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VIII. CONQUISTA DE UTOPIA En 1492, Cristébal Colén, navegando bajo el pabellin de Castilla, dlescubrié las islas del Mar Caribe, y en las orllas que bafia aquel mar, planté el estandarte de sus soberanos y la cruz de su Sale vador. Desde esas islas los espafioles comenzaron a explorar a costas de Mesoamérica. En la semana de Pasewas de 1519, 1 joven aventurero, Hernén Conés, que habia estudiado para abo. ado, y que se habia tansformado en militar después de reciit 1 bautizo de fuego en Santo Domingo, desembared en las proxi midades de San Juan de Uhia, en el estado de Veracruz, ‘Tala con él a un ejfrito de 508 soldados (de los cuales 32 eran bac Iesteros y traian arcabuces), 16 caballes y 14 piceas de artilleria, asi como una flota de 11 navies y 100 marineros. Durante los meses de julio y agosto de aquel afo, Cortés anclé sus naves y parti a la conquista de Tenochtitlén. Dos afios més tarde, el 18 de agosto de 1521, esta ciudad se rendia a los espafoles. Finali zaba_un ciclo histérico y comenzaba otc. {Cémo podvia explicarse este brusco e irrevenible cambio en el destiny de Mesoumériea? ‘Toda la empresa de la conquiga espafiola parece estar rodeada de un curioso halo de irrealidad, Hernin Cortés conquista un imperio poblado por millones de hombres. Faltindole agua bendita, Fray Pedro de Gante bautisa a cientos de miles de indios con su saliva. Nafiez Gabera de Vaca parte en busca de las ciudades doradas de Cibola y de la fuente de Ja juventud, naufraga, padece hambres, casi es devorado por los cantbales, y tan pronto como es rescatado regresa de nuevo a la pelea. Actores, hechos y motivos parecen sobrehumanos: en eito8 hombres, la sed de oro y de salvacién, su inquebrantable lealted hacia un lejano monarca, su valentfa frente a mil obsticulos, poe recen desafiar las simples explicaciones psicoldgicas. No sélo hici= rom historia, sino que también tomaron actitudes hist6rcas, cors cientes de su papel de elegidos para construir y conmover ee planeta, Las palabras de Cortés, de Panfilo de Narvier, de Garay, estin Ilenas de alusiones a Cétar, a Pompeyo y a Anibal. Cortés no sélo interpreta su propio papel, sino también el Amadis de 138 FBI encuentro de Cortés y Mocteruma tal como aparéce en el Lienzo de Tlaxcala, powterior s Ia Conguists Gaula, celebrado en las novelas de caballeria de la Edad Media, Estos hombres no se contentaron sencillamente con actuar; tra dujeron cada accidn en una declaracién simbélica y en Ia evoce. cién de una voluntad sobrehumana. Admirados por sus hazafas y_sus actitudes, los cronistas creyeron en sus palabras, En las pé- ginas de las obras histéricas, estos hombres se muestran bajo la apariencia grandiosa que ellos mismos proclamaron: mitad cen- tauros que golpean el suelo con sus cascos y gritan con voces de trueno; semidioses y por tanto, s6lo semihombres, Pero la imagen que se forjaron de si mismos oscurece la ver: dadera grandeza de sus realizaciones, ya que lo grandioso sélo puede ser medido a escala humana, y no a escala divina. Una parte de su grandeza se debié sin duda a la téctica militar em- 139 pleada por un general valiente y astuto. Los espafoles se si ron de su caballerfa para atacar formaciones sélidas compuestay por un enemigo que nunca haba visto un caballo; evitaron de tte modo’ un combate cuerpo a cuerpo en el que la pélvora y Jas armas de acero habrian resultado poco eficaces, frente a Jas impias espadas indias, erizadas con fragmentos de obsidiana, Para, responder al nutrido ataque de las lanzas y las flechas, Ios cspafioles utilizaron la ballesta, arma que les valié una. victoria decisiva en la gran batalla de Pavia, frente a los restos de la cae balleria francesa. Cuando, en los canales y lagunas que rodeaban a Tenochtitlén, la artilleria y la infanteria espafiolas se. vieron impotentes, frente a las canoas indias tripuladas por arqueros, Core ‘és libré una nueva batalla, lanmgndo contra la capital fortificada: tun ataque marftimo, gracias a los 13 barcos construidos’ af Sin embargo, ninguno de estos triunfos militares hubiera sido pposible sin los aliados que Cortés logré conseguir en Mesoamé= ica. Desde el primer momento, Cortés atrajo a su lado a. los jeles ya las poblaciones que tanto habian sufrido por culpa de sus ‘enemigos mexicas. En definitive, como dijo Ralph Beals, “la con- quista de Tenochtitlan no fue tanto una conquista, como resule tado de una revuelta de las poblaciones sometidas”. Las armas de fuego y Ta caballeria espafolas hubieran sido impotentes frente alos ejércitos mexicanos ce no haber sido por los tlaxcaltecas, Jot Ihabitantes de Texcovv y olios inds, que abracaron Ja causa espa fiola. Formaron el grueso de la infanteria y tripularon las cancas que cubrian el avance de los bergantines a través de la laguaa de Tenochtitlin, Proporcionaron, transportaron y prepararon lof vviveres necesarios para alimentar a un ejército en el campo de batalla. Mantuvieron vias de comunicacién entre Ia costa y ef altiplano, y vigilaron las regiones ocupadas y pacificadas. Apor= taron la materia prima y la mano de obra para la construccién de los barcos que decidieron la vietoria sobre Ia capital mexieas El equipo militar y la téetica de los espafioles ganaron la batalla, pero la ayuda de los indios determiné cl buen éxito de la guer-a, En Mesoamérica, habia llegado finalmente el momento de la compensacién en el equilibrio de fuerras. El mismo Moctezumay ‘en su mansién de Tenochtitlin, debié presentirlo, como podemos advertirlo en sus vacilaciones, en su manera de prestar atencién a Jas prodicciones de destruccién, una prueba de la duda y de la incertidumbre que minaban las bases de la dominacién mexica. Los 140 espafioles aportaron la energia adicional indispensable para cam- iar el curso de la politica que ejercia el poder. Sin embargo, no fueron simples agentes de la voluntad indigena o jefes de una revuelta indigena. La genialidad de Cortés ‘esidia precisamente en la habilidad para interpretar su papel; se