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Seminario de ética

Pontificia Universidad Javeriana de Cali

Relatoría: Justicia de Michael Sandel

Samuel Trujillo Sánchez

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Justicia, es un libro publicado en 2009 por el filósofo estadounidense y profesor de


la universidad de Harvard, Michael Sandel. Su inquietud principal tiene que ver
directamente con la interrogante sobre si “hacemos lo que debemos”, y en este sentido,
sobre si tenemos una sociedad realmente justa. Así, es posible evidenciar durante la obra el
abordaje de ejemplos de casos específicos, desarrollos conceptuales, caracterizaciones y
dilemas morales que suscitan esta discusión sobre qué es lo que se puede considerar justo.
Del mismo modo, Sandel se apoya en diferentes autores de la tradición filosófica como
Aristóteles o Kant, a la hora de exponer algunas de las interpretaciones mas representativas
de la justicia para la sociedad contemporánea. Como resultado de esto, Sandel de manera
posterior asume y enuncia su postura propia sobre la noción de justicia, en la que esta se
dirige hacia cierto objetivo en el que se adquiere una conciencia sobre la noción de vivir en
comunidad.

El utilitarismo, el libertarismo, la igualdad, la acción afirmativa, el mercado y la


moral…etc. Son algunas de estas caracterizaciones analizadas a lo largo del libro en este
sentido, sin embargo, con propósitos expositivos y teniendo en cuenta sus implicaciones en
el marco de la discusión del seminario, el presente texto se enfocará en exponer las ideas
fundamentales de tres capítulos centrales de la obra de Sandel, a saber: el principio de
máxima felicidad. El utilitarismo; ¿somos nuestros propios dueños? El libertarismo; y En
defensa de la igualdad. John Rawls. Asimismo, se tomará como referencia el libro del
mismo autor llamado el liberalismo y los límites de la justicia. En este orden de ideas, lo
que se pretende en esta relatoría, es abordar cada uno de los mencionados capítulos del
libro, el objetivo es analizar a grandes rasgos sus argumentos y conceptos principales,
indagar en los problemas que se proponen en tales capítulos y en este sentido, formular
preguntas que alimenten la discusión en nuestro seminario de ética.
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Una vez expuesto el derrotero que seguirá la relatoría, sin mas salvedades, pasemos
ahora al desarrollo de las diferentes temáticas que nos ocupan en el marco de la justicia.

El principio de máxima felicidad. El utilitarismo

Sandel explora a partir del ejemplo del naufragio del barco Mignonette en 1884 la
postura utilitarista que concibe una especie de calculo dentro de la moral. El caso relata
sobre dos de los cuatro sobrevivientes del naufragio, quienes deciden asesinar a un joven
enfermo y debilitado de diecisiete años para procurase la supervivencia gracias a su sangre
y su carne. Finalmente, los tripulantes son rescatados y de la misma manera procesados por
el asesinato del menor.

A partir de aquí, se examinan los argumentos que alguien podría postular en defensa
de los victimarios. Primeramente, que salvar a tres es evidentemente mejor que salvar a
uno. Los costos de la acción son menores a los beneficios; en segundo lugar, no se trataba
solo de salvar a tres gracias a la muerte de uno, sino tambien de procurar el bien de las
personas que se deben a estos tres, estos miembros de la tripulación tienen familias que
alimentar y por quienes ver, cosa que el joven no. Sandel plantea este escenario y junto con
estos argumentos (sumado al de que el joven iba a morir de todos modos debido a
enfermedad) configuran una visión de la justicia meramente utilitarista del caso, en la que
se busca el máximo bien a cambio del mínimo costo.

