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Guion la casona de la calle del fresco

En una de las calles de David vivía una señora muy mayor y querida por muchos.
Debido a su edad la pobre viejita cayó enferma, los vecinos la visitaban he iban a
ayudarla en los quehaceres de la casa.
Lucía una joven que estaba muy al pendiente de ella fue como todas las mañanas
a visitarla.
Lucía: tía, tía ¿como amanece? ¿Ya está el café?
Pasan unos minutos y la viejita no contesta Lucía sigue insistiendo. Ella se asomó
por una pequeña rejilla que tenía la ventana del cuarto y vio el cuerpo sin vida de la
anciana tirado sobre la cama, la joven salió corriendo de la casa a buscar ayuda al
abrir la casa ya era demasiado tarde no tenía signos de vida.
Lucía: ahora cómo vamos a hacer, desconozco si tiene algún familiar o pariente
cercano. Antonio: tampoco sé si ella tuviera algún familiar vivo, pero debemos
velarla como se debe ella era muy querida por todos.
José: si es lo menos que podemos hacer. Hagamos una caja para ponerla.
Lucía: yo iré a hablar con el cura para la santa Misa.
Lucía inmediatamente fue hasta la iglesia a hablar con él cura y acordar la hora de
la misa.
Lucía: buenos días padre.
Cura: buen día hija ¿que te trae por aquí Lucía?
Lucía: padre, acabo de encontrar a la tía sin vida en su casa.
Cura: como puede ser. Que Dios la tenga en su gloria.
Lucía : quería saber si le podemos hacer una misa antes de su santa sepultura.
Cura: esta bien hija mía, pero vamos a hacerla mañana para que se despida
bien de su hogar y velar en su amada casa.
Lucía : así será padre y a que hora será la misa.
Cura: como a las 8 de la mañana.
Lucía: está perfecto a esa hora, muchas gracias padre.
Lucía caminó de regreso a casa al llegar ya había bastante gente en el velorio y
aprovecho y anunció la hora de la misa.
Ya don Fernando y don Julio tenían la caja lista y la vistieron con el vestido que ella
misma se había hecho.
No la podían ver ya que era una caja de madera sin ventanilla
Mucha gente fue llegando a consolar a Lucía ya que era la más querida de la tía.
Pasaron las horas y seguían rezando al cuerpo sin vida de la pobre ancianita.
Entre los acompañantes conversaban sobre muchas cosas y no podía la chicha
fuerte y el vino de palma para calmar el frío de la noche.
Juan: se está poniendo muy fría la noche.
Antonio: corre una brisa que da es escalofríos.
José: esto está dando es miedo.
Antonio: no diga nada compadre eso es por la temporada en la que estamos,
mejor tómese otro trago para que se le quite el frío.
José: está bien voy a tomarme este trago y me voy porque mañana hay que
madrugar tengo que ver los animales y luego irlos a ayudar con la sepultura.
Juan: es muy cierto compadre no debemos pasarnos mucho de tragos no vaya a
ser que nos quedemos dormidos y no podamos colaborarle a la niña Lucía en ese
favor que nos pidió.
Antonio: mejor guardemos esto.
Luego que los señores guardaron todo uno fue a su casa y los otros se quedaron
acompañando. Al cabo de un rato se estaban quedando dormidos cuando una
brisa fuerte los despertó
Antonio: Dios mio que paso
Juan: esta brisa es muy extraña
Antonio: que esta pasando allá dentro de la casa
Los señores corrieron a ver que sucedía, al entrar todos gritaban muy asustados.
Había un gran pájaro negro que aleteaba tan fuerte que apago todo.
Cuando todos salieron del susto, encendieron las velas y las lámparas, todos
huyeron asustados al no ver el cuerpo de la tía y en su lugar un montón de piedras
de río.
Lucía: padre que puede ser eso.
Cura: esto parece del mismo satanás, tomen esa caja y entierrenla con todo y
piedras.
Lucía: y ahora como velaremos su cuerpo.
Cura: no podemos hacer nada ya se la han llevado. No sabemos ni donde está su
cuerpo.
Lucía: está bien padre así lo haremos.
Pasaron los días y todavía se escuchaba en la calle los rumores de aquel extraño
acontecimiento, la tía tenía muy oculto su pacto con el diablo, que nunca se supo
porque era.

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