia y rehusaron ayudar. A manera
de ejemplo, una mujer de mediana edad tuvo un problema con su coche una mañana
durante la hora punta y tuvo que empujarlo hasta el arcén. A pesar del hecho de que
muchas personas pasaron a su lado, nadie se paró a preguntarle qué pasaba o si
podían ayudarla llamando a alguien.

La decisión de ayudar en una emergencia: cinco pasos esenciales

A medida que la investigación en conducta prosocial se extendió más allá de la


pregunta y el experimento original, las formulaciones teóricas se ampliaron para tomar
en cuenta otros factores que influyen en por qué la ayuda tiene lugar o no. Cualquiera
de nosotros puede sentarse cómodamente en una silla y saber al instante lo que los
espectadores deben hacer. Los estudiantes en el experimento de laboratorio deberían
haber salido corriendo inmediatamente a ayudar en lo que parecía ser una
emergencia médica.
Sin embargo, cuando estás realmente cara a cara con este tipo de emergencias, la
situación no es tan simple. Además de la difusión de la responsabilidad, hay
numerosos factores que influyen en cómo las personas responden. Estos pasos y las
decisiones necesarias se sintetizan en la Figura 10.3. A cada paso, la decisión más
fácil es el camino de menos resistencia —no hacer nada, cuando no ayudas a una
víctima que lo necesita, evitas muchos problemas potenciales para ti mismo

DARSE CUENTA DE LA EMERGENCIA.

Muy a menudo, es beneficioso no prestar atención a mucho de lo que ocurre a nuestro


alrededor y eso facilita pasar por alto eventos importantes en esas raras ocasiones
en que ocurren. Ellos condujeron la investigación con seminaristas, individuos que
deberían tener una probabilidad especialmente alta de ayudar a alguien que lo
necesite. Para hacer que la ayuda sobresaliera lo más posible, los experimentadores
pidieron a algunos de los participantes que caminaran a un edificio cercano de la
universidad y hablaran con un grupo sobre un tema relacionado o no con la ayuda.
Presumiblemente, mientras caminaban a través de la universidad, el primer grupo
sería el menos preocupado y el tercer grupo el más preocupado.

A lo largo de la ruta hacia el edificio donde cada participante supuestamente


participaría en la charla, se simuló una emergencia, un extraño que se había caído en
un portal y que estaba tosiendo y gimiendo. El tema de la inmediata charla no tuvo
efecto en sus respuestas, el grado de preocupación tuvo el efecto de mayor
importancia. Como puedes ver en la Figura 10.4, el 63 por ciento de los participantes
que tenía tiempo de sobra ayudó. Entre aquellos que estaban a tiempo, el 45 por
ciento ayudó.

En el grupo más preocupado, sólo el 10 por ciento ayudó. Muchos de los seminaristas
preocupados prestaron poca o ninguna atención a la persona que estaba tosiendo y
gimiendo, simplemente pasaron por encima de él y continuaron. Se puede concluir
que una persona que está demasiado ocupada para prestar atención a su alrededor
no se da cuenta ni siquiera de una emergencia obvia. No se ofrece ayuda porque no
hay ninguna conciencia de que la emergencia existe.

INTERPRETAR UNA EMERGENCIA COMO TAL EMERGENCIA.

La mayoría del tiempo, es mejor suponer una explicación rutinaria, de todos los días,
que una muy inusual y poco probable. Cuando las personas que potencialmente
pueden ayudar no están completamente seguras de lo que está ocurriendo, tienden
a refrenarse y a esperar por más información. Cualquiera de estas dos posibilidades
era más probable que la posibilidad de que un hombre estuviera apuñalando a una
mujer justo enfrente de su apartamento. Cuando se es testigo de algo, ya sea un
problema serio o algo sin trascendencia, la mayoría de las personas, si tienen
información ambigua, tienden a aceptar una interpretación tranquilizadora y no
estresante que indique que no hay necesidad de hacer nada.

Si otras personas no parecen estar alarmadas por lo que ocurre y no están haciendo
nada para intervenir, es más seguro seguir su ejemplo. Latané y Darley
proporcionaron una demostración dramática de lo lejos que pueden llegar las
personas para evitar dar una respuesta «inapropiada» ante lo que puede o no ser una
emergencia. Los investigadores colocaron a los participantes de una investigación
solos en una habitación o con otros dos participantes mientras completaban unos
cuestionarios. Después de varios minutos, los experimentadores bombearon humo
dentro de la habitación a través de un conducto de ventilación.

Cuando los individuos estaban solos, la mayoría pararon lo que estaban haciendo
cuando el humo apareció, y salieron a notificar el problema. Sin embargo, cuando
había tres personas en la habitación, sólo el 38 por ciento reaccionó al humo, incluso
después de que el humo se hizo tan espeso que era difícil ver, el 62 por ciento no
hizo nada. Estar con otras personas que no responden parece ser un poderoso
inhibidor. Por ejemplo, las inhibiciones sociales son mucho más débiles si los otros
espectadores son amigos en lugar de extraños, ya que es mucho más probable que
los amigos se comuniquen entre sí sobre lo que está ocurriendo y sobre qué hacer al
respecto.

Es mucho más probable que las personas que viven en ciudades pequeñas ayuden
a un extraño que las personas que viven en ciudades grandes, tanto en Estados
Unidos como en Australia. En parte, las personas en ciudades pequeñas tienden a
conocer a muchos de los otros residentes y pueden comunicarse con ellos, y pasar al
Paso 2. Por el contrario, las personas en ciudades grandes tienden a ir más rápido,
evitando el contacto visual con aquellos a su alrededor y prestando atención
principalmente a sí mismos, inhibiéndose en el Paso 1 y en el Paso 2. Piensa en el
experimento con el humo entrando por debajo de la puerta, parece muy probable que
tres amigos tomando cerveza no se quedarían sentados tranquilamente mientras la
habitación se llena de humo.

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