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LA DANZA COMO RE-EXISTENCIA, FENÓMENO DE LA REPRESENTACIÓN

DEL HECHO FOLCLÓRICO


Mauricio Calle Cometa
PREMISA
Concertando lo mencionado por María García Amilburu <<Cada cultura particular
no solo es digna de respeto, sino que se cometería una grave injusticia si se
juzgaran manifestaciones utilizando criterios de valoración pertenecientes a otra
cultura>> esto es de considerarse con el ánimo de evitar generalizaciones,
desvirtualizaciones, o el encubrimiento, que viene a ser una forma de
<<colonialismo cultural>> García (2002). Dicho fenómeno, puede suscitarse, no
solo por parte de agentes externos, sino también, por parte de integrantes de la
comunidad, que propician apreciaciones, juicios de valor, representaciones
alejadas de los rasgos de dicha comunidad, y los mismos, llegan incluso a
imponerse sobre las formas culturales propias de cada población. La re-existencia,
sugiere un compromiso, por recrearse a partir de las condiciones de dignidad y
expresión propia de una comunidad, en la cual se persiste, a pesar de influyentes
culturas hegemónicas.

ALGUNAS APRECIACIONES SOBRE EL PANORAMA ACTUAL


Hoy día atravesamos un momento histórico por las condiciones del desarrollo
desmesurado de la tecnología y la información, relacionadas al desarrollo
económico “sistema – mundo”, Sunkel (1972), que incentiva mediante prácticas
homogenizantes, tendencias al consumo masivo, que concentran el crecimiento
en determinadas economías mundiales, a expensas de enajenar a las demás.

Ello implica, la implementación de estrategias de alienación, a través de


necesidades pre-condicionadas, Marcuse (1968), y relegando las necesidades
propias a su contexto de origen. Lo que desemboca en formas “globalizadas” de
uso y estilos de vida foráneos, que se publicitan a diario, para ser incorporadas a
la tendencia viral o “moda”; y así, establecer como imprescindibles,
garantizándose el mercado y la comercialización de los productos de dichas
industrias transnacionales.

Enrique Dussel (1992), hace caer en cuenta del silenciamiento de las expresiones
propias de las tierras nativas, para imponer el poderío euro centrista, hoy
semejante a procesos de aculturación, desde las tendencias de globalización y
desarraigo de la expresión autóctona, para pasar a ser parte de una aldea global.
Un panorama, en que niños y jóvenes son dirigidos a acoger prácticas “globales”,
siguiendo los estereotipos, que los apartan de sus propios rasgos personales, las
orientaciones de sus hogares y las particularidades del contexto local que los
rodea.

EL PAPEL DE NUESTRAS TRADICIONES


El médico Remberto Burgos de la Espriella, neurocirujano que en su investigación
sobre el “Cerebro Ético”, en respuesta a la corrupción que carcome nuestra
nación, indica sobre el camino para combatir este flagelo, en que sugiere es
necesario: <<Promover en nuestros niños y jóvenes, el que tengan raíces y se
sientan orgullosos de sus antepasados, que transmitan nuestras tradiciones y
costumbres. Que sus valores de escuela y familia tengan como prioridad la
equidad y la justicia, ligado al ejercicio de la responsabilidad social>> (2008), que
implica de suyo, el resguardo de dicha herencia que proviene de sus antepasados;
ya que la persistencia y autodeterminación, en las prácticas decentes que
desprenden de nuestros ancestros, permitirán forjar el carácter en el marco del
contexto cultural que hoy les rodea.

Es álgida, la necesidad de reconocer nuestras raíces y crecer mediante un dialogo


dinámico, a partir del legado proveniente del “saber ser” de nuestros ancestros; de
quienes podemos acoger entre otros muchos aspectos, el quehacer artesanal
como mecanismo de interacción amable con la naturaleza, la importancia del
encuentro y el fortalecimiento de relaciones sociales, el cultivo de virtudes
humanas, como principal referente educativo y en general, las costumbres que
aunque rudimentarias y empíricas, responden al contexto y necesidades del
colectivo que las conforman.

Valorar la tradición no implica desconocer el desarrollo, sino dar lugar de


preminencia al acervo cultural como patrimonio que nos ha sido legado, y que,
desde el reconocimiento de lo histórico y cultural, proporcionaría fundamentos
consistentes hacia la construcción del proyecto de vida, en niños y jóvenes, que
carecen de referentes para identificar su papel en el mundo de hoy.

