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Este número se ilustra con obras de Juan Pablo Renzi (Casilda,

1940; Buenos Aires, 1992), como homenaje de Punto de Vista a


los diez años de su muerte. Las obras que se publican se concen-
tran en su producción entre los años 1977 y 1989: “Bodegón
ecléctico 3”, 1985, pág. 1; “Meditaciones del holandés”, 1988-
1989, pág. 3; “Vidrios empañados”, 1978, pág. 9; “Eclipse”
(detalle), 1988-1989, pág. 15; “Noche estrellada (E lucevan le
stelle)”, 1988, pág. 18; “Toma 4”, 1980, pág. 22; “La silla”
1977, pág. 25; “La frase está dicha”, 1980, pág. 28; “La luz de
afuera”, 1977, pp. 30 y 33 (detalle); “Cuernavaca’s Sunset”,
1982, pág. 37; “Último combate en Cuernavaca” (de la serie
“La guerra de los pájaros”), 1983, pág. 40; “El día de la
primera comunión”, 1977, pág. 43; “Frase final”, 1980, pág. 44;
“Interior del loco”, 1981, pág. 45.

Consejo de dirección:
Revista de cultura

74
Carlos Altamirano
Año XXV • Número 74 José Aricó (1931-1991)
Buenos Aires, Diciembre de 2002 Adrián Gorelik
ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 María Teresa Gramuglio
Hilda Sabato
Beatriz Sarlo
Sumario Hugo Vezzetti

Consejo asesor:
¿Hay futuro para la Argentina? Raúl Beceyro
Jorge Dotti
1 Beatriz Sarlo, El dilema Rafael Filippelli
5 Adrián Gorelik, El paisaje de la devastación Federico Monjeau
Oscar Terán
9 María Teresa Gramuglio, Políticas del decir y
formas de la ficción. Novelas de la dictadura Directora:
militar Beatriz Sarlo
15 Elías Palti, Extraña pareja: marxismo y Diseño:
posmodernismo. Acerca de Los orígenes de la Estudio Vesc y Josefina Darriba
posmodernidad de Perry Anderson
22 Graciela Silvestri, Un sublime atardecer. El Difusión y representación comercial:
Darío Brenman
comercio simbólico entre arquitectos y filósofos
30 Reportaje de Paul Rabinow a Michel Foucault, Distribución: Siglo XXI Argentina
Espacio, saber y poder
Composición, armado e impresión:
37 Juan Manuel Palacio, Una deriva necesaria. Notas
Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires.
sobre la historiografía argentina reciente
Suscripciones
Homenaje a Juan Pablo Renzi
Exterior: 60 U$S (seis números)
43 Andrea Giunta, Juan Pablo Renzi, problemas del Argentina: 24 $ (tres números)
realismo
47 Daniel Samoilovich, El viento de lo visible Punto de Vista recibe toda su
correspondencia, giros y cheques a
nombre de Beatriz Sarlo, Casilla de
Correo 39, Sucursal 49, Buenos
Aires, Argentina.

Teléfono: 4381-7229
Internet: BazarAmericano.com
E-mail: info@BazarAmericano.com
¿Hay futuro para la Argentina?

1
riales, atenuación de los discursos y
sostenimiento de algunos principios
ideológicos, identidad cultural e ines-
peradas alianzas sociales. Ni toda la
izquierda del PT está de acuerdo con
estos equilibrios, ni la hegemonía de
los moderados garantiza el gobierno
petista. Pero se ha iniciado un camino
dificilísimo y, al mismo tiempo, abier-
to al cambio. Un hombre de origen
obrero dirige una de las diez naciones
más grandes de la tierra. Y subrayo el
origen obrero, que la prensa de dere-
cha argentina no olvidó ni por un mo-
mento, porque esto tiene su sentido
cultural y simbólico.
Lo cierto es que Lula ha ganado y
gobernará. Es bastante fácil subrayar,
como lo han hecho los comentaristas
conservadores, las dificultades que se
le vendrán encima. ¿Quién puede du-
dar de que los problemas son muy gran-
des? Pero poner allí el foco, antes que
El dilema abrir los ojos a la posibilidad de algu-
nos cambios, que pueden afectar a de-
cenas de millones de personas (porque
Beatriz Sarlo
esas son las dimensiones de cualquier
plan social brasileño), es una actitud
que sólo sirve para despertar el recelo
sin asegurar otra cosa. Los dirigentes
del PT saben que todo va a ser tremen-
Después de que Lula ganó las elec- ciones presidenciales y fue elegido, fi- damente difícil. No hay aventurerismo
ciones en Brasil, el progresismo ar- nalmente, en una cuarta apuesta en la en sus discursos. Lo que hay es volun-
gentino, además de la alegría, deberá que supo equilibrar lo que la historia tad de que los acuerdos no terminen
preguntarse por todo lo que acá no se reciente de la centro-izquierda argen- barriendo con todo aquello por lo que
hizo o se hizo mal. El PT es un par- tina armó como rompecabezas de pie- valió la pena ganar estas elecciones y,
tido que se armó durante veinte años, zas que nunca combinaron: liderazgo durante dos décadas, construir un gran
gobernó o gobierna plazas importan- carismático y construcción partidaria, partido para hacerlo.
tes, como Porto Alegre o San Pablo, interpelación masiva y equipos técni- Lo vergonzoso de la situación ar-
su candidato perdió tres veces las elec- cos, política mediática y bases territo- gentina es la materia misma de nues-
tra actualidad. Por un lado, la vieja porque quizá elijan, finalmente, ciegas, según los caprichos de los je-
política que no puede ni quiere refor- quedarse adentro. De todos modos, fes peronistas, hacia las elecciones, les
marse. Habría que decir más: no pue- Carrió y Kirchner buscan desbordar el pediría que, aunque sea a modo de
de imaginar la tarea de reformarse y, campo de sus apoyos “naturales”, ejercicio intelectual, se planteen las
como un régimen autocrático que ha hablar a votantes no peronistas, superar respuestas a estas preguntas que no
aprendido la lección de la historia, tie- el cerco de la centro-izquierda (que presuponen una situación imposible.
ne la intuición de que cualquier cam- fue el territorio donde señoreó Alvarez Avanzo algunas hipótesis difíciles de
bio sería el comienzo de su fin. Por en su apogeo) con discursos distintos: descartar: la nación cae en manos de
otro lado, aunque muchas veces cues- a los desesperados, la promesa; a los una liga de gobernadores que eligen,
te distinguirlos, quienes se piensan que todavía no lo han perdido todo, la a través del Congreso, un nuevo pre-
como una alternativa: los restos des- idea de una reconstrucción racional. sidente; uno de los candidatos que ha
bandados de la centro izquierda que Como un extraterritorial, llegado perdido es llamado como recurso de
fracasó con la Alianza, y las disiden- de otra parte, un político solitario, Luis última instancia y busca apoyos en los
cias de los que fueron grandes parti- Zamora, se atiene a lo que algunos factores de poder y en las fuerzas ar-
dos. Carrió y Kirchner, diferentes, por más aseguraban hasta hace poco: que madas; un acuerdo entre peronistas
supuesto, y presentando batallas dife- así, sin una renovación profunda de la propone un nuevo llamado a eleccio-
rentes. política, no es posible encarar las elec- nes donde no hay razón para que no
2 Carrió ha puesto en riesgo sus ciones presidenciales. Y tiene razón, se repita lo sucedido.
propios recursos y la popularidad que si se considera no sólo lo que se re- Hay objeciones “optimistas”, para
había alcanzado como adalid de la clamó desde la caída de De la Rúa, calificarlas con un adjetivo que en re-
denuncia. En el punto máximo de la sino las posibilidades de un futuro go- alidad sólo podría ser irónico: el pre-
crisis, hace unos meses, su impulso bierno al que la sociedad, como en los sidente electo, aunque extremadamente
purificador se transformó en discurso días más tumultuosos de enero, le re- débil firma un acuerdo con los orga-
esotérico que anunciaba vísperas clamará todo y ya mismo; el Congreso nismos internacionales que comprome-
inminentes, con las imágenes de una le planteará su juego corrupto de arre- te a la Argentina a restringir sus gas-
destrucción de lo viejo que se glos y la Corte, liberada del juicio po- tos hasta estrangular cualquier inter-
convertiría more dialéctico, en lítico y ensoberbecidos varios de sus vención pública sobre la pobreza;
construcción de lo nuevo. Por lo que miembros, lo amenazará con la incons- mientras tanto, se espera una reactiva-
se sabe, los documentos programáticos titucionalidad de cualquier acto de go- ción por exportaciones, que improba-
del ARI indicarían el retorno a un bierno. blemente sostendría un aumento del
lenguaje más adecuado a la política: Ese es el escenario para después empleo. Esto último sería lo mejor que
textos racionales que no renuncian a de las elecciones nacionales, aunque podría ocurrirle al nuevo presidente,
la esperanza ni a la inspiración. Sin el miedo que provoca haga que mu- mientras aprende a dialogar con el Se-
embargo, Carrió sufrió los cambios en chos prefieran no pensar en ese día nado que, pese a la voluntad de algu-
una opinión pública que había siguiente. Ese escenario no era inevi- nos de sus miembros, no modifica sus
reconocido en ella una nueva dirigente table, pero hoy parece serlo, porque métodos corruptos; y mientras acuer-
intelectual y carismática (la mezcla de desde enero hasta acá se hizo muy po- da lo necesario con una Corte Supre-
Chacho Alvarez, pero más intensa). co para conjurar un nuevo fracaso ins- ma que, si lo desea, puede manchar
Las rencillas dentro del ARI, la miseria titucional. Primero, la negociación con cualquier medida de gobierno con el
de los partidos socialistas que encubren los organismos internacionales taponó estigma de la inconstitucionalidad.
la carrera por los lugares en las listas cualquier iniciativa; más tarde, la ex- ¿Por qué pensar que esto funcionaría,
con propuestas de principio, la tinción del radicalismo, la muerte cer- conservando la trama desgastada de
tendencia de Carrió a atribuir un tificada del Frepaso, la brújula mile- las instituciones cuando, precisamen-
descenso en las encuestas a errores narista de Carrió y la antropofagia de te, es esa trama la que ha sido quema-
cometidos en su relación con Zamora la interna peronista hicieron su tarea. da por el ácido de la crisis?
y De Gennaro, proyectando sobre ellos Lo que con fortuna, inteligencia y vo- Si no hay muchas razones para la
la acusación de sectarismo o luntad quizá podía evitarse, hoy pare- esperanza después de las elecciones
izquierdismo, muestran que el espacio ce lo más probable. Con un agravan- (si es que, finalmente, hay elecciones
que el Frepaso ocupó todavía no fue te: la elección presidencial, con todas en marzo: cuestión que también debe-
conquistado. Kirchner encara un sus irregularidades o la designación ría examinarse), si no puede creerse,
dilema conocido: ser peronista y menos benevolente que quiera dársele con Carrió, que de estas ruinas la di-
denunciar el aparato peronista, en esa a la manipulación de las leyes, es el vina providencia, que se llama Pue-
oposición entre peronismo y pejotismo recurso último, porque después de em- blo, nos conducirá a otro paisaje; si es
que evoca la búsqueda del peronismo pleado ¿qué? ¿Otro presidente que fra- improbable que un nuevo presidente
verdadero que, como lo ha señalado case, otro jefe del ejecutivo nombrado obtenga el poder y demuestre la reso-
Carlos Altamirano, es un Santo Graal por el parlamento, otras elecciones? lución para realizar cambios radicales
de quienes disienten del peronismo por A quienes temen que sea para pe- que, entre otras cosas, aseguraran por
izquierda, sin decidirse a romper or cualquier cambio en la marcha a lo menos un piso de dignidad para mi-
llones que, entre la basura, la enfer- El grito “¡que se vayan todos!” no mas de representación organizadas que
medad, y la inseguridad en todas las es una propuesta sino un síntoma. Ex- pueden prolongarse en el tiempo y, por
esferas de la vida, ya no pueden pen- presa, al mismo tiempo, viejos temas lo tanto, consolidarse como núcleos de
sarse a sí mismos como ciudadanos y antipolíticos y la exasperante experien- identificación. Este fue el caso del mo-
se presentan sólo como agrupaciones cia práctica de las instituciones y la vimiento de derechos humanos que,
de reclamantes; si esto es así (excep- toma de decisiones en Argentina. Un en los últimos veinte años ganó en vi-
to, algo peor: que Menem repita su síntoma no puede tratarse con los pro- sibilidad y consideración social en la
gesta conservadora, apoyado ahora no tocolos de discusión que se aplican al misma medida en que mantuvo el fo-
sólo en el capitalismo sino en la re- discurso ideológico. La torpeza de con- co originario (como ha sucedido con
presión), la coherencia indica que la fundir una cosa con otra podría no ser las Abuelas de Plaza de Mayo y co-
Argentina, tanto como un nuevo go- grave en las asambleas barriales de los mo, en el sentido contrario, lo demues-
bierno, necesita una reactivación del primeros meses de este año, que no tra la pérdida de representatividad de
pacto que la funda como nación y de eran la célula de una nueva esfera pú- la Madres dirigidas por Bonafini).
los acuerdos, hoy destruidos, que la blica sino el emergente de una deses- Cuando se trata en cambio de la ex-
consolidaron como sociedad. peración. Pero confundir un síntoma presión de un malestar que proviene
La nación institucional es pavoro- con un programa, y por lo tanto criti- de diferentes causas y es experimen-
samente débil y la sociedad esta de- carlo por su carácter irrealizable y ab- tado por fracciones bastante diferentes,
sintegrándose. Este diagnóstico es co- 3
mún a posiciones diversas. Pero, cuan-
do se parte de él, para proponer
cambios profundos y ciertamente re-
fundacionales en muchos sentidos, se
encuentran las cautelas que toda idea
de refundación despierta en un conti-
nente donde las refundaciones llevan
el nombre no deseado de Chávez o de
Fujimori. Las cautelas se entienden en
tanto no se impongan como un manda-
to de inmovilidad y conviertan a los
ciudadanos en espectadores de la crisis
sobre la que no pueden ni siquiera pen-
sar una salida porque toda salida es pe-
ligrosa. Lo cierto es que, efectivamen-
te, cualquier cambio viene con sus ries-
gos porque habría que hacerlos en las
peores condiciones materiales y las aún
peores condiciones ideológicas y cul-
turales de los partidos políticos, evi-
tando al mismo tiempo perder lo que
queda de democracia.
Como antes lo hicieron muchos soluto, basista o finalmente abstracto la ausencia de una dirección política
otros, Alain Touraine, en su acostum- en su inmediata apariencia de ser con- que articule esas diferencias e, inclu-
brada visita a estas tierras que el archi creto, es una equivocación grave cuan- so, esté en condiciones de organizar y
rival de Bourdieu convierte, con auxi- do se trata de intelectuales que juzgan mediar entre reivindicaciones en confl-
lio de un periodismo un poco provin- estos fragmentos de movimiento so- cito, ha sido una condena a la atomi-
ciano, en ocasión oracular, señala el cial no sólo como prueba de que he- zación o a aquella otra forma de la
carácter antipolítico de las manifesta- mos llegado a un límite de no repre- atomización que es la captura por cé-
ciones de este verano que juntaron en sentación, sino como prueba de que la lulas de la izquierda imaginaria cuyo
los cacerolazos a quienes se sintieron gente por sí misma no puede construir único lugar de manifestación exitosa
protagonistas en la caída de De la Rúa una representación duradera de nuevo es la universidad, donde la crisis de
y avanzaron una consigna que fue el tipo. representación es también un proble-
leit-motiv del 2002. No hay que ser Está claro: el movimiento de la ma (aunque los dirigentes estudiantiles
muy avisado para indicar que esas ma- protesta encuentra todas las dificulta- no se enteren).
nifestaciones fueron tan antipolíticas des imaginables para articularse polí- Sólo intervenciones políticas inte-
como las frases que pronuncian todos ticamente. Sólo cuando la reivindica- ligentes hubieran podido organizar el
los días la mayoría de los argentinos. ción es extremadamente precisa (un movimiento de amplios sectores so-
Sin embargo, de lo que se trata es de subsidio, unos pesos para seguir vi- ciales durante los primeros meses de
interpretar en ellas el reclamo. viendo), la protesta se establece en for- este año. Pero esas intervenciones ne-
cesitaban de sujetos políticos que, co- nalizada.1 Si de esto hay salida, ella e inamovibles? ¿las mismas que no
mo tales y en un bloque que dejaba a no depende de lo que hasta hoy, y des- han podido legislar eficazmente sobre
muy pocos afuera, eran repudiados. de diciembre, ha sido considerada la impuestos, las mismas que no han lo-
Por otra parte, esos políticos repudia- condición determinante: la firma de un grado percibirlos ni imponer una mo-
dos (que ni siquiera podían mostrarse acuerdo con las organizaciones de cré- ral impositiva que, como en todas las
en las plazas) no estaban en condicio- dito que permitiría (nadie lo sabe a naciones del mundo, comienza por la
nes ideológicas, intelectuales ni mora- ciencia cierta) el comienzo de una len- coerción?
les para tomar a su cargo la construc- tísima reversión de la crisis. Sería ingenuo y crasamente eco-
ción de un sentido general que inter- Tal acuerdo, si fuera posible y se nomicista juzgar que el dilema está
pretara el reclamo. El dilema no se ha extendiera por plazos más razonables sólo en el crecimiento económico que
resuelto hasta hoy y es el gran obs- que algunos meses, no garantiza lo que luego desbordaría sus efectos benéfi-
táculo para imaginar un desenlace pa- se dice que podría garantizar. El pro- cos no sólo sobre los millones de mi-
ra esta historia. blema argentino es tan grave que no serables sino sobre las instituciones
La paradoja del grito “que se va- se trata simplemente de ver si con cin- que, liberadas del estado de necesi-
yan todos” es que dice repudiar la po- co puntos de crecimiento se empieza dad, podrían dedicarse adecuadamen-
lítica al mismo tiempo que marca su a remontar los puntos perdidos en los te a los grandes problemas. No es só-
necesidad. Este aspecto cultural de la últimos años. En las condiciones polí- lo una ingenuidad pensar esto, sino
4 crisis no tiene, por el momento, una ticas descriptas, incluso esos puntos simplemente colocarse en un punto de
salida. En primer lugar, porque las ins- de crecimiento parecen más un deseo vista que impide captar la situación,
tituciones donde debería tramitarse la que una hipótesis. Pero, de todos mo- que es compleja porque necesita más
renovación son las más interesadas en dos, ¿qué significarían si no se esta- que nunca de la política y carece de
impedirla; el statu quo en el Congreso blecen las bases de una nueva rela- los políticos adecuados o mínimamen-
combinado con el hiperfederalismo de ción entre las fracciones de la socie- te preparados para reconocer las solu-
las provincias convertidas en deman- dad, una nueva relación entre los ciones que exigen el sacrificio de sus
dantes absolutas de la nación, y el beneficiados y los millones que están propios privilegios e, incluso, su ex-
chantaje de la Corte Suprema al eje- en la miseria? ¿qué instituciones po- clusión de la política.
cutivo y el parlamento, señalan que drán tramitar el reparto de la reactiva- Así planteada, la situación no con-
las instituciones han llegado a su lí- ción deseada? ¿las mismas que han duce sino a la desesperanza o a la ele-
mite. No sólo sus comportamientos hecho posible el despilfarro del presu- gante sencillez del escepticismo con-
son intolerables, sino que el hábito de puesto que fluye en los toneles sin fon- servador que, naturalmente, tiene sus
la negociación sin principios ha deja- do de los feudos provinciales, conver- razones cuando pregunta dónde están
do de ser un estilo (el trueque político tidos en fuente de clientelismo, patri- las fuerzas políticas que podrían to-
conocido en muchas naciones) para monialismo y corrrupción? ¿las mar a su cargo la tarea de reformarse
convertirse en el único modo de fun- mismas que se forman con una repre- para reformar también las institucio-
cionamiento. sentación completamente inequitativa nes. Señalar este dilema es sencillo.
Siguiendo la tendencia a corpora- de la población? ¿las mismas que es- Afirmar que es imposible cortarlo sin
tivizar toda diferencia de intereses, y tán ocupadas por jueces sospechosos riesgo también lo es, aunque, de todos
a convertir a cada grupo en una frac-
ción que pide lo suyo (como si todas 1 Copio acá lo que los lectores podrán leer más abdicación de sus atribuciones por el Congre-
extensamente en www.bazaramericano.com. En so? ¿De qué otra manera puede llamarse el di-
las fracciones estuvieran formadas por “El derecho como credibilidad y la desconstitu- ligente dictado de “leyes” exigidas por organis-
gente en estado de necesidad extrema, cionalización”, Héctor Masnatta afirma: “Hoy mos internacionales de crédito o gobiernos ex-
y eso sucedió con ahorristas pesifica- asistimos a la desconstitucionalización. (Este tér- tranjeros? Más: es desconstitucionalización pura
dos y deudores que no estaban segu- mino fue inicialmente utilizado por las Dras. Ca- el desconocimiento palmario del derecho de pro-
yuso y Gelli, para calificar la Acordada de la piedad de depositantes y ahorristas, el eclipse
ros de que realmente los fueran a pe- Corte Suprema de 1930. En el reciente libro de de los derechos sociales. Los “representantes”
sificar, aunque de eso se encargó rápi- la segunda sobre nuestra Constitución -uno de son irrepresentativos, salvo de sí mismos y tal
do el ministro de la producción, de los más completos y disertos- se lo emplea para vez veremos que las condiciones exigidas por
Mendiguren, que llegó al gobierno pa- calificar el proceso que arrancara tras la destitu- el art. 89 de la Constitución para ser presidente
ción de Hipólito Yrigoyen.) Estudiada por la mo- se sustituyan por el perfil que el delegado del
ra solucionarle los problemas finan- derna doctrina (J.J. Gomes Canotilho,”Direito gobierno estadounidense considera apropiado
cieros a un sector de capitalistas), sin Constitucional” p. 70) e incluso receptada, por para el próximo magistrado electivo. Ahora se
ninguna perspectiva que haga posible ejemplo.en la Constitución portuguesa, parte allí ha perpetrado una nueva desconstitucionaliza-
el ordenamiento de las cuestiones, pre- de la distinción entre artículos fundamentales y cion con el dictado de los decretos de convoca-
artículos reglamentarios. Sólo los primeros go- toria para el 30 de marzo del 2003. Nos parece
cisamente porque esa perspectiva es zarían de la garantía de la Constitución formal, insuficiente la tacha de inconstitucionalidad pa-
la de la política ausente, las institucio- los otros pueden modificarse por la legislación ra calificar tales aberraciones. Dicho término
nes no sólo se han convertido en cue- común. Criticada por muchos como disolvente implica la no conformidad de los actos norma-
vas de privilegio sino en artefactos que de su unidad normativa, sus efectos prácticos, ya tivos con la Constitución. Deben estar subordi-
que no su nombre técnico, la desconstitucionali- nados, formal, procedimental o sustancialmente
no funcionan según ningún principio zación está presente en nuestra realidad, aunque al parámetro constitucional. Esta es la norma
(ni de eficacia ni de legalidad). Vivi- el designante se aplique a distinto supuesto. de referencia para decidir la descalificación de
mos en una república desconstitucio- ¿Qué otro término puede designar mejor la los actos normativos exorbitantes.”
modos, el mayor peligro es seguir co- completa en una criminalidad de nue- opuestas fracciones de intereses legí-
mo hasta ahora. vo tipo, en la desesperación de los mi- timos e ilegítimos? ¿Alguien piensa
Lo peor que puede suceder es que llones que no se sienten escuchados, que el próximo presidente, sea quien
la cautela y el miedo, la desconfianza en el cinismo de empresarios que ca- sea, estará en condiciones de gober-
y el conservatismo impidan pensar más recen de toda perspectiva de construc- nar prescindiendo de una renovación
allá de la crisis. Si no se piensa más ción capitalista y se comportan como en el Congreso y la justicia que están
allá de la crisis, no habrá país no sólo depredadores de una plataforma ex- en condiciones de impedir cualquier
por la férrea causalidad económica si- tranjera, deben ser renovadas para que medida si no se les responde a sus
no porque el pacto que hizo a la Ar- tengan la posibilidad de volverse no exigencias señoriales? Más todavía,
gentina ya no conserva ninguna de sus creíbles, como se usa decir en estos ¿quién está en condiciones de afirmar