No obstante, ha de decirse que el utilitarismo tiene tambien objeciones pues,


permitir que a partir de un análisis individual sobre el mayor bien, puedan llegar a
ejecutarse eventualmente injusticias como medios para alcanzar este bien, debilitaría la
sociedad no solo desde el punto de vista jurídico, en tanto que se ponen en jaque leyes
como las que prohíben el asesinato, sino tambien desde un punto de vista moral. Esto
ultimo genera necesariamente la siguiente interrogante ¿no hay acaso otra justificación para
las acciones más allá de un calculo entre el coste y el beneficio que implica? ¿los seres
humanos decidimos siempre en virtud de que tanto redito genera una acción en función de
su costo social, aunque este sea en extremo atroz y la acción resulte sumamente benéfica?
Pues bien, Esta es fundamentalmente la disyuntiva por examinar, si lo más justo consiste en
evaluar el mejor escenario, aunque implique algo a cambio o, por otro lado, la justicia
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comprende una serie de derechos, deberes y valores que se deben respetar bajo cualquier
circunstancia.

Sigamos explorando esta caracterización del utilitarismo como la evaluación del


mejor estado de las cosas teniendo en cuenta las condiciones establecidas como posibles
consecuencias. En este sentido, Sandel trae a colación el utilitarismo de Jeremy Bentham,
filosofo ingles del siglo XVIII, este relaciona directamente la noción de utilidad con la de
felicidad. El principio del que se parte es que la felicidad debe maximizarse a toda costa
respecto al dolor, ambas cuestiones se debaten intensamente en la vida humana y la
sociedad debe escoger el placer por encima del dolor. Bentham plantea incluso que quienes
asumen la existencia de derechos intrínsecos y fundamentales lo hacen tambien bajo una
noción utilitarista, pues no creerían en estos derechos si no pensasen en que a partir de estos
se procurae tambien su felicidad.

La concepción de Bentham da pie para la evaluación de otra gran cantidad de


ejemplos del utilitarismo. Pensemos en un terrorista que puso una bomba “¿Estaría bien
torturarlo hasta que diga dónde está la bomba y cómo se la desactiva?” (Sandel, 2009, p.60)
la respuesta al dilema es mucho más fácil que la del siguiente “Supongamos que la única
forma de inducir al terrorista a hablar es torturar a una hija de corta edad, que no sabe nada
de las funestas actividades de su padre. ¿Sería moralmente permisible?” (Sandel, 2009,
p.63)

Este ultimo ejemplo nos fuerza a evaluar las condiciones del calculo utilitario y a
poner sobre la mesa cuestiones como los derechos colectivos e individuales. por otro lado,
la unidad en el criterio de valor que se tiene sobre el coste social, ¿acaso existe una medida
establecida a la hora de llevar a cabo el cálculo que presume el utilitarismo? ¿Podemos
poner en la balanza sin ningún tipo de juicio la vida de una niña a cambio de evitar una
catástrofe? Asimismo, son para tener en cuenta las nociones morales que se adscriben a
ciertos individuos en desventaja política, social o económica.

John Stuart Mill intento abordar estas cuestiones y salvar el utilitarismo a la vez que
buscó reconciliarlo con los derechos individuales a partir del planteamiento de que este no
debe concebirse como una cuestión referida a cálculos específicos, sino como un elemento
que garantice la libertad del individuo a largo plazo. Se menciona el ejemplo de la censura
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religiosa a un culto debido a que la mayoría esta en contra de este, la medida en el cálculo
evidentemente genera bienestar para la sociedad ya que es la voluntad de la mayoría (el
bien mayor), pero solo lo hace en términos inmediatos, a largo plazo esta censura derivara
en dogmatismos que pueden tener consecuencias nefastas. Lo más útil entonces para la
sociedad según Mill, es el respeto de la individualidad.

¿Somos nuestros propios dueños? El libertarismo

La defensa de la libertad humana, es entendida en un sentido primordialmente


económico por los denominados “libertarios” la pretensión de quienes se adscriben dentro
de este grupo es que el mercado se encuentre efectivamente libre de toda atadura, bien sea
estatal o social. Quienes defienden el libertarismo, al mismo tiempo están en contra de la
redistribución del patrimonio económico y en contra de toda coerción al derecho
fundamental de la libertad privada, en este sentido un libertario discreparía de un
utilitarista, por lo menos en el sentido planteado por Bentham, pues concibe una cuestión
intrínseca como lo es ese derecho fundamental.