Especialmente si consideramos las formas de modernidad, como lo presenta


Zygmunt Bauman (2004) sobre la “modernidad líquida”, que se identifica por
inconsistencia en que las actuales generaciones crecen, las cuales disponen
frágiles relaciones entre entorno y el ser, y el utilitarismo se procura como fin,
Maldonado-Torres, N. (2017); y es la persistencia de las expresiones autóctonas,
en medio de la oleada exorbitante del desarrollo científico y tecnológico, se
constituyen, en un acto legítimo de autodeterminación.
PENSAMIENTO EUROCENTRISTA
En procura de reconocer, algunos antecedentes sobre la construcción de lo
latinoamericano, es oportuno, dar una lectura, al análisis de José Ortega y Gasset
(1930) sobre la filosofía hegeliana, en que se describe la insuficiencia y debilidad
de América, frente al proceso colonial que impone Europa <<Las tierras del
Atlántico que tenían una cultura cuando fueron descubiertas por los europeos, la
perdieron al entrar en contacto con éstos. La conquista del país señaló la ruina de
su cultura, de la cual conservamos noticias. Se reducen éstas a hacernos saber
que se trataba de una cultura natural, que había de perecer tan pronto como el
Espíritu se acercara a ella. América se ha revelado siempre y sigue revelándose
impotente en lo físico como en lo espiritual. Los indígenas, desde el desembarco
de los europeos, han ido pereciendo al soplo de la actividad europea. En los
animales mismos se advierte igual inferioridad que en los hombres. La fauna tiene
leones, tigres, cocodrilos, etc.; pero estas fieras, aunque poseen parecido notable
con las formas del viejo mundo, son, sin embargo, en todos los sentidos más
pequeñas, más débiles, más impotentes. Aseguran que los animales comestibles
no son en el nuevo mundo tan nutritivos como los del viejo. Hay en América
grandes rebaños de vacuno, pero la carne de vaca europea es considerada ahí
como un bocado exquisito>> Hegel (1820).

Así mismo es importante, identificar, lo que Hegel válida como pasado histórico,
concerniente a aquellos pueblos que formaron claramente un Estado, y que, al
referirse a los nativos indígenas de América que nos antecedieron, los cataloga,
como un asentamiento de vida pre-estatal, prehistórica, caracterizada como
irracional y primitiva, debido a que cuentan con una conciencia turbia. Dado el
contexto del pensamiento alemán, que denominó como “Naturmensch”, que
describe al hombre natural, salvaje o primitivo, el cual desconoce, su latente
potencia espiritual y pervive sonámbulo como el animal o la planta. Ortega y
Gasset (1930).

Lo cual, es reafirmado décadas más adelante, en la descripción que grandes


estudiosos de las expresiones nativas, hacen; como es el caso de la apreciación
de José Ignacio Perdomo, quien indica: <<la música indígena colombiana parece
estar desprovista de realismo y de estética; se nota la ausencia de motivos
aprovechables, se caracteriza por el estado primitivo y rudimentario, que se nota
en los principios de la historia de la música. No podemos juzgar absolutamente
nada de la música de los naturales, porque no tenemos ninguna canción escrita, ni
trasmitida por tradición>> lo cual se reitera en diversas descripciones, en que
indica el grado de influencia que las expresiones europeas, someten a las
expresiones nativas, <<a un pueblo en infancia musical como el que encontraron
los españoles en América>> y <<la música de los indios colombianos presenta las
mismas manifestaciones artísticas que las halladas en otros pueblos americanos
precolombinos. Acompañaba con sones primitivos y salvajes las danzas, estaba
en estado de magia, porque los músicos eran algo así como los arúspices de cada
tribu>>, <<su música pertenece a la etapa intuitiva>> (1980)

Por su parte, el reconocido catedrático Carlos Miñana (2016) en sus estudios más
recientes indica que <<los indígenas –desde la Colonia- han incorporado en sus
prácticas musicales cotidianas numerosas expresiones e instrumentos
provenientes de los repertorios religiosos de las iglesias –católica, primero,
evangélicas después-, de las bandas militares y, especialmente, de la radio y la
industria discográfica>> y << Algunos de estos pueblos consideran la música que
han apropiado como “propia”, pues componen en su lengua nuevas canciones.
Otros siguen hablando de ella como música foránea, así la bailen en las fiestas>>.