cualidades originarias: el federalismo tiempos, sino vinculantes. Y salvo que que al seguir un camino menos radi-
se ha convertido en un monstruoso hi- se piense que esto podría lograrse só- cal que el de la renovación institucio-
perfederalismo basado en baronías pro- lo por la improbable mecánica de la nal se lograría una estabilidad para el
vinciales; el Senado domina, por esta economía o la indeseable imposición futuro gobierno que la discusión polí-
misma razón, toda la acción legisla- de una unidad cuyo reverso sea el uso tica, en cambio, haría tambalear?
tiva; la representación de la ciudada- de la fuerza convocada nuevamente No hay ni muchas seguridades ni
nía está completamente distorsionada por la incapacidad de encontrar go- muchas salidas. El consejo de esperar
en su proporción y distribución; la bierno, los mecanismos conocidos son tiempos mejores para discutir precisa- 5
Corte se ha acostumbrado a intervenir los de la discusión de ese pacto y de mente aquellas cosas que quizás los
en la política más allá de su esencia sus instituciones. harían posibles, no parece acertado. Y
de intérprete constitucional (llamada Por supuesto, se dirá, sin políticos en cuanto a la renovación política: si
a ese juego primero por Menem y con- que se lo propongan ¿quién se hará nadie puede echarlos, es posible que
firmada en él como respuesta rabiosa cargo de esto? Es tan fácil formular una renovación institucional pueda
a que se la cuestionara); la relación esta pregunta como es complicado res- cambiar la mezcla que se sienta hoy
entre provincias y nación se basa en ponderla. Pero la misma pregunta po- en el Congreso. Las posibilidades son,
el reclamo al estado central y la desi- dría aplicarse a otros objetivos, inclu- sin duda, bajas, pero la crisis ya ha
gualdad entre provincias, cuyas rela- so a aquellos que no incluyen un nue- mostrado que es a mediano plazo (ya
ciones recíprocas son débiles o ine- vo pacto institucional. ¿Qué políticos cumplió una mediana duración) y los
xistentes excepto para pelear la copar- serán capaces de administrar la hipo- discursos conservadores no cumplie-
ticipación impositiva. tética salida de la crisis rodeados por ron en cambio el papel estabilizador
La lista es muy larga y cada uno los requerimientos opuestos de las que sus enunciantes les atribuyen.
de sus items señala zonas donde se
condensan los problemas del día a día
El paisaje de la devastación
y donde puede fracasar el próximo go-
bierno. Hablar entonces de una refun-
dación institucional, lejos de ser un Adrián Gorelik
gesto de ideólogos que se distraen de
la realidad o de utopistas encandila-
dos, es un requisito surgido de los
monstruosos pormenores de la cotidia-
nidad en su estado máximo de des-
constitucionalización. Desde diciembre sabemos que un ci- sables de miseria y degradación, dán-
Se entiende que una idea de refun- clo completo de la vida política ar- donos la certidumbre física de su ra-
dación despierte también otro tipo de gentina ha colapsado y, aunque es im- dicalidad. Paradójicamente, sin embar-
cautelas. Utilizada por caudillos como posible ser optimista, no es sencillo go, esa misma radicalidad y la rapidez
Chávez, y también por las dictaduras aún predecir qué formas concretas asu- de los cambios que supuso tienen un
militares de la década del setenta, evo- mirá el nuevo paisaje que salga de sus efecto paralizador, tienden al puro pre-
ca momentos autoritarios. De todos ruinas. Pero con la ciudad es diferen- sente: una sensación de impasse des-
modos, un nuevo pacto que ate lo que te: la ciudad es el paisaje. La ciudad de la que se concibe la ciudad como
la crisis y la ceguera de las elites eco- es hoy una de las formas más concre- un escenario inerte, “invadido” por la
nómicas ha desatado, no debería pare- tas del colapso del ciclo democrático, crisis y en el que sólo queda esperar
cer una propuesta audaz sino indis- su marca material: no es habitual la que en algún momento “pase” y “se
pensable. ¿Cuáles son las razones hoy sincronía entre los tiempos de la polí- vuelva a la normalidad”. También en
para sentirse inscripto en la comuni- tica y los tiempos de la ciudad, pero esto, como se ve, la ciudad da una
dad de instituciones, derechos y obli- esta vez el derrumbe no ofrece la tre- buena medida de la actitud más gene-
gaciones que es una nación? Precisa- gua de antiguas mediaciones, se re- ralizada ante el derrumbe de la políti-
mente esas razones, que se han debi- presenta ante nuestros ojos minuto a ca y de las instituciones.
litado hasta probar su desaparición minuto, con escenas hace poco impen- Uno de los fenómenos sin duda
más notorios es el de las legiones de contratos con las empresas recolecto- se traduce en la actitud de quien está
cartoneros que todos los días al final ras y de las leyes que regulan la acti- convencido de que esto no puede du-
de la tarde rastrillan la ciudad, convir- vidad) o por los políticos que prometen rar, pero sin tener la menor idea acer-
tiéndola en una especie de gigantesca mano dura, en una reminiscencia de ca de cómo podría cambiar: “mien-
playa de clasificación y tratamiento de la “ciudad blanca” de Cacciatore; no tras tanto”, ser solidarios es lo mejor
residuos a cielo abierto. No pretendo sólo que los medios lo hayan puesto que podemos hacer. Si creyéramos
encarar aquí un análisis en profundi- en un lugar destacado de la agenda; que la actual respuesta social es el
dad del fenómeno, pero creo que pue- sino, especialmente, que una parte im- mero resultado de la masividad del
de ser útil entenderlo como indicio de portante de la sociedad porteña (90 por fenómeno, no estaríamos dando cuen-
los rumbos que toma Buenos Aires, ciento, de acuerdo a encuestas) aprue- ta del hecho de que en muchas otras
prestando atención tanto a las reaccio- be la actividad de los cartoneros y, en ciudades latinoamericanas la masivi-
nes que provoca como a los escena- forma silenciosa, desarrolle formas ac- dad de la miseria no impide su natu-
rios urbanos que produce. La lógica tivas de solidaridad, desde los come- ralización. Aquí la paradoja temporal
esencial del fenómeno es bastante dores populares institucionales o es- juega un rol fundamental, y el riesgo
transparente, producto de la combina- pontáneos hasta la organización de una de que se vuelva a la situación ante-
ción de varios elementos de la crisis: compleja campaña de vacunación an- rior (una sociedad “formal” decretan-
la caída económica de vastos sectores titetánica (emprendida por una asocia- do la invisibilidad de las manifesta-
6 de la población, la clausura de todo ción barrial y una cooperativa de car- ciones de la “informalidad”) no de-
horizonte laboral formal para ellos y toneros con apoyo del gobierno), pa- pende de la cantidad de cartoneros
la multiplicación del precio del papel sando por las donaciones que se que haya, sino de un delicado ajuste
y el cartón que antes se importaban o, verifican en cada centro comunitario, de la respuesta social: que la socie-
de modo más abarcante, la multiplica- en cada parroquia, en miles de casas dad se haga cargo de que esta situa-
ción de “nichos de mercado” antes sólo que reciben a “sus” cartoneros parti- ción no es transitoria; que eso no sig-
marginales. En un estudio que el su- culares con comida, abrigo para los nifique la asunción de una nueva me-
plemento económico de Página 12 chicos, el valioso papel. seta de “normalidad”.
presentó con el título de “Pobretaria- Esta actitud es bien novedosa y sor- Obviamente, para que ese cambio
dos”, se advierte que del 78,5 por cien- prendente, ya que lo que había prima- sea posible, la solidaridad tiene que
to de la población económicamente ac- do hasta el estallido de diciembre era traducirse en política y en institucio-
tiva que según el INDEC tiene em- una aceptación de la fragmentación nes, el eslabón faltante en toda la de-
pleo, el 12 por ciento tiene “empleos que se traducía en cierta naturaliza- bacle argentina (en verdad, su causa y
de indigencia”: cartoneros, vendedo- ción de sus manifestaciones. Por su- consencuencia); sólo desde la política
res ambulantes, traficantes de bienes puesto, sería absurdo pensar que este podrían producirse interpretaciones
robados y drogas, socios de clubes de cambio, la novedosa respuesta solida- abarcantes de estos fenómenos socia-
trueque, prostitutas y beneficiarios del ria porta en sí misma, más allá de las les y, apoyándose en los reflejos soli-
Plan Jefes y Jefas de Hogar.1 Pero en conmovedoras formas de su manifes- darios de la sociedad, proponerse ac-
el caso de los cartoneros la cuestión tación cotidiana, la soluciones a la cri- ciones sostenidas de transformación.
no se restringe a las implicancias eco- sis –un error análogo al que muchos Porque sin política, la solidaridad, la
nómicas y laborales, sino que hace pre- cometieron en la evaluación de las participación, la movilización, todo en
sente un tema de magnitud para la vi- asambleas del verano. Hay que reco- algún momento se desvanece y pasa;
da urbana, como el de la basura, y nocer su realidad y su potencialidad lo único que se puede asegurar que
pone en el centro de la escena cotidia- pero, al mismo tiempo, sus sentidos sin política queda (y crece) es la pro-
na algunas de las consecuencias más deben ser interpretados, en especial la pia miseria. Y si la idea de transitorie-
agudas de la caída, su masividad, el paradoja que encierra: al ser tanto el dad de la crisis, de puro presente, es
modo en que ha afectado a sectores resultado de la radicalidad de la des- la marca de la ausencia de la política,
que hasta hace muy poco pertenecían composición social como de la sensa- cualquier construcción política que
a la clase media. ción de impasse que ésta ha generado, pueda hacerse tiene que partir de la
No parece casual, entonces, que es- la nueva actitud se sostiene en la cre- constatación dramática de que estas
té en el centro de la escena: una so- encia de la excepcionalidad de esta expresiones de la miseria urbana se
ciedad volcada a revolver en sus ba- situación. Podría decirse que si la de- vienen consolidando hace rato y su ac-
suras parece una metáfora demasiado gradación social que se hace presente tual masividad lejos de ser pasajera es
poderosa para pasar por alto. Y, sin en la miseria urbana ocupa hoy un pri- un eslabón más en esa consolidación:
embargo, esto es lo primero que debe- mer plano es porque, alineada con esto que vino y todavía nos sorprende
ría llamar la atención: no sólo el he- otras expresiones de la crisis, también ha llegado para quedarse.
cho de que haya sido abordado por el se la piensa como epifenómeno de és-
gobierno y la Legislatura (la campaña ta y, en consecuencia, como transito- 1 Cash, suplemento de Página 12, 13-10-2002.
Artículo basado en la investigación de un equi-
para incentivar en la ciudadanía el uso ria. Se trata de una paradoja temporal: po dirigido por Agustín Salvia (UBA-UCA),
de bolsas de residuos diferenciadas o el puro presente de la crisis ha produ- que realizó un análisis cualitativo del informe
las propuestas de modificación de los cido una transitoriedad detenida, que del INDEC de mayo.
Es una certidumbre muy importan- efectiva de la dimensión de los pro- recolección de basura debe estar regu-
te, porque obliga a abordar la cuestión blemas en juego termine funcionando lada y oficializada y en manos de tra-
en términos completamente novedo- como un boomerang de alta capaci- bajadores expertos (sean empresas pri-
sos para las tradiciones ideológicas y dad destructiva para la propia conso- vadas o cooperativas de cartoneros).
culturales de Buenos Aires: por pri- lidación de una política de reformas. Aquí enfrentamos una típica disyun-
mera vez de modo tan radical, la ciu- Vamos a detenernos en dos aspectos tiva que en el debate urbano latinoa-
dad enfrenta la típica pregunta latino- de la respuesta política que muestran mericano partió aguas intensamente en
americana: qué hacer con la pobreza su carácter de paliativo mayormente los años sesenta (cuando en Buenos Ai-
urbana. No es que no haya habido po- ineficaz. res sólo podía ingresar como cuestión
bres en Buenos Aires, sino que la si- El primero está implícito en el pro- ideológica, sin una realidad social que
tuación social estuvo durante mucho pio nombre de “cartoneros”, eufemis- la justificase): la que enfrentaba los dis-
tiempo caracterizada por la movilidad mo que designa, bajo una apariencia cursos reformistas clásicos, que llama-
más que por la consolidación de si- productiva (el reciclaje industrial de ban a la transformación del sistema pa-
tuaciones de miseria extrema, y hasta papel), a un heterógeneo conjunto de ra darle cabida formal a todas las ex-
en el Gran Buenos Aires, esa especie buscadores de basura que reúne desde presiones de la marginalidad, y los
de alfombra debajo de la cual la ciu- hombres y mujeres solas hasta fami- discursos populistas, que veían en esas
dad capital escondió todo aquello que lias completas que peregrinan desde expresiones alternativas al sistema que
no quiso ver, el dinamismo de la eco- rincones lejanos de la metrópoli du- favorecerían su transformación. Enton- 7
nomía y la activa presencia del Esta- rante todo el día, en un amplio espec- ces el debate principal atravesó la cues-
do garantizaron, por lo menos hasta tro social que muestra el dinamismo tión de la vivienda y, especialmente,
los años setenta, procesos de integra- de la movilidad descendente que se de las villas miseria, y quedó claro su
ción social más que de exclusión. Así estuvo acumulando en los últimos años carácter aporético: mientras los prime-
se explica que la política y las institu- para estallar en diciembre; sujetos di- ros discursos terminaban postergando
ciones hayan tomado siempre las ma- versos, que en muchos casos no tie- sine die el momento de la integración,
nifestaciones de la miseria (el déficit nen el papel o el metal como único ni actuando siempre con paliativos
habitacional, la marginalidad, el tra- principal objetivo, sino la comida, ni inocuos frente a la multiplicación de la
bajo informal) como disfunciones pa- se restringen a los horarios ni al tipo marginalidad, los segundos terminaban
sajeras, que no debían requerir accio- de búsqueda organizada, ya que es ca- consolidándola y ratificándola en tér-
nes sostenidas y prioritarias sino ape- da vez más habitual encontrar perso- minos sociales y culturales, sin alterar
nas “asistencia”; se explica, aunque no nas solas, todavía bien vestidas, que las bases de la desigualdad. Esta últi-
se comprende cómo todo el último ci- deambulan como vecinos “normales” ma posición fue la que presidió la po-
clo democrático hizo tan poco para aunque, casi como al descuido, abren lítica de radicación de villas miseria del
producir una nueva mentalidad, ante al pasar los cestos de basura buscando menemismo, sólo puesta en crisis en la
tanta evidencia empírica de que se es- vaya a saber qué de valor. villa de Retiro, no por razones precisa-
taban consolidando zonas de exclusión En realidad, vimos que el propio mente ideológicas en aquel sentido, si-
permanentes –por añadidura, el único INDEC clasifica al cartoneo como tra- no por el valor de sus tierras (para el
sector dinámico de la sociedad: el úl- bajo, y buena parte de la mejor res- populismo de mercado, la radicación
timo censo mostró que la población puesta política se apoya en esta defi- es buena siempre que no contradiga in-
total de la ciudad capital disminuyó nición –a la que le agrega la compo- tereses económicos importantes). Y hoy
un 10 por ciento mientras aumentó un nente “ecológica” de la clasificación aparece también en las propuestas ar-
120 por ciento la porción de pobla- de la basura, actividad que hasta aho- quitectónicas de prototipos de carritos
ción “marginal”. ra había sido prolijamente eludida en para favorecer el trabajo de recolección;
Este es el marco en que se deben todos los millonarios contratos forma- pero ya se han olvidado todos aquellos
situar las respuestas políticas dadas les de recolección que hizo la Ciudad. debates y, por lo tanto, no son necesa-
hasta ahora al fenómeno del cartoneo. No cabe duda que en la definición de riamente populistas los que las promue-
Por supuesto que, dada la situación “trabajadores” hay un aspecto progre- ven, aunque los problemas que anida-
general, no cabe sino celebrar que el sista, que le confiere dignidad y lega- ban en esas respuestas sigan estando
reflejo primario de la clase política lidad a una tarea degradante. Pero si allí y el único cambio verdadero es que
porteña (en el gobierno y la Legisla- esto es lógico como demanda de los nadie piensa más en ellos. Pero anali-
tura) haya sido el mismo de la socie- propios cartoneros (en especial la le- cemos el significado concreto que hoy
dad: ratificar la legitimidad de la acti- galidad, ya que la libre recolección está tiene esta defensa de los cartoneros co-
vidad buscando su protección en tér- prohibida por un decreto del 77, ofre- mo “trabajadores”.
minos materiales y legales. Como cido por la Dictadura a las empresas Si el diseño de carritos o la sepa-
siempre, Buenos Aires nos muestra al- recolectoras como garantía del mono- ración del papel y del resto de la ba-
gunos de los gestos más reformistas polio del servicio que estaba privati- sura en dos bolsas como respuesta so-
del escenario político nacional, aun- zando), no parece la respuesta más ar- cial espontánea para facilitar el traba-
que, también como siempre, la distan- ticulada que debería ofrecer el gobier- jo del cartonero debería celebrarse,
cia entre esos gestos y la asunción no. Porque no cabe duda de que la como medida de gobierno deja que de-
sear en todas sus implicancias. En pri- más sólidos y eficaces, situación bas- cación de la realidad social dentro de
mer lugar, porque parte de la creencia tante lejana a la de Buenos Aires, in- la misma Capital, donde, como vimos,
simplificadora de que los actores en- cluso antes de esta crisis (como de- los índices de pobreza son lo único
vueltos en el conflicto de la basura muestran los propios contratos de la dinámico: las “periferias internas” de
son dos: las empresas concesionarias basura). Por el contrario, los instru- la ciudad están dándole hoy el tono
y “los cartoneros”, cuando éstos son mentos públicos con los que conta- principal a su vida social y urbana.
esa multiplicidad que mencionamos, mos parecen sólo aptos para favorecer Sin embargo, aquella idea sigue ope-
lanzada a la competencia. Así, con la negocios privados o relaciones clien- rando como una convicción profunda
separación de las bolsas y el tácito telares con los actores sociales (aun- de la cultura urbana, mostrando el vis-
acuerdo de que el papel es para “los que hoy sean negocios y clientelismo coso fondo de su autorrepresentación
cartoneros” que pasan primero, lejos de rapiña). progresista. Desde ya, esa misma au-
de regularse la actividad, se la libra al La respuesta más articulada ha sur- torrepresentación aísla los discursos
más feroz mercado, el que produce la gido de algunas cooperativas de carto- más claramente reaccionarios, expre-
desesperación. En segundo lugar, por- neros que ven el problema y piden, más sados por las propuestas directamente
que se da a entender que la clasifica- que libre tránsito para la recolección, expulsivas. Pero también aparece en
ción y el reciclaje de la basura, que una nueva regulación del Estado (la ac- la propuesta del gobierno de ofrecer-
ningún gobierno fue capaz de precisar tual fue inventada por la Dictadura pa- les a los sin techo el pasaje para que
8 en contratos formales, en tiempos de ra Manliba, pero eso no puede ser un “se vuelvan” a sus provincias. Y, so-
prosperidad, con empresas que mue- argumento para suponer que el Estado bre todo, aparece en la negativa a acep-
ven cifras millonarias, puede ser el re- no debe pretender ejercer alguna regu- tar las condiciones reales de la metró-
sultado espontáneo de la crisis. Sobre lación), en la que ellos tengan una par- polis que le ha tocado gobernar. Hoy
el reciclaje basta decir que depende te activa y formal (y, entre otras cosas, parece mentira, pero conviene recor-
de una tarea mucho más complicada en que la clasificación para el reciclaje dar que todavía hace poco más de un
que separar el papel (en cualquier con- se haga en las condiciones adecuadas). año una de las principales políticas de
dición) de “todo el resto” (en el que Ahí sí serán trabajadores. Pero enton- estado parecía ser que el museo Gug-
se mezclan residuos orgánicos útiles ces se reintroduce otro de los aspectos genheim nos honrara con la instala-
con plásticos, vidrio, algodones y je- de la crisis de la que son producto: se- ción de una sucursal. Por supuesto, se
ringas);2 pero, sobre todo, que nunca rán trabajadores algunos miles de los realizan mientras tanto muchas accio-
podría darse un reciclaje eficaz en una que hoy son cartoneros, pero sólo ellos. nes meritorias y adecuadas, en áreas
relación tan inmediata con las necesi- ¿Cómo evitar que en las condiciones como educación o salud, con funcio-
dades cambiantes del mercado (por- de miseria que no parecen retroceder, narios sensibles y cuidadosos. Pero
que lo que hoy se demanda son pape- la basura siga siendo un foco de atrac- ello tiene siempre un rol marginal, que
les y cartones y algunos metales…, y ción para los mercados de la indigen- no logra reestructurar la acción y la
mañana?): justamente, lo que no se cia y, por lo tanto, el problema de su imaginación políticas: todo indica que
quiere aceptar es que los cartoneros, regulación haya dado en ese caso sim- la clase política local estaba prepara-
en las condiciones actuales y más allá plemente una vuelta en redondo? Esta da para otra cosa (administrar con el
de ellos mismos, no son una expre- es otra pregunta típicamente latinoame- piloto automático una ciudad pujante
sión de la filantropía ni de la raciona- ricana que ni siquiera hemos empeza- del Primer Mundo, apenas con algu-
lidad ambiental a los que el Estado do a formular. nos problemitas pasajeros), bastante di-
debe simplemente apoyar, sino la ex- Lo que nos lleva al segundo as- ferente de los desafíos que genera la
presión más cruda y dramática de uno pecto de la respuesta política que que- metrópolis latinoamericana que hace
de los mercados más inestables en es- ríamos analizar: la idea, completamen- ya tiempo deberíamos haber recono-
te país inestable, el de la indigencia. te extendida, de que estas legiones de cido en Buenos Aires. Ya la ciudad
En verdad, esta idea de que la crisis cartoneros vienen “de afuera” de la no ofrece más los márgenes de “ges-
puede traer soluciones “apropiadas”, ciudad. Como siempre, Buenos Aires tión automática” que permitía su ante-
en términos ecológicos o económicos capital ve como ajeno todo aquello que rior prosperidad relativa; ya la ciudad
(creencia que se encuentra también en queda fuera de sus límites de “ciudad es la Argentina de la crisis. Y lo peor
quienes convierten los clubes de true- europea” y, por lo tanto, identifica co- que podría ocurrir, quizás, si hay po-
que no en una respuesta ingeniosa y mo “invasión” la aparición de algunos sibilidad de elegir en esta historia, es
destacable de la desesperación, sino de esos rasgos de otredad (la pobreza, que la actual “meseta” económica
en una alternativa social al capitalis- la informalidad, la marginalidad). Es combinada con el vacío político sin
mo), se hace bastante difícil de acep- una actitud cultural refrendada por la fondo lleve a la consolidación de la
tar: la mínima experiencia enseña que proverbial imposibilidad política de desigualdad, a su ya definitiva natura-
los países que tienen las más “apro- pensar coordinadamente la ciudad en lización en una ciudad devastada.
piadas” soluciones en esos temas so- su región metropolitana (el Gran Bue-
2 Cfr. Carlos Libedinsky, “Los cirujas tienen
ciales y ecológicos son siempre los que nos Aires fue siempre el “afuera” más razón” y “Política de desechos: anticipo del ca-
combinan los más altos standards so- inmediato y amenazador), pero que en os”, en La Nación, 17-5-2002 y 28-8-2002, res-
ciales con los instrumentos públicos este caso además parte de la mistifi- pectivamente.
Políticas del decir y formas de la ficción
Novelas de la dictadura militar

