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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

PODER JUDICIAL
Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Lara
Barquisimeto, Ocho de Junio de dos mil diez
200º y 151º

ASUNTO: KP02-V-2008-003199

PARTE DEMANDANTE: MARIA DELFINA ALVARADO, venezolana, mayor de edad,


de este domicilio, titular de la cédula de identidad N° 7.304.662.

APODERADAS JUDICIALES DE LA PARTE DEMANDANTE: Violeta Bradley y


Virginia Carrero, inscritas en el I.P.S.A. bajo los Nros 10.534 y 90.222., respectivamente.

PARTE DEMANDADA: ADAMO FRANCISCO D`AMICO PORTILLO, venezolana,


mayor de edad, de este domicilio, titular de la cédula de identidad N° 7.379.817.

DEFENSORA AD-LITEM DESIGNADA A LA PARTE DEMANDADA: Lorena Blatch,


inscrita en el I.P.S.A. bajo el Nº 113.874.

MOTIVO: PARTICION Y LIQUIDACIÓN DE LA COMUNIDAD CONCUBINARIA


SENTENCIA DEFINITIVA

Se inicia el presente por medio de libelo de demanda propuesto por la actora, a través del
que afirmó que en el mes de Mayo de 1992 su mandante comenzó una relación
concubinaria estable, permanente y continua con el ciudadano Antonio D´Amico Paone,
quien era mayor de edad, venezolano por naturalización, divorciado, comerciante, de este
domicilio y titular de la Cédula de Identidad No. 7.364.264, según fotocopia de su Cédula
de Identidad y original de constancia de residencia, expedida por la administración del
Condominio del Edificio Arca I Que esta relación concubinaria permaneció
ininterrumpidamente hasta que dicho ciudadano falleció ab-intestato el 07 de Agosto de
2007,según copia certificada de Acta de Defunción. Que en su condición de comerciantes,
desde el año 1999, su mandante y el mencionado ciudadano viajaban todos los días a las
poblaciones de Yumare y Aroa del Estado Yaracuy hasta la fecha en que este último
falleció. Que antes de que el finado formara esa relación concubinaria con su conferente,
estuvo casado con la ciudadana Ana Portillo Mata, de quien se divorció en fecha 05 de
Febrero de 1986, mediante sentencia definitivamente firme dictada por el Juzgado Primero
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de esta misma circunscripción
judicial, Expediente 17.862-1.984. Que de dicha unión matrimonial procrearon UN (01)
hijo llamado Adamo Francisco D´Amico Portillo. Que en virtud de que se requiere de una
declaración judicial que califique la situación fáctica que existió entre su mandante y el
ciudadano Antonio D´Amico Paone, como es la relación concubinaria, y, tomando en
cuenta las condiciones de lo que debe entenderse por una vida en común, es que acuden, a
fin de que le sean amparados y reconocidos sus derechos sucesorales como concubina sobre
los bienes de la Sucesión Antonio D´Amico Paone, los cuales ésta adquirió durante esa
unión de hecho o concubinaria que se desarrolló de manera continua, ininterrumpida,
pública, recíproca y con asistencia mutua y que le sea respetada su cuota parte dentro de
dicha sucesión. Fundamentó su pretensión en el artículo77 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela; en Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, de fecha 15 de Julio de 2.005, contentivo del Recurso de
Interpretación Nº 1682, con ponencia del Magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero; y en
los artículos 767, 823, 824, y 825 del Código Civil. Estimó la demanda en la cantidad de
CIEN MIL BOLIVARES FUERTES (100.000,oo BsF.)
En fecha 09 de Octubre de 2008, se admitió la demanda.
En fecha 25 de Mayo de 2009, este Tribunal, a solicitud de parte, designó defensora Ad-
Litem a la parte demandada, quien aceptó el cargo de tal y prestó juramento de Ley
correspondiente, en fecha 13 de Octubre de 2009.
En fecha 30 de Octubre de 2009, la defensora judicial designada a la parte demanda,
presentó escrito de contestación a la demanda. Negó, rechazó y contradijo, que la parte
actora fuera concubina con su representado, desde Mayo de 1992, en una relación
ininterrumpida y estable y todo en cuanto a los hechos alegados por la demandante y el
derecho invocado por la misma en contra de su representado.
En fecha 19 y 30 de Noviembre de 2009, las apoderadas actoras y la defensora ad-litem
designada a la parte demandada, presentaron escritos de promoción de pruebas, siendo
admitidas las mismas en fecha 17 de Diciembre de 2009.
En fechas 27 y 28 de Enero y 08 de Febrero de 2009, se escuchó la declaración testimonial
de los ciudadanos Noris Guadalupe Mujica de Santander, Omaira del Carmen Peraza, Sonia
Yanett Venegas Lizardo y Persis Oropeza Mendoza.
En fecha 17 de Noviembre de 2009, las apoderadas demandantes presentaron escrito de
informes.
Siendo esta la oportunidad para dictar sentencia definitiva este Tribunal pasa a hacerlo en
base a las siguientes consideraciones:
ÚNICO
Observa el suscriptor del presente fallo que la representación judicial de la parte actora
aduce que en el mes de Mayo de 1992, su mandante comenzó una relación concubinaria
estable, permanente y continua con el ciudadano Antonio D´Amico Paone, y que esta
relación concubinaria permaneció ininterrumpidamente hasta que dicho ciudadano falleció
ab-intestato el 07 de Agosto de 2007.
La defensora judicial designada a la parte demandada, negó, rechazó y contradijo la
existencia de la comunidad concubinaria entre las partes.
La representación Judicial de la parte demandante promovió como medios de prueba, Copia
Fotostática de la Cédula de Identidad de Antonio D´amico Paone; Copia Certificada de
Acta de Defunción de Antonio D´amico Paone, Copia Certificada de Sentencia de Divorcio
de Antonio D´amico Paone y Ana Portillo Mata de fecha 05 de Febrero de 1986, dictada
por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Lara, Copia Certificada de Partida de Nacimiento del
ciudadano Adamo Francisco D´amico Portillo y fotografías pertenecientes al álbum
familiar de las partes, medios probatorios estos a los cuales se les concede valor probatorio
en razón de no haber sido desconocidos ni impugnados por la parte demandada.
Así, conviene poner de relieve cuanto dispone el artículo 77 de la vigente Constitución
venezolana:
“Las uniones estables entre un hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos
en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio”.
Resulta evidente que cuanto pretende la actora respecto de la situación de concubinato que
dice haber sostenido a partir del año 1.992, sea amén de obtener su declaración judicial,
lograr equiparación patrimonial que la propia legislación sustantiva concede al matrimonio.
Para ello resulta menester poner de relieve el criterio expuesto por la Sala Constitucional
del Tribunal Supremo de Justicia, a través del fallo dictado en fecha 15 de julio de 2005 en
donde expresó:
“Unión estable de hecho entre un hombre y una mujer”, representa un concepto amplio que
va a producir efectos jurídicos, independientemente de la contribución económica de cada
uno de los unidos en el incremento o formación del patrimonio común o en el de uno de
ellos, siendo lo relevante para la determinación de la unión estable, la cohabitación o vida
en común, con carácter de permanencia, y que la pareja sea soltera, formada por
divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que existan impedimentos dirimentes que
impidan el matrimonio.
Pero como, al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el acto matrimonial,
recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés en que se declare (parte o tercero) y
probada sus características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a la prueba de la posesión de
estado en cuanto a la fama y el trato, ya que la condición de la pareja como tal, debe ser
reconocida por el grupo social donde se desenvuelve), así como la necesidad de que la
relación sea excluyente de otra de iguales características, debido a la propia condición de la
estabilidad. Si la unión estable se equipara al matrimonio, y la bigamia se encuentra
prohibida, a juicio de esta Sala es imposible, para que ella produzca efectos jurídicos, la
coexistencia de varias relaciones a la vez en igual plano, a menos que la Ley expresamente
señale excepciones. Ahora bien, corresponde conforme al artículo 77 constitucional, a la
reserva legal la regulación de las otras uniones estables diversas al concubinato y, por ello,
le está a la Sala vedado, aun por la vía de la jurisdicción normativa, realizar la tipificación
de estas otras uniones, y así se declara.
Señalado lo anterior, debe la Sala señalar cuáles de los efectos del matrimonio son
aplicables a las “uniones estables de hecho entre hombre y mujer”, de conformidad con la
petición de la accionante, siendo necesario apuntar que aunque el concubinato es un tipo de
unión estable, por ser él la figura regulada en la Ley, a él se referirá la Sala indistintamente
como “unión estable” o concubinato, pero reconociendo que dentro del concepto de unión
estable pueden existir tipos diferentes al concubinato. La Sala con fines de abarcar ambas
clases de uniones, y por tanto al género, utilizará el término de unión estable en este fallo,
para referirse a todas las posibilidades, incluida el concubinato.
En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión estable” haya sido declarada conforme a la ley, por
lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca.
En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del
concubinato; dictada en un proceso con ese fin; la cual contenga la duración del mismo, lo
que facilita, en caso del concubinato, la aplicación del artículo 211 del Código Civil, ya que
la concepción de un hijo durante la existencia del mismo, hace presumir que el concubino
es el padre del hijo o hija, por lo que la sentencia declarativa del concubinato debe señalar
la fecha de su inicio y de su fin, si fuera el caso; y reconocer, igualmente, la duración de la
unión, cuando ella se ha roto y luego se ha reconstituido, computando para la determinación
final, el tiempo transcurrido desde la fecha de su inicio.
Ahora bien, el matrimonio –por su carácter formal- es una institución que nace y se prueba
de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión estable, y por ello estas últimas
no pueden equipararse íntegramente al matrimonio y, por tanto, no puede pretenderse que,
automáticamente, todos los efectos del matrimonio se apliquen a las “uniones estables”.
En consecuencia, no es posible una declaración general que asimile las uniones (de
cualquier tipo) al matrimonio, y por lo tanto, observa la Sala, hay que distinguir cuáles
efectos del matrimonio se aplican al concubinato y a las posibles otras uniones estables.
Estas uniones (incluido el concubinato) no son necesariamente similares al matrimonio, y
aunque la vida en común (con hogar común) es un indicador de la existencia de ellas, tal
como se desprende del artículo 70 del Código Civil, este elemento puede obviarse siempre
que la relación permanente se traduzca en otras formas de convivencia, como visitas
constantes, socorro mutuo, ayuda económica reiterada, vida social conjunta, hijos, etc.
Siguiendo indicadores que nacen de las propias leyes, el tiempo de duración de la unión, al
menos de dos años mínimo, podrá ayudar al juez para la calificación de la permanencia, ya
que ese fue el término contemplado por el artículo 33 de la Ley del Seguro Social, al
regular el derecho de la concubina a la pensión de sobrevivencia.
Debido a lo expuesto, pasa la Sala a examinar los efectos del matrimonio aplicables a las
uniones estables y al concubinato, y ella considera que los deberes que el artículo 137 del
Código Civil impone a los cónyuges y cuya violación se convierte en causales de divorcio
(ver en el artículo 185 del Código Civil los ordinales 1° y 2°), no existen en el concubinato
ni en las otras uniones.
Unión estable no significa, necesariamente, bajo un mismo techo (aunque esto sea un
símbolo de ella), sino permanencia en una relación, caracterizada por actos que,
objetivamente, hacen presumir a las personas (terceros) que se está ante una pareja, que
actúan con apariencia de un matrimonio o, al menos, de una relación seria y compenetrada,
lo que constituye la vida en común.
Se trata de una relación permanente entre un hombre y una mujer, y no de una entre un
hombre y varias mujeres (así todas ellas estén en igual plano) y viceversa.
A juicio de la Sala, así como no existe el deber de vivir juntos, tampoco puede existir el de
fidelidad contemplado en el artículo 137 del Código Civil, por lo que la violación de
deberes como el de fidelidad o de vida en común (artículo 137 citado) no producen efectos
jurídicos, quedando rota la “unión” por el repudio que de ella haga cualquiera de los
componentes, lo que viene dado porque uno de ellos contraiga matrimonio con otra
persona, o porque, por cualquier razón, se rompió la continuidad de la relación. Extinguida
la relación, la ley, al menos en el concubinato, reconoce la condición de exconcubino como
lo hace el artículo 42 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia.
En cuanto al deber de socorrerse mutuamente, contemplado para los cónyuges en el artículo
137 del Código Civil, la Sala considera que este sí existe en cualquier tipo de unión, ya que
si legalmente las uniones (o al menos el concubinato) generan derechos –como los
alimentarios- los cuales normalmente corresponden a los cónyuges mientras dure el
matrimonio, los componentes de estas uniones de hecho deben tener también esos derechos,
como luego se explica, y ello se corresponde con el deber de socorro mutuo comentado.
También otorga el artículo 173 del Código Civil, el derecho optativo de la mujer de utilizar
el apellido de su marido.
A juicio de esta Sala, la utilización de apellidos distintos al propio, como sería para la mujer
el del marido, es un derecho que le nace solamente del acto matrimonial, que conlleva a que
añada algo a su identidad, y que se ve sostenido por el acta de matrimonio que refleja un
nuevo estado civil.
El estado civil de las personas naturales, está formado por los nacimientos y matrimonios, y
necesariamente por las mutaciones que éste sufre (divorcio, por ejemplo), que se anotan al
margen de las partidas del estado civil.
Para la Sala, el que la unión estable en general produzca los mismos efectos que el
matrimonio, no significa –se repite- que ella se convierte en matrimonio, sino que se le
equipara; es decir, en lo que sea posible. Sin embargo, la condición jurídica de la unión
estable, en principio, no permite a la mujer el uso del apellido del marido (omissis)”
Respecto a ese criterio resulta esclarecedor traer a colación el contenido del artículo 767 del
Código Civil, que reza:
Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de unión no
matrimonial, cuando la mujer o el hombre en su caso, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer
aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Tal presunción sólo surte efectos legales entre
ellos dos y entre sus respectivos herederos y también entre uno de ellos y los herederos del
otro. Lo dispuesto en este artículo no se aplica si uno de ellos está casado.
Por lo tanto, atendiendo a los elementos probatorios incorporados a los autos por las partes
contendientes, este Juzgador observa que con fundamento a la disposición legislativa
preinserta, así como con base al criterio jurisprudencial en referencia debe determinarse si
acaso a o no existió la controvertida relación concubinaria, por lo que de la Constancia de
Residencia emitida por la Administración del Condominio del Edificio Arca I, nad apuede
colegirse válidamente a favor de la actora, en razón de que al constituir un documento
privado suscrito por un tercero que no es parte en el Juicio debió ser ratificada a través de la
prueba de testigos, lo que no sucedió.
Asimismo promovió Justificativo de Testigos levantado entre el 14 de Febrero de 2008
hasta el 27 de Febrero de 2.008 por ante el Juzgado Cuarto del Municipio Iribarren del
Estado Lara, y la declaración testifical de las ciudadanas Noris Guadalupe Mujica de
Santander, Omaira del Carmen Peraza, Sonia Yanett Venegas Lizardo y Persis Oropeza
Mendoza, quienes depusieron en el Justificativo de Testigos promovido, ratificando éstas
sus declaraciones, y de las que se evidencia que son contestes en las mismas al afirmar que
existió entre las partes la comunidad concubinaria cuyo reconocimiento pretende la actora
de autos, a propósito de lo que esas posiciones deben ser apreciadas de acuerdo a lo
establecido en el artículo 508 del Código de Procedimiento Civil por resultar concordes
entre sí.
Si bien la defensora judicial designada a la parte demandada promovió pruebas en su
oportunidad, ellas obedecieron al “mérito favorable” que pretende se extrajera de las
probanzas aportadas de la actora, lo que por no constituir por sí mismo un medio de prueba
susceptible de ser valorado, o aún, capaz de redargüir los elementos que conducen a dar por
ciertas las afirmaciones hechas por la actora como fundamento de su pretensión.
Consecuencia de lo anterior, es que al haber sido demostrada por la parte actora, la
existencia de la relación concubinaria, sin que haya sido controvertida o desvirtuada por la
parte demandada, debe ser estimada como fundada en derecho la pretensión de la actora.
Así se decide.
DECISIÓN
Por las razones antes expuestas este Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Lara, administrando
justicia, en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la ley
declara CON LUGAR la pretensión de RECONOCIMIENTO de la COMUNIDAD
CONCUBINARIA, intentada por la ciudadana MARIA DELFINA ALVARADO, en
contra del ciudadano ADAMO FRANCISCO D`AMICO PORTILLO, ambos previamente
identificados.
En consecuencia se DECLARA la existencia de la Comunidad Concubinaria entre la
ciudadana María Delfina Alvarado y Antonio D´Amico Paone, con fecha de inicio en el
mes de Mayo del año 1992 hasta el 07 de Agosto de 2007, fecha de fallecimiento del último
de los nombrados.
Se condena en costas a la demandada por haber resultado vencida totalmente, a tenor de lo
dispuesto en el artículo 274 del Código de Procedimiento Civil.
Déjese copia certificada de la presente decisión, de conformidad con lo establecido en el
artículo 248 eiusdem. Publíquese y Regístrese.
Dada, Firmada y Sellada en la Sala de Despacho del Juzgado Tercero de Primera Instancia
en lo Civil, Mercantil y Tránsito del Estado Lara, en la ciudad de Barquisimeto, a los Ocho
(08) días del mes de Junio del año dos mil diez (2010). Años 199º y 150º.
EL JUEZ
Abg. Oscar Eduardo Rivero López
La Secretaria Accidental,
Berta Pérez