Como observamos, la descripción de hechos en los diversos momentos del


desarrollo de los pueblos americanos, indican una clara influencia, que tiende a
resaltar el protagonismo de los colonos. En contraste con ello, Santiago Arboleda
(2011), en su planteamiento de las “suficiencias intimas”, nos propone, que
aquellos aspectos propios y ámbitos de la vida autóctona, de las comunidades
nativas, se vieron en la necesidad de ser resguardadas, escondidas, silenciadas,
en procura de mantener sus estructuras de pensamiento, sus estructuras
organizativas, su relacionamiento con la naturaleza, frente a la imposición de una
sola lengua, una sola religión, una sola raza, una sola historia, que el poder de la
colonialidad les impuso. Albán (2105).

Es decir, que, se da un encuentro de saberes por parte de diversas


cosmovisiones, unas en condición de poder, otras que se enfrentan u ocultan en
condición de desvalimiento; y por décadas al interior de las diferentes
comunidades, son sus integrantes quienes, mediante la relación e interacción de
dichas formas de expresión, acogerán unas y desestimarán otras. Al respecto de
lo cual, cabe valorar de dicho proceso, el protagonismo de dichos pobladores,
quienes, pese a las tensiones de poder y resistencia, que se dan, es la
comunidad, cada pueblo, quienes definirán, cuáles de todas esas expresiones,
acogerán y mantendrán, para preservar su esencia.

DECOLONIZACIÓN UN PROCESO DE CONCIENCIA EN SI Y PARA SI


En contraste con lo anterior, es cada vez más suscitado escuchar sobre la
"descolonización" o "decolonización", especialmente en comunidades a quienes
se les cuestiona por expresarse mediante manifestaciones particulares a su
cosmovisión; entendiendo que, muchas de las formas socialmente aceptadas,
desconocen o no toman en cuenta, las particularidades propias y que aún siguen
latentes, en costumbres, usanzas, credos, formas de hacer o de ser. Y ante las
cuales, este enfoque de decolonización propone, revelar las situaciones
institucionales, culturales y epistemológicas, mediante las cuales, dichas prácticas
de algunas comunidades se han visto determinadas por la influencia europea y
otros mecanismos de subordinación o de dominio hegemónico; las cuales, podrían
ser revertibles, propiciando el desarrollo de sus expresiones autóctonas, desde su
cosmovisión, trascendiendo las limitaciones o estigmatizaciones que les definieron
dichas instancias de poder.

Y dado que, todo ámbito de la vida comunitaria, es susceptible a procesos de


educación, que de suyo implica, el reflexionar, el reconocimiento y la apropiación
de la esencia de las prácticas y cosmovisión; se propicia con ello, como lo indica el
antropólogo Arturo Escobar (1992), el empoderamiento de “lo cultural”, mediante
la política participativa y cooperación social, tendiente a propiciar condiciones de
vida digna, reivindicación y reconocimiento a las prácticas, relaciones sociales
propias de cada comunidad, respetando, sus significados, valores y la
particularidad de sus contextos.

Es así, como nos encontramos en un momento de despertar, tal vez, retomando la


filosofía hegeliana, corresponde a un momento de “conciencia y autoconciencia” a
que Hegel denomina “razón”, en que los diversos pueblos, que antes se
denominaron salvajes, primitivos, hoy día, solicitan ser protagonistas de su propia
historia.

