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Que es el Hambre

La palabra “hambre” se refiere al estado general de carencia de alimentos e inseguridad ali -


mentaria que afecta a todos los grupos de población. La desnutrición es el resultado fisiológico del
hambre y/o la enfermedad y se manifiesta en un amplio déficit de macro y micro nutrientes.
Existen tres formas de desnutrición: desnutrición aguda, desnutrición crónica y bajo peso.

En Acción contra el Hambre concebimos el hambre como una enfermedad, cuyo estado más
grave, la desnutrición aguda, puede curarse con un tratamiento eficaz y demostrado. Es por tanto
la mayor pandemia del siglo XXI. Mata a 3,1 millones de niños cada año (8.500 niños cada día).

Existen tratamientos y protocolos de nutrición específicos para ello, tanto para prevenir como
curar:

El coste del tratamiento nutricional de un niño es de unos 40€. Con esta misma cantidad se
pueden comprar semillas destinadas al cultivo para el autoabastecimiento de dos familias.

Con 90€ se pueden comprar tres letrinas con cisterna para la higiene de tres familias.

Con 120€ se pueden comprar los medicamentos y el material sanitario necesario para tratar a 12
niños que sufren desnutrición durante un mes.

3.000 millones de euros bastarían para curar a los 19 millones de niños que sufren desnutrición
aguda severa. Esta cantidad incluye el tratamiento a base de RUTF (Ready to Use Therapeutic
Food, Alimentos Terapéuticos Listos para su Uso) y los costes de hospitalización del pequeño

Que es la maldad.

De los temas más abordados por la psicología científica, por ello me ha llamado la atención el
trabajo de Quiles y cols. (2008[1]). Como los autores explican, es un término difícil de explicar que
genera reticencia en los psicólogos sociales básicamente por tres motivos. El primero, por sus
connotaciones morales y religiosas que podrían cuestionar su cientificidad, el segundo, por su
cercanía con conceptos como agresión o prejuicio, que actualmente podrían explicar muchas
conductas etiquetadas como maldad y el tercero, porque el término es ambiguo y al ser difícil de
operativizar es difícil hacer un estudio científico riguroso.

A pesar de lo anterior, para los autores el término puede y debe estudiarse empíricamente y
ganarse un espacio dentro de las investigaciones de la psicología social.

Definición
Dentro de la psicología social, de forma genérica se describe como “el daño intencional, planeado
y moralmente injustificado que se causa a otras personas, de tal modo que denigra, deshumaniza,
daña, destruye o mata a personas inocentes”. Sin embargo, lo difícil es que los científicos se
pongan de acuerdo si esta definición describe acciones leves o acciones extremadamente
violentas como tortura, asesinatos en masa o terrorismo.

Así pues, podríamos tener, por un lado, lo que algunos autores llaman maldad extrema y por otro
lado, la cotidiana. En cuanto a la maldad extrema, los psicólogos describen en esta categoría
acciones que causan horror, que se consideran inhumanas y que están por fuera de los límites de
la moralidad. Autores como Staub (1999, citado por Quiles y cols., 2008) consideran a la maldad
como la destructividad humana extrema, como el genocidio y los asesinatos en masa, que reflejan
una intención consciente de exterminio de un grupo o cultura.

Investigaciones y modelos

Si bien la psicología social ha desarrollado modelos explicativos en los casos extremos, aún falta
por explicar un gran número de conductas menos atroces pero que también pueden dañar física,
moral y psicológicamente a las personas.

A lo anterior, es a lo que determinados autores han llamado maldad cotidiana. Lo cual supone
reconocer que se manifiesta de diversas maneras y que abarca un espectro de conductas que
oscilan entre la maldad común y frecuente y la extrema e infrecuente.

Dentro de la denominación cotidiana podemos encontrar conductas como: racismo,


discriminación de género, acoso escolar y laboral, entre otras. Sin embargo, los estudios alrededor
de este tipo de situaciones no suelen rotularse como maldad y no se enmarcan dentro del
contexto de las investigaciones.

Para autores como Baumeister (2000, citado por Quiles y cols., 2008) el análisis de la maldad
cotidiana posee un gran valor heurístico que nos acercaría a un mejor conocimiento de los actos
más extremos, puesto que poseen una esencia común.

La maldad cotidiana

Zimbardo (2007, citado por Quiles y cols., 2008) considera que la maldad no sólo abarca los actos
más extremos, sino que también abarca la ausencia u omisión de determinadas conductas, la
pasividad puede ser considerada maldad, especialmente cuando causa un daño grave sobre otros.
Como Quiles y cols. Afirman, realizar una definición no es una tarea fácil pues aún se carece de un
base sólida a nivel empírico, y muchos de los autores se han centrado en la maldad extrema y sus
expresiones más violentas.

Sin embargo, para estos mismos autores un paso importante para operativizar el término, está en
estudiar la maldad cotidiana, donde es importante empíricamente analizar qué es lo que las
personas de la calle entienden al respecto.

Con el fin de dar respuesta a esta pregunta, Quiles y cols. (2008) desarrollan una serie de
encuestas. Primero que todo aplican un cuestionario de preguntas abiertas con el cual fue posible
determinar un abundante conjunto de conductas que las personas conciben espontáneamente
como maldad, abarcando no sólo las acciones que suponen una violencia extrema, como llevar a
cabo una masacre terrorista, sino también una serie de acciones menos cruentas, como culpar a
alguien sabiendo que es inocente, humillar a otra persona, excluir a una persona por su color de
piel o desatender a una personas anciana.

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