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SANTOS Y BEATOS DEL ECUADOR

SANTA MARIANITA DE JESUS DE QUITO.

María Ana de Paredes Flores nació el 31 de octubre de 1618 en la ciudad de Quito, hoy
capital de la República del Ecuador y por aquel entonces de la Real Audiencia homónima,
perteneciente al imperio español. Su padre fue el capitán Jerónimo de Paredes Flores y
Granobles, y su madre la aristócrata Mariana Jaramillo, descendiendo por línea paterna de
conquistadores españoles a los que la Corona reconoció con su propio escudo de armas.[1]
Huérfana desde los siete años, fue tutelada por su hermana mayor, de nombre Jéronima y su
esposo, el capitán Cosme de Miranda, quienes la criaron como hija suya y comprendieron su
inclinación hacia la vida penitente.[2]

A temprana edad dio muestras de una precoz vida religiosa y de caridad hacia los pobres,
invitando a sus sobrinas (de su misma edad) a rezar el rosario, hacer el viacrucis, evangelizar
paganos y ayudar a los indigentes. [3] Ayudada por su cuñado, en dos ocasiones intentó
ingresar sin éxito a la comunidad religiosa, por lo que decidió servir a Dios de manera laica,
viviendo en una habitación que se le construyó en el solar que había heredado su hermana
Jerónima[1] y que hoy corresponde al coro del monasterio de El Carmen Alto. Su primer guía
espiritual fue el jesuita Juan Camacho, quien la motivó para hacer el voto de virginidad
perpetua.[2]

María Ana tenía dotes innatas para la música, por lo que tocaba hermosamente la guitarra y el
piano, además de que poseía una armoniosa voz que compartía a través del canto. Había
aprendido a leer, coser, tejer y bordar, lo que le permitía mantener su tiempo ocupado y lejos
del pecado de la ociocidad.[3] Se propuso cumplir aquel mandato de Jesús: "Quien desea
seguirme que se niegue a sí mismo", y desde niña empezó a mortificarse en la comida, en el
beber y dormir. Con frecuencia se retiraba a practicar penitencia en su habitación, la cual
despojó de todo mueble con excepción de un ataúd y una calavera que le recordaban que iba a
morir y tendría que rendir cuentas a Dios; en él dormía varias noches cada semana, y el
tiempo restante lo tenía lleno de almohadas que semejaban un cadáver.[1]

Entre sus guías espirituales más célebres se encontraba el padre Hernando de la Cruz, quien
realizó un hermoso retrato de la joven y le dedicó un poema. El 6 de noviembre de 1639, y
por consejo de sus confesores, se hizo terciaria de San Francisco de Asís
SANTO HERMANO MIGUEL.

PRIMEROS PASOS
Francisco Febres Cordero nació en Cuenca (Ecuador)
el 7 de noviembre de 1854. Pasó los primeros años
de la infancia en una absoluta inmovilidad, lejos de la
compañía de los niños de su edad a causa de una malformación de sus pies, asistido
únicamente por el amor de sus padres. A los cinco años inició sus primeros pasos,
dirigiéndose hacia una blanca Señora que lo invitaba dulcemente a seguirlo.

LA VOCACIÓN
1863 – Los Hermanos de las Escuelas Cristianas abren una escuela en Cuenca, invitados por
el Presidente García Moreno. Uno de los primeros alumnos es Francisco Febres que tiene 9
años. En la escuela continúa y perfecciona, sobre todo con las lecciones de catecismo y con
el ejemplo de sus educadores, la educación cristiana recibida en familia. De ahí el
surgimiento de su vocación lasaliana.
La pertenencia a una familia de la alta burguesía ecuatoriana, que no veía con buenos ojos
que su retoño formase parte de un Instituto religioso cuyos miembros se dedicaban
únicamente a la enseñanza, lo cual no le ofrecería la oportunidad de realizar una triunfal
carrera eclesiástica y le cerraba el acceso a alguna otra más honorífica, como la de
magistrado, de funcionario del estado o de hombre de armas supuso muchos obstáculos a
sus aspiraciones. Pero su determinación supo vencerlos.
1868 ‐ La víspera de la fiesta de la Anunciación, vestía el hábito de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas, recibiendo el nombre religioso de Hermano Miguel. Era el primer
Hermano de las Escuelas Cristianas de América Latina en consagrarse a Dios mediante los
votos.