Sin embargo, las razones por las cuales se defiende la libertad desde esta postura, no
son exclusivas del sostenimiento del sistema económico ni mucho menos. Un libertario es
propiamente libertario en tanto que defiende su derecho fundamental de hacer y disponer de
su persona y de su propiedad como lo dicte su deseo, mientras que no lo haga por encima
de ese mismo derecho que tiene el otro.

Por los motivos expuestos con anterioridad, Sandel presenta el concepto del estado
mínimo “uno que obligue a cumplir los contratos, proteja del robo a la propiedad privada y
mantenga la paz, es compatible con la teoría libertaria de los derechos. Cualquier Estado
que haga más carecerá de justificación moral” (Sandel, 2009, p.93) esta figura, condena
muchas de las acciones y políticas bajo las que proceden los estados modernos. El
paternalismo, por ejemplo, donde el estado legisla sobre los riesgos que corren los
individuos, un libertario pensaría que cualquier sujeto libre debe tener permitido vivir bajo
los riesgos que decida. Por otro lado, el libertarismo se postula en contra de las
legislaciones sobre la moral y como se planteo anteriormente, contra la distribución
económica.
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Esta postura del estado mínimo halla a uno de sus antecedentes teóricos en Robert
Nozick. Según este, no hay nada de malo en la desigualdad en ninguna clase de sentido,
bien sea económica o social. Forzar a ayudar a otros o aumentar los impuestos en virtud de
ayudar es ampliamente coercitivo para este autor. No nos dice mucho sobre lo justo o lo
injusto del contexto el hecho de que haya alguien con un patrimonio multimillonario y
alguien que no posea el más mínimo objeto de valor. Sandel ejemplifica a partir del
escenario evidenciado en la revista Forbes: Bill gates como el hombre mas rico del mundo.
En este sentido resulta pertinente preguntarse ¿Qué efecto tendría redistribuir con los más
pobres el patrimonio de gates? Pues bien, para un libertario esto no solo tendría efectos
negativos para la economía, sino que se estaría coartando un derecho a un individuo.

Aun cuando se estén alimentando cientos de bocas bajo la hipotética redistribución,


lo relevante en el libertarismo es el detrimento de la “institucionalidad” instaurada por la
libertad. En este orden de ideas, la distribución establecida por pautas es sumamente
coercitiva. Esto lo ilustra el ejemplo hipotético de Michael Jordan, en el que los aficionados
que pagan la entrada configuran directamente el patrimonio de Jordan pues pagan
voluntariamente. Exigir en este sentido a Jordan una redistribución, según Sandel, sería
injusto para una visión libertaria. De la misma manera seria injusto gravarle mas impuestos
obligatorios, en primer lugar, puesto que se suprime su libertad “gravar las rentas del
trabajo es igual al trabajo forzado” y, en segundo lugar, es sumamente complicado
intervenir en el libre mercado para rastrear y deshacer algo que la gente ha decidido
libremente hacer, como ver a Jordan, es decir, se limitaría tambien su libertad.

A esto, Nozick añade un criterio de justicia en función de la situación inicial del


patrimonio, si este fue obtenido por medios propios o por donaciones voluntarias. Sin
embargo, en la sociedad se da el caso en el que el patrimonio es obtenido por medio del
despojo étnico, el desplazamiento, el robo, o el fraude y en este sentido se concibe desde la
postura libertaria (al menos desde la formulación de Nozick) una posibilidad para la
redistribución y la reparación.

No obstante, existen objeciones que se le pueden hacer al libertarismo, por ejemplo,


el detrimento de la condición individual de muchas otras personas a partir de las dinámicas
del libre mercado. Existen individuos que no son sus propios dueños debido a que
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situaciones por fuera de su poder los llevan a escoger opciones de trabajo en la que se
llevan a cabo dinámicas coercitivas. El mismo sistema que busca permitir la libertad de Bill
Gates de no ser gravado con impuestos, en cierto sentido coarta la libertad de otros
individuos a determinarse.