rodeé, frente a los ojos de los indios, de una aureola de dones extraordinarios, Cortés represent6 a fondo este papel, pero, con caleulada duy efecto, los espafioles no habian venido a Mesoamé restaurar la sociedad indigena. Actuaron movidos por motives pro- pios y que no eran los de sus aliados indios. Después de aceptar la jefatura de gente acostumbrada a la obediencia por haber pertenecido mucho tiempo a un orden social jerérquico, comen- zaron a perseguir sus metas, para llevar a cabo sus propios fines que eran los de la sociedad espafiola, por consiguiente, extrafios y contratios a los de los indios con los que habjan empezado a tratar, Para comprender estos fines, hay que intentar entender a la sociedad espafiola de aquel tiempo, Iabor que nosotros, los hom- bres modernos, encontramos particularmente dificil. La disminui- da y empobrecida Espafia actual nos impide la comprensi6n de aquel imperio, préspero y poderoso, sobre el que jamés se ponia el sol. Muy a menudo tenemos la tendencia de interpretar el pa- sado reconstruyéndolo sobre nuestra imagen del presente, y tam- bién miramos a Espafia a la luz de una poderosa mitolngla. po- litica, forjada a la vez consciente e inconscientemente, en los paises protestantes, para favorecer la causa libertadora del_protestantis- mo y las institucioues republicanas, contra el catolicismo y la monarquia absolutista. De acuerdo con esta mitologia, una divi- nidad singularmente parcial se puso de parte de la libertad hu- mana y del progreso econémico en contra de la Espaiia “feudal”, Mientras que en el norte de Europa, hombres de mente recta ¢ industriosa se uncfan al carro de la revolucién industrial, el sur catélico permanecia hundido en la indolencia medieval. Pero el progreso y la decadencia de una sociedad no pueden explicarse recurriendo a una demoniologia politica. La verdad es més sen- cilla y més compleja a la vez. No hemos de olvidar que fue el Mediterréneo, no el norte de Europa, la regién que originé el capitalismo y la revolucién in dustrial. Italia, el sur de Francia, Espafia y el sur de Alemania presenciaron el nacimiento de las primeras industrias, de los pri- meros bancos y de las primeras grandes ferias. En la época del j@) Gi escubrimiento de América, en la Peninsula Tbériea habia civ dades présperas, cuya riqueza y comercio estaban en plena expar sin. Las fuentes de esta prosperidad eran miltiples: venta d: Jana a Inglaterra o Flandes, articulos de hierro al Levante; cap tura y venta de esclavos procedentes de la costa africana; incu siones répidas contra alguna plaza fuerte sarracena o algin re fugio de piratas. Este género de empresas requeria una resistencia fisica y un valor personal excepcionales; eran, ademds, extrema damente:provechosas. Como respuesta, Ia cultura que vivia de la multiplicacién de estas empresas se forjaba una imagen particular del ideal viril; la de una individualidad presuntuosa, lena de ha- bilidad y de valentia. Este ideal pertenecia tanto al pasado me dieval como al futuro comercial. En si mismo era contradietoric, yen esta misma contradiccién, subrayaba las fuerzas opuestas qu> se desenvolvian en el seno del sistema social que lo habia em gendrado. Sus héroes actuaban; pero las formas culturales de sus actos no sélo aparecian enriquecidas por Ia ostentacién del cae ballero cruzado de la Edad Media, sino también como ejemplos supremos de la cxaltacién del hombre renacentista, que conde cian hacia nuevas formas de pensamiento y de comportamiento hhumanos. Muchas veces, la finalidad secreta de la accién suele ser el lucro concebido como un perfeccionamiento personal, me- diante la adquisicién del oro y de Ta riqueza. En realidad, en Ia Peninsula Tbérica existian dos Espaiias, 0 mejor dicho, dos tendencias. La primera era aristocritica, dit gida hacia la guerra y hacia la riqueza que se puede obtener poz ella, ejemplarmente ilustrada en los ejércitos de Castilla, com puestos de una nobleza guerrera y campesinos belicaros. Estat ejércitos se habian forjado en la lucha frente a los moros, primero bajo forma de incursiones o de defensa contra ellor y, después en la reconquista sistemética de la regién mora del sur, La no: bleza, organizada en parte en érdenes religiosas de curas soldados, vei en la guerra una magnifica oportunidad para la exaltacién del yo y una manera de obtener un rico botin, El interés econé: mico tradicional residia en Ia ampliacién de terrenos de pasto ppara los rebafios bovinos y lanares, y el floreciente comercio de le exportacién de Jana hacia el norte de Europa. Por otra parte, Is clase campesina estaba compuesta por campesinos soldados, reclu- tados mediante promesas y garantias de liberacién de las cargat serviles y ofrecimientos de decretos que les otorgaban una admi- nistracién local auténoma. Estos campesinos deseaban tierras, tie- @ as libres, para dividitlas entre sus hijos. Con la guerra, la. no- Dleza y los campesinos alcanzaron sut metas respectivas. La otra Espaiia, 1a otra tendencia espaiiola, estaba menos inte- retada en la guerra: su meta era el aumento de los capitales por ‘medio de una industria y de un tomercio que. prosperasen entre Jag manos de una burguesia establecida en fas ciudades. Tales “hombres de empresa” existian en todas las ciudades de la Pe ninsula. Pero fue s6lo en la Espafia oriental, cuyo centro era Ca taluia, donde adquirieron poder suficiente para enfrentarse a los intentos de expansién de la aristocracia militar. En esta parte de Espafia, una guerra sangrienta, librada por los campesinos, hhabia destruido los remanentes de su sistema feudal de clésico corte europeo. Las relaciones tradicionales en las que un sefior ejereia el control econémico, judicial y social de un grupo de siervos, habia cedido lugar a nuevos tratos sociales. Una clase campetina’ libre poblaba los campos; una burguesia. préspera. des- de hacia mucho tiempo dedicada al tréfico maritimo, gobernaba Jas ciudades. El pais empezaba a industrializarse, y las telas, el ccuero y los articulos siderirgicos que se