EL APÓSTOL
El Hermano Miguel, de inteligencia y sabiduría poco comunes, intuyó la importancia de la
educación, a ella quiere dedicarse con todas sus fuerzas y su elección fue sin titubeos. “De
dos cosas tiene necesidad mi misión – decía la Madre Teresa de Calcuta – manos para servir
y corazón para amar”. Las “manos” del Hermano Miguel fueron su extraordinaria
inteligencia y la increíble capacidad de trabajo. No obstante su dedicación a la enseñanza a
tiempo completo y en todos los niveles, desde las clases elementales a las superiores, a los
cadetes de la Academia militar y la catequesis diaria a los primeros comulgantes, supo
adquirir una vasta cultura y producir una notable cantidad de publicaciones y libros de texto
(más de cien títulos), adoptados no sólo en Ecuador, sino también en otras naciones de
América Latina. El “corazón” era todo para el Señor y sus alumnos...

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EL ACADÉMICO
“El Hermano Miguel – ha escrito el académico ecuatoriano Roberto Espinosa – ha sido el
mejor artífice de la escuela en Ecuador, como profesor, director académico y escritor”. Por
sus méritos culturales y pedagógicos el 2 de agosto de 1892 fue incorporado a la Academia
Nacional de la República del Ecuador y nombrado miembro correspondiente de la Real
Academia de la Lengua de España. Ingresó con un aplaudido discurso sobre La influencia del
cristianismo en la moral, las ciencias, las letras y las artes. Como puede verse también en el
tema escogido para presentarse a sus colegas y al mundo académico de su país, se mostró
como lo que era: habiendo aprendido el arte de hablar con Dios, habló de Dios y en nombre
de Dios. “Este hombre espontáneo y sencillo, que dejaba por doquier una gran añoranza de
sí, se te ofrece como una hipótesis de experiencia espiritual de mérito seguro y de gran
atractivo, pidiéndote sobre todo amar, porque antes que cualquier otra cosa el Hermano
Miguel fue un enamorado de Dios y de los hombres que son su imagen”.

EN EUROPA
En el 1907, es llamado a Bélgica para trabajar en la traducción al español de los textos que
adoptarán los Hermanos recientemente exiliados de Francia y establecidos en gran número
en América Latina. Su salud, siempre delicada, se adapta mal a los rigores del clima belga y
en consecuencia es trasladado a Premiá de Mar (Barcelona), en España.
1909: La crisis de la situación política hace llegar hasta Premiá de Mar el viento tempestuoso
de la revolución. Durante la “Semana Trágica” se ocupa incluso de la evacuación por mar de
los jóvenes de los que estaba encargado, y que, poco tiempo después, logran retornar a
Premia de Mar.
1910: Poco después, el Hno. Miguel contrae una pulmonía y muere en Premia de Mar, con
fama de erudito, de educador y de santo. La noticia de la muerte suscita conmoción y pesar.
En Ecuador se declara luto nacional.

LA EXALTACIÓN
1937: Los restos mortales llegan desde España a Quito, capital del Ecuador. Son acogidos
triunfalmente. La tumba se convierte en meta de continuas peregrinaciones. Gracias y
favores celestes se suceden ininterrumpidamente. Con ocasión del centenario del
nacimiento (1954) en Quito se inaugura un grandioso monumento en bronce y mármol “al
mayor maestro ecuatoriano”, según las palabras del doctor Galo Plaza, presidente de la
República.

SAN JUAN BOSCO

Juan Melchor Bosco Occhiena, más conocido como Don Bosco (en italiano Giovanni
Melchiorre Bosco) (I Becchi, 16 de agosto de 1815 - Turín, 31 de enero de 1888), fue un
sacerdote, educador y escritor italiano del siglo XIX. Fundó la Congregación Salesiana, la
Asociación de María Auxiliadora (ADMA), la Asociación de Salesianos Cooperadores, el
Boletín Salesiano, el Oratorio Salesiano y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.
Promovió la Asociación de Exalumnos Salesianos, el desarrollo de un moderno sistema
pedagógico conocido como Sistema preventivo para la formación de los niños y jóvenes y
promovió la construcción de obras educativas al servicio de la juventud más necesitada,
especialmente en Europa y América Latina. Fue uno de los sacerdotes más cercanos al
pontificado de Pío IX y al mismo tiempo logró mantener la unidad de la Iglesia durante los
duros años de la consolidación del Estado italiano y los enfrentamientos entre éste y el papa
que ocasionó la pérdida de los llamados Estados Pontificios y el nacimiento de la Italia
Unificada. Fue autor de numerosas obras, todas dirigidas a la educación juvenil y a la defensa
de la fe católica, lo que lo destaca como uno de los principales promotores de la imprenta.