Seguidamente se publicó en su fecha, siendo las 11:40 a.m.


La Secretaria Accidental,
OERL/mi

Magistrado Ponente: GUILLERMO BLANCO VÁZQUEZ


En la acción mero declarativa de reconocimiento de
unión concubinaria y nulidad de contrato de cesión y de
venta incoado ante el Juzgado Séptimo de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Bancario
de la Circunscripción Judicial  del Área Metropolitana de
Caracas, por la ciudadana  MARÍA BEATRÍZ JARDIM  DA
CAMARA, representada judicialmente por los abogados
Luís Roberto Cabrera Dekash y Héctor Cardoze Rangel,
contra los ciudadanos ANDRÉS RICARDO ABREU
GALÁN, JOSÉ BENITO CAJIGAL RAMÓN y MARÍA
ISABEL ABREU DE CAJIGAL, representados
judicialmente, el primero, por el abogado Carlos Aponte y,
los dos últimos, por la abogada Aida Lina Vargas; el
Juzgado Superior Noveno en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la misma Circunscripción Judicial, mediante
sentencia de fecha 27 de enero de 2015, declaró sin lugar
la apelación interpuesta por la demandante; sin lugar la
demanda, y por vía de consecuencia, confirmó la decisión
del tribunal a quo de fecha 6 de agosto de 2012.

Contra el fallo proferido, la demandante anunció


recurso de casación, el cual fue admitido y formalizado.
Hubo impugnación, réplica y contrarréplica.

Concluida la sustanciación del recurso, y siendo la


oportunidad para decidir, pasa la Sala a dictar sentencia,
bajo la ponencia del Magistrado que con tal carácter
suscribe el presente fallo
        En fecha 23 de diciembre de 2015, la Asamblea
Nacional nombró Magistrados Titulares en la Sala de
Casación Civil, quedando constituida de la siguiente
forma: Magistrado Presidente Dr. Guillermo Blanco
Vázquez; Magistrado Vicepresidente, Dr. Francisco Ramón
Velázquez Estévez; Magistrada Dra. Marisela Godoy
Estaba; Magistrada Dra. Vilma María Fernández González
y Magistrado Dr. Yván Darío Bastardo Flores.

Siendo la oportunidad correspondiente, procede la


Sala a decidir en los siguientes términos:

CASACIÓN DE OFICIO

En resguardo del legítimo derecho que tienen las


partes a la defensa y al libre acceso a los órganos de
administración de justicia para ejercer el derecho a la
tutela efectiva de los mismos y el de petición, consagrado
en los artículos 49, numeral 1, 26 y 51 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, esta Sala de
Casación Civil en fallo de fecha 24 de febrero del 2000,
expediente Nº 99-625, sentencia Nº 22, en el caso de la
Fundación para el Desarrollo del estado Guárico
(FUNDAGUÁRICO) contra JOSÉ DEL MILAGRO PADILLA
SILVA, determinó que conforme con la disposición legal
prevista en el artículo 320 del Código de Procedimiento
Civil, y al principio constitucional establecido en el
artículo 257 de la preindicada Constitución, referido a
que “El proceso constituye un instrumento fundamental
para la realización de la justicia…”, tiene la prerrogativa
para extender su examen hasta el fondo del litigio, sin
formalismos, cuando a motu propio detecte la infracción
de una norma de orden público y constitucional, “…
aunque no se le haya denunciado…”.

Asimismo, la Sala de Casación Civil ha dejado


sentado, entre otras, en decisión del 22 de mayo de 2001,
Caso: Mortimer Ramón c/ Héctor José Florville Torrealba,
que la acumulación debe obedecer a la necesidad de
evitar la eventualidad de fallos contrarios o
contradictorios en casos que, o bien son conexos, o existe
entre ellos una relación de accesoriedad o continencia.

En este sentido, ha sostenido que ella tiene como


objetivo influir positivamente en la celeridad, ahorrando
tiempo y recursos al fallar en una sola sentencia asuntos
en los que no hay razón para que se ventilen en diferentes
procesos. Sin embargo, debe verificarse si la acumulación
se ajusta a derecho, esto es, que se trate de pretensiones
compatibles, que no se contraríen o excluyan entre sí, y
que puedan ser tramitadas en un mismo procedimiento.

En efecto, el artículo 341 del Código de


Procedimiento Civil, dispone que el tribunal admitirá la
demanda “...si no es contraria al orden público, a las
buenas costumbres o a alguna disposición expresa de la
Ley...”. De lo contrario deberá negar su admisión
expresando los motivos de su negativa.

Por su parte, el artículo 78 del Código de


Procedimiento Civil, expresamente prohíbe la
concentración de pretensiones en una misma demanda,
en los casos en que las pretensiones se excluyan
mutuamente o sean contrarias entre sí; cuando, por razón
de la materia, no correspondan al conocimiento del mismo
tribunal, y en los casos en que los procedimientos sean
incompatibles. Así pues, toda acumulación de
pretensiones realizada en contravención a lo dispuesto
por la mencionada ley adjetiva, es lo que la doctrina
denomina inepta acumulación de pretensiones.

Se entiende, entonces, que la acumulación de


pretensiones incompatibles, no puede darse en ningún
caso, es decir, de forma simple o concurrente, ni de
manera subsidiaria. Por tanto, la inepta acumulación de
pretensiones en los casos en que éstas se excluyan
mutuamente o cuyos procedimientos sean incompatibles,
a juicio de la Sala, constituye causal de inadmisibilidad
de la demanda.

