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Responde de la pregunta 1 a 7 teniendo en cuenta la siguiente lectura:

La nomenclatura inorgánica de la Unión Internacional de Química Pura y


Aplicada

En 1921 la IUPAC creó la Comisión de Nomenclatura de la Química Inorgánica, cuya labor culminó
primeramente con la redacción de un conjunto completo de reglas que fueron publicadas en 1940 sin
haber sido sometidas a una discusión externa general a causa del inicio de la guerra de 1939-1945.
Terminada esta guerra, se decidió proceder a una reconsideración a fondo de las  Reglas de 1940, que
fueron sometidas a consultas amplias con sociedades científicas de diversos países, con especialistas a
título personal, y con redactores de revistas como los Chemical Abstracts. Esta revisión dio como
resultado una redacción completamente nueva, que fue publicada en 1957, con texto en inglés y en
francés, con el título de Reglas provisionales. Se consideró que los dos textos constituían modelos de
carácter internacional para la traducción a otros idiomas (la versión francesa para las lenguas
románicas, la inglesa para las germánicas), aunque se recomendaba que en las traducciones se
procurara reducir al mínimo las diferencias debidas a los usos y costumbres de los diversos países y
mantener al máximo el principio de la uniformidad internacional.

Desde la edición de 1957, la Comisión intentó incluir en los nombres de los compuestos inorgánicos
informaciones de índole muy variada: un nombre tiene la finalidad principal de designar un compuesto
determinado de un modo exclusivo y único, pero debe indicar también, en el grado en que sea
posible, su fórmula empírica, esto es, su composición y debe dar, además, sus características
estructurales principales; a pesar de todo ello, el nombre se tiene que poder pronunciar fácilmente, y
escribir con un mínimo de símbolos o signos tipográficos especiales. Los problemas de designación de
la estructura molecular y cristalina para los sólidos, algunos aún sujetos a controversia, introducían
un elemento de inestabilidad en la nomenclatura de 1957.

Estas cuestiones, y otras, como las derivadas de la necesidad de generalizar la nomenclatura de las
entidades de coordinación y de precisar la de los hidruros de boro, de los poliácidos y de los
compuestos organometálicos, fueron causa de que la Comisión continuara sus trabajos, que dieron
lugar en 1970 a la publicación de otra edición de las normas, titulada Reglas definitivas de 1970 y
familiarmente llamada El Libro Rojo. Mientras, se había producido el fenómeno que los libros de
historia de la ciencia designan como el "renacimiento de la química inorgánica", y la aparición de
compuestos con tipos de enlace nuevos y tipos de estructura nuevos, lo cual obligó a la Comisión de
Nomenclatura a replantearse muchas cuestiones. Finalmente se decidió substituir totalmente el
llamado Libro Rojo, centrando primero el trabajo de la Comisión en los campos considerados más
fundamentales, que constituirían la Parte I de un conjunto que contendría en las partes siguientes las
áreas más especializadas. Esta Parte I se publicó, sólo en inglés, en 1990, con el subtítulo
de Recomendaciones de 1990. Desde entonces han aparecido traducciones de este texto al japonés
(1993), al alemán (1994), al húngaro (1995), al croata (1996) y al catalán (1997), y un amplio
resumen en francés (1996), habiendo sido anunciada por la Real Sociedad Española de Química la
pronta aparición de la traducción al castellano. Esta Parte I contiene las reglas para nombrar una
diversidad de compuestos, que abarca desde las moléculas más sencillas de los compuestos binarios
hasta los oxoácidos y sus derivados, los compuestos de coordinación (estudiados muy profundamente)
y los compuestos de boro relativamente sencillos, así como otras reglas aplicables a la designación de
las estructuras sólidas.

1. La sigla IUPAC, traducida al español significa


a. comisión de nomenclatura de la química inorgánica
b. unión internacional de química pura y aplicada
c. unión internacional de química orgánica e inorgánica
d. comisión internacional de nomenclatura química