María Teresa Gramuglio

9
Vezzeti, con toda razón, otorga al
Juicio a las Juntas y al informe de la
Conadep que cristalizó en la publica-
ción de Nunca más un lugar funda-
cional en el trabajo de elaboración de
la memoria. Reconoce, sin embargo,
que esos acontecimientos no irrum-
pieron sobre un vacío o un silencio
absolutos. En acuerdo con ese reco-
nocimiento, habrá que recordar aquí,
una vez más y en primer lugar, la
presencia al principio débil, dispersa
y casi subrepticia, pero que poco a
poco fue haciéndose más persistente
y visible, del reclamo de familiares y
el apoyo de organismos de derechos
humanos para los casos de secuestro
y desaparición de personas. Junto a
ese accionar difícil, que estuvo lejos
de concitar adhesiones masivas, ha-
bría que situar además algunas acti-
vidades y discursos que durante el im-
perio de la represión trataban de ho-
La última dictadura militar (1976- y miseria política como las actuales, o radar el silencio y ensayaban maneras
1983), la que hoy consideramos la dic- quizá justamente a causa de ellas, sigue de abrir algunos espacios que permi-
tadura por antonomasia, todavía nos en- también abierto, y con redoblada inten- tieran procesar la experiencia difusa
frenta a quienes la vivimos y sobrevi- sidad, el interrogante por los efectos que del presente, articularla con el pasa-
vimos y a los descendientes, a esa metodología pudo haber arrojado, do y extraer de ella sentidos que pu-
ejecutores y víctimas, a opositores y de modo quizá indeleble, sobre las re- dieran oponerse a las imposiciones del
cómplices, e incluso a quienes parece- des que articulan las relaciones entre po- poder dictatorial.
rían haber decidido excluirla de su ho- lítica y sociedad. Un libro reciente de Entre esos discursos, la literatura
rizonte problemático, con la necesidad Hugo Vezzetti, Pasado y presente. Gue- no estuvo ausente. Durante la dicta-
de alcanzar una comprensión crítica de rra, dictadura y sociedad en la Argen- dura se publicaron, dentro y fuera del
las condiciones que abonaron el suelo tina (2002), explora con fuerza polémi- país, novelas que buscaban dar forma
para la implantación de una interven- ca e iluminadora aquellas condiciones a aquella experiencia, y con la puesta
ción militar que hizo del terrorismo de –y abre una vía para avanzar sobre los en forma no solamente alcanzar la de-
Estado su método capital de funciona- efectos. Lo hace trabajando princi- nuncia y la crítica impedidas por la
miento. Lejos de extinguirse, esa exi- palmente sobre las representaciones que censura, sino sobre todo articular una
gencia se acentúa, porque aun en situa- de esa experiencia ha construido y cons- formulación precisa del nuevo enig-
ciones de extrema penuria económica truye la memoria social. ma que planteaba la historia del pre-
sente. Como se ha señalado varias ve- bo de manera sistemática. Nadie que guerrilleras y de la experiencia de sus
ces, incluso en las páginas de esta mis- lo haya visto podrá olvidar el impac- miembros en la lucha, en la clandes-
ma revista en el transcurso de la dic- to de la sesión inaugural del Juicio, tinidad o en los campos de concen-
tadura, y luego en balances posterio- con las cúpulas responsables en el tración. Sea como recapitulaciones no
res realizados por diversos críticos, en banquillo de los acusados. Pero aun- exentas de una intención de denun-
algunas de esas novelas abundaron que quizá menos impactante, tanto o cia, sea como exposiciones menos
procedimientos que hacían de la am- más inolvidable que esa escena em- contenciosas que se presentan como
bigüedad y el enrarecimiento uno de blemática fue el hecho de que por derivadas de la indagación de fuen-
los registros principales; en sintonía primera vez se escucharon pública- tes y de las entrevistas a protagonis-
con las tendencias literarias y teóricas mente y sin temores los testimonios tas y testigos, múltiples facetas de la
más reconocidas de la segunda mitad de las víctimas, de las que vivieron preparación y el despliegue de los
del siglo XX, elaboraron narrativas para contarlo. Porque ese procedi- años de plomo fueron exploradas y
oblicuas, alusivas, fragmentarias, que miento, como seguramente ya se ha- reconstruidas: desde la serie de los
transformaban o directamente eludían brá dicho en más de una ocasión, evo- sucesos políticos a las manifestacio-
las convenciones de la mimesis tradi- caba la pesadilla que Primo Levi re- nes de la protesta social; desde las
cional; propusieron verdaderos ejerci- firió con precisión inigualable en el expresiones de la cultura de izquier-
cios de desciframiento, de lectura en- prefacio de Los hundidos y los salva- da a la formación de los militantes;
10 tre líneas, para unas historias y unos dos. Cuenta Levi que muchos sobre- desde las aberraciones de las dirigen-
personajes dotados a veces de fuerte vivientes de los campos de concen- cias hasta los horrores, las rutinas y
carga simbólica o alegórica. Este no tración recordaban que los soldados las perversiones de los chupaderos.
fue el único registro, ya que coexistió de las SS les advertían que no que- Si se repara en libros como Recuer-
con el más apegado a la representa- daría ninguno para contar lo vivido, dos de la muerte de Miguel Bonasso
ción realista, en ciertos casos simpli- pero que aun si alguien lograra esca- (1984, mismo año de edición de Nun-
ficada hasta el lugar común, en algún par de la muerte, el mundo directa- ca más) y Galimberti de Marcelo
otro exasperada hasta el barroquismo, mente no creería hechos tan mons- Larraquy y Roberto Caballero (2000),
al que apelaron otras ficciones. En truosos. Y agrega: “Es curioso que para tomar uno muy temprano y otro
unas y otras parecía retornar con in- esa misma idea (‘aunque lo contáse- bastante reciente, hay que reconocer
sistencia, de modo casi siempre im- mos no nos creerían’) aflorara, en for- que el efecto conmocionante de esa
plícito y algunas veces explícito, una ma de sueño nocturno, de la desespe- literatura testimonial, por discutible
misma pregunta con variaciones: ración de los prisioneros. Casi todos que resulte en muchos casos, sigue
“¿Hay una historia?” O: “¿Qué histo- los liberados, de viva voz o en sus siendo poderoso. Es así, sobre todo
ria es ésta?”. Y junto a ella: ¿Cómo memorias escritas, recuerdan un sue- cuando entre sus resultados quizá no
contarla? Tramitaban así, entre las ño recurrente que los acosaba duran- buscados se percibe a veces cierta fal-
elecciones estéticas propias de las tra- te las noches de prisión y que, aun- ta de autocrítica de los protagonistas,
yectorias individuales y las marcas ide- que variara en los detalles, era en cierta complacencia en la evocación
ológicas de esa coyuntura específica, esencia el mismo: haber vuelto a ca- de una gesta gloriosa; o cuando, en
la característica aspiración utópica que sa, estar contando con apasionamien- contraposición con las autoimágenes
la literatura comparte con el mito: la to y alivio los sufrimientos pasados a del heroísmo juvenil, se asiste a la
que pretende construir soluciones ima- una persona querida, y no ser creídos aparición de algunas figuras inquie-
ginarias (y por ende: formales) para y ni siquiera escuchados.” Esa pesa- tantes que no han dejado de alimen-
los conflictos de la existencia real.1 dilla, al menos, quedaba conjurada. tar el imaginario de la ficción, como
Han pasado desde entonces casi la de la montonera irresistible que
La investigación de la Conadep y el veinte años, y se puede advertir que enamora a sus torturadores y se ena-
Juicio a las Juntas, con la publica- aquel corte, lejos de clausurar o de mora de ellos. A esta corriente docu-
ción de Nunca más y del Diario del tornar innecesaria la exigencia de mental, finalmente, es necesario in-
Juicio – este último anticipado por volver sobre lo acontecido, no hizo corporar además los testimonios e in-
las sesiones del juicio, que pusieron sino iniciar un camino que todavía vestigaciones sobre la guerra de
ante una amplia audiencia las decla- requiere investigaciones más exhaus- Malvinas, aunque su génesis y for-
raciones de los testigos– introdujeron tivas y la profundización y el debate mas de difusión fueron muy diferen-
un corte abrupto. Fundacional en la más amplios para evaluar causas y tes.
dimensión ético-política que señala consecuencias. De hecho, abrió la vía Al mismo tiempo, el corte produ-
Vezzetti, ese corte implicó también a los “trabajos de la memoria”. Junto cido por el informe y el Juicio modi-
un giro decisivo en el universo de los a ellos, o entre ellos, a una literatura ficó las condiciones discursivas para
discursos, al poner descarnadamente testimonial (ampliada a otros sopor- otras novelas que volvían, que podían
primero en la voz de las víctimas y tes: cine, videos, etc.) que buscó re-
1. Sobre el corpus de estas novelas, véase
luego en negro sobre blanco los as- velar tramos hasta entonces descono- AAVV, Ficción y política. La narrativa argen-
pectos más siniestros de la represión cidos, o conocidos sólo a medias, del tina durante el proceso militar, Buenos Aires,
que los militares habían llevado a ca- funcionamiento de las organizaciones Alianza, 1987.
volver sobre la experiencia de la dic- miento lúdico de un asunto vincula- cia (pues está bien sujeto a una sin-
tadura, ya sin los eufemismos obliga- do con la dictadura, pero lo hace taxis precisa y atravesado por la cita
dos por la represión, para seguir inte- con una historia que transcurre años literaria), son las elecciones formales
rrogando sus núcleos más duros: los después del juicio, cuando ya estaba dominantes en la novela. Cuando lle-
secuestros, la tortura, el robo de ni- firme la serie de medidas que termi- gamos a la mitad de un relato arma-
ños, las relaciones eróticas e ideológi- naron por asegurar la impunidad a la do por breves capítulos que alternan
cas que se generaron en la conviven- mayoría de los que integraron el apa- distintos momentos y planos narrati-
cia entre torturados y torturadores, la rato del terrorismo estatal. En Calle vos, cuando hemos asistido a unas ac-
extendida impunidad que derivó de las de las Escuelas No. 13 (1995, publi- ciones y reflexiones dispuestas en un
posteriores decisiones sobre la obe- cada en 1999) Martín Prieto trama orden aleatorio, a veces digresivas y
diencia debida, el punto final y el in- una punición imaginaria, el sueño in- no siempre funcionales, sobre algo
dulto, y también la guerra de Malvi- confesable de la justicia por mano que en el primer capítulo se llama
nas. En este último tema, Rodolfo Fog- propia, mezclando sin reverencia al- “la causa”, y que consiste en “inten-
will fue un pionero indiscutible; como guna dos motivos que ostentan ante- tar matar al perro”, recién entonces
señalaron varios críticos, en Los Pichy- cedentes literarios bien visibles: el leemos la pregunta que ha disparado
cyegos (1ª edición 1983, aunque la grupo justiciero que adopta el fun- la intriga: “...Violeta recogió del pi-
contratapa afirma que fue escrita en cionamiento de una célula clandesti- so la toalla anaranjada, se la puso en
junio de 1982) imaginó la guerra co- na (Libro de Manuel), la venganza la cabeza, como si fuera un turbante, 11
mo una picaresca underground de so- planeada como un juego de pistas li- prendió un cigarrillo, y me dijo, así,
brevivencia que erosionó por antici- terarias que conducirá a un tortura- despreocupadamente, como si me
pado cualquier épica futura. Quince dor a la trampa (“La muerte y la brú- propusiera pedir una pizza por telé-
años después, Carlos Gamerro volvió jula”). fono: ‘¿vamos a matar a un tipo?’”
sobre Malvinas en Las islas (1998). Ese plan es posible porque el tor- En ese punto preciso, el lector debe
Su narrativa no abandonó la represen- turador es aficionado a la literatura. recordar que antes, en el comienzo
tación antiheroica de la guerra, que En su biblioteca tiene “una primera de la novela, ha leído: “De haberlo
extendió a sus secuelas en los veteranos. edición de Fervor de Buenos Aires, matado, a mí me hubiera gustado que
Pero no se centró exclusivamente en de Borges, en una caja de vidrio”, lo matáramos en París, en el hotel
ella, sino que la conectó con el pasa- producto de los saqueos que seguían Minerve”. Esta frase del narrador, que
do –con el más inmediato de la dicta- a los secuestros. El torturador, ade- encierra una alusión a un texto de
dura que la inició, con el más lejano más, es una figura irrisoria: un petiso Juan José Saer que luego será citado
de la formación de los mitos de la na- cincuentón, con veleidades de seduc- de modo explícito, brinda de entrada
cionalidad– y con una posguerra gro- tor, que usa taquitos y juega al pool. una clave de lectura: insinúa el ca-
tesca y a la vez siniestra, en la que un Su nombre alude con humor negro a rácter fantaseado de la historia, una
motivo clásico de la ciencia-ficción, su oficio: Parrillita. Aquellas pregun- especie de formación compensatoria
la existencia (y persistencia) secreta tas sobre la historia que las novelas literaria (es decir: imposible –por el
de redes implacables de autoritarismo escritas durante la dictadura frasea- amateurismo de los protagonistas, por
militar-industrial, se mezcla con el más ban de un modo críptico para anclar su método delirante, por las condi-
actual de una subcultura familiarizada la peripecia del presente en un pasa- ciones inverosímiles de la empresa,
con los lenguajes de la tecnología y do que pudiera iluminarla, ahora son pero sobre todo por la multiplicación
de la droga. enunciadas claramente desde un no- de “conocimientos de literatura y de
sotros que por la proximidad de su poesía” que se ponen al servicio de
Las novelas sobre la guerra de Mal- horizonte histórico se puede recono-
vinas no solamente han rechazado los cer, también claramente, como gene- 2. Alguna vez habrá que interrogar a fondo esa
diferencia, que de algún modo reduplica el tra-
registros heroicos, sino que hasta han racional: “¿Cuándo comienzan, en es- tamiento diferente que se dio a los sobrevivien-
rehusado el tratamiento grave de una te país, las desgracias? ¿Cuándo pren- tes de las dos tragedias. Aun los que con mayor
catástrofe que con el mismo despre- cipia el pericón? ¿Qué hecho las fuerza nos opusimos a esa guerra que muchos
cio ciego por la vida humana que la funda, a las desgracias? ¿Cuándo es hoy olvidan haber apoyado inicialmente con en-
tusiasmo; aun quienes por lo tanto menos nos
dictadura aplicaba para reprimir, ex- que se vuelve verdaderamente inso- identificamos con la ideología predominante en-
puso a cientos de jóvenes indefensos portable? A nosotros nos quedaba cla- tre los veteranos, no podemos dejar de advertir
a situaciones límite y los llevó a la ro, siempre, un recorte que, al revés que no se les brindaron instancias de reparación
muerte. No ocurre lo mismo con las que en el canto segundo de Martín y justicia equivalentes a las que se dispusieron
para los que sufrieron la represión del terroris-
novelas que vuelven sobre la repre- Fierro, marcaba una desgracia hacia mo estatal. Sabemos que los combatientes eran
sión. No hay picaresca ni grotesco ni atrás. Ese recorte, que es político, se simples conscriptos, en su mayoría provincia-
farsa en los relatos de los secuestros, sitúa en 1983. Hacia atrás, la desgra- nos provenientes de los sectores sociales más
las desapariciones, la tortura, los cam- cia, pero eso no significa que hacia humildes, que fueron arreados de la noche a la
mañana, mal preparados y peor tratados por su
pos de concentración.2 Por ahora, pa- adelante hijos, hacienda y mujer”. Es- superiores, a una guerra delirante con que la
recería que en un solo caso un escri- ta ausencia de solemnidad, este tono dictadura esperaba conseguir adhesiones para
tor se ha atrevido a intentar un trata- humorístico, casual sólo en aparien- consolidar su poder.
“la causa”–) que buscaría corregir el altad y la deslealtad a su jefe, empe- fútbol, el de 1978 y el de 1982. El
déficit de la justicia legal. zará a verse involucrado en el accio- segundo coincide con la guerra de
Entre las novelas de la dictadura nar de los Servicios. Siempre domi- Malvinas. En ambos se utilizó, para
escritas después de la dictadura hay nado por sus propios temores, se ve legitimar el horror, el fondo detesta-
una que imprime un giro notable en arrastrado en un crescendo de vio- ble de sentimientos nacionalistas que
la poética del autor. Es Villa, de Luis lencia que lo lleva de autorizar el tras- la pasión futbolística y las guerras
Gusman (1995). Hasta entonces, las lado de féretros cerrados a firmar cer- siempre exacerban. No se puede ig-
novelas de Gusman se caracterizaban tificados de defunción y, finalmente, norar que esta novela guarda un es-
por trabajar con toda la batería de los a colaborar con dos torturadores para trecho lazo de filiación con la de Gus-
procedimientos vanguardistas de ex- asegurar la eficacia de la tortura. La man: el mismo Kohan se encarga de
perimentación formal sobre una mez- acción de la novela transcurre entre señalarlo, ya desde el título y el epí-
cla de materiales de diverso origen los últimos meses del tercer gobierno grafe. La elección de la narración en
cultural (mitos y ritos populares, tó- peronista y las primeras semanas del primera persona y la construcción de
picos e imágenes de la literatura al- golpe militar de 1976. Cuando Villa, la figura de los médicos encargados
ta), que se moldeaban en las matrices después del golpe, supone que podrá de controlar la tortura –heredera de
psicoanalíticas forjadas en la teoría liberarse de la máquina infernal en una figura demoníaca que posee una
lacaniana. Eran novelas difíciles, elíp- que lo ha atrapado la conjunción en- larga tradición literaria, pero aquí des-
12 ticas, herméticas. Avaras para liberar tre las circunstancias y su propia pu- dichadamente bien respaldada por nu-
sus significaciones. Tanto, que sólo silanimidad, descubre que la máqui- merosos testimonios–, sumadas al tó-
un arduo esfuerzo interpretativo, au- na ha vuelto a ponerse en marcha con pico del deseo mediado, el de ser co-
torizado por el horizonte de expecta- todo su poder redoblado. Los mo el superior, que lleva a los
tivas que orientaba la recepción de militares se hacen cargo de Bienestar protagonistas de las dos novelas a ser,
los textos, pudo hacer que en una de Social, pero los dos torturadores, a como esos superiores, médicos, están
ellas, En el corazón de junio (1983), los que creía prófugos, están otra vez entre los motivos más visibles de esa
se leyeran significados ocultos que en funciones. Uno de ellos lo llama filiación. A partir de ella, Kohan si-
aludían a los crímenes de la dictadu- por teléfono para anunciarle que será gue su propio camino.
ra dispersos en las derivas de sus aso- trasladado al Chaco y que deberá El argumento de Dos veces junio
ciaciones complejas.3 Villa se aparta ponerse de nuevo a sus órdenes. “– puede resumirse así: el narrador, un
de esa poética. Trabaja (de un modo ¿Para quién trabajan?”, pregunta Vi- conscripto asignado como chofer a un
riguroso pero no convencional, como lla, desconcertado. La respuesta: “– médico militar, lee por casualidad un
se podrá suponer) con procedimien- Para el Gobierno. Nosotros siempre mensaje con una consulta que el mé-
tos propios de la representación rea- trabajamos para el Gobierno”. Así, dico, el doctor Mesiano, debe con-
lista: la articulación de la historia so- con sobriedad, con formas que se ci- testar con urgencia. Se trata de una
bre el orden temporal-causal; las no- ñen a la mostración escueta desde la consulta muy clara, una pregunta que
taciones precisas de nombres, tiempos perspectiva de Villa, la novela fusio- un suboficial ha anotado con un error
y lugares; la estabilidad del punto de na dos historias: una, privada, la de de ortografía: “¿A partir de qué edad
vista narrativo; el despojamiento de una subjetividad que expone la mise- se puede empesar a torturar a un ni-
los recursos retóricos que marcan el ria moral de los pequeños comparsas ño?” La consulta viene del Centro
lenguaje poético. Elimina la ambigüe- cuyo sometimiento cómplice sostuvo Malvinas (el que el informe de la Co-
dad, salvo aquella ineliminable que el funcionamiento del terrorismo de nadep describe como “Pozo de Quil-
hace de cada destino humano, por ine- Estado a escala nacional; otra, políti- mes” o “Chupadero Malvinas”). Pero
xorable que se lo presente, un enig- ca, que en las transformaciones del el doctor Mesiano no está en la uni-
ma. Construye así un verosímil es- ámbito institucional del Ministerio dad, y el conscripto pondrá todo su
tricto para una historia inverosímil: traza la continuidad entre el último empeño en buscarlo para cumplir con
la novela de formación de un perso- tramo del gobierno peronista y la dic- lo requerido y asegurar así el correc-
naje despreciable que narra su propia tadura militar. Y muestra que ambas to funcionamiento del sistema. Des-
historia. Brevemente: Villa, que des- historias forman, en realidad, una sola. de la escena inicial, que gobierna los
de unos comienzos marginales ha lle- Son pocas las novelas que eligen posibles narrativos con la contunden-
gado a ser médico, trabaja en el Mi- situar decididamente la acción en ple- cia de la pregunta, la novela desplie-
nisterio de Salud Pública bajo las ór- na dictadura militar. Como se ha vis- ga una historia que muestra primero
denes de otro médico de clase alta, el to, Gusman lo hace en ese tiempo- al narrador como alguien que, desde
doctor Firpo, a quien sirve con bisagra que se extiende entre la muer- su posición de subordinado de con-
admiración y obsecuencia. Cuando te de Perón y el comienzo; Prieto,
Salud Pública pasa a llamarse Bie- mucho después: exactamente en 1993. 3. Véase Daniel Balderston, “El significado la-
nestar Social y el lopezrreguismo con- Martín Kohan, en Dos veces junio tente en Ricardo Piglia y Luis Gusman”, Fic-
ción y política, op. cit. Es ilustrativo comparar
vierte el Ministerio en una cueva de (2002), se arriesga a esa opción difí- esta lectura con la realizada por Nora Catelli en
la Triple A, el doctor Firpo es des- cil. Los dos junios de su título son “Construir la novela”, Punto de Vista, N° 19,
plazado y Villa, oscilando entre la le- los de los campeonatos mundiales de que no considera en absoluto esa posibilidad.
fianza, conoce perfectamente los mé- dad de tiempo: como lo exigía la tra- sobre todo: no pensar. Su correlato for-
todos represivos que utilizan las Fuer- gedia clásica, la duración de la acción, mal es la neutralidad inconcebible con
zas Armadas y adhiere a ellos con tanto en la primera parte como en el que puede narrar el horror. Pero hay
convicción; luego, como testigo irre- epílogo, no excede las veinticuatro ho- algo más: a partir de ese sesgo, Dos
futable del secuestro y la tortura de ras. A esas restricciones se agrega la veces junio sugiere la crítica de la ins-
una prisionera que acaba de tener un organización férrea de la sintaxis na- titución familiar como uno de los es-
hijo; finalmente, como partícipe acti- rrativa, articulada por segmentos rigu- pacios en que se adquieren estrategias
vo de las maniobras que culminan con rosamente numerados y capítulos cu- de adaptación que abren al camino al
el robo del bebé nacido en cautive- yos títulos responden a la pulsión de sometimiento a todas las imposicio-
rio. Aquí termina la primera parte. cálculo que atraviesa todo el relato, nes autoritarias. En el contexto singu-
En el epílogo, cuatro años después, cuyas significaciones Miguel Dalma- lar de esta novela, la alegría y el orgu-
el narrador, ahora estudiante de me- roni supo analizar muy bien en su ex- llo de los padres cuando el hijo es sor-
dicina, lee en el diario, también por celente reseña de la novela.4 Estos pro- teado para hacer el servicio militar lo
casualidad, el nombre del hijo del cedimientos se refuerzan con la inter- dice con economía: “Y entonces mi
doctor Mesiano en una lista de muer- calación de párrafos que reiteran un madre dijo: ‘¡Mi soldadito!’, llorando
tos en Malvinas. Decide ir a saludar discurso obsesivo (como los que enu- de emoción”. En una dimensión más
al doctor, que está en la casa de su meran a los integrantes del seleccio- amplia, como todo discurso sobre la
hermana y su cuñado. Allí, en una nado de fútbol de 1978 según diver- familia, encierra una representación de 13
reunión familiar aparentemente nor- sos criterios: por sus apellidos, por sus la sociedad. Por eso, el “mi soldadito”
mal, hay un niño de cuatro años, hijo nombres, por su colocación en la can- de la madre volverá más adelante, con-
de los dueños de casa, que como el cha, por su procedencia, etc.), que fun- densando significaciones que se refrac-
narrador sabe muy bien es el mismo cionan como ejercicios de automatis- tan en varios niveles: primero, en la
en cuyo robo participó. Aun con un mo mental, como una suerte de “va- voz de una prostituta a la que el na-
resumen tan escueto, se notará que ciamiento” que indicaría la oclusión rrador somete a una violación fingida
Kohan supo encontrar una historia de cualquier posible juicio moral. El (“Me estás matando, mi soldadito, me
partiendo de algunos materiales que resultado de estos y otros recursos si- estás matando, no ves mi soldadito que
se pueden localizar en el informe de milares miman en el discurso los dis- me matás”); finalmente en el sueño
la Conadep y en el Diario del juicio. positivos de control que operan sobre con que se cierra el relato.
Hasta aquí, parecería repetir los ejer- el narrador para asegurar una adhe- El conscripto pone todo su empe-
cicios de búsqueda que tal vez haya sión a los métodos del terror estatal ño en ubicar al doctor Mesiano para
practicado para componer sus ante- que va más allá de la “obediencia de- que responda a la consulta, pero el mé-
riores novelas históricas, en las que bida”. Así, para dar un solo ejemplo, dico ya no está en la unidad porque se
jugaba luego con las convenciones del en la escena inicial el narrador, lleva- ha retirado para asistir al partido con
género utilizando un arsenal de pro- do por su pulsión ordenadora, corrige Italia (con entradas de favor, por su-
cedimientos de efecto humorístico subrepticiamente la falta de ortografía puesto). Decide entonces esperarlo a
bastante previsibles en alguien que es de la anotación del suboficial. De in- la salida del partido y mientras tanto
un excelente conocedor de la teoría mediato, se siente observado: “En la da unas vueltas por los alrededores del
literaria: parodia, intertextualidad, au- pared había un crucifijo, y a mí me estadio. En ese punto hay una torsión
torreflexividad. Pero como Gusman parecía que Cristo me miraba. Debajo en el relato, y lo que hasta ahora ha-
en Villa, Kohan en Dos veces junio del crucifijo había un cuadro de San bía sido familiar se torna extraño e
se aparta de su poética anterior, aun- Martín envuelto en la bandera, y a mí inquietante. Las calles vacías toman
que no se podría afirmar que este re- me parecía que San Martín me mira- un aire fantasmal; en una plaza, ve un
lato ignore totalmente la ironía: basta ba”. Es que al corregir a un superior, perro que juega con un objeto brillan-
reparar en la insistencia pedagógica el narrador ha violado una norma que te; el objeto resulta ser un anillo de
con que la voz del narrador transcri- le ha enseñado su padre: “El superior oro y el narrador lo entierra a patadas
be a lo largo del relato los discursos, siempre tiene razón, aun cuando no la en la arena; en una pizzería, ve a un
siniestros pero también pedagógicos, tiene”. La serie es obvia: Dios, San hombre con un audífono que parece
del doctor Mesiano. Martín, el padre. El saber sobre el estar escuchando el partido por radio;
Lo esencial en Dos veces junio, lo comportamiento que conviene obser- cuando el hombre se aleja por un mo-
que le confiere un lugar relevante en- var con los militares que pasa del pa- mento, el narrador descubre que el
tre las novelas de la dictadura, no es dre al hijo muestra el revés perverso hombre en realidad está escuchando
haber encontrado una historia sino una de aquella transmisión de la experien- música; en una esquina, ve pasar a
forma para narrarla. Consiste en una cia que Benjamin consideraba una con- una chica llorando y corriendo con de-
serie de restricciones voluntarias, de- dición perdida de las posibilidades de sesperación; detrás de un paredón de
terminadas, en principio, por la pers- la narración. Porque el saber del pa- cemento, oye chillidos de ratas que
pectiva acotada que impone el uso de dre es la regla de oro que rige la con-
la primera persona y por la condensa- ducta del narrador: obedecer, callar, 4. Véase Miguel Dalmaroni, “La peor conversa-
ción que supone la sujeción a la uni- no saber, no demostrar que se sabe y ción argentina”, en www.BazarAmericano.com
parecen gemidos y el ruido de un gol- mentos de la acción y con los típicos ción constructiva. Trabaja con la elip-
pe que suena como una trompada en discursos pedagógicos de Mesiano y sis, de modo que no es ahí donde se
la pared. Son los signos de lo sinies- los obsesivos del narrador (en un mon- lee lo que la prisionera dice al cons-
tro que irrumpen en el mundo hasta taje un poco obvio, hay uno sobre los cripto sobre las torturas, el nombre que
entonces nítido del narrador. Esta se- diversos tipos de balanzas). Al desa- ha pensado para su hijo, el parto y
cuencia dispone, en contrapunto, otros rrollarla, el narrador-testigo funciona otros episodios atroces de su cautive-
discursos: primero, el de otra voz que con toda la neutralidad discursiva que rio. Con toda su inverosimilitud, la es-
ya hemos oído antes, y que sólo des- permite el apego a “la prolijidad de lo cena verosimiliza la presencia de los
pués sabremos que es la de la mujer real”, es decir, el fuerte anclaje en la segmentos en tercera persona que in-
secuestrada y torturada, la madre del referencialidad. Pero en medio de la troducen el relato de un caso recono-
niño. Luego, el discurso obsesivo del secuencia surge otro de esos momen- cible por el testimonio de una sobre-
narrador, que va describiendo las tác- tos en que el texto se desvía de sus viviente, un caso real. Esa otra voz
ticas del juego como la metáfora de propios parámetros para introducir lo intempestiva, que en los primeros ca-
una guerra. Cuando al terminar el par- ominoso. Mientras los médicos van a pítulos de la novela escande los dis-
tido el narrador ve salir a los especta- pesar al recién nacido, el conscripto cursos del narrador, va reponiendo en
dores en silencio, abrumados por la queda solo en un pasillo. Está cansa- el orden temporal de la ficción los he-
derrota, las significaciones sugeridas do, se sienta en el suelo y se apoya chos más brutales del chupadero con
14 convergen en esa escena: “Ellos eran contra una puerta. De pronto, siente singular sobriedad.
los que, como digo, lo habían visto que unos dedos lo tocan por debajo de
todo con sus propios ojos, ellos eran la puerta y que una voz de mujer em- Aunque se compruebe que en estas úl-
los testigos directos. Al verlos salir pieza a hablarle. En voz muy baja, la timas novelas se reformulan nuevos
abrumados, abatidos del estadio, pen- mujer le relata minuciosamente todo pactos de mímesis, un recorrido tan
sé que extrañamente tenían, a un mis- lo que le han hecho en ese lugar y le breve no pretende definir líneas maes-
mo tiempo, la apariencia de los ino- pide que la ayude, que llame a un nú- tras en las narrativas sobre la dicta-
centes y la apariencia de los que no mero de teléfono e informe dónde es- dura escritas en democracia. Sola-
son inocentes. No podían explicar, por tá y lo que le ha contado. “Vos no sos mente comprobar que el cambio
el solo hecho de haber estado ahí, có- uno de ellos”, le repite, tratando de radical en las condiciones discursivas
mo era que había pasado lo que nadie convencerlo. También en voz muy ba- producidas por Nunca más y el Juicio
podía suponer que fuese a pasar”. Has- ja, el conscripto demuestra que es “uno a las Juntas no autoriza a decretar la
ta el tono y el lenguaje del narrador se de ellos”: la insulta, le ordena que se prescindibilidad de las “novelas de la
han transformado. calle y termina por darle una respues- dictadura”; y explorar, en consecuen-
A la salida del estadio el narrador ta rotunda: “No ayudo a los extremis- cia, algunos de los modos con que la
encuentra por fin a Mesiano, acompa- tas”. El ámbito, la puerta cerrada, la ficción continúa interrogando y ela-
ñado por su hijo Sergio. El médico no voz que sale como de ultratumba, la borando aquella experiencia. Al hacer-
comparte la urgencia del conscripto: tensión intolerable de la escena, el sus- lo, encuentra entre las novelas de Ko-
decide que es necesario compensar la penso sobre la resolución del pedido, han y de Gusman otro lazo que va
frustración de esa noche y los lleva evocan los recursos del gótico, pero el más allá del parentesco entre algunos
con tres mujeres a un hotel de citas. mero juego con el género resulta in- motivos. Encuentra que en estos ca-
Recién después de ese intermezzo, Me- suficiente para dar cuenta de un ho- sos la ficción se topa con las hipótesis
siano y el chofer irán a Quilmes. Allí, rror tan real. La imagen insistente de más polémicas que animan las mejo-
otro médico expone la situación: hay la imposibilidad de moverse, el terror res indagaciones sobre la memoria, las
un niño recién nacido, la madre está de “quedar pegado” que paraliza al na- que Vezzetti plantea sin concesiones:
al borde de la muerte, y la tortura del rrador, tienen mucho más que ver con “Ese episodio agudo de barbarización
niño podría ser la última posibilidad la pesadilla, con todo lo que eso im- política y degradación del Estado no
para lograr que ella hable. Los médi- plica en relación con la subjetividad: hubiera sido posible sin el compromi-
cos discuten el caso, y cuando Mesia- “No quise moverme, para no saber si so, la adhesión, la conformidad de mu-
no dictamina que el bebé no tiene pe- con la punta de esos dedos me agarra- chos. La trama de relaciones, compli-
so suficiente como para ser torturado, ba la ropa”. “Un pulóver de lana se cidades, oportunismos, no puede estar
discuten por la apropiación del niño. estira, cada hebra del tejido hecho con ausente en una exploración de la me-
Hay una lista de espera, pero Mesiano lana es elástica y se estira, pero llega- moria en la medida en que, precisa-
tiene otros planes. Él y su chofer re- do un punto ya no se estira más, y mente, constituye el punto ciego de
gresan a la capital (a la “Escuela”) y entonces se siente el tirón. Yo no qui- una recuperación que vuelva sobre las
vuelven a Quilmes. El doctor entra se sentir el tirón y me quedé quieto.” responsabilidades de la sociedad. Se
nuevamente en el edificio y sale con “No me moví porque si me movía ca- trata, entonces, de mirar el rostro visi-
un bulto que deposita en el asiento paz que sentía el tirón en el pulóver, ble de la acción dictatorial a la luz de
trasero del coche. Los segmentos que de ella que me agarraba.” Más acá de una trama menos visible de condicio-
componen esta larga secuencia se dis- los significados que condensa, la es- nes que la sostenían”.
ponen en contrapunto con otros mo- cena tiene además una importante fun-
Extraña pareja: marxismo y postmodernismo
Acerca de Los orígenes de la postmodernidad
de Perry Anderson