En el caso concreto, la Sala encuentra que del libelo


de la demanda se desprende que la actora MARÍA
BEATRIZ JARDIM DA CAMARA demandó a los ciudadanos
ANDRÉS RICARDO ABREU GALÁN, JOSÉ BENITO
CAJIGAL RAMÓN y MARÍA ISABEL ABREU DE CAJIGAL,
para que convengan o en su defecto ese Tribunal declare
lo siguiente:
“…1) Que entre el señor ANDRES (Sic)
RICARDO ABREU GALAN (Sic) y mi persona
existe desde el año 1985 una relación
concubinaria estable, que culmino (Sic) con
nuestro matrimonio el 6 de Octubre (Sic) de
1.994.
2) Que es nula absolutamente la cesión
efectuada por el señor ANDRES (Sic) RICARDO
ABREU al señor JOSE (Sic) BENITO CAJIGAL
RAMON (Sic), del 50% de nuestra casa de El
Placer, mediante documento autenticado por
ante la Notaria (Sic) Publica (Sic) Segunda del
Distrito Sucre del Estado (Sic) Miranda, el 24
de Noviembre de 1993, bajo el No. 82, Tomo
112, ya que para ese momento manteníamos
una relación estable, bajo un mismo techo
desde el año 1.985, por tanto estaba
constituida una comunidad de bienes,
requiriendo mi autorización o convalidación; y
que el señor CAJIGAL RAMON (Sic) estaba
enterado de que yo hacía vida marital con el
señor ABREU GALAN (Sic) y tengo mis hijos
con él.
3) Que es nula absolutamente la venta
efectuada por el señor ANDRES (Sic) RICARDO
ABREU GALAN (Sic) a la señora MARIA (Sic)
ISABEL ABREU DE CAJIGAL del 50% de
nuestra casa de El Placer, mediante
documento autenticado por ante la Notaria
(Sic) Publica (Sic) Séptima del Municipio
Baruta del Estado (Sic) Miranda, el 8 de
Febrero de 2.000, bajo el No. 59, Tomo 6, ya
que para el momento estábamos casados,
continuaba una comunidad de bienes iniciada
en 1.985, requiriendo mi autorización o
convalidación; y que la señora MARIA (Sic)
ISABEL ABREU DE CAJIGAL estaba no solo
enterada de mi relación concubinaria estable
con su hermano desde 1.985 sino de nuestro
matrimonio…” (Mayúsculas del texto).
 

Tal como claramente se desprende de la


transcripción del petitorio de la demanda, en la misma se
acumularon tres pretensiones, a saber: la acción mero
declarativa de reconocimiento de unión concubinaria; la
nulidad de contrato de cesión entre los ciudadanos
Andrés Ricardo Abreu Galán y José Benito Cajigal Ramón
y, la nulidad de contrato de venta entre el ciudadano
Andrés Ricardo Abreu Galán y la ciudadana María Isabel
Abreu de Cajigal, las cuales no podían ser acumuladas en
una misma demanda, pues es necesario que se establezca
en primer lugar judicialmente la existencia o no de la
situación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y, una
vez definitivamente firme esa decisión, de ser favorable a
la actora, entonces sí podría intentar las nulidades de
cesión y venta.