RE-EXISTENCIA HACIA LA DECOLONIZACIÓN


Según el artista y catedrático Adolfo Albán Achinte (2006), quien plantea mediante
el término re-existir, aquel proceso de recrear la vida, <<estarse inventando la
vida, no solo para enfrentar estructuras de poder, sino para auto-reconocerse en la
alegría y en la celebración de la existencia>>, es decir que no es solo repetir
acciones que nos han sido legadas, sino, vincularse mediante dichas expresiones,
a la esencia que las suscito en un principio, volver a vivir su génesis, eco de un
ADN espiritual, que se encuentra no tanto en el objeto o producto, sino en la
vivencia del mismo.
En su exposición, realizada en el Congreso para el desarrollo latinoamericano,
comparte entre otras, una experiencia del Valle del Patía (que hace parte de una
cadena montañosa interandina), en que menciona los grandes estigmas que
desde la colonia la agobian, denominándola como “Valle Infernal” por los europeos
(debido a sus altas temperaturas) y recientemente a relacionándola a una región
de violencia, prostitución, robos, desconociendo los atributos que la distinguen. Es
así como, emprendieron “un proceso de recuperación de tradiciones culturales”
enfrentando el desprecio, la marginalización, la exclusión y el racismo. Mediante la
recuperación de expresiones tradicionales como el Bambuco Patiano, rituales
fúnebres, la gastronomía, con lo cual procuran la preservación de los violinistas
empíricos, quienes tradicionalmente y con violines artesanales, interpretan este
aire; con esta labor, vienen presentando a esta comunidad marginada, como una
población que cuenta con valores que merecen reconocimiento (2015)

APROXIMACIÓN HACIA LA DANZA


Al referirnos a la danza folclórica, concebimos, las expresiones coreográficas que
representan manifestaciones contenidas en cada cultura; frente a lo que es
preciso resaltar, que al indicar “manifestaciones” nos referimos al hecho folclórico
que bien puede contener elementos “coreográficos”, “musicales”, “literarios” y/o
“demosóficos”, según la taxonomía del folclor propuesta por Guillermo Abadía
Morales (1983).

EL HECHO FOLCLÓRICO EN SU CONTEXTO DE ORIGÉN


Así que, si bien es cierto que al interior de las comunidades se vivencian diversas
expresiones no verbales, dentro de los amplios canales del cotidiano vivir de
determinada comunidad, muchas de estas expresiones “típicas”, suelen apreciarse
hoy día en escenarios, dirigidos al espectador mediante estructuras coreográficas;
que procuran reflejar el folclor de determinada población; más sin embargo, cabe
resaltar que dichas expresiones en su contexto de origen, interactúan en la
cotidianidad como una vivencia integral, en que se articulan sincrónicamente
formas de expresión oral, musical, entre otras. Es decir que es muy poco común,
lograr apreciar fuera de su contexto de origen, manifestaciones exclusivamente
“coreográficas”.

Ya que el hecho folclórico, originalmente no fue suscitado por la comunidad “para


la escena” (aunque pueden darse casos específicos que la comunidad si lo haya
pretendido así, pero no es la tendencia general); así que cuando varios autores se
refieren en sus escritos o exposiciones a “danzas” o expresiones “coreográficas”
particulares en determinadas comunidades, es común hoy día, que quienes dan
lectura a dichos autores concentren su atención en la estructura coreográfica,
dejando de lado “la vivencia”, en que se suscitan dichas acciones corporales o
coreográficas en un marco que por lo general es “espontáneo”.

Todo lo cual, conlleva a que se subraye la lectura de patrones, cánones y/o


secuencias corporales, relegando en un segundo plano el contexto en que se da
dicha “acción corporal y/o coreográfica”; para ello es necesario reconocer primero,
si dichas acciones coreográficas (en su génesis) obedecían o no a un montaje
predeterminado, en donde en coherencia con el rasgo de “anonimato” con que
cuentan muchos de los hechos folclóricos, se podrá constatar o no, si dichas
“acciones” corresponden al conjunto de concesiones sociales del saber, hacer y
ser de dicho pueblo, quien por lo general suele expresarse espontáneamente
suscitando formas en que se refleja su esencia.

Ello no desconoce que podría dicha población haber propiciado su expresión


particular, a partir de estructuras previas; lo que se plantea, es que el pueblo “es”
quien luego de asimilarlas (si fue el caso), resignifica y reformula dichos referentes
(si los hubo), según su propia manera de vivir.

EL ROL DEL INTERPRETE FRENTE AL HECHO FOLCLÓRICO


En tanto, las muestras que se interpretan en los escenarios ante espectadores,
posicionan al interprete como un mediador entre el hecho que representa y la
vivencia de dicho hecho en su contexto original; de ahí la importancia de no
quedarse solo con las formas expuestas en documentos y demás registros (que
contienen vestigio de dichos hechos) y de los cuales se aprecian hoy por hoy
diversas muestras escénicas; sino que es preciso acoger todo el contexto de la
esencia que lo comprende (acudiendo en lo posible a la fuente en que se gesta o
centrando la atención en los portadores que vivencian aun el hecho folclórico).

