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TSA DE LECTURAS ENCARGADAS - REYES DIOSES FIORELLA

NAYELI
Análisis respecto a las lecturas encargadas correspondientes a las Semanas 10-11.
SEMANA 10: Responsabilidad civil por productos defectuosos
La responsabilidad civil por productos defectuosos es un supuesto que se ha abierto paso
en fecha relativamente reciente y surge cuando se ocasionan daños a la integridad, a la
salud o al patrimonio de los consumidores Los materiales,el contenido y la condición del
producto.
Podría llamar a cuestionamiento si se justifica una normatividad especial para la
responsabilidad civil por productos defectuosos si es que ya se cuenta con la obligación de
saneamiento por vicios ocultos y si esta responsabilidad no se vería afectada por el límite
temporal que se le pudiese imponer a una garantía de buen funcionamiento . Ello pone en
evidencia que el concepto de vicio está en función del uso de la cosa, es decir, del interés
económico del comprador, mientras que el concepto de defecto está en función de
seguridad del producto frente a la integridad o salud del consumidor. La garantía de buen
funcionamiento se da cuando el transferente garantiza el buen funcionamiento del bien
transmitido durante cierto tiempo. 1328 c.c., que establece que «también es nulo cualquier
pacto de exoneración o de limitación de responsabilidad para los casos en que el deudor o
dichos terceros violen obligaciones derivadas de normas de orden público», la cual tiene
carácter imperativo.
Se debe distinguir el supuesto del art. 1970 c.c. del de responsabilidad por productos
defectuosos. En efecto, mientras que la responsabilidad por producto defectuoso se da
cuando el producto no ofrece la seguridad a que las personas tienen derecho, causando
daños a la integridad física de los consumidores o sus bienes, la responsabilidad regulada
en el art. 1970 c.c. Se basa en el ejercicio de actividades riesgosas o peligrosas. Dicho en
palabras más simples: mientras la primera se fundamenta en el criterio del «defecto» del
producto, la segunda en el de «riesgo» de la actividad o del bien. En el caso de la
responsabilidad civil por el ejercicio de actividades riesgosas o peligrosas, la
responsabilidad funge como criterio para equilibrar los costos sociales producidos por
ciertas actividades objetivamente riesgosas, sobre el presupuesto de su reconocida utilidad:
no se puede evitar la construcción de pólvora para disparar, la actividad de llenado de
balones de gas, la actividad farmacéutica, la actividad química, la actividad militar, etc., se
debe, por otro lado, agravar el régimen de responsabilidad del que ejerce dichas
actividades, de tal manera que tutele a los privados por el riesgo de los daños. El concepto
de riesgo no es ajeno a los productos defectuosos, su mismo concepto, entraña la idea de
riesgo o peligro. Incluso, dentro de esta disciplina se habla, como ya lo habíamos visto
anteriormente, del «riesgo de desarrollo, entendido «como un riesgo que da lugar a un
defecto preexistente al momento de la puesta en circulación del producto, aunque no pueda
ser descubierto en el estado de los conocimientos técnicos o científicos» del momento de su
producción y circulación inicial. Para la doctrina que vengo citando, en opinión que
comparto, mientras la responsabilidad del productor de productos defectuosos se basa en
«el riesgo de la puesta en circulación de productos destinados a un consumo de masa y,
que justo por ello, pueden causar daños», el que ejercita una actividad riesgosa o peligrosa
responde porque ejercita una actividad peligrosa» o es titular de bienes del mismo tipo. Sin
embargo, se advierte que pueden existir casos de sobreposición en ambos tipos de
responsabilidad.
Sobre el primer caso me referiré después y sobre el segundo es necesario distinguir si el
daño se produjo por el servicio de suministro o a la electricidad en sí misma considerada.