En este sentido, la Sala Constitucional de este


Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia N° 1.682 de
fecha 15 de julio de 2005, con ocasión del recurso de
interpretación del artículo 77 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, estableció con
carácter vinculante, lo siguiente:
“…Corresponde a esta Sala decidir el fondo de
la presente interpretación del artículo 77 de la
Constitución, para lo cual se observa:
El artículo 77 constitucional reza “Las uniones
estables entre un hombre y una mujer que
cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el
matrimonio”.
Resulta interesante para la Sala resaltar que
dicha norma use la voz “unión estable” entre el
hombre y la mujer, y no la de concubino o
concubina utilizada en el artículo 49.5
eiusdem; y ello es así porque unión estable es
el género, tal como se desprende del artículo
146 del Código Orgánico Tributario, o del
artículo 13-5 de la Ley de Empresas de
Seguros y Reaseguros, o del artículo 785 de la
Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro,
siendo el concubinato una de sus especies.
El concubinato es un concepto jurídico,
contemplado en el artículo 767 del Código
Civil, y tiene como característica –que emana
del propio Código Civil- el que se trata de una
unión no matrimonial (en el sentido de que no
se han llenado las formalidades legales del
matrimonio) entre un hombre y una mujer
solteros, la cual está signada por la
permanencia de la vida en común (la soltería
viene a resultar un elemento decisivo en la
calificación del concubinato, tal como se
desprende del artículo 767 de Código Civil y 7,
letra a) de la Ley del Seguro Social).
Se trata de una situación fáctica que requiere
de declaración judicial y que la califica el juez,
tomando en cuenta las condiciones de lo que
debe entenderse por una vida en común.
Además de los derechos sobre los bienes
comunes que nacen durante esa unión
(artículo 767 eiusdem), el artículo 211 del
Código Civil, entre otros, reconoce otros
efectos jurídicos al concubinato, como sería la
existencia de la presunción pater ist est para
los hijos nacidos durante su vigencia .
Dado lo expuesto, para la Sala es claro que
actualmente el concubinato que puede ser
declarado tal es aquel que reúne los requisitos
del artículo 767 del Código Civil, y él viene a
ser una de las formas de uniones estables
contempladas en el artículo constitucional, ya
que cumple los requisitos establecidos en la
ley (Código Civil), para ser reconocido como tal
unión. Por ahora –a los fines del citado
artículo 77-el concubinato es por excelencia la
unión estable allí señalada, y así se declara.
Lo anterior no significa que la ley no pueda
tipificar otros tipos de relaciones entre
hombres y mujeres como uniones estables a
los efectos del artículo 77 constitucional,
tomando en cuenta la permanencia y
notoriedad de la relación, cohabitación, etc. y,
por ello, el Proyecto de Ley Orgánica de
Protección a la Familia, la Maternidad y la
Paternidad, discutida en la Asamblea
Nacional, en los artículos 40 al 49, desarrolla
las uniones estables de hecho, como una
figura propia mientras que el concubinato
como figura distinta a la anterior, fue
desarrollado en los artículos 50 al 53.
“Unión estable de hecho entre un hombre y
una mujer”, representa un concepto amplio
que va a producir efectos jurídicos,
independientemente de la contribución
económica de cada uno de los unidos en el
incremento o formación del patrimonio común
o en el de uno de ellos, siendo lo relevante
para la determinación de la unión estable, la
cohabitación o vida en común, con carácter de
permanencia, y que la pareja sea soltera,
formada por divorciados o viudos entre sí o
con solteros, sin que existan impedimentos
dirimentes que impidan el matrimonio.
Pero como, al contrario del matrimonio que se
perfecciona mediante el acto matrimonial,
recogido en la partida de matrimonio, no se
tiene fecha cierta de cuándo comienza la unión
estable, ella debe ser alegada por quien tenga
interés en que se declare (parte o tercero) y
probada sus características, tales como la
permanencia o estabilidad en el tiempo, los
signos exteriores de la existencia de la unión
(lo que resulta similar a la prueba de la
posesión de estado en cuanto a la fama y el
trato, ya que la condición de la pareja como
tal, debe ser reconocida por el grupo social
donde se desenvuelve), así como la necesidad
de que la relación sea excluyente de otra de
iguales características, debido a la propia
condición de la estabilidad. Si la unión estable
se equipara al matrimonio, y la bigamia se
encuentra prohibida, a juicio de esta Sala es
imposible, para que ella produzca efectos
jurídicos, la coexistencia de varias relaciones a
la vez en igual plano, a menos que la Ley
expresamente señale excepciones. Ahora bien,
corresponde conforme al artículo 77
constitucional, a la reserva legal la regulación
de las otras uniones estables diversas al
concubinato y, por ello, le está a la Sala
vedado, aun por la vía de la jurisdicción
normativa, realizar la tipificación de estas
otras uniones, y así se declara.
Señalado lo anterior, debe la Sala señalar
cuáles de los efectos del matrimonio son
aplicables a las “uniones estables de hecho
entre hombre y mujer”, de conformidad con la
petición de la accionante, siendo necesario
apuntar que aunque el concubinato es un tipo
de unión estable, por ser él la figura regulada
en la Ley, a él se referirá la Sala
indistintamente como “unión estable” o
concubinato, pero reconociendo que dentro del
concepto de unión estable pueden existir tipos
diferentes al concubinato. La Sala con fines de
abarcar ambas clases de uniones, y por tanto
al género, utilizará el término de unión estable
en este fallo, para referirse a todas las
posibilidades, incluida el concubinato.
En primer lugar considera la Sala que, para
reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la “unión
estable” haya sido declarada conforme a la ley,
por lo que se requiere una sentencia
definitivamente firme que la reconozca.
En la actualidad, es necesaria una
declaración judicial de la unión estable o
del concubinato; dictada en un proceso con
ese fin; la cual contenga la duración del
mismo, lo que facilita, en caso del
concubinato, la aplicación del artículo 211
del Código Civil, ya que la concepción de un
hijo durante la existencia del mismo, hace
presumir que el concubino es el padre del
hijo o hija, por lo que la sentencia
declarativa del concubinato debe señalar la
fecha de su inicio y de su fin, si fuera el
caso; y reconocer, igualmente, la duración
de la unión, cuando ella se ha roto y luego
se ha reconstituido, computando para la
determinación final, el tiempo transcurrido
desde la fecha de su inicio .
Ahora bien, el matrimonio –por su carácter
formal- es una institución que nace y se
prueba de manera distinta al concubinato o a
cualquier otra unión estable, y por ello estas
últimas no pueden equipararse íntegramente
al matrimonio y, por tanto, no puede
pretenderse que, automáticamente, todos los
efectos del matrimonio se apliquen a las
“uniones estables”.
En consecuencia, no es posible una
declaración general que asimile las uniones
(de cualquier tipo) al matrimonio, y por lo
tanto, observa la Sala, hay que distinguir
cuáles efectos del matrimonio se aplican al
concubinato y a las posibles otras uniones
estables.
Estas uniones (incluido el concubinato) no son
necesariamente similares al matrimonio, y
aunque la vida en común (con hogar común) es
un indicador de la existencia de ellas, tal como
se desprende del artículo 70 del Código Civil,
este elemento puede obviarse siempre que la
relación permanente se traduzca en otras
formas de convivencia, como visitas
constantes, socorro mutuo, ayuda económica
reiterada, vida social conjunta, hijos, etc.
Siguiendo indicadores que nacen de las
propias leyes, el tiempo de duración de la
unión, al menos de dos años mínimo, podrá
ayudar al juez para la calificación de la
permanencia, ya que ese fue el término
contemplado por el artículo 33 de la Ley del
Seguro Social, al regular el derecho de la
concubina a la pensión de sobrevivencia.
Debido a lo expuesto, pasa la Sala a examinar
los efectos del matrimonio aplicables a las
uniones estables y al concubinato, y ella
considera que los deberes que el artículo 137
del Código Civil impone a los cónyuges y cuya
violación se convierte en causales de divorcio
(ver en el artículo 185 del Código Civil los
ordinales 1° y 2°), no existen en el
concubinato ni en las otras uniones.
Unión estable no significa, necesariamente,
bajo un mismo techo (aunque esto sea un
símbolo de ella), sino permanencia en una
relación, caracterizada por actos que,
objetivamente, hacen presumir a las personas
(terceros) que se está ante una pareja, que
actúan con apariencia de un matrimonio o, al
menos, de una relación seria y compenetrada,
lo que constituye la vida en común.
Se trata de una relación permanente entre un
hombre y una mujer, y no de una entre un
hombre y varias mujeres (así todas ellas estén
en igual plano) y viceversa.
A juicio de la Sala, así como no existe el deber
de vivir juntos, tampoco puede existir el de
fidelidad contemplado en el artículo 137 del
Código Civil, por lo que la violación de deberes
como el de fidelidad o de vida en común
(artículo 137 citado) no producen efectos
jurídicos, quedando rota la “unión” por el
repudio que de ella haga cualquiera de los
componentes, lo que viene dado porque uno de
ellos contraiga matrimonio con otra persona, o
porque, por cualquier razón, se rompió la
continuidad de la relación. Extinguida la
relación, la ley, al menos en el concubinato,
reconoce la condición de exconcubino como lo
hace el artículo 42 de la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer y la Familia.
En cuanto al deber de socorrerse mutuamente,
contemplado para los cónyuges en el artículo
137 del Código Civil, la Sala considera que
este sí existe en cualquier tipo de unión, ya
que si legalmente las uniones (o al menos el
concubinato) generan derechos –como los
alimentarios- los cuales normalmente
corresponden a los cónyuges mientras dure el
matrimonio, los componentes de estas uniones
de hecho deben tener también esos derechos,
como luego se explica, y ello se corresponde
con el deber de socorro mutuo comentado.
También otorga el artículo 173 del Código
Civil, el derecho optativo de la mujer de
utilizar el apellido de su marido.
A juicio de esta Sala, la utilización de
apellidos distintos al propio, como sería para
la mujer el del marido, es un derecho que le
nace solamente del acto matrimonial, que
conlleva a que añada algo a su identidad, y
que se ve sostenido por el acta de matrimonio
que refleja un nuevo estado civil.
El estado civil de las personas naturales, está
formado por los nacimientos y matrimonios, y
necesariamente por las mutaciones que éste
sufre (divorcio, por ejemplo), que se anotan al
margen de las partidas del estado civil.
Para la Sala, el que la unión estable en general
produzca los mismos efectos que el
matrimonio, no significa –se repite- que ella se
convierte en matrimonio, sino que se le
equipara; es decir, en lo que sea posible. Sin
embargo, la condición jurídica de la unión
estable, en principio, no permite a la mujer el
uso del apellido del marido.
El estado civil surge de unas manifestaciones
de voluntad formales contenidas en las actas
del estado civil, así como de las
transformaciones que éste recibe y que
constan en las notas marginales de las
partidas.
Se trata de una cuestión formal que permite
no sólo conocer la condición de la persona,
sino que resulta la piedra angular del sistema
de identificación.
No existe, en estos momentos y para esta
fecha, una partida del estado civil de
concubinato, u otro tipo de unión, que otorgue
el estado de concubino o unido y, por tanto,
los símbolos que representan el estado civil,
como el uso del apellido del marido por la
mujer; a juicio de la Sala, no puede ser
utilizado por quien no ha contraído
matrimonio.
Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el
genero “unión estable” debe tener, al igual que
éste, un régimen patrimonial, y conforme al
artículo 767 del Código Civil, correspondiente
al concubinato pero aplicable en la actualidad
por analogía a las uniones de hecho, éste es el
de la comunidad en los bienes adquiridos
durante el tiempo de existencia de la unión. Se
trata de una comunidad de bienes que se rige,
debido a la equiparación, que es posible en
esta materia, por las normas del régimen
patrimonial-matrimonial.
Diversas leyes de la República otorgan a los
concubinos derechos patrimoniales y sociales
en diferentes áreas de la vida, y esto, a juicio
de la Sala, es un indicador que a los
concubinos se les está reconociendo beneficios
económicos como resultado de su unión, por lo
que, el artículo 77 eiusdem, al considerarlas
equiparadas al matrimonio, lo lógico es pensar
que sus derechos avanzan hasta alcanzar los
patrimoniales del matrimonio, reconocidos
puntualmente en otras leyes.
La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones
(artículo 69-6) otorga a los concubinos pensión
de sobrevivencia; la Ley del Estatuto sobre el
Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los
Funcionarios de la Administración Pública
Estadal y Municipal, otorga a la concubina
derechos a la pensión de sobrevivencia
(artículo 16-3); las Normas de Operación del
Decreto con Rango y Fuerza de Ley de los
Préstamos Hipotecarios a Largo Plazo (artículo
130), así como las Normas d Operación del
Decreto con Rango y Fuerza d Ley que Regula
el Subsistema de Viviendas (artículo 34)
prevén al concubinato como elegibles para los
préstamos para la obtención de vivienda; la
Ley del Seguro Social (artículo 7-a) otorga a la
concubina el derecho a una asistencia médica
integral; la Ley Orgánica del Trabajo (artículo
568) da al concubino el derecho de reclamar
las indemnizaciones que corresponderán a su
pareja fallecida, e igual derecho otorga el
Estatuto de la Función Pública (artículo 31).
Se trata de beneficios económicos que surgen
del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente (artículo
104 de la Ley de Impuesto sobre la Renta lo
reconoce), etc., y ello, en criterio de la Sala,
conduce a que si se va a equiparar el
concubinato al matrimonio, por mandato del
artículo 77 constitucional, los efectos
matrimoniales extensibles no pueden limitarse
a los puntualmente señalados en las leyes
citadas o en otras normas, sino a todo lo que
pueda conformar el patrimonio común, ya que
bastante de ese patrimonio está comprometido
por las leyes referidas.
Tal comunidad de bienes, a diferencia del
divorcio que exige declaración judicial, finaliza
cuando la unión se rompe, lo cual –excepto por
causa de muerte- es una cuestión de hecho
que debe ser alegada y probada por quien
pretende la disolución y liquidación de la
comunidad. A juicio de la Sala, y como
resultado natural de tal situación, quien
demanda la disolución y liquidación de la
comunidad, podrá pedir al juez se dicten las
providencias del artículo 174 del Código Civil,
en el supuesto en él contemplado.
Ahora bien, como no existe una acción de
separación de cuerpos del concubinato y
menos una de divorcio, por tratarse la ruptura
de la unión de una situación de hecho que
puede ocurrir en cualquier momento en forma
unilateral, los artículos 191 y 192 del Código
Civil resultan inaplicables, y así se declara;
sin embargo, en los procesos tendientes a que
se reconozca el concubinato o la unión
estable, se podrán dictar las medidas
preventivas necesarias para la preservación de
los hijos y bienes comunes.
Al aparecer el artículo 77 constitucional,
surgen cambios profundos en el régimen
concubinario del artículo 767 del Código Civil,
ya que existiendo la unión estable o
permanente, no hay necesidad de presumir,
legalmente, comunidad alguna, ya que ésta
existe de pleno derecho –si hay bienes- con
respecto de lo adquirido, al igual que en el
matrimonio, durante el tiempo que duró la
unión y, como comunidad, no es que surte
efectos legales entre ellos dos y entre sus
respectivos herederos, o entre uno de ellos y
los herederos del otro, como lo contempla el
artículo 767 del Código Civil, sino que, al igual
que los bienes a que se refiere el artículo 168
del Código Civil, los terceros que tengan
acreencias contra la comunidad podrán
cobrarse de los bienes comunes, tal como lo
pauta dicha norma.
A ese fin, si la unión estable o el
concubinato no ha sido declarada
judicialmente, los terceros pueden tener
interés que se reconozca mediante
sentencia, para así cobrar sus acreencias de
los bienes comunes. Para ello tendrán que
alegar y probar la comunidad, demandando a
ambos concubinos o sus herederos.
No existiendo mecanismos de publicidad que
comuniquen la existencia del concubinato,
ni que registren las sentencias que lo
declaren, para los terceros con interés en
los bienes comunes, resulta –la mayoría de
las veces- imposible conocer previamente la
existencia del concubinato y cuáles son
esos bienes comunes; motivo por el cual la
Sala considera que exigir la aplicación del
artículo 168 del Código Civil resultaría
contrario al principio de que a nadie puede
pedírsele lo imposible, ya que al no conocer
la existencia de concubinato, ni estar los
concubinos obligados a declarar tal
condición, en las demandas que involucren
los bienes comunes, bastará demandar a
aquel que aparezca como dueño de ellos, e
igualmente éste legítimamente podrá incoar
las acciones contra los terceros relativos a
los bienes comunes, a menos que la
propiedad sobre ellos esté documentada a
favor de ambos.
Ahora bien, declarado judicialmente el
concubinato, cualquiera de los concubinos,
en defensa de sus intereses, puede incoar la
acción prevenida en el artículo 171 del
Código Civil en beneficio de los bienes
comunes y obtener la preservación de los
mismos mediante las providencias que
decrete el juez.
Resulta importante para esta interpretación,
dilucidar si es posible que entre los
concubinos o personas unidas, existe un
régimen patrimonial distinto al de la
comunidad de bienes, tal como el previsto en
el Código Civil en materia de capitulaciones
matrimoniales.
A juicio de esta Sala, ello es imposible, porque
la esencia del concubinato o de la unión
estable no viene dada –como en el matrimonio-
por un documento que crea el vínculo, como lo
es el acta de matrimonio, sino por la unión
permanente (estable) entre el hombre y la
mujer, lo que requiere un transcurso de
tiempo (que ponderará el juez), el cual es el
que califica la estabilidad de la unión; y
siendo ello así, a priori no puede existir una
declaración registrada de las partes
constitutivas de la unión, en el sentido de
cómo manejarán los bienes que se obtengan
durante ella.
Igualmente, la Sala tiene que examinar la
posibilidad para uno de los miembros de una
unión o concubinato, de la existencia del
concubinato putativo, que nace cuando uno de
ellos, de buena fe, desconoce la condición de
casado del otro. A juicio de esta Sala, en estos
supuestos funcionará con el concubino de
buena fe, las normas sobre el matrimonio
putativo, aplicables a los bienes.
Como resultado de la equiparación reconocida
en el artículo 77 constitucional, en cuanto a
los efectos y alcances de la unión estable
(concubinato) con el matrimonio, la Sala
interpreta que entre los sujetos que la
conforman, que ocupan rangos similares a los
de los cónyuges, existen derechos sucesorales
a tenor de lo expresado en el artículo 823 del
Código Civil, siempre que el deceso de uno de
ellos ocurra durante la existencia de la unión.
Una vez haya cesado, la situación es igual a la
de los cónyuges separados de cuerpos o
divorciados.
Al reconocerse a cada componente de la unión
derechos sucesorales con relación al otro, el
sobreviviente o supérstite, al ocupar el puesto
de un cónyuge, concurre con los otros
herederos según el orden de suceder señalado
en el Código Civil (artículo 824 y 825) en
materia de sucesión ab intestato, conforme al
artículo 807 del Código Civil, y habrá que
respetársele su legítima (artículo 883 del
Código Civil) si existiere testamento.
Igualmente, las causales de indignidad que
haya entre los concubinos, se aplicarán
conforme al artículo 810 del Código Civil.
Ahora bien, equiparando a los concubinos o a
los unidos a los cónyuges en lo compatible
entre estas figuras y el matrimonio, considera
la Sala que mientras exista la unión, cada uno
podrá exigir alimentos al otro partícipe, a
menos que carezca de recursos o bienes
propios para suministrarlos, caso en que
podrá exigirlos a las personas señaladas en el
artículo 285 del Código Civil.
Igualmente, en caso de declaración de
ausencia de uno de los miembros de la unión,
la otra podrá obtener una pensión alimentaria
conforme al artículo 427 del Código Civil.
En los casos en que se incoen acciones
sucesorales o alimentarias, o contra
terceros, sin que existe previamente una
declaración judicial de la existencia del
concubinato o la unión estable, la demanda
requerirá que se declaren éstas
previamente, por lo que en la misma deberá
alegarse y probarse tal condición.
Debido a los efectos y alcances señalados, la
sentencia que declare la unión, surtirá los
efectos de las sentencias a que se refiere el
ordinal 2° del artículo 507 del Código Civil,
el cual se aplicará en toda su extensión,
menos en lo referente a la necesidad de
registro de la sentencia, lo cual no está
previsto –y por lo tanto carece de
procedimiento- en la Ley.
Esta ausencia de registro y, por tanto, de
publicidad, que puede mantener al
concubinato oculto respecto a los terceros,
plantea la pregunta de si es nula la venta
entre los concubinos, tal como lo establece el
artículo 1481 con respecto a los cónyuges.
A juicio de esta Sala, dados los efectos que se
reconocen a la “unión estable”, sería una
fuente de fraude para los acreedores de
cualquiera de los concubinos, aceptar que uno
vendiera al otro los bienes comunes
documentados a su nombre o poseídos por él
y, en consecuencia, quien demuestre que la
venta ha ocurrido entre ellos, puede invocar la
existencia de la unión y tratarlos como bienes
comunes o, según los casos, pedir la nulidad
del negocio.
Debe la Sala acotar que el único concubinato
que produce efectos equiparables al
matrimonio, es el que se delinea en este fallo;
y se hace tal acotamiento porque algunas leyes
denominan concubina a la mujer que vive con
un hombre a pesar que éste tiene impedimento
para contraer matrimonio con ella, cuando en
realidad tal concubinato es contrario al
artículo 767 del Código Civil y a lo que
conceptualiza este fallo.
El mal uso de la palabra concubina, en el
sentido inmediatamente indicado, aparece en
los artículos 397 y 399 del Código Penal, y así
se declara.
También acota la Sala que diversas leyes
vigentes, tales como el Código Orgánico
Tributario (artículo 146-4), la Ley de Empresas
de Seguros y Reaseguros (artículos 13-5 y 21),
la Ley de Cajas de Ahorro y Fondos de Ahorro
(artículos 78-5 y 136), señalan impedimentos
para acceder a cargos para quienes mantengan
uniones estables de hecho. Igualmente, a éstos
se refieren los artículos 56 de la Ley del
Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales
y Criminalísticas, y 71 de la Ley del Contrato
de Seguros.
Ahora bien, como la ley no ha determinado
aún quiénes se consideran que viven en unión
estable de hecho, tal mención, en todos los
casos, a juicio de esta Sala, debe entenderse
en la actualidad que se aplica por igual a los
concubinos, ya que con relación específica a
ellos, existen prohibiciones en el artículo 20
de la Ley de Minas.
Por último, y como resultado de lo
interpretado, es que cuando en una relación
jurídica concreta, una de las partes actúa en
su condición de concubino, para los efectos de
esa relación la existencia del concubinato
queda reconocida por las partes y, en
consecuencia, entre las partes de la relación o
el negocio, se reputará que una de ellas se
vincula con el concubinato.
Queda en los términos expuestos, resuelta la
interpretación solicitada, y dado el carácter
vinculante de la misma, conforme a lo
establecido en el artículo 335 de la
Constitución, se ordena la publicación del
presente fallo en la Gaceta Oficial de la
República, sin perjuicio que desde que entró
en vigencia la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, los derechos de los
concubinos han quedado reconocidos
constitucionalmente. Así se decide.
Igualmente, la interpretación que se hace en
este fallo es sin perjuicio de los derechos de
los pueblos y comunidades indígenas, en
cuanto a su organización social, usos y
costumbres, reconocidos en el artículo 119
constitucional…”. (Negrillas de la Sala de
casación Civil).
 

