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Los asirios Los asirios hicieron de la guerra su actividad más importante y desde sus inicios se

consideraron como predestinados para la conquista. Con destreza lograron erigir una
maquinaria guerrera experta en encuentros bélicos en campo abierto y en la conquista y
destrucción de ciudades, sin importar las defensas que tuvieran. El empuje de su infantería
secundado por una caballería entrenada para el ataque y apoyada por carros ligeros era una
fuena formidable. Especialmente durante el período neo-asirio, las campañas militares eran
conducidas cada año de manera personal por el rey e igualmente el imperio tenía un ejército.
regular que servía todo el año. Al emprender la campaña, el ejército era precedido por los
estandartes coloridos los cuales eran seguidos por los adivinos, el rey con su escolta real
escogida, la caballería y los carros, luego la infantería, la maquinaria de asedio junto con su
equipo y el séquito de la campaña. "La excelente organización y tácticas, junto con las armas
de metal (primero bronce y después hierro), el arco y las carrozas ligeras tiradas por caballos,
hicieron de los asirios la fuena guerrera más eficaz que hasta entonces había visto el mundo".

Pero su crueldad quedo marcado en sus grandes escritos.

"Yo desollé 50 de sus guerreros con mi espada, quemé vivos 200 prisioneros de ellos, y
además vencí a 332 batallones de ellos en la planicie ... con la sangre de ellos teñí de
rojo la montaña tal como la lana roja y al resto de ellos los despeñé por las barrancas y
los torrentes de la montaña. Yo los llevé cautivos y tomé las posesiones de ellos. Corté
las cabezas de sus soldados y edifiqué [inmediatamente con ellas] una torre delante de
su ciudad. Quemé vivos a sus muchachos y muchachas”.

El aterrador registro de esta inscripción del rey asirio continúa detallando con increíble
naturalidad, y en realidad, cualquier descripción bíblica haciendo referencia a la rudeza asiria
queda corta ante la explicitud con que los anales y cuadros de los mismos asirios pintan y
relatan la crueldad sanguinaria27 de los devotos de ASSur e IStar. El ensañamiento depredador
de los ejércitos asirios se extendía igualmente a los huertos y plantíos de los pueblos que
atacaba. Esto naturalmente era parte de la destrucción que acompañaba al asedio de una
ciudad, pero a su vez era parte del accionar asirio en su despliegue destructor. Existen
numerosos registros que consignan en los textos neo-asirios la destrucción de plantíos y
huertos durante las operaciones militares y de manera especial en las inscripciones de los
reyes. De manera similar existen numerosas escenas grabadas en relieve que muestran a sus
soldados cortando los árboles frutales y destruyendo los huertos del lugar asediado.28 Así, en
los anales de Tukulti-Ninurta II se informa que en el 885 AC, este rey atacó las ciudades de
MuSku incendiándolas y cortando la cosecha de sus huertos.29 Assurbanipalll, en una
campaña hecha en el alto Tigris en el 866 AC, se jacta de haber irrumpido en la ciudad de
Amedo, la capital de Bit-Mamani, y allí hizo un pilar con las cabezas de sus enemigos, empaló a
los prisioneros en estacas fuera de las murallas y cortó los huertos del gobernante local. Asiria,
sin embargo, no fue sólo crueldad ni mucho menos sólo una nación de hordas sanguinarias
lideradas simplemente por tiranos megalómanos insens!bles a la cultura, belleza y las artes. De
hecho ella fue un gran pueblo cuya civilización fue la mayor de sus días; ella fue sin duda un
coloso del pasado y sus artes y cultura tuvieron una influencia tremenda en el legado cultural
de oriente. Aunque hace mucho que ella ya desapareció del escenario, sus escultores
plasmaron en sus monumentos la majestad de su arte perennizando la sensibilidad asiria hacia
el encanto y la delicadeza de manera inmejorable. Por otro lado, sus bibliotecas atestiguan con
creces el amor que tenían a la literatura y su anhelo muy humano por cultivar la erudición.

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