Elías Palti

15
cristalizó poco después en la reorien-
tación impresa por Anderson a la New
Left Review.
En enero del 2000 se inició una
nueva serie de la revista que es el sím-
bolo de esa reorientación. El número
inaugural se abre con “Renewals”, nota
editorial de Anderson, que fue muy
debatida. En ella se explora cuál debe
ser la actitud del cuerpo editorial ante
lo que llama la “derrota histórica” del
marxismo. Tal comprobación sólo de-
jaría una alternativa: algún tipo de
adaptación a lo que aparece como el
triunfo final del capitalismo. Queda
siempre en pie, por supuesto, otra op-
ción: el sencillo expediente de desco-
nocer los hechos y perseverar en la
antigua fe contra toda evidencia.
Anderson, sin embargo, recusa am-
bas alternativas. La revista, dice, debe
evitar toda forma de consuelo o auto-
engaño respecto de las perspectivas ac-
“El marxismo ha entrado definitivamente en una nueva fase de su his- tuales del marxismo, evitando, al mis-
toria, en la cual éste puede inspirar y orientar el análisis y retener cierto mo tiempo, acomodarse al nuevo
valor heurístico, pero el mismo ciertamente no es verdadero en el sen- consenso neoliberal. La salida de An-
tido en que éste creía serlo”. derson para el dilema que él mismo
plantea es, en verdad, precaria: apo-
Maurice Merleau-Ponty, Signos yar toda reforma local sin la ilusión
de que altere la naturaleza del siste-
Los orígenes de la posmodernidad posmodernismo que sobre la situación ma. Pero esta alternativa es mucho me-
(1998),1 el último libro de Perry An- del marxismo en la escena contempo- nos interesante que la propia formula-
derson, es un texto a la vez apasio- ránea. En este sentido, cabe alinearlo
nante y problemático. Concebido ori- con otras dos obras suyas ya clásicas: 1 Perry Anderson, Los orígenes de la posmo-
ginalmente como introducción a una Consideraciones sobre el marxismo dernidad, Anagrama, Barcelona, 2000, trad. de
antología de artículos de Fredric Ja- occidental (1976) y Tras las huellas Luis Andrés Bredlow. La paginación en el tex-
meson, que luego terminó expandién- del materialismo histórico (1983). Re- to corresponde a esta versión. El presente tra-
bajo es un extracto de uno mayor titulado Ver-
dose bastante más allá de aquel obje- presenta un intento, algo oblicuo, de dades y saberes del marxismo. Reacciones de
tivo, se trata, contra lo que sugiere su revisión de perspectivas anteriores a una tradición política ante su crisis (en prepa-
título, menos de un trabajo sobre el la luz de los sucesos recientes, que ración).
ción del dilema. El gesto de Ander- El posmodernismo y el relato de el dominado su delectación masoquis-
son resulta significativo justamente sus orígenes ta en el poder. Estas son las premisas
porque sitúa su reflexión en el cen- teóricas sobre las que se sostendrá su
tro mismo de la crisis que atraviesa Los dos primeros capítulos del libro concepto de posmodernidad.
la tradición política en la que se ins- se ocupan de su objeto más específi- En La modernidad, un proyecto
cribe, sin rehuir sus consecuencias co: trazar las vicisitudes del término inacabado, aparecido un año después
más agobiantes. Las dos alternativas “posmodernismo”, desde sus orígenes de La condición posmoderna, y que
que se niega a transitar no serían más hasta el presente, delineando la serie se suele presentar como su contrapun-
que dos vías distintas de escapar del de sus torsiones tanto significativas co- to, Habermas intenta rescatar las po-
dilema: tanto para quienes renuncian mo ideológicas.2 Anderson señala có- tencialidades democráticas de la mo-
al marxismo como para los que in- mo el término contenía en sus inicios dernidad que encuentra alojadas en el
sisten en la vigencia actual de sus una marcada ambigüedad ideológica. “mundo de la vida” (Lebenswelt). El
postulados no cabría hablar de una Sólo posteriormente el mismo se con- paso más radical de Habermas consis-
“crisis”. A los primeros, ésta no los vierte en un concepto claramente de te en arrancar los impulsos críticos del
concierne porque ya no se definen “derecha” por obra, en lo esencial, de plano psíquico para transferirlos al me-
como marxistas; y tampoco concier- Jean-François Lyotard y Jürgen Ha- dio lingüístico: los vestigios de nega-
ne a los segundos dado que, para bermas. tividad se hallarían ya inscriptos en
16 ellos, no habría nada problemático En La condición posmoderna las premisas de la racionalidad comu-
que explicar. (1979) Lyotard identifica el arribo de nicativa (la cual debería ser protegida
Esto nos conduce al concepto de la posmodernidad con el fin de la so- de las tendencias a su colonización sis-
“crisis”. Entendida en un sentido “fuer- ciedad industrial y la emergencia de témica).
te” (nietzscheano), una crisis no es un una “sociedad del conocimiento” que Sin embargo, afirma Anderson, la
fenómeno meramente coyuntural, que se constituye como una red de juegos propuesta de Habermas es incoheren-
provoca el abandono de determinadas de lenguajes, inconmensurables entre te. Los intentos de expansión de la ra-
creencias y la adopción de otras dis- sí, cuyo rasgo característico es la dis- cionalidad comunicativa se contradi-
ponibles, sino que abre una “experien- locación de los “grandes relatos” y la cen con su perspectiva evolutiva de lo
cia abismal”, en la que toda inteligibi- proliferación de la paradoja y los pa- social como proceso progresivo de di-
lidad se quiebra. En la identificación ralogismos. “La incoherencia de la ferenciación de esferas, que volvería
de una crisis no es suficiente verificar concepción original de Wittgenstein” imposible toda idea de “autogobier-
la dislocación objetiva de un determi- (quien acuñó el concepto de “juegos no” (Anderson destaca aquí el signifi-
nado horizonte de pensamiento, lo que de lenguaje”) se convierte así, según cativo abandono, por parte de Haber-
deja abiertas las puertas a su abando- Anderson, “en inspiración de un rela- mas, de su concepto de “esfera públi-
no (con lo que ya no podría hablarse tivismo ramplón” (p.41). El énfasis re- ca”, al que ya no invoca para ningún
de una “crisis”, sino simplemente de lativista acompaña un camino ideoló- propósito práctico). Por otro lado, ase-
un cambio de postura o perspectiva). gico errático que va apartando a Lyo- gura, oponer modernidad y posmoder-
La crisis tiene así también un compo- tard de su trotskismo inicial para nidad como expresiones de democra-
nente subjetivo que se pone de mani- terminar en posiciones francamente
fiesto cuando se admite que una tradi- conservadoras (el mismo año de pu- 2. Según indica Anderson, el término fue acu-
ción está históricamente (objetivamen- blicación de La condición posmoder- ñado en los años 30 por Federico de Onís a fin
de señalar lo que éste definía como un reflujo
te) deshecha pero aún se persiste en na, hace público su apoyo al candida- conservador producido luego del impulso reno-
ella, puesto que ninguna otra aparece to gaullista, Jacques Chirac). vador del “modernismo”. Fuera del ámbito his-
como más aceptable o menos proble- La senda cada vez más “idealista” pano el concepto se difunde recién en los años
mática. Una crisis, en definitiva, ins- que Lyotard transita en su proceso de 50. Se trataba todavía (continúa Anderson) de
meras “improvisaciones terminológicas”, sin de-
tala un terreno inhabitable, pero que derechización puede seguirse en el cur- masiado impacto en el plano artístico e intelec-
tampoco es traspasable. so que se inicia con Discours, figure tual. El doble hito que inicia la marcha hacia el
Ahora bien, ¿cómo es posible es- (1971) donde, retomando motivos uso actual del término lo constituyen la funda-
to?, ¿cómo puede admitirse a una tra- freudianos, identifica el socialismo con ción por William Spanos, en 1972, de la revista
Boundary 2, y el manifiesto arquitectónico lan-
dición como destruida y aun así per- el capitalismo, oponiéndoles a ambos zado ese mismo año por Robert Venturi, Lear-
manecer en ella?, ¿cómo se produce una “pulsión de deseo”, entendida, en ning from Las Vegas. Para los editores de la
–si es que alguna vez ocurre– una au- una vena típicamente frankfurtiana, co- revista dirigida por Spanos (griego de origen y
téntica “crisis conceptual”? Los orí- mo único locus de negatividad (es de- profundamente crítico de la política exterior nor-
teamericana) el término servía de clave para
genes de la posmodernidad ilustra pre- cir, como única fuente de impulso crí- combatir el establishment académico represen-
cisamente esto; permite, en fin, inda- tico). En Économie libidinale (1974) tado por el New Criticism y el formalismo lite-
gar en esa lucha agónica por encontrar completa este giro idealista, expan- rario. Por el contrario, el manifiesto inaugural
sentidos una vez que toda certidum- diendo su perspectiva escéptica hasta de Venturi cristaliza la idea del posmodernismo
como el producto de una alianza entre posvan-
bre, que todo Sentido (tanto objetiva el plano de los propios impulsos libi- guardismo estético y capitalismo avanzado (con
como subjetivamente) se habría ya dinales. La explotación aparece ahora el consiguiente abandono de todo impulso crí-
quebrado. ligada al goce erótico que produce en tico).
cia y conservadurismo, resulta “pecu- perspectiva del capitalismo de posgue- que toda alternativa habría sido final-
liarmente aberrante”, supone “una ta- rra. Jameson habría combinado, en una mente eliminada. Anderson encuentra
xonomía capciosa” (p.59). síntesis única, los aportes de Ernest aquí el “movimiento más radical” de
Más allá de sus divergencias, con- Mandel sobre el “capitalismo tardío” Jameson: evitar la simple condena de
tinúa Anderson, los trabajos de Lyo- (en el que se desvanecerían las oposi- la alianza entre arte y mercado. Acep-
tard y Habermas convergen en tres ciones binarias típicas del capitalismo tar la realidad del capitalismo ilimita-
puntos fundamentales que terminaron clásico) con los de Jean Baudrillard do es, asegura, la condición para en-
fijando el concepto canónico de pos- sobre el “simulacro” (entendido como contrar “una salida de ese espacio ce-
modernidad: 1) La deshistorización del la disolución de la dicotomía entre rrado y repetitivo” (p. 90). Su proeza
término, que sacrifica el carácter ori- esencia y apariencia). fue la de recuperar el término para la
ginal de la posmodernidad como perí- Dicha combinación, dice Ander- “izquierda revolucionaria”.
odo histórico para convertirla en una son, le permite a Jameson realizar cin- De este modo, Jameson, en una
suerte de actitud mental que puede des- co movimientos que son los que van a época en que todo sentido de la tem-
cubrirse en los más diversos contex- distinguir su perspectiva respecto de poralidad se habría perdido, sitúa la
tos históricos. 2) La definición de un todas las otras ensayadas hasta enton- posmodernidad en una perspectiva his-
perfil ideológico que hace del mismo ces. 1) Hallar un anclaje material para tórica. Este logro ubica su obra en una
un concepto claramente de derecha. 3) los cambios artístico-intelectuales: la posición privilegiada en el pensamien-
En consecuencia, la identificación de posmodernidad se explicaría por trans- to marxista occidental. “Se podría de- 17
la posmodernidad con la clausura de formaciones en los modos de produc- cir”, escribe Anderson, “que con ella
cualquier alternativa al capitalismo. ción que finalmente habrán de erradi- esa tradición alcanza su culminación”
Hasta aquí, la sintética reseña del car los últimos vestigios de Naturale- (p.99).
relato de Anderson que da título al za. 2) Explorar en la psique las Esta afirmación es, sin embargo,
libro y recuerda sus mejores páginas, metástasis de tales transformaciones: perturbadora. El elogio de Anderson a
plenas de sutiles exégesis histórico-in- la pérdida de todo sentido de historia Jameson, según el cual éste queda con-
telectuales puntuadas con señalamien- (y la correlativa primacía del sentido sagrado como la figura culminante en
tos penetrantes y críticas incisivas. Sin del espacio por sobre el de la tempo- una tradición que arranca con autores
embargo, la analogía con sus textos ralidad), que resulta en la fragmenta- de la talla de Lukács y Gramsci, re-
anteriores termina aquí. Cuando ana- ción esquizofrénica de la subjetividad. sulta claramente desproporcionado. Se
lizaba la tradición “marxista occiden- 3) Abarcar el conjunto de las discipli- trata, además, del candidato, en prin-
tal”, Anderson estaba fijando una na- nas artísticas en un solo concepto: el cipio, más improbable para ocupar tan
rrativa que fue inmediatamente canó- pastiche como parodia inexpresiva, ca- alto sitial. A fin de “hacer sentido” de
nica, respecto de un objeto que hasta rente ya de impulso satírico o irónico, la obra de Jameson, desde una pers-
entonces carecía de tratamiento siste- de los estilos del pasado. 4) Identifi- pectiva marxista algo más “ortodoxa”,
mático. En cambio, al abordar la pos- car el tipo de configuración social co- como es la Anderson, éste tuvo antes
modernidad retoma un módulo expli- rrespondiente a tales transformaciones que realizar una operación conceptual,
cativo que se encuentra ya relativa- formales: el borramiento de las anti- nada sencilla: para poder reivindicar
mente establecido.3 En definitiva, el guas identidades clasistas y la disolu- la aproximación de Jameson a la pos-
trazado de los orígenes de la posmo- ción de los agentes colectivos estables. modernidad debió omitir escrupulosa-
dernidad sólo sirve aquí de preámbulo 5) Conectar estos fenómenos con un mente toda referencia a las premisas
a los capítulos siguientes, dedicados a proceso más general de indiferencia- teóricas que la sostienen.
la obra de Jameson, en los que intenta ción de esferas, que diluye las fronte- Sin duda, Anderson no ignora que
destacar la necesidad y superioridad ras disciplinarias y las que separan el las nociones utilizadas por Jameson
de una aproximación materialista que arte “alto” del “bajo”. (como las de “Naturaleza”, “modo de
permita integrar las transformaciones Como síntesis Jameson produce un producción”, etc.) tienen para él un
recientes producidas en el plano artís- nuevo concepto de posmodernidad, no sentido específico, desarrollado en su
tico-intelectual con los cambios ocu- como lo opuesto a la modernidad, si- obra anterior, The Political Uncons-
rridos a nivel económico-social. no como su triunfo completo. Lo que cious, sin cuya referencia su visión de
distinguía a la modernidad clásica era la posmodernidad resulta simplemen-
la pervivencia de resabios de modos te ininteligible. Como vimos, el méri-
Jameson y la aproximación precapitalistas de producción y de cul- to fundamental de Jameson, para An-
materialista a la posmodernidad turas y tradiciones aristocráticas, cuya derson, es su capacidad para relacio-
permanente tensión le confería su as- nar fenómenos artístico-intelectuales
Lo que más llama la atención de An- pecto progresista y crítico. La posmo- con procesos económico-sociales. Sin
derson es que Jameson desarrollara, dernidad, en cambio, habría barrido ya embargo, Anderson no menciona que
ya en sus primeros escritos sobre el todo vestigio de Naturaleza (hasta en- dicho vínculo sólo se establece en la
tema, una “teoría completa”, de orien- tonces encarnada en el Inconsciente y
tación materialista, sobre la posmoder- el Tercer Mundo), abriendo las puer- 3 Véase Barry Smart, Postmodernity, Routled-
nidad. La base para ello, dice, fue su tas a un “capitalismo ilimitado” en el ge, Londres y Nueva York, 1994.
medida en que las categorías implica-
das siempre tienen, en Jameson, un
doble sentido. Como lo indica Terry
Eagleton, Jameson “nos confronta a
la extrañeza absoluta de un discurso
sobre clases y modos de producción
que es, simultáneamente, una reflexión
sobre las formas, los tropos y las figu-
ras”.4 Así, la Naturaleza (con mayús-
culas) a la que se refiere remite, al
mismo tiempo, a los vestigios de mo-
dos precapitalistas de producción sub-
sistentes en las comunidades campe-
sinas de las regiones periféricas (el
“Tercer Mundo”) y a lo Real en La-
can (es decir, “aquello que resiste ab-
solutamente toda simbolización”). Ta-
18 les comunidades se instituyen así, en
la misma vena frankfurtiana que im-
pregna los escritos de Lyotard, como
residuos de negatividad, sedes de im-
pulsos críticos que tienden a dislocar
el “sistema”.
En definitiva, la teoría jamesonia-
na de la posmodernidad representa uno
de los mejores ejemplos de lo que, des-
de Consideraciones..., Anderson vie-
ne denunciando como “contaminacio-
nes idealistas” que han impregnado el
marxismo occidental desde su origen.
Su teoría del “inconsciente político”
reproduce explícitamente el motivo
schellingniano y frankfurtiano –con
claras connotaciones místico-religio-
sas– de la caída y la redención, que sir-
ve a Anderson de base para lanzar su
crítica demoledora a Lyotard, pero que
ahora (lo cual no deja de ser sugestivo)
prefiere piadosamente ignorar. esto nos devuelve a la pregunta que obra de Jameson con otros trabajos clá-
El punto, de todos modos, es que dejamos pendiente: ¿cuál es, entonces, sicos sobre el tema inspirados en un
sólo este trasfondo teórico explica el la “respuesta” que Anderson encuen- enfoque marxista. Su contraposición
profundo dramatismo que adquiere en tra en sus escritos? Según parece, una gira alrededor de tres preguntas que
Jameson la expresión “el fin de todo vez admitida la eliminación de todo retoman los tres puntos antes señala-
vestigio de Naturaleza”, que define, residuo de negatividad, ya no habría dos a propósito de Lyotard y Haber-
para él, el arribo de la posmoderni- salida posible del capitalismo. Descu- mas: “¿Cómo se ha de periodizar lo
dad. El descubrimiento de tal situa- brir la alternativa que ofrece Jameson postmoderno?, ¿a qué configuración
ción –que se produce sólo tras la ca- a Anderson nos conduce a una segun- intelectual corresponde?, y ¿cuál es la
ída, en 1989, del Muro de Berlín (es da operación que éste realiza ya no respuesta adecuada frente a ella?”
decir, con posterioridad a la escritura tanto sobre la obra de aquél sino a (p.108).
de The Political Unconscious)–, que partir de ella. Ya la primera de las preguntas le
hasta entonces le parecía algo simple- plantea un problema a Jameson. Para
mente inconcebible, señalaría un co- él, la derrota política de los años 70 se
lapso de dimensiones miltonianas. La Jameson y las diversas respuestas asocia a una transformación en los mo-
obturación de toda trascendencia, la marxistas posibles a la dos de producción que da lugar al sur-
imposibilidad de todo “retorno de lo posmodernidad gimiento de un “régimen de acumula-
reprimido” por el sistema (su “incons-
ciente político”), marcaría un verda- El capítulo cuarto de Los orígenes de 4 Terry Eagleton, Against the Grain, Verso,
dero punto muerto en la historia. Y la posmodernidad hace dialogar la Londres, 1986, p. 69.
ción flexible” (son palabras de David ni de embellecerla (lo que nos devuel- alguna dificultad más profunda. El
Harvey). Esto no parece conciliarse ve al dilema inicial de Anderson que matrimonio de la estética y la eco-
bien con la idea de Mandel, que Ja- lleva a la nueva serie de la New Left nomía celebrado por Jameson en-
meson retoma, de que el capitalismo Review). Esta postura resulta, no obs- gendra una portentosa totalización
tardío nace inmediatamente tras el fin tante, problemática. de la cultura posmoderna como un
de la Segunda Guerra. La cuestión de La idea de la ambigüedad ideoló- todo, en el cual la operación de
la periodización se complicaría aún gica de la posmodernidad, que era “trazar mapas cognitivos” actúa
más cuando se comprueba que “aque- también uno de los motivos origina- –y ésta es su intención– como lu-
llos reveses no eran más que un pre- les de Jameson (y hacia la cual todo garteniente de la resistencia dialéc-
ámbulo de las situaciones de jaque ma- el relato de Anderson sobre los orí- tica que se le pueda ofrecer. Pero
te más decisivas que estaban por ve- genes del posmodernismo parece con- en ese sentido su punto de apoyo
nir” (p.125). En sus primeros escritos verger) proveería, en definitiva, la sigue estando necesariamente fue-
sobre la posmodernidad Jameson aún única plataforma posible para el in- ra del sistema. En su interior, Ja-
compartía con el resto de los autores tento de apropiación del término “para meson se ocupaba de advertir más
marxistas (incluido Anderson) la ex- la izquierda revolucionaria” (que se- que juzgar (p.179).
pectativa de que se trataba de un fe- ría, según vimos, la “proeza” de Ja-
nómeno circunstancial, un mero esta- meson). Jameson, no obstante, resis- En definitiva, cualquier intento de
do transicional hacia la formación de te conceder ahora en este punto. Y, impugnación de la posmodernidad su- 19
un “nuevo proletariado”, que resitua- contra lo que podría anticiparse, An- pondría “un punto de apoyo” fuera del
ría el eje de las antinomias sociales en derson termina encontrando precisa- propio sistema. Sin embargo, esto se
su lugar apropiado. Sólo la caída del mente allí su mérito fundamental. “La contradice con la propia definición de
Muro de Berlín en 1989 y la disolu- teoría de la posmodernidad como ló- la posmodernidad como régimen de
ción de la URSS en 1991 lo empujan gica cultural del capitalismo tardío es totalización infinita. La sola posibili-
a aceptar que el tipo de quiebre que se su deslumbrador resultado”. “Al mis- dad de acceder a un punto arquimédi-
produjo plantearía desafíos más radi- mo tiempo, sin embargo”, reconoce co semejante implicaría su negación
cales al marxismo. Según afirma en que “precisamente aquí la forclusión como tal. En última instancia, si la
Late Marxism (1990), el espectro de lo político plantea una paradoja” perspectiva de Jameson es correcta, la
frankfurtiano de un sistema de regi- (p.177), puesto que amenaza tornar imposibilidad de alcanzar la “tercera
mentación total se muestra, aunque va- autocontradictorio todo su proyecto de fase” no sería un problema sólo para
rias décadas más tarde de lo anuncia- apropiación de la posmodernidad para él y ni siquiera para los enfoques mar-
do, trágicamente real. el marxismo. Ésta, en definitiva, pare- xistas en su conjunto. Es el propio con-
Así, entre el surgimiento de una ce no dejar margen alguno para afron- cepto de la posmodernidad el que ex-
sociedad posindustrial (o “capitalista tar la tercera de las preguntas que se cluye la posibilidad de la “tercera fa-
tardía”) y la emergencia del posmo- plantea Anderson al comienzo de este se” de su análisis. Ambos resultan
dernismo habría un desfasaje de nada capítulo: ¿cuál es la respuesta apro- mutuamente contradictorios.
menos que medio siglo. De todos mo- piada ante tal situación? De todos modos, Anderson sitúa
dos, más allá de la ambigüedad en la “La respuesta de Jameson”, afir- el aporte fundamental de Jameson en
cronología, lo cierto es que, llegado a ma, “descansa sobre una distinción” la segunda fase, la del “análisis histó-
este punto, el sentido de la posmoder- (p.178). En primer lugar, nos encon- rico y formal”, que provee algo más
nidad se vuelve inequívoco. No se tra- tramos frente a preferencias meramen- importante que una impugnación de
taría de “una simple derrota” sino de te subjetivas respecto de las obras de la posmodernidad: la posibilidad de su
la clausura de toda alternativa al ac- arte, las cuales serían de escasa im- comprensión desde una perspectiva
tual orden social, que Jameson llama portancia en sí mismas. Luego ven- materialista. La cuestión que aquí sur-
“la forclusión de lo político”. A partir dría el análisis objetivo de “las condi- ge es: ¿en qué sentido cabe considerar
de este momento, “toda escritura ‘an- ciones históricas de posibilidad de for- esto como una “respuesta” a la pos-
tisistémica’ está condenada a mante- mas específicas”. Y, finalmente, la modernidad? Y esta cuestión se liga,
nerse dentro del ‘sistema’”.5 evaluación entendida no como un jui- a su vez, al aspecto perturbador de
De este modo, la perspectiva de cio estético, sino como un intento de aquella afirmación relativa a la posi-
Jameson se articula a partir de un do- “interrogar la calidad de la vida social ción de Jameson dentro de la tradi-
ble rechazo dentro del espectro de ac- a través del texto o de la obra de arte ción marxista occidental: ¿de qué mo-
titudes posibles del marxismo ante el individual”.6 do su “análisis histórico y formal” de
desafío posmodernista. Es decir, se Según señala Anderson, “la tarea la posmodernidad instituye a Jameson,
niega a transitar la alternativa de Terry del análisis histórico y formal ocupa
Eagleton, que combina el acotamiento la mayor parte de su obra”. “¿Qué su- 5 F. Jameson, Late Marxism. Adorno, or, the
temporal de la posmodernidad como cede entonces con la evaluación?” Persistence of the Dialectic, Verso, Londres,
1990, p. 27.
fenómeno histórico con una matiza- (p.178). Esta última fase le plantearía 6 F. Jameson, Postmodernism. Or the Cultural
ción respecto de su sentido. En sínte- problemas a Jameson: Logic of Late Capitalism, Duke University Press,
sis, no se trata ni de negar la derrota Acaso esté haciéndose notar aquí Durham, 1991, p. 298.
según afirma Anderson, en la figura ción. Ahora considera que la separa- ña naturalmente su derechización po-
“culminante” de dicha tradición? Para ción entre teoría y práctica resulta, en lítica, identificación que, a pesar del
descubrir la respuesta a ambos inte- realidad, algo inevitable y necesario: obvio forzamiento, no le parece en ab-
rrogantes debemos rastrear en la pro- “Habrá siempre una escisión intrínse- soluto “capciosa”, como sí le parece
pia trayectoria intelectual de Ander- ca entre el conocimiento y la acción, la de Habermas entre modernidad y
son y tratar de comprender el tipo de la teoría y la práctica, para toda cien- democracia, por un lado, y posmoder-
problemas conceptuales que se plan- cia posible de la historia”.7 Así, aun- nidad y autoritarismo, por otro (sien-
teaba en el momento de abordar la que tal divorcio se revela como más do que sus diferencias son, en verdad,
obra del autor de Late Marxism. persistente de lo esperado, ya no re- apenas sutiles, y él mismo se encarga
presentaría nada grave para el desa- de demolerlas cuando asocia poses-
rrollo del marxismo. tructuralismo y posmodermismo con
Verdades versus saberes Paralelamente, Anderson rescata idealismo). La débacle francesa, de to-
del marxismo algunos logros intelectuales recientes dos modos, se vería compensada por
en esta tradición. En especial señala el florecimiento historiográfico britá-
En 1974, Anderson inició la serie de la notable expansión de la historiogra- nico. Se trataría, además, de un fenó-
escritos que dos años más tarde fue- fía marxista británica, la cual encarna, meno limitado también temporalmen-
ron reunidos bajo el título Considera- aunque en forma algo oblicua, su te. Según confía, “ninguna de estas
20 ciones sobre el marxismo occidental. anunciada “vuelta a lo concreto”. Y constelaciones históricas está destina-
Según señala allí, el origen del “mar- esto le permite refutar la idea, cada da a durar”.8
xismo occidental”, que opone al “mar- vez más difundida, de una “crisis del Con la caída del Muro de Berlín y
xismo clásico”, surge como respuesta marxismo”, que sería un fenómeno el colapso de la URSS también esta
a la serie de derrotas sufridas por el acotado a los países latinos de Euro- perspectiva se tornó insostenible. No
movimiento obrero en los años 30 y pa. El síntoma de la decadencia inte- se trataría ya de confrontar la eviden-
40 y que definen sus rasgos caracte- lectual de dicha región es la expan- cia de una nueva derrota, como las
rísticos: 1) el divorcio entre teoría y sión del “nuevo idealismo”, represen- que se dieron tantas veces en el últi-
práctica; 2) la reclusión de la refle- tado por el estructuralismo y el mo siglo. En todo caso, la comproba-
xión marxista en el ámbito académi- posestructuralismo. La hipóstasis del
co; 3) la consecuente primacía de las lenguaje que éstos producen derivaría
cuestiones de índole filosófica en de- en una suerte de delirio relativista que 7 P. Anderson, Consideraciones sobre el mar-
termina poniendo en duda la existen- xismo occidental, Siglo XXI, Madrid, 1985,
trimento de las políticas; 4) la conta- p.133.
minación con motivos idealistas; y 5) cia misma de una Verdad objetiva. 8 P. Anderson, Tras las huellas del materia-
un persistente pesimismo. El libro se Anderson cree que el curso idea- lismo histórico, Siglo XIX, Madrid, 1986,
cierra, no obstante, con el anuncio de lista del pensamiento francés acompa- p.110.
la pronta clausura de dicha tradición.
Las revueltas del 68 estarían ponien-
do fin a las condiciones que determi-
naron su emergencia. Una nueva ge-
neración de pensadores terminaría con
el divorcio entre teoría y práctica re-
volucionarias, dando lugar a la elabo-
ración de un pensamiento estratégico
en que las cuestiones de orden políti-
co y económico recobrarían su ante-
rior centralidad.
Esta expectativa, como sabemos,
pronto habría de frustrarse. Anderson
comienza entonces a revisar sus ante-
riores predicciones. En Tras las hue-
llas (1983) admite que aún no había
surgido un pensamiento estratégico de-
bido a que la fusión entre teoría y prác-
tica que había previsto se produjo,
efectivamente, pero en el marco de or-
ganizaciones de tipo reformista (la so-
cialdemocracia y, luego, el eurocomu-
nismo). Poco después, en el epílogo a
Consideraciones agregado a la cuarta
edición de 1984, retoca esta afirma-
ción de una derrota histórica no repre- límite, aquello a lo que todo su dis- viabilidad sin por ello renunciar al
sentaría nada que no pudiera compren- curso conduce, pero que resulta, sin marxismo. De este modo, Anderson
derse desde la teoría marxista o que embargo, inconcebible en sus impli- completa el ciclo iniciado con
pusiera en cuestión sus premisas fun- cancias prácticas e insostenible desde Consideraciones. Mientras que a me-
damentales dado que ésta no niega, en un punto de vista teórico. Es en esta diados de los 70 vislumbraba la pron-
principio, la ocurrencia de tales derro- impasse que Anderson descubre la po- ta reconciliación entre teoría y prácti-
tas históricas. Lo que se trataría de sibilidad, una vez que el marxismo ha- ca revolucionarias, reactivando así el
tematizar ahora, sin embargo, es algo bría sido finalmente derrotado y bo- legado marxista clásico, en los 80,
completamente inconcebible para el rrado como alternativa histórica, de acepta, en cambio, la ventaja de man-
marxismo: la idea de una derrota fi- afirmarlo como el “horizonte intras- tenerlas separadas, para terminar, en
nal, el borramiento del horizonte de cendible”, según la definición de su los 90, descubriendo, en la destruc-
toda perspectiva revolucionaria. Algo antiguo maestro Jean-Paul Sartre. Es ción del marxismo como práctica re-
muy parecido, en definitiva, al “fin de aquí también que entra en escena Ja- volucionaria, el único modo de sal-
la historia” proclamado por Francis meson. varlo como teoría. Sin embargo, esto
Fukuyama. En efecto, Jameson le permite a implica aún una consecuencia negada,
Al mismo tiempo que se movía en Anderson salir del atolladero en que aunque implícita en su propio argu-
esta dirección escéptica en cuanto a parecía encontrarse. Hasta ahora su mento –lo que nos devuelve a la pri-
las perspectivas políticas prácticas, sin afirmación como marxista suponía la mera de las operaciones que realiza 21
admitirla completamente, Anderson postulación de algún vestigio de ne- Anderson sobre la obra de Jameson.
descubría la disolución del propio gatividad, de algún residuo de “irra- El esfuerzo de Anderson por igno-
campo intelectual de izquierda. En su cionalidad” inasimilable a la lógica rar sistemáticamente las premisas teó-
prólogo a A Zone of Engagement sistémica capitalista, alternativa que ricas en las que se funda la perspecti-
(1992) reconoce finalmente la vitali- fue volviéndose cada vez más pro- va de Jameson sobre la posmoderni-
dad de las corrientes no marxistas de blemática hasta tornarse finalmente dad no alcanza a velar el hecho de
pensamiento, a las que hasta entonces insostenible. Llegado a este punto, Ja- que su propia reinscripción reciente
descalificaba como “idealistas”, des- meson le revela cómo en el propio dentro de la tradición marxista occi-
tacando especialmente sus aportes en acto de declarar al marxismo muerto dental se produce por la “vía equivo-
el ámbito de la sociología histórica históricamente, se lo salvaría, de he- cada”. Indudablemente, la alternativa
(cuyo mejor representante sería Ernest cho, como teoría. Ésta, paradójica- jamesoniana lo acerca más a Althus-
Gellner). No obstante, todavía insiste mente, reafirmaría su vitalidad, e in- ser, a Lacan y a las corrientes “mar-
en la superioridad intelectual del mar- cluso su superioridad teórica, en la xistas posestructuralistas” (símbolos,
xismo, afirmando que aquellas corrien- medida en que lograría dar cuenta de para Anderson, de la degradación ide-
tes “tienen un costado ciego cuya im- sus propias condiciones actuales de alista del marxismo) que al linaje de
portancia se incrementa constantemen- imposibilidad histórica como prácti- historiadores marxistas británicos con
te”, a saber: “tienen poco o nada que ca política. De hecho, desde el mo- que hasta ahora se identificaba. El nú-
decir respecto de la dinámica de la mento en que el marxismo consigue cleo verdaderamente problemático de
economía capitalista que controla hoy explicar las razones de su propia cri- su nuevo enfoque (y que no puede,
sin rivales los destinos humanos”.9 sis (como práctica), ya no podría de- por lo tanto, admitir) radica en el he-
Ambas tendencias contradictorias cirse que se encuentra en crisis (co- cho de que la supuesta apropiación del
(la simultánea verificación de la de- mo teoría). En definitiva, Jameson le posmodermismo por parte de la iz-
rrota histórica del marxismo y la com- señala a Anderson la necesidad de quierda revolucionaria (la “proeza” de
probación de su superioridad teórica) destruir el marxismo como Verdad Jameson, que le permite reafirmar la
corren paralelas, a su vez, a una se- (como horizonte político práctico) a superioridad teórica del marxismo aun
gunda paradoja. A medida que Ander- fin de preservarlo como saber (lo que después de su destrucción como fuer-
son se aproxima a la conclusión ine- le permite finalmente arribar a la for- za histórica) se realice, paradójicamen-
vitable del “fin de la historia”, com- mulación del dilema con que abre la te, a partir de lo que hasta ahora venía
prueba también lo insostenible de las nueva serie de la New Left Review). denunciando como expresión y sínto-
teorías que afirman tal cosa. El ensa- En síntesis, la idea de una crisis ma de su descomposición. En última
yo final y más extenso de los que com- del marxismo como fenómeno acota- instancia, ello no hace más que poner
ponen A Zone of Engagement, “The do geográfica y temporalmente le ha- de manifiesto la precariedad de una
Ends of History”, está dedicado a tra- bía hecho posible, hasta aquí, asimilar empresa que pretende afincar certi-
zar el origen, trayectoria y fundamen- muchos de los motivos “posmoder- dumbres en la propia quiebra de Sen-
tos de dicho concepto, tal como apa- nos”, aunque sin admitirlos como ta- tido, construir saberes admitidamente
rece en el linaje que lleva de Hegel a les, evitando, al mismo tiempo, su con- privados de Verdad.
Fukuyama (pasando por Kojève), y re- secuencia obligada: la inviabilidad his-
velar sus aporías e inconsistencias. tórica del marxismo. La intervención
El concepto de “fin de la historia” de Jameson desbloquea finalmente la 9 P. Anderson, A Zone of Engagement, Verso,
se revela entonces como una noción- posibilidad de aceptar también esta in- Londres, 1992, p. xiv.
Un sublime atardecer
El comercio simbólico entre arquitectos y filósofos