EL CONTEXTO ORIGINAL COMO ESENCIA DE LA REPRESENTACIÓN


Al enfatizar en el rasgo del contexto original, es necesario valorar a fondo el
componente de lo “genuino”, lo cual está ligado directamente al rigor y apropiación
con que cuente, quien media entre la fuente y la representación de las
expresiones propias de dicho contexto; de tal forma, que sobre un mismo hecho
folclórico suelen darse en el campo de la danza, diversas puestas en escena en
que se aprecian en mayor o menor proporción, el grado de apropiación de los
rasgos característicos del contexto de la fuente y la vivencia del folclor de
determinada comunidad.
Por ello la danza folclórica colombiana permite identificar a nuestra nación en sus
diversas formas de vivir y desenvolverse; es así como existe tanto folclor como
culturas hay y la presencia vigente de esta, certifica el grado de apropiación frente
al reconocimiento que la comunidad ha desarrollado sobre sí misma.

En tanto y sin desmeritar el aporte que se da por el intercambio cultural y el


proceso creciente de desarrollo tecnológico, ante fenómenos como la
globalización y aculturización que atraviesan aun las comunidades más
recónditas, es imperativo que se promueva el resalte de la raíz cultural del
contexto cultural propio de cada población; en procura de resguardar el hecho
folclórico y a la comunidad en su proceso de reconocimiento a través del mismo,
mediante la evocación de dicho acervo que se da en esta modalidad de danza
folclórica.

Dado que hasta el momento se ha procurado persuadir sobre lo importante de


comunicar fidedignamente el saber, hacer y ser del pueblo, mediante la
representación gestada en el caso de la danza folclórica; es oportuno pertinente
considerar algunos procesos previos que permitirán alcanzar tal desafío; tal es el
caso de la “percepción”, la “apropiación” y la “vivencia” que permitan valorar el
hecho folclórico, como una “herencia” que resguardar y legar integralmente.

Así que para apreciar o interpretar asertivamente dichas expresiones


coreográficas que reflejan el hecho folclórico, se sugiere un dialogo estrecho entre
la esencia contenida en la fuente y quienes se aproximan a la misma. Procurando
un “equilibrio”, en que si bien es cierto participan componentes de la expresión
corporal, fundamentos musicales, elementos demosóficos y expresiones literarias,
los mismos están cada vez articulados a componentes escénicos, que, a su vez,
son influenciados por el desarrollo tecnológico.

Frente a lo que cabe subrayar que otro de los desafíos que se encuentran en este
campo, consiste en evitar que la esencia sea invisibilizada en aras de una
industria, que depende de la oferta del espectáculo, aun a expensas de la custodia
que demanda el saber del pueblo; es un imperativo categórico Kant (1785), asumir
nuestra responsabilidad, como garantes de dicho legado.

MECANISMOS PARA PROPICIAR EL INTERÉS EN EL HECHO FOLCLÓRICO


Aunque la principal forma de vincularse con dicha esencia, es interactuar con la
misma en su lugar de origen, podría darse un acercamiento a través de la
presentación del hecho por parte de “portadores”, los cuales, desde su contexto de
origen, acuden como invitados a compartir su expresión; y quienes tienen la
oportunidad de interactuar con dichos portadores pueden admirar el hecho
folclórico encarnado en quien cotidianamente lo vive. Tal acercamiento podría
propiciar la motivación necesaria para que el espectador se anime a vivenciar el
hecho folclórico en su lugar de origen.

También puede darse (siendo más común) que personas movidas por su interés
en comunicar el hecho folclórico, acudan, aprecien y/o sean parte del hecho
folclórico hasta donde les sea posible (diacrónicamente), y posteriormente
presenten su experiencia y conocimiento mediante exposiciones, registros escritos
o discursos, los cuales en el proceso de trasladarse a otros contextos culturales
suelen ser susceptibles de ajustes.