En defensa de la igualdad. John Rawls

el contrato social es una figura que permite a los individuos establecer en consenso
una serie de normas y leyes que garanticen su seguridad y bienestar. Para el filósofo
estadounidense John Rawls, es necesario para concebir la justicia dentro de este consenso,
preguntarnos “cuáles serían los principios con los que estaríamos de acuerdo en una
situación inicial de igualdad” (Sandel, 2009, p. 221)

Rawls llega a esta noción a partir de una primera mucho más problemática, en la
que los seres humanos se reúnen tal y como son para definir la situación ideal de la justicia.
Las diferencias evidentes entre los seres humanos generarían una dificultad muy difícil de
zanjar, y en caso tal de poder hacerlo, no se podría garantizar que el ejercicio fue llevado a
cabo genuinamente, pues muchos individuos tienen la capacidad y el poder para convencer
a los demás por encima de su deseo. Por ello, se plantea desde aquí el elemento del velo de
la ignorancia.

Sandel expone entonces la manera en la que se propone desde Rawls partir ahora
desde un experimento mental: la igualdad total. Rawls quiere imaginarse cuales son los
principios que escogerían los humanos como los rectores de su sociedad, si estos no
supieran ni siquiera quienes son, a que se dedican, que patrimonio o valores tienen, que
religión profesan, cuantos hijos tienen…etc. Por esto mismo, nos dice que los principios
que escogería un individuo particular no serían utilitaristas, pues podría darse que le toque
ser fuera del experimento un costo dentro del beneficio mayor. De su parte, tampoco
elegiría un derrotero fundamentalmente libertario, ya que podría ser por fuera del
experimento un magnate con gran capital, claro está, pero tambien podría habitar en la
miseria. Entonces ¿Qué principios para establecer la justicia se deben escoger en una
situación de igualdad?
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Rawls piensa que existen dos principios que se derivarían desde esta hipotética
situación. La libertad básica en la expresión y el culto, y la igualdad económica y social.
Sin embargo, esta solución paradójicamente supone un problema en si misma, y es que tal
hecho, tal decisión, nunca ocurrió en realidad. Se trata sencillamente de un experimento
mental.

Consideraciones finales

Pensar en la justicia es una empresa sumamente compleja en muchos sentidos. bien


se deba esto a la diversidad entre los seres humanos como pensaba Rawls o a el
posicionamiento ideológico que se asuma junto con todos sus argumentos y objeciones, ya
se trate desde el libertarismo o el utilitarismo, las dos posturas abordadas durante la
relatoría. La pregunta guía de Sandel sobre ¿hacemos lo que debemos? A pesar de no
contar con una respuesta univoca y definitiva en el desarrollo de su texto, si representa una
posibilidad para examinar de manera constante las diferentes corrientes ideológicas que
buscan ejercer su acción sobre la sociedad. Sus disyuntivas, sus aciertos y aspectos
problemáticos.

Plantearnos lo justo en este sentido puede que no se configure en ultimas en un


proceso que derive a un sistema aplicable a cada caso y en cada situación, veíamos, por
ejemplo, como los utilitaristas como Bentham pretendían hacer una evaluación individual
desde un cálculo sobre las consecuencias de las acciones. La justicia ha de pensarse en este
sentido y según Sandel desde una perspectiva colectiva y bajo una conciencia de
comunidad. Bajo la óptica de Sandel el estado mínimo y la maximización de la felicidad
representan solo una de las diferentes respuestas parciales al desafío que supone pensar en
si “hacemos lo que debemos”. Por ello asume la idea de la formación de la comunidad
desde la dimensión moral de los sujetos.

Referencias
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 Sandel, M. J. (2011). Justicia: ¿Hacemos lo que debemos? Debate.

 Sandel, M. J. (2000). El liberalismo y los limites de la justicia. Gedisa.

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