Graciela Silvestri

22
vocan el desgrane de innumerables
metáforas similares: la radicalidad del
vacío, el vértigo, el terror del vidrio,
el fin del mundo. El texto adquiere así
un tono hiperbólico que remite a lo
sublime romántico: la apelación a lo
inmenso, lo repetitivo, lo insondable,
silencioso, trágico; el umbral del caos.
Sabemos que esta categoría román-
tica definió los destinos del arte mo-
derno. Fue este giro el que primero
eliminó de la novel estética otras ma-
nifestaciones del gusto, para después
desterrar del arte la mera belleza o el
goce terreno. Fue este giro, además,
el que estableció una relación concre-
ta entre arte y filosofía, en tanto en el
arte se manifestaría lo absoluto, la ver-
dad en sentido enfático. Así, leído el
texto después del 11 de setiembre, to-
do en él pareció anticipatorio; en es-
pecial los párrafos en que Baudrillard
llama a preservar la idea del Apoca-
I. La conversación largo del texto se visitan todos los lu- lipsis como la misión del intelectual.
gares comunes del campo actual de la La acción terrorista, tan “monstruosa
“Nada hay mejor que New York …nunca se arquitectura, por lo que bien podría y singular” como las propias torres ani-
hará algo mejor que esta ciudad, que esta arqui- considerarse un estado de la cuestión quiladas, pareció cumplir este destino.
tectura, que al mismo tiempo es un apocalipsis.
Yo amo esta figura completamente ambigua, a disponible para todo lector culto. Tam- Lo primero que extrañaría a un le-
la vez catastrófica y sublime de la ciudad, por- bién se reproducen en condensada ge- go es el entusiasmo del arquitecto por
que ha cobrado una fuerza casi hierática”. ografía muchos de los tópicos del pos- tales inflexiones del discurso filosófi-
estructuralismo francés en versión in- co. ¿Acaso la arquitectura no es una
La frase pertenece al libro Los ob- ternacional. disciplina constructiva por naturaleza?
jetos singulares, que recoge las con- La atención sobre el libro se con- Pero Nouvel no sólo cita como buen
versaciones de Jean Baudrillard con centró, obviamente, en las metáforas alumno las palabras de Baudrillard, de
Jean Nouvel –uno de los principales dedicadas a las torres gemelas, “dos Virilio (arquitecto también él), de De-
arquitectos franceses presentes en la bandas perforadas… que se clonan una
escena internacional–, edición de una de la otra”, anunciando, según Bau- 1 Jean Baudrillard, Jean Nouvel, Los objetos
drillard, una “época hiperreal”: ellas, singulares. Arquitectura y filosofía. Fondo de
de las tantas conversaciones entre ar- Cultura Económica, Buenos Aires, 2002. Edi-
quitectos y filósofos que tuvieron lu- y otros “monstruos” modernos –los ción francesa Casa de los Escritores y Escuela
gar en el último cuarto de siglo.1 A lo “objetos singulares” del título–, pro- de Arquitectura París-La Villette, 2000.
rrida, sino que las ilustra sin media- mente por esta constelación de ideas. nente revolución. Como reacción, se
ciones en su obra. Ofrece como ejem- No necesito decir que en todos los apeló a la autonomía: ella fue una de
plo reiterado su proyecto para la Tête casos se trata de apariencias: la arqui- las banderas clave en el giro de las
Défense de París, que obtuvo el se- tectura no puede evitar la constructi- principales poéticas arquitectónicas
gundo premio en el concurso de 1992 vidad; el uso de la geometría euclide- que algunos llamaron “posmodernas”.
para luego, sin aparentes contradiccio- ana en el proyecto o la gravedad que No es secundario recordar que el
nes, ser edificado en Tokio. Cuenta rige el espacio sublunar; los cálculos manifiesto posmoderno se verificó ini-
cómo intentaba poner en evidencia y precisos y los ingentes capitales para cialmente en arquitectura: Charles
criticar, en la obra, el sistema pers- ser construida. En la apariencia, hoy, Jencks declaró la muerte del moder-
pectívico albertiano, cuadriculando el parece jugarse el arte. nismo con la implosión del conjunto
horizonte con una trama tridimensio- habitacional Pruitt Igoe de Minoru Ya-
nal transparente, orientada hacia el masaki (el autor de las Gemelas), an-
ocaso (en Tokio se pone un sol artifi- 2. Contra la categoría tes de que Lyotard divulgara la cate-
cial). En esta obra se encuentran cla- de posmoderno goría. No es posible resumir aquí las
ves importantes del trabajo arquitec- múltiples valencias de este momento
tónico de estos diez últimos años: la Pero para ahondar los sentidos varia- que resultó fundante en los caminos
exhibición, o deconstrucción, o con- dos de esta conversación, habría que de la arquitectura finisecular. Algunas
testación radical de los propios instru- colocarla en línea con las paradojas posiciones entonces escandalosas, co- 23
mentos de formatividad arquitectóni- que instaló en el debate arquitectóni- mo la de los argentinos-neoyorquinos
cos, su lenguaje. co la noción de posmodernismo. La Agrest y Gandelsonas, dieron lugar a
La voluntad de ilustrar los límites situación en arquitectura parece bas- asunciones permanentes: con ímpetu
del pensamiento filosófico puede ha- tante alejada de las definiciones canó- adorniano plantearon la existencia de
llarse tanto en el repertorio del de- nicas del arte “posmoderno”: lejana de una arquitectura con minúsculas, la
constructivismo arquitectónico (el una aceptación gozosa de lo pequeño, arquitectura profesional, y una Arqui-
nombre es elocuente), en el repertorio espontáneo, inmediatamente compren- tectura con mayúsculas, la que real-
“minimalista”, y en el lenguaje de los sible, popular, banal o indistinto. Se mente contaba, que se resolvía sólo
jóvenes nacidos con el ordenador, que trata en todos los casos de una arqui- en proyecto, jamás en construcción
emulan cintas de Moebius, topologías tectura intelectual y no sentimental- material. Para ellos, salvar la especifi-
“no euclideanas”, “estructuras líqui- inmediata, que trabaja en una descon- cidad de la disciplina implicaba dife-
das”. Para todos, en fin, el desafío solada extenuación del lenguaje mo- renciar la tradición intelectual de la
consiste en sobrepasar el destino derno, una operación similar a la que arquitectura de la práctica profesional,
moderno, ejemplificado en el sistema el “manierismo” inició sobre el siste- técnica y normativa, reeditando así el
perspectívico, la abstracción cartesia- ma clásico. Esta labor interminable in- lugar de la arquitectura como arte en
na o la normativa geométrica de Mon- cluye, en el imaginario del arquitecto, tanto resistencia al presente mercan-
ge –colocados en dulce montón. De la posibilidad de la ruptura radical, que til. Esta duplicidad radical llevó con
manera que, a diferencia de las ver- trastornaría de una vez por todas los los años a las investigaciones arqui-
tientes expresionistas u orgánicas que corolarios del “movimiento moderno”: tectónicas que hoy se desarrollan en
contestaban la “razón occidental” des- cada pocos años algunos se arrogan la las escuelas más reputadas (Columbia
de el “alma” o desde la “naturaleza”, efectividad del hallazgo, desplazando en Nueva York, la Architectural As-
las tendencias de los últimos veinte lo inmediatamente anterior. Un gesto sociation de Londres), libradas deli-
años adhirieron sobre todo al progra- de desestimar el presente en función beradamente de cualquier interdicción
ma derrideano de abordar el lenguaje de un pasado arcaico o de una narra- material por fuera de la representación.
–palabra trasladada metafóricamente a ción del futuro que es plenamente mo- Escuelas que, debe aclararse, consti-
las artes visuales– a través de precisos derno. tuyen las usinas más importantes de
instrumentos científicos y técnicos que Al mismo tiempo, la arquitectura invención en la arquitectura actual.
les permitirían “designar rigurosamen- ha reforzado su autonomía disciplinar. En otros casos, la crítica al relato
te la pertenencia a la máquina que ellos La destrucción de las fronteras artísti- moderno adoptó los caminos de la me-
permiten construir”.2 cas o institucionales, la otra piedra de moria (el caso de Aldo Rossi es ejem-
En el ejemplo de Nouvel esta asun- toque en el discurso pro o anti posmo- plar) y también, en versiones irónicas
ción es literal; en otros casos se inten- derno, había sido conducida al límite y distantes, del mercado, en tendencias
ta dar el paso que sobrepasaría la tra- en la década del sesenta, en plena ex- que fueron desde el populismo de Ro-
dición, mostrando otra dimensión de pansión del modernismo, ya fuera a bert Venturi hasta el cinismo de Rem
constructividad (las “amorfas” geome- través del mito “interdisciplinario” que Koolhaas, siempre protestando contra
trías semejantes a papas, aerolitos, flu- conllevaba la planificación; de Disney- la imposición fáustica o la voluntad
jos magmáticos, realizadas por Greg landia o de las comunidades primiti- de tabula rasa de los arquitectos de la
Lynn, Kas Oosterhuis o Asymptote). vas como modelos populistas; o de la
Alegres o desconsolados, todos asu- acción política directa reemplazando 2. Jacques Derrida, De la Gramatología, Siglo
men un destino final indicado previa- la labor técnica, en espera de la inmi- XXI, Buenos Aires, 1970, pág. 20.
inmediata posguerra. Se trataba de dis- sobre poéticas y lenguajes específicos, cas, parecen intercambiables en la me-
cursos eminentemente intelectuales, para reinsertar las obras en un sistema dida en que cualquier estilo, cualquier
fraguados en una relación íntima en- de relaciones socioeconómicas más poética, terminaría engullida por el
tre historiadores, filósofos, literatos y amplio. No es necesaria gran perspi- “sistema”. El mismo juicio le alcan-
arquitectos. cacia para reconocer que filósofos y zaría a un cuadro de Kandinsky y al
El contraste más notable entre arquitectos conformaron una red que perrito de ligustro que custodia el Gug-
aquellas ideas iniciales y las de hoy aseguró el éxito de las operaciones genheim de Bilbao. No habría en la
radica en que entonces se era cons- constructivo-financieras en las ciuda- forma ningún tipo de verdad.
ciente de la apuesta política que se des colocadas en el circuito global. Sin embargo, todavía es posible in-
realizaba, en el marco de la apertura Tampoco para declamar que el autor terrogar las opciones formales en fun-
de la nueva izquierda. Los referentes se convirtió en una marca similar a la ción de las lógicas diferenciales de ca-
italianos, los más prestigiosos enton- de Armani –muchos estudios poseen da campo, y en cada caso concreto se
ces y sin duda los que desarrollaron una división publicitaria ad-hoc–, ope- encontrarán huellas bien diversas de
hipótesis de mayor interés, pertenecí- rando en el estrecho espacio que le la época. Por ejemplo, quienes como
an al área comunista crítica, y se ha- permite la complejidad técnica, finan- Fredric Jameson trabajaron sobre el
bían formado en experiencias comu- ciera y burocrática del problema urba- posmodernismo con acentos críticos,
nes, publicando en emprendimientos no. La lógica mercantil, en fin, inte- abordaron para ejemplificarlo una ar-
24 editoriales como Classe Operaia, Qua- gra directamente, como en el resto de quitectura profesional y desproblema-
derni Rossi o Contropiano, a fines de las actividades artísticas, su proceso tizada que siempre existió. Para los
los años sesenta. de ideación, para garantizar si no el arquitectos, es bien claro que el hall
El devenir en estos treinta años de estrellato buscado, al menos el trabajo de un hotel de Los Angeles no es ne-
algunas trayectorias de protagonistas –ningún artista existe hoy sin hacer cesariamente arquitectura, de la mis-
de entonces, como la de Massimo Cac- lobby invirtiendo en ello gran parte de ma manera que para un artista plásti-
ciari, puede ofrecer claves del estado su talento. De las transformaciones co no es necesariamente arte un cartel
actual de las cosas. Cacciari, como posmodernas, en fin, en el sentido de publicitario. No voy a entrar aquí en
afirmaba Franco Rella ya en 1982, sos- eliminar las fronteras entre la esfera una discusión que nos llevaría a la eter-
tenía en una mano a la Técnica y en económica y la artística, darían cuen- na pregunta acerca de lo que es o no
la otra a Dios: finalmente, fue para él ta los medios de publicidad de la ar- arte: sólo advierto que ignorar este de-
más importante, en su actividad de crí- quitectura, las revistas y publicacio- bate falsea desde el vamos las conclu-
tico, la línea Nietzsche-Heidegger, nes especializadas: de las austeras fo- siones de la investigación sociológica.
mientras su pasado progresista se ex- tos en blanco y negro, con abundantes Tomando seriamente la evidencia
presó en su trabajo como alcalde de textos argumentativos, que las confor- de la obra –no ella sola sino también
Venecia. Con la mano de la Técnica, maban hace no más de treinta años, se el mismo entramado histórico, parti-
Cacciari empujaba el cumplimiento del pasó al despliegue del papel ilustra- cular en cada caso, que la funda– pue-
Destino: la técnica consume el tiempo ción con fotos de colores brillantes, de recorrerse el proceso de formativi-
y en esta tarea, abandonada sin resis- simulaciones hiperrealistas logradas dad del objeto, y la trama en que se
tencias a lo que es, acelera su final. por el ordenador, breves textos edita- difunde, sin perder de vista que la obra
Aquello que quedaba fuera de cual- dos con divertidas tipografías sin rela- nunca se reduce sólo a él.
quier eficacia –buscado en indicios dé- ción sustancial con el contenido; pala- Emergen así cuestiones en las que
biles, indecibles– pertenecía a otro bras seductoras, que aluden al alambi- los estudios sociológicos apenas repa-
mundo: el del arte. cado discurso filosófico o científico raron. Por ejemplo, la importancia de-
Tal radical escisión, que emergía propuesto para cada obra. terminante que posee el programa en
también en otras posiciones, como la Claro que en la arquitectura esta la conformación arquitectónica. El pro-
ya ilustrada de Gandelsonas-Agrest, situación de articulación con el poder grama predetermina el material con el
tuvo consecuencias importantes en la siempre fue explícita, desde que no es que el arquitecto trabaja, y en conse-
filosofía de los arquitectos que inicia- posible construir por fuera de las re- cuencia establece límites claros para
ron la crítica de sus propios instru- des concretas de producción, con gran- la forma. Es el momento clave de tra-
mentos en sede político-intelectual, pa- des movimientos de capitales y/o apo- ducción de requerimientos sociales y
ra luego, arrinconados entre las desi- yo estatal. Su actividad siempre fue políticos amplios en un destino preci-
lusiones de la izquierda y la brutalidad productiva en el sentido canónico de so para el futuro objeto o sector am-
de las nuevas condiciones globales, Marx, y por esto muchos la separaron biental. Ahora bien: lo que resulta re-
atrincherarse en una versión de la Ar- del arte autónomo en su definición mo- velador y paradójico al mismo tiem-
quitectura casi decimonónica (aparien- derna. En todo caso, estas condicio- po, es que los mejores trabajos de los
cia, autor-genio, autonomía, efectos su- nes históricas se encuentran hoy desa- arquitectos actuales se despliegan en
blimes de la obra única). rrolladas con inusual intensidad. programas representativos y por en-
La situación de la arquitectura ac- Tales constataciones sociológicas de, públicos. Museos y centros cultu-
tual puede estudiarse por cierto desde dicen mucho y a la vez nada: compar- rales, sedes de gobierno, piezas urba-
otro ángulo, retirándose la discusión tidas por todas las disciplinas artísti- nas llamadas a determinar el carácter
de la ciudad, pabellones de exposición, to central de la mecánica social; y der institucional o político que ellos
parques temáticos: en vano buscare- cuando paralelamente se iniciaron las mismos dicen querer abolir.
mos publicados trabajos sistemáticos críticas a su voluntad fáustica, resul-
de interés sobre tipologías de habita- tando la arquitectura metáfora de ór-
ción masiva, modelos de intervención denes terribles vinculados con la lu- 3. Arte y filosofía
ambiental o urbana, técnicas de cons- minosa razón, tan ominosamente lu-
trucción de infraestructuras estables o minosa después del hongo atómico. No Volvamos al núcleo que, a mi enten-
móviles. Estos aspectos fueron entre- resulta extraño que los repertorios ac- der, define ideológicamente la arqui-
gados al urbanismo, a la ingeniería, al tuales evoquen cercanamente las obras tectura de hoy: la relación fundante
housing: saberes específicos y alta- de aquel período: las “nuevas geome- entre los genéricos postulados de una
mente especializados. No es que el ar- trías” del pabellón Philips de Le Cor- constelación filosófica y el deliberado
quitecto de hoy no utilice los materia- busier-Xenakis; las fragmentaciones abandono, por parte del discurso ar-
les que constituyen la nueva revolución expresionistas de Scharoun en la quitectónico, de la necesidad de ma-
técnica o no atienda a las condiciones Sinfónica de Berlin; el silencio “mini- nejar con igual creatividad y potencia
concretas del encargo. Utilizan este malista” de las torres de Mies van der otros aspectos decisivos en su trabajo.
material sin que sea determinante en Rohe. Por oposición, la voluntad de Este abandono no es irreflexivo y ja-
la producción de la forma: lo determi- repensar las condiciones de vida de la más pudo ser absoluto; pero constitu-
nante es la analogía con el discurso 25
filosófico, que apunta a problemas on-
tológicos. Quienes hablan del ocaso
de lo público analizando un centro co-
mercial norteamericano eluden el de-
safío que significa pensar cómo, de
manera paradójica, la mejor arquitec-
tura de los noventa se expresó en pro-
gramas públicos. Claro que podemos
decir que la esfera pública murió en el
siglo V aC, o después de la breve vida
de la ciudad comunal italiana, o en el
siglo XVIII: pero esto nos cerraría por
completo la posibilidad de pensar en
la escala actual del mundo. Nuevamen-
te, nos encontraríamos en las puertas
del Apocalipsis, sin poder diferenciar
las apuestas radicalmente distintas de,
por nombrar tres modelos de estrate-
gias urbanísticas últimas, Barcelona,
Berlín y Buenos Aires. No se abando-
nó la sustancia pública: si compara-
mos con las propuestas radicales de
entreguerras en el siglo XX, se aban-
donó la necesidad de redefinir los pro- mayoría expresada eminentemente en ye una apuesta política que pocos ad-
gramas arquitectónicos en un sentido el programa vivienda encontró su úl- vierten. Los arquitectos se desplazan
social y político, de cubrir las necesi- timo episodio brillante en ocasión de en un mundo planteado de manera
dades básicas de la mayoría y trans- la expo-IBA de Berlín, de 1983. drásticamente dual, ya que todo inten-
formar la vida de manera que se con- Con desvíos y perplejidades, la ar- to de articulación con el presente, co-
sideraba progresista. quitectura fue centrándose exclusiva- mo no sea en los términos cínicos de
Otra paradoja nos espera si trata- mente en uno solo de los aspectos que Koolhaas o de Zaera Polo, resultaría
mos de identificar los inicios de esta definen su acción, aquel que las van- un “mero consuelo”. Son los más efi-
sensibilidad. Si quisiéramos estable- guardias más radicales habían desesti- caces en la inserción productiva de su
cer un momento en el que las certezas mado: el comercio simbólico que en trabajo, y simultáneamente los más
vanguardistas fueron puestas en jaque, términos clásicos se llamaba belleza, preocupados por el abismo de un su-
debemos retroceder a la segunda pos- y que luego fue sucesivamente reem- puesto destino en el que nunca termi-
guerra: cuando, por un lado, el arqui- plazado por palabras tales como len- nan de caer. Sus proyectos y obras pre-
tecto descubrió que los valores sim- guaje, forma simbólica, imagen, etc. tenden la sublimidad de lo póstumo o
bólicos establecidos en larguísimos pe- La práctica de los arquitectos-estrella de lo radicalmente nuevo, y al mismo
ríodos no podían ser abolidos de un de hoy se resume en establecer una tiempo se integran, sin resquicios, al
plumazo, porque constituían un aspec- imagen poderosa y distintiva del po- repertorio de un público ya educado
por un siglo de explosiones visuales. políticos, en las dimensiones exigidas, constructivismo arquitectónico en el
De las heterogéneas corrientes de los edificios elocuentes se apoyan en MoMA, algunos de cuyos protagonis-
pensamiento posibles, el discurso ar- la grandeza que, bien se sabía, es la tas constituyen hoy la generación ma-
quitectónico de los últimos diez años clave de lo sublime: no intentan mini- yor del star system. Poco más tarde,
descansó en las líneas supérstites del mizarla como sus antecesores de los el concurso del parque de La Villette,
posestructuralismo presentado para el sesenta. Y además, porque la arqui- que ganó Bernard Tchumi con un pla-
consumo masivo de la academia nor- tectura siempre fue un arte altamente no de tramas cartesianas agujereado
teamericana, donde con gran entusias- abstracto en sus operaciones de mí- por folies que las contestaban, es ala-
mo fue incorporado como relato ma- mesis, las imágenes extrañas no sólo bado por Jacques Derrida, que en un
estro en los estudios literarios y cultu- no violentaron la recepción pública, brillante ejemplo de prolepsis refren-
rales. Pero la arquitectura no se detuvo sino que fueron acogidas con inme- da en lenguaje filosófico el proyecto
en cuestiones políticas tales como el diato entusiasmo. de Tchumi. Que la folie, literalmente
género, el multiculturalismo o la su- La carga filosófica se hizo más pe- locura, sea en arquitectura un género
balternidad, sino que atacó directamen- sada que nunca, al revés de lo que nada extraño, bien establecido en los
te problemas de densidad ontológica: Danto previó, y ese peso aparece en parques pintorescos decimonónicos, no
el tiempo, el espacio, los cuerpos, la íntima vinculación con lo visual. La parece quitarle su valor puramente li-
ciencia que funda sus instrumentos es- obra debe proponer significados que terario a la idea de que constituye “lo
26 pecíficos. excedan su eficacia utilitaria, técnica otro”. El ensayo de Derrida se utilizó
Precisamente por la autonomía al- y aun de sensibilidad, y ellos no de- como propaganda para el futuro par-
canzada, la arquitectura recorrió otros ben aludir sólo a cuestiones como la que temático.4
caminos que los resumidos para sus memoria pública, la representación pri- El ejemplo más sofisticado de esta
“artes hermanas”. Algunos críticos vada, o el interminable diálogo con su época es el Museo Judío de Berlín de
norteamericanos, como Arthur Danto, propia tradición histórica, sino a la pre- Daniel Libeskind (arquitecto, músico
saludaron con optimismo esta situa- sentación de verdades nunca alcanza- y posgraduado en Historia y Filoso-
ción. “Con la llegada de la filosofía al bles –el espíritu del lugar, la condi- fía). En la visita al edificio se proyec-
arte –dice Danto– lo visual desapare- ción del presente, el vacío que antece- ta un video en el que se explica, punto
ció: era tan poco relevante para la de a la creación, la disposición de la por punto, de qué manera cada espa-
esencia del arte como había probado materia universal, etc. cio debe ser interpretado. La planta es
ser lo bello”. Para que exista hoy arte, Esto convirtió virtualmente a los una deconstrucción de la estrella de
agrega, no es necesario siquiera que arquitectos-estrella en filósofos aficio- David; y alude en diversas estaciones
exista un objeto: arte es lo que hacen nados, mirados con desconfianza por al jardin de rosas bíblico, a la escalera
los autoconsiderados artistas y puede los filósofos “verdaderos”, que sin em- de Jacob del Antiguo Testamento, a
ser, literalmente, cualquier cosa; el ar- bargo, en muchos casos se apresura- Moisés y Aarón, la sugerente opera de
te se ha fundido, por fin, con “la vi- ron a ocupar el lugar de máximas au- Schönberg, a Calle de una sola direc-
da”. La filosofía habría liberado al ar- toridades críticas. Porque en tanto ya ción de Benjamin, a las líneas de la
te de una pesada carga (desde enton- no importaba, para juzgar una obra, el mano, al silencio de la página en blan-
ces, los artistas “fueron libres para conocimiento de las mecánicas espe- co, a la fractura de la historia. La for-
hacer arte en cualquier sentido que de- cíficas de la construcción de tal o cual ma es un palimpsesto tan explicado
searan, por cualquier propósito que de- forma, la familiaridad con la historia como la arquitectura parlante de la
searan, o sin ningun propósito”).3 de esa precisa disciplina, la resolución Ilustración.
Compara este mundo ideal con la pro- de los aspectos concretos de la vida Claro que la escalera de los ánge-
mesa de Marx en la crítica de la eco- que la obra viene a enfrentar –meros les soñada por Jacob es una reinter-
nomía política: la realización autóno- accidentes– ¿quién más calificado que pretación de la escalera de Melnikov
ma del hombre. un filósofo para separar lo verdadero en el pabellón soviético en la exposi-
Dudo mucho que tal sea la situa- de lo falso? ción de París de 1925. Libeskind, co-
ción actual de las artes visuales: y por Revisemos algunos casos glamo- mo gran parte de los arquitectos des-
cierto no lo es en arquitectura. Lo “vi- rosos de la década del noventa. Algu- de los tempranos 60, es deudor de esa
sual” no desapareció, sino que redo- nos, como Daniel Libeskind, Peter Ei- potente corriente de investigación for-
bló su importancia. La mayor parte de senman, Coop Himmelblau, Frank mal de la arquitectura soviética de van-
los arquitectos-estrella son buscados Ghery, aparecen estrechamente liga- guardia, la más revulsiva en la reno-
por el poder público o privado en tan- dos al debate de una década atrás, en vación de las bases de la arquitectura
to la retórica visual constituye un pe- la que la filosofía estableció las coor-
so ineludible en la economía de las denadas programáticas que la arqui- 3. Arthur C. Danto, Después del fin del arte. El
ciudades. La elocuencia se reinstaló tectura habría de seguir, y ésta encon- arte contemporáneo y el linde de la historia,
con fuerza, y las analogías se estable- tró un camino formal que, abandonan- Paidós, Barcelona, 1999.
4. Sobre el proceso de promoción de La Villette,
cen, hoy, con un mundo que excede do las recurridas citas historicistas, cfr. Robin Evans, The Projective Cast.
lo “meramente humano”. Movidos por anunciaba nuevos órdenes. En 1988 Architecture and its Three Geometries, MIT
el mismo carácter de los programas se instaló la famosa exposición de de- University Press, 1995.
clásica. Aquella experiencia breve gunos se entregaron, guiados por la lito de Jean Nouvel para la exposición
constituye una especie de paraíso per- misma escuela, a la elocuencia “cien- suiza en Murten, enorme cubo de 34
dido de los arquitectos progresistas: tífica”, como los citados Greg Lynn o m de lado recubierto de una malla de
lo que pudo ser y no fue, aplastado Kas Oosterhuis, que intentaron ingre- acero oxidado y anclado en un lago,
por Stalin. Pero esta referencia inter- sar con la ayuda del ordenador varia- pareciera un manifiesto de aquellos
na no se comenta jamás, ni se trabaja bles de otras geometrías, aspirando a contundentes objetos singulares –ar-
a fondo, ya que el discurso formal replantear también la articulación es- quitecturas hechas a partir de “reglas
debe presentarse como nuevo, inspi- pacio-tiempo que tradicionalmente ins- simples, sanas, salvajes y radicales”–
rado sin mediaciones por ese mix de piró la tradición moderna. Pero de ma- que pide Baudrillard. El monolito está
referencias literarias cultas. El meca- nera confusa: cambio y tiempo pare- tejido con estos discursos tanto como
nismo por el cual Libeskind se vin- cen la misma cosa; dinámico y con los modernos materiales y técni-
cula con la filosofía, con la literatura estático, estados antagónicos; armonía cas, porque es un objeto de arquitec-
o con la ciencia, no puede ser más significa sólo poder, y transformación tura y no un monolito de la isla de
que analógico, que es la manera en orgánica, olvidando a Darwin, liber- Pascua. Y no deja de llamar la aten-
que la arquitectura procesa con sus tad; el abuso de conceptos fisicomate- ción que la alternativa que hoy intenta
propios instrumentos notas musicales máticos como indeterminación o geo- desandar la experiencia de la arqui-
o palabras. metría fractal llevaría a Sokal a un tectura parlante de los primeros no-
Penetrando en esta lógica de cons- festín. No pasa desapercibido que el venta no pueda menos que elegir, una 27
trucción aparecen otros problemas. A material científico abordado es, en es- vez más, lo austero y masculino en
pesar de que Libeskind declama su dis- tas literales alturas por fuera del mun- sus metáforas visuales. El cubo de Nou-
ponibilidad respetuosa ante el vacío do terreno, tan sublime como las pro- vel es más clásicamente sublime que el
que deja la historia judía en Berlín fundidades del Ser. dinosaurio de Gehry: ofrece, otra vez,
–ominoso vacío que jamás podrá ser Una tercera vía más o menos reco- la palabra sustancial de la Selva Negra
colmado–, este museo destinado a al- nocible ha protestado contra tal reduc- a través de nuevas metáforas.
bergar infinidad de memorias concre- ción literaria o “científica” de la ar- Por caminos tortuosos, pero bien
tas, las expulsa. No sólo porque fun- quitectura, que excluye la posibilidad identificables, la arquitectura vuelve una
cionalmente los espacios no están pen- de que el arte cuide el confuso pero vez más a Heidegger. La filosofía pos-
sados para la exposición, sino porque potente espacio de lo que existe por terior se encargó de alterar las metáfo-
aparecen tan completos de sentido que fuera de las alusiones metafóricas. Se ras que evidenciaban con demasiada ob-
clausuran la posibilidad de agregar na- trata de diferentes estrategias no siem- viedad su vinculación con el pasado
da. Como el museo de Frank Gehry pre homologables (la voluntad tectó- nazi, pero el aire de consumación ca-
en Bilbao, es monumento más que ar- nica de Zumthor o Herzog-de Meu- tastrófica de los tiempos, que tal vez
quitectura: se basta a sí mismo, con la ron, el rigor de Pawson o del último nunca se resuelva ya que no depende
presencia del autor-artista que devora, Nouvel, el retome de la ascética tradi- de voluntades humanas sino de la re-
para decirlo con las remanidas pala- ción japonesa de Shigeru Ban), pero velación del Ser (distinto, claro, de los
bras de la filosofia que lo sustenta, lo las distingue cierta severidad, cierto entes); el desprecio por la extensión de-
otro de sí. No existen diferencias en cuidado en los detalles, cierta volun- mocrática de la cultura, o por los acci-
este punto con las últimas produccio- tad matérica contrapuesta al show de dentes de la historia; y la puesta en
nes lecorbusieranas (la mano abierta las imaginerías “deconstructivistas”. forma de tales discursos que, como
de Chandigarh) o wrightianas (el Gug- Aparece ligado con el arte “intransiti- planteaba Bourdieu en un temprano tra-
genheim de New York). Sí con las mo- vo” de los sesenta (Donald Judd, Ro- bajo, oculta los elementos rechazados,
dalidades respetuosas de intervención bert Morris, Carl André, Frank Stella: señala el núcleo desplegado.6
de Franco Albini o Carlo Scarpa en “lo que ves es lo que es”), y por cierto El ensayismo fragmentario en el
los museos italianos, en donde éstas con la larga tradición miesiana, en su que la articulación entre posestructu-
se retiran para dejar aparecer tal cua- oposición silenciosa y resistente al ralismo francés, de cuño lingüístico, y
dro o tal estatua. Claro que esto tiene consumo visual. filosofía heideggeriana, se tradujo en
que ver con la modalidad de curación Claro que tal cosa como lo que ves divulgaciones europeas y norteameri-
museística actual: ni Libeskind ni es lo que es no existe: una rosa es una canas, contribuye a la seducción que
Gehry sabían, como sabían Albini y rosa y es todo lo que se dijo de ella. ejerce sobre la arquitectura, histórica-
Scarpa, qué y cómo se iba a exponer. Bajo el rótulo de “minimalismo”, tal mente ávida de metáforas –porque a
En el Guggenheim de Gehry puede corriente resultó una de las más di- partir de las metáforas y no de los ar-
haber cuadros, motocicletas o trajeci- fundidas tendencias de decoración de gumentos opera en su capacidad sim-
tos de Armani. El museo actual se ha- interiores sofisticados. Pero además, bólica. Los tópicos en que insiste Bau-
ce fuerte en la marca de autor ante el es esta inflexión en sus programas más
vacío de la exposición. severos la que encantó a filósofos co-
5. Jean Baudrillard, Jean Nouvel, op. cit., pág. 9.
Las generaciones más jóvenes de mo Baudrillard o Cacciari: encarnan, 6. Pierre Bourdieu, “La ontología política de
los noventa trataron de separarse de por así decirlo, la radicalidad de la Martin Heidegger”, en Campo de poder y campo
tal excesiva elocuencia literaria. Al- nada.5 Un ejemplo reciente, el mono- intelectual, Folios, Buenos Aires, 1983.
28

drillard en el 2000 (la utopía del fin que el ser se despliegue, cuidándolo, plicancias de la noción misma de ha-
del mundo; el desprecio por la cultura cultivándolo, admitiendo su aparición bitar que se erigía en contra de un
democrática, ilustrada, evitando toda en la comprensión de la cuadratura concepto básico del repertorio moder-
reconciliación posible; la homogenei- tierra y cielo, divinos y mortales. Só- no, pocos años atrás teorizado por su
zación del ciclo “moderno” referido a lo se habita poéticamente, afirmó Hei- principal publicista, Sigfried Giedion:
tiempos larguísimos, de Aristóteles en degger: y los arquitectos encontraron la noción de espacio. Con este ataque
más; la irrupción misteriosa de “lo en esto una reparación para las bús- elíptico al ala triunfante de las volun-
nuevo”, vinculada con la catástrofe), quedas artísticas que parecían cance- tades modernas, Heidegger desautori-
no se mueven de esta esfera. ladas por la técnica. zaba de paso las vertientes políticas y
Dijimos que el punto de quiebre En aquella breve conferencia, Hei- técnicas de la arquitectura de pregue-
inicial debería indagarse en la segun- degger retomó temas trabajados en la rras, las Siedlungen de la Frankfurt so-
da posguerra: y todo el recorrido de la década del treinta, convenientemente cialdemócrata construidas para quie-
arquitectura de la segunda mitad del remozados, como el llamado de la tie- nes carecían de casa, de sustento y de
siglo XX está marcado, como otra pa- rra en El origen de la obra de arte –la lugar; las casas comunes soviéticas que
radoja más en este campo autoconsi- tierra como morada, y el habitar en la afrontaban la transformación de la fa-
derado, aún, progresista, por Heideg- intimidad con el origen.7 Pero de ha- milia burguesa y el cambio de estatuto
ger. De los sugerentes escritos breves ber consistido sólo estos artículos en de la mujer; los Höfe rojos vieneses
de posguerra se detaca el llamado a una elíptica llamada a las raíces no que resitieron a la invasión nazi; la
los arquitectos en la difundida confe- hubieran causado la fascinación que voluntad de mejorar la vida cotidiana
rencia de 1951: Construir, habitar, causaron –que causan– en el campo con redes sanitarias y transporte pú-
pensar. El problema, decía entonces arquitectónico. Se trata de la seduc- blico; la oposición, en fin, a las jerar-
Heidegger con provocación vanguar- ción oscura de una palabra poética quías establecidas. Elfridge volvió a
dista, no radica en la mera falta de trasladada a sede filosófica, ambigua cocinar y Heidegger a pensar en su
vivienda, sino en que ya no sabemos y resistente a la argumentación, des- cabaña de la Selva Negra, aunque los
habitar. De un plumazo solemne de- cansando en metáforas que remiten a arquitectos rechazaron el reloj cucú.
sautorizó el entusiasmo social y cien- arquitecturas: puentes, casas, chime- La recepción de estos artículos es-
tífico-técnico del urbanismo de enton- neas, caminos. tá mediada por el pensamiento fran-
ces y trasmutó los problemas en cues- La clave de la inversión que se cés –que guardó fielmente la doble vía
tiones sagradas. Construir es habitar, operó en estos años no radica en la 7. Cfr. Luis Rossi, “‘Tierra’ e historicidad en El
habitar es la manera en que los mor- llamada a la tierra ni en las versiones origen de la obra de arte”, Deus Mortalis 1,
tales están sobre la tierra, permitiendo sobre la autenticidad, sino en las im- Buenos Aires, 2002.
de la razón implacable y de la fasci- atienden a las técnicas, materiales que Baudrillard parece cumplida, en el des-
nación por misterios insondables. Así, atienden a los usos sociales, materia- precio de lo concreto y la disolución
mientras en la década del 60 los ar- les que atienden a la ambigua, confu- en apariencias, cuando lo que se ense-
quitectos adoptaron la versión antro- sa pero poderosa zona de la sensibili- ña en frases persuasivas y crípticas es
pológica o existencial del impacto hei- dad –que antes permanecía bajo el que eso real, la cosa, no es sino un
deggeriano, lentamente se desplegaron rótulo de belleza. En la misma produc- radical vacío. Pero además, el discur-
otros problemas, eminentemente el del ción de esta forma se devela un traba- so público de la arquitectura parece
lenguaje traducido, en arquitectura, en jo complejo en el que “el autor” care- agotado cuando debe enfrentar no hi-
la crítica a sus instrumentos geométri- ce de absoluto control. pérboles filosóficas, sino catástrofes
cos tradicionales. La marca actual de La forma arquitectónica cumple de reales: nadie sabe qué hacer en el
Heidegger permanece, para usar la me- manera diferente al resto de las artes ground Zero.
táfora de Bourdieu, como la cara ocul- –ya que articula también lo que ellas Podemos preguntarnos, suponien-
ta en el follaje. kantianamente expulsaron, el interés– do que el monopolio del pensar no lo
Lo Sublime actual transporta sig- la promesa o la ilusión que para Ador- tiene la filosofía, si se trata de un des-
nificados poco evidentes. Opone a la no debía guardar la forma artística (“la tino que carece de solución y así debe
mercadocracia una sustancialidad que síntesis no violenta de lo disperso”): ser vivido como ocaso, o si estamos
reedita con mayor énfasis el relato que que el liberarse de la heteronomía de girando ciegos alrededor de un pensa-
tantos se afanaron en deconstruir: el la materia no implicara falta de liber- miento mágico y sugerente. Pareciera 29
relato del genio y de la originalidad; tad para lo distinto, sino un nuevo cumplirse hoy la vulgata hegeliana so-
el relato de la obra única cuya fuerza equilibrio, una nueva dignidad, una bre la muerte del arte asesinado por la
consiste en instalarse, al principio o al utopía de reconciliación nunca cum- palabra filosófica –que era para Hegel
final de su camino, en un espacio que plida que recuerde, también, la propia palabra de Estado–, sin la alegría de
recusa cualquier elemento tipológico, fragilidad humana. librarse de tan pesada carga que Dan-
ideológico o normativo (histórico-dis- La apariencia simbólica del objeto to supone. La situación, más que ha-
ciplinar, en fin) que lo constituya; de engulló toda otra consideración. En es- cernos pensar en la seriedad de estas
la oposición a lo repetitivo, a lo ma- ta apariencia, sólo desplegable en pro- palabras, nos recuerda su funcionali-
sivo, o a lo simplemente bello, gra- gramas públicos cuyo destino y mag- dad para estos tiempos. Debiéramos
cioso o placentero. nitud requieren una retórica enfática, arriesgar la hipótesis de que tal no es
Las paradojas parecen el estado ac- no pueden sino estar las huellas de un destino sino una perversa ilusión,
tual de las cosas: Baudrillard critica a este olvido. Como contracara, los pro- que mira como Orson Welles miraba
la arquitectura actual por pensar de- blemas del habitar concreto se entre- en El tercer hombre, desde la rueda
masiado, “tener demasiadas ideas” (es- garon a burocracias estatales, a gran- del parque de diversiones, a las perso-
tá claro que las ideas las tiene el filó- des estudios profesionales, o a servi- nas como hormigas.
sofo). Con esto cierra el círculo (co- cios técnicos que repiten con escasas Esta relación arquitectura-filoso-
mo antes lo cerraron Cacciari, preguntas y total docilidad estrategias fía cumple, en fin, el destino del “co-
Vattimo, Derrida): condena cualquie- asentadas. En este aspecto sí se operó nocimiento sensible” que, al definir-
ra de los caminos reflexivos hasta aho- un corte importante con la generación se desde fines del XVIII en sede fi-
ra realizados, cuando los arquitectos también llamada posmoderna que, con losófica, redujo obras y teorías
se convencieron de que en desestimar claros sentidos políticos, abrió la ar- particulares a su horizonte; una con-
los problemas concretos estaba el co- quitectura a múltiples reflexiones, no tracara cómoda por carecer de puen-
razón de su disciplina. La filosofía ac- únicamente filosóficas, para escapar tes de reforma, puentes políticos, de
tual, y sus derivados, invitan a los ar- del pantano del international style y la banalidad desplegada por la profe-
quitectos a abrirse a la absoluta nove- del housing masivo. sión que enfrenta soluciones cotidia-
dad que llega no como trabajo, sino Hoy le resulta imposible al arqui- nas. La arquitectura contemporánea
como iluminación. tecto enfrentar, con la misma creativi- que más se publicita descansa en esta
Por cierto, estamos atados a esta dad con que inventa nuevas imáge- hiperbólica “verdad”: por eso su tra-
historia: el arquitecto actual ya no es nes, programas político-sociales, co- bajo de Sísifo con el lenguaje, por
la figura fáustica que confiaba en el mo resulta dolorosamente obvio en eso su apuesta a lo grandioso monu-
progreso técnico, o que suponía que lugares como los nuestros: imposible mental, por eso su sublimidad. La ar-
la revolución podía reemplazarse con pensar en la vivienda informal o la quitectura, la más concreta de las ar-
saludable arquitectura, o que respon- ausencia de techo, imposible pensar tes, se ha abandonado al terreno de
diendo a la función alcanzaría la be- en alternativas a la forma urbana co- la palabra metafísica, lo que inevita-
lleza –si alguna vez tales personajes mo no sea el seguimiento estrecho de blemente da como resultado, en los
existieron. Lo que aún no se ha perdi- las leyes del mercado, imposible en- ambiciosos programas público-repre-
do, en medio de tantas transformacio- frentar problemas ecológicos sin es- sentativos, un despliegue de la retó-
nes, es la clave de la forma arquitec- grimir un discurso fundamentalista o rica del poder. La lechuza de Miner-
tónica, que descansa en la concor- un discurso high tech. En este senti- va ha desplegado sus alas en este te-
dancia de lo distinto: materiales que do, claro que la época hiperrreal de rrible (ah, pero Sublime!) atardecer.
Espacio, poder y saber
Reportaje de Paul Rabinow a Michel Foucault