La legitimidad para obrar activa la tienen los consumidores. Sin embargo, se debe tener en
cuenta que el concepto de consumidor para la Comisión de Protección del Consumidor y
para la Sala de Defensa de la Competencia del INDECOPI está limitado al de ser «el
destinatario final» de la cadena producción consumo. No obstante ello, dado que la
aplicación del art. 32 de la Ley de Protección al Consumidor corresponde al Poder Judicial,
éste no tiene que verse limitado por el precedente jurisprudencial administrativo que
confirma esta estrecha definición. Por ello, nada impide que el juez comprenda como
consumidor a aquella persona que adquiera el producto defectuoso y que se lesione en su
salud, integridad o a sus bienes. Por lo tanto, consumidor, a estos efectos, puede ser el
concebido, las organizaciones de personas no inscritas y las personas jurídicas, entre otros
sujetos de derecho. de la Ley de Protección al Consumidor del Brasil que establece que,
para los efectos de este tipo de responsabilidad se equiparan a los consumidores todas las
víctimas del evento.
La responsabilidad de los proveedores de productos defectuosos es solidaria. En efecto, los
dos últimos párrafos del art. 32 de la Ley de Protección al Consumidor establecen lo
siguiente:
«La indemnización comprende todas las consecuencias causadas por el defecto, incluyendo
el lucro cesante, el daño a la persona y el daño moral.
La responsabilidad de los diversos proveedores de un producto conforme a este artículo es
solidaria. Sin perjuicio de ello, cada proveedor tiene derecho a repetir contra el que le
suministró el producto defectuoso u originó el defecto En efecto, si bien es cierto que por un
solo hecho se pueden originar responsabilidades de distintos tipos , la Comisión es
competente para conocer administrativamente las infracciones de la Ley de Protección al
Consumidor, así como las correspondientes sanciones y medidas correctivas. Ahora bien,
¿qué pasaría si el consumidor denuncia ante el Poder Judicial solidariamente al proveedor
que le vendió el producto, así como al proveedor que lo fabricó? ¿Qué vía utilizar?
¿Contractual o extracontractual? Con respecto al vendedor será contractual y con respecto
al productor, extra-contractual. ¿Pero si es solidaria?. Entender a la responsabilidad de los
proveedores no como solidaria, sino concurrente, de tal manera que ambos responden in
solidum con la misma prestación indemnizatoria.
b. Que el consumidor opte por demandar solidariamente a ambos la vía que más le
favorezca, teniendo como fundamento legal que la normatividad de protección al
consumidor tiene que ser interpretada en un sentido más favorable para éste.
SEMANA 11 Responsabilidad civil por daño ambiental.
Definición y alcances:
Es aquello que la naturaleza ha producido y produce, con concurso o no, de la mano del
hombre . De tal manera, cualquier obra o intervención humana se traduce en obras o
intervenciones «naturales», pues se insertan en el recorrido ya trazado por un ambiente
encontrado y no alterado, pero progresivamente enriquecido por valores históricos y
culturales, en el cual el hombre garantiza su sobrevivencia y desarrollo de su propia
personalidad.
Toda persona tiene el derecho a una acción rápida, sencilla y efectiva, ante las entidades
administrativas y jurisdiccionales, en defensa del ambiente y sus componentes, velando por
la debida protección de la salud de las personas en forma individual y colectiva, la
conservación de la diversidad biológica, el aprovechamiento sostenible de los recursos
naturales, así como la conservación del patrimonio cultural vinculado a aquellos.
Así, «el ambiente es un valor en conjunto, tiene un sustrato material; pero, considerado en
sí mismo, es un valor.
Debido a ello, el bien jurídico atacado es «el medio ambiente en sus factores ecológicos y
culturales. El interés jurídico es la calidad de vida in genere: es decir, considerada
colectivamente, sin que deje ello de ser un interés difuso». Se denominan así porque, a pesar de
que pertenecen al individuo y pueden relevar en vía autónoma , se ubican en una dimensión
supraindividual que no contradice su naturaleza privada: tienden a repetirse y a extenderse a
todos los componentes de la colectividad, en razón del bien. Con razón, se sostiene que el
interés difuso «es extenso, amplio y pertenece a un número indeterminado de personas, pero no
por esto es un interés débil o abstracto; todo lo contrario, se trata de interés cierto», y el hecho
de que pertenezca a «todos en general y a nadie en particular» no lo debilita, sino que lo hace
«más digno de protección» Principio de sostenibilidad Principio de prevención:
La gestión ambiental tiene como objetivos prioritarios prevenir, vigilar y evitar la degradación
ambiental. Cuando no sea posible eliminar las causas que la generan, se adoptan las medidas
de mitigación, recuperación, restauración o eventual compensación que correspondan.