producian eran inteream= biados, en los paises del Mediterndneo oriental, por las especias, las telas pintadas y los objetos de lujo procedentes de Oriente. Hacia 1492, estas dos Espafias estaban a punto de entrar en conflicto, y 2 no ser por el descubrimiento de América, tal hecho bubiera podido “alterar la faz de la Peninsula. La caida del dlti- mo reducto moro puso fin a las adquisiciones territoriales slim’ tadas por medio de la conquista, asi como a la acurnulacién fécil de Ia riqueza obtenida por la fuerza; en 1492 se limitaron las perspectivas para Espaia. Al escasear la tierra, empezaron = cho- car los intereses que hasta entonces se, habfan desarrollado para Jelamente. Mientras el campesino soldado queria tierras libres de sgravamenes, los aristécratas deseaban espacios libres para el ga- nado bovino y lanar, y tierras para los campesinos que estaban bajo su dependencia. Se distribuyeron los frutos de la conquista entre 10s vencedores; sin embargo, las riquezas faciles de conse- guir Hegaron’a ser inaccesibles. ;Cémo producir nuevas riquezas? Ante este problema, el empretario de las ciudades ten respuestat colocar los capitales en la industria y, al mismo tiem= Po, redueir el poder de la aristocracia. En este momento, te abrie- ron de par en par las puertas del Nuevo Mundo, haciendo apa- Yecer una nueva perspectiva de ciudades de ensuefio cubiertas de oro, de extensiones ilimitadas de tierra, de inmensas reservas 143 de mano de obra. El empresario se hundié en la oscuridad; el cabalero aventureo, cuyo sueio era conseguir In siquess co Ja punta de su espada, tomé nuevo impulso. Tuc ext nua penpettiva la que decid In suerte de Eepa Paradéjicamente, Ia. industria espafiola iba a sumergirse bajo um baiio de oro, procedente de las Indias pero que tracria. consigo la ruina definitiva de este pais; paradéjicamente también, la nue va perspectiva acabé con la clase que hubiera podido alcanzar finalmente y con éxito la industrializacién del pais. En efecto, en este Nuevo Mundo, todos Ios hombres —campesino, comerciante, noble’ empobrecido, mercader noble— podfan sofiar con ser dies fos deter, de indion y de oto Lov hombres que en Expl hnubieran podido aliarse politica y econémicamente con los em= presarioe y con los comercianten de lar ciudades frente a los ai t6cratas, en esta nueva aventura acabarian adoptando el ideal del caballero noble. Quienes en Espafia hubieran podido acre= centar el dvarllo de ln cate medi, se cnvstiron on sa enemigos. El afio 1492 hubiera debido indicar el despertar de Espaiia a una nueva realidad; en cambio, signified el floreci= miento de un nuevo suefio, de una nueva “utopia” Cuando hombres de pasados ¢ intereses diferentes se lanzan a uuna empresa comén, la creencia en una utopia universal hace posible Ia accién conjunta, La utopfa no plantea preguntas sobre Ja realidad; sirve para cegar a la gente que suefa; la fe en una utopia pospone para mis tarde el momento de decidir entre quie= nes habré que repartir los despojos, cuando los hombres tengan ‘que sacar la espada, para hacer triunfar su utopia personal fren te a las pretensiones opuestas de sus compafieros de armas. Al- gunos fueron al Nuevo Mundo en busca de oro; otros de mandos otros més, para salvar almas. Sin embargo, mientras estuvieron sofiando, no se hacian preguntas unes a otros. Sus impresiones co= rmuunes bordo de los navios, sus sufrimientos comunes frente al cenemigo y su victoria comiin, avalaban sus suefios. adoptaron una serie de costumbres y de reglas que hicieron de la “Cultura de la Conquista” algo diferente de sw cultura ances tral, y de In que mas tarde seria Ia del Nuevo Mundo. Sus obje= tivos eran de una simplicidad trascendental: oro, siervos, almas. Esta simplicidad daba un earécter uniforme a su conducta y a sus pensamicntos, comportamiento parcialmente consciente y pré= meditado. El futuro colonizador en bisqueda de libertad, desecha 144 las formas tradicionales por juzgar que’son fardos iniitiles y estor. bosos. El funcionario real que busca el mando aborrece Ia complicacién de las formas heredadas del mundo antiguo. El mon- Je deja tras él'a un mundo viejo y corrompido y en la utopia busca Ja austeridad y Ia luz, El fenémeno final de la migracién produce ‘un conjunto de formas culturales simples. Por ser hombres extraidos de todos los géneros de vida, los Conquistadores no presentaban una imagen perfecta de su socie~ dad ancestral. No posefan un conocimiento completo del con. junto de la cultura espafiola y no pudieron reconstruir en el Nuc- vo Mundo una parte de esta antigua herencia, porque no la conocfan bien. Ademés una parte de tal herencia se evaporé en el crisol de su experiencia comin, por la necesidad de adoptar tun comin denominador cultural que facilitara su labor. Expafia, unificada desde hacta poco, bajo una sola corona, habia perma. necido como mosaico cultural compuesto de numerosas partes. Sin embargo, la cultura de los conguistadores results por el contratie, homogénea. Esta simplificacién se extendia a los objetos materia. lest un solo tipo de arado entre los numerosos: modelos utilizados en Europa fue enviado al Nuevo Mundo; del amplio repertorio de técnicas pesqueras espaiiolas, sblo unas pocas fueron escogidas ¢ introdueidas en la nueva colonia. La. simplificacion se extendia también al empleo de los simbolos: el Jenguaje sufrié una. nive- lacién; se produjo una simplificacién de las formalidades de la lengua castellana, para transformarla en un idioma seneillo y uti litario. Las numerosas fiestas flokléricas espafiolas efectuadas en honor de-una’ multitud de venerades santos locales fueron aban- donadas; en el Nuevo Mundo se adopts una forma mesurada y uuniforme para celebrar las ceremonias de las diferentes etapas de Ja Vida de Cristo, La civilizacién de la Conquista fue, como obser. v6 George Foster, sui géneris, y serfa vano buscar en la cultura particular de estos hombres, Ia herencia regional, rica y diversa, de la madre patria Algunos, entrelos conquistadores, querian oro, es