30
pe. No quise decir que la arquitectura
no era política antes del siglo XVIII y
que sólo llegó a serlo a partir de esa
época. Quise decir que, a partir del
siglo XVIII, se desarrolla una refle-
xión sobre la arquitectura como fun-
ción de los objetivos y de las técnicas
de gobierno de las sociedades. Apare-
ce una literatura política que se inte-
rroga sobre lo que debe ser el orden
de una sociedad, lo que debe ser una
ciudad, teniendo en cuenta la exigen-
cia del mantenimiento del orden, y
también que hay que evitar las epide-
mias, las revueltas, promover una vi-
da familiar apropiada y conforme a la
moral. En función de estos objetivos,
¿cómo se debe concebir la organiza-
ción de una ciudad y, a la vez, la cons-
trucción de una infraestructura colec-
tiva? ¿Cómo deben construirse las ca-
sas? No pretendo decir que este tipo
de preguntas no se formulen hasta el
La entrevista de Paul Rabinow a Foucault muestra la contracara de las siglo XVIII; digo solamente que re-
conversaciones entre filósofos y arquitectos, que se presentan como cién entonces tiene lugar una reflexión
confirmación de algunos lugares comunes o forman parte de la promoción de profunda y general sobre estas cues-
estrellas en ambas disciplinas. Por el contrario, Foucault aportó nuevos tiones. Si se consulta un informe po-
elementos en su diálogo con la arquitectura, el urbanismo o la geografía, licial de la época –los tratados consa-
cuestionando las interpretaciones facilistas de sus propias ideas. grados a las técnicas de gobierno–, se
comprueba que la arquitectura y el ur-
banismo ocupan un lugar muy impor-
Paul Rabinow: En una entrevista que sido antes, por ejemplo bajo el Impe- tante. Eso es lo que quise decir.
concedió a los geógrafos de la revista rio romano. ¿Cuál sería la particula-
Hérodote, usted dijo que la arquitec- ridad en el siglo XVIII? En la Antigüedad, en Roma o en Gre-
tura se vuelve política a fines del si- cia, ¿cuál era la diferencia?
glo XVIII. Sin embargo, ya lo había Michel Foucault: Mi formula era tor-
En lo que concierne a Roma, el pro-
blema gira alrededor de Vitruvio. A
“Space, Knowledge and Power”, entrevista realizada en 1982 y publicada en Paul Rabinow, The
Foucault Reader, Nueva York, 1984. Aquí se publica de acuerdo a la versión francesa, traducida
partir del siglo XVI, Vitruvio se vuel-
por Pablo Blitstein y Tadeo Lima. ve objeto de una reinterpretación, pe-
ro en el siglo XVI –y seguramente Pienso que está relacionado con cier- do, de la tradición parlamentaria y, por
también en la Edad Media– se hacen tos fenómenos –por ejemplo, la cues- el otro, de una tradición de autonomía
muchas consideraciones que se empa- tión de la ciudad y la idea, claramente local, comunal –para no mencionar el
rentan con las de Vitruvio; y que, por formulada a comienzos del siglo XVII, sistema religioso.
lo tanto, pueden considerarse como de que el gobierno de un gran Estado, Podemos situar a Napoleón casi
“reflexiones sobre”. Los tratados con- como Francia, debe, en última instan- exactamente en el punto de ruptura en-
sagrados a la política, al arte de go- cia, pensar su territorio según el mo- tre la vieja organización del Estado de
bernar, a lo que es un buen gobierno, delo de la ciudad. La ciudad deja de policía en el siglo XVIII (entendido
no incluían, en general, capítulos o percibirse como un lugar privilegiado, naturalmente en el sentido que evoca-
análisis sobre la organización de las como una excepción en un territorio mos acá, y no en el sentido de Estado
ciudades o sobre la arquitectura. La constituido de campos, de bosques y policíaco tal como lo conocemos hoy)
República de Jean Bodin no contiene de caminos. De ahora en más, las ciu- y las formas del Estado moderno, de
comentarios detallados sobre la fun- dades ya no son islas que escapan al las que fue el inventor. En todo caso,
ción de la arquitectura; en cambio, hay derecho común. De ahora en adelante, parece que en el curso de los siglos
cantidad de comentarios al respecto en las ciudades, junto con los problemas XVIII y XIX se hubiera abierto cami-
los tratados de policía del siglo XVIII. que suscitan y las configuraciones par- no –con bastante rapidez en lo que
ticulares que adoptan, sirven de mo- concierne al comercio y más lentamen-
¿Usted quiere decir que existían téc- delo a una racionalidad gubernamen- te en todos los demás dominios– la 31
nicas y prácticas, pero no discursos? tal que se aplicará a todo el territorio. idea de una policía que lograría pene-
Hay toda una serie de utopías o de trar, estimular, reglamentar y tornar ca-
No dije que los discursos sobre arqui- proyectos de gobierno del territorio si automáticos todos los mecanismos
tectura no existían antes del siglo que toman forma a partir de la idea de de la sociedad.
XVIII. Ni que los debates sobre la ar- que el Estado se asemeja a una gran Desde entonces, se abandonó esa
quitectura antes del siglo XVIII care- ciudad; la capital es su plaza mayor, y idea. Se invirtió la cuestión, se la dio
cían de dimensión o de significación los caminos, sus calles. Un Estado es- vuelta. Ya no nos preguntamos cuál
política. Lo que quiero subrayar es que tará bien organizado cuando un siste- es la forma de racionalidad guberna-
a partir del siglo XVIII todo tratado ma de policía tan estricto y eficaz co- mental que llegará a penetrar el cuer-
que considere la política como el arte mo el que se aplica en las ciudades se po político hasta sus elementos más
de gobernar a los hombres tiene uno o extienda sobre todo su territorio. Al fundamentales. Sino más bien: ¿cómo
varios capítulos sobre el urbanismo, principio la noción de policía desig- es posible el gobierno? Es decir: ¿qué
los abastecimientos colectivos, la hi- naba únicamente un conjunto de re- principio de limitación se debe aplicar
giene y la arquitectura privada. Estos glamentaciones destinadas a asegurar a las acciones gubernamentales para
capítulos no se los encuentra en las la tranquilidad de una ciudad, pero en que las cosas adopten el giro más fa-
obras consagradas al arte de gobernar este momento la policía se vuelve el vorable, para que se adapten a la ra-
del siglo XVI. El cambio tal vez no se tipo mismo de racionalidad para el go- cionalidad del gobierno y no necesi-
encuentre en las reflexiones de los ar- bierno de todo el territorio. El modelo ten intervención?
quitectos sobre la arquitectura, pero es de la ciudad pasa a ser la matriz desde Y aquí aparece la cuestión del libe-
muy perceptible en las reflexiones de la cual se producen las reglamentacio- ralismo. Ya se había vuelto evidente
los hombres políticos. nes que se aplican al Estado en su con- en ese momento que gobernar mucho
junto. era no gobernar en absoluto o inducir
¿Eso no se correspondería necesaria- La noción de policía, incluso en resultados contrarios a los esperados.
mente con un cambio en la teoría de Francia hoy, es a menudo mal com- A fines del siglo XVIII –y se trata de
la arquitectura? prendida. Cuando se le habla a un fran- uno de los grandes descubrimientos del
cés de la policía, la palabra le evoca pensamiento político– se descubrió la
No. No se trataba obligatoriamente de gente de uniforme o servicios secre- idea de sociedad. A saber, la idea de
un cambio en el espíritu de los arqui- tos. En los siglos XVII y XVIII, la que el gobierno debe no sólo adminis-
tectos, o en sus técnicas –aunque esto “policía” designaba un programa de trar un territorio, un dominio y ocupar-
necesite todavía ser probado–, sino de racionalidad gubernamental: el proyec- se de sus súbditos, sino también tratar
un cambio en el espíritu de los hom- to de un sistema de reglamentación una realidad compleja e independiente,
bres políticos, en la elección y en la general de la conducta de los indivi- que posee sus propias leyes y mecanis-
forma de atención que dirigen a obje- duos en el que todo sería controlado, mos de reacción, sus reglamentaciones
tos que comienzan a concernirles. A hasta el punto en que las cosas se sos- así como sus posibilidades de desor-
lo largo de los siglos XVII y XVIII la tendrían por sí mismas sin que una den. Esta realidad nueva es la socie-
arquitectura se convierte en uno de es- intervención fuera necesaria. Es el mo- dad. Desde el momento en el que se
tos objetos. do típicamente francés de concebir el debe manipular una sociedad ya no se
ejercicio de la “policía”. Los ingleses, la puede considerar como completa-
¿Podría usted decirme por qué? por su parte, no elaboraron ningún sis- mente penetrable por la policía. Se vuel-
tema comparable, a causa, por un la- ve necesario reflexionar sobre ella, so-
bre sus características, sus constantes y los ferrocarriles iban a favorecer la fa- ingenieros, los constructores de puen-
sus variables. miliaridad entre los pueblos, y las nue- tes, de caminos, de viaductos, de fe-
vas formas de universalidad humana rrocarriles, así como los “politécnicos”
Se opera entonces un cambio en la así producidas harían imposible la gue- que controlaban prácticamente los fe-
importancia del espacio. En el siglo rra. Pero lo que la gente no había pre- rrocarriles franceses.
XVIII hay un territorio, y el problema visto –aunque el comando militar ale-
que se presenta es el de gobernar a mán, mucho más avisado, haya tenido Esta situación ¿es todavía la misma
los habitantes de ese territorio: se pue- conciencia plena de esto–, es que, por hoy, o asistimos a una transformación
de citar el ejemplo de La Métropoli- el contrario, el ferrocarril hacía la gue- de las relaciones entre los técnicos del
tée (1682), de Alexandre Le Maître rra mucho más fácil. La tercera inno- espacio?
–tratado utópico sobre la manera de vación, más tarde, fue la electricidad.
construir una capital–, o bien se pue- Había entonces problemas en las rela- Podemos comprobar algunos cam-
de entender la ciudad como una me- ciones completamente nuevas entre el bios, pero pienso que todavía hoy los
táfora, o un símbolo, del territorio y ejercicio del poder político y el espa- principales técnicos del espacio, los
de la forma de administrarlo. Todo cio del territorio, o el espacio de la egresados de Ponts et Chaussées, tie-
esto es del orden del espacio, mien- ciudades. nen a su cargo el desarrollo del terri-
tras que después de Napoleón la so- torio,
32 ciedad no está necesariamente tan es- Era, entonces, menos que antes una
pacializada... cuestión de arquitectura. Lo que us- ¿Entonces los arquitectos ya no son
ted describe son, de alguna manera, necesariamente los señores del espa-
Exacto. Por una parte, ya no está tan técnicas del espacio... cio que eran en otro tiempo, o que
espacializada, y por la otra, sin em- creían ser?
bargo, aparecen ciertos problemas que De hecho, a partir del siglo XIX, los
son del orden del espacio. El espacio grandes problemas de espacio son de No. Los arquitectos no son ni los téc-
urbano posee sus propios peligros: la una naturaleza diferente. Lo que no nicos ni los ingenieros de tres grandes
enfermedad –la epidemia de cólera, quiere decir que se olviden los pro- variables: territorio, comunicación y
por ejemplo, que azotó a Europa a par- blemas de orden arquitectónico. En lo velocidad. Esas cosas escapan a su do-
tir de 1830 y hasta alrededor de 1880–; que concierne a los primeros proble- minio.
también la revolución, bajo la forma mas a los que hice referencia –la en- Algunos proyectos arquitectónicos, pa-
de revueltas urbanas que, en la misma fermedad y las cuestiones políticas–, sados o presentes, ¿le parece que re-
época, agitan toda Europa. Estos pro- la arquitectura tiene un rol muy im- presentan fuerzas de liberación o de
blemas de espacio, que tal vez no eran portante. Las reflexiones sobre el ur- resistencia?
nuevos, adquieren desde aquel mo- banismo y sobre la concepción de la
mento una nueva importancia. vivienda obrera forman parte de la re- No creo que sea posible decir que una
Segundo, los ferrocarriles definie- flexión sobre la arquitectura. cosa es del orden de la “liberación” y
ron un nuevo aspecto de las relacio- otra del orden de la “opresión”. Hay
nes entre espacio y poder. Se creyó Pero la arquitectura misma, la École un cierto número de cosas que se pue-
que establecerían una red de comuni- de Beaux Arts, trata problemas de es- den decir con seguridad sobre un cam-
caciones que ya no se correspondería pacio por completo diferentes. po de concentración, en el sentido de
con la red tradicional de los caminos, que no es un instrumento de libera-
pero debían también tener en cuenta Es verdad. Con el nacimiento de estas ción, pero hay que tener en cuenta el
la naturaleza de la sociedad y su his- nuevas técnicas y de estos nuevos pro- hecho –en general ignorado– de que,
toria. Además, los ferrocarriles pro- blemas económicos, aparece una con- si se exceptúa la tortura y la ejecu-
ducen nuevos fenómenos sociales; hay cepción del espacio que ya no se mo- ción, que hacen toda resistencia im-
resistencias frente a las transformacio- dela sobre la urbanización del territo- posible, cualquiera sea el terror que
nes poblacionales y cambian las acti- rio, tal como la considera el Estado de pueda inspirar un sistema dado, exis-
tudes de la gente. Europa fue inme- policía, sino que va mucho más allá ten siempre posibilidades de resisten-
diatamente sensible a los cambios de de los límites del urbanismo y de la cia, de desobediencia y de constitu-
actitud que los ferrocarrilles implica- arquitectura. ción de grupos de oposición.
ron. ¿Qué podría haber pasado, por Tampoco creo en la existencia de
ejemplo, si se hubiera vuelto posible Y entonces, la École des Ponts et algo que sería funcionalmente –por
casarse entre Bordeaux y Nantes? Al- Chaussées... su verdadera naturaleza– radicalmente
go antes impensable. ¿Qué hubiera pa- liberador. La libertad es una práctica.
sado si los habitantes de Francia y Ale- Sí, la École des Ponts et Chaussées y Puede haber siempre, entonces, un
mania hubieran podido encontrarse y el rol capital que ha tenido en la ra- cierto número de proyectos que apun-
conocerse? La guerra, ¿hubiera sido cionalidad política de Francia forman tan a modificar ciertas presiones, a
posible si hubiera habido ferrocarri- parte de esto. Los que pensaban el es- volverlas más flexibles, o incluso a
les? En Francia surgió la teoría de que pacio no eran los arquitectos, sino los quebrarlas, pero ninguno de ellos pue-
de, simplemente por su naturaleza, ga- nes espaciales. Desde el instante en
rantizar que la gente sea automática- que se separan las cosas, se vuelven
mente libre; la libertad de los hom- incomprensibles. Cada una se entien-
bres nunca está asegurada por las ins- de solamente a través de la otra.
tituciones y las leyes que tienen por
función garantizarlas. Es la razón por No falta gente, sin embargo, que ha
la que se puede, de hecho, eludir la querido inventar proyectos utópicos
mayor parte de esas leyes e institu- con el fin de liberar, o de oprimir, a
ciones. No porque sean ambiguas, si- los hombres.
no porque la “libertad” es lo que se
debe ejercer. Los hombres han soñado con máqui-
nas liberadoras que, por definición, no
¿Hay ejemplos urbanos para esto? ¿O existen. Lo que no quiere decir que el
ejemplos que muestren el éxito de los ejercicio de la libertad sea totalmente
arquitectos? insensible a la distribución del espa-
cio, pero sólo cuando hay una cierta
Bueno, hasta un cierto punto está Le convergencia; cuando hay divergencia
Corbusier, a quién hoy se describe o distorsión, el efecto producido es in- 33
–con una cierta crueldad que encuen- mediatamente contrario al efecto bus-
tro perfectamente inútil– como una es- cado. Con sus propiedades panópticas,
pecie de cripto-staliniano. Le Corbu- bien habría podido haberse utilizado
sier, estoy seguro, estaba lleno de bue- Guise como prisión. Nada hubiera si-
nas intenciones, y atribuía a lo que do más fácil. Es evidente que el fami-
hizo efectos liberadores. Es posible listerio habría podido servir muy bien
que los medios que el proponía hayan de instrumento de disciplina y ser la
sido, finalmente, menos liberadores de ocasión de ejercitar una presión bas-
lo que pensaba, pero, lo repito, no co- tante intolerable.
rresponde a la estructura de las cosas
garantizar el ejercicio de la libertad. La De nuevo, entonces, no es la intención
garantía de la libertad es la libertad. del arquitecto el factor fundamental.
Pero la misma arquitectura, ¿puede
Usted no considera entonces a Le Cor- servir para objetivos diferentes? Nada es fundamental. Esto es lo inte-
busier como un ejemplo de éxito. Us- resante en el análisis de la sociedad.
ted dice solamente que su intención Por supuesto. Permítame tomar otro Por eso, nada me irrita más que esas
era liberadora. ¿Puede darnos un ejemplo: el familisterio de Jean-Bap- preguntas –por definición, metafísicas–
ejemplo de éxito? tiste Godin en Guise (1859). La arqui- sobre los fundamentos del poder en
tectura de Godin estaba orientada ex- una sociedad, o sobre la auto-institu-
No. En esto no se puede tener éxito. plícitamente hacia la libertad. Mani- ción de la sociedad. No existen fenó-
Si se encontrara un lugar –y tal vez festaba la capacidad de trabajadores menos fundamentales. No hay más que
exista– donde la libertad se ejerciera comunes y corrientes de participar en relaciones recíprocas, y perpetuos des-
efectivamente, se descubriría que no el ejercicio de su profesión. Era a la fasajes entre ellas.
es por la naturaleza de los objetos, si- vez un signo y un instrumento bastan-
no, una vez más, por la práctica de la te importante de autonomía. Y, sin em- Usted ha hecho de los médicos, de los
libertad. Lo que no quiere decir que bargo, nadie podía entrar en el fami- guardiacárceles, de los curas, de los
se pueda dejar a la gente en pocilgas, listerio, ni salir, sin ser visto por todos jueces y de los psiquiatras las figuras
pensando que lo que deben hacer es –he aquí un aspecto de la arquitectura clave de las configuraciones políticas
ejercer sus derechos. que podría ser absolutamente opresi- que implicaban la dominación. ¿Agre-
vo. Pero podría haber sido opresivo garía usted a los arquitectos a esta
¿Es decir que la arquitectura no pue- sólo si la gente hubiera estado dispues- lista?
de, por sí misma, resolver los proble- ta a utilizar su presencia para vigilar
mas sociales? la de los otros. Imaginemos que se ins- Usted sabe..., yo no quería describir
talara allí una comunidad que se en- figuras de dominación cuando me re-
La arquitectura puede producir, y pro- tregase a prácticas sexuales ilimitadas: ferí a los médicos y otros personajes
duce, efectos positivos cuando las in- se transformaría entonces en un lugar del mismo tipo, sino describir sobre
tenciones liberadoras del arquitecto de libertad. Pienso que es un poco ar- todo a la gente a través de la que pa-
coinciden con la práctica real de la bitrario intentar disociar la práctica saba el poder, o que eran importantes
gente en el ejercicio de su libertad. efectiva de la libertad, la práctica de en el campo de las relaciones de po-
relaciones sociales y las distribucio- der. El paciente de un hospital psi-
quiátrico está ubicado en el interior que la gente, de hecho, no disfrutó en cionalidad que, al mismo tiempo, cons-
de un campo de relaciones de poder absoluto. Por ejemplo, en el dominio tituía una cierta forma de racionali-
bastante complejas, que Erwin Goff- que me interesa, es muy divertido ver dad...
man ha analizado muy bien. El sacer- cómo la sexualidad contemporánea es Tal es la situación en la que nos
dote de una iglesia católica (en las igle- descripta como algo absolutamente es- encontramos y que debemos comba-
sias protestantes, las cosas son un po- pantoso. ¡Piense que hoy no es posi- tir. Si los intelectuales en general tie-
co diferentes) es un eslabón importante ble hacer el amor sino cuando se apa- nen una función, si el pensamiento crí-
en un conjunto de relaciones de po- ga la televisión! ¡Y en camas produci- tico mismo tiene una función y, más
der. El arquitecto no es un individuo das en serie! “No es como en la época precisamente todavía, si la filosofía tie-
de esta índole. maravillosa en que...” ¿Qué decir, en- ne una función en el interior del pen-
Después de todo, el arquitecto no tonces, de aquella época fantástica en samiento crítico, es precisamente la de
tiene poder sobre mí. Si quiero demo- que la gente trabajaba dieciocho horas aceptar esta especie de espiral, esta es-
ler o transformar la casa que él ha por día y seis compartían una cama, si pecie de puerta giratoria de la racio-
construido para mí, instalar nuevos ta- es que tenían una? Hay, en este odio nalidad que nos devuelve a su necesi-
biques o agregar una chimenea, el ar- del presente o del pasado inmediato, dad, a lo que tiene de indispensable, y
quitecto no tiene ningún control. Ha- una tendencia peligrosa a invocar un al mismo tiempo a los peligros que
ce falta entonces ubicar al arquitecto pasado completamente mítico. Después contiene.
34 en otra categoría –lo que no quiere está el problema suscitado por Haber-
decir que no tiene nada que ver con la mas: si se abandona la obra de Kant o Dicho todo esto, sería exacto precisar
organización, la efectivización del po- de Weber, por ejemplo, se corre el ries- que usted le teme menos al historicis-
der, y todas las técnicas a través de go de caer en la irracionalidad. mo y al juego de referencias históri-
las cuales éste se ejerce en una socie- Estoy del todo de acuerdo con es- cas de lo que le teme alguien como
dad. Diría que es necesario tenerlo en to, pero, al mismo tiempo, el proble- Habermas; y también que, en el do-
cuenta tanto a él –su mentalidad, su ma que enfrentamos hoy es bastante minio de la arquitectura, los defenso-
actitud– como sus proyectos, si se diferente. Pienso que, desde el siglo res del modernismo han planteado es-
quiere comprender un cierto número XVIII, el gran problema de la filoso- te problema casi en términos de crisis
de técnicas de poder que se emplean fía y del pensamiento crítico siempre de la civilización, afirmando que si se
en la arquitectura; pero no es compa- ha sido –todavía lo es y espero que abandonaba la arquitectura moderna
rable a un médico, a un sacerdote, a siga siéndolo– responder a esta pre- en un retorno frívolo a la decoración
un psiquiatra o a un carcelero. gunta: ¿cuál es esta razón que utiliza- y a los motivos historicistas, se aban-
mos? ¿Cuáles son sus efectos históri- donaba, de alguna manera, la civili-
Recientemente ha surgido un gran in- cos? ¿Cuáles son sus límites y cuáles zación. Ciertos defensores del posmo-
terés, en los ámbitos de la arquitec- son sus peligros? ¿Cómo podemos dernismo, por su parte, han pretendi-
tura, por el “posmodernismo”. Asi- existir en tanto seres racionales, feliz- do que las referencias históricas
mismo, también ha sido un gran mente consagrados a practicar una ra- estaban, en sí mismas, dotadas de sig-
problema en filosofía –pienso, cionalidad que está infelizmente atra- nificación e iban a protegernos de un
principalmente, en Jean-François vesada por peligros intrínsecos? De- mundo sobrerracionalizado.
Lyotard y en Jürgen Habermas. Evi- bemos mantenernos lo más cerca
dentemente, la prueba histórica y el posible de esta pregunta, teniendo pre- Tal vez no responda a su problema,
lenguaje cumplen un rol importante sente que es a la vez central y extre- pero diría esto: hay que tener una des-
en la episteme moderna. ¿Cómo con- madamente difícil de resolver. Ade- confianza absoluta y total con respec-
sidera usted el posmodernismo, tanto más, si es extremadamente difícil de- to a lo que se presenta como un retor-
desde el punto de vista de la arquitec- cir que la razón es el enemigo que no. Una de las razones de esta des-
tura como en lo que concierne a las debemos eliminar, también es peligro- confianza es lógica: nunca hay, de
cuestiones históricas y filosóficas que so afirmar que toda puesta en cuestio- hecho, un retorno. La historia y el in-
suscita? namiento crítico de esta racionalidad terés meticuloso que se consagra a la
corre el riesgo de hacernos caer en la historia son sin duda una de las mejo-
Pienso que hay una tendencia bastan- irracionalidad. No hay que olvidar –y res defensas contra el retorno. Por mi
te general y fácil, contra la que habría no digo esto con el fin de criticar la parte, he abordado la historia de la lo-
que luchar, a convertir lo que acaba racionalidad, sino con el fin de mos- cura y estudiado la prisión como lo
de producirse en el enemigo número trar hasta qué punto las cosas son am- hice porque sabía muy bien –y es, de
uno, como si fuera siempre la princi- biguas– que el racismo fue formulado hecho, lo que exasperó a muchos– que
pal forma de opresión de la que debe- sobre la base de la racionalidad res- estaba realizando un análisis histórico
mos liberarnos. Esta actitud simplista plandeciente del darwinismo social, que hacía posible una crítica del pre-
acarrea varias consecuencias peligro- que se convirtió así en uno de los in- sente, pero que no permitía decir:
sas: en principio, una inclinación a re- gredientes más perdurables y más per- “Volvamos a esta maravillosa época
cuperar formas baratas, arcaicas o un sitentes del nazismo. Era una irracio- del siglo XVIII, cuando los locos...”,
poco imaginarias de felicidad, con las nalidad, por supuesto, pero una irra- o bien: “Volvamos al tiempo en que
la prisión no era uno de los principa- esto, se hable poco. Se ha hablado, y hecho un lugar, y una arquitectura, de
les instrumentos...”. No. Pienso que la se lo ha condenado pero también ex- placer. Se desarrolla allí una forma
historia nos preserva de esta especie perimentado, de los encuentros entre muy interesante de sociabilidad que
de ideología del retorno. hombres y mujeres, que han desapa- Alain Corbin ha estudiado en Les fi-
recido en el curso de los siglos XVI y lles de noce. Los hombres de la ciu-
Así entonces, la simple oposición en- XVII. dad se encontraban en el burdel; esta-
tre razón e historia es bastante ridí- ban ligados los unos a los otros por el
cula... Tomar partido por una o por Pero existen todavía en el mundo árabe. hecho de que las mismas mujeres ha-
otra... bían pasado entre sus manos y que las
Sí, pero en Francia es una práctica que, mismas enfermedades y las mismas in-
Sí. El problema de Habermas es, des- en gran parte, ha desaparecido. Exis- fecciones los habían afectado. Había
pués de todo, encontrar un modo tras- tía todavía en el siglo XIX como lo una sociabilidad del burdel, pero la so-
cendental de pensamiento que se opon- testimonia el filme Les enfants du pa- ciabilidad de los baños, tal como exis-
ga a toda forma de historicismo. Yo radis, cuyas referencias históricas son tía entre los antiguos –y de la que po-
soy, en realidad, mucho más histori- exactas. Uno de los personajes, Lace- dría existir tal vez una nueva versión
cista y nietzscheano. No pienso que naire, es –nadie lo dice nunca– un li- hoy– era enteramente diferente de la
exista un uso adecuado de la historia, bertino y un proxeneta que utiliza mu- sociabilidad del burdel.
o un uso adecuado del análisis intra- chachos jóvenes para atraer hombres 35
histórico –que es, por otra parte, bas- mayores y después hacerlos cantar; […]
tante perspicaz–, que pueda precisa- una escena hace referencia a eso. Sólo
mente funcionar contra esta ideología la inocencia y la antihomosexualidad Los arquitectos, en particular, si eli-
del retorno. Un buen estudio de la ar- de los surrealistas pudieron silenciar gen analizar un edificio institucional
quitectura campesina en Europa, por este hecho. Los baños siguieron exis- –un hospital o una escuela, por ejem-
ejemplo, mostraría hasta qué punto es tiendo como lugar de encuentros se- plo– desde el punto de vista de su fun-
absurdo querer volver a las pequeñas xuales. Eran una especie de catedral ción disciplinaria, tienen la tendencia
casas individuales con sus techos de del placer en el corazón de la ciudad, a interesarse ante todo en sus pare-
paja. La historia nos protege del his- donde se podía volver tantas veces co- des. Después de todo, son ellos los
toricismo –de un historicismo que in- mo se quisiera, donde se paseaba, don- que las conciben. En lo que respecta
voca el pasado para resolver proble- de uno hacía su elección, se encontra- a usted, es el espacio, antes que la
mas del presente. ba, escogía lo que deseaba, comía, be- arquitectura, lo que le interesa, en la
bía, discutía... medida en que los muros mismos no
Nos recuerda también que siempre hay son sino un aspecto de la institución.
una historia; que los modernistas, que El sexo no estaba entonces separado ¿Cómo definiría la diferencia entre es-
querían suprimir toda referencia al de los otros placeres. Estaba inscrip- tos dos enfoques?
pasado, cometían un error. to en el corazón de las ciudades. Era
público, servía para un fin... Hay una diferencia de método y de
Por supuesto. enfoque. Es verdad que, para mí, la
Exactamente. La sexualidad era, evi- arquitectura, en los vagos análisis que
Sus dos últimos libros tratan de la se- dentemente, un placer social para los he podido hacer, constituye solamente
xualidad entre los griegos y los pri- griegos y para los romanos. Lo que es un elemento de sostén, que asegura una
meros cristianos. Los problemas que interesante sobre la homosexualidad cierta distribución de la gente en el es-
usted aborda, ¿tienen una dimensión masculina de hoy en día –y parecería pacio, una canalización de su circula-
arquitectónica particular? que fuera también el caso de la homo- ción, así como la codificación de las
sexualidad femenina, desde hace un relaciones que se mantienen entre ellas.
Para nada. Lo que es interesante es cierto tiempo– es que las relaciones La arquitectura no constituye sólo un
que, en la Roma imperial, existían bur- sexuales se traducen inmediatamente elemento del espacio: está inscripta en
deles, barrios de placer, zonas crimi- en relaciones sociales, y que las rela- un campo de relaciones sociales, en el
nales, etcétera, así como una especie ciones sociales son comprendidas co- seno del cual introduce un cierto nú-
de lugar de placer casi público: los mo relaciones sexuales. Para los grie- mero de efectos específicos.
baños, las termas. Las termas eran un gos y los romanos, de una manera di- Sé, por ejemplo, que un historia-
lugar de placer y de encuentro muy ferente, las relaciones sexuales se dor ha hecho un estudio interesante
importante que ha desaparecido pro- inscribían en el interior de las relacio- de la arquelogía medieval, abordando
gresivamente de Europa. En la Edad nes sociales, en el sentido más am- la arquitectura y la construcción de las
Media, las termas eran todavía un lu- plio. Las termas eran un lugar de so- casas en la Edad Media a partir de la
gar de encuentro entre los hombres y ciabilidad que incluía las relaciones se- chimenea. Creo que está en camino
las mujeres, así como un lugar de en- xuales. de mostrar que a partir de un cierto
cuentro de los hombres entre ellos y Se puede comparar directamente momento se hizo posible construir una
de las mujeres entre ellas –aunque, de las termas y el burdel. El burdel es de chimenea en el interior de una casa
–una chimenea con un hogar, y no una lado, la espacialización del objeto mis- una constante: posee una larga tra-
simple pieza a cielo abierto o una chi- mo de los análisis, cuya regla fue es- dición a través de la cual se puede
mena exterior; y que, en ese momen- tudiar y clasificar las plantas única- leer la diversidad de preocupaciones,
to, cambiaron muchísimas cosas y cier- mente sobre la base de lo que era vi- la transformación de sus sistemas y
tas relaciones entre los individuos se sible. No se recurrió al microscopio. de sus reglas. El saber de la arqui-
hicieron posibles. Todo eso me pare- Todos los elementos tradicionales del tectura es en parte la historia de la
ce muy interesante, pero su conclu- saber, como, por ejemplo, las funcio- profesión, en parte la evolución de
sión, presentada en un artículo, es que nes medicinales de las plantas, fueron una ciencia de la construcción, y en
la historia de las ideas y del pensa- abandonados. El objeto fue espaciali- parte una reescritura de teorías esté-
miento es inútil. zado en la medida en que los princi- ticas. ¿Qué es, en su opinión, lo pro-
Lo que es interesante, de hecho, es pios de clasificación debían ser encon- pio de esta forma de saber? Se em-
que las dos cosas son rigurosamente trados en la estructura misma de las parenta más con una ciencia natural
inseparables. ¿Por qué la gente se las plantas: el número de sus elementos, o con lo que usted ha llamado una
ha ingeniado para encontrar la manera su disposición, su talla, y algunos otros “ciencia dudosa”?
de construir una chimenea en el inte- rasgos, como la altura de la planta.
rior de una casa? ¿O por qué ha pues- Después se espacializó por medio de No podría afirmar que esta distinción
to sus técnicas al servicio de este fin? las ilustraciones contenidas en los li- entre ciencias ciertas y ciencias du-
36 La historia de las técnicas muestra que bros, y ello fue posible gracias a cier- dosas carece por completo de interés
hacen falta años, y a veces incluso si- tas técnicas de impresión. Más tarde –eso sería eludir la cuestión–, pero
glos, para hacerlas efectivas. Es evi- aún, la espacialización de la reproduc- debo decir que prefiero estudiar lo
dente, y de una importancia capital, ción de las plantas mismas, que em- que los griegos llamaban techné, es
que la técnica ha influido en la forma- pezó a representarse en los libros. Se decir una racionalidad práctica domi-
ción de nuevas relaciones humanas, trata de técnicas espaciales, no de me- nada por un objetivo consciente. No
pero es imposible pensar que se ha- táforas. estoy muy seguro de que valga la pe-
bría desarrollado y conformado en es- na interrogarse todo el tiempo para
ta dirección si no hubiera habido, en El plano de un edificio –a partir del decidir si este dominio puede ser el
el juego y la estrategia de las relacio- cual se harán las paredes y ventanas–, objeto de una ciencia exacta. Por el
nes humanas, algo que fuera en este ¿constituye una forma de discurso contrario, lo interesante es que la ar-
sentido. Eso es lo importante, y no la idéntico, por ejemplo, a una pirámide quitectura, como la práctica del
primacía de esto sobre aquello, que jerarquizada que describe, de manera gobierno y la práctica de otras for-
nunca quiere decir nada. bastante precisa, relaciones entre in- mas de organización social, es una
dividuos, no solamente en el espacio, techné, que utiliza ciertos elementos
En Las palabras y las cosas, usted ha sino también en la vida social? que provienen de ciencias como la
utilizado ciertas metáforas espaciales física, por ejemplo, o de la estadística.
muy impresionantes para describir las Pienso que existen algunos ejemplos Sin embargo, si se quisiera hacer una
estructuras del pensamiento. ¿Por qué simples, y bastante excepcionales, en historia de la arquitectura, sería pre-
piensa que las imágenes espaciales los que las técnicas arquitectónicas re- ferible considerarla en el contexto de
son aptas para evocar estas referen- producen, con mayor o menor insis- la historia general de la techné, antes
cias? ¿Qué relación hay entre estas tencia, las jerarquías sociales. Está el que en la historia de las ciencias exac-
metáforas espaciales, que describen modelo del cuartel, donde la jerarquía tas y no exactas. El inconveniente de
las disciplinas, y ciertas descripcio- militar se lee en el terreno mismo por la palabra techné, me doy cuenta, es
nes más concretas de espacios institu- el lugar que ocupan las carpas y los su relación con la palabra “tecnolo-
cionales? edificios reservados a cada uno de los gía”: se piensa en las tecnologías du-
rangos. El cuartel reproduce precisa- ras, en la tecnología de la madera,
Es muy posible que, interesándome en mente, a través de la arquitectura, una del fuego, de la electricidad. Pero el
el problema del espacio, haya utiliza- pirámide de poder; pero es un ejem- gobierno también es función de las
do un cierto número de metáforas es- plo excepcional, como todo lo que es tecnologías: el gobierno de los indi-
paciales en Las palabras y las cosas, militar, privilegiado en la sociedad y viduos, el gobierno de las almas, el
pero, en general, mi objetivo era estu- de una extrema simplicidad. gobierno de uno por uno mismo, el
diarlas en tanto objetos. En las muta- gobierno de las familias, el gobierno
ciones y transformaciones epistemo- Pero el plano mismo no describe siem- de los niños. Creo que si se recoloca-
lógicas que se han operado en el siglo pre relaciones de poder. ra la historia de la arquitectura en el
XVII, impresiona cómo la espaciali- contexto de la historia general de la
zación del saber constituyó uno de los No. Felizmente para la imaginación techné, en el sentido amplio de la pa-
factores de su elaboración en ciencia. humana, las cosas son un poco más labra, alcanzaríamos un concepto rec-
La historia natural y las clasificacio- complicadas que eso. tor más interesante que la oposición
nes de Linneo han sido posibles por entre ciencias exactas y ciencias no
un cierto número de razones: de un La arquitectura, bien entendida, no es exactas.
Una deriva necesaria
Notas sobre la historiografía argentina de las últimas décadas

Juan Manuel Palacio

37
notorios: los estudios comparativos
con Latinoamérica y las investigacio-
nes sobre el peronismo.