Tal como claramente se desprende de la doctrina


transcrita, ya desde el 15 de julio de 2005, es requisito
para poder solicitar la partición de una comunidad de
bienes proveniente de una unión estable de hecho, que tal
situación fáctica haya sido establecida y reconocida
mediante sentencia judicial, debido a que éste será el
documento fehaciente mediante el cual se acredita la
existencia de la comunidad.

Al mismo tiempo, esta Sala observa que la presente


controversia fue intentada con posterioridad al fallo de la
Sala Constitucional precedentemente transcrito, motivo
por el cual le es aplicable lo establecido en la referida
doctrina. Debe primero incoarse el procedimiento  para
que la parte interesada obtenga una declaratoria firme de
la existencia de la unión estable de hecho o concubinato,
para poder, posteriormente, intentar las nulidades de
cesión y venta de los bienes.

De permitirse a una de las partes la posibilidad de


incoar en una misma demanda la acción mero declarativa
de reconocimiento de unión concubinaria y la nulidad de
contratos de cesión de derechos y venta, se le estaría
lesionando a la otra parte su derecho de defensa, ya que
es necesario –se repite- agotar un procedimiento previo
para obtener la sentencia favorable que servirá de
instrumento fundamental para intentar el otro.

Todas estas razones conducen a esta Sala a casar de


oficio y sin reenvío el fallo recurrido, ya que las
pretensiones acumuladas en el presente juicio, deben ser
tramitadas a través de procedimientos separados, uno
precedido del otro.

El fundamento central de esta casación de oficio,


estriba en que el Juez Superior erróneamente declaró “Sin
Lugar” la demanda, cuando ha debido ser considerada
“inadmisible”. Si bien a “simple vista puede parecer una
sutileza, la declaratoria de Sin Lugar se presta a
confusiones y equívocos, pues puede ser interpretada con
un contenido de cosa juzgada, lo cual sería erróneo en el
caso bajo estudio. Lo correcto, en el particular, es
declarar la inadmisibilidad de la demanda,
pronunciamiento con un peso jurídico más ligero y que no
puede ser mal interpretado como decisión con carácter de
cosa juzgada.

No obstante tal inadmisibilidad, hubo contención en


el proceso, razón por la cual, ante el vencimiento total de
la actora, deberá ésta última ser condenada en costas por
el artículo 274 del Código de Procedimiento Civil,
condenatoria que no abarcará el presente recurso de
casación, pues la sentencia impugnada fue casada de
oficio. Así se decide.

Lo anterior hace innecesario un nuevo


pronunciamiento sobre el fondo del debate, de
conformidad con el artículo 320 del Código de
Procedimiento Civil y, en consecuencia, declarará en el
dispositivo del presente fallo, la inadmisibilidad de la
demanda incoada por la parte actora, ciudadana  MARÍA
BEATRÍZ JARDIM DA CAMARA, contra los ciudadanos
ANDRÉS RICARDO ABREU GALÁN, JOSÉ BENITO
CAJIGAL RAMÓN y MARÍA ISABEL ABREU DE
CAJIGAL, por infracción directa de los artículos 341 y 78
del Código de Procedimiento Civil, anulándose por
consiguiente el mencionado auto de admisión de fecha 28
de septiembre de 2011, proferido por el Juzgado Séptimo
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y
Bancario de la Circunscripción Judicial  del Área
Metropolitana de Caracas , así como todas las actuaciones
posteriores al mismo. Así se decide.

D E C I S I Ó N

En virtud de las precedentes consideraciones, el


Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación Civil,
administrando justicia en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley,  CASA
DE OFICIO   Y SIN REENVÍO  la sentencia dictada por
el Juzgado Superior Noveno en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Bancario, de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas, el día 27 de enero de
2015. En consecuencia, se declara  INADMISIBLE  la
demanda intentada por la ciudadana  MARÍA BEATRÍZ
JARDIM DA CAMARA  contra los ciudadanos  ANDRÉS
RICARDO ABREU GALÁN, JOSÉ BENITO CAJIGAL
RAMÓN Y MARÍA ISABEL ABREU DE CAJIGAL  y
se ANULA  el auto de admisión de dicha demanda, dictado
en fecha 28 de septiembre de 2011, por el Juzgado
Séptimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito y Bancario de la misma Circunscripción Judicial,
así como todas las actuaciones posteriores a dicho auto.

Se condena a la demandante al pago de las costas

procesales del juicio por cuanto hubo vencimiento total de

conformidad con el artículo 274 del Código de Procedimiento

Civil. Dicha condenatoria en costas no abarca las actuaciones

del presente recurso de casación.

Queda de esta manera  CASADA  la sentencia impugnada.

Publíquese, regístrese. Remítase el expediente al


Tribunal de la cognición,  Juzgado Séptimo de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Bancario
de la Circunscripción Judicial  del Área Metropolitana de
Caracas. Particípese tal remisión al Juzgado Superior de
origen ya mencionado, de conformidad con el artículo 326
del Código de Procedimiento Civil.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la


Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de
Justicia, en Caracas, a los dieciocho (18) días del mes de
febrero de dos mil dieciséis. Años: 205º de la
Independencia y 156º de la Federación.
Presidente de Sala Ponente,
 
 
________________________________
GUILLERMO BLANCO VÁZQUEZ
 
Vicepresidente,
 
 
PODER JUDICIAL
Tribunal Primero de Primera Instancia de Juicio de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes de la Circunscripción Judicial del estado Portuguesa
Guanare, 15 de octubre de 2019
209º y 160º
ASUNTO: MSE-V-2018-000035

DEMANDANTE: ELLUZ JACQUELINE PERAZA RODRÍGUEZ, venezolana, mayor de


edad, titular de la cédula de identidad Nro. V-18.670.103, soltera, domiciliada en el sector
Barrio El Río, en la calle 2 entre carreras 11 y 12, en la población de Guanarito, Municipio
Guanarito del estado Portuguesa.

ABOGADO ASISTENTE PARTE DEMANDANTE: Abogada en libre ejercicio


DAYANA DEL CARMEN ABREU GALIANO, venezolana, mayor de edad, titular de la
cédula de identidad Nro. V-17.989.265 e inscrita en el Inpreabogado bajo el Nro. 242.471.

DEFENSA PÚBLICA: Abogado JOSÉ GREGORIO PACHECO, actuando con el carácter


de Defensor Público Segundo de la Unidad de Defensa Pública para el Sistema de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del estado
Portuguesa, sede Guanare, en defensa de los derechos, garantías e intereses de los niños co-
demandados (identidades omitidas por disposición del artículo 65 de la Ley Orgánica para
la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes) de once (11), siete (07) y cinco (05) años de
edad, respectivamente.

MOTIVO: ACCIÓN MERO DECLARATIVA DE CONCUBINATO.

SENTENCIA: INTERLOCUTORIA CON FUERZA DE DEFINITIVA.