2. las reglas que fueron redactadas en 1940, fueron modificadas en 1957 porque
a. cumplían ampliamente los estándares propuestos
b. no fueron estudiadas y analizadas internacionalmente
c. no tenían fundamentos científicos internacionales
d. no cumplían con las normas internacionales existentes
3. uno de los inconvenientes en la nomenclatura de 1957 fue que
a. presentaba inconvenientes en la aplicación de la estructura molecular para los sólidos
b. los nombres de los compuestos eran muy enredados en su escritura
c. la nomenclatura no describía características de los compuestos
d. no indicaba la formula empírica ni molecular de los compuestos
4. el nombre de un compuesto tiene como propósito primordial
a. indicar su fórmula empírica
b. distinguir un compuesto determinado de una forma particular
c. dar sus características estructurales principales
d. conocerse internamente en la comunidad científica de un país
5. una de las causas que dio lugar a que la comisión siguiera sus estudios fue
a. los nombres de algunos compuestos no cumplían con los requerimientos establecidos
b. la necesidad de generalizar la nomenclatura de los compuestos orgánicos
c. la insuficiencia de sistematizar la nomenclatura de los poliácidos
d. la correcta forma de designar la estructura molecular y cristalina para los solidos
6. el llamado libro rojo fue el resultado de
a. el análisis profundo de los diferentes puntos de controversia de la nomenclatura de 1957
b. el renacimiento de la química inorgánica
c. el estudio de compuestos con nuevos tipos de enlaces y estructura
d. la inclusión de los compuestos orgánicos en la nomenclatura
7. la publicación de 1970 se modificó porque
a. no estudio la aparición de sustancias con enlaces y estructuras nuevas
b. se produjo el fenómeno del renacimiento de la química orgánica
c. estudio con mayor complejidad sustancias orgánicas nuevas
d. resaltó la importancia de la composición estructural de las sustancias inorgánicas
8. el primero en proponer que el nombre de un compuesto debía describir su composición fue
a. Aristóteles
b. Antoine Lavoisier
c. Albert Einstein
d. John Jacob Berzelius
9. Los iones, son átomos que poseen carga eléctrica, los iones con carga positiva se denominan
a. protón
b. catión
c. anión
d. electrón
10. los óxidos son compuestos
a. binarios
b. ternarios
c. cuaternarios
d. poliatómicos
HIDRURO DE MAGNESIO... MÁS CERCA
DE SER ACUMULADOR LIGERO DE
HIDRÓGENO.
Investigadores de la UAM exploran nuevas vías para la descomposición del
hidruro de magnesio, un material muy prometedor como acumulador de
hidrógeno.

A finales del siglo XVIII  Lavoisier aisló e identificó un nuevo gas, que obtuvo al hacer
reaccionar agua, ligeramente acidificada, con un metal de fuerte poder reductor, tal
como el hierro o el magnesio. Esta reacción se conoce hoy con el nombre de
“hidrólisis”. Más tarde, el célebre químico francés observó que la combustión
(oxidación) de este nuevo gas producía nuevamente agua, hecho que usó para
ponerle nombre: hidrógeno. Finalmente, junto a su colega Pierre Laplace, logró
determinar, usando un calorímetro de hielo, el calor de combustión del hidrógeno. A
partir de la cantidad de hielo fundido, y a pesar de la sencillez del experimento,
obtuvieron un valor muy cercano a los 1.2∙108 J por kg de hidrógeno, valor que hoy
se acepta para ese parámetro. Este calor de combustión es muy superior al de la
mayoría de las sustancias. Estos descubrimientos, que constituyen la base de la
química moderna, ofrecían, además, la posibilidad de almacenar la energía en forma
química, es decir, usar un cierto tipo de energía (eléctrica, luminosa, mecánica,…)
en la obtención de hidrógeno a partir de agua y posteriormente recuperar una
fracción más o menos alta de esa energía al quemar este combustible, reacción que
vuelve a dar de nuevo agua. Si como fuente de energía primaria para la obtención de
hidrógeno se emplea energía solar, esto es lo que hoy conocemos como Sistema
Energético Solar-Hidrógeno.

Durante las últimas décadas, el uso del hidrógeno como combustible se viene
considerando como una alternativa limpia. La implantación del hidrógeno como
combustible requiere encontrar sistemas capaces de almacenarlo de forma segura y
reversible y con elevadas capacidades volumétricas (cantidad de hidrógeno por
unidad de volumen) y gravimétricas (cantidad de hidrógeno por unidad de masa). En
el Laboratorio de Materiales de Interés en Energías Renovables (MIRE) de
la Universidad Autónoma de Madrid, dirigido por el Profesor Carlos Sánchez López,
hace veinticinco años que se investiga en la preparación y caracterización de
hidruros metálicos, compuestos capaces de almacenar grandes cantidades de
hidrógeno de forma segura y reversible. Estos compuestos se forman al hacer
reaccionar un metal o aleación con hidrógeno gaseoso, quedando los átomos de
hidrógeno almacenados en fase sólida, y se descomponen espontáneamente al
disminuir la presión de hidrógeno a la que están sometidos, liberando así el
hidrógeno almacenado.
Entre los diferentes metales ligeros que podrían usarse para almacenar el hidrógeno
en forma de hidruro, el magnesio es uno de los más prometedores, a causa de su
bajo costo, fácil obtención, abundancia y baja toxicidad. Sin embargo, esta
alternativa tiene dos limitaciones fundamentales. Debido al fuerte enlace iónico
entre los átomos de magnesio e hidrógeno (Mg 2+/H-), el hidruro presenta una gran
estabilidad, por lo que es necesario trabajar a temperaturas superiores a 300°C para
descomponerlo y liberar el hidrógeno acumulado. Por otro lado, los ritmos de las
reacciones de formación/descomposición del hidruro están limitados por procesos
como la difusión de los iones H - o la nucleación y crecimiento de las fases
metal/hidruro. De acuerdo con algunas predicciones teóricas, la estabilidad del
hidruro podría reducirse si se trabaja con nanopartículas de magnesio, lo cual,
además, sería también beneficioso para mejorar la cinética de
formación/descomposición del hidruro. Estas predicciones se han visto, en parte,
confirmadas por algunos resultados experimentales. Sin embargo, estos resultados
están influenciados por la formación de una capa de óxido/hidróxido en la superficie
de las nanopartículas de Mg, algo prácticamente inevitable dada la gran afinidad del
metal hacia el oxígeno.

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