Los balances

En las últimas dos décadas, la activi-


dad historiográfica en la Argentina ha
experimentado un gran dinamismo,
que se tradujo en una prolífica pro-
ducción académica. Tuvo estrecha re-
lación con la recuperación de la vida
democrática en el país, que permitió
la reconstrucción y a veces la reaper-
tura de espacios institucionales, a la
vez que la recuperación de la voz o el
retorno al país de muchos que regre-
saban de un largo exilio en el exte-

1. Entre otros, Luis Alberto Romero, “La histo-


riografía argentina en la democracia: los pro-
blemas de la construcción de un campo profe-
sional”, Entrepasados, No. 10, 1996 (Buenos
Mil novecientos ochenta y tres marcó el positivismo más rancio, nació a una Aires); Ema Cibotti, “El aporte en la historio-
un antes y un después en la historia nueva vida. grafía argentina de una generación ausente,
argentina reciente. La recuperación de Las formas que adoptó ese renaci- 1983-1993”, Entrepasados, Nos. 4-5, 1993; En-
rique Tandeter, “El período colonial en la his-
la democracia, luego de una larga y miento historiográfico, en el contexto toriografía argentina reciente”, Entrepasados,
sangrienta dictadura militar, se ubica- de la nueva libertad –académica, de No. 7, 1994; Juan Carlos Garavaglia y Jorge
ba en el centro de una sucesión de expresión, de ideas– que se consolidó Gelman, “Rural History of the Rio de la Plata
renacimientos y refundaciones. En uno en el país después de 1983 y en el 1600-1850: Results of a Historiographical Re-
naissance”, Latin American Research Review
de ellos, la vida académica comenza- marco de la reconstrucción institucio- 30-3, 1995; Roy Hora, “Dos décadas de histo-
ba a despertar de una larga pesadilla nal que se llevó paralelamente a cabo riografía argentina”, Punto de Vista, No. 69,
de silencio, soñada muchas veces en en los espacios universitarios y de in- 2001; Hilda Sabato, “Historia política, historia
otras latitudes. En particular, la disci- vestigación, fueron reseñadas en más intelectual: viejos temas, nuevas ópticas”, en
Marco Palacios (comp.), Siete ensayos de his-
plina histórica, que había progresado de una oportunidad en ésta y otras pu- toriografía, Bogotá, Editorial Universidad Na-
a los tumbos durante las décadas an- blicaciones.1 No es propósito de estas cional, 1995; y, “La historia en fragmentos, frag-
teriores al golpe militar de 1976, para líneas volver sobre ese proceso, sino mentos para una historia”, Punto de Vista, No.
luego retroceder sobre sus pasos du- sólo agregar un comentario a los ba- 70, 2001; Tulio Halperin Donghi, “Un cuarto
de siglo de historiografía argentina (1960-
rante la dictadura, desde enfoques es- lances existentes, así como llamar la 1985)”, Desarrollo Económico, No. 100, 1986
tructuralistas pasados de moda hasta atención sobre dos vacíos demasiado (Buenos Aires).
rior. En el terreno de las producciones años de la dictadura militar, el silen- cuestionar su operación intelectual más
concretas, esta renovación del campo cio y, en no pocos casos, el exilio.2 fecunda, esa literatura ha sido especial-
académico e institucional se tradujo Pero además, no todo habría sido pro- mente bienvenida en campos que se-
en una verdadera explosión de inves- liferación monográfica sin más y en guían atados a esquemas teóricos pasa-
tigaciones, portadoras de nuevos te- ciertos campos de estudio –entre otros, dos de moda (o al desconcierto que cau-
mas y perspectivas, o de nuevos acer- los de la historia intelectual o de la só su abolición sin más) y necesitaban
camientos metodológicos a viejos te- “nueva” historia política– la renova- ser “revisitados”. En todos, ha provo-
mas. ción historiográfica habría implicado cado una perplejidad sin precedentes.
Esta multiplicidad fue consecuen- también giros radicales de perspecti- Fue guiada por esas influencias te-
cia directa de la necesidad de afirma- vas que permitirían hablar de verda- óricas, que instalaban la sospecha co-
ción de la práctica profesional. En un deras redefiniciones.3 mo sistema, que nació lo que puede
esfuerzo por diferenciarse de los tra- Otros, menos entusiasmados, sin llamarse una historiografía de la de-
bajos sociológicos y económicos más negar los aportes de esa multiplica- construcción, especializada en el de-
generales, bajo cuyos postulados se ha- ción de trabajos, prefieren juzgar la sarmado de la mayor parte de las cer-
bía escrito buena parte de la historia fragmentación de los objetos de estu- tidumbres conceptuales que habían es-
argentina en los años previos, la mi- dio como una gran deriva, que sería el tado en la base de la reconstrucción
crohistoira, los estudios de caso, se ve- correlato de la fragmentación y el de- del pasado hasta entonces. Grandes
38 ían ahora como lo más propio de la sencanto que experimentó la sociedad ideas ordenadoras sobre el funciona-
metodología histórica. La reafirmación argentina desde el regreso a la demo- miento de un sistema (económico, po-
de estudios más estrictamente históri- cracia. Esa deriva –argumentan– no lítico) o interpretaciones de largo alien-
cos se tradujo entonces en una proli- llegó a modificar sustancialmente los to sobre la cultura, pasaron al banqui-
feración de trabajos monográficos y rumbos señalados antes por “los pa- llo de los acusados. Conceptos como
específicos, y en la consecuente deva- dres fundadores” y, cuando ha queri- imperio, dominación, Estado, cultura,
luación de proyectos más abarcativos do rechazarlos, no atinó a encontrar conflicto social, entre muchos otros,
o de mayor aliento interpretativo. En unos nuevos. De esta manera, las gran- fueron relativizados al extremo, no pu-
esta explosión monográfica también des preguntas detrás de las pequeñas diendo ya utilizárselos sin más, como
fue decisiva la crisis más general de monografías siguen sin advertirse, ya no fuera precedidos de una profusión
los paradigmas estructuralistas, que ya que el objetivo fundamental de éstas de salvedades y precisiones.
se estaba desatando en el mundo en es más bien consolidar el rigor histó- No debería extrañar, entonces, el
momentos en que la historiografía co- rico, el estilo propio del oficio, en una hecho de no encontrar grandes ideas
braba nueva vida en nuestro país. Co- actividad sólo motivada por la fasci- detrás de las investigaciones históri-
mo reacción a dichos paradigmas, tan nación que producen las nuevas meto- cas de estos años. Resulta, nada más,
afectos a explicaciones generales que dologías y la potencialidad de los nue- que éstas tenían como objeto princi-
dieran cuenta del funcionamiento de vos documentos, y despojada de todo pal la abolición de aquéllas. Hemos
grandes sistemas y estructuras, se de- compromiso con el presente.4 vivido rodeados de ideas falsas y cons-
sarrolló un interés creciente por los Más allá de cualquier valoración, truido sobre ellas universos de frágil
actores y las lógicas de su accionar, es evidente que en los últimos años el estructura –rezaría el catecismo post–
que indagaba en lo particular, local y objeto de estudio se ha fragmentado y la tarea de la hora consiste en desar-
nacional, en desmedro de lo general y hasta lo impensable y no sólo en el marlas para, eventualmente, volver a
regional o continental. caso de la historia. Un motivo induda- construir en el futuro sobre un piso más
En los balances sobre dicha pro- ble de esa fragmentación ha sido la firme. En el contexto de este catecis-
ducción, es evidente que existe un am- influencia de los llamados genérica- mo, la falta de ideas no es un defecto
plio consenso en torno al hecho de mente “estudios culturales”, que han sino una virtud. Y en épocas de demo-
que la renovación ha sido abundante encarnado diversas historiografías lición, condenar a la historiografía por
y fecunda. También, en reconocer que “post” (post-estructuralistas, post-co- la ausencia de grandes construcciones
ha estado estrechamente ligada a la loniales). Particularmente hábiles pa- es una contradictio in terminis.
reconstrucción institucional que se lle- ra desarrollar poderosas herramientas El desarmado de esas construccio-
vó a cabo a partir de 1983 y a la cre- de (de)construcción (palabras rebosan- nes, por otra parte, no tiene nada de
ación o reconstrucción de un espacio tes de múltiples sentidos; variados “gi- sencillo. A juzgar por la complicada
de profesionalización. ros”; conceptos que encierran signifi- trama de monografías y estudios de
Otro asunto es la valoración de lo cados ocultos; metáforas y metanarra- caso que requiere, es evidente que la
producido. Allí el acuerdo no es tan tivas; la devoción por lo insignificante
generalizado: para los más optimistas, y lo no previsto; la exageración de la 2. Ema Cibotti, “El aporte...”.
dicha producción es el resultado de la fragilidad), esas perspectivas han pro- 3. Hilda Sabato, “La historia en fragmentos...”
superación positiva de una “genera- vocado una sistemática demolición de Podrían agregarse a esta lista, por lo novedo-
sos, los estudios de historia rural pampeana “tar-
ción ausente”, que habría podido re- temas y certidumbres que ha sido de- docolonial”. Véase Garavaglia y Gelman, “Ru-
surgir, como el Ave Fénix, de sus ce- vastadora. Con una tradición teórica y ral History...”.
nizas a las que la habían reducido los filosófica que hace del deshacer y el 4. Roy Hora, “Dos décadas... ”.
tarea de deconstruir es cuanto menos llamar la atención, en particular por la mativa si se tiene en cuenta que dos
tan trabajosa como la de construir. El relevancia que cobran en este presen- de los historiadores emblemáticos pa-
complicado proceso de demolición re- te de nuestro país: los estudios sobre ra los protagonistas de la renovación
quiere de la multiplicación de buenos el peronismo y la perspectiva latinoa- historiográfica de las últimas décadas
trabajos de investigación que, a través mericana. Sin ser los únicos, constitu- –Tulio Halperin Donghi y José Luis
de acercamientos novedosos y muchas yen sendos vacíos en la agenda de in- Romero– tuvieron siempre un fuerte
veces con fuentes hasta ahora desesti- vestigación de las últimas dos déca- tono latinoamericanista en sus visio-
madas, vayan debilitando estructuras das, y tienen la particularidad de haber nes del pasado argentino.
que se creían inconmovibles, con su- sido provocados por la propia dinámi- ¿A qué se debe entonces este ses-
tileza e imaginación. Tampoco es jus- ca de la renovación historiográfica. go “anti-latinoamericanista” de la his-
to, entonces, decretar una Edad Media En el caso de los estudios latinoa- toriografía argentina de los últimos
de la historiografía de estas últimas mericanos, es evidente que la histo- años? En primer lugar, es evidente que
décadas por el hecho de carecer de riografía argentina de la vuelta a la se trata de un saldo no buscado de la
grandes obras –cosa que por otra par- democracia los ha descuidado. Más renovación historiográfica; es menos
te está lejos de ser indiscutible. aún, dicha historiografía parece haber- el resultado de una operación cons-
Dicho esto, no es menos cierto que se construido explícitamente por opo- ciente de exclusión, que el producto
ha existido y existe cierta deriva en la sición a la experiencia del subconti- de una sobre-reacción de los historia-
agenda de la investigación histórica de nente. Como resultado, la historia la- dores frente a la apropiación del pasa- 39
las últimas décadas. No podría ser de tinoamericana no sólo tiene una débil do por otros discursos disciplinarios y
otra manera. Las investigaciones son presencia en los planes de estudio de por paradigmas teóricos que pasaron
reflejo fiel de las dificultades que exis- las carreras universitarias en la Ar- a estimarse demasiado ideologizados
ten para construir, después de la de- gentina, sino que además esa presen- o politizados y por lo tanto reñidos
vastación provocada por la onda ex- cia –donde ha perdurado– ha quedado con las nuevas reglas de la profesión
pansiva de la explosión posmoderna. presa de concepciones ya pasadas de que se estaban tratando de imponer en
Luego de la euforia que produce de- moda. A esto se suma la notoria falta forma generalizada. Se trataba enton-
sarmar conceptos cortos, destronar es- de especialistas en el medio local, con ces, por un lado, de discutir esas teo-
quemas miopes, abolir razonamientos lo que su escueta presencia en la for- rías generales de funcionamiento del
mezquinos –una excitación particular- mación histórica de los argentinos es- “sistema latinoamericano” –teorías de
mente voraz, que no se detiene ante tá garantizada por un largo tiempo. la dependencia, del desarrollo y la mo-
los conceptos más esenciales–, la sen- Esto no debería sorprender, ya que dernización, entre otras– que daban
sación que queda es la de una gran esta indiferencia se adecuaba perfec- cuenta demasiado fácilmente de los
intemperie, una desconfianza básica tamente a una creencia muy arraigada procesos vividos por todo el subcon-
que produce cierta perplejidad e impi- desde antiguo en la mentalidad colec- tinente, así como de hacerlo a través
de volver a construir. En ese sentido, tiva del país: la afirmación de lo na- de la práctica específica de la historia,
no es fácil imaginar el camino que to- cional como excepcional y básicamen- en un esfuerzo de diferenciación
marán los trabajos de esta historiogra- te incomparable con el resto del sub- respecto de otros discursos disciplina-
fía de la deconstrucción, como no sea continente. Más aún, esta creencia ha rios. Esos discursos, construidos no por
seguir hurgando entre los escombros sido avalada por muchos de nuestros historiadores sino más bien por eco-
conceptuales de tradiciones anteriores, científicos sociales de ayer y de hoy nomistas y sociólogos, se juzgaban co-
sólo para erigir una infinidad de frag- que, como expresión de deseos o por mo simplificadores y empobrecedores
mentos diversos de un todo inasible. sincera convicción, prefirieron como de las especificidades nacionales, en
Por el momento, se trata solamente de espejos de nuestra experiencia históri- las que ahora era necesario indagar pa-
hacer reconstrucciones más o menos ca la de otros países “nuevos” –Aus- ra mejor discutirlos.
ingeniosas de esos fragmentos, explo- tralia, Nueva Zelanda, Canadá– a las Esto explica la importancia cre-
rando nuevas conexiones entre ellos. más modestas trayectorias de los paí- ciente de las historias del período in-
Nada distinto de lo que nos pasa co- ses vecinos. dependiente en reemplazo de la histo-
mo sociedad en este presente, del que Pero si esto no sorprende en gene- ria colonial, que dejaba así su lugar
no estamos sino sólo en apariencia ral, es llamativo que ese presupuesto prominente en la historiografía después
“desafectados” y, por el contrario, ex- haya seguido vigente durante las últi- de tantos años. Refugiarse en lo na-
presamos cabalmente. mas dos décadas, precisamente cuan- cional garantizaba a los historiadores
do se hizo evidente de una vez y para un lugar seguro desde donde poder dis-
siempre –aun para aquellos que no lo cutir –paso a paso, a través de mono-
Dos ausencias notables habían querido ver hasta entonces– que grafías y estudios de caso, es decir,
el derrotero de la Argentina era neta- con las armas propias de la discipli-
Entre las víctimas de esa manía de- mente latinoamericano y había dejado na– las inexactitudes de aquellas imá-
moledora, se encuentran dos campos hacía tiempo de poder emular a sus genes de conjunto, a la vez que recu-
de estudio –o mejor, un campo y una anteriores socios en la comparación. perar las especificidades de cada his-
perspectiva– sobre los que se quiere Esta ausencia, por fin, es aún más lla- toria nacional que habían quedado
tiene suficientes evidencias de lo con-
trario.

Otra notoria desatención de la renova-


ción historiográfica de las últimas dé-
cadas han sido los estudios sobre el
peronismo. Dejando de lado excepcio-
nes notables que sólo confirman la re-
gla, es evidente que los años que van
de 1943 en adelante –en particular,
aunque no exclusivamente, los de las
dos presidencias de Perón– siguen re-
presentando un curioso vacío en la pro-
ducción historiográfica más reciente y
que el peronismo sigue siendo terreno
demasiado diluidas en los “modelos” veces en visiones equivocadas sobre di- de sociólogos y politólogos, más que
de funcionamiento de largo plazo. cha excepcionalidad. de historiadores.7 Este hecho no pasa-
40 Saludable como fue para la disci- Existen demasiados ejemplos de lo ría de una ociosa precisión disciplina-
plina histórica –tanto como para la so- que se dice. La historia rural pampe- ria, si no fuera que se dio en medio de
fisticación de nuestra visión del pasa- ana ganaría mucho si revisara la idea esa reacción fuertemente profesiona-
do–, la operación tuvo también sus de que nuestros terratenientes y toda lista de los historiadores que predomi-
costos. La crisis de esos modelos ex- la sociedad rural debajo de ellos eran, nó en las revisiones de otros temas,
plicativos, sumada a la del paradigma se comportaban y se relacionaban en- que se presentaban poco menos que
marxista, tuvo como herencia inevita- tre sí como modernos empresarios ra- como operaciones de rescate de cam-
ble cierta orfandad interpretativa. Los cionales y se aceptara que las relacio- pos que se consideraban usurpados por
antiguos esquemas, después de todo, nes tradicionales, a la latinoamerica- otros discursos disciplinarios. En mo-
si bien simplificaban hasta el extremo na, eran mucho más frecuentes en mentos en que se estaban afirmando
los procesos históricos, ofrecían a los nuestras prósperas pampas de lo que la mirada y las formas de indagación
estudios de conjunto visiones totaliza- se está dispuesto a admitir. Lo mismo específicamente históricas sobre el pa-
doras coherentes que hoy no es senci- puede decirse de nuestra historia ur- sado, es cuanto menos curioso que la
llo –quizás, tampoco adecuado– reem- bana, de nuestras tradiciones políticas investigación de un período tan cru-
plazar. Con su crisis, entró en crisis o de la historia del Estado: todas ellas cial de nuestra historia se siguiera de-
también, inevitablemente, el sentido de encontrarían en la experiencia históri- jando, sin inmutarse, a cargo de otros
unidad de los estudios latinoamerica- ca de otros países latinoamericanos discursos disciplinarios, en vez de dis-
nos que les daban aquellos paradig- más parecidos de los que hasta ahora
mas. Para agravar las cosas, el despla- se han explorado.5 5. La literatura que en los últimos años se con-
zamiento del centro de la escena de la Podrá alegarse que este fenóme- centró en los procesos de independencia y en
historiografía colonial, implicaba de- no de extrañamiento historiográfico las primeras décadas del siglo XIX –en particu-
jar de lado un campo que había dado con lo latinoamericano es generaliza- lar, los que exploran influencias intelectuales
que afectaron a buena parte del subcontinente–
a la historia latinoamericana una evi- ble también a la situación de otros constituye una excepción a esta regla general y
dente unidad geográfica, pero también países de la región. Algo así parecía un ejemplo a seguir.
temática. Es allí, en la etapa inevita- sugerir en una entrevista reciente Tu- 6. Diego Armus y Mauricio Tenorio-Grillo,
blemente latinoamericana de nuestra lio Halperin, en la que se mostraba “Halperin en Berkeley: Latinoamérica, historio-
grafía y mundillos académicos”, entrevista a Tu-
historia, adonde va a quedar confina- pesimista respecto de la posibilidad lio Halperin Donghi, Entrepasados No. 6, 1994.
do desde entonces el “latinoamerica- de hacer historia de Latinoamérica 7. Entre las excepciones a esa regla, véanse,
nismo” de nuestra historiografía. fuera de los Estados Unidos.6 Que es- entre otros, Mariano Plotkin, Mañana es San
El costo más importante de esta so- to sea así no invalida, sin embargo, Perón: propaganda, rituales políticos y educa-
ción en el régimen peronista, 1946-1955, Bue-
bre-reacción fue, entonces, la aversión el hecho de que constatarlo en nues- nos Aires, Ariel, 1994; y Lila Caimari, Perón y
para emprender estudios comparativos tras latitudes tiene la doble carga de la Iglesia católica: religión, estado y sociedad
con Latinoamérica. El citado refugio que viene a sumarse a la tendencia en la Argentina (1943-1955), Buenos Aires,
en lo nacional derivó en aislamiento y más generalizada de excluir a Lati- Ariel, 1995. La referencia obligada en los estu-
dios del peronismo en Argentina sigue siendo,
éste, a su vez, en una nueva cortedad noamérica de nuestro repertorio de sin embargo, la de Juan Carlos Torre, significa-
de miras. En las antípodas de la mirada identidad. Y esto no sólo empobrece tivamente un sociólogo de profesión. Véase su
setentista, la que ahora propone un ca- los estudios históricos, sino que tam- La vieja Guardia Sindical y Perón. Sobre los
rácter demasiado excepcional de la his- bién tiene el efecto de volver a ocul- orígenes del peronismo, Buenos Aires, Suda-
mericana, 1990; y su compilación, La forma-
toria argentina olvida la similitud de tar nuestras cada vez más evidentes ción del sindicalismo peronista, Buenos Aires,
ciertos procesos locales con los de otras raíces latinoamericanas, cuando sólo Legasa, 1988; también, El 17 de Octubre de
regiones y, lo que es peor, cae muchas una rápida lectura del periódico con- 1945, Buenos Aires, 1995.
putar la hegemonía de esos acerca- 1930, como divisoria de aguas tanto zados en esos años se fueron encar-
mientos y métodos, como sucedió, por en el terreno económico como en el gando de escribir historias más largas
ejemplo, con el caso citado de la his- político y en la historia del Estado, de todos aquellos aspectos que supues-
toria latinoamericana. pero el efecto quizás más devastador tamente daban al peronismo su carác-
Es en ese sentido preciso que pue- haya sido el que tuvo en los estudios ter fundador y revolucionario. Así por
de hablarse de vacío. No se trata de sobre el peronismo, que si antes enfa- ejemplo, las investigaciones de la nue-
que el tema no haya sido abordado en tizaban todo lo que tenía de revolu- va historia política, centradas en los
absoluto sino que no ha ocurrido con cionario e innovador ahora se empe- orígenes de la ciudadanía y la esfera
los estudios sobre el peronismo nada ñaban en mostrar todo lo que ya esta- pública, se preocupaban por dejar bien
parecido a lo que sí sucedió con otros ba allí y el peronismo vistió con en claro que la historia de la movili-
“campos” historiográficos en esos nuevos ropajes. zación política se remontaba mucho
años. A pesar de que, desde los cam- Nacía entonces lo que Hilda Sába- más allá de Perón, incluso más allá de
pos nuevos o remozados –en particu- to llamó recientemente la “invención las manifestaciones obreras de las dé-
lar, la historia urbana, la de las ideas de la entreguerra”, expresión con la cadas anteriores a él;10 estudios recien-
y en general la historia cultural–, se que quería destacar la proliferación de tes sobre los orígenes de la cuestión
ha abordado el peronismo ya sea es- estudios sobre las décadas de 1920 y social y sobre “la política social antes
pecíficamente o en el contexto de in- 1930, décadas que hasta hace muy po- de la política social” demostraron de
terpretaciones de más largo aliento, no co habían sido bastante desatendidas una vez que dicha política no nació en 41
ha habido una investigación sistemá- por los estudios históricos, presas co- la Argentina con el peronismo, sino
tica del período, con los formatos típi- mo estaban entre los períodos más de- que había que remontarse no sólo a
cos de esa renovación historiográfica, finidos –sobre todo por los historiado- los tiempos de los liberales reformis-
esto es, con su proliferación de mono- res económicos– de la gran expansión tas, sino también al período más tem-
grafías, tesis y mesas específicas en (1880-1914) y del peronismo y la se- prano de mediados del siglo XIX y
congresos y jornadas.8 gunda posguerra (1943 en adelante). aun a los tiempos coloniales;11 traba-
¿Qué podría explicar esta deserción Ahora se quería dar identidad propia jos recientes desde la ciencia política
por parte de los historiadores de la a esas décadas, como un período de la se han encargado de demostrar que el
vuelta a la democracia del tema del historia argentina que era necesario populismo como sistema –concepto
peronismo? Las claves para abordar considerar separadamente.9 que, difuso e inasible como es, se ha-
esta pregunta hay que buscarlas de Es en este mismo sentido que, pa- bía siempre reservado en la Argentina
nuevo dentro de las propias lógicas de ra esa renovación historiográfica, el ca- al peronismo– no fue privativo de ese
la historiografía de las últimas déca- rácter “revolucionario” del peronismo movimiento y reconocía antecedentes
das. En primer lugar, los estudios so- resultaba sospechoso: no eran tanto los por lo menos en el yrigoyenismo;12
bre el peronismo fueron víctimas del contenidos concretos de dicha revolu- los estudios dedicados a historiar las
fenómeno, común a esa historiogra- ción como el movimiento brusco en transformaciones del Estado se han
fía, consistente en revisar los grandes la historia que toda revolución sugiere preocupado de dejar bien en claro que
cortes cronológicos de la historia na- lo que a esos historiadores les resulta- en las dos décadas previas al adveni-
cional para reemplazarlos por proce- ba difícil de digerir. De la mano de miento del peronismo se trazaron to-
sos de más larga duración. Este cues- esta sospecha, distintos estudios reali- dos los antecedentes de las políticas
tionamiento generalizado de todas las
cronologías consagradas, que se ensa- 8. En momentos en que se escriben estas líneas, 10. Un excelente análisis historiográfico sobre
ñó particularmente con los cortes mí- existen algunos emprendimientos editoriales que los estudios recientes de ciudadanía para toda
ticos que hasta ayer indicaban momen- podrían estar señalando un cambio de tenden- Latinoamérica, en Hilda Sabato, “On Political
tos fundacionales, se traducía general- cia. Dos volúmenes recientes en colecciones más Citizenship in Nineteenth–Century Latin Ame-
generales –uno de ellos, también de Torre– se rica”, American Historical Review, Vol. 106 No.
mente en un corrimiento hacia atrás detienen, desde perspectivas diferentes, en el 4, October, 2001. Véase también su La política
de los tiempos de las causalidades y período peronista. Carlos Altamirano, Bajo el en las calles. Entre el voto y la movilización.
en la consecuente búsqueda de expli- signo de las masas (1943-1973), Buenos Aires, Buenos Aires, 1862–1880, Buenos Aires, Suda-
caciones de mediano y largo plazo para Ariel, Biblioteca del Pensamiento Argentino, mericana, 1998.
2001; Juan Carlos Torre (dir.), Los años pero- 11. Juan Suriano, La cuestión social en la Ar-
los procesos analizados. De esta ma- nistas (1943-1955), Buenos Aires, Sudamerica- gentina 1870–1943, Buenos Aires, La Colme-
nera, el “fin de las ideologías”, a la na, Nueva Historia Argentina, Tomo VIII, 2002. na, 2000; José Luis Moreno (comp.), La políti-
vez que invitaba a desembarazarse de Además de estos volúmenes, véase el dossier ca social antes de la política social (caridad,
esquemas explicativos que juzgaba de- “Nuevos enfoques sobre el peronismo” en En- beneficencia y política social en Buenos Aires,
trepasados, No. 22, 2002, en prensa. siglos XVII a XX), Buenos Aires, Prometeo Li-
masiado estrechos, señalaba que el 9. Hilda Sabato, “La historia en fragmentos…”; bros, 2000; Eduardo Zimmerman, Los liberales
tiempo de las revoluciones se había Fernando Devoto y Marcela Ferrari (comps.), reformistas. La cuestión social en la Argentina,
acabado y debía dejar paso a la bús- La construcción de las democracias rioplaten- 1890–1916, Buenos Aires, Sudamericana, 1995.
queda de continuidades y permanen- ses: proyectos institucionales y prácticas polí- 12. Gerardo Aboy Carlés, Las dos fronteras de la
ticas, 1900-1930, Buenos Aires, Biblos, 1994; democracia argentina, Rosario, Homo Sapiens,
cias. En la Argentina, este corrimien- Waldo Ansaldi, Alfredo Pucciarelli y José C. 2001; Gerardo Aboy Carlés y Gabriela Delamata,
to de las cronologías tuvo una de sus Villarruel (eds.), Argentina en la paz de dos “El Yrigoyenismo: inicio de una tradición”, Bue-
víctimas más claras en el corte de guerras, 1914-1945, Buenos Aires, Biblos, 1993. nos Aires, Sociedad, Nos. 17-18, junio de 2001.
que iba a aplicar el peronismo, cuya ban particular relevancia. No porque cípulos y es obvio que el doble desen-
originalidad iba a ser en todo caso y fueran el fruto concertado de una ope- gaño que siguió al efímero entusias-
solamente la forma más acabada y ración historiográfica para diluir la his- mo democrático de principios de los
completa con que lo haría, pero no ya toria de ese fenómeno político, qui- ochenta, sumado al terremoto de la ex-
su concepción y diseño; en particular, tándole buena parte de su originali- periencia menemista –que por los cam-
esto era cierto para el intervencionis- dad. Pero la esperanza que aquel bios abruptos que produjo en el país
mo estatal y las políticas dirigistas en escenario infundía seguramente no fue volvía a recordar, para bien o para mal,
materia económica y social, que tení- del todo ajena a la inspiración de mu- el carácter potencialmente revolucio-
an un claro arraigo ya en las décadas chas de esas investigaciones, que bus- nario del peronismo–, sumió a los his-
de 1920 y 1930.13 Por fin, en el estu- caban las claves –políticas, económi- toriadores en una perplejidad aún ma-
dio de los sectores populares, esta in- cas, sociales– de la Argentina de en- yor, de la que no es fácil salir.
dagación en una historia de más larga tonces en un pasado más remoto. La
duración buscaba una explicación al- ilusión que despertaba aquel proyec- La historiografía de los últimos veinte
ternativa para el instantáneo apoyo in- to, sin embargo, se vio muy rápida- años ha sido especialmente efectiva
condicional que recibió Perón por par- mente desmentida por la realidad, en para cuestionar y revisar las herramien-
te de los sectores populares apenas ac- parte porque la supuesta pérdida de tas conceptuales con las que hasta ayer
cedió al poder, frente a la vigente relevancia del peronismo nunca pasó entendíamos el pasado, de una mane-
42 entonces que se basaba en el esquema de ser más que un gigantesco error de ra particularmente creativa y prolífi-
germaniano de los obreros nuevos y cálculo y en parte por el desencanto ca. La devastación producida quizás
las “masas disponibles”. Estos estu- que provocaron los magros resultados constituya, en un futuro hoy no dema-
dios prefirieron en cambio rastrear el concretos de la vida democrática re- siado imaginable, terreno fértil para
apoyo recibido por Perón en una larga cién inaugurada. construcciones más sólidas y sinceras.
tradición cultural preexistente entre los Este doble desengaño –con la de- Mientras tanto, habrá que vivir con sus
sectores populares, que incluía elemen- mocracia y con la posibilidad de neu- variados efectos, que van desde la pér-
tos de reconocimiento y autoidentifi- tralizar la hegemonía política del pe- dida de la confianza básica en cual-
cación, tanto como una historia tam- ronismo– planteaba a los historiado- quier andamiaje conceptual, hasta ha-
bién larga de prácticas asociativas y res, a su vez empeñados en suavizar ber dejado enteros campos de estudio
cooperativas. Es por eso que se con- la impronta de aquel movimiento de a la intemperie del aparato teórico en
centraron en el estudio de sociedades masas en la historia argentina, una pa- el que nacieron, pasando por la desa-
de fomento, bibliotecas populares, con- radoja y una tarea. Una paradoja por- tención que han sufrido muchos te-
diciones materiales de vida de estos que, más allá de la convicción, cons- mas, en los que la necesaria deriva
sectores populares, en tanto prácticas truida con genuina evidencia históri- resultante no ha recalado. No fue pro-
democráticas cooperativas, que esta- ca, de que el peronismo no había sido pósito de estas líneas hacer un regis-
ban en la base de su identidad, que todo lo revolucionario que su retórica tro exhaustivo de esas ausencias ni in-
era previa al peronismo.14 pretendía, los acontecimientos políti- tentar demostrar que las aquí señala-
En consonancia con los nuevos ai- cos y electorales volvían a poner a ese das, seguramente unas entre muchas,
res historiográficos de la hora, menos partido en el centro de la escena como sean más o menos relevantes que otras.
afectos a los cortes fundacionales y a algo verdaderamente excepcional. Una Sí, en cambio, sostener que cualquier
las rupturas, este conjunto de estudios tarea, ya que esos mismos sucesos po- balance que quiera ensayarse sobre la
dejaba algo en claro. Sin negar las ha- líticos ponían nuevamente en eviden- producción historiográfica de las últi-
bilidades políticas, retóricas y simbó- cia que, más allá de que el peronismo mas décadas necesita, tanto como pre-
licas del propio Perón, o su capacidad reconociera antecedentes muy sólidos guntarse por el sentido, las fuentes de
para construir un movimiento de ma- en la historia, era necesaria una inda- inspiración y los propósitos detrás de
sas bajo su liderazgo que iba a tener gación profunda en los años de los las cosas que produjo, una adecuada
repercusiones decisivas en la historia gobiernos de Perón si se querían en- indagación sobre el significado de los
del país, era necesario poner al pero- contrar muchas de las claves de la Ar- vacíos que generó a su paso.
nismo en caja con la historia. Más allá gentina del siglo XX.
de ciertas singularidades destacables, Nadie entendió mejor esa paradoja 13. Ansaldi, Pucciarelli y Villarruel, Argenti-
había que entenderlo dentro de una his- y esa tarea que Tulio Halperin Donghi na…; Tulio Halperin Donghi, Vida y muerte de
toria más larga de continuidades, arrai- –por otra parte, uno de los referentes la República verdadera (1910-1930), Buenos
gadas, a veces desde muy antiguo, en obligados para esa generación de his- Aires, Ariel, 2001.
14. Leandro Gutiérrez y Luis Alberto Romero,
la tradición política y social del país. toriadores–, quien en 1994 volvía a Sectores populares, cultura y política. Buenos
En el clima político de los años postular sin inmutarse el carácter re- Aires en la entreguerra, Buenos Aires, Suda-
ochenta en la Argentina, en el que mu- volucionario del peronismo y a inter- mericana, 1995; Luis Alberto Romero, “Los sec-
chos apostaban fuertemente a que el pretar la historia del país de la segun- tores populares como sujetos históricos”, Méxi-
co, Sociológica, Universidad Autónoma Metro-
peronismo iba a perder relevancia po- da mitad del siglo en esa clave.15 El politana, 4, 10, 1989.
lítica frente a un nuevo “movimiento ejemplo de Halperin, sin embargo, no 15. Tulio Halperin Donghi, La larga agonía de la
histórico”, estas conclusiones cobra- fue mayormente imitado por sus dis- Argentina peronista, Buenos Aires, Ariel, 1994.
Juan Pablo Renzi, problemas del realismo