I
SÍNTESIS DEL ASUNTO

En fecha 21 de noviembre de 2018, comparece por ante la Unidad de Recepción y


Distribución de Documentos de este Circuito Judicial de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes de la Circunscripción Judicial del estado Portuguesa, sede Guanare, la
ciudadana ELLUZ JACQUELINE PERAZA RODRÍGUEZ, venezolana, mayor de edad,
titular de la cédula de identidad Nro. V-18.670.103, soltera, domiciliada en el sector Barrio
El Río, en la calle 2 entre carreras 11 y 12, en la población de Guanarito, Municipio
Guanarito del estado Portuguesa, debidamente asistida por la Abogado en libre ejercicio
DAYANA DEL CARMEN ABREU GALIANO, venezolana, mayor de edad, titular de la
cédula de identidad Nro. V-17.989.265 e inscrita en el Inpreabogado bajo el Nro. 242.471 y
mediante escrito libelar demandó por ACCIÓN MERO DECLARATIVA DE
CONCUBINATO a los niños (identidades omitidas por disposición del artículo 65 de la
Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes), de once (11), siete (07) y
cinco (05) años de edad, nacidos en fechas: xx/02/2008, xx/08/2012 y xx/01/2014,
respectivamente, cuya representación y defensa de sus derechos, garantías e intereses en el
presente procedimiento fue asumido por el Abogado JOSÉ GREGORIO PACHECO,
actuando con el carácter de Defensor Público Segundo de la Unidad de Defensa Pública
para el Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción
Judicial del estado Portuguesa, sede Guanare.
Relata la accionante que a partir del 01 de mayo del año 2001, junto al de-cujus Miguel
Ángel Cuellar vivieron en unión concubinaria y que la misma se desarrolló en dos
domicilios, el primero residenciados en el Sector Barrio Nuevo, calle 5 con carrera 13, en la
población de Guanarito, Municipio Guanarito del estado Portuguesa y el segundo, siendo el
último domicilio y por ende el hogar donde convivieron, en el sector Barrio El Río, en la
calle 2 entre carreras 11 y 12, casa sin número, en la referida población de Guanarito,
Municipio Guanarito del estado Portuguesa, destacando que el lapso de la convivencia fue
de 17 años ininterrumpidos desde el 01 de mayo de 2001 hasta el día 12 de septiembre de
2018, fecha en que el ciudadano Miguel Ángel Cuellar falleció ab intestato en el Hospital
Arnoldo Gabaldón de la población de Guanarito, como consecuencia de un (sic) “ECV
Hemorrágico”, Crisis Hipertensiva Tipo Emergencia, según queda evidenciado del Acta de
Defunción acompañada con el escrito libelar. Señala, la accionante, que de la unión
concubinaria procrearon 3 hijos que llevan por nombres y apellidos (identidad omitida por
disposición del artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes), nacido el xx de febrero de 2008, titular de la cédula de identidad Nro. V-
xx.xxx.372, (identidad omitida por disposición del artículo 65 de la Ley Orgánica para la
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes), nacida el xx de agosto de 2012 y (identidad
omitida por disposición del artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños,
Niñas y Adolescentes), nacido el xx de enero de 2014. En sus argumentos la parte actora
enfatiza con especificidad que su concubino fallece ab intestato y que dejó bienes
inmuebles y un Registro de Comercio los cuales fungen como medios de prueba
documentales y de testigos de la presente demanda.
En cuanto al derecho, sustenta su pretensión en normativas constitucionales, legales y
jurisprudenciales como son, los artículos 16 del Código de Procedimiento Civil, el artículo
77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el artículo 211 y 767 del
Código Civil, las Sentencias Nº 34, Expediente Nº AA10-L-2010-000138 de la Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia Magistrado Ponente: Malaquías Gil Rodríguez de fecha
02 de marzo de 2012, Caso: ciudadana Alexandra Carreño Hernández parte demandante
por Acción Mero Declarativa de Reconocimiento Judicial de Unión Concubinaria contar el
ciudadano Nelson Luís González Medina, y la jurisprudencia de carácter vinculante de la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de la Sentencia del 15 de julio de
2005, referente al recurso de interpretación del artículo 77 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, Caso Carmela Mampieri Giuliani, con ponencia del
Magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero.
Finalmente, la accionante en su escrito libelar peticiona que (sic): “1).- Se sirva declarar
mediante sentencia definitivamente firme, que existió una UNIÓN ESTABLE DE HECHO
entre ELLUZ JACQUELINE PERAZA RODRÍGUEZ (Viviente) Y MIGUEL ÁNGEL
CUELLAR, (Fallecido),…omissis…,quienes convivieron en perfecta armonía por un lapso
de 17 años initerrumpidos y por tal motivo, se le otorgue los mismos efectos que produce el
matrimonio, todo ello a tenor de lo establecido en el artículo 77 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, por lo que solicito que este honorable Tribunal
convenga en la existencia de dicha UNIÓN ESTABLE DE HECHO y así sea declarado
otorgándosele en el fallo respectivo todos los derechos que le corresponden legalmente…
omissis… 2).- Una vez declarada la existencia de la Unión Estable de Hecho, partiendo del
derecho que existe a los concubinos, según se desprende de la sentencia de fecha 15 de
julio de 2005, con carácter vinculante y ordenada su publicación en la Gaceta de Oficial de
la República Bolivariana de Venezuela, dictada por la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero, que
interpretó el artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, se
ordene sea reconocido el derecho de ELLUZ JACQUELINE PERAZA RODRÍGUEZ,
participar del procedimiento de la partición legal según lo establecido en el art. 777, del
Código de Procedimiento Civil. 3).- Que este honorable Tribunal ordene la partición legal
del bien inmueble ut – Supra identificado, los Registros Mercantiles, (Compañía Anónima
y la Firma Personal, adjudicado con el Punto de Venta)”. Consignó un cúmulo de
documentales sobre las que fundan su pretensión marcadas con las letras “A”, “B”, “C”,
“D”, “E”, “F”, “G”, “H”, “I”, “J”, “K”, “L”, “LL”, “M”, “N”, “Ñ”, “O” y “P”, de donde las
documentales cursantes en anexos marcados “D”, “I”, “J”, “K” y “L” constituyen
documentales relativas a bienes.
Este Tribunal observa que en fecha 22 de noviembre de 2018 se le dio entrada al asunto
civil y dictado auto de admisión en fecha 27 de noviembre de 2018, abriéndose el
procedimiento ordinario en Audiencia Preliminar, suprimiendo la fase de mediación,
abriendo directamente a la fase de sustanciación, ex 471 de la Ley Orgánica para la
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes en concordancia con el artículo 35, numeral 12,
de la Ley Sobre Procedimientos Especiales en Materia de Protección Familiar de Niños,
Niñas y Adolescentes, instruyendo así las diligencias preliminares conducentes a los fines
de la celebración Audiencia Preliminar en Fase de Sustanciación, conforme a lo establecido
en el artículo 473 y 474 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes, librándose oficio a la Coordinación de la Defensa Pública a los fines de
designarle Defensor Público a los niños de marras y de conformidad al artículo 507 del
Código Civil se ordenó la publicación de Edicto. Las diligencias ordenadas fueron
cumplidas con lo que el Tribunal abrió la articulación probatoria para la celebración de la
fase de sustanciación, que por efectos de reposición de la causa, mediante sentencia
repositoria dictada en fecha 08 de mayo de 2019, se celebró la referida fase de
sustanciación en fecha 08 de agosto de 2019, en cuyo contexto el Tribunal a quo
sustanciador declaró concluida la Audiencia Preliminar cerrando la fase de sustanciación y
por consiguiente ordenando la remisión del asunto al órgano de juicio, donde fue recibido
en fecha 14 de agosto de 2019 y mediante auto expreso de convocatoria de Audiencia de
Juicio de misma fecha se fijó la celebración de la referida Audiencia para el 08/10/2019 a
las 10:00 de la mañana.
Llegada la oportunidad fijada por esta instancia judicial para la celebración de la Audiencia
de Juicio en el presente asunto, se certificó la incomparecencia de la actora, ni por sí ni por
medio de apoderado judicial y habida cuenta la comparecencia de la representación judicial
de la demandada, el Tribunal conforme al artículo 486 de la Ley Orgánica para la
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, dio apertura a la Audiencia y mediante punto
único previo, realizó sus consideraciones jurídicas con relación a la pretensión de la actora
y en estricta observancia al imperativo del orden público dictó oralmente el dispositivo del
fallo, declarando inadmisible la demanda al constituir la pretensión de la actora una
acumulación indebida por inepta acumulación de pretensiones dada la incompatibilidad de
la declaratoria mero declarativa de concubinato con la partición de bienes, tanto por la
naturaleza jurídica de cada una de ellas como por el procedimiento aplicable, conforme a lo
establecido en el encabezado del artículo 457 de la Ley Orgánica para la Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes en concordancia con el artículo 78 del Código de
Procedimiento Civil, aplicado por remisión supletoria facultada en el artículo 452 de la Ley
Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, con arreglo al precepto
constitucional contenido en los artículos 49 y 257 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y criterio jurisprudencial de la Sala de Casación Social del
Tribunal Supremo de Justicia en Sentencia Nro. 357 de fecha 17/09/2019, el cual se
reproduce en extenso con la presente decisión, a tenor del artículo 485 eiusdem.
II
MOTIVACIONES PARA DECIDIR

Punto Previo: ÚNICO

En uso de las facultades que confiere el ordenamiento jurídico a los administradores de


justicia para la garantía del debido proceso y del orden público que interesa al Estado, en
las máximas del principio fundamental del Estado Democrático y Social de Derecho y de
Justicia que propugna nuestra Carta Fundamental, y de la obligación de hacer
pronunciamiento expreso con base en las infracciones de orden público que en su oficio
encontrase y advirtiere en los procedimientos sometidos a la cognición del órgano
jurisdiccional, aun cuando las mismas no hayan sido objeto de defensas y/o excepciones
por la contraparte, toda vez que no son convalidables ni relajables por acuerdos de las
partes ni por autoridad alguna, este Tribunal, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 253,
primer aparte, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en
concordancia con el artículo 257 eiusdem, debe impretermitiblemente señalar que el
estricto cumplimiento por parte de los jueces de instancia en nuestra especial jurisdicción
de protección de niños, niñas y adolescentes de verificar los requisitos legalmente
establecidos en el artículo 457 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes previstos para la admisión de la demanda, constituyen la plataforma sólida
sobre el cual se cimienta cualesquiera de los procesos judiciales que se instauren en nuestra
jurisdicción y que tienen como fin último la formación de la sentencia de fondo o mérito de
la causa y que al revestir materia que interesa al orden público debe producirse al amparo
de un proceso válido, justo, idóneo y con el aseguramiento absoluto de las máximas
garantías en pro de la estabilidad del proceso y la paz social.
En tales órdenes, asiente esta jurisdicente con la Sala de Casación Civil, que en sentencia
de fecha 22 de mayo de 2001, (caso: M.R. c/ H.J.F.T.) ha dejado sentado, el criterio sobre
la acumulación de pretensiones la cual debe obedecer a la necesidad de evitar la
eventualidad de fallos contrarios o contradictorios en casos que, o bien son conexos, o
existe entre ellos una relación de accesoriedad o continencia. En este sentido, ha sostenido
que ella tiene como objetivo influir positivamente en la celeridad, ahorrando tiempo y
recursos al fallar en una sola sentencia asuntos en los que no hay razón para que se ventilen
en diferentes procesos. Sin embargo, debe verificarse si la acumulación se ajusta a derecho,
esto es, que se trate de pretensiones compatibles, que no se contraríen o excluyan entre sí, y
que puedan ser tramitadas en un mismo procedimiento.
En efecto, el artículo 457 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes, dispone que:
“Presentada la demanda, el juez o jueza debe admitir la misma si no fuera contraria al orden
público a la moral pública o a alguna disposición expresa del ordenamiento jurídico. Luego
de admitirla, ejercerá el despacho saneador, si fuere el caso, ordenando la corrección
mediante auto motivado e indicando el plazo para ello que, en ningún caso excederá de
cinco días. (Fin de la cita).