Su prestigio como sacerdote y como educador de los jóvenes necesitados o en riesgo, le valió
el respeto de las autoridades civiles y religiosas de su tiempo y de su país, así como una
notable fama en el extranjero. Sus obras fueron requeridas directamente por jefes de estado y
autoridades eclesiásticas de países como Ecuador,[3] El Salvador, España, Francia, Inglaterra,
Polonia, Palestina, Panamá,[4] Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia[5] y Venezuela
entre muchas otras. Fue un visionario de su tiempo al punto de predecir acontecimientos que
se darían a lo largo del siglo XX en lo referente a sus salesianos, a la Iglesia católica y al
mundo en general. Juan Bosco, conocido mundialmente como Don Bosco, fue declarado
Santo por el papa Pío XI el 1 de abril de 1934, a solo 46 años después de su muerte en 1888, y
le fue dado el título de «Padre, Maestro y Amigo de los Jóvenes» [6] por el papa Juan Pablo II.
Poblaciones, provincias, parques, calles, teatros, museos, universidades y sobre todo colegios
llevan su nombre. La Familia Salesiana es uno de los grupos católicos más numerosos del
mundo y existen obras de Don Bosco en 130 naciones.[7] [8] [9

BEATA MERCEDES de Jesús MOLINA.

Mercedes de Jesús Molina Y Ayala.- Nació en Baba, población perteneciente en esa época a la provincia de
Guayaquil (hoy provincia de Los Ríos), el 24 de septiembre de 1828, hija de don Miguel Molina y Arbeláez
y de doña Rosa Ayala y Aguilar.

Dos años más tarde murió su padre, por lo que con su madre se trasladó a vivir a Guayaquil, donde ingresó a
estudiar en una de las escuela de la ciudad. Por esa época su madre le enseñó a rezar y a conocer la doctrina
cristiana.

A los quince años de edad sufrió el gran dolor de perder a su madre; era entonces una bella jovencita que
atraía poderosamente a muchos gentiles galanes que rondaban su casa con pretensiones amorosas, pero en
1849, cuando acababa de cumplir veintiún años, renunció a un brillante matrimonio, y al frente de un asilo
de huérfanos se dedicó a la acción social y evangélica. Entonces repartió todos los bienes que había
heredado de sus padres -destinándolos a obras para los pobres-, y colaboró con la incipiente Junta de
Beneficencia de Guayaquil.
Mercedes se entregó por entero a Dios y emitió votos de virginidad perpetua tomando el camino del
sacrificio, la bondad, la oración y la meditación. Sucedió entonces que estando en oración contemplativa,
siguiendo los pasos de Mariana de Jesús a quien imitaba en su amor a Dios, éste le manifestó, a través de un
rosal florido, que fundaría un colegio religioso.

En 1862 comenzó a levitar cuando oraba, perdía los sentidos y entraba en éxtasis después de comulgar. Al
año siguiente su fama de beata se extendió por toda la ciudad ocasionando los más variados comentarios.
Fue justamente por esa época cuando conoció a Narcisa de Jesús Martillo Morán, con quien compartió su
casa por largo tiempo para ayudarse mutuamente en el camino de la cruz, y practicar juntas la virtud, la
oración y la penitencia.
En 1870 viajó al oriente con el propósito de evangelizar a los jíbaros, y tres años más tarde, luego de cumplir
con su labor cristiana a costa de muchos sufrimientos, el Señor la condujo a la ciudad de Riobamba donde el
14 de abril de 1873 vio cristalizado su deseo de fundar un instituto religioso, al que puso bajo el patrocinio
de la santa quiteña Mariana de Jesús.