Andrea Giunta

43
dos los soportes y las formas perdie-
ron su legitimidad y que el museo fue
abandonado por las calles, regresaron
las naturalezas muertas, los retratos,
los paisajes, las pinturas, los museos
y el mercado. Subyace a esta impug-
nación el hecho de que fue éste un
arte ligado al “boom” del mercado,
vendible, fácil para el gusto burgués y
para el gusto popular.1 Por cierto, hoy
puede encontrarse este arte en muchas
pequeñas colecciones formadas en
aquellos años por profesionales o em-
pleados que compraban en cuotas o
que adquirían dibujos y grabados, téc-
nicas que hacían más accesible la po-
sesión del distintivo objeto artístico.
Este arte ha sido desvalorizado desde
el punto de vista estético, como un
momento desprovisto de originalidad,
repetitivo en sus temas, manierista, su-
rrealizante, obsesionado por la técnica
y el detalle, de escasa creatividad. El
En el relato del arte argentino de las setenta funciona como referente ine- eco de tal valoración se expresa en la
últimas décadas, los años setenta han ludible. ausencia de investigaciones sobre este
sido objeto de lecturas tensadas entre La otra cara de los setenta, aquella particular aspecto de los setenta y, muy
aquello que se ha analizado y lo que a la que no se ha negado existencia, especialmente, en la inexistencia de
permanece obstinadamente oculto. Lo pero sí valor, es la constituida por el propuestas curatoriales que planteen su
que se ha considerado es, fundamen- desarrollo de la pintura, fundamental- revisión crítica.
talmente, la propuesta del conceptua- mente realista. Este episodio devalua- No creo, por supuesto, que tal os-
lismo, especialmente a partir de la re- do del arte argentino sucede a la com- curecimiento sea en sí mismo razón
levancia que algunos artistas argenti- pleta desintegración de la forma que de una revalorización. Ésta se vuelve
nos alcanzaron durante la última se produce en el momento extremo de necesaria cuando confrontamos el cor-
década. Tal consideración no fue aje- la vanguardia argentina de los sesenta pus de pinturas de los setenta y nos
na a la jerarquía que, en el ámbito y se expresa como un retorno al so- encontramos no sólo ante obras de ex-
internacional (y muy especialmente porte, a la técnica, a los materiales tra- traordinaria calidad, sino también fren-
en su reciente generación de curado- dicionales y al realismo. Retorno, por te a un conjunto de cuestiones proble-
res), alcanzaron las instalaciones y el supuesto, atravesado por el ingredien-
neoconceptualismo, formas y tenden- te regresivo que el término invoca. In- 1 La misma sospecha recae sobre el hiperrealis-
cias para las que el arte de los años comprensiblemente, después de que to- mo internacional y su éxito de mercado.
máticas derivadas de las potentes pa- de su propio tiempo, dotado de la vo- vimientos internacionales: neofigura-
radojas que atraviesan el período. ¿Có- luntad y la capacidad de actuar sobre ción, minimalismo, conceptualismo
mo explicamos que artistas como Pa- ellos productivamente, no con una ac- (tanto en su variante tautológica como
blo Suárez, Oscar Bony o Juan Pablo titud mimética, sino con la necesidad en la política), realismo (hiperrealis-
Renzi, protagonistas activos de las de intervenir en el cambio estético de mo), neoexpresionismo (transvanguar-
vanguardias sesentistas, hayan pinta- su época asumiéndolo, buscando ins- dia), instalación. Revisada en su con-
do campos, cielos, retratos y fruteras cribir allí una diferencia. Ninguna de junto, la obra de Renzi comprende des-
en los setenta? ¿Cómo comprendemos estas formas de entender el hacer ar- de el despojamiento máximo de las
que lo hayan hecho con tal detalle, tístico es más legítima que la otra. Re- formas hasta el abigarramiento barro-
con tan prolija obsesión? La paradoja sulta fascinante comprender los cam- quista; desde el dominio de la idea
es productiva porque no admite una bios mínimos, aquellos desvíos sutiles pura, de la forma como concepto exen-
respuesta sencilla. Sostener que el fun- que acentúan aspectos contenidos des- to de materia pictórica, hasta el hedo-
damento de tal retorno es el mercado, de un principio en el lenguaje de un nismo absoluto de los colores exalta-
es una explicación parcial que no da artista, que llevan a una mayor sínte- dos, organizados por el ritmo violento
cuenta de los complejos sentidos que sis o fragmentación, a la limitación o de las pinceladas sobre la tela. Todo
se amalgaman en muchas de estas pin- la ampliación de la paleta, a la con- en el término de una trayectoria artís-
turas. No sirve, por ejemplo, para las centración en ciertos temas, en ciertos tica comprendida entre los años 1963
44

pinturas que Juan Pablo Renzi realiza objetos. Pero también nos interpelan y 1992. Una periodización sucinta per-
en los setenta, con temas tan descon- poderosamente las grandes agitaciones, mite establecer que Renzi comienza
certantes y poco atractivos para el mer- las transformaciones cuya diferencia como neofigurativo en los sesenta, pa-
cado (aun cuando se trate de un mer- sorprende y que podrían interpretarse sa luego a un conceptualismo mini-
cado poco sofisticado, proclive a los como una sustitución radical de pro- malista que pronto se radicaliza en un
cuadros realistas) como un fragmento grama. Lo complejo y atractivo del conceptualismo político (1966-68), de-
de techo y una lámpara, únicos obje- asunto radica en comprender la nece- sarrolla en los setenta la pintura rea-
tos de una obra de gran dimensión sidad de una u otra opción, en encon- lista y, en los ochenta, una imagen
(“Mirando al cieloraso”, 1978). En es- trar los instrumentos que nos permi- neoexpresionista.
tas pinturas lo que nos interpela son, tan, más que describir el cambio, en- Dos cuestiones pueden destacarse
precisamente, sus temas. tender su necesidad. Para formular las en este tránsito por sucesivas mane-
Otra cuestión es relevante. Renzi preguntas en los términos del proble- ras. Por un lado, su voluntad de inter-
no pertenece a ese tipo de artista que ma que quiero aquí considerar: ¿por vención. Renzi redactaba manifiestos,
se plantea la realización de su obra qué el realismo y la pintura fueron un convocaba encuentros, escribía ensa-
como el desarrollo pausado de una pro- retorno necesario para Renzi? ¿Qué yos. Necesitaba problematizar el cam-
puesta seminal, como un repertorio de nos permiten comprender estas repre- bio pero no desde una actitud reacti-
formas y de temas que demoradamen- sentaciones sobre el período en el que va, de rechazo, sino valiéndose de los
te se van transformando. Podría pen- fueron realizadas? instrumentos estéticos e intelectuales
sarse, como ejemplo de esta forma de que su propio tiempo le proporciona-
concebir el arte, en Torres-García, ba. En segundo lugar, la presencia
quien no deja de dialogar con otras 1. El cambio como constante constante de una matriz argumentati-
expresiones de su época, pero sin va que lo lleva a plantear, una y otra
transformar radicalmente su lenguaje, Señalamos la diversidad de su obra, la vez, la pregunta por un conjunto de
sin volverlo irreconocible. Renzi, en radicalidad de sus cambios y hasta qué temas: la tradición de la vanguardia,
cambio, responde a otro tipo, el del punto éstos se vincularon con los que de la modernidad, el quiebre posmo-
artista atento a los cambios estéticos se operaban en el repertorio de los mo- dernista. En sus respuestas y argumen-
taciones jugó un papel central su ex- frase magnífica por su capacidad de pacios de debates estéticos, como
periencia formativa inicial en el taller condensar una decisión que se impu- aquellos ámbitos en los que se discu-
de Juan Grela, en el que polémica- so, ante todo, como instancia vital: tía la eficacia y los caminos para lo-
mente se discutía y analizaba la tradi- “...dejé de pintar ocho años y quise grarla. Ahora la violencia y el peligro
ción del arte moderno y del arte ar- volver a pintar para no morirme o, en disolvían estos escenarios. El retorno
gentino. Es decir que, si por un lado, todo caso, para no volverme loco”.2 al taller no fue, entonces, resultado ex-
el cambio constituye una constante, Muchas son las distancias que pueden clusivo de una razón estética.
existe, al mismo tiempo, un conjunto marcarse respecto de la década ante- Renzi regresa al arte y a la pintura
de ideas que lo ordenan. rior: si en los sesenta se había cam- movido por la necesidad. Los temas
biado la materia por el debate y la que recorre en esos años, la forma de
tangibilidad por la acción, ahora Ren- sus pinturas, están cargados de signi-
2. El retorno al realismo. zi retornaba al soporte tradicional de ficado. En primer lugar, los homena-
Tradición y diferencia la pintura y lo hacía con la temática jes a los pintores de Rosario que Ren-
clásica de la naturaleza muerta, el re- zi ya había reivindicado en los prime-
Cuando, a mediados de los setenta, trato de familia, el paisaje, la pintura ros sesenta (“Paisaje (Homenaje a
Renzi vuelve a pintar, varias cosas ha- de interior. Todos estos rasgos, que Schiavoni I)”, 1963). En sus homena-
bían sucedido en su obra y en la esce- podrían entenderse como una instan- jes a Schiavoni y a Musto, Renzi con-
na artística argentina. Ambas estuvie- 45
ron marcadas por la necesidad de la
vertiginosa sustitución vanguardista.
Un aceleramiento que puso en crisis
la legitimidad de la vanguardia al me-
nos en dos sentidos. La experimenta-
ción con las formas y los materiales,
la disolución del objeto artístico, la ne-
cesidad de plantear, cada día, algo nue-
vo, provocaron la extenuación del len-
guaje y de las formas. Una pregunta
subyacía a esta sensación de imposi-
bilidad: ¿qué más podía hacerse cuan-
do —se sentía— ya todo se había he-
cho? Pero las razones del deterioro
también fueron políticas. Si a fines del
sesenta y comienzos de los setenta el
arte llegó a plantearse como motor adi-
cional de una revolución en ciernes
(“Tucumán Arde” sería el ejemplo pa-
radigmático), su fracaso operativo só-
lo dejaba abierta otra opción: trabajar
directa y exclusivamente en la lucha
revolucionaria y sostener que la revo-
lución daría, después, su propio arte. cia vital o como una restauración re- tribuye a la consolidación de esa tra-
Pero nada de esto sucedió en la gresiva y tradicionalista, también de- dición peculiar del arte rosarino que
Argentina de los años setenta. En tan- ben analizarse en un clima de época, se articula en torno a la noción de una
to la revolución no se producía, los en el corte con la historia que implicó comunidad de artistas. El mismo mu-
artistas que por ella sacrificaron, entre la derrota de un proyecto político, la seo Juan B. Castagnino demuestra es-
otras cosas, el arte, se encontraron intervención del poder militar en la to. En su patrimonio se encuentra una
frente al fracaso y la ausencia de aquel sociedad civil y en las formas de or- cantidad significativa de retratos de ar-
medio de expresión que habían con- ganización de la cultura. El ámbito del tistas pintados por otros artistas que
cebido como un agente más del cam- debate público fue violentamente ob- les rinden homenaje (el retrato de
bio revolucionario. Disuelta la mate- turado por la represión urbana; la ca- Schiavoni por Musto; el de sus ami-
rialidad y la valoración del arte, una lle ya no pudo plantearse como un es- gos pintores por Schiavoni; el de Min-
de sus formas de recuperación fue el pacio para la acción (ni política ni es- turn Zerva por Julio Vanzo; el de Gus-
retorno al hacer pictórico, incluso en tética). Si en los sesenta el artista dejó 2. En “Juan Pablo Renzi o la unidad de los
sus formas más tradicionales. el taller por la calle, en los setenta se límites”, entrevista realizada por Beatriz Sarlo,
produjo el regreso forzado al taller. publicada en el catálogo de la exhibición re-
Después de ocho años de “absten- trospectiva realizada en el Museo Municipal de
ción” (1968-1976) Renzi retoma la La calle, la manifestación, las plazas, Bellas Artes Juan B. Castagnino de Rosario en
pintura. Explica este retorno en una el café, habían funcionado como es- 1984, p. 14.
tavo Cochet por Sergio Sergi). “El pin- ternacional (establece, por ejemplo, cos. Con ellos Renzi convive y ela-
tor Musto, dormido, en el estudio de contactos directos con Sol Lewitt), en bora un repertorio, un vocabulario.
Schiavoni” (1977) se relaciona con es- los setenta recrea nexos con la histo- Los ve hasta el cansancio en su estu-
ta tradición y al mismo tiempo la mar- ria interna y local de la plástica rosa- dio y morosamente los pinta detenién-
ca con las necesidades expresivas de rina. Pero esa historia local, esa histo- dose en cada detalle, fundiendo las
su tiempo. El cuadro es, en este sen- ria casi familiar, está atravesada por pinceladas, eliminando el gesto, con-
tido, complejo. No sólo porque el tí- enigmas que ponen en cuestión la po- teniendo el color, controlándolo por
tulo de la obra vincula a dos artistas sibilidad de leerla como una simple el tono. Los dispone en el espacio
que fueron sus referentes, sino tam- continuidad. bidimensional de la tela organizando
bién por la forma en la que el cuadro Los retornos a la tradición y al ta- con ellos “frases” e “inventarios”.
está realizado, recreando el clima de ller son, ambos, gestos reactivos fren- Renzi exhibe esta serie reproducien-
la pintura en la que Schiavoni se re- te al aceleramiento que había marca- do, en el catálogo, el fragmento de
trataba con sus pintores amigos, sen- do su producción durante los sesenta. una entrevista a Ángel Rama.5 En ese
tados alrededor de una mesa, en el ten- Si en esos años su obra se había di- párrafo, Rama argumenta acerca de
so extrañamiento que producen los jue- suelto en la acción, ahora Renzi vol- la posibilidad de leer los inventarios
gos espaciales, los planos violentamente vía al hacer pictórico en su sentido más del siglo XVII y XVIII como enume-
rebatidos. En la pintura de Renzi un tradicional, concentrándose en una eje- raciones comparables a las de la po-
46 rectángulo vacío de representación re- cución detallada y obsesiva. Hasta tal esía contemporánea. Estas listas po-
emplaza al retrato enmarcado que in- punto que, como él mismo explicaba, drían analizarse a partir de los ele-
cluía la escena de Schiavoni. Esa ven- quería evitar que su pintura registrase mentos que las componen, de sus
tana opaca introduce una forma de am- el paso de la mano.4 Esta búsqueda de yuxtaposiciones y uniones insólitas,
bigüedad que Renzi también explora distanciamiento puede entenderse a par- transgrediendo la lectura instituida
en sus retratos de familia, donde el tir de esa nueva proximidad y convi- que los considera como la represen-
retratado se recorta contra la foto de vencia con el soporte, que no es ajena tación literaria de un documento. La
familia. Inmóvil, frontal, interpela al al repliegue en el taller. Pero también inclusión de Renzi del texto de Rama
espectador con su mirada fija e inex- puede considerarse como la inflexión desliza una interpretación. En sus
presiva. Un realismo fotográfico que diferencial del realismo de Renzi, que “frases” los objetos están conectados
Renzi transgrede con desvíos sutiles, más que perseguir la mímesis busca es- tan sólo por su voluntad de exponer-
continuando la foto de familia en su tablecer una distancia respecto del mo- los en cierto orden, de moverlos en
marco biselado o en lo que podría ser tivo tratado. En este sentido, es posible nuevas estructuras (en una hilera, o
el espejo de una escena que acontece referirse a esta obra como un “realis- en los puntos de encuentro de las lí-
ante los ojos del retratado. No la do- mo conceptual”, en el que las formas neas que delimitan y dividen dos ve-
cumentación fotográfica de un tiempo de encuadrar y ordenar los objetos ins- ces un cuadrado), en series que los
pasado, sino el registro del momento talan un momento reflexivo sobre los representan en otro encuadre, con otra
exacto en el que se realiza el retrato. recursos del arte y sobre los problemas sombra, multiplicando los puntos de
Realismo inverosímil, porque Renzi de la representación. vista en una misma composición. To-
pone en duda el tiempo y el espacio En 1980 Renzi realiza dos series dos estos dispositivos de la represen-
en el que sucede lo representado. La que enfatizan este cruce entre realis- tación despliegan visualmente y en
misma ambigüedad se pone en escena mo y conceptualismo. Las “tomas” se paralelo el argumento de Rama. Con-
cuando representa a dos niñas de es- detienen en objetos simples y cotidia- vierten la representación plana en un
palda, mirando hacia una ventana es- nos, a los que representa desde distin- enunciado complejo, donde las som-
merilada, desde un interior organiza- tos ángulos, desde una perspectiva ana- bras y las perspectivas, tanto como
do por parámetros espaciales ambiva- lítica que despliega un conjunto de op- los objetos representados, forman par-
lentes. O también aquella perplejidad ciones para la mirada. En una misma te de una proposición en la que, fi-
que producen sus naturalezas muer- composición (“Toma 4”) representa nalmente, más que el significado de
tas, casi carentes de referencias espa- dos hervidores y dos platos en un es- los objetos, se exploran sus relacio-
ciales. Este realismo intranquilo, per- pacio partido en cuatro. No sólo hay nes internas, sus infinitos órdenes po-
turbador, exhibe los rastros de una cri- un desvío leve en los objetos (parece sibles.
sis de confianza, con ventanas obturadas, el mismo hervidor, pero no es el mis- Gabriel Peluffo señala, en un texto
imágenes de un tiempo detenido y fi- mo plato), también modifica el punto sobre la crisis de identidad nacional
guras que nos vuelven la espalda.3 Así, de vista. Los objetos que Renzi fija en la cultura uruguaya, la resonancia
aun cuando Renzi retoma el realismo, obsesivamente en la tela son comu-
3. Las figuras de espalda aparecen en esos años
con una técnica y con temas tradicio- nes (plato, taza, cafetera, maceta, en otros artistas como Antonio Seguí, en su
nales, utiliza una serie de recursos que manzana, brocha, lámpara, cenicero, serie “La distancia de la mirada” de 1976.
ponen en cuestión su rasgo más tran- bomba de luz) pero no bajos. Ningu- 4. En “Juan Pablo Renzi...”, cit., p. 10.
5. Juan Pablo Renzi, “Inventarios”, galería Arte
quilizador, la verosimilitud. Por otra na de estas representaciones puede
Nuevo, Buenos Aires, 1980. El texto de Ángel
parte, si en los sesenta Renzi había aproximarse al kitsch o a la ironía. Rama procede de un reportaje publicado en Pun-
buscado vínculos con la vanguardia in- Son objetos de uso, no objetos úni- to de Vista No. 8, 1980.
semántica del término inventario. Tan- logo. En 1981 Renzi pinta “Interior mancha vuelva a ser procedimiento ex-
to aquella que apunta a destacar el re- del loco”. La tensión monocromática presivo. La pieza recorta el límite y el
gistro acumulativo de la historia, co- que dominaba en los inventarios esta- sentido de su producción artística de
mo la que remite a la idea de “invento lla en rojos; los objetos cuidadosamen- los setenta. La recolocación de estas
[...] como construcción social imagi- te alineados se desplazan y vuelan en pinturas en un contexto de época, en
nada y proyectada hacia el futuro”.6 el espacio. Renzi ya no cita la tradi- la coordenada de la pintura realista ar-
Los inventarios de Renzi acumulan ción local de Musto o de Schiavoni, gentina de esos años setenta, permite
ambos sentidos, que también se amal- sino el rojo intenso de Matisse o la vislumbrar aspectos devaluados y opa-
gaman con los señalados por Rama. referencia al cuarto exaltado de Van cados por la crítica y el mercado cura-
La sucesión monótona de objetos en Gogh. Desde entonces, Renzi revisa torial. Una producción que despliega
un espacio detenido, con paletas en- nuevamente la tradición internacional en una compleja operación necesidad
sordecidas, tramados con líneas entre- del arte y el repertorio de sus objetos. estética y significado social. Una pin-
cruzadas y veladuras superpuestas, es A aquellos inventarios anclados en la tura de objetos y retratos inmóviles que
el registro inventarial del corpus breve cotidianeidad suceden martillos y es- retuvo entre sus formas una reserva de
de objetos simples, cotidianamente usa- trellas. “Interior del loco” es una pie- sentido poético y político.
dos y experimentados. Frente al vérti- za bisagra que delimita el momento
go vanguardista, Renzi organiza ahora del cambio que nuevamente se produ- 6. Gabriel Peluffo, “Crisis de un inventario”, en
Hugo Achugar y Gerardo Caetano, Identidad
un inventario de ese encierro involun- cirá en su obra, cuando las formas es- uruguaya: ¿Mito, crisis o afirmación?, Monte- 47
tario pero revelador en el que, reduci- tallen, las paletas se multipliquen y la video, Trilce, 1992, p. 63.
do a mirar, infinitas veces, los mismos
objetos, descubre en ellos el valor del
mínimo desplazamiento, el poder reve- El viento de lo visible
lador de una yuxtaposición nueva o de
una unión insólita. Para representarlos Daniel Samoilovich
de este modo (y recordando la refle-
xión de Rama), Renzi transgrede el gé-
nero de la naturaleza muerta como an-
tes transgredió el del retrato. Nos pro-
porciona un conjunto de imágenes
repletas de desvíos y enigmas que po-
demos percibir, aunque no siempre de-
velar. En esas pinturas, miméticas y am-
biguas, Renzi logró condensar magní-
ficamente una resistencia que se
expresó en lenguajes aparentemente
exentos de voluntad polémica.
En los sesenta el problema del arte
se vinculó al de la vanguardia y al de
la política y en estos terrenos se midió
por una determinada concepción de la
eficacia. En los setenta, esta voluntad
de recuperación del género, de la pintu-
ra y del realismo, expondrá otro sentido
de la eficacia, aquella que se manifestó Al revés del trabajo que se tomó en zapatero de lujo; Gombrich piensa que
como la necesidad y la forma de no clau- demostrar que el conocimiento de los la fuerza con que Miguel Ángel afirma
dicar ante aquellas fuerzas que busca- poetas no era conocimiento verdadero, la dignidad espiritual de la pintura es
ban demoler el sentido. La ejecución de- Platón ni siquiera consideró la inseparable de su fuerza artística
morada y el tiempo material que de- posibilidad de que hubiera algún propiamente dicha. Esculpiendo,
manda, la restitución del oficio y de la conocimiento en los pintores; no le pintando la imagen que tenemos aún hoy
técnica, operan como capital de expe- pareció necesario negarles el ingreso a del hombre, de sus emociones, de su
riencias específicas desde el cual la tra- la República, y probablemente no le relación con la naturaleza, “hizo ideas”
dición del arte ha instruido acerca de las hubiera molestado que entraran tres o y cambió para siempre la noción de
mejores maneras de realizar y conser- cuatro junto al tropel de los útiles y humanidad... y de paso, la de lo que el
var los objetos artísticos. Esta puesta en simples artesanos. Éste fue durante siglos arte es y puede ser.
escena de la perdurabilidad constituye, el estatuto social e ideológico del pintor Una energía parecida necesitaría un
en sí misma, un elemento más de ese en Occidente, y Miguel Ángel tuvo que moderno Miguel Ángel para derrotar,
dispositivo resistente. empeñarse a fondo para demostrar que ya no la idea del pintor como
Un cuadro puede servir como epí- era un intelectual y no una especie de trabajador manual, sino la casi
simétricamente opuesta concepción de memoria menor que la que hoy tiene “plasmación” de una idea que hubiera
que se trata de un idiota más o menos una licuadora. El isotipo, Renzi lo preexistido, era un nacimiento. Donde
inútil e inspirado. A la luz del dibujó a mano porque no encontraba antes no había nada, ahora había un
tardoromanticismo vulgar, la pintura ni en Letraset ni en los libros de número de Diario.
aparece ahora desgajada de la vida tipografía algo que le gustara; en un Renzi no compartía con la mayoría
práctica, pero sigue, como antes, cartel de los años treinta, en cambio, de los diseñadores la idea de que el
alejada del mundo de las ideas. Es, sí encontró alguna punta, copió las método más “artístico” de dar
igual que en su antiguo estatuto, una letras que le servían e inventó las otras; proporción a una foto es extender su
cosa antiintelectual, irracional, aunque ese dibujo, se lo di a un “pasador” diagonal: sacaba cuentas con una
ahora el aspecto irracional está (así se llamaban) para que hiciera un calculadora que rescataba de entre los
endiosado en vez de denigrado. El original en tinta. El muchacho se pinceles y usaba con desenvoltura,
arquetipo de esta concepción del pintor rompía la cabeza; las rectas eran, claro, como el que dirige una división
vendría a ser ese Van Gogh mediático, rectas, el círculo de la O lo hizo con mecanizada de sus ejércitos, o hace
más que desorejado, descerebrado, compás; pero la S, no había pistolete precisos negocios celestes; la precisión
entre girasoles de utilería y arrestos que pudiera con ella; no se podía y la rapidez, supongo, le parecían tan
de locura total. construir, y si se fabricaba una sabrosas como un buen trazo. De la
Renzi contradecía todo el tiempo parecida, por alguna razón no misma manera, a veces salíamos a
48 una imagen de este tipo: el espectáculo funcionaba, se derrumbaba. “Calcála”, hacer fotocopias de algunas de las
de su inteligencia en acción era le dije, y fue el único modo; años más fotos o dibujos; no tenía nada contra
realmente prodigioso, y se extendía con tarde, al hacer un logo digital con las fotocopias, sólo que otras veces,
la misma fruición sobre cualquier curvas Bézier, volvió a pasar lo supongo que porque estaba
material, fuera un cuadro o el cartel de mismo, y la solución fue idéntica: entusiasmado y le daba pereza salir,
una conferencia. Entre muchas horas escanear la letra, usarla de fondo e ir le pegaba una mirada a la foto en
de ocio y de trabajos y proyectos poniendo los puntos de anclaje cuestión... y la dibujaba, en el tamaño
diversos, compartí con él la gestación necesarios para que las curvas que nos hacía falta, con la misma
del proyecto de Diario de Poesía y la matemáticas reconstruyeran las exactitud que si tuviera un pantógrafo
realización de sus primeras tapas. manuales. Vaya uno a saber qué en el cerebro.
Mientras le contaba qué era lo que vueltas y revueltas tenía esa letra S; lo Pasternak dice que Shakespeare
queríamos hacer con el Diario, me claro era que Juan Pablo tanto podía escribió, antes de redactar varias de
escuchaba y anotaba cosas; no íbamos fabricar un isotipo decidiendo sus las escenas en prosa de Otelo, rápidas
a publicar poemas sueltos, sino colores con una tabla de oposiciones notas en pentámetros yámbicos,
muestras más o menos representativas y correlaciones numéricas (con una porque su mente funcionaba mejor así.
del trabajo de autores; el ensayo y la fórmula, en suma), como fabricar otro Mirando a Renzi “dibujar las fotos”
crítica iban a tener un espacio indomesticable para la geometría. yo no podía evitar acordarme de eso.
importante; la publicidad y la Está claro por qué no necesitaba
información no debían avergonzarnos, Pero quisiera volver un instante a las hacerse el ignorante de la técnica, ni
al contrario; etcétera; Renzi anotaba, tapas. Solíamos trabajar en su estudio el incapaz de pensar, ni el incapaz de
de todo eso no había aún nada, todas de San Telmo y el rito comenzaba resolver un asunto práctico; está claro
intenciones, definiciones más o menos haciendo un hueco en la mesa llena de por qué no necesitaba hacerse el
abstractas. Un día me mostró el mono lápices, pinceles, paletas de colores sublime inspirado: la inspiración, era
y yo entendí que de veras íbamos a secos, papeles, ceniceros; seguía con una algo que emanaba de su persona con
hacer Diario de Poesía. Cada hoja blanca en que Renzi listaba las notas la misma naturalidad con que
abstracción que habíamos conversado que íbamos a poner en la tapa y qué respiraba. Miraba y veía, dibujaba y
estaba “realizada”, vuelta real, y tipo de ilustración teníamos para ellas; pensaba; lo que tocaba se volvía
eventualmente criticada, superada; el el título que esas notas iban a llevar se artístico, exactamente artístico, fueran
resultado tenía una contundencia y una ajustaba de a poco, mezclando la conceptos o letras, una figura humana
belleza que a simple vista delataban un apreciación de cómo funcionaban o un logo, paisajes o colores puros.
impulso inconfundible: el de las cosas gráficamente con la de si eran o no “Huracán o brisa –escribió de él Juan
que han de ser impresas, de las tentadores. Hablábamos del contenido José Saer–, siempre le está soplando a
empresas que han de ser llevadas a de los trabajos, su importancia relativa la cara el viento de lo visible”.
cabo. dentro del número, el grano de las fotos, Esa familiaridad con lo visible, la
la línea de los dibujos. En algún maestría que había logrado en su arte
Cuando empezamos a hacer la revista, momento él empezaba a dibujar y toda y su enorme curiosidad –quizás las
en 1986, el armado se hacía pegando esa charla a condensar en algo tres cosas fueran la misma– hicieron
tiras de papel fotográfico generadas en completamente diferente, enérgico, real, de él alguien excepcional como pintor
una IBM Composer, una especie de plantado en el espacio; otra vez, como y como tipo. Van diez años, y para
máquina de escribir eléctrica con una había pasado con el mono inicial, la tapa los que lo conocimos es igual de
poca de variedad tipográfica y una del nuevo número no era la difícil que el primer día.
el sitio de
Punto de
Vista on-line BazarAmericano.com
www.bazaramericano.com

No se trata de una versión para Internet de la revista, sino de un espacio más amplio, donde se encuentra
todo tipo de información, artículos y números agotados de la revista, y también un despliegue de
materiales, textos, imágenes, discusiones, opiniones.
BazarAmericano es un sitio abierto al debate de ideas en cultura, artes, política, vida contemporánea,
un espacio en proceso, de intercambio y trueque, archivo, lugar para darse una vuelta con frecuencia.

En la renovación de diciembre BazarAmericano tiene una nueva sorpresa literaria: un poema


de Las flores del mal de Charles Baudelaire, traducido especialmente por Américo Cristófalo,
con vinculaciones hipertextuales a otras traducciones, poemas e imágenes.

Y como siempre todas las secciones renovadas en agosto:


Bazar Opina, con el editorial del Bazar sobre la coyuntura argentina y todo el debate sobre la propuesta de
Constituyentes; Los Lectores Opinan, con todas las opiniones de los visitantes de la página que escriben
directamente en ella; la Galería, con las obras de los artistas que ilustran Punto de Vista y BazarAmericano;
Reseñas, que sigue agregando hípertextos para ilustrar los comentarios de literatura; Música, que sigue
incorporando temas para escuchar mientras se leen las Antologías de la revista Lulú o los análisis de la obra
de Morton Feldman; Arquitectura, con el homenaje a Manfredo Tafuri, las primeras traducciones al español
de la obra de Robin Evans, y textos de Michel Foucault inéditos en español.

Para conocer mejor Punto de Vista, sigue on line el Indice completo de los números 1 a 60 (1978-1998)
y los Últimos números, con los sumarios de los números 61 a 73 y resúmenes de todos los artículos.

Punto de Vista en librerías


La revista está en venta, como siempre, en los mejores kioskos de Buenos Aires y en las librerías
Gandhi, Corrientes 1743, y Prometeo, Corrientes 1916, donde también encontrará números atrasados.
Y gracias a nuestro acuerdo de distribución con la editorial Siglo XXI, Punto de Vista ya está en las
siguientes librerías de todo el país, Montevideo y México:

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Baldomero, La Plata 129 Galerna, Antártida Argentina 1111
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Blatón, Florida 681 loc. 10 Boutique del Libro, Boulevard
Caleidoscopio, Echeverría 3268 Shopping Códice Libros, Peatonal San
Martín 664
Cassasa y Lorenzo, Morán 3254 Martinez Templo del libro, San Juan 200
Clásica y Moderna, Callao 892
Cúspide, Florida 628 Boutique del Libro, Unicenter Posadas
Boutique del Libro, Arenales 2048
Cúspide, Santa Fé 1818 Santillán Libros, Ayacucho 1977
Cúspide, Village Recoleta San Isidro
De las Madres, H. Yrigoyen 1584 Boutique del Libro, Chacabuco 459 Resistencia
Librería de la Paz, 9 de julio 359
Del Mármol, Uriarte 1795 La Plata
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Distal, Corrientes 913 Capítulo II, Calle 6 768 Laborde Libros, Entre Ríos 647
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Distal, Florida 528 Centro del Libro I, Calle 49 546 Homo Sapiens, Sarmiento 969
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Cs. Jurídicas y Humanidades Santa Fé
Galerna, Santa Fé 3331 Rayuela, Plaza Italia 10 Librería Cooperadora, Facultad
Galerna, Shopping Liniers de Humanidades
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La Crujía, Tucumán 1990 Melusina, Paunero 2599 Salta
Letra Viva, Coronel Díaz 1837 Galerna, Rivadavia 3050 loc. 21 Rayuela, Alvarado 570
Losada, Corrientes 1551 Fray Mocho, Rivadavia 2702
Losada, Corrientes 1736 Santiago del Estero
Martín Carvajal, Fac. Sociales, Tandil Hyperion y Cía, Av. Belgrano 284
Marcelo T. De Alvear Don Quijote, Gral. Rodriguez 585
Martín Carvajal, Fac. Sociales, Tucumán
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Ramos Mejía Mónica Muñoz, 25 de Mayo 1601
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