Muchas de estas personas son reconocidas por sus aportes en cuanto al registro
que hicieron de dichos saberes y suelen ser el referente documental con que se
cuenta, para tener conocimiento del vestigio sobre los hechos que ocurrieron y
que tal vez aún son vigentes; siendo esta forma de aproximarse al hecho folclórico
una de las primeras oportunidades de reconocer el mismo (aunque sea por
relatos)

Dichos registros documentales al ser el un primer paso y la forma más común hoy
día en el proceso de aproximarse al hecho folclórico, solicitan del interés por
acudir a la fuente a vivenciar el mismo, como parte del complemento de los
registros existentes; como lo expresa Paulo Freire (1984) “la lectura del mundo
precede siempre la lectura de la palabra y lectura de ésta implica siempre la
continuidad de la primera”.

Por otro lado, están quienes adquieren conocimiento de un hecho folclórico, ya


sea por la interacción con un portador o la persona que acudió a la fuente o por
documentos que refieren el hecho folclórico, o videos de la internet; y a partir de
dichos referentes, en su interés de representar el hecho folclórico desde su
lenguaje artístico, componen un diseño coreográfico procurando recrear el hecho
folclórico, a partir del insumo con que tuvo relación: testimonios, documentos y/o la
propia interacción (aunque en muchos casos anacrónicamente).

En cada caso, el llamado es a no dejar de lado el “hecho folclórico” que se da


originalmente en un contexto particular como “testimonio de vida de una
comunidad”; la cual se viene dando a conocer, mediante productos artísticos en
que se procura “representar” dicho saber o hacer del pueblo (es decir, un conjunto
de estructuras comunicativas fundamentadas en el acervo cultural)

Ejemplo de dicho fenómeno, son las obras musicales, artesanales, bromatológicas


y/o coreográficas (entre otras expresiones), que se hacen populares y que incluso
llegan a convertirse en algunos casos, en referentes icónicos que se relacionan a
muchos de los imaginarios colectivos o que permiten afianzar las identidades
sociales (tal vez, dichos productos inclusive trascienden al hecho en su contexto
original)

PROTAGONISTAS DEL RECONOCIMIENTO DE NUESTRA RAIZ CULTURAL


Es por todo lo anterior, que adquiere primordial importancia el incorporar, el deber
ser (Kant), expresado en la decencia, el respeto y la conciencia social con
respecto al representación o difusión de las expresiones del pueblo; manifestado
el quehacer artístico, pedagógico y cultural, que se sujeta a un serio compromiso
de velar porque se preserve la mayor fidelidad, sin desvirtuar las propiedades y
esencia misma del hecho que surge en su contexto natural.

LA RE-EXISTENCIA A TRAVES DE NUESTRA RAIZ CULTURAL


El acervo cultural que nos ha sido legado y que se procura promover de las
expresiones de cada comunidad, obedecen a un proceso “natural” propiciado por
cada comunidad en relación a su contexto, y al ser recreados mediante la danza,
se convierten en un medio de comunicación, que puede incentivar procesos de
educación de las actuales y futuras generaciones, de cara, a construir un futuro
sostenible desde los rasgos propios de nuestro contexto, en contraste de la
tendencia de un “pensamiento “civilizador”, según María Cristina Rojas (2001), en
que emporios procuran condicionar incluso los productos artísticos, y en dónde es
pertinente lo expresado por Joaquín Pineros Corpas <<un pueblo que no reconoce
sus raíces, es fácilmente conquistable>>

Finalmente, cabe preguntarse, en palabras de Albán (2015) << ¿Estamos re-


existiendo o estamos solo resistiendo? Porque la resistencia puede ser un hecho
en el cual yo contengo el poder, pero no trabajo por las transformaciones de las
relaciones de poder. La re-existencia, es el compromiso por el mantenimiento y la
reproducción de la existencia en condiciones de dignidad, en procesos de
transformación de la sociedad>>

PALABRAS CLAVE: Hecho folclórico, re-existencia, composición, representación,


portador, dialogo, aproximación, reconocimiento, contexto
BIBLIOGRAFÍA:

Abadía Morales, Guillermo Compendio general de folklore colombiano, cuarta


edición, revisada y acotada, Biblioteca Banco Popular, 1983
Albán, Adolfo. Conferencia Central desarrolla el 1 de octubre de 2015 en el marco
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Albán, Adolfo. Pedagogías De La Re-Existencia. Artistas indígenas y
afrocolombianos. 2009
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https://www.eltiempo.com/vida/ciencia/reportaje-de-juan-gossain-sobre-el-impacto-
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