Posteriormente continuó llevando una vida ejemplar, de amor al prójimo y de sacrificio hasta el heroísmo, y
debido al ayuno y la penitencia su cuerpo se fue debilitando poco a poco hasta que la muerte la sorprendió,
en olor a santidad, el 12 de junio de 1883.

El 8 de febrero de 1946, Su Santidad el Papa Pío XII decretó la introducción de la causa de su beatificación,
y el 27 de noviembre de 1981, el Papa Juan Pablo II expidió el Decreto sobre las Virtudes Heroicas y le dio
el título de Venerable. Cuatro años más tarde, el 1 de febrero de 1985, «La Rosa del Guayas» fue beatificada
durante la visita pastoral que el Santo Padre realizó a la ciudad de Guayaquil.

Sus restos descansan en la ciudad de Riobamba, en la misma casa donde fundó la Congregación de las
Marianitas.
Nacida en Guayaquil, Ecuador, quedó huérfana muy joven, y se fue a vivir a la residencia de huérfanas
de donde fue nombrada directora. Acompañó, junto con otras dos jóvenes al padre Bovo, a la misión
con los jíbaros de los Andes, pero tuvo que abandonar el trabajo debido a las guerras tribales y la
epidemia de viruela.

En Cuenca prosiguió su labor educativa y asistencial con niñas y mujeres así como asistencia
domiciliaria a moribundos. Fundadora de las Hermanas de Santa Mariana de Jesús, bajo la advocación
de la primera Santa Ecuatoriana:

BEATA NARCISA DE JESUS MARTILLO MORON.

Sus padres eran agricultores. La fecha de su bautismo es desconocida, aunque se supone que
fue en la festividad de San Narciso. A los 7 años recibió el sacramento de la Confirmación de
Francisco Javier de Garaicoa, primer obispo de Guayaquil. Narcisa era muy joven cuando su
madre murió, por lo que ella se encargó de cuidar de sus hermanos menores. Desde los 15
años fue costurera. En está época comenzó a leer sobre la vida de Mariana de Jesús, lo cual la
marcó, adoptando la espiritualidad de esta santa quiteña.

A los 18 años murió su padre y ella emigró a Guayaquil. Allí alternó los oficios domésticos
con la oración y la penitencia, teniendo a Amadeo Millán como director espiritual.

En la catedral de Guayaquil dedicó mucho tiempo al apostolado, especialmente con niños, a


quienes enseñaba el catecismo. Trabajar con jóvenes abandonadas y refugiadas en la Casa de
las Recogidas, utilizando el canto y la enseñanza del catecismo como medio de formación
pedagógica. Mientras vivió en Guayaquil perteneció a la Asociación Piadosa de Hijas de
María, cuyo programa consistía en la práctica de las virtudes cristianas y en las obras de
apostolado y caridad.

En 1868, Pedro Gual, uno de sus directores, le invitó a Lima para continuar con su formación.
Allí vivió en el Convento del Patrocinio (Casa de las Hermanas de la Orden Laical de Santo
Domingo) como laica, participando en las diferentes actividades al igual que las religiosas.

En septiembre de 1869 se descubrió su enfermedad, que le provocó la muerte el 8 de


diciembre de 1869.

Su cuerpo, que presenta una urna de cristal fue trasladado a Guayaquil en 1955 y ahora
permanece en Nobol (Ecuador), su pueblo natal.

BEATIFICACIÓN

Narcisa fue beatificada el 25 de octubre de 1992 por el Papa Juan Pablo II, en el Vaticano.
Para esto, se le atribuyó el milagro de curación de cáncer de Juan Bautista Pesantes
Peñaranda, en 1967.

MILAGRO

El milagro ocurrido a la niña Edermina Arellano es el que permitió la canonización de la


Santa. Edermina fue una niña de siete años que había nacido sin órgano genital.

El año 1992, la madre de Edermina acudió al santuario de Narcisa de Jesús y pidió por la
salud de su hija. Ese mismo día, en la cita que tenía la niña con el médico, se constató que su
condición física era normal.

El Arzobispo de Guayaquil de aquel entonces ordenó la investigación del caso. Se procedió


entonces a la consulta a testigos y médicos. Toda la documentación de dicho proceso fue
enviada al Vaticano.

Los médicos a cargo del estudio del caso, concluyeron que Edermina recibió en 1992:

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