decir, una. substancia tangible y real y no las “promesas de pago” del ‘capi- talismo posterior. En esto eran hijos de su siglo, atrapados en la contradiccién existente entre la magia medieval y la moderna biisqueda de los beneficios. En toda Europa, los hombres suspi- taban por el oro, veian en suefios este metal, cavaban bajo los Arboles yen las cavernas para encontrarlo; por oro vendian su ‘alma al diablo y trabajaban con retortas para extraerlo de metales M45 ccomunes como el hierro y el plomo. Era una especie de enferme. dad, como decia Cortés, entre cinico y realista, al dirigirse a los pprimeros nobles mexicas que encontr6:: “Los espafioles tienen una enfermedad en el corazén, y el oro es su Gnico remedio”. La en- fermedad era la avider, pero por encima de ésta se encontraba cl deseo de libertad pertonal, la liberacién del “ego”, para evitar Ja opresién por otros hombres, Ja “autarquia espititual” como dijo Eliseo Vivas, “que s6lo es perfecta cuando lleva a decir a ‘otro hombre, amino me manda nadie; yo soy el amo, porque poseo tierras, oro, indios y no tengo necesidad de pedirle favores a usted nia nadie”. Este es el hombre nuevo que se ha hecho por esfuerzo propio; el aventurero medieval que pisa el umbral Gel capitalismo; el caballero errante, en apariencia culto, pero disfrazado de capitalista primitivo, El objetivo es medieval —no someter jamés su voluntad a la de otro hombre—, pero el insttue ‘mento es moderno: la riqueza. |Asi, la utopia muestra desde su origen, la marca de una con tradiccién entre el pasado y el futuro, que jamés se borraré: par completo, Esta contradiccién salta a la vista si comparamos al er presario espafiol con su rival inglés de la misma época. “Los ir= sleses" dice Salvador de Madariaga, “exteriormente mas egoistas, tenfan en el fondo una mentalidad més social; los espafioles, que exteriormente parecen més hombres de estado. y ms creadores, ‘con una mayor preocupacién por “ennoblecer” las ciudades y estax blecer reinos, eran més egoistas. El inglés, con sus dividendos socializé sus aventuras, sus ganancias y su botin; el espafiol, con sus hospitales, sus fundaciones, sus catedrales, sus colegios y sus matquesados, se erigié un monumento a si mismo...” La apatie ccién del puritanismo en el mundo angloamericano, tan brillante: mente analizado por Max Weber y Richard Tawney, borré ‘a contradiccién entre los fines individuales y los medios culturales, ‘ya que, al aceptar la. ética protestante que dice que la acumue Jacién del trabajo y del capital son una virtud, el empresario 1 transformé en un instrumento de produccién y se unié al proceso de creacién del capital. En la América inglesa, los medios mismos se transformaron en fines; en Theroamérica, os medios y los fic nes permanecieron en conflicto, en medio de una contradiccién ‘insoluble. ‘Si algunos habfan venido on busea de éro, y de la libertad que Este les prometia, otros, legaron en busca de poder. Su deidad era el monarca absoluto; su religién, la razén de estado. A fines cel 146 ‘ileal cab neal’ yn de sus batalla poliicas. Con la ayuda dela clase media naciente Y de los campesinos, esta monargula habla logrado. desteir las Dretensioner de lor sserata que queria, una ver ma, reduit Hirey a una situacién de simple primus inter paren Este éxito pofitco amenss6 sin embargo, con entrar al ry en manos de (ston ahorrativor mercaderes, que deeaban brindle #0 apoyo, 2 cambio de sn derecho de veto en los gatos militares buroré- feok. Bl largo peiodo de recooquista hab aldo igualmente tumento de los fusros 0 carts locals que exexptuaban a uno otro cverpo profesional local de la aplicacion ela ley general inde de un fey habla vendido Ja autonema loa! ‘cambio. de ‘poyo para hacer frente al enemigo move En Ia conquista del Nuevo Mundo, la corona vio una ocasén favorable para ercspar de las liitaiones de la, polica interior expafola, El oro de lat Indias no eniquecera solamente al vido aventrero; Ia quinta pert de todo el oo y de toda la plata cxtaidos del Nuevo Mundo tenian que er para el rey, lo que permit a te pagar lor gates de un ere, de una Inaing 7 de uns adminisracion reales, 7 senar Jas bases del Ito, sobre instuciones‘otanenteindependlents bles, Ia clase media os campesinos Ln riquera procedente de las Indias spoyata a un entado que tenia que mantenere por encima de todas las clases, de las incesintescisptat entre grupos ton interes divergentes, ste estado hablar ton vor y voluntad nuevas. Yano esaria igado por el pasado; abolir, las soluco- nes que hablan legado a ver ttaicionales basadas en la fuerza de Ie costumbrey en el compromise. EI Nuevo Mundo no tendifa que crecer pao a paso, a la som- bra de lat antiguas complicacones: seria un mundo. planeado 4 proyecto confrne ala reaidad, Gracias ala volta real y por medio de sus ejecutores Ad la utopia se converta en ley, ta en uto a. Si las cludes expilashablan nacido peque. Fas, ahogada en el interior de st recintosfortlfcados,apifodas atrededor de pequeas plazas ivgulaes, las ciudades tel Nuevo Mundo, por el conta, seran grandes, abies, xin fortfieacio nes; ae consrulian en planor cuadrieados, alrededor de. una Plaza expaciors, dominada per la iglesia y el palacio municipal, Smbotor gems dl poder religion y del pode civil, una to arquteténiea,conceblda por sofiadoresarqutetositalanosy cone truda en el Nuevo Mundo mediante reales ordenaneas, “7 Como gran cantidad de indios vivian en. chozas dispersas, en vee de-residir en establecimientos fijos, de limites precisos y que for ‘maran poblaciones, se establecié una ley para obligarlos a hacerlo fen el interior de las ciudades, en construcciones homogéneas cada una con su iglesia y rodeada de campos —en un radio de 5:2 ‘metros desde: el campanario de laviglesia— de manera que eats indids pudieran ordenaé sus vidas, gracias al sonido de las carte ppanas de la iglesia, y a las érdenes de los oficiales reales, Tierras y poblaciones de utopia habfan sido conquistadas por Ia espaday pero seria el seco rasgar de Ja pluma de oca sobre el