Responsabilidad civil por daño ambiental, responsabilidades claramente definidas, seguridad
jurídica y transparencia.
De todos estos principios, toman particular relevancia el de sostenibilidad y el de precaución.
Respecto del primero, autorizada doctrina nacional advierte que no cabe duda de que nuestra
sociedad no pretende ni puede pretender cuidadosamente preservar una pureza ambiental y
paisajística prístina y absoluta a cualquier costo. Por este motivo, no todo daño ambiental es
antisocial, sino sólo aquel que la sociedad considere excesivo para su grado de conciencia del
peligro.
En cuanto al principio de precaución, se trata de actuar antes de que se produzca un peligro,
aunque sea potencial, con el fin de evitar el surgimiento de una situación intrínsecamente
peligrosa que sería después extremadamente difícil de afrontar adecuadamente por falta de los
necesarios conocimientos científicos y técnicos.
Precautorio, de modo que cuando haya indicios razonables de peligro de daño grave o
irreversible al ambiente o, a través de este, a la salud, la ausencia de certeza científica no debe
utilizarse como razón para no adoptar o postergar la ejecución de medidas eficaces y eficientes
destinadas a evitar o reducir dicho peligro. Las responsabilidades formales

Aquel que mediante el uso o aprovechamiento de un bien o de un ejercicio de una actividad


pueda producir un daño al medio ambiente, a la calidad de vida de las personas, a la salud
humana o al patrimonio, está obligado a asumir los costos que se deriven de las medidas de
prevención y mitigación de daño, así como los relativos a la vigilancia y monitoreo de la actividad
y de las medidas de prevención y mitigación adoptadas.
Se denomina daño ambiental a todo menoscabo material que sufre el ambiente y/o alguno de
sus componentes, que puede ser causado contraviniendo o no disposición jurídica, y que genera
efectos negativos actuales o potenciales.
En materia de intereses difusos, siempre ha sido discutido quién o quiénes tienen legitimidad
para obrar. El artículo 143 zanja este problema: «Cualquier persona, natural o jurídica, está
legitimada para ejercer la acción a que se refiere la presente ley, contra quienes ocasionen o
contribuyen a ocasionar un daño ambiental, de conformidad con lo establecido en el artículo III
del Código Procesal Civil».
Es notoria la diferencia de esta regulación con lo preceptuado en el artículo 82 del Código
Procesal Civil , el cual en caso de la defensa de los intereses difusos le otorga la legitimidad
para obrar al Ministerio Público, los gobiernos regionales o locales, las comunidades
campesinas o nativas en cuya jurisdicción se produjo el daño ambiental o al patrimonio
ambiental, y las asociaciones o instituciones sin fines de lucro que según la ley y criterio del juez
estén legitimadas para ello. Incluso a las rondas campesinas que acrediten personería jurídica
se les otorga el mismo derecho que a las comunidades campesinas o nativas en los lugares
donde estas no existan o no se hayan apersonado a juicio. ¿Qué disposición debe primar?
Creemos que no son excluyentes; sic et simpliciter, la LGA ha ampliado la esfera de los sujetos
legitimados para obrar. El problema es otro: ¿qué daños va a reclamar la persona
individualmente considerada afectada por el ilícito ambiental? La naturaleza de esta
responsabilidad es, evidentemente, objetiva. En efecto, «el contaminador va a sobrellevar el
beneficio y los costos de la contaminación, y tiene los incentivos adecuados para maximizar los
beneficios netos del uso del terreno. Así lo delimita el artículo 144:
La responsabilidad en los casos no considerados en el artículo anterior es subjetiva. Esta
responsabilidad sólo obliga al agente a asumir los costos derivados de una justa y equitativa
indemnización y los de restauración del ambiente afectado en caso de mediar el dolo o culpa.

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