De la disposición normativa anteriormente trascrita, se deduce el deber imperativo


reservado a los Jueces de Mediación y Sustanciación, de revisar el libelo de demanda a los
fines de determinar los presupuestos de admisibilidad establecidos en la norma, los cuales
son: Que la demanda no sea contraria al orden público, a la moral pública o a alguna
disposición de la Ley y en caso de cumplirse tales presupuestos, está obligado a admitir la
demanda a la brevedad posible cumpliendo así con el principio de celeridad procesal. Sigue
la norma in commento instruyendo que una vez admitida, ejercerá el despacho saneador, si
fuere el caso, vale decir, que al ser la demanda susceptible de la admisión empero existen
insuficiencias en los requisitos de forma de la demanda (vid. artículo 456 eiusdem), se debe
proceder al despacho saneador, como garantía del ejercicio del principio de la Tutela
Judicial Efectiva.
Ahora bien, el espíritu, propósito y razón del artículo 457 de la Ley Orgánica para la
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, es diáfano al señalar expresamente cuáles son
los presupuestos para la procedencia de la admisión de la demanda, por lo cual, de ser
presentada una acción civil en la que el Juez advierta que es contraria al orden público o a
la moral pública o a alguna disposición expresa del ordenamiento jurídico, debe inadmitirla
in limine litis, por cuanto
la única excepción para la admisión de la demanda que esta sea contraria a derecho, vale
decir, que atente contra el orden público, la moral pública o alguna disposición expresa del
ordenamiento jurídico. Así se establece.
El artículo 78 del Código de Procedimiento Civil prohíbe la concentración de pretensiones
en una misma demanda, en los casos en que las pretensiones se excluyan mutuamente o
sean contrarias entre sí; cuando, por razón de la materia, no correspondan al conocimiento
del mismo tribunal, y en los casos en que los procedimientos sean incompatibles. Así pues,
toda acumulación de pretensiones realizada en contravención a lo dispuesto por la
mencionada ley adjetiva, es lo que la doctrina denomina inepta acumulación. Se entiende,
entonces, que la acumulación de pretensiones incompatibles, no puede darse en ningún
caso, es decir, de forma simple o concurrente, ni de manera subsidiaria. Por tanto, la inepta
acumulación de pretensiones en los casos en que éstas se excluyan mutuamente o cuyos
procedimientos sean incompatibles, constituye causal de inadmisibilidad de la demanda.
En el sub iudice, encuentra esta jurisdicente que se acumularon dos pretensiones en el
libelo de demanda: la acción mero declarativa de reconocimiento de unión estable de hecho
(concubinato) y la de partición de bienes que señala la actora derivan de la comunidad cuyo
reconocimiento judicial sea declarado por este Tribunal. A todas luces, considera esta
juzgadora que, no podían ser acumuladas en una misma demanda ambas pretensiones, pues
es necesario que se establezca en primer lugar judicialmente la existencia o no de la
situación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y, una vez definitivamente firme esa
decisión, es que podría accionarse sobre la partición de esa comunidad, de lo contrario el
juez estaría incurriendo en un exceso de jurisdicción.
En efecto, del libelo de la demanda se desprende que la actora ELLUZ JACQUELINE
PERAZA RODRÍGUEZ demandó ante esta jurisdicción la declaración judicial que existió
una UNIÓN ESTABLE DE HECHO entre la actora (ELLUZ JACQUELINE PERAZA
RODRÍGUEZ) y el interfecto MIGUEL ÁNGEL CUELLAR, otorgándosele los mismos
efectos que produce el matrimonio, todo ello a tenor de lo establecido en el artículo 77 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela al haber convivido durante 17 años
juntos, solicitando que este honorable Tribunal convenga en la existencia de dicha UNIÓN
ESTABLE DE HECHO y así sea declarado otorgándosele en el fallo respectivo todos los
derechos que le corresponden legalmente e igualmente, como segundo y tercer aspiración
petitoria que una vez declarada la existencia de la Unión Estable de Hecho, partiendo del
derecho que existe a los concubinos, según se desprende de la sentencia de fecha 15 de
julio de 2005, con carácter vinculante y ordenada su publicación en la Gaceta de Oficial de
la República Bolivariana de Venezuela, dictada por la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero, que
interpretó el artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, se
ordene sea reconocido el derecho de la actora (ciudadana ELLUZ JACQUELINE PERAZA
RODRÍGUEZ) de participar del procedimiento de la partición legal según lo establecido en
el art. 777, del Código de Procedimiento Civil, para ello solicita a este honorable Tribunal
ordene la partición legal del bien inmueble identificado en el escrito libelar y de los
Registros Mercantiles, (Compañía Anónima y la Firma Personal, adjudicado con el Punto
de Venta), cuyas documentales produjo anexo al libelo de demanda.
Nuestra jurisdicción especial a través de la Ley Orgánica para la Protección de Niños,
Niñas y Adolescentes señala el procedimiento a seguir para la tramitación de los asuntos
con motivo de acción mero declarativa de concubinato, reconociendo en estos asuntos la
naturaleza contenciosa y por ende su trámite a la luz del procedimiento ordinario previsto
en los artículos 450 al 492 eiusdem, de donde el artículo 471 expresamente establece que
quedan excluidos de la fase de mediación los asuntos que por su naturaleza eminentemente
moral, de su ejercicio participa de la noción de orden público y por ende revestidas del
principio de indisponibilidad, ubicándose entre estos las acciones de estado, que en sentido
general, tanto la legislación como la doctrina y la jurisprudencia patria, son contestes en
afirmar que están dirigidas a obtener de la autoridad judicial un pronunciamiento
declarativo, modificativo o extintivo del estado civil de una persona, proscritos para ellos
los medios alternativos de solución de conflictos (conciliación, mediación) o de
autocomposición procesal (convenimiento, desistimiento, transacción).
Por tales razonamiento, el principio rector de la normativa procesal en materia de
protección de niños, niñas y adolescentes, establecido en el literal “e” del artículo 450
eiusdem, sobre los medios alternativos de solución de conflictos exceptúa el deber de
aplicación de tal principio en aquellas materias que por su naturaleza no permita la
mediación o se encuentre expresamente prohibida por la ley, ergo las acciones mero
declarativas de concubinato o uniones estables de hecho. En sintonía con la uniformidad
normativa de las disposiciones previstas para el procedimiento ordinario en materia de
protección de niños, niñas y adolescentes, la norma contenida en el artículo 35 de la Ley
Sobre Procedimientos Especiales en Materia de Protección Familiar de Niños, Niñas y
Adolescentes, instrumento normativo conexo a nuestra Ley Orgánica para la Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes, señala en su numeral 12, a título expreso que los asuntos
dirigidos a la comprobación de algún hecho o algún derecho propios del interesado o
interesada en ellas se encuentran fuera de la esfera de la mediación como medio alternativo
de solución de conflictos, quedando así comprendido en este numeral esta categoría de
procedimiento (mero declarativas de concubinato o de unión estable de hecho.
En este escenario, es menester señalar, lo que establecen los artículos 777 y 778 del Código
de Procedimiento Civil:
“Artículo 777°.
La demanda de partición o división de bienes comunes se promoverá por los trámites del
procedimiento ordinario y en ella se expresará especialmente el título que origina la
comunidad, los nombres de los condóminos y la proporción en que deben dividirse los
bienes.
Si de los recaudos presentados el Juez deduce la existencia de otro u otros condóminos,
ordenará de oficio su citación.
Artículo 778°
En el acto de la contestación, si no hubiere oposición a la partición, ni discusión sobre el
carácter o cuota de los interesados y la demanda estuviere apoyada en instrumento
fehaciente que acredite la existencia de la comunidad, el Juez emplazará a las partes para el
nombramiento del partidor en el décimo día siguiente. El partidor será nombrado por
mayoría absoluta de personas y de haberes. Caso de no obtenerse esa mayoría, el Juez
convocará nuevamente a los interesados para uno de los cinco días siguientes y en esta
ocasión el partidor será nombrado por los asistentes al acto, cualquiera que sea el número
de ellos y de haberes, y si ninguno compareciere, el Juez hará el nombramiento.” (Fin de la
cita).