pergamino, el que transformaria Ja utopfa en realidad. Que cada indio cris +a doce pollos, seis pavos y que los vendiera a un precio no supe ior a cuatro reales por un payo y a un real y medio por un pollo; que cada indio que trabajase en una empresa textil re biera una racién cotidiana de 18. tortillas o de 14 tamales, chile, frijoles y garbanzos. Ningin problema era tan insignificante que no requiriera soluciones todas esas_soluciones vendef por la ley, La utopia debia nacer también con esta fatal de ue, implicitamente, existe debido a la contradiccién entre Ja ley y la realidad. La realidad es demasiado eléstica para poder ser completamente abarcada por la ley; se extiende répidamente a través, alrededor y por encima de ella, no dejando més que un lhueco caparazén de palabras, un gesto de decoro para simular la brecha que se abre entre el deseo y Ia existencia. El. mundo latinoamericano ain conserva esta interpretacion de la ley como una tentativa para iniciar la accién, para crear un nuevo orden y —una vez consumida la energia de esta tentativa—, como un medio para realizar el deseo de borrar Ia realidad, nacida mis alla de la ley y del orden, més alld de la utopia En la utopfa habia numerosas tendencias. Existieron hore bres. vidos de oro que deseaban fincar’sobre éste una libertad sin estorbos, y otros que buscaban siervos indios para gobernarlos y educarlos en el espiritu del nuevo orden, pero también hubo hombres que vinieron a América para salvar almas. Sobre las rui nnas de los santuarios y de los fdolos paganos, en un nuevo canti= nente leno de almas sedientas de salvacién y aim no comompidas ppor los vicios del Viejo Mundo, estos hombres edificarian su pro- pia utopia, el preludio terrestre del reino de los cielos. Para estxs profetas de la salvacién, la conquista del Nuevo Mundo era el Mamado para realizar una gran labor espiritual: significaba la de= rrota de Satin en sus propios dominios, la redencién de las almas 148 que se consumian bajo su maligno poder, el anuncio de Ia Ye en un s6lo Dios verdadero, Las tropas de choque de esta nueva fe fueron los frailes, miembros de érdenes monésticas, fuertemente influidos por las corrientes religiosas reformadoras de la época. En algunos paises, este movimiento muy pronto iba a encender el fuego de la revolucién protestante. Si no se produjo en Espafia, 0 fue porque careciera de una “mecha” intelectual inflamable, El desarrollo econémico y politico del pafs habia dado un fuerte impulso a los hombres que estaban empezando a poner en entre- dicho las opiniones aceptadas desde hacia mucho tiempo y que cempezaban también a buscar nuevas interpretaciones del catoli- cismo. La mayor parte de ellos estaban influidos por Erasmo de Rotterdam (1466-1536), quien pugnaba por restar importan- cia a Jos ritos superficiales, e insistia en la necesidad de que la piedad estuviera inspirada en una vez “interior”; estaban influidos también por el pensamiento ut6pico y reformador de Tomés Mo- ro (1478-1595) y de Luis Vives (1492-1540). La razén por la que esta nueva corriente religiosa no desembo- 6 en una abierta rebelién contra las formas religiosas aceptadas, debe buscarse en el carécter del Estado espafiol y en las cir cunstancias que lo rodeaban, més que en la heterodoxia intelec- tual del movimiento. El Estado espafiol no tenia necesidad de 1om- er con,el papado: hacia nombramientos eclesiésticos dentro de Jos limites de su tersitoria; possia ol derecho de lecr y de anulas las blas papales antes de hacerlas piblicas; controlaba las acti- vidades de la Inquisicién; atin més, pretendia tener autonomia ‘en materia doctrinal, cuando sostuvo la creencia en la Tamaculada Concepeién de Ia Virgen Maria, mucho antes de que fuera ofi- cialmente proclamada como dogma, en el concilio de Trento (1545. 63). En otros paises europeos, la avidez de tierras y capitales fue uuno de los principales motivos subyacentes en la reforma religio- sa; después de la ruptura con Roma, los dominios de la Iglesia fueron repartides entre los miembros de la faccién protestante. En Espafia, atin no se hablan agotado las perspectivas. Hasta 1492, Ja tierra y Ia riqueza eran ganadas combatiendo a los moros en el sur de Espaiia, en nombre de la religion, y, el aio de 1492, pre- sencié la aparici6n de una nueva perspectiva en el Nuevo Mun- do, con sus prometas de oro y de gloria para todos Jos que 1o quisieran En tiempos del Cardenal Ximénex de Cisneros, los erasmistas cecibieron la aprobacién real. La monarquia vio en su esfuerzo por M49 restablecer la simplicdad y Ia susteridad del cristianismo primitivo, frente ala decenca ya la corpo, una empresa que co rrespondia, ene dominio emiritual, a sus propios esfuerzos por cnualizar a Espata y dotar al nuevo imperio de vn expistu de tnidad misional. Gran nimero de los monjes venidos al Nuerp Mundo hablan tomado parte en esta renovacion reigios. Los dloce primeros en pisar tieras de la Nueva Espafa —se les llamd Jos doce apéstoles— habian trabajado en la divulgacién del Bvange- Tio al eristianismo primitivo en el sur de Expats. Fray Juan de Zac rmirraga (14617-1948), primer arzobispo de México, habia sido die palo de Erasmo y estaba muy familirizado con los escrito utépicos de sir Tomés Moro, Vasco de Quiroga (1470-1565), primer ‘ois po de Michoacén, extabiecié on realidad una réplica de la Utogie Ue sir Tomas Moro entre las comunidades indias de su didcetis ‘Todos estos sokdados de la fe daban preferencia a la pobreza sobre la siquera y a la propiedad en comin sobre la propiedad privaca. Trabajaron cuidadosamente para purgar el ritual catélico de au sobreabundancia, eligiendo dnicamente aquellas ceremonias ime portantes que celebraban las diferentes etapas de Ia vida de Cris. Este deseo. de pureza y simplicdad ha sido igualmente expresalo por ellos, en sus grandes iglesias con una sola nave, simbolizando Ia homogeneidad del primitivo culto criséano, no perturbado For las devociones que se practcaban en altares mas pequefios y en raves laterales Ta utopia Gel oro y de la libertad fracas6, debido al esfuersd por exaltar el'yo mediante acciones valeross) y por obtener ric ar, comg inert repeentaivo des vara. Laws Ma del poder qued6.atrapada en la maquinaria legal, tratando TT opoosse a In coniente del comportamtento real. También Jy opla de la fe debia fracasar, pues a menudo Ia moraidad era impotente ante las obstinadas exigencias seculares. No. obstantey Ia labor de converiin tuvo mucho éxito. Les roménticos se han deleitado desde hace tiempo en descubrir fdolos ocultos en los ale tares, dioss de las cavernas transformados en Cristos clavados et tina cruz, diows de la tierra dsfrazadas de vingenes catlica, brax Seros que queman savia de copal en los escalones de las iglesia fxi como otras muchas huellas de la herencia prehispénica, en las treencias y en las pricticas religiosas de los indios modernos. Es hotable Ia influencia indigena en el catoiciemo de Mesoamé= Flea; pero mucho més sorprendente que las numerosas supervivens as de las ideas y de los ritos de antes de la Conquista, es el 150 buen éxito de Is onganiicién de a “utopia eaten en un pal de religiones de lenguae diferentes En Menoamen, se ae cuentran imagenes de los santos eatlicos en todas parte, © gle sas consruidas por los conquistadors, Csto y la Virgen puelen haber sus modificacionet al tomar contacto ‘con omnes que adoraron al'ol ya la tana, la tera y a is Seve, de Ths Cuatro Direeciones; pero hoy, cuando Indio habla ce un ser humano, no die “an hombre sino “un enstano”, un bres oe 2Oémo exlcar ete ito? Renta fic destozae hombres a cationazes pero es mis difell domefar sus expres. La demote militar desempeié sin dada‘ papal principal, ya que fea una demostracén palpable dela itspotenca y de ia detadenea de lor sites ex. LinHijos del Sol perecron en lm forma en la que vivieron: por Ia violencia. Les antgues Gos habian fTacasado. Cuando los expatclesordenaron a lestotonacas de Ca peala desir «sus idole, el pucblo pleco de horror, Sinem Bango cusndo les conguistadores los traron y los despedararon, Ios idles permancieron midos e indefensos. No aban eandga do @ los extranjeros; habian sido incapaces de manifesta au fo" de. Cuando los sacerdotes rmoviewn ls pias ele pet mide de Cholla que setenfan la aguas mégiews de fs mona, ara que al desbordare ahogsran alos extratjeres, el eanal estaba S200 la magia los abendoné. Cand los jes del Sol To amos totecas de Lenorhitin, quieron atracr hacia ub enemigos ira de su tebe idole, Golbt Zurdo permaner6 lence ahi v=, los dolor mutildos reporban en cl fond del Inge del toe hablan slido para conquistar el univer frente al soley las es das de sus tempos servian de mamposeria para la common dela: nueva ciudad de México gue to clevabe sobre etn Tntan, Los aniguos dios, impotntes,eoaban muertos, Estos dices aniguos tampoco eran muy amados. Sabemos —o poems adivinar que su Yountad y a carga de le sonics hamanos, olestaba grandemente al pis. Bl eto sendide fate dows gueteroset,ssi como ls saeifces humancr, ma aces dad que coneapondin al carter militar de la expand meson Tnevitablemente, en tempos de paz y de comeliiaion police 2 ofreian explicaciones religions be carter menor miltar Quek saleSt, Ia Serpiene Precio, sivio de figura smbics grees ala en entasimerpretacione’ y ets agpracione mucres sed Tan expretane. Sus atibutor de anunciador de una labor pocfca 151 y de sabiduria humana tenfan un sorpréndente parecido con los preceptos ideolégicos del cristianismo. A tal punto, que los frailes espafioles acabaron creyendo que Quetzalcéatl no era otro que el apostol Santo Tomés, venido al Nuevo Mundo para convertir a Jos indios. Las aspiraciones de paz y de poner punto final al derrax mamiento de sangre, fueron, para la difusién del mensaje eristia no, un terreno fértil Ademés, las dos religiones crefan en un mundo sobrenatural organizado y ordenado, en el que las “deidades” mis poderosas Invisibles e insondables, permanecian por encima de Ios mediadores sobrenaturales locales de menor importancia y poder, los que, sin embargo, resultaban algo més tangibles. El campesino de Meso umérica, al igual que el espaol, centraba su interés religioso en estos auxiliares sobrenaturales cle menor importancia. Se interesaba. mus ‘cho mas por las fuerzas que afcetaban a sus cosechas, a sus hijos su familia y a las gentes con las que mantenia contacto inme- diato y personal, que por los poderes superiores y sus manifesta: ciones, que sélo interesaban al especialista en zeligién. Entre los dioses de un panteén de miltiples representaciones, las preocus paciones cotidianas del campesino se inclinaban hacia los dioses de la tierra, de la fertlidad, de la Ilwvia y del agua; de la enfer. medad, del futuro inmediato, de la malevolencia de sus vecinos Si el campesino espafiol veneraba santos de madera, y el de Meso- américa fdolos de barro, ambos individuos recurrfan a pricti- cas magicas de brujeria popular, creian firmemente en los presa: gos, y en Ja existencia de brujos que podian ser, durante el dia individuos como los demas y, durante la noche, espiritus malévolos disfrazades de animales, Los sacerdotes, los especialistas de ambas religiones eran ade- més herederos de tradiciones intelectuales, ricas y complejas, d= biles en Ia interpretacién esotérica de los simbolos religiosos, ya fuera que étos se relacionaran con las miltiples encarnaciones de Tezcatlipoca 0 con el sentido misterioso del Apocalipsis de Sar Juan Evangelista. Las preocupaciones del sacerdote no eran las de! ‘campesino; sin embargo, la misma organizacién religiosa podia abarcar a los dos. Mientras que los sacerdotes se mantuvieron er cl poder, en calidad de mediadores supremos entre los dioses Jos hombres, como intérpretes finales de las relaciones entre unos yy otros, los hombres pudieron adaptar las miltiples formas reli- ‘giotas armonizndolas con sus preocupaciones locales y personales. Lo que era verdad para los problemas religiotos lo era también 152 ppara con los dioses. Dios podia ser uno 0 trino, jinico © miltiple, y. su interpretacién