De la norma contenida en el artículo 777 supra, se desprende la habilitación del


procedimiento ordinario para el trámite de la demanda de partición o división de bienes
comunes, que en símil tramitación se apareja al trámite que debe darse a las demandas con
motivo de acciones mero declarativas de concubinato o uniones estable de hecho; empero
la demanda de partición de la comunidad concubinaria, si bien podría llegar a tramitarse
igualmente a través del procedimiento ordinario, conforme lo prevé el artículo 777 del
Código de Procedimiento Civil, resulta que ello sólo ocurre cuando en la contestación de la
demanda se objeta el derecho a la partición, a la cuota o proporción de lo demandado; de lo
contrario se procede al nombramiento del partidor.
En cuanto a la norma que dimana del artículo 778 se pone de manifiesto, que la propia ley
exige como requisito para demandar la partición de la comunidad concubinaria, que la parte
actora acompañe a ésta instrumento fehaciente mediante el cual acredite la existencia de la
comunidad, es decir, la declaración judicial que haya dejado establecido la existencia de ese
vínculo. Por esa razón, es requisito sine qua non la declaración judicial definitivamente
firme para poder incoar la demanda de partición de bienes, pues ésta constituye el
documento fundamental que debe ser acompañado junto al libelo de la demanda en el juicio
de partición concubinaria; además es el título que demuestra su existencia.
Por otra parte, se observa que según lo previsto en el artículo 780 eiusdem, “...la
contradicción relativa al dominio común respecto de alguno o algunos de los bienes se
sustanciará y decidirá en cuaderno separado...”, lo cual, una vez más, evidencia las
particularidades de las que está revestido el procedimiento de partición, e imposibilita la
acumulación de este tipo de demandas con una acción de mero declarativa, a tenor de lo
dispuesto en los artículos 457 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes y el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil.
Las consideraciones que preceden, se hacen eco de la doctrina jurisprudencial patria que
sienta nuestro máximo Tribunal de Justicia a través de sus diversas Salas de Casación,
destacando la reciente decisión de la Sala de Casación Social en Sentencia Nro. 357 de
fecha 17 de septiembre de 2019, en la que se ratificó y dejó establecido lo siguiente:
“La norma cuya infracción se delata es la contenida en el artículo 457 de la Ley Orgánica
para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, la cual establece lo siguiente:
Artículo 457. De la admisión de la demanda. Presentada la demanda, el juez o jueza debe
admitir la misma si no fuera contraria al orden público, a la moral pública o a alguna
disposición expresa del ordenamiento jurídico. Luego de admitirla, ejercerá el despacho
saneador, si fuere el caso, ordenando la corrección mediante auto motivado e indicando el
plazo para ello que, en ningún caso, excederá de cinco días. En el auto de admisión debe
ordenar la notificación de la parte demandada a fin de que comparezca ante el Tribunal.
Dentro de los dos días siguientes a que conste en autos su notificación, el Tribunal de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes fijará mediante auto expreso, día y hora para
que tenga lugar la audiencia preliminar, dentro de un plazo no menor de cinco días ni
mayor de diez días. Adicionalmente, el juez o jueza podrá disponer todas aquellas
diligencias preliminares, medidas preventivas o decretos de sustanciación que considere
convenientes, a petición de parte o de oficio, teniendo siempre en cuenta la especialidad de
la materia, los principios rectores de la misma y fundamentalmente el interés superior.
Dicha norma impone a los jueces el deber de verificar ab initio que la demanda impetrada
no se subsuma en alguno de los siguientes supuestos:1) Que no sea contraria al orden
público, entendiéndose como tal el interés general de la sociedad que sirve de garantía a los
derechos particulares y a sus relaciones recíprocas; 2) Que no sea contraria a las buenas
costumbres, es decir, aquellas reglas establecidas tradicionalmente conforme a la decencia,
la honestidad y la moral; y 3) Que no sea contraria a ninguna disposición expresa previstas
en nuestras leyes o códigos.
Omissis…
Sobre el particular conviene destacar que al juez le está dado ab initio advertir y corregir la
debida integración de la relación jurídico procesal, la cual viene dada en los juicios de
partición y liquidación de la comunidad a través de la titularidad del derecho que se
reclama para que pueda el demandante estar facultado para actuar en el proceso; de manera
que, es necesaria una identidad lógica entre el accionante y la pretensión, lo cual en el
presente caso fue desvirtuado en virtud de la existencia de las capitulaciones matrimoniales
lo que no permite evidenciar fehacientemente la existencia de la comunidad objeto de la
pretensión, en modo alguno implica un pronunciamiento sobre el mérito del asunto
debatido en el proceso. “Por interpretación en contrario, la inadmisibilidad de la pretensión
se produce por la insatisfacción de esas exigencias que -in limine litis- impiden la
continuación del proceso”. Por consiguiente, sin el cumplimiento de tales requisitos legales,
entre los cuales pueden señalarse, las reglas de legitimación -para la debida conformación
de la relación jurídico procesal- no puede tramitarse adecuadamente la pretensión y esto
debe advertirse conditio sine qua non in limine litis. (Vid. Sala Constitucional, sentencia
Nro. 1.370 de fecha 6 de julio de 2006, caso: acción de amparo de Ramón Alberto
Peñaloza).
Omissis…(Fin de la cita-resaltado de negrillas con subrayado propios de esta decisión del
Tribunal Primero de Primera Instancia de Juicio de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes).
Afirma así la decisión citada, el deber (como función de orden imperativo) de revisión
profusa de la pretensión propuesta para la determinación de los presupuestos de
procedencia que conduzca a la admisibilidad de la demanda, so pena de incurrir en lesión al
derecho a la defensa de la contraparte al admitirse una demanda en donde coexistan dos o
más pretensiones que por sus naturalezas jurídicas comporten un procedimiento en suma
distinto aun cuando puedan iniciarse por el procedimiento ordinario, como en el sub lite,
que al incoarse en una misma demanda la acción mero declarativa de reconocimiento de
unión concubinaria y la partición de bienes de esa pretendida comunidad, se le está
cercenando a la otra parte su derecho de defensa, ya que se le estarían limitando la
posibilidad de alegar y probar, tomando en consideración que en las demandas de partición
se verifican una serie de defensas relacionadas no sólo con la objeción del derecho de
partición, sino que además permite otras referidas a la división, repartición de los bienes,
propias del juicio de partición. Contrariamente, la acción de mero declaración de existencia
del vínculo concubinario persigue únicamente el reconocimiento judicial de una situación
de hecho. Bajo estas circunstancias, no se le permitiría al demandado ejercer las defensas
propias del procedimiento especial de partición de bienes.
Ante este escenario, resulta palmario para quien juzga asentir que en el caso bajo análisis,
nos encontramos ante la presencia de una inepta acumulación de pretensiones ya que
existen en el libelo de la demanda planteamientos que se excluyen entre sí, lo cual se
evidencia al expresar el actor en el escrito libelar, en el petitorio que:
“1).- Se sirva declarar mediante sentencia definitivamente firme, que existió una UNIÓN
ESTABLE DE HECHO entre ELLUZ JACQUELINE PERAZA RODRÍGUEZ (Viviente)
Y MIGUEL ÁNGEL CUELLAR, (Fallecido),…omissis…,quienes convivieron en perfecta
armonía por un lapso de 17 años initerrumpidos y por tal motivo, se le otorgue los mismos
efectos que produce el matrimonio, todo ello a tenor de lo establecido en el artículo 77 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por lo que solicito que este
honorable Tribunal convenga en la existencia de dicha UNIÓN ESTABLE DE HECHO y
así sea declarado otorgándosele en el fallo respectivo todos los derechos que le
corresponden legalmente…omissis… 2).- Una vez declarada la existencia de la Unión
Estable de Hecho, partiendo del derecho que existe a los concubinos, según se desprende de
la sentencia de fecha 15 de julio de 2005, con carácter vinculante y ordenada su publicación
en la Gaceta de Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, dictada por la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Jesús
Eduardo Cabrera Romero, que interpretó el artículo 77 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, se ordene sea reconocido el derecho de ELLUZ JACQUELINE
PERAZA RODRÍGUEZ, participar del procedimiento de la partición legal según lo
establecido en el art. 777, del Código de Procedimiento Civil. 3).- Que este honorable
Tribunal ordene la partición legal del bien inmueble ut – Supra identificado, los Registros
Mercantiles, (Compañía Anónima y la Firma Personal, adjudicado con el Punto de Venta)”.
Es propio reconocer que en la primera de las pretensiones a la que aspira la actora, (vale
decir la acción mero declarativa de concubinato o el reconocimiento judicial de la
existencia de la unión estable de hecho que alega) su naturaleza jurídica está impregnada
del principio de indisponibilidad, en el que están proscritos todo medios alternativos de
solución de conflictos o de autocomposición procesal y a cuyo trámite rige la rigurosidad
del procedimiento ordinario previsto en nuestra Ley Orgánica para la Protección de Niños,
Niñas y Adolescentes, en tanto que en la segunda de las pretensiones (partición de la
comunidad concubinaria) el procedimiento ordinario está además orientado por algunas
otras defensas permisibles en el procedimiento de partición o bien zanjar oposiciones y
celebrar acuerdos sobre los bienes, debido a que la naturaleza de este tipo de asuntos admite
la mediación y los otros medios de autocomposición procesal como formas anormales de
terminación del proceso.
La acumulación de acciones constituye materia de eminente orden público, y tal como lo
señala el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil, no pueden ser acumuladas en el
mismo libelo pretensiones cuyos procedimientos sean incompatibles entre sí. En el caso sub
iudice, la parte actora, acumuló en una misma demanda la acción judicial de
reconocimiento de unión estable de hecho con la partición de comunidad concubinaria, las
cuáles por su naturaleza jurídica están sujetas a trámites y procedimientos diferentes e
incompatibles entre sí, es por ello que existe una inepta acumulación de procedimientos, no
pudiendo ni siquiera ser ejercidas dichas acciones de manera subsidiarias, por todo lo antes
razonado. Así se establece.
Opinión de los niños.
El Tribunal deja constancia que mediante auto de convocatoria de Audiencia de Juicio,
conforme al mandato expreso contenido en el artículo 80 en concordancia con el artículo
484, ambos de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, fue
fijado el acto procesal de escucha de la opinión de los niños de marras; ahora bien, por
cuanto llegada su oportunidad los mismos no comparecieron, dicha opinión fue
materialmente imposible por causa imputable a su progenitora custodia quien con su
incomparecencia a la Audiencia de Juicio que nos ocupa acarreó consigo la
incomparecencia de los niños en su oportunidad única fijada ante esta instancia. Sin
embargo, dado el carácter de flagrante violación al orden público que quedó develado en el
presente asunto, que conducen a producir el remedio jurídico cónsono a nuestro
ordenamiento jurídico, denota esta Juzgadora, que la presente decisión se acoge al principio
fundamental del Sistema Rector Nacional de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes,
sobre el interés superior en todo aquello que deba sopesarse y se involucren los intereses de
nuestro especial sujeto de derecho. Y así se establece.
Todas estos argumentos de hecho y de derecho conducen a esta Juzgadora a declarar
forzosamente la inadmisibilidad de la demanda incoada por la parte actora, ciudadana
ELLUZ JACQUELINE PERAZA RODRÍGUEZ contra los niños (identidades omitidas por
disposición del artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes), de once (11), siete (07) y cinco (05) años de edad, respectivamente, por
infracción directa de los artículos 457 y 78 del Código de Procedimiento Civil que obra en
detrimento de la tutela judicial efectiva, el debido proceso, el derecho a la defensa de los
niños de autos incidiendo nefastamente en el derecho a una justicia idónea, equilibrada y
equitativa mediante el desarrollo de un proceso justo con base al interés superior de niños,
niñas y adolescentes, conforme a los artículos 26, 49, 75, 78, 253 y 257 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela así como en los postulados de la Convención
Sobre los Derechos de los Niños, en su artículo 3 en concordancia con los preceptos legales
que protegen a nuestros sujetos de derecho con base a los artículos 8, 10, 11, 12, y 88 de la
Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, siendo todos y cada uno
de ellos normas de nuestro derecho positivo vigente y por consiguiente de orden público.
No hay condenatoria en costas. Y así quedará establecida en la dispositiva de la presente
decisión. Así se decide.
III
DISPOSITIVA
Por los razonamientos precedentemente expuestos, este Tribunal Primero de Primera
Instancia de Juicio del Circuito Judicial de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del estado Portuguesa, con sede en Guanare, Administrando
Justicia, en Nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por Autoridad de la Ley,
DECLARA:
PRIMERO: INADMISIBLE la demanda interpuesta por la ciudadana ELLUZ
JACQUELINE PERAZA RODRÍGUEZ, venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de
identidad Nro. V-18.670.103 en contra de los niños (identidades omitidas por disposición
del artículo 65 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes), de
once (11), siete (07) y cinco (05) años de edad, respectivamente, de conformidad a lo
establecido en el encabezado del artículo 457 de la Ley Orgánica para la Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes por inepta acumulación de pretensiones incompatibles entre sí
conforme lo establece el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil, norma procesal
aplicable supletoriamente por disposición expresa contenida en el artículo 452 de la Ley
Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes en concordancia con el criterio
jurisprudencial sentado por la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia,
mediante Sentencia Nro. 357 de fecha 17 de septiembre de 2019, con Ponencia de la
Magistrada Dra. Marjorie Calderón Guerrero, en resguardo del orden público por violación
a la tutela judicial efectiva, el debido proceso, derecho a la defensa y el interés superior de
los niños de marras, con arreglo al ordenamiento jurídico vigente estatuido en los artículos
26, 49, 75, 78, 253 y 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela así
como en los postulados de la Convención Sobre los Derechos de los Niños, en su artículo 3
en concordancia con los preceptos legales que protegen a nuestros sujetos de derecho con
base a los artículos 8, 10, 11, 12, y 88 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños,
Niñas y Adolescentes. ASÍ SE DECLARA.
SEGUNDO: NO HAY CONDENATORIA EN COSTAS, por la naturaleza de la presente
decisión. Y ASÍ SE DECIDE.
Se ordena remitir el presente asunto, a la Unidad de Recepción y Distribución de
Documentos (URDD) de este Circuito Judicial a los fines de que sea redistribuida la
presente causa al Tribunal de Mediación, Sustanciación y Ejecución que por distribución
corresponda, para que proceda a la ejecución del fallo, una vez firme el mismo. Cúmplase.
Regístrese, publíquese, agréguese y déjese copia certificada de la presente decisión.
Cúmplase.
Dada, firmada, sellada y refrendada en el Tribunal Primero de Primera Instancia de Juicio
del Circuito Judicial de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción
Judicial del estado Portuguesa, en la ciudad de Guanare a los quince (15) días del mes de
octubre del año dos mil diecinueve. Años 209° de la Independencia y 160° de la
Federación.
La Jueza Provisoria,

Abogº. Juleidith Virginia Pacheco Fuentes de Ramos.

El Secretario,

Abogº. Oswaldo José Hernández Terán.

En igual fecha y siendo las 1:00 p.m. se publicó y agregó el presente fallo a las actas del
expediente de lo cual se deja constancia de conformidad con lo consagrado la Ley Orgánica
para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes. De igual manera se ordenó su
publicación en el portal informático http://portuguesa.tsj.gov.ve/.

JVPFdR/Owsaldo.
ASUNTO N°: MSE-V-2018-000035.

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