en. cierto momento podia insistir. sobre "Ia unicidad, y en otro momento, sobre la multiplicidad. El panteén mexica habfa admitido en su. seno a numerosos dio- ses locales, y los sacerdotes mexicas habfan trabajado para identificarlos con sus deidades tradicionales, o para identificar- Jos unos con otros. La Iglesia Catélica poesia una tradicién de flexibilidad andloga, Asi como el manta de la Virgen escendia a més de una Persefone o Isis locales a orillas del Mediterraneo europeo, © como un Odin colgado del Arbol de la Vida se trans formaba en Cristo, asimismo Colibri Zurdo se transformé en el San: tiago espafiol que atropellaba a los paganos bajo los cascos de su caballo; Tiéloc se transformé en el Sefior del Sacromonte cristia- no} el Dios de la Caverna en el Sefior de Chalma y Nuestra Sefiora Espiritu en la Virgen de Guadalupe La Iglesia Catélica expuls6 a los sacerdotes de los dioses anti= guos y colocé a la cabeza de la jerarquia religiosa a gente que hhabia recibido las érdenes en el interior del catolicismo. Destru- 96 10s antiguos fdolos y puso fin 2 los sacrificios humanes; quemé Jos libros sagrados ilustrados y relegé al olvide gran parte de los conocimientos de. sus predecesores, relacionados con el calendatio y con la adivinacién; pero, por otra parte, oftecié al comtin de los hombres el medio de fundir sus devociones tradicionales dentro de nuevos moldes. La Iglesia Catélica, coma la religién solar de (éxivo, rigida en los grados superiores de la jerarquia, pero fle- xible en el nivel de Ja vida cotidiana campesina, tendié un puen- te entre el orden antiguo y el nuevo. Como dijo Frank ‘Tannen- baum: “Dio al indio... la posibilidad de contervar la fe en sus propios dioses”. Esta transicién entre Jo antiguo y lo nuevo fue facilitada igual- mente por una extraordinaria similitud entre los rites y los sim: bolos de la antigua y de la nueva religién. Un néhuatl o un otomi hhubieran. podido comprender dificilmente a un monje que, como primera leccién de catecismo, inhibido ante la barrera del idioma, hhubiera levantado el dedo hacia el firmamento para dar a enten- der el cielo, y después hacia Ta tierra para indicar el infierno, Pero Jos ritos pueden ser observados y aprendidos por imitacién, Las dos tradiciones religiosas tenfan el rito del bautismo. En el catoli- cismo, el nifio era bautizado y recibfa un nombre; de esta forma quedaba incluido entre los creyentes autfnticos. Los mexicas, a su vez, bafiaban a sus hijos y les daban un nombre, siguiendo un 153 rito religioso, y los mayas celebraban, con una. ceremonia, la mera yez que el nifio podia ser llevado a horcajadas sobre las can, deras de su madre. Las dos tradiciones religiosas poseian una| especie de confesién. Los mexicas y los habitantes de la costa ‘del Golfo confesaban sus culpas sexuales a un sacerdote de la Diosa de la Tierra, Comedora de inmundicias; los zapotecas ceie= braban anualmente confesiones piblicas; y los mayas se confesaban, ya fuera con sacerdotes 0, en caso de enfermedad, con miembos de su familia. Las dos tradiciones religiosas tenfan un rito de comunién, Los eatélicos beblan vino y tornaban una hostia, sims bolizando asi su contacto con la sangre y el cuerpo divinos de Cristo; los mexicas ingerian imAgenes de sus dioses, hechas cle ama- ranto, profusamente untadas con la sangre de los sacrificios. Los dos pueblos utilizaban el incienso en las iglesias; ayunaban y cefectuaban penitencias; iban en peregrinacién a los santos Iugae res} mantenian casas de virgenes que guardaban el celibato, Uao y otro ereian en la existencia de una madre sobrenatural asi coro en el parto virginal. Silos catélicos sostenian que Maria habia conechido, permaneciendo inmaculada, por obra del Espfritu San- 40, Jos mexicas crefan que su diosa Coatlicue habla dado a luz a. Colibri Zurdo, después de haber sido fecundada por un cud de obsidiana, ‘ealdo del cielo, Los dos pucblos haclan uso de la ceriz. Una cruz blanca de San Andrés, que representaba las cuatro direcciones del universo, adornaba a’ menudo el tocado y el ef ccudo de la Serpiente Preciosa, y los mayas utlizaban con frecuen- «ia el simbolo de In cruz de a2oque. Los espaiioles representaban sus historias sagradas en dramas religiosos, asi como las poblaciox nes de Mesoamérica, en sus sacrificios, Jos cambios anuales dé vexetacién y de actividades. Los misioneros catélicos reconocian perfectamente el peligro que representaba para las conversiones, el conservar formas rituales andlogas exteriormente. Sin embargo, fueron incapaces de desie dir si estas similitudes eran sencillamente obra de Satin que se entretenfa en copiar en Ia Iglesia infernal los vitos de la Igleia santificada por Dios, 0 bien si eran residuos de alguna enie! fianza cristiana anterior, trafda al Nuevo Mundo por un personeje que quizé fue nada menos que el Apéstol Santo Tomas, Cuales ‘quiera que fueran sus dudas, las semejanzas entre las dos trade ciones religiosas permitian al idélatra efectuar una facil transiciém, y establecia una continuidad en un dominio donde ésta cra vital, © sea en el terreno del comportamiento religioto La pticologia del catolicitmo espafiol no se diferenciaba bastante de la pticologia del culto solar de Mesoamérica, El ideal espafiol del caballero austero, que defendia su honor y el de Ja. Virgen frente a los moros y demés infieles, no estaba tan alejado del ideal mexica del caballero Aguila Jaguar, cuya espada de obsidiana aseguraba la victoria y las victimas’ para ser sacrificadas a los hambrientos dioses de la guerra. En las dos religiones, la crueldad contra los demas en la guerra y el orgullo exaltado, coexistian con Ia penitencia y sactificio; la crueldad contra sf mismo la ejercia el conquistador espafiol gracias al cilicio, mientras que el noble mexica torturaba sus carnes con las agudas espinas del maguey Los espafioles fieles 4 sus costumbres jerdrquicas, realizaron grandes esfuerzot para convertir a los nobles, quienes fueron sus primeros conversos, por Ia semejanza de los motivos que inspiraban a unos y a otros, y también por el deseo de los nobles de obtener un lugar seguro en la nueva jerarquia espafiola, gracias al bautizo ya los votos cristianos. En Tlaxcala, primer centro del esfuerzo ‘misionero espafiol, Ja aristocracia local Iuché con. todas sus fuer- zas por obtener el monopolio de los cargos religiosos, incluso los de cosinero, portero 0 jardinero, en los nuevos monasterios. Sus hijos fueron los primerds beneficiarios de la instruccién religiosa espafiola._Emplearon su poder en dirjgir a sus propios vasallos por el nieve camino de la salvacién, haciéndoles legar de este modo a la Iglesia, como menciona Fray Mendieta: “Més por sguardar las apariencias y obedecer las érdenes de sus amos, (q ret deseaban seducirlos), que para encontrar un remedio para sus almas”. Los nobles, totalmente entregados al culto de 1a nueva roligidn, facilitaron el que la gente del pueblo se convirtiera en ‘masa, aunque la mayoria de las yeces tuvieran una comprensién Fmitada de las nuevas divinidades que iban a adorar, Pedro de Gante, franciscano ejemplar y patiente de Carlos V, en la ciudad de México bautiz5 indios, a razén de 14,000 diarios ‘Ademés, para esta labor de, conversién en masa, la Telesia ered acién extraordinaria y compleja. Al igual que las anti nes de Mesoamérica, la Iglesia trax una linea de demarcacién entre los especialistas religiosos y los fieles laicos. En Jas dos tradiciones, los sacerdotes eran los portavoces principales del reino divino y estaban en contacto con un mundo al que no tenfan acceso los hombres comunes, En las dos religiones se ne- cesitaba un largo aprendizaje para que un hombre alcanzara la dignidad necesaria a su especial misin, y en las dos religiones los 155 ayunos, las penitencias, las mortificaciones y la abstinencia sexual eran requisitos que se exigian a los sacerdotes para afirmar a valor espiritual ante las autoridades divinas. En el ejercicio dal papel espiritual de los saccrdotes sobre la tierra, tanto la vests menta, como la habitacién, la palabra y el comportamiento les distinguia del hombre comin. Aqui también este paralelismo face Jit6 la transicién entre el culto de Jos antiguos dioses al del nuevo. Dios, manteniendo la jerarquia de los medios por los que las 6m denes divinas se transmitian al creyente laico. Sin duda, la Iglesia Catélica estaba interiormente organizada de manera que podia sacar las mayores ventajas de estas facil dades. La division entre ordenes religiosas y clero secular oftecta gran flexibilidad en una situacién donde era necesario contar con’ luna vanguardia, para establecer las nuevas “cabezas de playa” de Ia fe, mientras la retaguardia se encargaba de consoliday Ip ganado. Los frailes eran Ia vanguardia; la labor misionera perma nnente del siglo 2v1, que establecié la base de todos los esfuerzes religiosos posteriores, era efectuada por s6lo un millar de indivie duos. Instalados dentro de iglesias fortificadas, en la patte central de las ticrras recién conquistadas, se extendieron hacia el exterion, algunas veces a la cabeza de los ojércitos, otras a su zaga, en “misiones de penetracién” en medio de regiones en las que el control politico espafiol era muchas veces més que dudoso, Mane tenian sis avanzadas en contacto, con las bases centrales por medi de “smisiones de enlace”, a las que podian retirarse para Bus: car muevas fuerzas en su labor de penetracién. El clero secular, esto es, los sacerdotes comunes, llevaban a cabo el trabajo de con solidacién, Inevitablemente, a medida que el trabajo avanzaba, surgian con- flictos de jurisdiccién y de temperamento. Las érdenes religiosas reclutaban hombres cuya personalidad diferia notablemente de’ la que caracterizaba al clero ordiaario. Los frailes favorecian a lot individuos con criterio mis aventurero y ut6pico, menos déciles a la rutina y menos adaptados a la vida cotidiana de una socie. dad establecida, EI clero secular demostraba ser més conservadon, ‘con menos tendencia a sacrificar la realidad en aras de visiones ¥, proyectos de otro mundo. Ast, Ia Iglesia, en general, se bene. ficiaba con la posesién de ambos tipos de hombres, con los dos agéneros de organizacién. Una vez. cumplida la labor de conversi6n el trabajo de guiar al rebaiio a través de sus tribulaciones cotidia nas podia ser confiado a hombres capaces de conservar lo obtenido 136 BI ajuste posterior del suefio religioso'a Ia realidad del mundo fue menos utépico, pero dejé, sin embargo, en la poblacién in- dia, una huella que ninguna otra religién ni corriente politica ha igualado hasta hoy. En iltima instancia, el mensaje de salva- cién significé para el indio, no sélo la esperanza en una vida sobrenatural, més alld de la muerte, en un reino trascendente, sino también una esperanza en la tierra, donde la utopia estaba cediendo ante la presién de intereses excesivamente seculares Algunos hombres se esforzaban en negar al indio su calidad ha- mana, sosteniendo que podia ser empleado como un medio, como una herramienta que se utiliza y se cosecha a voluntad; pero , frente 4 las pretensones de Tos poieos, de los Hombres de le yes de Ios teblogo, el papa Pablo TIY desars,en 137, en su Bala Sublinis Dew: “Dios soberano até tanto Ia rere humana que no slo ceé al hombre para que pudiera paricipar de los bienes de que goran Tas demds erate, sino Guy sdemds, le dio la poslidad de alcanaar el Supremo Bien, inacoesle’¢ invisible, y de contem- plaro frente a frente; .v-todor ton capaces de resbir las ens. feat de fers Nowi-eadideinas quel nde Son ve daderosbormbres. Para ef ind el rto del bautizo representaba In afimacin dent hurmanided etenial, de su carter de hombre ton derechos human ete Ir ends ores, De soe deren vo pd despojlo singin colonieador, i fuslonaro real: Cuando ef in dio’ resuge entre Ins ruinas de la utopia, avertimos que ha re: onside y cimentado su nueva vida con garantasextrafaas dela nueva relgién que era, la vez au opioy su consuclo y su esporanea en sna justia final

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